You are on page 1of 13
PERSONA A PERSONA El problema de ser humano. Una nueva tendencia en psicologia CARL ROGERS BARRY STEVENS y colaboradores Amorrortu editores De Carl Rogers en esta biblioteca Persona a ‘persona raid Grupos de encuentro Carl Rogers y ‘Barry Stevens €1902-1 Con la ee ‘de Eugene T. Gendlin, iG John M, Shlien y Wilson Van Dusen A Qj )) Amorrortu editores | Buenos Aires Directores de la biblioteca de psicologia y psicoandlisis, Jorge Colapinto y David Maldavsky Person to person: The problem of being human. A new trend in psycho- logy, Carl R, Rogers y Barry Stevens © Real People Press, 1967 Primera edicién en castellano, 1980; primera reimpresién, 1994 Traduccién, Zoraida J. Valcdrcel Unica edicién en castellano autorizada por Real People Press, Utah, y debidamente protegida en todos los paises. Queda hecho el depdsito que previene la ley n° 11,723. © Todos los derechos de la edicidn castellana reservados por Amorror- tu editores, S. A., Paraguay 1225, Buenos Aires. La reproduccién total o parcial de este libro en forma idéntica o modificada por cualquier medio mecanico o electrénico, in- cluyendo fotocopia, grabacidn o cualquier sistema de almace- namiento y recuperacién de informacién, no autorizada por los editores, viola derechos reservados. Cualquier utilizacién debe ser previamente solicitada. Industria argentina. Made in Argentina ISBN 950-518-456-5 Impreso en los Talleres Graficos Color Efe, Paso 192, Avella- neda, provincia de Buenos Aires, en abril de 1994, Tirada de esta edicién: 1.500 ejemplares, «¥ un reloj se detuvo... del tiempon. y conocié el significado Indice general wee 13 30 43 47 70 88 91 108 117 122 133 140 154 71 172 viii Prélogo, Carl R. Rogers Introduccién, Barry Stevens Obertura, Barry Stevens Hacia un enfoque moderno de los valores: El proceso de valoracién en la persona madura, Carl R. Rogers De mi vida (1), Barry Stevens De mi vida (II), Barry Stevens Aprendiendo a ser libre, Carl R. Rogers De mi vida (III), Barry Stevens De mi vida (IV), Barry Stevens La telacién interpersonal, nticleo de la orientacién, Carl R. Rogers De mi vida (V), Barry Stevens De mi vida (VI), Barry Stevens Comunicacién subverbal y expresividad del terapeu- ta: Tendencias de la terapia centrada en el cliente en el tratamiento de esquizofrénicos, Eugene T. Gendlin De mi vida (VII), Barry Stevens De mi vida (VIII), Barry Stevens Un enfoque de la esquizofrenia centrado en el cliente: Primera aptoximacién, Joh M. Shlien Bean eed C1) Barry Sresen De mi vida (X), Barry Stevens 187 200 206 218 246 274 281 Algunas ensefianzas recogidas en un estudio de psi- coterapia con esquizofrénicos, Cari R. Rogers De mi vida (XI), Barry Stevens De mi vida (XII), Barry Stevens La profundidad natural del hombre, Wilson Van Dusen De mi vida (XIII), Barry Stevens De mi vida (XIV), Barry Stevens El fin: Un comienzo La relaci6n interpersonal, nticleo de la orientacién' Carl R. Rogers Querria compartir con ustedes mediante este trabajo una conelusién o conviccién nacida de mi larga experiencia en el trato de personas y que encuentra cierta confirmacién en un creciente volumen de evidencias empfricas. La convic- cién es simplemente esta: en una amplia gama de profesio- nes que entrafian el mantenimiento de relaciones con la gente (p. ej., psicoterapeutas, maestros, asistentes religio- sos, asesores de orientacién vocacional, asistentes sociales, psicélogas, clinicos) el elemento mds importante en la de- terminacién de la eficacia es la calidad del encuentro inter- personal con el cliente. Explicaré con mis detalle la base de esta formulacién segtin mi experiencia personal. He sido principalmente asesor y psicoterapeuta. A lo largo de mi carrera profesional he tra- bajado con estudiantes universitarios problematizados, adul- tos en dificultades, individuos «normales» como ser eje- cutivos de empresas y, en ¢poca més reciente, con personas psicéticas hospitalizadas. Me he esforzado en utilizar las enseflanzas de mi experiencia terapéutica en mis interaccio- nes con clases y seminarios, formacién de maestros, direc- cién de grupos de personal superior y en la supervisién clinica del trabajo que psicdlogos, psiquiatras y asistentes de orientacién vocacional realizaban con sus clientes o pa- cientes. Algunas de estas relaciones son prolongadas ¢ in- tensas (p. ej., en terapia individual) y otras breves como las experiencias con participantes de un taller o los contac- tos con estudiantes que acuden en busca de un consejo practico; su hondura varia de manera notable. Gradualmente he llegado a la conclusi6n de que hay una ensefianza que tige para todas estas experiencias: la de que lo mas importante es la calidad de la relacién personal. Ape- nas si mantengo un contacto breve con algunos de esos in- dividuos, en tanto que puedo llegar a conocer intimamente a otros, pero en cada caso la calidad del encuentro es qui- ' Tomado de Harvard Educational Review, vol. 32, n° 4, otofio de 1962, OL zés, a la larga, el elemento que determina hasta qué punto estamos viviendo una experiencia que libera o promueve la evolucién y el desarrollo personales. Creo que en ultima instancia la calidad de mi encuentro importa mds que mi