You are on page 1of 13
“a C. NORTHCOTE PARKINSON LA LEY PARKINSON y otros ensayos ILUSTRAGIONES DE ROBERT C. OSBORN EDITORIAL ARIEL, Esplugues de Llobregat BARCELONA Drtocratdad , Jonssians IGLIOTECA GENERAL Cra. 7a, No. 41-00 Bogete Titwlo del original inglés: ‘PARKINSON'S LAW and other studies in administration ‘Teadoesion de JAIME GRAS Primera edicién: Octubre de 1961 Segunda edicién: Febrero de 1062 ‘Tercera ediciin: Abell de 1962, Cuarta edicién: Agosto de 1962, Quinte edicién: Diciembre de_ 1963 Sexta ediciin: Octubre de 1964 Séplima edieién: Octubre de, 1968 ‘Octava edicién: Noviembre de 1969 Novena edicign: Noviembre de 1971 Décima edieién: Septiembre de 1973 Undécima edicién: Septiembre de 1974 ERIN UNIVERSIDAD JAVERIS BIBLIOTECA GENERAL © by. Northeste Parkinson © 2961 y 1974 dei eaduccioncastllans para Eopabe y Amé orronsat Ate, SA, Rapluguer de Llobregat Barelna) Debate legal: B. 3.996-1974 ISBN: 843462078 Timpreso en Eopaia nye avid, Sd, Ae 7. dwtoto, TOOTRE, Baplageer Ge Llobapat. Daretona 658.*1 INDICE Prefacio . 1.” La ley de Parkinson o La pirdmide invertida . 2 La voluntad del pueblo 0 La asamblea general . 8. Altas finanzas 4, Directores y consejeros © El coeficiente de ineficacia . 5. La lista restringida © Principios de seleccién 6. Plantas y realizaciones (0 El bloqueo administrativo 7. Criba de personalidades o La férmula de cocktail . 8. La incelositis © Parilisis convulsiva 9 Del bohio al packard © Una férmula para triunfar 10. El quid de la cesantia © La edad del retiro , HAO ‘88 ‘0 El punto critico de interés decreciente . 87 101 us 19 3. eri] Ba- 132308 PREFACIO Para los jovencitos, para los profesores, para los que componen libros de texto sobre derecho constitucional 0 tratados de economia politica, el mundo es un lugar més ‘9 menos razonable, Para todos ellos, la eleccién de re- presentantes politicos se efectia siempre libremente en- tre aquellos que merecen la confianza del pueblo. Los mds eminentes y esclarecidos de los elegidos llegan luego por sus pasos contados a ser ministros de Estado. Los di- rigentes de las compaftias industriales 0 mercantiles, una vez designados,con cuidadoso discernimiento por los ac- cionistas, buscan rodearse de personal administrative que haya demostrado cumplidamente sus aptitudes para se- cundarles en puestos de menor responsabilidad. Muchos son los libros en que se proclaman sin reservas afirma- ciones de esta especie 0 se dan implicitamente por su- puestas. Mas, para los que han adquirido cierta expe- riencia en el mundo de la politica y de los negocios, estos postulados tienen todo el aspecto de perfectas paparruchas. Los solemnes cénclaves de sabios y repo- sados varones son meras ficciones de la mentalidad profesoral. Por ello nos parece saludable que de vez en cuando suene un grito de alerta que trate de situar las cosas en su punto. No permita Dios que los estudiantes dejen de leer obras de politica y de economia... a condi- cién, no obstante, de que los consideren como cuales- quiera otros libros de pura imaginacién. Situados entre las novelas de H. G. Wells y de Rider Haggard, alter- nando su lectura con los divertidos relatos sobre el 10 LA LEY DE PARKINSON hombre mono y las naves interplanetarias, aquellos li- bros de texto no pueden causar daito a nadie. Pero de ser tomados en serio y considerados como obras de es- tudio e informacién, pueden resultar més calamitosos de lo que a primera vista parece. ‘Impresionado ante Ia idea equivocada que muchos se forman de los funcionarios piiblicos y de los hombres de empresa, he salido més de una vex al palenque at solo objeto de ofrecer a quienes puedan interesarse en estas cuestiones un fiel trasunto de la realidad. Bl lector de buen sentido pronto advertird que estos auténticos destellos del mundo real responden a una personal expe- riencia poco comin. Para los menos avisados he tenido buen cuidado de dar aqui y allé algunas referencias del ctimulo de investigaciones y documentacién sobre que se