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EL EVANGELIO _SEGUN LUCAS Il _ TRADUCCION Y COMENTARIO CAPITULOS 1-8,21_ EL EVANGELIO SEGUN LUCAS 4 tomos Tomo I: Introduccién general Tomo II: Comentario de los capitulos 1 al 8,21 Tomo III: Comentario de los capitulos 8,22 al 18,14 Tomo IV: Comentario de los capitulos 18,15 al 24,53 JOSEPH A. FITZMYER EL EVANGELIO SEGUN LUCAS II TRADUCCION Y COMENTARIOS Capitulos 1-8,24 rw EDICIONES CRISTIANDAD Huesca, 30-32 AATUIN Este libro fue publicado por Doubleday & Company, Inc. Nueva York, I 1981 con el titulo THE GOSPEL ACCORDING TO LUKE Traduccién de Dionisio Mincuez Profesor del Instituto Biblico de Roma Derechos para todos los paises de lengua espafiola en EDICIONES CRISTIANDAD, S. L. 28020 Madrid 1987 ISBN: 84-7057-395-0 (Obra completa) ISBN: 84-7057-408-6 (Tomo II) Depésito legal: M. 25.547—1986 (I) Printed in Spain Re Vet dee 7 - 22010 Maprip CONTENIDO Prélogo (1,1-4) ... ... I Relatos de la infancia I. Antecedentes del nacimiento de Juan Bautista y de Jestis .. see wee see ee 1. Anuncio del nacimiento 5 de Juan a: 5. 25) cee eee 2, Anuncio del nacimiento de Jestis (1,26- 6-38) 3. Visita de Maria a Isabel (1,39-56) .. . II. Nacimiento e infancia de Juan y de Jesés . 4. Nacimiento de Juan (1,57-58) . 5. Circuncisién y manifestacién de Juan (1, (59: -80). 6. Nacimiento de Jestis (2,1-20) .. 7. Circuncisién y manifestacién de “Jestis 2, 21 40). 8. Jess. perdido y encontrado en el 41-52) .. oe sees Conclusién sobre los relatos de la infancia ... ... 00. 2. emplo (2, U Preparacién del ministerio piblico de Jess 9. Juan, el Bautista (3,1-6) ... 00. 0... 10. Predicacién de Juan (3,7-18) . 11. Prisién de Juan (3,19-20) ... 12. Bautismo de Jestis (3,21-22) . 13. Genealogia de Jestis (3,23-38) .. 14. La tentacién en el desierto (4,1-13) .. Ill Ministerio de Jess en Galilea I. Comienzo del ministerio: Nazaret y Cafarnatin ... ... 15. Comienzo del ministerio (4,14-15) ... 00. 0. 16. Jestis en Nazaret (4,16-30) .. . 11 41 41 93 132 161 161 164 194 240 270 292 297 318 341 345 360 390 417 417 423 Il. Hl. Iv. Contenido 17. Ensefianza y curacién en la sinagoga de Cafar- mavin (4,31-37) 2. cee cee cee cee cee ee eee . 18. La suegra de Pedto (4, 38- 36 19. Curaciones al atardecer (4,40-41) . 20. Salida de Cafarnatin (4,42-44) ... 21. Simédn, el pescador; la pesca (5,1-11) .. . 22. Jestis limpia a un leproso (5,12-16) ... ... «2. Primeras controverstas con los fariseos ... 1. 11. 10 23. Curacién de un paralitico (5,17-26) .. . 24. Llamamiento de Levi; banquete (5,27-32) ... 25. Disputa sobre el ayuno; pardbolas (5,33-39) ... 26. Controversias sobre el sdbado (6,1-11) ... ... Predicacién de Jesus ... ... . 27. Eleccién de los Doce (6, 2. 16) . 28. Jestis, rodeado de multitudes (6, 17- 19) 29. Discurso de la Manura (6,20-49) Actitudes frente al ministerio de Jestis 0. 1... wee 30. Curacién del siervo del centurién (7,1-10) ... 31. Nain: resurreccién del hijo de una viuda (7, 11-17) .. : 32, Pregunta ‘de Juan ‘Bautista y Tespuesta ‘de Jestis (7,18-23) . 33. Testimonio. de Jesus ¢ en 1 favor de Juan (7, 24. 30). 34. Juicio ‘de ‘Jestis sobre ‘Ta generacién ‘ontempo rénea (7,31-35) . 35. Perdén de una pecadora “publica (7, 36- 50) . 36. Las mujeres que acompafiaban a Jestis (8,1- 3), La Palabra de Dios: proclamacién y aceptacion ... 37. Pardbola de la semilla (8,4-8) 38. Motivo de la predicacién en Masai (8, 9. 10). 39. Explicacién de la pardbola de la semilla 2 (8, 11-15) .. : 40. Pardbola ‘del. candil. (8, ‘16- 18) .. 41. El verdadero oyente: madre y hermanos “de Jestis (8,19-21) . : cetee eee 450 462 468 472 478 500 509 509 526 538 554 570 570 584 589 627 627 640 652 666 678 688 708 715 715 726 733 743 752 EL PROLOGO , Un relato fidedigno sobre la actividad y la ensefanza de Jesis. Dedicatoria a Teéfilo PROLOGO (1,1-4). 'Puesto que muchos han emprendido la tarea de componer un relato ordenado de los acontecimientos que se han cumpli- do entre nosotros, ? como nos lo han transmitido los que desde el principio fueron testigos oculares y servidores de la Palabra, > yo también, después de investigarlo todo cuidadosamente desde el principio, he decidido escribirtelo por su orden, exce- lentisimo Tedfilo, * para que comprendas las solidez de las en- sefianzas que has recibido. COMENTARIO GENERAL El Evangelio segtin Lucas es el tnico entre los evangelios candni- cos que empieza con un prélogo de cardcter decididamente lite- ratio. La narracién evangélica més antigua, es decir, el Evangelio segtin Marcos, comienza en realidad en plena accién (in medias res); la introduccién propiamente dicha no ocupa ni siquiera una \inea. Mateo da inicio a su narracién, a su libro (diblos), con una genealogia, segtin modelos veterotestamentarios; ya esta mera for- ma sitda al Evangelio segtin Mateo en relacién con la antigua lite- ratura judia palestinense. Pero ese modo de comenzar carece del formalismo literario que caracteriza al prélogo de Lucas. El Evan- gelio segiin Juan se abre con una composicién de estilo himnico, bastante retocada; en cierto sentido coincide con el prélogo de Lu- cas, en cuanto que ambos parecen distanciarse del resto de la obra. El tercer Evangelio, desde su mismo frontispicio, manifiesta una deliberada intencién de seguir las pautas literarias del mundo greco- romano contempordneo. EI prdlogo, desde el punto de vista gramatical y literario, cons- ta de un solo periodo. Algunas traducciones modernas rompen la longitud del pdrrafo, para facilitar su lectura; pero esto tiene el inconveniente de desvirtuar el obvio cardcter literario de la com- posicién. Su estilo caracteristico le distingue no sélo de las demds W Prélogo: 1,1-4 narraciones evangélicas, sino incluso del resto de la narracién luca- na. El prdlogo sefiala el comienzo formal de la composicién. Por eso hay que compararlo con otros dos textos de la misma obra, con pasecidas caracteristicas de estilo, pero de calidad literaria notable- mente inferior. El primero, Lc 3,1-2, introduce los materiales de Ja tradicién evangélica, al comienzo del ministerio publico de Jesus. El segundo, Hch 1,1-2, es el prdlogo al libro de los Hechos de Jos Apéstoles. Los tres pasajes son una clara muestra de la composicién personal de Lucas, cuando no depende de fuentes, sino que desplie- ga su propia capacidad literaria dentro de los médulos de la época. Al estudiar el prdlogo no se debe pasar por alto su equilibrada composicién; tanto la prétasis (vv. 1-2) como la apddosis (vv. 3-4) constan de tres frases paralelas. Donde mejor se puede apreciar ese paralelismo es en el texto griego; las traducciones no siempre lo- gran reproducir fielmente el equilibrio del original. Hay que notar también la serie de contrastes de tipo formal entre «muchos» y «yo también», entre «componer un relato ordenado» y «escribirtelo por su orden» y, finalmente, entre Ja frase subordinada que cierra la prdtasis: «como nos lo han transmitido los que, desde el principio, fueron testigos oculares y servidores de la Palabra», y su correlati- va en la apddosis: «para que comprendas la solidez de las ensefian- zas que has recibido» (cf. BDF, n. 464). Muchos comentaristas se han dedicado a comparar el prdlogo de Lucas con otros prélogos de diversos autores griegos, tanto his- toriadores, como Herddoto, Tucidides y Polibio, como tratadistas de diferentes materias, ya en pleno perfodo helenistico, como Dios- cérides Pedanio (De materia medica, 1,1), Hipécrates (De prisca medicina), Aristeas (Epistola ad Philocraten, n. 1) y Flavio Josefo (Apion. I, 1, nn. 1-3; I, 1, n. 1). El més interesante para ilustrar la composicién lucana es este ultimo tratado de Flavio Josefo, Con- tra Apionem, no sélo porque también consta de dos volimenes, sino ademds porque los prdlogos a cada uno de ellos tienen acusados paralelismos con los de la doble obra lucana. Asi empieza Flavio Josefo: «Excelentisimo Epafrodito: En mi historia de las Antigtiedades judias creo que he dejado sufi- cientemente claro, para todo el que quiera leer la obra, la antigiiedad de nuestra raza, la incontaminada pureza de su sangte y cémo llegé a Comentario general 13 instalarse en esta tierra donde habitamos en la actualidad. Nuestra his- toria abarca un periodo de cinco mil afios; y yo la escribi en griego, a base de datos de nuestra literatura sagrada. Pero como veo que algu- nos, influidos por las calumnias maliciosamente difundidas por cier- tos tipos, tratan de desacreditar determinadas afirmaciones mias sobre nuestros origenes, y aducen como prueba de la relativa modernidad de nuestra raza el hecho de que los més conspicuos historiadores griegos no la hayan considerado digna de mencién, considero que es mi deber escribir un breve tratado sobre estos puntos, para dejar a nuestros de- tractores convictos de difamacién y falsedad calculada, para corregir la ignorancia de los dems y para instruir adecuadamente a todo el que desee conocer la verdad sobre los origenes de nuestra raza» (Apion. I, 1, mn. 1-3). «Estimado Epafrodito: En el primer volumen de esta obra he intentado probar la antigiie- dad de nuestra raza, justificando mis afirmaciones con numerosas citas no sdlo de escritores fenicios, caldeos y egipcios, sino incluso de hitoria- dores griegos...» (Apion. II, 1, n. 1). En cuanto al prdlogo de Lucas, sus caracteristicas no consisten tinicamente en la cadencia estructural del perfodo, sino que inclu- yen también la utilizacidn de un lenguaje formalmente literario. En la «notas exegéticas» estudiaremos la calidad lingiiistica de pala- bras y expresiones como «puesto que», «muchos», «emprender la tarea», «componer un relato ordenado», «acontecimientos», «trans- mitir», «excelentisimo». Esta clase de vocabulario se encuentra, a veces, en los escritores helenisticos. Pero la composicién lucana no es una imitacién servil de esa literatura. Indudablemente, estd en relacién con los médulos estilisticos de la época, pero su lenguaje tiene una setie de matices tan peculiares, que no se puede enten- der sino en términos de un relato del acontecimiento Cristo. Lucas escribe como miembro de la tercera generacidn cristiana; de ahi que subraye cuidadosamente su distancia con respecto a los «acontecimientos» y de dependencia de los «testigos oculares y set- vidores de la Palabra». En la «nota» a Le 1,2 analizaremos esas dos expresiones, para ver si se trata de una o de dos categorfas de per- sonas. Lucas enuncia claramente su propia contribucidn. El ha reali- zado su trabajo a base de una investigacién personal sobre la acti- vidad de Jestis y su continuacién, con unas pretensiones que emulan 14 Prélogo: 1,1-4 el orgullo profesional de cualquier historiador. Lucas reivindica tres cualidades para su investigacién: integridad («todo»), exacti- tud («cuidadosamente») y exhaustividad («desde los orfgenes», «desde el principio»), y una mds para su composicién: método («por su orden»), La valoracidn histérica que hoy podamos dar a Ja obra de Lucas, en base a esas cuatro cualidades enunciadas por él, es otra cuestién (cf. tomo I, pp. 40s). Otro aspecto que se trasluce en el prdlogo es que el interés de Lucas no se limita exclusivamente a contar los «hechos» del cris- tianismo, como si se tratara de un historiador profano, ni a dar una interpretacién de los acontecimientos desde la neutralidad distante de una postura inhibitoria, Por otra parte, para entender correcta- mente el prdlogo a la narracién evangélica hay que estudiarlo en relacién con el prdlogo al libro de los Hechos de los Apéstoles, que menciona explicitamente a Jestis, cosa que no hace el prdlogo al evangelio. Es mds, no se debe perder de vista su relacién con todo el conjunto de la obra lucana, porque el objeto del «relato» son los «acontecimientos» narrados en los dos voltimenes. Mas atin, en el prélogo da Lucas a esos sucesos una expresa connotacién de «cum- plimiento», es decir, que pertenecen a un pasado y a un presente que caen de Ileno dentro de las promesas anunciadas por Dios en el Antiguo Testamento. Son, en realidad, los hechos de la historia de salvacién, aunque la frase no aparezca de manera explicita en el texto. Por otra parte, en la conclusién del periodo, Lucas comunica expresamente a Teéfilo, y a los dems lectores que estén en la mis- ma situacién que el destinatario, la finalidad de su narracién: «para que comprendas la solidez de las ensefianzas que has recibido» (v. 4). La palabra clave: asphaleia (= «solidez», «garantia») ocupa una posicién enfética al final del paérrafo. Pero gen qué sentido se habla de asphaleia? Algunos han interpretado la intencién de Lucas en un sentido apologético. Por ejemplo, H. J. Cadbury afirma sin reparo alguno: «para defender a los cristianos contra algunos ru- mores perjudiciales que habian llegado a ofdos de Tedfilo» (The Purpose Expressed in Luke’s Preface: Expos 8/21, 1921, 432). En esa misma linea apologética van otras interpretaciones, que lle- gan incluso a sugerir que Tedfilo era una personalidad romana muy influyente. Pero ese enfoque, en primer lugar, se basa en una inter- Comentario general 15 pretacién minimalista del v. 4 y, ademds, no tiene en cuenta la re- lacién del prélogo con el conjunto de Ia entera obra lucana. En las «notas» siguientes expondremos nuestras razones para pensar que la perspectiva de Lucas es bastante mds amplia. En nues- tra opinidn, esa «solidez» se refiere fundamentalmente a un aspecto de la ensefianza eclesial del tiempo de Lucas. Al remontarse a jos origenes de esa ensefianza, Lucas pone de manifiesto la solidez de la catequesis de la primitiva comunidad (véanse ultetiores detalles en M. Delvodére, Le prologue du troisiéme évangile: NRT 56, 1929, 714-719). Esto no quiere decir que Lucas haya pretendido buscar garan- tias para el «kerigma». Su intencién no va por ahi. En la concep- cién de Lucas, el verdadero garante del «kerigma» es el Espiritu; él es el que guia el ministerio y la predicacién de Jestis y, mds ade- lante, la de los discipulos, cuando la persona de Jestis se ha con- vertido en el objeto mismo de la proclamacién. De este modo, Lucas puede subordinar sus pretensiones litera- rias a su intencionalidad teoldgica. El mismo reconoce que ha utili- zado como fuentes relatos anteriores sobre la actividad de Jests y otros materiales de tradicién apostélica. Asi, consciente de que * depende de sus predecesores, se asocia a ellos: «yo también ... he decidido». El que prefiera caracterizar los dos voltimenes de la obra de Lucas como «reflexién teolégica» —que, al parecer, es lo que hace G. Klein (Lukas 1,1-4 als theologisches Programm, en Zeit und Geschichte, Hom. a R. Bultmann, ed. E. Dinkler, Tubinga 1964, 200)— podria decir que el prdlogo constituye todo un «pro- grama teolégico», aunque esto no implica admitir todos los detalles de la interpretacién de Klein. Lo que si es cierto es que el prélogo de Lucas tiene una visi6n mucho més amplia que lo que podria to- lerar la matizada interpretacién de Cadbury. Lucas subraya insistentemente que su objetivo no es la mera repeticidn de lo que le han legado sus