erudicién, formacién profesional, orientacién asesora y téc- nicas empleadas en Ja entrevista. De acuerdo con esta teo- sospecho que para el asesor de orientacién vocacional también es mas importante la relacién que traba con cada estudiante —ya sea breve o prolongada— que su conoci- miento de tests y mediciones, ¢l mantenimiento de un regis- tro adecuado, las teorias que sostiene, la exactitud con que predice un éxito académico o Ja escuela donde se formé. En estos tltimos afios he meditado mucho sobre la cues- tién, He tratado de observar el trabajo de asesores y tera- peutas cuyas orientaciones difieren radicalmente de la mia Para comprender cudl es la base de su eficacia y de la mia. He escuchado entrevistas grabadas de muy diversas fuen- tes. Poco a poco he ido desarrollando algunas formulaciones tedricas, algunas hipdétesis, respecto al fundamento de la eficacia en las relaciones con personas. Me he preguntado eémo puede ser que indiyiduos con personalidad, orienta- cién y procedimientos marcadamente distintos puedan ac- tuar con igual eficacia en una relacién de ayuda y allanar el cambio constructivo o el desarrollo, y he Ilegado a la con- clusién de que ello se debe a que aportan ciertos ingredien- tes de actitud a la relacién de ayuda. Segin mi hipdtesis, estos ingredientes son la clave de la eficacia del asesor de orientacién vocacional, el psicdlogo clinico o el psiquiatra. éCudles son estos elementos de actitud o de experiencia que aporta el asesor y que convierten a la relacién en un ambiente propicio para la promocién del desarrollo? Qui- siera describirlos con el mayor cuidado y exactitud posibles, aunque sé muy bien que las palabras rara vez captan o comunican las cualidades de un encuentro personal. Congruencia En ptimer lugar supongo que se allana el desarrollo perso- nal cuando el asesor es lo que es, cuando en la relacién con el cliente acttia de una manera auténtica, sin ningin «frente» o pantalla, expresando abiertamente los sentimien- tos y actitudes que en ese instante fluyen en su interior. Hemos intentado describir esta situacién mediante el tér- mino «congruencia»; significa que los sentimientos experi- mentados por el asesor son accesibles para él y a su concien- 92 cia, que es capaz de vivirlos, de consustanciarse con ellos en la relacién con otro individuo, de comunicarlos si fuese oportuno; significa que el asesor entra en un encuentro per- sonal directo con su cliente, un encuentro de persona a per- sona; significa que es él mismo, que no niega su personali- dad. Si bien nadie aleanza plenamente esta condicién, cuan- to mds capaz sea el terapeuta de escuchar sin rechazo lo que ocurte dentro de si, cuanto mas capaz sea de vivir sin temor la complejidad de sus sentimientos, tanto mayor serd su congruencia. Creo que en nuestra vida diaria percibimos prontamente esta cualidad. Cada uno de nosotros podria nombrar varias personas que siempre parecen actuar detras de una_panta- lla, que juegan un rol y tienden a decir lo que no sienten; estas personas manifiestan incongruencia y no nos abrimos mucho a ellas. Por otro lado conacemos individuos en quie- nes confiamos de alguna manera porque sentimos que se manifiestan tal como son, que tratamos con la persona mis- ma y no con una méscara cortés o profesional; son seres congruentes. Se supone que cuanto mds congruente y au- téntico sea el terapeuta en su relacién con el cliente, tanto mayores probabilidades habrd de que cambie la personali- dad de este. En afios recientes, en nuestros trabajos con pacientes esqui- zofrénicos hospitalizados elegidos al azar, he obtenido con- siderable confirmacién clinica de esta teorfa. Los terapeutas individuales de nuestro programa de investigaci6n que mas éxito parecen tener en su trato con estos individuos caren- tes de motivaciones, incultos, reacios, crénicamente hospi- talizados, son aquellos que teaccionan de un modo sincero y humano, son ante todo, auténticos y manifiestan esa au- tenticidad en la relacién con el cliente. eConviene ser siempre auténtico? ¢Qué sucede con los sen- timientos negatives? ¢Qué pasa cuando el asesor siente en verdad enojo, aburtimiento o desagrado ante su cliente? Mi respuesta tentativa es que aun en tales momentos, por los que todos pasamos alguna vez, es preferible que el asesor sea sincero y no actie simulando un inter¢s, simpatia y preocupacién que no siente. No es tarea facil alcanzar esta autenticidad. Lo dicho no significa que convenga exteriorizar de manera impulsiva cualquier sentimiento y acusacién momentdneos bajo la cé- moda impresién de que asi somos sinceros. Ser auténtico implica la diffcil tarea de familiarizarse con el propio flujo interior de vivencia que se caracteriza especialmente por su complejidad y-continua variacién. De este modo, si ad- vierto que mis contactos con un estudiante determinado me aburren y tal estado de dnimo persiste, debo hacerlo parti- cipe de ella por el bien suyo y de nuestra relacién. Pero también aqui querré mantenerme constantemente al tanto mis vivencias interiores; si lo consigo comprenderé que estoy expresando mr sensacién de aburrimiento y no algin hecho supuesto que hace del estudiante una persona tedio- sa. Si expreso