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LECTIO DIVINA para la vida diaria Los salmos y los canticos de laudes y visperas Semana I verbo divino Lectio divina para la vida diaria La coleccién Lectio divina para la vida diaria pretende sugerir un itinerario de lectio a partir de los textos mas lefdos y orados por la comunidad cristiana y por la Tradicién viva de la Iglesia. Estas p4ginas, que siguen el mismo método de la lectio divina, también han sido enriquecidas con fragmentos antolégicos tomados de los grandes comentarios que los Padres de la Iglesia y los maestros de la vida espiritual nos han transmitido. El lector tiene en sus manos un nuevo instrumento que le ayudaré a alcanzar una familiaridad orante con la Palabra de Dios, siguiendo un método bien probado y apreciado, y con la colaboracién de autores de diferentes dotes y sensibilidades. El compromiso comin es converger todos juntos hacia una espiritualidad biblica, tanto personal como comunitaria, que ilumine la vida cristiana hoy. Plan de la obra - Primeros titulos . Los relatos de la Pasion 2. Los textos biblicos de la vida consagrada 3. Lectio divina sobre los salmos y los cAnticos de laudes y visperas Semana I 4. Lectio divina sobre los salmos y los canticos de laudes y visperas Semana II —Lectio divina sobre el leccionario del matrimonio —Lectio divina sobre el leccionario mariano — Lectio divina sobre el evangelio de Mateo — Lectio divina sobre el evangelio de Marco —Lectio divina sobre el evangelio de Lucas —Lectio divina sobre el evangelio de Juan —Lectio divina sobre el libro del Exodo GIORGIO ZEVINI LECTIO DIVINA PARA LA VIDA DIARIA 3 Los salmos y los canticos de laudes y visperas Semana I TRADUCCION: MIGUEL MONTES eva verbo divino Editorial Verbo Divino Avenida de Pamplona, 41 31200 Estella (Navarra), Espafia Teléfono: 948 55 65 11 Fax: 948 55 45 06 Internet: www.verbodivino.es E-mail: evd@verbodivino.es El editor agradece la amable concesién de los derechos de los textos reproducidos y permanece a disposicién de los propietarios de dere- chos que no ha conseguido localizar. Titulo original: 7 salmi e i canti de Lodi e Vespri. © 2004 Editrice Queriniana, Brescia. Edicion espafiola realizada con la intermediacion de la agencia literaria Eulama - © Editorial Verbo Divino, 2007 - Es propiedad - Printed in Spain - Impresion: Graphy- Cems, Villatuerta (Navarra) - Depésito legal: NA. 1070-2007 ISBN 978-84-8169-724-7 Introduccién La oraci6n de la mafiana y de la tarde La relectura cristiana de los salmos 1. Los salmos en Ia historia de la salvacién El contenido de los salmos es el misterio de la salva- ci6n. Brotan de la historia del pueblo elegido, «en ella se mueven, constituyen un reflejo constante y la manifes- tacién de la misma en oracién» (R. Spirito). Esto signi- fica que, para que pueda ser comprendido el «salterio» (Padtijovov, téermino procedente del nombre del instru- mento de cuerda con el que se acompafiaba el canto de los salmos), debemos considerarlo a la luz de la unidad de toda la revelacién y considerarlo, ademas, en si mis- mo de manera unitaria. Esta es la mejor clave para su interpretaci6n religiosa. En esta introduccién deseamos responder a una pregunta: ¢por qué ha elegido la Igle- sia el salmo como expresién comtin y universal de su oracion, convirtiéndolo con ello en nuestro libro privi- legiado e insustituible? Se advierte de inmediato que esta pregunta presupone una visi6n de continuidad en la novedad entre las dos alianzas: la Iglesia ha mantenido constantemente viva es- ta conciencia en la oracién de los salmos. Estos, fruto de una larga historia humana, son los compafieros de viaje de Israel y de la Iglesia tanto en las horas de sufrimiento como en las de alegria. Los salmos son el resultado y la sintesis de todas las tradiciones y experiencias teolégicas y espirituales de la primera y de la segunda alianza. 6 Introduccién 2. Los salmos en la historia del pueblo judio Bendice, alma mia, al Sefior y todo mi ser a su santo nombre. Bendice, alma mia, al Sefior y no olvides sus beneficios. (Sal 102,1ss). Todo el pueblo ha comunicado con estas palabras sus experiencias, ha expresado su vida profunda, ha gritado su dolor, ha manifestado su alegria. Son como el refle- jo, como el espejo de toda la vida de Israel en su rela- cién con el Dios fiel y misericordioso. Los salmos son la oracién de Israel: ensefian al individuo y a la comu- nidad la actitud que deben mantener ante Dios en las circunstancias mas variadas de la vida; constituyen una escuela de oracién, son apelacién a Dios y respuesta de éste a través de un eficaz didlogo personal y comunita- rio con él. Los salmos constituyen, en efecto, la reaccién de fe y de oracién del pueblo de Israel frente a las gran- des gestas del Sefior. Dios guia la historia del pueblo y esta presente en ella como su salvador y liberador. Por eso, los salmos son alabanza a Dios creador, confianza