predecesores. Su propésito es escribir un nuevo relato de la actividad de Jestis y de su conti- nuacién, con la mentalidad de un historiador que sigue determi- nadas pautas literarias. Pero su modo de escribir no es el de los historiadores profanos de la época helenistica; de hecho, nada més terminar el prdlogo, se comprueba que la composicién lucana se 16 Prélogo: 1,1-4 ajusta mucho més a los cénones de la historiograffa biblica vetero- testamentaria. Al dmbito de su investigacidn, calificada por Lucas de «com- pleta» («todo»), pertenecen indudablemente las narraciones de la infancia y la continuacién de la actividad de Jestis, Eso le permite narrar los acontecimientos «por su orden», es decir, organizados sistemdticamente, encuadrados en una sucesividad de perfodos y guiados por la dialéctica «promesa-cumplimiento». Aunque el prdlogo, naturalmente, encabeza la narracién, lo mds probable es que se haya escrito después de terminada la composi- cién de todo el relato y se haya incorporado al texto definitivo con las narraciones de la infancia; trataremos de explicarlo mds ade- lante. NOTAS EXEGETICAS v. 1. Puesto que La primera palabra del prélogo al Evangelio segtin Lucas es una con- juncién causal, que sélo se emplea en estilo literario: epeidéper. Gra- maticalmente, expresa el motivo de un hecho o de una situacién ya co- nocida. Normalmente introduce una frase subordinada, de cardcter cau- sal, que sigue a la frase principal del parrafo (cf., por ejemplo, Flavio Josefo, Bell. I, 1, 6, n. 17; Filén, Legatio ad Gaium, n. 164). Esta es la Yinica vez que sale en toda la Biblia griega, es decir, en los LXX, y en el Nuevo Testamento. El uso de esta conjuncién por parte de Lucas —aunque antepuesta, contra el uso habitual— revela su interés por relacionar toda su composicién con uno de los estilos Jiterarios mas co- nocidos de su tiempo; otras expresiones del prélogo corroboran esta impresién. Se podria comparar esta frase con otra declaracién formal del propio Lucas (Hch 15,24-26), que empieza con epeidé y recoge los resultados de las deliberaciones de la asamblea comunitaria de Jeru- salén. Muchos No es facil determinar con precisién quiénes y cudntos pueden ser esos polloi a los que se refiere Lucas. A este propésito ya hicimos una su- gerencia en el tomo I (cf. pp. 108ss). El uso de polys, ai8lado o en composicién, tanto en prdlogos como en epilogos, es una figura retérica de lo mds comin; por eso tal vez no haya que dar demasiada importan- cia a sus significados. Cf. Prélogo del traductor del libro del Eclesias- Notas exegéticas 17 tico; Heb 1,1; Hch 24,2.10; Jn 20,30; para mds ejemplos, véanse H. J. Cadbury, The Beginnings of Christianity, vol. 2, p. 492, y J. Bauer, Polloi Luk 1,1: NovT 4 (1960) 263-266. Al hacer mencién de predece- sores, Lucas admite su dependencia de otros relatos sobre «lo que Jesus empezé a hacer y a ensefiar» (Hch 1,1) y reivindica implicitamente su derecho a intentar, por su propia cuenta, algo que vaya en la misma linea. Pero las demas afirmaciones del prélogo, que hablan de exactitud, informacién, exhaustividad y orden, dan pie para suponer, con bastante plausibilidad, que Lucas est4 convencido de que, en cietto modo, su propia versién supera a las de sus predecesores. éSerfa posible identificar a algunos de los precursores de Lucas, a los que se refiere el término polloi? Los estudios recientes sobre el pro- blema de Ia redaccién sindéptica han Iegado a la conclusién, amplia- mente aceptada, de que el Evangelio segtin Lucas depende de «Mc», de «Q» y de «L» (cf. t. I, 120ss). Por tanto, habria que incluir entre esos «muchos» al menos a estos representantes; pero no hay que olvi- dar que la sigla «L» no designa exclusivamente documentos escritos. En cuanto al Evangelio segtin Mateo, y a pesar de la opinién de V. Hartl (Zur synoptischen Frage: Schliesst Lukas 1,1-3 die Benutzung des Mat- thius aus?: BZ 13, 1915, 334-337) y de los defensores de Ja hipétesis de Griesbach, es altamente improbable que, entre los «muchos» pre- decesores de Lucas, haya que incluir alguna de las diferentes versiones de Mateo. Por otra parte, no hay ninguna razén para suponer que esos «muchos» fueran necesariamente distintos de los «testigos oculares y servidores de Ja Palabra» que se mencionan en el v. 2; aunque el sen- tido genético de la expresién podria indicar que también ellos, al igual que Lucas, eran destinatarios de una tradicién eclesial. Por el mero hecho de mencionar a sus predecesores, aunque no sea m4s que de ma- nera convencional y por pura formula, Lucas toma implicitamente una posicién con respecto a ellos. Las frases siguientes se encargaran de dilu- cidar esa postura. Han emprendido la tarea Se podria traducir también: «han intentado», «se propusieron». Etimo- Idgicamente, el verbo epicheirein significa: «poner manos a (la obra)». También ésta es una palabra que sale en los prdlogos literarios de los tratadistas del perfodo helenistico (cf., por ejemplo, Hipécrates, De pris- ca medicina) para describir los esfuerzos que exige el arte de Ia litera- tura. A veces no tiene mds que un significado puramente neutto (cf. Flavio Josefo, Apion. I, 2, n. 13; Polibio, Historias, 2.37,4; 3.1,4; 12. 28,3), y bien puede tener aqui ese sentido. Pero ottas veces se usa con cierto matiz peyorativo: «intentar (pero sin conseguir su propésito)». 2 18 Prélogo: 1,1-4 En esta acepcién puede aplicarse a «una tarea con demasiadas preten- siones» (cf. Hch 9,29; 19,13), y en este sentido lo utiliza Flavio Josefo, refiriéndose a algunos que ptetendieron escribir la historia judia (Vit., 9, n, 40; 65, n, 338). Cf. también Hermas, Pardbolas, 9.2,6. Muchos co- mentaristas, a partir de Origenes (Hom. in Lucam, 1, ed. C. Lom- matzsch, 5.87), han interpretado en este sentido el prdlogo de Lucas. La decisién no es f4cil. Por una parte, Lucas dice: kamoi (= «yo también»: v. 3), lo cual podria significar que él considera a sus pre- decesores como modelos. Pero, por otra parte, hay una cierta oposicién entre «muchos» y «yo»; ademds, ahi estén sus pretensiones de exacti- tud, informacién, exhaustividad y orden, y, sobre todo, hay que tener en cuenta su intencién de proporcionar «sdlidas garantias» (asphaleia). Todos estos elementos parecen sugerir més bien que Lucas estd absolu- tamente convencido de que su tarea es una necesidad imperiosa para Ja Iglesia de su tiempo. Tal vez las obras de sus predecesores le pare- cieran meros intentos de fijar por escrito la tradicién de unos aconte- cimientos tan trascendentales como habian tenido lugar. El problema que se les planteaba era cdmo transmitir una tradicién. Lucas sabe per- fectamente que ésa es también su propia tarea. Por eso se decide a in- tentatlo otra vez, con criterios més exigentes y mucho mds prometedo- res, que va a especificar a continuacién. Componer un relato ordenado El verbo anatassesthai, de uso mds bien raro en literatura, significa «po- ner en orden», «repetir por orden» (Plutarco, Moralia, 968 C), También se usa, en un sentido mds amplio, con los significados de «poner en formacién», «recopilar» y, sobre todo, «componer» (Aristeas, Ep. ad Philocraten, n. 144). Este ultimo es, indudablemente, el sentido que mejor cuadra en nuestto pasaje. Es mds, parece que el propio Lucas tiene intencién de emprender precisamente esa tarea. Pero su «compo- sicién» va a ser un «telato» (diégésis), es decir, una cosa distinta de la «tradicién», a la que se refiere mds adelante, en el v. 2. El término diégésis (= «relato») es muy frecuente en la historio- gtaffa griega, tanto en la cldsica como en la helenistica, aunque no ex- clusivamente limitado a esa literatura. Platén (Repdblica, 3.392 D) lo aplica a relatos de acontecimientos pasados, presentes o futuros; Aris- tételes, s6lo cuando se trata de acontecimientos pasados (Rhetorica, 3. 16,1). Isécrates, el gran maestro de oratoria, usa més bien el verbo correlativo diégeisthai para describir el hecho de contar el pasado (Pa- nathenaicus, 152; Trapeziticus, 3). La Carta de Aristeas utiliza el tér- mino diégésis tres veces, refiriéndose a la narracién de una visita que hizo el autor al sumo sacerdote judfo Eleazar (nn. 1.8.322). El histo- Notas exegéticas 19 tiador Flavio Josefo lo aplica a la narracién de un hecho tan espectacu- lar como la vuelta del pueblo judio desde el destierro de Babilonia a Jerusalén (Ant. XI, 13, 10, n. 68), € incluso describe como diégésis no sdlo su propia obra (Bell. VII, 3, 2, n. 42; VIII, 8, 1, n. 274; Anz. I, 2, 3, n. 67; IV, 8, 4, n. 196; IX, 10, 2, n. 214; XII, 3, 3, nn. 136.137; XIX, 9, 1, n. 357; XX, 8, 3, n. 157), sino la misma historiografia (Vit., 65, n. 336). Esta relacién de la diégésis con la historiografia se puede ver también en Plutarco (Non posse suaviter, 10.1093 B, historia kai diégésis) y en Luciano (Quomodo bistoria conscribenda sit, 55). El tét- mino aparece también en 2 Mac 2,32, como conclusién del prdlogo del autor, y reaparece més adelante en 2 Mac 6,17. Etimolégicamente, diégésis tiene el sentido de una composicién que «se desarrolla progresivamente hasta su desenlace», un argumento ho- mogéneo que pretende ser algo mds que una meta yuxtaposicién de notas sueltas 0 una coleccién de datos anecdéticos. Hay que notar la diferencia entre diégésis, que aqui, en el prélogo, abarca los dos volt- menes de Ja obra, y la expresién prdtos logos (= «primer libro»; lite- ralmente: «primera palabra»), que, al principio del libro de los Hechos de los Apéstoles, se refiere al primer volumen, es decir, a la narracién evangélica. Cf. nuestras reflexiones anteriores en tomo I, pp. 287-291. Acontecimientos Lucas habla de pragmata, una expresién que, en realidad, equivale a los «hechos», los «sucesos», que constituyen el centro de interés pri- mario de todo historiador. Pero, a medida que avanza la narracién, el lector se da cuenta de que esos «acontecimientos» no tienen el sentido trivial de puros hechos facticos y que Lucas no Jos cuenta movido por el interés asépticamente neutro de un historiador profano, tanto de la era antigua como de la época moderna. En la mentalidad de Lucas, se trata de acontecimientos de Ja historia de salvacién, y su sentido més profundo depende de la interpretacién que se dé a la idea de «cumpli- miento», que es el calificativo contextual que se aplica a pragmata. Con- cretamente, esos acontecimientos no sdlo incluyen las diversas vicisitu- des del ministerio publico de Jess y su pasién, muerte, sepultura y resurreccién, sino que se extienden a la continuacién de esa historia individual, es decir, abarcan también Ja actividad de los testigos, empe- fiados en difundir «la palabra del Sefior» hasta los uiltimos confines de la tierra. Que se han cumplido La expresién griega es una forma participial de un verbo en pretérito perfecto: ‘peplerophoremenon. Seguin el significado especffico del pet- 20 Prélogo 1,14 fecto griego, los hechos ocurridos en el pasado siguen actuando en el presente por medio de sus efectos Los acontecumientos a los que se tefiere Lucas tienen una dimension actual en la vida de la comunidad cristiana Eumolégicamente, el verbo plerophorem significa «colmar la me- dida», «llevar a su plenitud» El termino es poco frecuente en Ja litera tura griega precristiana De hecho, sdélo se encuentra en Ecl 8,11, como traduccién de la forma hebrea male’ Sin embargo, la expresién abunda en los papiros griegos procedentes de Egipto, en el sentido de «saldar» una deuda o de «satisfacer» las obligaciones legales, cf J H Moulton/ G Mulligan, The Vocabulary of the Greek Testament (Londres 1930) 519, A Deissmann, Light from the Ancient East (Londres 71927) 86-87 En Rom 4,21, 14,5 significa «estar plenamente convencido» Cf Col 4,12 En cuanto al significado especifico del verbo plerophoreim en el prd logo de Lucas, se han propuesto tres interpretaciones distintas a) El sentido mas obvio, en linea con el significado que el termino tiene en los papiros, es «efectuar», «llevar a cabo», «verificarse» «los acontecimientos que se han verificado» Es un sentido frecuente en las diversas traducciones, empezando por las més antiguas, como la Vetus latina, \a siria, la Vulgata, y las versiones coptas, como la sahidica y la bohairica Entre las modernas, tanto la Nueva Biblia Espafiola como la Biblia de Jerusalen adoptan esta traduccion, y en lengua inglesa tam bien la siguen la RSV y la NEB, sin duda por influjo de H J Cadbury (cf The Begennings of Christianity, vol 2, pp 495 496), cf también M-J Lagrange, Evangile selon Satnt Luc, p 3 Cierta base para esta interpretacion, en el sentido de «llevar a cabo», podria enconttarse en 2 Tim 4,5 —con referencia al «servicio mmuisterial»— y en 2 Tim 4,17 (sobre el «anuncio del evangelio») Por otra parte, este significado po dria implicar incluso que algunos de esos acontecimientos «han tenido lugar» en tempo del propio Lucas 6) Explotando el sentido de la expresion en Rom 4,21, 14,5,K H Rengstorf (Das Evangelrum nach Lukas, NTD 3, Gotinga °1962, 41969, 14), propone traducir aqui «(los acontecimientos) que han sido ple namente comprobados», «garantizados» En su traduccién particular, Rengstorf sigue la interpretacion que acabamos de proponer en primer térmuno, es decir, «verificarse», pero en el comen.ario advierte que, en realidad, la expresion admite un doble sentido los acontecimientos «que se han verificado» o «que han sido plenamente comprobados» Para admutir esta interpretacion se basa en el final del prologo, donde Lucas habla expresamente de su interes por oftecer «plenas garantias» al desti- Notas exegétscas 21 natario de su obra Patece que esa interpretacién no es nueva, ya que algunos se la atribuyen al propio Origenes Pero H J Cadbury ve una dificultad La interpretacién se funda en el sentido que el verbo tiene en Rom 4,21, 14,5, es decir, «convencer», «estar convencido», ahora bien ges legitimo aplicar a unos acontecimientos el significado pastvo del verbo «convencer», que va esencialmente orientado a las cosas 0 a las ideas de las que uno esté convencido? ¢) La mayoria de los comentaristas modernos prefieren el signifi cado de «se han cumplido» o «han Ilegado a su plenitud», por eyemplo, G H Whitaker Expos 8/20 (1920) 264, O. A Piper/E Lohse, Lukas als Theologe der Hetsgeschtchte EvT 14 (1954) 261, G Delling TDNT 6310, E Trocme, Le «livre des Actes» et | histoire (Etudes histoire et de philosophie religieuses 45, Paris 1957, 46), A M Pope No cabe duda que hay que preferir esta tercera interpretaci6n La primera es demasiado neutra y no hace justicia al significado global del prologo En cuanto a la tercera, Cadbury estd persuadido de que una interpretacion que quiere ver en esa palabra una referencia al cumpli muento de la Escritura no se puede tomar verdaderamente en serio Pero cabe peguntarse por qué no De hecho, plerophoreim es una expresién mucho mas literaria y mds solemne —perfectamente adecuada al estilo del prdlogo— que pleroun o pimplanat, que Lucas utiliza frecuente mente, a lo largo de su narracién evangélica, para expresar la idea de cumplimiento (cf