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Wy TRvERSIADDE |© Boal UV dee Universidad de Vaparao Dirccid de Extensiny Cmmuncasiones ‘Av Eras NU, Valparalso cote TCTIATNAN _ imo IMMUALUNDb ‘isch : isunorasreterase Agustin ete droped lata 20438 Squella Director torial Canin WarnhenL. Eee geeral Erseso Pier A. ‘Comoncadonesy dstibuie: Joven SkarmetB ‘Due de potas: Felipe Cabrera A. ‘ Disgramacén deo: Gonzalo Catal V. ‘Correzionde estoy de pracas: Rube Oslmazzo P Contact: etorialgovd ssrrcecconaleel [Ninguna pare de ea pubiaibn puede er epoca oranda, ‘mediante conker stema, sn expres autora del era ; 1 Hay palabras que reputamos importantes. Palabras importantes como «democracias, «i- bertady, ejustician, derechos. Palabras de las que te- rnemos una idea acerca de lo que significan, aunque reconozcamos alguna dificultad para profundizar en ellas. Por lo mismo, junto con ser importantes, se trata de palabras dificiles. Palabras que apreciamos y ‘que, ala vez, nos ponen en aprieios. ‘Igualdad> es otra de aquellas palabras, Impor- tante y también dificil. Quizés mas dificil que «demo- cracia» y alibertad», puesto que a poco de trabajar con ella nas damos cuenta que lo que designa tiene distin- tas manifestaciones. «lgualdad, asimismo, es una palabra que esti de ‘vuelta. No se trata de una palabra nueva, pero estuvo largo tiempo olvidida, hasta el punto de que parecia sn ideal politico en extincién que habfa tomado el eo- lor sepia de las cosas del pasado. Olvidada porque nos hicieron creer que ella combate con «libertad» y que, por tanto, el ideal gualitario es indeseable. Olvidada, ‘y también denostada, porque los enemigos de la igual- ‘dad la oponen a «diversidad» y a xidentidads, o bien la -consideran un reclamo que tiene su origen en la envi- dia, ¥, cuando no olvidada, sustituida erréneamente [por xequidads, 0 bien minimizada como sigualdad de ‘oportunidadess, dos expresiones que comprometen :menos alos gobiernos y que desafian en medida tam. ‘bién menor a las politicas piblicas que ellos adoptan y [Ponen en ejecucior. ‘Vamos a tratar de explicar en este libro esos y ‘otros aspectos de la igualdad, aunque vale la pena insistir en que lor defensores de la libertad, de la dliversidad y de la identidad no tienen por qué merle. La igualdad no se opone fatalmente ni ala libertad ni a la identidad nia la diversidad. A lo ‘que igualdad se opone ¢s a desigualdad, Tampoco Ia igualdad es un fruto toxico del feo drbol de la en- -vidia. A la vez, la igualdad se reblandece cuando se lla sustituye por eequidads, mientras que se contrae ‘0 jibariza cuando todo lo que se espera de ella es ‘que reine en el campo de las oportunidades. Con palabras que en el discurso piiblico cata. ‘logamos de importantes sucede algo rato y también auspicioso. Raro, porque se trata de términos que nos importan, pero que en no pocas ocasiones no sa 'bemos bien cémo definir; y auspicioso, puesto que, sin saber con suficiente seguridad qué quieren decir, ‘podemos ponernos de acuerdo al momento de iden: tifcar situaciones contrarias a lo que e50s términos designan. ‘Asi, por ejemplo, podemos discutir durante ho- ras qué es democracia, pero empleamos mucho me- nos tiempo en concordar que determinado régimen no es democritico, Podemos debatir un tiempo largo acerca de qué es libertad, pero nos bastan unos cuan. tos minutos para coincidir en que tal o cual acto den, gobierno vulnera a libertad de las personas. E invita. dosa ponernos de acuerdo en una respuesta a la pre sna que jus I dcusién pola prolongase rodevia més, sin perjuicio de que quienes intervieren ‘en cl debate denuncien undnimemente como injusta una determinada situacién que pueda haber acaccido en medio de la discusién. Podemos no atinar con una buena y suficien temente compartida respuesta a las preguntas cué es democracia, qué es libertad y qué es justicia, pero no dudamos un segundo a la hora de decir que el gobierno de Pinochet no fue democritico, que la prohibiciOn de fundar partidos politicos im: puesta por el gobierno cubano atenta contra la li beriad, y que es injusto imponer a un empleado, a efectos de su futura previsién, por una cantidad inferior al sueldo real que recibe. Con la igualdad pasa otro tanto, Qué es la igual- dad? {De qué hablamos cuando hablamos de igualdd? lgualdad de quiénes?dlgualdad en qué? Igualdad con ‘seguida ce qué manera? He ahi preguntas que pueden slividir las opiniones, pero quienes disputan acerca de cllas no vaclarian en protestar en nombre de la igual dad siel padre de dos gemelos diera a uno de ellos una smesada de 510,000 y al otro de $5.000. Tenemos pro [blemas con Ia igualdad -con su idea, con st concepto, -con lo que es preciso hacer para que se relice-, pero no con la desigualdad. Como apunta judith shklar, «los rostros de la injusticia y de la desigualdad nos resulran, ms familiares», hasta el punto de que, segin constaté Rousseau, si vemos en la calle agin acto de violencia y de injusticia, eal instante un movimiento de célera € indignacion se eleva desde el fondo del corazén y nos condce a éefender al oprimido. ero si a menudo reconocemos la desigualdad ‘en cuanto la vemos, tiene que ser porque disponemos de una idea acerca de la igualdad. O porque exper: ‘mentamos una determinada emocién. O porque nos ‘mauve un instinto. Tal vez no expresemos bien esa ‘dea ni seamos completamente clarosa la hora de des. cribir esa emocién o instinto. Pero hay en nosotros algo asi como una medida que, violentada de pronto ppor la realidad, nos hace reaccionar en contra de lo ‘que presenciamos, constatando con extrafieza, aun. ‘que también con satisfaccién, que a los desacuerdos acerca de qué es la igualdad puede seguir una fécil y casi espontinea avenencia al momento de idemtificar tuna determinada situacién de desigualdad Bs0 es o que se lama la via negativa: olvidarnos ‘un rato de a igualdad y fijarnos en la desigualdad, aun- que poner atencién en esta sea un camino para retor- nat a aquella. Pero cuidado: otra manera de debiltar dl discurso igualitario consiste en sugerir que lo més ue poderros hacer en materia de igualdad es luchar ialdades. Asi, en el discurso publico de politicos y lideres de opinion, lo que encontramos ‘a veces no es un llamado directo a la igualdad, sino a reducir desigualdades, como si Jo segundo fuera lo Xinico posible o realista. Hemos dicho ya que identifi- car y suprimir desigualdades colabora con a igualdad, cémo no, pero ese objetivo es menos ambicioso que el de la luchapor la igualdad. Menos ambicioso atin que luchar contra las desigualdades de riqueza es hacerlo solo contra la pobreza, ¥ tampoco las desigualdades deben ser presentadas como simples desventuras de Jas personas que las suften. Con todo, «igualdad> es aqui nuestra palabra y no podriamos olvidarnos de ella. Lo que sigue, pot tanto, exploraré en dicho término y hara frente 2 los problemas que presenta, con la sola expectativa de que dispongamos de una mejor respuesta de la que podriamos ensayar en este momento si alguien nos preguntara qué entendemos por igualdad y por qué ‘os interesa, Palabras importantes como sigualdad» no de- ben servirnos tinicamente para enarbolarlas como Parte recurrente de nuestro mejor discurso ético y ciudadano, Esta clase de palabras exigen un esfuer- 20 por entenderlas y expresar de manera apropiada qué se quiere decir con ellas. Si son palabras que he- ‘mos decidido subir hasta la punta de nuestro méstil, amarrindolas luego fuertemente 2 Ia base de este, cenorgulleciéndonos de nuestra accién, tenemos que disponer de una respuesta para cuando nos pregun- ten qué queremos significar con ellas. O para cuan- do nos preguntemos nosotros mismos. Se trata de palabras que sabemos que vamos a continuar articu- lando, una y mil veces, y que no podemos limitarnos 4 pronunciar 0 a escribir entre signos de interjeccién para sacudir los corazones de quienes nos escuchan. El ilésofo Richard Mervyn Hare lo dijo de esta ma- nera: con ciertas palabras «se tiene que hacer algo mis que mover a la gente; se tiene que hacer que piense>. Hay que tener un sentimiento de la igualdad y también un sentido de esta, sin perder nunca de vista la advertencia de Norberto Bobbio: a igualdad es un concepto genérico y vacio que mientras no sea espe: cificado o llenado de contenido no significa nada. Para sigualdads, en consecuencia, ¢s preciso disponer de una respuesta que vaya mas all del fail reconocimiento de contingentes situaciones de des jgualdad, una respuesta que ha de estar de algiin modo implica en ese mismo reconocimiento. Como lef en lun texto de Bernard Williams, debemos intentar salvar la idea de igualdad de dos extremos que la acosan: lo absurdo y lo trivial «Libertad, igualdad, fraternidads, proclamaron lls revolucionarios franceses hace poco mis de dos sigles, Para fortuna del autor y satisfaccién del propé- sito de escribir un libro breve, nuestra ocupacion sera tan solo con la segunda de esas palabras, aunque ten sdremos que explicar cémo ella se relaciona tanto con Ja primera como con la tercera de las que formarcn parte del célebre y controvertido lema rerolucionario. Nuestro deseo, en fin, es hacer tn libro sencilla, auncue no simple; didéctico, pero no profesoral; ana Titice, mas no frio. 2 Ocuparse de las palabras? {Ocuparse de una palabra ‘en particular, por importante que sea? Si, ocuparse de las palabras puesto que pensamos con ellas. Verse 1a cara con las palabras es vérselas con e! pensamnien- to, Las palabras importan porque el pensamiento es importante. Por eso es que perder palabras equivale a empobrecer nuestro pensamiento. A empobrecer incluso la realidad, puesto que no disponer de una determinada palabra es extraviar la cosa que ella de- signa. La pobreza de lenguaje es también pobreza de pensamiento y empobrecimiento de la realidad que nos citcunda Poner atencién en las palabras no es algo trivial. Examinar palabras es examinar nuestro pensamiento. Y dejar de lado el resultado de ese examen ~otra vez Hare~equivaldria ala situacién del fontanero que sale a hacer un trabajo y deja sus herramientas en casa, Ese fontanero no esti mejor equipado cue el cliente ue solicité su ayuda y es probable que, desprovisto de herramientas, haya olvidado todo lo que sabia de fontaneria, De manera que cada vez que cbrimos una palabra, cual si se tratara de una vistosa caja que nos parece que algo guarda en su interior, tenemos que estar preparados para llevarnos més de una sorpresa ‘Mesa? «Mesa» e una palabra. Un término sencillo que empleamos con frecuencia y que no produce ningiin sobresalto, salvo el de que tiene nada menos ‘que catorce significados. Compruébenlo ustedes ‘mismos mirando en el diccionario. ¢Qué ocurrira ‘entonces tratandose de palabras mas complicadas? Lo que facilita las cosas a la hora de comprender el significido de una palabra que oimos o que leemos cualquiera que ella sea~ es el contexto en que se la emplea, No solemos usar las palabras aisladamente, ‘sino formando oraciones cuyo conjunto nos da una ‘pista mis 0 menos segura acerca de en cual de sus significados aparecen en ellas determinadas palabras. Sientroala sala de clases y digo mirando alos alumnos derecho», estos no entenderin a qué me refiero. No sabrn si lo que quiero decir es que voy caminando derecho, 0 que ellos, rumbados en sus sillas, deben ponerse derecho, o que estamos en una escuela de derecho, Pero si les digo «soy vuestro profesor de filosofia del derechor, la palabra adquiere para ellos, tun sentdo bien claro, 0, cuando menos, un ambito de significado suficientemente delimitado. Se dan cuenta, ‘gracias al contexto en que aparece esa palabra, que no me estoy refiriendo a los usos coloquiales de la misma -como en ls frases «este es mi brazo derecho», ‘© «ponte derecho», o «siga derecho» sino a sus usos técnicos, ala manera en que la emplean los operadores Jjuridices. Y aun asi no habremos salido del todo del problema, puesto que los usos técnicos de la palabra «derechow son varios, de manera que si me presento. ante el curso como profesor de filosofia del derecho, cualquier estudiante podria preguntarme en cudl de sus varios usos técnicos viene empleada la palabra derecho» cuando digo sfilosofia del derecho». Nada de lo anterior, espero, suena muy compli cado. Las palabras son un convite. Tienen significados y poseen también una apetencia de ser significadas. ‘Signifian y, ademis, llaman a ser significadas. Estin alli, deslumbrindonos y atrayéndonos hacia ella, como un sol imantado, Por eso es que no resulta descartinado definir la filosofia como inmersién en cl abismo que es cada palabra. Una suerte de buceo, segiin propuso Ortega, del que tenemos una sola cer- teza no regresaremos con las manos vacias. «Igualdads es entonces una palabra en la que po- demos sumergirnos 0, si se prefiere, un término so- bre el que podemos lanzar Ia red, contando con que, Iegado el momento de subir la red a la embareacién 1 de abrirla hallaremos varias piezas atrapadas en su interior. Esas piezas no son otra cosa que las distintas ‘expresiones o facetas de la igualdad. 3 2En qué pensamos cuando decimos «igualdad»? zn proporcién. en justeza, en reparto, en redistribucion, ‘en justicia, en equivalencia, en no discriminacién? He ahi algunas pistas, Pero fijense ustedes en cémo las ppistas acerca de una palabra consisten en otras pala- ‘bras. Palabras y més palabras. Palabras que nos llev a otras palabras. Palabras de nunca acabar. ero vayamos de una vez a la nuestra, concen- trindonos en los usos que se le dan en Ia flosofia po- litica y juridiea, En este sentido, «igualdad» es una pa- ‘bra ética, un término que dice relacién con el bien, © con lo que consideramos tal para los individuos y ‘hs sociedades en que estos viven. Por lo mismo, no ¢s infrecuente que las constituciones politicas de los estados mencionen a la igualdad como uno de los va- Iores superiores del respectivo ordenamiento jurdico. Cuando decimos que «dos mas dos es igual a cuatro», ‘igual» no interesa para los efectos de nuestro analiss Pero si proclamamos que «los hombres nacen libres « iguales en dignidad y en derechos», estamos ya en nuestro campo. «Dos mas dos son cuatro» no es un enuneiado que favorezca una creencia fuerte que im- pulse a la accién, «Los hombres nacen libres e iguales en dignidad y en derechos, todo lo contrario, 4 La igualdad es una relacion de homologacién entre dos, ‘© mas sujetos, y la primera pregunta es cigualdad de quiénes?Igualdad de los individuos de la especie hums na sin excepcién. De todos ellos, y solo de ellos. «Que pertenecemos a un reino mas amiplio de seres vivos y {que de un tiempo a esta parte viene abriéndose paso la idea de otorgar a animales no humanos algo mis que proteccién juridica, adjudicindoles derechos? Es asi, pero en materia de jgualdad tenemos ya bastantes problemas con el ser humano como para extender la ‘mirada mas allé de él. Problemas tedricos para def nirla, problemas éticos para justficarla, y problemas politicos y econémicos para realizarla, De manera que ‘vamos a quedamnos en el terreno conocido y suficiente ‘mente vasto y complejo de la especie hurmana. Con todo, la pregunta sigualdad de quiénes, 0, ‘mejor, entre quiénes? puede tener también, segtin los, casos, respuestas acotadas a determinados colectivos hhumanos. Asi, por ejemplo, podemos preguntarnos por la igualdad entre profesores, entre estudiantes, entre trabajadores, Pero lo que aqui interesa es saber de la igualdad -o igualdades- que deben compartir todos los hombres y mujeres, independientemente de Ia singularidad de cada uno de ellos y de las diversas identidades de adscripcién que reconozcan. Entonces, 1a igualdad presupone una pluralidad de entes, mis 0 ‘menos amplia segin los casos, respecto de los cuales se trata de establecer qué relacién hay o debe haber entre ellos, En la hipdtesis de un hombre enteramen. te aislado Robinson en su isla, por ejemplo- tendria sentido hablar de libertad, mas no de igualdad. Un solo individuo no puede ser igual. Igual a qué un hombre solo? Le faltaria cuando menos otro hombre. La igualdad es un concepto relacional {Pero igualdad en qué o ante qué? Esta nueva pregunta quedaré respondida cuando acabemos de presentar las distintas facetas de la igualdad. 