en el Dios fiel al pacto del Sinai, accién de gracias por las maravillas que él lleva a cabo en la comunidad y en cada fiel, lamento por los males y las contrariedades de la vida, celebracién himnica de la grandeza de las obras de Dios y exaltacién de la eleccién divina del ungido davidico y de Jerusalén, ciudad santa puesta sobre el monte Sién. Es sobre todo en el culto, especialmente en el culto li- ttirgico del templo de Jerusalén, donde la comunidad de Israel se reune para celebrar a Dios, para evocar de nue- vo los destinos del pueblo, para invocar la intervencién y la ayuda divinas sobre la comunidad en las travesias de la vida. No debemos olvidar que, durante la tiltima guerra, los hijos de Israel respondian con salmos al furor del in- fierno desencadenado contra ellos. Este acontecimiento La oracion de la mafiana y de la tarde 7 manifiesta una misteriosidad y una grandeza de fe que tal vez no tengan parang6n en la historia del cristianis- mo, si exceptuamos la edad de los martires. 3. El dinamismo del salterio hacia Cristo El Nuevo Testamento nos revela que los aconteci- mientos de la primera alianza son anuncio, figura, pro- fecia de la persona y de la vida de Cristo: «Era necesario que se cumpliera todo lo escrito sobre mi en la ley de Moi- sés, en los profetas y en los salmos» (Le 24,44). La ora- cién de los salmos encuentra en Cristo Jestis su signifi- cado cabal y su plena eficacia. Este es el modo de releer los salmos para los cristianos. La Iglesia nos invita a re- zar el salterio no para realizar sdlo una «lectura» de los salmos, sino una «relectura cristiana», 0 sea, que nos in- vita a releerlos con una perspectiva nueva, guiada por el Espiritu de Dios. Sin que los salmos pierdan su signifi- cado originario, la Iglesia les da una mayor hondura y los abre de una manera dindmica a lo nuevo, al sentido cristiano, que encuentra en Cristo su punto de referen- cia y la cima de toda la gesta de Dios. Cristo es el crite- rio de comprensi6n cristiana y espiritual del salterio. Esta «relectura cristiana» de los salmos ha de realizarse, por consiguiente, a la luz del misterio de Cristo y de la Iglesia. A la luz de Cristo, en cuanto que él es el Mesias del que hablan las Escrituras; a la luz de la Iglesia, en cuanto que ella es el nuevo Israel. Con todo, este ahon- damiento espiritual perderfa su significado si llegara a faltar la referencia a la primera alianza. 4. La oracién de Cristo: relectura cristolégica de los salmos El salterio es, en su sentido mas verdadero, «el libro de oracién de Jestis» (D. Bonhoeffer) no slo porque Je- stis or6 con los salmos en su vida terrena, sino princi- 8 Introduccién palmente porque en los salmos «es Cristo el que habla, [...] el que ora y aquel al que oramos, [...] el que habla de nosotros por medio de nosotros y en nosotros, asf como nosotros hablamos de él» (san Agustin). Jestis se educé en la oracién siguiendo la tradicién de su pueblo, que acostumbraba a orar tres veces al dia en familia: por la mafiana, al mediodia y al atardecer. Aprendié a orar con el modelo de los salmos. Recité los salmos del Hallel después de la cena pascual (cf. Sal 112-117; Mt 26,30) y rez6 dos salmos en la cruz (cf. Sal 22,2 en Mt 27,46 y Sal 31,6 en Lc 23,46). Si consideramos el contenido del salterio, éste apa- rece como oraci6n de Cristo, es decir, hecha por Cristo, realizada por Cristo, Ilevada a cabo en él. En efecto, el éxodo de Egipto y la liberacion del exilio de Babilonia son simbolo de la redencién Ilevada a cabo por Cristo en la cruz, y los milagros contemplados por Israel en el desierto significan los sacramentos del bautismo y de la eucaristia (cf. 1 Cor 10,1-13); el rey davidico es figura de Cristo (cf. Hch 2,25); los salmos reales se identifican con él y expresan la esperanza cristiana de la venida del Reino escatolégico; los salmos que hablan del justo perseguido y del pobre oprimido por los enemigos ha- cen referencia a Cristo humilde y pobre, a Jestis-Siervo, que sufre y camina hacia la cruz; el orante israelita que muestra la seguridad del justo se convierte en el cristiano que, con humildad filial, pone su confianza en Dios, reforzando asi su fe y la de la Iglesia. a) La creacion y el Creador (cf: Sal 8; 18; 28...) La creaci6n existe por Cristo. Por él, con él y en él da- mos gracias a Dios por la magnificencia de su obra. El se muestra poderoso en la creacién y en la historia de la sal- vacion. El salmo es, con frecuencia, un canto sagrado por excelencia, pues tiene como objeto la majestad de Dios. La oracion de la mafana y de la tarde 9 b) La ley que nos libera de nosotros mismos (cf. Sal 1; 18; 118...) Cristo es la nueva ley, el conocimiento nuevo y per- fecto de Dios, el camino nuevo y perfecto para hacer la voluntad de Dios y agradarle. El se presenta como maestro de sabiduria que exalta la Palabra de Dios en la Tora. c) La historia de la fidelidad divina (cf. Sal 78; 104; 105...) Toda la historia de Dios con su pueblo alcanza su ple- nitud en Jestis, en quien hemos sido salvados. La histo- ria de la salvaci6n culmina en la misién del Mesias y en el drama de su amor por el hombre (Sal 22; 69). d) La esperanza escatoldgica (cf. Sal 16; 88; 89; 95; 96; 97; 109; 148; 150) La vida de comunién con Dios, la victoria final de Dios en el mundo, el establecimiento de su realeza, han sido irreversiblemente anticipados y orientados por el misterio pascual de Cristo. Jesucristo ha llevado verda- deramente «ante Dios todo el dolor, toda la alegria, toda la gratitud y toda la esperanza de los hombres» (D. Bon- hoeffer). 