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€L PROFESOR DE FILOSOFIA 1—importancia del profesor de filosofie. Et profesor es un fector esencial en ef proceso educativo. Esta afirmocion a fuer de ser una verdad fundamental, corre el riesgo de desatender- se por obvie. Como consecuencia, se descuida Ia formacion de los docentes o se es mds o menos tolerante en su seleccién y promocién. Esto, que es cierto en general, resulta especialmen- te valida en el caso del profesor de filosofia de secundaria. De- ningdn modo pvede él, en efecto, improvisarse, pues es un hecho que la carencia de les cualidades propias del especialista en el magisterio filoséfico provoca el mds complete fracaso de fa -ensefianze, En lo que sigue vamos a tratar de apreciar algunas de los cualidedes y virtudes caracteristicas de! profesor de filosofic. Se entiende que nos interesa especificamente el profesor de edu- cacién secundaria y que apuntomos hacio las cualidades y virtudes que éste debe poseer cuando ensefia filosofia, sin per- jvicio, por cierto, de los valores generales propios del maestro. Estos rasgos diferenciales tienen fundamentalmente sy origen en los caracteres propios del filosofar coma actividad humana @ que nos hemos referido en lo anterior. %—Lta necesidad de filosofer, La ensefianza de Io filo- sofia supone el ejercicio def filosofar como condicién previo, pues sdlo éste da sentido al aprendizoje filosdfico. No hay genuino profesor de filosofia que no viva la exigencia dei pensar filosé- fico, demanda correlativa de esa vocacién pedagdgica notorio en todos los grandes pensadores de fo historia. Por fo tanto, ef profesor de filosofia debe cultivar la reflexion critica, el rigor, ef orden y el sistematismo del pensamiento, la capacidad de penetracién e iluminacién de la realidad, que son rasgos esen- ciales del filosofar. ba mayoria de las formas de ensefianza suponen, de un modo u otro, ef cultivo del intelecto. La ensefanza cientifica, en especial, no es posible y fecunda sin una discipline suficiente del entendimiento. Pero ta docencia filosdfica reconoce un im- perativo irrenunciable de critica y rigor, de agudeza en el and- lisis y totalizecién en ta sintesis, de penetracién y sentido de los limites. No puede ser de otro modo porque asi es esencialmen- te el filosofar y la ensefianza filosdfica es fundomentalmente ejercicio del filosofar y no es nada sin el ejercicio del filosofar. Lo dicho no debe, sin embargo, llevarnos a confundir el papel del profesor de filosofia con el del creador original. Que- femos mas bien sefalar la comunidad entre ambos y la existen- cia de una diferencia sélo de grado entre la reflexién creadora 4s DIPACTICA DE LA FILOSOFIA y la docencia. Por cierto que hoy quienes de un lado son es- cuetamente profesores de filosofia y, de otro, quienes, a pesar de ser filésofos, no_se dedican o nunca se han dedicado pro- piamente a la ensefianza. Unos y otros tienen misiones distintas. Pero el profesor de filosofic no puede cumplir adecuadamente la suya si esta divorciado de la actividad creadora que es ta fuente nutricia del pensador. 3.—Actitud ante la verdad. Con lo anterior se hace claro que ensefiar filosofia es comprometerse con fa verdad. Sdlo quien acepta este compromiso puede profesarla. Pero la rela- cién del profesor de filosofia con la verdad —enraizada en lo esencia de la verdad filosdfica— comporta uno actitud y una disposicién de dnimo especiales. Es el problematismo y la aper- tura hacia los mds vastos y variados horizontes de conocimien- to. Sin estos rasgos, el profesor desvirtuard la ensefanzo de la filosofia. Etlos, en muchos casos, baston para darle autencidad a la docencia. En efecto, la clase de filosofia puede comenzar y terminar, es decir, puede consistir dnicomente en el planteo adecucdo de cuestiones, en el acceso a una reflexién franca y conscientemente interrogativa, que no se inhiba ante ningén problema ni refrene el planteo de ninguna interrogacién, antes bien que promueva y desenvuelva en miltiples direcciones un cuestionar dirigide a todo objeto y una conciencia critica capaz de poner en tela de juicio cualquier certeza, cualquier convic- cién, por