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Consideraciones sobre las bases doctrinarias de nuestra manera de estudiar la Materia Médica Niveles de Curacién - I F. C. Fisch En homeopatia decimos que no existen enfermedades sino enfermos. Decimos que los sintomas tienen distinta importancia segiin su jerarquia. Decimos que los sintomas mentales son los de méxima importancia jerérquica. Decimos que los sintomas mentales son los que mejor nos permiten individuali- zar al enfermo. Decimos que los sintomas que reflejan el drama vital de cada enfermo, desde su nacimiento hasta el momento en que nos consulta, guardan una relacion coherente ¥ ‘inica para cada paciente, y que ese drama lo podemos conocer luego de hacer la his- toria biopatogrifica de ese paciente. Estos enunciados son aceptados, sin discusién, practicamente por todos los ho- ‘me6patas unicistas. Sin embargo, cuando la atencién se dirige a analizar aspectos de la prictica, 0 diversos temas doctrinarios, vemos que comienzan a surgir distintos puntos de vista. Lo curioso es que estos puntos de vista, a pesar de que muchas veces estan en flagrante contradiccién con los enunciados arriba anumerados, quienes los sostienen se sienten ampliamente respaldados por la més estricta doctrina hahnema- mniana. ,A qué se debe este equivoco?: Intentaremos encontrar una respuesta para este interrogante. Cualquiera que lea los escritos de Hannemann podré advertir, a poco de comen- zar, que surgen contradicciones evidentes entre lo que el mismo autor dice en una parte, con lo que afirma en otra. Ante la lectura “plana” de su obra, (es decir, como si toda ésta hubiera sido escri- ta con el mismo grado de evolucién del pensamiento del autor), pareceria que pu- diera quedar librado ai lector el derecho de elegir cudl de dos afirmaciones contra- puestas es la mas conveniente. Esto hace posible que dos homedpatas, hahnemannia- nos ambos, puedan discutir sin ponerse jamas de acuerdo, siendo que ambos estén respaldados, sin ninguna duda, por los escritos del mismo autor. MATERIA MEDICA m3 de hibrida, pues est a mitad de camino entre lo que proponen por una parte la alo- atia, y por otra, la homeopatia bien entendida. Es evidente que Hahnemann, al hacer las patogenesias, observé que los experi- mentadores presentaban diversas clases de sintomas, tanto fisicos como mentales, Estos sintomas excedian el marco de lo estrictamente individualizable como una en- tidad anatomoclinica, en el sentido de enfermedades definidas 0 identificables con un nombre. (Miasmas agudos, parigrafo 73 del Organon). Es decir, que los medica- ‘mentos as{ experimentados eran capaces de dar algo mas que cuadros de paludismo, tifus, sarampién, escarlatina, etc. Observé también que, cuando estaba frente a un Paciente con una suma de malestares, podia hacerlos desaparecer administrindole un medicamento que cubriera este “mosaico de sintomas”, como lo denominara el Dr. A. Masi Elizalde. Por ejemplo, ante una paciente “de cuarenta y tantos afios. Mujer robusta, de profesion lavandera. Estaba desde tres semanas atras, sin poder ganarse la vida, cuan- do vino a pedirme consejo. 1) A cada movimiento, pero sobre todo cuando se levantaba, y més particular. ‘mente cuando daba un traspié, sentia en el hueco del est6mago punzadas que ella decia que provenian del costado izquierdo, 2) Se encontraba muy bien cuando estaba acostada; entonces no sentia ningin dolor, ni en el costado ni en el estémago. 3) No podia dormir antes de las 3 de la mafiana. 4) Coméa con placer, pero a poco de ingerir algan alimento sentia nauseas, 5) El agua Ilegaba a su boca y corria 6) Cada vez que comia, enseguida sentia néuseas pero sin resultado. 