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perce El pensamiento heterosexual y ottos ensayos Monique Wittig ‘Traduccién de Javier Stez y Paco Vidarte NO SE 'NACE MUJER! 1981 Cuando se analla la opresién de las mujeres con un enfoque matetialista y feininista’, se destruye la idea de que las mujeres Son un grupo ngtutal, es decis, «an grupo racial de ua tipo espe- cial: un grupo doncebido como natural, un grupo de hombres considerado cotho materialmente especificos en sus cuerpos, Lo que el anélisis consigue al nivel de las ideas, la prictica lo hace efectivo ex el nivel de los hechos: pot su sola existencia uuna sociedad lesbiana destruye el hecho artificial (social) que constituye a las inujeres como un «grupo naturaly. Una socie. dad lesbiana* revela pragmaticamente que esa sepatacién de los hombres de que las mujeres han sido objeto, es politica y mues- tra que hemos sido ideolégicamente teconstruidas como un «grupo naturab! En el caso de las mujeres, la ideolopia lega lejos, ya que nuestros cuerpos, asi como nuestras mentes, son el producto de esta manipulacién, En nuestras mentes y en nues- {Tate aed pol piers een Fah ama 2 en 198, Sey Coe a ee A eso ; See in rT 7 Aad eng es (31) El pensamiento heterosexual tros cuerpos se nos hace cortesponder, casgo a rasgo, con la idea de naturaleza que ha sido establecida para nosottas. Somos manipuladas hasta tal punto que nuestto cuerpo deformado es Jo que ellos llaman «naturaby, lo que supuestamente existia antes de la opresién; tan manipuladas que finalmente la opresi6n parece ser una consecuencia de esta «natutalezay que esti de tro de nosotras mismas (una maturaleza que es solamente una idea). Lo que un andlisis matetialista hace por medio del razona- miento, una sociedad lesbiana lo realiza de hecho: no sélo no existe el grupo natural «mujeres» (aosotras las lesbianas somos la prueba de ello), sino que, como individuos, también cuestio- namos «da-mujem, algo que, para nosoteas —como para Simone de Beauvoir— es sdlo un mito. Ella afirméd: «no se nace n se llega a serlo. No hay ningiin destino biolégico, psicol6 econémico que determine el papel que las mujeres repres en la sociedad: es Ia civilizacién como un todo la que pro: esa criamira intermedia entre macho y eunuco, que se ci como femeninay’ : Sin embatgo, la mayorfa de las feministas y de las lesbianas/ferninistas en Norteamérica y en otros lugares ain consideran que la base de Ja opresién de las mujeres es bialigica ¢ histérica, Algunas de cllas pzetenden encontrar sus raices en Simone de Beauvoir’, La creencia en un detecho materno y en tuna «prehistoria» en la que las mujeres habrian creado la civili- zacién (a causa de una predisposicién biolégica), mientras que elhombre brutal y tosco se limitaria a ir de caza (a eausa de una predisposicién biolégica), es simétrica a la interpretacion biolo- gizante de la historia que ha sido hecha, hasta hoy, por la clase de los hombres, Es el mismo método que consiste en buscat en los hombres y en las mujeres una raz6n biolégica para explicar ‘SDE BEAUVOIR, S: By squads sexa México, Alanza/Siglo X00, 1988, p24. @. Redseockiogs: Feminist Revolution, New York, Random House, 1978, p18. [32] No se nace mujer su division, excluyendo los hechos sociales. Pata mf, esto 110 odré constituit nunca un punto de partida pata un andlisis esbiano de la opresiOn de las mujeres, porque se presupone que Ia base o el origen de la sociedad humana est fundamen. tado necesatiamente en la heterosexualidad. El matriarcado no €s menos heterosexual que el patriarcado: slo cambia el sexo del opresor. Ademis, esta concepcién no sélo sigue asumien- do las categorfas del sexo (mujer y hombte), sino que mantic. ne la idea de que la capacidad de dar a luz (o sea, Ia biologia) es lo dinico que define a una mujer. Y, aunque en una sociedad lesbiana los hechos y las formas de vida contradigan esta teo- +a, hay lesbianas que afitman que «as mujetes y los hombres pertenecen a razas o especies (las dos palabras se utilizan de forma intercambiable) distintas: los hombres son biolépica- ‘mente infetiores a las mujeres; la violencia de los hombres es un feaémeno biol6gico inevitablo»’. Al hacer esto, al admitie que hay una division «saturaly entre mujeres y hombres, naturaliza. mos le histozia, asumimos que «hombres» y «anujetes» siempre han existido y siempre existirin, No sélo natutalizamos la histo- tia sino que también, en consecuencia, naturalizamos los fené- menos sociales que’ manifiestan nuestra opresién, haciendo imposible cualquier cambio. Por ejemplo, no se considera el embarazo como una produccién forzada, sino como un proce- 80 «naturab, cbiolégico», olvidando que en nuestras sociedades Ja natalidad es planificada (demografia), olvidando que nosotras mismas somos programadas pata producit nifios, aunque es la ‘inica actividad social, won la excepcién de lz guertas, que implica tanto peligro de muerte’. Mientras seamos «incapaces de abandonas, por voluntad o espontineamente, la obligacion 7, DWORKIN, A. «Biological Supetitity, The Wosl!’s Mos ea, Hore, 6:46 8. ATKINSON, 1.6. Amoqon Ofuay, New York, Links Books, 1974, p15 1d Deadly [33] El pensamiento heterosexual secular de procrear que las mujeres asumnen como ¢/acto creador femeninov’, el control sobre esa produccién de nifios significar’ mucho més que el simple control de los medios materiales de dicha produccién, Para lograr este control las mujeres tendran que abstraerse de la definicién da-mujerm que les es impuesta. Un anilisis feminista matetialista muestra que lo que noso- tras consideramos causa y origen de la opresién, es sola «anatcay" que el opresor impone sobre los oprimid de la mujem', con sus manifestaciones y efectos las conciencias y en los cuerpos