Le 1,2057, 2,621 22, 4,21, 9,31, 21,22 24, 24,44) El uso de plerophorem revela una intenci6n mucho mds profunda, si no, epor qué no emplea gimestha: (Flavio Josefo, Apion I, 9, n 47), tynchanein o potetsthat, que son los verbos habituales, y que Lucas po- dria haber utilizado perfectamente para indicar el mero acontecer his- térico? Hay, sin embargo, una dificultad, y es que plerophorem no apa- rece nunca con pragwata Pero, a pesar de todo, el enfasis de los escri- tos lucanos en la idea de que todo lo anunciado por Dios en el Antiguo Testamento «tenia que cumplirse» patece determunante para que nos in clinemos por la tercera interpretacién de plerophoren W Grundmann intenta combinar —por cierto, sin mucho exito— la segunda y la ter- cera interpretacion (cf Das Evangelium nach Lukas, THKNT 3, Ber- lin 21961, 44) Entre nosotros Esta primera persona del plural no es simplemente una referencia al propio autor, por otra parte, tampoco se puede identificar con el «nos» —es decir, «nosotros», los destinatarios de la tradicion— que aparece inmediatamente después (v 2) Este plural es todo el pueblo de la nueva historia de salvacién Et «nosotros» del v 1 incluye no sdlo a los «mu 22 Prélogo: 1,1-4 chos» predecesores de Lucas y a «los que, desde el principio, fueron testigos oculates y servidores de la Palabra» —de los que el autor se distancia en el v. 2—, sino incluso al propio Lucas y a los demés cris- tianos de la tercera generacién, que son los «nosotros» del v. 2. Por otra parte, tiene que existir una relacién entre este plural del prélogo y los famosos pasajes en primeta persona de plural que apa- recen en la segunda mitad de los Hechos de los Apéstoles. Lucas quiere decir que él mismo ha sido contempordneo, e incluso testigo, de al me- nos algunos de los acontecimientos que va a narrar; pero eso no signi- fica que haya presenciado algin hecho del ministerio ptiblico de Jestis ni la mayoria de los episodios que él mismo cuenta en el segundo volu- men de su obra, (Esta relacién entre el «nosotros» del v. 1 y los pasajes de los Hechos escritos en primera persona de plural es perfectamente compatible con el significado de parékolouthékoti, que estudiaremos mds adelante, en el v. 3). v. 2. Como Los manuscritos mds fiables traen esta conjuncidén bajo la forma kathos (= «como», «segin»), una configuracién que despierta ciertos recelos entre algunos graméticos del aticismo més estricto, como Frinico (cf. BDF, n. 453). El cédice de Beza (D) sustituye kathds por katha, que es una forma indudablemente mds correcta del griego poscldsico para ex- presar la misma funcidn, La particula introduce una afirmacién que ra- tifica la fiabilidad de los anteriores relatos; para Lucas es importante que sea asi, aunque él personalmente prefiera presentar esos aconteci- mientos de manera m4s comprensible (cf. H. Schiirmann, Das Lukas- evangelium. I. Kommentar zu Kap. 1,1-9,50, HTKNT 3/1; Friburgo de Brisgovia 1969, 1.8). Nos Con este nuevo plural, Lucas se refiere a su propia generacién, distin- guiéndola de «los testigos oculares y servidores de Ja Palabra». Han transmitido El aoristo paredosan, que Lucas emplea precisamente aqui, y que no aparece en ningun otro texto del Nuevo Testamento, es Ja forma lite- raria clésica del verbo paradidonai. Normalmente, los autores neotesta- mentarios emplean la forma con -k- en vez de -s- (cf., por ejemplo, Le 24,20.42; Hch 1,26; 3,13; 15,30; cf. BDF, nn. 95.1). Es una indicacién més del cardcter literario del prdlogo. EI verbo paradidonai es la palabra técnica que usa el Nuevo Testa- mento pata describir el proceso de transmisién en la comunidad primi- Notas exegéticas 23 tiva; cf., por ejemplo, 1 Cor 11,2.23; 15,3; Mc 7,13; Jds 3 (cf. B. Ger- hardsson, Memory and Manuscript, 288-306). Ia tradicién a la que se refiere Lucas no excluye, de por si, documentos escritos; pero lo més ptobable es que se refiera a la tradicién oral, especialmente por con- traste con los «relatos» de sus predecesores, como acaba de indicat en el versiculo anterior (v. 1). Los que desde el principio fueron testigos oculares y servidores de la Palabra La frase griega original es bastante dificil: boi aparchés autoptai kai bypéretai genomenoi tou logou. Se podria traducir también, més a la letra: «los que desde el principio fueron testigos oculares y luego se convirtieron en servidores de la Palabra». El problema reside en la du- plicidad de calificativos: gquiere esto decir que Lucas piensa en dos grupos distintos, que configuraron la primitiva tradicién eclesial? K. Stendahl (The School of St. Matthew, ASNU 20; Lund 1954, 32-34) y R. Balducelli (CBQ 22, 1960, 419) piensan que se trata de dos grupos diversos, De hecho, el orden de los calificativos y la presencia de la con- juncién kai parecen favorecer esta interpretacién. Pero el empleo de un solo articulo: oi para toda la frase, la posicidn del participio genomenoi (= «hacerse», «convertirse en»), que sepata no precisamente los dos calificativos, sino la designacién bypéretai (= «servidores», «ministros») de la frase preposicional: «de 1a Palabra», y la posicidén de la otra frase preposicional: aparchés (= «desde el principio»), militarfan mds bien a favor de una interpretacién unitaria de toda Ja frase; en este caso se tratarfa de dos caracterizaciones distintas de un solo grupo de personas. Si esta Ultima interpretacién es correcta, la doble caracterizacién des- ctibe el grupo de discipulos de Jestis, que fueron «testigos» de su mi- nisterio puiblico y luego se convirtieron en «servidores de la Palabra». Una comparacién de esta frase del prdlogo, interpretada como doble caracterizacién de un solo grupo, con el texto de Hch 1,21-22, que enuncia los requisitos para pertenecer al grupo de los Doce —«uno de los que nos acompafiaron mientras vivia con nosotros el Sefior Jesis, desde los tiempos en que Juan bautizaba, hasta el dia en que se lo Ilevaron de entre nosotros»— darfa como resultado Ja identificacién de «los testigos oculares y servidores de la Palabra» con el colegio de los apéstoles, es decir, con los Doce. Para confirmar esta interpretacién se podria aducir también el texto de Hch 10,37-41: «Nosotros somos testigos de todo lo que hizo en el pais de los judios y en Jerusalén. Le mataron colgdndole de un madero, pero Dios le resucité al tercer dia e hizo que se apareciera no a todo el pueblo, sino a los testigos que él habia designado, a nosotros, que 24 Prdlogo: 1,1-4 hemos comido y bebido con él después de su resurreccién de entre los muertos». No es facil elegir una de las dos posibilidades. Yo, personal- mente, ptefiero la segunda, es decir, un solo grupo doblemente caracte- rizado. Cf. R. J. Dillon, From Eyewitnesses to Ministers of the Word, AnBid 82; Roma 1978, 169-272. , En cualquier caso, Lucas marca su distancia, con respecto al minis- terio puiblico de Jestis, por medio de dos estratos de tradicién; entre Jestis y Lucas media el testimonio de los primeros testigos, que luego se dedicaron a proclamar la Palabra. En sentido neutro, bypéretes significa: «servidor», «encargado», «asistente»; se aplica al personal auxiliar de una consulta médica, de una corte real, de un tribunal de justicia, del Sanedrin, de una sinago- ga, etc. (cf., por ejemplo, Le 4,20). En Hch 13,5 se presenta a Juan Marcos como «asistente» de Bernabé y Saulo, y precisamente en un contexto de anuncio de «la Palabra de Dios» en la sinagoga de Sala- mina, en Chipre, Cf. R. O. P. Taylor: ExpTim 54 (1942-1943) 136-138. En esta frase del prdlogo, «la Palabra» puede ser simplemente «una expresién genética pata designar la historia de los orfgenes del cristia- nismo» (H. J. Cadbury, The Beginnings of Christianity, vol. 2, p. 500). Pero el empleo de ho logos, en sentido absoluto, en los Hechos (p. ej., Heh 8,4; 10,36; 11,19; 14,25; cf. Le 8,12-15), le confiere, qué duda cabe, una marcada tonalidad de «la Palabra de Dios». Concretamente en Heh 6,4 se menciona de manera explicita «el ministerio de la Pala. bra» (diakonia tou logou); el paralelismo no puede ser mds claro. Para ulteriores detalles, cf. A. Feuillet, Témoins oculaires et serviteurs de la parole (Le 1,2b): NovT 15 (1973) 241-259, En cuanto al participio genomenoi, no creo que se deba insistir mu- cho en su tiempo gramatical ni en su posicién dentro de Ja frase. De hecho, autoptes genomenos es una expresién muy normal en griego para decir «testigo ocular» (cf. Flavio Josefo, Apion. I, 10, n. 55). Lo tinico que ha hecho Lucas es ampliar Ja frase, mediante la adicién de «y ser- vidores de la Palabra». Sean cuales sean las preferencias de interpretacién, en cuanto a la unicidad o duplicidad de grupos transmisores de tradicién, el significado especifico de «servidores —-o ministros— de la Palabra» plantea una nueva dificultad, ¢Puede esta designacién hacer referencia a «un gtupo bien definido dentro de la estructura comunitaria», una especie de «ins- tructores», con una funcién anéloga a la institucién judfa del rabinismo fariseo, es decir, controlar la transmisién de «las tradiciones de los antepasados» (cf. Gal 1,14)? Segtin H. Riesenfeld (The Gospel Tradi- tion and Its Beginnings, Londres 1957), «la tradicién evangélica empie- za con el propio Jestis»; la frase del prdlogo de Lucas se refiere a un Notas exegéticas 25 grupo concteto de «transmisores autorizados» de la tradicién sobre Jestis, que, ya en aquel tiempo, habfa adquirido un cardcter particular: el de «palabra sagrada». B. Gethardsson (Memory and Manuscript, ASNU 32; Lund 1961, 243-245) establece una relacién directa entre este grupo especifico y el «ministerio de la Palabra» (Hch 6,4), propio de la actividad apostdlica. Para que los apéstoles pudieran dedicarse enteramente a esta tarea, la Iglesia de Jerusalén eligié a siete colaboradores, encargados de «servir a la mesa». Tal vez la expresién «ministerio de la Palabra» sea equiva- Jente al «ministerio apostdlico» del que se habla en Heh 1,25, tradu- ciendo diakonia kai apostolé como una hendiadis. Esa actividad de «servicio de la Palabra» podria sugerir que, en la comunidad primitiva, se controlaba la transmisién de las palabras y de los hechos de Jestis; eso es lo que dio lugar a la tradicién, mencionada por Lucas en el pré- logo a su narracién evangélica. Este intento de determinar con més exactitud el significado de la expresién «servidotes de la Palabra» no carece de atractivo, pero, al mismo tiempo, también tiene sus dificultades. Podria parecer que esa interpretacién presenta la actividad de Jestis como la de un rabino con relacién a sus discipulos. Pero en este aspecto, a pesar de todo el inte- rés de Lucas por datnos una imagen de Jestis dedicado a Ia instruccién de sus discipulos —en particular, durante su viaje a Jerusalén—, es rato que la narracién lucana presente a Jestis en funciones de rabino (y mu- cho menos la tradicién evangélica precedente, por ejemplo, la repre- sentada por el Evangelio segdin Marcos). Por otra parte, no se puede decir que el rabinismo anterior al afio 70 d.C., especialmente la tradi- cién farisea palestinense, mantuviera su misma metodologia después de la destruccién de la ciudad santa. Sin embargo —y a pesar de todas sus exageraciones—., la teoria de Riesenfeld y Gerhardsson tiene mu- chos valores aprovechables. En cuanto a la existencia de una tradicién primitiva, ademds de esta expresa declaracién de Lucas, tenemos el tes- timonio de Pablo en 1 Cor 15,1-2 (especialmente la expresién en tini logé = «en la forma como...»); 15,11; cf. 11,23. Sobre toda esta pro- blematica, cf. M. Smith, A Comparison of Early Christian and Early Rabbinic Tradition: JBL 82 (1963) 169-176; B. Gerhardsson, Tradition and Transmission in Early Christianity, ConNT 20, Lund 1964; J. Neusner, The Rabbinic Traditions about the Pharisees before AD. 70: The Problem of Oral Transmission: JJS 22 (1971) 1-18; B. Gerhardsson, Die Anfinge der Evangelientradition, Wuppertal 1977; J. A. Fitzmyer, Judaic Studies and the Gospels: The Seminar, en The Relationship among the Gospels: An Interdisciplinary Dialogue 26 Prélogo 1,1-4 oy a O Walker, Jr, San Antonio 1978) 237 258, especialmente Desde el principio Pata un comentario de la expresién aprarchés, véase la «nota» posterior a Propésito del adverbio andthen —con idéntico significado— en nues tro andlisis del siguiente verso (v 3) v 3 Yo también be dectdido La traduccién hiteral seria «a mi también me ha parecido» Algunos manuscritos de las antiguas traducciones latinas afiaden ef Spuitut Sanc- to (= «y al Espiritu Santo»), pero, evidentemente, se trata de una glosa introducida por un copista, debido al influjo de Heh 15,28 En ese mismo capitulo del libro de los Hechos de los Apéstoles encontra ry yanes paralelos de la expresién edoxe kamot (Hch 15,22 25 28 Lucas se decide a componer su propio relato, porque las circunstan- cias en las que esctibieron sus predecesores no eran més ventajosas que la suya, es mds, parece imphicar que él se encuentra en una situacion mucho més favorable para acometer esa misma empresa Después de investigarlo todo cutdadosamente a Ja actualidad, Ja discusi6n exegética en torno a la interpretacion prdélogo de Lucas se centra en el significado de parekolouthékots, Participio activo de perfecto del verbo parakolouthern Este verbo com- puesto admite varias acepctones, que enumeramos a continuacién 1 «Seguir», en sentido fisico, «acompafiar» a una persona, cami- nando a su lado (Deméstenes, Orattones, 42 21), 2 «Seguir» con la mente, por ejemplo, un raciocinio, un discurso, unos principios, una ensefianza (1 Tim 4,6, 2 Tim 3,10 cf H J Cadbury, The Beginnings of Christianity, vol 2, 501), 3 «Seguirse», «dar como resultado», por ejemplo, de unas pre- misas, de unas circunstancias Tiene cardcter mntransitivo y con- notactones de indole légica (cf Mc 16,17), 4 «Seguir de cerca», «mantenerse en contacto», por eyemplo, un acontecimiento, un desarrollo socal (cf Deméstenes, Pro corona, 33, c& J H Moulton/G Milhgan, The Vocabulary of the Greek Testament, Londres 1930, 845-846), 5 «Seguir» una huella, una pista, «nvestigar», «informarse» Se tefiere . Y asi opinan también M. Go- gucl, W. Grundmann, M.