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LAS REGLAS DEL METODO SOCIOL IGICO Nuestra afirmacién de que los hechos sociales deben ser tratados como cosas - afirmacién que constituye la base de nuestro método -, es, quiz4, la que encontré entre todas, la mayor oposicién. Se ha considerado paraddjico e indigno que asimilaramos las tealidades del mundo social a las realidades del mundo exterior. Y, sin embargo, todo esto era un simple equivoco sobre el sentido y aleance de esta asimilacién, cuyo objeto no es rebajar las formas superiores del ser a las formas inferiores, sino por el contrario, reivindicar para las primeras un grado de realidad por lo menos igual a aquel que todo el mundo reconoce a las segundas. Nosotros no deci- mos, en efecto, que los hechos sociales son cosas materiales, sino cosas con el mismo derecho que las cosas materiales, aunque de otra manera. eQué es una cosa? La cosa se opone a la idea, como lo que sé conoce exteriormente de lo que se conoce intcriormente. Es cosa todo obeso de cono- cimiento que no es naturalmente comprensible a la inteligencia; todo aquello de lo cual no podemos tener una nocién adecuada por un simple procedi- 15 EMILIO DURKHEIM micnto de anilisis mental; todo aquello que el espi- rita sélo puede llegar a comprender a condicién de salir de si mismo por via de observaciones v de ex- perimentaciones, pasando progresivamente de los caracteres mas exteriores y més. inmediatamente accesibles a los menos visibles y més profundos. ‘Tratar hechos de un cierto orden como cosas, no es, pues, clasificarlos en tal o cual categoria de lo real, es observar con ellos una determinada actitud mental. Hs abordar su estudio, partiendo del princi- pio de que se ignorara de manera absoluta lo que son, y que sus propiedades caracteristicas, al igual que las causas desconocidas de que dependen. no pueden ser descubiertas ni siquiera por la introspec- cién mas atenta. Definidos los términos de esta manera, lejos de ser nuestra proposicién una paradoja, podria casi pasar por una verdadera perogrullada si no fuera todavia tan olvidada por las ciencias que tratan del hombro, y especialmente por la sociologia, En efecto: en este sentido puede afirmarse que todo objeto de ciencia ¢s una cosa. con excepeién. quiza de los objetos matemiticos; pues por alo que a es- 108 se refiere, como somos nosotros mismos quie~ nes los consteuyen, desde los més sencillos a los 16 LAS REGLAS DEL METODO SOCIOLOGICO, més complejos, para saber lo que son, basta meter- ‘nos en nuestro yo v analizar interiormente el proce- so mental de donde provienen, Pero desde el momento en que se trata de hechos propiamente dichos, cuando tratamos de hacer con ellos ciencia, son necesariamente para nosotros. incdgnitas, cosas ignoradas, pues la representacién que se haya podi- do tener de ellas en la vida, como se formaron sin método ni critica, carecen de todo valor cientifico y deben ser descartadas. Los mismos hechos de la psicologia individual presentan este caricter y deben considerarse desde el mismo punto de vista, En efecto; aunque sean interiores por definicién, la conciencia que de ellos tenemos no nos revela su naturaleza interna ni su génesis. La conciencia nos los hace conocer hasta un cierto punto, pero de la misma manera que las sensaciones nos revelan el color o la luz, el sonido o la electricidad; recibimos impresiones confusas, pasajeras, subjetivas, pero no nociones claras y distintas, conceptos explicativos. Precisamente por esta razén se ha fundado en el siglo XIX una psicologia objetiva, cuya regla funda- mental es estudiar los hechos mentales exterior- for raz6n debe suceder lo mismo con los hechos sociales, pues la mente, es decir, como cosas. Con m: 7 EMILIO DURKHEIM conciencia no puede tener mis competencia para conocer estos hechos que para conocer su vida propia, Se nos objetard que siendo obra nuestra, bastard con tener conciencia de nosotros mismos para saber qué son y cémo estén formados, Pero, en primer