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cl ¢ ¢ c C C ¢ C C C C C : Los trabajos reunidos en este libro (en dos vo- limenes Semiética I - Semidtica II) constituyen el resultado de varios afios de investigaciones de la au- tora en torno a los fundamentos de la semiética, entendida como nueva ciencia, que retomando la epistemologfa de los estoicos y Platén, la axiométi- ca de Peirce y las teorias de Saussure, y confrontén- dolas con la realidad de los textos —de la novela primitiva francesa a Philippe Sollers pasando‘ por Mallarmé, Roussel y los descubrimientos filosofi- cos y mateméticos cardinales de nuestra cultura oc- cidental, entabla unas relaciones dialécticas —con Marx y Lenin entre bastidores— con las muestras mis significativas del simbolismo de otras culturas ajenas a la nuestra. Julia Kristeva empieza a sentar asi las bases, se- fialando en cada caso sus deudas con otros investi- gadores y el lugar hasta donde han llegado nuestros conocimientos, de una ciencia nueva, la primera ciencia del conocimiento materialista, no dogmati- ca, capaz de dar cuenta del texto y de cémo se en- gendra el sujeto en la historia, no s6lo literara, sino a secas. } UNIVERSIDAD DE CHILE i %, , 9§6Q10g4s8e4 12 i : espiral EDITORIAL FUNDAMENTOS SEMIOTICZ Julia Kris SEMIOTICA 1 <. - 25 espiral/ensayo w. TT “Age fb. 78 990 ao Lore ee Bat v1 JULIA KRISTEVA Unuerotixy (SEMIOTICA 1) TRADUCCION DE JOSE MARTIN ARANCIBIA | Pituto original: Snuctruen, Recherches pour une sémanaly se © Editions du Seuil, 1969 © Editorial Fundamentos, Caracas 15. Madrid 4 14 edici6n, 1978 2 edicion, 1981 ‘Tomo 1, ISBN-84-245-0252°3. Obra Completa ISBN-84-245-0253-1 Déposito legal: M-3922-1981 Printed in Spain. Impreso en Espafia Impreso por Julisn Benita, Ulises 95, Madrid 33 Portada: Dibujo de Escher discursos pretenden uno tras otro apoderarse de ese “ob- jeto espeeifico” que no se podria denominar sin colocar- Jo en una de las ideologias recuperadoras y que constitu- ye el centro de nuestro interés, designado operativamen- te como texto." ‘Qué lugar ocupa ese objeto especifico en la multi- plicidad de las practicas significantes? ;Cudles son las le- yes de su funcionamiento? ;Cual su papel histérico y so- ‘ial? —Tales son otras tantas preguntas que se plantean hoy en dia a la ciencia de-lus signiticaciones, a la SE- MIOTICA, preguntas que no han dejado de atraer al pensamiento y a las que determinado saber positivo acompafiado de un oscurantismo estético se niega a otorgar su lugar. . Entre la mistificacién de un idealismo sublimado y sublimantt y la negativa del cientifismo, la especificidad del trabajo en la lengua persiste, e incluso se acentila desde hace un siglo, de forma que exeava cada vez més firmemente su ferreno propio, cada vez mas inaccesible 1a los intentos del ensayismo psicoldgico, sociolégico y estético. Se hace sentir la falta de un conjunto concep- tual que accederfa a la particularidad del “texto”, ex- traeria sus lineas de fuerza y de mutacién, su transfor- macién historica y su impacto sobre el conjunto de las prdcticas significantes. ‘A. Trabajar la lengua implica necesariamenteremon- tarse al germen mismo en que apuntan el sentido y su suje- to. Es decir que el “productor” de la lengua (Mallarmé) se ve obligado a un nacimiento permanente, o mejor atin, que a las puertas del nacimiento explora lo que le pre~ cede. Sin ser un “nifio” heraclitiano que se divierte con sus juegos, es ese anciano que regresa a antes de su naci- miento para designar a los que hablan que son hablados. Sumergido en la lengua, el “texto” es por consiguiente 8 lo que ésta tiene de mis extrafo: lo que la cuestiona, lo que la cambia, lo que la despega de su inconsciente y del automatismo de su desenvolvimiento habitual. Asi, sin estar en el “origen”” del lenguaje! y eliminando la cues. tién misma de origen, el “texto” (poético, literario o de otro