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Temas de Fisica Paradojas Relativistas Luis Joaquin Boya y Mariano Santander 1, Introduceién: un ejemplo de Feynman Analizar un mismo problema desde varios puntos de vista suele ser iluminador. A veces aparecen situaciones en las que se obtienen dos respuestas diferentes cuando un pro- blema se analiza de dos maneras que parecen, ambas, plau- sibles. En Fisica, se da, genéricamente, el nombre de para- dojas a estas situaciones. La pregunta es {qué ocurre real- mente, es decit, en la Naturaleza? Aclarar lo que ocurre resulta util, ya que apunta a aquellos aspectos de nuestras teorias que no hemos comprendido o asimilado completa- mente, Y en muchos casos, resolver la paradoja, esto es, dis- ccemir cual de los dos razonamientos es correcto, y entender porqué, suele propiciar un entendimiento més profundo, En sus “Lecciones de Fisica”, Feynman presenta una tal situacién ({8], Sect. 17-4). Una serie de cargas eléctricas, estin colocadas sobre la periferia de un disco aislante que puede girar libremente alrededor de su eje, y que tiene un solenoide, solidario con el disco y concéntrico con su eje de rotacién, por el que circula corriente suministrada por una bateria. Inicialmente el disco esta en reposo; to dado, sin que medie ninguna intervencién extema directa, sobre el disco, se interrumpe la corriente. ;Se pone el disco fen rotacién en ese momento o no? Hay dos razonamientos, ambos plausibles, que conducen a respuestas diferentes: el anilisis de fuerzas sugiere que el disco debe comenzar a rotar ya que al haber una disminucién del flujo magnético @ través del solenoide se genera un campo eléctrico (Lenz) que produce una fuerza tangencial sobre las cargas. Pero usando cl principio de conservacién del momento angular, como el inicial es nulo parece concluirse que el disco no puede adqui- rirrotacién. Feynman pospone la respuesta para que los estu- diantes reflexionen sobre el problema, pero honradamente advierte que “la solucién no es fil ni es un truco, Cuando Ia encuentren habrin descubierto un principio importante del electromagnetismo”. Lo mismo hacemos nosotros. 2 Paradojas en la Ciencia: diversas acepciones Los avances de Ia Ciencia natural pueden verse en buena parte como un alejamiento progresivo de la intuicién vulgar ¥ del realismo ingenuo. La aprehensidn del mundo fenomé- nico en un todo racional y coherente, que es el objetivo de la ciencia, comienza por la observacién elemental, sigue con la ‘experimentacién (observacién provocada) y culmina en un primer estadio con el enunciado de leyes empiricas. Estas observaciones primarias tienen lugar a través de nuestras categorias sensoriales, que se han forjado, pulido y refinado a lo largo de la evolucién de nuestros sentidos, especialmen- tc la vista, el tacto y el ofdo. Es con esas categorias macros- cépicas con las que se tienen que elaborar los primeros con- ceptos abstractos. No es de extrafiar por tanto que cuando la investigacién de la naturaleza aleanza el dominio microseé- pico (i.e., la micra), y luego el atémico (j.e., el Angstrom), como ocurrié a principios del pasado s. XX, nuestras con- cepeiones espacio-temporales primarias sean insuficientes para expresar en sus propios términos los nuevos fenémenos. Pero hay otra sorpresa. Muchos avances cientificos deben verse como una limitacién a nuestras ideas e intuiciones ingenuas. Asi por ejemplo el étomo aparece como un limite a la (natural) divisién de la materia en unidades cada vez més pequeitas, la velocidad de la luz c se muestra como la méxi- ma velocidad alcanzable, y la medicién simulténea de varia- bles dinimicas conjugadas posee intrinsecamente una incer- tidumbre minima, No estamos preparados evolutivamente para incorporar esas limitaciones, y tanto el papel de c como el de h son muy “antiintuitivos”. Y no sélo es en lo muy pequefio donde debemos estar preparados para enfrentamnos a novedades inesperadas, en contra del sentido comin ingenuo. Que la Tierra es redonda y no plana, que el hombre no es el centro del Universo, o que ja fuerza engendra aceleracién mas bien que velocidad, ha costado aceptarlo ¢ incluirlo en el elenco natural del hombre culto. Indica, en resumen, el largo camino que va de Aristé- teles a Galileo. Si bien las antinomias aparecen sin esperar- las al contrastar