mas segura e imponente que sea. Se hace claro asi que el profesor de filosofia debe tener una actitud ante el co- nocimiento capaz de hacer prevalecer la idea de la verdad como convergencia de enfoques y puntos de vista dispores y como un resultado nunca acabado de los mds variados y multi. ples esfuerzos. Puesto que en su reflexion, en tanto que es real- mente filoséfica, lo verdad no es nunca un pensamiento conge- lade, tampoco su actitud puede reducirse a transmitir verda- des acabadas; debe despertar la conciencia de un problema, dar una orientacién hacia una respuesta valida, instar a ta acep- tacién del reto de la racionalidad y la prolongacidén indefinida de la inquisicién. Lo cual no quiere decir, como sabemos, que el profesor no deba tener convicciones propios o haya de ocul- tarlas, sino que éstas, como cualesquiera otras, deben ofrecerse siempre como instancias obiertas. 4.—Cualidades morales. A lo anterior se unen, como in- dispensables cualidades morales, Ia honestidad intelectual, el respeto a la libertad de pensamiento y la tolerancio de las ideas. No puede concebirse un buen profesor de filosofia que simule convicciones que no tiene, que ceacte la elaboracién © ta expresion de! pensamiento de sus alumnos o que se nieque EL PROVESOK DE FILOSOFIA ao a admitir otras posibilidades de verdad que fos de su enfoque personal, el dogma de uno escuela o ja fe de un grupo cual- quiero. Toda falsificacién, todo prejyicio, toda entrega incon- dicional a una idee o una doctrina son contrarios al espirity de la_ensefianza filosdfica, justamente porque repugnan ol ejer- cicio de lo filosotia, De alli que el profesor de filosofia sea alga distinto por entero del militante, el feligrés o el propagandista. Su misién no es adoctrinar sino poner la mirada critica en todo doctrina, establecer esa distancia entre la creencia y el hombre que je permite a éste gonar la mas plena libertad de pensar trascendiendo cualquier creencia particular. Por la misma razén no esta obligado a repetir una verdad oficial, ni a encomiar 9 defender los valores de! Estado, la nacién o la clase gobernan. te. Su libertad no admite estas restricciones y la dignidad de su conciencia racional no se compadece con el dictado de nin- guna norma de conocimiento o accién que hubiere de ser trans- mitida sin critica a sus alumnos. Aunque no siempre han tenido el poder necesario para mantener su actitud frente al Estado, que muchas veces los ha considerado peligrosos, y aunque se ven expuestos a todas fas constricciones que se ejercen sobre el funcionario, los profesores de filosofic, siguiendo el ejemplo précer de Sdécrates, deben saber preservar en todo instante la independencia de su pensamiento. 5.—E! profesor y ef tenguaje. Conviene resaltar las cuc- lidades que el profesor de filosotia debe poseer en relacién con el lenguaje. Sentado is premisa de que todo maestro, seo cual fuere ef nivel o la rame en que ejerce la ensefianza, debe poseer cabalmente su lengua materna y preocuparse de que sus alumnos aicancen un dominio suficiente de ella, todavia cabe hablar del tema del lenguaje especificamente en relacion con el profesor de filosofia y esto por tres principales razones: a) Por el cultivo del pensamiento critico, que es su respon. sabilidad, no puede tograrse sin un paralelo cultivo y dominio del lenguaje. La concisién, ia propiedad, la flexibilidad de la expresion son indispensables para ef tratamiento adecuado de los temas filosdficos. Si en este punto hoy defecto en el profesor, mal podré é1 cumplir fa mision de hacer que sus clumnos acce- dan al nivel de !a reflexién critica, que no se compadece con fa ambigtedad, la vaguedod, lo rigidez o lo oscuridad dei lenguaje. b) Porque desde la antigiedad y muy ocusadamente hoy dia, el andlisis del lenguaie se ha considerade una via princi- pol de penetracidn en los problemas del conocimiento, la accidn y el mundo, es decir, en los asuntos centrales de Ia fitosofia, lo #0 DIDACTICA DE LA FILOSOFIA cual exige en el profesor una familiaridad basica con el fend- meno y con la ciencia del lenguaije. ¢) -Porque el tenguaje propio de fa filosofie presente pro- blemas que hay que