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pondiente a diversos esquemas tedricos y reevaluado dea ellos el método de Freud. Por eso no ereo que haya una mejor manera de haet una practica actual del psicoandlisis que la practiea diana, Es muy posible que puedan adicionarse a la tet nuevos elementos posteriores a Freud (pienso en Kl en Lacan, en Winnicott 0 en Bion, y en muy pocos més, aqui y de alla) que enriquezcan la préctiea, pero que no. cambien en su fundamento metodolégico. Pienso en. reformulaciones de Piera Aulagnier, que a partir de los ay ‘tes poslacanianos son, me parece, las tinicas que no impli can sélo cambios de palabras. Pero me parece muy difi que pueda encararse hoy una prietica mejor de lo que hiciera Freud en los comienzos del siglo XX. ¢Cémo era esa manera? La veo fuerte en la afirmacién, directa en los contenid comprometida en la dedieacién singular y exclusiva al ciente, critica de la cultura “establecida”, y, si bien empaitie con e sufrimiento de la persona, critica también del “mi establecido” del paciente, afectiva en la comprensién de debilidad humana, sabia en la generalizacién abarcativ del conocimiento, eldsica en su vigeneia permanente ¥ ¢1 Ja organizacién propedéutiea del conocimiento a obtene! ‘moderna en la actualidad renovada de sus intereses. Creo que un analista de hoy puede seguir esa préctica sin temer equivocarse, y no porque sea un orseulo; al revés, el método supone escucha a la respuesta para la rectifica- cin eventualmente necesaria, pero el contexto socratico de la poiesis, del parto, de la mayéutica, le garantiza la eficacia de su accién. Eso se trasmite como un modo de pensar y de ser, no como el ejercicio de circunstancias de una profesién. 158 4, DE MILAN A PARIS: PIERA AULAGNIER Maria Cristina Rother de Hornstein Nacié en Milin, en octubre de 1923. Su nombre: Piera Spairani. Vivi sus primeros afios en Egipto y luego retorné \vItalia. Estudié medicina en Francia a comienzos de los iunos eineuenta. Bl apellido con el que es conocida es el de su primer marido, Aulagnier. De ese matrimonio tuvo un Linico hijo que actualmente es psiquiatra. Después de unos unos se separ de Aulagnier y se cas6 con Cornelius Castoriadis, filésofo, escritor, psicoanalista, con quien com: partis también desarrollos tedricos a los que ambos se rem lieron mutuamente como complemento de sus propias tesis. Durante los diez primeros arios como psiquiatra trabajé con pacientes psicdticos. Entre 1955 y 1961 se analizé con Lacan. Fue su disefpula hasta 1968, ario en que se alejé defini- livamente de la Escuela Freudiana de Paris (EFP). Sus maestros (Freud y Lacan) fueron “filiaciones erdticas” que le permitieron seguir avanzando en su investigacién. “Lo que has heredado de tus padres adquiérelo para poseerlo” (Preud, 1938). Adquirirlo y poseerlo no es reproducirlo, es proseguir la obra, transformandola. En el invierno de 1967 publieé junto con Jean Clavreul la revista L/Inconscient, que después de ocho nimeros inte- rrumpié su publicacién en medio de las tormentas que habian estallado en la EFP por la cuestién del “pase” y 159 que terminaron en la escisién de 1968. Desde 1962 di seminarios en Saint Anne con la misma intensidad cot que analiz6, investig6 y teoriz6. Los seminarios fueron ut “lugar de encuentro” privilegiado donde sus pensamient yssu tarea elinica podian ser *hablados”, obligdndola a hac comunicable, cuestionable, conceptualizable el eamin recorrido por su reflexién y su escucha cotidiana. En 1968 se alejé de la EFP, entre otras razones por aceptar la concepeién jerarquica que regia la formacién d Jos analistas. En enero de 1969, junto con diez psicoanas listas de la EFP funds el Quatriéme Groupe, un grupo in- dependiente tanto de la IPA como de la ortodoxia lac que postulaba como posible y deseable una pluralidad referencias que dieran cuenta del funcionamiento colecti de la organizacién. P. Aulagnier asumi¢ la direccién de revista Topique, cargo que conservaria hasta su muerte, Desde entonces reflexioné sobre el proceso analitico sobre la teoria que Jo sustenta. En un comienzo explicita su divergencia con la modalidad que fue asumiendo la pric- tica lacaniana. Posteriormente despliega una renovado propuesta metapsicolégica, testimonio de un pensamiento, sistematico y