Capitulo primero
La ignorancia de Ia arquitectura
a at est ina un i dee 0 de rin
de ln argulcctur con un rsproche pars el péblice, Die
tteve lio defn vein CGS biogratn se abren
Con diatribe y apoogis:
eo pblce interes por Is pitara y la mics, por
scalar y la literature, pero no por a argue, Un
{Btlectal que se avergentaria de to conocer un pater de
ia'caegris de, Scbstano del Fiombo _poldecera ae
techn de ignorar un condo de Mate o sna poe de
Bhnrdy concn sin recato no saber quénes un Buona
oun New
wpe darosdedican columnas enters aun mevo ido
de Koenter oa una expsién de Bars, pero igooran la edie
ficacin de una nuers bra srgsteeténza, asi ea ceca
tadn por un autor remmbrnds. Si bien todo ro que Se
‘pea ene uma cic sstemitien sobre misca, teat,
‘Gtunstoqiay por lo menor, ina clumna semanal sobre
Srl arqutestara queda como “la gran glad;
“Ss camo.no exe una aderuida propaganda para di
fundis Ia buena arqitetur,tampaco een instruments
tfiaces para impedir que resin feldades en el came
pods lacontrotciin. Pancons Ia cenara para is fis
Pars la bteratrs pro no para car scales wba
Snr anpltetnioo, cya conesienca son bastante ms
{gave yprolngadar que lar de ln publacin de una novela
orngriica;
"EE embargo (aqul comienmn las apoogas), todo ot
mango es doeto de apagar la rain, deserar de Tos concer{
12 Capt primero
tos, aborrcer el cine y el teatro y de no leer un libro pero
adie puede cerra los ojos frente a todas Tas eificaciones
‘que integran la escena de la vida ciudadana y evan el sllo
el hombre a los eampos y al paisaje.
"No nos podemos limitar a comprobar Ia existencia de este
esinerés del pblico por la arquitectura, ya que no puede
Ser considerado como alge fatal o inberente a la naturaleza
hnumana' 0 ala naturaleza de la produccién ediicia®. En
cnt hay, sn dada, difieultadesobjetvas y hay también una
incapacidad por parte de lo arqutects,historiadores y er-
ticos de arte para hacerse portadores del mensaje arquitec-
‘6oieo y para difundir el amor a la arquitectura, por lo me-
nos en la masa de las personas cultas.
"Exit ante todo, la imposblidad material de transportar
ceificios sun hagar dado y hacer alli una exposiién como se
ace con lov ciadros. Es necro pseer un interés por cl
tema y estar provsto de una gran buena voluntad para ver
la arquitectura con cierto orden e inteligencia. EL hombre
medio que vista una ciudad monumental y siete la obliga-
én de admirar sus edificios, los recorre segin criterion de
Ubicscién meramente pricticos: hoy visita en un determi-
fnado barrio una iglesia baroca, después una ruin romana,
Juego una plaza modema y una baslica protocrisiana; més
tarde pata a otro sector de a ciudad y, en la “segunda jor-
nada” de la gula, reeae en Ja misma confusiéa de ejemplares
rquitetinicosalejadosy diversos™ ¢Cudntos turistas se pro-
ppnen visitar hoy todas las iglesias bizantinas, mafiana todos
{os monumentor del Renacimiento, pasado mafiana las obras
rmodemas? {Quién de nosotros reste a Ia tentacién de rom-
per este orden para admirar aquella torre roménica que se
‘ergue tras una iglesia barroca, o para entrar de nuevo en
"Fane, gu al ea lence del mano, junto at
piedras gétias de Santa Maria sopra Minerva? en
Fecoger en toda Europa los euadres del Tiziano o de Bruegel
yy revelar us personalidades en grandes exposiciones; se pue-
Jaen ejecutar las obras de Bach o Mozart en concieros uni-
a tuernoci de Ia aguitcturs 3
tarios, pero una exposici6n de Francesco di Giorgio o de New
‘mann tiene cada uno que credrsdla con su propio esfuerm
fisico y moral, que presupone una pasién por la arquitectura.