experimentos, es el avance en el marco con- ceptual quien a la larga haré que las dificultades desaparez- can y que los aspectos paradéjicos dejen de serlo. Hoy vii Jamos en avidn y “vemos” que la Tierra es redonda, y acep- tamos que las cosas estén hechas de étomos, donde electro- nes cuasipuntuales nadan en un espacio esencialmente vacio, ‘aunque los objetos que vemos nos aparecen macizos y con- tinuos. Es con este enfoque, en el que el progreso cientifico debe hacer parecer natural y ldgico lo que otrora fue paradé- jico y chocante, con el que queremos abordar en este trabajo diversas paradojas que se presentan al estudiar las Teorias Especial y General de la Relatividad. Distinguiremos diversos tipos de “sorpresas” que apare- ‘cen en el devenir del pensamiento humano, En otro plano estin por ejemplo las paradojas de la légica, como la de B. Russell (sobre “el conjunto de todos los conjuntos”), lo que obligé a reformular la légica matematica de G. Frege; 0 las limitaciones impuestas por el teorema de K. Gdel. ‘Nosotros queremos referimos a situaciones en las que, @ primera vista, la “solucién” inmediata a un determinado pro- blema no es la correcta, y aun mas a otros casos, en que pare- cce que hay dos o més soluciones diferentes a un mismo pro- bblema, que es lo que realmente entendemos por paradojas. Son éstas las que una buena teoria debe resolver, si es que esti construida de un modo libre de contradicciones intemas: un andlisis detallado debe decidir cual es la tinica respuesta hupeweseions REF Octubre-Diciembre 2005 Temas de Fisica que se sigue de la teoria; en algunos casos incluso se podri hacer alguna prediccién experimental 3. Paradojas en la Relatividad Especial El rasgo_distintivo caracteristico de la Teoria de la Relatividad Especial (A. Einstein, 1905) es que existe una velocidad maxima de propagacién de los efectos fisicos, que se identifica con la velocidad de la luz en el vacio, . Tres consecuencias inmediatas son: i) el cardcter no absoluto del tiempo, es decir, la adscripeién de un tiempo propio a cada observador, ii) la modificacién de la ley de composicién de velocidades, e iii) cl aumento de la masa inercial de un obje- to movil. La contraccién de longitudes y la dilatacién det tiempo aparecen como consecuencias de lo anterior (consiil- tese cualquier texto de relatividad, por ejemplo (28, 21). Baste enfatizar que en Relatividad, la duracién que experi- ‘menta un mévil entre dos sucesos de su historia, ahora deno- minado tiempo propio, aparece como una longitud de su linea de universo en el espacio-tiempo, que ahora si depende de la historia, esto es, del movimiento de la particula entre los dos sucesos extremos, y no sélo de estos dos extremos. Esta longitud esta dada por una expresién muy andloga a la «que determina la longitud de una curva en la geometria eucli- dea, con la diferencia esencial de que la métrica en el espa- cio-tiempo no es definida positiva. 3.1. La paradoja de los gemelos Es obligado, al hablar de paradojas relativistas, empezar por la famosa paradoja de los gemelos. Dos hermanos geme~ los, Castor y Pollux, se separan, Castor se queda en la Tierra, ccuya desviacién respecto de ser un sistema inercial ignorare- mos al ser muy pequeita para los efectos que interesan aqui. Pollux viaja, muy répido, a una estrella cereana, y vuelve. Al encontrarse con Castor, encuentra que éste ha envejecido mucho més que él mismo, Esta es la prediccién de la teoria de la relatividad; se trata de una situacién sorprendente, pero que se explica naturalmente por la geometria minkowskiana del espacio-tiempo, una de cuyas consecuencias es aqui per- tinente: la dilatacién del tiempo. Uno de los gemelos, Castor, se mueve sin aceleracién. Desde el punto de vista de Castor, Pollux se mueve, con una velocidad, que en un modelo realista deberd ser variable (debe acelerar, pasando de 0 a un valor de crucero v, al le gara la estrella debe decelerar, detenerse, arrancar de nuevo para el viaje de regreso y frenar finalmente al llegar a su des- ino). La relatividad establece una relacién entre el intervalo de tiempo propio Ate medido por Castor entre dos sucesos 5, y S)muy cercanos de su linea de universo y el tiempo pro- pio Ap de Pollux entre los dos sucesos sobre la linea de uni- verso de Pollux que Castor considera simultineos con 5, y Sz, que depende s6lo de