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CIENCIAS POLITICAS Y SOCIALES 4 “EL TRATAMIENTO PROCESAL DEL DERECHO EXTRANJERO EN LOS PAISES DE LA AMERICA DEL SUR (*) Por Gonzalo Parra Aranguren. SUMARIO: 1.—Planteamiento del problema. 2.—La doctrine clésico, 3.—Las ten- dencias modernas. 4.—Los Tratades Americanos. 5.—Las Legis- laciones porticulares: Ecuador. 6.—Argontina y Paraguay. 7.—Co- lombia, 8.—Chile, 9.—Perd, 10.—Bolivia. 11.—Uruguay, 12, Brasil. 13.—Venezuela, 14.—Comentarios fin 1—tLa variedad legislativa y el creciente intercam- bio, caracteristicos de la vida contempordnea, han trai- do como consecuencia un frecuente acontecer conecta- do con varios sistemas juridicos simulténeamente vigen- tes; y motivos elementales de Justicia explican la nece- sidad de atender al imperativo de otras Legislaciones. Corresponde al Derecho internacional privado, en un sentido estricto, determinar cudndo, por qué y cémo de- ben aplicarse las leyes extranjeras: se trata de pregun- tas de indole distinta, unas de naturaleza sustantiva, (*) Las ideas contenidas en este trabajo fueron expuestas en una Con- ferencia dictada en Curazao el dos de mayo de 1969, con motivo de conmemorarse el Centenario de la Introduccién de la Codificacién y del establecimiento de la Corte de Justicia. 42 BOLETIN DE LA ACADEMIA DE otras de cardcter procesal, y a pesar de que pueden re- solverse de manera independiente, la experiencia demues- tra un estrecho vinculo en el tratamiento y solucién de cada una de éllas, La aplicacién del Derecho extranjero, procesalmen- te hablando, puede analizarse desde varios puntos de vista: es posible preguntarse si las partes deben ale- garlo y probarlo; cudl es el régimen para determinar su contenido; cémo se procede cuando se fracasa en el intento de precisar la ley extranjera competente, y qué posibilidades existen para recurrir en Casacién las sen- tencias que lo hubieren aplicado erréneamente. Estos problemas presentan ciertos vinculos entre si, y los diversos pafses los resuelven con criterios propios, influidos por el papel que atribuyen a las partes y al Juez en el procedimiento civil. Su andlisis exhaustivo excede los limites de este trabajo, que tan solo preten- de examinar la eventual obligaci6n que puede corres- ponder a los litigantes de alegar y probar el derecho extranjero competente, y la incidencia en esta materia especifica del principio da mihi factum, dabo tibi ius. admitido comtinmente por los Estados Occidentales. 2—La maxima iura novit curia —el Juez conoce el derecho— se encuentra ya admitida en las ciudades ita- lianas del siglo XIII: el Magistrado estaba en la obli- gacion de aplicar el derecho romano de oficio porque debia haberlo aprendido en sus estudios universitarios; y de igual modo se afirmaba su conocimiento de los es- tatutos locales, ante la facilidad para efectuar su deter- minacién. Por el contrario, la actitud del Juez era im- pasible frente al propio derecho consuetudinario y Tes- pecto de los estatutos de otras ciudades, que debian ‘ale- garse y probarse por los litigantes interesados en su aplicacién para resolver el caso concreto. En esta for- ma, por lo demds, extendian la vigencia practica de las CIENCIAS POLITICAS Y SOCIALES 43 leyes romanas, consideradas por la doctrina dominan- te como el derecho comtin del mundo civilizado de la época. Posteriormente se alegaron otros argumentos para justificar las conclusiones anteriores: la ley escrita ex- tranjera, por lo general, estaba redactada en un idio- ma desconocido para el Juez; y al no haberse promul- gado no podia considerarse vinculante en la jurisdiccién del Tribunal llamado a decidir la controversia. De igual modo, resultaba razonable asimilar las propias normas consuetudinarias a los demds hechos en su tratamiento procesal. La doctrina de la Comitas Gentium propiciada por los autores holandeses del siglo XVII vitalizé de mane- Ta indirecta la concepcidn cldsica. En efecto, si la Ley extranjera se aplicaba sdlo por motivos de cortesia in- ternacional resultaba facil concluir en el deber del li- tigante de aligerar la tarea del Juez, mediante el alega- to y prueba del Derecho extranjero requerido para de- cidir la controversia, Nuevo vigor adquirié la doctrina cldsica en Fran- cia a comienzos del siglo XIX como consecuencia de la codificacién: los autores no vacilaron en afirmar la su- perioridad del derecho francés frente a los demds sis- temas juridicos europeos, codificados en menor grado © que no lo habian sido en absoluto; hicieron énfasis en las dificultades prdcticas para investigar de oficio las leyes extranjeras y sefialaron la posibilidad del frecuen- te fracaso de los jueces franceses en el cumplimiento de tal cometido. La doctrina claésica se impuso también en el mun- do anglo-americano, aun cuando los motivos no fueron idénticos. En efecto, los tribunales ingleses sdlo comen- 44 BOLETIN DE LA ACADEMIA DE zaron a partir del siglo XVIII a tomar en cuenta leyes extranjeras para resolver litigios conectados con varios ordenamientos juridicos simultaneamente vigentes; y des- de los inicios se consideré de obligatorio seguimiento la regla establecida en Moysting v. Fabrigas, cuando Lord Mansfield en 1776 resolvié el problema con una breve frase: “The way of knowing foreign laws is by admit- ting them to be proved as facts and the Court shall assist the jury in ascertaining what the law is”. (1). La actitud asumida a este respecto por la jurispru- dencia se ajustaba en un todo a la doctrina de 1a Comitas Gentium, admitida por los tribunales ingleses de la épo- ca para fundamentar el derecho internacional privado; y recibid nuevo soporte con la teoria del respeto a los derechos legitimamente adquiridos propuesta por AL BERT VENN DICEY a fines del pasado siglo: resulta- ba ldgico imponer a la parte interesada la carga del alegato y prueba del derecho adquirido en el extranje- ro, cuyo reconocimiento y ejecucién pretendia en Ingla- terra. 3.—La reaccién contra la doctrina cldsica se ini- cia en Alemania con Puchta y Savigny: ambos desta- caron la naturaleza juridica de la ley extranjera aplica- da para resolver la controversia; y desde la perspecti- va procesal afirmaron su asimilacién a las propias nor- mas consuetudinarias. Por tanto, el principio iura novit curia no extendia su vigencia a los derechos extranje- ros; y la correspondiente carga de su alegato y prueba quedaba en cabeza del litigante interesado. No obstan- te, se reconocié al Juez la facultad de aplicarlo de ofi- cio cuando tenia conocimiento personal de su conteni- do, con independencia del querer de las partes; al pro- pio tiempo de permitirse a éstas suministrar los ele- (1) 1 Cowp. 161, 174, 98 Eng. Rep. 1021, 1028 (K, B. 1774). CIENCIAS POLITICAS Y SOCIALES 45 mentos probatorios pertinentes en cualquier etapa del proceso, La doctrina de la comunidad juridica expuesta por Savigny para fundamentar el Derecho internacional pri- vado indudablemente favorecié el tratamiento de la ley extranjera en el proceso: bajo su égida, el articulo 293 del Cédigo de Procedimiento Civil aleman hizo posible la in- vestigacién por el Juez de las normas extranjeras compe: tentes; y el criterio dominante en los autores explica también la actitud del Tribunal Supremo en 1896, cuan- do interpreté el precepto en el sentido de imponer al Ma. gistrado la obligacién de investigar el tenor del derecha extranjero aplicable, La nueva directriz cientifica encontré pronto res- paldo en el Instituto de Derecho Internacional: en la sesién celebrada en Hamburgo en 1891 fue resuelto ad- mitir la obligacién para el Juez de investigar Ley ex- tranjera