7) Esta mujer era de un cardcter violento, inclinado a la célera, Un sudor abun- dante la bahaba cuando sentia fuertes dolores. Quince dias antes habia tenido sus reglas en forma regular. Todo el resto estaba en su estado natural”. Este cuadro, este “mosaico de sintomas”, es parcialmente cubierto por la bella- dona, la quinina, el sumac venenoso, la pulsatilla, el haba de San Ignacio, la nux vomica, el mercurio, el hierro y las cantéridas, pero el Gnico que lo cubre totalmen- tees la Bryonia. “Al dia siguiente de haber tomado una gota entera del jugo de Bryo- nia, esta paciente habia recuperado la salud y pudo retomar sus ocupaciones”. Este caso, que es una enferma tratada por Hahnemann? , es un ejemplo de cu- racién del 2° Nivel En el 2° Nivel de curacién, la similitud se cumple, entre enfermo y medicament, no ya segin un cuadro de enfermedad individualizable, sino de acuerdo con una ima- gen obtenida de una “suma aditiva”, o de un “mosaico” de sintomas. Esta segunda etapa del camino de perfeccionamiento de la Doctrina Homeopatica, introduce otro factor que aleja a ésta aun mas de la postura alopética: para la eleccién del medica: ‘mento se toman en cuenta, a diferencia de lo planteado en la etapa anterior, sinto- mas raros, extraflos y peculiares de! enfermo, ya scan éstos locales modalizados, ge- nerales, o incluso mentales. Pero el objetivo final sigue siendo el mismo: tanto en los, casos tratados segtin el 1° como en los del 2° Nivel de curacién, lo que se consigue es hacer desaparecer la enfermedad (entidad anatomoclinica) 0 los sintomas, pero no se cura al enfermo, excepto cuando, por casualidad, el medicamento asf administrado coincide con el remedio constitucional de ese paciente. El 2° Nivel de curacién resulta sumamente engafioso para los home6patas princi- piantes, por cuanto, si no analizan detenidamente su “modus operandi”, pueden Ile- ‘gar a creer que hacen homeopatia profunda o constitucional. Un razonamiento posi- ble seria: “Soy home6pata porque no estoy de acuerdo con la alopatia. A diferencia de ésta, yo fundamento el tratamiento de mis pacientes en la Ley de Similitud, y ademas me olvido de los sintomas de sus respectivas enfermedades. Baso mis pres- cripciones en los sintomas mentales y generales, y en los locales modalizados si hi- Ciera falta. La alopatia ignora todos estos magniticos recursos. jCuan lejos esta mi practica del errado enfoque alopatico!” Y sin embargo, esa distancia es en realidad mucho més pequefta de lo que parece. La diferencia entre ambas es en realidad de ‘forma, pero no de esencla, Puede decirse exactamente por igual de estas dos maneras de tratar a un paciente, que éste se siente mejor al ver disminu‘r la intensidad, 0 i cluso ver desaparecer sus sintomas. Y sin embargo, exactamente por igual para am- bos tratamientos, la enfermedad crénica sigue su avance inexorable. Que esto es asi cuando el tratamiento efectuado es alopdtico, todo homeépata lo da por descon- tado. Para demostrar que lo mismo sucede cuando el tratamiento es homeopitico (de 2%, 0 incluso de ler. Nivel), recurriremos a la obra de Hahnemann: é1 percibi6 que las curaciones de este tipo no eran curaciones reales. Veamos, en sus propias palabras, nor qué no estaba conforme con los resultados que él obtenia. Dice: “Los trastornos cedfan, la mayoria de las veces, con muy pequeftas dosis de aquel remedio que habia probado su capacidad de producir la misma serie de sintomas mérbidos en el hombre sano”. Luego sigue: “Sin embargo, algunos gruesos errores en la dieta, tomar frio, .. .y luego algtin esfuerzo violento, fisico o mental, pero particularmen- te alguna conmocién para la salud, provocada por alguna severa injuria externa, 0 al- ‘ain suceso muy triste que doblegara el alma, sustos repetidos, grandes penas, pesares ¥ Vejaciones continuos, con frecuencia provocaban en un cuerpo debilitado, la rea- aricién de uno o mas de los trastornos que parecian ya haber sido superados; y es- te nuevo estado estaba a menudo agravado por algunos concomitantes bastante nue- vos, que sino eran mas amenazadores que los primeros que habjan sido eliminados homeopaticamente, eran a menudo igualmente probleméticos y ahora mds rebeldes Més adelante agrega: “Quando una de estas recafdas tuviera lugar, el médico home6- pata darfa el remedio més adecuado, de entre los medicamentos entonces conocidos, como si fuera dirigido contra una nueva enfermedad, y esto seria seguido nuevamen- te por un éxito bastante bueno, que por el momento, traeria nuevamente al paciente un estado mejor. ¥ sin embargo, en el caso precedente, en el cual simplemente los trastornos que parecian haber sido eliminados, reaparecfan, el remedio que habia si- do til la primera vez resultaba menos atil, y al ser nuevamente-repetido, ayudaba aun menos. Luego quizds, aun bajo la accién del remedio homeopattico que parecia mejor adaptado, y aun donde el modo de vida habia sido bastante correcto, se suma- ‘rian nuevos sintomas de enfermedad, que podrian ser eliminados solo inadecuada ¢ imperfectamente™* Es decir, que Hahnemann nos seftala las secuencias de un tratamiento erénico, que no solamente no ¢s Hlevado a buen fin, sino que se va agravando, complicando, En una palabra, nos esta describiendo claramente, cOmo se suprime con medicamen- MATERIA MEDICA, ms tos homeopaticos. Nos complace especialmente conocer el pensamiento de Hahne- mann con respecto a este tema, pues hemos lefdo y escuchado diversos alegatos tra- tando de demostrar, por distintos medios, que el medicamento homeopético no es capaz. de hacer supresiones. Aprovechamos entonees, para seflalarlo al pasar, cual era el pensamiento del Maestro, en contraposicién con aquellas otras aseveraciones. Pero sigamos analizando las causas de insatisfaccion con los tratamientos, que lle- varon a Hahnemann a desarrollar la teorfa de las enfermedades erénicas. Veamos, se- giin sus palabras, cémo se planted él este problema. Dice: “A pesar de todos los es- fuerzos, la evolucién de la enfermedad cronica, que apenas podia ser retrasada por el médico homeépata, progresaba aflo tras afio. Tal era, y tal es aun el resultado més 0 ‘menos répido de los tratamientos puestos en uso contra todas las enfermedades cr6- nicas no venéreas, severas, incluso cuando eran tratadas exactamente de acuerdo con el arte homeopitico hasta entonces conocido. El comienzo era promisorio, la conti- nuacién menos favorable, y el resultado final, sin esperanzas”. Luego agrega: “Por ‘qué, entonces, esta fuerza vital, eficientemente afectada a través del medicamento homeopético, no puede producir ninguna real y durarera recuperacién en estas en- fermedades crdnicas, aun con el auxilio de los remedios homeopéticos que cubran mejor sus sintomas actuales?. ..”* Mas adelante dice: “Era un hecho continuamente repetido, que las enfermedades crénicas no venéreas, después de ser homeopatica- mente eliminadas una y otra vez por los remedios completamente experimentados hasta-el presente, reaparecian siempre de una forma més o menos variada y con sin- tomas nuevos, o reaparecian anualmente con un aumento de los trastornos**. Este hecho fue el primer indicio que tuve, de que el médico homeépata con un caso cré- nico asi (no venéreo), y aun en todos los casos de enfermedades cronicas (ito vené- reas), no debe considerar aisladamente el estado morboso que tiene frente a sus ojost**, ni debe tratar este estado como una enfermedad aparte, pues si tal fuese su cardcter, la homeopatia deberfa curarla en poco tiempo y para siempre, lo cual esta cen contradiccién con la experiencia. Yo concluf que no se tiene jamés bajo la vista mas que una porcién de un mal primitivo situado profundamente, cuya vasta exten- sin se manifiesta por los accidentes nuevos que se desarrollan de tiempo en tiemp\ que no se debe en consecuencia esperar en tales casos, como se hace en Ia hipétesi admitida hasta el presente de una enfermedad aparte y bien distinta, lograr una cura- ciGn durable, garantizando ya det retorno de ta misma afeccion, ya de 1a aparicion de otros sintomas nuevos y mas graves en su lugar; que por consecuencia, es necesa- saric. conocer la extension entera de todos los accidentes