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EUDEBA / COLECCION LOS FUNDAMENTALES DAVID HUME 125} HISTORIA NATURAL DE LA RELIGION Intyoduceié Angol J. Cappelletti ‘Traduccién de Angel J. Cappelietti y Horacio Lopez EDITORIAL UNIVERSITANIA DE BUENOS AIRES eta traducen iad len, de HE; Bont David Hume: The Naturl Hiatory of Religion, "Londres Adam and Chats Bek 1956, eet le si dw ans do Hue 9TH Grose acon eeaye, Moral Polkcal, ond se te arary, Londres, Longmans, 1875. oa Viarnonte a avert donee Ais ~ Vote 69 Fundada por ta Universidad de Buenos Alves. Hecho el depésito do Tey i ARERR cAPREWETT/ 4% INTRODUCCION David Hume, célebre en ta historia de la Filosofia por su critica radical de los conceptos de sustancia y de causalidad, representante del mas extremo empirismo de su época, puede ser considerado como el fundador de la historia de {a religién, en la medida en que esta disciplina intenta desarrollarse dentro de un émbito no dog- mitico y sobre bases (ewalesquicra que ellas sean) ajenas a los presupuestos de una confesién determinada.’ En tal sentido, abre el camino que seguirin en el siguiente siglo no solo Spencer y Tylor, sino también Renan y Max Miller, Nacido en Edimburgo, Escocia, el 26 de ‘abril de 1711, edueado en un colegio de la mise ‘ma ciudad donde se inicia en las doctrinas y mé. todos de la “filosofia natural” de Newton, surge Pronto en él una firme vocacién cientifico-filosé- Jiu que se conercta en un propésito esencial: el estudio de ta naturaleza humana como fundae mento de la realidad historica (y aun de la reali- 2 Olt, I, E. Root, “Editor's Intnduction” (Ea: D. ‘Hume, Natural tistory of Religion, Londres, 1980, yp 7-3) 5 HISTORIA NATURAL DE LA RELIGION dad total). A los veintiséis aiios comienza asi @ trabajar en lo que es, sin duda, su obra mas importante y Ia clave de todos sus otros eseritos, ‘A Treatise on Human Nature, que, como el mis- ‘mo subtitulo Io indica, no ¢s sino un intento de aplicar el método experimental (esto es, et mé- todo de Newton) a las ciencias humanas. A este primer trabajo (publicado en 1739-1740) siguié~ Tonle otros sobre muy diversos temas, pero todos ‘ellos, como dice W. R. Sorley, se encaminan “més hacia la aplicacién y popularizacién de sus refle~ ‘tones que a una critica posterior de la base de sus pensamientos”? Entre ellos deben mencio- narse, sobre todo, los Philosophical Essays Cou- cerning Human Understanding que, publicados fen 1748, consttuyen un compendio de sus est dios gnoscoligicos y epistemolégicos. Hacia 1750 escribe sus Dialogues Concer ing Natural Religion, obra que nunca se atrevid ‘a publicar por un temor, ciertamente no infun- dado, a ta vindicta judicial ya la opinion pi blica, Escrita tal vez a imitacién de De Natura Deorum de Cicerdn, en ella se discute un proble- rma capital de la filosofia de la religiéns et de Tos [undamentos, racionales 0 no, sobre los que surge la religiosidad. Dicho problema se presenta en eb siglo XVII bajo ta forma de una inquisicién acerca de 2 W. Ry Sovley, Hhtoria de te filosfie tnglesa. Boe- nos Ais) 1051, p. 189. 6 mntropuccion la existencia y Ia esencia de la “religién nat rat”. Hume lo discute por boca de tres persone: jes (Filo, Cleantes Pastas ee prudentes, nada faniticos, como conviene a cultos burgueses de su siglo. Se trata de una cuestién filoséfica oscura, donde puede permitirse que hombres de buen sentido y clara intoigencia di- fioran entre si. Porque si bien es cierto (dice con caleulada malicia) que la existencia de una religién natural parece algo obvio, sin embargo su esencia 0 contenido resulta sumamente nebr: Toso e incierto. os tres intrloutores en tcitamente de acuerdo en este punto x todos ellos, deste dng toe diferentes, dirigen bus argumentos contra el racionalismo teoldgico, al estilo de Leitnis 0 Spinoza, que a principos del siglo habia allada también en Inglaterra algunos defensores, como Samuel Clarke con su Demonstration of the Being and Attributes of God (1704) y su Discourse Concerning the Unchangeable Obligations of Na- tural Religion and the rath and the Christian Revelation (1705).! EL radical empirismo de Hue se ouelve asi, en primer lugar, contra el innatismo racion nalisiny contra cualquier teologia més @ menos ‘a