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4 4 LA HISTORIA DE LA LITERSTURA COMO PROVOCACION DE LA CIENCIA LITERARIA : : _ La historia de la literatura, en nuestra época, ha caido cada vex més en des- crédito, pero ello no ha ocurrido en modo alguno sin su culpa. La historia de esta digna disciplina describe inconfundiblemente en los tltimos ciento cin- ‘cuenta afios la trayectoria de una constante decadencia. Sus méximas reali- zaciones pertenecen en conjunto al siglo x1x. En la época de Gervinus y Scherer, De Sanctis y Lanzén, escribir Ia historia de una literatura nacional se consideraba la obra culminante dela vida del filblogo. Los patriarcas de la dis- ciplina vefan el fin supremo de ésta en presentar, en la historia de las obras literarias, la idea de la individualidad nacional en su camino hacia sf misma. En la actualidad, este encumbrado camino es ya un recuerdo lejano. La forma superada de la historia de la literatura viene arrastrando una existencia suma~ mente precaria en la vida intelectual de nuestros dias. Se ha conservado en tuna exigencia para examen del Estado condenada a la supresién, Como asig- natura obligatoria ha sido casi suprimida de la ensefianza secundaria en Alemania. Fuera de esto, las historias de a literatura pueden encontrarse ain en todo caso en las bibliotecas de la burguesia cna, que, a falta de un diccio- nario més adecuado, las consulta para resolver ciertas cuestiones literarias.' 2. En esta ct sigo a M. Wehal, quien ikimament ecibié sobre «Sinn und Unssinn der Literurgeschichtem (pabicado ene suplemeolitrario del Neve Zincor Zeiong dl 6 de brero de 1967) y, desde oto panto de vist, promos también que la cienialteraria vovera Jos oj ala historia. De los wabsjos mas recientes sobre el problema dela historia de a litera 1 (ciades« continaacién slo con la indcacién dl fo) sonozco los siguientes: R.Jakobson, <, en Bade dedites ou quaritme Cengis de linger: Trav ds Circe Lingus de Pro se (1936) pp. 173-191; id, «Der Begrif der Bvoltion in der Lieratrgesthichten en Grund serge dor Literatur Seagat-Berin- Magan, 1965. Leo, «Das Problem der Litera- targeschichte> (1930), en Schon und Wirklhiit i Dane, Fankéut, 1956, W. Kraus, «Literatur 07 LA HISTORIA DE LA LITERATURA COMO PROVOCACION Fs evidente que la historia de la literatura va desapareciendo de los cur- 50s universitarios. No es ningsin secreto que los fildlogos de mi generacién han sustitaido la exposicién tradicional de conjunto 0 por épocas de su fieratura nacional por clases con una problemdtica histérica o sistemética Li produccién cientifica ofrece un cuadro anélogo: trabajos colectivos en forma de manuales, enciclopedias y (como sucesor mas reciente de les Ila~ madas Buchbinder-Synthese) colecciones de interpretaciones han desplazado ‘vas historias de la literatura, consideradas poco serias y muy pretenciosas. Es significativo que tales obras pseudohistéricas de sintesis provengan rara- mente de la iniciativa de eruditos y sean, en general, idea de algin editor activo. En cambio, la investigacién seria encuentra sw cristalizacién en ‘monografias de revistas especializadas y presupone la medida més riguross de los métodos de Ia ciencia literaria, la estilistica, la ret6rica, fa filologia textual, la seméntica, la poética, la morfologia, la historia de las palabras, los temas o los géneros. Es verdad que, incluso hoy, las revistas especializadas ‘estin atin llenas en general de articulos que responden a une problemética de historia literaria. Sin embargo, sus autores se ven expuestos a una doble ‘critica, Desde el punto de vista de las disciplinas vecinas, sus problemas son calificados, abierta o disimuladamente, de problemas aparentes, y sus resul- tados son rechazados como wn saber propio meramente de anticvario. A la caitica de la teoria literaria le sucede casi lo mismo. Esta critica tiene que “objetar ala historia clsica de la literatura que pretenda ser Gnicamente una forma de historiografia, pero, en realidad, se mueva fuera de la dimensién histérica, no logrando por tanto fundamentar tampoco el juicio estético requetido por si objeto, que es la literatura como uns de las artes 2. Ast sobre todo R. Welle, 1936, pp. 173-175, ¢ en R. Willey A. Warten, Theorie dor Litratur, Berlin, 1966, p. 2292 «La mayor parte de ls historias de la literatura ms impor- ‘antes son o bien historias de la cultura o bien colecciones de atticuloseriticos. Lo primero ne tr hisworla del arte; lo segundo no es bistrie del artew.[Hlay trad. cast de José M* Gimeno, ‘Teoria literaria, Madrid, Gredos, 1993') oe ee ee schichae als geschichlcher Aufizage (e950), en Studion tnd Ate, Berlin, 1959 DB. 19° a ee lem dar Litrurgesscte, en Dee Jara 36 (9), Ter, Trane, (1960), en Literatur ader ‘Gashithte, Frankfort, 1969; F Sengle, «Aufgaben der hevtigen Literatorgeschichsschreibung>, cen Arb flr das Studi der neueren Sprachen, 200 (1963), PP- 241-264 ‘ok 1A HISTORIA DP Lt LITERATORS COMO PROVOCACION ‘Més adelante explicaremos esta critica. La historia de la literatura en su forma mis corriente suele eludir el dilema de una sucesién meramente ana~ Iitica de hechos, ordenando su material segtin tendencias generales, géneros y «demas», para tratar en seguida bajo es0s epigrafes cada una de las obras én sucesi6n cronol6gica. La biografia de los autores y la valoraciéa del con- junto de su obra aparecen en tales casos unas veces si, y otras no. ‘También puede ocurrir que ordene su material de manera lineal, segiin la cronologia de grandes autores, y los valore conforme al esquema de «Vida y Obras»; Ios autores menores se quedan aqui un tanto apartados (se les aloja en los hhuccos intermedios) y es también inevitable que de ese modo se fraccione la evolucién de los géneros. La segunda forma es més adecuada para el canon de los autores de Ja Antigtiedad clasica; la primera se encuentra con mayor