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1G UNSKO) TRU OTRO 0) 0 RD On ne ONC GIAMBATTISTA VICO: UNA NUEVA CIENCIA, LA HISTORIA, (1725) por Mario Laserna Laserna M.: Giambattista Vico: Una Nueva Ciencia, la Historia (1725). Rev. Acad, Colomb. Cienc 23(88): 389-406. 1999. ISSN 0370 -3908, Resumen Con base en el andlisis de la obra “Principios de una ciencia nueva en torno de la comin naturaleza de los pueblos” publicada por Giambattista Vico en 1725, se demuestra en forma inequivoca cémo la actitud mental que dio origen a la ciencia de la naturaleza, inicia su ascen- so y vida con Galileo y 1a Escuela de Padua, para dar lugar a una nueva ciencia cuyo contenido son los procesos hist6ricos. Mediante la aplicaci6n del método demostrativo a fenémenos expresables en el lenguaje cotidiano. Vico convierte el tema de una ciencia en proceso hist6ri- co, contradiciendo el positivismo de que solamente la matematizaci6n de los temas logra el rigor cientifico. Gracias a la ciencia de las capacidades de la mente, expresada inicialmente por Vico, 1a ciencia moderna puede revelar la variedad y complejidad de 1a naturaleza espacio- temporal. Palabras clave: Giambattista Vico, Nueva Ciencia, Revoluci6n cientifica, Realismo positi- vista, Abstract Based on an analysis of the work “Principles of a new science concerning the common character of countries”, published by Giambattista Vico in 1725, the author shows how the mental attitude that gave rise to a science of character gave rise to a new science whose content consists of historical processes. Using his demonstrative method on phenomena described in everyday language, Vico transformed the subject of a science of historical process, contradicting the positiviste attitude that only by quantifying subjects could one achieve scientific rigor. Using the science of the capabilities of the mind, expressed first by Vico, modem science can reveal the variety and complexity of spatial-temporal character. Key words: Giambattista Vico, New science, Scientific revolution, Postivistic realism. 390 REY.ACAD. COLOMB. CIENC.: VOL. XXIII, NUMERO 88-SEPTIEMBRE DE 1999 EI problema comin a las distintas ciencias caracte- risticas de la modernidad y que hunden sus raices en el Siglo XVII, el ‘siglo viril’ (como lo Nama A.N. White- head) consiste en determinar cual es Ia raiz. epistémica que fundamente la unidad de los conocimientos los cua- Jes, tanto por su forma como por su contenido, se dejan sistematizar bajo el rétulo de una ciencia especifica. Y es precisamente, un inherente potencial de cientificidad, propio al relato hist6rico, lo que infunde a los Principios de una Ciencia Nueva en torno de la Comin Naturaleza de los Pueblos (Principi di Scienza Nuova...) (N.C.) apa- recida en 1725, del napolitano Giambattista Vico, su amplia variedad tematica. Por consiguiemte conviene a Ja claridad y coherencia de nuestro estudio ir adquirien- do tanta capacidad de penetracién sobre lo que una vi- sién cientifica de la Historia exige, como sobre lo esen- cial ¢ indispensable a un contenido capaz de ser organi- zado en un sistema cientffico. Sistema que tenga aplicabilidad a la realidad del relato histrico y cuya ade- cuaci6n a éste sometida a comprobacién o refutaci6n por parte de los hechos constitutivos de ese mismo relato. ‘No sobra comunicar al lector que el propésito viquiano de concebir la Historia como una ciencia fue conocido por Marx quien en una significativa nota de pie de pagi- na en El Capital dice: “... Ya que, como anota Vico, la diferencia esencial entre Ja historia natural y la humana consiste en que la segunda es producto del hombre y la primera no, {no seria entonces, més facil escribir la de la tecnologia humana que la de la tecnologia natural?” In- tentemos, por consiguiente, profundizar sobre el tema de Ja eventual cientificidad de los hechos que conforman el Relato Histérico. Dentro del lenguaje de los Siglos XVII y XVIII, las cciencias particulates adquieren su verdad gracias a su ca- ricter demostrativo. Veamos entonces, para adentrarnos en el tema, en que consiste la accién de demostrar una ciencia en que se fundamenta la Revolucién Cientifica (RC) del Siglo XVII. Ahi esté la clave tanto de la verdad cientifica que determina la visi6n del Cosmos asociada con la modernidad como de la utilizacién de la Tecnolo- gfa frente a la Naturaleza. El tema, cuya discusién ape- nas empieza por parte de los estudiosos de la Filosoffa de la Ciencia y del concepto mismo de una Historia como Ciencia, es complejo y algo confuso debido a la materia misma que le es propia. El tema de la Historia como Cien- cia requiere paciencia y concentracién por parte del lec- tor deseoso de cosechar este extraordinario y extrafio fruto de la mente filos6fica en que culmina la singular activi- dad creativa de la Revolucién Cientifica. 1, Demostracién y cientificidad Examinemos en detalle algunos aspectos del concep- to de ciencia demostrativa, el cual ha dominado la ma- nera de pensar sobre nuestra actividad cognitiva desde la antigUedad cldsica logrando un notable repunte en el Si- glo XVII. Es un elemento comtin de toda ciencia demos- trativa y constituye parte de su objetivo explicitar la re- Taci6n existente entre: ) La mente humana dando origen a complejos/con- juntos de relaciones funcionales que sirven de fundamen- to a la cientificidad (los célebres Juicios Categéricos de Aristételes expresan, dentro del sistema epistémico del Mamado realismo ingenuo, las relaciones funcionales-gra- maticales de la cuotidianidad en que se originan). E! mag- no aporte de la matemdtica consiste en extender a un len- guaje de base e intencién epistémica no-sensorial, la ac- tividad demostrativa, desplegada por la mente en el siste- ‘ma cognitivo del Namado “realismo aristotélico”. De esta manera el paradigma del realismo aristotélico se convier- te, desde 1a antigledad hasta Galileo en la vara de medir Ja legitimidad cognitiva de los constructos que se hagan en lenguajes diferentes a los del realismo aristotélico. Esa vara expuesta en los escritos del Estagirita y adoptados por e! tomismo cobra renovada vigencia durante la explo- sin creativa de 1a Revolucién Cientifica, no obstante el predominio del lenguaje geométrico conque formulan su teorfa del Cosmos pensadores como Francis Bacon, Galileo y Descartes. Los constructos mismos de la geometrfa pre- euclidea no son abstracciones a la Hilbert sino que nacen, en el antiguo Egipto, provistos de reglas sem4nticas orien- {adas al espacio-tiempo empirico. Un triéngulo o un cir- culo geométrico siendo constructos de la Mente, admiten y requieren ser confrontados con objetos triangulares 0 ‘circulares percibidos por los sentidos. Lo cual de ninguna ‘manera implica que sus propiedades l6gicas dependan de nuestro aparato