encarar adecuadamente si se quiere proc- ticar una reflexion filosdfica consciente y rica. En efecto, los filésofos usan términos y giros de lenguaje muy peculiares, lo cual oscurece la comprensién de su pensamiento. Por otro lado, emplean también el fenguaje cotidiano, aunque modificando generalmente el sentido de los palabras, y manejan el lenguaie con entero libertad y hasta con desaprensién por ciertas con- vieciones muy extendidas, de tal manera que los significados y la estructura de tos elementos lingiiisticos varion de época a época, de escuela a escuela e incluso de fildsofo a fildsofo. Recordemos, a propésito de lo que estamos sefalande, que se ha tlegado o decir que muchos de los problemas que encara la filosofia tienen su raiz en el lenguaje filosdfico mismo y que un tratamiento apropiado de éste permitiria superarlos y hasta superar 0 fa propia filosofia. Lo anterior da uno buena idea de la necesidad de que los profesores de filosofia cultiven e! lenguaje, lo tengan constan- temente como tema de indagacién y se entrenen en su andlisis. Se comprende también, por lo dicho, que el estudio de tas len- guas cldsicas y modernas contribuyen considerablemente al lo- gro de estas habilidades y virtudes. 6—Lo cultura filosdfica. Aunque parece ociose el decirlo, hay. que insistir en lo necesidad de que el docente tenga una cultura filoséfica segura y rica, debidamente actualizada y de primera mano. Es preciso rechazar de la manera més enfatica, no sélo en filosofia sino en cualquier campo disciplinario, la idea de que puede haber un buen profesor que no esté suficientemen- te instruido en la materia que va a ensefar. Lo cual debe ser entendido no sdlo en el sentido de la. necesaria adquisicién de determinadas nociones o técnicas repetibles automaticamente, sino de una asimilacién cabal de ideas y métodos. Ensefar no es repetir nociones superficial -y precipitadamente registradas, - sino poner al alcance del alumno el producto elaborado de los conocimientos, experiencias y reflexiones que se han adqui y dirigir su. aprendizaje. Menos ain puede serto en filosofia pues, como ya lo hemos dicho, ella no es un conjunto de co- nocimientos acabados y formulados, sino un proceso dialéctico que une los ideas, las cosas y lo mente en un constante juego de. oposiciones, unificaciones y operturas del pensamiento. Esta dialéctica es posible énicamente cuando se ha cultivado el pro- pic pensamiento y cuando las informaciones, datos, referen BL FROFESOR DE FILOSOFIA 1 cias, lecturas y meditaciones forman 'a sustancia de una con- ciencia nueva Ge las cosas. En filosofia, lo verdadera cultura personal es un acto, no un producto —con lo cual volvemos a Ja exigencia de filosofar que hemos mencionado al principio de esta leccién—. Dicho en otros términos: el profesor debe leer a los fildsofos, reflexionar sobre su lectura, estudiar sus métodos, adquirir las técnicas del pensamiento tales como se ‘ofrecen en sus obras, para conformar con todo ello una cultura viva, sin la cual no acertaré a dirigir verdaderamente. el apren- dizaje de sus alumnos. 7.—la cultura general. Siendo la filosofia una reflexién que en gran parte se ejerce sobre el trabajo de la ciencia y so- bre el mundo en la forma como la ciencia lo formula, tampoco podré ensefidrsela sin poseer suficiente fomiliaridad con el tra- bajo de los ciencias, El profesor de filosofia deberd, pues, estar al tanto del sentido, los progresos y ‘os principios y cuestiones fundamentales de las diversas disciplinas cientificas. Lo cual no equivale, por cierto, a decir que debe ser un erudito en deter- minados campos ni_poseer una informacién enciclopédica sobre el saber cientifico. Se trata mas bien de Ia posesién de una cul- tura basica y general capaz de afinar su sensibilidad y mante- nerlo al tanto de los problemas que inquietan al hombre de ciencia. Pero la realidad no se manifiesta sélo en la ciencia. Hay un modo de darse ésta o cuando menos, una repercusién de és- ta en el hombre que se expresa en el arte y en la religién, en el saber vulgar y en Io accién moldeada por la técnica. La cul- tura que debe poseer el profesor de filosofia no puede ser ajena @ estos campos; ignorarlos significa cercenar todo un vasto sec- tor de la experiencia que cuenta para el hombre y cuya pro- blematica siempre ha interesado a los fildsofos. 