You are on page 1of 1

c 

      
Álex Ramírez-Arballo

La primera vez que escuché esta palabra me pareció extraña y no entendí de buenas a primeras lo
que significaba. Cuando tiempo después comencé el estudio sistemático de la teoría literaria me volví
a topar con ella; a pesar de que para entonces ya tenía cierta formación crítica, no podía entender
completamente cuál era su sentido pleno o si es que acaso tenía uno.

Luego estudié su evolución, su conformación y también a sus principales exponentes; digamos que
sistematicé ese conocimiento que me generaba tanto interés. Entendí que la hermenéutica filosófica
es el producto histórico de una actitud común que busca entender lo que los textos dicen y -sobre
todo- entender cómo es que opera el proceso de lectura: es, por decirlo de algún modo, la lectura
leyéndose a sí misma. Había, sin embargo, un problema que no alcanzaba a solucionar y era que
todo lo que estudiaba, siendo estudiante de literatura, tenía que ver naturalmente con textos
literarios. Sin embargo intuía que la disposición para entender se encuentra abierta a todo signo
cargado de significación. Aún más, alcanzaba a entender ya entonces que el ser humano es
esencialmente una criatura hermenéutica que apenas abandonó la cueva abrió todo su ser buscando
comprender esas circunstancias misteriosas que lo envolvían.

Para mis profesores de teoría literaria la hermenéutica se ligaba necesariamente a la lingüística y la


semiótica, y no era otra cosa que un instrumento; sin embargo, yo buscaba algo más. Con el estudio
de la hermenéutica propuesta por autores como Paul Ricoeur y Hans Georg Gadamer entendí, ya a
una edad madura, la complejidad y la riqueza de esta disciplina. Pude ver además que aquellas
intuiciones primeras encontraban confirmación y refinamiento en las monumentales obras de dichos
autores.

Cuando tuve que sentarme a escribir una tesis doctoral no lo dudé, sabía que tenía que hacer algo
con la hermenéutica y que además debía ponerla al servicio de mis propios intereses; por ejemplo, en
aquellos días buscaba reevaluar mi posición frente a la posmodernidad, o lo que muchas personas
asumen es o ha sido dicho rompecabezas de la historia. La utilidad de tal instrumento fue esencial
para poder culminar mi proyecto sin contratiempos; es más, sin afán de exagerar puedo afirmar a
aquí que nunca en mi vida he pasado por un proceso más arduo y más enriquecedor.

Ahora sostengo que la hermenéutica es una actitud vital que precisa de experiencia y años. Un
hermeneuta aprende, sobre todo, a doblegar sus impulsos racionalistas y a someter a la razón,
haciendo de ella lo que debe ser: un instrumento al servicio de la persona y no al revés. Creo además
que toda hermenéutica puede ser entendida como diálogo, como contrastación prudente,
jerarquizada y proporcional entre nuestros supuestos y nuestras experiencias concretas. Además, el
texto ha dejado de ser ya la fijación lingüística y adquiere modalidades muy variadas, como las
relaciones interpersonales, la imagen, el performance y cualquier acción significativa.

You might also like