Se
Perera ts
erate ener ts ee edi
/ANGL ‘Wa Pare ReONtL Ibo Lane COSed
TES BEMIS ce ne
JEL RACINALISMO, EL TEMPS NO WAFERDIDO
Melee EEN ae lslsceLbye | 010)
\6s templos anteriores a la reforma litigica auspiciada
por el Concilio Vaticano II eran estructuras monodi-
verpia la atencidn. Ese punto concentraba todos los
elementos de la accién litirgica: el altar, como lugar
de celebracién de la misa; el tabernaculo, para reser-
vay adoracién eucarstica;y el retablo, para la vene-
racidn de los santos.
En los nuevos templas, este esquema es imposible, Las,
dlsposiciones litirgicasinsisten en la necesidad de se-
parar para clarificar. Separar, en primer lugar, el émbi-
to del sacrificio del de la reserva eucaristica;distinguir
también, dentro de él, entre lugares especificos para
la presidencia, la lectura de la palabra y la celebracién
del sacrficio, disponiendo al tiempo las imagenes que
se offecen a la veneracisn de los fieles, de forma que
nunca distraigan la arercién de las ceremonias. Ciua-
lificar cada uno de estos dmbitos en base a caracter
ticas diversas: en el primero, es priortaria y determi-
nante su dimensiGn colectiva de participacién activa
del pueblo de Dios, mientras en el segundo, dedicado
a la oracign personalizada, debe subrayarse la posibi-
lidad de una adoracion privada.
Asi pues, las estructuras posconciliares deben ser pluri-
dlireecionales, con puntos diversos de atenei6n y dim-
bitos diferenciados. Son espacios complejos, que in-
cluyen lo colectivo y lo personal, donde la simetria no.
prevalece especialmente, donde la convergencia cede
ante el policentrismo, y la disposicién contemplativa
estatica ante la participacisn dinamica,
La arquitectura sacra catslica es una arquitectura para
Ia licurgia. Su objeto no es la construccién de “la casa
de Dios", sino de “la easa del pueblo de Dios”, que se
reiine para celebrat les misterios de la Redencién.Renzo Piano, Iglesia del Padre Pio, San Giovanni Rotondo Foggia, Italia)2»
Steven Holl, Capilla de San Ignacio (Seattle, EE. UU.)
Fotografia, Pau! Wart
>> ELfin es el culto, el medio la licurgia; ésta asume pa
ra el arquitecto el papel del programa. Aceptar su di
mensidn diictiea y participativa es condicién nece
saria para el éxito de los nuevos émbitos. Por ello, su
diseio deberta evitar esquemas teatrales, més propios
de una asistencia contemplativa.
Una reflexién especial merece la posibilidad de recu
rrira tipologias consagradas por el uso historico. Inde-
pendientemente del fascinante debate establecido @
este propésito entre Rossi y Rogers o Quaroni, es im-
portante que, de darse la utilizacién de tipos hist6ri
‘cos, éste se fundamenta en una adecuacién funcional
mas que en débiles argumentos conceptuales. El tipo
no ¢s cinicamente un esquema formal; esta impreg-
nado de una carga simbolica, y la capacidad de la ar-
quitectura para transmitir hoy mensajes eficaces es
tun tema de revisién,
Resulta claro que, por ejemplo, las plantas en crus lac
tina o los esquemas basilicales son inapropiados para
los nuevos requerimientos, precisamente por su dis-
posicién longitudinal. Entre los fascinantes retos para
los arquitectos contemporineos no es el menor el de
enriquecer el acervo de las soluciones histéricas con
Jos devivados de unos requisitos diferenciados.
‘Con frecuencia, la abstracin de la tradiciones locales
y el protagonismo de la luz como simbolo de la fe y
como elemento modelador del espacio suelen ser
constantes en las distintas obras contemporsneas.
Asi, Alvaro Siza disefia su Centro Parroquial Marco
Canavezes con una parroquia culta y vernécula en el
norte de Portugal; Mario Botta, en la Capilla de
Santa Maria degli Angeli, con una capilla uneraria y
riradoren los Alpes suizos;y Steven Holl, que levan-
ta una pequetia iglesia escenogrifica en un campus
norteamericano, donde el juego de dualidades entre
Iuzy materia entre simbolo y funcién, entre
iin y artesania, y entre austeridad y lujo otorga su
i6n formal a la capilla universitaria a