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franecoise dolto 2x siglo xxi editores, s.a. de c.v. ‘CERRO DEL AGUA 248, DELEGACION COYOACAN, 04310, MEXICO, D.F. siglo xxi editores argentina, s.a. TUCUMAN 1621, 7 N, C1050AAG, BUENOS AIRES, ARGENTINA portada de carlos palleiro primera edicién en espaiiol, 1973 decimocuarta edicién en espaiiol, 2004 © siglo xxi editores, s.a. de c.v, isbn 968-23-1840-8 primera edicién en francés, 1971 © éditions du seuil, paris, francia titulo original: le cas dominique derechos reservados conforme a la ley impreso y hecho en méxico/printed and made in mexico INDICE PRIMERA PARTE: La historia clinica 5 Doce sesiones de tratamiento psicoanalftico de un adolescente apragmitico. Desde la niiiez, pro- tocolo y reflexiones teéricas 7 Primera sesién: 15 de junio 11 Segunda sesién (15 dias después de la precedente) 36 Tercera sesién: 18 de octubre 47 Cuarta sesién: 16 de noviembre (4 semanas des- pués de la precedente) 54 Quinta sesién: 4 de enero (6 semanas después de la precedente) 77 Sexta sesién: 18 de enero (15 dfas después de la precedente) 93 Séptima sesién: 19 de marzo (6 semanas después de la precedente) 101 Octava sesién: Primeros de mayo (dos meses des- pués de la precedente) 104 Novena sesién: 25 de mayo (3 semanas después de la precedente) Wl Décima sesién: 7 de junio (2 semanas después de la precedente) 118 Undéeima sesién: Fin de junio (3 semanas después de Ia precedente) 144 Duodécima sesién: Fin de octubre 157 Posfacio 164 SEGUNDA PARTE: La relacién de los dos hermanos y el posible papel pervertidor del yo-ideal 169 TERCERA PARTE: E] encuentro, la comunicacién in- terhumana y la transferencia en el psicoané- lisis de psicéticos 185 apénpicE: Aclaracién sobre la teorfa freudiana de las instancias psiquicas en el curso de la evolucién de la sexualidad en relaci6n con el Edipo. Neurosis y psicosis 225 23] PRIMERA PARTE La historia clinica DOCE SESIONES DE TRATAMIENTO PSIOOANAL{TICO DE UN ADOLESCENTE APRAGMATIOO DESDE LA NINEZ PROTOCOLO Y REFLEXIONES TEORICAS En terapia psicoanalitica los escritos clinicos, en el sen- tido de protocolos de sesiones, son raros. La documenta- cién verbal y gréfica que Freud dejé de algunos de sus casos —por lo que se refiere al psicoandlisis infantil pien- so en Hans y en el Hombre de los Lobos (véase Cinco psicoandlisis de S. Freud)— nos presta una ayuda, sin em- bargo, considerable, junto a las deducciones teéricas que extrajo de ellas. Con ello abria Freud las puertas a nues- tra reflexién personal y a nuestras criticas formadoras. En nuestros dias se leen muchos pequefios 0 mintscu- los fragmentos extrafdos de un conjunto de varios cente- nares de sesiones; son fragmentos de discursos, de suefios o de comportamientos que sirven casi siempre para justi- ficar una investigacién técnica o una discusién sobre la transferencia y la contratransferencia. La razén de Ja elec- cién de estos fragmentos deja al clinico perplejo. Por lo demés, he pensado siempre que la asistencia de otros psicoanalistas al trabajo terapéutico podria ser de un interés considerable en lo que respecta a este trabajo especifico: iluminarnos en cuanto a nuestra orientacién, que encuentra su sentido en la escucha més afinada y el mayor respeto por todo lo que el analizado expresa de su inconsciente. Se hace asi posible una critica de la recep- tividad inconscientemente disponible en aquel que escu- cha y asi nos resultar posible restituir al encuentro psico- analitico su car4cter de autenticidad que siempre queda velado por nuestra contratransferencia. En mi consulta hospitalaria me di cuenta de que este modo de trabajo (con testigos) no estorbaba al sujeto en psicoterapia conmigo sino cuando la presencia de los asistentes me estorbaban a m{ misma en la espontanei- dad de mi atencién y de mi receptividad. estas sesiones en presencia de asistentes