8.—la experiencia de la vida. Pero hay también la ‘@x- periencia propia de Jo vido sin la cual lo ensefanza filoséfica, asi como el ejercicio mismo de ta filosofic, se reducen a un artificio intelectual. El maestro debe nutrirse de la vida pora ser capaz de poner el penscmiento de sus alumnos en la pista de la .prablematica de lo existencia, que es justomente, en el nivel secundario y universitario, la que mas atractivo tiene sobre ellos y fa que mejor puede ser, por tanto, elaborada en el tra- bajo escolar. Pero, ademas, no podemos dejar de sefalaer que hay vna unidad tan estrecho entre ef pensamiento y Ia vida en el quehacer filoséfico que obliga a una coherencio total de las convicciones y la conducta. La exigencia de coherencia esta circunscrita pora un cientifico o para un protésor de ciencia a a BIDACTICA DE LA FILOROFIA los. terrenos qaé son pertinentes en relacién con sy saber espe- cializado. En cambio, en la ‘filosofia, precisamente en razén de que no cabe tal circunscripcién, la exigencia es total. La filosofia compromete a la vida y la vide ofecte a la filo- sofia: el filosofar no es una meditacién divorciada de ia praxis Di menos opuesta a ella. De donde resulta el imperativo_de. unir vida e ideas en lo ensefianza filosdfica, imperativo que ‘es un reclamo més vasto y mas protundo que las simples. normas’ de la moral comin, pues puede incluso ir contra ellas cuahda' ré- presenton un credo dogmatico o formas de conducta que- su- tetan y empobrecen la vida. E! moestro de filosofio debe enton- ces saber respaldor sus ideas con sus actos y nutrir estos con aquellos, en una simbiosis constante y ascendente. De no hacerlo corre el riesgo de descolificar su pensamiento y de esterilizar su dacencia. 9.—la preocupacién por el hombre. Su pensamiento debe ser una vivencia suscitada por un interés, no un vagar despreocu- pado o indiferente a través de hechos ¢ ideas. El centro de interés primero y principal es el hombre y su condicién, en todos las mil- tiples aspectos de ella —el conocimiento, la creacién, e! mun- -do, la muerte, etc.—, el hombre que es el propio fildsofo que teflexiona y el maestro que ensefa, el interlocutor del diélogo el alumno que recibe las lecciones. Se ve claro que, con este centro de interés, se asequra una motivacién adecuada para la ensefianza filoséfico, que a la postre es conducir al alumno a la toma de conciencia de su ser. Con la ensefanza y gracias o ello e| alumno se hace cuestién de si mismo 0, lo que es equi- valente, se encuentra a si mismo puesto en cuestién en cada pro- blema filoséfico correctamente planteado. 10.—£! realismo. El artaigo existencial del pensamiento al que acabamos de referirnos permite advertir que la concien- - cia de la fealidad, el sentido de fas circunstancias es también una‘ cualidad del. profesor genuino de filosofia y que debe in- clusive serle exigida. La amptitud del horizonte critico y espe- culativo no es impedimento sino incentivo y base de un aguzado ity realista, que busca tras las apariencias y los accidentes la certeza’ de la existencia. Para el profesor de filosofia la vocacién de verdad del filosofar es lo primera motivacién para tener en cuenta y dar cuenta de la realidad, comenzando por la realidad inmediata de los hombres, de ta -comunidad y de la época en que él y sus alumnos. viven. _, Pero, ademés, no podria cumplir adecuadamente su mi- si6n de educar fitoséfitamente si no tomara: pie en la humani: dad concreto y en la experiencia vivida de sus alumnos, Puesto EL PROFESOR DE FILOSOFTA 58 que la ensefianza progresa en este caso hacia la toma de con- ciencia de si mismo y hacia el dominio del propio pensar, des- de el principio deben establecerse los bases para el cumpli- miento de este fin, que son justamente las condiciones .y. circuns- tancias de la existencia de} alumna. El profesor no puede enton- tes ignorarlas ni prescindir de elias so pena de comprometer su misién pedagdgica. 11.