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Boletin del Instituto de Historia Argentina y Americana “Dr, Emilio Ravignani” Tercera serie, mums. 16 y 17, 2 semestee de 1997 y 1" de 1998 ESTADISTICA CENSAL Y CONSTRUCCION DE LA NACION. EL CASO ARGENTINO, 1869-1914* HERNAN OTERO** Dondequiera que miremos, no vemos o:ra co- sa que a nosotros mismos GEORG LICHTENBERG, Aforismos, siglo XVII 1, INTRODUCCION Durante el siglo Xix tiene lugar en fa Argentina el doble proceso de construcciér. de la Nacién y del Estado. Los estudios del primero de estos temas priorizaron, a justo titu- lo, el papel desempefiado por los inteleciuales en los proyectos de pals que comenza- ron a gestarse después de 1810 y muy especialmente tras la caida de Rosas; més recientemente, los investigadores centraron su atencién en los instrumentos utilizados por el Estado para el desarrollo de una tarea que se hacia més imperiosa a medida que el vertiginoso crecimiento econémico y la llegada masiva de inmigrantes europeos des- dibujaban los rasgos pacientemente establecidos durante el régimen sociodemografico colonial: cl desarrollo de un magnifico sistema de educacién formal, la creacién —ini- ciada tempranamente pero acentuada por las necesidades de la hora— de una retérica patridtica a través de fiestas y conmemoraciones. simbélicas,' 0 el establecimiento del * EL presente texto forma parte de una investigacién mayor sobre Ia estadistica censal argentina de 1a segunda mitad del siglo x1x. Deseo expresar mi agradecimiento a E. Miguez, M. Argeri, M. Bjerg y H. Gonziiez Bollo por sus comentarios a una versién previa de} trabajo. También @ los arbitros andnimos cu. yas observaciones fueron de gran utilidad. 7 IEHS-UNCBA, CEMLA, CONICET, ' Sobre este particular. véase L. Bertoni. “Construir la nacionalidad: héroes, estatuas y fiestas pa- arias, 1887-1891", en Bolenin del lustituro Raviynani, atm. 5, septiembre, 1992; L.. Bertoni, “Nacionalidad ¥y cosmopolitismo. Las escuelas primartas y un debate sobre el futuro de ta Argentina de fin de siglo”, en 1V Jornadas sobre Colectividades en ta Argentine, Buenos Aires, 1993. 123 servicio militar obligatorio, por citar solamente los mecanismos més conocides. La ac- cin del Estado, sin ensbargo, no se redujo a esos instrumentos principales ya que, en diverso grado, todas las instancias administrativas contribuyeron al movimiento eultu- ral de la constituciGn de la Nacién2 que el positivismo encarnara como cornente men- (al dominante durante las decisivas tres décadas que preceden al Centenaric El objetivo del presente texto es acercarnos al papel desempeftado por una de esas instituciones, ef sistema estadistico nacional, mediante el andlisis de su instrumento privilegiado de observacidn: los censos nacionales de poblacién del periodo. 1869- 1914, Partiremos de la premisa, ya analizida para otros contextos,? segtin fa cual el aparato estadistico actus definiendo matrices mentales y discursivas que desempeiia- ron un papel simbélico importante en ia creacién y difusién de una determinada ima- gen de la sociedad y de la Naci6n, Naturalmente, en virtud de su ambito relativamente limitado de circulacién* y de su canalizacién a través de un lenguaje dual —tanto ciemtitico como administrative—, la creacién simbélica de la Naci6n operada por los censos efercié una influencia menor (pero de importancia creciente en el largo plazo a través de su influjo como fuente primordial de los andlisis histéricos) que aquellos mecanismos que, como el sistema educativo, actuaron directamente sobre la identidad de Jos individuos. Esta limitante desaparece si, como en el presente texto, os objeti- vos centrales de la indagacién se orientan al andlisis de la matriz intelectual subyacen- te en los censos y de los efectos que en las interpretaciones censales tuvo la eleccién de determinadas formas de medir y de pensar el proc so social argentino, 1.1. Demografta, estadistica y Nacién La estadistica es la historia en reposo, la historia es la estadistica en movimiento. LUDWIG VON SCHLOZER, Traité de la Statistique, 1804 Uno de los cambios fundamentales operados en Los estados europeos durante el siglo XIX fuc el desarrollo de sistemas estadisticos universales y centralizados. La centra- lizacidn de la actividad estadistica (anto en la concepcién global de los disehos co- 20, Tenin, Positivisme y Nacidn en la Argentina, Buenos Aires, Puntosut, 1987. > En panicular véase H. Le Bras, “La Statistique Générale de la France’, en P. Nora (dir). Les flew de la mémwire, Patis, Gallimard, torne 1), 1988; cl tratamiento sugerente pero escasamente desarollado rea Neado por B. Anderson en Comunidades imaginarias. Reflexiones subre et origen y la difusiéa det navio- nalismo, Méxivo, Fondo de Cultura Econdmica, 1891: y la mas ceciente compitacién de F. Ronsin, H. Le Bras y E. Zucker Rouvillois. Démographie et palttique, Editions Universitaires de Dijon, 1997. Una primera aproximacin al dificil problema de la circulacién de la produccidn estadistica, en V. Secreto, “Censos; modelo para amar Los censos argentinos entre 1881 y 1914", en XV Jornadas de His- toria Ecanémica, UNCPBA. Tandil, 9-10 de septiembre de 1996. 124 mo en Ia ejecucidn simultinea de las operaciones y en Ia interpretavign de los resul- tados) permiti6 responder a las demandas de informacién requeridas por la coniple- jJizacisn operada en todos los planos de fa vida social y econémica. Estadisticas sobre Comercio. transportes, crimenes, actividades econdmicas, educacién, mortalidad, po- blacién, inmigracién, ete.. suministraron al Estado clementos para orientar sus poli ticas pablivas en momentos en que el positivismo reinante permitia creer, con un optimismo no exento de esporddivas incertidumbres. en la posibilidad de un ejerci- cio cientifico de tos poderes publicos. En este lima de ideas, 1a estadistica estuvo Hamada a desempefiar un papel fundamental en fa imagen que los estados dicron de sf misinos y de las poblaciones dindmicas y heterogéneas que albergaban en sus tron teras. Desde entonces, la produccidn de insumos informacionales para la elaboracién de politicas puiblicas y la caracterizacién exhaustiva de la “riqueza material y moral” de la Nacin habrian de constituir tos rasgos esenciales de la actividad estadistica en contraposiciGn con el alcance, limitadamente fiscal y militar. de Ja tradicién protoes- tadistica del Ancien Régime. La funcidn del aparato estadistico de contribuir a la constitucidn de la idea nacio- nal no fue por cierto exclusiva del caso argentino sino que constituys un rasgo gene- ralizado del pensamiento estadistico decimondnico, como lo muestran los casos de Francia, Italia y Estados Unidos, por citar solamente los paises que ejereieron mayor influencia en Ia experiencia censal argentina.* La estadistica pasard a ser, desde en- tonces, un formidable instrumento en el desarrollo de una representaci6n general del pueblo y de la nacién mediante la doble operacién de autoidentificacién colectiva de cada pais y de diferenciacién/comparacién con los demas estados y naciones del pla- neta percibidos, de manera mas o menos explicita, como peldafios de una escala j rarquica y —al menos durante el siglo xIx— evolutiva. Ahora bien, si es cierto que la Nacion es una construccién intelectual realizada a partir de un conjunto complejo y multifacético de simbolos y de creencias producto de un pasado historico, parcialmente real y parcialmente “imaginaria” (en cl sentido metafdrico que da Anderson a esta expresién), no es menos cierto también que resul- (a de la imagen construida a partir de personas coneretas, portadoras de caracterist cas distintivas, que se corresponden con lo que habitualmente denominama poblacién, Por esta razén, la demografia, en tanto ciencia que estudia los rasgos ba- sicos de la poblacién, se convirtié —especialmente en su decisivo periodo de forma- cidn come disciplina, durante la segunda mitad del siglo xIX— en un campo intelectual crucial para la definicidn de la Nacién. Por esta via, el aparato estadisti- co, en tanto instrumento oficial de observacién de una poblaciGn definida por deter- minados “criterios de pertenencia” (en parte comunes, en parte aut6nomos de los que * Afortunadamente, la bibliografia sobre estos temas ha ido ereciendo en los tltimos atios. Introdue- ciones esclarecedoras sobre algunos aspectos de los casos nacionales mencionados pueden verse en H. Le Bras, "La statistique...”; D. Marucco, L'amministracione della statistica neil’ alia unita, Roma, Editor Laterza, 1996: W. Alonso y P. Starr (eds.), The Politics of Numbers, Nueva York, Russel Sage, 1987 125 en la sociedad determinan las formas de identidad individuales y colectivas), fue la instituci6n clave que ligé indisolublemente a la demogratfa y a la Naci6n durante el siglo XIX y que, segiin la bella ¢ ingenua formula del padre de la Staatenkunde ale~ mana que nos sirve de epigrafe, permitfa pensar a la estadistica como un precipitado natural de la historia 1.2. Cadena estadistica e ideologia censal El censo sera un espejo de limpida luna, en el cual el pueblo argentino se con- templard a si mismo, sorprendido ante el especticulo de su propia grandeza, ApOLro Davia, Tercer Censo.... toma 1, p. 478 Los criterios de pertenencia que permitian definir y contabilizar la poblacion eran nu- merosos, especiamente en paises como la Argentina en los que la preexistencia de poblacién india, la incorporacin forzada de poblacién negra y el cardcter aluvional del poblamiento migratorio dieron lugar a un conjunto demognifico dindmico y hete- rogéneo. Indagar las bases a partir de las cuales se definié la poblacién det actual tervitorio argentino implica analizar el papel que el aparato censal adjudicé a la na- cionalidad, la raza, cl color y el territorio de origen, criterivs que en la époce distaban de tener la evidencia que tienen hoy, después de que los sistemas estadisticos hicie- ran “naturales” determinadas categorfas de pensamiento en la materia® El punto de partida obligado de la indagacién lo constituye la afirmacién —mu- chas veces reiterada para el contexto hispanoamericano—’ segiin la cual los releva- Las complejas y no resueltas discusiones del Congrés International de Statistique durante el teroer ‘cuarto del siglo pasado, relativas.a la posibilidad de establecer eriterios internacionales unificados para me dir la nacionalidad, son el mejor ejemplo de la inexistencia de categorfas “naturales” y del notable margen de autonomia que (uvieron los estados para definir soluciones propias a cada caso nacional. Sobre el par- ticular véase M. Labbe, “Le projet d'une statistique des nationalités discuté dans les sessions du Congres International de Statistique (4853-1876)" en F. Ronsin et al. Démographie .. 