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intrigas corrientes en la politica. Cada uno ha de se- guir su propio juicio, pero yo me considero como ex- tranjero en esto incluso en mi propio pais. Simplemen- te estoy pasando por esta tierra, y ser una bendicién para ella en el transito, pero nunca uncirme al yugo de sus asuntos. Un inglés que se hallara en Espafia puede que deseara que muchas cosas fueran diferen- tes de lo que son; dice: «Si fuera espaiiol, yo procura- ria alterar esto y aquello, pero siendo inglés, dejo a los espafioles que pongan en orden sus propios asun- tos. Pronto estaré de nuevo en mi propio pais. Entre- tanto, me abstengo de muchas cosas.» Lo mismo los cristianos aqui; estan contentos con dejar muchas cuestiones a un lado; como hombres tie- nen que amar la libertad, y no estar dispuestos a per- derla incluso en un sentido inferior; pero esencialmente sus intereses son espirituales, y como ciudadanos pro- curan en favor de los intereses de la reptiblica divina a Ja cual pertenecen, y esperan el momento en que ha- biendo sobrellevado las leyes del pais en su destierro, pasaran bajo la soberania de Aquel que reina en la glo- ria, el Rey de reyes, y el Sefior de sefiores. Si es posible, en tanto que depende de nosotros, hemos de procurar vivir apaciblemente con todos los hombres, y servir en nuestro dia y generacién, pero no edificando una mo- rada para nuestra alma aqui, porque esta tierra ha de ser destruida cuando venga aquel dia de fuego. YY sabiendo que somos libres de muchas obligacio- nes referentes al Estado en el que vivimos, hemos de re- cordar que tampoco somos elegibles para sus honores. Un inglés no puede ser elegido presidente de los Esta- dos Unidos. Tampoco gobernador. Tiene que renunciar a un monton de honores. Lo mismo el cristiano no es elegible para los honores del mundo, Si recibe aproba- cién del mundo, debe empezar a considerar si esté ha- ciendo algo que no sea apropiado para él como cristia- no. «gQué he hecho mal —dice Sdcrates— que este vi- 91

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