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MIGUEL HERNANDEZ Y LA GENERACION DEL 36 Por JOAQUIN BENITO DE LUCAS Universidad Auténoma de Madrid Enunciado polémico Una vez propuesto ef titulo de mi intervencién en el «If Congreso Internacional Miguel Heméndez» me di cuenta enseguida que me iba a mover en un terreno suma- ‘mente sesbaladizo con un enunciado en el que figura el término generacidn, que no es exclusivamente literario, donde aparece también la denominacién «generaciGn del 36» sobre fa que no existen criterios de unanimidad, y en el que se relaciona a Miguet Hernandez con la citada generacién cuando con mucha frecuencia se tiende a estudiar a este poeta como figura sola y sefiera prescindiendo, por lo general, de su relacién histé- rica y literaria con los poetas de 1936. ‘Asi, pues, he aqui tres motivos de discusi6n: «generacién», por un lado, «genera- cién del'36>, por otro, y «Miguel Heméndez», en tercer lugar, como perteneciente a la misma. De todas formas, no es éste el momento de excusas por el enunciado, sino que es el momento de intentar justificar en lo posible el titulo de mi comunicacién y procu- rar esbozar un breve panorama en el que no resulten contradictoras la idea de genera- cion, la existencia de la generacién del 36 y la filiacin de Miguel Herméndez a las inguietudes e intereses literarios de ios hombres que en la primera mitad de la década de los afios treinta hacfan, como el propio Miguel Hemandez, su primera incursién en ¢} mundo de la literatura, El concepto de generacién EI concepto de generaci6n aplicado a la literatura en el siglo XX ha sido utilizado ‘cada vez con mds frecuencia y menor precisiGn hasta llegar a perder su primitivo valor semintico de «generacién literariay y significar la idea de «promocién», «grupo» 0, simplemente, «tendencia o corriente momenténea de la literatura en un periodo breve de tiempo». Ello se debe a que del concepto histérico de las generaciones, tal como lo utiliza Ortega y Gasset, se ha pasado a aplicarlo al estudio de los diferentes perfodos que for- man la historia de la literatura. Para Ortega «El conjunto de los que son coeténeos en un cfreulo de actual convivencia es una generacién. El concepto de generacién no implica, pues, primariamente, més que estas dos notas: tener la misma edad y tener algin contac- to vital»’, Por su parte, Pinder dice que se da el nombre de generacién «a un grupo de personas aproximadamente coetneas». Tanto Ortega como Pinder precisan la diferen- cia entre los términos contemporaneidad y coetaneidad?. Pero Ortega, ademas, precisa que «La edad, pues, no es una fecha, sino una zona de fechas, y tienen la misma edad, Gon coeténeos, afadimos nosotros) vital ¢ histéricamente, no sélo los que nacen en un mismo afio, sino los que nacen dentro de una zona de fechas». Desde mediados del siglo XIX y, particularmente, en la primera mitad del siglo XX, en diversos paises curopeos (Francia, Alemania) el concepto de generacién apl ccado a las artes plésticas, musicales y literarias fue utilizado como instrumento de tra- bajo para determinar diferentes épocas de la historia y precisar hasta qué punto en cada periodo se daban tales generaciones, qué caracteristicas presentaban y qué auto- res formaban parte de ells, Este método ha sido utilizado en Espafia con escaso rigor si exceptuamos el uso que Pedro Salinas hace de la teorfa de J. Petersen aplicada a la Generacién del 98%. Por extensi6n, y con algunas reservas, también se ha denominado generacién, en este caso del 27, al grupo de poetas que surgidos en la década de los afios veinte se nos presenta hay con una obra innovadora, moder y original. Fue Démaso Alonso quien en 1948 escribia: {Se trata de una generacion? ;De un grupo? No intento definir. Hace més de un siglo que sesudos germanos estin meditando sobre las diferencias, y no han conse- guido ponerse de acuerdo. Estas Iineas quieren slo seftalar lo que entre es0s j6ve- nes habia de comiin, sin olvidar lo mucho que les distingue»’. ‘Y, a continuacign, seftala los puntos comunes de esa generacién que en sfntesis son estos: 1.9) «No se alza contra nada». 2.°) «No esté motivada por una catdstrofe nacio- nal». 3.5) No tiene tampoco un vinculo politico (hace la excepcién de R, Alberti), ni «.. hubo un sentido conjunto de protesta politica, ni aun de preocupacién politica». Y 4.