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www.bibliotecasud.com.ar TTT e T1891 Ser amonest: “8 hubiene en Sim, 0 en cualquiera do ous ostacas oreanizadas, padres que tavieren hilos, ho les enaehareneamrenier Ia ects da Ervepontiminto, dela fe'on Gest ol Hijo dl Dies vient, del baste ¥ del don dol spc Sonto por la imposicign le manos; Suan eats ivieten acho aoe de edad, of poctdo rocanedoobre' las eabetas doles padres” (Doe. y Gon. 6:30) Tl mundo eats marurandows on Ia iiguidad; Sotans, nuestro enemgo, oti Invadionds resuatamente odo lo que ea justo, ¥ mestos hijo, a Sventad en general, son Tor blancos de su ator acomutimntente, mee iron hija han do enar lo sofientemente Torllesios, para, oponerse & cota dnvasignaatinin, deben recibir ensefena intraceon eh el hogan ho ol Sor Io ha amonestado ‘Ge todo senior del secerdoco, en la majestad y poder de su lamamiento, pongs en onten su propia casa; que Tegularimente love a cabe la Noche de Hogar y rie aus “his conforme ia Tey 9 te wordy? aoe Gon: 08:30) EN ESTE NUMERO. LA ENSENANZA, FUNDAMENTAL Jos’ Fielaing Smith NUEVAS AUTORIDADES GENERALES FREDA JOAN JENSEN LEE: UNA PROMESA CUMPLIDA ‘Mabel Jones Gabbott PRIMERO, LA FE n Steven Affieck EL OBISPO PRESIDENTE HABLA A LOS PADRES ACERCA DE LA COMUNICACION.13, John H. Vandenberg WAZ EL DIA FELIZ _— 15 Carol G. Smith LA CABRA TRAVIESA, ae eee eels ‘Rosalie W. Doss HABAS a — a9 “Jim dardine YESTIOS DE TODA LA ARMADURA DE DIOS 20 Herold B. Lee YUESTRA ACTITUD ES VUESTRA.ARMADURA pone Neal A. Masivell "POR TIEMPO Y POR TODA LA ETERNIDAD” 2 W. Glenn Harmon JOYA SACRAMENTAL 5 PERSPECTIVAS DEL LIBRO DE MORMON SOBRE LA PROSPERIDAD 26 John H. Bennion CCONSECUENCIAS PREVISTAS 28 ‘Blaine N.Lee EL PODER PARA EL ARREPENTIMIENTO. - 30 Paut R. Ghovsman MADRE! - a 31 “ifredo Guevara ‘CONFERENCIA DE LA JUVENTUD DE LA MISION DE MEXICO 2 Leon D. Meleolm SI NO ALTERAMOS FE. CURSO Contatapa En nuestra portada de este mes aparecen los hermanos que recientemente iueron nombrados como Autoridades Generates: ol élder Bosid K. Packer, del Consejo de los Doce (arriba a ia izquierda); of élder Joveph Anderson (arriba a la derecha), el elder David B. Haight (abajo a la izquierda) eb elder William H. Bennett (abajo a la derecha), Ayudantes del Consejo de tes Doce. (Placas cortesia de the Improvement Bra, elaboraias por the Deseret News Press.) eats 17 Soety Tomple, try Sat To cottein 04 is i Reparitees Oamtelri tity ety : TESS SUMSCRIPCIONES: St 2 Hiiieniee : a PASH DEE ROU tecc red : Pees aloe ede RE Sapastina 14 Pera cer con bebe ee teeerep train [bbusheotmeeaciteaee fra Robes. prion: be Conee, s789 Le {] 1 A BaSTOte be phorvnmg ane 2609/8404 Ee TR coterie Hes Reaiion peccentzcauencn (20102512 Menekenses Mn iteoherissinettage, Widonioe cine s2ifeee {21 csTh ioe el eee 1) easetre sere rs) Venere co 02222 Brraertrerriniane eH eed ROE ee Ned GnTeAU NORE beets jee praldente ohne tad: ‘ ie ten dete QME29 Scot State Set)! p Jf ensehanza bpp fis por el presidente José Fielding Smith 108 esta al timén de su Iglesia; me regocijo, en Ia misma forma que.os regocijais, en esa gran ver- ‘dad fundamental, La Iglesia no es obra del hombre; ‘no fue instituida por éste, fue ostablecida por el Seftor y el Salvador de este mundo. Doy testimonio de que José Smith fue llamado y sefalado en ia manera exacta que él testificé; que fue Hamado a introdueir la dispensacién en que vivimos, al esta- Dlocor ol evangclio en su plonitud, restaurar el sucer- docio, que es el poder de nuestro Padre Celestial, mediante el cual podemos ofieiar en todas las orde- nanzas del evangelio para la salvacién de las almas de Jos hombres. Estoy firmemente convencido de estas verdades. EL Sefior no nos ha abandonado para que andemos errantes; no nos ha dejado solos en el mundo para andar en las tinieblas. Su Iglesia esta siendo guiada mediante el espiritu de revelacién, y la inspiracién Gel Seftor descansa sobre aquellos que la dirigen. Armedida que estudio los principios det evangelio, mi coraz6n se regocija al reflexionar acerca de la gran verdad de que esta obra est4 basada en principios etemos. Creemos en el progreso; pero no potlemos substituir las ideas de los hombres por lo que el Sefior nos ha dado, o sea, el plan que ha adoptado y nos ha revelado, y mediante el cual podemos ser salvos. ‘Mientras los hombres puedan formular planes, adoptar teorias, introducir trabajos raros y coleccio- nar y ensefiar muchas doctrinas peculiares, una ense- fianza es fundamental, y de esto no podemos alejar- nos: fodas las cosas esitin concentradas en el Sefior Jesucristo, el Redentor del mundo. Lo aceptamos ‘como el Unigénito del Padre en la came, el tinico que ha morado en Ie came teniendo un Padre inmor- tal. A causa de su primogenitura y las condiciones SEPTIEMBRE DE 1970 que acompanaron su venida a la tierra, leg6 a ser el Redentor de los hombres, y a través’ del derrama- miento de su sangre somos privilegiados en regresar a la presencia de nuestro Padre, con Ia condieién de que nos arrepintamos y aceptemos el gran plan de redencién del cual El es el autor. ‘Asimismo, estos pensamientos me hacen reflexio- nar sobre la organizacién de la Iglesia, sobre cémo el Sefior ha establecido todas las cosas en orden y nos ha brindado un sistema perfecto que los hombres no pueden mejorar. Si levaramos a cabo lo que el Sefior ha revelado, en la forma en que Io ha dispuesto, en- tonces todo seria perfocto, porque la organizacién es algo perfecto; su teoria—o plan—no tiene falla algu- na. No todo se dio a conocer inmediatamente, sino que todavia se esta revelando de acuerdo a muestras necesidades; y en esto se manifiesta la verdad de la declaracién del profeta José Smith, de que recibié instruccién de Dios. De esta manera el Sefior prepar6 el plan y nos Jo revel a fin de que puidiéramos andar con um cono- cimiento de la verdad, en justicia y humildad. Si lo seguimos perfectamente como el Seitor desea que lo hagamos, no habré més iniquidad en la Iglesia; ce- sarin las criticas, Ios celos, Ia envidia, tas disputas y rencores en los Corazones de los miembros de esta Iglesia. Todas esas cosas desaparecern, y perma ‘ceremos con un frente unido y con un deseo en nues- tos corazones de servir al Sefior y de guardar sus mandamientos. El Sefior est con la Tglesia; nos est guiando, su espfritu descansa sobre su pueblo. Lo que El requiere de nosotros es que Ie sirvamos con humildad y con unidad de alma y corazén, Nuevas Autoridades Generales Boyd. K. Packer del Consejo de los Doce Apéstoles por Jay M. Todd PEt zambs de Boyd I, Packer 10 es nuevo para Jos miembros de la Iglesia. Durante nueve atios hha sido una Autoridad General y ahora tiene sélo 45 atios de edad. Los miembros de la Iglesia en muchas partes del mundo han escuchado su consejo, transmi- ‘ido en forma natural y sincera, que es tanto apa- ible como predominante, y probablemente caracte- tizado por su vivo sentido del humor. Después de visitarlo, se conserva el recuerdo de una gontisa desbordante y tina conducta agradable, Como un hombre entre hombres, ha sabido, por mas afios que lo que su edad representa, Io que significa tener sabidutia y ser huscado para expresarla Pero es como profeta, vidente y revelador, como ha sido recientemente sostenido—como lo son todos Jos miembros del Consejo de los Doce—que el élder Boyd Packer empieza a ocupar un lugar singular, ‘inico y peculiar para si mismo. ‘Los acontecimientos de su vida se podrian resumir de la siguiente manera: joven originario de Brigham City, Utah; casamiento con Donna Smith en el Tem- plo de Logan; certificado universitario en el campo de la educacién; cuando todavia no habia cumplido Tos 30 afios, actué simultineamente durante seis atios como miembro del Sumo Consejo, y cuatro como miembro del consejo de una ciudad, siendo merecedor inguida mencién civiea en reconocimiento or su servicio; ayudanto administrador do los semi- narios e instituios de la Tglosia (cuando ain no tenia 30 affos); y sti lamamiento en 1961 (acabando de cumple 37 afios) como Ayudante del Consejo de Ios ero respecto a este hombre, su misién y sus opiniones no pueden resumirse tan ripidamente. Es- tas cosas se encuentran en sus propias palabras( en letra bastardilla) y en las de aquellos que lo conocen mejor: Hace varios aftos, eseogt varios objetivos bésicos en la vida, cosas que deseaba ser y hacer: primero, deseaba ser un buen padre. Dicho propésito no que- daria restringido por una eleccién 0 tarea profe- sional. Consideré que el ser un buen padre seria un ‘anela permanente para mi orientacién, y que el modo de vivir, los pasatiempos y aun las’ oportunidades sociales, tenian que ponerse en la balanza para ver si se relacionaban con ese ideal. Muy pronto aprendi que el plan perfecto para la paternidad es el cvan- gelio. Cuando tengo ol deseo de saber en qué forma puedo ser un buen padre, asisto a la Iglesia, con- sulto las escrituras y escucho a las autoridades. Este 2 ha sido mi almacén de conocimiento; el hogar es el centro del evangelio y de mi vida. De todos los lu- gares en el mundo, y he visto algunos muy interesan- tes x tentadores, prejiero estar en casa y no en cualquier otra. parte. El élder Packer y su esposa (“quien he estado dispuesto a admitir modestamente que es perfecta”) tienen diez hijos: siete varones y tres mujeres. La pequeria granja en que viven, ubicada al sur del valle de Salt Lake, es en realidad un refugio y abrigo. “Pienso que en ciertos respectos es més {écil eriar una familia grande; todo depende de to que se desea lograr. Si lo que se desea es proveer beneficios ma- teriales es obvio que cuanto menos hijos se tengan, més se puede proveer para cada uno; pero si se in: tenta ensefar Ia generosidad, responsabilidad, co- operacién, consideracién del uno por el otro, todas estas cosas pueden suceder en una familia bien or- denada, tinicamente si hay suficientes personas para Uevarlo a cabo. Hemos aprendido que los beneficios materiales suplementarios para cada hijo ofrecen su recompensa cuando éstos aprenden la frugalidad, a conformarse con lo que tienen, a hacer edifiear algo. Asi es como me sentia cuando estaba creciendo, y ensé que mis hijos merectan esa clase de ambiente.” Siendo el décimo hijo de los once que Ie nacieron a Ira W. Packer y Emma Jensen (nacié el 10 de septiembre de 1924), el élder Packer sabe de Io que se est hablando cuando se discute el tema de las familias grandes: “Es un poco dificil de explicar eémo Hegué a un puesto como éste, excepto por la clase de familia de la que provengo. Fuimos ricos en niimero, y en tener un padre y una madre que estuvieron interesados y dedicaron sus vidas enteras para eriar una buena familia, Es verdad cuando digo que todo lo que conozco en la vida y de lo cual vale la pena hablar, es lo que he aprendido de mi familia: padres y hermanos; y la mia propia, donde adquiero una ensefianza atin mayor, La segunda meta que tenia era que deseaba ser bueno. La mayoria de las personas se avergonzarian al decir esto, pero yo no; solo deseaba ser bueno, bueno para algo. Més que nada, deseaba ser un buen hijo, para mi padre terrenal y mi Padre Celestial, ‘Nunca pensé que mereceria tener buenos hijos a me- nos que yo mismo lo fuera; he tenido la idea de que nosotros contribuimos a la gloria de nuestro Padre Celestial. cuando afiadimos en nuestra propia persona LIAHONA un individuo més digno. He pensado que no era digno de obtener lo que no estuviera dispuesto a dar.” Aun sus intereses personales indican Ja naturaleza de su alma: “Uno realmente no lega a conocerlo ‘hasta haber caminado a través de un bosque con él,” afirma su amigo intimo el presidente A. Theodore ‘Tuttle del Primer Consejo de los Setenta. “Boyd ama la naturaleza, ama las montafias, los animales y especialmente los péjaros, a los cuales observa dete nidamente, Cuando escucha o ve alguno, puede iden- tificarlo; los conoce, sabe sus nombres y hébitos, asi- mismo Ie gusta pintarlos y esculpirlos, lo cual hace bastante bien. Podrfa haber sido un buen natura- lista, 0 quiz4s aun un buen pintor de la naturaleza Tin la pared de uma de las casas donde vivi6, pinté toda clase de pAjaros comunes en dicha regién. Tra maravilloso, y estaban pintados hermosamente. Po- see una gran Teverencia hacia la vida; los arboles, las plantas, los animales y especialmente los p&jaros.” “Algo que se puede decir de él,” afirma otro eo- nocido, “es que embellece las cosas: pinta, limpia, martillea, planta, ara, solo y con su familia. Hace que todo a su alrededor parezea agradable y hermoso en una manera especial y creadora.” “Cuando era administrador de un semi ‘comenta un amigo, “uno de los profesores mis viejos, ‘un astuto observador de los hombres, comenté en una ocasién: ‘Ese hombre posee una de las mentes mis vivas que he conocido. Me retiero a que puede darle sentido a cualquier cosa y ponerla en su ver- dadero orden.’” Otro conocido declara: “Nunca lo he visto hacer o decir algo sin que ese algo encierre una filosofia. En una ocasidn le pregunté: ‘De dénde proviene toda su sabidurfa?’ ” La pregunta podra incomodarlo pero no la res- puesta, un secreto que el élder Packer cree profunda- SEPTIEMBRE DE 1970 Fila do cofrone: ol ékder Packer, av esposa Donna, Eldon, Spencer, Lawrence; flo de etést tour, Russell, Dovid, alln, Gayle y Kethion. Kennety (en foto jor spared) encvanra wn une mikon mente que todos tos miembros de la Iglesia necesitan descubrir por si mismos: “Me pareve que existe un gran poder en la Iglesia—en todos nosotros—el cual yace latente porque siempre estamos dedicéndonos @ haver las cosas a nuestra propia manera, cuando et método del Senor lograria resultados mucho mejo- res. ¥ luego, cuando no sabemos qué hacer 0 pensar, 0 cual serfa el camino 0 voluntad del Seftor, no pre- guntamos. ;Por qué no le hablamos directamente a nuestro Padre acerca del problema verdadero, @ me- nudo, como lo hariamos con nuestro padre terrenal si esiuviera cerca?” “Es un hombre entregado a la oracién, mucha ora: in” afirma un compafiero de trabajo, “El ora por las cosas; ha aprendido a escuchar al Sefor.” La supervisién de individuos requiere habilidades administrativas y directivas. En esto, el élder Packer ha sobresalido: “Hs un lider natueal, el porle per- sonal que va unido con un propésito resuelto que irradia confianza,” dice un asociado, “Trata a un hombre como debe ser traiado,” comenta un subor- dinado, “Cuando delega autoridad, la da. Muy pronto uno se da cuenta de que cuando habla, est hablando por él también, lo cual aviva el deseo de ser lo mejor, de ser mis creativo, mas responsable, de ser todo Io que se desea ser.” ‘Tales son los pensamientos del élder Boyd K. Packer y de aquellos que lo conocen bien; éste es en parte el perfil del hombre que fue Hamado a ocu- par la vacante en el Consejo de los Doce. Acertada. mente comenta una Autoridad General: “La Iglesia se daré cuenta muy pronto de que of Sefior estaba en lo correcto en este Hameamiento, que el Sefior no 5 equivoca.” 