tipo) excava en la superficie del habla una vertical donde se buscan los modelos de esa significancia que el lenguaje reptesentativo y comunicativo no recita, aun si los sefiala. Esa vertical, la aleanza el texto a fuerza de trabajar el significante: la huella sonora que Saussure ve que envuelve al sentido, un significante que hay que pensar aque el sentido, también, que le ha dado an Designaremos por significancia ese trabajo de dite renciacin, estraticacion y conftontacion que se practi caen la lengua, y depositd en la Linea del sujeto hablante una cadena significativa comunicativa y gramaticalmente estructurada. El semanélisis que estudiard en el fexto la significancia y sus tipos, tendra pues que atraveser el sig- nificante con el'sujeto'y-el signo, asi eomn la organiza. cion gramatical del discurso, para llegar a esa zona donde sali Pid a wlogi de os pots ue te prin wate pyndoor en's pa posta ae ames shore 4 buscar Jos origenes de las lenguas y de las letras” Gambatist Vico (}O881800), by setae et 1855, § 428). "Now parece ps eine uses ned eg i se see net -" (ibid, § 460). Herder busca to poten el mole da spacvo labms,Tqualmente, Cale (Historia nconcle del leatng gue sea iteaise ata en musta natalie sac as bas person ue se engin een ecién. Se encuentra una idea similar en Nictewne ee et arte necromantico: remontéi ie necroméntico: remonténdose al pasa, restituye al hombre se retinen los gérmenes de lo que significard en presencia de la lengua. B. Ese trabajo, justamente, pone en cuestidn las le- yes de los discursos establecidos, y presenta un terreno propicio donde pueden hacerse escuchar nuevos discur- 50s. Llegar a los tabiies de la lengua redistribuyendo sus categorias gramaticales y retocando sus leyes seméin- ticas, es pues aleanzar Lambién a los tabiies sociales e his: téricos, pero esta regla contiene también un imperative: el sentido dicho y comunicado del texto (del feno-texto estructuredo) habla y representa esa accion revoluciona- ria que leva a cabo la significancia, a condicion de hallar su equivalente en el escenario de la realidad social. Asi mediante un doble juego: en la materia de la lengua y en la historia social, el texto se plantea en lo real que lo en- gendra: forma parte del vasto proceso del movimiento material e histérico sino se limita en tanto que signifi cado— a autodescribirse o a hundirse en una fantasmago- ria subjetivista. Dicho de otro modo, al no ser el texto ese lenguaje comunicativo que codifica la gramética, no se contenta con representar —con significar lo real. Alla donde signi- fica, en ese efecto destasado aqui presente en que repre- senta, participa en la servidumbre, en la transformacion de lo real que aprehende en el momento de su no-clausu- ra, En otros términos, sin reunir ~simular— un real fijo, construye el teatro movil de su movimiento al que con- tribuye y del que es el atributo. Transformando la mate- ria de la lengua (su organizacién l6gica y gramatical), y evando alli la relacion de las fuerzas sociales desde el escenario historico (en sus significados regulados por el paraje del sujeto del enunciado comunicado), el texto se liga —se lee— doblemente con relacién a lo real: a la lengua (desfasada y transformada), a la sociedad (a cuya 10 transformacion se pliega). Si desarregla y transforma el sistema semidtico que regula el intereambio social, y al mismo tiempo deposita en las instancias discursivas las instaneias activas del proceso social, el texto no podra construirse como un signo ni en el primero ni en el &. gundo tiempo de su arliculacién, ni en su conjunto. I texto no denomina ni determina un exterior: designa 60: mo un atributo (una concordancia) esa movilidad hera- | clitiana que ainguna teoria del lenguaje-signo ha podido admitir, y que desatia los postulados platoinicos de la esencia de las cosas y de su forma?, sustituyéridétos por | otro lenguaje, otro