You are on page 1of 31
2de33 194 aman patie, el derecho a la informacién es inalienable, 7 no hay legitimi- dad del poder si no se respeta ese derecho, Aquellos que no se oct~ pan de saber, igual que los que se abstienen de informar, son culpa- bles ante su sociedad, 0, dicho en términos positives, la funcién de informacién es una fincién social esencial. Ahora bien, si la infor- smacién es eficaz, ls distincién entre “imponen” y “‘proponer” seguird siendo pertinence. . No es necesatio encertarse on una alternativa estéril: 0 justificar Jas guerras coloniales (en nombre de la superioridad de la civilizae i6n occidental), o rehusar toda integraci6n con el extranjero, en nom- bre de fa identidad con uno mismo. La comunicacién no violenta existe, y se la puede defender como un valor. Eso es lo que podria - permititnos actuar de modo tal que la trlada esclavismo/eotoniais- ‘molcomunicacién no slo sea un instrumento de andlisis conceptual, sino que también resulte que corresponde 4 una sucesion en el tiempo. 4. CONOCER TIPOLOGIA DE LAS RELACIONES CON EL OTRO Er algo paradéjico equiparar el comportamiento de Las Casas y el e Cortés frente alos indios, y ha sido necesario poner vatiasrestric~ clones 2 esta afirmacién, pues la relacién con el otro no se constituye @ na sola dimensi6n, Para dar cuenta de las diferencias existentes en la realidad, hay.que.distinguir por lo menos tres ges, en los que se puede situa‘ la problemtica dels alteridad: Primero hay ia juicio ée valor {un plano axiol6gico): el otro es bueno 0 malo, lo quiero ©.no lo quiero, o bien, como se prefiere decir en esa Epoca, ¢s mi igual 0 os inferior a mf (ya que por lo general, y es0 es obvio, yo soy bueno, y me estimo. ..), En segundo lugar, esté la.accién de acer~ camlento o de alejanifénto en relacidn con el otro (un plano praxeo- \6gico): adopto los valores del otro, me identifico con él; 0 asimilo alotro a mf, le impongo mi propis imagen; entre la sumisién al otro y |g sumisién del otro hay un tercer punto, que es la neutralidad, O indiferencis, En tercer lugar, conczco o ignoro la identidad del otro (Gste serfa un plano epistémico); evidentemente no hay aqui ningiin absoluto, sino una gradaciOn infinita entre los estados de conocimien- to menos 0 més elevados. Claro que existen relaciones y afinidades entre estos tres planos, pero no hay ningiina implicacion rigurosa; por lo tanto, no se puede reidliciF uno ¥ otr6, rise puéde prever uno a partir del otto. Las Casas conoce a Jos indios menos bien que Cortés, y los quiere iis; pero los dos se encueniran en si politics cbt de asirnilaci6n, El cono- cimiento no implica el amor, ni a la inversa; y ninguno de Tos dos innplica por laidentiicacién com el otro, nies implicado por ella, Con~ guistar, amar y conocer son comportumiéntos auténoimos y, en clerta fofma, elementales (hemos visto que el descubrit se'teiete’més & las tietras qiié'A'los hombres; respecto 2 éstos, a actitud de Colén se puede describir en términos enteramente negatives: no ama, no cone ce y no se identifica) No se debe confundir esta delimizacién de los ees com la diversi- dad que se observa en un solo eje. Las Casas nos ha dado un sjemplo de amor por los indios, pero en realidad él mist ya ilétra mis de (195) { 3 3 2 y | de culpar a individuo por hacerlo. Pero después ds un paso mést 196 conocer ‘THPOLOGIA DE LAS RELACIONES CON EL OTRO 197 luna actinud, y, para hacetle justicia, debemos completar aqui su retra- to. Es que Las Casas pasé por una serie de crisis, o de tansforma- cones, que lo Ievaron 2 situarse:en una serie de posiciones emp rentadas, pero distintas, en el transcurso de su larga vida (1484-1566). Renuncia asus indios en.15{4, pero no se hace dominico hasta 1522- 1523, y esta segunda conversi6n es tan importante como la primers La que habré de interesarnos ahora es otra transformacin més: la que ocurre hacia el final de su vida, después de su regreso definitive ce México, y también después del fracaso de varios de sus proyecs ‘os: podefamos tomar como punto de referencia el aio de 1§50; fecha del debate de Valladolid (pero de hecho no hay aqui una “conver, sign’ clara). La actitud de Las Casa frente alos indos, el amor que les tiene, no son iguales antes y después de esa fecha, Elcambio patece haberse operado a partir de la reflexion ala qua fo llevan los sacrficios humanos de los aztecas. La.cxstencla de 08 uitos era el atgumento més convincents del partido represensado por Sepilveds, que afitmiaba la inferioridad de los indios, por otra parte ‘14 indiscutible (aun si no hay acuerdo en cuanto ala cantidad; cf figs. 20, 21, 28 y 26). Aun varios sighos més tarde, noes