-J. Lagrange, K. Rengstorf, J. Schmid, N. Sto- nehouse, M. Zerwick, etc. Por tanto, parece légico aceptar esta inter- pretacién, aunque sin excluir que Lucas haya sido testigo presencial de algunos de esos sucesos (cf. la explicacién anterior de «entre nos- otros», en el v. 1). Una ultima obsetvacién. El participio parékolou- thékoti no debe convertirse en motivo para poner en duda Ia histori- cidad del relato lucano. Todo La expresién incluye «todos» los «acontecimientos» y los relatos de los «muchos» predecesores de Lucas. En ese «todo» toma cuetpo la pri- meta de las tres caracteristicas que Lucas reclama para su obra, es decir, la sintegridad». El autor hace una declaracion tetérica de que su in- vestigacién ha sido «completa». La traduccién espafiola «todo» supone que se interpreta el dativo griego pasin como neutro, en relacién con pragmata. Pero es que pasin puede ser también masculino, y, en ese caso, haria referencia a «todos», es decir, a los «muchos» predecesores de Lucas y a los «testigos ocu- lares y servidores de la Palabra». Probablemente asi lo entendid Justino Martir (Dialogus cum Trypbone Judaeo, 103); cf. también Eusebio, Hist. eccl., 3.4,6; Epifanio, Panarion, 51.7, Pero la presencia del ad- vetbio andthen y la ausencia de articulo con que aparece pasin favo- recen, indudablemente, la interptetacién en sentido neutro. Se ha dicho en alguna ocasién que emplear aqui pasin (= «todo») es «una exageracién disculpable» (J. H. Ropes, St. Luke’s Preface: «asphaleia» and «parakolouthein»: JTS 25, 1923-1924, 71). Pues bien, serfa realmente una exageracién —y se le podrfa perdonar a Lucas— si se interpretara el verbo parakolouthein en sentido de «seguir de cer- ca», «estar intimamente vinculado» con los acontecimientos. Peto si se entiende como «investigar», no tiene por qué haber ninguna exagera- cidn. La palabra «todo» significa exactamente «todos los acontecimien- tos» que Lucas cuenta en el curso de su entera narracién. Notas exegéticas 29 Cuidadosamente ss sea a dverbio, Lucas da cuenta de la segunda caracteristica de su ‘aeetnacton la exactitud. También Flavio Josefo utiliza akribés, y precisamente en un contexto en el que aparece el verbo parakolouthein (Apion. I, 10, n. 53). El adverbio es practicamente una calificacién de Ja metodologia lucana. — / Sin embargo, algunos investigadores, como G. Rinaldi, «Risdlendo alle pi lontane origini della tradizione» (Luca 1,3): BeO 7 (1965) 252-258; F. Mussner, «Kathexes» im Lukasprolog, en Jesus und Pau- lus: Hom. a Werner Georg Kiimmel (eds. E. E. Ellis y E. _Griisser; Gotinga 1975) 253, prefieren otra lectura. Piensan que akribos va con el infinitivo siguiente, grapsai; la traduccién seria entonces: «escribir- telo cuidadosamente». Desde el punto de vista gramatical, es una lec- tura posible; pero, desde luego, no es la interpretacion més convin- cente, Cf, H. Schiirmann, Das Lukasevangelium. I. Kommentar zu Kap. 1,1-9,50 (HTKNT 3/1; Friburgo de Brisgovia 1969) 10, n. 61. Desde el principio Tercera caracterfstica de la investigacién lucana: la exhaustividad. El adverbio andthen significa, literalmente, «desde arriba»; usado en sen- tido temporal, puede ser equivalente de ap’archés (Le 1,2). En Heh 26, 4.5, Lucas emplea esos dos adverbios en paralelismo prdcticamente si- nonimico, a propésito de la juventud de Pablo (cf. E. Haenchen, Das «Wir» in der Apostelgeschichte und das Itinerar: ZTK 58, 1961, 363- 364, y su recensién de Dupont en TLZ 87, 1962, 43; cf., del mime autor, Die Apostelgeschichte, Gotinga °1965). Mas detalles en Filén, De Vita Mos., 2.48; cf. BAG 76, 1 > 502-503) . J. Cadbr he Beginnings of Christianity, vol. 2, - y 1 Desom rhe Soares of Acts The Present Position, Londres 1964, 106-107) atribuyen al adverbio andthen el significado de «por largo tiempo». Pero este sentido, aparte de que prescinde del paralelismo entre andthen y @parchés, viene impuesto por la peculiar interpreta- cién que esos dos autotes dan del participio parékolouthékoti. Ahora bien: si andthen y ap-archés son expresiones paralelas, cabe preguntar cual es ese «principio» (arché) al que se refieren los dos ad- verbios. Algunos comentaristas ponen el punto de referencia en el naci- miento de Juan Bautista y en el de Jesds, que constituyen el principio de la narracién evangélica de Lucas; por ejemplo, E. Osty/A. Plummer, A Critical and Exegetical Commentary on the Gospel according to St. Luke (ICC; Nueva York 51922, 81964) 4; G. Schneider, Das Evan- gelium nach Lukas (Okumenischer Taschenbuchkommentar zum Neuen 30 Prélogo 1,1-4 Testament 3/12, Gutersloh Wurzburgo 1977) vol 1, 39 Pero, por otra parte, la perspectiva lucana asocia arché y sus formas afines con el principio del «tiempo de Jesus» (cf Le 3,23, 23,5, Hch 1,1 22, 10,37, cf Le 5,10), por tanto, eno cabria pensar lo mismo a proposito de esta referencia del prélogo? La decisién depende, en buena medida, del grado de hustoricidad que se atribuya a los detalles de las narracio nes de la infancia En todo caso, el «principio» al que se hace alusién aqui parece ser el comienzo de la tradicién apostélica Escribirtelo por su orden Como ya indicébamos anteriormente a Propésito de akribés, cabria preguntarse ahora si la expresién adverbial kathexes va con el parti cipio parékolouthékot: 0 con el infinitivo grapsat Desde el punto de vista puramente gtamatical, podria referirse al participio, y en ese caso habria que hablar de «una investigacién ordenada», es decir, metodo \égicamente impecable Pero, como muy bien observa Cadbury (The Begennings of Christianity, vol 2, 505), la continuacién de la apédosis, mterrumpida por la frase participial, tendria que reanudarse con un Sot enclitico, y esto es una monstruosidad linguistica Por tanto, el ad verbio kathexés indica un modo, una metodologia de «composicién» El significado exacto de kathexés ha dado lugar a una multitud de opiniones Ante todo, se trata de una expresién que, en el Nuevo Tes tamento, no aparece mds que en los escritos de Lucas (cf Le 8,1, Hch 3,24, 11,4, 18,23) Es un compuesto de la prepostcién kata y del ad verbio hexés, este ultimo también exclustvamente lucano (Le 7,11, 9,37, Heh 21,1, 25,17, 27,18) Por los afios veinte, H J Cadbury (Beginnings, vol 2, 504505) consideraba hexes y Rathexés como siné- nimos, recientemente, M Volkel (Exegetssche Erwagungen zum Ver standnis des Begrif{s «kathexés» 1m lukamschen Prolog NTS 20, 1973 1974, 259) ha impugnado esta stnonimia Por mr parte, yo no veo nin- guna diferencia entre kathexés en Le 8,1 y hexés en Le 7,11, pero esto es un detalle msignificante Volytendo al significado de kathexés, Cad bury lo interpretaba en el sentido de «sucesivamente», «continuamente» (Beginnings, 2, 505), matcando asf la pauta de la interpretacién més cortiente, que se diversifica, a su vez, para denotar una presentacion ordenada de la actividad de Jestis (cf K H Rengstorf, Das Evangelsum nach Lukas, 15) o bien la sucesién histérica de los acontecimientos (E Lohse, Lukas als Theologe der Heilsgeschichte EvT 14, 1954, 260) En fecha més reciente, G Klein, a partir de la 1dea de sucesiémy subraya Ja umportancia del adverbio para determinar el contenido de todo el relato (Umfang des Stoffes) Aunque, en determinadas ocasiones, ka thexés tiene un sentido puramente cronoldgico, el aspecto que més sub Notas exegéticas 31 raya es «la presentacién exhaustiva de los materiales» (Lukas 1,1-4 als theologisches Programm, en Zett und Geschichte Hom aR Bultmann, ed E Dmkler, Tubinga 1964, 194195) Por su parte, M Volkel (Exegetische Erwagungen zum Verstandms des Begriffs «kathexes» im lukanischen Prolog NTS 20, 1973 1974, 289 299), despues de reexa munar todos los pasayes de Lucas y un gran nimero de textos extra- biblicos en los que sale ese adverbio, concluye que el significado mds idéneo de kathexes hay que expresarlo como «en una serie continua» Cast simultdneamente, J Kurzinger (Lk 1,3 «akribos kathexes sot grapsat» BZ 18, 1974, 249 255), en base a los textos analizados por Cadbury (The Beginnings of Christianity, vol 2, 505), sugeria que la interpretacién correcta de kathexes debe ir en una linea de posteriori dad, por tanto, hay que traducirlo por «despues de esto», es decir, los acontecimientos que se narran después del prélogo Un poco més tarde, F Mussner («Kathexes» im Lukasprolog, en Jesus und Paulus Hom a Werner Georg Kummel, eds E E Ellis y E Grasser, Gotinga 1975, 253 255) trato de demostrar que ese adverbio quiere decir que Lucas esctibio su obra «sin Jagunas» (/uckenlos), es decir, sin perder un solo detalle Mussner funda su opinién en los materiales extrabiblicos ana luzados por Volkel, en los que kathexes va acompafiado de expresiones que indican integridad, totalidad Y asi aparece en el prdlogo de Lucas, concretamente, en compaiifa de pasin (= «todo») La gran dificultad de esta interpretacion es que, si compatamos la nartacién lucana con el Evangelio segtin Marcos, vemos inmediatamente la cantidad de mate- niales omitidos por Lucas En cuanto a la propuesta de Kurzinger, real mente cabe esa interpretacién, de hecho, los materiales que presenta indican que kathexés tiene un sentido claro de orden o de sucesividad Pero equé clase de «orden»? Cadbury, después de admuitir como sentido més adecuado el de «sucesivamente» o «continuamente», hace una afirmacién extrafia «esto no implica necesariamente conformidad con un orden fiyo, sea cronoldgico, geografico o literario» (The Begenn ings of Christranity, vol 2, 505) La afirmacién es realmente sorpren- dente Yo admito con toda tranquilidad que insistir exageradamente en el sentido histérico de Lucas abre la puerta a una concepcién que legue a postular una verdadera coincidencia entre el orden narrativo y la sucesi6n histérica de Jos acontecimientos Pero gpor qué se ha de excluir un «orden literario»? Para mi, personalmente, éste es el sentido més obvio de kathexés, sugerido incluso por el propio Lucas en Heh 11,4, donde Pedro responde a las criticas de los partidarios de la cir- cuncisi6n, que no entienden su comportamiento en Cesarea «Entonces Pedro empezé por el principio y Jes expuso los hechos por su orden», es decir, hizo una presentacidén sistemética de los acontecimientos 32 Prélogo 1,1-4 En fecha atin més reciente, G Schneidet (Zur Bedeutung von «ka- thexés» 1m lukanischen Doppelwerk ZNW 68, 1977, 128-131) opina que la presentacién sistematica de Lucas incluye su concepcién trifasica de la historia de salvacién y su dialéctica entre promesa y cumplimtento Desde mi punto de vista, es perfectamente plausible, con tal que se deje suficientemente claro que la referencia a la historia salvifica no es un dato «explicito» del prélogo Lo unico que afirma Lucas es su pro- pésito de escribir una presentacién sistemética de los hechos A nadie se le esconde aqui una velada referencia al «tiempo de Israel», al «ttem- po de Jestis» y al «tiempo de la Iglesia» Excelentisimo Teédfilo A partir del s 1 a C, el nombre Teéfilo es relativamente frecuente en la onoméstica, segtin el testimonio de los papiros procedentes de Egipto y de numerosas inscripciones griegas (cf J. H Moulton/G Mil- ligan, The Vocabulary of the Greek Testament, Londres 1930, 288) El nombre no era exclusivamente pagano, también habia muchos judios que lo Ilevaban (cf Aristeas, Ep ad Philocraten, n 49) EI personae mencionado en el prélogo vuelve a aparecer en la introduccién de los Hechos (Hch 1,1), pero se esfuma totalmente en los demds escritos del Nuevo Testamento No hay ninguna razén para poner en duda la existencta histérica de ese personaje, al que Lucas ha dedicado los dos voltimenes de su obra La dedicatoria, en sf, no sigmifica que Teéfilo fuera el patroctnador (patronus) de Lucas, es decir, el que asumia la publicacién de Ja obra, aunque es verdad que en el mundo grtecorromano se daba ocasional- mente esa prdctica, como en el caso de Mecenas y Horacio (cf Odas, 11) o de Atico y Cicerén En época posterior, las Recognitiones pseudo- clementinas (cf 1071) caracterizaron a Teédfilo como un personaje 1m- portante de Antioquia, que convirtié su casa en basilica y, finalmente, Megé a ser obispo de la crudad Pero todo esto no es mds que pura leyenda, de origen muy posterior. Tampoco hay razones convincentes para admutir una interpretacién simbélica del nombre, como si fuera una designacién de los lectores de la obra lucana, en el sentido de «favorecidos por Dios» 0 «amantes de Dios» (theo-philos) Al parecet, esa interpretacién data de los tiem- pos de Orfgenes La base lingujstica serfa considerar theophile como un adjetivo sustantivado Pero resulta que theophilos, como adyetivo, no aparece con claridad antes de la época bizantina La forma antigua, que es la que cabria postular aqui, deberia ser theophilés (cf Aristeas, Ep ad Philocraten, 287, cf también Martyrium Polycarpt, 3) No es posible saber con seguridad si Tedfilo era 0 no un dignatario Notas exegéticas 33 de cierto tango El adyetivo kratiste, que aparece también en Heh 23,26, 24,3, 26,25 (referido al procurador romano de Judea), es el equivalente griego del egreges latino, calificativo muy usual en el mundo romano contempordneo Concretamente, en la sociedad romana era un titulo de los «caballeros», es decir, de los miembros del ordo equester Pero ctenfa ya este sentido en una época mds temprana, como la de Lucas? Desde los ttempos del emperador Septimio Severo se aplicaba como t{- tulo a los procuratores También hay testimontos del s. 1 d C, segdn los cuales kratistos equtvalia a optimus, un calificativo habitual y de cardcter honorifico para los dignatarios romanos Lo mds que se puede decir es que Tedfilo pertenecia probablemente a una clase acomodada © que incluso era miembro de la alta sociedad, a la que Lucas tenia acceso En cuanto a sus convicciones religiosas, equé era Tedfilo un cris- tiano, un pagano influyente o un meto simpatizante del judaismo © del cristrantsmo? Practicamente, es imposible dar una respuesta satts- factoria En parte, por los datos que acabamos de dar sobre el nombre y el titulo que se le atribuye, y en parte, porque todo depende de Ja interpretacién que se dé a la tiltuma frase del prdlogo de Lucas (v 4) Segtin la interpretaci6n que vamos a proponer inmediatamente, lo mds probable es que Tedfilo no fuera sélo un pagano interesado por el cris- tianismo, sino un verdadero catectimeno, un ne6fito de la religidn cris- tiana Pero el hecho de que los dos voltimenes de la obra de Lucas es- tén dedicados a Tedfilo indica que no se trata de escritos de cardcter ptivado Por eso se puede considerar a Tedfilo como representante del lector cristiano, no sélo de aquella época concreta, sino también de las sucesivas generaciones del cristiantsmo v 4 Para que comprendas El verbo eprg:ndskein, al menos en su interpretacién lucana, significa «reconocer», «caer en la cuenta» de un hecho o de un objeto determi nado, o también «averiguat», «comprobar» (cf Hch 19,34, 22,24, 23, 28, 24,8 11) Como verbo compuesto de la preposicién epi-, puede in- cluir un matiz mtensivo «conocer profundamente» En este caso contrastarfa notablemente con la frase que viene a continuacién, y que cierra todo el periodo literario del prélogo La solidez de las ensefianzas que has recibido La interpretacién de esta frase conclusiva no es precisamente facil, como se demuestra por Ia variedad de traducciones H J Cadbury (The Making of Luke-Acts, Nueva York 1927, 347) traduce asi «para que te des cuenta de la exactitud de Jos relatos que te han explicado» Con 3 34 Prélogo: 1,1-4 implicaciones muy semejantes, se podria traducir también: «para que conozcas la fiabilidad de los hechos que te han contado» (cf. H. W. Beyer: TDNT 3, 639, que propone, a su vez, una traduccién alterna- tiva: «para que puedas tener certeza de la doctrina en Ja que has sido instruido»), Tres son las palabras cruciales que determinan la interpretacién global del enunciado: 2) asphaleia; b) logdn y c) el verbo katéchein. a) asphaleia La colocacién de asphaleia como palabra final de todo el petiodo revela el énfasis que se le atribuye. El sentido fundamental de aspbaleia es «seguridad», sea de orden fisico o dentro de la convivencia social. En los papiros griegos puede referirse también a un documento que sirve como «garantia escrita», y que tiene aplicacién incluso en las transac- ciones comerciales (cf. J. H. Moulton/G. Milligan, The Vocabulary of the Greek Testament, 88). Seria légico que en los escritos lucanos fue- ta equivalente a la expresién to asphales, usada como objeto de verbos de conocimiento o de consignat por escrito (cf. Hch 21,34; 22,30; 25, 26). Entonces, el significado se reduciria a algo as{ como «fiabilidad», «solidez», «seguridad», «garantia», «conviccién», siempre en contextos de conocimiento 0 de comunicacién de ideas. 