lugar, observaremos que la mayor parte de las instituciones sociales provienen, completamente formadas, de las generaciones anteriores; nosotros no tuvimos la menor parte en su formaciéa, y, por consiguiente, no es interrogindonos como podre- mos descubrir las causas que las engendraron, Ademés, aun cuando hayamos colaborado en su génesis, apenas entrevemos - y todavia esto de una manera confusa y casi siempre inexacta- las verda- deras razones que nos impulsaron a obrar y la natu- raleza de nuestra accién, Hasta cuando se trata de nuestra conducta privada, conocemos muy imper- fectamente los méviles relativamente simples que nos guian; nos creemos desinteresados, cuando obramos como egoistas; creemos obedecer al odio, cuando cedemos al amor, a la razdn, cuando somos esclavos de prejuicios irracionales, etcétera. ¢Cémo podrfamos, pues, tener la facultad de discernir con mayor claridad las causas més complejas de que procede Ia manera de obrar colectiva? En lo colecti- 18 LAS REGLAS DEL METODO SOCIOLOGICO, vo, cada hombre s6lo interviene en una infima par- te; cada uno de nosotros tiene una multitud de co- laboradores, y lo que pasa en los demas nos es desconocido, Nuestra regla no implica, pues, ninguna con- cepcién metatisica, ninguna especulacién sobre el fondo de los seres. Lo que si exige es que el socié- logo ponga su espiritu al nivel del fisico, del quimi- co, del fisidlogo, cuando se aventuran en una regidn, todavia inexplorada, de su dominio cientifi- co. Es preciso que al penetrar en el mundo social se haga cargo de que penetra en lo desconocido; es necesario que se sienta frente a hechos cavas leyes, son tan poco sospechadas como podian serlo las de la vida, cuando la biologia atin no estaba constitui- da; es preciso que se prepare a hacer descubri- mientos que le sorprenderin y le desconcertarin, Y es necesatio que la sociologia aleance este grado de madurez intelectual. Mientras que el sabio que estu- dia In naturaleza fisica tiene idea de la resistencia que ésta le opone y se hace cargo de lo que le costar el triunfo, parcee que el socidlogo se moviese en me~ dio de cosas inmediatamente transparentes para el n legamos después de ob- servar Ia facilidad con que tesuelve las cuestiones espititu; a esta conclus 9 EMILIO DURKHEIM mis oscuras. En el estado actual de la ciencia. ni siquiera sbemos qué son, realmente, las principales instituciones sociales, como el Estado, la familia, el derecho de propiedad, el contrato, la pena, Ia res- ponsabilidad, cte; ignoramos casi completamente las causas de que dependen, las fanciones que cumplen, las leves de su evoluci6n; apenas si cobre determi- nadas materias comenzamos a vislumbrar algunos puntos luminosos. Y, sin embargo. basta echar una ojeada sobre las obras de sociologia, para ver lo rara que es Ia idea de esta ignorancia y de estas dificulta- des. No solamente el socidlogo se considera como obligado a dogmatizar a la vez sobre todos los pro- blemas, sino que con algunas paginas 0 con algunas frases, cree haber penetrado en la esencia misma de los fenémenos mas complejos. La consecuencia es que tales teorias no expresan los hechos, imposibles de agotar con tanta rapidez, sino. la prevencién que de ellos tenia el autor antes de comenzar la investi- gacién, Sin duda, la idea que nos forjamos de las, pricticas colectivas, de lo que son o de lo que deben ser, es un factor de su desarrollo. Pero esta idea misma es un hecho que para ser convenientemente determinado debe también ser estudiado objetiva- mente. Y esto porque lo que importa conocer no es » LAS REGLAS DEL METODO SOCIOLOGICO, la manera como tal o cual pensador se representa individualmente una institucién, sino la concepein que de ella se formé el grupo; esta concepcisn es la, ‘inica socialmente eficaz. Ahora bien, dicha concep- cién no puede conocerse por la simple observacin interior, pues no se encuentra toda entera en ningu- no de nosotros; es necesario, por tanto, buscar al- gunos signos exteriores que la hagan