basan mis teorias. Dejo al lector en libertad para que por si mismo reconstituya los grdficos, fichas, ma- quinas de calcular, reglas de cdlculo y obras de consul- ta que estime indispensables para respaldar con su autori- dad los estudios que aqui se contienen. Tenga por seguro quien tal haga, que la realidad desbordard copiosamente todo cuanto pueda concebir su imaginacién, y. que las verdades ahora reveladas no han sido la elaboracién de un improvisador especialmente dotado, sino resultado de una constante y dispendiosa labor de investigacién. ‘Acaso algunos echardn de menos en las siguientes pagi- nas un mayor y mds circunstanciado acopio de los datos, experimentos y céleulos en que descansan las teorias sstas. Piensen, sin embargo, que un libro abultado les costaria més horas de lectura y més dinero. Es innegable que cada uno de los ensayos que si- guen representa ajios enteros de eficiente trabajo, mas no se vaya a creer que ninguno de ellos agote la materia de que trata. El haherse descubierto ltimamente en PREFACIO uw clertas lides de guerra que el ntimero de bajas enemigas estdé en razén inversa del ntimero de generales que figu- ran en el propio campo, ha abierto inesperadas perspec tivas en el terreno de la investigacién. También la interpretacién hasta ahora inédita sobre la cuestién de 1a ilegibilidad de las firmas, permite levar por nuevos derroteros los estudios actuales para determinar con pre- cisién matemdtica el momento en que la letra manus- crita de una autoridad administrativa deja de ser inte- ligible incluso para ella misma. No pasa dia sin que nos legue noticia de nuevos avances técnicos, lo cual nos permite augurar que las posteriores ediciones de la pre- sente obra habrén de ser considerablemente ampliadas. Deseo expresar aqui mi agradecimiento a los edi- tores que han autorizado la reimpresién de algunos de Tos ensayos que figuran en este libro y de un modo especial al editor de la revista The Economist, en cuyas columnas fue por primera vez revelada a la humunidud la ley de Parkinson. En la misma revista aparecieron también las primeras versiones de Directores y Conse- jeros y La edad del retiro. Algiin otro ensayo ha aparecido ‘en Harper's Magazine y en The Reporter. Al dibujante Robert C. Osborn le estoy sumamente agradecido por haber aftadido unos rasgos de frivolidad aun trabajo que, de no ser por él, hubiera podido ado- Tecer de un cardcter demasiado técnico. Y, por tiltimo, quiero consignar aqui mi agradecimiento al més esfor- zado de los economistas de todos los lugares y de todos Tos tiempos, cuya ciencia no siempre reconoce el distraido Tector ni le rinde la merecida justicia, y al cual, aunque por razones distintas, va dedicado el presente libro. C. Nortucore Parkinson Singapur, 1957, i i 1 LA LEY DE PARKINSON LA PIRAMIDE INVERTIDA “Los ‘hombres_mas_atareados son _los_qnedisponen_de-més. ‘tiempo sobrante’. Asi, una ociosa dama ya entrada en afios pnede invertir la jornada entera on escribir y des- pachar una tarjeta postal para la sobrina que tiene vera- neando en la playa. Empleard una hora entera en elegir la postal més mona, otra hora en buscar por todas partes los anteojos, media hora en proporcionarse las sefias exactas, una hora y cuarto en el redactado propiamente dicho y veinte minutos en decidir si debe o no tomar el araguas para salir a echarla en el buzén, que esté a la vuelta de la esquina. El trabajo necesario para este ma- nejo, que ocuparfa tres minutos, todo comprendido, a un hombre de negocios normal, puede dejar postrada a otra persona tras un dia entero de afanes, dudas y ansiedades: Admitiendo, pues, que el trabajo en general (y de un modo especial el concerniente a toda suerte de pa- peleo) es en si tan elistico en cuanto al tiempo que su realizacién exige, podemos afirmar que no existe la me- 16 LA LEY DE PARKINSON nor relacién entre una determinada tarea y el tiempo que debe absorber. De una falta de diligencia no-debefor- _Zosamente inferirse la ociosidad