EL DiA QUE
NIETZSCHE
LLORO
Lae hr)
EMECEHay quienes no pueden propias cadenas
y sin embargo pueden liberar a sus amigos.
ir preparado para arder en tu propio fuego:
Friedrich Nuerzscue, Ast hablé Zaratustraones
UNO
L. campanas de San Salvatore interrumpi
ensimismamiento de Josef Breuer. Sacé el macizo rel
oro de! bolsillo del chaleco. Las nueve. Volvié a leer la pe-
quefia tarjeta de borde plateado que habia recibido el dia
anterior.
21 de octubre de 1882
Doctor Breuer:
Quisiera verle por un asunto muy urgente, El futuro
de la filosota alemana depende de ello. Le espero ma
fanaa las nueve dela mariana en el ca Sorrento
Lou Salomé
Nota impertinente! Hacia afios que nadie se ditigia a
de forma tan atrevida. No conocia a ninguna Lou Salo-
mé. El sobre no llevaba direccién. No habfa manera de de-
cirle a aquella persona que las era una
hora improcedente, que a Frau Breuer no le gustaria desa-
yunar sola, que el doctor Breuer estaba de vacaciones y que
fos sasuntos muy urgente no le interesaban. Que, en
dad, el doctor Breuer estaba en Venecia para huir de los
asuntos urgentes.
A las nueve en punto, sin embargo, estaba ya en el
café Sorrento, escrutando los rostros que habia a su alre-
ul