competente, sin tomar en cuenta la voluntad de los litigantes; y a partir de ese momento, a través de varios artificios, la doctrina moderna ha sido acep- tada en los diferentes paises europeos, aun cuando nin- guno proclama la igualdad absoluta, en vista de las difi- cultades prdcticas que puede presentar la investigacion concreta de las normas extranjeras. La doctrina moderna también ha dejado sentir su influjo en el sistema angloamericano, especialmente en Jos Estados Unidos de la América del Norte. Massa- chusetts en 1929, seguido por Mississippi, North Caro- lina, Virginia y New York, promulgaron normas expre- sas que autorizan o imponen la aplicacion de oficio de las leyes extranjeras: no obstante, los tribunales han adoptado una prudente actitud al utilizar las facul- tades conferidas por el Legislador, temerosos de infrin- gir la garantia constitucional consagratoria del derecho a un proceso legal (due process clause), y para evitar sorpresas a los litigantes en lo relativo al derecho apli- cable. La experiencia puede calificarse como fructife- 46 BOLETIN DE LA ACADEMIA DE ra: el “Civil Procedure Code for the United States Dis- trict Courts”, vigente a partir del primero de julio de 1966, y la “Uniform Interstate and International Proce- dure Act” se limitan a facultar al Juez para investigar la Ley extranjera competente, y al mismo tiempo exi- gen que se suministre “sufficient information” a las par- tes interesadas. (2). 4.—El cambio de perspectivas reflejado por el ante- rior esbozo histérico se reproduce a grandes rasgos en los sistemas juridicos de la América del Sur, aun cuan- do resulta interesante destacar la rdépida aceptacién de Ja doctrina moderna en el Ambito convencional. El Tratado suscrito en Lima en 1878 todavia con- sagra los puntos de vista cldsicos, al imponer a la parte interesada la carga del alegato y prueba de la ley ex- tranjera competente; pero no debe olvidarse que nun- ca estuvo vigente, por falta de ratificacidén de los pai- ses signatarios. (3). Pocos afios después, las Convenciones de Montevi- deo en 1889 claramente sancionan el deber para el Juez de investigar y aplicar de oficio la ley extranjera, com- petente de acuerdo con Jas normas de conflicto del Tra- tado. (4). El Cédigo Bustamante en 1928 reproduce (2) SASS, Stephen L. “Foreign Low in Civil Litigation: A Compo- rative Survey” en “The ican Journal of Comparative Law’, 1968, 335-342. Un amplio andlisis comparativo del tema se en- cuentra en: “Die Anwendung ausléndischen Rechts im internotio- nalen Privatreeht”, Berlin, Tibingen, 1968. (3) El articulo 55 dice como sigue: ‘‘Corresponde al que invoca una Ley extranjera y pide su aplicacién, conforme a los titulos preceden- tes, probar la existencia de dicha Ley (’Congresos Americanos de Lima”, Recopilacisn de Documentos precedida de Prélogo por AL- BERTO ULLOA, Vol. Il, Limo, 1938, pag. 351). (4) Los articulos 1 y 2 del Protocolo Adicional disponen: “‘Articulo 19: Las Leyes de los Estados Contrantes, serén aplicadas en los casos CIENCIAS POLITICAS ¥ SOCIALES 47 idéntica perspectiva, (5), reiterada algin tiempo mas tarde en los Convenios de Montevideo de 1940. (6). En tal virtud, resulta indudable la vigencia de la doctrina moderna en casi todos los Paises de la Amé- rica del Sur, a través de los Acuerdos de Montevideo o del Codigo Bustamante. En efecto, la doctrina y la ju risprudencia interpretan comunmente dichos Tratados en el sentido de imponer al Juez la investigacion del te- nor de la ley extranjera competente, aun cuando le re- conocen facultades para pedir la necesaria colaboracién a las partes litigantes. ocurrentes, ya sean nacionales o extranjeras las personas interesadas en Ia relacién juridica de que se trate. Articulo 2°. Su aplicacién seré hecha de oficio por el juez de la causa, sin perjuiclo de que las partes puedan alegar y probar la existencia y contenido de {a Ley invocada” ("Actas de las Sesiones del Congreso Sud-Americano de Derecho Internacional Privado”, Buenos Aires, 1946, pag. 636). (5) Las normas pertinentes leen asi: “‘Articulo 408. Los jueces y Tribunales de cada Estado contratante aplicarén de oficio, cuando proceda, las leyes de los demés, sin perjuicio de los medios proba- torios a que este capitulo se refiere. Articulo 409. La parte que invoque la aplicacién del derecho de cualquier Estado contratante en uno de los otros, o nta de ella, podrd justificar su texto, vigencia y sentido, mediante certificacién de dos abogados en ejercicio en el Pais de cuya legislacién se trate, que deberd presentarse debidamen- te legalizada, Articulo 410. A falta de prueba o si el juez o el tribunal por cualquier razén la estimaren insuficiente, podrén solicitar de oficio, antes de resolver, por la via diplomdtica, que el Estado de cuya legislacién se trate proporcione un informe sobre el texto, vigencia y sentido del derecho aplicable. Articulo 411, Ca- da Estado contratante se obliga a suministrar a los otros, en el més breve plazo posible, la informacién a que el articulo onterior se re- fiere y que deberd proceder de su Tribunal Suprema o de cualquiera de sus Salas 0 Secciones, o del Ministerio Fiscal, o de la Secretaria © Ministerio de Justicia’ (“Cédigo de Derecho Internacional P1 precedido de un estudio sobre “Los con- os de Leyes y La Codificacién Colectiva en América’ por el doc- tor JOSE MUCI ABRAHAM hijo, Caracas, 1955, pégs. 120-121). (6) Los articulos 1 y 2 del Protocolo Adicional reproducen exactamente los preceptos aprobados en 1889. 48 BOLETIN DE LA ACADEMIA DE Argentina, Bolivia, Colombia, Paraguay, Peri y Uru- guay estan vinculados por los Acuerdos de Montevideo, y el Cédigo Bustamante tiene vigencia en Brasil, Pana- md, Peri y Venezuela. Las reservas generales hechas al Cédigo Bustamante impiden considerarlo obligatorio en Bolivia, Chile y Ecuador: sin embargo, Bolivia rati- fied los primeros Tratados de Montevideo, y los precep- tos del Codigo Bustamante en esta materia parecen ad- mitidos por Chile y Ecuador. (7). La uniformidad existente en el dmbito convencio- nal no se refleja en la legislacién interna de los paises de la América del Sur. En efecto, Argentina, Ecuador y Paraguay sancionan, en un texto legal, la doctrina cla- sica, Colombia sigue la misma directriz, en ausencia de norma expresa sobre el particular. Bolivia, Chile, Peru, Uruguay y Venezuela guardan también silencio, pero la doctrina y la jurisprudencia parecen inclinadas hacia la concepcién moderna. Brasil es el unico pais suramericano que impone aplicar de oficio la ley extran- jera competente, aun cuando faculta al Juez para soli- citar la necesaria ayuda de las partes litigantes. 5.