sensible. Ademis, es evidente que no se ha engendrado de la nada, sino que es un efecto de caus: que es preciso conocer para poder apreciar su papel en el porvenir. Hagase lo que se haga, hay que volver siempre al mismo método, extern: ate tra proposicién no menos vivamente discutida que la precedente, es la que presenta los fenémenos sociales como exteriores a los individuos. Se nos admite hoy dia - y esto todavia casi por la fuerza - que los hechos de la vida colectiva y de la vida indi- vidual son, en cierta manera, heterogéncos: y hasta podemos afirmar que sobre este punto, las opinio- nes estin en camino de armonizarse, si no de una manera uninime, por lo menos, en su mayor parte 2 EMILIO DURKHEIM Casi ningiin sociélogo niega a la sociologia una total especificidad. Pero el hecho de estar integrada la sociedad solamente por individuos, deduce el senti- do comin que la vida social no puede tener otro sustracto que la conciencia individual; de otra mane- 1a le parece que flota en el vacio Sin embargo, lo que se cree fécilmente inadmi- sible cuando se trata de los hechos sociales, esta ge- neralmente admitido en los demas reinos de la Naturaleza. Siempre que al combinarse distintos elementos, originan por su misma combinacién fe- némenos nuevos, hay que reconocer que estos fe- némenos no provienen de los elementos, sino del todo formado por su unién. La célula viva, s6lo contiene particulas minerales, de Ia misma manera que la sociedad sdlo contiene in individuo: embargo, ¢s evidente mente imposible que los fe- noémenos caracteristicos de la vida residan en los ftomos de hidrégeno, oxigeno, carbono y nitroge- no, ¢Cémo podrian producirse los movimientos vitales, en el seno de elementos no vivientes? Ade y, sin més, gcOmo se repartirian entre cllos las propieda- des biolégicas? Estas propiedades no podrian encontrarse igualmente en todos, pues no son de la misma naturaleza; el carbono, no es el nitrégeno, y, 2 LAS REGLAS DEL METODO SOCIOLOGICO, por consiguiente, no puede tener las mismas pro- piedades, ni desempefiar el mismo papel. No es menos inadmisible que cada aspecto de la vida, cada uno de sus principales caracteres, se encarnara en un grupo diferente de atomos. La vida no puede descomponerse de esta manera; la vida es una, y, por consiguiente, sélo puede tener por asiento la substancia viviente en su totalidad. La vida esté en el todo, no en las partes. No son las particulas no vivientes de la célula; las que se nutren, se reprodu- cen, en una palabra. las que viven; es la célula mis- s6lo ella, Y lo que decimos de la vida, podrfamos repetirlo de todas las sintesis posibles. La dureza del bronce no reside en el cobre, ni en el estafio, ni en el plomo que sirvieron para formarlo y ma y que son en si mismos cuerpos blandos y flexibles. sino en su mezcla, La fluidez del agua, sus propie- dades alimenticias y las demas que posee, no residen en los dos gases que la integran, sino en la substan- cia compleja que forman al asociarse. Apliquemos este principio a la sociologfa. Si como se admite esta sintesis sui géneris, que cons- tituye toda sociedad, produce fenémenos nuevos, diferentes de los engendrados en las concienci: individuales, hay que admitir que estos hechos espe- B EMILIO DURKHEIM cificos residen en la misma sociedad que los produ- ce y no en sus partes. es decir, en sus miembros. En este sentido son, pues, exteriores a las conciencias individuales consideradas como tales, de la misma manera que los caracteres distintivos de la vida son exteriores a las substancias minerales que compo- nen el ser vivo. No se los puede reducir a los ele- mentos sin contradecirse, pues, por definicién, suponen algo diferente de lo que contienen dichos elementos. De esta manera, y por una raz6n nueva, queda justificada la separacién que establecimos antes entre la psicologia propiamente dicha, o cien- cia del individuo mental y la sociologia. sociales y los psiquicos no difieren solamente en calidad, sino que tienen, otro sustracto, no