7 Por citar solamente algunos ejemplos: N. Sanchez Albomoz, Lat poblaciéin de América atin, des de tos tiempos precolombinos al aiio 2000, Madrid, Alianza, 1994 (pp. 33-36); C. Aranovich y D. Gonza- les, “La poblacidn”, en Chiozza, E, (dir). EI pats de los argentinas. Buenos Aires. CEAL, tom i, 1975, y. para Méaico, G, Aguirre Beltran, La poblacidn negra de México, 1519-1810, México, 1972. Una excer cidn imeresante To constituye el caso canadiense cuyos censos nacionales tuvieron en cuenta categorias nicas (indios y esquimnales) a partir de 1871, Véase L.O. Stone, A. J, Sigener (ed.), Population of Canada. A Review of the Recent Patterns and Trends, CICRED, 1974 126 mientos estadisticos decimondnicos tendieron a suprimir de sus formularios ceasales. preguntas como el color de las personas, que pudieran remilir a las oprobioszs dis Ginciones raciales del pasado colonial. Siguiendo esta tesis, el abandono en los cen- sos nacionales de una paleta policromatica® no fue solamente el producto de Ta creciente mestizacién y de 1a consecuente reduecidn de las distancias rclativas entre grupos étnicos producida en las seis decisivas décadas que siguen a la Independen- cia, sino sobre todo del cambio en fa percepeidn de la sociedad operade con la irrup- cidn del fiberalismo y det principio de igualdad ante la ley plasmado en las constituciones nacionales. En sede estadistica, dicho principio supuso la traduccién —ciertamente revolucionaria— de una grilla socioétnica heredera de la tradiciin es- (amental de las soviedades del Ancien Régime a una lectura politica basada en e. prin- cipio universal de ciudadania y en la adopeidn de ta “nacionalidad” como criterio Unico de definicién de las personas. La progresiva utilizaciéin de los individuns co- mo unidades de anilisis principales —aunque no excluyentes— y la casi nula aten- cidn otorgada a Ja ilegitimidad (a la que desde luego no es ajena la reaccién liberal y anticlerical al uso de categorias de origen eclesiastico) apuntan en igual sentido. Sin embargo, la modificacién operada en los cuestionarios censales por influen- cia de los principios liberales no se (radujo en todos los casos en la consideracién igualitaria de los componentes demograficos que habrian de constituir la nueva Na- cidn. Por el contrario, la adopeién de una grilla no discriminante en el plano matri- cial (relevamiento y cuantificacién de los datos) convivié con una lectura jerérquica y evolucionista en el plano discursive (comentarios e interpretaciones de los datos). Partiendo de estas consideraciones, analizaremos en las secciones que siguen et tatamicnto que cl aparato estadistico dio a los diferentes grupos étnicos que com- pusieron la poblacién argentina (indios, negros ¢ inmigrantes), centréndonos priori tariamente en las categorias de andfisis utilizadas por los censistas. Se parte del presupuesto de que cl anilisis conjunto de estas tres poblaciones —cuya eleccién como grupos de referencia es propuesta por los propios censistas— permite detec- tar rasgos hasicos del pensamicnto censal de dificil percepeién cuando se los anali- 2a separadamente. EL andlisis se concentrard en las categorias, en los valores estadisticos utilizados para medirlas y en las consecuencias que en cl plano interpretativo tuvo el uso o la supresién de determinados valores. Para mayor claridad, tomaremos como base una exposicin simplificada del concepto de cadena estadistica,? reteniendo tres eslabo- nes principales del proceso: 1°) la relacién empadronado/empadronador en el mo- mento del censo; 2°) la seleccién de categorias y la realizacién de cruces 0 tabulados ® Como es sabido, los padrones coloniaies distinguieron una variada gama de posibilidades soviogt- nicas: blancos, negros. indios. mulatos, zambos, mestizos, pardos. etc. Sobre estas fuentes véase C. Arretx, R. Mellafe y J, Somoza, Demografia histirica en América Latina, Fuentes y métodas, Santiago de Chile, CELADE, 1983, 4 Sobre este concepto y sus implicancias véase D. Merllié, “La construction statistique’, en P. Champagne, R. Lenoir, D. Merllig, L. Pinto, Initiation d la pratique sociologique, Paris, Dunod, 1989. 127 y 3°) la interpretacidn discursiva final de los datos. Aunque se hardn referencias al primero de ellos, el peso de la argumentacién recaera en los dos tiitimos eslabones El émbito de estudio sera el de los tres primeros census nacionales de poblacién (1869, 1895 y 1914)'° en los que. mas alld de diferencias puntuales, es posible de- tectar una continuidad de concepcidn en aspectos esenciales del tema que nos ocupa. En efecto, el caracter oficial de los censos, la impronta medicionisla, estandarizada y conservadora!! propia de todo sistema estadistico, la existencia de cierta unidad pa- radigmatica y la continuidad de equipos técnicos'” permiten un andlisis de conjunto de un periodo histérico que, por otra parte, se caracteriz6 por la existencia de un fuer- te “comsenso ideolégico”." Desde luego, una lectura orientada hacia los estadisticos en tanto campo politico-intelectual o hacia las relaciones del sistema estadistico con las complejas fases del proceso de formacién del Estado, podria mostrar mayores "© Repiiblica Argentina, Primer Censo de ta Repiiblica Argentina, verificado los dias 15, 46 y VT de setiemnbre de 1869, Buenos Aires, Imprenta del Porvenir, 1872; Repablica Argentina, Segunco Censu de la Repiiblica Argentina, mayo 10 de 1895, Buenos Aires, Taller Tipografico de la Penitenciaria Nacional, 2 tomos, Buenos Aires, 1898; Republica Argentina, Terver Cense Nacional levantada el 1° de junio de 1914, Talleres Grificos de L. 5. Rosso y Cia., 10 tomos, Buenos Aires. 1916, "La impronta estandarizads y conservadora obedece a dos tipos bisicos de racionatilad, Por un lado, La racionalidad organizacionat de la repanicién encargada de! disefio censal, que prioriza la con- veniencia de la repeticidn por encima de la innovacidn, principalmente por razones de costo econémi- 9, ¥, por otro, tna racionalidad académnica, basada en la necesidad de obtener informacisn comparable a lo largo del tiempo, Por esta ra76n, puede sostenerse. com Jo hace Goldstein, que la “contradiccién inherente a los métodos estadisticos —que buscan conservar su comparabilidad en el tiempo pero adap- tandose a la realidad cambiante que pretenden representar—~ les confiere una tendencia inevitablemen- te conservadora” cuyo efecto mas significative es el de “subestimar la volatilidad idealsgica” del sistema, proporcionando una imagen falsumente cristalizada del debate social que le die origen. J. Goldstein, Au dedans du dehurs: Une reconstruction typologique de l'étranger va du Japén, Mémoire de DEA, LDI-EHESS, Paris, 1990. Este problema, gravisimo para un estudio de las instituciones y del campo de fos estadisticos, reviste escasa importancia cuando el objetivo central consiste, como aqui, en analizar precisamente las formas y los efectos (tanto en términos de coherencia interna come para el de- bate sociat) de dicha eristalizacién "2 Los principales cuadros técnicos que participaron del armado de tos censos nacionales de po- blacisn fueron Diego G. De la Fuente (superintendente del Primer Censo Nacional, director del Cen- so de la Provincia de Buenos Aires de 1881, presidente de la Comisién det Censo de 1895), Gabriel Carrasco (director del Censo de la Provincia de Santa Fe de 1887; vocal de Ia Comision del Censo de $895); Alberto B, Martinez (miembro de ta Comisién del Censo de Capital Federal de 1887: director del Censo de Cérdoba de 1890; vocal de la Comision det Censo de 1895; presidente de la Comision del Tercer Censo Nacional) y Francisco Latzina (director del Censo de la Capital Federal dz 1887, vo- cal de la Comisién del Tercer Censo Nacional). Las tareas mencionadas son sélo un ejemplo de las principales y polifacéticas actividades desempeftadas por los censistas. Los equipos técnicas, y con ellos algunas concepciones sobre la estadistica, cambian después del periodo analizado como lo ha mostrado recientemente H. Gonzalez Bolla, “Apuntes sobre 1a historia de Ia estadistica sccial en Ar- gentina: Jos inicios de la demografia, 1882-1925", en XV dornadas de Historia Beondmica, Tandil, 9- 10 de septiembre 1996. "Ch. Hale, “Ideas politicas y sociales en América Latina, 1870-1930", en L, Bethell. (ed)... Histo- ria de América Latina, Barcelona, Critica, vol, 8, 1991 128 cambios que los que aqul se presentan; sin embargo, por las razones apuntadas, di- chos cambios no se trasladaron de modo significativa a los censos en tanto instru- mentos de observacién del Estado, lo que autoriza a enfatizar 1a continuidad puradigmética del periodo En funcidn del recorte propuesto, el énfasis del estudio recae en las categorfas de anilisis de los censos y en los efectos de éstas sobre las interpretaciones, mis que en los propios vensistas. Debe destacarse asimismo que partimas de una concepeién de la ideologia censal que no se limita a las aspectos racionales y volilivos sino que, co- mo en la historia de las mentalidades, analiza las concepeiones resultantes de las ca- tegorias de andlisis con independencia de los fines conscientemente perseguidos por los actores sociales. 2, EL ENEMIGO MAS DEBIL El vicjo asunto de los indios. no es tal cuestidn de in- dios, es cuestidn de DEStERTO [sic|. El indio arjentino, por sf, es tal ver el enemigo mas débil y menos temi- ble de la civilizacién; barbaro, supersticioso, vicioso, desnudo, tiene hasta un enemigo en el arma que lleva Suprimidle del todo, pero dejando el desierto, y ten- dreis en seguida que ocupan su puesto y Ie reemplazan doscientos gauchos, sobrado numerosos y_atrevidos para poner en alarma las fronteras de 1a mitad de los estados, y tener en jaque y a raya unos cuatro o cinco mil veteranos. Y al contrario: suprimid ef desierto: este Uesierto que por todas partes se entromele y nos com- prende, ligéndonos casi con las oritlas de las ciudades, y el indio, como el montonero, desaparecerin sin mis esfuerzo {...] DIEGO DE LA PUENTE, Primer Censo..., pp. IV-LY Junto con la poblacién de color y la inmigrante europea, la poblacién indigena fue uno de los componentes basicos de la historia demogréfica del actual pais de los ar- gentinos. Tomados los tres grupos como un conjunto nico, la armazén censal de- finida por el sistema estadistico determiné una lectura del proceso social argentino que habrfa de conducir a la exaltacidn del papel desempefiado por los inmigrantes y ala licuacién de la presencia de indios y negros. En este marco general, la supre- sién del indio tras la Campafia al Desierto del general Roca cn 1879 fue precedi- da y acompafiada por una operacién de desaparicién estadistica originada tanto en 129 la supresién de Jas preguntas sobre raza y color, propias de la grifla colonial, co- mo en las orientaciones ideolégicas dominantes en Ia elite intelectual y en el sis- tema censal. Hacia (869 una enorme porcién del territorio se hallaba fuera del contol del F: tado nacional que mantenfa una frontera mévil y conflictiva con las tribus de indios no sometidos. A pesar de que el relevamiento censal de ostas poblaciones en guerra con la sociedad blanca escapaba en buena medida a las posibilidades reales det Esta- do, los indios fueron evaluados por los censistas en 1869 y 1895 y parcialmente cen- sados en 1914.4 Mas alla del cardcter hipotético de dichos informes (sobre todo en lo relativo a Jos aspectos cuantitativos), importa destacar que los realizados en 1869 se limita- ron a la evaluacién del mimero total de indios con el fin explicito de estimar la po- blacién militarmente activa. El valor estratégico de la informacion demografica de Jos pueblos indigenas se vio reforzade por el hecho practico de que la misma fue- ra levantada, a diferencia de la del resto de la poblacidn, por los comandantes y je- fes militares de la frontera.!