—El Cédigo de Procedimiento Civil del Ecuador, en su articulo 210, no sdlo asimila la Ley extranjera a los demas hechos en su tratamiento procesal, sino que también determina los medios probatorios titiles: una copia auténtica o un certificado expedido por el Agente Diploméatico correspondiente. (8). Sin embargo, no los (7) "Tretados y Convenciones Interamericanos. Firmas, ratificaciones y depésitos con notas oxplical Unién Panamericana, Washing- ton, 1964, pégs. 33, 109. (8) El articulo 210 previene: “"E! litigante que funde su derecho en una Ley extranjera la presentard autenticada; lo cual podrd hacerse en cualquier estado del juicio. La certificacién del respectivo Agente Diplomético sobre la autenticidad de la Ley, se consideraré prueba fehaciente” ("Constitucién y Leyes de la Republica. Republica dol Ecuador. Comision Legislative’, Quito, 1960). CIENCIAS POLITICAS Y SOCIALES ag equipara de manera absoluta, por cuanto permite pre- sentarla “en cualquier estado de juicio”, circunstancia que posibilita al Tribunal Superior para decidir de ma- nera diferente el mismo supuesto de hecho. La doctrina ecuatoriana parece estar de acuerdo con esta actitud, sancionada también en el articulo 54 del Convenio de Derecho Internacional Privado conclufdo con Colombia en 1903. (9). JUAN IGNACIO LARREA HOLGUIN, al comentar los preceptos pertinentes de los Tratados de Montevideo y del Codigo Bustamante, sos- tiene: “la aplicacién de la ley competente (del siste- ma juridico de uno u otro Estado) es resuelta de ofi- cio por el Juez, mientras que la prueba de Ja Ley es obli- gacién de la parte interesada. Esta interpretacién es también mds congruente con el cardcter de interés pri- vado de los litigios civiles’. (10). Un criterio opuesto fue sostenido en el Informe en- viado a Ja organizacién de Estados americanos en 1955 sobre el “Estudio comparative del Cédigo Bustamante, los Tratados de Montevideo y el Restatement of the Law of the Conflict Laws”, que preparara el Comité Juridi- co Interamericano. En esa oportunidad el Ministerio de Relaciones Exteriores del Ecuador expresé en forma ter- minante: “La aplicacién, de oficio, de una Ley extran- jera es la mejor manera por la cual los convenios inter- nacionales adquieren carta de naturaleza en la legisla- cién interna de cada pais”. (11). (9) El articulo 54 dispone: “‘Corresponde al que invoca una Ley ex- tranjera y pide su oplicacién conforme a los titulos precedentes, probar la existencia de dicha Ley” (CAICEDO CASTILLA, José Joaquin, “Derecho Internacional Privado”, Vol. Il, 1949, pag. 163). (10) LARREA HOLGUIN, Juan Ignacio, “Manual de Derecho Inter~ nacional Privado Ecuatoriano”, Quito, 1962, nr. 152, pag. 299. (11) “Texto de fos Documentos de la Organizacién de los Estados Ame- ticanos sobre ta posibilidad de revision del Cédigo de Derecho In- ternacional Privado @ Cédigo Bustamante”, Unién Panamericana, Washington, 1967, pag. 272. 50 BOLETIN DE LA ACADEMIA DE 6.—Posiblemente el mds conocido precepto de los paises de la América del Sur es el articulo décimo ter- cero del Cédigo Civil de la Republica Argentina, vigente en Paraguay desde 1889, que previene: “La aplicacién de las leyes extranjeras, en los casos en que este Cddi- go lo autoriza, nunca tendrd lugar sino a la solicitud de parte interesada, a cuyo cargo ser la prueba de la exis- tencia de dichas leyes. Exceptuanse las leyes extran- jeras que se hicieren obligatorias en la Republica por convenciones diplométicas o en virtud de Ley espe- cial”, (12). No cabe duda legitima acerca de la intencién del Legislador argentino cuando sancioné el articulo 13. El doctor DALMACIO VELEZ SARSFIELD, redactor del Proyecto, se abstuvo de indicar concordancia alguna y s6lo hizo el comentario siguiente: “La Ley extranje- ra es un hecho que debe probarse. La Ley nacional es un derecho que simplemente se alega sin depender de la prueba”. (13). Estudios irrefutables sefialan como fuente de ins- piracién de VELEZ SARSFIELD, en esta materia con- creta, al Esbogo redactado por el brasilero AUGUSTO TEXEIRA DE FREITAS en 1859; y el Esbogo reprodujo las directrices de FOELIX, a su vez influido por JOSEPH STORY en sus ideas fundamentales. (14). Por tanto, no cabe discutir la intencién del Legislador argentino —y del paraguayo— de asimilar el derecho extranjero con los demas hechos en lo que respecta a su tratamien- to procesal. (12) “Cédigo Civil de Ia Republica Argentina”, con las notos de Vélez Sarsfield y Leyes Complementarias. Buenos Aires, 1959, pag. 8. a3)" (14) GOLDSCHMIDT, Werner. “Sistema y Filosofia do! Derecho In- ternacional Priyado”, Vol. |, 2° edicién, Buenos Aires, 1952, pag. 409. digo Civil de la Repiblica Argentina”, op. cit., pag. 8. CIENCIAS POLITICAS Y SOCIALES 5t La jurisprudencia argentina se inclina ante esta consecuencia, derivada del acontecer histdrico del articu- lo 13 del Cédigo Civil: en 1894 el Tribunal Supremo afirm6 la necesidad de alegato y prueba de la Ley ex- tranjera, y desde entonces constituye criterio dominan- te, aun cuando algunas sentencias recientes han preten: dido superar graves injusticias producidas por la rigu- rosa inteligencia de la doctrina clasica. Los autores argentinos adoptan distintas actitudes frente al articulo 13 del Cédigo Civil: AMANCIO ALCORTA, (15), MARGARITA ARGUAS, (16), ANGEL CHAVARRI, (17), RAYMUNDO L. SAIL- VAT, (18), VICTOR ROMERO DEL PRADO, (19), en Ar- gentina; RAUL SAPENA PASTOR, (20) y RAMON SIL- VA ALONSO, (21), en Paraguay, se limitan a criticar el articulo 13, lo califican de “lapsus” y de “grave error”, pero no pretenden eludir su literal inteligencia: sdlo propugnan una reforma legislativa que permita Ja apli- (15) ALCORTA, Amancio. “Curso de Derecho Internacional Privado", con un Prélogo de Carlos Alberto Alcorta. Vol. [, 29 edicién, Buenos Aires, 1927, pag. 146. (16) ARGUAS, Margarita y LAZCANO, Carlos Alberto. “‘Tratado de Derecho Internacional Privado”, Buenos Aires, 1926, pags. 79-80. 17) CHAVARRI, Angel. “Derecho Civil internacional Argentino”, Buenos Aires, 1935, pégs. 181-183, (18) SALVAT, Raymundo L. “Tratado de Derecho Civil Argentino. Parte General”, Vol. |, 10 edicién por Victor N. Romero del Prado, Buenos Aires, 1954, nr, 324, pag. 201. (19) ROMERO DEL PRADO, Victor N. “Derecho Internacional Priva~ do“. Vol. |, Cérdoba, Reptiblica Argentina, pag. 498, nota 15. (20) SAPENA PASTOR, Raul. “Derecho Internacional Privado, Pare te Goneral. Derecho Civil Internacional, Vol, |, Buenos Aires, 1944, nr. 205, pag. 153. (21) SILVA ALONSO, Ramén. “‘Introduccién al Derecho Internacional Privado”, Vol, |, Asuncién, 1963, pag. 139. 52 BOLETIN DE LA ACADEMIA DE cacién de oficio de las normas extranjeras. No obstan- te, es preciso destacar que HUBERTO MARIA ENIS, en una nueva edicién de su libro, se pronuncia en favor del texto vigente: sostiene la conveniencia de asimilar Ja ley extranjera a los demds hechos en su tratamiento procesal, pero reconoce la facultad del Juez para con- trolar los medios probatorios aportados por los litigan- tes. (22). EUGENIO MORDEGLIA, (23), ENRIQUE CESAR ABRAMOVICH, (24) y CARLOS ALBERTO LAZCANO, (25), tratan de restringir la esfera de vigencia del ar ticulo 13 partiendo de la palabra “autoriza” utilizada por el Legislador: “Si el cédigo dispone, por ejemplo —nos dice Carlos A. Lazcano—, que la capacidad se rige por la ley del domicilio o que la sucesién se rige por la ley domiciliaria del causante, no hay por qué elu- dir esa obligacién con el pretexto de que no se pruebe el derecho fordneo correspondiente; cuando permite ele- gir la ley de una convencién, cabe, en cambio, pedirles cooperacién a las partes que han convenido volunta- riamente”. En esta Ultima hipdtesis la competencia de Ja ley extranjera serd tan solo autorizada por el Cédi- go; en Jas anteriores, por el contrario, el Legislador im- pone tomar en cuenta el derecho extranjero. CARLOS ALBERTO ALCORTA sostiene que el ar- ticulo 13 es incongruente. A su enteder contrarfa “las (22) ENIS, Huberto Maria. ‘Derecho Internacional Privado”, Buenos Aires, 1953, pags. 98-99. (23) Huberto Maria Enis afirma que Eugenio Mordeglia, en conversa- cién particular, le dijo haber cambiado de criterio a fin de inter- pretar literalmente el articulo 13 del Cédigo Civil (Op. cit., pég. 99, nota 5). (24) ABRAMOVICH, Enrique César. “Derecho Internacional Privado”, Buenos Aires, 1943, pags. 73-74. (25) LAZCANO, Carlos Alberto. “Derecho Internacional Privado", Buenos Aires, 1965, pag. 134, CIENCIAS POLITICAS ¥Y SOCIALES 53 ideas del sabio romanista” Savigny, que fundamentaron Jas soluciones de Derecho internacional privado en el Cédigo Civil argentino; y de igual