esto como i propia reaccién, existe la posi- bilidad de que esto conduzea a un ahondamiento de nuestra relacién, Pero también es preciso comunicar que esta sen- sacién existe dentro de un contexto de complejo y cambian- te flujo. Querria compartir con ese estudiante mi zozobra ante esa sensacién de tedio y lo embarazoso que me resulta expresar este aspecto de mi personalidad, A medida que comparto estas actitudes descubro que mi aburrimiento na- ce de mi sensacidn de lejania respecto a él, que me gustaria acercarme mds, y estas sensaciones cambian en el instante mismo en que intento expresarlas. No estoy aburrido cuan- do trato de comunicarme con él de esta manera y disto mu- cho de estarlo mientras aguardo su respuesta, ansioso y quizis un tanto aprensivo. Asimismo experimento una nue- va sensibilidad hacia él ahora que he compartido esta sen- sacién que era una barrera entre nosotros, y aumenta con- siderablemente mi capacidad de percibir el matiz de sorpre- sa o tal vez el tono ofendido que hay en su voz mientras él me habla con mds sinceridad porque yo me he atrevido a hablarle con franqueza. Me he permitido a mi mismo mani- festarme como una persona —real, imperfecta— en mi re- lacién con él. He tratado de describir con cierto detalle este primer ele- mento porque lo considero muy importante (tal vez el mis crucial) entre aquellos que describiré y, ademds, porque no es facil de captar ni de lograr. Gendlin ha explicado de ma- nera excelente la importancia del concepto de vivencia y su relacién con el asesoramiento y la terapia; su trabajo puede complementar lo que he tratado de decir.* ; Quede bien en claro que me refiero a una autenticidad pro- funda y genuina (valga la redundancia), no superficial. A veces he pensado que el término «trasparencia» a a describir este elemento de la congruencia personal. Si mi cliente puede ver todo aquello que pase dentro de mi y que sea pertinente a nuestra relacién, si puede «ver claramente a través de mi», si estoy dispuesto a que esta autenticidad * Se refiere al trabajo de Eugene T. Gendlin incluido en este libro, pags, 122-32. [N. de la T.] 94 se manifieste en la relacién, entonces puede tener la certeza casi absoluta de que el nuestro serd un encuentro impor- tante en el cual ambos aprenderemos y nos desarrollaremos. Me he preguntado algunas veces si esta no serd acaso la tinica cualidad de peso en una relacién de asesoramiento. La evidencia parece indicar la existencia de otras cualidades quiza mds fadciles de alcanzar que inciden profundamente en ella, de modo que las describiré a continuacién. No obs- tante deseo subrayar que si en algin momento dado de la relacién esas otras cualidades no figuran de manera ge- nuina en la experiencia del asesor, mas vale manifestarse tal cual se es que pretender poseerlas. Empatia La segunda condicién esencial de la relacién, tal como la veo, es que el asesor comprenda con empatia y exactitud el mundo privado de su cliente y sea capaz de comunicar al- gunos de los fragmentos importantes de dicha compren- sién. Empatia es la capacidad de percibir ese mundo inte- tior, integrado por significados personales y privados, como si fuera el propio pero sin perder nunca ese «como si». Pa- rece ser una cualidad esencial en una relacién que promueva el desarrollo de la personalidad. Percibir como propias la confusién del cliente, su timidez o enojo, su sensacién de que lo tratan injustamente, pero sin dejar ie se unan a la propia incertidumbre, miedo, rabia o sospecha, tal es la con- dicién que procuro describir, Cuando el asesor capta con claridad el mundo del cliente y puede moverse libremente dentro de él, puede comunicarle a ese individuo su com- prensién de aquello que él conoce vagamente y volcar en palabras los significados de experiencias de las que él ape- nas si tiene conciencia. Esta clase de empatia muy sensible parece ser un factor importante en el proceso de posibilitar una persona el acercamiento a si misma, el aprendizaje, cambio y desarrollo. Sospecho que cada uno de nosotros ha descubierto que esta clase de comprensién es extremadamente rara; no la reci- bimes ni ofrecemos con mucha frecuencia, En cambio ofre- cemos otra comprensién muy diferente, evaluadora y exte- rior. «Comprendo qué le pasa», «Comprendo qué lo hace actuar asi»: estos son los tipos de comprensién que solemos ofrecer y recibir. No tiene nada de sorprendente que nos apartemos de la yerdadera comprensién. Si me abro de veras a la forma en que vive la vida otra persona, si puedo 95 tomar su mundo y unirlo al mio, corro el riesgo de ver la vida a su modo, de cambiar, y todos resistimos el cambio. De ahi que tendamos a mirar el mundo de esa otra per- sona bajo nuestra propia lupa, y no bajo la suya; lo anali- zamos y evaluamos sin comprenderlo. Pero cuando alguien comprende qué sensacién y opinién se tiene cuando se es yo, sin querer analizarme ni juzgarme, crea un clima en el cual puedo florecer y desarrollarme. Estoy seguro de no set el unico que siente asi. Creo que cuando el asesor puede atrapar la vivencia que fluye segundo a segundo en el mun- do interior del cliente tal como este la ve y la siente, sin dejar de mantener la separacién de su propia