5) logon También hay gran diversidad de opiniones a propdsito del significado de logos en este contexto. H. J. Cadbury (The Beginnings of Christia- nity, vol. 2, 509) lo interpreta como equivalente de pragmata (= «acon- tecimientos [narrados]»: v. 1) y hace referencia al uso lucano de logos en Le 7,17 como pardfrasis de échos (= «comunicacién oral», «difu- sidn»). No es extrafio que Jogos pueda tener este sentido, porque Lucas también lo emplea con el significado de «asunto», «cuestién» (Hch 8, 21; 15,6), siguiendo el uso de los LXX, que traducen pot logos la pala- bra hebrea dabar (cf., por ejemplo, Gn 29,13). Pero el sentido exacto de logos, precisamente aqui, depende —en parte— de la interpretacién de la palabra siguiente: katéchein, porque no es raro que Lucas emplee logos para referirse a la «instruccién» o a la «ensefianza» (cf. Le 4,32; 10,39) 0 incluso al «mensaje» que hay que aceptar (cf. Le 1,20; 6,47). c) katéchein EI verbo puede tener el significado neutro de «informars; «decirse», «rumorearse» (cf. Hch 21,21.24). Pero Lucas también lo emplea en el sentido de «instruir», «ensefiar», como se ve, por ejemplo, en Hch 18, 25. Cf. Gal 6,6; Rom 2,18. Bibliografia 35 En la época en la que los escritos lucanos —especialmente los He- chos de los Apéstoles— se consideraban como apologia (= «defensa») de Pablo, es natural que se prefiriera una interpretacién mds bien neu- tra de esta ultima frase, por ejemplo, en la linea de Cadbury. Pero la otra linea de interpretacién parece més apropiada para el cardcter de la obra de Lucas. Es decir, Lucas escribe para un catectimeno, Teéfilo, con el fin de proporcionarle una sélida garantia de la instruccién rudi- mentatia que ha recibido. Por tanto, una traduccién adecuada de esta Ultima frase podria ser: «para que Iegues a comprender que las mate- rias en que has sido instruido tienen toda clase de garantias». En el texto griego, el pronombre relativo, objeto del verbo katé- chéthés, deberia ser hous —acusativo masculino plural— en vez de hén, que es genitivo plural. Pero éste es uno de Jos innumerables casos de «atraccién del relativo» —hén atraido por logdn—, un fenémeno muy frecuente en la composicién lucana (cf. BDF, n. 294). BIBLIOGRAFIA Bacon, B. W., Le témoignage de Luc sur lui-méme: RHPR 8 (1928) 209-226. Bauer, J., Polloi Luk 1,1: NovT 4 (1960) 263-266. Brodie, L. T., A New Temple and a New Law: The Unity and Chroni- cler-based Nature of Luke 1:1-4:22a: JSNT 5 (1979) 21-45. Cadbury, H. 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JBL 73 (1954) 84 Haenchen, E , Das «Wir» in der Apostelgeschichte und das Itinerar ZTK 58 (1961) 329-366 — Resefia en J Dupont, Les sources du livre des Actes (1960) TLZ 87 (1962) 42 43 Hartl, V , Zur synopteschen Frage Schhesst Lukas 1,1 3 die Benutzung des Matthaus aus? 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Pope, A M, The Key Word of the Lucan Narratives CJRT 3 (1926) 44-52 Radaelli, A, I raccont: dell’snfancia nel contesto del prologo all’evan gelo «Ricerche bibliche e religiose» 15 (1980) 7-26, 199-227, 16 (1981) 292-330 Rinaldi, G , «Resalendo alle piit lontane origin: della tradtzione» (Luca 1,3) BeO 7 (1965) 252-258. 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Volkel, M, Exegetssche Erwagungen zum Verstandnis des Begriffs «kathexés» im lukanischen Prolog NTS 20 (1973 1974) 289 299 Wayngaards, J , Sant Luke’s Prologue in the Light of Modern Research «Clergy Monthly» 31 (1967) 172 179, 251 258 I . RELATOS DE LA INFANCIA Comienza el relato lucano de la historia de Jesus «Hoy, en la ciudad de David, os ha nacido un Salvador: el Mesias, el Sefior» I. ANTECEDENTES DEL NACIMIENTO DE JUAN BAUTISTA Y DE JESUS 1. ANUNCIO DEL NACIMIENTO DE JUAN (1,5-25) SEn tiempos de Herodes, rey del pais judio, hubo un sacer- dote Hamado Zacarias, del turno de Abjias, casado con una descendiente de Aarén que se Ilamaba Isabel. * Los dos eran rectos a los ojos de Dios y procedian sin falta segin los man- damientos y leyes del Sefior, 7 Pero no tenfan hijos, porque Isabel era estéril, y etan ya los dos de edad avanzada. ® Una vez que Zacarias estaba de servicio en el templo con el grupo de su turno, ° le tocd a él, segtin el ritual de los sacer- dotes, entrar en el santuario del Sefior a ofrecer el incienso. La muchedumbre del pueblo estaba fuera rezando durante la ofrenda del incienso. " Entonces se le aparecié a Zacarias el angel del Sefior, de pie a la derecha del altar del incienso. ” Al verlo, Zacarfas se sobresalté y quedé sobrecogido. * Pero el angel le dijo: —No temas, Zacarfas; tu oracién ha sido escuchada. Isa- bel, tu mujer, te dar4 un hijo, y le pondr4s de nombre Juan. “ Serd para ti una grandfsima alegria, y seran muchos los que se alegren de su nacimiento, porque va a ser grande a los ojos del Seftor. No bebera vino ni licor*; y ademas, ya en el vientre de su madre, quedard lleno de Espiritu Santo. * Con- vertira a muchos israelitas al Sefior su Dios. " El iré por de- lante del Sefior con el espiritu y poder de Elfas, para recon- ciliar a los padres con los bijos*, para ensefiar a los rebeldes la sensatez de los justos, para preparar al Sefior un pueblo bien dispuesto. 8 Zacarias replicé al angel: * Nm 6,3; Jue 13,4. > Mal 3,24. 42 Anuncio del nacimiento de Juan: 1,5-25 —¢Cémo sabré que va a suceder asi? * Porque yo ya soy viejo, y mi mujer, de edad avanzada, ” El angel le contesté: —Yo soy Gabriel, que estoy en la presencia de Dios. El me ha enviado para que te hable y te dé esta buena noticia. ® Pero mira, te vas a quedar mudo, y no podrds hablar hasta el dia en que esto suceda, por no haber dado fe a mis palabras, que se cumplirdén en su momento. “EI pueblo estaba aguardando, extrafiado de que Zaca- rias tardase tanto en el santuatio. 7 Cuando salié, no podia hablarles; y ellos comprendieron que en el santuario habia tenido una visién, porque les hacia gestos, pero seguia mudo. * Al tetminar sus dias de servicio, volvié a casa. * Poco después concibid Isabel, su mujer, y estuvo cinco meses sin salir, diciéndose: * _-Asi es como me ha tratado el Sefior, que ahora se ha preocupado de librarme de la vergiienza que he sufrido entre la gente. COMENTARIO GENERAL Los dos tnicos relatos evangélicos que empiezan con una seccién introductoria sobre el nacimiento e infancia de Jestis son los de “ Mateo y Lucas. La nartacién de Marcos y el Evangelio segtin Juan no describen esos acontecimientos. Concretamente, el Evangelio segtin Marcos se abre con una afirmacidn escueta: «Comienzo de la buena noticia de Jesucristo, Hijo de Dios» (Mc 1,1), € inmediata- mente viene el relato del ministerio de Juan Bautista. El de Juan empieza con un prdlogo de aliento himnico, que precede a su pre- sentacidn de la actividad de Juan Bautista. Por su parte, las narra- ciones de Mateo y Lucas, después de sus respectivas introducciones —-genealogia de Jestis, en Mateo; prdlogo a toda la obra, en Lu- cas—, inician con dos capitulos, dedicados a relatar los otigenes de Jestis. Se ha dado en denominar estos capitulos como «evangelios ° Gn 15,8. Comentario general 43 —o, mejor dicho, relatos— de la infancia», aunque, en realidad, contienen informaciones que rebasan el matco estricto de los pri- meros afios del protagonista (0 de los protagonistas). Ante todo vamos a dedicar unas cuantas paginas a exponer el carécter general de estas narraciones, dentro de la tradicién evan- gélica; continuaremos con una presentacién global del relato propio de Lucas y terminaremos con un comentario de la primeta escena de la narracién lucana. I. RELATOS DE LA INFANCIA Igual que los relatos de Ja pasién o de la resurteccién, los relativos” a la infancia constituyen una modalidad especifica del género lite- rario «evangelion, dentro de Ja literatura cristiana. En cuanto «rela- tos de infancia», estas nartaciones no se ajustan a ninguna de las categorias habituales que ha establecido el método de «historia de las formas». Y es légico, ya que esas categorias son esencialmente fruto de andlisis concretos de los episodios del ministerio publico de Jestis. Sin embargo, se ha intentado a veces clasificar estas narra- ciones como «historias sobre Jesiis» o simplemente como «leyen- das»; pero esa denominacién es no sélo muy discutible, sino incluso muy discutida (cf. G. Schneider, Das Evangelium nach Lukas 1; Giitersloh-Wurzburgo 1977, 77). Cuando uno empieza a leer el Evangelio segtin Lucas 0 fa narra-” cién evangélica de Mateo, lo primero que encuentra son esos relatos sobre la infancia de Jestis; y tal vez no sepa que tales narraciones son, en realidad, lo ultimo que se escribié dentro de todo el pro- ceso de composicién que fijé por escrito la tradicién evangélica (cf. V. Taylor, Formation of the Gospel Tradition, Londres 1949, 168-189; R. Bultmann, History of the Synoptic Tradition, Oxford 1968, 354; O. Cullmann, Infancy Gospels, en Hennecke-Schnee- melcher, New Testament Apocrypha 1, 363-369). Es opinién co- min que las narraciones evangélicas nacieron del kérygma, es decir, de la primitiva predicacién cristiana; algunos fragmentos de esa proclamacién se han conservado en 1 Cor 15,3-4; Rom 1,3-4; 1 Tes 1,9-10, y posiblemente en Hch 2,23-24.32.36; 3,14-15; 4,10; 10, 39b-40. El primer estadio de todo el proceso habria sido el relato 44 Anuncio del nacintiento de Juan: 1,5-25 de Ia pasién. Luego se ajiadié otro sobre el ministerio piblico de Jestis, basado en la primitiva didaché (= «ensefianza») cristiana, es decir, en una serie de recuerdos, e incluso de colecciones, de diversos dichos y hechos de Jestis. Y, por fin, en una etapa ulterior, se completé el bloque narrativo con los relatos de la resurreccién y, en tiltimo lugar, con las narraciones de la infancia. El Evangelio segtin Marcos, prescindiendo del apéndice deuterocanénico —de hecho, Mc 16,9-20 no aparece en los manuscritos griegos més fide- dignos—, se considera la versién mds antigua de la tradicién evan- gélica; no obstante, su estructura tiene un estrecho paralelismo con el sumario de la actividad de Jests, recogido en Hch 10,36-41. Pues bien, esta primera recensién evangélica no recoge ni las narra- ciones de la infancia ni los relatos de las apariciones del Resucitado. Aunque el proceso que dio forma a la tradicién evangélica no responde directamente a un interés biogrdfico, Ilegs un momento en que si se dejé sentir ese influjo; y él es —al menos en parte— responsable del incremento que experimenté la tradicién con los episodios sobre los origenes de Jestis y las reflexiones acerca de su personalidad. Marcos utilizé la escena del bautismo para presentar a Jestis ante sus lectores. Para él, los origenes de Jestis no tenian especial interés; de hecho, ni siquiera menciona el nombre de José. Mas adelante, el interés por la biograffa dio paso a la curiosidad, como se puede ver en el proceso de tradiciones que culminaron, finalmente, en los evangelios apécrifos de la infancia, por ejemplo, el Protoevangelio de Santiago, del s. 11 d.C., y el Evangelio de la infancia segin Tomas (cf. Hennecke-Schneemelcher, New Testa- ment Apocrypha 1, 363-401). Pero hay que hacer una precisién importante con respecto a ese interés por lo biografico. De ningtin modo se puede interpretar en el sentido moderno de la biografia histérica. En sus primeros estadios, la tradicién tiende a incorporar toda clase de particularida- des provenientes de la leyenda, adotnos literarios, elementos cos- tumbristas, relaciones astroldgicas, junto con la interpretacién del Antiguo Testamento. Todos estos factores son tipicos de la antigua busqueda de los orfgenes; entonces no se conocian los sofisticados métodos modernos que anudan conexiones genealdgicas o escarban en los archivos histéricos. Por otra parte, los datos de las narraciones de Ia infancia no Comentario general 45 pertenecieron nunca al kérygma primitivo o a la primera didaché de la Iglesia. Tal vez se puedan considerar como excepcién las re- laciones —por supuesto, indirectas— entre el kérygma y ciertas afirmaciones doctrinales: por ejemplo, que Jestis era Hijo de Dios, descendiente de David y depositario del Espiritu Santo. Todos es- tos detalles aparecen en Rom 1,3-4. Pero la descripcién de Jess que nos da el prdlogo de esa carta estd en contexto de resurreccién, aparte de que ya explicaremos més adelante hasta qué punto estd relacionada tal caracterizacién de Jestis con la idea de su concep- cién virginal. Lo que quiero subrayar aqui es que los datos de las) narraciones de la infancia no formaban parte del «evangelio», en \ sentido teolégico, al que se refiere Pablo cuando habla de «mi ° evangelion (Rom 2,16) 0 de «el evangelio de Dios» (Rom 1,1; , 16,16). La composicién de Jos relatos de Ja infancia supone, evidente- mente, un proceso de teflexidn teolégica. Esto se aprecia con sufi- ciente claridad, por ejemplo, en el paralelismo que establece Mateo entre José de Nazaret y el patriarca José, hijo de Jacob, y entre Jestis y Moisés, 0 en el sentido apologético que encierra el parale- lismo entre Jestis y Juan Bautista, en el Evangelio segiin Lucas.