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SENASA SMENTACION Peace ge Cee TaN (a Lea ala temperaturamedia del planeta El Eyjafjall, localizado sobre un glaciar, ha inyectado en las capas altas de la atmésfera grandes cantidades de ceniza, diminutas particulas abrasivas acompaiiadas de gases dcidos que, ade- mas de complicar el transito de aeronaves, pueden llegar a comportarse como un auténtico escudo frente a la radiacién solar, fendmeno que en algunos casos ha llegado a oce ionar perturbaciones climaticas a escala global. Montero, PERIODISTA AMBIENTAL. N 1992 DOS GESLOGOS ¥sTADOU- nidenses, Mich Stephen Self, apuntaron la posibi- lidad de que una crupeién volcinica de 1 Rampino y enormes proporciones fuera la causante de una anomalia en la evolucién del gé- nero h mano. La catistrofe que pudo afectar a nuestros ancestros se produjo 44 + estratos + VERANO 2016 hace unos 74,000 aitos cuando el voledn Toba, situado en la isla indonesia de Su- matra, exploté con una violencia que hoy s dificil de imaginary, arrojando a la at- mésfera unos 800 kilémetros ctibieos de ladas con otros 2.000 kilé- metros ciibicos de diversos materiales. La nitud 8 (0 cenizas mez erupcién, calificada de POR José Maria “megacolosal” en el argot de los vuleané- logos), puede considerarse la mayor ¢ las registradas en los tiltimos veinticinco millones de aitos Las cenizas aleanzaron las capas mis altas de la atmésfera y se extendieron por todo el planeta. Algunos autores conside- ran que la columna de humo voleénico pudo alcanzar los cuarenta kilémetros de altura, yl cierto es que se han encontra doestratos con importantes capas de eri zas, procedentes del Toba, en diferentes emplazamientos de India y China situ dos a miles de kilometros de distancia del volcin, EI la atmésfera filtré Ja radiacin solar has scudo de cenizas que se instalé en taoriginar un acusado descenso en la tem ura media del planeta (descenso eva~ unos 3 °C), lo que provocé un nviemo voleanico global que pudo exte derse a lo largo de unos scis o sicte afios, E -giones templadas, sefialaron Ram~ pinoy Self la temperatura media pudo lle~ gar a descender unos 15 °C, lo que pre vocé una brusca alteracién en las condiciones ambientales. Al margen de 6808 seis o siete afios donde el impacto cli- mitico de la erupcién del Toba pudo ser extremo, también se sospecha que las alte raciones atmosféricas causadas por el vol- cin provocaron una etapa de frio intenso que se prolongé durante unos 1.800 afios Y que afect6 al conjunto de la biodiversi: dad terrestre Un antropélogo también estadount xy H. Ambrose, combin6 toda esta informacién con algunas evidencias dense, S obtenidas a partir de estudios genéticos en los que se seftalaban ciertos “cuellos de botella” en la historia evolutiva de las poblaciones humanas, es decir, momen- tos en los que se manifestaron reduecio~ nes dristicas en el ntimero de individuos. Y una de estas reducciones coincidia, pre cisamente, con la época en la que el Toba originé un invierno voleénico global. A jui cio de Ambrose, la catistrofe colocé casi al borde de la extincién a las diferentes especies de humanos (Homo sapiens y neandertales) que entonces poblaban el planeta, de manera que sélo vivido las poblaciones de Homo sapie que vivian en las zonas ecuatoriales. ian sobre Ambrose legs a considerar que este fendmeno también influyé de manera decisiva en la diferenciacién humana. El invierno volcdnico, argument6, terminé provocando el aislamiento de unas pocas poblaciones humanas que tuvieron que adaptarse alas condiciones de cada empla- zamiento, lo que explicaria, segiin este antropélogo, la escasa diversidad genéti ca de nuestra especie y, sin embargo, los diferentes caracteres fisi¢os que se mani~ fiestan en las numerosas etnias. Como el propio Ambrose explica:“Cuando la diés- ficanos modernos pora de los humano: pasé a través del prisma del invierno vol- cnico del Toba, aparecié un arco iris de diferencias” orias de Rampino, Self y brose han sido muy discutidas y hoy no Las t se sabe a ciencia cierta cual fue el verd: dero impacto que la monumental erup- cin del Toba tuvo en las poblaciones hhumanas de hace 74.000 afios. Incluso se discute la intensidad del invierno global originado porel escudo de cenizas que se instalé en la atmésfera, ya que algunos Gientificos chinos, como Meng-Yang Lee, han demostrado, estudiando los restos de otras meguerupciones ocurridas hace miles de afios, que si bien el bloqueo de las radiaciones solares o1 miento del clima éste no causa alteracio- nes a largo plazo y mucho menos origi En el caso del Toba, clima del na una glaciaci6n sefialan estas investigaciones, planeta yase deslizaba hacia una etapa mais fria y la erupcién sencillamente acelers este trinsito, El afo sin verano Aunque el ej rencia habitu nplo del Toba es una refe: a la hora de conectar las erupciones volcénicas con ciertas altera ciones climaticas, no es necesario remon- tarse a sueesos que ocurtieron hace miles de aiios para certifiar esta conexién Aunque modifiquemos la escala de nuestro calendario, de nuevo tendremos que situamos en Indonesia, en una peque- da Sumbawa donde se ubica bora, pro upciones colosales. Es fa isla Uh elvole nista de otrade esas € este caso la gran explosién se produjo en los primeros dias del mes abril de 1815,aunque laacti- vidad voleinica se prolongs hasta finales de agosto de ese mismo aiio, arrojando a la atmésfera