del agente. Una ocupa- cidn minima no presupone la pereza del que anda en- frascado en ella. La_tarea_pendiente_va_adquiriendo_ complejidad en raz6n_directa-del ‘tiempo_disponible. Este fenémeno suele ser admitido sin discusion, pars ho se ha prestado todavia la aten cién debida ‘a las tltimas consecuencids que del mi mo se derivan, especialmente en el campo de la ad- ministracién pablica. Politicos y contribuyentes han dada en_suponer_(con_algunas_vacilaciones_ocasionales)..que, el_aumento_del-nuimero-total-de. funcionarios- obedece siempre al del volumnen-de-trabajo-que-dehe-ser-Hevado: fen_esta_creeneia ultiplicacién. amayor_importancia a-cabo- abundan los que se figuran que de burderatas que se prodazea habra de dejar asiosas.a_ algunos de cllos;0_bion suc tados.a.le-vez.trabajarén.on Jo sucesivo_mienos oras...Lo_cierta_es_que.el mimero, -~ de funcionatios_y la cantidad-de-trabajo-no-tienen-en- lacién, El incremento que acusa un farios se rige independientemente por Ia ley de Parkinson; seguiria siendo el mismo tanto si el trabajo aumentara como si disminuyera o incluso si He- gara a desaparecer en absoluto. La invariabilidad de la ley de Parkinson se apoya en los hechos, en el minucioso andlisis de los factores que rigen dicho crecimiento. Mis adelante, habremos de comprobar Ia ineluctabi- lidad de esta ley recientemente descubierta, con aporta- cién de datos estadisticos, pero de momento seré del ma- yor interés, para ilustracién de los lectores, exponer los Factores que promueven la tendencia a que la ley se refiere. Dejanda de lado sutilezas téenieas (que no esca- tre si conjunto de Fun =») botemels ar_ desde _un_principio_dos pri Jes fuerzas motrices, las cuales es fuerzas motrices, las cuales teoremas-casi-axiométicos: 1 Un funcionario necesita multiplicar subordinados, no rivales; y 2° Los funciona. ¥ 2° Los rigs se crean mutuamente trabajo unos a otros. ‘ara penetrar el sentido del primeio de eclos enun. pueden enunciarse en dos 18 LA LEY DE PARKINSON ciados, vamos a exponer el caso del oficial administrati- vo llamado A, quien, desde Iuego, se cree abrumado de trabajo. Lo de menos es que tal exceso de trabajo sea real o imaginario, pero digamos, de paso, que la consta- tacién (o mera aprensién) de'A puede ser efecto de una merma de sus energias personales, cosa corriente en el hombre de edad madura. Tres remedios tiene a mano para solventar el caso: uno de ellos, pedir la excedencia; otro, tratar de compartir su trabajo con el colega B; y, finalmente, pedir que le auxilien dos subordinados, que Mamaremos C y D. Probablemente no se ha dado toda- via en Ja historia el caso de un funcionario que se haya inclinado por otra solucién que no sea la tercera. Con la excedencia, A perderia parte de sus emolumentos y de los derechos en perspectiva para cuando le Hegue la edad de Ia jubilacién. Con asociarse a B, funcionario de la misma categoria se crearfa un peligroso. rival para el dia que le llegue el ascenso al cargo que dejar vacante ‘W cuando éste (por fin) se retire. Por consiguiente, A op- tard por adscribir a sus érdenes a C y a D, dos mucha- chos jévenes, de inferior categorla. Con ello acrecentard su propia importancia, y al dividir su trabajo en dos sec- ciones separadas, a cargo de C y D respectivamente, tendré la innegable ventaja de ser el tinico hombre que abarque y entienda los dos grupos de actividades. Al lle- gar aqui es necesario hacer observar que C y D son en cualquier caso inseparables. Nombrando s6lo a C no se Hegarfa a ning resultado prictico. Por qué? Porque de adjuntarse slo a C, la divisién del trabajo tendria que verificarse con el propio A, con Jo cual vendria a producirse una situacién muy parecida a la que de an- temano se ha rechazado al eludir la incorporacién de B; situacién que alcanzarfa la m4xima tensién caso de que C resultara ser el tinico posible sucesor de A. Por ello es LA LEY DE: PARKINSON 19 de rigor que los subordinados sean dos o més, quedando as{ cada uno de