aptopiados de las mujeres ‘marca no preexiste a la opresién: Colette Guillaumin ha twado que, antes de la realidad socio-cconémica de In escl negsa, el concepto de la raza no existia, o por lo menos, su significado moderno, pues designaba el linaje de las fara Sin embargo, hoy, nociones como raza y sexo son ent cémo un «dato inmediato», wensible», un conjunto de «caracte risticas fisicasn, que pertenecen a un orden natural. Peto, lo que teemos que es una percepcién ditecta y fisica, no es ms que tuna construccién sofisticada y mitica, una «formacién imngina- tigy!? que teinterpreta sasgos fisicos (en si mismos tan neut como cualquier otro, pero marcados por el sistema social) por medio de la ted de relaciones con que se los percibe. (Hllas son. ‘vistas como negras, por eso son negzas; ellas son vistas como mije- res, por eso son mujezes, No obstante, antes de que sean vistas de esa manera, ellas tuvieron que set bechas de esa manera.) Tener tuna conciencia lesbiana supone no olvidar nunca hasta qué pu set da-mujem era par nosotras algo «contra natura», algo limita- (34) No se nace mujet dot, totalmente opresivo y destructivo en los viejos tiempos antte- tiores al movimiento de jiberacién de las mujeres. Fea una cons- triccién politica y aquellas que resistian eran acusadas de no ser «vetdaderas» mujeres. Pero entonces estibamos orgullosas de ello, porque en la acusaci6n habia ya como una sombra de triunfo: el teconocimiento, pot el opresor, de que mujer no es un concep- to tan simple, porque para ser una, era necesatio set una everdade- ra». Al misms tiempo, éramos acusadas de querer ser hombres. Hoy, esta doble acusacién ha sido retomada con entusiasmo en el contexto del movimiento de liberacién de las mujeres, por algunas feministas y también, por desgracia, por algunas lesbianas cuyo objetivo politico parece ser volverse cada vez mis «femeninaso, Pero negarse a set una mujer, sin embargo, no significa tener que ser un hombre. Ademés, si tomamos como ejemplo la perfecta «butcl»” —el ejemplo clésico que provoca mas hortos, a quien Proust llamé mujer/hombre—, gen qué difiere su enajenacién de Ja de alguien que quiete volverse mujer? Tal pata cual. Por lo ‘menos, para uria mujet, querer ser un hombte significa que ha esca- pado a su progtamacién inicial. Pero, aunque lo deseata con todas sus fuerzas, no podiia llegar a ser un hombre, porque eso le exigi- fa no s6lo tener una apatiencia externa de hombse, sino también tenet una conciencia de hombre, o sea, de alguien que dispone, por derecho, de dos —si no mas— esclavos «nstura- Jes» durante su vida. Esto es imposible, y una caracteristica de la opresién de Jas lesbianas consiste, precisamente, en que coloca~ ‘mos a las mujeres fuera de nuestto alcance, ya que las mujeres per- tenecen a los hombres. Asi, una lesbiana debe set cualquier otta cosa, una no-imujes, un no-hombre, un producto de In sociedad y no de la anatutaleza», porque no hay «naturaleza» en la sociedad. jpesthasculin, (N. de loe'T) 35] Bl pensamiento heterosexual Rechazat convertirse en heterosexual (0 mantenerse como tal) ha significado siempre, conscientemente 0 no, negatse a con- vertirse en una mujer, o en un hombre. Para una lesbiana esto va sms lejos que el mero rechazo del papel de amujer. Es el recha- zo del poder econ6mico, ideoldgico y politico de un hombre. Esto, nosotras las lesbianas, y también muchas que no lo eran, ya lo sabiamos antes del inicio de los movimientos feministns y ésbicos. Sin embargo, como sefiala Andrea Dworkin, muchas mientos feminista y lésbico conducen de nuevo al mito de la jet que habfa sido creado especialmente para nosotras por los hombres, y con él volvemos a caer otra vez en un grupo natural. Nos levantamos pata Iuchar por una sociedad sin sexos" ahora nos encontramos presas en la trampa familiar de que «ser mujer es maravilloso». Simone de Beauvoir subtayé pre- cisamente la falsa conciencia que consiste en seleccionar de entre las caracteristicas del mito (que las mujeres son diferentes de los nir a las mujetes. Utilizar eso maravilloso sex mujem, supone asumir, para definir a las mujeres, los mejores rasgos (mejores respecto a quién?) que la optesién nos ha asignado, y supone no cuestionar radicalmente las categorias chombrer y ccnujer», ue son categosias politicas (y no datos naturales). B: nos emplaza a Inchar dentro de la clase «mujeres», no hacen las otras clases, por la desapaticién de nues por la defensa de la «mujem y su fortalecimiento. Ello nos con- 14, DWORKIN, A: Ibidem. [36] No se nace mujer duce a desatrollar con complacencia «nuevas teotfas sobte ‘nuestra especificidad: asi, lamamos a nuestra pasividad «no-vio- lencia», cuando nuestsa lucha més importante y emetgente es combatir nuestra pasividad (nuestro miedo, que esté justifieado). La ambigiiedad de la palabra «feminista» resume toda la situa, cién. ¢Qué significa «feminista»? Feminismo contiene Ia palab «féminay («nujer), y significa: alguien que lucha por las es. Pata muchas de nosoteas, significa alguien que lucha por las mujetes como clase y por la desapaticion de esta clase. Para muchas otras, esto quiere decir alguien que lucha por la mujer y por su defensa —por el mito, por tanto, y su fortalecimiento. Peto, gpor qué ha sido escogida la palabra afeminista» si es tan ambigua? Elegimos llamarnos «feministas» hace diez aiios, no pata apoyar o fortalecer el mito de Ia mujer, ni para identific catnos con Ja'definiciéa que el opresor hace de nosotras, sino para afirmar que nuestro movimiento tiene una historia y pata subrayar el lazo politico con el primer movimiento feminista, Es este movimiento lo que hay que poner en cuestidn, pot el significado que ha dado a la palabra feminismo. El feminismo del siglo pasado nunca fue capaz