5. La oracién de la Iglesia: relectura eclesiolégica de los salmos Si Cristo rez6 los salmos, su pueblo, que es la Iglesia, también puede hacerlo. La Iglesia convirtié el salterio, en el siglo III, en su libro favorito de oracién. En esto si- guid el ejemplo de Cristo y de la comunidad primitiva, aplicando los salmos a las festividades y a las circuns- tancias de la vida cristiana. El apéstol Pablo, en su car- 10 Introduccion ta a los cristianos de Efeso, les exhortaba a orar juntos con «salmos, himnos y cdnticos inspirados. Cantad y to- cad para el Sefior con todo vuestro coraz6n» (Ef 5,19). El fundamento teolégico del uso de los salmos en la vida de la Iglesia se rige por el principio segun el cual la historia de la salvacién, que tiene un cardcter unitario, se desarrolla y se realiza de una manera progresiva, por lo que los hechos y las personas de la primera alianza anuncian y prefiguran a las personas y los aconteci- mientos de la segunda alianza (el Nuevo Testamento). Por ejemplo, cuando en los salmos se recuerda a Israel, el pensamiento del cristiano vuela al nuevo pueblo de Dios, formado por creyentes de toda procedencia (cf. Gal 6,16; 1 Cor 3,16ss); cuando se habla del monte Sion y de Jerusalén, se habla de la Iglesia; cuando el israelita piadoso subraya el deseo de los bienes de la tierra, el cristiano los sustituye por el anhelo de la salvaci6n eterna. La oraci6én de los salmos nos ensefia a orar como comunidad, como pueblo de Dios, y «la Iglesia es el nuevo pueblo de Dios en el que se realiza la historia del antiguo Israel» (LG 2). En la Iglesia, que es el cuerpo de Cristo y el nuevo Israel de Dios, los salmos manifiestan su significado mas profundo. La Iglesia, al recitar los salmos, lleva a su consumaci6n el viaje emprendido por Israel, experimentando de nuevo la ayuda y la fidelidad de Dios, a pesar de sus infidelidades y debilidades. Los salmos han pasado de la liturgia del templo de Jerusa- lén a la liturgia de la Iglesia, donde «el hombre no ha- bla ni reza solo, sino que Cristo habla y reza en el hom- bre» (D. Barsotti). De este modo, la Iglesia de Cristo «continua la oracién de Cristo» (OGLH, 6) a través de un mutuo hablar de Cristo en la Iglesia y de la Iglesia en Cristo. De ahi resulta que sdlo toda la comunidad, con Cristo cabeza, puede rezar toda la riqueza del salterio. En él se vive la historia de la Iglesia: los sufrimientos presentes, su tensién hacia el cumplimiento definitivo La oracion de la mafiana y de la tarde 11 de las promesas de Dios, la certeza de la victoria final, a pesar de sus enemigos (cf. Sal 45). De este modo, los sal- mos, como toda la Escritura, esconden un significado que slo se manifestara el gran dia del retorno glorioso de Cristo. Con todo, es preciso confesar que la oracién de los sal- mos por parte del cristiano presenta dificultades, como algunos sentimientos y actitudes espirituales que no son cristianos en absoluto (cf., por ejemplo, el Sal 136,8ss); la misma fe israelita, limitada y cerrada a lo trascendente y a la fe cristiana (cf. Sal 6,5ss; 22,5ss); la reevocacién de los grandes hechos de la historia de Israel como historia alejada de nosotros; el lenguaje mismo y el mundo cul- tural del salterio, muy distante del actual y moderno. A pesar de todas estas dificultades, la Iglesia ha hecho su- yas estas oraciones de los salmos y los vuelve a leer ahondando en ellos en sentido cristiano y aplicdndolos ala fe de la Iglesia y de cada creyente. 6. ;jSefior, enséfanos a orar en el hoy! As{ pues, en la medida en que entremos en el miste- rio de Cristo y de la Iglesia, esta palabra se convertira en palabra nuestra. S6lo podemos orar en Jesucristo, y sdlo él] puede ensefiarnos a hacerlo, seguros de ser es- cuchados. Jestis nos libera de nuestro subjetivismo in- teresado y de nuestras muchas charlas paganas. Se tra- ta de la incomparable oracién del padrenuestro. Ahora bien, esta oracién remite a los salmos, que la introducen y la preparan: «E] salterio esta tomado del padrenuestro y €ste est4 tomado del salterio» (Lutero). La Iglesia define en la liturgia de las horas los laudes y las visperas como la oracién que el cristiano debe dis- tribuir en su jornada: «Los laudes como oracién matu- tina, y las visperas como oracién vespertina, que, segtin la