°) «.,. tampoco literariamente se rompia con nada, se protestaba de nada», Siguiendo esta norma, aunque en algunos casos sin justificacién posible, se han ido etiquetando los diversos movimientos literarios, particularmente los poéticos, de los cin- cuenta diltimos afios con el término «generacién». Asi nos encontramos en estudios lite- rarios y antologia poética con las denominaciones de Generacién del 36, Generacién de Jos 40'6 «Primera generacién de postguerra», «Generacién de los 50», «Generacién de los 60»... y {hasta de los 80! La Generacién det 36 Mucho se ha discutido ta idea de si los poetas que publicaron su primer libro en los aflos inmediatamente anteriores a la guerra civil constituyen una generacién, una pro- mocién o simplemente un grupo de escritores sin mas relaci6n entre si que la que les otorga el ser coeténeos. Al amparo de las ya aceptadas generaciones, la del 98 y la del 27, era al menos ten- tador para criticos y poetas rotular el perfodo al que nos estamos refiriendo con el nom- bre de «Generacién del 36», Sin embargo, las razones esgrimidas por P. Salinas para la primera, del 98, apoydndose en las «condiciones necesarias» que propuso J. Petersen =sus «elementos constitutivos»— daban a sus conclusiones atisbos de veracidad. No ocu- re Io mismo con los que se han manejado para denominar a la «Generacién del 27», ‘0, no obstante, y aunque con denominaciones diversas («Generacign de la ictadura», «Generacién del 25») la idea de «generaciGn» ha quedado fijada plenamen- te en los manuales de literatura y su denominacién es una moneda de curso Jega) entre los estudios del tema. ‘Convendrfa, no obstante, insistir, aunque creemos que a ninguno se nos escapa, que ‘el témino «Generacién» en su aplicacién histérica es distinto de !a aplicacién que de él se hace en el campo de la literatura. Pero aun prescindiendo de una serie de considera- ciones cientificas, el término se utiliza en este campo, el de la literatura, con fines didéc- ticos para diferenciar ciertos periodos de nuestra historia literaria. En el fondo, es un intento mds de resolver el viejo y érido problema de la periodizacién de la literatura. No ‘obstante, su uso, con todas las salvedades que se quiera, puede resultar titi) si en el tér- ‘mino «generacién» se encierra un tiempo preciso, unos autores determinados con exac- itud y unos hechos histéricos concretos. Para la «Generaci6n del 36» el tiempo preciso serfa él que gira en tomo -antes y después al 36, es decir, la década de los 30. Ese periodo resulta verdaderamente signi: ficativo y desgraciadamente triste. La guerra civil sera el hito histérico de esta genera- i6n como Ja pérdida de nuestras iltimas colonias lo fue de la «Generaci6n del 98>. La idea fue lanzada por Homero Seris en 1945: «Asf como una guerra fue la causa y el antecedente de la cristalizacién en Espafla ‘de la llamada Generacin del 98, asi también otra guerra ha originado una nueva -eneracién que yo denominarfa de 1936» Esta denominaci6n vendrfa a cumplir uno de los requisitos, de los «constituyentes» de los que habla Petersen el «acontecimiento catastr6ficor—, No obstante, la idea fue refutada inmediatamente por G. de Torre al considerarla absolutamente extraliteraria y como un simple pretexto para inferir la existencia de generacién. No piensa lo mismo José Luis Aranguren quien considera la guerra civil como ele- mento determinante de esa generacién: «Lo caracteristico de lo que yo, en sentido estricto, Hamaria generacién literaria del 36, es que sus componentes, tomando una parte mis o menos activa, més o menos pasiva en la guerra, no se entregaron totalmente a ella o, ulteriormente, supieron superarla en 10 fntimo de s{ mismos»’. Sea como fuere, cuando la revista insula publica el nimero extraordinario (julio- agosto, 1965) sobre «La Generacién Espaitola de 1936» las opiniones que en él se vicr- ten tanto a favor como en contra de Ia existencia de dicha generacién son numerosas, Ricardo Gullén, J.M. Caballero Bonall y el propio G. de Torre en articulos; L. Rosales, en una entrevisia, y F. Ayala, Melchor Ferndndez Aimagro, G. Celaya, L. de Luis, C. Bousofio y V. Aleixandre entre otros més, en respuestas a una encuesta sobre el tema, ‘ofrecen opiniones para todos los gustos. Se observa que mientras los poetas y criticos, anteriores al 36 tienden a negar la existencia de dicha generaci6n, los que consideran pertenecer a ella afirman su existencia: G. Dfaz-Plaja y R. Gullén entre otros més. Pero, no obstante hay excepciones come la que representa G, Celaya: «No creo que pueda hablarse de una generacién del 36, Si algo hay