ellos bajo la estricta vigilancia de los otros, siempre temerosos de un prematuro ascenso de sus iguales. Cuando le Megue el turno a C de sentirse sobrecargado de trabajo (lo eual no dejaré de producir- se), A, con la cooperacién de C, ser partidario del nom- bramiento de dos auxiliares que ayuden a C. Pero el nico medio al aleance de A para evitar molestos roces internos, es aconsejar el nombramiento de otros dos auxi- liares para ayudar a D, cuya situacién viene a ser poco més 0 menos la misma. Con la incorporacién de E, F, Gy H, el ascenso de A puede darse casi por descontado. Siete funcionarios se hallan ya realizando el mismo trabajo que antes despachaba uno solo. ¥ éste es el mo- mento de entrar en accién el antes enunciado factor niéimero 2, Porque trabajando los siete a la vez no cesan de procurarse mutuamente nuevas ocupaciones, de forma que todos ellos andan atareadisimas, y por lo que se re- fiere a A, puede decirse que nunca se habia sentido mis apabullado, Una misma instancia, un mismo documento, puede perfectamente pasar de mano en mano por los siete antes no recaiga la resolucién que deba proceder a su definitivo archivo, El oficial E, tras haber estudiado con toda detencién la instancia con la documentacién acompafiada, entiende que la materia de que trata es de la competencia de F, el cual, previo el consiguiente examen del asunto, bosqueja marginalmente una pro- puesta de resolucién, que somete a C, y que éste en- mienda radicalmente no sin antes haberlo consultado con D, quien, ante la gravedad de la consulta, ha en- comendado a G que le haga un estudio de los articulos aplicables que no hayan sido derogados por posteriores reglamentos verdaderamente en vigor. Pero resulta que G esté en visperas de marcharse, en uso de licencia, y 20 LA LEY DE PARKINSON pasa la papeleta a H, quien en vista de las disposiciones que no parecen haber sido derogadas, redacta un infor- me con nueva propuesta de resolucién, informe que, firmado por D, es inmediatamente devuelto a C, y éste, de acuerdo con el informe, rectifica su anterior propuesta de resolucién y presenta a A la nueva redaccién, éQué hace entonces A? Estarfa de sobra justificado que firmara la propuesta sin leerla siquiera, pues bastan- tes cosas tiene ya en la mollera, Ahora ya es seguro que ha de suceder a W el afio préximo, y por lo tanto debe resolver si es C0 D el que haya de sucederle en su cargo actual. Hubo de acceder a que G se ausentase en uso de licencia sin motiyos suficientes para ello. Mds indicado hubiera sido que se la hubiese conéedido a H, que anda malucho de un tiempo a esta parte, por-causas no del todo ajenas a sus sinsabores domésticos. Hay también planteada la cuestién de Ja gratificacién extraordinaria que debe otorgaise u F durante el periodo de la confe- rencia, y, luego, Ia de la instancia que tiene presentada E pidiendo el traslado al Ministerio de Pensiones. A ha ofdo rumores de que D esté metido en extrafias relacio- nes con una mecandgrafa casada, y de que G y F no se Girigen la palabra desde hace bastantes dias, sin que na- die conozea exactamente las causas. Con tantos quebra- deros de cabeza, nada tendria, pues, de particular que A estampara su firma al pie del informe sin preocuparse mis del asunto. Pero A ha sido siempre un funcionario probo. Acosado por los conflictos y problemas que sus ayudantes no cesan de procurarle y de procurarselos a si mismos — y esto sin hacerlo adrede o con aviesa in- tencién, sino ‘como corolario derivado de sus naturales actividades administrativas — no es hombre para echar- se atras ni rchuir el cumplimiento de sus deberes. Lee, Pues, con suma atencién el informe propuesto, suprime TA LEY DE PARKINSON 21 los pérrafos excesivamente legalistas y enredados que le afiadieron C y H, y restablece la primitiva redaccién en el sentido propuesto por F, que es, al fin y al cabo, el ms capacitado de sus colaboradores, aunque un tanto quisquilloso. Corrige con todo cuidado el estilo y la sin- taxis — ninguno de’ los jévenes funcionarios a sus érde- nes esté fuerte en cuestiones de gramatica —y deja por fin ultimado el informe tal y como lo habria hecho por si mismo si ninguno de Jos oficiales, desde C hasta H, hu- bieran puesto jamés los pies en este mundo. Mucha més gente ha trabajado mucho més rato para legar a donde A habria legado en pocos minutos, sin que ninguno de cuantos han colaborado haya permanecido ocioso un solo momento. Todos han puesto de su parte cuanto han po- dido. Ya avanzada la noche, A abandona la oficina para emprender el viaje de regreso a su casa, en Ealing. La Ultima de las Inces del edificio se extingue en la oscuridad de la noche sefialando el final de otra jornada de improba labor administrativa. Entre los iltimos en salir, A denota en sus enarcadas espaldas y en Ia amarga sonrisa de su rostro, que el trabajar hasta altas horas y las canas pre- maturas constituyen el precio exorbitante del éxito. De cuanto llevamos dicho sobre los factores en juego, el aficionado a las ciencias politicas y sociales habré inferido que los funcionarios administrativos de un or- ganismo cualquiera se hallan todos sujetos a una misma fuerza expansiva interna. Nada se ha podido precisar, sin embargo, respecto al periodo de tiempo que ha de trans- currir entre la fecha del nombramiento de A y la del ingreso de H, pero el enorme acopio de datos estadis- ticos que poseemos nos permite establecer la inmuta- Dilidad de la ley de Parkinson. No es ésta la ocasién de publicar todos los datos y observaciones recogidos, pero seguramente interesaré al lector saber que los primeros 22, LA LEY DE PARKINSON estudios sistemdticos se Ievaron a cabo sobre las esta- disticas de la Marina britdnica. La eleceién es debida a que el mbito y actividades del Almirantazgo son més fécilmente mensurables que los del Departamento de Comercio, pongamos por caso. Todo se reduce a opera- ciones aritméticas. Abf van algunas cifras caracteristicas. Al servicio de la Armada habia, en 1914, 146.000 hom- bres, entre oficialidad y marineria, con mas de 3.249 em- pleados en las diversas dependencias administrativas v 57.000 obreros en los arsenales. En 1928 habia solamen- te 100.000 oficiales y marineros y no més de 62.439 obre- ros, pero el ntimero de escribientes y funcionarios ad- ministrativos habla ascendido a 4.588. Por Jo que se refiere al tonelaje de la marina de guerra, el de 1028 era una mera fraccién del de 1914—menos de 20 grandes ‘buques en vez de los 62 que estaban en servicio en 1914. Durante dicho perfodo, el mimero de oficiales de la Ar- mada habia aumentado de 2.000 « 3.569, subviniendo (como se dijo entonces) a las necesidades de “una mag- nifica marina de tierra”. Las precedentes cifras aparecen mis claramente en el siguiente cuadro: ESTADISTICAS DEL ALMIRANTAZGO p Sender, | Ofte y Ober | Funsions seer Ofciates ani e st.000 | 3249 | 2.000 1914 By LA LEY DE PARKINSON Las eriticas de la época se cebaron principalmente en Ia diferencia observada entre los hombres aptos para el combate y los tan s6lo aptos para la administracién. Pero no es este aspecto el que aqui nos interesa destacar. Slo queremos Iamar la atencién sobre el hecho de que los 2.000 oficiales de 1914 se hubiesen convertido en los 3.569 de 1928 sin que este aumento pudiera en modo alguno atribuirse a un aumento paralelo de trabajo. La poter- cialidad de Ja flota habia disminuido durante aquel pe- riodo en un tercio de hombres y dos tercios de navios. Tampoco entraba en lo posible que el aumento. de off cialidad pudiera obedecer a un previsible aumento de la flota, por lo menos desde 1922, puesto que data de este afio el acuerdo naval de Washington por el que se limi- taba el mimero total de buques (no as{ el mimero total de funcionarios). Tenemos, pues, que en un periodo de catorce afios se produce un aumento del 78 por ciento en el mimero de oficiales, Io cual representa un promedio anual del 5,6 por ciento. En realidad, como habremos de ver, el porcentaje