You are on page 1of 12
CIENCIAS Los experimentos de Galileo UY Ta MeN aa Noone a cuestion del pape! del expe- rimento en ta obra de Galileo (es mucho mas compleja que fas usuales mitificacioncs ca- de sentido que lo bautizan como wadre det _método experimental En realidad, el experimento deniro de su obfa es s6lo un aspesto de un pro- yecto mucho més amplio, que podria- mos denominar de “politica de la cul- ura”. El objetivo primordial de este Proyecto era que la Iglesia se convirtie- ra a Ia causa del copernicanismo, para lograrto invents —tal y como lo sefiala PK, Feyerabend'— nuevas nociones ‘que explicaban ef fenémeno del movi- rmiento y populariz6 el uso del telesco- pio, convittiendo 10s descudrimientos realizados con éste, en argumentos a favor de la teoria copernicana ‘Ahora bien, restringigndonos al as- peeto de los experimentos galileanos y consideréndolos en forma esquemética, Podemos senalar que exsten cuatro bos de experimentos en torno a la figu- ta de Galileo Galilei. James Macl. chian® hia sefialado que en. los escritos alileanos se mencionan tres tipos de experimentos: reales, pensados ¢ imay natios. Reales son los que efectivamen- te hizo, pensados son lcs que no puc- den realizarse por rezones l6gicas © por falta de equipo adecuado; ¢ imagina- rios, los que pudo haber realizado, pe- 10 no (os hizo, tal vez. convencido de 10 que ids a ccurri. El cuarto tipo de ex- perimentos es cl que nosotros ama ‘mos “expetimentos miticos", que son José Luis Atvarezy José Emesto Marqulna: Departamento de Fisica, Facultad de Cien- tos que nunca aparecen en sus eserites, pero forman parte de ta imagen popu- far que tenemos de Galileo. En este trabajo presentamos ejem- plas que muestran cada uno de 10s ti- [pos de experimentos mencionades, con la imtencidn de ayudar a exclarecer cl verdadero papel que ¢l experimento tiene en la obra de_un personaje tal ‘mat conocido como Galiieo. No 26 ABRIL 192 Experimentos reales Galiteo partié de ta fisica medieval y renacentista, aprendié Ge sus maestros fa teoria del impetus’ y seguramente sa- ba de la marcada actitud empirica y de fos sofisticados cdlculos mateméticos de los escolisticos del Merton College de Oxford y de ta Universidad de Paris’ Desarrollé ta fisica medieval hasta sus 15 ‘Autor: Justus aitimes consecuencias, Hegando a un calle sin salida; posteriormente, 1o- 16 como modelo & hidrostitica arqui- rediana y sustituy® tas cuaidages ans- totélicas por escalas cuantitativas’. En sus primeras obras (De Mow y La Bilancetia) 908 habla del concct miento que tenfa de la matemdtica ar- uimesiana y a partir de anf ctitica ta fica arstotéica desde el marco de las teorfas fiscas medievals. Mas adelan- te, su pensamiento evoluciona y, enize oas cosas, desaroli, al menos en al- gin momento de sus investigaciones, tna gran setvidad empiica, Est, ade: més, se ve confirmado con et hallazgo de un material manuserito que no fue publica. En este material no-publicado se in- cluye un grupo de notes en las cusies aparecen cates empiricoe precisos que son comparados con valores calculados teoricamente. Aquf, Stillman Drake® seflala que los datos estin fs ald de poder del andlisis matemético de tn épora de Galileo, y cuando son sujetos al andisis moderno resultan ser nota- blemente precisos. También considera que exo representa un proceso experi- mental en el sentido modero, y que de no ser ast, es diel magina las su- Pesicines que hay que hacer para en- tenders. Los experimentos son desci- 10s con todo detale, ys: Galileo no fs Dublicd es porque tenia la certera de que sus adversarios no se iban a con- veneer con un desfie de datos, ya que ellos estaben interesados, no en las le- yes fiscas sino en las causas de las co- 501, y éstas no pueden ser reveladas mediante el experimento. En estas no- tas sorprende el grado de precision re- querido por Galileo para convencerse & sf mismo antes de hacer aseveraciones Por otto lado, y respecto a kes