‘ ’ También se puede detectar la actuacién de principios teoldgicos en la facilidad con que ciertos titulos, como Hijo de Dios, Sefior y Mesias, que son propios de la resurreccidn, se retrotraen al perfodo | del nacimiento de Jestis ¢ incluso al anuncio de su concepcién (cf. Le 1,32-35; 2,11). El resultado de toda esta reflexién teoldgica se’ concreta en una cristologia pluridimensional —en los Evangelios segiin Mateo y segdn Lucas— frente a Ja concepcién bidimensional propia de Marcos. >Conviene repetir aqui algo que ya apuntdbamos en el tomo I, idvroduecisn general, En Mateo y Lucas, las narraciones de la in- | C fancia constituyen una especie de obertura solemne, que enuncia los principales temas de todo el relato evangélico. Este fenémeno se percibe con mayor claridad en Lucas, ya que, como veremos mds adelante, la composicién del relato lucano de la infancia es poste- rior no sdlo a la tradicién evangélica prelucana, sino incluso al « cuerpo originario del Evangelio segtin Lucas. Ante unos relatos como los de la infancia, con esas caracteris- 46 Anuncio del nacimiento de Juan: 1,5-25 ticas que acabamos de indicar, es Iégico que hayan surgido infini- dad de dudas sobre su auténtica validez histérica. Hay muchos datos de la existencia terrestre de Jestis de Nazaret que pueden ser veri- ficados por el testimonio undnime del Nuevo Testamento: fue bau- tizado por Juan Bautista; ejerci6 un ministerio de predicacién en Galilea, con palabras Ienas de autoridad; viajé a Jerusalén; celebré alli su ultima cena con sus discipulos, antes de ser traicionado por uno de ellos, de nombre Judas; fue crucificado en Jerusalén; muridé y fue sepultado en un lugar vecino. Todos estos datos son perfecta- mente comprobables no sdlo por la tradicién sindptica y por los escritos de Juan, sino por toda la literatura paulina (cf., por ejemplo, 1 Cor 11,23-25; Flp 3,10; Gal 3,13; Col 2,14; 1 Tes 2,14-15; 1 Tim 6,13; Heb 6,6; cf. J. A. Fitzmyer: «Chicago Studies» 17, 1978, 77-80). Pero muchos detalles de las narraciones de la infan- cia plantean verdaderos problemas, que no se pueden escamotear. Como ya indicdbamos en Ia introduccidn general del tomo I, Mateo y Lucas dependen de un niicleo de informaciones proceden- tes de la tradicién eclesial y, por tanto, anteriores a sus respectivos relatos evangélicos. Ahora bien: no hay argumentos pata probar posibles dependencias mutuas entre los dos evangelistas (cf. pp. 133- 136). Por consiguiente, los detalles en que coinciden ambos relatos tienen que deberse a una tradicién anterior. Hay opiniones muy diversas sobre el valor histérico de esos detalles derivados de la tradicidn; yo, personalmente, me inclino a considerarlos como el micleo histérico de los materiales que ulteriormente fueron elabo- rados por cada uno de los escritores. Doy a continuacidn las coin- cidencias de detalle entre las dos narraciones de la infancia: 1. El nacimiento de Jestis se relaciona con el reinado de He- rodes el Grande (Le 1,5; Mt 2,1); 2. Maria, su futura madre, es una virgen prometida a José, pero todavia no viven juntos (Le 1,27.34; 2,5; Mt 1,18); 3. José desciende de la casa de David (Lc 1,27; 2,4; Mt 1, 16.20); . 4. Un mensajero celeste anuncia el futuro nacimiento de Jestis (Le 1,28-30; Mt 1,20-21); 5. Jestis es proclamado hijo de David (Le 1,32; Mt 1,1); Comentario general 47 6. Su concepcién va a tener lugar mediante una intervencién del Espiritu Santo (Le 1,35; Mt 1518.20); 7. José no participa en la concepcidn de Jestis (Le 1,34; Mt 1,18-25); 8. El nombre de «Jestis» se le impone por el mensajeto ce- leste ya antes de su nacimiento (Le 1,31; Mt 1,21); 9. El mensajero celeste caracteriza a Jess como «Salvador» (Le 2,11; Mt 1,21); 10. El nacimiento de Jests tiene lugar después de que Marfa y José ya viven juntos (Le 2,4-7; Mt 1,24-25); 11. Jestis nace en Belén (Le 2,4-7; Mt 2,1); 12. Jestis, en compafifa de Marfa y José, se establece en Gali- lea, en la ciudad de Nazaret (Le 2,39.51; Mt 2,22-23). Cf. J. Schmid, Das Evangelium nach Lukas (RNT 3; Ratisbona 31955, 41960) 90; X. Léon Dufour, Los Evangelios y la historia de Jestis (Ed. Cristiandad, Madrid #1982); G. Schneider, Das Evangelium nach Lukas (Giitersloh-Wurzburgo 1977) 78; R. E. Brown, El naci- miento del Mestas. Comentario a los relatos de la infancia (Ed. Cristian- dad, Madrid 1982) 29. Todas esas coincidencias entre los dos relatos son indudable- mente importantes, y ademés, cada una de las narraciones puede servi para conttolar los respectivos detalles de la otra. Con todo, uno de esos datos —Ia residencia en Nazaret— puede provenir de una tradicién especffica, que mencionaba la actividad de Jess en su propia tierra (cf. Le 4,16.23; Mt 13,54). En cuanto a su valor histérico, las narraciones de la infancia plantean ciertos problemas: 1) Lo que més llama la atencidn es la diferente estructura de los dos relatos. La visualizacién sindptica de los materiales —por ejemplo, en un paralelismo a doble columna— es sencillamente imposible. 2) El anuncio del nacimiento de Jestis se dirige, en el Evan- gelio segun Lucas, a Maria; en cambio, en el Evangelio segin Ma- teo, el destinatario es José. La discrepancia es tan evidente, que no podemos menos de preguntarnos quién fue, en realidad, el que re- 48 Anuncio del nacimiento de Juan: 1,5-25 cibié el anuncio de un acontecimiento tan importante. Para expli- car esa divergencia se ha postulado una hipétesis que es, a todas luces, insuficiente: Mateo habria reproducido los recuerdos de José, mientras que Lucas habria conservado, més bien, las reflexiones de Maria (cf., por ejemplo, P. Strater, De probabili origine historiae infantiae Christi: VD 25, 1947, 321-327; H. Schiirmann, Das Lu- Rasevangelium, Friburgo de Brisgovia 1969, 61). Pero las dificulta- des de esta solucién son tantas y tan evidentes, que resulta decidi- damente inaceptable. ¢Cémo es que Marfa y José no habrian Ilegado a comunicarse sus respectivas vivencias? Ademds —y desde otro dngulo—, ¢gpor qué no habria elaborado la tradicién una version unitaria de las experiencias personales de los protagonistas? Este planteamiento nos introduce en una problemdtica mucho mds com- pleja: ¢cudl seria la base histérica de los diversos episodios de la infancia?, ¢podrian provenir de un cierto micleo de tradiciones, transmitidas inicialmente en un dmbito familiar, mds bien restrin- gido, y que ulteriormente trascendieron a la tradicién global de la comunidad cristiana primitiva? Esta clase de interpretacién afec- taria de manera especial a los relatos Jucanos de Ja infancia, ya que una de las opiniones més difundidas es Ja que relaciona directa- mente la narracién de Lucas con los recuerdos personales —especie de «memorias»— de Marfa, la madre de Jestis. Pero todas estas explicaciones no pasan de ser pura especulacién, basada en meras conjeturas, que ni siquiera cuentan con el apoyo de un anilisis serio de Le 2,19.33-35.51b. 3) La versién de Mateo incluye —més atin, comienza con— la «genealogia de Jesucristo, hijo de David, hijo de Abrahdén» (Mt 1,1); en cambio, la narracién de Lucas, aunque también tiene su propia versidn de la «genealogia» —las diferencias entre ambas presentaciones no pueden ser més evidentes (cf. Le 3,23-38)—, la excluye de sus relatos de la infancia y la traspone a otro momento de Ja existencia de su protagonista. 4) En cuanto a episodios narrativos, Lucas ni siquiera men- ciona la visita de los Magos, la huida a Egipto, la matanza de los inocentes y la vuelta de Egipto; Mateo, por su parte, ignora la cir- cuncisién de Jestis, la presentacién en el templo y los personajes que la rodean: Simedén y Ana, los cénticos de Maria (Magnificat), Comentario general 49 Zacarias (Benedictus) y Simeén (Nunc dimittis) y la visita de Jestis al templo a los doce afios de edad. 5) El problema quizd més grave es la omisién, por parte de Mateo, de toda referencia al censo ordenado por el emperador Augusto y realizado, en la provincia de Siria, bajo el mandato del gobernador Quirino. De hecho, esa circunstancia es la razén por la que, segin Lucas, Jestis nace en Belén, ciudad de Judea. Véanse més detalles en A. Vogtle, Offene Fragen zur lukanischen Geburts- und Kindbeitsgeschichte: BibLeb 11 (1970) 43-54. Ante esta situacién, se han hecho repetidos intentos de armo- nizar congruentemente los datos de ambas narraciones evangélicas. Se ha establecido, por ejemplo, el orden siguiente: Le 1, Mt 1, Le 2,1-38, una presunta vuelta a Belén, Mt 2. Pero gcon qué crite- tios, aparte de la pura especulacién de la religiosidad popular? To- dos estos conatos de armonizacién no hacen més que desdibujar el impacto concreto de las narraciones individuales, aparte de que no suscitan el menor crédito en su favor. Recientemente, y a diversos niveles, se ha planteado la cues- tidn sobre el cardcter posiblemente «midrdsico» de las narraciones de Ja infancia. La palabra midraS aparece ya en el Antiguo Testa- mento con el sentido de «comentario» (2 Cr 13,22; 24,27); tam- bién se encuentra en los manuscritos de Qumran (1QS 6,24; 8, 15.26; 4QFlor 1,14; CD 20,6, con referencia al «estudio» o a la «interpretacién» de la Escritura), y es un término més bien fre- cuente en la literatura rabinica, donde se emplea como descripcién de un determinado género literario, cuya funcién es «comentar» con cierta amplitud algunos libros canénicos del Antiguo Testamen- to. El midraé puede ser «agddico», de tipo anecdético y edificante, o «haldkico», de cardcter mds bien ético-juridico. La palabra en si misma es una detivacién de la raiz hebrea dré (= «buscar», «con- sultar», «investigar»). La expresién «buscar al Sefior» (p. ej., Dt 4,29, etc.) legé a significar la busqueda de la voluntad de Dios, como se manifiesta en las Escrituras; el texto de Is 34,16 lo deja bien claro: «Estudiad el libro del Sefior: ni uno solo de ellos falta, porque lo ha mandado la boca del Sefior». La utilizacién «midrdsica» del Antiguo Testamento no se limits exclusivamente a «comentar» ciertos libros —como lo hacen los 4 50 Anuncio del nacimiento de Juan: 1,5-25 midrasim de la época tanaitica o el Midras Rabba—, sino que se introdujo en los propios libros tardfos del Antiguo Testamento, que reelaboraron a su aire y con intencién homilética las viejas anéc- dotas de la historia (cf. Sal 105; Eclo 44-50; Sab 16-19, etc.). En las narraciones evangélicas de la infancia se detecta, por una parte, el lenguaje marcadamente semitico de Lucas, y por otra, la composiciédn de Mateo, estructurada en cinco pasajes, cada uno con una cita del Antiguo Testamento. De ahi que surja la pregunta por el posible car4cter «midrdsico» de estas natraciones, especial- mente en cuanto «agadd», es decir, como natracién anecdética edi- ficante. De usar esta terminologia, al que mejot podria aplicarse es concretamente a Mateo, debido a sus citas veterotestamentarias; de hecho, una de las caracteristicas fundamentales del midras con- siste en tomar un texto del Antiguo Testamento como punto de partida del comentario. Pero, aunque fuera asi, habria que enten- derlo en el sentido mds amplio de Ja palabra. Por lo que toca a la narracién de Lucas, no sdélo es preferible evitar esa terminologia, sino que hay que descartarla sin mds, por ser absolutamente in- adecuada. Cf. J. Riedl, Die Vorgeschichte Jesu: Die Heilsbotschaft von Mt 1-2 und Lk 1-2 (Stuttgart 1968) 8-10; A. G. Wright, The Literary Genre Midrash: CBQ 28 (1966) 103-138 y 417-457, es- pecialmente 454-456. Hace ya casi cincuenta afios, E. Burrows acufié una expresién que yo quiero desempolvar ahora, aunque con ligeras matizaciones; Burrows hablaba de «historiografia imitativay (The Gospel of the Infancy and Other Biblical Essays, Londres 1940, 1-58). En las narraciones de Ja infancia, concretamente, esa terminologia quiere decir que los materiales histéricos utilizados por los evangelistas fueron objeto de una profunda elaboracién personal, que se propuso moldearlos a imitacién de otros relatos biblicos o incluso extra- biblicos. Por ejemplo, Mateo compone su narracién —al menos en parte— sobre las huellas de una «agad4» contempordnea, de cuiio palestinense, sobre el nacimiento de Moisés (cf. M. M. Bourke, The Literary Genus of Matthew 1-2: CBQ 22, 1960, 160-175). En cambio, la narracién de Lucas, aparte del paralelismo ‘entre Ja in- fancia de Juan y la de Jestis, tiene una infinidad de rasgos que re- cuerdan inconfundiblemente la narracién veterotestamentaria del nacimiento y primeros afios de Samuel (1 Sm 1-3). Cf. $. Mutioz Comentario general JI Iglesias, El evangelio de la infancia en San Lucas y las infancias de los héroes biblicos: EstBib 16 (1957) 329-382. Vamos a fijarnos ahora con mayor detalle en la técnica de la narracién lucana. II. LOS RELATOS DE LA INFANCIA EN LUCAS La narracién lucana, comparada con la de Mateo, es mucho més compleja en cuanto a los principios de composicién. Mateo empieza con la «genealogia» (Mt 1,1-17), como introduccién del relato, y continta con cinco episodios (Mt 1,18-25; 2,1-12.13-15.16-18. 19-23), organizados cada uno en torno a una cita del Antiguo Tes- tamento, que cierra o constituye el punto culminante de cada narra- cién. Lucas, por su parte, estructura el relato a base de un estrecho paralelismo entre escenas correlativas de la infancia de Juan y la de Jestis. La intencién del narrador es clara; Jo que pretende es presentar a los dos nifios, especialmente a Jestis, como enviados por Dios para realizar en la historia humana su designio de sal- vacién, La composicién narrativa es, en su mayor parte, fruto de la cteatividad personal de Lucas, a base de informaciones precedentes y a imitacién de ciertos géneros del Antiguo Testamento. Aparte de sus coincidencias con ja narracién de Mateo, ya mencionadas en el tomo I (p. 132), y que provienen de la primitiva tradicién cris- tiana, hay que suponer que Lucas utilizé también otra clase de ma- teriales. Por ejemplo: a) Una fuente judeoctistiana, de donde procederian los tres; cAnticos —Magnificat (Le 1,46-55), Benedictus (Le 1,67-79) y tal vez el Nunc dimittis (Le 2,29-32)— y probablemente la ultima es- cena del capitulo 2 (Le 2,41-50). 5) Una fuente relacionada con el Bautista, que le habria pro- porcionado detalles sobre el anuncio del nacimiento de Juan (Lc 1,5-25) y sobre los demés episodios de la infancia del precursor (Le 1,57-66b). El resto habré que attibuirlo seguramente a la composicién per- sonal de Lucas. Pero admitir la utilizacién de materiales previos no significa que el autor no Jos haya reelaborado a su propio estilo. 