psicoana- listas una de las personas consigna todas las palabras 7] 8 LA HISTORIA CLiNICA pronunciadas por una y otra parte, por el paciente el analista. Figen Toe dibujos do Nos nica, wad como croquis de los estados sucesivos de sus modelados, ejecutados por mi misma durante el curso de la sesién delante del nifio. El papel de script-girl parece ingrato, pero, después de las sesiones, resulta de un gran interés critico. En cuanto a las mimicas del paciente y del tera- peuta, gestos y actos inconscientes paralelos, son entera- mente observables por todos. Una comprensién critica més adecuada se desprende del estudio ulterior de las se- siones seguidas con este procedimiento. En esta técnica asi modificada del “encuentro” ana- litico las reacciones transferenciales deben contar con la presencia paralela que difracta a veces visiblemente la transferencia 0, mds bien, sus componentes emocionales: cia y escucha de las otras personas de la asistencia. intervenciones del psicoanalista tienen en cuenta todo ello, abiertamente. Todos aquellos y aquellas que han asistido a curas en hospital saben qué ensefianza se puede extraer de ello y qué desmistificaciones del analista y del andlisis, no sin reacciones contratransferenciales, han permitido tal asis- tencia. Saben qué experiencia personal han extraido de ahi sobre las modalidades del narcisismo residual del analista, permanentemente en tela de juicio durante el encuentro psicoanalitico. Desgraciadamente esta técnica no puede generalizarse, tanto por razones de resistencia como por el cuidado del secreto profesional. A menudo nos hemos visto reducidos a redactar relatos reelaborados y muy resumidos, tanto por eleccién deliberada como por razones narcisistas que unas veces nos permiten y otras nos impiden admitir nuestra contratransferencia. Y siempre queda el proble- ma de trasmitir con veracidad nuestras experiencias de trabajo. Es para contribuir a la investigacién psicoanalitica por lo que he juzgado interesante redactar un caso en su fotalidadl. El documento, anotado en forma detallada, en DOCE SESIONES PSICOANAL{TICAS 9 estilo més o menos telegréfico, ha sido sencillamente vuel- to a copiar. Los croquis de los modelados han sido ejecu- tados por mf durante la sesién; cazo al vuelo los estados sucesivos de los modelados acompamiando al discurso del paciente. Esta manera de peoccler. que me es habitual es para mi casi automética y libera mi atencién “flotante”. No 25 aqui un caso tratado en consulta hospi- talaria publica; la particularidad de la transferencia sobre varias presencias hace mayor la problemdtica y he prefe- rido publicar un caso visto en “coloquio entre dos” en la consulta de un centro medicopedagégico. Si he escogido éste, es por el nimero reducido x sesiones, que hacia que su lectura no fuese demasiado fastidiosa y me permi- tia no suprimir nada, lo que proporciona a los lectores un documento auténtico. La diferencia entre este caso y aquellos seguidos en el consultorio particular del analista es que el precio de la sesién es pagado a una caja de dispensario y no al io psi ista. (Por otra parte, veremos cémo esta uh id de pago se inscribe en la transferencia, un dfa, a través de la fantasia del billete en la estacién. Se pasa una suma a través de una ventanilla a una secretaria que da un recibo.) Las citas y el ritmo de las sesiones son concertados entre el sujeto, la familia y yo. Las sesiones que no tuvieron lugar no son pagadas. Debo decir que la no asistencia a las sesiones no fue debida nunca, en este caso, al propio sujeto, sino a la persona que lo acompa- fiaba o al hecho de coincidir el dia previsto para la sesién’ con algunas vacaciones. Sélo un aplazamiento de la cita se debié a m{, por razén personal. En cuanto a la eleccién del caso, el lector pensard quiz4 que hay en él un encuentro particular de aconte- cimientos reales; sera