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MAS ALLA DEL SIGNO DE LA “OTREDAD” IMAGENES PREHISPANICAS , COMO EMBLEMAS NACIONALES BEATRIZ DE LA FUENTE Instituto de Investigaciones Estéticas, UNAM 1, Filosofia'y cultura: puntos de vista universales Concebi una parte de este acercamiento ala luz de Los privilegios de la vis- {a (1978) de Octavio Paz. Artista él mismo, distingui6 tres “caracteres constitu- tivos de la civilizacion mesoamericana”, a saber: originalidad, aislamiento y “otredad”. Ademés, aplicé el concepto de “expresion” al arte mesoameri- cano: “lo que dice lo dice con tal concentrada energia que ese decir es siem- pre expresivo [...] Una deidad maya cubierta de atributos y signos no ¢s una escultura que podemos leer como un texto sino un texto/escultura. Fusién de lectura y contemplacion, dos actos disociados en Occidente” (Paz, 1978: 50). Elarte habla, pues, del modo en que las sociedades perciben, entien- den y explican su mundo. Por él, la humanidad traduce el Universo a un lenguaje construido armoniosamente con materiales, espacios, formas, li- neas, colores, texturas, proporciones; se trata de imagenes llenas de simbo- lismo y significado. Y Jos artistas perpetiian y transmiten valores culturales através de la obra de arte, al tiempo que crean algo original y revelador. Los objetos de arte son vias extraordinarias para conocer desarrollos culturales, sean de una época 0 regi6n. Permiten un acercamiento profun- do ala humanidad, a sus afanes relacionados con el origen y el destino, con la naturaleza y las deidades. La comprensién de las expresiones artisticas es vehiculo principal para saber de una cultura, sus origenes, evolucion, in- fluencias, decadencia y colapso. Esto es mds importante cuando carecemos de fuentes escritas para acercarnos al pasado humano, como sucede con el arte aborigen de América. Y nos enfrentamos aqui a los cénones occidentales. Mi intenci6én ciones mexicanas acerca del arte de Mesoamérica, una diferencia crucial: ese arte se aleja de es, entonces, retomar algunas no- con el fin de encontrar [163] - jdente y el del resto 16 entre elarte de mage camino ha sido lay 7 Mp, ina ca er colo redomina Boy Con, : : | si als Juego § a varias Fe produces a Dacige Si ra ea: ° ag do. » cre queuna tros de poder police * eine = le ios principales cent ac a owe ‘ear = = os Unidos de América. Esta I recy ana, " - ; oroso, los Est i ado entre los sighos XVI Y pasos duos imeros y arduos 2. Los primeros ¥ _ ensiOn s¢ remontan al siglo XVI, cuan . opinion acerca de las sociedades indige. Jes. A Ja vez, nacian dos muras puneipales Para e} nas y sus logros cultura * arte precolombino: aceptacion y rechazo, ¢¢ adecuado entendimiento s decit las formas artisticas proximas al Natura. aceptaron las semejanzas, = distintas, las formas ininteligibles o “monstruo. Jismo, ala “belleza”. Pero las 7 man no tuvieron la misma suerte, sas”, al decir de Edmundo 0 oerente propuso una nueva manera de con. Recordemos que el a tp de Grecia y Roma cldsicas. Un objets cebir el mundo, basada om a arecian negar Ja unidad del ser humano, vo era suprimir las diferencias que Pa" apoyaron en la scienza nuovay lag En el caso de las artes, las definiciones se ap y ste aflcans y ~aggee nobles”: arquitectura, escultura, panes y musica; ademas, entre los ropdsitos mas buscados en el arte renacentista se contaba el naturalismo, 7 el Nuevo Mundo confundié a la refinada Europa. Esta tuvo noticias de ha- bieintes semidesnudos, aunque de compleja vida urbana y social —easi como en Europa misma—. Si bien adoraban a “Satan y sus cohortes” con rituales asesinos, cruentos, y con cualquier pretexto sajaban sus carnes para derramar sangre, eran capaces de crear magnificas obras, al igual que poesia y teatro. Los conquistadores europeos calificaron de modo contradictorio aque- llas obras. Por un lado, arquitectura, orfebrerfa y plumaria recibieron comen- tarios de alabanza, mientras que escultura y pintura fueron condenadas al silencio y el repudio, pues eran “cosas