frecuencia en las literaturas mds modernas, que tienen que Iuchar con la dificultad, hoy en dia cada vez mayor, de tener que efectuar una seleccién de entre una serie inmensa de autores y obras. Pero una descripcién de la literatura que siga un canon ya sancionado y ponga sencillamente en sucesién cronol6gica la vida y la obra de los escri- tores no es, como ya observé Gervinus, wna historia; apenas Wega a ser ef armazén pare una bistria. Ningésn historiador tampoco considerarta histé- rica una exposiciOn por géneros que, registrando modificaciones de una obre a otra, siguiese las formas de evolucién propia de Kirica, drama y nove- lay se limitase a enmarcar Ia inexplicada coexistencia del desarrollo litera rio con una consideracién general, casi siempre tomada de la historia, acer- ca del espiritu y las tendencias politicas de la época. Por otro lado, no sélo 5 raro, sino que incluso est mal visto que un historiador de la literatura ‘emita juicios cualitativos sobre las obras de épocas pasadas. Mas bien suele apelar al ideal de la objetividad de la historiografia, que sélo tiene que des- cribir oémo fue en realidad. Su inhibicién estética se basa en buenas razones, pues la calidad y la categoria de una obra literaria no provienen ni de sus condiciones de origen biogréficas o histéricas ni inicamente del puesto que ocupa en la sucesién del desarrollo de los géneros, sino de los critetios, difi- 4. Georg Gottiried Gervinus, Sobrifien sur Literatur, Belin, 1962, . 4 (en una resets exi- tica de 1833 sobre historias dela literatura recientemente publicadas}: «Estos libros pueden tener toda clase de méritos, pero, desde al punto de vista histbrico, no poseen casi ninguno. Si- nen cronoldgicemente hs diversas clases de poesia, colocan cronolégicamente uno demris de tro a los esereores, com hacen otros con los ttalos de les libros, y luego caracterizan, de cualquier maners, poetas y poesia. Pero esto no es historia; apenas es el esqueleto de una his- 139 LA HISTORIA DE 14 TYTRRKTURA COMO PROVOCACION ciles de captar, de efecto, recepcida y gloria péstuma. Y, si el parmed lear, obliga al idea de In objetiviad elimi la expsiién de na época pasada, deja para el critico competente en la materia el inicio acer: dela Ineracora de su propia époea ain no concluida y se atiene al anon segtiro de las «obras maestras», en general, dentro de su perspectiva hist6- vice, quearéreragado en una o dos generaciones respec al desarrollo mis reciente de la literatura. En el mejor de los casos, participard como lector pasivo en el andlisis actual de los fenémenos literarios del momento pre- sente, convirtiéndose asf en Ia formacin de su juicio en un parisito de una critica que él técitamente desprecia como «poco cientifica». Por consi guicae, qué podt ser hay en dia un estudio histo de a Feature qu (basindonos en una definicién clisica del interés de la historia, la de Friedrich Schiller) prometa al observador reflesivo una informacién tan esca- st al fore ation de mands ningin modelo que iit, file ningune conclusién importante y al lector cualquier cosa menos una fuente del mds noble de fos goces?* w jtas se suele invocar una autoridad con objeto de sancionar un paso 7 a desaralo de la reflexi6n cientifica. Pero también pueden serv pen recordar un antiguo problema, para expresir que una respuess ya lise resulta insufcent, por haberse vuelto a saver histicay exigir de noso- tros an replanteamiento del problema y una nueva solucién. la reser de Schiller a la pregunta de su discurso inaugural de Jena del 26 de mayo de 178 <¢Que sg, y para qué fins eta Ia Historia univers?» no ¢s s6lo representativa de la comprensién de la historia por parte deli raed mo alemén, sino que ilustra también una mirada critica rewospecti hai la historia de nuestra disciplina, pues indica la esperanza con que la histori de la literatura del sigio xix, en competencia con la historiograffa general, trataba de hacerse con el legado de la filosofia idealista de la historia. At mismo tiempo permite reconocer por qué el ideal de conocimiento de la” ‘escuela histérica tenfa que conducir hacia una crisis y habia de acarrear asi- mismo la decadencia de Ja historia de la literatura 4. Wes bei und 21 welebems Ende sadiert man Universageschicte?, en Scilers Strathiche Werk, edicién del centenatio, t XIN, p. 3 140 LA HISTORIA DE LA LeTeaxruRA como rRovocaciOn Gervinus puede servirnes de testigo principal. No sdlo eseribis la pri- mera exposicion cientifica de una Historia de la Literatura nacional potica de 4os alemanes (2835-1842), sino también la primera (y tinica) historia de un fildlogo.’ Sus Elementes de Historia convierten las ideas directrices de la obra Sobre la misiin del bistoriador, de Guillermo de uumboldt (282 1), en una teo va utilizada también en otro lugar por Gervinus para fundamentar la gran tmision de una historia de las bellas letras. El historiador de la literatura slo © convertiré en historiégrafo cuando, investigando su objeto, haya encon- trado «la tnica idea bésica que imbuya la serie de hechos que él se propuso estudiar, se manifieste en ellos y los relacione con los acontecimientos mun. diales».