mé- mos manuscrites, Ronald Naylor’ dice que Galileo no vio ventjas on ta refe- Tencia a este material. La aocleracion de la esfera que bajaba en el plano i ctinado, era mucho menor que ta sug:- rida por la teoria y prefere, en el Dit log, presentar una cinematica simplicada, y lo mis probable «s que en los Discor haya preservado esa acitud, Los experimentos. del manus ériio son mas ingeniosos y superiones a fos que presenta en sus obras formals Galileo intentata preseriar una teoria ‘del movimiento totaimente nueva y co- hetente, es retdrico ¢ intenta confuncir 16 sus oponentes y ganar a sus lectores, para fo eval uiiliza lo més simple, con- Vincente y dramaticamente efectivo. Si hhubiera utilizado las técnicas de los manuscrites no-publicados en el andti- sis que hace de los. movimientos pen- dulares en los Discorsi, no nublera lle~ gado a las conclusiones que legs, pucs 1 debio ver que la conducta del pen- dulo cs mucho mas compleja y, en cualquier caso, incapaz de confirmar sus (esis Parece claro que con el expe- rimento formulado era imposible vali- dar la teorta, ya que cuando sus experi- mentos son examinados, ellos desaprueban sus plinteamientos, como cn el caso de la caida Fre y en el del lanzamiento de proyecties. Galileo rea liz6 experimentos reales para compro- bar su teorfa del movimiento en un plano inctinado, pero no pudo obtener los resultados exactos que menciona en sus obras publicadas, y al plantearlos tal y como lo fizo, fue on la iniencién de convencer a los demés. Es un error y una fuente de malos entendidos cuando, en la actualidad, se Thos ensefla cn nucstras eseuclas y lie bros de ten a repetir tos experimentos realizados por Galileo y a deducir de ellos las leyes correspondientes, plan- tefindose, impifcita © explicitamente, ue en esto consiste 1a revolucién gali- leana. Bernard Cohen? sefiala que en No. 26 ABRIL 197 nuestros laboratorios Senos presentan les experimentos decisivos del pasado, tal y como 10s realizamos ahora y no ‘como fieron realizados entonces. El ca rfeter cuantitativo de ta ciencia mode na y la bésqueda de los datos auméri- 0s con que esta construido el mundo, cexigen precision en los experimentos: precisién que requicre de la disponbi- Tidad de t¢enicas en ocasiones altamen- te elaboradas y que no existfan en los siglos XVI y XV Por ejemplo, la ley de ta catda de los ‘cuerpas enunciada por Galileo, que seta. Ia que la acelecacicn de la gravedad es ceonstante y que “los espacios recorridos por el grave estén en proporcién del cua- ‘rado de los tiempos”, no era posible de- ducirla de sus experimentos reales. Descartes y Torricelidiscutfan ta posibi- lidad de que los espacios esuvieran en proporcién edbica y no cuadrada con el tiempo, Enla fisica newtoniana el valor de Ia aceleracién no es constante, sino que depende de ta distancia al centro de ta Tierra. As{ que la ley de la cada de los cverpos no era la snica posisle. Galileo opta por la mas sencilla, ya que él erefa ue el valor de la aceleraciGn de la grave- dad no variaba con la distancia la Tierra, crefa que tenta el mismo valor si el cuerpo ‘ala desde lar Luna 0 apenas desde unos metrosde la superfice terrestte, peroesia cleccién no puede estar determinada di- Tecamente por sus experimentos, tal y ‘como lo hacemos hoy en nuestros labora torios de ensentanza. Galileo sefala en los Discorsi que de todes os tipos de movi miento “que es icto estudiar", confia en haber dado con a esencia de! movimiento naturalmenie acelerado “despues de lat- {888 reftexiones”™®, El andlisis de ta notas manuseritas muestra una gran actividad empfrica, realizada con sumo cuidado y precisién (de acuerdo a las posivilidades de ta époea), pero Galileo se dio cuenta —y ‘no olvidemos que lo importante para él 5 su proyecto de “politica de Ia cultu- ra"— de que los resultados que obtwvo ‘no le permitirfan sostener sus teorias acerca del movimiento, de tal manera ‘que prefiere presentat en ¢| Dilogo y fen