> Por esta razdn, desde cl punto de vista técnico las operaciones estadisticas de 1869 y 1895 constituyen censos solamente para el caso de la poblacién de los territorios controlados por el Estado (principal pero no ex- clusivamente blanea) y s6lo estimaciones en lo que sc refiere a 1a poblacién de los territorios no controlados (principal pero no exclusivamente ind{gena). Ex 1914 se asiste a una situacién intermedia, ya que una parte de la poblacién india es censa- da y el resto estimnada La diferencia en la calidad de la informacién estadistica producida ne obedec' exclusivamente a las dificultades técnicas —ciertamente enormes— de contar al “enemigo mas débil” sino que encuentra su [6gica fundante en las concepciones so- bre ef indio que prevalecian en la sociedad blanca. La composicién por edad y por sexos de la poblacién india constituye un ejemplo paradigmatico a este reszecto, co- mo lo ilustra la descripcién de los indios de La Pampa hacia 1869 (patron de descrip- én que con muy ligeras variantes se repite en casi todos los grupos indigenas de la epoca): Jos caciques Cafiumil y Juanpicliun [cuentan] el primero con ciento cincuenta lanzas, G hombres de guerra, que hacen suponer un total de setecicntos cincuenta individuos, por todo; el segundo con ciento sesenta lanzas hombres de guerra, con unos ocho- ccientos individuos. Por toda esta agrapacién mil quinientos cincuenta habitantes.'* 8 Dichas estimactones son presentadas para cada provincia y territorio nacional en el censo de 1869 y, de manera mds escueta y para el total del pais, en 1895 y 1914. 18 Instrucciones de Ia Superintendencia de! Censo, Primer ces... p. 708. \ Primer Censo.... p. 613. Si bien De la Fuente no consigna el modo de cdlculo de fa poblacisn in- digena es evidente que resulta de multiplicar el mimere de lanzas u hombres de guerra por un Factor, mas ‘0 menos constante, de 40 S personas por guerrero. Lamentablemente, tampoco explicita céme fue calcu- lado el mémero de lanzas. 130 Los indios, que no son distinguidos a partir de su composicién sexual ni de su estruc- tura de edades, constituyen un colectivo indiferenciado, identificado Gnicamente a partir de su capacidad militar y de su condicién de enemigo real o potencial. Otros aspectos de la presencia indigena en los censos resultan igualmente rele- vantes. En primer lugar, se destaca la ausencia sintomatica de toda definicion expli- cita de dicha poblacién. Contrariamente a una definicién sociocultural (cualquiera hubiera sido ésta), el concepto de indio reviste para los censistas una connotacién ex- clusivamonte jurfdica y, a fortiori, esencialmente politica. En la légica censal, indio es aquel que habita cn el “desierto” y que, por tanto, escapa a todo control del Esta- do. La homologacién rapida entre “indio”, “gaucho” y “montonero” hecha por De La Fuente es particularmente ilustrativa de la fundamentacién politico-territorial que maneja la estadistica de la época. Esta delimitacién restrictiva y artificial no consti- tuia Gnicamente una descripcién legalista'? de la socicdad argentina sino que cra al mismo tiompo una prolongacién légica de fa antinomia sarmicntina cntre “civiliza- cidn” y “barbarie” y de Ja distincidn “cientifica” entre pueblos segtin niveles de civi- lizacién que, iniciada por cl romanticismo, sera continuada por eb pensamiento positivista.!® La asociacién con ¢] desierto ¢s el elemento central de definicién de la poblacién indigena pero en modo alguno serd el nico. La religiGn constituye otra forma de cla- sificar a la poblacién del territorio, como lo muestran de modo ejemplar los cuadros censales en los que la clasificacién juridica empleada es reforzada mediante la dico- tom/a “cristianos ¢ indios”," altamente evocativa de una largufsima tradicidn etno- céntrica de opasicién/exclusion propia de la civilizacién occidental. Debe destazarse, sin embargo, que la apelacién al criterio religioso tiene un carécter marcadamente se- cundario en la estadistica de la época, cuyo cufio positivista y liberal, basicamente laico, la hacia poco sensible a consideraciones religiosas. El cardcter marginal del criterio religioso explica ademds por qué una vez incorporados los territorios indige- nas al control del Estado, el aparato estadistico no intenta conocer fa distincion entre indios evangelizados e indios no evangelizados, a pesar de ta pregunta sobre reiigion formulada a todas las personas en el Segundo Censo Nacional. En efecto, no debe "7 Bl legalisino (vale decir. a tendencia a estudiar los fenémenos sociales a parti de las categorias juridicas establecidas por el Estado y no de las pricticas sociales efectivamente observadas) tuvo impor- antes efectos en los datos ¢ interpretaciones censales, Analizamos este aspecto en detalle en H, Otero, “Legalidad juridica y legalidad estadistica en el paradigma censal argentino, 1869-1914". en R, Fradkin, M. Canedo y J. Mateo (comps.), Poblacivin y retaciones sociales en la cumpana de Buenos Aires, GIMRR, Universidad Nacional de Mar del Plata (en prensa. 1 La poreepeisn del problema indigena a través de una dptica politico-estratégica resulta asimisino paradigmaitica en el hecho de que De la Fuente incorporara a los indios en et punto Xxvut del Censo ("Densidad de la Pobtacién”) y no en el de "Poblacign argentina” ty mucho menos, por cierto, en el cap tulo sobre “Nacionalidades”) y en 1as continuas alusiones a la condicién indigena a partir de su “esado de independencia salvaje’, Primer Cert50.. p. 602 Unejemplo muy claro a este respecto son los cuadros de ta poblacién del Chaco, Primer Conse... pp. 605-606 131 verse en dicha pregunta un intento de acerearse al problema indfgena, ya que el ca- acter prescriptive y legalista de los formularios hacfa que, por definicidn, los habi- lantes argentinos fueran considerados automilicamente como calélicos.” Siguiendo este razonamiento, no resulta extraiio que la polarizacion operada en tosno a la sumisién o no de la poblacidn india estuviera asociada a criterios centra- dos en la movilidad y Ia residencia de la poblacién, en una Iégica en fa que seden- lariedad y nomadismo refuerzan la oposicin inicial entre civilizacién y barbarie. Esta operaci6n discursiva es especialmente evidente, por cjemplo, en el andlisis de De la Fuente sobre el caso saltefio, donde cuestiona las estimaciones de poblacicin del censo provincial de 1865 en el que “a la poblacién civilizada y bajo la jurisdic- ién provincial con residencia legal y fija, se agregé la poblacién salvaje. sin resi dencia segura ni legal, distribuyéndose asf, proporcionalmente, como unos 20.000 individuos en tales condiciones, entre la poblacién de los departamentos”. El autor concluye que “descartado de semejante [sic] poblacién” la poblacidn total de la provincia se reducirfa a una cifra de alrededor de $4,000 habitantes.”! Evidente- mente, en este caso, “poblacidn con residencia legal y fija” es igual a poblacién ci- vilizada y “poblacién sin residencia segura y legal” es igual a poblacién india. Por esta via. los indios sedentarios y sometidos —vale decir ciudadanos del Estado— 0 son indios. La misma idea, reforzada esta vez por el papel ideolégico que el aparato estadis- tico asignaba al acceso a Ja propiedad de la tierra, reaparece en el Segundo Censo Na- cional, a través de una argumentacién que enlaza de modo paradigmético sedentariedad, propiedad de la tierra y sentimiento de nacién. El indio, al que su mo- vilidad hace incapaz de propiedad en el sentido que le da al término la socicdad blan- ca, sera, por fuerza del mecanismo de argumentacién, quien carecerd de sentimientos nacionales. En una vision de la sociedad (originada en los te6ricos de! derecho natu- ral y reforzada sucesivamente por el andamiaje juridico liberal y por el positivista) en la que ser propietario es uno de los rasgos baisicos de la civilizacién y de la con- dicién de patriota, los no propietarios sélo pueden ser, una vez, més, los salvajes. La inercia del argumento no se detiene alli, ya que a través de la continuidad evidente entre el “carifio a la tierra’ y el “amor a la patria” transforma al aborigen cr un “trai- dor” potencial a la civilizacién blanca. Una vez mas, la claridad de De la Fuente nos exime de mayores comentarios: La adquisicién fécil de la tierra es sin duda uno de los mayores alicientes, no tan sto para atraer la poblacién, sino muy especialmente para fijarla y hacerla civilizada y prdspera. El drabe, némade. que planta su tienda en el desierto, pronto a levantarla en ‘cuanto agote los recursos que pueda obtener a su derredor; y el indio salvaje de las Tomo casi toda Ja poblaciGn argentina es catolica, el censista s6lo hari la pregunta sobre religion cuanto tenga motivo para creer que el censado no es catslico”, Segundo censo..., Instrucciones a los cen- sistas, art, 2", inciso G. La conversién de los indios al catolicismo propugnada por el articulo 67 de la Cons titucidn Nacional no pudia menos que reforzar esta tendencia. 