priori”, deduction y construida “more geo: ortainty of 7 { HISTORIA NATURAL DE LA RELIGION metrico”. En este aspecto su actitud se asemeja extrafamente a la de los Padres Cupadocios (Gre- gorio Nacianceno, Basilio Magno, Gregorio Ni- eno) en su polémica contra el racionalismo teo- légico de arrianos y eunomianos, a propésito del conocimiento de Dios. No por nada Clarke habia sido acusado también de arrianismo por los t26- logos ortodoxos de la Iglesia de Inglaterra Para aquellos Padres, Ia esencia de Dios es radicalmente incomprensible: sino conocemos la esencia de muchos objetos naturales, como el cie- Io, por ejemplo; si ni siguiera conocemos la esen- cia que estd més cerca de nosotros, la que nos es mas propia, esto es, la de nuestra propia al- ma, zebmo podriamos conocer Ia esencia de Dios? * Este antirracionalismo de raigambre neo- platénica que, a partir del Seulo Aeropagita, dard lugar a una larga serie de cultores de ta teologia negativa, encuentra con frecuencia, den- tro de Ia obra de Hume, un defensor decidido cn Filo. Es claro sin embargo, que los Padres anti- arrianos y antirracionalistas que hemos mencio- nado no puciden resignarse a un agnosticismo. Se apresuran, por de pronto, a salvaguardar la exis- tencia de Dios, y para ello no pueden menos de admitir la cognoscibilidad de sus manifestacio- nes “ad extra”® Mas arin, entre ta &rvotn y fa 8 Gtr, Mash, (PG XXIX 668 A); Gr, Nye. (P. 6. XLV 732", $09 C}; Tob Chuys. (PG, RELY 740 D). Gtr Toh. Chrys, De’ post. Cait 168. en mvrropuccton ‘ywoois, entre “el puro no saber” del escéptico “el absoluto saber” del racionalista, acaban tran- sitando una “via media”,? que constituye casi un ‘anticipo de la doctrina tomista de la analogia.® Pero lo que los salva del agnosticismo no es, en verdad, sino una suerte de experiencia de “lo di- vino”, que no equivale al éxtasis plotiniano, sino que se daa través de la Bscritura, de la oracién, de la liturgia. Tal experiencia, en la medida en que tiene un eardcter suprasensible, puede pro- orcionar un cierto saber, si no de la esencia, por lo menos de las manifestaciones de Dios. Para el filésofo inglés, sin embargo, como toda experiencia es, por principio, experiencia sensorial, no cabe tal posibilidad, y la iiltima pa- Iabra de la inquisicién teolégica o filosdfico-rel iosa debe ser necesariamente el agnosticismo. EI mas ortodoxo y conservador de los interlocu- tores, el piadloso Demea, representa muchas ve- ‘es, con sus opiniones ¥y argumentos, Ia continwa- cién de otra linea del pensamiento cristiano, a saber, de ese escepticismo que con razén puede Mamarse “Jinteista” y que halla también sus rai- ces on la Patristica, con Taciano, con Tertuliano x (en cierto sentido) con el apologista Arnobio. Estos, en efecto, no se cansan de menoscabar la 1 he, Cayalere-Daniclon, Inroluction a Jean Chey soxtemor Sur Tincomprchenatitad de Diew. Yaris, 195k, peat 8 Thom, Acuin Summa contre gentes, C Summa Theolouin, i, qr 12-13. XXXVI; ti HISTORIA NATURAL DE LA RELIGION razén y en general todas nuestras naturales po- tencias cognoscitivas; a fin de poder presentar luego la fe como tinico camino no solo de la sal- acién sino también del saber. ‘Montaigne, Pascal y Charron son, en la Epo- ca Moderna, asi como Pedro Damiano y Mane- goldo de Lautenbach en el Medioevo, los més no- tables exponentes de esta actitud que solo se se- para del pirronismo 0, por mejor decir, de la Nueva Academia, gracias a la aceptacién irracio- nal de lo revelado, esto es, gracias a la fe en la Revelacién, Excluida la necesidad y aun la posibilidad del acto de je, que en principio no parece formar parte de los contenidos de la experiencia sensorial (esto es, de las impresiones y de las ideas vélidamente derivadas de aquéllas), solo resta otra vez para Hume el ciceroniano neoaca- demismo, que encaja a las mil maravillas en el contexto de las postulaciones nosticas del feno- menismo. Pero lw duta ralieal de los pirrénicos y, mas todavia, el probabilismo de los neoncadémi- cos estiin siempre a un paso del irracionalismo. De ahi que, si bien el diélogo no llega a ninguna conelusién categdrica respecto a los temas que discute (como tampoco el De natura Deorum de Cicerén), sin embargo ya en ln primera parte del mismo el