la velocidad instanténea de Pollux y es At, =Vi-v/e At. En la idealizacién usual se hace que los tres intervalos de aceleracién y deceleracién tengan una duracién propia muy pequetia (a costa de que las aceleraciones sean grandes). Asi Pollux acelera muy rapidamente hasta cierta velocidad v, que ‘mantiene hasta la mitad del viaje. Alli hay un transitorio en el que necesariamente tiene que frenar, acelerar en la direc- cion opuesta hasta conseguir la velocidad -v con la que regresa, y frenar finalmente para juntarse con Castor. Denotemos 4p = Ac =A el suceso “partida de Pollux”, que ‘ocurre sobre las lineas de universo de Castor y de Pollux, B la llegada de Pollux a su destino estelar (que ocurre sobre la linea de Pollux) y Cp= C¢= C el reencuentro, que de nuevo ‘ocurre sobre ambas Iineas. El anélisis que Castor haria es: Si para mi transcurre un tiempo propio tc entre los dos sucesos Ay C, el suceso B es simultineo, desde mi punto de vista, con un cierto suceso de mi historia, que denotaré Bo, que ‘ocurre exactamente a la mitad de mi duracién propia entre A yC.A cada una de estas dos mitades se puede aplicar la rela- ‘in anterior segin la cual el tiempo propio medido por Pollux entre 4 y B o entre B y C estén relacionados con tc/ 2 mediante: VIAV 12 4/2, t, =yl- (le? t /2=VI-v'/e? & /2, yy el tiempo propio total registrado por Pollux para su viaje es =VI-V/e x, ‘que es menor que el de Castor en el factor VI—Vv" /c” ; efee- tivamente, Pollux encontraré a Castor mis viejo. Por ejem- plo, si v= 0.8c, este factor vale 0.6. {Tendria Pollux el mismo derecho que Castor a conside- rarse a s{ mismo en reposo, y a concluir por tanto que es él quien envejece? Si este argumento fuera correcto, tendria- mos una contradiccién flagrante. Pero no hay simetria entre ambos, ya que sélo Pollux tiene necesariamente que acelerar en algin momento de su viaje. La consecuencia importante de esta aceleracién no es sobre el ritmo del reloj de Pollux, sino sobre la correlacién que Pollux establece entre sucesos sobre la historia de Castor que Pollux considera como simul- ‘téneos con los que ocurren alo largo de su propia historia. El anilisis correcto de Pollux debe hacerse por separado en ‘ada una de las dos partes del viaje en las que tiene derecho ‘a considerarse en movimiento uniforme, sin aceleracién. Pollux deberia decir “durante mi viaje de ida, para mi trans- ‘curre un tiempo propio tp. entre los dos sucesos 4 y B. Hay un suceso, que llamaré B_ que ocurre en la historia de Castor y que desde mi punto de vista seré simulténeo con mi para- da intermedia B. Por supuesto, las formulas andlogas a las anteriores valen para la relacién entre el tiempo propio tp. ‘medio por mi entre A y B y el tiempo propio tc. medido por Castor entre A y BL, aVi-vien.” En la otra mitad del analisis, que corresponde a su viaje de vuelta la situacion es semejante, Pero lo que es nuevo, y no ocurre en el andlisis de Castor, es que el suceso B, de la historia de Castor que Pollux considerara como simultaneo con B al iniciar el viaje de regreso, es diferente de By pos- terior a él en la historia de Castor. Si denotamos to, ei tiem- po propio que medira Castor entre los sucesos B, y C, que por simetria resulta ser igual Tc., verios que la relacién correcta +p, = 2p, i REF Octubre-Diclembre 2005 Tatp sewer org Paradojasrelativistas 19 Vi-F ie tp Te +e, = 2 no es contradictoria con la obtenida por Castor, ya que la suma Te. + Tey, Si que eS menor que ty, pero no coincide con el tiempo propio total medido por Castor: falta toda la con- tribucién del segmento de la historia de Castor entre B_ y B.. En el diagrama espacio-temporal (Fig. 1) se explica el resul- tado perfectamente, La formula bisica de relacién entre tiempos propios con- duce, entre otras, a una prediccién asombrosa: si Pollux ra mantener una velocidad constante igual a c, el tiem- ‘po propio medido por él se anularia, Pero esto no es posible; acelerar un cuerpo ordinario hasta la velocidad c requeriria infinita energia. Por el contrario, para los fotones, que siem- pre viajan a velocidad c, el tiempo propio no transcure, Y la formula captura también otra propiedad basica: entre dos sucesos dados, la historia que los incluye y que no tiene ace- leracién (que seria el movimiento natural, geodésico entre ambos sucesos) resulta tener el tiempo propio