52 Anuncio del nacimiento de Juan: 1,5-25 Un punto que hay que subrayar decididamente es que los re- latos de Ia infancia son parte integrante del Evangelio segin Lucas. H. Conzelmann parece negarlo: «La autenticidad de estos dos pri- metos capitulos es cuestionable» (The Theology of St. Luke, 118); pero eso estd en franca contradiccién con su postura inicial: «(Nues- tro estudio) abarca toda Ja obra de Lucas en su estado actual» (op. cit., p. 9; cf. también pp. 18, n. 1; 22, n. 2; 24-25; 75, n. 4; 172; 174, n. 1; 193, n. 5). Por mi parte, estoy mds de acuerdo —al menos sustancialmente— con la opinién de H. H. Oliver y W. B. Tatum, que no ven una dificultad insuperable en inte- grar los datos de las narraciones de la infancia dentro del esquema trifasico de la historia de salvacién elaborado por Conzelmann (cf. pp. 181-186). Efectivamente, la figura de Juan, en las narracio- nes de Ja infancia, es la de precursor de Jestis; exactamente igual que en el resto de la narracién evangélica. La aparicién de Juan es uno de los componentes de la época del cumplimiento, y su figura es de transicidn, ya que pertenece al «tiempo de Israel», pero es igualmente el que inaugura el «tiempo de Jestis». En cuanto a la re- laci6n que guardan estos relatos con el resto del Evangelio segtin Lucas, véanse los andlisis de P. S. Minear, The Interpreter and the Nativity Stories: TTod 7 (1950-1951) 358-375; hay que notar, de paso, que su reaccién contra la teorfa de Conzelmann parece, indu- dablemente, exagerada. Con todo, Ia existencia de esa relacién intrinseca no se puede considerar como una prueba de que la composicidn lucana del evan- gelio haya comenzado precisamente con los relatos de Ja infancia. Lo més probable es que la introduccién original de la obra fuera Le 3,1-2. Esta es nuestra postura, y Ja mantenemos, aun sin suscri- bir la hipétesis del «Proto-Lucas» (cf. tomo I, pp. 156-158). El texto de Le 3,1-2 tiene su semejanza con el prélogo (Le 1,1-4), aun- que su factura literaria no llega a Ja perfeccién de éste. Su funcién introductoria del ministerio de Juan Bautista es una buena prueba de que Ja narracién de Lucas empezaba originariamente en el mis- mo punto en el que comienza el actual Evangelio segtin Marcos e incluso el propio Evangelio segtin Juan, inmediatamente después del himno que le sirve de prdlogo. Por otra parte, la posicién del Bautista en Le 3 explica el énfasis de la narracién lucana en una idea tan capital como el «comienzo» (arché), estrechamente aso- Comentario general 53 ciado a la predicacién de Juan, que proclama_un bautismo de arre- pentimiento (cf. la «nota» exegética sobre Le 1,3; cf. también Hch 1,22; 10,37). H. J. Cadbury (The Making of Luke-Acts, pp. 204- 209) ha indicado el paralelismo entre esta introduccién lucana y los predmbulos con que empiezan muchos papitos griegos proce- dentes de Egipto y las obras de historiadores como Dionisio de Halicarnaso (Antigiiedades romanas, 9.61), Tucidides (Historia, 2.2, 1) y Flavio Josefo (Ant. XX, 11, 1, n. 257; Bell. IL, 14, 4, n, 284). La datacién del ministerio de Juan queda establecida por un sincronismo histérico entre diversos gobernantes contemporé- neos. Si se admite este cardcter introductorio de Lc 3,1-2, hay que reconocer que las narraciones de la infancia no slo forman un re- lato auténomo, sino que tienen todas las caracterfsticas de una adi- cién posterior. Y si esto es asi, no se puede ampliar el limite de la «introduccién» y considerar como primera parte (Vorgeschichte) del Evangelio segtin Lucas una seccién mucho més extensa, por ejemplo, Le 1,5-4,13 (cf. W. G. Kiimmel, Introduction, p. 125; J. Schmid, Das Evangelium nach Lukas, p. 33) 0 incluso Le 1,5- 4,30 (cf. R. Morgenthaler, Die lukanische Geschichtsschreibung als Zeugnis: Gestalt und Gebalt der Kunst des Lukas, Ziitich 1949, 155 y 165). Esta expansién significaria, en la practica, negar a Le 3,1-2 su cardcter propio de introduccidén formal al relato siguiente. Por tanto, lo mds probable es que Lucas empezara la compo- sicién de su evangelio por Lc 3,1-2, y una vez terminado —e in- cluso después de haber escrito los Hechos de los Apéstoles, si es que se admite la teoria de R. E. Brown, es decir, que Le 1-2 de- pende de Hch (cf. El nacimiento del Mestas. Comentario a los re- latos de la infancia, Ed. Cristiandad, Madrid 1982, 244-246)— compuso las narraciones de la infancia. Es verdad que esos dos pri-; metos capitulos contienen numerosas prefiguraciones de otros acon- ' tecimientos de la obra de Lucas; pero eso se debe, indudablemente, , al cardcter proléptico de los relatos de la infancia. Todas estas observaciones sobre una probable composicién tar- dia de Le 1-2 no son meras conjeturas de la investigacién moderna. A principios de siglo, F. C. Conybeare hacia referencia a una nota del comentario de san Efrén al Diatessaron de Taciano, en la que se considera la seccién de Le 1,5-2,52 como interpolada posterior- 54 Anuncio del nacimiento de Juan: 1,5-25 mente en el texto del tercer Evangelio (cf. Ein Zeugnis Ephrims diber das Feblen von c. 1 und 2 im Texte des Lukas: ZNW 3, 1902, 192-197). Esto nos hace pensar inmediatamente en la versién mar- cionita y en su posible relacién con el Evangelio segin Lucas; de hecho, Marcién omite la narracién de la infancia, Conybeare dice a este propésito: «Pero cuando puso (Marcién) el texto de Le 3,1 inmediatamente después de Le 1,4, no hizo mds que conservar la forma original de la narracién evangélica». Para més detalles, cf. J. Knox, Marcion and the New Testament: An Essay in the Early History of the Canon (Chicago 1942) 77-113. El ritmo de composicién de estas narraciones, es decir, si Lucas las escribié de una tirada o més bien hizo una primera redaccién, a la que luego fue incorporando nuevas adiciones, entra en el campo de lo puramente discutible. R. E. Brown opta por la segunda posi- bilidad (cf. El nacimiento del Mesias. Comentario a los relatos de la infancia, Ed. Cristiandad, Madrid 1982, 244-246). De hecho, tanto el Magnificat como el Benedictus no parecen estrechamente vinculados a su propio contexto; de ahi que tal vez pueda tratarse de adiciones posteriores, En cuanto a la posibilidad de que también otros pasajes concretos puedan enttar en esa categoria, es prefe- tible dejarlo como cuestién abierta, EI primer capitulo de Jas narraciones de la infancia (Le 1)esun todo perfectamente unitario e independiente. De hecho, el capitu- lo 2 Jo ignora por completo: Juan Bautista desaparece en Lc 2; hay una nueva presentacién de Maria como «prometida» de José (Le 2,5), a pesar de que ya ha sido presentada de esta manera en Le 1,27; Maria y José reciben el calificativo de «sus padres» (Lc 2,41) y Maria habla a Jestis de «tu padre» en una referencia a José (Lc 2,48), como si ya en Le 1,35 no se hubiera hablado de la concep- cidn virginal. Mds ain, el episodio de Le 2,41-52, que suena a «declaracién de identidad» y no tiene nada que ver con Ja infancia propiamente dicha, tiene una relacién puramente extrinseca con el resto del capitulo 2 y mucho més con el capitulo 1; este fenémeno es, de por si, altamente revelador de la naturaleza ‘particular de estos dos capitulos. Estas son algunas de las razones que han Ileva- do a determinar las «fuentes» a las que antes nos referfamos. La caracterizacién de los dos primeros capitulos del Evangelio Comentario general 55 segtin Lucas como unidad de cardcter introductivo no ha estado exenta de criticas. Por ejemplo, J. H. Davies’ preferiria considerar los capitulos 1-3 como «el verdadero prdlogo de Lucas», ya que, en su opinidn, constituyen una unidad perfectamente coherente y ala vez bien diferenciada del resto de la narracién (cf. The Lucan Prologue [Lk 1-3]: An Attempt at Objective Redaction Criticism, ed. E. A. Livingstone, Berlin 1973, 78-85). No se puede negar que en el capitulo 3 hay vestigios de «redaccién» —e incluso de «com- posicién»— lucana; por ejemplo, la introduccién (Le 3,1-2) y la misma genealogia (Lc 2,23-38), que cierra el capitulo. Pero el con- junto de los materiales tienen una afinidad tan estrecha con lo que, en el Evangelio segiin Matcos y en el mismo de Mateo, después de su propio relato de la infancia, constituye el comienzo de la tradi- cién evangélica, que uno se resiste a asociar Le 3 con los dos ca- pitulos precedentes (Le 1-2), que forman el verdadero relato de la infancia en el Evangelio segin Lucas. Otra cuestién relacionada con las «fuentes» consiste en detet- minar si Lucas pudo tener acceso a documentacién escrita en otras lenguas que no fueran el griego. El problema ha surgido frecuente- mente en la investigacién moderna, por el contraste que se percibe entte la espléndida composicién griega del prélogo y la notable contaminacién semitica de los relatos de la infancia. Es mds, esta caracteristica de los dos primeros capitulos difiere considerable- mente del resto de la obra —Evangelio de Lucas y Hechos—, aun- que también en el segundo volumen hay ciettas dosis de un griego més bien semitizante. Las conjeturas de los investigadores ofrecen diversas lineas de aproximacién: unos tratan de demostrar que Lu- cas empleé ciertos materiales de una fuente hebrea, ttaducidos per- sonalmente por él (G. Dalman, G. H. Box, P. de Lagarde, H. Gun- kel, B. H. Streeter, V. Taylor y R. Laurentin); otros postulan una fuente aramea (B. Weiss, A. Plummer, M. Dibelius, W. Michaelis); otros, en fin, piensan en una fuente semitica ya traducida al griego (K.-H. Schelkle). Los argumentos que se aducen en favor de las respectivas posturas estén fundamentalmente relacionados con el problema interpretativo de los c4nticos, concretamente del Magni- ficat y del Benedictus, Pero lo que hay que evitar a toda costa es que la reflexién se centre exclusivamente en esas composiciones 56 Anuncio del nacimiento de Juan: 1,5-25 heterogéneas, cuajadas de citas del Antiguo Testamento, olvidando la probleméatica global de las narraciones de Ja infancia. En la introduccién general a este comentario, concretamente en el capitulo dedicado al lenguaje y estilo de Lucas, he admitido la posibilidad de ciertas expresiones arameizantes (cf. p. 196). Pero, en cuanto a los Ilamados «hebrafsmos», creo haber demostrado que se trata mds bien de una imitacién lucana del estilo griego de los LXX. Cualquiera que sea el grado de plausibilidad que se atribuya a la hipdtesis de una fuente relacionada con el Bautista, que habria influido en Ia redaccién de algunos pasajes de la infancia, lo que si es cierto es que esa hipétesis no prejuzga, en absoluto, la cuestién especifica sobre Ja lengua original de esa fuente. Lo mejor ser4 que nos decidamos cuanto antes a admitir una uniformidad sustancial en el estilo griego de las narraciones lucanas de Ja infancia. En este punto, tengo que alinearme con H. J. Cadbury, A. von Har- nack, P. Benoit y otros muchos. Y equé pensar de la tradicién representada por el cuarto Evan- gelio?, ¢se podria considerar como fuente de Ja narracién lucana? De hecho, hay quien lo piensa asi; por ejemplo, C. Stuhlmueller: CBiJ art. 44, n. 13; J. McHugh, The Mother of Jesus in the New Testament (Nueva York 1975) 8-10 y 147-149. También se ha indicado que la presentacién del Bautista en Le 1 y en el prdlogo al Evangelio segtin Juan reviste un cierto paralelismo; curiosamen- te, todas las referencias al precursor en Jn 1,6-8.15 estén en prosa y como incrustadas en la composicién himnica. Hay quien dice que «donde mds se nota la afinidad entre el tercer Evangelio y el cuar- to es precisamente en las narraciones de Ja infancia»; y como, por otra parte, «el cuarto Evangelio no se puede disociar totalmente de Ja persona de Juan, hijo de Zebedeo» (cf. J. McHugh, The Mother of Jesus in the New Testament, p. 147), Lucas ha tenido por fuer- za que incluirle entre «los que, desde el principio, fueron testigos oculares y servidores de la Palabra». Se afirma también que, «a priori, no hay que excluir la posibilidad de que Marfa confiase a los primeros discfpulos ciertos datos sobre la infancia de Jestis» (J. McHugh, op. cit., p. 148). Pero todo esto es pura especulacidn. El 4mbito en que se mueve la investigacién moderna sobre los posi- bles contactos entre el Evangelio segtin Lucas y el de Juan no inclu- Comentario general 57 ye, por lo general, ningéin elemento de Lc 1-2. Cf., por ejemplo, J. A. Bailey, The Traditions Common to the Gospels of Luke and John (NovT Sup 7; Leiden 1963); R. E. Brown, El Evangelio se- gin Juan \ (Ed, Cristiandad, Madrid 1979) 47-52; R. Schnacken- burg, Gospel According to John (Nueva York 1968) 30-32; W. G. Kiimmel, Introduction, p. 203. Es mas, como observa R. E. Brown (El nacimiento del Mesias, p. 242), el cuarto Evangelio no da muestras de estar muy familiarizado con el nacimiento de Jestis, o con los demés episodios de su infancia, a excepcién, quizd, del lugar de su procedencia, es decir, Belén, si es que hay que inter- pretar el texto de Jn 7,41-42 en sentido mis bien irdnico. Vamos a pasat ahora a la estructura de los relatos lucanos de la infancia. La prdctica totalidad de los comentaristas modernos sefiala el estrecho paralelismo entre determinadas escenas de la na- rracién. Pero, en cuanto a la formalizacién concreta de la estructura, no se puede hablar, ni remotamente, de unanimidad. R. E. Brown estudia seis propuestas —Galbiati, Burrows, Dibelius, Gaechter, Lyonnet y Laurentin— y analiza las dificultades planteadas por cada una. La que yo propongo a continuacidn esta influida por M. Dibelius y, en parte, también por S. Lyonnet y R. Laurentin. Posiblemente, mi formalizacién incluye una serie de paralelismos que otros no estarfan dispuestos a admitir. Pero lo que si es claro es que ninguna de las propuestas logra evitar una cierta dosis de subjetivismo. ESTRUCTURA DE LOS RELATOS LUCANOS DE LA INFANCIA 1, Anuncio celeste de los nacimientos (Le 1,5-56) a) Caso de Juan (Le 1,5-25) 5) Caso de Jestis (Le 1,26-38) Presentacién de los padres, Presentacién de los padres, sin esperanza de prole, sin esperanza de prole, por esterilidad (1,5-10) por no estar atin casados (1,26-27) Aparicién del mensajero (1,28) Sobresalto de Maria (dietarachthé) (1,29) Aparicién del mensajero (1,11) Sobresalto de Zacarfas (etarachthé) (1,12) 58 Anuncio del nacimiento de Juan: 1,5-25 «No temas...» (#é phobou) (1,13) «Tu mujer te dar4 un hijo» (1,13) «Le pondrés de nombre Juan» (1,13) «Serd grande a los ojos del Sefior» (1,15) Pregunta de Zacarias: «¢Cémo sabré...?» (1,18) Respuesta del mensajero: «(Dios) me ha enviado para anunciarte...» (1,19) Sefial: «Vas a quedar mudo, y no podrés hablar» (1,20) Zacarias sigue mudo (1,22) Estribillo A: Zacarias «volvié a casa» (apélthen) (1,23) «No temas...» (mé phobou) (1,30) «Darés a luz un hijo» (4,31) «Le pondrds de nombre Jestis» (1,31) «Ser4 grande» (1,32) Pregunta de Maria: «eCémo sucederd...?» (1,34) Respuesta del mensajero: «El Espiritu Santo bajaré sobre ti...» (1,35) Sefial: «Tu parienta, Isabel, a pesar de su vejez, ha concebido un hijo» (1,36) Marfa responde espontdneamen- te (1,38) Estribillo A: El mensajero «se marché» (apélthen) (1,38) c) Episodio complementario (Le 1,39-56) Marfa visita a Isabel (1,39-45) Cantico: Magnificat (1,46-55) Estribillo A: «Marfa volvié a su casa» (1,56) 2. Nacimiento, circuncision y manifestacién de los dos nifios (Le 1,57-2,52) 4d) Nacimiento de Juan (Le 1,57-58) Nacimiento de Juan (1,57) Alegria por el nacimiento (1,58) f) Circuncisién y manifestacién de Juan (1,59-80) Circuncisién de Juan e imposi- e) Nacimiento de Jesus (Le 21-20) Nacimiento de Jestis (2,1-12) CAntico celeste (2,13-14) Alegria por el nacimiento (2,15-18) Estribillo B: Marfa conserva los recuetdos (2,19) Estribillo A: Los pastores «se volvieron» (2,20) - &) Circuncision y manifestacién de Jestis (2,21-40) Circuncisién de Jestis e imposi- Comentario general 59 cién del nombre (1,59-64) cién del nombre (2,21) Reaccidn de la vecindad Reaccién de Simeén y Ana (1,65-66) (225-38) " Cantico: Benedictus (1,68-79) Céntico: Nunc dimittis (2,29-32) Estribillo A: «Se volvieron»> (2,39) Estribillo C: «El nifio iba cre- ciendo» (2,40) Esttibillo C: «El nifio iba cre- ciendo» (1,80) h) Episodio complementario (Le 2,41-52) Jestis perdido y encontrado en el templo (2,41-50) Estribillo A: Jestis «bajé» con ellos a Nazaret (2,51) Estribillo B: Marfa conserva los recuerdos (2,51) Estribillo C: Jestis «iba creciendo»... (2,52) La estructura que acabamos de presentar pone de relieve el para- lelismo de los episodios e incluso de las expresiones concretas. Las convergencias més ostensibles se dan entre los dos anuncios. En cambio, en los relatos del nacimiento predominan las divergencias. El nacimiento de Juan no ocupa més que dos versiculos, mientras que el de Jestis es considerablemente mds extenso. Lo