anual de crecimiento no se produjo de una manera regular, pero interesa dejar constancia del porcentaje correspondiente a aquel periodo. éCabria reputar tal aumento como excepcional, aun admitiendo que, en general, obedezca a una ley regular de crecimiento? En apoyo de esta tesis podria alegarse que el perfodo en cuestién fue uno de los més caracteri- zados por el rapido desenvolvimiento de la técnica naval. El empleo de aparatos de aviacién haba dejado ya de considerarse como marginal y excéntrico, Motores ¢ inge- nios eléctricos eran mucho més abundantes y complejos. Los submarinos, aunque no abiertamente autorizados, eran tolerados. Los jefes doblados de ingenieros em. pezaban a ser admitidos como algo indispensable. En tan Tevolucionaria época parecia natural que los arsenales LA LEY DE, PARKINSON 25 hubieran de almacenar materiales cada vez mds nume- rosos y complicados. No habria podido asombrarnos, pues, que las néminas del personal hubiesen experimen- tado un notable incremento de proyectistas, delineantes, técnicos e investigadores. Pero se da el caso que mien- tras el personal adscrito a los arsenales aumentaba en un 40 por ciento, los hombres de Whitehall aumentaban casi en un 80 por ciénto. Puesto que cada nuevo capataz © ingeniero electricista empleado en Portsmouth habia provocado el nombramiento de dos nuevos escribientes en Charing Cross, podriamos sentirnos tentados a dedu- cir que el coeficiente de crecimiento del personal admi- nistrativo tiende a doblar el del personal técnico, aun cuando en realidad el personal efectivo al servicio de Ja flota (marinos en general) hubiese disminuido en el 31,5 por ciento. No obstante, las estadisticas han de- mostrado que este xiltimo porcentaje es del todo inope- ante. La bur ja se habria multiplicady eu la unisina proporcién aun en el caso de que los marinos en servicio hubiesen desaparecido totalmente. No estarfa desprovisto de interés averiguar las cir- cunstancias que favorecieron el aumento del personal del Almirantazgo entre los afios 1935 y 1954, desde 8.118 hombres hasta 33.788, pero el Ministerio de Colonias ofrece sin duda un campo de observacién mucho mejor durante aquel perfodo de decadencia del perfodo impe- rial. Varios factores (como, por ejemplo, las cifras relati- vas al Ejército del Aire) contribuyen a complicar las estadisticas del Almirantazgo, de forma que toda com- paracién de un aiio para otro se hace dificultosa. La ex- pansién del Ministerio de Colonias es mis significativa por circunscribirse al aspecto puramente administrativo. He aqui el resumen de las estadisticas de este departa- mento: yas BIBLIOTECA GENEKan ann Gra, 7a. No. 41-00 Bogora 26 LA LEY DE PARKINSON 1035 1939 1943 1947 1954 372 450 8i7 1139 1661 Antes de deducir el coeficiente de aumento que estas cifras representan, bueno seré advertir que el radio de accién del departamento disté mucho de ser uniforme durante aquel periodo de veinte afios. Los territorios de las colonias no experimentaron apreciables mudanzas ni en extensién ni en poblacién entre 1935 y 1939. No asi hacia 1943, en que habia disminuido considerablemente el drea total por haber pasado algunos territorios a ma- nos enemigas. Nuevamente acrecié el rea total en 1947, para sefialar, desde entonces, afio tras afio, un constante retroceso a medida que las colonias iban emiancipindose. Seria Iégico suponer que estos cambios experimentados en el radio de accién del imperio habian de verse refle- jados en Ja entidad del cuerpo administrativo central. Basta, sin embargo, echar una mirada al cuadro repro- ducido para convencerse de que las cifras efectivas del personal representan sucesivas etapas de un insoslayable crecimiento. Y ese crecimiento, si bien relacionado con el que se observa en otros departamentos administrati- ‘vos, nada tiene que ver con las dimensiones — ni siquie- xa con la existencia — del imperio. ¢Cudl es el porcentaje de ese crecimiento? Para establecerlo de acuerdo con los datos estudiados, no