venerable tradicién de toda la Iglesia, son el doble quicio sobre el que gira el oficio cotidiano, se deben 12 Introduccién considerar y celebrar como las horas principales» (OGLH 37). Decfa san Basilio Magno: «La mafiana esta hecha para consagrar a Dios los primeros movimientos de nuestra mente y de nuestro espiritu, de modo que no emprendamos nada antes de habernos reanimado con el pensamiento de Dios, como esta escrito: “Cuando me acuerdo de Dios, gimo” (Sal 76,4); ni el cuerpo se aplique al trabajo antes de haber hecho lo que se ha dicho: «A ti te suplico, Sefior; por la mafiana escuchards mi voz, por la manana te expongo mi causa y me quedo aguardando” (Sal 5,4ss)». Las visperas se celebran al atardecer, cuando va de- clinando el dia, «en accion de gracias por cuanto se nos ha otorgado en la jornada y por cuanto hemos logrado realizar con acierto. También hacemos memoria de la Redencién por medio de la oracién que elevamos “como el incienso en presencia del Sefior”, y en la cual “el alzar de las manos” es “oblacién vespertina”. Lo cual “puede aplicarse también con mayor sentido sagrado a aquel verdadero sacrificio vespertino que el Divino Redentor instituy6 precisamente en la tarde en que cenaba con los apéstoles, inaugurando asi los sacrosantos miste- rios, y que ofrecié al Padre en la tarde del dia supremo, que representa la cumbre de los siglos, alzando sus ma- nos por la salvacion del mundo”. Y para orientarnos con la esperanza hacia la luz que no conoce ocaso, “oramos y suplicamos para que la luz retorne siempre a noso- tros; pedimos que venga Cristo a otorgarnos el don de la luz eterna”» (OGLH 39). Laudes y visperas expresan la oracién publica de la Iglesia, que contempla el misterio pascual de Cristo en sus dos aspectos de muerte y resurrecci6n. En esta oraci6n sdlmica -escucha y respuesta al mismo tiem- po-, la comunidad cristiana dirige a Dios su espiritu al comienzo del dia, a fin de invocar su ayuda, y al aca- bar el dfa, a fin de darle gracias y pedirle perdén. La oracion de la manana y de la tarde 13 7. El mejor método para rezar los salmos E] mejor método para rezar los salmos cristianamen- te es el que se basa en la lectio divina: se parte del senti- do literal o hist6rico del texto original hebreo, o sea, le- ido por Israel (lectio = sentido literal-hist6rico), para pasar a la «relectura cristiana» sugerida por el sentido espiritual, 0 sea, al texto lefdo a la luz de Cristo y de la Iglesia (lectio = sentido espiritual, meditatio), iluminado sucesivamente por los Padres y por la liturgia de la Igle- sia (oratio y contemplatio), y vivido en la vida diaria (actio). El camino comienza con el estudio del género li- terario y del medio donde naci6 el salmo (= Sitz im Le- ben): esto nos ayuda a conocer bien el pensamiento del tiempo y del autor, los sentimientos expresados, la mo- tivacion y la tematica de la oracién. A continuacion, nos adentramos en la interpretacién cristiana del salmo: re- leemos el texto poniéndolo en boca de Cristo y de la Iglesia, y reflexionamos sobre cémo puede ser rezado a la luz de la nueva alianza. Después lo aplicamos a la vida del cristiano, haciendo brotar sus sentimientos personales y sus opciones de vida. Como es natural, la «relectura cristiana» del texto sAlmico y su oracién serdn diferentes si se realizan en un marco liturgico-co- munitario o bien de una manera privada, para alimen- tar la fe del individuo en torno a la Palabra de Dios. Con todo, la finalidad que se quiere alcanzar en ambas si- tuaciones es rezar el texto literal de los salmos, aunque con el dnimo y la «relectura cristiana» que nos ha sido ensefada por Cristo y por la Iglesia. Como sintesis de todo lo dicho, quisiéramos ofrecer al lector algunas reglas que le ayuden en la comprensién de los salmos y le introduzcan en su oracién. ¢ Los salmos son didlogo entre Dios y el creyente. Son palabras humanas dirigidas a Dios, pero también palabras de Dios dirigidas al hombre. La estructura dialogistica de los salmos es interaccién entre el grito 14 Introduccion del hombre y la escucha de Dios. Pero lo que se vuelve esencial es vivir lo que Dios nos dice cuando hablamos con él. ¢ Los salmos reflejan la vida cotidiana. La oracién de los salmos es una oraci6n concreta y esta relacio- nada con la vida cotidiana del hombre, con sus emo- ciones y diferentes actitudes del cuerpo, como los ojos, las lagrimas, las manos, los gemidos. Emplea un len- guaje tomado de la vida de cada dfa y comienza por lo que el creyente siente, vive en su didlogo con Dios. Los salmos estén hechos para la musica, para el ritmo, el canto y la danza (cf. Sal 46,2.6-8). Ignorar la dimen- sién musical supone empobrecer la oracién salmica. * Los salmos hablan de la persona humana. E] hom- bre, como persona humana, es unidad de cuerpo, alma y espfritu. Todo se reconduce a la interioridad (el 4m- bito del corazén), a la comunicacién (el Aambito de la palabra) y