de Satan”. Por otro, en las cronicas dela época apreciamos el primer asombro acerca “del orden y policia” en que vivian los indios, segtin varios niveles de emoci6n y percepci6n. Pero esos calificativos se oponfan por completo a los valores concedidos a las obras de arte y, en consecuencia, las rechazaron, wesattaeade bDasen, ce cano. A pesar de ello intervinieron otros fart eles objeto ade ate uel actores, en particular la delicada cuestién sobre la “bumanidad di indi : e r Cusiones, ésta se les otorgé, los indios”. Al cabo de prolongadas dis- eTO su 7 be : alo largo de casi 300 ane, Pe Produccién estética quedé condenada Los origenes de dicha comp ns quistadores y frailes expresaro! Mas allé det Signo de la “otredad” 165 ni , junto con alvare dist si miento general acerca de a, fueron ‘Le co” al “hombre salvaje do- Ignos de inclusion en Ja histo- a: a hal: Jos indios se movio del “hombre s, lar que el se: mesticado ¢ idilico”, De esa form: ria de la cristiandad y el pasado Le ) m . del pecloraillatic, En Nueva Fmaia tune acon plifica al describir el “arco triunfa” etipid Sigitenza y Géngora lo ejem- conde De Paredes (Fernandez, 1972: 3") © en 1629 para recibir al virrey Una serie de hechos rel, ‘i aiid . nen ‘actonados tuvo hi dio del pasado aborigen y su arte, asf Vo lugar en el siglo xvimt, El estu- . 6 Tle, ast como la discusié —— ron renovada intensidad gracias al espiritu de lntinee acerca de ello cobra- causa del descubrimiento de monumentos anti 'ustracin y, sobre todo, a 1 z antiguos. Entre 1750 y 1770, se descubrieron las ruinas de P. i cernir quiénes habitaron esa ciuda le Palenque. Para dis- ‘ . id, Ramé an ‘ segiin el sistema de la gentiidad americana (De la Fuente, 1965: 69-72. De la Fuente y Schavelzon, 1976: 149). D. ee Palenque, ademas de que casi ia tas seas a Cartago fundo jaron evidencias de visitar la ciudad. Asi, se near las vaices ° mene de lenque, y la idea fue retomada por exploradores Gibéecuenies, “ En 1790, el gobierno virreinal orden6 reparar el adoquin de la Plaza Mayor de la ciudad de México. Los trabajadores encontraron las colosales esculturas de Coatlicue, la Piedra del Sol, popularmente Hamada Calendario Azteca, y la Piedra de Tizoc. Un atio mas tarde, José Antonio de Alzate publi- 6 la Descripcién de las antigtiedades de Xochicalco—de reciente hallazgo— y, al siguiente (1792), Antonio de Leén y Gama dio a conocer la Descripcién historica y cronolégica de las dos piedras —Coatlicuey la Piedra del So. Ambos exaltaron la habilidad artistica de los antiguos mexicanos. Pocos afios antes, en 1767, la Compaiifa de Jestis fue desterrada de los reinos esparioles. Los jesuitas en el exilio hablaron del pasado mexicano como elemento de identidad. Por ejemplo, fray Pedro José Marquez publicé en Roma, en 1804, Due anticht monumenti di architettura messicana (Gutiérrez, 1988: 178). Ahi elevo el arte prehispanico a Ja misma altura que el de Grecia. Estos hechos hicieron evidente el profundo sentimiento de diferencia entre “gachupines” yamericanos. Los hallazgos de las obras de arte ao comprobaban un pasado cercano donde afincar un nuevo espiritu de ae x“ Quiero resaltar la empresa de ambos sacerdotes, pues marcaron ‘ ant icano. Sus nocio! hito en Ja apreciacion del arte mesoamer i om nueva perspectiva mas allt del 1 aa Sones del Viejo Mundo. Como mente el arte mexicano con el de Jas civilizaci resultado, la naciente Republic: nes fundaron una araron favorable- a mexicana vio llegar a numerosos persona- rim: i intereses figuraba conocer j i écadas del siglo XIX. Entre sus i teopienang otro era proveer @ las Wunderkammern, las ya famosas y antiguas ruinas; 166 Bearaiz pe LA FUENTE Naturatiay Artificialia de las cortes europeas Y, Por Ultimo, investigar ¢| vas do americano. | ae Pero la Europa del siglo xix juzg° al arte precolombino €XOtico” « sus significados permanecian one rbaro”. Desde luego, =) 1 jento sobre qui€nes, cuando, ¢¢ a ‘OMo mitivo” y aun “bai ¢ cimi ii icaci i conor tos: no habja explicaciones nt ; anifesta