y sintomas propios al mal primitivo oculto, antes de poder lisonjearse de descubrir uno o varios medicamentos homeopiticos a éste tltimo que sean capaces de cubrirle, de vencerle y de curarle en toda su extensién, y por consecuencia en todas sus ramificaciones, es decir, en aque- las de sus partes que dan lugar a tantas enfermedades diversas”. No deja de impresionarnos la inmensa riqueza de estos pérrafos, que no tienen desperdicio. Aqui Hahnemann vuelve a reprobar los efectos supresivos de ciertos tra- tamientos, (ver**). También sefiala el fracaso que representa encarar los tratamien- tos crénicos, administrando medicamentos que cubran los “sintomas actuales” (ver*), y el error de “‘considerar aisladamente el estado morboso que tiene frente a sus ojos”, (ver#**). Finalmente, propone como necesario el “conocer la extension entera de todos los accidentes y sintomas propios al mal primitivo oculto”. ‘Volvamos ahora nuestra atencién a los postulados que nombréramos al comienzo de este articulo. De la conjuncién de estos con las consideraciones de Hahnemann se- faladas en el parrafo precedente, surge la necesidad de un estudio profundo del pa- ciente (0 del medicamento, que es lo mismo), como requisito ineludible para poder llevar a cabo racionalmente los verdaderos tratamientos curativos, no supresivos, de las enfermedades cronicas. Estos tratamientos auténticamente curativos, que van dirigidos a modificar la raiz miasmitica, es decir, la verdadera enfermedad, la Psora, corresponden en nuestra Clasificacion, al 3er. Nivel de curacion. Esta instancia implica curar al enfermo, y pa- ra poder decir que hemos logrado nuestro objetivo, deberemos ver desaparecer la sin- tomatologia clinica, pero ademis, y como requisito indispensable para poder refren- dar la buena evolycién del paciente, esta mejoria debe ir acompafiada de un correcto cambio de actitud vital. En otras palabras, deberemos ver cémo desaparecen los sin- icos, y como disminuyen la intensidad los sintomas ps6r os, al punto de poder decir que estamos ante un paciente en Psora latente. Hemos visto, siguiendo la evolucién historica de su pensamiento, cémo Hahne- mann fue modificando los objetivos de la terapéutica homeopitica, desde el trata- miento antipaliidico, o de los miasmas agudos, pasando por el criterio de la “‘suma”” © “mosaico” de sintomas, hasta el tratamiento antipsorico. Es decir, 1°, 2° y 3er. Ni vel de curacion, respectivamente. Hemos seguido también sus razonamientos, y he- mos podido apreciar, segtin sus propios argumentos, que en realidad habia una in- compatibilidad entre el punto de vista miasmético, 0 antipsérico (3er. Nivel), y el punto de vista no miasmético, o apsérico(1*, y 2° Nivel) si utitizamos el vocablo em- pleado por algunos de los traductores del texto original en alemén, para denominar lo no antipsérico. ¥ sin embargo, a pesar de ser tan claro, légico y coherente en to- das estas consideraciones previas, en el capitulo de “Psora”, de las Enfermedades Cr6nicas, nos sorprende con la siguiente afirmacion: “Pero durante el tratamiento de enfermedades crénicas por remedios antipsoricos, a menudo necesitamos los otros medicamentos no antipséricos en los casos de enfermedades epidémicas 0 intercu- rrentes, que surgen habitualmente de causas meteoroldgias o teliricas y atacan a nuestros pacientes cronicos, y de este modo, no slo perturban temporariamente el tratamiento, sino que inclusive lo interrumpen durante un periodo mas prolongado. Aqui deberan utilizarse los otros medicamentos homeopitticos, sobre lo cual no en- traré aquf en detalles, excepto para decir que el tratamiento antipsorico deberd ser totalmente dejado de lado por el momento, mientras dure el tratamiento de la en- fermedad epidémica que ha atacado al paciente crénico”. Entendemos que a Hahnemann le falto vida para darse cuenta de que la afir- ‘macién que hace en este pérrafo, esté en abierta y total contradiccién con la esen- cia de la