de solucionar sus contradiccio- es en asuntos como naturaleza/cultura, mujer/sociedad. Las ‘mujeres empezaron a luchar por s{ mismas como un gtupo y consideraron acertadamente que compartian aspectos de opre- siGn comunes. Pero, para ellas, estos aspectos eran mas bien naturales y biolégicos, y no rasgos sociales. Llegaron hasta el punto de adoptar la teotia darwinista de la evolucién. No ctelan, como Darwin, «que las mujeres estaban menos evolucionadas que los hombres, pero sf crefan que la natutaleza tanto de los hombres como de las mujeres habian divergido en el curso del proceso evolutivo y que la sociedad en general reflejaba esta polatizaciény". «Bl fracaso del primer feminisino proviene de ‘16. ROSENBERG, Rela Search of Womans Nase, Fai Std, oto, 1975p 14h (37] El pensamiento heterosexual que solamente atacazon la idea datwinista de la inferioridad de la mujer, pero aceptaron los fundamentos de esta idea, 0 sea, Ia isidn de la mujer como “inica’»”. Y, finalmente, fueron las mujeres universitatias —y no las feministas— quienes acabaron cientificamente con esta teorla. Las primeras feministas no lograron miear hacia la historia como un proceso dindmico que se desarrolla por conflictos de intereses. Ellas atin crefan, como los hombres, que la caysa (origen) de su opresién se encontea- ban ellas. ¥, por eso, después de algunos triunfos increfble feministas de esta primera ola se encontraron frente a un c j6n sin salida, sin razones pa taban el principio ilégico de la «igualdad en la diferencia, idea que hoy esti renaciendo. Cayeron en la trampa que hoy nos amenaza otta vez: el mito de «a-mujem». Es nuestra tarea histérica, y sélo nuestra, definir en materialistas lo que llamamos opresién, analizar a como clase, lo que equivale a decir que la categorfa categotla chombre», son categorias politicas y econémi por tanto, no son etetnas. Nuestta lucha intenta hacer desapare- cet alos hombres como clase, no con un genocidio, sino « lucha politica. Cuando la clase de los «hombres» haya desapate do, las mujeres como clase desaparecerén también, porque no habrd esclavos sin amos. Nuestra primera tarea, me patece, es siempre tratar de distinguir cuidadosamente entre las umujete (a clase dentro de la cual luchamos) y «a-mujem, el mito. Po: Ja emujem no existe para nosotras: es solo una formacic mientras que las «mujeres» son el producto de una £ social. Hlemos sentido esto claramente cuando rechazibam nos Iamaran «movimiento de liberacién de da muyjem'*, Mi ,cuyo No se hace mujer tenemos que destruir el mito dentro y fuera de nosotias, La canujem no es cada una de nosotzas, sino una construcci6n poll tica e ideolbgica que niega a das mujeres» (el producto de tina elacién de explotacién). «La-mujem existe pata confundirnos, Para ocultar Ja realidad de «las mujeresy. Pata lepar a ser una clase, para tenet una conciencia de clase, tenemos primero que matar el mito de da-mujem, incluyendo sus raspos mis sedvicro tes (pienso en Virginia Wolf cuando decia que la primeta tarea de una mujer escritora es «anatat al Angel del hogan). Pero cons linuirse en clase n0 significa que debamos suprimitnos como individuos. Y ya que singin individuo puede ser redu 1 también confrontadas con la necesidad ‘NOs Como sujetos individuales de nuestea historia, Creo que ésta es la raz6n por Ia que estan proliferando ahora todas estas tentativas de dat «nuevas» definiciones a la. mujer. Lo que esti en juego (y no s6lo para las mujeves) es una definicién del individuo, asi como una definicién de clase Porque, cuando se admite la optesion, se necesita saber y expe. simentar el hecho de que una puede constituisse en sujeto (como lo contratio a ua objeto de opresién), que una puede convertitse en alien a pesar de Ia opresidn, que una tiene su Propia identidad. No hay lucha posible para alguien privado de una identidad; carece de una motivacién interna para luchar, Porque, aunque yo s6lo puedo luchar con otros, primero lucho pata mi misma, La cuestién del sujeto individual ha sido histdricamente cuesti6n dificil. El marxismo, titimo avatar del matetialismo, ln Gencia que nos formé politicamente, no quiere saber nada sobre el «sujetor. El marxisino techazé el sujeto trascendental, la «puta» conciencia, el sujeto «en si» como constitutive del conocimiento. Todo lo que piensa «en sir, previamente a cual- quier experiencia, acabo en la basura de la histotia; todo lo que pretendia existir por encima de lz materia, antes de la matetia, Accesitaba un Dios, un espititu, o un alma para existit. Esto se historica de constituis: [39] El pensamiento heterosexual lama idealismo. En cuanto a los individuos, ellos son sélo el producto de relaciones sociales y, por eso, su conciencia sola- mente puede estar «alienaday. (Marx, en La ideologia alemana, dice, precisamente, que los individuos de la clase dominante también estén alienados, aun siendo ellos mismos los producto- es directos de las ideas que alienan a las clases oprimidas por ellos, Pero, como sacan obvias ventajas de su propia alienacién, pueden soportarla sin mucho suftimiento). La conciencia de clase existe, pero es una conciencia que no se refiere a un suje- to particular, salvo cuando participa de las condiciones geneta- les de explotacién al mismo tiempo que los otros sujetos de su clase, que comparten todos la misma conciencia. En cuanto a Jos problemas pricticos de clase —aparte de los problemas tta~ dicionalmente definidos como de clase— que uno puede encontrar (por ejemplo, los problemas llamados sexuales), fue- ron considerados problemas «busgueses» que desapatecerian con el triunfo final de la lucha de clases, «ndividualistan, «6 jetiviste, pequeiicburguém, éstas fueron las etiquetas aplicaban a cualquier persona que expresara