‘ Esta idea conductora, que para Schiller seguia siendo el principio teleolégico general y que nos permite comprender el progreso histérico universal de la bumanidad, aparece ya en Humboldt en diversas manifesta. clones de la idea de la individualidad nacional.” Y luego, cuando Gervinus hace suya esta manera ideal de explicar la historia, pone imperceptiblemente la idea Bistérica’ de Humboldt al servicio de la ideologia nacional: una historia de la Iiteratura nacional alemana tiene que indicar la forma en que «los alemanes, con libre conciencia, volvieron a emprender la inteligente direccién en la gue los griegos habian conducido a Ia humanidad y a la que los alemanes, Por su propio modo de ser, siempre se habian sentido inclinados».? La idea universal de la filosofia ilustrada de la historia se descompone en la multi- plicidad de la historia de las individualidades nacionales y, finalmente, se restringe al mito literario de que son precisamente los alemanes quienes han sido lamados a suceder realmente a los griegos, a causa de aquellas ideas que «s6lo los alemanes estaban en condiciones de realizar en su pureza»," Este proceso, que se hace patente en el ejemplo de Gervinus, no es tipi- co tinicamente de la historia de la filosofia del siglo xrx. Posee también una implicacién metodol6gica que se pudo aplicar tanto a la historia de la litera- tura como a toda Ia historiografla cuando la escuela histérica sumié en el descrédito el modelo teleolégico de la filosofia idealista de la historia. ‘Tras 5: Primera edicion de 1837 bajo al crulo «Grundetige der Historie, en Sebifen.. op PP. 49-103. 6. Sebriften... op. cit, p. 47 27, Uber dc Aufgnte des Geshicbesebreters,en Werk, en cinco wolimenes, el. A Flitner y G. Giel, Darmstadt 1960, « I, p. 6o2: «Grecia representa con ello una idea de individuatidad pacional que no exstié ni antes ni después, yde la misma manera que en la individvalidad re- side el secreta de toda existencia,as{en el grado de libertad y peculiaidad desu influencia re. ‘iproca reside codo el progreso de Ia historia mundial dela hunmanidad. 8. Grundaige der Hisarit, §§ 27-28. 9, Sebrifion..gop-cit, p48. 10. bid, 140 LA HISTORIA DE LA LUFERATURA COMO PROVOCACION haberse rechazado como algo no histérico"’ Ia solucién encontrada por la filosofia de la historia, consistente en considerar la marcha de los aconteci- mientos desde «an fin, un punto culminante ideal» de la historia universal, gcomo habia de entenderse y exponerse entonces la coherencia de la histo- rid, que nunca habia existido como un todo? Con esto, como indies H. G. Gadamer, el ideal de la historia universal se convirti6 en objeto de confa- sién para la investigaci6n hist6rica." El historiador, segin la formulacién de Geryinus, «sélo puede pretender exponer series completas de sucesos, pues no puede juzgar donde no tiene ante sf las escenas finales»."? Las historias nacionales podian considerarse como series completas en tanto se las vie~ se culminar, politicamente, en el momento consumado de la unificacién nacional o, literariamente, en el punto culzninante de un clasicismo nacio- nal. Sin embargo, su continuacién después de la «escena finab» deberia plantear de nuevo inevitablemente el antiguo dilema. Por ello Gervinus hizo finalmente de la necesidad virtud al rechazar (en memorable concor- dancia con el famoso diagnéstico de Hegel sobre el fin del periado artévco) la literatura de la propia época postclésica como mero fenémeno de decaden- cia y dar a los «talents que ahora carecen de objetivor el consejo de que mejor seria que se dedicasen al mundo real y al Estado."* ero el historiador del historicismo parecia sustraerse al dilema de la con- clusién y continuacién de la historia cuando se limitaba 2 las épocas que podia tener ante los ojos hasta Ia «escena final» y describir en su propia plenitud, sin tener en cuenta lo que de ella pudiera derivarse. Por consiguiente, la his- toria como cxposicién de una época prometfa también realizar plenamente el ideal metddico de la escuela histérica. Desde entonces, en los casos en que no basta con el despliegue de la individualidad nacional como hilo conductor, la 1 Grundeige der Histor, § 26. 12. Wabrhsit und Methode: Grundetige einer philoopiichen Hermenentit, Tabings, 1960, pp. 185-105, esp. p. 187: «También la “escuela hiseriea” sabia que, en el fondo, no puede haber ninguna otr historia que no sea historia universal, porque dnicamente a partir del todo se de- termina lo individual en sa significado individual. Cémo se ls arreglaé el investigador em pirico, para el que nunca puede exstrel todo sin ceder sus derechos alos filGsofos ya su pro- pia arbitrariedad?>, (Hay tra. cast: Verdady metodo, Salamanca, Ediciones Sigueme.) 13. Grundaige der Histri, § 32. 14. Gecbichte der potisihen Nationalliteratur der Deutschen, «I, p. Vl «Nuestra poesia ‘uvo su époce,y si a vida alemana no ha de paralizarse, entonces debemos hacer que los ta- Tentos que ahora carecen de objetivos se vaelvan hacia el mundo real y ef Estado, donde es pre- cso que un auevo esprito sea infundido en una nueva materia». 142 LA HISTORIA DE LA LITERATURA COMA pRewacACiG historia de la literatura coloca una tras otra diversas épocas separadas entre st. Donde antes podia acreditarse «la regla bdsica del género literario de Ia his toria segiin la cual el historiador debe esfumarse ante su objeto y éste debe aparecer en completa objetividad»,"’ era en la época como un todo con sen- tido individual. Sila «completa objetividad» exige que el historiador prescin- da del punto de vista de su actualidad, también ha de poder reconocerse el valor y la importancia de una época del pasado independientemente de! ulte- Hor curso de la historia. La famosa frase de Ranke de 1854 da a este postula- do un fundamento teolégico: «Pero yo afirmo: toda época se relaciona direc- tamente con Dios, y su valor no se basa en modo alguno en lo que se deriva de ella, sino en su existencia misma, en su propio yo.” Esta nueva respues- ta la pregunta acerca de emo debe encenderse el concepto de «progreso» en la historia, asigna al historiador la tarea de una nueva teodicea: al conside- rary presentar cada época como algo vslido en si, justifica a Dios ante la filo- sofia de la historia del progreso, la cual consideraba Jas épocas meramente como peldafios para la generacién subsiguiente y con ello presuponia una predileccién con respecto a la generacién posterior y, por consiguiente, una - (ibid). Hay que hablar de una «nueva weodicea», porque ya la filosofiahisurica del idealism repudiada por Ranke (como hizo notar