antidogmatico. Al sumergirnos en su obra advertimos tres periodos: 1961-1968, 1969-1975 y 1976-1990, y también los hitos de un paisaje visto desde varias perspectivas: problematica identificatoria, proceso identificatorio, construccién iden- tificatoria, conflicto identificatorio, propuesta metapsi- cologica que indaga aspectos descuidados de la eonstitucién de la subjetividad. Entre 1961 y 1968, sus trabajos sobre. deseo de saber, demanda e identificaci6n, perversion y_ psicosis, muestran atin gran influencia del pensamiento, lacaniano, Desde 1968 hasta 1975 escribe sus articulos més polémicos referentes a la teoria y a la técnica psicoanalitica. En 1975, su primer libro, La violencia de la interpretacisn, marca el comienzo de la tercera etapa. Fun- 160 da sus bases para una nueva concepeién metapsicol6- ica a partir del estudio de la psicosis. Propone su visin de la relacién de la madre eon el recién nacido, una nueva metapsicologia de la representacién, a la vez que, con su novedosa propuesta sobre el yo y su trabajo de autohisto- rizaci6n, inaugura otra manera de pensar la cuestién del sujeto apuntaldndose en el Freud de los tltimos escritos. PROBLEMATICAS FUNDAMENTALES P. Aulagnier reformula algunos conceptos a la luz de desarrollos de la ciencia, la historia y la cultura. Propone una teoria sobre la ontogénesis psiquica no limitada a una temporalidad lineal. La historia de un sujeto no est prede- terminada ni puede ser totalmente previsible, lo cual jerarquiza el valor del azar. Tras la conciencia reviven las trazas de lo visto, lo oido y lo vivenciado, que, en su articu- lacién con el presente, se actualizan en recuerdos, fragmentos de recuerdos, suefios, “fantasias”, y en una “psiconeurosis”. Su propuesta sobre la subjetividad evoca nuevas ideas iencias de la complejidad proponen para la Cualquier objeto real divide al mundo en dos partes: él mismo y el resto del mundo. Ambas poreiones universales pueden influirse mutuamente a través de una superficie ‘comiin real o imaginaria: la frontera. Cambios en uno inducen cambios en el otro. Algunos objetos de este mundo, muy pocos, exhiben una rarisima propiedad: tienden a independizarse de la incertidumbre de su entorno (Wagensberg, 1999). El sujeto en psicoandlisis es una “pluralidad de personas psiquicas”. El sujeto no puede aislarse de su relacién con elyo, instancia fundada sobre el lenguaje organizado e inse- parable de su relacién con otro. Al mismo tiempo, ese sujeto 161 subvierte la ilusin de unicidad del yo respecto de totalidad de la psique y del pensamiento. F Protagonista de una historia, el sujeto es fruto de rem delaciones y reconstrucciones fantasmaticas sustentadi en un trabajo de simbolizacién desde el presente, apoyat en un fondo de memoria producto del impacto afectivo los distintos aconteceres de su vida. f La reformulacién metapsicol6gica se alimenta, al i que en Freud, “del rigor de la clinica, siempre renovads Entrama en sus textos aiios de escucha del discurso psic tico, que la condujeron a pensar en la prehistoria del y« La metapsicologia es postescritura de algo que se notificado en la cosa clinica (Aulagnier, 1984). A la aprehensién de “la materia” del psicoandlisis, inconsciente, se accede desde el tinico espacio capaz de I grarlo: el yo, quien piensa, sufte, se relaciona, conoce, dud Yella, que ha dicho que el sujeto esta condenado a investi alo largo de su obra esta condenada a investir la dilucic cién tedrica del yo. Ella retoma la segunda tépica y otro temas de Freud: el yo como un polo del conflicto, la impo tancia de los ideales, el valor de la historia, el concepto de claboracién, y jerarquiza la dimensién terapéutica del psicoandlisis. in Freud la nocién de yo adquiere densidad concept entre 1915 y 1924, a partir de la introduccion del narcisis- ‘mo, la importancia de las identificaciones y las instancias ideales. La complejidad del yo es inseparable del proceso identificatorio que hace posible su constitucién, su conti- nuidad y su devenir, siempre en relacién con los otros significativos. ‘La segunda tépica freudiana acenttia la dimension constitutiva de lo identificatorio y del conflicto entre dife- rentes identificaciones. Tépica més cercana a la clinica al incluir plenamente los afectos y 1o relacional. “Giro escan- daloso” que