2 Primer Censo....p 534 132 pampas o de Jos bosques sub-tropicales. no tienen carifio a la tierra y careven casi en absoluto de ese noble sentimiento que se lama amor a la patria y que se desarrolla y consolida por el estimulo de la propiedad territorial”? Las argumentaciones precedentes no estarian completas si no se tomaran et. consi- deracién las enormes dificultades (écnicas asociadas a la contabilizacisn de la po- blaci6n seguin criterios étnicos. Entre estas dificultades se encuentra el marcado rechazo indigena hacia los operativos censales, alin en fecha tan tardia como 1914.23 sobre todo en las zonas de reciente ocupacidn politico-militar. Por esta raz6n, aun- que en el nivel de las cédulas censales (primer eslab6n de la cadena estadistica en el que se expresan las personas a través de su autoidentificacién) la autodenomina- cién de indigena no fuera infrecuente, tendié a ser poco generalizada dada la asime- fa de poderes entre empadronadores y aborigenes, que movia a estos ultimos a par del relevamiento. Esta no fue por cierto la situacién de las provincias mas antiguas, en las que la ausencia de poblacién india obedece més directamente a la consideracién de ésta como poblacidn argentina por parte del aparato estadistico en funcidn de la exclusi6n de la categoria del repertorio posible de autoidentificacio- nes reconocidas por el Estado Las evasivas indigenas al censo constituyen un ejemplo ctisico de subregistro censal y se inscriben cn una ldgica claramente diferente del problema de las catego- rias utilizadas por el Estado. Si bien ambas légicas actuaron de modo conjumo, esta lima fue primordial en Ja produccién de los resultados ya que constituia una ope- raci6n previa e independiente de los problemas técnicos del relevamiento. Por otra Parte, estos problemas no eran ajenos a la voluntad politica del Estado y a Jos medios que éste desplegaba segtin la naturaleza de la realidad sometida a contabilidad. Sila contabilidad de las cosas, que en clave de época se definia como la “riqueza material de la nacidn”, alcanzs niveles de precisién considerable, desarrollando un culto esta- distico por momentos auténticamente cuantofrénico, la contabilidad de los hombres fue objeto de menores esfuerzos. Aun cuando fuera evidente que “solamente un cen- so especial de indigenas, al que se le dedicara algunos meses de trabajo, con comi- sionados seleccionados, lenguaraces y baqueanos, darfa por resuftado conocer el adimero muy aproximado que existen cn el tetritorio”.24 el Estado no emprencerd tal operacién hasta la realizacién en 1968 del Censo Indfgena Nacional en un ccntexto intelectual mas atento a los problemas aborfgencs que el del combativo y evolucio- nista enfoque de la sociedad blanca decimonénica. est 2 Segundo Censo.... toro tl, p. CXIV 2 Analisis pormenorizados de las causas de rechazo a Jos operativas censales por parte de los indige- nas (en especial ef temor a ser despojados de sus hijos y mujeres) se encuentran en los Informes dirigidos Alberto Martinez por el Gabemador del Territorio de Formosa, Dr. Juan J, Silva y por Ulpiano Cicer Inspector Extraordinario del Censo en esa provincia, Tercer Cena... tomo 1, pp. 461 y siguientes Tarver Cense... 1010 1. p. 465. 133 La conversién de la grilla colonial a fa geilla liberal posterior a la Independencia no fue exclusiva del caso argentino sino comin a la América hispana en su conjun- to. Sin embargo, en nuestro pais, donde la presencia indigena fue menor. contribu- y6 de modo decisivo a la percepcién homogénea de la poblacién y al temprano establecimiento de una visiGn parcialmente artificial de la sociedad argentina, Inde- pendientemente de sus evidentes bondades igualitarias, el uso de Ia nueva grilla li- beral (con su saludable rechazo a los rétulos étnicos) terminé por resullar fencional al no reconocimiento de la preexistencia de “naciones” indfgenas y a una peculiar vision histérica que legitimaba los derechos de Ja sociedad blanca sobre la pobla- cién aborigen.25 Segtin esta légica, los grupos indigenas sélo podian ser considera dos como aglomerados de tribus (adjetivadas de ordinario como “salvajes") y no como naciones extranjeras, status que en el plano juridico hubiera puesto en duda los derechos del Estado argentino de apropiarse de las tierras conquistadas.” La ne- gaci6n del cardcter de naciones extranjeras ¢ independientes de la sociedad blanca, permitia asegurar la dominacién territorial que el Estado reclamaba para si.” Naturalmente, los desarrollos precedentes explican ta desaparici6n estadistica de los indios: aquellos que sobreviven a la Conquista del Desierto y son incorporados a los territorios controlados por el Estado, dejarin de ser indios para el aparato estadis- lico, Se producird entonces una caida constante —y artificial— de la poblacién indé- gena para cuya explicacién los censistas dardn razones muy sumarias. Asi, la espectacular cada de la poblacién indigena durante el primer periodo intercersal (re- duccidn de 93.138 personas en 1869 a sdlo 30.000 en 1895)** serd explicada sen Hamente por el autor del Segundo Censo, para quien la poblacién indigena ha disminuido “por confundirse con la [poblacién] civilizada 6 porque los claros que de- ja la muerte no alcanzan a ser Menados por las nuevas generaciones”.” Mientras la primera explicaciéin implicaba un clevado grado de generalidad (ya que incluye tan- to la incorporacién de los tervitorios ocupados como un eventual proceso de mestiza- cidn), la segunda resultaba mds interesante al proponer una explicacin demografica 25 Un buen ejemplo en ese sentido se encuentra en el “Resumen Histérico” de Clemente Frogeiro que compa al censo, Segundo censo.... wine I. pp. 622-623, 2 Se ¢rata de un tema objeto de debate y posicionamiento de parte de los intelectuales de Ia época. de ia tesis de L. Sauze aprobada en 1873 por la Universidad de Bucnos Aires cu- yo titulo (Las tribus salvajes ante et derecho internacional) constituye una elocuente sintesis del proble- ma. H. Biagini, La Generacidn del 80, Buenos Aires, Losada, 1995, p. 69. 2 Un proceso similar de negacién del cardcter de naciones a los grupos aborigenes ha sico destaea: cdo en fa dltima fase de lucha contra el indig para el caso americano y fuc la pata comdn de incorporacion de tierras tras la dominacién de los pueblos aborigenes en el periodo de expansisn blanca del siglo XIX. Vease W. Jacobs, El expolio del indio americans, Madrid. Alianza, 1973. 2 No ¢s nuestro propésito evaluor aqui la veracidad de estas cifras (altamente conjeturales especial- mente en los dos primeros censos), sino indicar los datos a partir de Jos cuales los censistas construyeron ‘su discurso. Para 914, el Tercer Censo artgja solamente 18.425 indigenas relevados. El evidente subregis- {ro de este resultado lleva a los censistas a estimar una citra suplementaria de otros 20,000 aborigenes. 2 Segundo Cense... tomo Mp. 134 que reducfa el problema a [a relacidn entre procreacién y mortalidad (la emigracién internacional no es contemplada cn modo alguno}*” sin intentar difereneiar et peso real de cada factor, en especial la influencia de 1a mortalidad producida por las ac- ciones militares de la Campaiia al Desierto: 3. UNA HERMOSA RAZA BLANCA La cuestién de las razas, tan importan- te en los Estados Unidos, no existe pees en la Repablica Argenting, donde no tardard en quedar su poblacién uni- ficada por completo Formando una nue- va y hermosa raza blanca producto de todas las naciones europeas fecundadas en el suclo americano Gapritl CaRrasco, Seguado Conso..., tomo Mt, p. XLVI “Ser es ser pereibido” GEORGE BERKELEY Al igual que la poblacién indigena, la poblacién negra ocupa un lugar secundario en cl discurso censal argentino decimonGnico. Si bien su importancia numérica en el drea rieplatense fue menor que en otras regiones americanas como Brasil, Esta- dos Unidas o las Antillas, Ja marginalidad estadistica de la poblacién de color no puede ser explicada solamente a partir de criterios cuantitativos. Antes bien, su au- sencia obedecis a condicionantes ideolégicos ampliamente difundidos en ‘a elite intelectual, en los que, una vez mas, pueden rastrearse tanto las motivaciones igua- litarias de la nueva grilla estadistica liberal como la conviccién, evolucionista y no igualitaria, en la existencia de una jerarquia acerca de los grupos constitutivos de la Nacisn.*! “' Esta fue sin duda importante, especialmente hacia Chile. Naturalmente, la légica de clasificacién utilizada hace que los indios en el exterior no sean argentinos, como si Io son los argentinos en el exterior, La supresida de la categoria raza fue una decisisn importante ya que el color eta relevado por otras instituciones (por ejemplo, la Casa de Niflos Expdsitos, Lercer censo.... lomo 1¥, p. 585). por los censos de la ciudad de Buenos Aires de 1854 (abandonado luego por dificultades de cobertura) y 1887 y por los censos contemporaneos de otros paises de la regién como el Brasil. En este timo caso, el co- lor de los habitantes fue registrado cn Tus censos de 1872 y 1890 y, de modo regula, en los cersos pos- 135 La ausencia de preguntas sobre el color fue motivada asimismo por razones de orden técnico, tributarias de un principio de minimalismo metodotégico, atento so- lamente a la obtencién de aquellos datos cuya confiabilidad y validez no ofrecie- ran dudas: Cuando ta Comisién Directiva del Censo Nacional de 1895 discutié los programas pa- ra esta operacidn, se traté detenidamente el punto relativo a investigar la composicion éinica de la poblacién del pais, acordandose no hacerla, primero, porque, dado el cor- to némero existente, absoluto y relativo, de negros, mulatos e indios civilizacos, la in- vestigaciGn carecfa de importancia; y segundo, teniendo en cuenta que, salvo los negros de raza pura imposibilitados de substraerse a la clasificaciGn, los mulatos ¢ in dios en gran parte hubieran sido censados como blancos, suministrando citras inexac- tas € inferiores a la realidad.