a la actividad exterior (el Ambito de la accién gestual). E] lenguaje de los salmos se conecta siempre con el misterio unificador del ser humano. ¢ Los salmos son oraciones de contrastes. El conte- nido de los salmos se concentra en una visién del mundo y del hombre compuesta asimismo de con- flictos, de lucha, de violencia, que a menudo se inser- tan en la oracién (cf. Sal 16,13ss; 62,10ss). Rezar los salmos es reconocer también la negatividad que hay en el mundo y en el hombre, y presentarla a Dios para que la convierta y la cure. ¢ Los salmos son oraciones de invocacién de ayuda y de alabanza. La oracién sAlmica es toma de con- ciencia del sufrimiento propio y del ajeno, es invoca- cion, grito de ayuda y de stiplica que llevamos ante Dios: «Sefior, Dios mio, a ti me acojo, librame de mis perseguidores y sdlvame... ten piedad de mi» (Sal 7,2; 30,10; 37,23; 39,14; 69,2; 105,47). Pero es también ora- La oracién de la mariana y de la tarde 15 cion que tiende a alabar al Sefior de la creacién y de la historia humana: «odo ser que alienta alabe al Sertor» (Sal 150,6). 8. Conclusién La historia de Israel constituye el paradigma de la historia universal: la oracién de los salmos interesa al destino de toda la humanidad. Por consiguiente, es la oracién implfcita de los hombres que buscan la salva- cién. Los salmos tienen «el poder de asumir en si todo el mundo y de sostener el peso y las preocupaciones de toda la humanidad» (S. Rinaudo). El creyente, al rezar los salmos con Cristo, queda asociado a su redencién universal y lleva una esperanza al mundo, a pesar de lo negativo; mds atin, es el tinico verdaderamente capaz de asumir las contradicciones del presente, porque ya las ha vencido en su raiz. En Cristo, la Iglesia se hace ora- cién del mundo (la Iglesia es humanidad) para el mun- do. El secreto para hacer nuestra la oracién de los sal- mos es salir del angosto horizonte de nuestro yo para constituirnos un alma universal y adherirnos a una his- toria mayor y tinica, a la que pertenecemos nosotros desde que Abrahdn emprendié su camino al salir de la tierra de Ur de Caldea y obedecer al proyecto de Dios. Con toda raz6n afirmaba el papa Juan XXIII: «El sal- terio es una fuente precios{sima de oracién. Por eso de- béis estudiarlo y conocerlo en su conjunto y en sus par- tes. Meditad cada salmo para descubrir sus recénditas bellezas y formaros un sensus Dei y un sensus Ecclesiae seguro. Reposad en ellos: elevaos desde los salmos a la contemplacién de las cosas celestiales y desde ellos vol- veos a la apreciacién mesurada y exacta de las cosas de Ja tierra, de la cultura, de la historia y de los aconteci- mientos cotidianos». Giorgio Zevini Salmos y canticos de laudes y visperas Semana I de la liturgia de las horas Dia | Laudes Sal 62 Domingo Dn 3 Domingo (I) Sal 149 Sal 5 Lunes 1 Cr 29 Domingo (II) Visperas | Sal 140 Sal 141 Sal 113a Ap 19/1 Pe2 Sal 35 Miércoles Jdt 16 Sal 46 Ap 45 Sal 56 Sal 26 (1) | Jueves Jr 31 Miércoles Sal 26 (II) Sal 47 Sal 50 Viernes Is 45 Sal 99 Sal 118 XIX Sdbado Ex 15 Viernes Sal 116 Sal 145 Primeras visperas Domingo de la semana I Salmo 140,1-9 El alzar de mis manos como ofrenda de la tarde «Os pido, pues, hermanos, por la misericordia de Dios, que os ofrezcdis como sacrificio vivo, santo y agradable a Dios[...] No os acomodéis a los criterios de este mundo» (Rom 12,1ss). i Presentacién El salmo es una lamentacién unida a una siplica individual en el momento de la tentacién y de la prueba. Aunque el texto es de dificil interpretacion en algunos puntos a causa de ciertas alteraciones textuales, a pesar de todo la composicién perma- nece unitaria en los labios del orante. El salmo puede ser dividi- do de este modo: -w. 1-2: oracién humilde y perseverante; —w. 3-4: peticién de custodiar el corazén y la palabra para no caer en la maldad; -v. 5: huida de los malvados y amistad con los buenos; —w. 6-10: declaracién de inocencia del orante y juicio de los malvados. 'Sefior, te estoy llamando, ven de prisa, escucha mi voz cuando te llamo. ?Suba mi oracién como incienso en tu presencia, el alzar de mis manos como ofrenda de la tarde. 22 Primeras visperas del domingo 3Coloca, Sefior, un centinela en mi boca, un vigilante a la puerta de mis labios. ‘No dejes inclinarse mi corazén a la maldad, a cometer crimenes y delitos; ni que con los hombres malvados participe en banquetes. 5Que el justo me golpee, que el bueno me reprenda, pero que el ungiiento del impio no perfume mi cabeza; yo seguiré rezando en sus desgracias. *Sus jefes cayeron despefiados, aunque escucharon mis palabras amables; 7como una piedra de molino rota por tierra estan esparcidos nuestros huesos a la boca de la tumba. 8 Sefior, mis ojos estan vueltos a ti, en ti me refugio, no me dejes indefenso; ° guardame ul lazo que me han tendido, de la trampa de los malhechores. 