conocimiento, cuya materialidad en | el texto se empieza apenas ahora a aprehender. El texto, | ues, esta doblemente orientado: hacia el sistema signi ficativo en que se produce (la lengua y el lénguaje de tuna época y una sociedad precisas) y hacia el proceso so- cial en que participa en tanto que discurso. Sus dos re. gistros, cuyo funcionamiento es auténomo, pueden des. | 2. Se sabe que si para Protigoras “la parte mis importante de la educacién consiste en ser un conocedor de poesia” (338 e), fen cambio Platon no se toma en serio la “sabiduria” postica (Cra. | tilo, 381-397) cuando no condena su influencia transformadora y liberadora sobre las multitudes (Leyes). Es sorprendente que ia teoria platénica de las Formas que se ve encausada por el trabajo. oético en la lengua (su movilidad, su ausencia de fijeza, ete.) ha- Ne por otra parte y al mismo tiempo un adversario indomable en | 4a doctrina de Heraclito. Y es perfectamente natural que en su | ‘combate para imponer sus tesis sobre la lengua como instrumento | de expresion con Tinalidad didéctiea (387 a, 6), sobre Ia esencia_ | stable y definida de las cosas cuyos nombres son imagenes enga- | fosas (439 4) —hay pues que conocer la esencia de las cosas sin | pasar por los nombres: henos en el punto de partida de lx metafi. sica postplatoniea hasta hoy— Platén, después de haber desacredi lado a los poetas (el texto de Homero no le proporciona pruebas de la estabilidad de la esencia), acabe por tomatlas eon el diseipu- lw de Herictito y el principio heraclitiano de eambin (rutile) ll unirse en prdcticas menores en las que un retoque del sistema significativo deje intacta !a representacién ideo- Jogica que vehitula, o a la inversa: se unen en los textos que sefialan los bloques histéricos. Al convertirse Ta significancia en una infinidad dife- renciada cuya combinacién ilimitada no topa nunca con limites, la “literatura”/el texto sustrae el sujeto a su identificacién con el discurso comunicado, y con ese mismo movimiento quiebra su disposicin de espejo que tefleja las “estructuras” de un exterior. Engendrado por un exterior real e infinito en su movimiento material (y que no es su “efecto” casual), e ineorporando a su “des- tinatario” en 1a combinatoria de sus rasgos, el texto se construye una zona de multiplicidad de sefiales e inter- valos cuya inseripeién no centrada pone en prictica una polivaleneia sin unidad posible. Este estado —esta practi ca~ del Ienguaje en el texto lo sustrae a toda dependen- cia de una exterioridad metafisica, aunque sea intencio- nal, y por lo tanto de todo expresionismo y de toda fi- nalidad, lo que también quiere decir del evolucionismo y de Ia subordinacién instrumental a una historia sin len- gua’ sin apartarle en cambio de lo que constituye su pa- pel en el escenario hist6rico: sefialar, practicdndolas en Ta materia de la lengua, las transformaciones de lo rea histérico y social. Este significante (que ya no es Uno, puesto que yi no depende de Un Sentido) textual es una red de dife- clasiea consideraba la literatura y el arte en ge- neral como una imilacidm: “Imitar es algo natural en los hombres ¥y se manifiesta desde su infancia.. y en segundo lugar todos los hombres se complacen en las imitaciones” (Aristateles, Poética). La mimesis aristotélica, cuya sutileza esta lejos de haber sido reve- lada, fue entendida a lo largo de la historia de ta teoria literaria ‘como una copia, un reflejo, un ealco de un exterior auténomo, para servir de apoyo a las exigencias de un realismo literario. A ta 12 ce eernneanttlinariencceielel rencias que sefialan y/o se unen a las mutaciones de los bloques histérieos. Visto desde la cadena comunicativa y expresiva del sujeto, la red deja caer: — un sagrado: cuando el sujeto piensa Un centro re- gente-intencional de la red; literatura concebida pues como un arte, lq fue asignado el terreno de las percepciones, opuesto