problemas que no podian reducirse 2 los de la «lucha de clases» propiamente dicha, E] marxismo ha negado a los integrantes de las clases opri- midas el atributo de sujetos. Al haces esto, el marzismo, a causa del poder politico e ideolégico que esta tuvo inmediatamente sobre el movimiento obrero y los otros grupos politicos, ha impedido a todas las categosias de las per- sonas optimidas que se constituyan histozicamente como suje tos (como sujetos de sus Inchas, por ejemplo). Esto significa que Jas «masas» no luchaban por ellas mismas sino por ¢/ partido o sus otganizaciones. Y cuando una transformacién econémica tuvo lugar (fin de la propiedad privada, constitucin del estado socialista), ningtn cambio revolucionario tuvo lugar en la nueva sociedad, porque las propias personas no habian cambiado. Para las mujetes, el marxisino tuvo dos consecuencias. Les hizo imposible tomar conciencia de que eran una clase y por lo [40] No se nace mujer {anto les impidié constituirse como clase durante mucho tietpo, dejando la relacién «mujeres/hombres» fuera del ord len soci haciendo de ella una telacién «natural —sin duda, la cier ci6n vista de esta manera por los marxistas, junto con la telacién entre mujeres e hijos—, y ocultando finalmente el conflicto de clase entre hombres y mujeres tras una divisién natural del tra. bajo (La idealegia alemana). sto en lo teferente al nivel tebtico (ideoldgico).En la prictica, Lenin, e/ partido, todos los partidos Comunistas Hasta hoy, incluyendo’a todos los grupos politicos mis tadicales, han reaccionado siempre contra cualquier tentati_ va de las mujeres de reflexionar y formar grupos basados en su propio problema de clase, con acusaciones de divisionismo, Al uunimnos, nosotras, las mujeres, dividimos la fuerza del pueblo Esto significa que, para los marxistas, las mujeres pertenecen ya sea a la clase burguesa o a la clase obreta, 0 en otras palabras, a los hombres de esas clases. Mas atin, Ia teoria mazxista no pet- mite a Jas mujeres, como a otras clases de personas optimidas, gue se constituyan en sujetos histéticos, porque el marxismo no ene en cuenta que una clase también consiste en individuos, ‘uno por uno. La conciencia de clase no es suficiente, Tenemos que intentar entender filos6ficamente (politicamente) estos con- ceptos de asujeto» y «conciencia de clase» y cémo funcionan en relacién con nuestra historia. Cuando descubtimos’ que las mujeres son objeto de opresién y apropiacién, en el momento exacto en que somos capaces de seconocer esto, nos converti. mos en sujetos en el sentido de sujetos cogaitivos, por medio de una operacién de abstraccidn. La conciencia de la opresion. fo es s6lo una reacci6n (una lucha) contra la opresién: supone también una total reevaluacién conceptual del mundo social, st total reorganizaci6n con nuevos conceptos, desatrollados desde el punto de vista de la optesién. Es lo que yo Ilamarfa Ia ciencia dela opresién, creada pot los optimidos. Esta operacién de enten- det la realidad tiene que set emprendida por cada una de noso- tras: lamémosla una prictica subjetiva, cognitiva. Este movi- (41] El pensamiento heterosexual miento de ida y vuelta entre los dos niveles de la realidad (Ia tea lidad conceptial y la realidad material de la optesi6n, que son, ambas, realidades sociales) se logra a través del lenguaje. Somos nosotras quienes histéticamente tenemos que realizar esa tarea de definir lo que es un sujeto individual en términos materialistas. Segutamente esto patece wna imposibilidad, porque el matetialismo y la subjetividad siempre han sido recfprocamente exclayentes. Lejos de desesperamnos por no entenderlo, ten que comprendet asi ¢l abandono por muchas de nosotrals del mito de da-mujem (que es sélo un espejismo que nos distrae en nues- tro camino); ello se explica por esta necesidad que tiene cada set humano de existir como individuo, y también como miembro de uns clase. Bsta es tal vez la primera condicién pata que se consu- me la tevolucién que deseamos, sin la cual no hay luch transformacién. Pero, patalelamente, sin clase ni conci mujetes, una expresién individual y subjetiva, sino cién social violenta. Pero una vez que hayainos mostiado q todos nuesttos problemas supuestamente personales son, de hecho, problemas de clase, aiin nos quedaré responder al proble- ‘a del sujeto de cada mujer, tomada aisladamente; no el mito, cada una de nosottas. En este punto, cteo que sélo mas alla de categoria de sexo (mujer y hombre) puede encontrarse una nue y subjetiva definicién de la persona y del sujeto para toda la hunna- nidad, y que el surgimiento de sujetos individuales exige destruir primeto las categorias de sexo, eliminando su uso, y rechaz todas las ciencias que atin las utilizan como sus fundament (précticamente todas las ciencias humana). [42] No se nace mujer Pero destruir da-muje no significa que nuestro propésito sea la destruccién fisica del lesbianismo simultineamente con las categotfas de sexo, porque el lesbianismo oftece, de momen. to, Ja nica forma social en la cual podemos vivir libremente Ademés, lesbiana es el tinico concepto que conozco que esti ‘mas allé de las categorias de sexo (mujer y hombte), pues el sy to designado (lesbiana) no es una mujer ni econémicamente, politicamente, ni ideolégicamente. Lo que constituye a tna ‘tauujet es una relacién social especffica con un hombre, una rela cién que hemos llamado servidumbre, una relacién que implica obligaciones personales y fisicas y también econémicas (casigna- cién de residencia»®, trabajos domésticos, deberes conyugale produccién ilimitada de hijos, etc), una relacién de la cual Ing lesbianas escapan cuando rechazan volverse © seguir siendo heterosexuales. Somos desertoras de nuestra clase, como lo etan los