sensorial. La gran pregunta kantiana de la Estética Transcendental sobre la posibilidad de tos juicios ‘geométricos formulada en términos modernos es: {Cémo son posibles las reglas semédnticas de la matemética indis- pensables para que constructos puramente formales, ob- tengan referencia empirica? Las rafces kantianas del tema gut tratado, dentro de tal escenario histérico, se hacen petceptibles para un lector asiduo de la Critica de la Ra- 26n Pura. Al orientarse la reflexién filos6fica sobre la harmonfa pre-establecida percibible entre la geometria preeuclidea y la realidad fisica, (de la cual nos da noticia Thales de Mileto) reflexién semanticamente comprometida con una porcién especifica de la realidad, se cae en cuenta de que la Mente humana para crear el juego cientifico requiere ella misma LASERNA M.: GIAMBATTISTA VICO: UNA NUEVA CIENCIA, LA HISTORIA, (1725) 391 set la inventora del juego Ciencia Matemético-experimen- tal. De ahi se llega no solamente @ una nueva manera de concebir la Mente, sino también a captar que, b) Utilizando esta dimensi6n preeuclidea de espacio a la cual, luego de un lapso de veinte siglos, se aiiade el cincepto Galileano de movimiento acelerado (la varia- ble Tiempo) se logra dar nacimiento, sin saltos ni discontinuidades, pero aumentada en grado superlativo la complejidad matemética, a la Ciencia Fisica actual de a Relatividad y los Quanta. ¢) De manera andloga a lo hecho en a Fisica con el espacio-tiempo, pero bajo la condicién de atribuir a la mente actividades constructivas se llega mediante constructos de la Razén, a identificar los eventos constitu- tivos del relato hist6rico-mitico. Estos relatos, inicialmente impregnados de un lenguaje mitico apropiado a su conte- nido, al pasar de la prehistoria a la Historia permiten, d) Postular posibles eventos en calidad de anticipa- ciones del devenir hist6rico capaces, no obstante su ca- racter de meras anticipaciones de obtener una verifica- cidn o refutacién empirica, Condiciones de verificabilidad referidas a eventos expresados en tradiciones de tipo he- roico 0 de Teogonias cum Creacion del Mundo (La Ifada. La Biblia...) Eventos los cuales, por causa del lenguaje mitico en el cual son expresados, no habjan sido identifi- cados adecuadamente en el relato hist6rico mismo como hechos hist6ricos, en el sentido moderno de ese término. Estos eventos, una vez detectados, se pueden integrar 4 una unidad o totalidad conceptual y metodolégica la cual, (ello es lo sustancial de la nocién viquiana) queda expresada en una historia eterna e ideal. Ocurre lo mis- ‘mo con Ia estructura epistémica de la fisica galileana establecida en la R.C. de acuerdo con el paradigma geo- métrico establecido por et método analitico-resolutivo, no por el sintético asociado con 1a deducibilidad pura- mente l6gica o formal. Comparando la Fisica con Ia His- toria, y percibiendo su raiz comin por ser ambos constructos de la mente, encontramos, en consecuencia, como notas compartidas. 1, Pluralismo en cuanto al contenido, sin menoscabo de la unidad de método. La variedad tematica que se presenta en la experien- cia hist6rica debe ser considerada parte integral de su eventual cientificidad; en consecuencia, no debe ser dis- cutida de manera separada de las relaciones funcionales que 1a constituyen ni de su capacidad para proponer an- ticiparnos. Porque en la Ciencia Nueva de Vico, la cual esté basada en la demostracién, el método y la plurali- dad de contenido constituyen una unidad'. Hasta el pun- to de que aun un error particular que se cometa en un asunto filolégico puede validar una verdad filoséfica al establecer una referencia pertinente hacia una area te- mética especifica. El detalle féctico, como experimento de pensamiento, aun cuando esté equivocado en el con- tenido, puede servir un fin stil al destacar nuestra capa- cidad de intelegir una totalidad orgénica (creaci6n de la Mente) relacionando Teorfa y Praxis. (La fundacién de una ciudad; El Paraiso Perdido; un diluvio universal; la nocién de un Padre Fundador; la existencia de una etnia inaria... (Moisés, Quetzalcoalt, Bochica, Eneas, los arios...). Una equivocacién en cuanto al contenido indi- vidual puede, sin embargo, indicarnos hacia dénde de- bemos mirar en busca de una validacién experimental. Se trata de un método capaz. de anticipar la realidad, como cocurre con toda teorfa con poder predictivo frente a esa misma realidad objetivamente concebida. Establecido esto, procederemos, sin referencias 0 alusiones a un con- tenido propiamente hist6rico, orientando esta exposicién sobre pardmetros epistemolégicos; los cuales se origi- nan en una Metafisica de la Mente incorporada al tema ‘mismo del acontecer histérico, Mente no pasiva, alimen- tada de datos sensoriales, sino Mente creadora de con- ceptos que sirven de base a la ciencia experimental. En sintesis: La Revolucién Cientifica asociada a los nom- bres de Galileo y Newton no es concebible sin una pre~ via aceptacién de que el método cientifico vigente en nuestros dfas (Ilamémosto racionalismo experimental) en sfmismo, es, como los constructos de la matemética tam- bién un invento de 1a Mente. Confiamos en los pérrafos que preceden haber logra- do un mfnimo de claridad sobre los parémetros concep- tuales que caracterizan el presente estudio. De lo contra- rio estarfamos adentréndonos en un verdadero laberinto filos6fico proveniente de mezclar temas y hechos de con- tenido histérico con los principios mismos de una Teoria de la Historia; 0, 1o que seria peor ain, con los hechos histéricos mismos. En efecto, desde comienzos del siglo XX; quizés atin mds atrés, desde que aparece la filosoffa T_Exte principio fue formulado por Kant cuando estableci6 que la ley suprema de su idealismo trascendental esté expresada en el siguiente principio: “Las condiciones de posibilidad de Ia expe- rencia (conocimiento cientifice) son también condiciones de la posiblidad del objeto de la experiencia”. Ademés, en el Prefacio (Bxi-Bxxv) ala Segunda Baicién de la Critica de la Razén Pura, decide Kant adoptar para su Critica de la Razén, idéntico camino ‘epistémico (Ia demostraciGn) al que adoptaron los gesmetras grie~ {08 para la Geometria y veinte siglos més tarde Galileo para la Cinemética, 392, REY. ACAD. COLOMB. CIENC.: VOL. XXIII, NUMERO 88-SEPTIEMBRE DE 1999 critica kantiana con su planteamiento no sobre el hecho de la Ciencia en sf, sino sobre su posibilidad, algunos filésofos interesados en el Ienguaje propio de la ciencia se dieron cuenta de la necesidad de precisar cual sea el origen de cada lenguaje especffico a una érea cientifica. El tema se convierte en Escuela filos6fica con el Hlama- do Circulo de Viena a través del Tractatus de Wittgenstein y de los estudios de Sintaxis y SemAntica de Carnap y otros; con