*? La explicacion de Carrasco sefiala dos clases de problemas: la complejidad técnica del relevamiento, especialmente en lo relativo al nivel de autodefinicin (eslabén | de la cadena estadistica) y la proporcisn de 1a poblacién negra en el total de pobla~ cidn. Este dltimo argumento era dificilmente sostenible hacia 1895, al menos para una jurisdiccién de la importancia de fa Capital del pais, como lo evidencia la pro- porcidn de negros y extranjeros en esa fecha." Las dificultades ocasionadas por el primer aspecto en cambio fueron considerables, especialmente en una sociedad que coms la rioplatense se caracterizé por un importante proceso de mestizacién y por la existencia de un margen de movilidad social ascendente que permitia a negros y mu- latos “blanquearse” con relativa facilidad. Por tanto, independientemente de las consideraciones ideolégicas de corte racis- ta que vertebraron el pensamiento de Ia época, la argumentacién censal argentina partié del reconocimiento explicito de las enormes dificultades existentes para la medicién de la raza y —lo que es sin duda mas importante aqui— de la conviccién de que una parte importante de la poblacién de color (“los mulatos e indios [...] hu- bieran sido censados como blancos”) no podfa ser clasificada como tal por la mira- da externa del aparato censal. En tal sentido, estos reconocimientos de partida teriores a 1940, Véase L. Melo da Silva y D. Barros Pereira, “A miscigenagao harmoniosa ¢ a reprodu- gio das diferengas”. en ABEP, Anais do VI Encontro Nacional de Estudos Populacionais, v0l.. 3, 1988 La tendencia a incluir preguntas sobre aspectos stnicos y raciates en los paises americanos se incremen- {a precisamente durante el presente siglo como lo muestran M. Almey. E. T. Pryor y P.M. White, “Na- tional Census Measures of Ethnicity in the Americas”, en 10SsP, El poblamiento de las Américas, México, Veracruz, vol. 3, 1992 8 Segundo Censo..., tom Np. XLV ** Una ilustracidn sencilla a este respecto puede obtenerse de la comparacién de la poblacién negra de la Capital Federal en 1887 con los grupos migrantes que respondian al ideal poblacionista de la época y con los migrantes limitrofes presentes en el censo nacional de 1895: salvo pocas excepciones (urugua- Yos, espafoles, franceses e italiano) la mayor parte de los grupos extranjeros presentes en la capital te- nian una representaciGn numérica menor que la de la poblacin afroargentina. implicaron en los hechos una rotunda negacién de cualquier idea de tipo “esencia- lista” acerca del concepto de raza, En efecto, la alternativa a la decision ceasal de suprimir la categorfa hubiera supuesto la convicci6n (esencialista tanto por sus pre- misas biologeistas como por fa reduccién del concepto a los aspectos fisicos) de que ja raza constituye un atributo objetivo a la mirada externa y, por tanto, rastreable a través de las generaciones. Muy por el contrario, tos censistas fueron conscientes tanto del cardcter construido y dinamico de la raza como de la inconveniencia de re- ducirla a una acepcién puramente fisica. Es sin duda aqui, en las discusiones de or- den técnico, donde se hallan presentes los aspectos mds progresistas del discurso censal en la materia. Sin embargo, la simple supresin de preguntas sobre el color no fue suficiente pa- ra transformar al discurso censal argentino en un discurso no racista de cardcter igua- litario. Muy por el contrario, los censos nacionales de la segunda mitad del siglo xix tendran en el concepto de raza uno de sus pilares fundamentales. La raza es considerada en primer lugar un factor explicativo de numerosos fens- menos sociales y demogrificos, mediante su asociacién, en clave de causalidad. a pectos tales como la densidad de la poblacién, la instruccién piiblica 0 hasta los niveles potenciales de conflicto de la sociedad. En todos los casos, el ee temaico re~ currente de las argumentaciones censales es la mezcia de razas (los censistas no uti- lizan el término “crisol” cuyo éxito posterior en ta historiograffa y en el imaginario argentino es bien conocido) y la contribucién relativa de cada una de ellas ala for- macién historica y al futuro de la Nacidn argentina El leitmotiv de la argumentacién de los censistas sobre este particular se orient6 a destacar los efectos positivos derivados de la mezcla de razas, tanto para cada una de ellas como para la sociedad en su conjunto, En la composicién histérica con la que se entronca el discurso censal, el pais se habrfa caracterizado por un constante pro- ceso de mezcla racial (primero entre blancos, negros ¢ indios; mis tarde entre nati- ¥ La referencia obligada ca este punto es naturalinente el trabajo de G. R, Andrews (Los afroargenti- nos de Buenos Aires, Buenos Aices, Ediciones de fa Flor, 1989) quien, en contraposiciGn con las rndgenes twadicionales, ha sostenido que la desaparicién de fos negros no fue el producto de una mayor mortlidad si- no Ta resultante de varios Factores: la peérdida de peso proporcional de! grupo afroargentino ante el alud mi- gratorie, ef contexto racista de la sociedad argentina que pugné por ta no visibilidad det grupo y —punto importante aqui— lo que cf autor califica como “hipGtesis de traslados estadfsticos”. Segin ésta, las fuentes oficiales no habrian reflejado “exactamente as realidades raciales de la ciudad” (p. 94) y habrian pasibitita- do un blanqueamiento en dos fases (primero, autoidentificacién de los negros como “wrigueios" pars escapar alos prejuicios de raza; lnego. traslado por parte de} aparato estadistico de la poblacién triguetia a la cutego- rfa blanco}. Aun dejando de tado e! carfcter puramente deductive de Ia hipétesis y 1a discutible afirmacisn de ‘que “el rotulo trigueno estarfa mds estrechamente reiacionado cort ta condicié racial de color que con fa blan- ca" (p. (01), resulta dificil de aceptar (no s6to para el periodo en estudio sino para cualquier otra situacién histérica) el supuesto de que pueda haber categorias que reflejen “exactamente” una realidad racial, excep- ign de asumir como vélide que la raza es un hecho que distingue “objetivamente” a los individuos y no wna construccién simbélica de cardcter cultural y dindmicn. Paradojicamente y a pesar de su vocacion progresis~ ta el marco teérico del Pluralismo Cultural americano que sirve dé fundarmento al autor corre el riesgo de des- tizar la interpretacidn hacia una visidn de la raza como realidad fisica y perceptible desde fuera 137 vos ¢ inmigrantes), cuya armonia y velocidad los censistas enfatizan en tepetidas ocasiones.*® La evaluacidin de estos procesos es expresada siempre en términos posi- tivos y, al menos en una primera lectura, sin connotaciones diferenciales sobre la je~ rarquia de los grupos raciales que participan de la mezcla. El cariicter positive atribuido a la mezcla racial fue fundamentado a partir de los principios que sobre la selecci6n natural formulara Darwin hacia 1859, como lo re- sume magistralmente Gabriel Carrasco al comentar el Segundo Censo: Basta fa simple lectura de estos datos [proporcién por nacionalidad de inmigrantes en- trados al pafs] para comprender cudn grande es ta influencia étnica del elemento ex- tranjero en la Repablica Argentina, y que sc ha formado y continia forméndose una nueva raza, inteligente y vigorosa, como que con arreglo a las leyes de la seleccién na- tural los productos de 1a refundicién son superiores a cada uno de los seres que le die~ ron vida. El hecho averiguado respecto a las especies animales superiores, de que sus productos mejoran por el cruzamiento de las razas, se ha reproducide también apli do ala especie humana en todas partes donde se han podide hacer observaciones. Es- {as teorfas han tenido una confirmaci6n explendente en la Repriblica Argentina, donde se observan que surgen nuevas generaciones por el entroncamiento de hombres euro- peos con las mujeres americanas, y vice versa, mds fuertes y més hermosos que los in- dividuos de los cuales preceden Este fragmento, como tantos otros en igual sentido, constituye una linea argumenta- tiva tinica que se repite en los tres censos nacionales, aunque naturalmente adquiere mayor fuerza a medida que se intensifica el flujo migratorio, Las ideas sobre lox be- neficios de la seleccin natural (en las que pueden rastrearse también la influcneia del contemporaneo proceso de mejoramiento ganadero) no parecen implicar, en prin- cipio, un juivio de valor sobre la jerarquia de los grupos raciales intervinicntes ya que el producto de la mezcla constituye una nueva entidad, diferente y superior, a la de cualquiera de las razas que en ella participan. Este igualitarismo es solamente aparente, ya que diversos mecanismos discursi- vos contribuyen a delinear una imagen asimétrica de fa contribucién relativa de cada grupo racial en el desarrollo de la nucva naciGn, imagen que traduciré el crisol argen- tino a.una visiGn jerdrquica y evolucionista. El primer mecanismo discursivo consis- te en la asociacién constante —aunque nunca explicita— entre condicién negra y factores socioculturales claramente adversos. Asi, cuando en 1914 los censistas bus- can un punto de referencia negativo para comparar el nivel de asistenc lade la poblacién argentina joven, encuentran logico comparar el estado de Alabama a la escue- 25 Un buen ejemplo de la velocidad atribuida al crisol to proporciona este sorprendente arguinento de la inminente desaparicién de la poblacidn mestiza; “en cuanto a los mestizes, resoltados del comercie entre los blances y los indios primitivos, o sus descendientes, hay en todo el pais una cantidad muy pe- queiia de individuos que designados con el impropio nombre de chines, constituyen Tos UItimes restos de tuna raza proxima a desaparecer’”, Seguride Censo..., tome il, p. XLV Segunda Censo.... tom0 Mh p. XLII en los Estados Unidos “poblado por 2.183.093 habitantes, de los que 909,26 f son ne- gros, con la rica y culla provincia de Buenos Aires habitada, mas o menos, por una poblacion igual a la del estado americano, en la que, s6lo por rarisima excepcidn, se ve un habitante de tez negra”. Acto seguido, al buscar un punto de referencia mas po- sitivo, el censista encuentra natural introducir al estado de Minnesota “cuyos habi- tantes pertenecen, en un 99 por ciento, a la raza blanca”. A partir de esta peculiar metodologia, que toma a la raza como variable central de la comparacién sin consi- derar otras variables intervinientes, como el lugar que ocupaba la poblacidn negra en la estructura social estadounidense, el censista concluye que en aquel pais la “propor- cidn elevada de 7,7 % de analfabetos, responde a que ella recae sobre toda lz pobla- cidn de esa gran Nacién, en la cual existen diversas razas, como la negra, Ia india y a china, que no brillan por su cultura”*’ En esta logica, la condicion negativa (en este caso la no asistencia a fa escuela o, en Ifneas generales, el escaso nivel cultural) es un rasgo inherente a la categoria racial negra, interpretaci6n propia de una visién de la sociedad que, ademas de jerdrquica, es también a-social Pero si las asociaciones implicitas entre raza negra y factores negativos no fueran suficientes para concluir afirmativamente acerca de las premisas racistas del pensa- miento censal, puede recurrirse a consideraciones explicitas de los censistas cuyos argumentos dejan escaso margen a segundas lecturas. En 1914, cuando el proceso de mezcla con indios y negros se encuentra en extremo avanzado y cuando Ia presencia de inmigrantes europeos alcanza su maxima expresion, Alberto Martinez, presiden- te de la Comisién del Tercer Censo Nacional, citando textualmente un pasaje de la Historia de Belgrano de Bartolomé Mitre, afirmara: Tres razas concurrieron [...] al génesis fisico y moral de la sociabilidad del Plata [...I la europea 0 caucasiana como parte activa, la indfgena o americana como au- xiliar, y la etidpica como complement, De su fusidn, results ese tipo original, en que la sangee europea ha prevalecido por su superioridad, regenerindose constante- mente por la inmigracién, y a cuyo lado ha crecido mejordndose esa otra reza mix- ta del negro y del blanco, que se ha asimilado las cualidades fisicas y moraies de 1a raza superior.