1. El salmo leido con Israel: sentido literal EI salmo, de dificil interpretacion a causa de algunas alteraciones del texto, es la oracién de un israelita que se siente tentado en su fidelidad religiosa. Se dirige a Dios, con el animo lleno de amarguras y esperanzas, a fin de que acoja su suplica en el momento de la prueba, como el sacrificio vespertino del incienso, que cada dia se celebraba en el templo (wv. 1ss). Pide mantenerse fir- me en su fe, guardar su corazén y su boca de palabras malas y no caer en la tentacion de la idolatria, para no contaminarse con los ritos paganos y los banquetes en honor de falsas divinidades (v. 4). Su deseo es mante- nerse siempre amigo de los hombres justos y fieles, para que pueda ser guiado por ellos y corregido en su con- ducta, antes que llegar a pactos y sentarse a la mesa con Salmo 140,1-9 23 hombres poderosos, pero perversos, que le conduzcan por caminos que no son buenos (v. 5). En los wv. 6ss, que presentan dificultades interpreta- tivas, se declara la inocencia y la bondad del orante, y se describe, con una imagen eficaz, el final de los hombres impfos, cuyos huesos* se encuentran esparcidos como el terrén tras el paso del arado y estan destinados a ser echados en los infiernos. El salmo concluye con el humil- de proposito del orante de ser liberado del mal y de en- contrar refugio junto a Dios, para que proteja su vida de las peligrosas insidias de sus enemigos, que atentan contra su fe (vv. 8ss), y con la invocaci6n de una maldicién contra los malhechores, que merecen el severo juicio de Dios y un justo castigo por el mal realizado (v. 10). i 2. El salmo leido con Cristo y con la Iglesia: sentido espiritual La tradici6n cristiana refiere este salmo, rezado en las primeras visperas del domingo de la semana prime- ra, a Cristo cuando muere en la cruz. Cristo, mientras consumaba su vida terrena en el Calvario por amor, alzé. las manos al Padre para interceder en favor de todos los hombres, como hizo Moisés en el monte Sinai en favor de su pueblo (cf. Ex 17,11ss), y ofrecerse a sf mismo, * En la edicion castellana hemos adoptado el texto oficial litar- gico del salterio, cuya traduccién no siempre coincide con la versién italiana. Aqui tenemos un caso, Mientras que la versién italiana del salmo traduce en el v. 6 «/e loro ossa» (sus huesos), la versién li- turgica espafiola traduce «nuestros huesos». La Biblia del Peregrino traduce: «Sus huesos se esparcieron a la boca del abismo como astillas o pedruscos por el suelo», més préxima, aunque también distinta de la italiana, que dice en el v. 6: «Como se hiende y se abre la tierra, / fueron esparcidos sus huesos / a la boca del abismo», de ahi el comentario. A pesar de estas dificultades, mantenemos la version littrgica oficial espafiola del salterio (N. del T.). 24 Primeras visperas del domingo como victima agradable a Dios en el altar del arbol de la cruz. La comunidad cristiana resume la stiplica del salmo en las palabras del padrenuestro que el mismo Jestis nos ensefid: «No nos dejes caer en la tentacion y libranos del mal». El mal del que se habla en el salmo son las pa- labras indtiles y malvadas, que lisonjean el orgullo hu- mano; son los lazos de amistad con los hombres per- versos y engafiadores, que alejan al creyente del camino evangélico y de una vida de fidelidad y de alabanza al Sefior. «También la Iglesia tiene un altar del incienso, y este altar es Cristo (cf. Heb 13,10); también la Iglesia quiere quemar, por la mafiana y al atardecer, incienso ante el Sefior, y este incienso son las oraciones de los fieles, que ascienden continuamente como sacrificio de alabanza al Padre, en comunion con Cristo y por medio de él (cf. Heb 13,15); este incienso es asimismo nuestra vida, santificada por la inhabitacién del Espiritu Santo: “Somos para Dios el buen olor de Cristo” (2 Cor 2,15). Con Cristo, que levanta sus manos suplicantes al cielo, en su muerte en la cruz, “ofreciéndose a Dios como sacri- ficio de suave olor” (Ef 5,2), también estamos invitados nosotros mismos “como sacrificio vivo, santo y agrada- ble a Dios” (Rom 12,1)» (S. Rinaudo) a fin de no caer en las redes de la infidelidad. 3. El salmo leido en el hoy a) Para la meditacién El salmo, rezado en la hora vespertina, es una ocasi6n extraordinaria en el discurrir del tiempo para realizar un balance de la jornada transcurrida y ver, a la luz de la Pa- labra de Dios, nuestra fidelidad 0 infidelidad al proyecto de amor que Dios ha establecido para nosotros. Vivimos en un mundo en el que nos rodean constantemente las tentaciones del maligno y de los falsos idolos, que ame- Salmo 140,1-9 25 nazan nuestra fidelidad a la persona de Jestis y a su Evan- gelio. Y la tentacién del enemigo es fuerte; la atraccién del mal no conoce tregua. En consecuencia, nuestro compromiso de vida ha de ser el que el Sefior nos ense- hid: «Velad y orad para no caer en tentacion» (Mt 26,41). Sélo la oracién confiada y perseverante, como la di- rigida por Jestis al Padre a lo