evolu- Los hechos cionan en el mismo medio, no dependen de las mismas condiciones. Esto no quiere decir que en cierto sentido no sean psiquicos, pues todos con- sisten en maneras de pensar 0 de obrar. Pero los estados de 1a conciencia colectiva no son de igual naturaleza que los estados de la conciencia indivi dual; son representaciones de otra clase. La menta- lidad de los grupos no es la de los particulares, sino Ambas ciencias son, que tiene sus leyes propi pues, tan netamente distintas como pueden serlo a LAS REGLAS DEL METODO SOCIOL IGICO dos ciencias, sean cuales fueren, de otra parte. las relaciones que pueden sostener entre si. Sobre este punto, es preciso hacer una distin- cién que contribuiré, quiza, a ilustrar esta contro- versia Que la materia, de la vida social no pueda expli carse por factores puramente psicolégicos, es decir, por estados de la conciencia individual, es para no- sotros completamente evidente. En efecto las repre- manifiestan e6mo se pie: sentaciones colectivas ael grupo en sus relaciones con los objetos que lo afectan, Ahora bien, el grupo esta constituido de manera distinta que el individuo, las cosas que lo afectan son de otra naturaleza. Representaciones une no expresan los mismos sujetos. ni los mismos objetos. no pueden depender de las mismas causas. Para comprender cémo la sociedad se representa a si misma v al mundo que la rodea, es preciso consi- derar la naturaleza de esta sociedad. no la de los particulares. Los simbolos bajo los cuales se piensa a si misma cambian de acuerdo a lo que es. Por cjemplo, si se considera como engendrada por un animal epénimo, e: sefial de que integra uno de esos grupos especiales que se llaman chines. Donde el animal es reemplazado por un antepasado humano, EMILIO DURKHEIM pero igualmente mistico, es que el clan ha cambiado de naturaleza, $i por encima de las divinidades lo- cales © familiares, imagina otras de las cuales cree depender, es que los grupos locales y familiares de que esta compuesta. tienden a concentrare y a unifi- carse; y el grado de unidad que presenta un panteén religioso. corresponde al grado de unidad que en ese momento tiene la sociedad. Si condena determina das formas de conducta, es que hieren algunos de sus sentimientos, fundamentales; y estos. senti- mientos dependen de su constitucién, de la misma manera que los del individuo de su temperamento fisico v de su organizacién mental. Y de esta mane- ra, aunque la psicologia individual no tuviera secre- tos para nosotros. no podria darnos la solucién de ninguno de estos problemas, pues se refieren a 6r- denes de hechos que ignora. Pero una ver reconocida esta heterogeneidad, cabe preguntarse si las representaciones individuales y las representaciones colectivas no se asemejan, sin embargo, por el hecho d, ser unas y otras igual mente representaciones; y si, a consecuencia de es- tay semejanzas. no tendrin ambos reinos al,,unas leyes abstractas comunes. Los mitos, las leyendas populares, las concepciones seligiosa; de toda clase, 6 LAS REGLAS DEL METODO SOCIOLOGICO, las creencias morales, cte., expresan una realidad distinta de la individual; pero podria suceder que la manera ele atraerse o de repelerse. de agregarse 0 separarse, fuera independiente de su contenido, Y se basara Ginicamente en su cualidad general de re- presentaciones. Y estando en todo constituidas de una manera diferente, en sus relaciones mutuas se comportarian como las sensaciones, las imagenes 0 las ideas en el individuo. :No podria ser, en efecto, que la contigitidad y la semejanza, los contrastes los antagonismos légicos obraran de la misma ma- nera, fueren cuales fueren las cosas representabas? De esta manera, se llega a concebir la posibilidad de una psicologia completamente formal. que seria algo asi como un terreno comiin de la psicologia indiv dual y de Ia sociologia, y en esto estriba, quiz, la cansa del escripulo que sienten algunos espiritus para distinguir con mucha nitidey ambas ciencias. Hablando