5 &En qué somos iguales? Ciertamente no lo somos desde el punto de vista natural ni en muchos otros aspectos, ales como gustos o preferencias. No tene- ‘mos la misma estatura ni el mismo color de ojos, no todos quieren estudiar derecho, no todos prefieren Valparaiso a Santiago. Pero si hemos legado a serio ‘en no pocas cosas -iguales ante la ley, por ejemplo-, ‘como resultado de un lento pero a la vez ascenden- te proceso de avance civilizatorio. Identificar cuales som las distintas expresiones o facetas de la igualdad es la mejor manera de responder a la pregunta recién enunciada Reforcemos la idea, sin embargo, de que tales expresiones o facetas de la igualdad que hoy recono- cemos como tales -digamos, si se quiere, las varias «igualdades»- no siempre estuvieron alli. Fue preci so luchar por ellas y ganar la partida a quienes se les opusieron. Asi, por ejemplo, si hoy afirmamos la igual dignidad de todo ser humano, en la antigiiedad Briega y latina, con todas las excelencias que ador- naron a una y a otra, aquella no fue reconocida a colectivos muy amplios de individuos los esclavos, las mujeres, los sievientes, los extranjeros-, de la ‘misma manera que la igualdad de derechos politicos entre hombres y mujeres es una conquista de apenas poco mis de un siglo. Es mas: cuando con ocasion de Ia independencia de su pais los padres fundadores de Jos Estados Unidos de Norteamérica declararon solemnemente «sostenemos como evidentes estas verdades, que todos los hombres son creados iguales y que son dotados por su Creador de ciertos dere- ‘chos inalienables, entre los cuales estan la vida, la libertad y la bisqueda de la felicidad, los que firma ron esa declaracién tenian esclavos en sus haciendas. La aspiracin a la igualdad es tan antigua como las restricciones a ella, Y algo mas que su aspiracién, como son e! explicito reconocimiento y declaracién. de la igualdad, han marchado de la mano, durante tiempos apreciables, con la limitacion de ella. Sin abandonar el ejemplo antes sefialado, piénsese que ‘Abraham Lincoln pudo abolir la esclavitud recién en 1865, casi cien afios después de la declaracién de independencia, Otros cien afios mis tarde, Martin Luther King, en su discurso de 1963, pronunciado al pie del monument a Lincoln en Washington, con ‘motivo de una legendaria marcha por los derechos civiles, pidié nuevamente por Ia igualdad de trato entre la poblacion blanca y negra de su pais. Estos ejemplos permiten constatar que los derechos hu- ‘manos nacen cuando pueden y que a veces pasan lar- go tiempo en la incubadora, Los derechos humanos, incluidos aquellos que se basan en la igualdad, son tun invento, an feliz invento, y su evidencia no pasa de ser una pretensién, una digna, paciente e irrenun- cable pretersién. {Cuanto tardé en hacerse real la siguiente decla- vracién que a plebe romana consiguié escriturar en Ia Ley de las Doce Tablas, cinco siglos antes de la era ccristiana: eno se aprobara privilegio o estatuto alguno a favor de personas particularess? La igualdad es una idea inconformista y, por tan- to, se trata de una nocién normativa, no descriptiva, No somos iguales, pero debemos serlo, al menos en ‘ciertos aspectos en los que se ha convenido serlo. No ‘es del caso partir por un concepto de igualdad que incluya todos los aspeetos de esta. Al revés, es prefer- ‘ble seguir el camino consistente en identifcar prime ro cada uno de tales aspectos y amasar la esperanza de que, al proceder de esa manera, podamos tener, al cabo, una mejor idea de la igualdad. Haber dicho quiénes son iguales y aprestarnos a sefialar ahora en qué somos iguales podria conducirnos a una nocién de igualdad que estuviera mas allé de la afirmaci6n, ue consiste en filiarla como una relacién de homo: logacién. Al responder a la pregunta zen qué somos jguales? habcemos reunido las piezas de un mosaico para el que no disponiamos de un disefio previo. Al it tocando los dstintos puertos de la igualdad estaremos ‘en condiciones de levantar un mapa de ella, aunque ya sabemos Jo que hacen los mapas: mostrarnos el ‘mundo sin decirnos qué es el mundo. Igualesen dignidad y en una pareja consideracion Yy Fespeto, asi como el tratamiento de cada individuo come fin y no como medio. Tguales en la titularidad de ciertos derechos que consideramos «fundamentales» Iguales en la capacidad para adquire y ejercer otros derechos. Igualesen la ley y también ante la ley. Igualespoliticamente, o sea, en lo que concierne 42Ja influencia en las devisiones colectivas que vinew- Jan a quienes viven en una misma sociedad. Iguales.en fin, ena condiciones materiales de vida, aunque Ia meta no sea la igualdad de todos en todo (en este sentido a perfect igualdad no esa mejor igualdad),y ‘conlos siguientes dos alcances: que los niveles de igualdad ‘que se alcanzanen las condiciones de vida son relevantes ppara que las dems igualdades se realicen efectivamente ¥¥ no permanezcan como lesra muerta escrita en textos y tratados internacionales; y que esta ‘sexta y tikima manifesacién de la igualdad se relaiona también, muy Grectamente, con la libertad. Appropésito deo sefialado en el parrafo preceden: te surge ahora una tercera pregunta, ademas de las ya mencionadas dgualdad de quiénes?e zigualdad en qué?, a saber, ide qué manera? O esa, cuales son los riterios en aque deberfames basar la busqueda de la igualdad en las, condiciones materiales de vida de las personas? ‘Veamos ahora, una a una, en qué consisten las igualdades antes identificadas. 6 El punto de partida no puede ser sino la igual digni dad de todos los hombres y mujeres, su pareja consi deracion y respeto, y el tratamiento de las personas ‘como fines y no como medios. Tal como dijo Ronald Dworkin, si hemos de aceptar como minimo una 0 dos ideas importantes, cla primera es|a idea vaga, pero poderosa, dela digni- dad humana». Nadie, en consecuencia, debe set trata do en forma discriminatoria ni degradante. Esta primera expresion de la igualdad tiene ca- rricter moral y se traduce en el similar valor de todos los individuos. Las vidas de las personas son todas igualmente valiosas. Cada cual, desde un punto de vista personal, da mayor importancia a su vida que a de los demis, pero todos podemos adoptar un punto de vista impersonal y darnos cuenta de que la vida de los demas vale tanto como Is nuestra. Es por eso que en cuanto a las condiciones materiales en que viven las personas -una dimensién de la igualdad que trataremos mis adelante- todos damos mayor signi- ficado a nuesras condiciones de existencia, lo cual ro €s obsticulo para admitir que también importan aquellas en que viven los demas. Si no iguales en cuanto individuos, somos igua- les en cuanto seres humanos. «La igualdad moral ~escribe Thomas Nagel-, la importancia primaria igual de la vida de todos y cada uno, no significa que ‘todos sean iguales en otros aspectoss. En este sen- tido, «nadie es més que nadie», segiin dice un viejo proverbic de Castilla, © como Antonio Machado puso en boca de su personaje imaginario Juan de ‘Mairena: «por mucho que un hombre valga nunca tendré valor mas alto que el de ser hombres. O como sefial6 Miguel de Unamuno: «entre la nada y el hom- bre mas kumilde, la diferencia es infinita; entre este yeel genio, mucho menor de lo que una naturalisima vision nos hace creer». ‘A partir de una constatacién como esa, la dig- nidad de la persona humana consist en el especial ¢ inviolable valor que damos a la persona humana en general -digamos ala especie humana~y a cada indi- viduo en particular. Hay, pues, la dignidad del género humano y la de cada uno de los sujetos que pertene- cen ala especie. La dignidad no es un derecho, aunque su inviola- ‘ilidad se vincula con una clase especial de derechos: los derechos humanos. La dignidad y la igual dignidad de todos es también una idea regulativa en la que hemos legado a coincidir,y ello explica que en los textos cons- titucionales y en los tratados de derechos humanos se la invoque invariablemente. Pero hubo que luchar para que semejance idea se abriera paso y terminara asen- tindose en la cultura moderna y contemporinea, es decir, en nuestras actuales creenciasy pricticas. Mas no solo luchar por ella, sino también vulnerarla. ;Cudnto influyeron los crimenes del nazismo en el articulo 1.1, de la Ley federal de la Repablica Federal de Alemania ala dignidad de la persona es inviolable», adoptada en 1949, una vez. terminada la Segunda Guerra Mundial, © sea, en la hora del remordimiento y la vergiienza? {Cuanto influyeron los desastrosos efectos de esa mis- mma guerra en la Dedlaracién Universal de Derechos Humanos de 1948, en cuyo preémbulo puede leerse ‘que ola libertad, la justciay Ja paz en el mundo tienen por base el reconocimiento de a dignidad intrinseca de todos los miembros de la familia humana»? ‘Dignidad» es también una palabra que se utiliza para cargos y honores. La dignidad de juez se dice o Ja dignidad de jefe de Estado. Pero estas dignidades se adquieren durante la vida de una persona. Asi enten- dida, la dignidad es algo contingente, y no es en ese sentido que hemos tilizado aqui el término «digni- dad». La dignidad humana, a diferencia de las dignida- des como evaliase, es comiin a todas los individuos sin, distincién de ninguna clase, ni de género, ni de edad, ni de emia, ni de nacionalidad, ni de riqueza, ni de ca- pacidad, ni de posicién social, ni de ideas flos6ficas re- ligiosas, politicas 0 de cualquier otro orcen. Dignidad tiene incluso aquel que se comporta indignamente. Y la poseen todos, sin mas, no en distntos grados, puesto ue ella no admite grados. Como dice Ernesto Garzon Valdés, la dignidad no es una caracteristica accidental sino una propiedad distintiva atribuida exclusivamente a todo ser humano vivientes. Se tata, entonces, de un concepto restrictivo (al género hurtano), pero tambien extensive (a todos los humanes). Por tanto, no es admisible la desigualdad en dig- nidad. ‘A partir de la comin dignidad, es posible afir. ‘mar que toda persona tiene derecho a igual conside- racion y respeto, Y tener ese derecho es lo que permite identificar a cada hombre y mujer como un fin, como alguien provisto de sentimientos, deseos, preferencias y pro- Pésitos, y no como el instrumento de nadie. Pero no basta con decir que las personas son un fin y no un medio, Es preciso tratar a todas como ta- les, Siempre. :Pero qué significa tratar a las personas ‘com fines? Significa varias cosas que forman un con- junto bastante exigente. Significa, en primer lugar, que los seres huma- ‘nos no estin a nuestra disposicion para hacer con ellos lo que nos plazca o lo que mejor sirva a nues- tr0s propésitos. Esto quiere decir que las personas no han de ser tratadas como objetos, sino como sujetos, no como algo disponible, sino como alguien libre. ‘Seguidamente, tratar a otro como un fin equi- vale a admitir que cada individuo es capaz de adoptar us propios fines, sin interferencias ni imposiciones de sus semejantes, En tercer lugar, significa que nadie debe subordi- nar los fines de otros a sus propios fines. Yen cuarto término, tratarcomo un fin impone el deber de respetar los fines que los demas se pro- ‘pongan alcanzar en uso de su autonomia, como si se tratara de nuestros propios ines. ‘Cualquier cosa que ella sea, cualesquiera los ca- rinos que se ensayen para lograrla y tanto si cons- tituye un estado permanente 0 una fugaz emocién, ha felicidad es el fin supremo que cada individuo se propone alcanzar. Sila felicidad pudiera ser un estado permanente en vez de una golondrina que no hace ve- rano, tratarla como un fin exigirfa tanto como permi tir que cada individuo escoja su propio verano y vuele hacia él sin interferencias de los dems, contando con que todos seremos capaces de apreciar el vuelo ajeno como sise tratara de nuestro propio vuelo. ? Los individuos de la especie humana son también iguales en cuanto a la titularidad de ciertos derechos considerados fundamentales, tanto que la denomina- cidn més habitual para estos es derechos humanos». ‘Humanos porque adscriben a todos los individues de la especie del mismo nombre y por el solo hecho de ser tales, sin que sean el resultado de actos especificos que los sujetos celebren ni de determinadas situacio- nes en que se encuentren. ‘Acerca de los derechos humanos hay no pocas discusiones -sobre su concepto, sobre su mejor deno- minacién, sobre su fundamento-, aunque su historia yy el proceso de positivacién por el que han pasado desde que empezé a hablarse de ellos en el siglo XVII permite saber hoy con seguridad cudles son mientras ‘continia Ja discusi6n acerca de qué son y cual es la me- Jor manera de fundamentarlos. Por postion de los derechos humanos se en- tiende el proceso en virtud del cual se les incorporé primero al derecho interno de los estados, 0 sea, alos derechos nacionales, como un capitulo destacado de las constituciones politicas de estos, y, més tarde, al dere- cho internacional, es decir, a aquel que, patentizado en ddeclaraciones y tratados, regula las relaciones entre los ‘estados y su comportamiento en la comunidad interna- sonal, Disponemos hoy de un auténtico detecho posi- tivo de los derechos humanos, independientemente de que se los pueda considerar derechos naturales, 0 sea, anteriores y superioresa sus expresiones posiivas en los ddereches nacionales y en el derecho internaconal. En efecto, no faltan quienes consideran alos de- rrechos humanos como derechos naturales que los or- sdenamientos juridicos de los estados se han limitado a reconocer, declarar y proteger. Es més, de los dere- ‘chos humanos empez6 a hablarse hace unos cuatro siglos como si se tratara de derechos naturales. Re- ‘cordemos el antes citado texto de la declaracion de in- dependencia de los Estados Unidos, que llegé incluso a estimarlos como creaciones de la divinidad. Otros, identificindolos también como derechos naturales, vieron el origen de los derechos no en Dios sino en la naturaleza racional del hombre. ero hoy no necesitamos consultar @ Dios, ni a Ja naturaleza humana, ni a la naturaleza de las cosas para saber cuales son los derechos fundamentales que adscriben por igual a todos los individuos. Basta con leer los textos constiucionales de los estados demo- exiticos y repasar declaraciones, pactos 7 tratados sobre la materia, aunque tan importante como saber cuiles son los derechos es tener Ia seguridad de que se encuentran garantizados, un cometido que llevan tambiéa a cabo los derechos internos de los estados y €l derecho internacional con el establecimiento de recursos y cortes por medio de los cuales y ante las ‘cuales puede reclamarse en caso de amenaza o viola- cién a los derechos. ‘Como es sabido, los derechos humanos han pasa- do también por un proceso de expansin. No nacieron todos de una vez ni tampoco de una vez y para siem- pre. Loque tenemos desde el siglo XVI en adelante es, Ja aparsién de distintas y sucesivas clases 0 generacio- nes de derechos humanos. Los primeros en ser decla- rados como tales, asentados en el valor de la libertad Individual -los lamados derechos civles-, buscaron limitar el poder del Estado, por ejemplo, prohibiendo Ja violecién del domicilio, las detenciones arbicrarias y la imposicign de tributos por la sola voluntad de los ‘monarcas, Lego vinieron los derechos politicos que, yendo mis lejos que los primeros, consiguieron algo ‘més que limitar el poder: permitieron participar en 41 por medio del derecho de todo ciudadano a pos- tular a cargos de representacién popular y a sufragar en elecciones en que el voto de cada cual cuenta por ‘uno. ¥ mds tarde hicieron su entrada los derechos so- ciales, que van ain més lejos y se constituyen como compromisos que debe asumir cualquiera que se haga con el poder dentro de la sociedad, como es el caso del derecho a la proteccién de la salud, a la educacién, al trabajo, y a una previsién oportuna y justa. Derechos ‘estos que, asentados en el valor de la igualdad, buscan -asegurar condiciones materiales de vida dignas para todo individvo. Pero silos derechos sociales tienen esa determi- nada relacién con la igualdad que proviene de asen: ‘arse en esta la totalidad de los derechos humanos, incluidas los que se fundan en el valor de la libertad, son igualitatios en el sentido de que adscriben sin dis- tincién a todos los individuos. Son derechos de todos, ‘como de todos es también la dignidad de que ellos son expresién, ‘Sin embargo, que los derechos humanos llega ran a ser considerados de todos fue también una con- ‘quista, En un primer momento, fueron reclamados ‘como derechos de ciertos estratos o estamentos de la sociedad, concretamente de la nobleza, del clero, de los comerciantes. Ello explica que Marx los haya con- siderado como simples prerrogativas de una burgue- sia victoriosa transformadas en ley. De esta manera, Jos derechos humanos tuvieron también un proceso de generalizacin, consistente en llegar a adscrbir a to- dos los indivituos de la especie humana y ser conside- rados universales. Sefalamos antes que los derechos hummanos na- ‘cen cuando pueden y que deben pasar un tiempo en la incubadora, Asi ocurrié, por ejemplo, con el derecho al sufragio universal, que en un primer momento fue reconocido a varones propietarios y no a todos los in- sdividuos, hombres y mujeres, que hubieran alcanzado ‘Gerta edad. No faltan hoy los que se oponen a la in- clusién de los derechos sociales en las constituciones, puesto que mis que de declaraciones constitucionales se dice- ellos tendrian que ser materia de politcas pi- blicas. Estamos hadlando del derecho a la proteccién sanitariay a la educacién, por ejemplo, aunque la ver: dad es que si son de hecho objeto de politicas piblicas 8 porque antes han sido reconocidos como derechos fundamentales. Se objeta también que, al estar esos de- rechos en las constituciones, se judicializan ficilmente ¥ promueven el activismo judicial. 