al de los conocimientos. Esta disti ci6n que encontramos en Plotino (Bnnéadas, IV, 87: Aurric b ~iivewax rains ovons, me ev vonrie, mé 5€ aiodnrne [Ast Ia naturaleza tiene dos aspectos, uno inteligible, otro sensible) tu recogida por Baumgarten, quien aiid6. con fa palabra, el discurs» esiético: “Los filbsofos griegos y los padres.de la iglesia han dis. {inguido siempre cuidadosamente entre, cosas percibidas (uial. 74) y cosas conocidas (vonra). Es absolutaynente evidente que no ‘gualaban las cosas inteligibles a las cosas sensibles cuando honra. ban con esta palabra cosas tan alejadas del sentido (y por lo tanto de las imagenes). Por consiguiente, las cosas intelectuales deben Ser conocidas por una facultad superior como objetos de la logiea; las cosas percibidas deben ser estudiadas por tna facultad inferiar ‘com objetos de la ciencia de las percepciones.o estética (Al. Gy. Baumgarten, Reflexiones sobre la poesia, § 116 —ed, Univ. de California Press, 1954). Y mas adelante: “a retévica general pue de ser definida como representaciones de los sentidos, la podtice -eneral como la ciencia que trata generalmente de la presentacion Perfecta de las representaciones sensitivas” (ibid., § 117), Si paral esitiaideatista de Kan o “esttco”es un jicio tunis pero subjetivo por opuesto lo onceplua, cm Hosea tre del verbo denominado “poesia” se conve enloom cea Suprema dela Iden en st movimiento de parteanriacte oe Dorsi) abate la tlaidad del expitity humano, tonic mln ca Puulariacion en las mis tind dreclones (Hog Brent ‘La poesia I”, ed. Aubier, p. 37). Puesta asf en paralelo con laf losotia especiatva, a poeta es al mismo tempo ditrenenee de ei ease dele rela que esablee ented todey hee, te: “Giertament, ss obras deen poser una Unidad eareaen, te lo que anima el todo debe estar iuattente nese cot Daitiulr, pero esta presencia, en lgar de ser mareaar'y et nolar pore are, debe permanecer como tn tha Inieeagsreees ante al alma que esta presente en todos los miembros, sin darles 13 — una magia, cuando el sujeto se pone al abrigo de la instancia dominante del exterior que la red, mediante un gesto inverso, tendria como finalidad dominar, cambiar, orientar; — un efecto (literario, “hermoso”): cuando el sujeto se identifica a su otro —al destinatario— para oftecerle (para ofrecerse) la red bajo una forma fantasmagorica, ersatz del placer. Extraer la red de este triple nudo: del Uno, del Exte- rior y del Otro, nudos en que se traba, para erguirse, el Sujeto, —seria quizés abordarlo en lo que tiene de espe- cificamente propio, a saber: la transformaci6n que hace la aparieneia de una existenela independiente” (7bid., p. 49). Asi, siendo una expresién ~una ex{eriorizacién particularizante— de la Idea y porque es lengua, la poesia es una tepresentacién interiori zante que acerca la Idea lo mas posible del Sujeto: “La fuerza de la ereaeién postiea consiste pues en que la poesia modela un con- tenido interiormente, sin recurrir a figuras exterlores o a sucesio- nes de melodias: al hacerlo, transforma la objetividad exterior en luna objetividad interlor que el espiritu exterivrica para la vepre: sentacion, bajo la forma misma bajo la que se halla esa objetivided y debe hallarse en el espiritu” (ibid., p. 74). Evocado para justifi ‘car la subjetivizacién del movimiento poético, et hecho de que poesia sea verbal es pronto dejado a un lado: Hegel se nlega a pen- sar la materialidad de la lengua: “Ese lado verbal de la poesia po- dar lugar a consideraciones infinitas e infinitamente variadas de las que creo, empero, que debo abstenerme para ocuparme de los temas més importantes que me aguardan” (ibid., p. 83). Estas reprodueciones de determinados momentos ideologicos. de 1a concepcién del texto — que cortan en dos la pagina y tien- den a invadirla— no eatin destinadas (inleamente a designar que lo que va escrito en Ia parte superior, como un