los Discorsi una cinematica simplifi- cada, no admitiendo las discrepancias desafortunadas para no dar armas a sus ‘ponents. Es sumamente interesante ver emo procede para la obtencién de sus resul- {ados. EI siguiente texto nes ilustra al respecto: -Hemos visto ya que tas diferencias de velocidad de los moviles con pe- +308 distintos son cada vez mayores, a medida que los medios atravesacos ‘ofrecen més resistencia. Mas ain, en ‘el mercurio, et oro no solamente cae hasta el fondo a mas velocidad que el plomo, sino que es é1 solo et que desciende, mientras que los otros metales y las piedras todas. perma- necen en la superficie flotando. En las bolas de oro, de plomo, de co- bre, de pérfido y de otras materias pesadas, sin embargo, sera casi in- sensible la diferencia de sus veloc dades en el aire, ya que una bola de (Fo, al cabo de una caida desde una altura de cicn brazas, 90 aventajaré, con toda seguridad, a una bola de cobre en cuatro dedos. Habiendo Visto, repito, todo esto, yo llegarta a la conclusion de que si se eliminara absolutamenic fa resstencia cel me- dio, todas los cuerpos descendertan ta misma velocdad"”, Se tiene, por to tanto, que a mayor resistencia del medio, ta diferencia de las velocidades de los graves aumenta, ‘a menor resistencia del medio, la dife- rencia disminuye. Galileo da entonces salto: suprimamos la resistencia det Imagen mica de Galileo observando tas oscilaciones de las Limparas de la catedral de Pisa. Laigh Sabatell medio y la diferencia de tas velocidades desaparecerd. Aqut, Galileo muestra lo que probablemente sea el aspecto mas revolucionario de su obra: seftalar esa misteriosa concordancia que existe en- tre to que se puede deducir en abstrac- to y Io que se observa, Galileo posefa ‘una enorme f€ en tas posiblidades de la ciencia y en ef poder de la raz6n pa- ra explicar la naturaleza. Y es esta acti- tud iluminista, la que Jo Heva a eseribir cen Il Saggiatore, que el universo esté es- ito en lenguaje matemtico. ‘Tenemos, entonees, que Galileo obtu- No. 26ABRILIND vo una gren cantidad de datos empiricos, tas cuales organiz6 teoricamente. En esta ‘ocganizaci6n intervinieron miitiples ele- mentos, como, por ejemplo, una nueva actitud metafisica para entender @ ta na- turaleza, eunada a su fe copernicana y al convencimiento de que lo real encarna 10 matematico. Todo esto queds plasmado en sus obras de madurez, el Didlogo y los Discorsi, que ms que libros de ciencia son propoganda cultural, planteada en forma ro de experimentos que prucben (experi- rmentos reales) sino de demostraciones idacticas (experiments pensados). a7 CIENCIAS ‘Semejantes a estos compaces de la época eran las usados por Galileo, Temado: de Protagoni as de a civlzacin, Experimentos pensados Los experimentos pensados, llamados por E. Mach, “experimentos de pensa- miento” (Gedankenexpermenie), juegan tun importante papel en el desarrollo de algunas ideas fundamentales de las teorfas cienifficas; aparecen en la obra e Gatieo, asf como en las de Einstein, Heisenberg, etcttera Es importante senalar que la deno- minacion de “experimentos pensados” est4 condicionada hist6ricamente. Por ejemplo, un experimento consistente en solar pesas en la Luna, en la época de Galileo era un genuino experimento pensado. De la misma manera, que 10 era el hacer medidas en el vacfo, tanto or Ia falta de! equipo adecuado como or la imposibitidad teorica que repre- sentaba, ya que debemos recordar que la doctrina aristotélica consideraba que cl vacio era imposible, no soio de hecho, sino como un principio funda- mental de la naturaleza. Y si bien es cierto que pare Galileo no habia tal impositiidad te6rica, para sus lectores sf representaba un verdadero obstdculo concebir e! movimiento en el vacio. La importancia de tos experiments ppensados se comprende inmediatamen- te. Los experimentos reales son con frecuencia muy dificiles de realizar; le- van, necesariamente, un grado de im precisiGn, No