culturales. Las obras - y por qué desarrollaron esas manifestaciones S Tompiay, con los canones europcos ¥ entenderlas resultaba amen Para cambiar esta idea fue necesaria Ja visita de Alejandro de Humbold, Alo de numerosos atios, recogio abundantes informes para su magno [ipy, moe Parte de sus datos aparecieron en Paris, tanto en la Relation historique _ voyage aux régions équinoxiales du Nowveat Continent ( 181 41 825) como en Vie ie cordilléres et monuments des peuples indigénes de Amérique (1816); (of. Zea Magallén, 1999: passim). Asi, Europa supo de Palenque, Teotihuacan y Xo, fue el primero en distinguir mayas de mexicas, chicalco. Humboldt también ¢ i basado en el estilo de los cédices pintados, y afirmé que Coatlicue se podia com. parar con la estatuaria griega. Algunos afios despues, en 1831, lord Edwarg King, vizconde de Kingsborough, publicé en Londres nueve elegantes voli. menes Ilamados Antiquities of Mexico (De la Fuente y Schavelzon, 1976: 149). Por ende, Occidente empez6 a aceptar a la América antigua y a ver arte. Los esfuerzos de explicacion y comprensién ala disyuntiva entre Occidente-no Occidente, arte. no arte, sin importar los an tecedentes renacentistas; las discusiones favore- cieron tanto a una postura como a la otra. Uno de varios casos es el de John Lloyd Stephens y Frederick Catherwood. En Incidents of Travel in Central Ame. rica, Chiapas, and Yucatan (1841) y en Incidents of Travel in Yucatan (1843), sostuvieron que las civilizaciones prehispdnicas eran autéctonas, originales yno salvajes, segin demostraban los mayas; ademas, éstos redimian a todas Jas culturas indigenas y su arte. Asi, asentaron lineas de aproximaci6n para el actual entendimiento del arte indigena. Mientras tanto, en 1825, el presidente Guadalupe Victoria ordenaba la creacién de un Museo Nacional en la Universidad de México, si bien éste debié esperar hasta 183] para abrir sus puertas. De hecho, las circunstancias politicas del pais impidieron que se afianzara la nueva aceptaciOn del arte precolombino: los afios 1846-1848 y 1862-1867 vieron a México envuelto en sendas guerras contra los Estados Unidos y Francia, respectivamente. Es pertinente anotar, asimismo, que durante la intervencién francesa el emperador Maximiliano traté de revivir el Museo Nacional y le otorgé sede en la Casa de Moneda. inquisitivamente a su volvieron, una vez mas, 3, El. asombro de la “otredad” entre los mexicanos Mas tarde, durante la presidencia de Benito Juarez, fueron metas politicas y culturales crear el sentido de unidad nacional, para enarbolarlo conta Mas allé del signo de la “otredad” 167 Jos invasores y sus propias culturas, asi como buscar emblemas unificado- res de todo el pais, mas a manera de proyecto emocional de defensa, que como clara identificacién del sentimiento nacional. El camino 16} veo esta paa lamano en el pasado y en el arte prehispanicos, en especial del mexica mayormente conocido como azteca, , P ~— / El gobierno del presidente Porfirio Diaz revaloré el pasado precolom- pino también como objetivo sefalado. Por ejemplo, el Pabellén de Méxi- co en la Exposicion Universal de Paris de 1889 tenia rasgos arquitecténicos pasados en monumentos indigenas (Xochicalco y Mitla); los muros exterio- res mostraban modernos relieves de bronce con las imagenes de ntimenes y héroes historicos mexicanos. El concepto total respondia al celo naciona- lista y centralista de Antonio Peiafiel y Alfredo Chavero, segtin lo repre- sentaba la cultura azteca o mexicana (Ramirez, 1988: passim) hoy llamada mexica. Chavero, de acuerdo con la ideologia del Estado, consideraba el arte precolombino revelador del panorama de las antiguas civilizaciones. Asi, sostengo que la cultura mexica se volvid modelo de estudio. Se consideraron “aztecas” las ruinas y los monumentos encontrados en Mitla, , Tula, Teotihuacdn, Xochicalco y muchos sitios mas, si bien pronto se les crey6 “toltecas 0 teotihuacanos”, nobles precedentes de la civilizacion azteca. Todos ellos formaron un grupo cultural lejano a