mismo ocu- tre con la manifestacién de ambos personajes; aparte de que la manifestacién de Jestis no tiene lugar entre «los vecinos y parien- tes», sino en el templo y en presencia de dos figuras que pertene- cen al «tiempo de Israel». Los episodios complementarios son total- mente auténomos; sélo el primero tiene una cierta vinculacién con los dos pasajes precedentes, mientras que el segundo carece de toda relacién con el contexto. El tinico punto de contacto entre los dos Gltimos episodios de la narracién es la presencia de Jestis en el templo; en ese dato ya se puede atisbar uno de los temas eminen- temente lucanos: la dindmica que impulsa a Jestis hacia Jerusalén. La colocacién de los cénticos no obedece a leyes estructurales; mientras que el Magwificat suena en el primer episodio comple- mentario, el Benedictus y el Nunc dimittis quedan integrados en sus respectivos contextos, con un cierto paralelismo funcional. En cuanto al Gloria, aunque sale en uno de los dos relatos de naci- miento, carece de paralelismo en el relato correspondiente. Las estructuras paralelas, en la nattacién lucana de la infancia, son algo mds que un mero recurso literario. Su funcién significativa 60 Anuncio del nacimiento de Juan: 1,5-25 no consiste en la presentacién de esos dos nifios como artifices es equi- polentes del plan divino de salvacién. El paralelismo actia, més ‘bien, con cardcter de supremacia; de hecho, la linea de Jestis cobra una relevancia indiscutiblemente mds acusada. Por ejemplo, los padres de Juan son «rectos a los ojos de Dios» (Le 1,6); Marfa, en cambio, es la «favorecida» por antonomasia (Lc 1,28). La madre de Juan, aunque anciana y estéril por naturaleza, Iega a quedar encinta segin las leyes biolégicas; pero la madre de Jestis concibe a su Hijo por medio de una prodigiosa intervencién divina, por medio del Espiritu Santo. Juan «ser4 grande a los ojos del Seftor» (Le 1,15); Jestis, en cambio, «serd grande» (Lc 1,32; en la «nota» exegética correspondiente se precisan las connotaciones de este ape- lativo). Juan «ird por delante del Sefior» (kyrtos: Le 1,16-17). Jestis es «el Seftor» (kyrios: Le 2,11; el sentido de la palabra admi- te diferentes matizaciones en cada uno de los pasajes) y ademés «el Mesfas», «el Salvador» (Le 2,11). La pregunta incrédula de Zacarias le deja mudo (Lc 1,18-23); en cambio, la réplica de Maria le abre al misterio de su maternidad y provoca en ella una palabra de reconocimiento de su condicién de «esclava» (Le 1,34-38). Los comentarios de la gente, que se pregunta: «¢Qué iré a ser de este nifio?», se producen sdlo en el episodio de Juan (Le 1,65-66); pero cualquier lector con un minimo de sensibilidad se dar4 cuenta de que eso mismo hay que preguntarse con respecto a Jestis, que es con el que se compara implicitamente la figura del precursor. No es dificil interpretar estas narraciones como un intento por establecer la perspectiva adecuada en la que hay que encuadrat a Juan en relacién con Jestis. El papel de Juan en el designio salvi- fico de Dios es indiscutible. Los datos que se dan aqui hacen refe- rencia a Le 20,4, donde el autor afirma resueltamente que el bau- tismo de Juan «venia de Dios». R. E. Brown (El nacimiento del Mesias, p. 253) sefiala que en la narracién evangélica de Lucas hay otros muchos paralelismos entre Juan y Jestis; pero no logra captar el sentido de esas indicaciones. Juan es, desde luego, un profeta; incluso més que profeta (Le 7,27). Sin embatgo, no pertenece al reino (Lc 7,28) ni su bautismo es igual que el de Jestis (cf. Le 3, 16). Cf. Hch 13,23-25; 18,25; 19,3. Entre los sindpticos, sdlo Lucas hace una referencia explicita a la condicién no mesidnica de Juan (cf. Le 3,15). En una palabra: las narraciones lucanas de la Comentario general 61 infancia dejan bien claro que Juan es Gnicamente el precursor del. Mesias. EI sentido global de las narraciones de la infancia se centra en el origen de estos dos personajes, que intervienen activamente en el designio salvifico. Ambos vienen de Dios: Juan, como «profeta del Altisimo» (Le 1,76), y Jestis, como su «Hijo» (Le 1,32.35). Es més, el tema de la filiacién divina de Jestis vuelve a resonar —esta vez en labios del protagonista— en la conclusién de todo el relato de la infancia (Le 2,49). Juan «quedard leno del Espiritu Santo ya en el seno de su madre» (Le 1,15); pero Jestis, aparte de que el Espiritu acttia ya en el primer instante de su existencia terres- tre, es verdaderamente «Hijo de Dios». Por eso, a pesat de que una de las primeras férmulas cristolégicas —incorporada en el dis- curso de Pedro el dia de Pentecostés: «Dios ha constituido Sefior y Mesias a este Jestis a quien vosotros crucificasteis» (Hch 2,36)— pueda tener resonancias «adopcionistas», el texto de Le 1,32-35 ofrece otra perspectiva. Las narraciones de la infancia, escritas con posterioridad y como prefiguracién del resto del evangelio —y, probablemente, también de los Hechos de los Apdéstoles— presen- tan a Jestis como verdadero Hijo de Dios, desde el primer momento de su concepcién. E! desarrollo narrativo echa mano de diversos temas veterotes- tamentarios para dibujar la figura de los protagonistas: por ejem- plo, el amanecer de la era mesidnica; Ia Ilegada del esplendente y, a la vez, ominoso «dia del Sefior»; la entrada del Sefior en su san- tuatio. La tematica est4 tejida de alusiones a Dn 9,20-26; 10,7.12. 16-17 y a Mal 2,6; 3,1.23-24. El «Angel del Sefior» (Le 1,11) se identifica personalmente como «Gabriel» (Le 1,19; cf. 1,26), que es el mismo que, en Dn 9, anuncia las «setenta semanas» y Ja venida de un «principe», ungido del Sefior (cf. Dn 9,1.21-27). Una era mesidnica asociada con el «envio del profeta Elias antes de que Iegue el dia del Sefior, grande y terrible» (Mal 3,23) es la figura de la misién de Juan, que «ird por delante del Sefior, con el espi- ritu y poder de Elias, para reconciliar a los padres con los hijos» (Le 1,17; Mal 3,23-24) y «preparar al Sefior un pueblo bien dis- puesto» (Le 1,17). En la perspectiva de Mal 3,1, Jestis es recono- cido y proclamado como «el Seffor» (Le 2,11), y asi entra en el 62 Anuncio del nacimiento de Juan: 1,5-25 templo (Le 2,22.27; cf. 2,42.47). Damos a continuacién unas cuan- tas cortespondencias mds detalladas: Le 1,12-13 Dn 10,7.12 Le 1,16 Mal 2,6 Le 1,17 Mal 3,1.23-24 (cf. Eclo 48,1.3.10) Le 1,19 Dn 9,20-21 Le 1,26-29 Dn 9,21-24 Le 1,64-65 Dn 10,16-17 Le 1,76 Mal 3,1.23 Hay otros dos temas en las narraciones de la infancia que me- recen ser destacados: Ia religiosidad de ciertos personajes pertene- cientes al «tiempo de Israel» y vinculados con el templo, y el des- puntar de la fe cristiana. Representantes de la religiosidad judia son los padres de Juan, los padres de Jestis, Simeén y Ana; su presencia en el templo prefigura ya, en cierta manera, la vida ciltica de la naciente comunidad cristiana en Jerusalén, como se describe en Hch 2,46; 3,1; 5,12. En cuanto a la fe cristiana, se puede decir que empieza con Maria, la depositaria del «favor» (charis) de Dios (Le 1,28.30), la primera de los creyentes, como la presenta el Evan- gelio segdin Lucas (Lc 1,38.45; 2,19.51). [La presentacién de Maria en Marcos (Mc 3,21.31-35) contrasta notablemente con la descrip- cién que nos ofrece Lucas en sus relatos de la infancia]. III. COMENTARIO A Lc 1,5-25 E! anuncio del nacimiento de Juan se puede dividir en cuatro sec- ciones nartativas: a) citcunstancias y personajes (vv. 5-7); 6) el anuncio (vv. 8-20); c) signos ptiblicos del suceso (vv. 21-23); d) cumplimiento del anuncio (vv. 24-25). Como ya indicdbamos antes, lo mds probable es que la base de esta narracién lucana sea una fuente —tal vez derivacién de «L»— y, mds en concreto, una fuente relacionada con el Bautista, como la describen ciertos sectores de la investigacién moderna. Esta afir- macién vale también, probablemente, para los relatos del nacimien- to de Juan, su circuncisidn y su primera manifestacién a Israel. A este primer acervo de datos, Lucas ha afiadido, en estrecho pa- ralelismo, los episodios particulares de la infancia de Jestis; pero Comentario general 63 de modo que, en la yuxtaposicién paralela, se ponga de telieve esa gradacién a la que ya aludiamos anteriormente. Con todo, no hay que confundir esa fuente vinculada al Bautista con la otra fuente, de origen judeocristiano, que le proporcioné los materiales para los cAnticos y para el ultimo episodio de la narracién (Le 2,41-50). La existencia de esta segunda fuente —la judeocristiana— no da pie para suponer que la relacionada con el Bautista proviniera de un grupo de discipulos de Juan, de tendencia mds bien contraria al cristianismo. Es mucho més probable que su origen haya que bus- carlo en ciertos circulos inicialmente afines a Juan, pero que luego abrazaron la fe cristiana (cf. Hch 19,3-4). Por mi parte, me sumo a los comentaristas modernos —entre otros, R. Bultmann, M. Dibelius, H. Gunkel, R. C. Leaney y G. Schneider— que postulan, aunque con diversas matizaciones, la existencia de dicha fuente. Pero esto no quiere decir que yo ad- mita, sin mds, todos los presupuestos de esa hipdtesis. Entre los que se oponen decididamente a esa teorfa hay que contar a R. E. Brown (El nacimiento del Mesias, pp. 248ss y 257ss), cuyas obje- ciones no deben ser infravaloradas. Es evidente que la narracién de Lucas esta en clara dependencia de los «relatos de anuncio» que encontramos en el Antiguo Testamento; pero gno seria légico que también esa fuente relacionada con el Bautista dependiera, a su vez, de las narraciones veterotestamentarias, con sus cinco elementos formalmente estructurales, incluso antes de ser incorporada al re- lato de Lucas? El mismo Brown (op. cit., pp. 283s) se ve obli- gado a admitir que «no hay ninguna razén definitiva para descali- ficar la hipétesis» de que Lucas haya podido formular el mensaje celeste (Lc 1,13-17) a base de elementos de alguna fuente préxima al Bautista. Si atendemos al contenido, no se puede poner en duda al menos la posibilidad de una fuente con esas caracteristicas; si, en cambio, nos fijamos en Ia teologia de Lucas, todo depende de cémo entienda cada uno el uso concreto que hizo Lucas de los ele- mentos que tenia a su disposicidn. a) Citcunstancias y personajes (vv. 5-7) Los vv. 5-7 trazan, en primer lugar, Jas coordenadas histéricas del anuncio celeste, concretdndolo en el tiempo y en el espacio: «en tiempos de Herodes», en «el pais judfo» (v. 5). La indicacién cro- 64 Anuncio del nacimiento de Juan: 1,5-25 nolégica proviene, indudablemente, de Ia tradicidn prelucana, como lo confirma la datacién paralela de Mateo (Mt 2,1). En segundo lugar, en cuanto a los personajes, tanto los nombres de Zacarias e Isabel como su pertenencia a la rama sacerdotal son datos de la tradicién anterior a Lucas. Seguramente hay que atribuir esas in- formaciones a ciertos grupos vinculados con los discfpulos del Bau- tista, pues nos consta que Lucas tenia conocimiento de esa corrien- te, por sus afirmaciones en Le 7,18 y en Hch 19,1-4; ademds, en Hch 6,7 dice que «un gran numero de sacerdotes se adherfan a la fe» cristiana. Y, por otra parte, no hay ninguna razdn seria para pensar que Lucas haya elaborado personalmente todos esos datos a partir de las indicaciones que propotciona el Antiguo Testamento (cf. las respectivas «notas» exegéticas a estos versiculos). La esterilidad de Isabel, madre de Juan, recuerda la condicién de Ana, madre de Samuel (1 Sm 1,2). (En las «notas» exegéticas que siguen a este comentario general damos varios ejemplos vetero- testamentarios de mujeres estériles, cuya condicién biolégica quedé transformada por una intervencién divina). La fraseologia lucana se hace eco de esas formulaciones cldsicas del Antiguo Testamento. Asi, no es dificil reconocer en la caracterizacién de Jos padres de Juan, como «de edad avanzada», una alusién a Gn 16,1 y 18,11, donde Abrahdn y Sara se presentan en esas mismas condiciones. En teorfa, esta descripcién podria deberse exclusivamente a la propia cteatividad lucana, pero no hay ninguna indicacién textual que haga verosimil esta interpretacién. Mas bien, las circunstancias que ro- dean el anuncio del nacimiento de Juan hacen pensar en una re- lacién con dos grandes figuras del pasado israelita: Isaac y Samuel. Juan no sélo va a nacet de familia sacerdotal, con lo que esto im- plica de dedicacidn al servicio del templo, sino que, en base a de- terminadas alusiones, va asociado a esas figuras de la época pa- triarcal y del periodo profético del pueblo de Israel. 5) EL anuncio (vv. 8-20) La segunda seccién de este episodio —la mds extensa y, a la vez, la mds importante— contiene el anuncio propiamente dicho. La introduccién (vv. 8-10) subraya el contexto ciltico en el que tiene lugar Ja aparicién del mensajero y en el que resuena el mensaje. El hecho de que a Zacarfas le tocase oficiar Ja ceremonia Comentario general 65 del incienso es un dato verdaderamente providencial; su servicio en el santuario no es fruto de una eleccién, sino que «le ha tocado en suerte» (como, més adelante, en el libro de los Hechos, le ocu- rrir4 a Matias, cuando haya que reconstituir el colegio de los Doce: Hch 1,26). Una vez més se indican las coordenadas espacio-tempo- rales: «el santuario del Sefior», en el templo de Jerusalén, y la semana de servicio ciltico que debia cumplir el turno sacerdotal de Abjias; dentro de este mismo aspecto temporal se especifica con- cretamente la hora: «durante la ofrenda del incienso», es decir, a primera hora de la tarde. El anuncio, en cuanto tal, ocupa los vv. 13b-20. Diffcilmente se pueden considerar estos versiculos como una composicién poéti- ca, ya que el texto original no da la menor indicacidén al respecto. La composicién sigue minuciosamente los cinco puntos del esque- ma cldsico que se utiliza en el Antiguo Testamento para anunciar Ja aparicién histérica de ciertos personajes: 1. Aparicién de un 4ngel —o del Sefior en persona— al padre o la madre del personaje. 2. Sensacién de temor experimentada por el destinatario de la visidn, ante la presencia del mensajero celeste. 3. Mensaje relativo al nacimiento futuro (frecuentemente con ciertos detalles fijos). 4. Objecidn por parte del destinatario o peticidn de una sefial. 5. Sefial o garantia del cumplimiento de lo anunciado. En este esquema se encuadra el anuncio del nacimiento de Is- mael (Gn 16,7-13), de Isaac (Gn 17,1-21; 18,1-15) y de Sansén (Jue 13,3-20). Y Lucas utilizaré nuevamente ese mismo esquema para anunciar el nacimiento de Jestis (Lc 1,26-37). El modelo es incuestionablemente prelucano, y no hay ninguna razén para pen- sar que no formara parte originaria de la fuente que hemos atri- buido a circulos vinculados con el Bautista. En la redaccidn lucana, los cinco elementos resefiados aparecen en los siguientes versiculos: 1. Aparicidn de un éngel (Le 1,11). 2. Temor de Zacarfas (Le 1,12). 3. Mensaje celeste (Lc 1,13b-17). El angel llama a Zacarias por su nombre y le dice que no tema, 1,13b; Je anuncia

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