aplicacién y atencién especial a la fundamen- tacién de la fisica-matemética experimental y de la L6- gica. Es, dentro del escenario filoséfico de esta tltima y espectacular transformacién de la Mente en que se fun- damenta la Revolucién Cientifica donde debe el lector de abstrusos temas filos6ficos ubicar el presente Ensayo. Su tematica no son los fenémenos de la naturaleza espa. cio-temporal en sf misma sino las diversas formas con- ceptuales y lenguajes en que homo-sapiens intenta con- vertir sectores de la naturaleza en tema de una ciencia. Limitando nuestro tema, como lo hizo Vico, al de la His- toria buscamos relacionarlo con la Transformaciéa 0 Metafisica de la Mente que da origen a la Revolucién Cientifica. Estos Prolegomena a una Teoria de la Historia, aun- que breves frente a la complejidad del tema, han sido necesarios a fin de precisar la contribucién de Vico a una Ciencia de ta Historia; por la sencilla razén de que, en lo que se refiere a cientificidad, la argumentacién re- querida es esencialmente algo més abstrusa que cuando nos ocupamos con los sistemas de un cdlculo geométri- co. En efecto, estos uiltimos son de por si légicamente tan transparentes como intuitivos; igual a como ocurre con todo dato propio a la geometria o a una teoria gravitacional a la Newton. En cambio, cuando conside- ramos la materia que se aplica a los datos hist6ricos, la técnica apropiada para convertirlos en tema de una cien- cia demostrativa da origen, al siguiente problema: {Cudl es el lenguaje que se utiliza para expresar y proponer los Principios y hechos que constituyen la experiencia hist6- rica? La posibilidad misma de plantear tal pregunta indi- ca que en nuestra investigaciGn hemos dejado atrds ague- Mo que se refiere a las ciencias de ta naturaleza. Esta- mos @ la biisqueda de un lenguaje que exprese realida- des cognitivas diferentes a las de la Ciencia Fisica. Avan- zando ast, en el arduo camino que nos conduzca a una Ciencia de ta Historia. Sintesis de lo expuesto; examinando, de manera des- prevenida el perfodo hist6rico conocido bajo el nombre de “La Revolucién Cientifica del Siglo XVII”. Asociada a los nombres de Galileo, Newton, Leibniz y otros se ega a la conclusién de que tan extraordinario escenario hist6rico que da nacimiento a 1a Modernidad requiere, como condicién previa para surgir, una transformacién en el concepto de la mente humana propugnado por el realismo aristotélico-tomista. En efecto, para llegar al constructo mental llamado ‘ciencia matemético experi- mental’ es condicién indispensable abandonar como prin- cipio cognitivo supremo el célebre principio del realis- ‘mo cognitivo segtin el cual “nada hay en la mente que no haya pasado previamente por los sentidos” que domina nuestra visién de la cuotidianidad. Cuotidianidad expre- sada en los célebres “juicios categéricos” del Aristote- lismo. Si toda nuestra posibilidad de pensar estuviera reducida a los juicios categéricos, la Ciencia Fisica mo- derna no hubiera podido surgir. Més aun, ese principio (el que limita el pensamiento a lo formulable dentro de los juicios categéricos) Io estuvo hasta comienzos del Siglo XVII- aplicado dogmaticamente no s6lo lleva a conclusiones erradas sino bloquea el acceso a toda la crea- cin de la matemdtica, incluyendo 1a de la Grecia de Pitégoras, Euclides y Arquimedes. Quitando, ademés, toda racionalidad a las creaciones de la Fisica Matemati- ca-Experimental que sirve de base a la tecnologia mo- derma. La Revolucién Cientifica del Siglo XVI requiere que la Mente sea considerada una facultad creativa de modelos mateméticos capaces de anticipar las estructu- ras de la realidad. Cuales de esos modelos anticipatorios corresponden a la realidad espacio-temporal se descubre por medio de experimentos. O sea que, como ensefia Francis Bacon el experimento cientffico no se limita a percibir datos sensoriales esponténeos sino que indaga si determinado complejo sensorial, anticipado por una crea- ci6n matemética, forma parte de la realidad. De ahi la inmensa importancia para la Ciencia del célebre dicho de Galileo “El gran libro del mundo esté escrito en el Tenguaje de la geometria!” 2Cudles de entre las miltiples expresiones de ese len- guaje que la mente inventa corresponden a la realidad: to decide tanto el ingenio de quienes inventan los con- ceptos 0 modelos matematicos mismos, como el de quie- nes disefian los experimentos que mediante complejas observaciones prescritas por la Teoria las verifican como realidad 0 como ficcién. No caben dudas, por consiguien- te, que sin una nueva ciencia de las capacidades de ta mente aparecida a comienzos del Siglo XVII, la ciencia moderna no podria revelarnos la variedad y complejidad de la Naturaleza espacio-temporal congue termina este segundo milenio, cuyo siglo més espectacular y fructife- ro ha sido el XX, recogiendo la cosecha que sembré el XVI. Empero, no debemos limitarnos a pensar que la nueva misién de la mente no deba extenderse a dreas di ferentes de la realidad a las que cubre la Fisica de Galileo. LASERNA M.: GIAMBATTISTA VICO: UNA NUEVA CIENCIA, LA HISTORIA, (1725) 393 En efecto, para abarcar la modernidad en toda su ampli- tud y complejidad debemos hacer el trénsito de la Fisica y la Biologfa a aquellas reas de experiencia que el pen- samiento alemén del Siglo XIX lama “Ciencias de la Cultura”. Guardando la unidad del método y de la razén que permiti6 tos grandes avances de la R.C. Reiteramos, finalmente, una vez ms nuestro propé- sito: Se trata en este Ensayo, guardando celosamente la continuidad del método, de mostrar en forma inequivoca c6mo fa actitud mental que da origen a la ciencia de la naturaleza inicia su ascenso y vida con Galileo y la Es- cuela de Padua para desembocar, cuatro generaciones mas tarde, en esa Nueva Ciencia de Vico cuyo contenido son los proceso histdricos. Sin que el cambio de contenido (infraestructura) conlleve la necesidad de acudir a un len- guaje diferente al de la vida diaria. Como, si es el caso de la Fisica cuando adopta como su lenguaje propio el de la matemética. Porque hoy dia percibimos con toda claridad que es precisamente ese lenguaje de la vida co- tidiana, de cardcter aristotético y humeano, lo que fue necesario sustituir para producir aquella modificacién de la mente que hace posible la R.C. La gran visién viquiana sobre la posibilidad de convertir en tema de una ciencia el proceso histérico consiste en haber descubierto como aplicar ef método demostrativo a fendmenos expresables en el lenguaje de la vida diaria. Tanto en referencia a su contenido como a su forma. Rechazando, de esta manera el principio tan cientifista como falso y caro al positivis- mo de nuestro siglo XX de que solamente mediante la matematizacién de los temas puede alcanzarse rigor cien- tifico, No constituye el menor mérito filos6fico de Vico proclamar que la cientificidad de la Historia es expresable en el lenguaje de la cuotidianidad. 