identidad en este proceso empatico, es probable que sobrevenga el cambio. Importa mucho que esa comprensién sea exacta y también conviene que se comunique la tentativa de comprender, Aun tratdndose de un individuo confuso, incoherente o grotesco, el hecho de que perciba que estoy fratando de comprender sus significados ayuda al proceso, puesto que le comunica el valor que le atribuyo como individuo, le hace entender que percibo sus sentimientos y significados como dignos de comprensién. Al igual que sucede con la congruencia, nadie alcanza cons- tantemente una empatia tan completa como la que he pro- curado describir, pero no cabe duda de que los eres pueden desarrollar esta capacidad. Se han utilizado expe- riencias didécticas adecuadas en Ja formacién de asesores. y también en la «formacién de la sensibilidad» del personal de gerencias industriales, Estas experiencias permiten «es- cuchar» de una manera mds sensible lo que la otra persona expresa en palabras, gestos o posturas, recibiendo una ma- yor cantidad de significados sutiles y vibrando mds pro- funda y libremente en su interior ante la importancia de esas expresiones.” Aprecio Pasemos a la tercera condicién. Supongo que las posibilida- des de desarrollo y cambio aumentan en razén directa a la ? Confio en que la descripcién que hicimos de una actitud cmpética aclare suficientemente que no abogo por una técnica rigida de seudo- comprensién, en la que el «asesor refleja lo que el cliente acaba de decirle». No’ me ha horripilado poco la interpretacidn de mi métado que a veces se filtr en el aprendizaje y capacitacién de asesores psi- coldgicos. 96 experimentacién, por patte del asesor, de una actitud ci- lida, positiva, benigna hacia lo que existe dentro del cliente. Esta actitud significa que aprecia a su cliente, como per- gona, con un sentimiento pareciao al de un progenitor hacia su hijo, estimandolo como individuo sin entrar a consi- derar su conducta en ese momento; significa que se preo- cupa por él de un modo no posesivo, como nos preocupa- mos por una persona con capacidades. Implica que el cliente estd dispuesto a exteriorizar los verdaderos sentimientos 0 sensaciones que experimente en ese momento, sean cuales fueren: hostilidad o ternura, rebelién o sumisién, seguridad © menosprecio de si mismo; en el asesor, implica el amor hacia el cliente tal cual es, pero tomando la palabra «amor» en un sentido equivalente al del término teoldgico dgape y no en sus usuales significados romdnticos y posesivos. Me refiero a un sentimiento no paternalista, no sentimental, no superficialmente social y agradable, en el cual se respeta a la otra persona como individuo independiente, sin poseerla, Es una especie de fuerte simpatia sin exigencias, a la cual hemos denominado «aprecio». Aprecio incondicional Hay un aspecto de esta actitud acerca del cual me siento menos seguro. Presento, pues, a titule tentativo la hipd- tesis de que cuanto mds incondicional sea el aprecio positivo tanto més eficaz seré la relacién, entendiéndose por «in- condicional» el hecho de que el asesor aprecia al cliente de una manera total, en vez de condicional. No acepta algunos de sus sentimientos y desaprueba otros, pero siente un aprecio positive e incondicional por esa persona; es un sen- timiento positivo que aflora sin reservas ni evaluaciones y que implica #o juzgar. Creo que cuando este aprecio sin valoraciones estd presente en el encuentro entre asesor y cliente hay mds posibilidades de que este tltimo cambie y se desarrolle de manera constructiva. Por supuesto, no es preciso ser profesional para experimen- tar esta actitud, E] mejor progenitor hace gala de ella, en tanto que otros no la manifiestan. Un amigo mio, terapeuta con consultorio privado en la costa atlintica, ejemplifica muy bien esto en una carta donde me cuenta lo que esté aprendiendo acerca de los padres, Dice asi: «Comienzo a percibir que la clave del ser humano estd en las actitudes con que lo miraron sus progenitares. El nifio a7 que ha sido lo bastante afortunado como para tener padres que se hayan sentido orgullosas de él, que lo hayan deseado tal como era, exactamente tal como era, pasa a la edad adul- ta con or ws y fe ps mismo y avanza por la vida seguro de si, fuerte, capaz de vencer cuanto se le o| é Franklin Delano Roosevelt es un caso asi. Decia a mis amigos” y no podia imaginar a nadie pensando de otro modo que no fuera el suyo. Tuvo progenitores que lo adoraban. Fue como el perro consentido que corre hacia fMosotros moviendo la cola, ansioso de amarnos, porque ja- més ha conocido el rechazo o la dureza; aun si le diéramos un puntapié volverfa a acercarse al instante, con su rabo mis movedizo que nunca, creyendo que estamos jugando con él y deseoso de seguir el juego. Para este animal es inconcebible que alguien lo desapruebe o no lo quiera: brin- da el mismo aprecio y amor incondicionales que otros vol- caron en él. Si un nifio tiene la fortuna de crecer en este ambiente de aceptacién incondicional, serd un hombre se- guro y firme, capaz de enfrentar la vida y sus vicisitudes con coraje y confianza, deleitdndose y alegrdndose con las expectativas. »Pero los padres que quieren condicionalmente a sus