escepticismo aparece superado por las urgencias de In vida, y en la décima, al cabo de innumerables disputas, Filo conviene con 10 ivtropuccion Demea en concebir la religién como algo que se funda no en razonamientos filos6ficos, sino en una necesidad vital del hombre, que busca am- aro en su temor a lo desconocido, en su miedo «la muerte y en su angustia ante el mds allé.? No por nada el autor de The Varieties of Religious Experience entronca su pragmatismo con Stuart Mill y con el empirismo inglés en ge- neral. Pero la valoracién positiva que James ha- ce de la religién, del otro lado del Océano y det otro lado del siglo XIX, no podemos encontrarla todavia en Hume, que presencia el nacimiento del Imperio briténico, que colabora con la fun- dacién de la economia politica, que ve nacer, leno de esperanza, el mundo del parlamentaris- mo y de la industria, de las grandes empresas mercantiles y del auge de la técnica, de las cien- cias fisico-naturales, de la prensa internacional y del definitivo descubrimiento det planeta. Es- te hombre no podia tener sino admiracién y con- Jianza en la accién del hombre, y por eso, a pesar de sus demoledoras eriticas @ los conceptos b sicos de la razén (causa, sustoncia), de su con secwente renuncia a toda metafisica, de sw escep: ticismo ¥ de su duda, no se refugia ain en ta fe o-en la experiencia intima de lo trascendente, ‘sino que considera tales recursos como signos de debilidad y de pereza, y concluye por recomen- dar el trabajo y ta accién mundana como eficaces 2° Gir. La Par, Eepirtw de ta fosofa inglesa, Bue ot Ales, 1962, pp. MLL. aw HISTORIA NATURAL DE LA RELIGION remedios contra el miedo al més allé y la angus- tia metafisica, Inicia asi uno de los cultos més caracteristicos del mundo moderno, el del tra- bajo por el trabajo, el de la accién por la accién. En Inglaterra no faltardn, por cierto, los apolo- gistas de ese culto, que logra su forma literaria ‘ms Brillante en la novela de aventuras al estilo de Kipling. En resumen: cuando se trata de Dios, de su naturaleza y de su culto, los argumentos “a prio- ri” carecen de todo valor; los “a posteriori”, ba- sados en los principios de causalidad y finalidad, fracasan en la medida en que fracasan los con- ceptos mismos de causa y fin. Por consiguiente, no es posible fundar Ia religién sobre bases pura- mente racionales. Si recurrimos a lo irracional, esto es, a la esfera de los sentimientos 0 emo- ciones, comprobamos que las que traducen ale- gria, gozo 0 salud no originan, por lo general, una actitud religiosa, El miedo, en cambio, el terror, la angustia, la melancolia, conducen casi siempre a Dios y a la practica de la religién. “Lo sagrado” aparece, pues, si no como efecto, al menos como constante secuencia de lo mas nega tivo que hay en el hombre. Pero si ello es asi —parece concluir més 0 menos técitamente y prudentemente Hume—, lo mejor sera tratar de sobreponernos a nuestras tendencins religiosas: el hombre ideal es un hombre activo, confiado en si mismo, amante del saber positivo y de Ia in- dustria, dedicado al trabajo: un hombre munda- 12 anTropuccioN no, sociable, laborioso, benévolo, antimetafisico, cortés; un hombre, en fin, siempre dispuesto a olvidar, como el mismo Hume, sus dudas tras- condentes frente a una buena comida o un par- tido de chaquete. Verdad es que en algunos pasajes Hume s tiene que la razdn nos conduce a afirmar la exis. tencia de Dios como fundamento de la naturaleza, pero tal afirmacién, que se explica tal vez como una coneesién a las arraigadas creencias de la época y como una medida de prudencia, aparece Iuego eficazmente desmenuzada y de hecho des- truida en el curso de Ia investigacién dialégica. Sin embargo, si el problema del fundamen- to racional de la religiGn tiene una respuesta que en el fondo es negativa, el agnosticismo, més 0 menos proclive al irracionalismo, deja todavia lugar para otro tipo de investigacién religio Hume trata de averiguar eémo surgen histérica- mente los fenémenos religiosos, de determinar con el mismo procedimiento psicosociolégico que usa en todos sus trabajos histéricos eudles son los Procesos y mecanismos mentales que originan, en el individuo y en ta sociedud, el complejo de Iiechos que se denomina ‘eligién”. Al