dificil imaginar [a reaccin: es imposible leer sin inmutarsc las descripciones redactadas por los frailes espatioles de la época, ‘al dictado de sus informantes. @No son esos sactficios la prueba evidente del salvajismo, y por. lo talito de TZ infetioridad, de los pueblos que los practicant Bee os cltipo de argument que debia refutar Las Casts. Se ocupa de allo cn su Apologia en latin, presentada a los jueces de Valladolid, y, en algunos capftulos de la Apologéica historia, que debien haber sido escriy tos al mismo tiempo. Su razonamiento al respecto.merece tn exae men detallado, En na primera etapa, Las C: ae, inglaso sil canibalismo y el sacrificio humano son condenables ¢a.si, no Se sigue de ello que baya que declarar la guerra a quienes los practi- cat ol remedio tiene entonces el riesgo de ser peor que la enfermiss dad. A eso seatiade el respeto, que Las Casas supone comin a indiog ¥ espafiolés, por las leyes del pais.,Si Ja ley impone el sactificio, al fracticatlo vino se condhice como un buen ciudidano, y no se pues de sulector, y recuerda que ese sacrificio no esté enteramente ausen= EGA propia religion crittiana, “Todo lo antesiotmente expuesto parece confirmarse por la orden dada por Dios a Abraham de inmo- lar a su hijo tinico Isaac, y asf pueda convencerse a los hombres de ue no es del todo abominable el of:eccr sactificios humanos 2 Dios” (Apolegia, 37). De la misma manera, Jefté se vio obligado a sacrifcar 4 su hija Jueces, 11, 31 4s) sAEaso todos los primogénitos no esta ban prometidos a Dios? A quien objetara que todos esos ejemplos Provienen del Antiguo Testamento, Las Casas recordarla que, des~ puts de todo, Jests habfa sido sacrificedo por Dios Padre, y que los primeros cristianos estaban igualmente obligados a hacerlo, si no que- rfan renunciar a su fe; tal era, por 16 visto, la voluntad divina, De manera compatable, en un ckpftulo anterior, Lax Casas zeconocilia ba a su lpeor com Ja iden del canibalismo refiriéndale casos en que ‘hos espsfioles, apremiados.por.ta necetidad,-habfan.comida, uno el higado, otro el muslo de uno de sus compatriotas. La segunda afrmacién (que figura en primer lagar en la argumen- twciGn de Las Casas) es todavia més ambicios: se trata de probar que ¢lsactficio humano no s6lo es aceptable por razones de fe, tao tamt= bién en derecho, Al hacer esto, Las Casas se ve llevado a presuponer luna defidicién aueva del sentimiento religioso, y en ese punto su raz0- znamiento es particularmente interesante. Los argumentos estin tomas dos de la “razén natural”, de consideraciones a prior sobre la natu. taleza del hombre, Las Casas acumuls, uno tas otto, cuatro “previos principios": 1, Todo ser humano tiene un conocimiento intuitive de Dios, es decir, “algo que esti por encima y es mejor que todas ls cosas” (bid, 38), 2. Los hombres adoran a Dios segiin sus cepacidades y a su manera, tratando siempre de hacerlo lo mejor que pueden. * 3. La mejor prueba que uno puede dar de su ainor « Dios consiste «en ofrecerie lo mis preciado que tiene, es decir, la vida humane mais ma-Es el meollo del arguinento, y Las Casas e expresa dela manera siguiente: “E] modo principal de reverenciar « Dios es ofrecerlesacri- ficios, acto éste el nico por el que demostramos que aquel a quien les ofrecemos es Dios y nosotros sus stbditos agradecidos, Ademds, 4a naturaleza nos ensefia que es justisimo que ofrezcamos a Dios, de {quien por tantos motivos nos Feconacemos deudores, por la admi- rable eminencia de su majestad, las cosas mis preciosas y excelentes, {a condena misma se vuelve problemitics, Para este fin Las Casas emplea dos tipos de argumentos, que desembocan en dos afrmacio= nes graduadas El primer argumento es del orden He los hechos, y see apoyado ‘Por acercamientos histéticos. Las Casas quiere hacer que el ‘cio hurmano sea menos extrafio, menos excepcional para el espiritu 5de 33 Fig. 25. Sacrfcado com tos atibues de fa diosa de ta tal Fig, 26. Version romnten dt sxcrifts 8 200 conocén Ahora bien, segtin Ja verdad y juicio humanos, ninguna cosa hay para los hombres més importante y preciosa qie eu vida. Luegé li propia naturaleza ensefiay dicta a aquellos que carecen de laf, gracia y doc~ trina, no habiendo uns fey positiva que ordene lo contratio, y encon- ttindose éstos dentro de los limites dela luz natural, que deben inmo- Jar incluso victimas hurmanas al Dios verdadero o al falso,sies tendo, por verdadero, para que, al oftecerle asi la cosa mas preciosa, se muestren especialmente agradecidos por tantos beneficios recibidos" (bid., 36) : 4. Asf pues, el suctficio existe por la fuerza dela ley nasil, y sus formas serén fjadas por las leyes