hijos los querrian si fueran distintos, cambiados, modificados, si fueran més listos, si fueran mejores, si, si, si... Los hijos de tales progenitores tienen problemas porque nunca se sin- tieton aceptados. Estos padres no quieren realmente a sus nifios: los querrian si fueran parecidos a otra persona; en el fondo sienten que no quieren a ese nifio que tienen de- lante, pero no lo dicen. Empiezo a creer que seria mejor pa- ra todos cuantos se ven involucrados en este asunto si los padres expresaran ese sentimiento; no haria tan horribles estragos en estos nifios no aceptados. Pero nunca se lo ha expresado con crudeza: “Si fueras un buen chico e hicieras esto y aquello, todos te querriamos”. Comienzo a creer que los nifios criados por adil que los querrian “si...” nun- ca son totalmente “centrados” 9 genuinos, Crecen supo- niendo que sus padres tienen razén y que son ellos los equivocados, que de algtin modo u otro estén en falta y, lo que es todavia peor, suelen sentirse esttipidos, incapaces, inferiores». He aqui un excelente contraste entre aprecio positivo in- condicional y aprecio condicionado. Creo que rige para ase- sores y padres por igual. Percepeién por parte del cliente Hasta aqui todas mis hipstesis sobre la posibilidad de un desarrollo constructivo se han apoyado en la vivencia de esus actitudes por parte del asesor, pero el cliente debe cum- plir a su vez una condicién. Las actitudes descritas no exis- ten en su mundo, y por consiguiente no pueden ser efica- ces, a menos que le sean comunicadas hasta cierto punto y que él las perciba. Por lo tanto es preciso afiadir una condi- cién mas a la ecuacién que he venido construyendo en torno al desarrollo personal a través del. asesoramiento: sélo se podré pronosticar una evolucién en Ja personalidad del cliente y un cambio en su conducta cuando perciba, aun en grado minimo, la autenticidad del asesor y la aceptacién y empatia que este siente hacia él, ” Esta condicién encierra ciertas implicancias para mi en cuanto asesor. Necesito ser sensible no sdlo a lo que pasa dentro de mi y al flujo de sentimientos 0 sensaciones del cliente; también debo serlo a la forma en que este recibe mis comunicaciones. La experiencia (especialmente Ja reco- gida trabajando con personas mas urbadas) me ha ense- fiado que la empatia puede percibirse como falta de com- romiso, mi aprecio incondicional como indiferencia, la ca- idez como contigiiidad amenazadora, mis sentimientos ver- daderos como falsos. Querria comportarme y comunicarme de una manera que le resulte clara a esta persona en pat- ticular, para que perciba sin ambigiiedades lo que experi- mento respecto a ella. Al igual que las demds condiciones. propuestas encierra un principio facil de captar, pero cuyo logro es dificil y complicado. Algunas limitaciones Deseo subrayar que todo esto son puras hipdtesis; mis ade- lante comentaré qué resultados arrojan cuando se las some- te a pruebas empiricas. Son un comienzo hipotético, no la tiltima palabra. Es muy posible que haya omitido otras condiciones igual- mente esenciales, En fecha reciente tuve ocasién de escu- char algunas entrevistas grabadas por una joven asesora que trabajaba con alumnos de escuela primaria. Pese a su acti- tud célida y positiva, esta joven era definitivamente ineficaz con sus clientes; parecia que sdlo respondia con calidez a los aspectos superficiales de cada nifio de modo que los con- tactos eran charlas sociales y amistosas, pero se veia que no llegaba hasta la verdadera personalidad del pequefio. No obstante, en varios sentidos merecfa un puntaje razonable- mente alto en cada una de las condiciones descritas, de mo- do que tal vez falten atin algunos elementos que no he aprehendido en’ mi formulacién. También soy conciente de que puede haber diferentes cla- ses de relacién eficaz (me refiero a una relacién de ayuda) para diferentes tipos de clientes. Algunos de nuestros te- rapeutas que trabajan con esquizofrénicos son eficaces cuan- do se muestran aparentemente muy condicionados y no aceptan algunos rasgos del caprichoso comportamiento del psicdtico. Esto puede interpretarse de dos maneras: una tendencia condicional quizds ayude mas en el trabajo con estos individuos o bien —y esto me parece mds acorde con los hechos— Jas personas psicdticas perciben una actitud condicional como sefial de que el terapeuta se preocupa real- mente por ellos, en tanto que podrfan interpretar una acti- tud incondicional como indicio de apdtica despreocupacién. Sea lo que fuere, deseo dejar en claro que he presentado formulaciones iniciales que seguramente seriin modificadas y corregidas en base a conocimientos futuros. La filosofia inrplicita Evidentemente es improbable que un asesor experi las clases de actitudes arriba descritas, a menos Se limah- tenga una filosofia andloga tespecto a la gente. Las actitu- des descritas sdélo tienen sentido dentro de un contexto de Bran respeto hacia la persona y sus potencialidades. El ase- sor serd incapaz de sentir verdadera preocupacién o deseos de comprender al cliente, y quiz4 no se respetard a si mismo lo bastante como para ser auténtico, a menos que su sistema de valores tenga como elemento primario la dignidad