remite a un “yo-morfismo” criticable para quie- 162 nes privilegian la primera tépica, “mas abstracta y psico- logizante” . Es sélo desde el yo y gracias al proceso secun- dario que se accede al espacio fuera del yo, tinica instancia upta para dilucidar el placer y/o el sufrimiento que toda experiencia produce. La identificacién es como la vida: una aventura abierta que hinca sus races en la génesis, la organizacién y la diferenciacién del psiquismo. La historia del sujeto es una sucesién de duelos libidinales y de heridas narcisistas que suponen recomposiciones identificatorias. Recomposicién creativa y trabajosa. Transformaciones estructurales, resignificaciones de lo hist6rieo vivencial, remodelaciones fantasmaticas, desplazamientos libidinales y movimientos identificatorios, que favorecen el pasaje del sintoma a la sublimacién, a la creacién, a los investimientos de nuevos abjetos y espacios libidinales. Para que haya transforma- cidn es necesario reconocer la alteridad; lo otro deviene propio a partir de la alteracién intrapsfquica. La identificacién transmite lo reprimido de los padres. Operacién al servicio del yo (nareisismo de vida) o d= su des- truccién (narcisismo de muerte). El primer caso es la via del desprendimiento de libido de los objetos para ecnstituir el yo. Si predomina el odio hacia el objeto perdido quizé asistamos a su destruccién. En tanto la identificacién ins- tala en el yo la relacién libidinal con el objeto de amor, lo salva del desinvestimiento. La identificacién en tanto autoorganizacién revela la complejidad del psiquismo. Da cuenta del psiquismo como un sistema abierto en relacién con su entorno. Marca de heterogencidad, muestra el valor de la articulaci¢n de las series complementarias. El acontecimiento al ingresar como ruido lo obliga a un trabajo activo para reorganizar las inscripciones previas. Un sistema autoorganizador permite la aparicién de fenémenos nuevos no predecibles a partir de premisas. La reorganizaciGn excede la resignificacién, asi como cuestiona 163 un determinismo lineal al privilegiar Ia historizacién com trabajo del yo. Rescatar el trabajo psiquico y considerarlo un pre complejo en la ereacién de los productos identificatorios (instancias, configuraciones fantasmaticas, rasgos caracter, potencialidades del psiquismo: sublimatoria: defensivas, patolégieas; alteraciones del yo tanto en el ide tificado como en el identificante), rescatar esa transfo: macién, decia, requiere pensar el proceso identificatori participando de una causalidad recursiva, donde los efectos ‘y los productos son necesarios para el proceso que los gene- ra: el producto tiene efecto modificador sobre aquello Jo ha producido. La materia prima para la construecién identificatori proviene del intercambio relacional investido, en un co- mienzo, con la madre. Dicho de otra manera: la intersub- jetividad constitutiva del sujeto deviene historia libidinal ¢ identificatoria. La materia prima condiciona pero no. determina. Como en toda ereacién, el producto exeede los elementos que lo posibilitan, en este caso la realidad factual de los protagonistas del edipo. P. Aulagnier privilegia el lugar del encuentro en la constitucién subjetiva, en la produccién de potencialidades yen su despliegue clinico. Encuentro entre un cuerpo y un “mundo” exterior que el infans desconoce como tal; encuen- tro entre una psique y el discurso deseante materno, y, finalmente, encuentro entre el yo y el tiempo. Encuentro, inscripeién psiquica, trama relacional, aun cuando el otro significativo no sea reconocido en su alteridad. Trama que contiene enigmaticos mensajes cargados de sentido, del miste- Tio de los gestos, de lossilencios, que reemplazaria una pala- bra de amor o un grito de odio. La problematica identificatoria (ese hilo conductor) y la del trabajo del yo y el pensamiento son sus “cuestiones fundamentales”, los ejes de una metapsicologia propia, que 164 no abandona el conocido (zu olvidado?) triple registro freu- diano: t6pico, dindmico y econémico. Estas son cuestiones que Aulagnier retoma en la tarea clinica y al privilegiar un itinerario tesrico. Escuchar, cuestionar. Eso: escuchar. No silenciar las lecciones de la clinica, las dudas, los interrogantes, los éxitos, los fracasos, pensamiento de autores que