1. La revolucién cientifica y la nueva ciencia de Vico ‘Vamos a empezar una exposicién dedicada a Vico y a su manera de emplear la actividad demostrativa de la ‘mente en la creacin de una Ciencia Nueva, sefalando el acontecer histérico como objeto y contenido de esa Ciencia. De ahf que, aunque ignorado por muchos tratadistas, quienes conocen e investigan con la necesa- tia profundidad la Scienza Nuova (C.N.) viquiana consi- deran a Vico el padre de la Historia como Ciencia. En las partes transcurridas del presente Ensayo esta- blecimos que el acto de la mente designado como de- mostrar senté las bases en la R.C. para crear tanto las Ciencias Naturales, por parte de Galileo y la Escuela de Padua, como también al ser aplicado a la Ciencia Social, en el caso de Hobbes dar origen a su famoso Leviathan. A través del procedimiento de la demostracién Leviathén imprime carécter cientifico al supuesto pacto de asocia- cci6n en que se origina la sociedad civil. Dentro del con- junto de la creacién cientifica quedarfa sin elaborar un tercer tema el cual también se aspira a convertir en Cien- cia. Este tercer tema se origina en la existencia del pro- ceso histérico y lo que en él aparece como propio a la existencia de las distintas naciones. A este problema se enfrenta el napolitano Gianbattista Vico, quien en 1725 publica su Ciencia Nueva, Obra frecuentemente ignora- da en eruditas Historias del Pensamiento Filoséfico tra- dicional quiz4s tanto por lo abstracto de sus argumenta- ciones como por la sutileza de su punto de vista. (O por lo inadecuado de la visin tanto realista como positivista sobre las bases epistémicas del conocimiento cientifico, que utilizan sus autores.) Lo cual no impide que la mag- nffica obra de Vico haya influido ocasionalmente en obras de filosoffa aparecidas tanto en Alemania como en Fran- cia o Inglaterra; y en la misma tierra natal de Vico, Ita- lia, cuando se adopta como tema especulativo el proceso histérico. No es en ningtin momento mi propésito exponer el prin- cipio cientifico que determina el contenido de la Nueva Ciencia de Vico en sus diversas y variados aspectos como son en primer término el hist6rico; y de manera derivada el sociol6gico, el lingilistico, el religioso, el referido a la actividad juridica, 0 cualquier otro relacionado con las Ciencias Sociales. Basta con anotar que la obra posee sin- gular profundidad en cuanto sefiala una actividad —Ia del relato hist6rico- de la mente que se extiende a todos los aspectos de la vida civit de tas naciones. 2. Galileo y Hobbes, predecesores de Vico Nuestro actual empeffo y propésito quedan exclusiva- mente restringidos a mostrar que la pretensién de Vico de estar haciendo una obra cientifica esté fundamentada en aquella Metafisica de la Mente que hizo posible ta Revolucién Cientifica. De esto es perfectamente cons- nte el mismo Vico quien conoce bien cudles han sido los constructos de la Fisica Galileana tanto en su dimen- sin tedrica como en su aspecto experimental. Asi tam- bién como le es familiar la actividad de Hobbes al pro- veer fundamento a lo que el celebre autor de Leviathan lama la Sociedad Civil. Esta diversidad temética, inte- grada de manera adecuada en una totalidad, crea una unidad que proviene (como analogfa con el caso de la Fisica, la cual se extiende no s6lo ala Mecénica y ta Gptica, sino a todo lo que posteriormente se ha converti- do en tema de ciencia Fisica), de los atributos de la men- te misma. Y es, precisamente, para lograr la dimensién de ciemtificidad que Vico reclama validez, en cuanto ver- 394 REV.ACAD. COLOMB, CIENC:: VOL, XXII, NUMERO 88-SEPTIEMBRE DE 1999, dad, para este modelo suyo de una historia ideal. La cual existe como visién de la mente y contiene lo que una concepeién cientifica de la Historia exige. De esta manera obtenemos una visién de lo que se puede organizar como sistema; y luego de la manera como éste sistema puede ser aplicado a la realidad para probar su adecuacién o validez. Existe en este campo una interrelaci6n propia a cualquier ciencia demostrativa en- ‘re A (lo que la mente inventa como una serie de princi- pios funcionales) los cuales estén referidos a una segun- da cuestién que Hamamos B, la cual est constituida por una porcién de la realidad. Y asi, finalmente, obtenemos las anticipaciones que se refieren a Io que es empfrica- mente verificable y que estén o constituyen eventos en la historia del pasado. Una vez que han sido detectados es- 108 eventos ocultos, pueden quedar integrados a una to- talidad conceptual y metodol6gica, a la que llama Vico “la Historia Eterna”. Este mismo proceso epistémico esté vigente en la Fisica de Galileo y ello (constituir ese mo- delo) es lo que da lugar a la Revolucién Cientifica. Ten- gamos en cuenta como punto de partida de la R.C. que demostrar no se refiere, como habitualmente se piensa, el aspecto de deducibilidad légica vigente en los siste- mas axiomaticos 0 deductivos en los cuales simplemente se parte de un conjunto especifico de axiomas o proposi- ciones para ir deduciendo otras que, en asocio con las que sirven de punto de partida le dan cuerpo cientifico al area temética respectiva. 3. Pluralismo temdtico. Contenido y unidad de método La variedad temética que se presenta en la experiencia hist6rica debe ser considerada parte integral de su cientificidad y, en consecuencia, no seré tratada en el pre- sente ensayo en abstraccién ni de las relaciones funciona- les ni de su eventual capacidad predictiva, Por eso, una Ciencia Nueva basada en 1a demostraci6n, incluyendo tanto método como variedad tematica, se constituye en una uni- dad holistica. Esta unidad holistica es tan fuerte que, in- clusive si un error lega a ocurrir en una cuestién filol6gica, ello no impide que a través de este error se pueda validar un aspecto filos6fico, simplemente orientando la referen- cia hacia un punto de vista particular temético que sea pertinente. Un ejemplo o Constructo espectfico en su cali- dad de “experimento mental” (o como dicen los tratadistas en inglés un shought experiment) atin cuando nos presente un constructo que no corresponde a una posibilidad de carne y hueso puede servir un propésito siti haciéndonos conscientes de nuestra capacidad de impart inteligibili- dad a una totalidad orgénica. En efecto, puede sugerir en qué direccién, dentro de qué categorfas conviene orientar a mente o los sentimientos con miras a obtener una acti- tud vivencial acertada (cual es el caso con las ensefianzas moralizadoras de los cuentos de hadas en los nifios; o las novelas de Dostowiesky y Flaubert asf como los Ejerci- cios Espirituales de Loyola en los adultos). Ciertos constructos de la literatura, del planeamiento militar y empresarial 0 de la vida espiritual son, por consiguiente, un método de anticipar la realidad igual a como ocurre con cualquier teorfa cientffica que tenga capacidad predictiva. Una vez aclarado el papel psicolégico y de empleo de las facultades creativas y analiticas de la mente en la creacién de escenarios posibles, continuaremos en nuestro tema sin aludir a cuestiones de contenido; con- centrando, eso si, nuestros esfuerzos en identificar los pardmetros epistémicos (la Metafisica de la Mente) que imparten contenido esencial al tema histérico. 