humana, especialmente en lo que, se refiere a la naturaleza del objeto sacrificado, Gracias a esta serie de encadenamientos, Las Casas termina por adop= tar una nueva posiciéa, ¢ introduce lo que podrfamos llamar el “pers~ pectivismo” en el seno de la religién. Se habré observado céino toma sus precauciones para recordar que e! dios de los indios, aunque no es el “verdadero” Dios, sin embargo es considerado ‘por ellos como al, y que de abf hay que partir: ‘al Dios verdadero o putativo con vsidetado como verdadero” (ibid., 35); ‘al Dios verdadero 0 a aquel que se considera como verdadero” (ibid., 35); “al Dios verdadero 0 !aaquel que, por error, consideraba como verdadero” (ibid, 35). Pero “reconocer que su dios es verdadero'pars ellos, jno es dar el primer paso hacia otro reconocimiento, a saber, que nuestro Dios es verda~ dero para nosotros —sélo para nosotros? Lo que queda entonces de Comin y.umiversal ya no es cl oaks fa religin cristiana, al cual todos deberfan llegar, sino la idea migma de divinidad, de lo que esté, Por encima de nosotros; mis bien la religiosidad que la religisin La parte presupuesta de su razonamiento es también su elemento mds radi ‘cal (més que lo que dice del sacrificio mismo): es verdaderamente sor- prendente ver que se introduce el “perspectivismo" en un campo que tan poco se presta a él, El sentimiento religioso no se define por un contenido universal ¥ absoluto sino por sti orientacién, y se mide por su intensidad! de tal manera que incluso si el Dios cristiano es en si una idea supeHidr ala que se expresa por medio de Tezcatlipoca (eso es lo que cree el cristiano Las Casas), los aztecas pueden ser superiores a los cris nos en materia de religidsidad, y de hecho lo son. El concepto mis tho de religién sufie una transformacién total. “Pero las naciones | ‘TIPOLOGIA DE LAS RELACIONES CON Ft OTRO 201 que a sus dioses oftecian en sacrificio hombres, por la misma razén mejor concepto formaron y més noble y digna estimacién tuvieron de la excelencia y deidad y merecimiento (puesto que idélatras enge~ fados) de sus dioses, y por consiguiente, mejor consideracién natu- ralmente y mas cierto discurso y juicio de raza y mejor usaron de los actos de! entendimiento que todas las otras, y a todas las dichas hicieron ventaja como més religiosas, y sobre todos los del mundo se aventajaron los que por bien de sus pueblos oftecieron en sacrifi- io sus propios hijos" (Apologética historia, ut, 183). Dentro de la tra- dicign cristione, en opinién de Las Casas, 6lo los midtired de las pri- meras €bocas podian compararse con los fervientes aztecas. Ast pues, al enftentarse con el argumento més embarazoso, Las (Casas ge ve llevado a modificar su posici6n y ilustrat por esta tis ‘ma turén tna vatiante del amor que uno tiene por el otro; un amor que ya no es asimilacionista sino distributive en cierta forma: cada tho tlene sus propios valores; la comparacién ya s6lo puede referir- se arelaciones —del ser con su dios— y noa sustancias: no hay més universales que los formales. Aungue afizma la existencia del dios nico, Las Casas no da la preferencia a priori a la via ctistiana para... ‘alcanzar a ese dios. Le igualdad, aqui, ya no se paga,fon el pedof : ide Ia identidad; no se trata de un valor absoluto: cada quien tiene Le derecho de acezcarse 2 dios por la via que le convidhe. Ya no hay ‘un Dios verdadero (el nuestro), sino una coexistencia de univetsos posibles: alguien lo considera como verdadero. .. Las Casas ha deja do subrepticiamente la seologta y practica una especie de antropolo- Bfa.religiosa, lo cual, en su context, ef ailténticaniiite trastdthuinte, ues bien parece que aqucl que asume un discurso sobre la religién da el primer pato hacia Is renunciacién del discurso religioso mismo. Le serd todavia mis ficil aplicar este principio al-caso general de la alieridad, y poner entonces en evidencia Ia relatividad del concep / to de “barbaric” (pareceria que es el primeto que lo hace en la 6poca! sidilema): cdds quien es el barbaro del otro, para serlo basta con hablar una lengua que ese otro desconoce; no ser més que un bor~ borigmo para sus ofdes. “Lo mesmo se suele lamar bérbaro un hom- bre comparado a otro porque es extraiio én la manera de la habla, cuando el uno no pronuncia bien la lengua del otro {.. J; y ésta fue {a primera ocasién, segiin Estrabén, en el libro 14, que se tuvo para amas los griegos a otras gentes birbaras, conviene a saber, porque no pronunciaban bien, sino rudamente y con defecto, la lengua griega: y desta manera no hay hombré ni nacién alguna que no sea de la otre-cualguiers barbara y barbaro. Asi lo dice Sant Pablo de sf