2Y qué problema hay en que los jueces colaboren también al avance de esos derechos, a su definitiva salida de la incubadora? eAgotado ya el catilogo de los derechos huma- nos? Nunca lo ha estado, y de alli que hayamos afirma- do que no nacen de una vez y para siempre. Si, on para siempre, en el sentido de que dificilmente se pueda vol- ver atris con ellos, ero n0 en el de que fueran estable- cidos todos a la vez y sin posibilidad de aumentar, como ‘ocurtié con las tabs de la ley que Jehové habria puesto ‘en manos de Moisés. Los derechos humanos se expan- den, sumindose nuevos derechos alos ya existentes, de la mano de lo que hemos llamado el avance civlizato- rio. ¥ nosolo se expanden, sino que cada generacién de cellos madura en el tempo y se vuelve progresivamente cficaz, Porque si los derechos sociales pueden parecer en alguna medida iusotios, imagino que esa misma sensacion debi6 tenerse en el siglo XVIII frente a un sufragio universal que en ese momento se restringié a Jos varones y propictarios. a Pero no solo tenemos una igual titularidad de los derechos fundamentales, sino una similar capacidad ‘pata adguirir y ejercer otros derechos. Todo indivi- ‘duo de la especie humana es sujeto de derechos, 0 ‘sea, capaz de tener derechos, y todo individu, llega- da cierta edad, posee también aptitud para ejercer por si mismo los derechos de que es titular. Elderecho a manifestar libremente nuestras opi- iniones es un derecho fundamental. Pero el derecho de quien compré una cosa para que el vendedor se la ‘entregue, no es un derecho fundamental, no forma pparte del catilogo de los derechos humanos. Se trata ide un derecho comtin que no adscribe a todo indi ‘duo de la especie humana, sino Gnicamente a aquel ‘que celebra un contrato de compraventa en condicién de comprador. Del mismo modo, el derecho de un Injo para recibir alimentos de sus progenitores, con ser un derecho importante, no forma parce de los de- rechos fundementales de carécter universal, porque es producto de la especial situacién juridica en que tn hijo se encuentra respecto de sus padres, Por es0 es que en el acépite anterior dijimos que los derechos fundamentales son una clase especial de derechos, no cualquier derecho que alguien puede hacer valer ante otro, Seffalamos que se trata de derechos que adscxi- bena todo individuo de la especie humana por el solo hecho de ser tal y no como resultado de un acto que uno de elloshubiere celebrado (Ia compraventa) ni de una determinada situacién juridica en que se encuen- tre (eI hijo respecto de sus padres). Para adquirir derechos que podemos llamar co- ‘munes, los individuos cuentan con la capacidad juri- ddica antes aludida ~que se llama capacidad de goce-y tienen también, legados a la mayoria de edad, la de jercer por si mismos tales derechos ~capacidad de Yes asicomo aparece esta otra faceta dela igual dad, que se expresa en la comiin capacidad de todos para adquiric derechos y contraer obligaciones, hasta el punto de que considerariamos como un tratamien: to gravemente desigual el que se reconociera dicha capacidad solo a determinadas personas. 9 «Todos somos iguales ante la leys, se repite, y nadie pondria en duda semejante aseveracion. sto quiere decir que las leyes se aplican sin consideracion a las personas y que ningiin individuo debe ser ni privie ‘giado (favorecido) ni discriminado (perjudicado) con dicha aplicacién. A eso se llama igualdad ante la ley, ¥¥ consiste en que las normas del derecho deben ser aplicadas de manera idéntica a casos 0 situaciones: similares. Siel homicidio es un delito penado por la ley, cualquiera que lo cometa, sin excepci6n, debe ser juzgado y suftir el correspondiente castigo, sin que a ‘uno se le pueda beneficiar con una pena menor y sin que a otro se Ie deba perjudicar con una mayor a la indicada por laley. Pero tenemos también la igualdad en la ley, que consiste en que esta, mediante normas abstractas y sgenerales relativas a cateorias de personas indiferen- Gadas el ciudzdano, el comprador, el concribuyente, el trabajador- 0 mismo que de hechos -el hurto, la injuria, el homicidio- evita el particularismo y exige ‘que toda diferencia deba ser fundada. Las leyes no disponen esi Juan mata 2 Pedro suftiré x pena, sino ‘el que mate a otro suftird x pena». Al proceder de ‘esta manera, e! derecho simplifca, ordena, reduce la complejidad, e introduce importantes dosis de indife- rencia, posibilitando lo que acostumbra llamarse «go- bierno de las leyes». En tal sentido puede decirse que Ja Jey adopta una modalidad universalista, Por cierto que el gobierno es siempre de los hombres ~de quienes dictan las leyes y de aquellos ‘que las aplican y hacen cumplir-, pero la expresin «gobierno de las leyes» quiere decir que estas deben regular géneros de casos 0 situaciones y no cada caso ‘ situacién particular que acontezca 0 pueda aconte- cer en el futuro. No tendriamos un gobierno de las leyes, por ejemplo, sien materia de homicidio, en vez de disponerse «el que mate a otro suftiré x penay, se estableciera que «en presencia de un homicidio la au- toridad y impondra la pena que le parezca mas justa. Enel primer ejemplo, gobierna a ley, mientras que en el segundo, gobiernan los hombres Pero sin abandonar el principio de que para con- dductas o situaciones similares las leyes deban contem: plariguales efectos normativos para todos quienes emi- tan esas conductas ose encuentren en tales situaciones, un legislador podria renunciar a aprobar una tinica ley general para un género de casos y optar por dictar tan- tas leyes cuantos sujetos queden imperados por ellas. ‘Tales el camino imaginado por Borges para el Rey Fu- nes, que cuando un asesor Ie decia que habla que pro- ‘mulgar una ley que eximiera del pago de un impuestoa Jos mi habitantes de una localided determinada, enten- ‘dia que debia dictar mil leyes porque cada uno de sus sibditos era un individuo distinto. Pero nadie dirla que Funes es el modelo de gobernante sensato, La igualdad en la ley se consigue mediante nor. -mas abstractas y generales que regulan de la misma smanera hechos o situaciones similares, sin introducir diferencias arbitrarias o injustas. Se trata de una de manda que se drige al legislador. y que podria expre- sarse de la siguiente manera: «mire usted, legisle para ‘géneros de casos y situaciones, de manera que los ‘efectos de unos y otras sean siempre los mismos, sin importar a quienes afecten, y justifique debidamente ‘cualquier diferencia que le parezca razonable introdu- siren las leyes que dicta». La igualéad ante la ley exige la imparcialidad de quienes aplican las leyes, sean ellos autoridades -administrativas o judiciales, quienes no deben hacer diferencias en dicha aplicacién que no sean las que la ppropia ley pudicra haber introducido. Tratindose de 1a aplicacién judicial de las leyes, se trata de una de- smanda que se dirige a los jueces, y que podria enun- siarse de esta forma: emire usted, aplique Ia ley que ‘corresponda, parejamente, sin fijarse en quién tiene ‘enfrente>. Es por razén de la jgualdad ante la ley que a la justicia se la epresenta con la imagen de una mujer ‘que tiene los ojos vendados. ‘Demandemos igualdad en la ley y ante la ley. y si bien a menudo ocurren situaciones de la vida real ‘en que una u ctra no se respetan, nuestro reclamo se alza y justifica, precisamente, en nombre de la igual- ddad que ha sido vulnerada. Alguien podria arviscar la nnatiz, cuando oye hablar de igualdad ante la ley, pues- ‘toque conoce mas de un caso en el que ella no ha sido ‘respetada, aunque no deberia olvidar esto: laigualdad ‘es un ideal regulativo, y, como tal, puede ser atrope- lado; pero, en ese caso, siempre es posible hacer pre- sente la falta en que se ha incurrido, reclamar de ella ‘eintentar conseguir que se repare. ‘Sino fudramos iguales en la ley y ante la ley no po- -drfamos reivindicarlas cuando una u otra son vulneradas Por tilt la igualdad juridica (en la ley y ante a ley) se complementa con la igualdad de acceso a la justia, entendiendo por tal aquella que exige que las personas dispongan de similares oportunidades de acceso a los tribunales y, asimismo, a instancias alter- nativas de solucién de conflictos. De poco sirve tener derechos sino se dspone de acceso a las instituciones cen quese las pueda hacer valer. 