del individuo. E| profesional que crea que los individues son esencialmente objetos a manipular para el bien del estado. o de la institucién de ensefianza, o «para su propio bien», para satisfacer su propia necesidad de poder y control, no experimentard esas actitudes descritas que integran las re- laciones promotoras del desarrollo personal. Asi pues estas condiciones surgen como andlogas y naturales en ciertos contextos filosdficos, pero en otros no. 100 Estudios empiricos Esto plantea algunos interrogantes que me he hecho a mi mismo y que también se estard formulando el lector. Las caracteristicas descritas como esenciales para una relacién de ayuda, ereflejan simplemente mi propia opinicn, preferen- cia y parcialidad? gO sélo representan un prejuicio nacido de una filosofia por lo general democrdtica? gO acaso pro- mueven de peras el cambio y desarrollo constructivos? Cinco aiios atrés no hubiera podido contestar estas pre- guntas. Ahora hay por lo menos una docena de investiga- ciones bien programadas que arrojan luz sobre la cuestién enfocéndola de diversas maneras. Como informar sobre ca- da uno de estos estudios aportaria mds contusion que utili- dad, intentaré describir sus métodos en lineas generales y comunicar luego los descubrimientos. Las investigaciones se ocupan de dos clases de clientes bas- tante distintas: por un lado, estudiantes y miembros de la comunidad que acudieron voluntariamente a los asesores en. busca de ayuda; por el otro, individuos esquizofrénicos in- ternados en un hospital estatal por un tiempo que oscila entre algunos meses y muchos afios. El primer grupo estd por encima del nivel sociceducacional medio; el segundo esta por debajo de él. El primer grupo estd motivado para obtener ayuda; el segundo no lo esta y, ademés, opone resis- tencia. La gama total de ajuste psicolégico abarca desde in- dividuos que «funcionan bien» hasta otros completamente incapaces de enfrentar la vida y fuera de contacto con la realidad, pasando por diversos grados de desajuste y per turbacién. En las investigaciones se emplearon tres métodes distintos para medir los elementos de actitud que he descrito. El pri- mero se basa en breves fragmentos (por lo general de cua- tro minutos de duracién) tomados al azar de entrevistas grabadas en cinta magnetofénica. Los calificadores los escu- chan, juzgan hasta qué punto el asesor demuestra, por ejem- plo, una empatia precisa y establecen una calificacién en una escala cuidadosamente definida. Hacen esto ignotan: si el pasaje escuchado corresponde a una entrevista de la etapa temprana o tardfa del tratamiento y el grado de éxito alcanzado en el caso. En la mayorfa de los estudios varios calificadores han justipreciado cada una de las cualidades involucradas. El segundo imétodo se vale del Inventario de Relacién, for- mulario que el cliente Mena en diferentes momentos de su terapia y que contiene enunciaciones sobre el grado en que el asesor es empdtica, congruente y manifiesta aceptacién, respondiendo el cliente con una evaluacién de dichas enun- ciaciones dentro de una escala de seis puntos que va «probablemente cierto» a «decididamente errado». Los ejem- plos de empatia son: «En general él (el asesor) ibe 0 comprende cémo me siento», «Entiende mis palabras pero no comprende cémo me siento». Algunos de los ejemplos referentes a congruencia son: «En nuestra relacién se com- porta tal cual es», «Finge quererme o comprenderme mds de Jo real». El Inventario esta disefiado para anotar el pun- taje de cada uno de los cuatro elementos de actitud, mds un puntaje total. El tercer método también se basa en el Inventario de Re- lacién, pero esta vez lo completa el terapeuta o asesor; los tubros son idénticos, salvo el debido cambio en los pro- nombres. En los diversos estudios se aplican criterios distintos para evaluar el grado de cambio constructive ocurrido a lo largo de las entrevistas. En todos los casos los criterios de cam- bio son independientes de la medicidn de las condiciones de actitud existentes en la relacién. Entre las mediciones de cambio se cuentan: cambios en las diversas escalas ¢ indices del Inventario Multifésico de Personalidad de Minnesota; cambios en los tests proyectivos segtin e] andlisis «a ciegas» hecho por clinicos sin conocimiento alguno sobre la inves- tigacién; cambios en el puntaje de ajuste tipo «Q»; cambios en una medida de la angustia; calificaciones del cambio en la personalidad y ajuste psicolégico, hechas por el terapeuta. Los descubrimientos Veamos algunos de los descubrimientos generales realiza- dos merced a estos estudios. E] asesor es el factor mds importante para la fijacién del nivel de condiciones de la relacién, si bien el cliente tam- bién ejerce cierta influencia en la calidad de la misma. Los clientes que en una etapa temprana de su relacién con su asesor o terapeuta perciben mds estas condiciones de ac- titud, son los que mayor cambio denotardn mds adelante. Cuanto mds perturbado esté el cliente tanto menor serd su posibilidad (0 capacidad?) de percibir estas actitudes en el asesor, Los asesores © terapeutas tienden a ser bastante coherentes en cuanto al nivel de las condiciones de actitud ofrecidas a cada cliente. 