unos treinta kil6mettos caibicos de cenizas y otros materiales. La erupeidn provoeé un tsunami que barrié zonas lito rales situadas a casi 2.000 kilémetros de dis tancia, provocando la muerte de mas de 80.000 personas. Los vuleandlogos consi deran que ést es el mayor cataclismo vol cinico de los tiltimos diez mil afos. Crater del Tambora (Indonesia) Su erupcén en 1815 provocd anomalis climsticas documentadas. eStratOs + VERANO 2010 + 45 En su libro El hombre y ef clima, el fisico sancés Jacques Labeyrie se atreve a calcular el volumen de cenizas que el Tambora arrojé a la atmésfera: “Es logi- co pensar que se hayan inyectado, por encima de los quince kilémetros de altu- ra, por lo menos 150 millones de tone~ Jadas de estas particulas de polvo muy fi impidi6, durante varios afios, caer al nivel sles 3s. Su dimensin de pocos micro del mar”. De acuerdo con los vientos pre: dominantes en las capas altas de la atmés- a y su diferente orientacién ¢ intens atitudes, Labeyrie explica cémo las cenizas del Tambora fe dad segiin las distinta terminaron por cubrir todo el plane por eso se han encontrado estratos con cenizas procedentes de esta erupcién en Groenlandia o en las mesetas heladas de Ja Antirtida. Pero lo cierto es que a comienzos del siglo XIX nadie se influencia que una erupcién voleinica, reocupaba por la localizada en una remota isla del sudes- te asiitico, pudiera tener en el clima. La i6n entre ambas circunstancias ya bia sido esbozada por Benjamin Fran: Klin a finales del siglo XVII, pero no se str5 como cie 2, con as correspon dientes evidencias cientificas, hasta que en 1963 se estudiaron los efectos de la cerupcién del voleén Gunun; Iaisla de Bali Sin embargo, y aunque entonces no pudiera establecerse esta relacién, la erup- cin del Tambora provocé una serie de anomalias climaticas bien documenta- das que dieron lugar, en 1816, 2 lo que los historiadores del clima denominan “el n.un extenso articulo, publicado en LR Aficionado ala Me lahistoriadora Carmen Gozalo de Andrés detalla las particul s condiciones ambientales que se registraron en diferen- tes puntos de Europa durante aquel afto atipico. “La ciencia meteorolégica de aquel momento —explica— no relacio- 16 el continuo velo de polvo atmosféri co ni los deslumbrantes crepasculos con la erupcién del voledn Tambora, cuya existencia probablemente desconocia. Se contemplaba con estupor el comporta- miento del extrafio verano que habia 46 + estratos + VERANO 2010 Vinculos con el cambio climatico La relacién entre vulcanismo y cambio climéitico también puede establecerse ala inversa, considerando que éste Gitimo puede estar en el origen de algu nas erupciones. El vulcandlogo islandés Freysteinn Sigmundsson advierte de que la erupcién del Eyjaffall tiene causas “totalmente naturales, pero el recalentamiento global y la consecuente disolucion de los glaciares islandeses puede favorecer nue- vas erupciones”. En el caso de este voloan, precisa Sigmundsson, “no creemos que la reduc- cin del hielo haya sido importante, pero nuestros estudios sugieren que en las préximas décadas habré erupciones mas grandes y frecuentes debido a la disolucién de los hielos causada por el recalentamien- to global”. Idéntica opinion expresa David Pyle, profesor de Ciencias de la Tierra en la Universidad de Oxford, quien explica que el derretimiento de los glaciares y la elevacién del nivel de Jos mares son circunstancias que cambian la distribucion de ‘enormes cantidades de agua, que liberan y aumentan la pre- si6n en los suelos. Estos cambios de presién aumentan la posibilidad de movimientos sismicos y rupturas. "Muchos vol ‘canes de América de! Sur —detalla— estan cubiertos por hielo, y si el cambio climético hace retroceder a estos gla- ciares, los volcanes se volveran mas susceptibles a los des- laves y la erosion, y esto puede desencadenar inundaciones”. Juan Lépez de Uraide. director de Greenpeace Espaiia, afiade otro elemento de reflexion a este vinculo entre vuk canismo y cambio climatico. “Por mas que nos parezca imposible de igualar a un fenome- no de la magnitud de una explo- Vista del Parque sién volcénica, las emisiones Nacional de les wt antropogenicas de gases de efec- canes en Haw. to invernadero son mucho mayo- res que las de los volcanes. Cada afio las erupcio- nes volcénicas emiten entre 110 y 250 millones de toneladas de di6xido de carbono. gParece mucho? Pues las actividades humanas muttiplican por cien esa cantidad”, ‘Aunque es cierto que se han manifestado fen6- ‘menos de enfriamiento global asociados a una erup- ci6n voleénica, como la del Pinatubo, Lopez de Ural de sefiala que esos fenémenos “son puntuales yen riingtin caso inducirén una reduccién de la tenden- cia de calentamiento global consecuencia de las emisiones de gases de efec to invernadero de la actividad humana”. Y desde luego Ia erupcion del Eyjafjall, or sus caracteristicas, no parece que vaya a contribuir a ese enfriamiento cir cunstancial y transitorio. No cabe por tanto considerar, como han llegado a defender algunos espe- cialistas, que la Tierra tiene mecanismos geoldgicos de compensacién del ‘cambio climatico entre los que se anotan las erupciones volcénicas. Ese meca- rnismo, que offece un falso consuelo, no existe. Desgraciadamente, una vez mas la mano del hombre desborda a la naturaleza. . Juan Lez de Ural, director de Greenpeace Espa

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