sta pasién no existe. La tenacidad y Ia dedicacin de los
arqueoges, ex te mertorias en el eampo filol6-
flo, se elevan diffcmente « aque nivel de evocacin sinté
fica que tiene un eco inctante en el pblico. Los arqitects
profesionales, que por suri ls problemas de Ia edifeacin
‘contemporinea tlenen una profunda pasién por la arquitec-
tua en el sentido vivo de la palabra, carecen hoy en su ma-
yoria de tna cultura que les dé derecho a entrar legitima-
Tente en el debate histrioo y erftico. La cultura de los
Anqultectoe modemor ett ligada, demasiado frecuentemente,
‘a m polémica, Luchando contra el academicismo falsario €
imitador, muchas veces han deelarado, quizis incosciente-
‘mente, desintrés por las obras auténtcas del pasado, y
hhan renunciado asi a tomar de ells el clemento conductor,
vital y perenne, sin el cual ninguna nueva pesicién de van-
tguardia se ampila en una cultura. No hablamos solamente
Ge F. Lloyd Wright y de eu hostiidad hacia el Renacimiento
italiano: a un genio todo le esth permitido y en especial
falta de objetvidad extica. Pero también el culturalismo de
‘Le Corbusier, este rorar superficial y este juzgar, por impre-
sones lar €pocas bistricas de la arquitectura,* constituye
‘ms bien un elogantey brillante ejerccio intelectual que una
sportaciin fecunda de renovacién ertica. "Les yeu gui ne
Dojent pas", los ojos que no vefan la belleza de las formas
ppristas, hoy no ven ¥ no entienden las leceiones de Ia ar
‘guitectura tradicional
‘Ad, pues, queda mucho por haces. Es tarea de Ia segunda
generacién de arquitetor moderns, wna ves superada la ro-
tura psicolégica del acto de gestcién del movimiento fun-
‘Gonalist, restablecer un orden cultural. Pasado el tiempo
fe la exhibiciin de novedades y de los manifests de van-
(guardia, la arquitectura modema se inser‘a en la cultura ar-
fuitecténiea, proponiendo en primer término una revisionCapt pier
etn de ea imac, Ee dante gue os
‘Srpica en su ears por dat una base yuna historia a
frre moderna, disero' sin rales y por integra Ins ex=
fencinsincividuaesY sociales que aparecen hoy en forma
Seems entre iberad y plnificacion y entre eaturn y
feleteas np pocde empleat al dirgine al pasado y pe
Zrnmente a aniston de Ie argultecura, don diinos me-
ter de uo para In arqutcars moderna la tradicional
Habrens dado un paso decsivo en el camino de exta cle
{ura cuando seameseapsces de adopar los mises rites
fatostvos parla argueeracenterporinesy para agi
Ta que fu constraida en ls siglos que nov presediern,
‘Decay deeeas de ios de etic, de ete y de ix
torn dela eequitecra podilan ver jurgados através de ura
procba de fuego: inseremor un capital sobre arqutstara
nema en ls wokmenes de cardcterarquelogico- hits,
{ controlemos ls conepts eras nformadores teen =
Java valer; en ls voldmenes de eardter apologésco-mo-
‘etme lmertches lo captuls sobre argutecura del para,
S$ advertiemos os absurdor a ue Hvala la exten een
Lloret cna 0 colic, $e
Sposa que, cm uma experenia de ete geet, los vols
‘ne no elinables reducran a muy poe. Con eto la
‘mayora e los bros hstrens racsafan por falta de aquel
to de viliad, ex deer, de capaciad para hablar =
it ince ya los Hombres vives sn el eual la era a
huode de 1 arquectarsHegavfan a er arqucloga ene
Tensio murto de In palabra: Muchisimos entre los libros
‘cles fllarian por su parealidad modemisa, por aque
‘tune contnaninente fan y tan mendtonamente o-
fenun de ios que cada mata deacubren Ia revelacion fun-
alin, una revelacin vieja ya de un euarto de il, ai
Stade com profsony adguiid clrratmente, que por tat
fa‘alomaido aquela edad madura en la cual cal te, y
{ada mensaje humano, propane temas mis vases qu Ia
propia autodefens.
1a iguranct de In argutctun 5
Estas son someramente las posiciones del piblico, de los
arquelogosy de los arquitectos. Pero a qué punto han Ile-
{2200 los ertioe de arte? Aparentemente han dado un paso
Sdelante. Cuando, hace més de quince afios, socidloges y
pensadores tipo Levis Mumford ya se interesaban por los
problemas de la arqutectura hiGriea y eontemporinea, era
Faublino encontrar evtcos de arte que se dedicaran especifi-
famente 2 esto: problemas. Hoy es distinto: si miramos en
fuestro torn, podemas citar en todos los patses extcos de
arte que se ocupan casi exclusivamente de arquitectara, y
fin ninero asaz mayor que se interes en ella periédica-
merce Es signifiativo que, en las revitas de ates figurativas,
To arquitectura Sea estudiada mis 2 menudo; que las revistas
‘mennuals, como el "Magazine of Art" de Nueva York o el
londinense ‘The Studio", publiquen una resefia sistemtica
de las obras arquitcténicas mis importante, y que experts
fen arguitectora entren hasta en la redaccién de
‘l"London Times” y el "New York Herald Tribune”. Tam-
‘ign en Tali, algunes entre los mejores eiticos de ate, como
‘Argan y Ragghianti, comprenden perfectamente la impor-
tana que tienen estos esudios y eolaboran a la dfn de
‘Pero si pasamos a analizar ete fenéeneno, confortante a
primera vista, veremot con frecuencia que, més alla de st
fapatiencia cuanttativa, su substancia no es satsfactoria. La,
‘azin fundamental es Ia misma por la que resultan inadecua-
dos los capitulos de arquitectura en la mayor parte de los
textos de historia del arte, escrtos por ertens de are.