esclavos ameticanos fugitivos cuando se escapaban de la esclavitud y se volvian libres. Para nosotras, ésta es una necesi- dad absoluta; nuestra supervivencia exige que nos dediquemos con todas nuestras fuerzas a destruir esa clase —Ias mujeres— con Ja cual los hombres se apropian de las mujeres. ¥ esto solo puede lograrse por medio de la destruccién de la heterosexual. dad como un sistema social basado en Ia opresin de las muje-" res por los hombres, un sistema que produce el euerpo de trinas de la diferencia entre los sex optesién. (08 pata justificar esta 19, ROCHEFORT, [43] EL PENSAMIENTO HETEROSEXUAL! Estos tilimos afios, en Patis, la cuestién del lenguaje como fenémeno ha dominado los sistemas tedticos modetnos, las iencias lamadag humanas, y ha penetrado en las discusiones politicas de los movimientos de lesbianas y de liberacién de las mujeres. Se trataide un campo politico importante en el que lo que se juega es el poder 0, mas bien, un entrelazamiento de poderes porque hay una multiplicidad de lenguajes que produ- cen constantemente un efecto en la realidad social. La impor- tancia del lenguale en cuanto tal como asunto politico sélo ha apatecido recientemente’. Hl desarrollo gigantesco de la lingiits- tica, la multiplicatién de las escuelas, la aparicion de las ciencias de la comunicacién, Ia tecnicidad de los metalenguajes que estas ciencias utilizan, constituyen sintomas de la importancia de esta cuesti6n politica, La ciencia del lenguaje ha invadido otras cien- Gias como la antropologia con Lévi-Strauss, el psicoanilisis con Lacan, as{ como todas las disciplinas que trabajan a partic del estracturalismo, La primera semiologia de Roland Barthes casi consigue esca- par dela dominaci6n de la lingiistica para constituirse en andli- 2. Los giiegos clsicos fabian, no abstaats, que sa el dominio de ls ténicas ot ‘0 hny poder politico, sobre tcdo en una demaceaci [45] El pensamiento heterosexual sis politico de los diferentes sistemas de signos, poniendo en relaci6n tales sistemas de signos —por ejemplo, los mitos de la clase pequefioburguesa— y la lucha de clases del capitalismo, cuya veladura dichos sistemas tienen como efecto. Podiamos creernos salvados porque la semiologia politica constituye un arma (un método) precisa para analizar lo que lamamos ideolo- gia. Pero el milagro no duro mucho, Mas que introducir en ciet- fo modo en la semioldgia conceptos que le son extrafios —en este caso, conceptos tnarxistas—, Barthes en seguida afirmd que la semiologfa no etg;sino una rama de la lingiifstica y que su objeto es el lenguaje. Asi, el mundo enterd'es s6lo un gran registro en el que vienen a inscribisse los le estos discursos levanta una confusa cortina de humo para optimidos, que les hace perder de vista In causa matetial de s optesién y los sume en una suerte de vacio ahistético. social en la que los humanos son dados como invarian afectados por Ia historia, no trabajados por conflictos de con una psique idéntica para cada uno porque est progra genéticamente. No afectada por la historia ni trabajada p conflictos de clase, esta psique provee a los especialista El pensamiento heterosexual cl comienzo del siglo XX todo un atsenal de invatiantes: el céle- bre lenguaje simbélico que tiene la ventaja de funcionar partir de poquistmos elementos ya que, como los digitos (0-9), los simbolos que la psique produce «inconscientemente» son muy Poco numerosos. Resultan, pues, por via de teotizacion y de terapia, muy ficiles de imponer al inconsciente colectivo ¢ indi- vidual. Con lo fi buen gusto de estracturatse automaticamente a partit de estas Pgtiforas, por ejemplo el-nombie-del-padze, el complejo de Ecdipo, la castraciOn, el asesinato-o-la-muerte-del-padre_ el cambio de mujeres, etc. Sin embargo, aunque 1 Inconsciente sea fécil de controlar, no lo seri por cualquiera; lo mismo que las revelaciones misticas, la apaticién de los simbolos en la tat que exige interpretaciones miiltiples. Unicamente los especialis- tas estén capacitados para llevar 2 buen puerto el desciframien, to del Inconsciente. Sélo a ellos, los psicoanalistas, les esti Petmnitido (autotizado?) organizar e interpretar manifestacio. ‘e® psiguicas que harin surgi el simbolo en su sentido pleno, Y mientras el lenguaje simbélico es extremadamente pobre y esen- cialmente lagunar, los lenguajes 0 metalenguajes que lo interpre- tan se desazrollan, cada uno de ellos, con un fasto, una tiqueza, que s6lo las exégesis teol6gicas de la Biblia han igualado. ¢Quién les ha dado a los psicoanalistas su sabes? Pot ejemplo, Tacan, lo que él lama el wdiscurso psicoanalitico» y la eexpetien. Gia analiticay le «ensefian» lo que sabe. Y cada uno le enseaa lo gue el otto le ha ensefiado, Peto, enegaremos que Lacan ha adquitido conocimiento cientificamente en la vexperiencin ann. litica» (una experimentacin en cierto modo) de las esiructurns del Inconsciente? zHaremos caso omiso icresponsablemente de iscursos de los/las psicoanalizados/as tumbados/as sobre ‘an? Por lo que a mf respecta, no me cabe ninguna duda de ge Lacan ha exicontrado en el Inconsciente las estructuras que éldice haber encontrado ya que se habfa encargado de ponerias all con antetiotidad. Los y las que no cayeron bajo el poder de ret [47] Bl pensamiento heterosexual Ja institucién psicoanalitica pueden’ experimentar un inmenso sentimiento de tisteza ante el grado de opresiéa (de manipula cida) que los discursos de los y las psicoanaiaados/as manifies, tan, Porque en la expetincia analitica hay un oprimido, que es psicoanalizado, cuya necesidad de comunicat se explota (gual que las brujas no podian antaio ms que sepets bajo tovtus el Jen guaje que los inquisidores querian oft); al psicoanalizado no le queda mas eleccidn (si no quiere