1a de enfrent, de iaguierde a derecha: Jeon A. Anderton, Ann Joseph Anderson y Norma, su sahara expose, Set eb Barbara, Shots Jovaph y Jaroph Robert Anderton, Wilkare Cord, Haine A. Cord, Michee! (sentedo en ol aslo) y lone Card Jus su esporo 3m fils de arse, do ‘Anderson, Peter lerda 9 derecho vy Kathy Wat Joseph Anderson Ayudante del Consejo de los Doce por Albert OSBPH Anderson nacié en Salt Lake City el 20 de noviembre de 1889; era hijo de George Ander- fon e Isabella Watson, emigrantes escocetes. Su padre trabajaba como empleado del ferrocarril. Du- rante su nifiez, Joseph fue sostenido como secretario de la Primaria del barrio Roy (Utah). Este fue el primero de muchos Tlamamientos que ha tenido como secretario, un puesto de confianza y de detalles im- portantes, al cual ha brindado gran dignidad y el cacia. En 1905 se gradué en la Academia Weber, de Ogden, Utah, cuando David 0. McKay era director de la misma. En octubre de 1911 fue llamado a ser- vir en la Misién Suiza-Alemania, donde actué como presidente y secretario de conferencia de Ia misma desde junio de 1912 hasta mayo de 1914. En 1921, cuando se informé acerea de la posi bilidad de actuar como secretario del presidente Grant, fue invitado a sentarse entre Ja congregacién reunida en el Tabemsculo durante la conferencia de junio de Ia AMM a fin de anotar el mensaje del Pre- sidente. Lo hizo, entregé su informe y esper6. No sucodié nada; mas tarde, se le notificé que el presi- dente Grant daria un discurso el 22 de noviembre de ese ario, en su sexagésimo quinto cumpleatios, ante un grupo de jévenes Santos de Jos Ultimos Dias reunidos on cl salén de asambleas, y que a él le gus- taria que fuera y tomara el discurso en taquigrafia, “Bl presidente Grant se sorprendié con mi tra- bajo. El primero de febrero de 1922 Hlegué a ser su 4 L. Zobell, Jr. secretario y lo fui durante 23 afios, hasta que falle- ¢i6. No ha habido dos hombres que hayan, estado tan intimamente unidos como Io estuvimos él y yo; viajamos juntos por todo el mundo, éramos casi como padre ¢ hijo.” Durante la mayor parte del tiempo que actué co- ‘mo secretario del presidente Grant, también lo fue de la Primera Presidencia, y después del fallecimiento del presidente Grant en 1945, continué sirviendo como secretario de la Primera Presideneia, Por mu- chos afios, sus deberes han incluido entre otras mu- chas cosas, asistir y tomar las minutas de las reunio- nes de la Primera Presidencia y las reuniones sema- nales de la Presidencia y el Consejo de los Doce en €l Templo de Salt Lake. “Desde que empecd a estudiar en Ia Academia Weber, el presidente McKay y yo fuimos muy buenos amigos; en ningdn lugar he tenido un maestro como 41; era un hombre de gran personalidad y visién, por Jo que fue sumamente admirado. En verdad, era un Profeta de Dios. Siempre he querido y admirado al presidente José Fielding Smith, por su conocimiento del evangelio y Iss escrituras, y su devocién a la eausa del Sefior. Bs un hombre tiemno y amoroso que ha sentido la obliga- cién de predicar el arrepentimiento a la gente. El Setior ha dicho: ‘No prediquéis sino el arrepenti- miento a esta goneracién.’ EJ ha sentido que esta ‘era su rosponsabilidad; 9 verdaderamente el Pro- feta escogido del Seftor para este tiempo particular.” LIAHONA El élder Anderson contrajo matrimonio con Nor- ma Peterson el 11 de noviembre de 1915, en el Tem- plo de Salt Lake. Ella trabajé en la Mesa General de la AMMMG desde 1942 hasta 1961. La familia ha sido bendecida con tres hijos, dos mujeres y un vvarén, Al hablar de 1, la hermana Anderson dice: “Qui- 248 una esposa conoce a su esposo mejor que nadie, y debo decir que tengo ciortos prejuicios acerca de éi: es un hombre sin ninguna malicia, nunca ha dicho una palabra aspera acerea de nadie, os una persona con- siderada y sin egoisino; sus caracteristicas extraor- dinarias gon Ja gran fe y amor que siente por el evangelio, su desinterés, paciencia, generosidad y ‘comprensién. No existe ninguna brecha en la conni- nicacion entre él y los jévenes, va que éstos acuden a 41 con sus problemas. Estamos agradecides por nuestra relacién familiar y la alegria que gozamos juntos.” Cuando el hermano Anderson fue Hamado para ser Ayudante del Consejo de los Doce, el presidente Harold B. Lee de la Primera Presidencia, comenté: “Introduce al circulo de las Autoridades’ Generales un fondo de conocimiento y experiencia, raras veces igualado, y probablemente nunca superado.” El presidente Lee resumié el llamamiento del élder Anderson como “una evidencia de que los hermanos no sélo aprecian sus esfuerzos sino también de que el Sefior ha estado velando, y ahora ha inspirado ol Tamado de Joseph Anderson para que extienda todas, sus habilidades a fin de que la Tglesia también pueda gozar del heneficio de las mismas.”” David B. Haight Ayudante del Consejo de los Doce por Mabel Jones Gabbott 667 TNO de nuestros cometidos en Ia sociedad,” dice el élder David B. Haight, “es aprender a traiar a la gente: a entender sus necesidades, sus deseos y aspiraciones.” Para'este nuevo Ayudante del Consejo de los ‘Doce, trabajar con la gente no es sdlo un cometido, sino un ozo. “Me gusta la gente,” dijo el hermano Haight. “Me gusta estar con ellos y trabajar con ellos; la mayor parte de mi vida la he pasado trabajando asi en mi carrera profesional, en la marina, en mi par- ticipacion en actividades civicas y en la Iglesia.” E] élder Haight nacié en Oakley, Idaho, el 2 de septiembre de 1906, y era hijo de Hector Caleb Haight y Clara Josephine ‘Tuttle. En 1930 contrajo matri- monio con Ruby Olson, originaria de Fairview, Utah. ‘Tienen tres hijos: dos varones y una mujer, y txece nietos Arriba: la hermane Roby 0. Height al Sider Haight absio: Jon Hntaman y su sopose Keren, y au» aes his SEPTIEMBRE DE 1970 Arbo: David Height y su ezpoes Angelo, con we cinco biol Stajor Robert Height yeu expoea Dorey, con tr das hon. “Siempre hemos sido una familia unida,” dico ol €lder Haight. Su esposa, los tres hijos, y algunos de los nietos estaban presentes en el Taberniculo el Tunes para sostenerlo en su nuevo puesto en Ia Tglesia, La contribucién del élder Haight a la Iglesia ha sido variada e interesante. Fue miembro de un obis- pado y miembro del Sumo Consejo on Palo Alto, California, donde actuaba como Presidente de la Bstaca Palo Alto cuando recibié el llamado para ser Presidente de I Misién de Escocia, También ha tra- bajado como representante regional del Consejo de Jos Doce, asignacién de la que dice: “Gocé inmensa- mente, Fue una gran experiencia rcumimos con los presidentes de estaca, sus consejeros y obispos, y ayudarlos a spreciar la magnitud dei pian del evan- gelio. Disfruté mi asignacién, trabajando con estos hermanos, Iuchando para comunicarnos y pata en- tender sus nocesidades y problemas. En este asunto de Ia comunicacién, tratamos de incorporar lo que pensamos en Ia mente de la otra persona,” y agrez6, “esta es una parte de nuestra asociacién con las personas.” Esta asociacién activa con las personas data desde los dias universitarios del élder Haight, en Logan, Utah, donde fue gerente atlético para el Co- legio Agricola del Estado de Utah (ahora Universi- dad del Estado de Utah). Después de graduarse, se dedicé a vender al menudeo; y a pesar de que habia ‘una gran depresiOn, progres6 firmemente en ese ne- Rocio. La adherencia del hermano Haight a las ense- fanzas de su madre y su ejemplo en vivir los prin- cipios de su religién, jugaron una parte importante ‘en la promocién de su negocio. Cuando el presidente de la compattia lo lamé a su oficina para notificarle acerca de la promocién, el élder Haight dijo: “No s6 si usted querné que yo sea el gerente de esa rezién; no sé si usted sabri que provengo de un pequefio pueblo mormén en Idaho, y mis normas son diferen- tes de Jas de muchas personas de esta organizacién. ‘Mi manera de tratarlos seria diferente de lo que se ha hecho en el pasado.” “Lo s6,” contests el presidente. “Hs por esa ra- z6n que s¢ Io estoy pidiendo a usted.” El élder Haight ha recordado a menudo la promesa ‘que se encuentra en su hendicién patriareal de que se granjeard amigos para la Iglesia o fuera de Ia misma. Dice que ha aprendido de la manera dificil “a ponerse de pie y dejar que la gente se dé cuenta quienes sois y cuales son vuestras normas. Asi os ganaréis el res: peto de ellos.” “Rdificad en vuestra vida un lugar para el ser- vicio,” ha dicho, “cuando os easéis, tened ol conoci- imiento como marido y mujer de que una gran parte de vuestra vida sera dedicada al servicio del Sefior y vuestros semejantes. Introducid el servicio a vues- tua manera de pensar, metas y doscos, y ontonces organizad vuestro tiempo; dard resultado si lo per- mitis.” Con su amor por la gente, su partieipacién en Ia Iglesia y actividades civieas, y su desoo de prestar servicio, David Haight trae conisigo a su nuevo puesto una gran habilidad en los negocios, poder para orga- nizar y una extensa experiencia en la administracién, “Bate asunto del sorvicio,” dijo el hermano Haight, “esté demostrado también’ por toda la Iglesia, Es un gozo y una bendicidn estar asociado con la misma, Como familia, y personalmente, hemos recibido gran- ds bendiciones como resultado de muestras responsa- bilidades on la Iglesia.” William H. Bennett Ayudante del Consejo de los Doce por William T. Sykes A frase, “He comprondido que algunas veces se aprenden las leceiones de la vida mas eficaz- mente en la derrota que en Ja victoria,” encierra un profundo significado para William Hunter Bennett cuya cadena de victorias se alarga mAs alla del sen- deto que ha recorrido, ‘La palabra derrota parece un tanto fuera de lugar al ir acompafiando a este gran hombre, cuya determinacién de buscar conocimiento en el campo de una mejor educacién lo trasladé desde una granja situada en Alberta, Canadé, a un lugar de honor entre los eruditos de América. Una de las duras lecciones aprendidas a conse- cuencia de la dertota se levé a cabo cuando, a la edad 6 de 18 aftos, abandon6 sus estudias. Una serie de afios de seqiuia y cosechas eseasas, asi como las consiguien- tes presiones econdmicas, hicieron necesarrio que per diera muchos dias de escuela, y a causa de que se atrasé tanto, se desanimé y se dio por vencido, Dos afios més tarde, se sintié motivado a actuar al escu- char algunos pensamientos inspiradores de Hugh B. Brown, en aquel entonces Presidente de la Estaca Lethbridge, y de su tfo, Archibald F. Bonnett, quien nds tarde Ileg6 a ser secretario de la Sociedad Genea- logica. Ahora recuorda: “Asadén en mano, me dirigi hacia el plantio de remolachas donde por un mo- mento contemplé mi futuro, Hice la resolucién de LIAHONA que iria a Ia escuela a fin de demostrar—a mi, pri- ‘mero que a todos, y después a mis padres y amigos que podia triunfar.” William H, Bennett nacié en Taber, Alberta, Ca- nadé, el 5 de noviembre de 1910; era hijo de William ‘Bennett y Mary Walker. Afirma tener ascendencia india, como resultado de Ja investigaciin levada a cabo por Archibald Bennett. No obstante Ins presiones de sus propdsitos aca- démicos, el élder Bennett, siempre ha encontrado el tiempo suficiente para servir en la Iglesia. Ha sido activo en la AMM, Escuela Dominieal y actividades del sacerdocio, y por muchos aiios fue miembro de Ia lencia de la Estaca East Cache; asimismo trax on el Comité Misional del Sacerdocio y el Co- mité de Bienestar de la Tglesia. Cuando recibié el Ia- mado para ser Ayudante del Consejo de los Doce, era Representante Regional, supervisando las regiones de Logan y Cache Contrajo matrimonio con Patricia June Christen- sen el 12 de abril de 1950, en el Templo de Logan, y tienen seis hijos. El élder Bennett siente una sincera preocupa- ci6n por los problemas de todas las personas, jévenes © adultas. Como instructor y lider religioso, ha dedieade par- te del tiempo a escuchar a la juventud y a ayudarlos con sus problemas académicos y personales. Cons- tantemente les recuerda a sus hijos cl valor de tener altas normas. Al referirse a los jovones de la actuali- dad, dice: “A pesar de que muchos de ellos parecen un tanto confusos, y tienen situaciones més dificiles SEPTIEMBRE DE-1970 fla de ode: Wom lord, Mary kon ya hermana Petia Bennet ¥ complejas que afrontar que Ja juventud de ayer, veo que ¢s la mejor generacién que hemos tenido.”