existen las superficie ab- 18 solatamente pianas, tampoco tas super- ficies absolutamente esféricas, ni los ‘cuerpos perfectamente rigidos, ni los absolutamente clésticos. No podemes realizar una mediciSn absolutamente ‘exacta; Ia perfeccién no pertenece a es- te mundo. Seguramente nos podemos. aproximar a ella, pero nunca la podre- ‘mos akanzar. Existe siempre una dife- rencia entre el dato emplrico y el obje- 10 te6rico, y all es donde interviene el ensamiento, savando esta separacion. La ciercia moderna opera con objets te¢cicamente perfectos, y es con estos objetas con fos que trabajan los experi- ‘mentos pensados. Tal y como lo sefala ‘A. Koyté™: “el experimento pensado desempenia ast el popel de intermedia rio entre lo matemético y to real”. La ciencia moderna hace rodar esferas perfectss. en planos perfectamente tises Y perfestamente duros; utiliza palances Y Cuerdas perfectamente rigitas y que no pesin absolutamente nada; lanza cuerpos que sé mueven en el espacio infinito y fuera de toda interaccién con ‘otros cuerpes, ete. Como resultado, ob- tiene ta precisi6a perfecta que sustenta fas leyes fondamentales de los grandes sistemas cientffios. Sabemos del inerefble ingenio mos- trado por Galileo al sustituir la cafda f bre por el movimiento en el plano in- clinado y por el pendvio, maximo si tomamos en cuenta ia extrema pobreza de los medias experimeniates que ten su disposicion. Es interesante ver la deseripciOn de sus experimentos, rel da por é misma “En un Istén 0, Jo que es lo mismo, cen un tablon de una longtud apro- ximada de doce codos, de medo co- do de anchura ms 0 menos y un espesor de tres dedos, hicimos una cavidad © pequeno canal a lo largo de la cara menor, de una anchura de poco mas de un dedo. Este ca- ‘al, tallado lo més recto posible, habia hecho enormemente suave y liso, colocanéo dentro un papel de ergamino lustrado al méximo. Des- pués, haclamos descender por él una bola de bronee muy dura, bien redonda y pulida, “Habiendo colocado dicho list6n de forma inclinada, se elevaba sobre la horizontal una de sus extremida- des, hasta Ia altura de uno 0 dos co- dos, segin pareciera, y se dejaba ‘caer (como he dicho) la bola por di- cho canal, tomanco nota como ense- guida he de decir del tiempo que lardaba en Fecorrerlo todo. Repeti- mos e| mismo experimento muchas veces para asegurarnos bien de la ccantidad de tiempo y pudimos cons- latar que no se hallaba nunca una diferencia ni siquiera de la décima parte de una pukacién, Establecida exactamente esta operacién, hicimos {que esa misma bola descendiese s0- lamente por una cuarta parte de la longitud del canal en cuestion. Me- dido el tiempo de ta cafda, resulta ser siempre, del modo miis exacto, precisamente la mitad del otro, “Haciendo después el experimen- to con otras partes, bien el tiempo de la longitud compieia con el tiem- po de la mitad, con el de dos tet- ios, con el de 3/4 0 con cualquier ofa fracciOn, egabamos a 12 con- clusiOn, después de repetir tales Pruebas una y mil veces, que los es- pacios recorridos estaban entre sf ‘como los cuadrados de sus tiempos. Esto se podia aplicar a todas las i clinaciones del piano, es decir, del canal a través del cual se hacia des- ‘ender 1a bola, Observamos también ‘que los tiempos. de las cafdas por d= vversas inclinaciones del plano guar- dan entre sf, de modo riguroso, una proporcion que es, como veremes CIENCIAS después, la que es asigné y demes- {16 el autor. “En lo que a In medida del tiem- po se refiere, empleamos una vasija Brande lena de agua, sostcnida a tuna buena altura y que, a través de tun pequefio canal muy fino, iba ver- tiendo un hilllo de agua, que se re- cogfa en un vaso pequefo, durante todo el tiempo en que 1a bola des- cena, bien por todo el canal o séio por alguna de sus partes. Se iban Pesando después en una balanza muy precisa aquellas particulas de agua recogidas del modo descrito, on lo que las diferencias y propor: ciones de los