™* Los calificativos de “activa”, “auxitiar” y “complemento” remiten claramente a una jerarquia axiolégica en la que el elemento blanco presenta una superioridad que obe- dece, incontestablemente, a factores biolégicos y no a consideraciones inherentes a su importancia cuantitativa en el total de la poblacién. Mas importante adn, la “raza superior” no sélo transmite sus cualidades fisicas sino también sus cualidades mora- les en una légica discursiva en la que la autonomfa de éstas con respecto a los facto- res biol6gicos y hereditarios no resulta del todo convincente. 2 Tercer Censo..., tomo 1, pp. (72-173. % Fercer Censo..., tom |, pp. 198-199, 139 Tomada como un conjunto, la argumentacidn censal se entronca con las ideas de pensadores como Juan Bautista Aiberdi. Para el autor de las Bases y puntos de par- tida, la conviccién, de claro cuio racista, de la existencia de una escala jerirquica de razas iba acompaiada de una conclusion programitica decididamente pro-crisol, fun- dada en la creencia de que la mezcla racial contribuiria a diluir los rasgos negatives de las razas menos aptas. Como es sabido, el optimismo alberdiano fue contestado por diversos autores —~en particular Sarmiento— que se opusieron a la mezcla de razas por considerar que el cardcter inferior adjudicado a negros y aborigenes slo podia acarrear la degeneracién cualitativa de la raza blanca argentina. Mas que sefiatar las connotaciones racistas del pensamicnto censal (comunes por otra parte al pensamiento de la época), importa destacar aqui que el discurso censal adhirié a su versi6n mas integracionista al visualizar a la mezcla racial como una cla- ve programatica ¢ interpretativa de primer orden del proceso social argentino. Suprimida la existencia de categorias raciales en los censos, no resulta extrafio que los censistas se vieran obligados a enfatizar en sus comentarios la inexistencia casi total de la poblacin negra y en general de todas las razas no blancas La raza latina forma [...] la inmensa mayoria de la poblacién con el 975 por nil sobre su total; pero las germénicas, anglo-sajonas, escandinavas con ¢l 25 restante, contribu- yen al mejoramiento de ella, dando origen a una nueva, por la fusin de sus diversos clementas [...] Las razas asidticas y las negras del Africa, se ve que s6lo existen en proporcién diminuta, de manera que su influencia es nula en cuanto a la transforma- cién del pafs. Igual cosa puede decirse respecto a los indigenas.” La afirmacién de que la influencia de razas escandinavas fuera superior a la con- tribucién negra o —con menor razén atin— a la indigena"! al finalizar el siglo s6- lo podia admititse como valida en la hipétesis de una contribucién cualitativamente diferente del grupo escandinavo, basada en una clasificacién jerarquica de razas y no en argumentos que —como el citado— invocaban erréneamente proporciones cuantitativas. La supresisn de la raza como categoria condujo asimismo a interpretaciones par- ciales de fendmenos sociodemogrificos importantes. Asi, para explicar la desapari- eign de los negros los censistas recurrieron a explicaciones centradas de medo casi exclusivo en la mortalidad, No vale la pena insistir aqui en este punto, que constitu- ye uno de los aspectos mas logrados de la obra de Andrews; bastenos enfatizar sim- plemente la compleja relacién muiticausal que existe entre los diversos eslabones de la cadena estadistica: el no relevamiento de la poblacisn negra por la supresién de los © Sobre todo. et Sarmiento de Conflictos v armonias de las razas en América, Buenos Aires, 1900. © Segundo Censo..., tomo tl, pp. XLV-XLYI 4\ Segtin las cifras del censo de 1914, la poblaciGn indigena (que como ya hemos visto les propios censistas consideraban ampliamente subregistrada) era de 4,7 cada mil habitantes mientras que el total de los escandinavos apenas ascendfa al 0.6 por mil. 140 instrumentos aptos para hacerlo obligé, en el plano de la argumentacién. a una expli- cavidn centrada erréneamente en aquellos Factores de accién mas répida como ta mortalidad,*? linea interpretativa que, 2 su tumo, coniribufa a justificar fa supresién de la categoria. 4. EL PRIMER ELEMENTO DE PROGRESO| La poblacién extranjera [...] ha consti- tuido y constituye La principal fuerza y el primer elemento de progreso y de trabajo de la Republica. ALBERTO MARTINEZ, Tercer Censo.... tomo 1, p. 201 Paraletamente a la no inclusién de categorias raciales, los censos argentinos mostra- ron, de modo pormenorizado y exhaustivo, los stocks de poblacion extranjera presen- tes en el pais. Este procedimiento, ya claro en 1869, alcanzaré su mayor expresién en ¢] Tercer Censo Nacional. El anilisis de Jas formas de contabilizacién de Jos grupos migratotios ofrece algunos puntos de interés y puede ser realizado teniende en cuen- ta los criterios con los que fueron enumerados los grupos exiranjeros (extensivos 0 intensivos), el orden de presentacién y la definicién de las categorias. La nacionalidad, al igual que otras variables que admiten gran ntimero de valores posibles, puede ser presentada de dos maneras: siguiendo un criterio extensive fenu- meracién exhaustiva de todos los grupos cxtranjeros presentes en un momento dado) 0 bien a partir de una nomenclatura que agrupe las nacionalidades observadas me- diante la utilizacién de uno o més criterios. En 1869, la clasificacién de las naziona- lidades parte de un criterio geogrdfico: Ia distincién entre americanos y curepeos, més tres grupos de importancia numérica menor (africanos, asidticos y sin especifi- cacién). La categoria “africanos” responde al igual que las demés a criterios geogra- ficos (originarios del continente africano) y no raciales. La forma de presentacién de las nacionalidades de 1869 inaugura un esquema general que se mantendré en los censos posteriores aunque la presentacién de los resultados ira ganando légicamente en complejidad y extension, conforme al perfeccionamiento que se va operando en el sparato estadistico y a la evolucién demogriftca del pai 2 Aunque ea argumentativa inds importante, seria un error reducir el ansilisis c2nsal al problema de la mortalidad ya que los censistas también tuvieron en cuenta aspectos tales como el mesti- zaje 0 ta eventual fecundidad diferencial de la poblacién de color, Segunda Censo..., tomo tt, p. XLVI 4 Se trata de la serie de cundros Vita, b, © y Vill a, b de 1895, Segundu Cense. 14 El Segundo Censo supondra el paso a formas de jerarquizacisn de los datos mas elaboradas, al alternar la presentacion extensiva y e] orden casi exclusivamente alfa- bético de las nacionalidades, propios del censo de 1869, con un andlisis de naciona- lidades agregadas “por razas”.4 El doble registro entre una enumeracién exhaustiva ¢ inductiva y un agrupamicnto de categorias con fines especificos aparece igualmen- te en los cuadros sobre el acceso a la propiedad segtin grupos nacionales:*° por un la- do. se registran los propietarios de todas las nacionalidades censadas por orden alfabético; por otro, se suministra informacidn solamente de 1a poblacién europea. Esta operacién de seleccidn respondia a uno de los rasgos basicos del discurso cen- sal; el uso externo de informacion destinada a servir de propaganda cn los pafses de origen de los migrantes. Los curopeos, cuyo éxito —parcialmente artificial— en el acceso a la propiedad constituye el enjewx del cuadro, aparecen discriminados con detalle mientras que los demas inmigrantes, especialmente los limitrofes, ro son te- nidos en cuenta. Sintomaticamente, la informacion de resumen enfatiza los mismos tépicos positives del proceso social argentino que, contemporaneamente, utilizaban las obras producidas por el Departamento de Inmigracion para atracr a los inmigran- tes europeos.*” EI Tercer Censo Nacional, por su parte, abandonard el doble registro de 1895 y retomard la Ifnea de presentacién de 1869. clasificacién Unica, extensiva y exhaus- tiva.*8 La exhaustividad de 1914 se manifiesta incluso en el abandono de la cate- goria residual “Otros” en los cuadros de base de uso frecuente en los censos anteriores. La desaparicién de esta categoria es también interesante ya que, a pesar de incluir una proporcién muy baja de la masa migratoria, tuvo en general una im- portancia numérica superior a la de grupos pequefios cuidadosamente distinguidos ‘Austriacos y portugueses en 1869, y alemanes, austriacos, ingleses y suizos en 1895, cuya presencia cuantitativa era menor que la de “Otros europeos”, aparecen cuidadosamente discriminados en los cuadros sin que sea posible determinar a qué “otros” se refiere la categoria residual. El hecho de que los grupos discriminados + Esta clasificacién incluye 8 grupos o “razas” (Latinas, subdivididas en Hispanas y Ottas: Germa- as; Anglo-sajonas, Eslavas; Escandinavas; Asiticas; Africanas y Otras naciones), Segundo Censo.... tomo tl, cuadro vitia. Como se ve el término “raza” no remite aqui a criterios exclusivamente fisicos sino también a consideraciones lingtisticas y geogrificas. 45 Chr. Segundo Censo.... tomo it, evadros XVIII y XVI, respectivamente. 45 Diversos mecanismos (en particular, la no incorporacién de la extensién de las propicdades; la abstracci6n de su influencia mediante la ficcién estadistica del uso del concepto de “propiedad media” y la no consideracion de las diferentes estructuras de edades de argentinos y extranjeros) contibuyeron & aumentar antificialmemte la proporcién de extranjeros exitosos, “7 La cantidad de obras de propaganda inmigratoria en el extranjero basuda en este t6pico es cierta~ mente enorme. A titulo de ejemplo, véase las existentes en los archivos franceses, repertoriadas en E. Bilsky. Coniribution a Uhistoire da mouvement ouvrier et social argentin, BDIC & GRECO 26, CNRS, Nan- terre, 1983, *% Los cuadros de la ciudad de Buenos Aires suministran un ejemplo paroxistico de esta exhaust dad, al presentar cerca de 50 nacionalidades para cada una de las 20 secciones de la capital, fercer Cen- 507.0, to™n0 IE, pp. 129-149. 