modo resulta violato- rio del principio de igualdad entre nacionales y extran- jeros establecido por la Constitucién. ALCORTA desta- ca también las inconveniencias de la doctrina cldsica, que permitiria la prueba de confesidn o de expertos no calificados para demostrar las leyes extranjeras, con- virtiendo de esta manera en facultativo el mandato de las normas de derecho internacional privado. (26). CARLOS M. VICO alega motivos distintos para afir- mar la incongruencia del precepto: en caso de incum- plimiento de la carga impuesta a las partes, el articulo 16 del Cédigo Civil ordenaria al Juez solucionar la con- troversia conforme a los principios generales del dere- cho, que sdlo pueden ser aquellos consagrados por las normas derecho internacional privado argentinas; y de esta manera el Juez estaria en la obligacién de investi- gar y aplicar de oficio la ley extranjera competente. (27). EDUARDO B. BUSSO propone asimilar las normas extranjeras a los hechos notorios; y por cuanto éstos deben ser tomados en cuenta de oficio por los Jueces, el articulo 13 del Cédigo Civil careceria de importancia practica. WERNER GOLDSCHMIDT reitera enérgicamente el anterior punto de vista y destaca la competencia de las Provincias para resolver auténomamente el problema regulado por el articulo 13 del Cédigo Civil: “Asi, en efecto, ha ocurrido, puesto que todos los Derechos Pro- (26) ALCORTA, Carlos Alberto, op. cit., Prélogo”, pag, LXXVIIII- LXXxXIV, (27) VICO, Carlos M. “Curso de Derecho Internacional Privado”’, Vol, 1, Buenos Aires, 1943, nrs. 305-306, pags, 254-255. 54 BOLETIN DE LA ACADEMIA DE cesales admiten que los hechos notorios han de ser te- nidos en cuenta por el Juez oficialmente y porque los derechos extranjeros suelen ser hechos notorios”. (28). La doctrina argentina ha criticado los anteriores es- fuerzos tendientes a declarar la incongruencia del ar- ticulo 13 o a restringir la esfera de su vigencia. La tesis defendida por EDUARDO MORDEGLIA, aun cuando compatible con la redaccién del precepto, con- tradice las ideas de Augusto Texeira de Freitas y Dal- macio Vélez Sarsfield, y choca abiertamente con el pen- samiento del Legislador argentino. WERNER GOLDSCHMIDT ha demostrado Ja inexis- tencia de vinculo alguno entre el fundamento del Dere- cho Internacional privado y el tratamiento de la Ley ex- tranjera en el proceso: la existencia de una comuni- dad de naciones puede exigir que en ciertos casos se apliquen otros sistemas juridicos, pero guarda silencio sobre la manera de cumplir esa obligacién; y el propio Savigny se limité a asimilar las normas extranjeras al derecho consuetudinario local. El alegato de inconstitucionalidad del articulo 13 tampoco resiste la mds ligera critica. WERNER GOLDS- CHMIDT comenta al respecto: “no existe ninguna vincu- Jacién entre Derecho extranjero y el extranjero: en pri- mer lugar, porque el elemento extranjero puede ser real © conductista y no ha de ser forzosamente personal; en segundo lugar, porque, aun siendo personal, no se tiene que tratar ineludiblemente de una nacionalidad extranjera, sino que puede estar en juego el domicilio o ja residencia extranjera; en tercer lugar, porque aun pleiteando extranjeros, con igual frecuencia pueden in- (28) GOLSCHMIDT, Werner. ‘Suma de Derecho Internacional Priva- do”, 2% edicién, Buenos Aires, 1961, pag. 238; GOLDSCHMIDT, Werner y RODRIGUEZ NOVAS, José. ““American Argentine Pri yate International Law”, New York, 1966, pags. 42-43. CIENCIAS POLITICAS ¥ SOCIALES 55, vocar Derecho nacional que extranjero, porque no se basan en su origen politico sino mera y exclusivamente en su idoneidad de hacerles ganar su causa y muchas veces puede ser el Derecho argentino mas favorable pa- Ta un extranjero que el suyo propio”. (29). La necesidad de superar las inconveniencias del ar- ticulo 13 se ha hecho sentir de nuevo en los ultimos tiempos: la Comisién Revisora del Codigo Civil supri- mio el precepto, luego de un andlisis exhaustivo de la materia (30); y la doctrina moderna ha encontrado fran- ca acogida en el Proyecto sobre Derecho internacional privado que preparara el eminente jurista. WERNER GOLDSCHMIDT, (31). Esfuerzos éstos de indiscutible resonancia en la jurisprudencia argentina, que permiten explicar la tendencia liberal observada en algunas sen- tencias recientes con motivo de la aplicacidn del articu- lo 13 del Cédigo Civil. 7.—Aparte del Tratado concluido en 1903 con Ecua- dor, la Legislacién colombiana guarda silencio acerca del tratamiento procesal del derecho extranjero; y el articu- lo 659 del Cédigo de Procedimiento Civil se limita @ dis- Poner: “Para comprobar la validez o existencia de le (29) GOLDSCHMIDT, Werner. “‘Sistema...”, Vol. 1, pégs., 410-412, (30) ROMERO DEL PRADO, Victor N., Op. cit., Vol. |, pégs. 500-502. (31) EI articulo 57 dei Proyecto dice como sigue: “En todos los ca- sos en los que, con arreglo al Derecho Internacional privado de la Republica, resulte aplicable derecho extranjero, las partes podran alegarlo y probarlo. Con independencia de ello, quedaré obligado el Juez a tomar cuantas medidas estime conducentes a averiguar el hecho indicado en el articulo 4”. Por otra parte el articulo 4 ordena: “Si las disposiciones de este Cédigo declaran aplicable un Derecho extranjero, preceptéian que se dé a la cuestién enfo- cada igual tratamiento que aquel que los autoridades extranjeras le darian”. (GOLDSCHMIDT, Werner. “Problemas de Derecho Internacional Procesal Hispono-Luso-Americano” en “Revista Ea- pafiola de Derocho Internacional”, 1956, pag. 224), 56 ‘ BOLETIN DE LA ACADEMIA DE yes extranjeras que en determinados casos hayan de te- ner aplicacién en Colombia, se presenta copia debida- mente autenticada de la respectiva ley y en la parte con- ducente; y de no, se pide el testimonio de dos 0 més abo- gados autorizados que ejerzan su profesién en el pais donde haya sido expedida la Ley”. (32). Este silencio legislativo ha sido superado por la doc- trina colombiana en base a los criterios tradicionales. JULIAN RESTREPO HERNANDEZ afirma categérica- mente: “Nosotros creemos que, si bien la Ley extran- jera es derecho, su existencia es un hecho como la exis- tencia de cualquier acto juridico. Un contrato es una ley privada entre las partes, es su derecho, y sin embar- go, la existencia del contrato es un hecho. La ley po- sitiva, en cuanto regula autoritativamente los derechos, es derecho; pero es un hecho que haya esta ley y no otra, que la regulacién del derecho sea de este modo y no de otro. La costumbre es muchas veces derecho, es el derecho no escrito, y se prueba y debe probarse co- mo cualquier hecho... porque no esté promulgado, por- que oficialmente no lo conoce el juez, porque es un he- cho cuyo conocimiento no se presume. Eso mismo pa- sa con la ley extranjera; luego ella, como Ja costumbre, debe alegarse y probarse”. (33). Otros autores se li- mitan a aprobar este punto de vista o reproducen sim- plemente el contenido del articulo 659 del Cédigo de Pro- cedimiento Civil, sin mayores comentarios. (34). (32) "“€édigo de Procedimiento Civil”, por JORGE ORTEGA TORRES, . 49 edicién, Bogota, 1958. (33) RESTREPO HERNANDEZ, Julian. “Derecho Internacional Priva- do”, Vol. II, 29 edicién, nrs. 1923-1925, pags, 232-233. (34) ROGER, René. “Droit International Privé de la Republique de Colambie”, en “Repertoire de Droit International” por A. de lo Pradelle y J. P. Niboyet, Vol. VII, 1930, nr. 66, péas. 19-20; COCK ARANGO, Alfredo. ‘Tratado de Derecho intornaciona! Privado”, Bogoté, 1952, pags. 335-336; CAICEDO CASTILLA, José Joaquin, “Derecho Internacional Privado”, 69 edicién, Bo- gota, 1967, pags. 493-496. CIENCIAS POLITICAS Y SOCIALES 57 La jurisprudencia colombiana se orienta en favor de la opinidén propuesta por el doctor Restrepo Herndn- dez y, aparentemente, la lleva a sus Ultimas consecuen- cias: una inteligencia restrictiva del precepto ha con- ducido a desechar tanto un certificado en términos muy generales proveniente de funcionarios judiciales paname- fos, como la certificacién hecha por el Representante Diplomatico de Colombia en el respectivo pais extran- jero. (35). 