teoria de las Enfermedades Cronicas por él expuesta y por él profusamente argumentada, como Io hemos sefialado en las paginas precedentes. Veamos. Si la verdadera causa de las enfermedades es la Psora. Si el médico esta tratando la enfer- ‘medad erénica de su paciente con remedio(s) antipsérico(s), es decir, que esta tratan- do la enfermedad desde su verdadera raiz, somos de la opinién que la nica preocu- pacion importante del médico, deberia ser la de cuidar que su paciente marchase h cia la curaci6n, impulsado por la medicacion antipsorica. Si el enfermo avanza por el camino correcto, nunca podremos admitir que “enfermedades epidémicas o intercu- rrentes, que surgen habitualmente de causas meteorolbgicas o teliricas, ataquen a MATERIA MEDICA m7 nuestros pacientes crénicos. . .” Si esto fuera realmente asi, tendriamos que aceptar que la enfermedad viene de afuera, que es de causa exogena, lo cual esta en abierta contradiccién con lo que postula la Doctrina Homeopatica. Si por el contrario, el ‘enfermo no marcha por el camino correcto, todos los esfuerzos del médico debieran estar ditigidos a tratar de subsanar el error, buscando con mayor ahinco si cabe, el medicamento antipsbrico adecuado al caso, teniendo siempre como meta combatir la enfermedad crénica, y no tratar de “emparchar” el tratamiento cronico bajo el amparo de ningin otro tipo de criterio ajeno al mismo. Es curioso que, a pesar de estar en flagante contradiccién con el espiritu de la Doctrina, haya egado indemne hasta nuestros dias el criterio de llevar a cabo tra- tamientos para “los miasmas agudos”, o también, como otra expresion del mismo error, el tratar “los sintomas actuales”, como si fueran algo independiente que nada tuviera que ver con la enfermedad crénica. Decimos que es curioso, porque para haber legado sin objecion hasta nuestros dias, este criterio errado ha debido sortear los exigentes “filtros”” que representaron hamedpatas de Ia talla de Kent, Allen, He- ring y Ghatak entre otros. Creemos que este error ha persistido hasta nuestros dias, en parte quizs porque todos estos grandes homeépatas no ferminaron de separar netamente estos tres tipos de curaciones, correspondientes a los tres Niveles nom brados. Decimos que no terminaron de hacer esta separacion, porque si bien admi- ten que la verdadera curacion es aquella que va dirigida a modificar la predispo- sicion mérbida, la enfermedad cronica, el miasma, o el sindnimo que se quiera em- plear, en definitiva, la curacién del 3er. Nivel, también a veces admiten como correc- to, y por lo tanto, no supresivo, el tratar cuadros agudos, enfermedades agudas, mias- mas agudos. ‘Nos adheriinos fervientemente al concepto de que el verdadero tratamiento cura- tivo del enfermo (no de la enfermedad), s6lo se puede llevar a cabo con el Similli- ‘mum del paciente, que necesariamente es uno solo para cada enfermo, y en princi pio estamos en desacuerdo, por ser contrarios al espiritu de la Doctrina Homeopati- a, con los tratamientos tanto de las enfermedades agudas, como si fueran trastor- nos ajenos al paciente independiente de su enfermedad crénica, como con los tratamientos cronicos en zigzag, o sea con varios remedios sucesivos. El inmortal Nash ha sintetizado esta idea, que compartimos totalmente, cuando en su libro “*The ‘Testimony of the Clinic”*, dice: “Que las drogas puedan, y de hecho, se complem- ten unas a otras, no lo negamos. Esto a veces nos permite, como el Dr. Lippe solia decir, evar en zigzag hasta la curacién, los casos para los que ef simillimum perfec to atin no se conoce”. En sintesis, nuestra manera de estudiar la Materia Médica se basa en los siguien- tes principios: 1)Para cada pacienie existe un solo Simillimum, para toda su vida, desde que nace hasta que muere. (No cambia). 2) Este remedio, obviamente, es el mejor indicado para restablécer el equilibrio de su energia vital, ya sea en cualquier momento que necesite tratamiento “agudo”, ‘como para llevar a cabo su tratamiento “crénico”. 