10 ‘También somos iguales en lo que toca a derechos po: liticos, al menos alli donde exista democracia como forma de gobierno. La democracia reconoce el igual derecho de to- dos los ciudadanos a optar a cargos de representacion, ‘popular y consagra igualmente el derecho de sufragio de toda Ta poblacién adulta en elecciones en que cl voto de cada cual cuenta por uno. Es por esa razén que pedriamos denunciar como politicamente des- ‘gual una sociedad en que aquellos cargos estuvie. ran reservados a solo parte de sus integrantes, 0 en Ja que no todos pudieran votar, o en la que el voto contara de distinta manera segiin quién lo emitiera ero es importante destacar que la jgualdad del voto no consiste solo en que todos puedan votar y en que el voto de cada cual cuente por uno. Ella exige, ademas, que los votos tengan un peso relativamente similar al momento de decidir quiénes y cudntos se- ran los representantes electos. Es muchas veces por esta tiima via que se distorsiona la igualdad del voro, or ejemplo, cuando el 20% del Senado chileno no se elegia por sufragio universal, o cuando para ele- agit senadores y dipucados utilizamos un sistema bino- ‘minal en que una primera mayoria con el 66% de los ssufragios obtiene el mismo niimero de presentantes -que una segunda mayoria con solo el 34%, 0 cuando {os disiritos para elegirdiputados y las circunscripcio- nes para hacerlo con senadores se configuran de una manera que no guarda una proporcién racional con ‘el niimero de electores y menos con el de habitantes de e505 mismos lugares. En esas tres situaciones -y las dos iltimas también estan presentes en el caso chi Teno-, todos pueden vorar y el voto cuenta por uno, pero Is influencia o peso relativo de este se encuentra sdistorsionado, ‘También se dstorsiona la igualdad del voto sise observa ahora lo que ocurre al interior de las cfmaras de diputadas y de senadores y se advierte que para aprobar reformar constitucionales o determinadas clases de leyes se exigen quérums supramayoritarios demasiado elevadas. Asi, por ejemplo, las leyes orgi nicas constitucionales, que regulan en Chile una im: portante cantidad de materias relevantes ~educacién, entre otras-, se aprueban y modifican con el voto conforme de los 4/7 de los senadores y diputados en. jercicio, mientras que para reformar algunos capitu los de la Constitucién el quérum es de 2/3 de ellos. En el sentido antes indicado, la democracia es igualitaria. Todos pueden vorar, el voto de cada cual ‘cuenta por uno, y los votos deben tener tn peso re lativo equiparable tanto en Jas votaciones populares como en aquellas que ocurran al interior del parla mento. Entonces, si valoramos la igualdad es preciso hacerlo también con la democracia, algo parecido a To que acontece en materia de derechos humanos: si damos importancia a esos derechos y sila democracia es la forma de gobierno que mejor examen rinde en cuanto a declaracién, garantia y promocién de los de- rechos, no podemos dejar de dar valor a la democra- cia. Los propios derechos politicos a que nos hemos referido en este acépite son derechos fundamentales. Las formas de gobierno ~y por eso se aman asi~ responden a la pregunta acerca de quién debe gober- nar. Esa pregunta podria considerarse autoritaria (por qué alguien tiene que gobernar), pero lo cierto es que en toda sociedad organizads, ademas de las decsiones individuales que cada sujero puede tomar en uso de su autonomia (contraer 0 no matrimonio, tener 0 no tener hijos, estudiar misica o arquitectura), es necesa- slo adoptar decisiones colectivas vinculantes para todo cl grupo social (qué impuestos deberin pagarse y por uiénes, cudnto se invertiré cada ao en salud, en edu- cacién o en defensa, qué conductas serin consideradas delitos y cuales las penas que deberén aplicarse). Y lo aque la democracia responde es que las decisiones co- Jectivas deben tomarse con partiapacion de los propios sujetos que quedarin vinculados por elas, directamen: te (como en el caso de un plebiscto) o indirectamente através de representantes electos (comoes la regla ge- neral en las democracias de nuestro tiempo). Para adoptar decisiones colectivas, la democra- cia favorece el encuentro, dislogo y discusién entre fuerzas politcas en pugna que pueden llegar a tran sacciones 0 acuerdos. Pero cuando el acuerdo se hace imposible, la democracia echa mano de su regla de fro: la de la mayoria. Una regla puramente cuantitati ‘va~denuncian los enemigos de la democracia- pero Bobbio tuvo razén cuando sefialé que es mejor con: tar cabezas que cortarlas. Conflictos y desacuerdos son propios de la vida en sociedad y no patologias de esta. Contando con {que siempre ihabra de los segundos, la democracia los zanja en aplicacin de la regla de la mayoria, que es eso y no tirania de la mayorla, puesto que cualquier decisién de esta no puede lesionar los derechos de la minoria, en especial el de transformarse alguna vez fen mayoria, La regla de la mayoria permite vencer a la minoria pero no suprimirla, Por su parte, cons. Cente de la inevitabilidad de los conflictos, el derecho establece instancias y procedimientos para que. pro- ucido uno de ellos, tenga un curso que lo conduzca una solucién pronta y pacifca, impidiendo que se prolongue indefinidamente o que se resuelva en apli- caci6n de la ley del més fuerte. El derecho no elimina los confictos, los encauza La democracia es atrevida (da el poder a cual quiera que obtenga la mayoria), es justa (posibilita ‘que la minoria se transforme en mayoria y se haga con el poder), y es también sensata (esablece limites al poder de la mayoria y reconoce cuotas de poder la ‘minorfa). Bs en esta mezcla de atrevimiento, justicia y sensatez. donde radica el atractivo que ella tiene ¢Democracia «representativar en lagar de demo- cracia, segiin se dice hoy? ;Democracia «participati- va» en reemplazo de la democracia, segiin también se pide? Democracia edeliberativa> en sustitucin de simple democracia, como se proclama igualmente? La democracia moderna, por definicin, es siempre representativa, participativa y deliberativa, aunque en los hechos puede ser mas 0 menosuna u otra de esas cosas. Lo que ocurre es que, siendo participati- va, representativa y deliberativa, puede acusar défie S en uno u otro sentido, los cuales tienen que ser corregidos. Por tanto, no se trata de reemplazar a la democracia por otra democracia, y menos por una contrademocracia, sino de apuntalar més su carécrer representativo, participative y deliberative, Se oponen igualdad con libertad, es decir, tritase de valores rivales ante los cuales tenemos que optar fatalmente por uno u otro? {Estamos condenados a ser o libres 0 iguales, sin posibilidad de ser, al mismo tiempo, libres e iguales? Los regimenes comunistas inmolaron la libertad en nombre de la igualdad, mientras que las sociedades capitalistas de nuestro tiempo sacrifican la igualdad ‘en nombre de la libertad, y ali se encuentra la expli ‘acign de que todavia surjan voces que presentan las cosas como sino quedara mis alternativa que vivir en libertad y aceptar las desigualdad en las condiciones de vida de las personas, o suprimir las desigualdades y pagat por ello el precio de perder la libertad. Se dirk que los regimenes comunistas buscaron la igualdad con sacrificio temporal de las libertades y como una manera de arribar a una sociedad de hom- bres plenamente libres, pero la verdad es que en tales regimenes las cosas nunca funcionaron de ese modo. No produjeron hombres libres ni tampoco iguales. Se dird que las sociedades capitalists, asentadas en el va. lor dela libertad individual, causan desigualdades tam- bign transitorias, las cuales desaparecerin, progresiva- ‘mente, en la medida que la riqueza alcance a todos de ‘manera espontinea y no merced a la intervencién del Estado, aunque la verdad es que aqui tampoco las cosas hhan fancionado de esa manera. Las sociedades capita- listas consiguen logros en la disminucién de la pobre za, mas no en la de las desigualdades. Como escribi David Gauthier en 1932: sel hombre rico puede hacer fiestas de caviar y champafa, mientras la mujer pobre estd delante de su puerta muriéndose de hambre. In- cluso, ella no podria tomar las migajas de su mesa si so le privara a él del placer de alimentar alos pijarose ‘Allo que nos estamos refiriendo ahora es a otra ‘expresién de la igualdad, la mas debatida de todas, a saber, la igualdad en las «condiciones materiales de ‘existenciar de las personas. Asi las llamé Marx en su prefacio de 1859 a Contribuctn a la critica dela econo- ‘mia politica el mismo texto donde cont6 que Idcologia alemana, el libro que escribi6 con su amigo Engels, no tuvo inicialmente editor, de manera que «abandona- mos el manuscrito a la roedora critica de los ratones, tanto mas a gusto cuanto que habiamos alcanzado nuestro principal fin, aclarar nuestras propias ideas». Y sibien nuestro libro ruvo editor ~guardando por su- puesto las distancias-, zno lo habremos escrito para aclarar también nuestras ideas? ‘Somos realmente iguales en las condiciones ‘materiales de vida? Para nada, Unos comen torta y ‘otros ni siquiera pueden comer pan. Esti por un lado la vida demasiado dulce de unos pocos y la tremen- damente dificil de la mayoria. Hay por un costado el desplfarro de tiqueza y por otro la pobreza extrema. Aqui presenciamos el dertoche y poco mas alla la in- digencia, Sin embargo, el ideal igualitario en las con- diciones de vida no puede ser que nadie coma torta para que todos puedan comer pan, sino que todos co- man a lo menos pan, sin pesjuicio de que algunos, y ‘ojala muchos, merced a su mayor capacidad, trabajo ‘o esfuerzo, puedan acceder a las tortas y a otros man- jares mas sofisticados. Que nadie coma