con rigor, en el estado actual de nuestros conocimientos. planteada la cuestién de esta manera, es imposible resolveria categérica- mente. En efecto, de una parte, cuanto sabemos acerca de In manera de combinarse las ideas indivi duales se reduce a algunas proposi rales y vagas. que se llaman habitualmente leves de ‘iones, muy gene- EMILIO DURKHEIM la asociacién de ideas, 'Todavia conocemos menos las leve, relativas a la ideacién colectiva, La psicolo- gfa social, que deberia tener por misién determinar- las, casi no es mas que una palabra que designa toda suerte de generalidades, variadas e imprecisas, y sin objeto definido. Lo oportuno seria investigar, me- diante la comprobacién de los mitos, de las leyendas de las tradiciones populates, de las lenguas, la ma- neta cémo las representaciones sociales se atraen y ete. se excluyen, se fusionan o distinguen, entre Si el problema es digno de tentar la curiosidad de los estudiosos, puédese afirmar que casi no fue abordado; y en tanto no se hayan encontrado algu- nas de estas leyes, seri evidentemente imposible saber con certeza si repiten o no las de la psicologia individual. Sin embargo, a falta de una certeza absoluta, es por lo menos probable que, si existen semejanzas entre estas dos clases de leves, sus diferencias no deben ser menos pronunciadas. Parece, en efecto, inadmisible que la materia integrante de las repre- sentaciones no obre sobre sus maneras de combi- narse. Es verdad que los psicélogos hablan muchas veces de las leyes de la asociaci6n de ideas, como si faeran las mismas para todas las especies de repre- Ey LAS REGLAS DEL METODO SOCIOLOGICO, sentaciones individuales. Pero esto no puede admi- tirse; las imagenes no se combinan entre sien la misma forma que las sensaciones, ni los conceptos como las imagenes. Si la psicologia estuviera mas adelantada, comprobaria, sin duda alguna, que cada categoria de estados mentales tiene sus leves for- males propias. Esto supuesto, a fortiori debe supo- nerse que las leyes del pensamiento social sean tan especificas como las del pensamiento mismo. Y en s en el senti- efecto. por poco habituado que estem do de este orden de hechos, es dificil no advertit la idea de esta especificidad. ¢No es acaso esta especi- ficidad Ia causa de que nos parezca tan extrafta la manera especial cémo las concepciones religiosas (que son ante todo colectivas), se mezclan o se se- paran, se transforman unas en otras, originando compuestos contradictorios, que contrastan con los productos ordinarios de nuestro pensamiento pri- vado? Del hecho de que sea probable que algunas leyes de In mentalidad social recuerden, efectiva- mente, otras establecidas por los psicélogos. no de be deducirse que las primeras scan un simple caso particular de las segundas, sino que entre unas y otras, al lado de diferenci tes, existen semejanzas que la abstraccién podss ciertamente importan- » EMILIO DURKHEIM poner en claro, aunque hoy dia sean desconocidas. Es decir, que en ningiin caso, la sociologia, podri tomar pura y simplemente, de la psicologia, ninguna de sus proposiciones, para aplicarla sin modificacio- nes a los hechos sociales, sino que todo el pensa- miento colectivo, tanto en su forma como en su materia, debe ser estudiado en si mismo, por si mismo, con la idea de lo que tiene de especial, de- jando para el porvenir el dilucidar la medida en que se asemeje al pensamiento de los particulares. Este problema pertenece mas bien a la filosofia general y a la Logica abstracta, que al estudio cientifico de los hechos sociales. mL Réstanos decir algunas palabras sobre la defini- cin, que dimos de los hechos sociales, en el primer capitulo de esta obra, Afirmamos que son maneras de hacer 0 de pensar, reconocibles por la particula- ridad de que son susceptibles de ejercer una ine flucncia cocrcitiva sobre las conciencias particulares Sobre este punto se ha producido una confusion, que es preciso hacer resaltar. 30

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