3) Los tratamientos llevados a cabo con cualquier otro medicamento, pueden m8 F.C.FISCH producir cambios en el paciente, 0 no. dicamentos similares, para ese paciente. los producen, entran en la categoria de me- 4) Los medicamentos similares nunca “curan"’ verdaderamente. Su accion podri clasificarse, desde el extremo de la supresion franca, clara y evidente, hasta el otro extremo, donde no se puede hablar de la clisica supresion. En este caso podra decir- se que el, © los similares, han cambiado la peculiar disritmia de la energia vital de tun paciente, por otra. Como esta otra es menos grave, o més llevadera para el pacien- te, se acepta como buena. La prueba de que el remedio era solo un similar y no él si- imum, surge meses 0 aflos después cuando, o bien hay que cambiar el remedio, 0 bien el paciente muere a causa de alguna otra enfermedad (entidad anatomoclinica). Estos similares “buenos” 0 “aceptables” representan la casi totalidad de los pacien- tes satisfechos con nuestros tratamientos, El {nfimo porcentaje restante, est dad~ por los pacientes que reciben su similli 5) Consideramos que, en principio, todos los medicamentos de la Materia Médica Homeopatica pueden ser empleados en el tratamiento de las enfermedades cr6nicas, es decir, como antipsoricos. Somos de la opinién de que el hecho de haberlos clasifi- ‘cado en antipséricos y no antipsbricos (0 apsoricos), responde al criterio con el que cada uno de estos medicamentos ha sido utilizado con mayor frecuencia en la précti- ca, pero ninguno es de por si antips6rico o apsbrico. En otras palabras, creemos que antipsorico, y apsorico, no son cualidades intrinsecas de los medicamentos, sino que derivan del criterio con que éstos son utilizados. Mas adelante fundamentaremos esta posicion. 6) Por tiltimo, y en realidad como primera condicién bdsica a la cual se subordi- nan todos estos principios previamente enumerados, partimos de la idea que la Psora sla tinica y verdadera enfermedad. Syphilis y Sycosis, sus formas reactivas. Por en- de, lo tinico digno de curar es la Psora. Nos limitamos aqui tan sélo a enunciar este principio, que sera detalladamente tratado por el Dr. Alfonso Masi Elizalde. ae NIVEL SIMILITUD EN ‘OBJETIVO Cuadro nosolégico a Homeopatia —1¢r cnt —— sess 2° | Mosaico de sintomas | Curar cuadros nosol6gicos, sintomas y smolestias varias del enfermo Psora Curar al enfermo. Implica también curarle sus cuadros nosolégicos, sintomas, molestas, ete. Es decir: curar integramente. Homeopatia 3° Consideraciones sobre las bases doctrinarias de nuestra manera de estudiar la Materia Médica. Niveles de Curacién - II F. C. Fisch Expusimos en el niimero anterior de ACTAS, una clasificacién con tres posibles niveles de curacién, en el tratamiento homeopitico de los enfermos. Si revisamos la Materia Médica, también podremos encontrar medicamentos que tienen fama de ser eficaces en cada uno de estos tres niveles. Por ejemplo, Kent, en su Materia Médica, dice: “Dada una base de Merc. y difteria (el subrayado es nuestro), cuando la membrana es verdosa y tiende a extenderse por la nariz y a tomar una super- ficie grande, se necesita el Cianuro de Mercurio. Tiene exudacion més mareada que cualquier otra forma de Mercurio, Formas de difteria maligna, que se forman rapidamente, y con ulceracién fagedénica’.” Esto es todo Io que este autor dice de Mercurius cyanatus. Y todo lo que dice, esté referido a una forma clinica pe- culiar de una entidad anatomoclinica: ta difteria en este caso. Nada dice del p: ciente que la padece. Este es un claro ejemplo de un medicamento considerado exclusivamente desde el punto de vista del 1°f Nivel de similitud, Puntuatizamos aqui que cuando nos referimos a los medicamentos, hablamos de Niveles de Si- militud, y cuando nos referimos a las curaciones logradas en los pacientes con estos medicamentos, hablamos de Niveles de Curacién. Se trata de lo mismo. considerado