8.—La legislacién de Chile, como la de Colombia, no resuelve de manera general el tratamiento que debe dar- se a las normas extranjeras en el proceso; y en el ar- ticulo 411 del Codigo de Procedimiento Civil tan sdlo permite oir el dictamen de peritos sobre puntos juridi- cos referentes a derecho extranjero. (36). La existencia de esta laguna ha originado discrepan- cias en la doctrina chilena: Algunos autores afirman que el articulo 411 impo- ne a los litigantes la carga de alegar y probar la ley ex- tranjera competente; y al mismo tiempo recuerdan el criterio defendido por JOSE BERNARDO LIRA, uno de redactores del Proyecto de Codigo de Procedimiento Ci- vil, claramente orientado hacia la asimilacién de las nor- mas extranjeras con los demds hechos en el proceso ci- vil. También argumentan en base al articulo 160 del mismo Cédigo, que prohibe a los jueces en las senten- cias “extenderse a puntos que no hayan sido expresamen- te sometidos a juicio por las partes”. (35) EDER, Phanor J, “‘American-Colombian Priyate International Law”, New York, 1956, pag. 71. (36) El articulo 411 dispone: “Padra también cirse el informe de peritos: ...2% Sobre puntos de derecho referentes a alguna le- gislacién extranjera’. 58 BOLETIN DE LA ACADEMIA DE Escritores muy importantes, por otro lado, sostie- nen la doctrina moderna: RAFAEL VELOSO CHAVEZ, (37), FERNANDO ALBONICO VALENZUELA, (38), y FEDERICO DUNCKER BIGGS insisten en los términos del articulo 411, que sdlo facultan al Juez, segun lo es- time conveniente, a oir el dictamen de los peritos. De igual modo recuerdan que el Congreso, al discutir el Codigo de Procedimiento Civil, modificé el articulo del Proyecto que imponia a las partes la carga del alegato y prueba del derecho extranjero; y al propio tiempo ad- vierten cémo el mandato del articulo 160 “se refiere a las acciones 0 excepciones que hayan ejercitado o dedu- cido (las partes) y no a la ordenacién juridica, nacio- nal o extranjera, de acuerdo con la cual deba fallarse el pleito”. (39). Discrepancia similar existe en la jurisprudencia chi- lena. En ciertos casos los jueces han aplicado ex officio la ley extranjera competente, cuando la conocian, con independencia de la voluntad de las partes; y se les re- conoce el derecho a pedir su colaboracién. Sin embar- go, no debe olvidarse la existencia de tres sentencias muy importantes del Tribunal Supremo, por lo menos, que asimilan el derecho extranjero a los demas hechos del proceso, a los fines de exigir su alegato y prueba por Jos litigantes interesados. (40). (37) VELOSO CHAVEZ, Rafael. “Derecho Internacional Privado”, Santiago de Chile, 1931, pag. 57. (38) ALBONICO VALENZUELA, Fernando. “Manual de Derecho In- temacional Privade”, Tomo |, Santiago de Chile, 1950, nr. 275, pég, 255. (39) DUNCKER BIGGS, Federico. “Derecho Internacional Privade. Parte General”, 2° edicién, Santiago de Chile, 1956, nr. 376, pags. 369-370, (40) ETCHEVERRY Q., Alfredo, “American-Chilean Private Intorna- tional Law”, New York, 1960, pags. 83-84. CIENCIAS POLITICAS Y SOCIALES 59 9.— El Cédigo Civil promulgado en el Perti en 1936, dispuso en su Titulo Preliminar: “Articulo XI—Las partes litigantes pueden ofrecer las pruebas que ten- gan por conveniente sobre la existencia de la Ley extran- jera y su sentido, pero si la actuacién de la prueba co- rresponde al Juez, éste puede negar o restringir los me- dios que no considere idéneos. Articulo XII.—Los jue- ces pueden solicitar del Poder Ejecutivo que, por la via diplomatica, obtenga de los Tribunales del Estado cuya ley se trata de aplicar, un informe sobre la existencia de la Ley y su sentido”. (41). Aun cuando los preceptos transcritos no ordenan expresamente aplicar de oficio la ley extranjera, 1a doc- trina peruana atribuye particular importancia a la su- presion del articulo del Proyecto que imponia su ale- gato y prueba a las partes. JOSE LEON BARANDIAN observa también que la facultad concedida por el articu- Jo XII no se halla supeditada a la actividad de los liti- gantes; y que resulta imposible discutir el poder de apre- ciacidn que corresponde a los jueces para valorar los elementos probatorios, segtin lo dispone el articulo XI. (42). Por tanto, la doctrina se orienta hacia Ia defen- sa de los puntos de vista contempordneos, y esta mis- ma perspectiva parece haber sido aceptada por los Tri- bunales peruanos. (43). (41) “Cédigo Ci ma, s/f. (42) LEON BARANDIAN, José, “Comentarios al Cédigo Civil Pe- runco™, Vol. IV, Lima, 1952, pag. 109, (43) LEON BARANDIAN, José. Op. cit., Vol. IV, pags. 109-111; GARCIA CASTANETA, Carlos. “Derecho Intornacional Privado”, Lima, 1925, nr. 45, pags. 92-97. ISTVAN SZASZY sostiene que el Perd adopts como modelo al Cédigo de Procedimiento Civil Aleman (“Internacional Civil Procedure, A Comparative Study”, Leyden, 1967, pég. 494). Debe recordarse, por otra parte, que los Tribunales peruanos admitieron la doctrina clésica en épocas anteriores (GARCIA CALDERON, Manuel. “Repertorio do Dere- cho Internacional Privado”’, Vol. |, Lima, 1961, nrs. 58-59, pags. 207-210). ", concordade por el doctor ABRAHAM. GOMEZ, Li- 60 BOLETIN DE LA ACADEMIA DE 10.—Hasta donde hemos podido investigar, no exis- te en Bolivia ningun precepto referente al tratamiento del Derecho extranjero en el proceso. JOSE MACEDO- NIO URQUIDI, (44), y JOSE MARIA SALINAS, (45), propugnan modernas teorias para resolver problemas ge- nerales de derecho internacional privado, y podrian fa- vorecer la aplicacion de oficio de las leyes extranjeras. La actitud de la jurisprudencia boliviana nos resulta también desconocida, aun cuando es factible que admi- ta los criterios aceptados por la doctrina verndcula. 11—La legislacién del Uruguay también guarda si- lencio acerca de la actitud que debe asumir el Juez cuan- do aplica derecho extranjero. La mayoria de los auto- res aceptan la doctrina moderna, siendo muy escasos los criterios disidentes: se encuentra ya admitida por el “Proyecto de Cédigo de Derecho Internacional Priva- do”, de GONZALO RAMIREZ, de indiscutible influencia en los Convenios suscritos en Montevideo en 1889. (46). La jurisprudencia parece adoptar la misma orien- tacién. Segiin comenta el ilustre QUINTIN ALFON- SIN, “en la practica judicial hemos visto jueces que in- dagan por si mismos el derecho extranjero y jueces que reciben prueba de la parte, si espontdneamente la pro- (44) URQUIDI, José Macedonio; “Lecciones Sintéticas de Derecho In- ternacional Priyado”, 2° edicién, Cochabamba, Bolivia, 1948, pég. 33. (45) SALINAS, José Maria, “‘Manual de Derecho internacional Priva~ do. Relaciones Econémicas Internacionales”, La Paz, 1945, pags. 12-13, (46) RAMIREZ, Gonzalo, “Proyecto de Cédigo de Derecho Int cional Privado y su Comentario”. Buenos Aires, 1888, El arti- culo 94 del Proyecto dice asi: “’La aplicacién de las leyes de un pais por los Tribunales de otro, en los casos en que este tratado lo autorice, es de rigoroso precepto, aun cuando la parte interesa- da no haya producido prueba sobre la existencia de dichas Leyes”. CIENCIAS POLITICAS Y SOCIALES 61 ducen. En ninglin caso hemos visto que el juez haya recibido confesién del derecho extranjero; ni que se ha- ya atenido al resultado de las pruebas del mismo modo que se atiene a las pruebas de los hechos en general; an- tes bien, siempre los jueces hacen una libérrima apre- ciacién de las pruebas del derecho extranjero cotejdn- dolas a menudo con sus propias informaciones. Y en ningtin caso hemos visto absolver a una parte por falta de prueba del derecho extranjero alegado contra ella”. (47), 12.