largo de su vida terrena, puede liberarnos de las tinieblas y del pecado. Jesus mantuvo una constante actitud filial con el Padre, y no s6lo en los momentos de prueba y dolor: hacer la vo- luntad del Padre y abandonarse a su proyecto de amor por la salvacién de la humanidad. Cuando nuestra mi- sion de creyentes esté en peligro, la invocacién humilde y filial al Sefior puede asistirnos de una manera eficaz. El verdadero creyente, que vive en medio de las mil preocupaciones y pruebas que le asaltan, es alguien que debe mantener despierto el recuerdo y el sabor de Dios en la oracién y sentirse mal por su ausencia. Ahora bien, gcémo buscar el rostro del «Dios inaccesible» y entrever lo que él nos revelara de su rostro de Padre? ¢Qué camino podemos emprender para encontrarle en la verdad y en el amor? Es preciso que nos pongamos en camino a partir de nuestra propia realidad concreta y leer con fe los acontecimientos que cada dia van cons- truyendo nuestra vida. Este es el camino que nos con- duce a Dios, que nos aleja de las insidias del mal y de la infidelidad y nos permite adentrarnos en el misterio inefable del amor del Padre. Con todo, sigue habiendo una condicién en nuestro camino: nuestra perseveran- cia y una fidelidad a toda prueba. b) Para la oravion Sefior, suba a ti como incienso nuestra oracién ves- pertina. No permitas que nuestros labios y nuestro co- raz6n se plieguen al mal cuando la tentacién nos ponga a prueba y nos asalte el enemigo. Haz que nuestros ojos 26 Primeras visperas del domingo se vuelvan a ti, que eres el Misericordioso, y concédenos una fe firme, un abandono filial a tu voluntad y una confianza sin limites en tu proyecto de salvacién para nosotros. En la hora de la prueba y del peligro, concé- denos ser capaces de adherirnos a la oracion a fin de su- perar incélumes las insidias del mal y, liberados, poder alabarte siempre. Te bendecimos, oh Padre, por el ejemplo que nos dio tu Hijo cuando hizo frente a las tentaciones y las prue- bas de la vida. Por la victoria que él consiguié sobre la muerte y sobre el pecado, concédenos que también no- sotros sepamos perdonar y orar por nuestros enemigos; haznos participar de su victoria pascual contemplando su rostro glorioso. Y haz que nos demos cuenta de que lo que buscamos con ansia esta junto a nosotros, en la persona que amamos, en el lugar cotidiano en que se desarrolla nuestra vida. c) Para la contemplacién Los hermanos preguntaron al padre Agatén: «Padre, cqué virtud requiere mayor fatiga en la vida espiritual? Les dice: «Perdonadme, pero me parece que no hay fa- tiga tan grande como orar a Dios. En efecto, cuando el hombre quiere orar, los enemigos intentan impedirlo porque saben bien que nada les obstaculiza tanto como la oracién. Con cualquier obra que emprenda el hom- bre, si persevera, poseera el sosiego. La oracién, en cambio, requiere lucha hasta el ultimo suspiro». Un dfa, el santo padre Antonio, mientras estaba senta- do en el desierto, fue presa del desaliento y de una densa tiniebla de pensamientos. Y decfa a Dios: «j;Oh Sefior! Yo quiero salvarme, pero los pensamientos me lo impiden. ¢Qué puedo hacer en mi afliccién?». Entonces, asoman- dose un poco, ve Antonio a otro como él, que esta senta- do y trabaja, después interrumpe el trabajo, se pone en pie y ora; después se sienta de nuevo y se pone a trenzar Salmo 140,1-9 27 cuerdas, y después se levanta de nuevo y ora. Era un 4n- gel del Sefior, enviado para corregir a Antonio y darle fuerza. Y oyé al angel que decfa: «Haz asi y serds salvo». Al oir aquellas palabras, cobré gran alegria y aliento: asi hizo y se salv6 (Vida y dichos de los padres del desierto, Desclée de Brouwer, Bilbao 1996, I, pp. 117 y 83). d) Para la vida Repite a menudo y reza este versiculo del salmo: «Sefior, te estoy llamando, ven de prisa, escucha mi voz cuando te llamo» (v. 1). e) Para la lectura espiritual La oracién cristiana nace, se nutre y desarrolla en torno al acontecimiento por excelencia de’la fe, el Misterio pascual de Cristo. Asi, por la mafana y por la noche, al amanecer y al atar- decer, se recordaba la Pascua, el paso del Sefior de la muerte a la vida. El simbolo de Cristo «luz del mundo» es representado jor la lampara durante la oracién de las visperas, llamada tam- Bien por este motivo «lucernario». Las «horas del dia» recuer- dan, a su vez, la narracién de la pasién del Sefior, y la «hora tercia» la venida del Espiritu Santo en Pentecostés. La «oracién de la noche», por ltimo, tiene un caracter escatolégico, pues evoca la recomendacién hecha por Jests en espera de su re- greso (cf. Marcos 13,35-37). Al ritmar de este modo su oracién, los cristianos respondie- ron al mandato del Sefior de «rezar sin cesar» (cf. Lucas 18,1; 21,36; 1 Tesalonicenses 5,17; Efesios 6,18), sin olvidar que toda la vida tiene que convertirse en cierto sentido en oracién. En este sentido, Origenes escribe: «Reza sin pausa quien une