que la caracteri- ‘ce es precisamente la desunion, la guerra, el exilio, ec. De la misma opinién es V. Aleixandre quien afirma: ‘«EI sino histérico de esa generacién como tal la destruy6, la disemin6 © pulveriz6. (No hubo galaxia, sino estrellas)>". De entre los poctas que se consideran pestenecientes al 36 se encuentra Sdefonso Manuel Gil quien en su intervencién en el simposium sobre la «Generacién de! 36> celebrado en la Universidad de Siracuse en noviembre de 1967 se expresa de este modo: No me interesa aplicar a la discutida “Generacién del 36” ningiin método defini- ‘dor de generaciones literarias. Si es una realidad histérico-literaria, soy un miembro de ella. ¥ si no existe, soy un escritor que anda desvalido, sin ninguna sombra a que acogerse, si es que en la comodidad de ios historiadores de la literatura s6lo caben las generaciones», ¥ afiade mAs adselante con respecto a la situacién hist6rica de la generacién: «Soy un escritor de la generacién més terriblemente marcada por la guerra civil, la ‘que mis ha sentido en su propio destino el problema espaiiol; para nosotros ese pro- blema no ha sido solo materia de pensamiento, preocupacion intelectual y senti- ‘mental, sino cércel, persecucién y ~en casos més dolorosos- muerte>"”, Como hemos podido ver hasta ahora, aunque sucintamente, las opiniones en torno a esta generaci6n y a las circunstancias que la rodean no permiten mantener una idea indiscutible de la misma. No obstante esa diversidad de criterios, el hecho es que paco a poco se ha ido creando la opinién de que los poetas que nacen en tomo a 1910 y publi- ‘can su primer libro en la década de los afios treinta constituyen la «Generacidn del 36>, fecha emblemética, por otro lado. En este sentido existen dos antologias que, con titulos précticamente iguales (La ‘generacién podtica de 1936 y La generacién de 1936), tratan de dar carta de naturaleza a dicha generaciGn. La primera es de Luis Jiménez Martos". En ella recoge poemas de veinticinco autores que segdn su criterio tienen caracteristicas comunes tanto en sus, vidas como en sus obras: la revalorizacién del sentimiento, e] redescubrimiento de lo religioso, el vitalismo, la intimidad, la guerra civil, etc. La segunda de las antologias es ’isco Pérez Gutiérrez". Mas restrictiva que la de Jiménez Martos, incluye sdlo ‘once poetas. Destaca dos nicleas fundamentales como constituyentes de la generacién: los poetas de la revista Hora de Espafia, de una parte, y el niicleo de los que formaron la revista Escorial, de otra. Pero, ademés, anexiona a la misma a G. Bleiberg, G. Celaya y M. Hemndndez por considerar que tienen afinidades diversas con el grupo. Asi, pues, se va perfilando lenta y progresivamente el concepto de generacién poética aplicado a la de 1936. Bien es verdad que partiendo de los condicionamientos que Petersen considera necesarios para que exista una generacion literaria y teniendo en cuenta la variedad de actitud ante la guerra civil, el comportamiento vital y literario y el destino final de algu- fos de sus miembros resulta, al menos, dudoso hacer de estos poetas un grupo uniforme semejante a los poetas de 1927. Estudiando aisladamente la vida y la obra de cada uno de elios posiblemente encomtrarfamos diferencias mas que notables. Pero acaso el con- cepto de generacién no es capaz de superar esas diferencias y ofrecer una visién mas amplia y uniforme de ese grupo de poetas? ‘Si nos atenemos a dos aspectos de externa consideracién como son Ia fecha de nacimiento y la publicacién de la primera obra de estos poetas encontramos, como no podia ser menos, puntos de referencia comunes a todos ellos. Asi, limiténdonos a los once poetas que propone Pérez Gutiérrez en su antologfa, vemos que todos ellos nacen entre 1906 y 1915". Es decir, en una zona de fechas que comprende diez aflos. Si por otro lado, consideramos en los mismos once poctas la fecha de publicacién de su primer libro, esa zona de fechas se reduce a seis affos', Naturalmente que estos datos se obtie- nen de los poetas que aun considerandolos como niicleo de la generacién, no son los tinicos que 1a forman. Otros como E. Azcoaga, P. Garcia Cabrera, J. Ruiz Pefia y F. Pino, por no poner sino cuatro ejemplos de los nombres incluidos en la antologia de Jiménez Martos, se encuentran dentro de los limites temporales antes sefialados tanto para fechas de nacimientos como para la publicacién de! primer libro. Estos criterios de lasificacién aun no siendo infalibles, son