los rituales cruen- tos, uno de los principales obstaculos para entender la estética mexica. Por otro lado, los mayas constituian, a todas luces, una cultura diferente y poco conocida. De cualquier forma, el arte antiguo fue sélidamente aceptado y recibié nuevo impulso durante las primeras décadas del siglo Xx. Como parte de las celebraciones del primer centenario de la guerra de Independencia (1910), el presidente Diaz quiso inaugurar un nuevo Teatro Nacional —el Palacio de Bellas Artes—. Basado en el ecléctico art Adamo Boari recuper6 y adapt6 varios disefios de las culturas moderna inter- nouveau, mesoamericanas, entre ellos serpientes y mascaras, € hizo pretaci6n del guerrero Aguila. La apropiacion y la transformacién de las leyendas y simbolos prehis- panicos, junto con los del pasado colonial, se erigieron en claros signos del nacionalismo. Dentro de un lenguaje estético personal, asi como de bus- queda, Saturnino Herran pinté varios “paneles decorativos”. Uno de los mas destacados es Nuestros dioses (1915), en cuya secci6n central el pintor, con maestria y profundidad, fusiono las imagenes del Cristo crucificado yla gran madre Coatlicue. Este es, en mi opinion, el retrato mas elocuente del nacimiento de nuestro nacionalismo. . Una vez calmadas las luchas de la Revolucion, el Estado mexicano bus- cé elementos que recobraran el sentimiento de unidad nacional. En mt- sica, literatura, arquitectura, pinturay escultura surgieron. diferentes maneras de denotarlo. En la musica, Julian Carrillo, Manuel Maria Ponce, Carlos Chavez (Sinfonia india) y Silvestre Revueltas (La noche de los mayas) encami- 168 BeaTRiz DE ta Fuente diera formar Ig «todo aquello que PUct® as r, ncion a persegu” todo mt gro su propésito y hoy tipific naron su ate’ | . d mexicana. 4" 1 otros paises: de la identida Mi . i éxico Y . ‘ ~ nacionalismo musical en on fuerte raigambre indigena ¥ conjy ié xpreso C! an c La danza tambien se exp! derafos, muisicos, disenadores, escu istas (cor 6 los esfuerzos de grandes en todo en el periodo que va de 1939 , i ectos), tores, pintores y arqul 1960. “naci 5” se unio la mayor fidelidag fisica de los “ nacionalistas y ! an a a iaassiea para recrear vestuarios, escenografias y ambientes, en queolégica € Nee en el arte maya Y mexica. Vale la pena recordar las re, Folklérico de México —de Amalia Hernandez, dg ida por Miguel Covarrubias— y le de la Danza —dirigi ‘ coro i ExiCO; e cuentan Tézcatl (Fie Jlet Nacional de México; entre las ol ras Ss 7 apes) Los cuatro soles, Bonampak, El paratso de los ahogados, Los dioses azte. cas, Los hijos del sol, Los mayas, Entre dioses y hombres (' Cédice Borgia), Juego de pelotae Imagenes del Quinto Sol.* Diego Rivera y José Clemente Oroz rigen desde dos muy diferentes puntos d les unio. Rivera se enfoco a la agricultura, las artes, la religion y la guerra, pero acrificios humanos. Idealizé las ciyi- ices an ¢| particular con creaciones del Ballet la Academia Mexicana co eligieron pintar el pasado abo- le vista. David Alfaro Siqueiros se en forma notoria evité el tema de los s lizaciones prehispanicas y las interpreté omitiendo el aspecto sangriento. Por otra parte, consider a Cortés un monstruo; asi, Nueva Espaiia se hizo indigna. Orozco percibié el pasado prehispanico como una entidad cerrada y marcada por un signo dramatico de existencia: la violencia, reflejada en la crueldad extrema de los sacrificios humanos. Para él, Cortés y la Malinche fueron los origenes del México moderno, aunque su nacimiento resulté también violento. Siqueiros prefirié glorificar la gesta heroica de la Conquista, seguin se advierte en La tortura de Cuauhtémoc y en Cuauhtémoc redivivo, fusion de América y Espaiia. , el mundo occidental y el fe aicae, noe Por I @ separacion entre y el resto del universo. El afan principal era delinear los rasgos del sentimiento y la i 7 . y la identidad naci : mesoamericano. ionales por medio del pasado ‘*Agradezco a Alberto Dallal su ferencias bibliohemerogréficas y fo temas de origen prehispinico, entileza