bueno que se desengafie. Todos, neuréticos o no, tenemos en nuestra historia muchos acontecimientos particulares. Pero no son estos aconteci- mientos los que son psicoanaliticamente importantes, es decir, en la dind4mica inconsciente que estructura el des- arrollo del sujeto; ya se daré el lector pronta cuenta de 10 LA HISTORIA CLINICA ello; lo importante es la manera como el sujeto reacciondé a ellos, en funcién de su organizacién pulsional y perso- nolégica en curso. Los acontecimientos vividos en fami- lia han recibido su significacién traumatizante sélo cuan- do el sujeto, a causa de ellos, ha escapado a la castracién humanizante en los diversos niveles de su evolucién libidinal.* En el caso que presentamos a la lectura, las instancias de la personalidad en curso de elaboracién no han encontrado en el ambiente parental el soporte, por lo menos verbal o gestual, caracteristico de una sim- bolizacién humana, para la impotencia mutilante que le provocaba la angustia. Al contrario, es su angustia la que ha adquirido el valor de realidad de principio para el entorno familiar y social, imagen-sufrimiento para él de la angustia, pero imagen sin palabra y sin gesto de otro. Si este trabajo puede traer consigo reflexiones criticas y constructivas —y opino que la polémica cae fuera del campo de la critica psicoanalitica— no habré trabajado indtilmente.? 1 Espero que el contexto aclararé estas palabras. Quiero decir que en el curso de su desarrollo todo ser humano encuentra limi- taciones que ponen a prueba sus deseos y que son, em necesarias’ La Peal calidad de estas limitaciones ‘mplica sufrimizatoe malo © img, ences de muhcoe cxpee ia. De abi se sigue una ién Geublimacién cult 7 sal seg ‘s sean, 3. la vez, el nivel de la imagen corporal estructurada en el sujeto, el nivel de su lenguaje y las reacciones con las que tropiece en su medio ambiente: lenguaje, comportamiento, palabras y angustia con- comitante. paste Enon nig o conor a tate de su oe que entonces el nifio no conoce la existencia de su rostro. Ea pstolog de os icéticos se refiere, me parece, a a experiencias y prescopicas del del propio cuerpo. Tal es el caso de 2 Onde bien entendido que, per mee oligecet ha sido necesario emprender ciertas modificaciones de los nom- > eee y Pero no alteran su valor asociativo significante para el sujeto. PRIMERA SESION: 15 DE JUNIO PARTE I: ENTREVISTA CON LA MADRE Después de haber recibido a Dominique con su madre, envio a Dominique a preparar modelados y dibujos en la sala de espera. La sefiora Bel se queda conmigo. Dominique Bel es un muchacho de 14 afios, al que se nos remite para un diagnéstico y un consejo respecto a su ubicacién escolar. Es un mlachs puiber desde hace un afio y que desde siempre lleva una vida escolar total- mente aberrante. Desde hace dos afios sigue una escuela de pedagogfa especializada, donde no hace progresos y donde su comportamiento, aunque estereotipado, parece més bien deteriorarse. E] médico de un dispensario medicopedagégico que le ha seguido desde hace varios afios ]o consideraba como un débil simple, pero después de su pubertad teme una evolucién hacia la esquizofrenia. Tal es también la im- presién de las personas experimentadas de la ultima es- cuela y también mi primera impresién. Dominique ha repetido tres veces el noveno curso (8 afios) en la escuela primaria; después ha entrado en esta escuela especializada donde, sin estorbar a la clase, no hace progresos. Su ocupacién favorita es dibujar: he aqui un espécimen de sus dibujos estereotipados, los mismos desde hace afios, siempre artefactos mecdnicos: aviones, autos (jams barcos). Por su hechura tienen la apariencia de monobloques. Casi siempre est4n dibujados en dos sen- tidos opuestos, sobre la misma p4gina. La mitad superior de la pagina de un dibujo sirve de mitad inferior para otro. Dominique hace también