pesos nos ian dando las diferencias y las proporciones de los tiempos. Ocurria es'o con tal ‘exactitud que, como fe indicado, ta- les operaciones, repétidas muchisi- mas veces, jamés diferfan de una manera sensible" Repasemos las condiciones det ex- perimento: una bole de bronce, un a- nal “suave y liso", un rezipiente con un agujero por el cual pasa el agua para medi 10s tiempos de cafda. El experi- mento de Galileo esta leno de fuentes de error y de inexactitud, Ademis, su- pone que et movimiento de la bola ro- dando a 10 largo del plano inclinado es ‘equivalemte al de un cuerpo deslizindo- se sin ficcién sobre el mismo plano. De acuerdo a las condiciones en las ‘que se realizaban estos experimentos cera imposible deducir de ellos" ta ley de la calds de los cuerpos en io que corresponde a la relacién matemstica cenire la velocidad y el tiempo; relacion que permite caleular tos “accidentes” Ralonza hidrostétien redescubierta por Galileo. Tomato: de Protagonieas de la civiizacidn No.26 ABRIL 192 de la calda (“que 10s espacios recorri- dos por el grave, estén en proporcién del cuadrado de los tiempos"). Galileo se refiere a que su ley de la cafda de os cuerpos se cumple solamente en el ‘caso en que se ha quitado toda resis- tencia del medio. También se refiere al movimiento restilfneo sobre un plano horizontal en el cual se ha eliminado todo impedimento externo, Y es con sos experimentos —que son genuios ‘experimentas pensados para la época— con 10 que Galileo inicia’® ta sustitu- cid de los cuerpos materiales por los cuerpos geométricos, ef espacio real por ef espacio cuclidiano, y sé pone en el camino que conduce al principio de inercia. Principio que, por cierto, 00 1o- grard enuneiar explicitamente; sin em- bargo, su fisica esta tan impregnada de tal principio que sus discipuios y segui- dores (Torricelli, Cavalieri, Gassendi) podrdn extraerlo sin ninguna dificultad ‘Vemios entonces Jo importantes que son en su obra los experimentos pensa- dos. No obstante, Galileo abus6 de este recurso ¥ en su obra también encontra- mos experimentos que, por los resulta- dos cualitativamente erréneos que pre- senta, seguramente jamés realizé, probablemente porque estaba convenci- 0 de 19 que iba a obtener. Experimentos imaginarios Bxisten muchas dudas respecto a que haya realizado algunos de los experi- ‘mentos que aparecen en la obra gali- leana, Tales dudas no descensan en la precision experimenial, sino en la fide lidad de tos resultados que presenta, ya que éstos son cualitativamente err6- Neos; también 10 hace poco creible la oxa 0 nla informaciGn que da, en al- {unos casos, de los complicados (aun- ‘que. posibies) dispositivos experiment les. Por ejemplo, en to que respecta a los experimentos con péndulos tenemos <1 siguiente texto en el eval los resulta- dos que presenta son erréneos: “Cutiguense de dos hilos de ta mis- ‘ma longitud, de cuatro 0 cinco oo- dos, pongamos por caso, dos bolas que sean iguales también. Una vez suspendidos dichos hilos a cierta al- tura, empujemos los pesos desvidn- dolos de la perpendicular, pero de forma tal que uno se aleje en una distancia de ochenta 0 mas grades, 19 CIENCIAS. mientras que el otro no se aleje mas de cuatto 0 cinco. De esta forma, si se bos deja caer libremente, uno cae y, tras atravesar ta perpendicular, deseribe arcos muy grandes de 160, 150, 140 grados, ete,, disminuyéndo- Jos poco a poco; el cro, por su par- te, recorrera arcos pequetios de diez, ocho, seis, etc., grados, dismi- ‘nuyéndolos también poco a poco. “He de decir, ante todo, que en el tiempo en que uno de los péndu- los pasa sus grados respectivos, 180, 160, etc., el otro pasaré los 10, 8, ete, suyos. De todo to cual se inte re con claridad que la velocidad de Ja primera bola sera diesstis 0 cie- ciocho veces mayor que la velocidad de Ia segunda; de modo que si el re offece a la velocidad mas grande tuna resistencia superior a la que offece a la menor, la frecuencia de