102 El mayor descubrimiento logrado a través de todos los es- tudios es el de que aquellos clientes cuyas relaciones se distinguen por un alto nivel de congruencia, empatia y apre- cio positive incondicional por parte del asesor, muestran un cambio y desarrollo constructivos de la personalidad. Estos altos niveles de condiciones van ligados a: un cambio positive en las escalas e indices del Inventario Multifasico de Personalidad de Minnesota incluyendo: fuerza del yo; cambio pasitivo entre la bateria previa al test y la posterior al mismo, segtin calificacién de clinicos que actdan «a cie- a8», 0 sea sin conocer el caso; disminucién de los puntajes de angustia y de uno de falta de naturalidad; alza en las Escalas de Proceso disefiadas para medir el proceso tera- péutico; cambio positivo en las calificaciones del asesor. De acuerdo con los mismos indices, los clientes cuya rela- cidn se caracteriza por el bajo nivel de estas condiciones de actitud evidencian un cambio mucho menos positivo. En los estudios realizados con clientes internados se ad- vierte que la percepcién de las condiciones ofrecidas al co- mienzo de la relacién y de la magnitud del cambio ocurrido al término de la misma es mayor en el cliente que en el asesor. En otras palabras, la percepcién del cliente es el mejor elemento para pronosticar el cambio. Esto no rige para el cliente esquizofrénico, cuya perturbacién interior le dificulta la percepcién exacta de las condiciones oftecidas por nuestros escrupulosos y avezados terapeutas. Aqui el mejor elemento para predecir el cambio es la calificacién de las condiciones, hecha por calificadores imparciales. Estos clientes esquizofrénicos nos deparan un descubrimien- to inesperado: el de que las bajas condiciones de relacién van asociadas, en ciertos aspectos, al cambio megativo, A juicio de los clinicos que califican sus baterias previas y posteriotes al test, no muestran un cambio constructivo, evidencian un aumento de la angustia y estén peor que los casos de control equiparados no sometidos a terapia. Toda- via no se ha determinado si esto rige también para los clien- tes internados que solicitan ayuda. Un descubrimiento que parece dar validez a los estudios es el hecho de que —como cabia esperar— los asesores mds experimentados brindan estas condiciones en un nivel mds alto que sus colegas menos experimentados y logran comunicarlas mejor a sus clientes. De ahi gue las condiciones aparezcan mejoradas en la percepcién de los clientes, y que estos demuestren un cambio mayor en el trascurso de las entrevistas. 103 Imiplicaciones Desearia mencionar cuatro implicaciones de estas hipdtesis y descubrimientos que me vienen: a la mente, referidas al campo de la psicologia de asesoramiento y la orientacién. En primer lugar, los estudios indican la posibilidad de in- vestigar la relacién entre causa y efecto en psicoterapia y asesoramiento. Por lo que sé son los primeros que han lo- grado aislar y medir las principales influencias generadoras de cambio que existen en el asesoramiento. Ya sean con- firmadas o refutadas por las. futuras investigaciones, lo cierto ¢s que constituyen estudios pioneros sobre qué ele- mento de la psicoterapia 0 asesoramiento produce realmen- te la diferencia o cambio en el cliente. La respuesta a este interrogante es: los verdaderos generadores del cambio o diferencia son las actitudes provistas por el asesor, el clima psicolégico creado en gran parte por él. Los estudios poseen ademds una importancia sumamente practica: indican con bastante claridad que evaluando una relacién en una etapa temprana podemos pronosticar, hasta cierta punto, qué probabilidades tiene de ser positiva. Al parecer es posible que en un futuro no muy lejano conoz- camos con creciente exactitud los elementos que generan el desarrollo psicolégico constructivo, tal como ha sucedido en el campo de la nutricién con los elementos promotores del desarrollo fisico. A medida que vayan acumuldndose es- tos conocimientos y aguzindose nuestros instrumentos de investigacién, tendremos la estimulante posibilidad de ad- quirit la capacidad de pronosticar con relativa prontitud si una relacién dada promoverd o inhibird el desarrollo psi- colégico individual, del mismo modo que podemos evaluar la dieta de un nifio y predecir hasta qué punto impulsard o trabar4 su crecimiento fisico. Esto nos conduce al descubrimiento inquietante de que una relacién interpersonal inadecuada puede causar un efecto negativo en el desarrollo personal, al menos en el caso de individuos muy perturbados; por eso, su evaluacién tem- prana se convierte en una posibilidad y responsabilidad atin més exigibles. Otra implicancia importante para los asesores es que ahora contamos con una teoria inicial sobre los elementos especi- ficos de la relacién interpersonal que facilitan el cambio positivo, y con algunos hechos empiricos que la sustentan. Esto nos permite -afirmar con cierta seguridad y respalda factico que una relacién donde el asesor se caracterice por alto grado de congtuencia o autenticidad, de empatia sen- 104 sible y precisa, de aprecio, respeto y simpatia incondicio- nales hacia el cliente, tendra grandes probabilidades de