iceberg, debe leer- se sobre el fondo de una pesada tradicién. Indican también el ma- cizo fondo idealista del que debe poder emerger una teoria del texto: el del Sujeto y de la Expresion, ese fondo que se halla en ‘ocasiones recogido sin eritiear por discursos de pretension mate- rialista, que buscan en la literatura una expresion del sujeto colec- tivo de la historia, 14 experimentar a sus categorias, y construir su territorio fuera de ellas. Es, con ese mismo gesto, darse en el texto un nuevo campo conceptual que ningiin discurso puede proponer. C. Area espécifica de la realidad social —de la histo- ria~, el texto impide la identificacién del lenguaje como sistema de comunicacién de sentido, con la historia co- mo un todo lineal. Es decir, que impide la constitucién de un continuo simbélico que haga de linearidad histéri- ca y que no pagaré nunea —cualesquiera que sean las justificaciones sociolégicas y psicolégicas que se le pue- dan dar— su deuda a la razén gramatical y seméntica de la superficie lingiiistica de comunicacién, Haciendo esta lar la superficie de la lengua, el texto es el “objeto” que permitiré quebrar la mecénica conceptual que instala una linearidad histérica, y leer una historia estratificada. de temporalidad cortada, recursiva, dialéctica, irreducti- ble a un dinico sentido y formada por tipos de practicas significantes cuya scric plural no tiene origen ni fin. Asi se perfilard otra historia, que subyace a la historia line la historia recursivamente estratificada de las significan- cias cuya faceta superficial es lo inico que representan el lenguaje comanicativo y su ideologia subyacente (so- ciolégica, historicista o subjetivista). Ese papel, el texto lo representa en toda sociedad actual: se le pide incons- cientemente, se le prohibe o se le hace dificil en la préc- tica. D. Si el texto permite esa transformacién en volu- men de la linea histériea, no por ello deja de mantener relaciones precisas con los distintos tipos de practicas significativas en la historia corriente: en el bloque social evolutivo. En una época prehistorica/precientitica, el trabajo 15 en la lengua se oponia a la actividad mitica‘; y sin caer en la sicosis dominada por la magia5, pero rozéndola —se podria decir, conociéndola—, se ofreefa como el in- tervalo entre dos absolutos: el Sentido sin lengua por en- cima del referente (si tal es la ley del mito) y el Cuerpo de la Tengua que engloba lo real (si tal es la ley del rito mégico). Un intervalo situado como adorno, es decir aplastado, pero que permite el furicionamiento de los términos del sistema. Intervalo que, en el curso de los tiempos, se alejard de su proximidad con el rito para 4. “Se podria definir el mito’ como ese modo de discurso en que el valor de la frmula tradustore, tralitore tende practice mente a ceto. A ese respecto el lugar del mito, en la eseala de los modos de expresion lingiiistica, esta en el extremo opuesto a la poesia, a pesar de lo que se haya dicho para acerealos. La poesia 6s una forma de lenguaje extremadamente diffe de traducir & tuna lengua extranjea, y toda traduectn implica méltipes defor. maciones. Por el contatio, el valor del mito como mito persist, 2 pesar dela peor traducein Sea cual fere nesta ignorancia de Taengua y dela cultura de la poblacin donde fue recogido, un mito es pereibido como mito por todo leetor, en el mundo ente to, La sistancia del mito no reside ni en el estilo ni el modo de narrcién, ni en la sintaxs, sino en la historia que se cuenta en él. EI mito es lenguaje; pero un lenguaje que trbaja a un nivel muy. elevado, y euyo sentido Hega, si se puede decir, a despegar del miento lingilistico sobre el que comenz6 a rodar” (Claude Lévi- Strauss, Anthropolope structurale, ed. Plon, 1958, p. 232), 5. Analzando la magla en las sociedades denominadas prim Livas, Geea Roheim Ia identifica con los procetos de sublimacion Y firma “ln magia en su forma primera y origina sel elemento fundamental del pensamiento, la fase Inicial de toda actividad La tendenciaorientada hacia el objeto (libido o destrudo) es des- vlada y fijada sobre el Bgo (narcisismo secundari) para constiult objetos intermediarios (cultura) y a hacerlo dominar la realidad con s6lo nuestra magia” (Magle et schizophrénle, ed. Anthropos, 1969, p. 101-102; ef. tambicn para esta tess de Roheim, The Ort agin and Function of Culture, Nueva York, Nervous and Mental Disease Monographs, 1943). 