vibracion sera menor en los grandes arcos de 180, 160 grades, ete, que en los pequetios arcas de diez, ocho, cuatro € incluso dos y un grados. ‘Ahora bien, esto contradice a la ex: periencia, ya que si dos personas se Pertada del Didlogo en una edicién de 16%. Tomado de: Prowgonisas de la cvilizacién 20 Ns 26 ABRIL 192 ponen a contar tas vibraciones, una las més largas y la otra las mds cor- tas, se encontrardn con que conta rn no s6lo decenas sino cenienas de tales vibracione: sin que difieran lo ‘més minimo en una sola 0 en parte de una” facil demostrar que su afirm: ion del isocronismo es falsa, y que Galileo no pudo dejar de apreciar ‘caso de haberlos realizado— la not diferencia entre las pequefias y las am- pias oscilaciones. (Para Angulos de os- lacién hasta de 15 grados ta diferen- cia en los periodos es de menos det 1%), ‘Otro hecho, que hace dudar de que haya realizado algunos de los exper mentos que describe, son las cantidades Yy magnitudes que menciona. Por ejem- Plo, tenemos los siguientes textos: “Pesaremos después esta agua y ve- remos cudintas veces contiene su pe- so al de la arena conservada, pu- diendo establecer, sin error, las veres que es més pesada el agua que el aire. Aquella no sera diez ve- ces solamente, como parece que crefa Aristételes, sino casi més de ‘cuatrocientas veces, como lo muestra nuestra experiencia"”, “Habiendo separado, luego, las dos bolas de Ja perpendicular, las he dejado que se pusieran en marcha al mismo tiempo;... para volver, des- pués, atrés por el mismo lugar. Y repitiendo... que ni en cien vibracio- ines ni ampoco en mil tomaria aque- la la més mfnima delantera ..”"* “Supongamos, por ejemplo, que el plomo sea diez mif veces mds pesado que el aire, mientras que la madera de ébano es solamente mil veces mas pesada’®, En todos estos textos ¢s clara la na- turaleza no-emplrica de las magnitudes mencionadas. ‘Otro ejemplo de un experimento imaginario que é1 mismo reconoce no haber reakzado, es el relaivo a la idea que 4 tenfa de que ks graves al caer adquieren una “velocidad natural”, dependientemente de d6nde caigan y con le velocidad que fuese, He aqut el texto: “Yo no he realizado tal experimen- to, pero estoy convencido de que una bala de arcabuz o de artilerf, cayendo de una altura todo 10 eleva- a que s¢ quiera, no produciré un {golpe tan fuerte como el que produ- irfa si se disparara contra una pa- red desde una distancia de pocos ‘codos; 5 decir, desde una distancia tan corta que la pequeta hendure, ‘0 mejor, ta divisién que se hace en el aire no sea lo suficientemente grande como para quitar el exceso de la violencia supranatural que el fuego de la artilleria te hubiera im- primido™, W. R. Shea?! nos da ef ejemplo de tun experiment que Galileo da como real, pero parece que es imaginario. Este se refiere a la “demostraciGa” de {que la Tierra, contrariamente a la opi- nin generalizade de la época, refiejaba los rayos del Sol tanto como fa Luna. En el texto, publicado en la Tercera Cara de su polémica con Christopher Scheiner sobre las manchas solares, se lee lo siguiente: “Ademés, nosotros deberfamos ester convencidos de la reflexiin terrestre efectuada cuando vemos eviinia luz se refleja en un cuarto oscuro desde ‘una pared situada enfrente que ¢s ‘paftada por los rayos det Sol. Aun si la ua reflejada entra por wna abertura tan pequeia que desde el lugar donde éstos caen su didmetro visual no es ‘mayor que el de ta Luna, no obstan~ te esta luz secundaria es tan fuerte que cuando es reflejada desde el primer cuarto en una segunda hati- taciOn, sera mas poteate que la luz de la Luna. De esto nosotros tene- mos un claro y sencillo experimento, Ja que es més fail leer un fibro por la segunda reflexién proveniente de la pared que por la reflexién directa viniendo de te Luna” Las indicaciones precisas en el pasa- je que esté en cursivas, sugieren, de ‘manera casi inequivoca, que el experi- mento fue levado a cabo. Pero de ia