142 provinicran mayoritariamente de 1a Europa del Norte no es un dato casual. Antes bien, el umbral de visibilidad a partir del cual un grupo merece una columna 0 una fila propias en el cuadro estadistico (que es tambign, recordémoslo, el espejo de la Nacidn) es diferente para las distintas nacionalidades. En relacidn al orden de tas categorias. en los tres censos las nacionalidades fue- ron consignadas segdn un orden estrictamente alfabético (a excepcién de la naciona- lidad argentina, que ocupa siempre el primer puesto). La comparacién con otros sistemas de clasificaciin de las nacionalidades del mismo perfodo (como por ejem- plo el extremadamente complejo sistema japonés basado en el ordenamiento de los extranjeros segdn las relaciones coyunturales de conflicto y alianza del Estado ni- pony" puede ser itil para recordar que el criterio neutro de! orden alfabético distaba de ser una regla universal en la época, Exceptuando el uso marginal de la categoria “otros” y su sensibilidad diferencial en términos de umbrales perceptivos, la cla cacién alfabética muestra para el caso argentino la ausencia explicita, a nivel del apa- rato estadistico, de una jerarqufa de naciones extranjeras y el acuerdo con los ctiterios igualitarios mas moderaos de Ja tradicién estadistica occidental. 4.1, Léigica binaria: argentinos y extranjeros Superponiéndose a la enumeracién completa ¢ igualitaria de los grupos nacionales. el censo presenta ademds una clasificacion binaria que yuxtapone a “Argentinos” y “Extranjeros” (lanto europeos como de otros continentes).™° En teorfa, ambas moda- lidades de clasificacién dan lugar a tres posibilidades basicas de presentacién de re- sultados en los cuadros censales: a) el uso combinado de ambas; b) el uso tnico de la clasificacién completa y c) el uso tinico de la clasificacién binaria. En el primer caso no hay pérdida de informacion ya que la clasificacin binaria (“Argentinos y Extranjeros”) acta como un simple resumen; el segundo caso es poco importante y. por cierto, muy infrecuente en los cuadros censales. La tercera posibilidad, por su parte, implica una pérdida importante de informacion, ya que el cardeter tinico de la tabulacién binaria no permite ulteriores desagregaciones. Por esta razén resulta la via mas interesante para una indagacion que, como ta presente, s¢ orienta fundamental- mente no a los datos mismos sino a la ideologta estadistica que los produce. Siguiendo esta tiltima posibilidad es posible detectar algunas claves en las formas de agrupamiento utilizadas por los censos de 1869 y 1895 (no asf en el exhaustivo censo de 1914 que combina ambas modalidades). En tos casos en que Ia doble pre- 4 Para un excelente anlisis del sistema japonés. basado en una légica identitaria de larga Juracion que persiste todavia en el reciente censo de 1987, véase J. Goldstein, Au dedans,.. . Analisis similares pa- rae sudkste asidtico pueden verse en el ya citado texto de B. Anderson, Comuridades %* Referencias a las caracterfsticas del pensamiento binario, en especial "su enraigamiento en una opo- sicidn Nesotros/Ellos” y a sus efectos “etnocéntricos”, pueden verse en el bellisimo texto de Jack Goody. La raison graphique, La domestication de la pensée sauvage, Paris, Editions du Minuit, 1977, p. 35. 143 sentacidn de resultados no tiene lugar, resulta sintomatico que la ¢lasificacién bina- ria haya sido aplicada a los cruces 0 tabulados con determinadas variables: estado ci- vil, instruccién, ocupacién, condiciones especiales.*' Por su parte, la clasificacién completa (sola © combinada con fa binatia) se aplicé a los tabulados de las restantes variables, principaimente a los stocks, la edad, el sexo y la propiedad. La reparticién sefialada en los cruces de variables esenciales para 1869 y 1895 puede resumirse co- mo sigue: el estado civil y la ocupacién no son discriminados para cada grupo nacio- nal, mientras que sf lo es el acceso a la propiedad La utilizacién diferencial de la clasificacién binaria y de la clasificacién com- pleta es sintomatica en al menos dos direcciones. En primer lugar, muestra emo cl uso externo de los censos orients el interés de presentar detalladamente el acce- so exitoso de los inmigrantes a Ja propiedad de la tierra. En segundo lugar, la cla sificaci6n dicolémica entre argentinos y extranjeros en Ios cruces con variables tales como la ocupacién, el estado civil y la fecundidad, dio lugar a ta formacién de una imagen homogénea y no étnica def mercado de trabajo y de} mercado me trimonial, contribuyendo de tal suerte a homogeneizar artificialmente el proceso de reproduccién social. isol 4.2, Autoideniificacién, legalismo yc El orden y fa cantidad de categorfas no son las Gnicas formas de analizar una clasiti- cacion, ya que la definicién misma de las categorias ocupa un lugar importante y pre- vio en cl proceso de su elaboracién, En este punto, el dato mas evidente es que las nacionalidades definidas por los censistas respondieran a criterios politico juridicos ligados a la existencia de los estados nacionales de la época, de modo que sélo po- dian ser reconocidos como miembros de una Nacién los individuos provenientes de paises con un Estado constituido o en avanzado proceso de constitucién. El xecho de que esta forma de percepcidn de los extranjeros sea natural en la actualidad no debe Las condiciones especiales inctuyen aspectos tales comw enfermedad, Hlegitimidad, amanceba. mieato. religidn y fecundidad (estas dos dhkimas sSlo para L895 ya que en 1R69 no se formularan pregun- tas sobre estos temas) Un tercer efecto de la logica binaria —sefialado por F, Devoto — fue el de contribuir a fundamen- ‘ar con el tiempo la tajante oposicién entre soviedad tradicional y sociedad moderna con que las interpre: saciones posteriores —especialmente la germaniana— habrian de presentar retrospectivamente el proceso de integracién de migrantes en la Argentina decimondnica. El carcter binario comin a ambcs matrices conceptuales habria contribuido a desarrollar la idea de que la inmigracién de masas siguis un positive proceso de homogenvizacién protagonizado por dos grandes grupos de actores sociales cuya uniformidad interior tesultaba més presupuesta que real. Cft. F. Devoto, Le migracione italiane in Argentina, Un sag- io interpretative, Napoli, Istituto Haliano per gli Studi Flosofici, L'Officina Tipogratica, 1994, p. 21 Una ver mis, cf hecho de que Ins consecuencias interpretativas producidas por la matriz binaria $e los cen- sos sean evidentes hoy no implica suponer que la clasificacidn binaria persiguiera deliberadamente impo- ner dicha visién del mundo, 144 hacer olvidar que la misma se vincula a los procesos de construccién de naciones del siglo pasado y ala adopcidn de medidas especiticas de parte del poder politica. En efecto, los sistemas estadisticos de los estades nacionales pusieron especial cuidado en la forma de registrar a los extranjeros. Para el caso argentino, el principio rector seguido en esta operacién se funds en la identificacién entre Nacién y Estado, en una construccién en Ia que la existencia de éste dltimo legitimaba el reconoci- miento de la primera, Por tal razdn y salvo pocas excepciones (por ejemplo, Alema- nia en 1869). las nacionalidades sin la estructura politica del Estado no fueron registradas como tales, siendo sus miembros censados dentro de fa nacionalidad del stado que las englobaba, Obvias consideraciones de cardcter legal y téenico favore- cieron este procedimiento, pero seria un error considerar que el aparato estedistico tuvo un papel meramente pasivo en el registro de los extranjeros. Su accidn no se limité a la simple seleccién de las categorias de los cuadros sino que fue levada hasta el eslabén inicial de la cadena estadistica: aquel que lige a cen- sados y encuestadores. Ya en los legajos de Entrada y Salida de pasajeros de! perfo- do 1841-1860, se indica expresamente que debia tenerse “cuidado, cuando se presenten bascos [sic], el ver los que son Bascos espafioles o Bascos franceses, para anotar los espafioles como espajioles y los franceses como franceses”*3 En igual sen- tido, Devoto ha mostrado a partir de las listas nominativas del censo de 1855 de la ciudad de Buenos Aires cémo la extrema uniformidad de los registros permice infe- tir que la nacionalidad de los inmigrantes —en este caso italianos— era adjudicada externamente por los censistas.** De este modo, en el primer eslabén de la cadena es- tadistica, la fiiacién identitaria registrada por el empadronador a partir de las expre- sas instrucciones del aparato estadistico se superpuso y reemplazé a las formas de autoidentificacién de los individuos. Los censos nacionales operardn en igual sentido como lo evidencian de modo pa- radigmatico las sucesivas instrucciones a los empadronadores.** De acuerdo a lo mostrado por la historiograffa reciente sobre procesos migratorios a la Argentina, la identificacién con la Nacién-Estado estaba lejos de constituir la regla de los habitan- tes de la Europa decimonsnica; més atin, en una porcién significativa de casos, la misma pasaba primariamente por unidades regionales cuya homogeneidad cultural y comunidad de intereses se hallaba mds cerca de la idea de nacidn que los elefantié- sicos estados en que se hallaban insertas. Por esta razén, adn en fecha tan tardia co- mo 1914, los censistas se lamentardn de que los extranjeros “en la mayoria de los casos sélo consignaban ef lugar de nacimiento por pueblo y hasta por aldea” y no por AGN. “Legajo de Entrada y Sulidas de Pasajeros, 1841-1860" SF Devoto, Le migrazione.... p. 135. 5S Tanto en 1869 como en 1895 a nacionalidad fue definida de modo vago: “En ta columaa nacio- nalidad [...] pondrd la nacién a Ta que pertencce”, Primer Censo... (Instrucci6n $°y; “anotard e! nombre de Ta Naci6n en que haya nacido”, Segundo Cense.. (Instruccién 6°). Esta vaguedad, que dio luzar a nu merosas imprecisiones en el relevamiento, se diluye un poco para 1914: “Si es extranjero, declare la na- cin (no la ciudad ni el distrito) en que naci6”, Tercer Censo.... tom }, pp. 524-525, Instruccin 7” nacidn, lo que obligaba a recurrir a “un diccionario geografico, para establecer la na- cidn a que pertenecian”.