O. Marquard) podiaelevar la seereta pretensin dena ‘eodicea en tanto que, para descargar Dios, convertia al hombre en sujeto responsable de la historia y entendia el proceso dentro de a historia como un proceso juridico oun progreso en las condiciones juridicas humanas (f; «idealismus und Theodizeen, en Philophiscbes Faby- buch, 73; 1965, pp. 33-47) 143, LA HISTORIA DE 1A LITERATURA COMO PROVOGACISN principio metédico que, segin Schiller, distingne ante todo al historiador universal y su provedimiento, a saber: «el unir el pasado con el presente," reconocimiento firme, slo supuestamente especulativo, del que la escuela historice no podia impunemente hacer caso omiso,"” como lo ha demostrado también el desarrollo posterior en el campo de la historia de la literatura La labor de la historia literaria del siglo xnx se llewé hasta el final con Ja conviccién de que la idea de la individualidad nacional constitufa «la parte invisible de cualquier hecho» y que esta idea permitia asimismo presentar cla forma de la historia».”" En la medida en que desaparecis esta conviecién, tuvo también que perderse el hilo de los sucesos, dividirse la literatura pasa- day la presente” en esferas de juicio separadas y volverse problemética la seleccién, la determinacién y la’ valoracién de Jos hechos literarios. La corientacion hacia el positivismo esta condicionada primordialmente por esta crisis. La historia literaria positivista creia hacer de su necesidad virtud 18. Op. city p- $28;¢f pp. 526 ss, donde Schiller define Ia tarea del historiador universal coma un procedimicato en el que hay que descubriry resolver el principio tleol6gico, es de- tir el objetivo consistenie en descubriry resolver, ante todo, en el curso de le historia mun- tdi, el problema del orden del mando, porque s6lo cabe esperar una historia universal was el ‘limo plano en épocas posteriores». El procedimiento mismo deseribe la historiografie como tuna expecte de «historia de la acién el hstoriador universal ascicnde desde la més reciente sitmacidn mundial hacia el oigen de las cosas, haciendo resaltar de entre los hechos aquellos {que an ejercido wna influencia esencial en a actual configuracién del mundo; luego, en ele ‘ino hallado de este modo, da media vuelta y, wsiguiendo el hilo de estos hechos designados>, puede ahora explcar a elacién que existe entre el pasalo y a actual consitucién del manda como historia universal ; 1. La conseevenca del principio de que el historiador, air 2 exponer una époce asada, tiene que expulser primero desu mente todo cuanco conoce acerca del uterior curso de ahi tors (este! de Coulange) esl iracionlismo de una eeompenctracidn» que no acieraa dar vent des condones pei de fs redo dm pnt vit in Lan yo a eto opone W. Benjamin desde el punto de vista del maeralismo histbrico leva insen- Ghcmencs ve sl del abjeismo def conceplon materia de la Nistor; wae Ge ‘dicbupbilespbische Tose, rin. VL, en Serif I Frank 1955; . 497: 20. W. von Humboldt, o. ct p. $86 3h, Tid, 9.590: El historiadordigno de este nombre debe presentar ead hecho como parse de un todo, 6 lo que viene se lo mismo la forma de la historia en general en cada uno oll ee os ea dtc ene tora de try es ea tera ii tiva a definiién del eoncepto de Blologia en Grands der romanschPhibloge de G. Gad bent I, Eseasburgo, 1996", p. 194: «La manifestaion del espiritu humano en el lengusje que solo es comprensible de un modo mediato,y ss reaizaciones en edscurso, arvsticamente trata, del pusado,constinyen, pes el objet propiamente dicho del fiologtor. 144 1A HISTORIA DR LA LITERATURA COMO PROVOCACION tomando prestados sus métodos de las ciencias naturales exactas. El resul do cs demasiado conocido: Ja aplicacién del principio de la explica meramente causal a la historia de la literatura hizo aparecer unos factores sélo externamente determinantes, dio excesiva importancia a la investiga~ cian de las fuentes y disolvi6 la peculiaridad especifica de la obra literaria en un har de «influencias» que podian intercambiarse a voluntad. La protesta xno se hizo esperar mucho tiempo. La historia de la filosoffa se adueiis de la literatura, opuso a la explicacién causal de la historia una estética de la crea~ cién irracional y buscé la coherencia de la poesia en el retorno de ideas y motivos supratemporales.’* En Alemania se dejé implicar en la preparacién y fandamentacion de la ciencia de la literatura etnicista del nacionalsocialis- mo. Después de la guerra fue sustituida por métodos nuevos que completa~ ron el proceso de desideologizacién, pero que ya no volvieron a asumir la tarea clisica de la historia literatia. La exposicidn de la literatura en su his- toria y en su relacién con la historia pragmética se hallaba fuera del interés de la nueva historia de las ideas y los conceptos, como también de la in- vestigacién de la tradicién que florecié como sucesora de la escuela de ‘Warburg, La primera aspira secretamente a una renovacién de la historia de la filosofia en el espejo de Ja literatura;** la dltima neutraliza la préctica de la vida de la historia, buscando ef centro de gravedad del saber en el origen o en la continuidad supratemporal de la tradicién, pero no en la actualidad y en la singularidad de un fenémeno literario.’* El reconocimiento de lo permanente en el cambio continuo exime de la molestia de tener que enten- der la historia, La continuidad de la herencia antigua elevada a idea supre- sma aparece en la obra monumental de Ernst Robert Curtius, que aliment6 una legiGn de investigadores epigonos dedicados al estudio de los topics, en la tensién, no entendida histéricamente, sino inmanente a la tradicién literaria, entre creacién ¢ imitacién, entre la poesfa y la mera literatura: por ‘encima de lo que Curtius llama «la cadena indestructible de la tradicin de la mediocridad»™ se eleva un clasicismo intemporal de las obras macstras y deja tras de sila historia como una terra incognita, 23, Véase tambign W. Krauss, 1950, pp. 19 58. y W. Benjamin, 1931, p. 453: «En este pantano, se encuentra como en sa casa la hidra de la estética escolar con sus siete cabezas: __ereatvidad, compenetracién, vinculacién al tiempo, reczeacién, visualizacin, iluién y goce ‘istica». 