carta que Galileo eseribe al principe Cesi, el 25 de enero de 1613, en ta cual 1 contesta a las objeciones emitidas por su amigo Luca Valerio, s despren- de una impresiOn diferente: “EI punto que el Seftor Valerio ‘Telescopios del siglo xvi. ‘Tomado de: Protagonisas de la plantea es verdadero: el mismo cuerpo brillante itumina més de cer ca que de lejos. Pero también es verdad que cuerpos trillantes de ta- mats diferentes pero de la misma luminosidad no ituminan igual: des- de ta misma distancia, un cuerpo grande daré més luz que uno peque- fo, y desde una distancia més gran- de dara menos luz. Por lo tanto, cuando yo considero ta reflexién proveniente de una pared y la com- paro con la de la Luna, es verdad ‘que la de la pated €s més cercana, pero la Luna esta incomparabiemen- te mAs lejos, y yo siempre intenté ‘comparar la reflexi6n de fa Luna con ta de una pared cuyo tamano es proporcional a ta distancia de la Lu- na, ast que el cuarto oscuro, donde ta reflexion desde la Luna y la pared se les permite entrar, recibe mas luz desce la pared a través de una aber tura que no exceda aparentemente €l didmetro visual de la Luna. Ast, que para explicar mi propdsito. mds claramente, las siguientes polabras pueden ser afiadidas al pasaje referi- do: Aun si la luz reflejada entra por tuna aberura tan pequeka que desde el lugar donde é108 caen su didmero visual no es mayor que el de ta Lu Las palabras afadidas son tas que cestin cn cursivas en la cita precedente Ne 26ABRIL 1952 de ta Tercera Carta. Galileo nunea rea lid el experimento, ya que en caso de haberlo efectuado, é1 deberia haber re suelto y mencionado, como es de espe rarse, la dificultad que representaba permitir solamente Ta reflexi6n de la pared en et cuarto oscuro. Suponiendo que algén lector —y tal lector debis haber sido raro en el siglo XvI— nu- bier querido repetir el experimento, debi6 haberse preguntado sobre la for- ma en que se podia aisur la twz de una pared baftada por el Sol de mediodta, para asegurar que s6lo su luz reflejada Penetrara dentro de un cuarto oscuro, através de una abertura delgada. Otro experimento galileano™, mejor conocido por la comtroversia respecto a si es imaginario 0 no, ¢s el de la mez- cla del agua y del vino. Este experi- ‘mento eonsiste en poner un globo de cristal eno de agua con un pequetio orificio en la parte inferior, en contacto con el vino contenido en un recipiente. Segiin Galileo, el agua desciende ten- tamente, de 1a misma manera que et vino aiciende hacia el interior det glo- bo, sin mezcarse los liguidos entre sf, hasta que el vino Hene completamente cl globo y el agua haya descendido hasta el fondo del recipiente. A. Koy- ré concluye que Galileo jemas reaizo exe experimerto porque el agua y el vino se. mezelan féeilmente; sin embar- go, J. MacLachlan afirma que para Koyré pudo ser un experimento ima- 2 Binario, pero para Galileo fue cierta- mente real. EI euarto tipo de experimentos que se asocian a la figura de Galileo es el de fos experiments que ni siquiera se mencionan en su obra, sin embargo, son los experimentas que popularmente estén mas vinculados a él. Experimentos miticos Hay dos experimenios que acompanan indisolublemente a la figura de Galileo nas gufasylos manvales ysondel dominio ppablice: tanzamiento de pesas desde ta “Torre Inclinada y el estudio de las laciones de las Himparas de la Catedral Las historias populares sobre Gi eo, y sobre la ciencia en general, ven en los experimentos de ta ‘Torre Incl- nada un momento decisivo y de gran impottancia. Ven en ellos e! momento en que se pronuncia abjertamente con- {a 61 aristotelismo € inicia su ataque Piblico a ia escoléstica. Ast también, ‘consideran que es. un momento crucal fen el que se derrumba a fa fisica aristo- {ica y se sientan fos fundamentos de a nueva fica, Presentemos un par de citas, entre rmuchisimas que se han escrito, sobre la narracién del experimenio: “2. en Pisa donde Galileo debia ‘empezar