* Acerca de los mayores, coments: “La mayoria de nosotros, a medida que viajamos a través de la vida, prohamos solamente un poco de lo que la vida tiene para ofrecer. Nuestra comunicacién y puntos de in- terés deben cambiar con el adelanto de los afos, ya ‘que a medida que la persona envejece, la base de su experiencia se ensancha volviéndose més inclusiva ‘De manera que una de las cosas que creo puede ser bastante satisfactoria para los adultos, es Ia medi- tacion.” El élder Bennett impresiona a sus asoeiados con su integridad y fortaleza en mantener los ideales del evangelio. Uno de sus amigos ha dicho: “William Bennett esta sélidamente convertido a Ia Iglesia; no representa algo que no es. En todos los aspectos de su. vida, nunea se siente temeroso de defender sus creencias, aunque prevalezca una gran oposicién.” La vox del éider Bennett adquiere un tono de hrumildad y profunda sinceridad cuando habla acerca de su nuevo llamamiento y relacién con los miembros del Consejo de los Doce. “Siento un gran respeto, amor y admiracién por los hermanos; es un verdadero .g0z0 y privilegio estar asociado con ellos en esta obra, y una gran experiencia humilde el ser Hamado a este puesto.” En William H. Bennett se centran la humildad que se ha adquitido mediante Ia dervota y el sacri- ficio personal, y la fortaleza obtenida de la deter- minacién y el trabajo arduo para lograr las metas que se fijé durante su juventud. Freda J. Lee / Una promesa cumplida por Mabel Jones Gabbott $670, el Seftor, estoy obligado cuando hacéis lo que os digo; mas cuando no haeéis lo que os Aigo, ninguna promesa tenéis” (Doe. y Con, 82:10). Leyé Ientamente las palabras, saboreando el signific cado de cada una de ellas; entonces, hizo una pausa ¥ dijo: “Oh, eudn cierto es! {Cuan cierto!” ‘La esposa de Harold B. Lee, Primer Consojero en a Primera Prosidencia de la Iglesia de Jesucristo de Jos Santos de los Ultimos Dias, estaba sentada en el 8 divén blanco, ataviada con un yestido de lana saul y blanco. Freda Joan Jensen, quien contrajo matrimonio con el élder Lee el 17 de junio de 1963, es una per- sona tranquila ¥ modesta, asi como cortés en todo pensamiento y movimiento. Su hogar muestra el re- finamiento y la cultura, reflejando el gozo que com: parten al leer y estudiar la miisica y el arte, La hermana Lee eefial6 con gran orgullo el piano de cola, LIAHONA el cual, dijo, se encontraba envuelto en celofin con um enorme lazo de satin rojo, cuando regresaron de un viaje después del casamiento: era el regalo de bodas de su esposo. ‘Tanto a él como a ella les gusta tocar el piano. “La misica ha contribuido mucho en nuestra Iglesia para ensefiar el evangelio,” dijo la hermana Lee, “y entre nuestro repertorio de miisica mormona se en- cuentran algunas hermosas canciones que viviran SEPTIEMBRE DE 1970 eletnamente.” Durante Ta conferencia que celebrs él Centenario de la AMMMI en junio de 1969, se le obsequid a la hermana Lee una placa de oro en reco- nocimiento por su gran eontribucién a Ta mitsica de la juventud de la Tglesia. La misica ha sido siempre una parte de la vida de la hermana Lee; empez6 sus leeciones casi al mis- mo tiempo que la escuela. A los siete atios de edad, ‘estudié piano eon el profesor Clair Reid y mas tarde 9 con Anthony C. Lund, de la Universidad de Brigham ‘Young. Su amor por la mésica crecia con cada afo que pasaba, y hoy dia su repertorio se extiende desde Jas conocidas cuerdas de “Estrellita”, la pieza favori- ta de su madre, a través de algunes piezas populares y muchas clisicas, siendo Chopin (Federico, 1810- 1849, compositor francés nacido en Polonia) siempre su favorito La hermana Lee recordé el hogar de su nifier. en. Provo, Utah, donde sus fieles padres Santos de los Ultimos Dias edificaron el amor y la literatura, la misica y In participacién de las buenas cosas en se- guros modelos familiares, Su padre, Julius Jensen, tun excelente joyero danés que trajo sus talentos a América, habia sido capitan de un barco, y deleitaba a los nifios con sus relatos y conocimiento de la geo- grafia del mundo. De su madre, Christine H. Thuesen de Jensen, Freda Joan aprendié las artes del euidado de la casa, dolicados modsles fomeninos ¥ 1a bendicién do dar dosinterosadamente, ““Cudntos budines do arroz y pasteles de manzana me tocé Hevar de parte de mi Imade a Tos vecinos y miembros del barrio” eoment6 ella. Compartiendo esta feliz nifiez con su hermana Edna (Sta. de Gerald Cazier) v su hermano, Frank- lin J. D. Jensen, Freda Joan lleg6 a dar valor a las suaves palabras de su madre, “Manténganse cerca del. Sofior”. Mientras conversibamos, soné el teléfono y se escuché el timbre de la puerta, Después, segui a la hermana Lee hasta la cocina, donde revolvié el gui sada de res, plato favorito del élder Lee, que hervia despidiendo incitante aroma y cocingndose a fuego lento. Recordé la historia de Marta y Maria y la visita que Jestis les hizo a su hogar. Marta se “preocupaba con muchos quebaceres”, pero Maria se senté a los pies de Jesis a escucharlo. La hermana Lee records que aun cuando Jeaés amaba a Marta, dijo que ‘Maria habia escogido “la buena parte” (Véase Lucas 10:40-42). Entonces agrez6: “Frecuentemente me pregunto, soy como Marta o como Maria? ;Nos en- volvemos en las cosas mundanas de Ta vida, 0 recor- damos la ‘buena parte’ que escogié Maria? Nos hace- mos la pregunta zqué es mi hogar para Ia gente que vive en él?, en vez de preguntamos zcémo Iucen Ia casa y el jardin para Ia gente que los admira? 2Esta- ‘mos edificéndonos para la eternidad? 2Existe pro- fundidad espiritual en lugar de materialismo? zNos amos tiempo para escuchar a nuestros seres queri- dos? ;CuAn grande privilegio gozan anuellos que mo- delan la vida de los nifios pequefios!” Cuando era jovencita, los planes de Freda Joan para contraer matrimonio fuvieron un fin trégico, pero su amor enconixé expresién en el hogar que hizo para una ahijada, Geniel (Sra. de Rasmussen), ven su relacién con una sobrina, Geraldine (Sra. de Callister). La sinceridad y el amor que Ja hermana Lee siente para todas las personas, se extiende a los adultos asi como a los iévenes; por ejemplo, le envia flores y una tarjeta y lama por teléfono a la madre 10 de una compafiera miembro de la Mesa General de la Primaria, que tiene 92 afos. “Sé lo que significa para ellas,” dijo, Esta prevision se reflejé en el cui- dado amoroso que le brinds a su padrastro, eb pa- triarca William D. Kuhre, durante sus tltimos afos de vida. Y en su matrimonio con el prosidente Lee, ‘ese amor se ha extendido hacia las hijas de él, Helen (Sra. de Goates) y Maurine Wilkins (iallecida), y hacia sus nietos. Refiriéndose a su obra con los nifios, el éliler Lee dijo: “Posee la llave que abre el eorazén de muchos nifios; tiene también la habilidad de enseftarle este secreto a los maestros. Su conversacién con un nifio es una cosa hermosa; su habilidad y comprensién son el resultado de uma vida de conocimiento y aplicacién de la psicologia del nifto. Constantemente est tra- tando de ayudar al nifio que no es comprendido.” La habilidad de Freda Joan para recordar a las personas y sus nombres, asi como su sutil pero pro- fundo sentido del humor, son cualidades extraordi- narias que teenerdan con placer aquellos que la co- Después de graduarse en el campo de Ia educa- cién de la Universidad de Brigham Young, la her- mana Lee trabajé en escuelas primarias antes de lle~ gar a ser directora de educacién primaria de un dis. tito escolar. ‘Mas tarde continué con estudios de posgraduados en Ia Universidad de Utah, Ix de California, y la de Columbia. La excelencia con que ha desempefiado su posicién, y su relacién con los maestros y super- vvisores, Je han adjudicado honores en el cainpo de Ja educacién, Como maestra de nifios y supervisora de maes- ‘ros, Freda Joan J. de Lee eree que ¢! maestro que condce y se preocupa por los poquefios es aquel que Jos alcanzara y los ensefiaré. ‘Ain estos preciasos afios de crecimiento.” dijo, “necesitamos asegurarnos de que nuestros hijos no estén en una bancarrota espiritual: si nos preocupa- ‘mos lo suficiente. podemos llevar a cabo maravillas.” Ta hermana Lee ha dado a los maestros y a los nifios, asi como a todos, parte de su tiempo y de si misma, en la creencia de que una persona debe con- tinuar dando de s{ todo el tiempo que Dios continie déndole a ella Su conocimiento y comprensién han dado dimen- sin a su gran contribucién para Ja juventud y nifios de Ia Telesia va oue ha trabajado en las Mesas Direc- tivas de Ia AMMMJ v la Primaria. Recordando siem- pre Ja perspectiva del plan de la vida y la promesa del Sefior de que esté obligado cuando sus hijos guardan sus mandamientos, 1a hermana Lee podzia decir a los jévenes de todo el mundo: “No vivis para vosotros mistnos; si lo hacéis, seréis las personas més solitarias del mundo, Estad dispuestos a luchar para llegar a formar parte de algo mucho més grande de lo oue sois. Estad dispuestos a servir; mantencos cerca ce la Telesia v de vuestro Dios. No podéis con- tralar el tiempo cue viviréis, pero sf podéis controlar Jo aue introdueis en vuestra vida diaria, Podéis brin- dar dimensién y profundidad a vuestra propia vida.” LIAHONA IVEMOS en un mundo de grandes intelectos, progreso tecnolégico y desafios que excitan y confunden al hombre; en nuestros dias, los hechos y Ja logica relatan el incidente de la existencia humana. No es asombroso que en un mundo de hechos y cifras, el Serior esperara que creyéramos que el pri- mer principio del evangelio es la fe, ¥ no la Logica? Permitidme compartir con vosotros la busqueda, de mi fe y la manera on que Hegué a saber que os el primer principio del evangelio. Después de graduarme on Ia escuela secundaria, fui aceptado en una universidad; en ese entonces tenia 17 afios. Muy pronto, algunos de Ios prineipios ‘que se me habian ensefiado en mi juventud se vieron desafiados; mis profesores, hombres a quicnes res- petaba por su inteligencia_y conocimiento, decian ‘que las cosas que se me habian ensefiado durante mi juventud concemientes a la religién, no eran mis que las tradiciones de mis antepasados, que los hombres estaban solamente tratando de consolarse a si mis mos, creyendo que habia un Dios que se preocupaba por ellos; que Ta religién era un narcético para Tas personas que de otra manera no podian encontrar Tespuesias para una vida que, indiscutible y segura- mente, finalizaria con la muerte. Presentaron sus filosofias en una manera l6gica, mezelando la historia, a ciencia y oeasionalmente incluso eserituras para fortalecer sus ideas. Debo admitir que me senti un tanto confuso, Estos eran hombres aue habian dedi- cado varios afios al estudio de Ia filosofia human: tenfan experiencia en asuntos que, a causa de mi ventud, no podia comprender. Con todo su conoci- miento, no habfan podido encontrar una explicacién Iggica respecto a Dios, y dieron a entender que era ‘una debilidad en Ios hombres ereer en un evangelio supuestamente revelado por él. Me vi ante una situacién que no pude ignorar; pareeia el momento de mi vida en que vo no podia depender del testimonio de otros, ni podia perder el SEPTIEMBRE DE 1970 tiempo en descubrit por mi mismo si Dios vivia y si el evangelio era verdadero. Pero para saberlo, tenia que tener un plan. Después de reflexionar seriamen- te, decidi hacer un convenio; me promett y le prometi al Serior que me dedicarfa sineeramente a una biis- queda por un perfodo de dos meses. Crei que éste soria tiempo suficiente para sacar mis propias con- clusionos. Mis primeros intentos parecieron ser vanos. Me dlirigi a la gente de Ja Iglesia por quienes sentia un gran respeto, y les pregunté eémo sabfan que el evan gelio era verdadero. Sin excopcién recibi la respuesta cesperada, que era un sentimiento inexplicable que sentian en su corazén. No dudé que tuvieran tal sentimiento, pero todo esto no resolvi6 mi pregunta; necesitaba algo més, de manora que decidi encarar el problema desde otro punto de vista, Hice la resolueién de que leeria el Libro de Mor- mén y Jo compararia con Ia historia, la ciencia, la anqueologia y otras escrituras, para deseubrir si’es- taba en armonia con Tas verdades aceptadas en. estos aspectos. Esto me parceié una manera muy buena de investigar, y ciertamente mis profesores no podian diseutir con tuna biésqueda tan empirica. Ahora podia sentir que estaba Iogrando algo; par fin estaba haciendo algo por mi mismo. Mi medio cientifico sacé a Iuz algimos hechos interesantes que me hicieron pensar profundamente en Ta gente del Libro de Mormén y su historia; Megué a Ia conclusion de que dicho libro realmente era un relato ravonable, y, mds avin, que era un registro sumamente intere- Sante, Me sentia orgulloso por mi estudio tan com- pleto, por el sentimiento que buscaba, al cual se habian referido Tas demas personas, y que todavia no aparecia. No podia entenderlo. ;Qué os lo que hhabia hecho mal? Realmente me sentia desanimado, pero recordé mi promesa de continuar Ta bésqueda durante dos meses completos. 1" No les habia comunicado a mis padres acerca de smi experimento; la verdad es que realmente no queria ‘que se enteraran de mi desasosiego, porgue temia que pudieran desilusionarse. Pero mamé debe haber tenido alguna inspiracién maternal ya que una noche, después que me habia ido a acostar, entr6 a mi habi- lacién y me dijo que sabia que algo me estaba in- ‘quietando, de manera que le conté sobre la respuesta que habia andado buscando. gCémo sabia ella que el evangelio era verdadero? Me sorprendi cuando respondis a mi pregunta con otra pregunta; me pregunté si Ia queria. Sin pen- sarlo mucho, le dije que sf; me pregunté de nuevo y Tnego me dijo: “,Cémo sabes que me quieres?” Esta vez me detuve @ pensar unos momentos, pero ella me apresuré a que se Jo dijera. Un poco herido y un tanto enojado, le respondi: “Pero sé que te quiero.” ‘Tuve que admitir que fue un sentimionto on lo més profundo de mi—una verdad—no era algo que podia poner en una probeta o probar con una férmula cien- tifica, sino que era real. Sabia que queria a mi madre; y més atin, en un mundo de légica, el amor que sen- por ella era probablamente 1x cosa mas real que hubiera experimentado. Mi siguiente pregunta fue: “Qué tiene que ver mi amor por ti con un testimonio?” Me explicé que el conocimiento que le fue revelado a través del Espi- itu Santo podfa compararse al conocimiento que yace en las profundidades de nuestra alma, de que hos queremos el uno al otro, made e hijo. Entonces me confesé que estaba agradecida por la inquietad que habia despertado mi busqueda y me asegur6 que uno debe convertirse en un buseador sincero. Me exhorts a que continuara estudiando, acompatiando esto con ayuno y oracién; dijo que era importante que continuara mi actividad en la Iglesia {Tenia que ejercitar mi fe y mi oracién para ganar un testimonio! ;Por qué no To habia pensado antes? Porque habia estado demasiado ocupado buscando tuna respuesta a la manera cientifica y habfa pasado por alto Ia manera de actuar dol Seftor; estaba tan esuelto a encontrar Ia respuesta en una manera Jogica que descuidé el primer principio del evangelio: Ia fe. Primero habia tenido una actitud rebelde diciendo “muéstrenmelo”. Habia exigido al Sefior el conoci- miento de que El vivia, de que el Libro de Mormon era su palabra; pero entonces decidi intentarlo de acuerdo con El! Ayuné. Bin mi juventnd se me habia ensefisido a ayunar, sabia que era In manera de desarrollar la autodiseiplina. Un dia, mientras lofa las escrituras, tropecé con Jas palabras de Alma: Mas esto no es todo. iCreéis acaso, que no sé de estas cosas por mi mismo? He aqui, os testifico que yo sé que estas cosas de que he hablado son ver- daderas. Y scémo suponéis que tengo esta certezat He aqui, os digo que el Santo Espiritu de Dios me las ha hecho saber. He aqui,he eyunado y orado muchos dias para poder saber estas cosas por mi mis- mo. Y ahora sé por mi mismo que son verdaderas; porque el Seftor Dios me las ha manifestado por su Santo Espiritu; y éste es el espiritu de revelacién que estd en mi (Alma 5:45, 46). Reflexioné acerca de las palabras de Alma y me ‘encontré leyéndolas de nuevo con un sentimiento de gozo, un centimiento de que podria haberlas escrito para mi, Me regocijé de que estuvieran a mi alcance y el de mis contemporéneos, En ese momento, me di cuenta de la inquietud de muchos de mis amig noté que algunos de ellos ya no asistfan a la Bscuela