24. Gf. tambien R. Wellek, 1965, p. 193 15. W. Krauss, 2950, pp. $7 s, muestra, tomando como ejemplo a E. R. Carts, hasea qué punto este ideal cientific se basa en el pensarniento del efreulo de George. 26. Literatura europea y Edad Media latina, ECE, 15854 145 LA HISTORIA DE LA LITERATURA COMO PROVOCACION El abismo entre la consideracién histérica y la consideracién estética de Ia literatura no llega 2 salvarse aqui, como tampoco se salvé en la teoria lite- raria de Benedetto Croce con su divisién, llevada ad absurdums, de poesia y _sno poesfa. El antagonismo entre poesia pura y literatura vinculada ala época ‘s6lo habfa de superarse cuando se puso en entredicho la estética en la que se basaba tal antagonismo y se reconocié que la oposicién entre creacién ¢ imitacién sélo caracteriza a la literatura del periodo del arte humanistico, ppero ya no puede abarcar los fenémenos de la literatura moderna o, inchu- 0, de la medieval. De la tendeneia positivista y de la idealista se separaron Ja sociologia de Ja literatura y el método inmanente a la obra. Ambos ahon- daron todavia més el abismo entre historia y poesfa. Donde mis intensa~ mente se advierte esto es en la antitética teoria literaria de las escuelas mar- xista y formalista, que debe figurar en el centro de este panorama critico de Ja historia previa de la actual ciencia de la literatura. Ambas escuelas tienen en comtin apartarse del ciego empirismo del positi- vvismo y de la metafisica estética de la historia de la Glosofia. Han intentado resolver por caminos opnestos el problema de cémo ha de recuperarse el hecho literario aislado o la obra literaria aparentemente automa en el contexto histérico de Ia literatura y mo se ha de comprender ese hecho en cuanto testimonio del proceso social © en cuanto momento de la evolucién literaria. Pero como resultado de ambas tentativas no puede registrarse hasta ahora ninguna gran historia de la literatura que, basdndose en Jas nue- vas premisas marxistas 0 formalistas, haya modificado las antiguas historias de las literaturas nacionales, haya transformado su canon establecido y haya presentado la literatura mundial en forma de proceso, con vistas a su fun- cién emancipadora, formadora de percepcién o social. Las teorfas literarias marxista y formalista, debido a su cardcter unilateral, cayeron finalmente en una aporia cuya solucién habria requerido establecer en una nueva relacién la concepeién histérica y la estética. La provocacién originaria y continuamente renovada de la teorfa litera ria marxista estriba en su negacién de una historia propia tanto para el arte como para las correspondientes formas de conciencia de la moral, la religion ola metafisica. La historia, tanto de la literatura como del arte, ya no puede conservar por més tiempo su «apariencia de independencia», si se conside- 146 1A HISTORIA DE LA LITERATIRA coMa pROVOCAGION 74 que sus producciones presuponen la produecién material y la préctica social del ser humano, y que también lz produeci6n literaria participa en el «verdadero proceso vitab> de la apropiacién de la naturaleza que determina 1 trabajo o Ia historia de la cultura de la hamanidad. Sélo cuando se expo- ne este «proceso vital activo», «leja la historia de ser una recopilacién de hechos muertos»."” Por consiguiente, también la literatura y el arte sdlo pueden verse como un proceso (Werner Krauss), concebirse como una de |hs maneras igualmente originarias de la (K. Marx-E. Engels, Uhey Kanre smd Literatur, ed. M. Kiem, Berlin, 1967, I, p. 150). La mistiticacin de que la realidad social «obligara» a Balzac a rfecruar una exposicién objetiva en contra de sus propios inereses, dota ala realidad hipos- ‘asada (como en la astucia de la xazéno, de Hegel) de la capacidad de producir literatura in- hs» indirectamente, En este «triunfo del reaismao, la historia literaria macxista encontré © carta blanca para apropiarse de autores corservadares, como, por ejemple, Goethe o Walker ‘Scot, para el proceso de emsncipacién de la licerarora. 149 LA HISTORIA OF La TTTERATIRA COMO PROVOCACION Es evidente que, de ese modo, se priva a la historicidad de sus dimensiones especificas. En efecto, una obra importante que, en el proceso literario, sefiala una nueva direcci6n, aparece rodeada de una inmensa produccién de _ obras que responden a las esperanzas o ideas tradicionales acerca de la rea slidad, es decir, que, como indicativo social, no son menos importantes que la novedad solitaria de la gran obra, novedad que a menudo no llega a com- prenderse hasta muy tarde, Esta relacién dialéctica entre la produccién de Jo nuevo y la reproduccién de lo antiguo sélo puede concebirse mediante fa teoria del reflejo si dicha teoria deja de aferrarse 2 la homogeneidad de lo simulténeo y temporaliza la arménica sucesién de estados sociales y de los fenémenos también sociales que los reflejan. Con este caso, sin embargo, la cestética marxista se encuentra ante una dificultad que no le pas6 inadvert- da al propio Marx, «la desigual relacién del desarrollo de a producciéa material [...] respecto a la de la produccién artistica»."