su campana cientfica con- tra Arist6teles, con gran indignacién Por parte de sus colegas de la Uni- versidad, especialmente porque co- mo cuenta Nessi (Nessi, Vita e coo- mercio tetterario di G.Galilei, Losanna, 1793), decidié hacer pabii- ‘camente experimentos sobre la caf- da de fos cuerpos y Ia bajada de fos graves, que repitid varias veces en Presencia de profesores y estudian- tes en el campanario de Pisa." “Debemos decir aqut algo refe- renie a sus famosos experimentos sobre la caida de los cuerpos, ya ue estén esirechamente asociados a Ja torre inclinada de Pisa, uno de Jos mas curiosos monumentos de Italia. Dos mil afios antes aproxima- damente, Arist6teles habla afirmado que si dos pesos diferentes de ta misma materia cafan de la misma al- tura, el mas pesado Negarta a la te. fra antes que el més ligero, y esto ‘en proporcicn a sus pesos. Ei expe- rimento no es ciertamente diffi 2 51 Sulla Sfera redsctado por Galileo. ‘Tomado de: Protagonisas dela cvilizecin nadie, sin embargo, tuvo la idea de argumentar ast , y en consecuencia, esta aserciéa fue acogida enire fos axiomas de la ciencia del movimien- 1, en virtud del ipse dixi?* de Aris- {6icles. Galileo, sin embargo, sus tufa ahora la autoridad de Aristoteles por la de sus. propios sentidos y pretendia que, salvo una diferencia insignticante, debica a la desproporcion de la resistencia del aire, caerfan al mismo tiempo. Los atisiotélicos ridieulizaron esta idea, y s€ negaron a escucharle, Pero Ga- liteo no se dej6 intimidar y decidis forzar a sus adversarios a ver el he- cho como é1 mismo lo vela, Asi, wna matana, delante de la universidad reunida —profesores y estudiantes — subi6 a ta torre inclinada Hevando ‘consigo una bola de diez libras y ‘otra de una, Las coed en et rebor- de de la torte y las dej6 caer juntas. Juntas cayeron y juntas chocaron ‘conira of sucto™™®, As{ también, tenemos el relato de un historiador mas reciente, E. Namer, quien nos da un relsto més elaborado y vivido: “Con increfole osadia, Galileo enviaba a Arist6teles a los polvorientos Ne 26ARIL estantes de las bibliotecas. Proponta abrir et gran libro de ta natur leer sus leyes con mirada fresca..", Después de haber expuesto las ataques de Galileo contra Aristételes y sus nve- ‘vas doctrinas fundadas en la experiencia, Namer continga: “Cuando Galileo supo que todos los Ctros profesores expresaban dudas t= ferentes a las conclusiones det lente innovador, acept6 el rei0. So- lemnemente invitd a estos graves doctores y a todo el cuerpo de esti- iantes, en otros términos, a la Uni- versidad entera, a asisti a uno de sus ‘experimentos. Pero n0 en su marco habitual, No, éste no era suficienie- mente grande para él. Fuera, bajo el Cielo abierto, en la ancha plaza de la ccatedrat, Y la céiedre indicada clara- mente para estos experimentos era el Campanile, la famosa torre inctinada. “Los profesores de Piss, como los de otras civdades, habian sostenido siempre, conforme a la ensefianza de Asintételes, que la velocidad de catda de un objeto dado era proporcional a ‘su peso. “Por ejemplo, una bola de hierro ‘que pese cien libras y otra que s6lo ese una, lanzadas en el mismo mo- ‘mento, desde una misma aura, deben evidentemente tocar tierra en mo- mentos diferentes y con toda seguri- ‘dad la que pesa cien libras tocar tie- fra primero, puesto que justamente (es mas pesada que Ia otra “Galileo, al contrario, pretendta ‘que el peso no tenia nada que ver y ‘Que las dos tocarfan tierra en el mismo momento. “Bscuchar semejantes aserciones hechas en el corazén de una ciudad tan vieja y tan sabia era intolerable; y se pensé que era necesario y urgente afrentar pablicamente a este joven profesor que tenia une opinign tan ele- vvada de sf mismo y darle una leccién de modestia de la que se acordase has- ta el final de su vida, “Doctores con largos trajes de ter- ciopelo y magistrados que parecfan it ‘a.una especie de feria de pucblo, absn-

You might also like