omit al prestarme sus valiosas notas, documentos y T& Cas, toc: ‘antes a numerosas coreografias inspiradas €. Més alg Mls alld del sigmo de la “otredad” 69 4, Hacia una comfrensién Siloséfica « 5 encia de estud; su “Ensayo de una clasificaci6n de las oe Alfonso irtes” licd al andlisis qd. ylaap lel arte mexic; @, Comparado c durante la Colonia. Agrups las Manifestacio, i yisuales (arquitect6nicas, decorativas Hic (misica y poesia) y visuale: nueva forma de clasificar la mayors; Sean Caso publicé en 1917 'POYS en la filosofia de Kant on las fuentes escritas €scultoricas ns trices), antes a (a y Pictoricas), auditivas ‘Tama y danza), Inauguré asi una grandes avances de la arqueologia y |; En tales gurcunstancias, José Juan Tablada escribié su Historia del arte en México (1927). Contribuy6 a la afirmaci6n del arte mexicano por dere- cho propio, pues al cabo de la Revolucion mexicana los criterios sobre arte y nacionalismo mejoraron. ‘a etnologia. Eulalia Guzman siguié los pasos de sus antecesores. Unio sus ideas a las de ellos de acuerdo con los criterios contemporaneos de renovacién nacional. En 1933, publicé un ensayo crucial y extraordinario: “Caractere esenciales del arte antiguo mexicano. Su sentido fundamental”, Entre sus muchas afirmaciones, consideré la unidad cultural de Mesoamérica y dis- currio sobre la “belleza” en términos de “expresién significativa” 0 “formas significativas”. Con ello, revivio el andlisis de las formas expresivas, soslaya- do desde hacia tiempo. Apunt6, también, los rasgos principales del arte pre- colombino, a saber: ritmo acentuado, repeticion de diseiios, refinamiento, decoracién, simbolismo, religiosidad y fines magicos. En 1940, Edmundo O'Gorman establecié un nuevo camino de andli- sis. Escribié un articulo breve aunque de honda reflexion: “El arte o de la monstruosidad”. Ahi expres6 la “necesidad deformativa” del arte, tomada como “la mas clara manifestaci6n de la vigencia y pujanza de nuestra cien- cia mitica”; discutié temas como la naturaleza misma de lo que se llama “arte antiguo mexicano” y sus vinculos con Occidente a partir de mi contempl cién de las obras. Para lograr sus propésitos, Oo Gorman seit ‘i ferencia entre “contemplacién simple” y “contemplacion critica Ee (Oc 2 one cuencia, inst a los estudiosos a despojarse de su * ene (ecient) para entender la “otredad” (América precolombina). aad voc wna ys segiin el autor, se puede dialogar con las antiguas cv ituras an ee j estudio del arte prehispanico ji cado al estudio del arte p! pi wre a pera vivencias en Bali y su contacto con oe seaite a 70 gd0 y 1957 dedic6 enjundiosas obras al Méxi especialistas, Sjguot Mexico South (1946) € Indian Art of Mexico €o indigena moderno y augue: 179 Bratriz DE LA FuENTE 4 thd eam nd Central America (1957) Conctbid aio i isti Nuevo 7 _ tro intelectual y artisuco del? Se ate Gemiobenteay e extranal ve 6 ienci Seat et a emt nc n S ; acio ln Me ito académico, la busqueda de identi ao 2 a enel ambito a historia de México desde gy liaridad de la . Debo agregar una pecu minos: unirse 0 liberarse pel i e: 5 luch6 entre dos cal ndencia, Nuestro pals di : . ar en la art, imagen ofrecida por Europa como canon cultura Al pens: dad de las expresiones estéticas, quedaba SO ce oon ung realidad artistica diferente: la prehispanica (¢- . t 40,9 Many, gue, 1977). Por ello, México buseé y apoy® su ProPhe SEF en 12s Manifestacig, nes artisticas: la pronta aceptacion del arte mesoamericano ha comprobad,, a diferencia entre Occidente y no Occidente es anticuada. Los campos de la filosofia y la literatura fueron de NUEVO analizado, por Miguel Leon-Portilla y Justino Fernandez. El primero uso fuentes co loniales para investigar, sabiamente, el concepto nahuatl de toltecdyoa) su relevancia en la creaci6n artistica y el progreso hist6rico antiguo. Sus ideas aparecieron en La filosofta nahuatl estudiada en sus fi Siieead (1956) y la ahora revisada Quince poetas del mundo ndhuatl (1997). Fernandez, por su parte estudié la Estética del arte