Dominical, la AMM o Ia reunién sacramental. Por tun momento pensé que yo también estaba perdiendo el tiempo contimuands activo, cuando uno de mis maestros de la Escuela Dominical seftal6 que “si quie- res un certifieado universitario, no puedes abandonar Ia universided”. Tena que descubrir si la Tglesia era verdadera; deseaba un testimonio y habia permane- cido aetivo, pero ahora empezaba a daxme cuenta de que no siempre habia sido un buseador de Ja verdad, alerta y despierto, Comeneé a darme cuenta de que mi deseo de creer podria igualarse a Ja plantacién do la semilla a que se refiris Alma (véase Alma 32:26-43). Tenia que ser una buena semilla porque se habia asentado en mi, y mi fe habia aumentado. Después de varias semanas, me senti preparado para pedirle al Sefior con humildad y fe, que el Hsp ritu Santo me revelara la verdad del evangelio. Oré sincera y diligentemente; al concluir, me senti desi lusionado porque no habia tenido ninguna visién, ni revelacidn. Todav'a no sabia si el evangelio era ver- LIAHONA dadero 0 no; todavia existia una sombra de duda, Lentamente me introduje en la cama donde per- maneci meditando acerca de Ios meses pasados; re- pasé mi pesquisa, punto por punto. Senti que honra- damente habia cumplido con el convenio que habia hecho con el Sefior. Empecé a pensar acctea de la vida, y Ia inevitabilidad de Ia muerte, la cual adqui- rid proporciones atemorizantes. Entonces pensé en mi filiaciém con Dios; se me habfa enseviado que yo era un hijo de El, que el Seior so preocupaba por ti; y ahi, aeostado en medio de la obscuridad de la hab. ‘acién, reconoci que era su hijo, lo acepté coro mi Padre, el Padre literal do mi espiritu, Llegué a com- render quo mi Pade Celestial me habia aclarado en mi bendicién patriareal que El me amaba, que tenia tuna misién para mf aqui en Ia tierra, y que ésta, mi asignacion, me la encargaba a mi solamente. Senti que si Bl bahia tenido razén para enviarme a la tierra Y ponermo a trabajar, seguramente la muerte me da- Xia una oportunidad para estar de nuevo con El. ‘La paz vino a mi alma; mi ser entero estaba inun- dado con la seguridad dé que El me conocia y se Preocupaba por mi. En ese momento supe que el Libro de Mormén era su palabra, que el evangelio era verdadero, No existe peligro més grande que el estrechar nuestra percepcién espiritual; mis profesores Io ha bian hecho, ‘Seguramente el Senor nos habla a través del pro- feta del Libro de Mormén, Jacob: 10h ese sutil plan del maligno! ;Oh las vanidades, flaquezas y necedades de los hombres! Cuando son instruidos se ereen sabios, y no oyen el consejo de Dios, porque lo menosprecian, suponiendo saber de si mismos; por tanto, su sabiduria es locura, y de nada les sirve. Y ellos perecertn, Pero bueno es ser sabio, si se obedecen los con- sejos de Dios (2 Nefi 9:28-39). EI primer principio del evangelio es la fe. EI Obispo Presidente habla a los padres acerca de la COMUNICACION COMUNICACION COMUNICACION por el obispo John H. Vandenberg si hubiere en Sién . . . padres que tuvieren hijos, y no les ensefiaren a comprender la. doctrina del arrepentimiento, de Ia fe on Cristo, el Hijo del Dios viviente, del bautismo y del don del Espiritu Santo . . . el pecado recaers sobre las cabezas de los padres Y también han de ensefiar a sus hijos a orar y a andar rectamente delante del Sefior” (Doc. y Con. 8:25, 28). Cémo les ensefian los padres estas grandes ver- dades a sus hijos? Amsndolos y poniéndoles el eiem- SEPTIEMBRE DE 1970 plo adecuado. Una de las necesidades més basicas es el ser aceptado, Los padres de un joven errado deben primero aceptarlo como un hijo de Dios y que rerlo como a una persona, antes de que puedan en- setiar eficazmente la doctrina del arrepentimiento, la fe y la oracion, 0 a caminar rectamente delante del Setior. La doctrina del arrepentimiento, por ejemplo, no s0 ensefia juzgando o rechazando severamente a Jos jévenes cuando cometen erores. No obstante que los padres y 10s hijos se amen anutuamente, podiiin caer en el hibito de no comuni- 1B carse verdaderamente. Los jévenes que luchan por la independencia, frecuentemente tienden a alejarse de los padres; por tanto, debe utilizarse toda opor- tunidad para edificar Ia comunicacisn. Por ejemplo, un padre expresé eu agradecimiento por el recorrido matutino que hacia todos los dias con su hijo para que éste entregara el diario, ya que las avenidas de comunicacién se abrieron en los confines {ntimos del auto familiar. Otro padre deja el eoche en la casa los domingos por la mafiana a fin de que él y su hijo puedan gozar de Ia alegre caminata y Ja ‘usual conversacién que trae una comprensién mis intima entre ambos. ‘La mayoria de los padres quieren verdaderamente asus hijos, Cuando los critican o Jos juzgan, lo hacen “para su propio bien”. A menudo los adolescentes afirman que no entablan conversaciones con sus pa- dres porque han llegado a esperar que se les critique. De esta manera, se protegen diciendo tinicamente Io que piensan que sus padres desean escuchar, ocul- tando sus verdaderos sentimientos. ‘Muchas familias pierden la oportunidad de co- municarse al pasar el tiempo libre mirando la tele- visi6n. Los miembros de uma familia pueden mirar juntos la television, pero a menos que el programa Tequiera reaceién y discusidn, cada persona bien po- Gria estar mirando sola dicho programa. ‘Algunas familias han desarrollado la costumbre de utilizar Ta hora de Ja comida como ef mejor no- mento para comunicarse; Ios padres gufan diestra- mente Ia conversacién y hacen preguntas que estimu- lan el pensamiento. Dicho periodo se convierte en una experiencia de aprendizaje y gozo para toda Jz familia, climinando ast las disputas que algunas ve- ces existen en la mesa, A pesar de que generalmente muchos padres se dan cuenta de su responsabilidad de ensefiar a sus hijos, algunas veces se sienten inadecuados. Su ma- yor fuente de fortaleza, naturalmente, es su Padre Celestial; necesitan amarse y respetarse a sf mismos como hijos de Dios y, verdaderamente, como socios de Dios en criar a sts hijos. Fueron’ considerados dignos de ser padres en su dispensacién; de otra ma- neta, no hubjeran gozado de tsl oportunidad. ‘Durante una reciente entrevista con su obispo, un joven expresé resentimiento cuando “se le pedia que hiciera todo”; confess que preferia hacer las cosas por si mismo. Interrogindole sabiamente, ol obispo descubrié que all muchacho Te disgustaba que su madre Jo levantara los domingos por la mafiana para que fuera a la reunién de eacerdocio y asisticra a las otras reuniones de la Telesia. Una discusién més adentrada revel6 que la base de su resentimiento era que ella misma no asistia, Habiendo contraido matrimonio con quien no era miembro de la Iglesia, posiblemente pens6 que estaba manteniendo una me- jor relacién con su esposo si no asistia a las reuniones. 4 ‘Al mismo tiempo, se daba cuenta de que sus hijos adoleseentes nocesitaban ol ontrenamiento religioso ‘que ella habia tenido en su juventud. Sus esfuerzos se enfrentaban con Ja rebelién. Era aparente que lo ‘que el muchacho necesitaba y deseaba, era que su madre le pusiera el ejemplo yendo a la Iglesia. Jesiis dijo: “Amaras a tu projimo eomo a ti mis- mo” (Mateo 19:19). A fin de amar a otros, debemos amamos a nosotros mismos; a fin de amamos a nos- otros mismos, debemos aceptamos como somos, ¥ no como descariamos ser. No podemos influir en nuestros hijos pretendiendo ser otra cosa que no somos; no engafiamos a los jévenes, nos conocen pot Io que somos. Si aceptamos nuestras propias imper- fecciones y Tachamos para vencerlas, abriremos las Iineas de comunicacién con la juventud en una ma- nera mucho més eficaz que si vivimos en el mundo de los suefios y de una perfeccién pretendida, El Salvador dijo: “No juzguéis, para que no sedis juzgados” (Mateo 7:1). Stephen R. Covey, un edu- cador Santo de los Ultimos Dias, ha amonestado: “Juzgar no es tnicamente inmoral, sino que somos absolutamente incompetentes para hacerlo sin un completo conocimiento de Ios muchos factores que nos ayudan a formular el punto de vista de una per- sona.” Tos j6venes que sienten que son juzgados 0 re- chazados injustamente, a menudo reaccionan agresi- vamente, con hostilidad y resentimiento. Tal actitud no da cabida a un cambio constructivo; la puerta do a comunicacién se cierra ya que tinicamente la abren aquellos que confian y saben que no los traicionardn. Por lo tanto, no es sorprendente que algunas veces 1a los jévenes se les permita expresar sus verdaderos sentimientos a los compaiieros de su propia edad, en ver de sus padres. Sus coetineos podran estar I~ chando con los mismos problemas, y es hajo estas circunstancias que esperan_ ser comprendidos. Por otra parte, a los jévenes se les dificulta darse cuenta que los padres también podrin haber luchado con problemas similares. Recientemente un hombre joven, confuso y deso- rientado, después de experimentar con drogas, se quité la vida, dejando atrés una grabadora de cinta en la cual expresé sus sentimientos con una claridad asombrosa. Si bubiera sido eapaz de expresarse de la misma forma con sus padres o personas que lo ama- ban, quizs se le hubiera salvado la vida. No hay mayor servicio que los padres y lideres puedan Hevar a cabo que el aprender y practicar la habilidad de Ja comunicacién con Ia juventud, a pesar de que algunas veces parezea um método complicado. Es dificil abrir las Tineas de comunicacién con los adolescentes si no se ha levado a cabo un contacto ceficaz en afios previos. "Todos estamos ocupados, pero no estemos dema- siado ocupados para Ia tarea més importante que es Ja de edificar una buena telacién con nuestros hijos. LIAHONA dadero 0 no; todavia existia una sombra de duda. Lentamente me introduje en la cama donde per- maneci meditando acerea de los meses pasados; re- ‘pasé mi pesquisa, punto por punto, Senti que honra- damente habia cumplido con el convenio que habia hhecho con el Senior. Empecé a pensar acerca de In vida, y la inevitabilidad de la muerte, la cual adqui- ri6 proporciones atemorizantes. Entonces pensé en mi filiacién con Dios; se me habia ensefiado que yo era un hijo de El, que el Sefior se preocupaba por mi; ¥ abi, acostado en medio de la obscuridad de la habi- tacién, reconoci que era su hijo, lo acepté como mi Padre, el Padre literal de mi espiritn. Llegué a com- prender que mi Padre Celestial me habia aclarado en mi bendiciGn patriarcal que El me amaba, que tenfa tuna misién para mf aqui en Ta tierra, y que ésta, mi asignacién, me la encargaba a mi solamente. Senti que si El habia tenido razén para enviarme a la tierra ¥ ponerme a trabajar, seguramente la muerte me da- ria una oportunidad para estar de nuevo con El. La paz vino a mi alma; mi ser entero estaba inun- dado con la seguridad de que El me conocia y se preocupaba por mi. En ese momento supe que el Libro de Mormén era su palabra, que el evangelio era_verdadero. No existe peligro mis grande que cl estrechar nuestra percepeién espiritual; mis profesores lo ha- bian hecho. ‘Seguramente el Sefior nos habla a través del pro- feta del Libro de Mormén, Jacob: 10h ese sutil plan del maligno! ;Oh las vanidades, flaquezas y necedades de los hombres! Cuando son instruidos se creen sabios, y no oyen el consejo de Dios, porque lo menosprecian, suponiendo saber de si mismos; por tanto, su sabiduria es locura, y de nada les sirve. Y ellos perecerin. Pero bueno es ser sabio, si se obedecen los con- sejos de Dios (2 Nefi 9:28-99) El primer principio del evangelio es Ia fe. EH Obispo Presidente habla a los padres acerca de la COMUNICACION COMUNICACION COMUNICACION por el obispo John H. Vandenberg si hubiere en Sién ... . padres que tuvieren hijos, y no les ensefiaren a comprender la doctrina del arrepentimiento, de Ta fe en Cristo, el Hijo del Dios viviente, del bautismo y del don del Espiritu Santo . .. el pecado recserd sobre las cabezas de los padres. Y ién han de ensefiar a sus hijos a orar y a andar rectamente delante del Sefor” (Doe. y Con, 68:25, 28). ¢Cémo les ensefian los padres estas grandes ver- dades a sus hijos? Améndolos y poniéndoles el ejem- SEPTIEMBRE DE 1970 plo adecuado, Una de las necesidades més bésicas es el ser aceptado. Los padres de un joven errado deben primero aceptaxlo como un hijo de Dios y que- rerlo como a una persona, antes de que puedan en- sefiar eficazmente la doctrina del arrepentimiento, la fe y la oracién, 0 a caminar rectamente delante del Sefior. La doctrina del arrepentimiento, por ejemplo, no 90 ensefia juzgando 0 rechazando severamente a los j6venes cuando cometen errores. No obstante que los padres y los hijos se amen mutuamente, podrén caer en el habito de no comu B carse verdaderamente. Los j6venes que luchan por Ia independencia, frecuentemente tienden @ alejarse de los padres; por tanto, debe utilizarse toda opor- tunidad para edifiear la comunicacién. Por ejemplo, un padre expres su agradecimiento por el recorticlo matutino que hacia todos los dias con su hijo para que éste.entregara el diario, ya que las avenidas de comunicacién se abrieron en los confines intimos del auto familiar. Otro padre deja el coche ‘en Ja casa los domingos por la mafiana a fin de que él y su hijo puedan gozar de la alegre caminata y Ja usual conversacién que trae una comprensién mis intima entre ambos. ‘La mayoria de los padres quieren verdaderamente ‘us hijos. Cuando los critiean o los juzgan, lo hacen “para su propio bien”. A menudo ios adolescentes afirman que no ontablan conversaciones con sus pa- res porque han Hegado a esperar que se les critique. ‘De esta manera, se protegen diciendo tinicamente Jo ‘que piensan que sus padres descan escuchar, ocul- ‘tando sus verdaderos sentimientos. Muchas familias pierden Ja oportunidad de co- municarse al pasar el tiempo libre mirando la tele- vision. Los miembros de una familia pueden mirar juntos la televisién, pero a monos que el programa yequiera reaceién y discusién, cada persona bien po- dria estar mirando sola dicho programa. Algunas familias han desarrollado la eostumbre de utilizar la hora de la comida como el mejor mo- mento para comunicarse; los padres gufan diestra- mente la conversacién y hacen preguntas que estitn- Jan el pensamiento. Dicho perfodo se convierte en na experiencia de aprendizaje y gozo para toda la familia, eliminando asi las disputas que algunas ve- es existen en la mesa, A pesar de que generalmente muchos padtes se dan cuenta de su responsabilidad de ensefiar a sus hijos, algunas veces se sienten inadecuados. Su ma- yor fuente de fortaleza, naturalmente, es su Padre Celestial; necesitan amarse y respetarse a si mismos como hijos de Dios y, verdaderamente, como socios de Dios en criar a Sus hijos. Fueron’ considerados dignos de ser padres en su dispensacién; de otra ma- nera, no hubieran gozado de tal oportunidad. Durante una reciente entrevista con su obispo, un joven expresé resentimiento cuando "se le pedia que hiciera todo”; confes6 que preforia hacer las cosas por si mismo. Tnterrogéndole sabiamente, el obispo descubrié que al muchacho Te disgustaba que su madre Jo levantara los domingos por la mafiana para que fuera a la reunién de sacerdocio y asistiera a lag otras reuniones de la Telesia. Una discusion mas adentrada revel6 que Ia base de su resentimiento era que ella misma no asistia, Habiendo contraide matrimonio con quien no era miembro de la Iglesia, posiblemente pensé que estaha manteniendo uma me- jor relacién con su esposo sino asistia a las reuniones. u Al mismo tiempo, se daba cuenta de que sus_hijos adolescentes necesitaban el entrenamiento religioso que ella habia tenido en su juventud. Sus esfuerzos se enfrentaban con la rebelién. Era aparente que lo que el muchacho necesitaha y deseaba, ora que su madre le pusiera el ejemplo yondo a la Telesia. JesGs dijo: “Amargés a tu projimo como a ti mis- mo” (Mateo 19:19). 