* Mediante estos mecanismos (identificacién extema a los ‘encuestados, transcripcidn de las respuestas a una grilla nacional de base juridica), la estadistica oficial argentina procedié a identificar franceses, italianos o espanoles en el mismo momento en que creaba a los argentinos. La visién juridico-legal que da lugar a la definicién de identidades, incluso en oposicidn a la autoidentifieacisn de los individuos, se aplica también a la poblacién argentina con un agregado no exento de importantes consecuencias. La adopeién por parte de la Iegislacién nacional del jus solis, que determina que la nacionalidad de un individuo es la del territorio en el que nace y no la trasmitida por sus progenitores (jus sanguinis), twvo su correlato en la definicién y enumeracion de los nalivos del pais por parte del aparato estadfstico ya que, como sefiala Latzina en frase slo apa- rentemente paraddjica, “en este pais no nacen nifios extranjeros”..” En funcién del marco legal vigente, los hijos de extranjeros o de uniones mixtas devinieron automd- ticamente argentinos tanto para la ley como para el aparato censal, descarténdose asi formas alternativas de registro de la poblacién como el sistema estadounidease (que en muchos otros aspectos constituyé un constante modeto de referencia para nues- tros censistas) en el que se distingufa a la poblacion nacida en cl pais segtin sus ori- genes migratorios. La principal consecuencia de esta normativa en la interpretacién censal seri que la transformacicn de extranjeros en argentinos se opera forzosamente en el lapso de una sola generacién, a través de un proceso de homogeneizacién de los ni dos en el pais, independientemente de su origen nacional y de la distancia con los ancestros migrantes. Mas alla de su universatidad (al menos en cl contexto de la tra- dicidn estadistica oceidental), la adopeién combinada de la matriz legaliste y de la clasificacién binaria de nativos y extranjeros habria de resultar particularmente Gtil a una interpretacidn del proceso social argentino que, como la censal, posiulé una integracin arménica y sobre todo especialmente rapida de los migrantes en la so- ciedad nativa. La integracién de los migrantes mediante “alianzas de familia” (inte- gracidn cuya evolucisn intergeneracional fuc, como lo muestran los estudios actuales sobre matrimonios interétnicos, considerablemente més lenta} se habria da- do de modo tal que la asimilacin de la poblacién curopea a la del pais resultaria completa desde los primeros afios de su Hegada”.® El cardcter parcialmente OS naci- 8 Tercer Censir.. tomo |, p. 52. ST Fercer Censo.... tomo IV, p. 526. S* Refiriendase al censo norteamericano de 1910 Martinez sostiene que “La pregunta sobre el color o Ta raza de los habitantes, y el lugar de nacimiento del padre y de ta made: de! emmpadronado que consig na el censo de los Estados Unidos, no tienen imponancia entre nosotros. porque, felizmente, ni tenemos las cuestiones sobre la raza que a ellos tanto preacupan, ni nuesttas raices Etaicas son todavia tin profune das que nos impongan la necesidad de investigar el origen de los extranjeros que habitan nuesiro territo- no”, Tercer Censor... ome |, p.l Segundo Censor. 10100 ML, p. XLV 146 aprioristico ¢ ideoldgico de esta afirmacidn es evidente en su naturaleza deductiva, ya que los datos recogides por los censos (con la sola excepcidn de la descqui da relacién de masculinidad de los grupos migrantes)® no resultaban del todo per- tinentes para autorizar esa conclusidn, especialmente en lo referide a la velocidad que habria caracterizado al crisol argentino. 5. CONCLUSIONES: “Se podria decir de cualquier palabra lo que dice Bacon de lo nocivo de los sistemas. Muchas palabras expresan clases integras, 0 todos los peldafios de una csculera usados como individua, como si apuntasen a un solo peldafo. Ello significa volver a 1a indefinicién de las palabras GEORG CHRISTOPH LICHTENBERG, Aforismos, siglo XVI El andlisis conjunto de las poblaciones india, negra e inmigrante permite establecer algunas consideraciones generales acerca del modo en que el sistema estadistico na- cional pensé la poblacién que habité el actual territorio de la Repiblica Argentina durante la segunda mitad del siglo XIx. La primera de dichas consideraciones remi- tc ineludiblemente a los efectos simbélicos producidos por los censos nacionales en Ia generacién de un discurso politico y cientifico de caracter oficial sobre el proceso sociodemografico argentino. Dos de estos efectos simbélicos merecen retenerse aqui: la homogencizacion de una masa poblacional heterogénea y la construccién de una determinada imagen de fa nacign argentina. En ambos casos, los censos de poblacién no fueron (ni podrian haberlo sido dado su cardcter de construccién intelectual) un instrumento pasivo 0 simplemente descriptivo de medicion, ya que mediante la definicién y la seleccién de las categorfas de andlisis contribuyeron a crear una imagen de Ia naciGn que ha- bria de resultar, en parte, auténoma del proceso historico. © Como se recordard, éste fue uno de los argumentos basicos wtilizados posteriormente: por Gino Get mani, Politica y sociedad en una época de transiciGn, De la sociedad tradicional a la sociedad de masas. Buenos Aires, Paidés, 1962. Una bella ifustracidn, de neto cubo darwinista, sobre este punto se encuentra en el Segundo Censo Nacional: “El enorme nimero en que los varones extranjeros exceden a las mujeres nati- vas de sus respectivos paises da por rsultada el casamicnto de aquellos con las nacionales, produciendo una nueva raza, fuerte y bella, pues con arreglo a los conocidos principios de Ia seleccién natural los productos dde esas uniones son generalmente superiores a sus tipos de origen”, Segundo Censo..., tOmn0 Il, p.CXM, 147 El efecto homogeneizador de los censos, andlogo en el plano simbélico a la ma general vocacién positivista de uniformizar las estructuras sociales para garantizar su gobernabilidad,°! tuvo su origen en una clasificacion de base juridica que discriminé a los habitantes del tcrritorio segun su pertenencia a entidades nacionales icentifica- das con estados independientes. E] resultado basico de este procedimiento fue doble: en primer lugar, coniribuy6 a unilormar en el discurso a grupos heterogéneos de po- blacién extranjera mediante la adscripeidn externa de identidades nacionales y cl blo- queo de formas alternativas de autoidentificacién de los individuos. En segundo lugar, uniformé —en igual sentido— a la variada gama de poblacién nativa gracias auna serie de operaciones conceptuales y juridico-politicas que inclufan Ja negacién del cardcter de naciones de las poblaciones indigenas (cuyo recanocimiente hubiera resultado contradictorio con las pretensiones territoriales hegem@nicas del Estado), Ja supresién —ciertamente progresista y comtin a otros paises latinoameri categorias organicistas de origen colonial como la raza y, por tltimo, la identifica. cin igualitaria mediante el jus sotis de las distintas generaciones de inmigrantes na- cidas en el pats. La cleccién de una grilla de carcter exclusivamente politico-estatal que desear- (6 de plano la percepcién de determinados grupos de poblacién no obedeci6 a crite tios de visibilidad numérica, aunque esta razdn fuera invocada en ocasiones, ya que a poblacién negra y sobre todo la indfgena fucron cuantitativamente superiores a muchos de los grupos curopeos. Por el contrario, fa adopcién de dicha grilla partis del reconocimiento explicito de las enormes dificultades técnicas existentes para me- dir a la poblaci6n segtin criterios raciales, En tal sentido, y a pesar del cardeter inc- quivocamente racista del discurso censat, la decisién fundada en el minimalismo técnico implicaba en los hechos la conviccidn de que la distincién de la poblacin se- gtin critcrios étnicos visibles “desde fuera” resultaba poco menos que quimérica. Los distintos planos constitutivos del discurso censal nos permiten asistir a un proceso si- tmultineo de racismo en el plano tesrico general y de negacién, en el plano empiri- co, de la posibilidad misma de establecer criterios biolégico-esencialistas susceptibles de diferenciar a los individuos a partir de la apariencia fisica o de la vin- culacién con una determinada rama de ancestros. La diferenciacién de los habitantes del pais a partir de su nacionalidad, ademas de su creciente universalidad en la tradicidn estadistica occidental y de su comodi- dad técnica, tuvo la ventaja de producir una grilla de andlisis igualitaria y sbjetiva (orden alfabético de categorias, cnumeracién progresivamente exhaustiva de los gru- pos). En igual sentido, la supresién de categorfas del pasado colonial contribuy6 a una presentacién no discriminatoria de las poblaciones en juego cn un paradigma po- litico-estadistico que, contra la concepcién orgénica colonial, sélo reconocié la exi tencia de los individuos como unidades fundantes del cuerpo social © 0, Teri, Positivisma.... p. UL 148 Sin embargo, aunque estas caracteristicas modernas e igualitarias de la lectura ba- sada en la nacionalidad aparecen claramente en Jos cuadros censales, resultaron con- tradictorias con las consideraciones ideolégicas mas generales de los censistas, como lo muestra de modo paradigmatic 1a evaluacién de las razas no blancas y ¢l delica- do problema de su integracisn. Como queda dicho, los censistas adhirieron a acuella corriente de pensamiento de indudable cuo racista que, guiada por los principios de la seleccién natural y confiada en Ja superioridad regenerativa de la raza blanca, ad- hirié fervorosamente a la integracion racial La contradiccién latente entre una lectura liberal de cardcter igualitario y una vi- sin jerérquica de las razas, no habria de plantear, sin embargo, mayores problemas interpretativos a los censistas, gracias a la disimil proporcién de las poblaciones en juego y a los efectos positivos y particularmente répidos adjudicados discu te al crisol de razas, Have maestra del entero paradigma censal. La supresién de ca- jivamen- tegorfas raciales, la no distincién entre tas distintas generaciones de inmigrantes y, in dicotémica entre argentinos y extranjeros en muy especialmente, ta yuxtapos variables claves del proceso de reproduccién social (ocupacién, estado civil, fecun- didad) permitieron reforzar dicha interpretacién, al licuar los datos necesarios para su eventual verificacién empirica En definitiva, los efectos combinados de la clasificacién juridiea y de los presu- puestos sobre la extraordinaria velocidad en la integracisn de razas y nacionalidades, permitieron que los censos operasen, siempre en el plano simbélico, la transforma- cién de una masa méltiple y dispar en un conjunto poblacional relativamente Lomo- géneo. Discurso idcoldgico y formas de medicién se implicaron mutuamente para producir ese “homenaje a la nacién” que son los censos de poblacién. De tal suerte, estas fantdsticas obras, frutos de la conviccién positivista en la posibilidad del ¢jer- cicio de una politica cientitica, no sc limitaron a medir el presente y las bucllas ain frescas del pasado reciente, sino que contribuyeron al mismo tiempo x establecer una. auténtica genealogia a través de Ia cual el sistema estadistico oficial habria de pro- yectar hacia el futuro una determinada imagen de la Nacién argentina. 149

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