torta para que todos puedan ‘comer pan ¢s el ideal del igualitarismo; que todos co- ‘mana lo menos pan es el ideal gualitaro, Ser igualita- rio no es lo mismo que ser igualitarista. El primero es respetuoso de a libertad y empuja hacia arriba, mien tras que el segundo regimenta y nivela hacia abajo. El ‘deal jgualitarista pone a todos 2 comer pan mientras los jerarcas que estén en el gobierno comen torta a escondidas, mientras que el ideal igualtario propicia pan para todos sin que nadie deba avergonzarse por comer torta ni ocultarse para hacerlo. Como es obvio, cl problema se presenta cuando muchos ni siquiera comen pan y, asimismo, cuando los que comen pan durante toda su vida solo saben de las tortas porque Jas ven a través de las vidrieras de las pastelerias, Como es obvio, con «pan» no aludimos aqui a ese delicioso producto que se fabrica con harina, sal agua y levadura, O no solo. En un sentido muchomés amplio, «pane cubre todo aquello que en materia de nutricin, salud, educacién, trabajo, vivienda, vestua- tio y previsién requieren las personas para levar una existencia digna desde el punto de vista de sus condi- ciones materiales de vida, Personas que no comen tres veces al dia ~Jon- de «comer» es también un verbo que empleamos en el sentido més amplio de tener cubiertas las rece- sidades basicas de todo tipo- no pueden vivir con dignidad ni llevar adelante proyectos de vida aut6- noms, Privadas de lo mis basico, esas personas permanecen cautivas, lo mismo que si estuvizran en prision. Desigualdades inaceptables en las con- diciones de vida, para quienes las sufren, afectan no solo a la igualdad en el sentido material del tér- ‘ino, sino a su manifestaciOn primera y prindpal: la igual dignidad de todos los individuos. ¥ afectan también @ la libertad, puesto que si los individuos precisan de esta en el sentido de que no se les obs- taculice en los caminos que puedan haber elegido, la requieren también, ante todo, para poder e egir sos caminos. El igualitarismo se leva por delante la libertad, ‘mientras que el ideal igualitario que hemos planteado aqui la hace posible. En efecto, qué sentido pueden tenet las libertades para individuos que viven en per- ‘manente situacion de pobreza o de indigencia? Noes, ‘caso vacia ¢ ilusoria latitularidad y el ejercicio de las, libertades para personas cuyo permanente esfuer20 es inicamente sobrevivir? En tal sentido, el postulado de la igualdad en las condiciones materiales de vida no es contratio a Ia libertad, sino supuesto de realizacién efectiva de esta. ¥ cuando mencionamos aqut «libertad» lo hace- én en plural, para referimos a la libertad de pensamiento, de conciencia de expresion, de mo- vimiento, de reunién, de asociacion, de trabajo, y de ‘emprendimiento de cualquier tipo de actividad lcita ues bien: si se vive en la pobreza o en la indigencia, {qué sentido puede tener para el que se encuentre en. alguna de tales situaciones que le recuerden que es ticular de todas esas ibertades? ‘Constituye una falacia oponer igualdad a liber- rad, como si tuvigramos que optar inevitablemente por une y desechar fatalmente la otra. Mas razonable es verlos como dos valores deseables que en ciertas sircunscancias podrian friccionar entre si, obligando a tuna ponderacién acerca de cuanto de uno por cuin- to del otto, lo mismo que pasa con orden y libertad, ‘Todos queremos orden y ala vez libertad, y sabemos §incluso que sin el primero el ejercicio dela segunda se -volveria improbable. Pero nadie estariadispuesto a sa- -erificarenteramente la libertad en nombre del orden, o este en ol de aquella, y estamos conscientes de que ‘hay que ponderar ambos valores a fin de que un exce- so de orden no lesione la libertad ni una insuficiente delimitacién de esta impida el orden social Para la segunda de aquellas posturas -Ia que ve a la libertad y a la igualdad no como valores enfrenta- dos, pero que si pueden colisionar en algunos casos, setia Ia solidaridad el sentimiento que tendrfa que inclinamos a favor de la igualdad cuando esta rozara con a libertad. El poeta y ensayista mexicano Octavio Paz advirté que ela fraternidad es la gran ausente de nuestres sociedades capitaistas contemporinease, y ‘que «nuestro deber es redescubrirla y ejercitarla, Vis- tadeesa manera, lafraternidad ta tercera importante palabrz del lema revolucionario francés consttuiria el puente que se necesita tender entre los valores de Ja libertad y la igualdad, a fin de que, reconociéndose distintos, mas no opuestos, no se repelan y propendan, a ceder cada cual de sien la proporcién justa que per- ‘ita larealizacién simuleénea del otro. ‘Nuestro planteamiento acerca de Ia igualdad en las condiciones materiales de existencia se mueve un ppoco mas allé y procura llamar la atencién acerca de que ella es necesaria para la libertad, de manera que cada vez que se enarbola el ideal de esta iima se in cluye también el de la primera. Si pedimos libertad, libertades reales y no meramente declaradas en textos constiucionales y legals, estamos pidiendo también tuna igualdad basica en las condiciones de vida, 0 sea, Jo que aqui hemos llamado igualdad de todos en algo y no de todos en todo. El ideal igualitarto no es un camino de servidumbre, sino de Uiberacién. Aceptar que libertad e igualdad estin en conflic- to es una vieja manera de neutralizar las demandas. or mayor igualdad, ocultando que al conseguir «mas. ‘gualdads obtenemos también «més libertad». Hoy sabemos que las desigualdades en las condiciones de vida no deben ser vistas como la sombra negra que proyecta inevitablemente el reinado de la libertad sas desigualdades son imperfecciones de la propia, libertad. Antes de mortit, en febrero de 2013, Ronald Dworkin nos dejé la siguiente observacién: la liber- tad, Ja igualdad y la comunidad no son tres virtudes politica distintas y a menudo~ en mutuo conflicto, sino aspectos complementarios de una nica concep- cién politica, de modo que no podemos garantizar 0 entender siquiera uno de esos tres ideales indeper- dientemente de los demis». tal como advertimos al comienzo, Ia igual- ded esta de vuelta, aquella de sus manifestaciones que dice relacién con las condiciones de vida también lo 8, lo cual quiere decir que la cuestién social se en cuentra de regreso, ¥ lo esta como parte del reclamo por la dignidad, la autonomia y las iberrades de las personas, y no a raiz de un vago sentimiento compa. sivo con quienes viven en situacién de desventaja y ‘esclusign, eJusticia social», que parecia una expresia sepultada en el pasado, esté también de vuelta. Por lo demés, tampoco basta la igualdad de todos en algo, y emerge hoy en toda sociedad de- sarrollada o en vias de serlo una justa demanda por acortar las diferencias entre quienes tienen algo y los ‘que poseen mucho o muchisimo més de algo. Sipara vivir con dignidad se necesitan diez y unos pocas tie- ‘hen cien, o acaso mil, parece justo impulsar politicas Publicas que eleven el diez y que el precio por ese ‘movimiento hacia arriba de los més tenga que po- nnerse del lado de los menos. A la aspiracién de to- dos iguales en algo -lo basico- sigue el zeclamo por cortar diferencias injustficadas entre quienes solo ‘tienen ese algo y aquellos que poseen en exceso. Exist, sin embargo, la siguiente paradoja: todos ‘enemas unas mismas necesidades bisicas de salud, ‘educacién, vivienda, vestuatio, etc, pero estamos babi ‘tuados a vivir en sociedades donde muchas personas no tienen cubiertas esas necesidades. Nuestra sensibilidad iguaitatia, ques viva y que reacciona con preseza, por «jemplo, cuando no se trata camo iguales a quienes son de diferente género o de distinta etnia 0 color es débil y permanece aleargada ante un cuadro de manifesta des- ‘gualdad en las condiciones de vida de los sujetos. Salvo el caso de la pobreza extrema, no parece importamos ‘mucho la permanente situacion socioeconémica desme- drada en que viven tantisimas personas y sus Familias. "Nuestra psicologia moral tolera mal las desigualdades, érnicas, pero permanece fila © resignada ance las des- iguales condiciones de vida de los individuos. Tenemos mala concienca ante el apparthed que sufié la pobla cién negra de Sudiftica, pero no nos afecta mucho que enel continente aficano haya muchisimas personas que ‘no tienen lo suiciente para comet. Reaccionariamos de inmediato ante un chileno ‘que obligue a un mapuche a dejarle su asiento en el ‘transporte piblico, pero nedic preguntarfa al afectado si, ademés del lugar que ocupa en el bus, tiene Jo ne- ‘cesario para pasar el dia. No hay otra forma para disolver esa paradoja ‘que confiar en que internalizaremos cada vez mas, de forma progresiva, la necesidad de rechazar la des- igualdad