4 fin de amar a otros, debemos amamos a nosotros mismos; a fin de amamos a nos- otros mismos, debemos aceptarnos como somos, ¥ no como descariamos ser. No podemos influir en nuestros hijos pretendiendo ser otra cosa que no somos; no engafiamos a los jévenes, nos conocen por Jo que somos. Si aceptamos nuestras propias imper- fecciones y Iuchamos para vencerlas, abriretnos las Jineas de comunicacién con la juventud en una ma nera mucho més eficaz que si vivimos en el mundo de los suefios y de una perfeccién pretendida, El Salvador dijo: “No juzguéis, para que no sedis, juzgados” (Mateo 7:1). Stephen R, Covey, un edu- cador Santo de los Ultimos Dias, ha amonestado: “Juzgar no es tmicamente inmoral, sino que somos absolutamente incompetentes para hacerlo sin un completo conocimiento de los muchos factores que nos ayudan a formular el punto de vista de una per- sona.” ‘Los jévenes que sienton que son juzgados o re- chazados injustamente, a menudo reaccionan agresi- vamente, con hostilidad y resentimiento. Tal actitud no da cabida a un cambio constructivo; la puerta de Ta comunicacién se cierra ya que tinicamente la abren aquellos que confian y saben que no los traicionaran. Por lo tanto, no es somprendente que algunas veces: a los j6venes se les permita expresar sus verdaderos sentimientos a los compatieros de su propia edad, en ver de sus padres, Sus coetiéneos podrin estar Iu- chando con los mismos problemas, y es hajo estas circunstancias que esperan ser comprendidos. Por otra parte, a los jévenes se les dificulta darse cuenta ue los padres también podrin haber Iuchado con problemas similares. Recientemente un hombre joven, confuso y deso- rientado, después de experimentar con droges, se quité la vida, dojando atrés una grabadora de cinta en la cual expresé sus sentimientos con una claridad asombrosa, Si hubiera sido eapaz. de expresarse de la misma forma con sus padres 0 personas que Jo ama- ban, quizés se le hubiera salvado la vida. ‘No hay mayor servicio que los padres y lideres puedlan Ievar a cabo que cl apronder y practicar 1a habilidad de la comunicacién con la juventud, a pesar de que algunas veces parezea un método complicado. Es dificil abrir Tas lineas de comunicacién con los adolescentes si no se ha Tlevado a cabo un contacto fica. en afios previos. ‘Todos estamos ocupados, pero no estemos dema- siado ocupados para la tarea mas importante que es Ta de edificar una buena relacién con nuestros hijos. LIAHONA Haz el dia feliz por Carol C. Smith NA Maria era una pequefa de cinco afios de edad; lla y su madre habian pasado ef dia juntas, habian ido a comer a un bonito restaurante y ahora habian salido de compras. Habia sido un dia her- moso y ambas se habian divertido bastante. Ana Maria se sontia feliz. Mientras su madre buscabsa los listones de seda, ésta jugé calladamente con unos pequenos platos y tazas de pléstico que habia encontrado en uno de los, estantes. Eran tan pequefios y bonites, que te llama: ron mucho la atencién. —Vamos, Ana Maria, ya estoy lista—ta llamaba su madre. Esta colocd répidamente las pequefias ta zas y platas en Ja caja del estante—més bien todos ‘con excepeién de una taza la cual escondié répida- mente en el bolsillo del abrigo, Le habla gustado tanto, y adem4s los duefios de la tienda nunca se darian cuenta que faltaba algo tan pequefio. ‘Ana Maria asié la mano de su madre y juntas salioron de la tienda; se introdujeron al auto y empe- zaron a salir del estacionamiento. Ana Maria se en- contraba muy callada y su madre, mirandola le dijo: —2Qué le pasa a mi pequefta charlatana?—le pre: gunte. La nifia no tenia deseos de habler; ya no se estaba divirtiendo mas. El feliz sentimiento que habia expe- rimentado todo el dia so habia esfumado, en su in- terior se sentia sola y desdichada. Se colocé la mano en el bolsillo y sintié la pequenia taza; se sintié ain peor que antes. Deseaba decirle a su madre, pero un nudo que sentia en la garganta le impedia hablar, y lentamente las lagrimas le empeza- ron a rodar y a caer sobre su abrigo rojo. —2Qué sucede?—le pregunté la madre con ansi dad, Calladamente Ana Maria sacé la tacita del bolsillo para que su madre la pudiera ver. —2De donde la sacaste? Ana Marfa estaba temblorosa. —iLa agarraste do la tienda, Ana Maria? La pena que ésta sentia por lo que habia hecho era tan grande que no podia dejar de llorar y tinica- mente podia asentir con a cabeza Répidamente, la madre detuvo el coche y regresa- ron nuevamente a la tienda. Ambas entraron juntas, pero la madre se quedé a la entrada a medida que la pequiefia se acercaba a donde estaba el cajero. ‘Ana Maria miraba hacia donde estaba su madre; se sentia mas segura con la compatiia de ella, y le SEPTIEMBRE DE 1970 brindaba la fortaleza para afrontar lo que tenié que hacer. Colocé la taza en el mostrador y dijo: —Me la habla llevado—Con una voz casi inaud ble y que no parecia la de ella, dijo lo siento. El cajero dirigié la vista hacia donde estaba la madre, y entonces le sonrié a Ana Maria. —Gracias—dijo ella en voz baja. —Vuelvan a visitarnos y hacer sus compras aqui. El gran peso que Ana Maria sentia en su corazon habla desaparecido repentinamente, cuando ella y su. madre volvieron al auto, ésta le dio un fuerte abrazo, —Siento mucho haber entristecido el dia feliz nuestro—dijo Ana Maria —Ana Maria—le dijo su madre, quien ain la tenia abrazada—hiciste mal en agarrar la taza, pero has hecho mi dia feliz, porque ahora sé que eres lo, suficiontemente fuerte como para decidir hacer tas cosas correctas, aun cuando es muy dificil. 15 iBaa! ;Baa! jBaa! {Donde has estado, Tita? —exelamé Manuel cuando vio a la gran eabra blanca que se dirigia hacia él. La tinica respuesta de ésta fue mastiear vigorosamente el pedazo de tela roja que le col- gaba de la boca, —jTita!—grit6 Manuel ho- rrorizado—z Qué es eso que estés masticando? Pero Manuel sabia lo que eva esa pedazo de tela; era la manga de una eamisa de hom- bre, y habia solamente un hombre en la villa que tenia una eamisa de ese color: el sefior Mendoza. —jOh! jOh! ;Oht—gimis Manuel angustiado. El sefior Ramos, su padre, salié eorriendo del sembrado donde habia estado trabajan- do. {Qué pasa Manuel?—le pregunt6. Lasefiora Ramos, la mama, salié apresurada de la cocina. —Mannel, hijo mio ;pasa algo? por Rosalie W. Doss Teresa, su hermana, se le- vanté del baneo donde habia estado limpiando los frijoles. —Manuel, ,qué te pasa? Todo lo que éste pudo hacer fue sefialar la manga que col- gaba de la boca de ‘Tita. El sefior Ramos también reemocié la camisa de su ve- cino y exclamé, —Tita, ;qué has hecho? —La pieara probablemente la encontré extendida sobre Jas roeas cerca del rio donde Ja seiora Mendoza lava la ro- a—contesté la madre de anuel, —Cabra bandida—exelamé Teresa, sefalandola enérgiea- mente con el ded Pero Tita ni siquiera par- paded; contintiomasticando la manga de la eamisa, —No culpen al tonto ani- mal—dijo el padre—Si Ma- nuel la hubiera tenido atada, esto no hubiera sucedido. —Pero Ja tenia amarrada —contest6 Manuel. Teresa se dirigié hacia el Arbol donde Tita habfa estado atada; recogié una parte de la cuerda que se encontraba ahi y se las ensefi Tita Ia destroz6 con los dientes! Toda la familia inteream- bié miradas de preocupacié era una desgracia que wn ani mal que les pertenceia hubiera, destruido la propiedad de un vecino. Finalmente, Manuel dijo: —Quizas el sefior Mendoza no sabe que Tita arruiné su camisa, El sefior Ramos miré a su hijo enérgicamente: —1Pero lo sabes ti, Ma- nuel! Este asintié quedandose con la cabeza gacha. Debemos aclarar las co- as con el sefior Mendoza— dijo la madre de Manuel: siempre ha side un buen ve- cine. Cuando se nos deseom- puso la camioneta, al sefior Mendoza transporté nuestros productos al mercado y no nos cobré —Cuando estuve enferma —recordé Teresa—La sefiora Mendoza hizo una sopa espe- cial para mi. —Debemos tratar ames. tros vecinos como si fueran nuestros hermanos, a fin de que ellos nos traten de la mis- ma manera—dijo el padre, En voz. queda. y vacilante, Manuel dijo: —Sé que Tita es mi respon- sabilidad; quiero reponer la camisa del sefior Mendoza, pero no tengo dinero para comprar otra, El sefior Ramos vacié sus bolsillos; todo lo que enconiré fue un peso y entorces sus pird —Hijo, no puedo ayudarte, esto es lo ‘inico que tengo has- ta la cosecha del maiz, La madre y la hermana también movicron la eabeza en sefial de tristeza. No habia suficiente dinero entre ellos para comprar una, camisa nueva a fin de reemplazar la que Tita habia arruinado. —iQué haré? — exelamé Manuel desesperado. —Solamente hay una cosa —contesté su padre—zSabes que es, Manuel? Este asintié. —Debo darle a Tita al se- fior Mendoza, pero cémo? Ella es mi maéeota, yo la exié. —No importa, Manuel—le contest6é su madre tiernamen- te—Debes hacer lo que es co- recto. Tristemente, Manuel até lo que quedaba de la cuerda al- rededor del cuello de Tita, y Jentamente se la Hevé a casa del sefior Mendoza. Cuando se encontré lo sufi- cientemente lejos de la casa, se senté bajo un Arbol; gran- des sollozos estremeeian su cuerpo, mientras Tita comia placidamente en un pasto cer- eano. Gémo es que puedes es- tar ahi tan despreocupada’?. exclamé Manuel—El sefior Mendoza de seguro te vendera en el mereado de la Villa, Esa sera la tiltima vez que cual- quiera de nosotros volvera a verte. —iBaa! jBaa! ;Baa!—res- pondia ‘Tita, mientras conti- nuaba gozando del pasto, ‘Manuel traté de pensar en una escapatoria; quizas él y Tita podrian fugarse. Pero inmediatamente deseché tal idea, el escapar munca resol- veria nada. Manuel tuvo otra idea: es- peraria ahi por un momento y entonces regresarfa a casa a decirle a sus padres que la sefiora Mendoza no se encon- traba en casa; pero Manuel también descarté esta ides, Las mentiras tampoco resuel- ven nada. —Vamos, Tita, terminemos con el asunto—dijo Manuel, Cuando éste llegé el seiior Mendoza estaba dandole de comer a las gallinas. ‘Antes de cambiar de parecer, Manuel hablo rapidamente: —Sefior Mendoza, le he traido a Tita, es suya. El sefior Mendoza es: taba un tanto confuso. —iPara qué la quiero? El nifio le explie6: —Tita le arruind su bonita camisa eolor rojo y naranja. No tengo dinero para com- prarle otra, de manera que le traje a Tit’—Manuel le mos- tr6 lo que quedaba de la ca- misa. El sefior Mendoza se 1i6 de buena gana. —Hsa fue en un tiempo mi bonita camisa roja y naranja; Ja usé tanto que'se’me cayé a pedazos. Es por eso que em- pecé a usarla como wn. trapo para trabajar con mi camio- neta. Tita debe haber encon- trado un pedazo tirado. 18 —iQuiere decir que la ea- misa ya no servia?—pregun- t6 Manuel asombrado. —Asi es, Manuel, No me debes nada. Liévate'a tu bra, solamente mantenla bien amarrada después de lo que pas6, La préxima yer quizis no s¢as tan afortunado. —Trataré, sefior Mendoza —respondié el nifio—Pero tie~ ne un mal habito de masticar la cuerda no importa euan fuerte sea. —Yo creo que puedo ayu- darte—dijo el sefior Mendoza. Se alej6 por un momento y re- gresé con una larga cadena liviana pero bastante fuerte. Usala para amarrar a Tita. ‘Te prometo que esta ves no la masticat —Gracias, sefior Mendoza —dijo Manuel agradecido, En su regreso a casa, Ma- nuel le confiaba a Tit: —Papé tiene raz6n; cuando tratamos a nuestro préjimo como si fueran nuestros her- manos, ellos hacen lo mismo con nosotros. —iBaa! jBaa! jBaa!