a partir de los medicamentos en un caso, y a partir de los enfermos, en el otro. Veamos otro caso. Por ejemplo, Apis mellifica. Nash sefala, como s{ntomas caracteristicos, entre otros, los siguientes: Dolores ardientes, punzantes (como por picadura de abeja). Gran edema: generalizado 0 localizado; anasarca generalizado. Estos edemas estin acompafiados por los dolores caracteristicos, o también sin ningiin dolor. Estupor, con gritos penctrantes, agudos, repentinos, en afecciones cerebrales (crito encefalico) ‘Ausencia de sed. Modalidades: < después de dormir, al tacto (muy sensible), por el calor y por habitacion caldeada; > por habitacién o aire frios y por aplicaciones frias? Sumando varios de estos sintomas, se puede armar un “mosaico” que permita prescribir Apis. A esto llamamos similitud de 2° Nivel. Y la fama de Apis, en la literatura homeopatica, es la de un remedio bueno para este tipo de curaciones. Como llegamos a esta conclusion? 1) Porque de hecho excede el 1€f Nivel de similitud, al presentar una serie de sintomas “homeopéticos”, “‘caracteristicos”, més alld de una imagen de similitud netamente nosoldgica, que es lo que caracteriza al 1€F Nivel. 2) Porque no llega a la categoria de medicamento de accion profunda (0 constitucional). Para Kent, serfa un medicamento de accién superficial. En su Materia Médica, dice: “La parte externa del hombre es su piel y sus mucosas. Cuan- do estamos tratando con el hombre, desde el centro a la periferfa, pensamos que el cerebro, el corazén y los érganos internos vitales son lo mds profundo, mientras aque aquello que lo cubre es extemo, Apis afecta las cosas que son externas, afecta las cubiertas, las envolturas. . Coincidiendo en nuestra clasificacion con la similitud de 2* Nivel, vemos tam- bién en la Materia Médica homeopatica, que hay otra forma de considerar a ciertos medicaments como de accién superficial, no constitucional: son los “‘agudos”, de los diversos binomios “agudo — crénico”. Por ejemplo, Belladona para el bino- mio Belladona — Calcarea; Ignatia, para Ignatia — Natrum muriaticum; etc. De todos estos tipos de binomio, los que corresponden a los “medicamentos agudos”, son los que satisfacen los requisitos para ser clasificados como de 2° Nivel de si- militud, Finalmente, hay medicamentos que se aceptan como de acci6n indiscutible- ‘mente antipsorica, profunda, constitucional. Tal el caso, por ejemplo, de Sulphur. Es decir, que vemos que hay una calificacion de hecho, aunque no del todo definida, que atribuiria a los medicamentos capacidad como para actuar en cada uno de los tres niveles de similitud de nuestra clasificacion. Aparentemente, los medicamentos del 1®T Nivel de similitud no podrian hacer curaciones de 2° ni de 3° Nivel, y los de 2° Nivel de similitud, no podrfan hacer curaciones de 3° Nivel. Pero por otra parte, aquellos que satisfacen el 3°F Nivel de similitud, se reconoce que son capaces de hacer curaciones de 1F y de 2° Nivel. Tomemos por ejemplo a Arsenicum album. Se lo acepta como medicamento constitucional, profundo, antipsérico, (3° Nivel). Por otra parte, Kent dice: “Deseo alertarlos sobre el uso irrestricto de Arsénico en trastornos estivales de los lactantes, para disenterfa y cholera infantum, Tiene tantos pequefios sintomas que son tan comunes a estos trastornos, que si no tienen cuidado y no estin prevenidos, es muy probable que le den Arsénico al paciente. Ast suprimen algunos de los sin- tomas, cambiando el aspecto del caso, de modo que no pueden encontrarle un remedio, y siendo que ademas no curan “" caso con Arsénico. Hay una gran tenden- cia a ser rutinario y dar Arsénico sin tomar suficientes sintomas generales, es decir, silo dan tomando jos sintomas particulares y no los generales del caso”™ MATERIA MEDICA m-s7 Aqui vemos cémo un medizamento con capacidad para hacer curaciones cons- titucionales, si tomamos los sintomas de la entidad anatomoclinica, puede también hacer curaciones de IT