mis~ 7 de 33 202 conocéa tio y.de los otros, 1% ad Corinthis, 14: Si ego nescieo virutem vos, ro cui loquar barbarus, et qui loguitur miki barbarus, Y asi, estas gentes estas Indias, como nosotros la estimamas por bézbarat elas, tam- bigs, por no entendernos, nos tenfan por birbaros" (bid, ut, 264). El radicalismo de Las Casas le impide toda solucion intermedia: afitma, como en la etaps anterior, la existencia de une sola religion verdadera, lo cual lo lleva inevitablemente a equiparir « los indios ‘con una fase anterior, y por lo tanto inferior, de la evolucién de los extopeos, 0, como lo hace en la vejez, acepta la coexistencia de idea- lesy de valores, rechaza todo sentido no relativo de la palabra “bar- bao”, y por lo tanto, toda evolucién. Al afirmar la igualdad en detrimento de la jerarquia, Las-Casas toca un tema cristiano clisico, como lo indica la referencia a San Pablo, citado también en i Apology esta otra referencia, al Evangelio segiin San Mateo: ‘Ast que todas las cosas que quisiersis que los hombres iciesen con vosotros, asi también haced vosotros con ellos" (7, 12). ‘Comenta Las Casas; “Esto cualguies hombre con la luz natural impre- sa en nuestra mente lo conoce, aprende y entiende' (Apologia, 1). Ya hhablamos encontrado el tema del igualitarismo cristiano, y at mismo tiempo habfamos visto hasta qué punto era ambiguo. Todos, en esa época, invocan el espiritu del cistinismo, En nombre, de la moral ctistiana los eatélicos (y, por elemplo, et primer Las Casas) {indios come sus iguales, or lo tanto sus semejantes,y tratan de asi | milaclos a ellos. Los protestantes, por el contratio, teniendo pred "tes las mismaas referencias, acusan las diferencias y afslan a su comu- nidad de la comunidad indigens, cuando é2tas se encuentran on contacto (curiosamente, esa posicin no deja de recordar la de Sepal- veda). En ambos catos se niega la identidad del otro: ya sea.en el plano de la existencia, como en el caso de loz catélicos, ya sea en el de los valores, como sucede con los protestantes, y es un poco irrisorio buscar cudl de los dos partidos cs campeén en la via de 1 + destruccién del otro. Pero es en Ja doctrina cristiana donde el dltimo 1 Las Casas descubre esa forma-superio?' del igualitirismiogue-es el | petspectivismo,,donde cada quien se pone en relacién con sus Walo= P88 propios, en vez de confrontarse con wn ideal tinico. ~~ No hay que dlvidar al mismo tiempo el earécter paradjico de esta union de términos: “una religion igualiarisea"; expla la compleji- dad de la poricin de Las Casts, Bsa misma paradoja tiene su ilustre~ ‘ida en otro episodio de la historia de las ideologias y de los home bres, mis © menos conteiporénco: el debate sobre la finitud o la infinitud del mundo, y por consiguiente sobre la existencia 0 inexi ‘TPOLOGIA DE LAS RELACIONES CON Bt O7RO 203 fencia de una jerarquia interior al mundo, En sa eretado en forma de didlogo. De yinio universe ¢ mond, escrito en 1584, Glordano Bno, dominico como Las Casas, entrenta dos concepciones, Una, que afirma el cardcter finito del mundo y la jerarquia necesatia, es Gefendide por el aistexélico (que fo se lama Scpilveda) I otra la suya propia. Asi como Las Casas (y San Pablo antes de él) haba afir~ inado Ia relatividad de las posiciones « paris de las euales se jungan 16s asuntos humanos, Brurio lo hace en relacién al espacio fsico, y Biege la existencia de toda posicién privilegiada, “As{ que la teste no,esté en el centro [del universo], no mis que cualquier otto mun do; ¥ no existen puntos en el espacio que pudiesen formar polos def- nidos y determinados para nuestra terra; de igual menera que ésta no forma un polo definide y determinado para ningin otro punto del éter 0 del espacio del mundo; y esto es cietto pata todos os demas cuerpos [del universe]. Desde puntos de vista diferentes todos pue~ den ser mirados como centros o como puntos de la circunferencia, como polos o como cenit, y asi sucesivamente. Asi pues, la tetra no.esel centro del universo; s6lo es central en relacién a nuestro pro Pio.espacio circundante. (,. .] Una vez que se supone un cuerpo de ‘amafio infinito, se renuneia a atribuirle un centro 0 ana perferia” (2). No s6lo la tierra no ex el centro del universo, sing que tampoco Jo es ningtin punto fisico; la nocién misma de centro s6lo tiene sen, {ido en relacién con un punto de vista particular: el centro y Is peri- feria son conceptos tan relativos como los de civilizaci6n'y barbarie (Vain mis), “No hay en el universo ni centro ni circunfecencia, sino gue el conjanto es central, y también se puede considerar todo pun- to como una parte de Ja circunferencia, con relaciGn a