—Brasil es el tinico pais en Sur América donde existe una norma consagratoria de las modernas orien- taciones sobre el tratamiento procesal del derecho ex- tranjero. El articulo 14 de la Ley de Introduccidn al Cédigo Civil faculta al juez a pedir colaboracion de la parte interesada s6lo cuando desconoce el derecho ex- tranjero aplicable (48); precepto éste reproducido en el articulo 212 del Codigo Federal de Procedimiento Ci- vil, (49), y reiterado con toda su fuerza en el Proyecto de “Ley General de Aplicacién de las Normas Juridicas” que redactara el eminente HAROLDO VALLADAO. (50). (47) ALFONSIN, Quintin. “Teoria del Derecho Privado Internacional”, Montevideo, 1955, nr. 352, pags. 532-534, nr. 358, pag. 543, La opinién contraria es defendida por Eduardo J. COUTURE, “Fundamentos del Derecho Procesal Civil’, Buenos Aires, 1958, nr. 143, pég. 222. (48) El articulo 14 de la Ley de Introduccién al Cédigo Civil dispone: “Nao conhecendo a lei estrangeira, poder o juiz exigir de quem @ invoca prova do texto e da vigencia” (“Lei e Normas de Di- reito Internacional Privado”, Organizacao, Notas e Apéndice pelo profesor Oscar Martins Gomes, Sao Paulo, 1966). {49) EI articulo 212 del Cédigo Federal de Procedimienta Civil dice asi: “Aquele que alegar direito estadual, municipal, costumeiro ou estrangeiro, deverd probar-lhe e teor e a vigencia, salvo se 0 juiz dispensar ¢ prove”, (50) El articulo 75 del Proyecto previene: “O juiz e as autoridades splicarao de oficio o direito estadual, municipal, particular ou estrangeiro, declarado competente, sendolhes, porém, facultado de- 62 BOLETIN DE LA ACADEMIA DE El régimen actual representa el término de una evo- lucién que se inicia con el predominio la doctrina clasi- ca. Los autores contemporaéneos son undnimes en afir- mar el deber del juez de investigar el derecho extranje- ro competente; y los Tribunales parecen cumplir esta obligacién, (51), aun cuando de manera esporddica se ha sostenido que su posicién todavia no es suficiente- mente firme. (52). 13.—En Venezuela no existe norma alguna que re- gule el tratamiento del derecho extranjero en el proce- sO, y el Legislador tampoco se ha preocupado en deter- minar los medios probatorios utiles para comprobarlo. Por tanto, la laguna ha sido colmada por la doctrina y la jurisprudencia patrias, con la particularidad de que los autores venezolanos generalmente han expresado sus ideas en forma incidente, al comentar bien el Codigo Civil bien el Cédigo de Procedimiento Civil. El andlisis conjunto del sistema venezolano impone distinguir dos etapas histdricas, que atestiguan una cla- ra y definitiva evolucién de la doctrina clasica a las mo- dernas directrices. El criterio dominante en Venezuela durante el si- glo XIX y comienzos del presente se orienta francamen- terminar diligencias para apuracao do teor, vigencia e interpre- tacao de tal direito, Paragrafo unico. Entre as medidas cabi- veis para a apuracac ccima se incluem a apresentacao de cépia autentica de publicacao oficial, a citacao de obra notével nao con- testada, © parecer ou o depoimento, inclusive através de cartas rogatorias, de juristas especializados ou advogedos militantes, o pedido de informacoes aos Ministerios de Justica e Negécios In- teriores € das Relacoes Exteriores, a consulta e asociacoes dedica- das a matério”, (VALLADAO, Haroldo, “Direito Internacional Privado". Rio de Janeiro, Sao Paolo, 1968, pag. 544). (51) VALLADAO, Haroldo. Op. cit., pags, 473-474. (52) GARLAND, Paul Griffith, ‘“American-Brasilion Private Interno- tional Law”. New York, 1959, pags. 99-101. CIENCIAS POLITICAS Y¥ SOCIALES 63 te dentro de la concepcién cldsica: no obstante tratar- se de problemas auténomos, los autores patrios de es- te periodo insistieron en el vinculo entre el fundamen to del derecho internacional privado y el tratamiento de la Ley extranjera en el proceso; y por cuanto Ja gran mayoria sostuvo la comitas gentium para justificar la competencia del derecho extranjero, también concluyé en la necesidad de su alegato y prueba por el litigante interesado: de esta manera resultaban superadas las dificultades prdcticas y se hacia mds facil la tarea del Juez para resolver supuestos de hecho conectados con varios ordenamientos juridicos simulténeamente vigen- tes. La doctrina cldsica aparece ya defendida por LUIS SANOJO en sus “Instituciones de Derecho Civil Venezo- lano”, publicadas en 1873. (53). Pocos afios después, al examinar problemas genéricos de Derecho Interna- cional, CECILIO ACOSTA sostuvo también la asimila- cidn de las normas extranjeras a los demds hechos en el proceso, (54), y RAFAEL FERNANDO SEIJAS, en 1884, afirm6 las mismas ideas, posiblemente bajo el in- flujo del Tratado suscrito en Lima en 1878, aun cuando nunca fuera obligatorio para Venezuela. (55). ANIBAL DOMINICI, en sus “Comentarios al Cédi- go Civil Venezolano” aparecidos en 1897, también sos- tuvo Ia comitas gentium para fundamentar el Derecho Internacional Privado (56); doctrina que se difundis (53) SANOJO, Luis, “Instituciones de Derecho Civil Venezolano”, Vol. 1, Caracas, 1873, nr. 54, pdg. 65. (54) ACOSTA, Cecilio. “Estudios de Derecho Internacional”, en “Obras, Vol. |, Caracas, 1908, pag. 53. (55) SEIJAS, Rafael Fernando, “El Derecho Internacional Hispano- americano (Publico y Privado)”, Vol. |, Caracas, 1884, pag. 530. (56) DOMINICI, Anibal, "Comentarios al Cédigo Civil Venezolano”, Vol. |, Caracas, 1897, pég. 29. 64 BOLETIN DE LA ACADEMIA DE rapidamente gracias a su sdlida reputacién en Derecho Civil, y por la circunstancia de haber integrado Ia Co- misién redactora del Proyecto de Cddigo Civil someti- do a las CAmaras Legislativas. RAMON F. FEO en 1904, (57), y ARMINIO BORJAS en 1924, (58), ambos al co- mentar el Cédigo de Procedimiento Civil, afirmaron el tratamiento procesal de la Ley extranjera como un he- cho; y JOSE EUGENIO PEREZ, en 1923, neg6é la posi- ilidad de recurir en Casacién por errénea aplicacién del derecho extranjero competente. (59). El innegable prestigio de los anteriores juristas, cu- yos puntos de vista eran y todavia son altamente apre- ciados para resolver problemas de Derecho Civil y de Procedimiento Civil, explica la répida aceptacién de la doctrina cldsica por la jurisprudencia venezolana. Sin embargo, debe advertirse que, durante este periodo, la Corte Federal y de Casacién no tuvo oportunidad de analizar la materia en toda su amplitud, aun cuando de manera incidente afirmé en 1904 y 1925 que la Ley ex- tranjera debia ser alegada y probada como cualquier otro hecho del proceso. (60). No obstante el evidente predominio de la doctrina cldsica, cabe destacar el naciente influjo de las concep- ciones modernas en la jurisprudencia de instancia. Prue- (57) FEO, Ramén F, “Estudios sobre el Cédigo de Procedimiento Ci- vil Venezolano”, Vol. |, Caracas, 1904, pég. 39; Vol. II!, Caracas, 1907, pég. 192. (58) BORJAS, Arminio, “Comentarios al Cédigo de Procedimionto Ci- vil Venezolano”, Vol, V1, Caracas, 1924, nr. 413, pags. 174-175. (59) PEREZ, José Eugenio, “Prontuario de Casacién”, Caracas, 1923, pags. 71-72. (60) Sentencias de fechas veintitrés de noviembre de 1905 (““Memo- moria de la Corte Federal y de Cosacién”, 1907, Vol. I, pags. 338- 341) y veinte de noviembre de 1924 (Memoria de la Corte Fe- deral y de Casacién”, 1925, pags. 320-321). CIENCIAS POLITICAS Y SOCIALES 65 ba indudable se encuentra en la sentencia dictada por la Corte Superior Accidental del Distrito Federal en ocho de octubre de 1919, donde se lee: “Ha invocado en es- trados la parte actora que la demandada no ha com- probado la existencia de la ley espafiola y sobre el par- ticular se observa: que aunque es verdad que los Jue- ces no estan en la obligacidn de conocer la Ley extran- jera, cuando la conocen y es procedente su aplicacién deben acatarla. En el presente caso sf tienen conoci- miento los Juzgadores de las disposiciones del Cddigo espafiol pertinentes al matrimonio, como lo dejé asen- tado esta Corte, en su sentencia de 15 de enero del co- rriente afio, y por lo tanto, si pueden tomar en cuenta esas disposiciones en el presente fallo, sin que por es- te hecho pueda alegarse que se han tomado elementos de conviccién fuera de los autos, porque la disposicién procedimental a tal respecto se refiere inicamente a he- chos y la ley extranjera lejos de ser un hecho es filo- s6ficamente un conocimiento que el Juez esta en el de- ber de tratar de adquirir por todos los medios de co- nocer, pues su norte ha de ser la verdad que procura- ra escudrifiar en los limites de su oficio por mandato imperativo del articulo 12 del Cddigo de Procedimien- to Civil”. (61). (61) Esta importantisima sentencia de la Corte Superior Accidental del Distrito Federal, integrada por los doctores LUIS MANUEL GAR- CIA (Presidente), MARCIAL HERNANDEZ SALAS (Relator) y LEON AGUILAR (Canciller) no ha sido publicada en las recopi. laciones que conocemos de jurisprudencia patric, Debe advertir- se que fue revocada por la Corte Suprema del Distrito Federal el tres de julio de 1920, por considerar contraria al orden piblico internacional venezolano la ley espafiola competente, que prohi- bia el divorcio vincular; punto de vista este ultimo aceptado por la Corte Federal y de Casacién en sentencia de! veintiuno de fe- brero de 1921 (“Memoria de la Corte Federal y de Cosacién”, 1922, pag. 163). Nada se dijo en la revocatoria acerca de la aplicacién de oficio del derecho extranjero competente. 66 BOLETIN DE LA ACADEMIA DE La asimilacién de la Ley extranjera con la venezo- lana, en Io relativo a la posibilidad del recurso de Ca- sacién, habia sido defendida por el doctor ANGEL CE- SAR RIVAS a comienzos de siglo, en articulo publicado en 1906, (62). Seis afios después FRANCISCO GERAR- DO YANEZ afirm6é el mismo punto de vista (63; PH- DRO MANUEL ARCAYA, en el “Proyecto de Ley de Apli- cacién del Derecho Internacional Privado” aparecido en- tre 1912 y 1914, sostuvo que la prueba de la Ley extran- jera debia ordenarse de oficio por el Juez, (64), y ALE- JANDRO PIETRI HIJO en 1930 acepté la procedencia del recurso de Casacién en caso de errdnea aplicaci6n del Derecho extranjero. (65). Sin embargo, el cambio de perspectivas sdlo se pro- duce con la ratificacién del Cédigo Bustamante, vigen- te en Venezuela a partir de 1932. La nueva directriz fue arduamente propagada por el doctor LORENZO HERRERA MENDOZA, durante sus largos afios como Profesor de Derecho Internacional Pri- vado en la Universidad Central de Venezuela. Con te- nacidad encomiable sostuvo la doctrina moderna: en un brillante articulo resumié los diversos alegatos en (62) RIVAS, Angel César. “De la observancia de la Ley extranjora y au garantia”, en “Analos do lo Universidad Central de Vone- zuelo”, Vol. Vil, 1906, pags. 257-286. (63) YANEZ, Francisco Gerardo. "Memorandum de Derecho Interna- cional Privado", Caracas, 1912, pags. 80-81. (63) ARCAYA, Pedro Manuel, “Proyecto de Ley de Aplicacién del Derecho Internacional Privado” en “Gaceta Jur ", 1912-1914. El articulo 8 dispone: “'Ninguna Ley extranjera se aplicard sin estar probada, La prueba se ordenaré de oficio, salvo que les esté permitido a las partes someterse a [a ley venezolana...” (65) PIETRI, Alejandro. “La Casacién Venezolana es competente para conocer de Ia violacién de fa Ley extranjora”, en “Revista de Derecho y Legislocion”, Vol. XX, pags. 109-118. CIENCIAS POLITICAS ¥ SOCIALES 67 favor y en contra de las opuestas tendencias, para con- cluir en la facultad de los Jueces de investigar y apli- car de oficio las leyes extranjeras, y para pedir la nece- saria colaboracién de las partes interesadas. (66). El benéfico influjo de las ensefianzas del prestigio- so Maestro ha dejado honda huella en la naciente ge- neracién de juristas. CARLOS E. RENDON, (67), JO- SE MUCI ABRAHAM HIJO, (68), LUIS E. TROCONIS RODRIGUEZ, (69), LUIS BELTRAN SALAZAR SALA- ZAR, (70), HUMBERTO CUENCA, (71), JOSE LUIS BONNEMAISON, (72), BENITO SANSO, (73), y DA- NIEL GUERRA INIGUEZ, (74), defienden abiertamen- (66) HERRERA MENDOZA, Lorenzo. “La Misién del Juez en la apli- cacién de la Ley Extranjera”, en “Est sobre Derecho Inter- nacional Privado y Temas Conexos", Caracas, 1960, pégs. 54-81. (67) RENDON, Carlos E. “‘Aplicacién, Pruaba y Recurso de Casacién de la Ley extranj ', Caracas, 1934. (68) MUCI ABRAHAM HiJO, José. “La prueba de la Ley extronjera en el Derecho Venezolano. Medios probotorios y oportunida en “Boletin de fa Facultad de Derecho de la Un de Venezuela”, Caracas, 1952, nr. 1, pags. 53-66. jidad Central (69) TROCONIS RODRIGUEZ, Luis F, "La prueba de la Ley extron- jera”, Caracas, 1955. (70) SALAZAR SALAZAR, Luis Beltran. “Recurso de Casacién en materia de Derecho Internacional Privado”, Caracas, 1956. (71) CUENCA, Humberto. “Curse de Casacién Civil”, Vol. 1, Cara- cas, 1962, pags, 213-215. (72) BONNEMAISON, José Luis, “La aplicacién judicial dol Derecho material extranjero”, en “Revista de la Facultad de Derecho de fa Universidad de Corabobo”, Valencia, Venezuela, 1963, pégs. 85-106. (73) SANSO, Benito, “La Funcién de la Interpretacién en fo Basqueda y Adaptacién de Ia Ley Extranjera aplicable”, en “‘Libro-Homena- je a la Memoria de Roberto Goldschmidt”, Coracas, 1967, pags. 733-734, (74) GUERRA INIGUEZ, Daniel. “Derecho Internacional Privado”, Ca- racas, 1967, pégs. 136-145. 68 BOLETIN DE LA ACADEMIA DE te la doctrina moderna, frente a esporddicas opiniones contrarias, (75), y los Profesores de Derecho interna- cional Privado en las Universidades venezolanas mantie- nen vivo el permanente recuerdo del doctor Lorenzo He- rrera Mendoza. La jurisprudencia venezolana atestigua también el cambio de actitudes: ya en 1949 nuestro Supremo Tri- unal sostuvo la posibilidad de aplicar los preceptos no reservados del Cédigo Bustamante a paises no signata- rios, como principios de Derecho internacional priva- do generalmente admitidos por Venezuela; y de igual modo, a partir de esa fecha, ha manejado con liberal amplitud la exigencia de la reciprocidad, no obstante que el articulo 747 del Cédigo de Procedimiento Civil impone su prueba auténtica en el momento de presen- tarse la solicitud de exequatur. En algunos casos, el Su- premo Tribunal ha reauerido a las partes la presenta- ciédn de la prueba pertinente en una etapa ulterior del proceso; y de manera aislada calificé de “ampliamente conocido en la esfera internacional el sistema legislati- vo italiano cuanto al reconocimiento de la eficacia y a Ja ejecucién de las sentencias extranjeras”. (76). La Corte Suprema de Justicia, en Sala de Casacién Civil, Mercantil y del Trabajo, sostuvo claramente la doc- trina moderna el treintiuno de octubre de 1961, al de- clarar con lugar el recurso interpuesto contra la erro: nea aplicacién del derecho espafiol por el Juez de ins- (75) En época reciente la doctrina clésica ha sido defendida por ACOS- TA, Julio César, y SIERRALTA, Morris. “De fos quisitos