—Cinco rasgos importantes. Conviene resaltar final- mente —reiterando y ampliando lo dicho en todo lo anterior— cinco rasgos que deben ser la levadura de la didactica em- pleada por el profesor de filosofia: a) La capacidad de despertar entusiasmo por los proble- mas y las ideas, es decir, por la inquisicién filosdfica, a !a vez que Ja confianza del alumno fundada en lo honestidad intelectual y la autoridad. racional, b} ta familiaridad con los técnicas y modos del andlisis aplicado a la ensefianzo. ¢} El dominio de la argumentacién en la miltiple varie- dad de sus formas —que van de la demostracién estricta @ los procedimientos puramente persvasivos—, con Ja conciencia aler- ta de sus riesgos y limitaciones. d} Lo capacidad de iluminacién de los hechos y los dotos, indispensable para dar penetracién y amplitud universal af pensamiento. c) La sensibilidad afinada para Ia situacién vital del edu- cando, que permite hacer reflexivamente aprovechable su ex- periencia y motivar adecuadamente, tomando pie en la existen- cia del joven, la ensefionza de !o materia. 12.—lo formacién dei docente. Hay que insistir en Io ne- cesidod de cuidar celosamente la formacién del profesor de filosofia de secundaria. Es preciso ser muy estrictos en esto pues el profesor de filosofia debe satisfacer exigencias muy imperio- sos y dificiles, como hemos advertido. Es de mucha responsa- bilidod su situacién como moestro encorgado de uno clase o arado de estudios en que, en cierto modo, culmina ta edyca- cién secundoria. He aqui ‘cuatro principales condiciones que de- ben tenerse en cuenta: _ 9) Es preciso que el futuro docente de filosofia siga cursos suficientemente variados y Je largo aliento sobre las materias “ IIDACTICA DE -LA EILOSOFIA de su especialided, que ‘son las que de un modo v otro va a ensefiar. No ‘cabe una formacién acelerada,.en ciclos de estu- dios cortos. £s un error creer:que, puesto "que los programas y planes de secundaria no demandan més que cursos elementa- les, el ‘profesor no tiene que poseer un conocimiento acendrado. de los tépicos’ que ho de tratar y de otros temas basicos y decisivos.” b} Debe recibir una sélida formacién- general, con ele- mentos de ciencio_y arte suficientes pora entender el sentido de esas ramos dela ‘cultura y hallarse informado sobre e} estado actual del conocimiento humano: ¢) Debe sequir cursos metodolédgicos de cordcter genetal (vg.,.sobre metodologia del estudio y la investigacién), y espe. cial (sobre diddctica de la filosofia, teoria de la argumenta- cién, etc.,). Esto en coordinacién con jas exigencios dé una cul- tura pedagdgica y psicolégico basica, que se entiende debe poseer todo docente. dj Es necesario asimismo que el profesor posea conaci- miento suficiente de cuando menos dos lenguas extranjeras, mo: dernas ambos o una clasico, a fin de estar en condiciones de manejar una bibliografia amplia y actual. El tipe de formacién que implica lo anterior no puede darse sino en la Universidad, entendiendo por este término una insti- tucién. superior dedicada a las ciencias y las humanidades y no simplemente un centro de adiestramiento técnico. ‘profesional. 13. Bibliogratia Blanschard, B. et al., Philosophy in American Education. New York, Harpers & Brother, 1945, esp. Il y Xt. Echevarria, José. La ensefianza de jo filosofia en ia Universidad hispanoamericana. Washington, Unién Panamericana, 1965. Garret, Leroy., Philosophy in High School. Hahne, Heinrich, Probleme des Philosophie Unterrichts. Stultgart, Ernst Kiett Verlag. Lancien,-J., “‘Lettre & un’ Copessien, Eléves et maftres'’. En Revue de'l'Enseignement Philosophique, a, 8,.n. 3. EL PROFESOR DE FILOSOFIA 58 Maciel, Carlos. Federico, Um estudo-pesquisa sobre 6 ensino se- cundario .de-filosofia. Recife, 1959. Romero, Francisco, “Sobre el estudio de la filosofia". En Qué es filesofia, Buenos Aires Ed. Columba, 1953, cap. XXIV. —Sobre la condicién y el estudio de. la filosofia. Buenos Aires, Universidad de Buenos Aires, 1959. Salazar Bondy, Augusto, En torno a la educacién, segunda ‘parte. Robinet, A .,'Socrate et le professeur”. En Revue de L'Enseignement Philosophiqué, a. 2, n. 4. UNESCO, The Teaching of Philosophy.

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