pro- mover eficazmente el desarrollo de este. Esta formulacién rige para los casos de individuos con desajustes que acuden en busca de ayuda por su propia iniciativa y también para los de personas con esquizofrenia crénica sin ningiin deseo de ser ayudadas. Mantiene su validez cuando estos elemen- tos de actitud son calificados por observadores imparciales que escuchan fragmentos de las entrevistas grabadas, cuando se miden en funcidn de la percepcidn por parte del asesor de las cualidades que é] ha ofrecido o cuando se miden segiin el modo en que el cliente haya percibido la relacién (esto tiltimo al menos en el caso del cliente no hospitali- zado). En mi opinién, la posibilidad de hacer estas formu- laciones en un dtea tan compleja y sutil como las de las relaciones de ayuda constituye un buen paso adelante. Finalmente, y en el caso de ser confirmados por trabajos futuros, estos estudios tendrian importantes implicancias en la formacién de asesores y terapeutas en tanto el asesor se considere involucrado en las relaciones interpersonales y el objetivo de estas sea promover un desarrollo sano. Veamos ciertas conclusiohes que parecerian surgir de tal situacién. Significaria que procurariamos seleccionar para dicha for- macién a individuos que ya posean en alto grado las cuali- dades descritas en sus relaciones con los demas; querriamos gente cdlida, espontanea, genuina, comprensiva y que se abstenga de abrir juicio. También nos esforzariamos por planificar e] programa didéctico destinado a estos indivi- duos de tal manera que experimenten cada vez mas empatia y simpatia hacia los demas y les resulte cada vez mas facil ser ellos genuinamente mismos. Al sentitse comprendidos y aceptados en sus experiencias diddcticas, al vivir en con- tacto con la autenticidad y falta de pantalla propia de sus instructores, se convertirén paulatinamente en asesores mas y mds competentes. Esa formacién se centraria por igual en la experiencia interpersonal y en el aprendizaje intelectual, admitiéndose que ninguna suma de conocimientos. sobre tests y mediciones, teorias de asesoramiento 0 procedimien- tos de diagnéstico podrd hacerlos mds eficaces que el en- cuentro personal con sus clientes. Por afiadidura, se haria gran hincapié en la experiencia real del trabajo con clientes y la evaluacién detenida y autocritica de las relaciones formadas. Me pregunto si los programas diddcticos que conozco sobre orientacién, psicologia clinica y psiquiatrfa se aproximan a estos objetivos, y la respuesta es una rotunda negativa. 105 Creo que la mayoria de nuestros programas de formacién profesional dificultan ad mzés la autenticidad en el indivi- duo y hacen mds probable que desempefie un rol. profe- sional. El bagaje tedrico y de diagndstico suele agobiarlo tanto que pierde capacidad para comprender el mundo in- terior de otro individuo tal como este lo ve. Ademés, a medida que avanza su formacién profesional, ocurre con demasiada frecuencia que su cdlida simpatia inicial hacia los demas se hunde en un mar de diagndsticos y evaluacio- es, paleodinganign : Asi pues, si tomamos en serio los descubrimientos hechos en estas investigaciones, ello podria significar la implanta- cién de algunos cambios radicales en la naturaleza misma de la formacién profesional y en su programa de estudios. Conclusiones Para terminar presentaré una serie de proposiciones que, a mi juicio, se derivan légicamente unas de otras. El propésito de la mayoria de las profesiones asistenciales, incluyendo el asesoramiento de orientacién, es mejorar el desarrollo. personal, la evolucién psicolégica hacia una ma- durez socializada de los clientes. La manera mds adecuada de medir la eficiencia de cualquier miembro de Ja profesién es hacerlo en funcién del grado en que logra alcanzar este objetivo en su trabajo con los clientes. Nuestros conocimientos de los elementos generadores de un cambio constructive en el desarrollo personal estén aan en su etapa inicial. El conocimiento factico que poseemos hoy dia sefiala entre las influencias primarias generadoras del cambio el grado en que el cliente experimenta ciertas cualidades en su_re- Jacién con su asesor. Algunas cualidades de la relacién aparecen ligadas de ma- nera bastante uniforme al desarrollo personal y al cambio. Esto sucede entre una variedad de clientes (normales, con desajustes y psicéticos), con asesores y terapeutas muy dis- tintos, y examinando la relacién desde la perspectiva tanto del cliente come del terapeuta o de un observador ajeno a la cuestion. Estos elementos no estén constituidos por conocimientos técnicos o sofisticacién ideolégica: son cualidades humanas personales, algo que el asesor experimenta, no algo que sabe. El desarrollo personal constructivo va asociado a la 106 autenticidad del asesor, a su simpatia penuina e¢ incondicio- nal hacia el cliente, a la sensible comprensién de su mundo privado, a su capacidad para comunicarle estas cualidades que lleva en si. Estos descubrimientos tienen algunas implicaciones de lar- go alcance para la teorfa y prdctica de la psicoterapia y el asesoramiento de orientacién, asi como para la formacién de asistentes que actien en dichas dreas. 107

You might also like