4. Bajo el signo del realismo positivista Cualquier intento de establecer un principio de uni- dad en cuanto al concepto de ciencia adoptado por los creadores de la RC, sin tomar en cuenta las salvedades y precisiones hechas arriba, nos expondrfa a un serio ries 0, de ello no me cabe ninguna duda, de extraviarnos en un Laberinto filos6fico, Por la sencilla raz6n de que, en lo que se refiere a la aplicacién de ta demostracién a la experiencia histérica, el asunto es bastante mds abstru- 0 y sutil que cuando teorizamos con algoritmos de céi- cuio y con datos de la intuicién sensorial tomados de la Geometria Euclidea 0 de la Teorfa Gravitacional de ‘Newton. Por otra parte, evitar tales riesgos requiere, por parte de los estudiosos de la Historia de la Ciencia, co- brar plena conciencia que la interpretacién empiricista- realista de la ciencia a que estamos habituados no es, de ninguna manera, la tinica posible no obstante ser, por carencia de una visién critica frente al positivismo, la ‘mas frecuente en nuestros dias por parte de comentaris- tas € historiadores del proceso cientifico. Conviene, en consecuencia, que el lector esté preparado para adoptar, ast sea como mera hipdtesis de trabajo, una nueva inter- pretacién. Interpretacién consistente en asumit que la R.C. se origina en una transformacién de la mente que aun no ha sido formulada, me atreverfa a decir, ni siquie- ra percibida por los eruditos en la materia. Nuestro in- tento de modificar el criterio positivista Humeano con el cual nos es conocido un fenémeno tan importante para nuestra visi6n del Cosmos como la R.C. conlleva, en con- secuencia, superar algunas serias dificultades. Dificultades de cardcter més epistémico que psicolé- gico por cuanto provienen de la complejidad misma de la realidad que nos describe la Ciencia; y no tinicamente del vigor intelectual del estudioso para manipular LASERNA M.; GIAMBATTISTA VICO: UNA NUEVA CIENCIA, LA HISTORIA, (1725) 395 constructos simb6licos. Por otra parte se considera que aceptar alternativas al realismo ingenuo, nos levaria a un idealismo incompatible con el cardcter experimental de la Ciencia Fisica de la modernidad. Por consiguiente, antes de entrar a considerar la aplicacién a datos hist6ri cos de la técnica propia a una ciencia demostrativa, como cuesti6n previa algunos principios y términos prelimina- res deberfan quedar discutidos y definidos: ;Cudl es el lenguaje utilizado en exponer los principios y hechos constitutivos de la experiencia histérica? Evidentemen- te, a lo menos hasta ahora, no ha sido el Lenguaje de las matemdticas empleado por la ciencia Galileana- newtoniana. Ni para el caso concreto histérico (objeto de Ia filologta) como tampoco para la metalengua de esta ciencia (la filosofia), la mente utiliza relaciones funcio- nales y descriptivas tomadas de la experiencia diaria in- dividual. Ya sea en cuanto a las estructuras linguisticas (sintdcticas y semdnticas) que permiten emitir juicios; ya en cuanto al contenido mismo de estos juicios. ‘Tanto en el caso de la experiencia hist6rica particular como de su integracién a una determinada interpretaci6n (econdmica, politica, biogenética, climatica, religiosa, especulativa de la historia, ambas interpretacio- nes estén expresadas en el idioma de la vida diaria. O sea que a diferencia de lo que ocurre con el lenguaje de la Ciencia Fisica, es mediante el empleo de la Sintaxis aristotélica y de una Seméntica correspondiente que al- canzamos visién y perspectiva del fenémeno histérico. Empero, precisamente ese lenguaje cuotidiano propio a Ja visi6n aristotélica es el que debe ser abandonado para producir aquella modificacién de la mente adecuada a la R.C. Credndonos esa capacidad de abarcar y sistemati- zas el area cognitiva que el Siglo XVII llamo Filosofia de la Naturaleza (Philosophy of Nature); y que el actual denomina Filosofia de las Ciencias Naturales con el ani- mo expreso de diferenciarla de las Ciencias det Espiritu. Acatando normas demostrativas de su época ~Galileo y Newton para el Cosmos (Las Dos Ciencias Nuevas de! primero y los célebres Principia del segundo); Harvey para la medicina; Hobbes, para la Sociedad Civil- la posibilidad de convertir en ciencia el relato hist6rico ins- pira al napolitano Giambattista Vico su Ciencia Nueva (C.N.) aparecida en 1725. La tarea viquiana no es trivial. Realizar su propésito no es facil ni en cuanto al método que debe emplearse ni en cuanto al contenido o materia del asunto tratado. Dispone Vico, eso si, de pautas cien- tificas establecidas por los diversos Tratados y Filosofias de la Mente y del Entendimiento caracteristicos de la explosién de talento creativo que ilumina et horizonte intelectual de su época. Explosién de talento que nos lego obras dedicadas a la Filosofia de la Naturaleza cuyo al- cance epistémico en cuanto a método, contenido y fuen- te de inspiracién ha sido falseado por el positivismo dog- ‘mético propio al neo-realismo empiricista conque a par- tir del siglo XIX ha sido expuesto por historiadores y eruditos de la Historia de la Ciencia. En efecto estos {iltimos arrancando con Hume, adoptan el contenido dog- mético en la Iustracién, el cual se sistematiza con el aporte de la logica inductivista de John Stuart Mill para desembocar en el positivismo de inspiracién matemdtica y formalista de Russell, Carnap y el Wittgenstein del Tractatus. Dejamos a un lado, con esta breve alusién al contexto epistémico de la R.C., el antipositivismo de quien aporta a la Ciencia de la Légica las Gnicas adiciones sustancia- les que han tenido lugar desde los tiempos de Aristételes: Gottlob Frege. Olvidemos, en consecuencia, para efec- tos de la presente discusién el neopositivismo de quie- nes, en nuestro siglo, desde Viena y Chicago nos han impuesto las pautas de interpretaci6n de Ja R.C. Regre- semos a la posicién no-positivista que durante tan im- portante periodo del pensamiento cognitivo asume J.B. Vico preocupado por una Ciencia del Relato Hist6rico. Reconstruyamos, con base en los textos, el camino del pensamiento viquiano; ast también iremos captando la tergiversacién que del concepto de cientificidad adopta- do por ta R.C. representa el dogmatismo positivista de nuestro propio siglo XX! La originalidad de la visién ‘viquiana en relacién con la cientificidad, consiste en des- cubrir cOmo aplicar el principio de la demostracién a fe- némenos expresados en el lenguaje de la vida diaria. Para constituir una ciencia es necesario referirla a segmentos de la realidad. En el caso de la historia, la realidad la experimentamos en el contenido esponténeo ¢ intuitivo de la experiencia de la vida cotic 1a; la cual se expresa en el lenguaje comtin y corriente de una comunidad tan- to en cuanto a su contenido como a su forma. 