* Esta dificultad, tras la que se esconde la historicidad especifica de la literatura, sélo puede ser resuelta por la teorfa del reflejo a expensas de su propia supresi6n. Por ello la pretensién de captar dialécticamente la teoria del reflejo hizo «que su principal defensor, Georg Lukics, incurriese en crasas contradiccio- nes. Fstas contradicciones se observan tanto en su explicacién de la vali- dez normativa del arte antiguo como en su canonizacién de Balzac en ls literatura moderna, pero también en su concepto de la totalidad y su comre- Jato, el «carécter inmediato de la recepcidn». Cuando Lukécs se apoya en famoso fragmento de Marx sobre el arte antiguo y afirma que también el efecto actual de Homero es «inseparable de la época, va ligado a las con- diciones de produccién en las que, © bajo las cuales, se originé la obra de Homero»,"” da por explicado aquello que s6lo habfa de explicarse después de Marx: por qué «puede proporcionarnos atin un goce artistico»™ una obra que, como mero reflejo de una forma de desarrollo social superada hace ya mucho tiempo, sélo deberia merecer en nuestr6 tiempo el interés del histo- riador. 45. or consiguente, el concepto de la totaida intensva en la teois del rellejo de Las | bes tiene sa inevitable correlacion en Ja sinmediater de la recepeiGn: Ia realidad objetiva en 1a obra de arte se reconoce precisamente en el momento en que el «receptor» (lector, ovente, cespectador) se reconoce a simismo en ella (¢f Probleme des Realisnus, Besin, 1955, pp- 3) Elefecro de a obra de arte presupone, pues, ya en el piblico la adecuada experiencia total de Ja que aquélla podr diferenciarse sélo gradvalmente come un rellejo més completo y ms fi 152 teflejo y volver a percibir la historicidad de Ia literatura, si reconoce con K. Kosik que «toda obra artistica pose un doble caricter en unidad indivi- _ sible: es expresin de realidad, pero constituye también la realidad que no cxiste al lado de la obra y antes de ella, sino precisamente slo en la obra. Los primeros intentos de recuperar para el arte y la literatura el caréc- ter dialéctico de la préctica histérica se observan en las teorfas literatias de Werner Krauss, Roger Garaudy y Karel Kosik. Werner Krauss, que en sus estudios de historia de la literatura de la Tustracién rehabilité la considera ci6n de las formas liverarias porque en ellas se ha almacenado «un elevado grado de efectos sociales», define del modo siguiente la funcién formadora " de sociedad que posee la literatura: «La creacidn literaria se dirige a la per- cepcién. Eso hace que se quiera en ella a la sociedad a la que interpela: su _ leyes el estilo; el conocimiento del estilo permite descifrar también a quién s dirige la creaci6n literaria».*” R. Garaudy se opone a cualquier «realismo cerrado en s{ mismo» para determinar de nuevo el cardeter de la obra de atte como «réalisme sans rivage», partiendo de la actualidad del hombre abierca al futuro, como trabajo y mio: «Puesto que cuando incluye al ser _ humane, la realidad ya no es solamente aquelio que es, sino también todo aguello que le falta, lo que todavia ha de ser». K. Kosik resuelve el dilema del fragmento de Marx sobre el arte antiguo—cémo y por qué una obra de arte puede sobrevivir a las condiciones bajo las cuales se originé—con una definicién del cardcter del arte que transmite histéricamente Ja naturaleza y laaccién de una obra de arte y las reduce a una unidad dialéetica: «La obra __ vive mientras produce un efecto. En el efecto de Ia obra se incluye le que se __realiza tanto en el consumidor como en la obra misma. Lo que sucede con Ja obra es una expresién de lo que la obra es [...]. La obra es y vive como _ una obra porque exige una interpretacién y acta a través de muchos signi- ficados».? 46. K. Kost, op. it, p. 123 447. Studien 2ur dentchen und franzsichen Aufllérang, Berlin, 1953, p. 6, y Literaturges- | hich a: gechichnier Aufirag, op. ct, p- 66 48. «Sut eines Nachwortes zu “D'un Réalisme sans rivages"», en Marzismus und Litera trap. et, p. 227 49. Dials des Konkreten, op. cit, pp. 138-139; respecto a esto podemos recordar K. Mars, Einleieng 2a Keitil der Palitichen Okonomie, op. ct, p. 624: «El objeto de are, a igual {que cualquier otro producto, erea un piblico con sentido atistico y eapacitado para gozar de ~ Iabelleza, Por lo tanto, a produccién no produce solamente un objeto para el sujeto, sino tam- bin un sujeto para el objetom 193 TA HISTORUA NE LA LIFERATURA COMO PROVOCACIGN LA MIGTORIA DE LA LITERATURA COMO FROVOCAGISH La idea de la que la naturaleza historica de la obra de arte reside no sso en su funcién expositiva o expresiva, sino también, de manera igualmente necesaria, en su accién, habia de tener dos consecuencias para la nueva fun- damentacién de la historia de la literatura. Sila vida de la obra no deriva «de _ sv existencia auténoma, sino de la interaccién reciproca entre obra y huma- nidad»,® este continuo trabajo de comprensién y reproduccién activa del pasado no puede quedar exclusivamente limitado a la obra. En esta interac- cién entre obra y humanidad debe incluirse mds bien [a relacién reciproca _ entre las obras y considerarse la coherencia histérica de las obras entre sen Jas interrelaciones de produccidn y recepcién. Dicho de otzo modo: la literatura y el arte slo se convierten en historia con cardcter de proceso cuando la sucesién de las obras esta causada no solo por el sujeto produc- tor, sino también por el sujeto consumidor, por la interacein entre autory piblico. Por otro lado, s6lo cuando «la realidad humana no sea finicamen- te una produccién de algo nuevo, sino también una reproducci6n (critica y dialéctica) de lo pasado», del arte en el proceso de esta continua totalizacién, aun cuando la realiza- cin especifica de Ia forma artistica ya no se defina de un modo exclusiva- mente mimético, sino que se considere dialécticamente como un medio para formar la percepcién y transformar la realidad, en el que se realiza de manera destacada la «formacién de los sentidos».