otro punto central” (3), Pero la Inquisiciéa, que habta sido indulgente para Las Casas (ni hablar de San Pablo!), no admite la afirmacién de Bruno: excluldo ya de la orden de los dominicos cuando escribe estas'fases, poco después habia de ser apresedo, jusgado por herejfs y quemado-en Ja plaza piblica en 1600, Gltitio‘aio del siglo que habfa visto las hichas de Las Casas, Lo igualitario de sur discurso es, como el de Las Casas, 3 la ver cristiano y antireligioso: pero el pimer componente e el ue oird: los jucces de Lat Casas, mientras que los de Bruno oyen el segundo, Quizés eso se deba a que la afirmacién de Las Casas se efiere al mundo de los hombres, para el cual, al fin y al cabo, on concebibles diferentes interpretaciones, mientras que la de Bruno se efiereal universo entero, que incluye a Dios —o precisamente, que no lo incluye, lo eual pertenece al dominio del sucrilegio. Bde 33 204 conocer ¥ sin embargo es un hecho digno de asombro: no se objeta nada’ a los proyectos propiamente politicos de Las Casas, hacia el final de su vida. Claro que no se los scepta, sino que simplemente se los igno= +3; por lo demés, es dificil concebir cOmo tales proyectos pudieran siguiera empezar a realizarse, con lo ut6picos que son y con lo poco ue tienen en cuenta los intereses comprometides en la empresa. La solucién por la que se inclina Las Casas es conservar los antiguos estados, con sus reyes y gobernadores; predicar en ellos el Evange- lio, pero sin el apoyo de los ejércitos; si eros reyes locales solicitan integrarse en una especie de federacién presidida por el rey de Espa- fia, hay que aceptarlos; s6lo se aprovecharin sus riquezss s ellos mis- mos lo proponen: "Y si los reyes de las Indias quisieren traspasar ‘exlos reyes de Castilla el derecho y sefiorfo que tienen sobre las minas de oro y plata, petias y piedras y las salinas. .." (“Carta a fray Bare tolomé Carranza de Miranda”, agosto de 1855). Bn otras palabras, ‘Las Casas le sugiere al rey de Espafs, ni més ni menos, que zenuncie 4 sus posesiones allende el Atlinticb. Y la nica guerra que conside- xa serfa la que hiclera el rey contra los conquistadores espafioles (pues ‘Las Casas sospecha que éstos no querrin renunciar de buen grado ‘sus conquistas): “La orden que tiene menos inconvenientes y con- tiene el verdadero remedio de tantos males, y los reyes de Castilla creo yo, coma creo en Dios, ser de precepto divino, 2 poneria por guerra y mano armada, si no pudieren por paz, etiam con riesgo y peligro de todo Jo eemporal que tienen en las Indias obligados, es sacar los indios de poderio del diablo y ponerlos en su prfstina liber- tad, y a sus reyes y sefiozes naturales restituirles sus estados” (bid). Resulta as{ que la justicia “distributiva” y “perspectivista” de Las Casas lo leva a modificar otro componente de su posicién: renun- cia, en la précrica, al deseo.de asimilar alos indios, yelige la via neu tral: los indios mismos decidirfn sobre su. propio porvenir. Examinemos ahora algunos comportamlentos dentro de la pers- ectiva del segundo eje que.hemos marcado para describir las ela Glones con el otro, el de Ia acciénde idéntifigacion 6 devasimnilacioin ‘Vasco de Quiroga offece un ejemplo original de esta hima. Es mieni= ‘bro de la Segunda Audiencia de México, es decir, pertenece al poder administrative; mis tarde es obispo de Michoacin, Se parece en ‘muchos aspectos a os dems humanistas, ya sean laicos 0 religiosos, que tratardn de proteger en México a los indios contra los excesos ée los conquistadores; pero se distingue netamente de ellos en un punto: sa actitud cs asimilacionista, pero el ideal al que quiere asimi- lar alos indios no esté encarnsdo por él mismo o por I2 Espafa con- ‘TTPOLOGIA DE LAS RELACIONES CON BL. OTRO 205 temporénca; los asimila, en suma, a un tercero, Vasco de Quiroga fene una mente formada por la lectura: primero la de los libros cris fanos, pero también la de les célebres Saturnalias de Luciano, donde s¢ expone detalladsmente el mito‘de la edad de oro; por aitimo, y Sobre todo, la lectura de Is Utpia de Toms Moro, En suma, Vaseo de Quirogs afirmia que los espafioles pertenecen ana fase decaden- te de la historia, mientras que los indios, por su parte, se asemejan 4 los primeros apéstoles y 2 los personajes del poemave Luciano (aun, sien otras partes, el obispo de Michoasin también es capaz de repro- bar sus defectos): “Parece que habfa en todo y pbr todo la misma ‘manera cigualdad, simplicidad, bondad, obedientia, humid, fiestas, Juegos, placeres, deberes, holgeres, ocios, desnudez, pobre y menos. reciado ajuar, vestir y calzar y comer, segtin que la fetiidad de la tierra seo