5. Demostracién y comportamiento institucional Una vez el cardcter cientifico de la accién cognitiva adquiere su validaci6n en la actividad demostrativa, la mente Postrenacentista se lanza por el camino de la mo- dernidad el cual la conduce a los amplios horizontes de la creaci6n cientifica: La tarea por realizar consiste, en- tre otras varias, en inventar maneras de aplicar la de- mostracién, el método resolutivo-analitico de Descartes, a contenidos que no sean de tipo matemético. Para el caso de una Ciencia de la Historia, su cardcter de Cien- cia exige determinar cémo encajar el quehacer de la vida diaria dentro de un contexto demostrativo; se deben pre- 396 REV. ACAD. COLOMB. CIENC.: VOL. XXII, NUMERO 88-SEPTIEMBRE DE 1999 cisar aquellas modificaciones de 1a mente que permitan formular relaciones 0 funciones de cardcter histérico. Estas relaciones deben de tener validez intersubjetiva, no obstante describir el comportamiento humano social en términos de comportamiento individual, Empero, se trata de un comportamiento sometido a normas y princi- ios provenientes de modificaciones de la mente que com- portan, precisamente en virtud de su cardcter cultural, ‘un papel institucional significativo. Son las instituciones no el individuo sico-somético, las que nos revelan el fac- tor dominante y permanente de Ia existencia hist6rica. El punto de vista adecuado para entender el proyecto cientifico que se origina en Vico consiste en captar a homo-sapiens en su condicién no sélo social prescrita par el Aristotelismo, sino en la de una sociabilidad sui- generis de animal institucional, Es a través de una di- mensi6n institucional que el ser humano revela tanto su racionalidad como su historicidad. El relato histérico sin un enmarcamiento expresado en cambios traducidos al lenguaje de las instituciones carece de contenido pro- piamente hist6rico. Las grandes personalidades, (los hé- roes de Carlyle) logran imprimir un cardcter personal a la vida institucional, ello no se discute. Las institucio- nes, en consecuencia, debemos concluir, son a la Histo- ria lo que las funciones mateméticas a los parémetros de la Fisica, Parafraseando a Galileo, podemos declarar: “El gran Libro de la Historia estd escrito en el lenguaje de las instituciones". Todo lo que nos da acceso a vivencias humanas esté, necesariamente, plasmado y expresado en la vida de las instituciones. La relacién entre supervivencia de la persona humana ¢ instituciones es, por una parte, descriptiva, y por otra, constitutiva de estructuras universales, de actitudes que expresan “El espfritu de las Instituciones”, no solamente el de las leyes. Grupos étnicos diferentes sometidos a las mismas instituciones, como es el caso de los Estados Unidos, de Suiza 0 de Espafia, adquieren una personali- dad comtin y caracteristica a esa nacionalidad. Poco im- porta que las instituciones lejos de asumir formas puras platénicas adquieran colorido local, presenténdose a nues- ira visi6n actual mimetizadas por causa de las circunstan- ccias de tiempo y lugar vigentes en donde las experimenta- ‘mos empfricamente. Con variaciones semejantes a las que afectan la vida familiar sometida a cambios climéticos 0 de guerra y de paz. Lo que la mente del cientifico del acon- tecer hist6rico inventa es su aspecto ideal, no su forma emptrica particular. Ese es problema del sociélogo y del antropélogo. Las instituciones, en cuanto entidades intermediatrices de comportamiento se integran a estruc- turas geopoliticas y normas de conducta individuales pro- pias al espftitu de los tiempos. Para decirlo en términos modernos: Cumplen un papel de intermediacién entre lo biolbgico, la obediencia ciega del animal al instinto, y lo cultural, Como es el caso de los animales cuando obede- cen un determinismo filogenético en el cual los signos exteriores dan ocasién a un comportamiento propio a cada especie (construir nidos, defender un territorio, cuidar de las crfas ...}; comportamiento el cual exhibe caracteristi- cas muy poco flexibles. 6. Globalismo y determinismo Parte del problema originado por el actual globalismo, proviene de la pretensién de un imperialismo cultural de imponer a las formas institucionales particulares una uni- versalidad producto del imperialismo y de ciertos bienes de consumo, Para mantener la diversidad estén tas liturgias variadas del ceremonial de la Iglesia CatGlica; 0 la necesi- dad de aceptar un Eurocomunismo; o un marxismo para la China diferente al de Rusia. La tecnologfa post-industrial, no obstante, adoptada globalmente va eliminando diferen- cias. Un caso andlogo al de la diversidad idiomatica de los pueblos del Nuevo Mundo en la época anterior al Descu- brimiento, diversidad que tiende a desaparecer ante el avan- ce de un idioma imperialista que arrasa con los lenguajes locales. Como ha ocurrido con las lenguas indfgenas de ‘América del Norte frente al Inglés y, en menor grado, en las del Sur frente, at Castellano. Al no tomar en cuenta la manera cémo el factor filogénetico afecta el comportamiento de los seres hu- manos, surge la tendencia a atribuir diferencias de com- portamiento al capricho personal, a la educacién recibi- da, la mera ocurrencia, o a la suerte de cada persona. En estas circunstancias el acontecer histérico aparece como el campo de conducta opuesto al determinismo de lo filogenético; como la resultante de una conducta del ser humano basada en el libre arbitrio de cada individuo. Un libre arbitrio que necesariamente se ejerce dentro de nor- mas culturales y de conducta ética prescritas por ta cir- cunstancia hist6rica. Recordemos dentro de este tema la célebre frase de Federico el Grande a sus cortesanos: Pensad como os venga en gana... pero obedeced! Evi dentemente, el Prusiano reconocta la existencia del libre albedrio; y, precisamente por creer en la libertad del in- dividuo le pide a éste condicionar patriéticamente sus actos a lo que determine el Estado. Obrar con libertad no implica, como piensan algunos, carecer de méviles para adoptar una decisién sino estar en capacidad de decidir como actuar. Afortunadamente, los seres humanos, no requerimos definir 1a libertad en la teorfa sino ejercerla en la préctica. Sin ofrecer una solucién