Lamentablemente, el magnfico proyecto de Dios se oscurece por la
irrupcin del pecado en la historia. Con el pecado el hombre se rebela contra el Creador, acabando por idolatrar a las criaturas: Cambiaron la verdad de Dios por la mentira, y adoraron y sirvieron a la criatura en vez del Creador (Rm 1, 25). De este modo, el ser humano no slo desfigura en s mismo la imagen de Dios, sino que est tentado de ofenderla tambin en los dems, sustituyendo las relaciones de comunin por actitudes de desconfianza, indiferencia, enemistad, llegando al odio homicida. Cuando no se reconoce a Dios como Dios, se traiciona el sentido profundo del hombre y se perjudica la comunin entre los hombres.
En la vida del hombre la imagen de Dios vuelve a resplandecer y se manifiesta
en toda su plenitud con la venida del Hijo de Dios en carne humana: El es Imagen de Dios invisible (Col 1, 15), resplandor de su gloria e impronta de su sustancia (Hb 1, 3). El es la imagen perfecta del Padre.
El proyecto de vida confiado al primer Adn encuentra finalmente su
cumplimiento en Cristo. Mientras la desobediencia de Adn deteriora y desfigura el designio de Dios sobre la vida del hombre, introduciendo la muerte en el mundo, la obediencia redentora de Cristo es fuente de gracia que se derrama sobre los hombres abriendo de par en par a todos las puertas del reino de la vida (cf. Rm 5, 12-21). Afirma el apstol Pablo: Fue hecho el primer hombre, Adn, alma viviente; el ltimo Adn, espritu que da vida (1 Cor 15, 45).
La plenitud de la vida se da a cuantos aceptan seguir a Cristo. En ellos la
imagen divina es restaurada, renovada y llevada a perfeccin. Este es el designio de Dios sobre los seres humanos: que reproduzcan la imagen de su Hijo (Rm 8, 29). Slo as, con el esplendor de esta imagen, el hombre puede ser liberado de la esclavitud de la idolatra, puede reconstruir la fraternidad rota y reencontrar su propia identidad.
Todo el que vive y cree en m, no morir jams (Jn 11, 26): el don de la vida eterna