romper el contrato implicito que le permite comunicarse y del que tiene necesidad) qu intentar decir lo que se quiere que diga. Parece que esto puede sel contrato que obliga a un set hacer ostentacién de su miseria ante el opresor que es mente responsable de ella, que lo explota econémica, p jdeolégicamente, y que lo interpreta teduciéndolo a me ras del discurso. Sin embargo, la necesidad de comunicar lo que est , implica ¢sélo puede realizarse en la cuta psicoanalitica? ¢Puede esta necesidad de comunicar sealizarse en el hecho de ser cura- do 0 de oftecetse como «experimento»? Si cteemos los testimo- nnios de las lesbianas, de los gays y de las femninistas, en absoluto es asi'. Todos estos testimonios subrayan el sentido pol seviste en la sociedad heterosexual actual Ia imposibilidad de municar —de otro modo que no sea con un psicor: que tienen las lesbianas, los hombees gay y las mujeres. La de conciencia del estado de cosas general (no es que enfermo o necesite cuta, es que uno tiene un enemigo) provoca generalmente por parte de los y las optimidos/as vn: del contsato psiconnalitic, Beto e lo que se desprend 08, ju ia ensefianza de que el contuate testimonios, junto con i zn de que el conta y YOUNG, A. 9 Out of th Hl pensamiento heterosexual Los discursos que nos optimen muy en patticular a las les- bianas, mujeres y a los hombres homosexuales dan pot setita- do que lo que funda la sociedad, cualquier sociedad, es Ia hete- tosexualidad?. Estos discursos hablan de nosottas y pretenden decir la verdad en un espacio apolitico, como si todo ello pudie- ra escapat de lo politico en este momento de Ia historia, ¥ como si en aquellci que nos concierne pudieta haber signos politien- ‘mente insignificantes. Estos discursos de heterosexualidad nos oprimen en la medida en que nos niegan toda posibilidad de hablar si no es en sus propios términos y todo aquello que los Pone en cuestién es enseguida considerado como «ptimation, Nuestro rechazo de la interpretacién totalizadora del psicoani- isis los lleva a decir que no tenemos en consideracién la dimen- si6a simbélica, Estos discursos nos aiegan toda posibilidad de teat nuestras propias categorias. Su accién sobre nosotras es fetoz, su titanfa sobre nuestras personas fisicas y mentales es incesante. Cuando se recubre con el término generalizadot de «ideolo- gia» todos los discursos del grupo dominante, se relegan estos discussos al tnundo de las Ideas Irseales. Se desatiende la violen- cia material (fisica) que realizan directamente sobre los y las optimidos/as, violencia que se efectia tanto por medio de los discussos abstractos y «cientificos» como pot medio de los dis. cursos de los medios de comunicacién de masas. Insisto en esta opresién matetial de los individuos por los discutsos y ques subrayar sus efectos inmediatos tomando el ejemplo de la por- nografia, Sus imégenes —peliculas, fotos de revistas, catteles pu tarios en las patedes de las ciudades— constitayen un discu: y este discurso, que cubre nuestro mundo con sus signos, tiene vun sentido: significa que las mujeres estin dominadas. Los ind: un término que hace su primera apascin en [49] El pensamiento heterosexual semidlogos pueden interpretar el sisterna de este discurso, des- ctibir su disposicién. Y lo que len entonces en este discurso son signos que no tienen como funcién significar y cuya tinica razén de set es Ja de funcionar como elementos de un cierto sis- tema o disposicién. Para nosotras, sin embargo, este discurso no esta divotciado de lo real, como lo esta pata los semidlogos. No sélo mantiene telaciones muy estrechas con Ia realidad social que es nuestia opresién (econémica y politica), sino que é mismo es real, ya que es una de las manifestaciones de la opre- sidn y ejesce un poder preciso sobre nosotras. El discurso p nografico forma parte de las estrategias de violencia que se ¢} cen sobre nuestro entorno, humilla, degrada, es un ct contra nuestra chumanidad», Como ta tiene otra funci6n, la de una advertencia: nos otdena permane- cer en fila, marca el paso a aquellas que tuvieran tendencia a olvidar lo que son, apela al miedo. Estos mismos exper setnidtica de los que hablébamos més artiba nos reproch fundir, cuando nos manifestamos contra la pornografia, cursos con la realidad. No ven que este discutso es Ia sealidad para nosotras, una de las facetas de la realidad de nuestra opre~ si6n, creen que nos equivocamos en el nivel de anéli He puesto el ejemplo de la pornografia porque su discurso es el més sintomético y el mas demostrativo de la violencia que se nos hace a través del discurso, como en general ep Ja so Este poder que tiene la ciencia o Ia teoria de actuar material y realmente sobre nuestros cuerpos y mentes no tiene nada de abstracto, aunque el discurso que produzcan silo sea. Es una las formas de la dominacién, su verdadera expresi6n. Yo dit més bien uno de sus ejercicios. Todos los oprimidos lo con: y han tenido que vérselas con este poder que dice: no tienes derecho a la palabra porque tu discurso no es cie ni ted ico, te equivocas de nivel de andlisis, confundes discurso y ren- lidad, sostienes un discurso ingenuo, desconoces esta o aquelln ciencia. [50] Bl pensamiento heterosexual Silos discursos de los sistemas teéticos modernos y de las Giencas humanas ejercen un poder sobre nosotras porque trabajan con conceptos que nos tocan muy de cerca. A pesat del advenimiento histérico de los movimientos de liberacion de Ins feministas, de las lesbianas y de los gays cuyas intervenciones ya hhan puesto patas acriba las categotias filosoficas y politicas de estos discursos en su conjunto, estas categorlas (que fueron puestas en cnestidn de este modo brutal) no por ello han deja. do de ser utiizadas sin examen por la