16 aproximarse al mito: aproximacién exigida paraddjica- mente por una necesidad social de realismo, entendien- do éste como un abandono del cuerpo de la lengua. En la modernidad, puesto habitualmente al conoci: miento cientifico formal6, el texto “extraiio ala lengua” nos parece actualmente que es la operacion ma que 6. Como observa Croce (La Poésie, P.U.P., 1951, p. 9), “es en relacin con la poesia como fue abatidonado por primera vez 1 eoncepto del conocer receptivo y planteado el del conocer co- ‘mo hacer", Pensada en relacin con la actividad cientiica, la lite ratura sucumbe a dos actitudes igualmente censurantes. Puede ser desterrada del orden del conocimiento y deciarada del orden de la impresiOn, dg la exeltaciOn, de la naturaleza (en razén, por ejem- Plo, de su obediencia al principio de la “economia de la energia ental del receptor”, ef. Herbert Spencer, Philosophie of Sly ‘An Essay, Nueva York, 1880); de la apréciacion (el discurso poe. fico, para Charles Morris “significa tnediante signs cuyo modo es apreciativo, y su finalidad principal sonsiste en provocer el acuer- o del intérprete de que lo que es significado debe ocupat un Iu. far preferente en su comportamiento apreciativo”, ef. Signs, Lan ‘Euage and Behavior, Nueva York, 1946); de la emovion opuesta a los discursas reforenciales (para Odgen y Richards, The Meaning of “Meaning”, Londres, 1928, et discurso referencial so opone al tipo emotivo de discurso). Segin la vieja férmula “Sorbonae nu- lum jus in Pamnasso”, todo intento cientifico es declarado nade. ccuado ¢ impotente frente al “discurso emocional” El cientifismo positivista comparte la misma definicién del arte, aun reconociendo que la ciencia puede y debe estudiar su te- rreno. “El arte es una expresion emotiva... Los objetos estéticos sirven de simbolos que expresan los estados emocionales, El arts~ ta, como quien le mira o le eseucha, la obra de arte, introduce s nifieaciones emotivas (emotive meanings) en el objeto {isico con. sistente en una pintura extendida sobre un soporte, 0 en sonidos Producidos por instruments musicales. La expresion simbliea 4e la significacién emotiva es una finalidad natural, es decir, re presenta un valor que aspiramos @ gozar. La evaluacién es una Caracteristica general de las actividades orientadas del hombre (human goal activities), y es oportuno estudiar su naturaleza lo gica en su generalidad, sin limitarla at andlisis del arte” (I. Rei SS 7 %, r introduce a través de la lengua ese trabajo que incumbe manifiestamente a la ciencia y que vela la carga represen- tativa y comunicativa del habla, a saber: la pluralizacion de los sistemas abiertos de notaciones, no sometidos al centro regulador de un sentido. Sin oponerse al acto cientifico (la batalla del “concepto y de la imagen” ya no tige hoy en dia), pero lejos de igualarse a él y sin pre- chenbach, The Rise of Scientifie Philosophies, Univ. of California Press, 1956, p. 313). Otro tipo de positivism que no r con un materialismo mecanicista, asigna al “arte” como funcion predominante la funcién cogniliva, y llega incluso a identificarlo ‘con la ciencia: “como la clencia, es una actividad mental, pues to que llevamos determinados conocimientos del mundo al reino del conocimiento objetivamente valido; ..1 papel particular del arle consiste en actuar de tal suerte con el contenido emocional del