@ LA GRACIA
de Amedeo Cencini
Canossiani
ontinuamos con laacla-
racién del concepto. Y
nos preguntamos: ,dénde y
cuando nace la idea de la for-
macién permanente (FP)?
{Esun simple fruto de estos
tiempos frenéticos de cam-
bios repentinos y novedades
inéditas, que hacen obsoleta
la formacié6n recibida hace
tiempo? 0 es, sobre todo,
una cuesti6n intelectual, de
actualizar estudios o inven-
tar estrategias apostélicas?
Evidentemente, también es
esto, pero va mucho més alla
de la motivacién sociolégi-
ca, pastoral o intelectual.
La FP nace de la idea de for-
macién como proceso de
conformacién con los senti-
mientos del Hijo (cf. VC, 65):
si ser consagrados, en otras
palabras, significano sdlo se-
guir al Maestro (modelo del
seguimiento), ni tampoco lle-
gar a imitar sus comporta-
mientos (modelo de la
imitaciOn), sino tener en si
sus mismos sentimientos,
emociones, deseos, impul-
80s, proyectos..., su misma
humanidad, entonces esta
claro que se desea el camino
de toda una vida, hasta la
muerte. Sera la muerte, de
hecho, con todo lo que le pre-
cede (enfermedad, vejez, li-
mitaciones varias...) el
momento en el que la identi-
ficacion con Cristo llegaré a
suméximo grado, incluso en
el cuerpo hecho similar al
misterio de su pasion y muer-
te. Es en este sentido, en el
que FP quiere decir verdade-
ro proceso educativo, que
actiia en profundidad como
un descensus ad cor, que no
se cierra a la exterioridad de
la condueta, sino que con-
{Gratia plena!
mueve el mundo interior dela
persona, sus motivaciones, su
inconsciente, sus afectos, las
raices del yo. Es ahi donde de-
be ocurrir la conversién, de
otro modo la formacién es fic-
cién, ohasta falsedad.
De aqui surge otra implica-
cién formidable: si forma-
cién quiere decir tener los
mismos sentimientos del Hi-
jo gquién puede llevar ade-
lante en nosotros tal proceso?
Evidentemente s6lo Aquél
que conoce al Hijo, o sea, el
Padre. La FP no es una ope-
racion psicopedagégica, sino
teolégica, 0 teolégico-trinita-
ria; es el Padre quien forma
en nosotros el corazon del
Hijo por el poder del Espiri-
tu. Y, puesto que el Padre de-
sea esto profundamente,
podemos estar seguros de
que lo realiza en cada instan-
tede la vida, como don y gra-
cia constante. Ni un solo
momento de nuestra historia
humana carece de esta gracia
divina; puesto que no hay
ambiente, situacion, relacién,
apostolado, éxito, fracaso,
edad... que no pueda acoger
este deseo apasionado de
Dios Padre y convertirse en
propuesta o lugar donde eso
se realiza.
En este sentido nuestra vida
es gratia plena, como la de
Maria. ;Gran misterio!
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