{Cul ex el defeeto eatacteisico del modo de tatar Ia
arguitectura en las historias del arte comunes? Consite —se|
hha repetido a menudo— en el hecho de que los edificios se
jumgan como si fuesen esculturas 0 pinturas, de un modo ex:
{emo y superficial como puros fenbmenos pisticos. Y estes
‘un error de planteo filosico més que de mitodo eric. Afir
‘mada a unidad de las artes y, por consiguiente, dado titulo
para comprender y juagar cualquier ebra de arte a todos18 Cento prinere
Jos que entienden de alguna actividad artistic, Ia masa de los
‘rlcosextinde lor métodos valoativs de la pintara al cam-
po entero de las artes figurativas, reduciendo todo a valores
Pictérieos, De esta forma olvidan considerar lo que es espe-
fico de ia arquitecturay, por tanto, diferente de la escul-
fra y de la pintura. Desculdan, pues lo que, en el fondo,
tiene valor en la arquitectura como ta’
En los Gtimas eincuentaafios, y especialmente en ls ite
mos trenta, Ia renovacién de la pintura, del cubismo en ade
lante, ha mareado una simplifcacion en la ecuacin pict6-
rica. Los movimientos que se han sucedido, han procla-
‘mado en primer lugar la liberacién del tema y de la seme-
Janz, después el arte abstracto. Se ha gritado a todes los vien-
tos que el contenido no tenia valor, y al fin se ha eliminado
‘Leantenide mismo, Eines, color, forma, volumen, masa, e+
pacio-tiempo son las palabras tabi de ia critica figurative
fnedema, ls cuales han resonado en la opinién pblica con
frases parecidas: se ha dicho que el artista “esiiza” Io hu-
mano y que el valor de la pintura modema es de carécter
"arquiecténico™, Este adjetivo resuena en todas partes con
cl poder de una sentencia definitiva. Desde un dibujo de Van
Gogh a un bajorrelieve de Manzi, desde el Addn de Epstein
‘al Guernica de Picasso, todo To que tiene una forma expresiva
Sintética, todo To que’ se propone expresar figurativamente
fo esencal de una realidad sin la ayuda de adjtivos y deco-
raciones, se ha definido arquitectnico. De esta manera Ia
Arqultectura se ha vuelto a. poner de moda no por sus mé-
tos intrnseces, sino por Ia “arquitectonicidad”, a alse pue-
de decir, de los movimientes pictbricos moderns.
El fendmeno pareceré menos sorprendente si consideramos
‘que a pesar de todas las declaraciones teGrico-estéica, la
‘tia figuratva se habfa fundado ampliamente sobre el con-
fenido representativo. La arquitectura permanecia ireduc-
tible al ertico de arte medio, precisamente porque no le
permitfa, en si calidad de “arte abstracto”, todas aquellas
rocaciones roméntico-picol6gias alas que estaba acostum-
1a igemenin do a argues «7
‘brado en materia de pintura y escultura. Una vez que la pin-
‘ura modema impiso una rovacin del voesbulat cio,
Se recureé de un modo especial ala argltectora y ala me
Sica, as cuales, en una caficaién tan spericial como ab-
turds, venian cmparcjadas a causa de u pretendide fater
dad en la abstracein
Desde el punto de vista de na erica elects y de brillan-
tex social esta modema confsiin de las lengua bla nf
ras posbiidades. ¥ también estodiass seriy, como Gie-
tion, se han complacido en comparar el equlirio de una
ballerina de Degas on la extitien del arranque de lor arcos
dela Galerie des Machineren la expsiiin de Pats de 188,
‘bin en parengonar un cindro de Mondsian con un plano
de Mics Van der Robe o un eoquema urbanistien curvilineo
a Le Gauls whut Horo 9 dew
Jones: todo juegos de azar agradables como gimnasia inte:
(So poe dates ae fa
spade pede ate de cbime de Le Ca
ie, del consructiviamo de Terragen sa primera épora,
el neoplasticismo de Mies, y podemos considerar eto at
‘baton a veces juts, en lo que se refiere a una vaga dicen
sel gusto, y es siempre agradablesy etimulantes. Pero hay
aque reconocer dos hechos: 1) con este método no se hace
‘otra corn que seguir splicando a Ia arquitectra los eritrion
de Ts entieapetria, con la nea diferencia de que hoy dia
‘ aplicen lor conceptos vidos para la intra contempord-
nea a In arquiteccam contemporines, mientras que antes fe
aplicaban los de la pintura tradicional a la arquitectura tr
Gleional; 2) por ete camino Inertia y Ia historia de la
‘quitcrara no progresan un slo paso.