maximo. El paralelismo con las distancias en la geometria euclidea es obvio: la longitud de una curva con dos extremos dados depende de la curva, y entre todas las curvas con extremos dados 1a longitud extremal, ahora un minimo, es la de la linea recta, que no tiene curvatura. La relatividad simple- mente extiende a las duraciones propias el tipo de comporta- mientos a los que estamos familiarizados para las longitudes espaciales, con ciertas diferencias debidas al cambio de una métrica definida positiva por otra indefinida, como ocurre con el cambio de longitud minima cuando se sigue una recta por duracién propia maxima a lo largo de un movimiento uniforme. Sugerimos al lector que construya un diagrama andlogo para la geometria euclidea, en donde nuestra intui- cidn directa es acertada. ¥ de hecho, la paradoja de los geme~ los no es mas que la versién minkowskiana de la conocida desigualdad triangular entre los lados de un triingulo; en esta versién, la duracién propia a lo largo del lado AC es mayor que la suma de las duraciones a lo largo de los otros dos Jados del triéngulo. Un Gitimo comentario: eliminar la idea- lizacién de que las aceleraciones de Pollux son instanténeas, se reduce a suavizar sus lineas de universo en los tres suce- 30s 4, B y C, y ello es perfectamente factible, dentro de ta Relatividad especial; basta llevar a cabo el célculo correcto de la duracién propia a lo largo de un movimiento con velo- cidad variable. A veces s¢ dice, incorrectamente, que siem- pre que hay aceleraciones, no es suficiente con la Relativi- dad Especial, Io que es tan inadecuado como seria afirmar que la geometria cuclidea s6lo trata con rectas y en ella no tienen cabida resultados sobre longitudes de lineas curvas arbitrarias; desde luego pueden darse, aunque son més com- plicados y requieren el célculo integral El efecto de dilatacién del tiempo se ha comprobado experimentalmente muchas veces. La primera confirmacién se obtuvo de la presencia, al nivel del mar, de muones (ori- ginados en Ia alta atmésfera a unos 20 Km por los rayos c6s- ‘micos) cuya vida media en reposo es del orden de dos micro- segundos. Si no hubiese dilatacién temporal, incluso viajan- doa la velocidad de ta luz la distancia maxima que podran recorrer seria del orden de 600 m, lo que haria que prictica- mente ninguno llegase “vivo” al nivel del mar. Pero sus dos microse ‘vida media estin dilatados en un factor y=ilJi-v/e >1 desde el punto de vista de la Tierra, dandoles la oportunidad de, a las velocidades a las que via~ jan, recorrer los 20 Km. Asimismo la adaptaciones de los sincrotones (un tipo de aceleradores de particulas) a la masa variable es otro ejemplo de comprobacién “tecnolégica” de las peculiaridades de la relatividad especial. Incluso hay comprobaciones experimentales directas de la diferencia entre los tiempos propios experimentados por relojes que se separan, siguen historias diferentes y vuelven, ‘areunirse. La mis conocida es Ia de Hafele y Keating (1972) [10]: cuando en tomo a 1970 se dispuso de relojes con pre- cisin relativa del orden de 10-! se comparé el registro de tiempo entre un reloj mantenido en el aeropuerto, otro cir- ‘cunvalando en un avién la Tierra en vuelo hacia el Este y un tercero circunvalando hacia el Oeste. La correccién de la Relatividad Especial afecta a los tres relojes, ya que la velo- L lo que los pilotos de las naves espe- rardn es que la cuerda se rompa en algiin momento del pro- ceso de aceleracién, justamente cuando la traccién que las dos naves ejercen sobre la cuerda supere su limite de rotura {Se rompe realmente la cuerda? En su articulo, John Bell relata que habiendo sometido esta cuestién a escrutinio entre los fisicos del CERN, surgié divisién de opiniones, entre quienes como Bell opinaban que la cuerda ciertamente se romperia, (que es la prediccién que sigue de usar el sistema de referencia en comovimiento con una de las naves) y quie- nes pensaban que la cuerda no se rompe, aunque la veloc dad final sea grande, como parece deducirse del hecho de que en el sistema de referencia del hangar la longitud de la cuerda sigue siendo Z. El analisis completo de este ejemplo es més complejo que en la paradoja de la pértiga y el granero, ya que en él inter- viene la resistencia de la cuerda a las tensiones, que en dit ‘ma instancia provienen de los enlaces