* Formulado asi, el problema de la historicidad de las formas artisticas es un descubrimiento tardio de la ciencia literaria marxista, pues ya se le habia planteado cuarenta afios antes a Ia escuela formalista, combatida por aqué- Ila en el momento en que fue condenada al silencio y obligada a dispersar se por quienes tenian entonces el poder. W Los comienzos de los formalistas, que se dieron 2 conocer desde 1916 co- mo miembros de la Sociedad para Ih Investigacién del Lenguaje Poético (Opoyaz) con varias publicaciones programéticas, se hallaban bajo el signo 50. Mid, p. 140.5. Tid, p. 148. 52. Me refieroa la conocida explicacién de K. Marx sobre «La formacién de los cinco sen- tidos es obra de toda la historia universal hats el dia de hoy», of «Okonomisch-philosophis- che Manuslripte» (1844), en K. MaracE: Engels, Uber Kint ana Literatur, p. cit, p. 119 154, * podré manifestarse en su peculiaridad la fancién } autGnomo de la investigacién al liberar la obra literaria de todos los condi- " cionantes historieos y determinar de una manera puramente funcional, como «suma de todos los medios artisticos empleados en ella», tanto su rea~ " lizcién especifica como la nueva lingiiistca estructural. Con ello desapa- _ rece la tradicional distincién entre poesia y literatura. El carécter artistico de le literatura debe derivar exclusivamente de la oposicién entre lenguaje _ postico y lenguaje practico. En su funcién préctica, el lenguaje representa - hora, como serie na literaria, a todos los restantes condicionamientos hist ticos y sociales de la obra literaria, descrita y definida como obra de arte | precisamente en su diferencia especifica (art poétique), y por consiguiente, [no en su relacién funcional con la serie no literaria. La distincién entre len guaje poético y lenguaje préctico condujo al concepto de la percepcitn art tea, que rompié completamente la conexién entre literatura y practica de la vida. El arte se converte ahora en el medio para destruir el automatismo de _ a percepcién cotidiana mediante el «distanciamiento». De ello se sigue que la recepci6n del arte no puede consistir ya en el ingenuo goce de lo bello, F sino que exige diferenciar Ia forma y reconocer el procedimiento. De ese ~ modo, el proceso de percepcién en el arte aparece como un fin en sf mismo, “a percepiblidad de la forma como su distintivo especifico y el deseubrimiento el procedimiento como principio de una teorfa que en la consciente renuncia a conocimiento histérico ha hecho de Ia critica artistica un método racio- nal, obras de permanente categoria cientifica ‘Sin embargo, no hay que pasar por alto otro logro de la escuela forma- lista. La historicidad de la literatura, negada en un primer momento, rea parecié al elaborarse ef método formalista, planteando a éste un problema __que le oblige a revisar de nuevo los principios de la diacronia. Lo literario 553. Ediciones en versién alemana: Boris Fichenbaum, Aufiitze cur Theorie und Gexbichte arbitra, Bankin, 1965 Yay Tyas Di liars Busoni and ie Belcont der Literatur, Frankfurt, 1967; Viktor Sklovskiy, Theorie der Praca, Frankfort, 1066, en trad. eancesa: Théorie de la lincratue, Texte des formelites ses réunis, présente et tadaits par T.To~ | doro, Pars, 1965; la valoracién eritica actual de la escuela formalista es la inroduecién a los Tate der rusischen Formalisen 1 (Munich, 1969) de Y. Swieder, a quien debo mucho por sus _ conscjosy lients en la redaccin de parte de ese libro. 54. Esta famosa formula, acufade por V. SKlovskiy en 1921, fue mejorada poco después | porel concepto de un asstema» estético en el que cada medio asic tiene que complir una fancién determinada, of V. Erlich, Rusiiher Formations, Munich, 1964, p. 99 LA HISTORIA DE LA LITERATUSA CUMU FRUVOCACION de la literatura est condicionado no sélo sincrénicamente por la oposicién’ entre lenguaje poético y lenguaje prictico, sino también diacrénicamente por la oposicién a lo existente previamente en el género y a la forma ante: -tior en la serie literaria. Si la obra de arte «es percibida sobre el fondo de ‘otras obras de arte y por medio de la asociacién con ellas», como lo formu 16 Victor Sklovskiy® la interpretacién de la obra de arte debe tener también ‘en cuenta su relacién con otras formas existentes antes que ella. Ast fue como [a escuela formalista comenzé a buscar su propio regreso 2 la historia. Su nuevo planteamiento se diferenciaba de la antigua historia de la literam- | raen el abandono de su concepto basico de un proceso rectilineo y cont: nuo y en el hecho de oponer al concepto clésico de la eradicién un principio dindmico de evolucién literaria. La concepcién de una continuidad a modo de crecimiento perdié su antigua preeminencia en la historia del arte y de los estilos, El andlisis de Ia evolucién literaria descubre en la historia de Ja literatura la «autogeneraci6n dialéetica de nuevas formas»* y describe el desarrollo supuestamente pacifico y gradual de la tradicién como un proce- so con cambios bruscos, rebeliones de nuevas escuelas y conflictos de géne- ros en competencia. El «espirita objetivo» de épocas unitarias es rechazado como especulacién metafisica. En cada época coexisten, segin Viktor Sklovskiy y Yuriy Tinyanoy, varias escuelas literarias, y tna de ellas represen ta la cima canonizada de la literatura; la canonizacion de una forma literaria conduce a su automatizacion y provoca en la capa inferior la formacién de nuevas formas que conguistan el lugar de la mds antigua, egan a convertirse ‘en fenémeno de masasy, finalmente, vuelven a ser desplazadas a su vez hacia Ja periferia”™ Con este esquema, que pone, paradéjicamente, el principio de la eva lucin literaria al sentido orginico-teleol6gico del concepto clésico de evo- ucién, la escuela formalista se halla ya muy cerca de una nueva compren- | sidn histérica de la literacura en el terreno del origen, canonizacién decadencia de los géneros. Enseiié la nueva manera de ver la obra de arte cen su historia, es decir, en el cambio de los sistemas de géneros y formas lite- 455. Der Zasammenbang der Mittal des Sxjthous mit den allgemeinen Stilmitteln (Poctit, 1915), cto por B. Eichenbswrn, ep. ct, p27. Entre otros signos de la oulution des genres, F. Brunetidre consideraba ya fa «infivencia de las cbras sobre la obra» como la relacin portante dela historia dela literatura, of Welle, 1965, p. 39. 