daba, oftecia y products de graca y cuasi sin trabajo, ti dado ai solicitud suya" ("Informacién en derecho”, p. 380), Con eso se puede ver que Vasco de Quiroga, a pesar de su expe- riencia “de campo", no habfa levado muy lejos el conocimiento de los indios: spoyindose en algunas experiencias superficales, como Colén o como Las Casas, no ve en ellos lo que son, sino lo que él quisiera que fueran, una variante de los personajes de Luciano. Sin embargo, las cosas son un poco més complejas, pues esta visién idea lieante se detiene a medio camino: los indios efeceivamente encarnan 1a vision idflica de Vasco de Quiroga, pero estin lejos de la perfee~ cign. Ast pues, por medio de tna accién deliberada que ejerce sobre cllos, él seré quien transforme esta promesa en und sociedad ideal Por eso, a diferencia de Las Casas, no habré de ejercer su accién con dos reyes, sino con los propios indios. Recurre para ello ala ensefan~ 12 de un sabio; un pensador social, Tomés Moro, ya ha encontrado,! en su Utepla, Jas.formas ideales. que Convienien. para la vida‘ Personas. Es significativo el hecho de que Moxo, nor-su.parte.se ins Dit6 pari pintar su utopfa en Jos primeros.relatos-entusiastas sobre el Nuevo Mundo (hay en eso un fascinante juego de espejos, en el ie Tod iialentendidos de interpretacién motivan la trasformacién de la sociedad). Asf que s6lo queda promover este proyecto en la realidad, Vasco de Quiroga organiza dos aldeas siguiendo las pres~ cripciones utopistas: una cerca de la cludad de México, la otra en Michoacés, ambas llamadas Santa Fe, que strana la vex su espiri~ tu flantrépico y los inquietantes principios del-estado ut6pieo, La uunidad social de base en Is familia extendida, formada por diev a doce parejas de adultos emparcntados, bajo las érdenes de un padre de familias os padves eigen a su vez al jofe dela aldea, No hay servido- 9de 33 ee conocer res y el trabajo es obligatorio, tanto pars los hombres como’ para las mujeres, pero no puede pasar de seis horas diarias. Todos alternar obligatoriamente el trabajo en el campo con el trabajo artesanal; lat ganancias de su produccién se dividen equitativamente, segiin las necesidades de cada uno, Los cuidados médicos y el aprendizaje (tanto espititual como manual) son gratuitos y obligatorios; estén prohibi- dos los objetos y las actividades de lujo,e incluso se proscribe el uso de ropa de color. Los “hospitales"-alteas son los Gnicos propieta- ios de los bienes, y tienen derecho a expulsar a los que se portan ral, es decir, 2 los insumisos, a los bareachos o a los haraganes (cierto €5 que en la realidad no se cumple este programa). Vasco de Quiroga no tiene ninguna duda en cuanto a la superio= ridad de ests forma de vida y considera que para alcanzarla Som Vale dos todos los medios: asfcon Sepailveda y contra Las Casas, e5 un defensor de las “justas guerras” contra los indios y del reparto de éstos on encomiendas feudales. Lo cual no le impedis, por otra par= te, actuar como auténtico defenisor de los indios contra las preten- siones de los colonos espafioles, y'sus aldeas gozan de una gran popt- laridad entre los indios. ‘Vasco de Quiroga ilustra un asimilacionismo incondicional, aun- que original. Los'ejemplos del comportamiento contrario, de identi~ ficacién con la cultura y la sociedad de los indios, son mucho més raros (mientras que abundan los casos de identificaci6n en @l-otro sentido: la Malinche era uno de ellos). El ejemplo mis puro es el de Gonzalo Guerrero. Déspués de naufragar fientea las costas de México en 1511, cae, con algunos espafioles més, en la costa de Yucatén. Sus compafieros mueren; s6lo sobrevive Aguilar, el futuro intérprete de Cortés, que es vendido como esclavo en el interior del pais, Diego de Landa, obispo de Yucatén, cuenta el resto: "Que Guerrero, come entendfa la lengua, se fre a Chectemal, que es la Salamanca de Yuca tn, y que alli le ecibié un sefior llamado Nachancén, el cual le dio a cargo las cosas de la guerra en que [estJuvo muy bien, venciendo muchas veces 2 los enemigos de su.sefior, y-que enseié-a los indios pelear mostréndoles (la manera de] hacer fuertes y bastiones, y que ‘con esto y con tratarse como indio, gané mucha reputacién y le casa ron-con una muy principal mujer en que hubo hijos; y que por esto runea procuré salvatse como hizo Aguilar, antes bien Iabraba eu cuer~ po, criaba cabello y harpaba las orejas para traer zarcillos como los Indios y es crefble que fuese idélatra como ellos” (3), ‘Asi que tenemos una identficaciGn completa: Guerrero adopts Ja Hengua, 1a religién, los usos y costumbres. No debe asombrar | | TPOLOGIA DE LAS RELACIONES CON EL OTRO 207 gntonces que se niege a unisse a las ropas de Corfés cuando éste desembarca en Yucatin, y que dé como razén, al decic de Bemal Diss, precisamente au integracin a la cultura de lo indios: "Tignenme por cacique y eapitén evando hay guerras;idos con Dios, que ya tengo Jabrada la care y horadadas ly orejas.;Qué dicin de mi desde que ‘me vean e508 espafoles ir de esta mancral Y ya ves éstos mis hijtos cudn bonicos son” (27) Se piensa ineluso que Guerrero no se mans tavo en esta posiciGn de neutralidad y de reserva sino que luché con. tralos etrcitos de los conquistadores a la cebera de les tropas yuca. tecas; segin Oviedo (0. 