—ba- laba la cabra. jEstaba esa cabra traviesa de acuerdo, o simplemente queria tener Ja wltima pala- bra? LIAHONA ABAS! ZEs importante comer- LTD as cuando a ta persona no le apetecen? ‘SI, podria declrse, por- {que contribuyen 2 una buena salud Si, podria decirse, porque alguien 0 ha tomado la molestia de pre- pararlas; pero hay una razén ada mas importante que esa, y estd re- lacionada con 12 autodiseiplina. El" psle6logo, Wiliam » James (1842-1910), ha dicho que cada dia ebemos efectuar algo que no ci siéramos hacer. Comiendo habas, © cualquier comida que nos dis- guste, estamos practicando un poco de autodisciplina, afin de que cuando surjan decisiones importen- tes podamos tomarias sabiamente. ‘Al estar en casa quizés no doses remos oftecerle nuestra -cémoda Silla a mama o a nuestra hermana Cuando entren @ la habitacién, pero al tener estas pequefias atenciones (cuando es mucho mas facil no to- marse esa molestia) estamos po- niendo los cimfentos para llegar a ser caritatives en cosas alin ma- yores, como el Sefior lo ha manda- do. El preparamos para las asigna- clones escolares, bien podria ser algo que no desesmas llevar @ cabo, especialmente si esa noche hay un buen programa de television. Pero SEPTIEMBRE DE 1970 por Jim Jardine (de 15 artos de edad) al hacerlo regularmente, no sélo asegura buenas calificaciones, sino que nos preparara para asignacio- nes mds importantes en le Univer- sidad, en nuestra profesién y en la Ielesia. Cuando leemos el diario, general- mente buscamos la seccién cémica ola de deportes. Aunque quizas no queramos, deberiamos leer primero los editoriales y articulos de mas significado. Al seleccionar os Ii bros, alejémonos de los populares y de fécil lectura, y escojamos aque ios de més vaior, a pesar de que parezcan més dificiles y quizés no sean de nuestro agrado. Muy pron- to nos daremos cuenta que esta se ha convertido en nuestra clase far vorita de lectura, y como resultado, el estudio y comprensién de las es: crituras s¢ hard mas facil. Nuestro dinero podré tentarnos a comprar un refresco 0 un dulce, sin embargo sabemos. cuén pasa hi NAA | jeras sen estas satisfacciones y se- ia mucho mejor si lo ahortéramos. Haciendo aquello que no deseamos aun en el pequefio asunto de aho- rrar un poco de dinero, nos fortale- ceremos para tener los medios ne- cesarios para una misién, pagar las ofrendas de ayuno y un diezmo justo, ademas podemos aprender ef verdadero valor del dinero y su re- lacién con la vida, En el principio del ayuno, abste- nigndonos de comida, no obstante que no queramos, estamos apren- diendo a controlar nuestros apeti- tos, y cuando llegue la gran prueba, seremos Io suficientemente fuertes ‘como para quedarnos en el sen: dero recto, El presidente McKay ha dicho que si no hubiera ningun otro beneficio en el ayuno, sino el de obtener fortaleza de cardcter, eso s6l0 justificaria el que lo hiciére: mos. Disciptinndonos diariamente en las cosas pequefas, gradualmente edificamos una armadura tan fuerte que seré inexpugnable para las fuerzas de Satands, todos los dias de nuestra vide. 19 Vestios de toda la aise: bocce ® ==" armadura de Dios ion...” (Lbid. 6: 14-15, 17) ‘La verdad serd la substancia con por el presidente Harold B. Lee de la Primera Presidencia Ja cual se formar el cinto que ce- Aird vuestros lomos a fin de que vuestra virtud y fortaleza vital sean protegidos. zEn qué forma puede la verdad protegeros de uno de los misma forma que protegeria vues- tra vida. Pero si permitis que las vanas teorias de los hombres os hagan dudar de yuestra relacién con Dios, del propésito divino del matrimonio y vuestras futuras pers- pectivas para la eternidad, estsis siendo victimas del maestro de las mentiras, porque todo es0 es con- trario a la verdad que 0s protege de 66 TESTIOS de toda Je arma- ‘dura de Dios, para que po- sis estar firmes contra las ase- chanzas del diablo. ‘Porque no tenemos lucha contra sangre y eaune, sino contra prin pados, contra’ potestades, contra los gobemadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espiritua- les de maldad en las regiones co- lestes” (Bfesios 6:11-12). ‘Tal fue la declaracién del apés- tol Pablo, donde implicaba que nuestra contienda ms peligrosa en Ja vida no es con los enemigos hu- manos que podrin venir con armas © aviones para destruimos, sino con los enemigos que acometen desde las tinieblas y no son descu- biertos por los sentimientos huma- nos. Entonces el apdsiol Pablo con- tina imagindndose a cada uno de nosotros como un guerrero vestido con Ta. armadura esencial para pro- teger las cuatro partes del cuerpo Ihumano las euales, aparentemente, Satands y sus ojércitos han descu- bierto que son las més, vulnerables —a través de las cuales los enemi- gos de la justicia podrén invadir el alma humana: “Estad, pues, firmes, ceftidos vuestros Tomos con la verdad, y vestidos eon la coraza de justicia, 20 males mas perversos: la inmorali- dad? Recordad que el Sefior nos dice que la verdad es conocimien- to: “eonocimiento de las cosas ¢0- ‘mo son, como eran y como han ser” (Doe. ¥ Con. 98:24). Aquellas personas que se hagan dignas y enizen al nuevo y eterno convenio del matrimonio en el tem- plo por esta vida y la eternidad, co- Jocaran la primera piedra para un hogar familiar eterno en el reino colestial, que perduraré para sieni- pre. Su recompensa es tener “gloria sobre sus cabezas para siempre ja- mas” (Abraham 3:26). Estas ver- dades eternas, si ereeis en ellas con toda vuestra alma, serin Ia arma- dura que cefiirs vuestros lomos pa- ra proteger vuestra virtud de la Jos peligros. ahora, gqué se sabe de la cora- ua que provegers vuestro corazén 0 yuestra conducta en la vida? Es- tard hecha de una sustancia llama- da justicia, El hombre justo lucha por mejorarse a si misino, sabiendo que diariamente tiene la necesidad de arrepentirse de sus malos he- chos o su negligencia, Se dedica a hacer de cada dia una obra de arte afin de que al llegar Ia noche pue- da testifiearle a Dios que todo Io que ha Hegado a su mano ese dia Jo ha hecho de la mejor manera posible. Su cuerpo no estd malira- tado por las eargas impuestas, por Jas demandas de un vivir desenfre- nado; su discernimiento no va ca- racterizado por los disparates de itud; su vision es clara, es ante y fuerte fisicamente. La coraza de justicia le ha dado la “fortaleza de diez, poraue su corazén es puro”. ‘Vuestros pies que representan vuestras metas u objetivos en la vida, deben ser alzados con “la preparacién del evan- gelio de la paz”. La preparaci6n es el ca- mino hacia Ia vietoria y “la vigilancia tema es ef precio de la seguridad”. El ‘temor es el castigo por Ia falta de preven- ci6n asi como de holgazanear sin ningtin objeto. Ya sea en el hablar o en. el can- tar, en el combate fisico o moral, Ia ola de f ( Ia victoria yace con aquel que esté preparado, Y ahora, la siltima pieza de la vestimenta’ acorazada del profeta maestro. Pondremos un yelmo so- bre nuestra cabeza; ésta, o el inte- ecto, controla el cuerpo. Debe es- {tar bien protegida contra el ene- migo porque “cual es su pensa- miento en su_coraz6n, tal es él” (Proverbios 23:7). Nuestro es ol “yelmo de la salvacién”. Salvacion signifiea la adquisi- cién del derecho etemo de vivir en la presencia de Dios el Pade y el Hijo, como una recompensa por tuna buena vida terrenal. Con la meta de la salvacién en nuestra mente como algo méximo que tiene que lograrse, muestra manera d pensar y las decisiones que deter- ‘minan Ia acciém, siempre desafiarén SEPTIEMBRE DE 1970 a todo aquello que ponga en juego ese glorioso estado futuro. La per- sona que confiadamente mira hacia el futuro a una recompensa eterna por sus esfuerzos en Ia mortalidad, recibe un constante apoyo a través do sus aflieciones més profundas. Cuando se encuentra desilusionado en el amor, no comete suicidio; cuando fallecen seres queridos, no se desespera; cuando pierde’ un preciado concurso, no vacila; cuan- do la guerra y la destruceién disi- pan su futuro, no se hunde en la depresion. Vive por sobre su mun- do y nunca pierde de vista la meta de su salvacién, Si hemos de refre- narnos de cometor asesinatos, de- bemos aprender a no enojamos; si hemos de librarnos del pecado sexual, debemos controlar los pen- samientos inmorales; si hemos de evitar el castigo de encarcelamien- to por robo, debemos de aprender a no codiciar. Si somos fuertes contra toda clase de tentaciones, debemos prepararnos con tiempo, para afron- tar Ia tentacién cara a cara. A fin de ganar la “batalla de la vida", debe existir valor, una continua determinacién por lo recto, de otro modo, la armadura suge~ rida para nuestra protecci no tendria ningéin provecho. Para ayudamos a ser agresivos en nuestra lucha, hacemos lo que Pablo sugirié “Sobre todo, tomad el escudo de Ja fe, con que podéis apagar todo Jos dazdos de fuego del maligno Y tomad.. .. la espada del Espi- itu, que es 1a palabra de Dios” (Bfesios 6:16-17). Notemos cémo “el escutlo de la fo” y “la espada del Espiritu, que es ia palabra de Dios” trabajan juntas, Guiados mediante la fe en- sefiada en Ia palabra de Dios, con- sideramos Ja vida como un’ gran proceso de entrenamiento del alma. Mediante la fe, como ensefia la pa- Jabra de Dios, entendemos que ‘cualquior cosa’ que contribuya a quo Heguemos a ser como El, os ueno para nosotros, no obstante que algunas veces ol esfuerzo nos resulta. doloroso. Por lo tanto, adiestrados, tquidos y preparados para la tienda de los poderes de las tinie- bblas y Ia perversidad cspiritual, “estamos atribulados en todo, mas no angustiados; en apuiros, mas no desesperados; persoguidos, mas no desamparados; derribados, pero no destruidos” (2 Corintios 4:8-0). Juventud de Sién, jvestios de toda la armadura de Dios! 24 Vuestra actitud es vuestra armadura por Neal A. Maxwell A tentacién esta siempre pre- sente y cada uno de nosotros, callada y aigunas veces ineonscier temente, desarrolla una actitud hi cia el pecado, la cual determina nuestra reaccién hacia las tenta- ciones. Si sentimos que el pecado esta determinado por aquello que la presién social prevalente deman- de nuestra manera de reaccionar hacia la tentacién seré relativa. Si honradamente consideramos el pe- cado como una violacién de nues- tra relacién personal con Dios, estaremos armados con una actitud que resistird Jas seduc- ciones del momento. Dos personajes del Antiguo 'Testamento nos proveen dife- rentes ejemplos en euanto a las tentaciones: David y José, quienes habjan sido “escogi- dos”. Ambos eran hombres de una habilidad exeepcional que habian triunfado socialmente No obstante, eran humanos, y esta~ ban sujetos La vista inicial de David cuando Betsabé se estaba Dafiando, fue probablemente inevitable, pero a medida que maquinsba” mental- mente Ja posibilidad de inmorali- dad, sus pensamientos lo Hevaron a actuar: “Envié . . . a preguntar por aquella mujer” y cays, Cuan- do ya fao demasiado tarde, se em- pezé a preocupar, cuando las con- secuencias de su pecado afectaron su telacién perzonal con su leal se- guidor Urias, esposo de Betsabé, cuya muerte finalmente ordend pata evitar las complicaciones del descubrimiento. Cuando David ca- yo de esta manera, finaliz6 una de las carreras més extraordinarias Jamés registradas. José, babiendo sido tentado “cada dia” por !a esposa de su amo, reaccioné en forma diferente a las tentaciones, en dos modos impor- tantes. No solamente Je enumers Jas bondades de su amo para con él, un siervo, porque “ninguna ¢o- sa me ha reservado”, sino también roptendié a Ia mujer tentadora, porque él no “pecaria contra Dios”, Segundo, afronté honradamente e] momento de verdad y en vez de coder a las eitcunstancias, hizo al- go que muy pocos de nosotros ha- Hamos: “Huyé y sali6”, evitando asi el Tiesgo de caer. Si consideramos el pecado tinica- mente como una violacién de nues- tra relacién con otras personas, podemos excusarnos y pasar por alto su seriedad e incluso, a veces, “sentimnos justificados” porque al- gunas personas “merecen” que se peque en contra de ellas. La des- cripeién de Lehi respecto a a pre- sion social en el sentido que afecta alos miembros de la Iglesia, senals, cdmo otras personas, ademés de tentarnos, tendrian la “actitud de estar burléndose v senalando con el dedo” a aquellos de nosotros que participéramos det evangelio, De acuerdo a Lehi, a algunos de nosotros se nos “avergtienza” no porque el evangelio no es bueno, sino simplemente porque otros s¢ estén “burlando” de nosotros. Cuando nos vemos a nosotros mismos como hijos de Dios y de- seamos anhelosamente no. dafiar nuestra relacién con Dios pecando contra El, entonces habremos pues- to la moralidad en su propio plano: aquella que nos arma con una act tud y perspectiva positivas, que nos permite ver mAs alld de los hombres ¥ del momento, y el cual, en vez de hacemos buscar la tentaeién, nos har que nos alejemos de ella. “Por tiempo y por toda la eternida por W. Glenn Harmon OR tiempo y por toda la etemnidad.” Esta fraso tiene la cadencia ritmica de la poesia: es como una barra de mtisica celestial que el ofdo atento puede percibir, inclindndose después hacia esa direccién, con Ia esperanza de escuchar més. Y hay mfs: una profundidad y dimensién de significado que cuanto més se abre, mas se prueba. Las ilimi- ‘tadas posibilidades de toda la eternidad estan depo- sitadas en el convenio eterno del matrimonio, la ordenanza mds efevada del evangelio efectuada en la tiora, Ia Mave que abre la puerta a Ia exaltacién y el progreso eterno. ‘Nétese el uso conjuntivo de “tierspo” y “eterni- dad”: lo que a simple dundancia, en realidad como para’ dar éniasis. En 1843, cuando se registré la revelacion sobre el matrimonio celestial, no habia de encontranse en todo el cristianismo un concepto de unién entre el hombre y la mujer después de la muerte, ni de una relacién posmortal entre padres ¢ hijos, Aun en Ia iglesia catélica, donde el matrimonio hha sido elevado a la digmidad de uno de los siete sacramentos de la Iglesia, el matrimonio fue, y toda- via lo es, disuelto mediante la muerte.* En él mundo protestante fue, y todavia es, simplemente un pacto civil, “hasta que Ia muerte os separe”.* ‘En Ja actualidad, a la luz de la revelacién mo- dema y la experiencia real respecto a su préctica por aproximadamente 125 afios por aquellas personas que han creido, y a la luz de la evidencia extraordi- naria de la historia secular de que el matrimonio y Ia relacién familiar se encuentran entre los baluartes més importantes de nuestra civilizacién, jeuin ex- ratio, ¥ aun increible parece el que ésta, siendo Ja més importante y més universal de las’ relaciones ~"TWhucwa enciclonediaeatfica (967) Volumen 9: pas. 278 32a Enelelopedia Americana (1982) Vol. 18: pas. 313. SEPTIEMBRE DE 1970 humanas generalmente se considere limitada a la duracién de la mortalidad! La frase “por tiempo y por toda ia eternidad’”, testifica solemmemente que una unién efectuada en Ja Casa del Seftor no es la clase de matrimonio que finaliza con la muerte. po, un principio universal Esto no es todo lo que significa. El elemento det tiempo esta presente. La palabra “tiempo” que se encuentra en el contexto de Ta ordenanza selladora, se refiere a ese elemento particular de la eternidad ‘que da principio con el nacimiento mortal y eoncluye con la muerte fisica, Por tanto, para estar casados por tiempo y eteridad, debemos estar casados en tiempo; el contrato matrimonial debe haverse duran- te la mortalidad, en algin lugar que se encuentre gntre estos dos puntos terminals del nacimiento y muerte. Seria dificil recalcar demasiado la importancia de la precisién en cuanto a los asuntos de In vida. De la precision de cualquier evento podré depender Ja entera continuidad y eficacia de eventos futuros. Y en el interminable progreso de Ia existencia, esta cadena de acontecimientos subsiguientes es la que constituye para el hombre. esa porcién particular de la eternidad en que vive, El agricultor es consciente de esto en Ja planta- cién y eultivo de sus cosechas. A fin de lograr una cosecha abundante, la plantacién debe hacerse en la estacién correspondiente, en un terreno preparado de antemano; y para adquirir mejores resultados, los actos subsiguientes de regar, cultivar y aun de ¢o- sechar, deben hacerse todos’ en ¢l tiempo determi- nado. "El tiempo es un principio universal de accién en el cual se basan el éxito y el fracaso. Un tiempo para cada prop: Las consecuencias negativas que provienen por la carencia de precisién respecto al tiempo, han sido expresadas acerbamente en una frase nacida de una gran Guerra Mundial: muy poco y muy tarde. William Shakespeare (autor Inglés, 1564-1616), describié tanto los aspectos positives como negativos de la precision: Existe una marea en los asuntos humanos que, tomada en pleamar, conduce a la fortuna; pero, omi- tida, todo el viaje de Ia vida va circuido de escollos y desgracias.’ ‘De ninguna manera permanecen las escrituzas en silencio respecto a esta profunda verdad: Todo tiene su tiempo, y todo to que se quiere debajo del cielo tiene su hora. Tiempo de nacer, y tiempo de morir; tiempo de plantar, y tiempo ‘de arrancar lo plantado; tiempo de matar, y tiempo de curar; tiempo de destruir, y tiempo de edificar; tiempo de Worar, y tiempo de reir; tiempo de ende- char, y tiempo de bailar ... tiempo de amar, y tiempo de aborrecer: tiempo de guerra, y tiempo de paz (Eelesiastés 3: 1-4, 8). El Hijo del Hombre dio énfasis: “Mas buscad primeramente el reine de Dios y su justicia.” Prome- 16 que si esto se hacia “todas estas cosas (comida, bebida y vestides) os seran afadidas” (Mateo 6:33). El principio del tiempo fue implicito aun en Ia deliberacién del Gran Consejo en los cielos, antes de que ol mundo fuese: Descenderemos porque hay espacio alld, y tomaremos estos materiales, y haremos una tierra en donde estos puedan morar: Y asi los probaremos, para ver ai hardn todas las cosas que el Senor su Dios les mandare. Y a los que guardaren su primer estado les serd afadido; y‘aauellos que no guardaren su primer es- tado, no recibirin gloria en el mismo reino con los que los hayan guardado; y quienes guardaren su segundo estado, recibirén aumento de gloria sobre sus cabezas para siempre jamds (Abraham 3:24-26) lio Cesar, Moto TV, escena 3, 24 La mencién al “primer estado” del hombre se refiere a la existencia preterrenal del mismo, y el “segundo estado”, a la vida tertenal. Est claro que para haber guardado nuestro primer estado debimos haber cumplido ciertos requisites durante el periodo del primer estado. La memoria de tales requisitos, de hecho, toda la memoria de la existencia preterrenal misma, nos ha sido negads, indudablemente para el sabio propésito de preparar el terreno para la prucha completa que ee Hleva a cabo en la vida terrenal, Pero en un sentido general, podemos estar seguros de que Ja extensa prueba que afrontamos fue de autodisci- plina, para determinar nuestza habilidad y voluntad de mantenemos en armonia y ser obedientes a la voluntad Divina, sin sentimos forzados a hacerlo ast. Antes de que estuviéramos capacitados para entrar al segundo estado”, tuvimos que pasar por una gran prueba. No es muy diferente del método de lograr un certificado en una universidad: El trabajo tiene que hacerse primero, Nuestra llegada al “segundo estado” es evidencia de que hemos pasado a través de la prueba requerida enel primero, Nuestra recompensa es un cuerpo fisi- co el cual, al nacer, se convierte en el hogar, el tem. plo del espiritu, v le permite a éste hacer cosas mas alld de sus eapacidades intrinseeas, En la mortalidad hay atin més prucbas; el espi- ritu no solamente debe aprender a utilizar el cuerpo fisico, sino que debe lograr un completo control y direceién del mismo para propésitos espirituales; los mismos propésitos sublimes que estuvieron presentes en Ia prucha premortal cuando el espiritu se encon- traba sin el cuerpo fisico. Unicamente cuando estos propésitos divinos hayan legado a dominar al espic itu y al euerpo fisico en el cual este mora, habremos quardado el segundo estado y recibiremos “aumento de gloria . . . para siempre jams”. Hombre y mujer En esta lucha del espiritu para controlar Io fisico, no existe una prueba més universal, ni més impor- tante que Ia de Ia relacién entre los sexos. Dicha relacién concierne y alecta Jas fuentes mismas de la ida, Ia perpetuacidn de la raza. Bn proporeién con st inportancia, el fracaso de guardar la Jey de castidad puede precipitamnos al abismo mis profundo de la deyradaciéa, mientras que la obediencia puede elevamos al grado més alto de Ia gloria eterna, Mientras que todos Jos matrimonios pueden y- deben ser honorables a la vista de Dios, como selio ce la relacién intima adecuada entre hombre y mu- jet, la ley del matrimonio celestial es la que provee Ja prueba particular que condace a la maxima recom- pensa: el gran privilegio de tener “gloria sobre sus cabezas para siempre jamés”. Esto puede lograrse; y, equién, entendiéndolo, no lo desearia? Pero las reglas bésicas deben cumplirse; los con~ LIAHONA ' venios deben hacerse en el tiempo oportuno; tarde, €8 demasiado tarde. ¥ en cuanto al nuevo y sempiterno convenio (matrimonio etemo), fue instituido para la plenitud de mi gloria; y el que reciba la plenitud de ella. ten- dré que cumplir con la ley, 0 serd condenado, dice el ‘Sefior Dios (Doc. y Con. 132:6).. El tiempo para lograr el dominio espiritual sobre os apetitos y las pasiones del cuerpo fisico es du- rante la mortatidad. Por lo tanto, para toner derecho ‘4 progresar, los hombres y las mujeres deben entrar y regirse por este convenio eclestial durante la mortali- dad, porque cuando estén, fuera del mundo, ni se casan ni se dan en matrimonio, sino que son nombrados angeles del cielo, siervos ministrantes que sirven a aquellos que son dignos de un peso de gloria mucho mayor, extra- ordinario y eterno (Doc. y Con. 132:16). Por lo tanto, el convenio del matrimonio celestial debe Hevarse a cabo durante la mortalidad. No es muy dificil discernir algunas de las razones por Io ‘que esto tiene que ser asi Durante la mortalidad, el “segundo estado”, se obtione el cuerpo fisico; el expreso propésito del se- gundo estado es proveerle al espititu oportunidades para disciplinar y acondicionar el cuerpo a fin de que siempre sea un instrumento util e inseparable en el progreso continuo del espiritu. En el reino del espi- ritu es donde el progreso puede ser continuo, y no en el reino de la carne. Como Juan dice: “El espfritu es el que dé vida; la came para nada aprovecha. . .” (Juan 6:63). Por lo tanto, el grado de nuestro pro- greso en las etemidades estar determinado por el grado de dominio que nuestro espiritu logre sobre la carne, convirtiéndolo a propésitos espirituales. Las escrituras veritiean que todos los mandamientos de Dios son espirituales y no temporales. (Véase Doc. y Con, 29:34, No hay mejor laboratorio para el desarrollo del control espiritual y el amor y unidad genuinos—in- gredientes esenciaies del reino celestial—que el lugar donde prevalecen las relaciones de marido y mujer y padres ¢ hijos. Un matrimonio efectuado en la Casa del Sefior “por tiempo y por toda la etemnidad” lleva consigo la marea indeleble de que aquellos que hacen el con- venio han demostrado oportunamente su dignidad y han manifestado su voluntad de guardar esta gran ley. Unicamente les resta continuar fieles y “recibi- xin aumento de gloria sobre sus eabezas para siempre jams’ MUSICA PARA ACOMPANAR LA JOYA SACRAMENTAL Boy M, Darley JOYA SACRAMENTAL para ol mes de Noviembre de 1970 en el Hemisferio Norle Mayo de 1971 on el Hemisforio Sur Escuela Dominical de Mayores “Y conoceréis la verdad, y la verdad os hard libres.” —Juan 8:32 SEPTIEMBRE DE 1970 Escuela Dominical de Menores “Amémonos unos a otros; porque el amor es de Dios.” <1 Juan 4:7 25 Perspectivas del Libro de Mormén sobre la ROSP por John W. Bennion UCHOS miembros de Ia Iglesia de Jesucristo de os Santos de los Ultimos Dias gozan de un nivel de vida sin precedente en la historia de la hu- manidad; aun aquellos que son relativamente pobros dentro de los niveles modernos, parecerian ricos y résperos comparados a los niveles de generaciones previas. Ta historia nos ensefia que Jas condiciones tem- porales pueden y algunas veces cambian rpidamen- te. Nadie sabe cufnto tiempo durard este periodo de prosperidad general; no obstante, estamos sujetos a algunas de las mismas tentaciones que afrontaron las antiguas generaciones que vivieron durante los tiem- pos de prosperidad material, El Libro de Mormon es.una abundante fuente de informacién acerea de la potencial influencia divisiva do prosporidad en la vida hurnana. La experiencia de los nefitas y lamani- tas deberia hacer que nos detuviéramos para contar nuestras bendiciones materiales. De hecho, la pala- bra bendicion debe usaxse prudentemente, porque a menos que la gente esté alerta a los peligros, In pros- petidad puede eonvertirse en una maldicién que Tle- varé a la decadencia moral y espiritual; ésta es una de las grandes lecciones del Libro de Mormén. Si existe igualdad de circunstancias, la abundan. cia material puede hacer la vida més placentera; mas ‘atin, es posible ser tanto présperos como justos, pero al corrompido potencial de Ja ailuencia es lo sufi- cientemente grande para garantizar nuestra cuidado- in. Un anillisis de las experiencias que los nefitas tuvieron respecto a la prosperidad, revela va- rias tentaciones a las cuales frecuentemente sucum- bieron y que estén presentes en nuestra propia época, Algunas veces, la prosperidad hace que las per~ sonas se vuelvan vanas y egoistas, y sean tentadas a enorullecerse de sus riquezas y de si mismas a causa de sus posiciones; dicha tondoncia prevalecié entre los nefitas varios arios antes del nacimiento de Cristo. “Y sucedié que el atio cincuenta y dos también cconeluy6 en pay, salvo el desmedido orgullo que ha- bia entrado en el corazén del pueblo; y se debia a sus grandes riquezas y su prosperidad en el pais; y este ontullo aumentaba en ellos de dia en dia” (Hela- min 3:36) La prosperidad en sino mejora el carécter del hombre; no existe correlacién alguna entre las pose- siones materiales y la nobleza de su alma; no obstan- te, la prosperidad tiene la tendencia a hacer que las 26 personas se sientan superiores, falseando de esta ma- nera la opinién de si mismas. Intimamente relacionada a la tontacién del ot- gulllo es Ta tendencia de tas personas présperas a sentinse seguras de si mismas en zelacién con Dios, ‘Ta abundancia material puede producir un falso sen- timiento de seguridad y dominio, y contribuir a: que Tas personas no sientan ninguna necesidad de ayuda € inspivacién divinas; pierden su sentimiento de gra- titud y dependencia en el Seftor. “Si, y podemos vor que es procisamente cuando hace prosperar a su pueblo, si, afiadiendo a sus eam- pos, su ganado y rebatios, su oro, plata y toda clase dle cbjetos preciosos de todo género y arte; . .. si, en- tonces es cuando endurecen sus corazones, se olvidan del Sefior su Dios y huellan con los pies al Muy Santo; si, y esto a causa de su comodidad y su pros- peridad tan grande” (Helamdn 12:2.) Un profundo sentimiento de nuestra relacién ha- cia Dios y un sentimiento de necesidad por su ayuda es la verdadera esencia de la espiritualidad; desafor- tunadamente, la abundancia material tiende a gene- rar un sentimiento de presuncién, ilusorio como pa- rezea, que puede corroer nuestra adherencia a las ¢0- sas espirituales. Samuel reconocié y seftalé esta con- dicién a los nefitas: “No os acordis del Sefior vuestro Dios en las cosas con que os ha benderido, sino que esidis siempre pensando en vuestras riquezas, mas no para dar gracias al Sefior vuestros Dios por ellas; si, vuestros Corazones no procuran al Sefior, sino que henchidos de gran orgullo se han entregado a Ta jac- tancia y ala mucha vanidad . . . y toda clase de iniquidades” (Helamén 18:22) 'No obstante es cierto que muchas personas son capaces de tetener y aun fortalecer su fe mientras vviven en circunstancias présperas, la relacién entre la prosperidad y la pérdida de la fe es demasiado comin para ser ignorada, La historia de los nefitas revela un modelo luminoso. Una generacién a través de su fe v diligencia, trabaja arduamente vara servir al Sofior y proveer para si; son bendecidos en sus €8- fuerzos v pronto se convierten en gente prdspera, pero los frutos de sus labores Tos hacen sentirse orgu- Ilosos, vanos y presuntuosos, y empiezan a perder la misma fe que los ayudé a Uegar a la prosperidad, Algunas veces este proceso se lleva a eabo en una generacién; en otras ocasiones, es la segunda o ter- LIAHONA ERIDAD cera generacién la que sucumbe a las tentaciones de la abundancia material. Un tercer peligro inherente on la abundancia ma- terial ee la tendencia que tiene la gento prospera a volverse insensible indiferente a las necesidades y sufrimientos humanos. Durante los periodos de pros- peridad general, ya sea en muestro propio tiempo o ‘en los tiempos del Libro de Mormén, no todos com- parten la abundancia; hay algunos que, por una 1a- zn y otra, necesitan ayuda. EL Libro de Mormén cita muchos ejemplos del efecto corrosive de la pros- peridad en atributos tales como la simpatia, la com- pasiin y el desinterés. Las posesiones materiales, asi como las cosas que confortan o refrescan el cuerpo, pueden contribuir a que perdamos la habitidad de identificarnos y responder en maneras vitiles a aque- los que no gozan de las mismas bendiciones. Alma noté esta tendencia entre su pueblo. “Si, vio una desigualdad muy grande entre el pueblo, pues unos se ensefiaban enos de orgullo, despreciando a otros, volviendo las espaldas al necesitado y al desnudo, al hambriento, y al sediento, al enfermo y al afligido” (Alma 4:12). ‘La habilidad de responder compasivamente a las necesidades y sufrimientos humanos es fundamental para el Evangelio de Jesueristo; nada puede compen- sar adecuadamente la carencia de la misma. Acer- céindose el fin de su vida, Moroni reconocié que las generaciones futuras, quizis inchiyendo Ia m vivirian bajo condiciones de gran abundancit mismo previ6 que estas mismas condiciones serian la causa de que algunas personas perdieran su sensi- bilidad hacia las necesidades humanas, como habia sucedido ian frecuentemente entre los nefitas. Su descripcién de las generaciones futuras deberi una cierta influencia en nuestra propia generacién. “Porque he aqui, amis el dinero, vuestros bienes, vuestros costosos vestidos y el adomo de vuestras iglesias, més de lo que amais a los nobres, a los nece- sitados, a los enfermos y a los afligidos. 2Por qué 08 adorndis con lo que no tiene vida, ¥ sin embargo, permitis que el hambriento, el necesi- tado, el desnudo, el enfermo v el afligido pasen a ‘vuestro lado, sin hacerles caso?” (Mormén 8:37, 39). Cualquier generacién floreciente esté suieta a las mismas tentaciones que frecuentemente minaron la vida moral y espiritual de los nefitas.