modelados estereotipados de los que reproducimos también una muestra. Para él oy 12 LA HISTORIA CLINICA son personajes. Cubren una superficie enorme, midiendo los més pequefios 40 cm de largo; los desplaza como si fueran macarrones cocidos, con una precaucién afectada. Dominique tiene la apariencia de su edad; es alargado, sin ser flaco, moreno; tiene el pelo corto y muy so, la frente bastante baja y ya un poco é whe shee dedor de Ja boca. No se para derecho, sino un poco como un primate. Tiene una sonrisa estereotipada y una voz “dulzona”, muy aguda y bitonal, como si no hubiera cambiado de voz todavia. Sigue a su madre con los brazos encogidos y las manos cafdas, como lo hacen con sus patas delanteras los perros a quienes se ha adiestrado a cami- nar sobre sus patas traseras. El muchacho est4 completa- mente desorientado en el tiempo y el espacio. “Es incapaz de vivir sélo y de circular por la calle aun tratdndose de pequefios recados para su madre. Es a tal punto dis- traido, que saldria en pijama o se quedarfa en casa du- rante el invierno con abrigo y guantes para desayunar, si no se le advirtiera de ello.” Una sonrisa enigmitica, con los ojos semicerrados, vaga por su rostro congelado. - Aun cuando va a Ja misma escuela desde hace dos aiios, siempre conducido por su hermano, un dfa, al distraerse este hermano mayor (jy esto no le ha ocurrido més que una vez!), Dominique se perdié y tomé un tren distinto ue el Michelin cotidiano; partié para no sé qué ciudad provincia, de la que sin embargo supo hacerse repa- triar solo, después de una jornada de inquietudes fami- liares. Al salir de la escuela, si la maestra no se lo impide, sigue a cualquiera. E] mismo no parece saber por qué. Por otra parte, como se verd, si bien habla, no responde a las preguntas. Ha Ilegado a leer, ya sabremos después cémo; eso es casi todo. En cuanto al cdlculo, a pesar de la pedagogia mds avanzada de que se dispone para los discalciilicos, no comprende absolutamente nada y estd obsesionado por ello, repitiendo las tablas de multiplicar con tanta aplicacién como inutilidad. La madre dice que, a ratos, muestra un verdadero encarnizamiento por apren- PRIMERA SESION 13 der y que, en otros, abandona desesperado la partida, porque no retiene nada. Fic. 1. Dibujos traidos por la madre, hechos antes de la venida del nifio al CEM. No tiene amigos, pero tampoco enemigos. En casa juega un poco con autos pequefios, pero no se ocupa en nada prdctico. Empero, a decir de su madre, no seria de- masiato torpe con sus dedos (?); pero lo que més le gusta es dibujar. Traténdose de modelar, le gusta hacer largas tiras que después retine. Desde hace un afio “esté siendo trabajado —dice la madre— por la pubertad”, aun- Pe no parece tener ningiin pudor ni ninguna curiosi- id por su sexo; pero es una “impresién de madre —afia- de—. Le gusta leer y desde hace algtin tiempo cuenta 14 LA HISTORIA CLINICA historias que él mismo inventa, sin duda para hacer creer que tiene mucha imaginacién. Se le escucha para darle por su lado, o més bien se finge darle gusto para que él se dé el gusto de hablar, pero nadie le entiende una palabra”. De hecho, més que fabular delira. Dominique es el segundo de tres hermanos. El primo- génito es un muchacho, Paul-Marie, dos afios y medio mayor que él; la tercera es una chica, Sylvie, dos afios y tres cuartos mds joven que Dominique. Las notas que poseo y que vienen de la escuela a la que va Dominique desde hace dos afios dicen que este nifio es dulce, facil, de buena voluntad, sin medios; se le tiene por simpético. La madre declara que Dominique tiene una excelente salud fisica. Ha padecido en forma muy benigna las enfer- medades infantiles que su hermano y su hermana han tenido agudas. Tolera cualquier alimento y soporta todas las intemperies. Las notas de la escuela dicen también que el nifio era sano psiquica y