mexicano (1958) a partir de tres modelos: Coatlicue el Retablo de los reyes de la catedral de México y El Hombre (Hospicio Caba. jias) de Orozco. Recuperé no sélo los significados estéticos derivados de los prototipos artisticos, sino también sus méritos como emblemas del nacio. nalismo mexicano. En aiios recientes, Miguel Leon-Portilla se ha preocupado por conser. var la literatura nahuatl en tanto forma de expresion cultural. En la Universi- dad Nacional Autonoma de México dirige a un grupo de nahuatlatos, cuyos esfuerzos van mas alla de recuperar las antiguas tradiciones literarias. Creo que sus intentos coinciden con los de Manuel Gamio, encaminados a incor porar a los indigenas al Estado moderno, aunque manteniendo viva su pro- pia cultura. érica como el Principal Cen, r que en. e SC, Nena, Ind, lela tigi, que | 5. Una teoria sobre la identidad nacional Dije mas arriba que, después del Virreinato, México acepto al arte aborigen an mayor discusién. La cultura € historia prehispanicas estan incluidas, con ps ne — Sante intrinseco de nuestra herencia nacional. Sin em » Su subordinacién a los requerimi cai Le lentos 7 yor agin. q del Estado merece atin ma Amanera j i petvonal que ‘ade. hl quiero lamar la atencién sobre un comentario pol mime rancisco de la Maza cuando fuimos juntos a Ja inau- facional de Antropologia. Menciono con claridad que Mas alte det ‘Signo de la “otredad” 17) eledificioy su distribuci6n es : Pacial le rec, con la Sala Mexica como si fy Tecord: i era el altar ral de tres naves ta copa del drbol de ambas navess la dene" DE hecho, ésta aparece nnn =. oma ae eves la dere Predsico y evoluciona sin interfanc rech2 UtBE en el Alupore ee, s tolteca, Las reas de Oaxaca fo las culturas teotihuacana y ave izquiierds, 7 » Maya, Occidente y Noroeste cen un Mosaico articulado tiddics Se modo que en Sonpunt pare: El museo refleja la im, 7 Sierra, ministro de Educacié ¥Tector de la Universidz Leopoldo Batres, encargado de las excavaciones y : tihuacan, el presidente Porfirio Diaz —de ascendencia zapotec: 75 aiios de edad entonces— subié ala Piramide del Sol comohomersien sus antepasados, tal como lo hiciera durante su infancia en sus mativas Mente Alban y Mitla. reconstrucciones en Teo- ela “defensa emocional” perseguida por Juarez y sus sucesores. Aunque Mesoamérica se ha vuelto metafisica, la esencia prevaleciente es honrar ese pasado como raiz principal de identidad. Tal ha sido el eje del sentir oficial y el discurso de la identidad nacional. Desde luego el nuevo museo augurado en 1964 por el presiden- te Adolfo Lopez Mateos y con reciente remodelacién— abre sus puertas para comunicar la verdad sobre la herencia del pueblo de México. La vi sién cientifica y exacta del universo prehispanico se expresa en las obri maestras de arte que se custodian en sus amplios y solemnes espacios, don- de se albergan y perpetiian los iconos de un origen iinico y sin igual: el pro- veniente del mundo prehispanico. . Varios acontecimientos que simbolizan tal recreacién del pasado han tenido escenarios en todo el mundo y han sido patrocinados por los gobier- nos mexicanos. Entre los ejemplos recordemos las exhibiciones en los Es- tados Unidos de América “México: esplendores de 30 siglos” y “Arte olmeca del México antiguo”, asi como un hecho mas bien asombroso: el increible pabellén del Museo Britanico, que conserva grandes tesoros del arte me- soamericano extraidos del pafs a finales del siglo xix. El Presidente’ Ernes- to Zedillo asistié, asimismo, al menos a veinticuatro actos relacions dos.con ¢l pasado indigena. En pocas palabras, todos los mandatarios de Mésico le han pagado tributo y han estado presentes en descubrim! "a gicos y exhibiciones prehispanicas. 