al dilema que pone libre arbitrio y determinismo biolégico, la ciencia moderna, especialmente la sicologfa y la medicina, apor- LASERNA M.: GIAMBATTISTA VICO: UNA NUEVA CIENCIA, LA HISTORIA, (1725) 397 tan a través de sus investigaciones nuevos y complejos datos a tan perdurable tema, Al introducir una mediacién institucional entre la percepcién sensorial por una parte y el acto cognitive del sujeto que determina la accién voluntaria por otra (voluntad condicionada por elementos sicosomaticos y tribales propios a todo ser humano) Vico establece el es- cenario concreto en que cobra realidad una Historia eter- na ¢ ideal, Dentro de una continuidad institucional que arrancando del paleolitico lega hasta el actual compor- tamiento de homo-sapiens en su etapa post-industrial. Sin la ocurrencia de saltos genéticos que rompan la conti- nuidad entre el presente y las etapas anteriores inspira- das en la sabidurfa poética o la virtud heroica. El instru- mento requerido para captar la demostraci6n de esta con- tinuidad del proceso hist6rico lo suministra la mente (en este caso, la de Giambattista Vico) y su capacidad para inventar o definir (ésta es la induccién propiamente baconiana) las instituciones que vienen a liberarnos, asi sea parcialmente, de la servidumbre filogenética que nos ata a la naturaleza, En nuestra opinion la introduccién de una mediacién institucional la cual fija condiciones al comportamiento del zoon-politikon de Aristételes y la Escolistica es lo que hace posible la cientificidad de la Historia, La Historia ideal y eterna viquiana, en consecuencia, se nos presenta, conceptualmente, estrechamente entre- lazada con la Historia de las Instituciones de cada con- glomerado social en cuanto factores condicionantes de la conducta individual. Factores los cuales hacen posi- ble, sin embargo, un estilo de comportamiento el cual, al wascender el determinismo biolégico, hace que el relato hist6rico de los cronistas e historiadores sea posible. Relato cuya diversidad quiz4s corresponderfa estudiar a Ja Antropologfa Cultural. Relato donde estén relaciona- dos comportamiento individual y forma institucional. Mientras que en la conducta del animal domina lo que lamamos instinto, sin referencia institucional, el ser bu- mano esté capacitado, y solamente él lo esté, para asu- mir un comportamiento hist6rico-cultural que hace posi- ble que se entienda su conducta en un contexto de liber- tad. Cada relato hist6rico testimonia de un nivel de su- 2 Las diferencias visibles de comportamiento entre los seres huma- 1nos y otros animales sociales, (perteneciendo ala dltima categorfa tuna vasta diversidad de mamiferos, pijaros, peces y de manera pparadigmética los insectos sociales) quizhs se origine en que estos ‘timos aunque sociales carecen de instituciones que expresen “una ‘modificacion de la mente” (su estructura filogenética condiciona el comportamiento, el cual carece totalmente de flexibilidad). pervivencia mas allé de lo puramente bioldgico. Este “mds allé de lo bioldgico” impregna su identidad histérica- cultural. 7. Las instituciones y la historia Una vez tal principio de supervivencia histérica que- da establecido, las coordenadas que permiten una des- cripcién del comportamiento en el cual se origina fa cientificidad, estén suministradas por algunas institucio- nes especificas de carfcter ideal y eterno. Frente a éstas, todas las otras adquieren carécter de instituciones deri- vadas (superestructuras) y dependen, en cuanto a su inte- ligibitidad, en ser captadas por el Entendimiento ante el cual exhiben un cardcter original. Como resultado del descubrimiento viquiano de las instituciones ideales/eter- nas constitutivas del escenario en que se ejerce el libre albedrfo surgen, para su Nueva Ciencia resultados signi- ficativos A. El dilema de un destino ciego, 0 uno en el cual la circunstancia fortuita (buena y mala suerte) determina el ‘comportamiento humano, queda superado. B. La posibilidad de un cambio hist6rico sometido a un sistema de primeros principios y axiomas, permitien- do interpolaciones hacia el pasado y el futuro andlogas a aquellas que se pueden hacer en Geologfa o en Astrono- mfa, obtiene un estatus y una validez fundamentada en el método mismo de la ciencia. (Teorfas como la del Si glo XVIII sobre el progreso indefinido; o la del XX de la sociedad sin clases; 0 la de una democratizaci6n del po- der politico) C. La Filologfa, con la totalidad de las ciencias cul- turales, se convierte en un instrumento capaz de recons- truir el pasado institucional de 1a humanidad en tanto que expresiones surgidas de modificaciones de la mente, condicionadas, sin embargo, por las instituciones definitorias de la infraestructura. D. Todo lo expuesto, hasta ahora, por nosotros consti- tuye tema de la Secci6n IV de la N.C. viquiana en donde bajo el subtitulo “En cuanto al Método”, se nos dice: “338. Para completar el establecimiento de los principios que han sido adoptados para esta ciencia, nos resta discutir en este primer libro el método que debe seguirse... El cual debe empezar donde empieza su propio tema... Por consi- ‘guiente, debemos remontarnos al pasado con tos fildlogos y extraer estos principios de tas piedras de Deucalidn y Pirra; de las rocas de Anfién, de aquellos hombres que salieron de los surcos de Cadmus 0 del duro nogal de Virgilio". En cuanto a los fildsofos, “(el método)... debe- ‘mos obtenerlo de los sapos de Epicuro, de las cigalas de 398 REV.ACAD. COLOMB, CIENC:: VOL, XXIII, NUMERO 88-SEPTIEMBRE DE 1999 Hobbes, o de los hombres primitivos de Grocio; de aque- Hos hombres que fueron arrojados a este mundo sin pro- teccién o ayuda de Dios... grandes y salvajes como esos Gigantes que llamamos Pies Enormes... “Es en el ambiente de estos origenes cargados de mito que las instituciones que adquirieron dominio sobre estos hombres salvajes pri- ‘mero cobraron forma. “A fin de descubrir la manera en que los primeros pensamientos humanos surgen en el mun- do de los gentiles... se requiere partir de alguna nocion de Dios, atin de la que tiene el hombre mas primitivo, salvaje y monstruoso... Ese hombre, catdo en la desesperacién frente a los acontecimientos de la naturaleza, requiere de algo que lo venga a salvar” (CN, 338-39), De qué mane- . aplicando qué principio, de tales experiencias de la pre- historia hemos de obtener conocimiento en cuanto al mé- todo a emplear, para entender la Ciencia del Relato Hist6- rico, Vico no nos dice nada que nos aclare el asunto. Con estas afirmaciones anticipa Vico algunos aspec- tos de Ja mentalidad que tienen los modernos y que po- demos llamar “Biologia de la Religién”. En ella se le atribuyen diversas funciones a la religi6n tales como: Liberar al hombre de la sujecién al determinismo natu- ral, e! cual es ciego. Lo