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Slo aquel que se encoleriza sin motivo se hace culpable; quien se encoleriza por un
motivo justo no tiene culpa alguna. Pues, si se faltase a la ira, el conocimiento de Dios
no progresara, los juicios no tendran consistencia y los crmenes no seran reprimidos.
Ms an: aquel que no se encoleriza cuando la razn lo exige, comete un pecado grave;
pues la paciencia no regulada por la razn, propaga los vicios, favorece las negligencias
y lleva hacia el mal, no solamente a los malos sino sobre todo a los buenos. (Hom. XI,
in Mat.)
En el segundo sentido la ira se toma como un movimiento del apetito sensitivo agitado
por la pasin con excitacin corporal. Este movimiento sigue necesariamente, en el
hombre, al movimiento anterior de la voluntad, ya que naturalmente el apetito inferior
sigue al movimiento del apetito superior si un obstculo no lo impide (a menos que haya
un obstculo). Es, pues, imposible que deje de existir todo movimiento de ira en el
apetito sensitivo, a no ser, por sustraccin o debilitamiento del movimiento de la
voluntad. Por lo tanto la ausencia de esta pasin puede ser un vicio, lo mismo que la
ausencia del movimiento de la voluntad en orden a imponer la sancin debida (en
justicia) por el juicio de la razn. (Sum. Theol. II, IIae, q158, art. 8).