172 Beatriz pe LA FUENTE a de que existe la profunda Creens erederos de una de las Civilizacio,. patrimonio cultural Universal ca esto? Estoy segur de que tenemos el privilegio de ser h ierto, rimordiales del mundo. Es, por cierto r : fied la imagen de una nueva percepcion global del mundo. Sin embar, Ea : san A pais! 0, en este mundo occidental de globalizacion, ee Fae, Ptehy. panica tienen su signo de “otredad”. EL pasado indig\ MExico ng ¢, Occidente ante el estudio y la comprension porque no somos occidentales x verdad: entramos tarde a esa tradicién. Acaso podriamos incluirnos come no Occidente, lo cual es parcialmente verdadero si considerames que nus. tros origenes se remontan varios siglos atras, cuando el Viejoy el Nuevo Mun. nueva identidad: la de los mexicanos, do se mezclaron para crear una ; P: liaridad esencial. La ruptura entre Oc Igualmente percibo una pecul cidente y no Occidente es anticuada. No buscamos lazos con ese pasadg remoto, pues aparece siempre en varias formas desde la época misma de |g Conquista. El pasado precolombino es una parte inherente a nuestra vida. asi, no tenemos necesidad de establecer vinculos entre pasado y presente, entre Occidente y no Occidente. De hecho, paises como México (y otros en América latina, Asia y Africa) no marcan tal distingo. Nuestra Preocupa. cién es consolidar un emblema propio y vigente de identidad. El] estudio del arte precolombino provee uno de los medios para lo- grar lo anterior, como he jntentado demostrar. La historia también lo com- prueba en las obras escritas en espanol, dirigidas a uno de los mas extendidos jdiomas del mundo (con mas de cuatrocientos millones de hablantes), Para los mexicanos, el pasado prehispanico es uno de los cimientos mas s6lidos de identidad. José Moreno Villa —estudioso espanol refugiado y mexicano por adopcién— escribié hace sesenta anos al respecto: “la historia de México esta en pie. Aquino ha muerto nadie, a pesar de los asesinatos y fusilamien- tos [...] Esto es lo original de México. Todo el pasado suyo es actualidad palpitante. No ha muerto el pasado” (1992: 223). El rescate y la difusion de la historia prehispanica tienen poderosa motivacion ideoldgica. Marcan nuevos enfoques sobre el autoconocimien- to y nuevos esfuerzos para definir en modo constante identidad y aspiracio- nes propias, pues pensar en las expresiones culturales implica abrazar 0 rehusar la “otredad”. Asi, el arte precolombino parece perturbador y se mueyve de aqui para alld, entre “ser” y “no ser” Occidente para los extran- jeros. Los paises nuevos o ricos, relativa e hist6ricamente, buscan lazos para encarar con éxito la globalizacion, que arrastra a la identidad nacional. Para mi, se trata de encontrar la “mismidad” en el espejo de la “otredad’, y tal condicion abarca las ideas tocantes a las civilizaciones yelarte prehis- panicos. También encuentro aqui uno de los rasgos ineludibles que perme2” nuestra comprensi6n del arte mesoamericano. Es una historia, hago hin- capié, de lucha a medio camino entre admitir y excluir al “otro”, América Qué signifi Mas allé del signo de la “otredad” 173 recolombina, mas para los investigadores reconocimiento estético es asunto reciente (Ran y estadounidenses. El nsamiento a sistemas culturales distintos tA Rubles, 1991) de apertura de algo similar a lo sucedido con las artes afi slecto de conocer alos “otros”, xix. Para los investigadores mexicanos sean e islamica durante el siglo reconocimiento resulta, antes bien, consecuentia def es estéril, y dicho caida de valores tradicionales, al lado de nuestro desarrollo 1 oe némico y social, segtin se aprecia en las guerras de I See Pee tn forma y Revolucion. ndependencia, de Re- _, Notengo dudas al afirmar que los actuales avances del entendimiento intelectual y emocional del arte precolombino han llevado a la coexisten- cia de diferentes canones: los de Occidente y los de América indi ena La meta es multiplicar estudios que ayuden a extender la aceptacion de diver- sas maneras de ser. Un camino es el estudio del arte, prehispanico en el caso presente, pucs refleja los significados universales de nuestra psique y da forma a una imagen politica mas justa del mundo en que vivimos. BIBLIOGRAFIA ‘Academia de la Danza Mexicana, Ballet mexicano. 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