32, 2), fue mucrto en 1528 por al lugarteniente de Montejo, Alonso de Avila, en una batalla contra el cacique de Chetumal, El caso deGuerrero: curioso porque ilustra una de las variantes posibles de le relacién com el otro, no ciene un gran significado his {6rico y politico (también en exo es el contratio de la Malinche): nadie sigue su clemplo y hoy en dia es claro para nosottos que eso no podia. haber ocurtido, pues no correspondia en nada ala relacign de las fer. 4228 que sc enfrentaban. Sélo trescientos afios mis tarde. cuande la independencia de México, veremos —pero en circunstancias taral- ‘mente diferentes— a los criollos tomando el partido de los indios contta los espaioles. Un ejemplo més interesante, por més complejo, de sumision dela los indios, es el del conquistador Alvar Niiiez Cabeza de.Vace, Su destino es extraordinatio: primero parte a la Florida con una expe- dicién capitaneada por Pénfilo de Narvaez, a quien ya habfemos encontrado en otras circunstancias. Hay nauftagios, ocurrenciss desastrosas, calamidades de todos tipos: el resultado es que Cabera de Vaca y algunos de sus compaicros se yen obligades a vivir entre los indios, y.de la misma manera que ellos, Luego emprenden un largo viaje (ja pie), y aparscen en México ocho afios después de su legada a la Florida, Cabeza de Vaca cegresa a Espata para volver 4 ite unos cuantos alos mis tarde, ahora como jefe de una expedi cin a lo que actualmente es e! Paraguay. También esa expedicion acaba mal, pero por otras razones: Cabeza de Vaca, en conflicto con sus subordinados, es destituido y mandado a Espatia, en cadense, Sigue un largo proceso, que piertie; pero deja dos relaciones, cads una de ellas dedicada a uno de sus viajes. En sus juicios sobre los indios, Cabeza de Vaca no da muestras de una gran originalidad: su posicién es bastante cercana ala de Las Casts (antes de 1550), Los estima y no quiere hacerles dao si hay ‘evangelizacién, se debe Uevar a cabo sin violencia. “Claramente s¢ a P1q¥sod $9 fu LozsisoN5 spew Uo soared 9¢ ou nae, 9p e2aqeD “vadoana vimana vf © vpususzzed ns ayusues “*P 2}pu epta ns ap oxepar un miqosa ap oysay ower fy “(Z] 4) .opmuai souiaqey seyp sonisontz ua anb ao9eyd zodeun ap soy ap oun any Up a1sg,, sojouedss sowto x rayuan2ua opueny eBay weld ean 31UDEE“eIpu pepepos 2 us gux9 onb opesBoaut of 3p zesad y “(ce *) «somaueduioo stu audios gi 924 oj 04 jst X “peptandea efanee 9p 2988 op tqey ous anb expacortasmus ng ue eztezadso aan audition AP 9P 98 FOL BP Ay “tOKNS £0] UoD asarunar e 3 ro amb ‘oanofgo ne vo ~tRU Eplajo oooduey, -(¢z 1), o1ss0ped 1g seurdso sé ap nb onsout 01 p tues spur omgno sezpistiog & ‘oureuzop jut rod anb aBues 5 uo & oastonsef rondwapa: oxsonu ap upfsed e] uo resued ous of ~anstoo ju oypowes oz20 ‘ta aus sofeqzas sous ua opueno esa ON, ‘SormgIp spur seqanad seus suass0s of ezsuazy wis &‘Teamqn> pep suspy exdoid ns eptaro eauowour upSure ug “osopteano ap seanyad sis ua seueney9 sotospero 4 Yonatioung ap opyo fe aiqepese 33, ‘aj anb ,eedoans,, uppeagnsnt en key woqdutoo se eau ugg ‘uapF F[ 0394 “soya ouo> auzoo A (soya owos epnusap epu 0) SOT | 0WUGD Busta 3s A seuappti S6f 2p sorogo sojexdope ata ap ezaqey “owen un & zeyotse2 & eBoy ‘osby sou atop arduroys souopueasouuyseso ‘t2eA op ezaqED UOT nb of Soumaazo ag “(51 ") ,ciuorumes uong upSle uetsIory sou aenb soy wo aseapdso & ‘pryes 2sotp so anb soya oxisent so%¢]# sout Piped anb rofaut of 2080 & spuepy any wn A szpou song un sez02 A ‘sopreydos 4 sojopugniyiues vie sowems somosou anb tos erouett ¥y, seuepsin souorper0 uespar ‘peprndes soem ered A uued eno 294 “SP H9Y $e] OFary uoD wemTaINED A uexBUES £0] ‘sotUIRAUD soy wore ns wey ‘soueur se ouodun errant soy sete Spur sosopuemm S01 ¥ ueasseqo sured eun iod cupjemdsuy 2ygop wun woxon waBiga anb seonogad se] ‘zeadaoe rod ueqeoe ‘sazoaja soy unaqnb 9] sorpun s0{ owto2 otod ‘sewuaiadwroouy ueze0p 26 ‘eszuaonea wensoMUL 98 $9] ~Sueds9 so] ordioured py “uoroue nett ns. ope 89, A ‘soUagD $01 ¢ seano uopand sotrnstio sozsyeduzoo ans & toe, ap 