atémicos y molecula- res en el material de la cuerda. La longitud natural (propia, ‘en reposo) L de una varilla esté determinada en términos de estas propiedades, y cuando la varilla se acelera es natural suponer que su longitud propia L’ en el sistema en comovi- miento en el que la varilla se encuentra instantaneamente en reposo es la misma que era inicialmente, Aceptando esta hipétesis, la respuesta correcta es que la cuerda se romperd. Enel andlisis hecho desde e! hangar falta la consideracion de las tensiones que aparecen en la cuerda como consecuencia de estar sometida a una aceleracién. En una teoria relativis- ta, el concepto ingenuo de s6lido rigido se torna resbaladizo y hay efectos sorprendentes (ver [31] que contiene también referencias a trabajos anteriores sobre este tema). El més importante es que, incluso en un movimiento sin rotacién, (como por ejemplo en una nave espacial acelerando en una direccidn fija), diferentes puntos en un cuerpo extenso lo ‘mis “rigido” posible experimentan aceleraciones diferentes, que deforman el cuerpo hasta que las fuerzas elisticas que ‘mantienen el cuerpo unido compensan las aceleraciones diferenciales; estas fuerzas aparecen como tensiones. Por ejemplo, una varilla “rigida” de longitud propia Z no puede acelerarse por encima de un valor maximo de aceleracién propia de su extremo frontal, a < c2/L, ya que para este valor, la aceleracién de su extremo opuesto resultaria infinita, Aunque lo importante es que segiin la relatividad, estos efec- tos existan, con las aceleraciones que se encuentran en la vvida cotidiana esta limitacién es totalmente irrelevante: para un cuerpo de 100 m (los tanques impulsores de la nave Columbia), la aceleracién méxima permitida por la relativi- dad especial seria del orden de 104g, mientras que las maxi- ‘mas aceleraciones que se experimentan en el despegue verti- cal son del orden de unos pocos g. 3.4, Acoplamiento Spin-Orbita Mis que una paradoja, esto es un efecto peculiar de las transformaciones de Lorentz, que traemos a colacién por la ‘gran importancia que tuvo en fisica atémica. Seguiremos esencialmente a Jackson [14]. Histéricamente, la hipétesis del Spin (Uhlenbeck y Goudsmith, 1925) incluia también atribuir al electrén un momento magnético dipolar, de valor B=-eS J me donde S es el vector del spin del electrén, |S| = h/2. Ese valor, que corresponde a suponer g = 2 para la razén giro- magnética, se precisa para la correcta explicacién del efecto Zeeman andmalo (con g= 1 el efecto es el triplete normal). Ahora lo aplicamos @ la interaceién spin-6rbita. En un étomo alcalino se puede considerar un sélo electron (de valencia) irando alrededor del core (niicleo mas electrones en las capas completas); si E es el campo electrostitico del core, el clectrén ve aparentemente un campo magnético H = E vic, donde ¥ es ta velocidad lineal instanténea del electron, y el campo de Coulomb es radial, E = (dV/dr) r/r, de modo que la energia de spin-orbita seria E,,=—y* Hy resulta por tanto una energia adicional Eqg= (CimPe2\(1- S(dV ide) Vr ‘que difiere de la experimental en un factor de 1/2 (!), al apl carla a la estructura fina de los élealis (Na, K, ..). Los inven- tores del spin no se dieron cuenta del factor 1/2, pero si Heisenberg, Tambien Einstein, que se enteré por Bohr en Leiden del spin, y corrigié el factor 1/2, convenciendo al danés en el acto de la bondad de la hipétesis del spin. Por fin, L. H. Thomas publicé (y ya J. Frenkel anticip6) el andlisis correcto en 1927, convenciendo incluso a Pauli. El error del célculo anterior estriba en que es el niicleo quien esté (en muy buena aproximacién) en un sistema iner- cial, pero no el electrén; hay una correccién al considerar el electrén inicial visto desde el nicleo (boost K, en -v) y de éste a la nueva posicién girada del electrén (con velocidad ahora v + Av) con Av = adv, otro boost no colineal Ky. El resultado de la composicién KK; es que el campo magnéti- £0 efectivo es Hyg = (¥~ 1%) H= (1 (vey! — Ie) H = (1/2) debido a que la composicién de dos boosts no colineales incluye una rotacién. Nétese que el edlculo no es una pura correccidn relativista, que seria del orden de (vic)? = 10-6 sino una correcci6n relativista adiiva a un término que ya es relativista (H = E * vic). El lector puede encontrar més detalles en [14]; para otros aspectos, ver (36, 4] 4, Paradojas en Relatividad General Para la Relatividad General dos bien conocidos textos clisicos son los de Misner, Thome y Wheeler Gravitation, y de Weinberg Gravitation and Cosmology. [wrong [REF Octubre-Diciembre 2005 n “Temas de Fisica 4.1. Relojes en el Ecuador y en el Polo Consideremos dos relojes ideales idénticos, uno en el polo y otro en el ecuador, ambos al nivel det mar [11]. Relativamente a un sistema inercial determinado (en prime- ra aproximacién) por el centro de la Tierra, el reloj del ecua- dor rota y recorre 40000 Km en 24 horas, mientras que el del polo no. La Teoria de la Relatividad Especial predice que, relativamente al del polo, e reloj en el ecuador atrasa por un factor relativo (el argumento en la direccién inversa es incorrecto, ya que @ diferencia del del polo, el reloj en el ecuador no se mueve inercialmente). Esta prediccién figura en el articulo de 1905 de Einstein, quien indica también su extremada pequetiez que la pone fuera de las posibilidades experimentales de comprobacién en aquel momento, Pero el Principio de Equivalencia (1907) introduce un nuevo ingrediente, que resulta ser imprescindible: dos relo- {jes idénticos en reposo, en dos lugares con diferente poten- cial gravitatorio, exhiben también una diferencia en su ritmo, que esta dada por un factor relativo de +A¢/c?, donde © es cl potencial gravitatorio newtoniano. Resulta que el poten- cial gravitatorio de la Tierra en el polo ®p y en el ecuador @, son diferentes, (ya que la Tierra no es una esfera perfecta, sino que esté achatada por los polos; su superficie la supo- nemos determinada por la condicién de equilibrio hidrostati- co de un fluido en rotacién) Asi, si tomamos en cuenta los dos efectos, el de velocidad y el gravitatorio, el factor relati- vo total por el que difieren los ritmos entre el reloj en el ecuador y en el polo es simplemente la suma de las dos con- tribuciones (ya que (1 +x)(1+p) = (I+x+y)six,y-< 1) -v} Qct + (Wp Oped = (-V3/2 + (O_- ©, )ie2 Si se realiza el célculo usando ® = ~GMIr y los valores re ¥ Fp de los “radios” ecuatorial y Polar de la Tierra, se ‘encuentra la aparente sorpresa de que la contribucién gravi- tatoria cancela exactamente a la de la relatividad especial: Jos dos relojes van exactamente al mismo ritmo. Por supues- to, no es una coincidencia. La condicién que determina la superficie del nivel del mar es la de ser una superficie equi- potencial de un potencial equivalente © — 12/2 que incluye el “pseudopotencial centrifugo”, donde v es la velocidad lineal con la que rota un punto dado de la superficie terrestre; esta condicién determina el abultamiento ecuatorial de la super- ficie del mar. Al nivel del mar, el potencial equivalente tiene el mismo valor en el polo ®p y en el ecuador ®, ~ v3/2, lo que explica la cancelacién exacta encontrada antes. El resultado neto es que los dos relojes marcan exacta- mente al mismo ritmo, Este efecto, que resulta directamente del principio de equivalencia, aparece autométicamente incorporado, al igual que el efecto de velocidad debido a la relatividad Especial, en la Teoria de Einstein de la gravita- cién, usando la métrica de Schwarzschild (0 de Kerr). Einstein nunca corrigié su primer edleulo, ni siquiera cuan- do recopié el trabajo de 1905 para una subasta [11]. Una ‘comparacién entre la paradoja de los gemelos y el presente ‘ejemplo, con aspectos histéricos, se da en [25]. 4.2. Radiacién de una carga acelerada Una carga eléctrica Q/en reposo (encima de una mesa) en tun campo gravitatorio produce sélo un campo eléctrico esta- cionario y por tanto no radia. Pero, por el principio de equi- valencia, un campo gravitatorio es equivalente a un sistema acelerado. Mas una carga en movimiento acelerado debe radiar; ésa es la paradoja, que tiene una historia larga y bas- tante controvertida (23, 33], y que es importante en cuanto tiene que ver con una eventual posible violacién del princi- pio de equivalencia por la electrodindmica, Si aceptamos que el principio de equivalencia es vélido universalmente, y por tanto debe ser aplicable también a esta, situacién, la conclusién inevitable es que un observador en reposo relativamente a la carga no puede observar radiacién, aunque la carga tenga un movimiento con aceleracién cons- tante. Tomemos pues una carga eléctrica en movimiento hiperbélico (con aceleracién propia constante, esto es, en el “movimiento uniformemente acelerado” en Relatividad); un observador cuyo movimiento sea un movimiento hiperbdli- co con la misma aceleracién, no debe recibir ninguna radia- cidn: se detecta solo el campo electrostitico, y sin campo magnético no hay radiacién. Un andlisis reciente [33] hecho en el contexto del espacio de Rindler (cl espacio de Minkowski deserito desde el punto de vista de un observador en movimiento hiperbélico) confirma esta conclusién. El andlisis es més complejo para un observador en movi- miento arbitrario con respecto a la carga. Rohrlich [9] demuestra que, en efecto, hay radiacién en algunos casos, de tipo “aguja”. De manera que la observacién de radiacién es parcialmente dependiente del observador, y lo importante no es s6lo si la carga que emite se mueve con aceleracién, sino también el estado de movimiento relativo del receptor. En [33] puede encontrarse una bibliografia sobre este tema, 4.3. La paradoja del submarino Un submarino sumergido esta en reposo y en equilibrio neutro; las fuerzas de flotacién (de Arquimedes) compensan exactamente su peso, lo que ocurre cuando la densidad del submarino en reposo p, es igual a la del mar p,,. En un momento dado el submarino acelera horizontalmente, hasta alcanzar una velocidad relativista. {Se mantiene en equili brio neutro? Y si no, cse va al fondo o sube hacia la superfi- cie? Desde el punto de vista de un sistema de referencia liga- do al mar, el submarino se mueve con velocidad v. {Cual es su densidad en ese sistema? Hay dos efectos en juego. Por un lado, el contenido de masa-energia del submarino se incre- ‘menta por un factor 7. Por otro, la longitud horizontal del submarino lo hace por el factor I/y (se acorta) y como sus dimensiones transversales no cambian, el volumen se achica por un factor 1/7. Para la densidad los factores y contribuyen ‘™multiplicando: la densidad del submarino que se mueve con velocidad v, vista por un observador en reposo con respecto al mar es p,. Esta densidad es mayor que la del mar, p,y? > Pn La prediccién es que el submarino debe hundirse. ‘Sin embargo, desde el sistema de referencia del submari- no, que naturalmente usarian los tripulantes, el mar aparece como deslizandose con velocidad ~v, y para la densidad del ‘mar en ese sistema entran en juego los mismos dos efectos que discutimos antes: el contenido de masa-energia de un REF Octubre-Diciembre 2008 opel se ong Paradojas relatvistas 2 cierto “bloque” de agua se incrementa, relativamente al que ve un observador para el que el mar esta en reposo, por el factor 7 (que depende slo de ¥, y por tanto es insensible al cambio v -> -»), y por otro lado el volumen del bloque se achica, de nuevo por el factor 1/y. Asi pues, los marineros asignarian una densidad p,. al mar, que resulta pues mayor que Ia del submarino p,?> p,: los marineros esperarian que el submarino suba a la superficie {Qué ocurre? Esta paradoja resulta ser la més moderna entre las que discutimos en este articulo; se conoce también como paradoja de Supplee debido a que en 1989 J. Supple [30] dié un andlisis, basado en relatividad especial y el prin- Cipio de equivalencia, que lleva a la misma prediccién en ambos sistemas: el submarino se hunde con aceleracién g(y? 1), En 2003, G. Matsas [18] realiz6 un estudio més com- pleto del problema, cuya conelusién confirma el resultado de Supplee que por su curiosidad ha sido muy comentado mere- ciendo titulares pintorescos como “La relatividad general hhunde un submarino” [19]. ¥ aunque Ia idea de un submari- no movigndose en un mar a velocidades relativistas hace enarcar las cejas a cualquier persona razonable, el resultado es de interés en los procesos astrofisicos de acreccién, y por su relacién con las implicaciones de la termodinémica de los, agujeros negros. El error del argumento aplicado por los marineros radica en la suposicién implicita de que el campo gravitatorio que se ve desde el submarino es el mismo que percibe un obser- vador para el que el mar esta en reposo. Esto, que es correc- to en Ia teoria newtoniana de la gravitacién donde solo la posicién instanténea de las fuentes pero no su velocidad importa para crear el campo gravitatorio- no es asi en la teo- ria de la gravitacién de Einstein, en donde la masa en movi rmiento produce una componente adicional del campo gravi tatorio, dependiente de la velocidad. No hay tal componente adicional para un observador que vea el planeta y el mar en reposo, por lo que la condicién de neutralidad para él es la igualdad entre las densidades del objeto y del volumen desa- lojado; su razonamiento era correcto. Pero para los tripulan- tes, que ven la fuente del campo gravitatorio en movimiento, la condicién de equilibrio neutro no es la igualdad de las densidades y resulta ser mas complicada, dependiendo de la velocidad. Cuando se incorpora este elemento en la predic- ‘idn de los marineros, el resultado es también que el subm: rino se hunde. 