ciencia contemporinen, Las categotias de las que se trata fancionan como conceptos primitives en un conglomerado de toda suerte de disciplinas, teorias, ideas preconcebidas, que yo lamatia wel pensamiento hhetetosexuaby (ver El penamiento cane, de Claude Lévi-Strauss). Se trata de «anujer, chombter, «exon, «diferencian y de toda la setie de conceptos que estia afectados por este marca, inclui- dos algunos tales como chistoria», «cultura y «eab, Y por mucho que se haya admitido en estos ultimos afios que no hay naturaleza, que todo es cultura, sigue habiendo en el seno de esta cultura un miicleo de naturaleza que resiste al examen, una elaci6n excluida de lo social en el andlisis y que seviste un caric. ter de ineluctabilidad en Ja cultura como en la natutaleza: es la xelaci6n heterosexual. Yo Ja llamasfa la relacién obligatotia social entre el khombte» y I jem. (Aqui me temito a Ti-Grace ‘Atkinson y su andlisis de la relacién sexual como una institu. ida’). Habiendo planteado como un saber, como un principio evidente, como un dato anterior a toda ciencia, la ineluctabilidad de ests relacién, el pensamicnto heterosexual se entrega a una interpretacién totalizadora a la vez de la historia, dle la realidad social, de la cultura, del lenguaje y de todos los fenémenos sub- jetivs. No puedo sino subrayar aqui el caricter optesivo que 6 ATKINSON, TG: Awozon Odes New Yotk, Links Books, 19 13.23, [51] El pensamiento heterosexual reviste el pensamiento heterosexual en su tendencia a universali- zat inmediatamente su producci6n de conceptos, a formular leyes generales que valen para todas las sociedades, todas las épocas, todos los individuos. Es ast que se habla de: «/ intercambio de mujeres, la diferencia de sexos, ef orden simbélico, e/Inconsciente, al Deseo, ef Goce, Ja Cultura, /a Historia, categotias que no tienen sentido ep absoluto més que en Ja heterosexualidad o en un pensamiento que produce la diferencia de los sexos como dogma filos6fico y politico. sta tendencia a la universalidad tiene como consecuencia que el pensamiento heterosexual es incapaz de concebit una cul- ura, una sociedad, en la que la heterosexualidad no ordenara no s6lo todas las telaciones humanas, sino su produccién de con- ceptos al mismo tiempo que todos los procesos que escapan a la conciencia, Estos procesos inconscientes se tornan, por otra parte, histéricamente cada vez més imperativos en lo que nos ensefian sobre nosotras mismas por medio de los especialistns. ¥ la setérica que los expresa, revistiéndose de mitos, recurriendo a eniginas, ptocediendo por acumulaciones de metaforas, cuyo poder de seduccién no subestimo, tiene como funcién poetizar el caricter obligatotio del «ti-serés-heterosexual-o-no-serio. Segiin este planteamiento, rechazar la obligacion del coito y las instituciones que dicha obligacién ha producido como nece- sarias para constituix una sociedad, es simplemente imposible, ya que hacerlo significaria zechazar la posibilidad de la constitu- cién del otto y techazat el «orden simbdlico», hacer la constitucién del sentido imposible, sin lo cual nadie puede mantenet una coherencia interna. Asi, e lesbianismo, Ia homosexualidad, y las sociedades que podemos ctear, no pueden ser pensadas o enunt- ciadas, eunque siempre hayan existido, De este modo, el pensa- miento hetetosexual contintia afirmando que el incesto, y no la homosexualidad, representa su mayor prohibicién. Igus cuando el pensamiento heterosexual piensa la homosexu: ésta no es hada més que heterosexualidad. [52] Bl pensamiento heterosexual En efecto, la sociedad heterosexual esta fundada sobre la necesidad del otro/diferente en todos los niveles. No puede funcionar sin este concepto ni econdmica, ni simbélica, ni lin giiistica, ni politicamente. Esta necesidad del otto/diferente es tuna necesidad ontol6gica para todo el conglomerado de ciencias y de disciplinas que yo llamo el pensamiento heterosexual, Ahora bien, squé es el oito/diferente sino el dominado? Porque la sociedad heterosexual no es la sociedad que oprime solamente a las lesbianas y a los gays, optime a muchos otros/diferentes, optime a todas las 1 ‘sumerosas categorias de hombres, a todos los que estin en la situacién de dominados. Porque constituir una diferencia y controlatla es «un acto de poder ya que es un acto esencialmente normativo, Cada cual intenta pre- sentat al otro como diferente. Pero no todo el mundo lo consi- por su patte, no son diferentes. Los blancos tampoco son dife- fentes, ni los sefiores, diferentes son los negros y los esclavos. Esta caracteristjca ontol6gica de Ia diferencia entre los sexos afecta a todos los conceptos que forman parte del mistno con- glomerado, Ahdra bien, pata nosotras no hay ser-mujer ni set- hombre. «Hombre» y «mujen* son conceptos politicos de opo- sicién. Y, dialécticamente, la c6pula que los reine es al misino tiempo la que preconiza su abolicida, es la lucha de clase entre hombres y mujeres la que abolité los hombres y las mujeres’. No hay nada ontolégico en el concepto de diferenci ‘7. PAUGERON, C. y ROBERT, Ps La sti on ple repeats sik de gu se petal. Pais, Masso, 1978 fNATHIEU NE: ets pour Epnge coie [53] Bl pensamiento heterosexual forma en que los amos interpretan una situacién hist6rica de dominacién. Y la diferencia tiene como funcién enmascarar los conflictos de intereses 2 todos los niveles, inchuidos los ideolé- gicos. Esto supone decir que para nosotras no puede ya haber mu} es, ni hombres, sino en tanto clases y en tanto categorias de pen- samiento y de lenguaje: deben desaparecer politicamente, econd- micamente, ideologicamente. Si nosotros, las lesbianas y gays, continuamos diciéndonos, concibiéndonos como mujeres, como hombees, contribuimos al mantenimiento de la