indagaron otros itinerarios, ‘una necesidad a la que obliga la complejidad del campo te6rico y clinico. En su concepeién metapsicolégiea no hay lugar para un cllo-yo indiferenciado en los origenes. Fl yo debe apropiarse de los enuneiados identificatorios que la madre ofrece. La indiferenciacién de los comienzos es entre un yo anticipado por la madre y un yo por venir. El yo se apropia de los enuncia- dos identificatorios que aporta la madre para Inego ser identificante de sf mismo y de los otros. Proceso que requie- re de un trabajo de elaboracién, de duelo, de apropiaciones operadas sobre esas representaciones identificatorias aportadas por el otro primordial. Durante la infancia el yo parental es una prétesis necesaria para el nifio. A partir de esta intima dependencia con la madre el nifio podré formular sus primeras palabras, investir sus primeros referentes identificatorios, reconocer la exterioridad de sus soportes de investimiento, tener la intuicién de un movimiento temporal que le exige investir momentos posteriores. Podra, en suma, investir el “proyec- to”. Protesis necesaria que posibilita la organizacién del yo, euyo devenir dependerd de una serie de factores inter- nos, los productos de su organizacién (nunca definitiva) y de otra serie de factores externos, no previsibles, con los que se encontraré a lo largo de su existencia: experiencias, logros, frustraciones, encuentros felices 0 desgraciados, que el medio externo (el conjunto de los otros, la sociedad, y también su propio cuerpo) le impondrén. En los comienzos cl yo es un simple repitiente de los enuneiados con los que Ia madre lo piensa, pero esos enunciados le permiten inves- 165 © a sf mismo. Este narcisismo del yo, tomarse cot to de amor, es un requisito para dejar de depender de anhelos identificatorios maternos. El “cuando seas gr de serds...” que anhela la madre para su hijo tendré q transformarse en “cuando sea grande seré...”. ¥ tendré q asumir un compromiso con la realidad que si bien lo exy a la soledad del desprendimiento parental, lo habilita pat cierta libertad proporcionndole un sentimiento de esti de si para realizar sus propios proyectos. Junto al adv miento del yo se pone en juego para la psique la categor de temporalidad y, junto a ella, la incertidumbre, la dud y la imprevisibilidad, insoparables de la necesidad de alt racién, modificacién y alteridad que el yo requiere pai poder persistir. Para que el recorrido identificatorio no concluya necesario que el yo ancle en un punto de partida fijo a ‘dé cuenta de los origenes respetando la alteridad. La ident ficaciGn simbéliea pone ciertos limites a lo imaginario, abrien- do un espacio en el cual cada yo construye los enunciad que representan su ideal apuntalindose en una serie de enunciados no arbitrarios. Son reparos identificatorios, precisamente, porque no estén al arbitrio de un tinico otro, Este sostén simb6lico es la marea de identidad que hace posible referir siempre a un pasado evitando puntos de fija- cién que detendrian la marcha del proceso identificatorio (Aulagnier, 197). El discurso sociocultural anticipa un proyecto exogs- mico. El proceso identificatorio conduce al nifio a una bis: queda que implica la renuncia al conjunto de los objetos. que en la primera fase de su vida fueron los soportes co juntos de su libido objetal y narcisista, los que le posibilita- ron ubicarse en el lugar del ser y designar sus posesiones para procurarse otro lugar para satisfacer esas demandas. Gracias a la identificacién imaginaria cada yo asume de manera singular su historia y el discurso que la consti- 166 luye. Lo imaginario tiene un papel constitutive en la vida social; los e6digos simbdlicos se apropian de lo creativo de Jo imaginario y a su vez estructuran continuamente lo |maginario. Lo simbélico y lo imaginario son irreductibles y cualquier transformacién de las representaciones sim- ilicas eonlleva una reorganizacién de la subjetividad. PRACTICA CLINICAY PROYECTO TERAPEUTICO “®] analista parece mas emparentado con un rudo (rabajador afandndose sobre su obra y defendiéndola, dis- puesto a arremangarse para ayudar al otro a salir del camino en el que corre el riesgo de atascarse, que con una suerte de asceta del silencio que observa con tranquilidad el espectdculo que se le ofrece