Nivel. (Similitud en los, sintomas de Ia entidad anatomo- clinica). Vemos también, de paso, c6mo Kent nos previene del peligro de suprimir fen que podemos caer cuando medicamos de acuerdo con este 1&F Nivel de simi- litud. Por otra parte, frente a una paciente asmatica que presentaba los siguientes sintomas: Asma < esfuerzo fisico, < atardecer, > sentada. Muy friolenta, < al borde del mar, < viento, < grasas; nerviosa, irascible; muy ‘meticulosa; horror de estar sola; temor de tener cancer. Este es un mosaico de sintomas cubierto por Arsenicum. La paciente curd de su asma despues de una dosis de Arsenicum, poniendo en evidencia que este ‘medicamento puede producir también curaciones de 2° Nivel Llegados a este punto. tenemos suficientes elementos de juicio como para cuestionarnos un técito planteo que se mantiene a través de los clisicos: el qui establece que el nivel de similitud (0 de curacién), seria und cualidad intrinseca del medicamento. Nosotros nos preguntamos, no dependeré de la profundidad del conocimiento que tengamos de cada uno de los medicamentos? ;O de la fama de “hasta donde pueden llegar"? Para responder a estos interrogantes, nos permitimos traer a colacién un ejem- plo conereto, Ya mencionamos mas arriba el caso de Mercurius cyanatus, que es un medicamento que no tiene patogenesia. Su. utilizacién en homeopatia comienza, precisamente, con un caso de difteria. El hijo del Dr. Dominic von Villers padecta esta enfermedad, y no respondia a la medicaci6n que hasta el momento se le habia administrado. Por consejo de un amigo, el Dr. Beck, se le dio a tomar Mercurius eyanatus dinamizado. La decisién se tom6 porque este colega quedé impactado por la similitud que presentaba el cuadro nosoldgico, con una descripcién, que acababa de leer, donde se describian algunos casos de intoxicacién. El enfermo mejor6 y se repuso répidamente? . ¥ alli “naci6” un “remedio antidiftérico”. Pero no “creci6”, porque nunca se hizo la patogenesia. Entonces, nunca tuvo la opor- tunidad de legar a ser “un remedio grande”. Quedé como “remedio chico” (0 ‘quizds, muy chico), en el oscuro estante de los “'remedios para la garganta”. Hubo otros medicamentos que tuvieron mejor fortuna: se levaron a cabo cuidadosas y completas patogenesias. . . pero su suerte no paso de alli. La pra tica diaria de tos médicos homedpatas, los condend a cumplir el limitado papel de “remedios agudos” Tal es el caso de Bryonia, por ejemplo, que como quedé demostrado en el nimero 1, de noviembre de 1984, de esta misma publicacion, fue “ascendido” a la categoria de remedio antipsérico, constitucional o profundo, reparando asf una inmerecida y protongada injusticia, Todas estas consideraciones nos llevan a sostener que debemos derribar los prejuicios que, técita o explicitamente, nos llevan aprioristicamente @ clasificar 1m-s8 F.C. FISCH a ciertos medicamentos como “chicos”, “agudos”, “‘drenadores”, etc. Somos de la idea que, si a todos les damos las mismas oportunidades, todos pueden Megar a ser considerados como medicamentos antipséricos. Para ello, habré que hacer completas y cuidadosas patogenesias, y luego estudiarlas de acuerdo con el criterio de la dinémica miasmética, En suma, y por todo lo visto, se acepta en homeopatia que todos los medica- mentos de la Materia Médica tienen propiedades apséricas (o no antipsoricas). Somos de la idea que, ademas, todos ellos tienen también propiedades antipsoricas, s6lo que en general, no se las conoce. Una de las propuestas del Instituto Interna- cional de Altos Estudios Homeopiticos “James Tyler Kent”, es precisamente, que los homeépatas estudiemos todos los medicamentos que ya tienen una pato- genesia completa, y que hagamos patogenesias de los que no la tienen, o de los que la tienen pero incompleta, para poder incorporar a la prictica diaria una gran can- tidad de medicamentos antipséricos, constitucionales, o de accion profunda.

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