cual tiende a promover su super- vivencia institucional. Dar comienzo al proceso de cam- bio (el proceso hist6rico que propiamente dicho es dife- rente a la “historia natural”) basado en las modificacio- nes de la mente. A través de tal demostracién del esce- nario histérico en que se desarrolla el teatro que podria- ‘mos lamar “la historia del animal humano” esta siendo presentado y empieza a ser activado tanto por la natura- leza de la mente humana como por la divina providencia (@l autor de Ia misma obra teatral)’, ‘Visto desde una perspectiva post-industrial percibimos que la forma viquiana de convertir la Historia en Ciencia se apoya en principios y valores provenientes de un subfondo ‘gndstico. Empero, lo que tiene mayor significado para ad- quirir status cientifico proviene de estar de acuerdo con la Ezologia o ciencia de la conducta biolégica de nuestra pro- pia época; es decir, con una interpretacién filogenética del comportamiento de homo-sapiens segiin la cual el genoma transmite no solamente caracteristicas sométicas sino au- ténticos programas 0 complejos de comportamiento. ;De esta manera se salvan no sélo las apariencias... sino tam- bién las diferencias!. Este es un resultado que no podemos 3 La obra de teatro, escrite porel norteamericano Thornton Wilder, Naniada La piel de nuestros dientes, (By the skin of our teeth) tam bién se ocupa de reconstruir Ia historia de la humanidad desde sus origenes. Al desplegaren esto una mentalidad viquiana, no pienso ‘que Wilder haya estado influido por Vico. dejar de admirar ya que establece una conciliacién con reinterpretaciGn de las relaciones que pueden existir entre la religién y la ciencia. Es mds, expertos en la RC han ano- tado que Vico aplica el principio analitico asociado con et método geométrico analizado por Descartes en su Respues- ta.a la Segunda Serie de Objeciones formuladas a sus Medi- taciones Metafisicas, mencionado arriba. 8. Historia emptrica y cientificidad El contraste de Ja visién viquiana con la manera em- pirica de mirar la Historia consiste en que la visién em- pirica describe de manera dispersa eventos que no rela- ciona unos con otros. La visidn empirica tampoco ofrece principios de interpretacién capaces de introducir orden y coherencia en el pluralismo de los hechos; ni relacio- ina los eventos particulares con las instituciones en una estructura ideal y eterna. Estructura la cual por necesi- dad deberia de dar cuenta del cambio; de un cambio que exhiba un visible grado de coherencia. Una identidad dentro de la diversidad. Al enfrentarnos con una Historia ideal y eterna, nuestra busqueda de eventos que confir- men o desaprueben esta visi6n no s6lo esté permitida sino que se convierte en una necesidad. De lo contrario Ia re- ferencia empfrica requerida por la ciencia demostrativa ‘quedaria sin contenido al igual que las condiciones para una falsificaci6n de la teorfa. Por la simple razén de que la Historia mas que forma es una materia cuyo contenido est4 dado por nuestra experiencia del mundo’ Para el caso de la Historia ocurre lo mismo que al establecer la nocién de una ciencia demostrativa: Esta ha sido interpretada cuando se aplica al andlisis y enten- dimiento de lo que significa la invenci6n, por parte de Vico, de la Historia como una ciencia demostrativa; en Ja cual la separaci6n del qué del cémo debe mantenerse ‘F Ena raisme forma una teorta que relacione los elementos de nues- {ro sistema planetario ha predeterminado el objeto cuyo compor tamientoesté llamado a explicaro sistematizar: Precisamente nues- ‘fo Sistema Solar, De esta manera una teoria y su capacidad predictiva se aplican aun objeto concreto el cual ha sido bien iden tificado. El universo histérico constituye un dato dea experiencia ‘en el mismo sentido en que lo es el universo fisico. La diferencia cconsiste en el hecho de que el estar dado de ninguna manera ex- cluye que sea la expresién de una modificacién de la mente la cual, fen consecuencia, puede ser entendida en su totaidad por la mente ‘misma al tratarse de una creacidn y un desarrollo de Ia naturaleza hhumana... la cual es a su vez, creaciéa de la Divina Providencis La divinidad tiene en su poder el plan maestro de cémo los asun- tos de la historia mundial van a desarrollarse. El hombre en ver~ dad crea pero no a través de sus prop6sitos personales. El actiaen cel drama hist6rico, debemos admitirio, pero é1 no eseribi6 el texto de la obra, Y tampoco esta dirigiendo a quienes se desempefan ‘como actores en esa aba LASERNA M.: GIAMBATTISTA VICO: UNA NUEVA CIENCIA, LA HISTORIA, (1725) 399 en relacién con Jo que estamos tratando de probar a tra- vés de nuestra argumentaci6n. La Historia debe convertirse en ciencia. Una forma del saber en la cual el experimento sea uno de sus elementos constitutivos en cuanto saber cientifico. Sin embargo, no puede ser ciencia en una forma completamente esponté- nea, ingenua 0 de observacién sensorial que sirva como instrumento a leyes obtenibles por induccidn enumerativa, Lo cual, para efectos de las teorfas de la actualidad, signi- fica que un modelo teérico debe ser inventado (demostra- do) convirtiéndose en guia a las observaciones en busca de una evidencia que le asigne una validacién apropiada. Ello permitirfa al historiador clasificar historias locales y parciales especificas como casos particulares de una eterna e ideal nica, El modelo debe tener significado operativo en relacidn con los eventos histéricos. Este sig- nificado operacional es la raz6n para que se recurra a in- formacién especffica proveniente de las ciencias particu- lares que cubren el drea de la existencia historica tal y como nos han ensefiado la Filologéa, la Arqueologfa y otras disciplinas. En las palabras de Leén Pompa, un notable experto en Vico: “Una aceptable explicacién del método de Vico deberfa, por tanto, mostrar que era un método para introducir en la Historia principios cientificos, y es con tal propésito que deben entenderse las observaciones que hace Vico mismo”. Esta consideracién postula una re- lacién entre principios demostrados y los hechos histéri- cos a efecto de que “a la teorta filoséfica se le asigne una aplicabilidad particular con referencia a la Historia, mien- tras que ésta debe convertirse en una ciencia en cuanto sea realizable de acuerdo con una teoria filosdfica sufi- cientemente sélida”* Vico, conscientemente y en forma directa aplica el criterio de cientificidad, es decir, de un conocimiento demostrativo inherente en la metafisica de la mente tal Pompa, Leén: Un estudio de la Ciencia Nueva, Pag. 84 Cambridge, University Press, 1990. ‘A fin de tomar conciencia del racionalismo experimental y los cam- bios que introduce (enfrentado al empicismo sensorial) el signi

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