y espera que el otro quiera salir de su atolladero, no exigiendo siquiera la confirmacién: de aquello que podria demostrar la legitimidad de esa posicién” (Aulagnier, 1994). La clinica psicoanalitica no es aislable de la metapsico- logia. El énfasis de P. Aulagnier en la articulacién te6rico- clinica se evidencia en su concepto de “teorizacién flotante”. Asf denomina al trabajo preconsciente del analista en el que esta presente la teoria del funcionamiento psiquico, los elementos que éste guarda en su memoria referidoo a la historia de su paciente y a la historia transferencial que ambos construyeron. El analista escucha las palabras del paciente tomando aquellas que tienen una particular resonancia afectiva tanto en su propia fantasmatica como en ese otro espacio de memoria que es su capital tedrico, para transformar una hipétesis de valor universal en un elemento singular de la historia de ese sujeto. ‘Compromiso compartido que se juega en el registro de los afectos y en el registro del pensamiento. Afecto y sentido: las dos fuerzas que organizan el espacio de la experiencia 167 analitica y que a su vez pueden desorganizarlo. Bs, calidad, la riqueza o la pobreza del afeeto con el que el inviste las experiencias que vive, el elemento primot con el que trabajamos en andlisis. El sentido es la posibil dad que tiene el yo de pensar y poner en palabras experiencia afectiva. Para P. Aulagnier la cura no es solamente una apu teérica, porque no tiene por fin el descubrimiento de unt verdad preexistente, sino la produccién de sentido, la c1 cién por el sujeto de palabras y de referentes que le mitan hablar, pensar, elaborar el sufrimiento. Que has de su historia no un mito congelado, sino una historia movimiento, Pensamientos creados, en las que se impont Ja prueba de la duda, y la necesidad de reflexién del yo busca de nuevas significaciones intentando enlazar las hu las mnémicas, los recuerdos, los pedazos de memoria de pasado infantil reactivado por la actualidad de la vida cot diana y por la fuerza atractora de la experiencia transferencial, ‘Trabaja en el Iimite de la paradoja que habita al yo: huir del sufrimiento al precio de perder el objeto de placer y preservar su investimiento al costo de estar siempre bajo amenaza de sufrimiento. Aqui interviene la necesidad interpretar, de encontrar causalidades que interroguen l fantasia, el recuerdo encubridor, ese sustituto de un frag: mento de la historia pulsional con la finalidad de elaburar’ versiones que den sentido a una pagina en blanco 0 a exceso de sufrimiento en el recorrido libidinal. Piera privilegia tanto los sintomas como el sufrimient Para lo cual diferencia la génesis, el momento de aparicién y el intento de resolucién en el sufrimiento neurético y psicético. La concepcién de la interpretacién que propone conside- ra la existencia de tendencias y posiciones tedricas diversas que se fundamentan en los diferentes referentes meta psicolégicos. Para ella es tarea y meta del andlisis, en pri 168 ier lugar, traer a la luz el conflicto psfquico que esta en la base del sufrimiento para ponerlo al servicio de objetivos ulares que refuercen la accién de Eros a expensas de ‘Ninatos, ampliar el derecho y el placer de pensar, de dis- frutar, de existir, propiciando un trabajo de sublimacién que posibilite al sujeto renunciar a ciertas satisfacciones pulsionales que se oponen al ideal del yo. Tarea sélo posible tise establece una relacién de intercambio entre analista y ‘nalizando, Solo asi la creacién permitiré una transfor- ‘acién singular, producto -al mismo tiempo-de un trabajo compartido (Rother de Hornstein, 1987). BIBLIOGRAFIA Assoun, P. L, (1993): Introduccién a la metapsicologia, Buenos Aires, Paidés, 1994, Aulagnier,P. (1984); El aprendi de historiador y el maestro brujo, ‘Buenos Aires, Amorrortu, 1986. (1975): La violencia de ta interpretacién, Buenos Aires, ‘Amorrortu, 1977. —(1986): “El sentido perdido o el esquizo y la significacién”, en Un intérprete en busca de sentido, México, Siglo XXI, 1994. Rother de Hornstein, M. C. (1987): “Historia y proyecto: el yo como devenir”, Revista de Psicoandlisis, tomo XLIV, n° 3. Wagensberg, J. (1999): “Complejidad e incertidumbre”, Mundo Cientifico, n? 201, mayo. 169

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