822423 onb uapiaap Sorpur so ‘stppadqued seus ap spndsop ‘anb ous ‘epesaqnop up 29 bun $e On “uFUEEYP ‘suayaId 2510 oxapueAna aajona ae calueSor “STUY Sy efAEpod 69 89", 9p ezaqED soxef> anb ofayo puntos |g ‘91 ") ,opproues Anu e39 sojpe aaaie A ‘saejape a 2p exqey ats 2pugp 0d eqeosng of ‘otf us opuepue anbiod ‘fedpourad spur oy &‘sesapeaseuy stu: ap exed ~s91 10d ‘zoutoo 9p weqep out A omuarureien wang wejoey aa raj an taatnb aptop 4 ‘oaeyosa 22 ou 4 ‘eunfpe e600 © opeSqgo eso ou & ee (O8LO 73 NOO s=NOIOVIM sv ga YOOTOMLL ‘gpanb spuop 3 ered peasaqy eyuay Jp us opuepur onbsod ‘uarq put Faqeiso om Oyo 2189 J, “od ‘seyD0U $9] wed soounl uumUE 3p -Wajard ‘anus op sejoseaea ‘seupipour ‘somusune sauan ono [9 onb ond ‘soa an ap soiofgo so] oun epeo & opuedst ‘soto Je A r2509 &| “bud oupute> 2 32509 uys 2220003 ‘soue spar Iseo srueaNp :ozoUOHN, ap 2 59 o20tund 1g “sorago sop Je02a[9 x opeziay 9A a6 “tALADIqOS 21eg “(ehgis0d) uororognuapt ey ap oud jo us syuouuapran so aaes ~o201uy Sus mynsos e2eA op FadqeD ap o[dwals fo apuop AE o19g “(Gz ') ,8020 soy 9p sorrel 4 seaquimasoo se] 32928 tzasap saiquioy So] sopo,, anbzod so ‘epenn: ‘soap tonogad wun wo esoiorur os 1 {(o¢ 1) ,,sourumy sezquioy so, ‘9p seuisnput A sopueBuy soy uos souenes A sosroatp weno tozou09 98 A tan os anb ered, $9 ‘eopuopi tun ap epsnou ep is gz 4), eff 2p sopepryynonied sean sourrya ‘euu98 ey opuessacaze ‘stbiod,, so ‘opniosar un 387918 :ugrednooard ns expndxo souozseso seqze ue sqensea 80 ot osg ‘sorpur soy ap reraundsa K jeuaneu earayno e] 34qo8 so7] =Rr9p Foromea K ‘eaqnosap anb sauoroeygod re] A souotfox se] ap ugD ~duosep ojquiou von auaruc9 ore[a3 ng “sorput so] 2p epta 2p opout IPP oxen 4 ospazd omtenitoouoa ns 30d upiquiea ous ‘22300 z © anb soxpuy soy ¥ tatq spun o8iatp as "eBosnd ap o2seA 3p ¥] owOD “‘ugpoe ns anb us seaed se] ap anSupspp os o[9s ou we, ap Fz2qG25 “(e's ‘ofctuafo 20d +o) ofja © wea as 1s exzon 1A ‘ossayams uandsze sonpur so] anb fei uoo zed e] saauraxd anb o} suopuaanbae jap sofoy yaso tour “tums Ug “eyfany selap us ‘seouoRHD apsap sopeunuzaaxe opis wey ugpsaria ua sojqand soy ‘(gz ‘t) ,,s0se9 ssymefamis ua arypeaoade ood ot uaqans anb ‘sopipue A sauquica -809 sns ap sopestat upisa soy Uo> son w MOraTUTA OF s9o04 seUNE TE ‘nb sot, anb exed ‘sompuy so; ap exouson8 roqus9a e] omuaureperperop ‘arp: A “sewire sey e mianooz epand 96 anb aAnjoxo oN “(pe “) pea ~unyoa vuang {nus ap [s0Bnue wos anb soi] souenst9 so] Y WaANS tepeu ~optpuode uoig Anur 59 [eazen t89] eo ap arta 7, waiquien o (og *) ,gpprpuos Jofout ap & ‘exon eas9 20d somrepey amb oaue$ sauatp 340 spur uf ang tag, zzpto}g ta eastpo e] sueesnp “zaprouss epoa uo ‘exepzop 4 oqusnizezean wang,, 289 10d oama{qo ns eprajo ou og, -sajoyrdss somo soy ¢ suodo of anb o1styuoo op sesneo se] ap eumn $3 "pnp Ups ‘sorput so] uoo sauoepos sis uo opeDyide op eres A ‘owunse P opeprare ey ou ‘eieta ¥] 2p pra yep sopeusaqo8 so opuens ‘ored ‘somput so] 22209 opos exwanous ds onb us oyusuroUn po us LgnK=Ljax FISD 8H (Ze ") ow ono & ‘oxox Anus ound s9°2959 amb A eatapH eye dong wo9 sopeaay| as ap wey ‘prsofew jeradun e] op eiouomp ~2qo © & sous 198 v seppeize 49s exed ‘sepoa sozuad seis anb 3A wDONOD 802 SF 8D AL, 41 de 33 210 conocen ‘tmaginarlo @ Ia cabeza de los ejécitos indios contea los expan, fi tampoco casado y con hijos mestizos, Por lo demés, en cuanto ‘wuelve a encontrar “Ia” civilizacin en México, toma el batco pase egresat a Espafia} nunca habri de volver ale Florida, a Tejas 0 al norte de México, ¥ sin embargo esa prolongada estancia no deja de ‘marcarlo, como lo vemos en particular en el relato del final de su Periplo, Ha alcanzado los primeros puestos avanzades espatoles en compafia de amigos indios, a quienes alienta a renunciat a toda accion host, asegurdndoles que los cristianos no les hatén ningiin dato. Pero subestima la codicia de éstos y su deseo de conseguir esclavos; asf que lo engafian sus propios co‘teligionaries. “Nosotros anddbar mos « les buscar libertad [a los indios), y cuando pensdbamos que 4s tenfamos, sucedi6 tan al contrario, porque tenfan acordado [los Gristianos] de ir a dat en los indios que eavisbamos asegurados y de paz; y ansi como lo pensaron, lo hicieron; levéronnos por aquellos monies dos dias sin agua, perdidos y sin camino, y todos pensarmcs perescer de sed, y de ells se nos shogaron siete hombres, y muchos ‘amigos que los cristianos trafan consigo no pudieron legas hasta otro lia a mediodta a donde aquella noche hallamos nosotros el agus” (s 34) Parece que aqui el universo mental de Cabeza de Vaea se fambalea, con ayuda de la incettidumbre en cuanto a los ceferentes

You might also like