56. B.Eichenbaum, ep. cit, p. 47. 57. bid, p. 46; ¥. Tinyanor, Dar ltorarinhe Felten y Uer literariche Evolution, ep ct 156 LA HISTORIA DE LA LITERATURA COMO PROvOCAGIGN "ratios abriendo asi camino a una idea que se apropié también de la lingiiisti- ca: de que la sincronfa pura es ilusoria, porque (en formulacién de Roman Jakobson y Yuriy Tinyanov) «todo sistema se presenta necesariamente como evolucién y, por otro lado, la evolucién ostenta forzosamente el caréc- ter de sistema».* Comprender Ia obra de arte en st historia, es decir, den- tro de la historia de la literatura definida como sucesién de sistemas, no equi- vale atin a verla en i historia, es decir, en el horizonte hist6rico de su ori- gen, fancién social y accién historica. La historicidad de la literatura no se agota en la sucesion de sistemas estético-formales; la evoluci6n de la litera~ tura, como la del lengusje, no se ha definir s6lo de modo inmanente, por su propia relacién de diacronia y sineronfa, sino también por su relacién con el proceso general de la historia.” Si desde aqui dirigimos de nuevo la mirada hacia el dilema recfproco de la teorias literarias formalista y marxista, legaremos a una consecuencia que ninguna de las dos se plante6. Sila evolucién literaria puede concebirse en el cambio hist6rico de sistemas, y a historia pragmatica en la concatenacién evolutiva de estados sociales, zno serd también posible, en tal caso, colocar la ‘serie literaria» y la «serie no literaria» en una conexién que abarque la rela- cién entre literatura e historia, sin obligar a la literatura a asumnir una mera fancién de reproduccién e ilustracién abandonando su carter artistico? En la pregunta asi formulada veo yo el reto de la ciencia literaria de volver a ocuparse del problema de Ia historia de la literatura, que habia quedado sin resolver en el debate entre los métodos marxista y formalista, Mi inten to de superar el abismo existente entre literatura ¢ historia, entre conoci- miento histérico y conocimiento estético, puede comenzar en el nombre ante el que se han detenido ambas escuelas. Sus métodos conciben el hecho 58. YTyayanovy R. Jakobson, «Probleme der Literatarund Sprachforschung>, en Kirs- bach § (3965), p. 75: So. ¥. Tynyanov, Die litrarschen Kienstmittl.., op ity p. 4, contrapone Ia «sucesin de los sistemas como concepto principal de la evoluciénliteraria a la wtradicidm» como concep- to bisico de la antigua historia de la ieratura 60, Parala ciencialingiatca, este principio ha estado representado sobre todo por E. setiv, of Sineronia,diacreniaebistoria, Montevideo, 1958. 1A HIGTORIA DE 14 LIFERATURA COMO FROVOCACISH literario en el circulo cerrado de una estética de la produccién y de la expo- sicién, Con ello privan a la literatura de una dimensién que forma parte imprescindible tanto de su carécter estético como de su funcién social: la 5 dimensién de su recepeién y su efecto. Los lectores, los oyentes y los espec- - tadores, en suma, el factor del piblico, desempefian un papel sumamente exiguo en ambas teoriasliterarias. La estética ortodoxa del marxismo trata al lector (cuando lo trata) de un modo no diferente a como trata al autor: se pregunta por su posicin social e intenta reconocerlo en la composicién de una sociedad presentada. La escuela formalista s6lo necesita al lector como sujeto perceptor que, siguiendo las indicaciones del texto, se limita a distin- guir la forma o descubrir el procedimiento. Supone en el lector la com: prensidn tedrica del filélogo capacitido para reflexionar sobre los medios, artisticos basdndose en el conocimiento que tiene de los mismos; por el con- wario, la escuela marxista equipara precisamente la experiencia espontanea del lector con el interés cientifico del materialismo historico, que quiere descubrir en Ja obra literaria relaciones entre la supraestructura y la base. Pero (como lo ha formulado Walter Bulst) «jamés se ha redactado ningiin texto para ser lefdo e interpretado filoldgicamente por fildlogos», 0 (aiiado yo) histéricamente por historiadores.** Ambos métodos yerran respecto al lector en su genuino papel igualmente inalienable en relacién con su cono- cimiento tanto estético como histérico—en su funcién de receptor al que va destinada primordialmente la obra literaria—. En efecto, también el eritico que emite su juicio acerca de una nueva manifestacién, el escritor que con- cibe su obra frente a Jas normas positivas o negativas de una obra precedente y el historiador de la literatura que clasifice una obra en su tradicién y la explica histéricamente, son primeramente lectores, antes de que su relaciéa reflexiva con la literatura pueda volver a resultar productiva. En el tridngu- Jo formado por autor, obra y piiblico, este iltimo no es sélo la parte pasiva, una cadena de meras reacciones, sino que constituye a su vez una energia formadora de historia. La vida hist6rica de la obra literaria no puede con- cebirse sin la participacién activa de aquellos a quienes va dirigida, pues tini- 61. aBedenken eines Philotogens, en Studien generale, 7, p. 321-323. La nueva manera de abordar la tradicisn literaria, que R. Guiett, eon su método propio, la critics extética, rat6 dd relacionar con el conocimiento hist6rico en una serie de aticulostrascendentales (en parte, Questions deleératare, Gante, roe), cortesponde asx principio (no publicado) casi idéntico su formulaciéa: «Le plus grand tort des philologues, c'est de croire que la lieératare a été faite pour des philologues» («Fl gran error de lo Silslogos es creer que a literatura se ha hecho para ellose). Véase también su

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