necesarios para incluir a los autores que los cumplan dentro de una generacién" Junto a estos criterios bio-bibliograficos o externos existen otros exclusivamente literarios de los que participan practicamente todos los poetas incluidos en la generacién del 36. Son caracteristicas que aparecen antes o después en las obras de cada uno de ellos. De entre todas podemos destacar el progresivo desinterés por el uso de Ia imagen y la metéfora y, consecuentemente, por la poesia que Géngora representa; el alejamiento del poema concebido como un «juego», asf como el distanciamiento de las formas de los poetas de la generacién del 27; el enriquecimiento de los contenidos poéticos con temas m4s préximos a las preocupaciones del hombre: amor, muerte, Dios, entorno familiar, paisaje, y recuperacién de las formas métricas consagradas por la tradicién en oposici6n al versolibrismo de los poetas de la generacién inmediatamente anterior. Todo lo que nosotros apuntamos apresuradamente est confirmado por muchos estudiosos que han tratado el tema y por no pocos de los poetas que forman este grupo yy, especialmente, por Ildefonso Manuel Gil: {Estoy escribiendo sobre politica o sobre literatura? Creo honradamente que estoy recisando el verdadero sentido de nuestra generacién,parendo de su verdadero fondo comin. Nuestra participacién en los hechos, a lo largo de 1930 y 31, nos sacé del magiste- rio inmediato de la Generacién de 1927, para levamos hacia Unamuno, hacia ‘Antonio Machado, hacia Ortega. Y nos aparté de la brillante y gozosa tentaci6n de! {juego pottico y literario, para acercamos a la integridad del hombre de came y hueso, Solidarios con éste, quisimos decir la verdad; responsables ante nuestra aceptada condiciGn de escritores, quisimos decirla de la mejor manera posible, Debiendo mucho a los escritores del 27, estdbamos decididos a recorrer otros cami- nos. Habfamos comenzado a recorrerios cuando estalé la catdstrofe»”. Miguel Herndndez Visto lo anterior ge6mo podemos integrar, sin que resulte una integracién forzosa, ‘a Miguel Heméndez en Ia generacién de 19367 Su vida no fue muy distinta cn ciertos aspectos a la de varios poeias de esa generaciGn, Participé tanto o més que ninguno de Jo que decia Ildefonso Manuel Gil: «cdrcel, persecucién», ademas de la muerte. En ulti- ‘ma instancia, fue victima como muchos de sus compafieros de las terribles consecuen- cias de la guerra, pero en él, con resultados irreversibles. En cuanto a su poesfa, M. Herndndez se nos presenta como el poeta de su grupo de obra més variada -aunque no més extensa— en tendencias y orientaciones. Por un lado, ¢en sus dos primeros libros prolonga, en cierto sentido, la estética de los hombres del 27. En sus dos libros siguientes —Viento del pueblo y El hombre acecha~ se sumerge de eno en Ja temstica del tiempo histérico que le tocd vivir, haciendo referencia expresa y puntual de Ia guerra civil. Y en su quinto libro -Cancionero y romancero de ausencias— inicia una nueva forma, ya apuntada en El hombre acecka, coherente no solo con el desarrollo de su poesfa sino con su propia vida de hombre. Es lo que hoy lamariamos tuna nueva revalorizaci6n del sentimiento en lo que coincide plenamente con tos otros, poetas del 1936. Por su actitud vital, por la rehumanizacién que hace de su poesfa y por el carécter marcadamente autobiogrifico de su obra, M. Hernéndez. puede y debe considerarse ‘como componente de la generacién del 36, siempre que esta generaci6n tenga carta de naturaleza en la historia de la poesfa espafiola del siglo XX. Y como otros miembros de ella, M. Hernéndez dejar su huella en la poesfa que surja a partir de 1940. Las tres for- mas poéticas que en él se dan en Iégica evolucién van a pervivir, por separado, ¢n la poesia de los afios de la postguerra. Noras + Entorno a Galileo, Maid, Mianzs Eta, 1982, pig 6, "Panto lacona con as geeracones vi 1. Mae, modo sticode ls generac, Made: Revita de Gucidente, 1945 (Sobre Pinder, pégs 116-121). 9 Op. ci, ple 9. 4 «El camcopto de generncion liters aplicado Literaura espatola. 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Panero da a la iuz su primera ‘bra en 1949, si bien desde 1940 dio a conocer su poesia en diferentes revistas “A cevusiones seas pia mismo ann de fechas ao eine o pcs euidoy por, biméser Manos. Vid J. Beato de Locas, Literatura de la posiguerra: La poesia, Madr, ince, 1981, pégs. 10-11 "Symposium, Op. cit. pig. 109.

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