TE ignorancia de la arquitectra. Bl desinterés por In a.
quitectura Pero frente «tl confusgn ertea, pedemos cule
ar sinceramente al pblin? ¢No es, quis, la fale de una
clara y valida interpretacién de la argitectura quién deter-
fina exe desinterésy eta igorandia’ Silos ingenieros con-
‘aan excribendo horas de In argitectora que son histo.18 Cantilo rime
ras de ln construccién técnica, ce6mo querer que el gran
‘blico lot siga? Silos arqueblogosperssten en ensayismo
Filligion, coémo pueden pretender apasionar por el anunto
8 las personas no especializadas? Si, por otra parte, los cr
ticos de arte flustran la arqutectara como un reflejo y un ee9
dle as tendencias pictricas,zpor qué ranén el piblico deberk
dletenerseen la arquitetura, y no dtigirse a las fuentes pri-
imeras ex decir, a fa pintura y a la esultura?
‘Si queremos verdaderamente ensefiar a saber ver la arqui-
tectura, debemos proponernos, ante todo, una claridad de
‘étodo. El lector medio que hojea ls libros de estétca y de
Crit arquitectnica queda horrerizado por Ia vaguedad de
sen "hr y sombra, “eri
ei “balance”, “atmo”, "masa", “volumes
“cardcter”, “contraste”, “personalidad”, “analogia"
buts dela arqutectura ue los dint autores ctalgan,
2 menudo sn preciar a qué oma se reficren, Todos tienen
Siertament un gar lego en la itoria de la arquter
furs, pero con una concn: que ext clarada la exencia
deta arqutectura,
Ta cgenia dun nuevo plantco ertco —parece supe
‘tuo afimario— no es exe bro el primero et proponera.
Foera de is intulcones de lon exis y de les hetrindores
Tnuguot de Lao'Tsé » Viher, de Vase a Goethe, de
Schopenhauer a Mileia'y » Wallin ye puede decir que
Ca ied ea rennencme l ans
Sie que serie a ema eigen. Bn a prduccén erica
‘Ge los ltimos afios, estas alusiones se han hecho cada ver
this reeuntes; algunos volimenessfaladamente el de Powe
ber, han abierto el camino, La preente contbucin no
Uiazseibrimiento nuevo simplemente pretnde compendia
Y celaecer los rests eridcos mls feclentes yrecoer el
Thmensy tatajo desarollado, con intelgenia y ten, por
lew extn anteriores
Arqitect,
Capitulo segundo
I espacio, protagonista de la arquitectura
‘La ausencia de una historia aceptable de la arquitectura
proviene dela falta de habituacién en Ia mayoria de los hom-
bres para comprender el espacio, y del fracaso de los histo-
adores y de ls eritioos de arquitecrura en aplicar y difundir
‘un métedo coherente para el estudio espacial de las edifcios.
“Todos los que han refleionado sobre este asunto, aunque
sea fagazmente, saben que el acter primordial de la ar-
dquitectura, el cardcter por el que se distingue de las demés
actividades aristeas, reside en su actuar por medio de un vo
‘abulario tridimensional que invlucra al hombre. La pintura
acta en dos dimensiones, aunque pueda sugerit tres o cuatro
a escaltura acta en tres dimensiones, pero el hombre per-
‘manece al exterior, separado, mirndolas desde fuera. La ar-
uitectura, por el eontrario, es como una gran excultura ex:
cavada, en euyo interior el hombre penetra y camina.
‘Al sere encargada una casa, el arquitecto presenta una
perspectiva de una de sus vistas exterioresy, tal vez, otra del
living-room. Después propone planta, frentesy seecones, re-
presenta el volumen arquitectonico descomponiéndolo en los
planos que lo contienen y lo dividen; paredes exteriores €
{nteriores, planos vertcalesy horizonales. Nuesta ineduca
cif espacial provene en gran medida del wo de este método
de representacibn, que aparece en los libros ténicos de his-
tora de la arquitectura y, adjetivado con fotografias,en los
textos ‘e historia del ate.
‘La planta de un edificio no es en realidad, mas que una
proyeccién abstracta sobre el plano horizontal de todos sus
‘muros, Una realidad que nadie ve fuera del papel, y cuys