la oracién con las obras y las obras con la oracién» («Sobre la oracién», Xl, 2: PG 11, 452C). Este horizonte, en su conjunto, constituye el habitat natural de la recitacién de los salmos. Si son sentidos y vividos de este modo, la «doxologia trinitaria» que corona todo salmo se convierte, para cad creyente en Cristo, en un volver a bucear, 28 Primeras visperas del domingo siguiendo la ola del espirity y en comunién con todo el pueblo de Dios, en el océano de vida y paz en el que ha sido sumer- ido con el bautismo, es decir, en el misterio del Padre, del Hijo y | Espiritu Santo (Juan Pablo II, «La liturgia de las horas, oracién de la Iglesia», en L’Osservatore Romano, 5 de abril de 2001). Salmo 141 Sefior, tti eres mi refugio «Y empez6 a sentir miedo y angustia... Y decta: “jAbba, Padre!... jaleja de mi este cdliz!"» (Mc 14,33.36). Presentacién Salmo de lamentacién individual. En él el aspecto mesidnico referido a Cristo toma el lugar del hecho episddico originario. Para los estudiosos, sigue siendo incierta la atribucién del salmo a David, cuando se refugié en una gruta para escapar de la ira de Sail, que le buscaba para matarle (cf. 1 Sm 22,1; 24). El tiempo de composicién, en cambio, podemos fijarlo en el periodo poste- xilico. El texto se compone de dos estrofas y una introduccion: -w. 2-3: precede un anuncio de suplica al Sefior; -w. 4-5: la primera estrofa expone la triste situacién de persecucién y abandono en la que se encuentra el orante; -w. 6-8: la segunda estrofa, de cardcter més positivo, expresa el afligido grito de confianza en el Sefior, con la suplica de liberacién y el agradecimiento. 2A voz en grito clamo al Sefior, a voz en grito suplico al Sefior; 3desahogo ante él mis afanes, expongo ante él mi angustia, ‘mientras me va faltando el aliento. 30 Primeras visperas del domingo Pero ti conoces mis senderos, y que en el camino por donde avanzo me han escondido una trampa. 5Mira a la derecha, fijate: nadie me hace caso; no tengo adénde huir, nadie mira por mi vida. °A ti grito, Sefior; te digo: «TO eres mi refugio y mi lote en el pais de la vida». 7Atiende a mis clamores, ue estoy agotado; brame de mis perseguidores, que son més fuertes que yo. ®Sacame de la prisién y daré gracias a tu nombre: me rodeardn los justos cuando me brindes tu favor. 1. El salmo leido con Israel: sentido literal El salmo es una oracién de lamento hecha por un hombre perseguido y abandonado por la triste suerte que se ceba con su vida. El orante, aunque probado por hechos dolorosos y por un opresor sentido de abando- no, tiene fuerza suficiente para levantar su mirada al Sefior, hacia el que abre su dnimo, Ileno de amargura y desconsuelo, consciente de que Dios conoce la suerte que le espera y puede acudir en su ayuda. El comienzo del salmo nos presenta el anuncio de la stiplica al Sefior (vv. 2ss), que es un grito de ayuda lan- zado por el orante. Este desahoga su dolor y su pena di- rigiéndose a quien lo conoce y lo puede todo. Estamos ante la oracién de un fiel que quiere creer a pesar de todo: creer en la justicia de Dios y en su Salmo 141 31 bondad, aun cuando las apariencias parecen contrade- cirle. La primera estrofa del salmo expresa la confianza del orante en Dios, al que expone las trampas que sus enemigos han colocado en su camino (v. 4). Todos sus antiguos amigos le han traicionado y abandonado has- ta no reconocerle (v. 5). La soledad y el abandono son ahora sus tinicos confidentes. La segunda estrofa, en cambio, nos ofrece la rendija de la esperanza que el hombre vuelve a poner en Dios para que venga en su ayuda y le haga salir de la triste si- tuaci6n en que vive como prisionero (v. 6). Reconoce su debilidad y pobreza frente a los que son mas fuertes que él (v. 7). El unico deseo del orante es dar gracias al Se- fior y a todos los que aman la justicia (v. 8). Incluso en esa situacion de extrema angustia encuentra un espacio de luz para pedir a Dios el sabor de la misericordia y de la justicia, asi como para experimentar pronto el dia en que su soledad quedara rota por una muchedumbre de amigos. 2. El salmo leido con Cristo y con la Iglesia: sentido espiritual Los Padres de la Iglesia releyeron siempre este salmo en clave cristolégica, aplicéndolo al misterio de soledad y de angustia que sufrié Jestis en la hora de su pasi6n. San Hilario ve en este salmo una profecia del misterio pascual de Jestis: «Todo lo que el salmo describe se cumplié en el Sefior durante su pasién». En efecto, él experimento sufrimientos y humillaciones, sin evasio- nes ni fugas, siempre disponible a la voluntad del Padre. En Getsemani, en los diferentes tribunales en los que comparecio ante Anas y Caifas, ante Pilato y, finalmen- te, en la cruz, se encontré solo, sin un rostro amigo que le defendiera. Entonces hizo suya la soledad y el aban- dono por parte de todos, hasta por parte del Padre (cf.

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