Vivimos tiempos turbulentos, de desesperanza, reflejo de una clase poltica
venida a menos 12 de Febrero del 2017 - 07:16 Johnny Padilla
Vivimos tiempos turbulentos, de desesperanza, reflejo de una clase poltica venida a
menos. Tambin tiempos de violencia, de eternas quejas, aquellas en las que el culpable siempre es el otro, el error ser el del vecino, tiempos en los que nadie admite un mea culpa. Pero hay que hacerlo, empezar ya, con los que nos toca, desde lo ms cotidiano, lo que a veces parece que no aportara nada para cambiar lo que censuramos da a da. No nos quejemos, por ejemplo, de la violencia contra la mujer, si es que, como espectadores, permitimos muchas veces que en ciertos programas de televisin se ataque a una mujer por gorda, se le ponga mil calificativos y todos celebren con la carcajada y la audiencia. O que se califique de viejas a otras porque pasaron los 30 y ya no estn para ciertos espacios, o que se difundan mensajes privados de figuras mediticas como si el aniquilamiento fuera un mero divertimento. No pidamos a gritos que la industria musical se ponga a la altura de los pases vecinos si es que cuando los talentos de todos los gneros llegan a una radio para presentar sus propuestas musicales, se las encarpete para solo dar espacio a lo de fuera, desconociendo todo el esfuerzo que representa lograr una produccin a la altura de lo que hoy se exige. A ver pues, si es que cuando muchos alzan la bandera de la inclusin y la diversidad, se acuerdan de que festejaron a personajes televisivos que fomentaron el racismo y tambin la homofobia. Hay quienes exigen igualmente que siga desarrollndose el cine peruano, pero antes que se termine la semana de estreno ya estn comprando el disco pirata y luego delante de sus hijos protestan por la coima y la plata mal habida. Nos indignamos por el abandono de los artistas peruanos, pero cuando toca tomarlos en cuenta, no se les paga como se debe y se les niega sus derechos. La lista es larga, tremendamente larga y dolorosa, lo importante es que desde donde estemos tratemos de cambiar lo que no est bien. Si cada uno lo hace, algo habremos aportado para que esta sociedad no nos siga avergonzando tanto.