negar, entonces, la existencia de una “re- Figién natural”, surge para él ta posibilidad de una “historia natural de la retigién”” No sin razin considera Jodl que est» trabajo de Hume 1 Che. A. Govlng, Aut, “Hume en Enciclopedia flo sofea. Venceia, Roma, 195%, Uy. 1M 13 | HISTORIA NATURAL DE LA RELIGION es “el frato filoséfico més maduro de sus estu- dios histéricos”" Y aun cuando, al aparecer, nadie le presté mayor atencién, excepto un tal doctor Hurd que escribié un panfleto arrogante ¥ grosero contra él, segtin el mismo Hume nos dice, hoy podemos considerarla con razén como cl primer intento de una historia cientifica de la religién. Contra lo que sostenian los deistas de su épo- ca, més interesados en justificar racionalmente su propia doctrina que en determinar el proceso historico de las diversas religiones, comienza pro- Bando que el politetsmo fue la religién primitiva de la humanidad. Los documentos histéricos mas ‘antignos que hasta nosotros han llegado —dice— no nos demuestran en modo alguno que nuestros remotos antepasados profesaran el monoteismo, sino, por el contrario, que todos los pueblos (ex- cepto quizés uno 0 dos) y que todos los indivi duos (excepto algunos fildsofos inclinados @ la duda) adoraban @ una multitud de dioses. Al comienzo de nuestra era —para no ir mis lex jos— los hombres eran casi undnimemente ids: Tatras. Los datos histérico-etogrificas son inter- 1, Jol, Historis de he fiwofia moderne, Tinos Aires, 1981, p. 291 18 Cle. The life of Daokl Hume, xy. Writen. by Hinself. 18 fe, Root, op. elt, pe 7 8 inrropvecion pretados desde un punto de vista psicosociolé gico, Seawes _La religién no surge de Ia razén, sino de los sentimientos y en especial del miedo a las causas desconocidas de las cosas. El “timor omnes fecit deos” de Petronio sigue siendo, pues, verdad jun- damental para Hume. Elanilisis psicolégico de los méviles Io lle- va a explicar de la siguiente manera el origen de la religiosidad: Para que el hombre se viera impulsado a trascender los hechos de la expe- riencia y a sobrepasar la realidad natural que Io cireundaba, era necesario que estuviern posei- do por alguna pasién, Ahora bien, ésta no podia ser, entre los hombres bérbaros de la remota an- tigiiedad, el mero deseo de saber, sino, por el contrario, el ansia de ser feliz y el temor de no serlo, el miedo ala muerte y al sufrimiento, etc. La esperanza y el temor son, pues, en definitiva, Jas fuentes de Ia ereencia en lo sobrenatural, Recurrienio de nuevo a la observacién psie colégica explica lu tendencia constante de la relic aciin al antropomorfismo: Los hombres tienen una natural propensiin a representarse todas las co- sas a su imagen y semejenza, Atribuyen sus pro- pios rasgos fisicos ¥ sus propias enalidades mo- rales a los denis seres y, en particular, se incli- nan a considerar como bueno cualyuier objeto que les causa placer y como mato todo cuanto les disgusta o les produce dolor, 15 HISTORIA NATURAL DE LA RELIGION A diferencia de Jenéfanes y de los raciona- listas modernos, Hume, consecuente en esto con su actitud empirista, se preacupa mas por expli- car el antropomorfismo que por refutarlo, El monoteismo, por otra parte, es un pro- ducto secundario y derivado, que surge del poli- teismo, ya sea porque uno de los dioses comienza 4 ser exaltado sobre los demas como rey 0 sobe- ano, ya porque un pueblo se vincula particular- mente a un dios y Io adora de una manera tam- bién particular, que luego lega a ser exclusiva. A veces sucede que un pueblo admite la existen- cia de varios dioses, pero venera en modo espe- cial a uno, a quien considera como sw particular protector y como su propio soberano celeste. Otras veces se representa simplemente a un dios supremo que reina sobre los demés dioses como un rey sobre sus stibditos. En el origen del monoteismo encontramos motivos tan poco racionales como en el del poli- teismo: el temor de desagradar a una deidad, ta Ye ahi que aun se aleance por tendencia a la alulacién, ct Ta forma mis racional de religi vias no racionales. Por otra parte, asi como el monotefsmo str ge del politeismo, asi tiende de continuo « retor- nar a él, con la introduccién de intermediarios (

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