4.4, Pérdida de Informacién en los agujeros negros Se dice que un agujero negro (una masa M concentrada en un volumen menor que el dictado por su radio de Schwarzschild r; = 2GMIc2) absorbe todo lo que cae sobre 41, Sin embargo, Beckenstein y Hawking determinaron que el agujero negro posee entropia (proporcional al drea del horizonte) y por ello temperatura, y Hawking concluye (1975) que la temperatura le hace radiar como un cuerpo ‘negro; por tanto, eventualmente el agujero negro se evapora. Aqui viene la paradoja: si formamos el agujero arrojando ‘materia en forma concreta (por ejemplo un camién), la masa del camién acabaré eventualmente escupida como radiacién del cuerpo negro, perdiéndose la preciosa informacién sobre cl camién, Pero se supone que la evolucién de “todo” es ccudntica, y por ello unitaria, Ahora bien, la evolucién unita- ria mantiene Ia informacién (estados puros van a estados puros, no mezela ..). He ahi la paradoja. Fue Hawking quien primero present6 la paradoja de “per- ida de informacién” en contra de otros como ‘t Hooft y Susskind, quienes mantienen que la informacién no se puede perder, y que por ello debe haber sutiles correlaciones en la radiacién emitida, de las que en principio seria posible ex- traer la informacién original sobre que el agujero se tragé un camin... Recientemente S. Hawking ha cambiado de opinién, y admite ahora que no hay pérdida de informacién, al respe~ tarse el sentido unitario de 1a evolucién del sistema, de acuerdo con la mecénica cuantica [12]. 5, Otras paradojas Entre las paradojas que aparecen en la relatividad espe- cial hemos seleccionado unas pocas para presentar con cier- to detalle. Aunque hay muchas més, que no hemos incluido para no extender en demasia el trabajo, mencionamos sim- plemente algunas con referencias bibliogrificas basicas. 1) La apariencia visual de objetos en movimiento répido. Una fotografia aun objeto en movimiento ripido no reve- la la contraccién de longitud, que requeriria un registro de todos los fotones que el cuerpo emite en un mismo ins- tante, mientras que a la placa fotografica llegan fotones que han sido emitidos en diversos instantes (24, 32, 35]; curiosamente una esfera en movimiento a cualquier velo- Cidad apareceria en una fotografia con un contomo exac~ tamente circular [24]. Una revisi6n reciente se encuentra en [17] 2) Paradojas ligadas al redshift gravitatorio [7] y a velocida- des aparentemente superluminicas en los quasars (5} 3) Otras paradojas cineméticas y dindmicas: la llamada paradoja de Rindler (26}; la de la tapa de alcantarilla, una versién bidimensional de la de la pértiga y el granero (C21], Chap. 3, Problem 36) o la conocida como parado- jj de la peonza que bascula (Tippe top) {2}. 4) Otras paradojas en electromagnetismo: Rindler (29) y Jefimenko (15, 16] Coda {Cuil es la solucién a la paradoja de Feynman presen- tada en la introduccién? El andlisis de fuerzas es correcto, de manera que el disco debe comenzar a rotar. Pero el principio de conservacién del momento angular debe aplicarse al pro- blema, Si después el sistema tiene un momento angular no rulo, también debis tenerlo antes. Y si no se manifestaba en ‘una rotacién del disco, tal momento angular debe residir en el propio campo electromagnético. Y en efecto, la teoria de Maxwell predice que el campo electromagnético pose, en general, densidad de energia y de momento lineal, asi como de momento angular. Al establecer el campo electromagnet co creado por la corriente en el solenoide se suministré un ‘momento angular al sistema, que reside en el propio campo. YY cuando el campo desaparece, este momento angular cuya

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