en las condiciones de vida y que terminare- 10s por desarrollar ance ella una actitud como la que ‘ya tenemos para reprobar diferencias étnicas o de gé- nero. Nuestra psicologia moral y nuestra cultura tie- nen que ir haciendo hueco a un mis enérgico y eficaz rechazo de la desigualdad en las condiciones de vida, yy a progresar en esa direccién ayudan la instituciones ‘gualitarias que adopta una sociedad. Insttuciones ‘gualtarias que pueden llegar a producir un cambio cen las actiqudes igualitarias y a acelerar ese mismo cambio. Entonces, podriamos sentarnos.a esperar que ese cambio se produjera para crear luego las institu- ciones igualitarias que lo reflejen, pero el camino tie- ne que ser el invetso: crear las instituciones para que el cambio se materialice. Un lento pero feliz proceso civilizatorio ha ido consolidando cada una de las distintas manifestacio- nes de la igualdad, consolidandolas tanto a nivel de instiruciones piblicas que velan por ellas cuanto er Ja mentalidad de las personas, incuidas aquellas que ppodrfan beneficiarse si las igualdades no fueran supri ‘midas. Nadie aceptaria hoy un postulado contrario = 1a igual dignidad, a la pareja titularidad de derechos fundamentales 0 a la igualdad ante la ley. y todos s Ibriamos dénde recurrirsi esas u otras expresiones de 1a igualdad fueran desconocidas. No pasa lo mismo, sin embargo, con la igualdad en las condiciones ma teriales de vida, porque, salvo el caso de la pobreza -excrema, la mayoria de nosotros no reacciona ante las -desigualdades que se aprecian en ellas. Para la supera cin de estas no queda més que confiaren el proceso civilizarorio antes aludido. Confiar en él, pero tam ‘bién empujarlo. Llegar algin dia al punto en que des igualdades profundas en las condiciones de vida nos ‘parezcan tan intolerables como la esclavitud. ‘Supuesto que aceptemos la igualdad en las con: dines de vida, zcudles serian las politicas necesarias de adoptar para conseguir ese resultado? Los hasta hhace poco vilipendiados programas de gobierno de partidos politicos y coaliciones que disputan por el poder (algunos de nuestros intelectuales crillos pos ‘modernos legaron a afirmar que el mejor programa de gobierno era carecer de programa de gobierno) tienen en esto una importante palabra que decir. Hay ‘que fijarse en esos programas y exigitles pronuncia- ‘mientos al respecto, como también demandar cohe- reacia con ellos de parte de los gobernantes que los impulsaron antes de ganar las elecciones. Tal como ocurrié en su momento con la igual dlignidad, con la igual ttularidad de los derechos funda- rmentales, con la igual capacidad juridica, con la igual- dad ante y en la ley, y con la igualdad politica, la igual= dad en las condiciones de vida representa una emprest ‘0 cometido de igualacién que es preciso sacar adelan- te. Una empresa para cuyo éxito son importantes las instiruciones y, ahora en el plano personal, el consejo ‘que dej6 nada menos que el padre del liberalismo ecc- rémico, Adam Smith: esentir mucho por los demis y poco por nosotros mismos; reprimir nuestro egoismo Y practicar nuestras inclinaciones benevolentes». 1 2 “Todos recordamos en Chile el eslogan progresista de la década pasada crecimiento con equidad»- y se trata de un buen ejemplo de reemplazo de la palabra -sigualdads, de sustitucién de un término tenso y duro por uno blando y laxo. Algo parecido a lo acontecido ‘con cierta izquierda que renuncié a esta palabra y la ‘canjeé por eprogresismon, etercera viar, w otras expre- siones bienintencionadas, pero de contornos impreci- 508 y evidentes bajas calorias, Un reclamo por igualdad, por una mayor igual- dad en las condiciones de vida de las personas, es més ‘consistente y desafiante que una demanda por equi- dad. El reclamo por sigualdad» exige y espera mas que la demanda por sequidad», Por su parte, ofrecer cre- ‘cimiento con equidad compromete en menor medida que hacerlo con igualdad, y resulta también menos intimidante para quienes disfrutan condiciones de “vida primorosas que podrian verse afectadas por poli- ticas redistributivas. Alli pudo estar la causa de aquel ‘eslogan que baj6 «igualdad» y puso en su reemplazo sequidad. Pero cualquiera haya sido la intencién de quie- mes optaron por sa palabra, sequidad> suena a un ‘igualitarismo débil. A un igualitarismo de media jor- nada, Nunca es baladi cambiar nuestro vocabulario. ‘Amén de revelar timidez politica y oportunismo ‘electoral, la sustitucién de xigualdads por wequidad» fue también conceptualmente inadecuads. Ambas palabras se relacionan con «justicias, pero la segunda de ellas mite a algo muy especifico, y es esta carac- ‘teristicasuya -la de ser una singular manifestacion de ‘a justicia—lo que debilita el objetivo social de la igual- dad cuando esta iltima es reemplazada por eequidad», La equidad es la justicia del caso particular. Lasleyes, en razén del imperativo de igualdad en Ia ley, disponen de manera abstracta para géneros de casos y lo que prescriben puede lamarse gusto legal, 0 sea, lo que es justo de acuerdo con la ley. Porlo mismo, ‘os jueces, lamados a aplicar las eyes a casos concretos de la vida social, y ahora por imperativo de la igualdad ante a ley ejecutan esa tarea con estricto apego a lo que Ja ley hubiere dispuesto para el género de casos al que pertenezea aquel del cual conocen. Pero puede ocurrc ‘que un juez se dé cuenta de que si aplica la ley a un caso determinado tal como el legislador la formulé, se van a producir unas consecuenciasinjustas que este no previo y que parece conveniente evitar. Lo que ocurre, por un lado, es que Ia ley no pue- de hablar sino de manera abstracta y general, mien tras que, por ctro, pueden producirse casos concretos ‘que, atendidas sus particularidades, es conveniente sustraer a la aplicacion de la ley que regula el género de casos al que él pertenece, y es0 es lo que se forma ‘en nombre de la equidad, o sea, de la idea que quien aplica la ley se hace acerca de lo que es justo resolver ‘en es€ determinado caso, prescindiendo de lo justo legal Lo cual quiere decir que silo equitativo es justo, ‘es mejor que lo justo legal. ‘Sialguien recibié una cosa en custodia—una male- ta en el terminal de buses, por ejemplo-, tiene el deber de devolverla a quien se la entregé al primer reclame de este. Asilo dispone la ley. y es de toda justicia que lo cestablezca de esa manera, de modo que si el deposit rio de la cosa ro la devuelve y el depositante reclamara de} hecho ante un juez, este decretatia su inmediata de- ‘volucién, Pero qué pasa sila cosa dejada en custodia es tuna bomba? E! depositario podrfa negarse a devolverla y dar aviso a un juez. Este, a su vez, no dispondria la ‘devolucién dela bomba al depositante, apartindose asi del mandato general de Ia ley, aunque diriamos que es, justo que resuelva de esa manera, Justicia del caso particular, entonces, la equidad, ‘on ser justa, es mejor que lo justo legal. En el caso del contrato de depésito, e] legslador establecié una nhorma justa ~e que recibe una cosa debe devolverla a ‘quien la deposta-, pero en un caso dado ~el del terro- rista que deja una bomba en custodia-, esa disposicién debe ser corregida y adoptar a decisién enteramente . La ‘igualdad es un ideal moral amplio y Ia equidad con- cierne a situaciones concrems y singulares. La equi- dad es una vor frecuente en el lenguaje de los jurstas, en especial de los ueces, mientras que igualdad lo es en el de los politicos. El legislador (una autorided po- Iitica que adopta decisiones para géneros de casos) tie- ne que cuidar el principio de jgualdad, mientras que Jos jueces (autoridades normativas que adoptan deci- jones caso a caso) tienen que permanecer atentos al principio de equidad, Cuando se trata de la igualdad en las condicio- nes de vida, «equidads, junto con ser una expresién conceptualmente errénea, es una palabra de bajo vol- taje. Esno solo mas blanda sino también liquida. Hur- ta el cuerpo al problema y deja la impresién de que quien la utiliza declara un compromiso ms bien vago y acaso puramente emocional con la eliminacién de fas desigualdades. 18 ‘Si hemos de quedarnos con «igualdad» y oponernos @ su sustitucién por xequidads, ;tendremos que satisfacemos con Ja fgualdad de oportunidades para ‘conseguir iguales condiciones materiales de vida de Jas personas? CCualquiera sea la respuesta que demos a esa pre- ‘gunta, tedos sabemos que por igualdad de oporcuni- ddades se entiende igualdad en el punto de partida y ‘no necesariamente en el curso de la carrera ni menos cen a llegada de esta. En efecto, la igualdad de opor- ‘tunidades nos hace creer que la vida es una carrera y

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