- La abundancia ‘material puede dar como resultado, y muy a menudo SEPTIEMBRE DE 1970 asi es, una perspectiva materialista de Ja vida. La historia de 1os nefitas ofreco una amplia advertencia para guardamos de las tendencias sutiles que con- ducen al materialismo. El principio de los diezmos y las ofrendas puede ser considerado como wn paso hhacia el materialismo; cuando damos regularmente el diez por ciento de nuestro salario como diezmos, y una porcién adicional en ofrendas para el desarrolio de la Iglesia, la obra misionera, para las necesidades de Ios pobres que nos rodean y muestra ayuda para que puedan sostenerse a si mismos siempre que sea posible, tal practica deberé ayudamos a mantener una perspectiva adecuada sobre los valores materiales, Més all del sostenimiento de la vida en una como- didad razonable, los valores materiales deben ser considerados como un medio de cultivar y fomentar los valores morales, espirituales, intelectuales y so- ciales. FE pago de los diezmos y ofrendas nos ensefta a utilizar parte de nuestros recursos materiales para propésitos que estin més all de la acumulacién de pocesiones materiales y cosas que nos confortan, Si Pagamos nuestros diezmos con el espiritu adecuado, aprenderemos a poner nuestros recutsos a trabajar a fin de apoyar los valores, ademas de los medios pura- mente idealistas. El dinoro quo se gasta en favor de Ja educaciGn, de un misionero, buena mnisica, viajes educativos, candidatos honorables para puestos pi- blicos u obras de caridad, seguramente esta més en armonfa con ef evangelio que una biisqueda inter- minable de cosas materiales y divisiones superficiales sin vida, El mundo actual est orientado tanto préspera como matetialmente; por ejemplo, Ia buena vida, tal como se interpreta en la propaganda de television, consiste en la acumulacién de poscsiones materiales y el gozo de placeres fisieas. La propagada promis euidad y el abuso de las drogas, demuestran la vul- nerabilidad en nuestra generacién a los peligros. de Ia prosperidad material. EI Evangelio de Jesucristo ¥ las lecciones del Libro de Mormén son poderosos antidotos para combatir el materialismo de nuestros dias si s6lo observamos las advertencias y_admoni ciones del Sefior de no buscar “riquezas sino sabi duria; y he aqui, los misterios de Dios 08 sersin reve~ lados y entonces seréis ricos. He aquf, rico es él que tiene la vida eterna” (Doe. y Con. 6:1) oT previstas NO de los constantes problemas que existen en los salones de clase concierne al mal comporta- miento de los alummos y a la funcién de disciplina al tratar de contrarrestar 0 cambiar esa mala conducta. En muchas ocasiones se hace uso de In autoridad, de Jas amenazas y los eastigos fisicos para poner fin al mal comportamiento del alumno y mantener orden enlaclase. Como la mayoria de los maestros que han utilizado estos mévodos lo saben, esta condicién tiene resultados inmediatos: si al alumno que intexrumpe da leceién se To expulsa temporalmente de Ia clase, la mpolestia que estaba causando goneralmente cesa. A causa de que este método muestra un cambio inme- diato en el salon, facilmento se recurre a él; no obs- tante, Ia mayoria de las veces, el alurmao que haya sido expulsado se comportaré de la misma manera la préxima vez que se encuentre en Ia clas Siendo que rinde resultados inmediatos y reauiere muy poco esfuerzo, este método es tentador; pero si produce tinicamente unos cuantos minutos de orden ¥ s6lo wn cambio temporal de comportamiento, jewinto valor tione en realidad? ;Se extiende vues: tra preocupacién por ese alumno mas alld del tér- mino de la clase de la Escuela Dominieal? ‘Muchas razones para el mal comportamiento Existen muchas razones por las que los alumnos, se portan mal; en cualquier situacidn de aprendizaje, aun la més ideal, podrian tener una excusa part hacerlo. Las causas se pueden atribuir a una de estas ‘res cosas: ol maestro, ol ambiente o, el akumno mis- mo. El maestro puede estar mal preparado, nervioso, inexperto o podria carocor del Espiritu. EI salén puede estar demasiado leno, ser muy frio 0 muy ca- liente; los stiles, sor inadeciados: otros alumnos tal vez estén hablando; o ef material puede sor inapro- piado. El alumno mismo puede tener hambre, estar cansado, desinteresado, ser ruidoso e incluso tener suefio. Ciertamente ninguna de estas condiciones con- duce a un aprendizaje eficaz; pero éste se ha levado @ cabo aunque una o muchas de estas condiciones hayan prevalecido, cuando el alumno ha asumido parte de la responsabilidad de sn propio aprendizaj ‘Ya sea que esté presente o no una condicién de al- boroto, cada individuo es responsable por su com- portamiento, 28 Los maestros podrén encontrar una solu- cidn al problema de la libertad y la dis- ciplina en et salén de clase, involuerando @ los alumnos en un programa de. . . Consecuencias Responsabilidad y decisién: un principio temo Wilford Woodruff hizo estas declaraciones, las cuales claboran la responeabilidad que cada uno de nosotros. tiem El libre albedrio y la directa responsabilidad indi- vidual hacia Dios se encuentran entre los puntos esenciales de la doctrina de nuestra Iglesia.’ Respecto a los derechos de la familia humana, de- seo decir que Dios ha dado et libre albedrio a todos sus hijos de esta dispensacién, asi como a todos los de dispensaciones pasadas. Bste ha sido siempre la herencia del hombre bajo la regia y el gobierno de Dios... En virtud de este albedrio, vosotros y yo, ¥ toda la humanidad, somos hechos seres responsables; responsables por el curso que seguimos, las vidas que ivimos, las acciones que cometemos en esta vida: De manera que cada uno de nosotros es responsa- ble por sus acciones. El aceptar esta responsabilidad por nuestros hechos también significa aceptarla por las consecuencias de nuestras acciones. La ley eterna es do tal naturaleza que recibiremos las consecuencias de nuestras acciones, va sea que las deseetnos o no; de manera que es para nuestra ventaja reconocer este proceso cuando decidamos actuar en cierta ma- nera. Por toda ley violada, “la justicia demanda al ser viviente y ejecuta Ja ley” (Alma 42:22). Y toda ley guardada invoca una bendicién, porque “hay una ley, irtevocablemente decretada en el cielo antes de In fundaciin de este mundo, sobre Ia cual todas las bendiciones se basan” (Doc. y Con. 190: Tas leyes naturales de este mundo son similares; si comemos con exceso, aumentamos de peso; si sal- tamos de un pefiaseo, nos eaemos; si no respiramos, morimos. Todas estas consecuencias suceden al vio: lar 0 al cumplir con las leyes naturales de Ia vida. De Ia misma manera, ya sea que nuostro com- portamiento se ajuste o viole la ley de Dios, recibire~ mos s6lo la recompensa merecida. Injusto dominio y eémo evitarlo ‘Qué tiene esto que ver con la Escuela Dominical y In disciplina? Hemos discutido un método comin *~ SWilford Woodruff, Millennial Star, §2:34, 12 do dictem- bre de 1389, ford Woodruff, Millennial Star, tiombre de 1888, 2, 1 de sep. LIAHONA aaAN de resolver los problemas de comportamniento en la clase: ol apartamiento o intimidacion dol alumno. Dicho método nos rocuerda vagamente otro que fue presentado en el Consejo de los Cielos antes de que el mundo fuese. Satands presenté un plan para con- trolar la mala conducta, el cual era muy seneillo: aquélla simplemente no se permitiria, Ell Sefior presenté una altemativa que preservaria 1a libertad del hombre y permitiria la mala conducta silos hombres decidieran actuar de esa manera. Hoy dia, aquellos a quienes se les conceda autoridad en cualquier grado, deben determinar cuél de estos dos planes seré Ia base para su accién intermedia con otras personas. Uno de los planes provee la oportuni. dad de aprender recibiendo las consecuencias de nuestras decisiones; el otro, impone eonsecuencias artificiales y niega el libre albedrio. ,Cus] de estos dos planes est siguiendo un maestro que le dice al alumno: “Sosiggate o te Mevaré a donde est el obispo” o “Te dije que no hablaras en mi clase; sal de aqui”? Hay otto método que el maestzo puede utilizar y el cual apoyara ol libre albedrio del alumno. Dicho plan supone que el maestro desea comunicarse con sus alumnos de dos maneras: Primero, querré ayudarlos a reconocer las eonse- euencias naturales de las diferentes clases de com- portamiento en el galn. El maestro inteligente ayu- dard a todos sus alumnos para que se den cuenta en qué forma su comportamiento est afectindolos, tanto a ellos mismos como al resto de la clase. Si el alumno pone atencién, escuchard; si participa, pro- ablemente aprender; si molesta a otros, toda la clase tendré dificultad para aprender; sino aprende el evangelio, se privard de otras oportunidades en el futuro, tales como cumplir una misién o ser un maes- tro, ‘Segundo, les prover la oportunidad de escoger xn comportamiento apropiado. Con la palabra “apro- pindo” queremos decir un comportamiento que aca~ ree Tas consecuencias que cada alumno verdadera- mente desea, Una manera de proveerles esta opor- tunidad es permitirlos que establezcan sus propias normas en Ia clase; pueden doterminar lo quo real- monte descan, y To que tionen que hacer para lograr- Jo. Cuando algunos de Jos alumnos decidan no seguir ns normas de la clase, el maestro funciona como una SEPTIEMBRE DB 1970 por Blaine N. Lee guia para ayudarlos a reconocer las consecuencias que también han escogido por la manora en que se han comportado. Por ejemplo, supongamos que la clase decide que les gustaria aprender el evangelio; para ello, deben asistir a la Escuela Dominical, participar en las lec- ciones y no molestar a otros. Cuando un alurnno se porta mal, nadie puede aprender; de manera que la Clase decide que si alguien esté interrumpiendo con- tinuamente la clase, dos de sus compafieros le habla- in fuera del salén para explicarle en qué forma esti atectando el aprendizaje de todos los demfs. Esta es a consecuencia. (Si el mal comportamiento persist podré determinarse una consecuencia més severa, ‘Los alumnos han empleado su libre albedrio de tres maneras: han pensado lo que desean obtener de Ja Escuela Dominical, han preparado ciertos métodos para controlar la clase y todos han aceptado ciertas reglas para la misma, Durante las semanas siguien- ‘es, un alumno particular quizas docida interrumpir la clase, recibiendo por tanto las consecuencias que 41 mismo ha reconocido y determinado; entoncos, si decide que realmente no quiere esas consecuencias, el maestro puede ayudarlo a fin de que tal conducta no vuelva'a repetinse. A través de esa experiencia, no se hard uso del temor y las amenazas; pero el maestro podré demostrar “amor erecido hacia aquel - no sea que te estime (el alummno) . . . (al maes- +0) como su enemigo” (Véase Doc. y Con. 121:43). 1a verdadera ensefianza: una ebra de amor Anriba se ha mencionado un método para traha- jar contra la mala conduct en el salén de clase. El propésito del mismo no es revelar una cura répida y facil para los problemas de Ia clase, sino sugerir una actitud y orientaci6n que spoyen Ja liberiad del estudiante y conduzcan a situaciones més eficaces para el aprendizaje. A fin de que este proceso fun- cione eficazmente, la preocupacién del maestro por alguno de lo’ slumnos debe ser algo més que expre- sada: el estudiante mismo debe sentirla. Quizds esto requiera més tiempo, més esfuerzo, mas considera- cin y preparacién; pero las almas de los alumnos estan en peligro, iy cudn grande es el valor de una sola de esas almas!® * Vase Doe. y Con, 18:10. El poder para el arrepentimiento por Paul R. Cheesman A abrupia entrada de Samuel el Lamanita a la historia nefita, se encuentra registrada en los capitulos 13-15 de Helaman. En ese tiempo, aproxi- madamente seis afios antes del nacimiento del Sal- vador, los nefitas eran generalmente més inicuos que Jos lamanitas. Las circunstancias que acompanaron Ja visita de Samuel a los nefitas, indican que estos hhabian sido miembros de la Iglesia o sabian acerca del evangelio, y ahora muchos de ellos habia caido a ‘un estado de completa apostasia. Samuel predicé el arrepentimiento, profetizé la venida del Salvador, y finalmente hizo esta declaracién: Mas he agut, los dias de vuestra probacién ya pasaron; habéis demorado el dia de vuestra salva- cién hasta que es demasiado tarde, y vuestra destruc- cin esté asegurada; st, porque habéis empleado to- dos los dias de vuestra vida procurando lo que no podiais obtener, y habéis buscado la dicha come- tiendo iniquidades, lo cual es contrario a la natura- leza de esa justicia que existe en nuestro gran y Blerno Caudillo (Helamén 13:38). De estas palabras podemos aprender varias lec- ciones importantes; la primera conecieme a la natura- eza de nuestro libre albedrio, El libre albedrio es la habilidad o el poder para escoger. Como ilustraci6n: ‘Un hombre puede ahora entender las leyes necesar para llevarlo a la luna y tiene el privilegio de decidir a hacer el viaje o permanecer aqui. ¢Pero eudntos de nosotros tenemos el poder para decidir ir a la Tuna? Se requiere uma cierta cantidad de adiestramiento, educacién, edad y otras cualidades para ser un astro- nauta y encontramos en Ia situacién de escoger. Por Jo tanto, no puedo ir a Ia luna; a pesar de que el conocimiento de la ley esté presente. Mi poder para elegir es limitado. ‘Al meditar en la escritura arriba meneionada, do- seo comentar que el poder para elegir aumenta, en proporcién al mimero de leyes de Dios que un hom- bre es eapaz. de incorporar a su vida, y que ese poder disminuye en relacién a su alejamiento de las mis- mas. 30 Ahora nétese nuevamente lo que Samuel declaré: “. .. Los dias de yuestra probacién ya pasaron; habéis demorado el dia de vuostra salvacion hasta que es demasiado tarde, y vuestra destruccién esta asegu- yada. . ..” (Helamdn 13:38). Samuel no est dicien- do que Dios ha hecho imposible que nadie se arre- pienta; sino que aclara que estos nefitas apéstatas hhan caido en una iniquidad y depravacion tan gran- des que han perdido su volintad para arrepentirse; su poder para clogir y sentir ha disminuido a tal gra: do que no sienten ningin deseo de arrepentirse, y por Jo tanto, no se arrepentirn. Por eso Samuel en- sefia que si demoramos el dia de nuestro arrepenti- miento y nos hundimos mas y més en el pantano del pecado, legaré el tiempo cuando nosotros también Megaremos al punto donde no se puede regresar, y nuestra “destruccién esté asegurada”, ‘Todos los nifios de ocho afios, a medida que le- ‘gan a ser responsables por sus actos, empiezan a es- coger entre dos fuerzas etemas: las tentaciones del diablo y Ia influencia del Sefior. Con excepeién de

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