podemos tener en cuenta el répido crecimiento de personal que, coincidente con el notable acortamiento del radio de accién del imperio, se regis- tr6 durante la segunda guerra mundial. Hemos de fijar- nos, por contra, en los coeficientes de aumento obser- vados en tiempo de paz, de lo que resulta un porcentaje de 5,24 entre 1935 y 1939, y de 6,55 entre 1947 y 1954, EI promedio del total es de 5,89:por efento anual, o sea LA TY DE PARKINSON a7 un poreentaje del orden ya sefialado para el Almiran- tazgo entre los afios 1914 y 1928, Seria impropio de un trabajo de esta naturaleza apor- tar abundancia de datos estadisticos pertenecientes a otros organismos administrativos y analizarlos con mayor detalle. Es de esperar que un estudio més minucioso permitiré llegar a una conclusién respecto al tiempo que suele discurrir entre el nombramiento de un funcionario dado y el de los dos o més auxiliares Iamados a ayudarle. Por el momento podemos avanzar que por lo que se refiere al aumento de personal, las investigaciones prac- ticadas nos Hevan a establecer el coeficiente de aumento en un promedio de 5,75 por ciento anual. Sentado este extremo, veamos el modo de formular la ley de Parkinson en términos mateméticos: En todo drganismo de la ad- ministracién piblica que no haya de debatirse en un clima de guerra, el personal empleado tiende a aumentar de acuerdo con la siguiente formula: 2k 41 [ae en la cual k representa el mimero de funcionarios que buscan su ascenso mediante la adscripcién de subordi- nados; I representa la diferencia entre la edad del fun- cionario en la fecha de su nombramiento y la prevista para la jubilacién; m es el néimero de hombres-hora de- dicados a proponer resoluciones en los asuntos planteados en el departamento y n el ntimero de negociados exis- tentes. El resultado'x nos dard el nimero de nuevos funcionarios que habré que nombrar cada aiio. Los ver- sados en estudios matematicos saben muy bien que para hallar el porcentaje de aumento no hay mas que multi- 28 1A LEY DE FARKINSON plicar x por 100 y dividir el resultado por el total de fun- cionarios del afio precedente. Asi, 100 (2k" +0) yn en que y representa la cifra de personal de que se parte. Ahora bien, este porcentaje resultard siempre compren- dido entre los limites de 5,17 y el 6,56, independiente- mente de cualquier variacién que pueda darse en la cantidad de trabajo a realizar, en el caso de que pricti- camente se tenga que realizar alguno, El descubrimiento de esta formula y de los principios generales en que se basa no tiene, desde luego, trascen- dencia politica. No se trata de averiguar si los escalafones de a administracién deberfan 0 no deberian aumen- tar de volumen, Quienes creen que ese crecimiento resul- ta esencial para disminuir el paro obrero, tienen pleno derecho a sustentar tal opinién, Igualmente lo tienen quienes estiman que una economia basada en la mutua lectura de los dictmenes emitidos por unos y otros es una economia de dudosa estabilidad. Probablemente, seria todavia prematuro lanzarse a indagar a fondo la razén cuantitativa que deberfa existir entre los adminis- tuadores y los administrados, si es que esta distincién esté Hamada a persistir. No obstante, dando por sentado que en las actuales circunstancias debe haber una propor- cién méxima que no es posible sobrepasar, no habré de hacerse esperar la férmula que nos indique el nimero de afios que deberdn transcurrir en un pais determinado antes no sea alcanzado el limite maximo. Cualquier pro- néstico que sobre este particular se aventurase, careceria igualmente de trascendencia politica. Hemos de hacer LA LEY DE PARKINSON 29 hincapié en Ia indole puramente cientifica de Ia ley de Parkinson, cuyo descubrimiento, aunque en teorfa pu- diese influir en Jas doctrinas politicas, no ha de tener por ahora consecuencias pricticas. No es misién del botnico la extirpacién de las hierbas dafiosas. Basta con que nos diga cémo se desarrollan y propagan,

You might also like