caracterolégicamente hasta el nacimiento de su hermanita; que entonces tuvo reacciones muy fuer- tes de celos, a los que se atribuyen los desérdenes de su conducta actual. Colocado en una escuela infantil de método activo Montessori, vecina de la casa de los padres, desde muy pronto, antes del nacimiento de su herma- nita, fue bien acogido y cayé bien; pero después de una estancia de dos meses en casa de sus abuelos paternos con motivo del nacimiento de su hermana, la escuela no quiso saber més de él. La madre trat6 mds tarde de meterlo en escuelas maternales, pero ninguna quiso te- nerlo. He aqui los hechos detallados que hago que la madre me precise: Dominique, al volver de su estancia con los abuelos, encontré ocupado su lugar en su propia cuna, donde habfa dormido hasta su partida, en Ja rec4mara de sus padres. Se le puso en una cama de adulto, en la rec4mara de su hermano mayor. No hizo ninguna mani- festacién a este propésito, pero tuvo una fuerte reac- cién de angustia al ver mamar a su hermanita; trataba de PRIMERA SESION 15 arrancarle del seno, no queriendo verla “comerse a ma- m4”, Volvié a ensuciarse. La enuresis no habia cesado pr4cticamente, pero ademds hubo encopresis nocturna y, durante el dia, el nifio se mojaba y defecaba en sus panta- loncitos. Por lo dems es esto precisamente lo que deter- miné que lo devolvieran de la escuela, siendo asi que, antes z su partida, se habfa integrado muy bien en el grupo. A su vuelta, ensuciaba todo, era insoportable, agresivo. Asi, el nifio se quedé en el hogar familiar. El verano siguiente fue con su madre, su hermano y su hermana a casa de sus abuelos maternos (esta vez). F1G. 2. Dibujos estereotipados anteriores al tratamiento. b) Tren fantasma en la feria del Trono. 16 LA HISTORIA CLINICA Alli el verano fue abominable: crisis continuas de opo- sicién, de célera y de rabia, Estas crisis inquietaban a su madre por su importancia; todo el tiempo habfa que pro- tegerlo frente a si mismo y proteger a su hermanita. Periodo de mutismo y de insomnio. Las cosas mejoraron al volver al domicilio de los padres; se quedé en casa y se mostré facil de manejar. A los seis afios legé el mo- mento de meterlo obligatoriamente en la escuela primaria. Alli se muestra extremadamente inestable y sin contacto con los otros, sin ser por lo dem4s agresivo, ensucian- do los cuadernos, volviendo a ensuciarse en los panta- lones cuando ya Ja madre habfa logrado que fuera lim- pio. Es a causa de esta inadaptacién al cabo de algunos meses por lo que la maestra lo envié a consulta, por vez primera, a un hospital parisino, en la consulta de neuro- psiquiatria infantil. Se hicieron al nifio tests psicotécnicos, ex4menes di- versos y un EEG, que no han revelado nada patolégico. El médico prescribié medicamentos que lo excitaron y volvieron dificil, siendo que hasta entonces se habja mostrado inestable, pero décil y gentil. Se decidié en- tonces que una psicoanalista le hiciera una psicoterapia. Siguié este tratamiento durante seis meses, a razén de dos veces por semana. Se descubrieron entonces los viejos celos, que clinicamente no eran ya visibles desde hacia mucho. De ah{ que la madre nos hablara de ello tan bien: en esta época se vio inducida a acordarse de todo lo que pasé y del comportamiento del nifio a la edad de dos afios y medio hasta los tres afios: de todo lo que ella habfa achacado a una fatiga momentdnea debida a los cambios de aire y al crecimiento; porque entonces no puso en relacién directa el trastorno caracterolégico con el nacimiento de la hermana, pues los celos no se dieron a conocer. Gracias a la psicoanalista comprendié y pudo localizar bien, una por una, las etapas por las que habfa pasado su hijo y de fas que hablaba ahora todavia con compasién. Pero se pregunta si era “esto” Centiéndase un tratamiento

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