heterosexualidad. Estoy segura de que una transformacién econémica y politica no desdramatizard estas categosias de lenguaje. ¢Exceptuamos asclavo, negro, mgra? En qué se diferencia de mujer? ¢Vamos a seguir esctibiendo blanco, amo, hombre? La transformacién de las relaciones econémicas no basta. Hay que levar a cabo una transformacién politica de los conceptos clave, es decis, de los conceptos que son estratégicos pata nosotras. Porque hay otro orden de matetialidad que es el del lenguaje, un orden que est trabajado de attiba abajo por estos conceptos estratégicos. Este orden, a su vez, esta dizectamente conectado con el campo p tico ef el que todo cuanto atafie al lengusje, a la ciencia y al pen- samiento, remite a Ja persona en cuanto subjetividad", y a su relacién con la sociedad. Y ya no podemos dejérselo al poder structural es porque en este momento histético la dominacién de los grupos sociales ya no puede presentatse a los dominados como tuna necesidad légica, dado que éstos se rebelan, cuestio- ‘nan la diferencia, mientras que Lévi-Strauss, Lacan y sus epigo- TO. DELPAY, C. «Pour wn féminisme matévalistes, Litre n? 61, 1975, Bn: Lani Prindpo, tomo 1, Pais, Syilepee, 1998. [54] El pensamiento hetetosexual hos apelan a necesidades que escapan al control de la concien- cia y pot tanto a la responsabilidad de los individuos. Como por ejemplo los procesos inconscientes, que exigen el intetcambio de mujeres como una condicién necesaria en toda sociedad. Es, segtin ellos, lo que nos dice el inconsciente con autoridad, y el orden simbélico depende de él, sin l no hay sen- tido, ni lenguaje, ni sociedad, Ahora bien, equé quiere decir que Jas mujeres sein intercambiadas sino que estin dominadas? No hay, por consiguiente, que asombrarse de que no haya mas que un Inconsciente y de que sea heterosexual, es un Inconsciente que vela demasiado conscientemente pot los intereses"' de los sefioses que habita para que se les atzebate tan ficilmente. Por otra parte, la dominacién es negada, no hay esclavitud de muje- res, hay diferencia. A lo que yo fesponderia con esta frase de un campesino rufhano en una asamblea publica en la que ea dipu- tado en 1848: «Por qué los sefiotes dicen que no fue esclavitud, si sabemos que era esclavitud esta pena que hemos penado?». Si, Jo sabemos, y esta ciencia de la opzesién no se nos puede atre- bata. Es desde aqui desde donde hay que rastrear el «va-de-suyo» heterosexual y (parafraseo al primer Roland Barthes) no sopot- tar «ver la Naturaleza y la Historia confundidas a cada pason", Debemos poner de manifiesto clatamente que el psicoanilis después de Freud, y particularmente después de Lacan, ha lle ra do a cabo una tigida mitificacién de sus conceptos: la Diferencia, el Deseo, el Nombre-del-Padre, etc. Incluso ha «sobtemitificado» los mitos, una operacién que le ha sido saria para heterosexualizar sistemdticamente aquella dimensién personal que emergia repentinamente en el campo histético a 11, gAcaso lo ingtesos anuales de millones de délares de los psicomalistas som simbs- licoe? 32, BARTHES, Rs Mol, New York, Hill and Wang, 1972, p. 11 [55] El pensamiento heterosexual partir de los individuos dominados, en patticular Jas mujeres que comenzaron su fucha hace casi dos siglos. Y sistematica- mente se ha venido haciendo esto en un conciesto de interdis- ciplinariedad que nunca ha sido tan atmonioso como cuando los mitos heterosexuales se pusieron a circular con facilidad de un sistema formal 2 otro como valores seguros en los que se puede invertir tanto en antropologia como en psicoa como, por otra parte, en todas las ciencias humanas. Este conjunto de mitos heterosexuales es un sistema de sig- nos que utiliza figuras de discurso J, por tanto, puede set estt: diado politicamente desde la ciencia de nuestra opresi6n; wsabe- mos-que-era-esclavitudy es la dindmica que introduce la diacronia de la historia en el discurso fijado de las esenci politica, aunque con «esta pena que hemos penado» tzabajamos también en el nivel del lenguaje/manifiesto, del lenguaje/accién, que transforma y hace historia ‘Mientras tanto, en estos sistemas (que parecfan tan universa- les y eternos —humanos en cierto modo— que se podian dedu- Cir de ellos leyes con las que atiborrar los ordenadotes y, en todo caso, por el momento, atibotrat la méquina inconsciente) se estan produciendo desplazamientos, gracias 2 nuestra accién y a uestzo lenguaje. Un modelo como por ejemplo el intezcambio de mujeres, reabsorbe la historia de forma tan brutal y violenta que el sistema entero, que se crea formal, bascula hacia otra dimensién de conocimiento. Esta dimensién de la historia nos pettenece ya que hemos sido constituidas alli en cierto modo. ¥ porque hablamos, como dice Lévi-Strauss, digamos que rompe- mos el contrato heterosexual. ‘Pues bien, esto es lo que las lesbianas dicen un poco en todas partes por este pais y en algunos otros, si no con teotias, al menos con una préctica social cuyas repercusiones en la cultura y la sociedad heterosexual no se pueden adivinar atin. Un antro. pélogo dixé que hace falta esperar cincuenta afios. Si, par [56] Bl pensamniento hetetosextal vetsalizat los funcionamientos de una sociedad y exttaet de ella sts invariantes. Entretanto, los conceptos hetetosexual van slet- do minados. Qué es la mujer? Pénico, zafatrancho general de la defensa activa. Francamente es un problema que no tienen las lesbianas, por un cambio de perspectiva, y serfa impropio decir que las lesbianas viven, se asocian, hacen el amor con mujeres porque da-mujem no tiene sentido més que en los sistemas heterosexuales de pensamiento y en los sistemas econémicos heterosenuales. Las lesbianas no son mujeres. [57]

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