ne- cesarios on el otorgamiento de poderes ante autoridades extran- joras”’, Caracas, 1961; y por PADRINO, Luis. “El Recurso de Casacién Civil en Ia Casacién Yenezolana”, Coracas, 1964, pag. 42. (76) PARRA ARANGUREN, Gonzalo. “Lo funcién de ta Reciprocidad en el Sistema Venezolano del Exequatur’, Caracas, 1964. CIENCIAS POLITICAS Y SOCIALES 69 tancia; y el veintisiete de abril de 1967 mantuvo la apli- cacién de oficio de las normas de conflicto del Estado de Nueva York, consagratorias de un reenvio de primer grado a la Ley venezolana. Diversos Tribunales de la Circunscripcién Judicial del Distrito Federal y del Estado Miranda acogen tam- bién la doctrina moderna. El Juzgado Segundo de Primera Instancia en lo Mer- cantil, cuando estuvo a cargo de quien escribe estas li- neas, aplic6 de oficio en varias controversias la Ley ex- tranjera competente segtin las reglas de derecho interna- cional privado venezolanas, no obstante la ausencia de su alegato y prueba: en veintisiete de junio de 1960 los preceptos de la Legislacién alemana dieron la pauta para decidir sobre la validez formal de un poder, (77), y en veintinueve de septiembre de 1966 fue admitido el reen- vio hecho a la Ley venezolana por las normas de conflic- to del Estado de Nueva York: ambas sentencias obtu- vieron favorable acogida por el Superior el veintisiete de junio de 1961 y el trece de diciembre de 1966, respec- tivamente. El Convenio de Ginebra sobre Letras de Cam- bio, vigente en Japon, fué util el veintinueve de febrero de 1968 para determinar los efectos de un endoso al co- bro, (78), y ciertos problemas de forma de un mandato judicial fueron resueltos conforme a la Ley de la Provin- cia de Quebec, Canada, el quince de julio de 1968. En sentencia dictada en veinticinco de abril de 1966, Ja Corte Superior Segunda en lo Civil y Mercantil ex- presamente sostuvo el deber de investigar y aplicar de oficio la Ley extranjera, aun cuando en el caso concreto los preceptos del derecho espafiol, competente para de- (77) "Journal de Droit International”, 1966, pags. 445-450. Comen- tarios por Jean Lisbonne. (78) “Journal de Droit International”, 1968, pags. 752-759. Comen- tarios de Jean Lisbonne, 70 BOLETIN DE LA ACADEMIA DE cidir el asunto, habian sido requeridos por el Juez de instancia; y pocos meses después, el trece de diciembre de 1966, la misma Corte Superior Segunda en lo Civil y Mercantil aprob6 el reenvio hecho a la Ley venezolana. No resulta fdcil determinar Ja situacion existente en las demas Circunscripciones Judiciales de la Rept- Dlica: la publicacion de las sentencias de los Tribuna- les de instancia, en forma muy incompleta, sdélo data de época bastante reciente, y en las compilaciones apa- recidas son raras las decisiones con fundamento en de- rechos extranjeros. Estas circunstancias, y la falta de un texto legal expreso que disipe posibles dudas, per- miten explicar la actitud de STEPHEN L. SASS, hace pocos meses, al sostener la vigencia en Venezuela de la doctrina cldsica. (79). Sin embargo, el peso de la doctrina dominante y de Jas sentencias arriba referidas permiten incluir a Vene- zuela dentro de aquellos paises que imponen al Juez el deber de investigar de oficio la Ley extranjera com- petente, con independencia de la voluntad de las par- tes litigantes. Este punto de vista, por lo demas, se en- cuentra de manera expresa en el “Proyecto de Normas de Derecho Internacional Privado”, aparecido en 1963 y nuevamente en 1965 con algunas reformas: no solo dis- pone aplicar la Ley extranjera en la misma forma a Cco- mo ocurre en su pais de origen sino que la asimila al Derecho venezolano en su tratamiento procesal. (80). (79) SASS, Stephen L., art. cit, pag. 352. RICHARD S. LOMBARD, tal vez por los mismos motives, sostiene que en Venezuela no se ho resuelto claramente el tratamiento procesal del Derecho extran- jero (“American-Venezuelan Private International Law’, New York, 1965, pags. 94-95). (80) EI Proyecto, preparade por los doctores ROBERTO GOLDSCHMIDT, GONZALO PARRA-ARANGUREN y JOAQUIN SANCHEZ COVISA, en su articulo 57 previene: “El Derecho Extranjero sera apli- cado de oficio. Las partes podrén aportar informaciones relati- vas al Derecho extranjero aplicable y los tribunales y autoridades CIENCIAS POLITICAS Y SOCIALES 7 14,—La visién de conjunto reflejada en los pérra- fos precedentes demuestra el predominio de la doctri- na moderna en los paises de la América del Sur. Bra- sil la consagra en textos expresos, reiterados en el Pro- yecto de Haroldo Valladao. Aun cuando en Chile, Pert, Uruguay y Venezuela el Legislador guarda silencio, la doctrina y jurisprudencia dominante se inclinan a fa- vorecer la investigacién de oficio del derecho extranje- ro; actitud que también parece admitida en Bolivia. De esta manera integran la corriente de opinion generalmen- te aceptada en los regimenes socialistas y en los esta- dos europeos, donde el holandés T. M. C. Asser afirma- ra en 1880 la urgencia de aplicar de oficio el Derecho ex- tranjero competente. (81). La doctrina cldsica impera en Argentina, Ecuador y Paraguay por mandato expreso del Legislador, y goza de aceptacioén doctrinaria y jurisprudencial en Colombia. Se trata de una perspectiva que encuentra esporddico respaldo en los paises del Occidente de Europa y repre- senta el common law del sistema anglo-americano. No obstante, deben recordarse los esfuerzos realizados en la Argentina para superar la rigurosa inteligencia del articulo 13 del Cddigo Civil: la doctrina moderna fue admitida por su Comision Revisora y encuentra firme asidero en el Proyecto de Werner Goldschmidt. Las diferencias entre los diversos paises de la Amé- rica del Sur se explican por Jas dificultades practicas que presenta la investigacién del derecho extranjero. El Podrén dictar providencias encaminadas al mejor conocimiento del mismo"; y el articulo 2 dispone: “El derecho extranjero que re- sulte competente recibiré igual tratamiento que el derecho nacio- nal. Se aplicaré de acuerdo con los principios que rijan en el Pais extranjero respectivo y de manera que se realicen [os obje- tivos perseguidos por las normas venezolanas de conflicto”. 81) KOLLEWIJN, R. D. “American-Dutch Private International Law”, New York, 1955, pags, 46-47. 72 BOLETIN DE LA ACADEMIA DE argumento principal a favor de la doctrina cldsica ra- dica en la inconveniencia de imponer a los Jueces una obligacidén que de antemano se sabe no pueden cumplir a cabalidad. Por otra parte, resulta indudable que los litigantes tienen mayores vinculos con el derecho ex- tranjero competente, tanto por haber vivido la situacidén fdctica como por su estudio previo del asunto antes de plantearlo al Tribunal. La certidumbre de los anteriores argumentos es- capa toda discusién; y los paises deben esforzarse en superar las dificultades existentes para el logro de la necesaria informacion juridica, aun cuando la insuficien- cia de las tentativas realizadas implica el inevitable re- curso a las partes litigantes. Sin embargo, no puede avanzarse ninglin motivo serio para discutir la aplica- cién de oficio de la ley extranjera si el Juez la conoce, 0 puede establecer su contenido. Nadie critica al Magis- trado, antes al contrario lo elogia, si acude a la doctri- na y jurisprudencia fordneas para interpretar sus pro- pios preceptos, cuando fueron inspirados por modelos extranjeros; y en ninglin momento debe olvidarse que Jas inconveniencias practicas derivadas de la carga de la prueba del Derecho extranjero dejan sentir todo su angustioso peso en la parte econémicamente mas débil en el debate judicial.

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