mundo. Segin ese punto de vista, por consiguiente, la funcién del arte no es proporcionar a quien lo percibe ninguna clase de placer, por noble que sea, sino hacerle conocer algo que antes no sabia" (Otto Baensch, ‘Kunst und Geful”, en Logos, 1923, trad. en inglés en Keflections on Art, ed, de S.'K. Langer, Baltimore, ‘The Johns Hopkins Press and London, Oxf. Univ. Press, 1959, p. 10.36). Si, en efecto, un texto pone en funcionamiento una nola- cion ritmiea del significante y del significado obedeciendo a las le- yes que se ha dado, y se emparenta asi con el intento cientifico, resulta imposible identificar los dos tipos de pricticas significati- +vas (como lo hace H. Read, The Forms of Things unknown, Lon- des, Faber & Faber, 1960, p. 21: ‘La finalidad fundamental de! artista es idéntica a la del sabio: enunciar un hecho... No puedo pensar ningan critetio de verdad en ciencia que no se aplique con idntico vigor al arte”). Incluso si no se acepta el modo de definir fl “arte” y la “‘ciencia” de Read al subordinarlos a la enuneiacién de un hecho, y sise definen sus practicas mediante las leyes de su logiea interna, no deja de ocurrir que la formulacién de un texto inserte 0 no en el discurso ideoldgico la operacion formularia de la ciencia contempordnea, y como tal se sustrae a toda neutrali- dad cientifica, a todo sistema de verdad extra-subjetivo, y por lo tanto, extra-ideologieo, para acentuarse como una prictica inclui- da en el proceso social en curso. da lejos de confundirse 18 tender sustituirlo, el texto inscribe su territorio fuera de la ciencia y a través de la ideologia, como una puesta en lengua de la notacién cientifica. El texto transpone al lenguaje, y por lo tanto para la historia social, los reto- ques historicos de la significancia que recuerdan los que se encuentran sefialados en su propio territorio por el descubrimiento cientifico. Esta transposicién no podria operarse —o resultaria caduca, encerrada en otro lugar mental y subjetivista—, apoyase en la préctica social y politica, y por lo tanto en la ideologia de la clase progresista de la época. Asi, trans- poniendo una operacion de la inscripcién cientifica y hablando una actitud de clase, es decir representéndola en el significado de lo que se escucha como Un sentido (una estructura), la préctica textual descentra el tema de un discurso (de un sentido, de una estructura) y se cons- truye como la operacién de su pulverizacién en una infi nidad diferenciada. Al mismo tiempo, el texto evita cen- surar la explotacién “cientifica” de la infinidad signifi cante, censura Ilevada simultdneamente por una actitud estética y por un realismo ingenuo. Asi vemos en la actualidad cémo el texto se convier- te en el terreno en que se juega, se practica y se presenta la refundicién epistemolégica, social y politica. El texto literario atraviesa actualmente el rostro de la ciencia, de la ideologia y de la politica como discurso, y se oftece para confrontarlas, desplegarlas, refundirlas, Plural, plu- rilingiiistico en ocasiones y polifonico a menudo (por la licidad de tipos de enunciados que articula), pre- sentifica la grafica de ese cristal que es el trabajo de la significancia tomada en un punto preciso de su infini. dad: un punto presente de Ja historia en que esa infi dad insiste. La particularidad del texto asi designado le separa radicalmente de la nocién de “obra literaria” sacada a la 19 luz por una interpretacion expresionista y fenomenol6- ica, fécilmente populista, sorda y ciega al registro de los. estratos difereneiados y confrontados en el significante hojeado —multiplicado— de la lengua: diferenciacién y confrontacién euya relacién cientifica con el goce que ulveriza al tema es vista claramente por la teoria freu- diana, y que la préctica textual deriominada de vanguar. dia, contemporanea y posterior

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