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EDITORIAL TECNOS MADIID, 2) El aliento de los diablos En un dia despejado en el valle del rfo San Francisco, en Salta y Jujuy, es dificil no detener la mirada sobre la precordillera de los Andes elevandose hhacia el oeste, A principios del siglo XX, un misionero britinico que acaba- bade llegar al ingenio La Esperanza escribié sobre ese paisa: "Las monta. ‘tas con sus colores siempre carnbiantes, a transicién de la sombraa la liz en el follae, el destello de la nieve en los altos picos, son una fuente de Constante delete para los ojos y descanso para la mente” (Hunt, 1912:27) {Los tobas que trabajaban en los ingenios azucareros del vale también con. sideraban que esos certos constituian un paisaje imponente. Provenientes del interior de la llanura chaquena, se referian de hecho alos ingenios y a |i zona circundante como kahagonaGa, “las montafias" Esta visién, no obstante, tenia poco en comtin con una contemplacidn estética, pues las ‘montafias eran para ellos la condensacion espacial de una experiencia de muerte y terror, A principios de 1996, Ernesto, un hombre que estnv0 alli de nino, me dijo que habia una enormne cantidad de enfermedades en los ingenios. Cuando le pregunté por qué, me respondi¢ clavando sus ojos en el piso: No te puedo decit. Es como una enfermedad que te stacaba. No sé qué enfermedades, pero era tremendo, Tipo queto acaba a uno al dia yal ote dia yao iquidsba. Segun cuentan ios bros, on lo diablo que viven en lot cers, Cuando veian a la gene los dalos dectan: “Esta gente de dénde viene?" Yentonces deta: “Vamos ala aaj. Fao eso que desist bro, ‘que hay cantidad de dablos ene cero, que no sabian de donde vesames En este grupo toba, la experiencia de trabajo en “las montatias” consti- tuye un componente central de su memoria social. A mediados de la déca * KahogonaGavarmbin sigalica “trueno" (a letra G representa una postvelar sonora) Entre las tobos del este del Chaco, qasogonaGa es una figura que desencadena tormen. tas y ruenos y que también es asociada con los Andes (Milles, 1975481). Ete fos tobas del oeste de Formosa, el equivalente més cercano es wosag (arco is), tnbing asociado a tormentas pero no alas montafas e BUTT) Gaston Gordillo dda de 1990, relatos sobre hahogonaGa emergian repetidamente entre hom- bres y mujeres de mas de cincuenta afos, que habtan trabajado alli hasta fines de la década de 1960, cuando la mecanizacién de la zafra redujo la demanda de trabajadores temporarios, Incluso gente joven que nunca es- tuvo en los ingenios habia oido innumerables relatos sobre ellos y podia contar detalles sobre la vida de sus padres y abuelos en los cafaverales, La mayoria de los tobas recordaba el ingenio como un lugar de molti- ples excesos: exceso de mercancias, que los hacia retornar cada aoa pesar de lasduras condiciones de trabajo, y también exceso de enfermedad, muerte y tertor. El terror del ingenio se condensa en la vision de que ese lugar estab lleno de seres con rasgos distintivos los diablos(espiritus malignos) que v.vian en las montafas y eran responsables de la alta tasa de mortali- dad entre los trabajadores indigenas; los kiyaGatkp, hombres cantbales que zecortian el Ville de San Francisco en busca de came humana y el Fami- liar, un diablo que habicaba la fabrica y dermandaba la muerte de trabajado- res para reproducir la riqueza de la administracion del ingenio. En este capitelo, examino los imaginarios de temor que permean las memorias tobas sobre los ingenios y la forma en que estas memorias conectan y en- tuelazan lugares distintes. La gente produjo es0s recuerdos cas treinta aos después de que los ingenios dejaron de ser parte de su experiencia directa; yy mis significativamente, cre6 esas memorias estando en sus comunidades nel monte del Chaco. Mi objetivo es anafizar cémo estas desplazamientos temporal y espaciales han constituido memorias y sentidos de espacio y ccémo los imaginarios de diablos y cantbales expresan experiencias de ex- plotacién, alienacién y represion politica S En antropologia, HI diablo y el fetchismo de la mercancia en Sudamerica (41980) y Shamanismo, colonialismo y el hombre salvaje (1987) de Michael ‘Taussg son tal vez los libros mas conocidos, respectivamente, sobre imagi- natios del diablo y sobre la dinémica politieo—cultural del terror en su conexién con formas capitalistas de explotacion. Estos libros, no obstante, son teméticamente independientes el uno del otro y Taussig no ha analiza- do explicitamente la conexign entre ambos textos, en particular, entre el "SB y el feichismo dela mercancta en Sudamercaes un andisisestimulante y asu ‘ver controvertido sobre las conexiones entre los imaginarios del diablo, el fetichismno de las mercancias y la explotacion capitalista en el valle de Cauca, en Colombia, yen las misas de estano de Bolivia. Shamanism, colonalismo y el hombre salvaje es wn Hideo ‘mis ambiciosa y experimental: na etnografiahistorica y deconstrutiva sobre la di Ieeticaente el terror causado por el auge del caucho entre los grupos indigenas del ro Pururmyo (en as tierrasbajas de Colombia y Pera) y la conformacion del shamanismo “ Emel Gran Chaco: Antropoogias e historias diablo y el terror” En este capitulo, me interesa justamente explorar dicha conexién y analizar de qué manera experiencias colectivas de terror infor- rman la creacion de imageres del diablo. Aqul, intento responder esta pre- gunta retomando algunos de los debates abiertos por el trabajo de Taussig yy yendo mas alla de lo propuesto por él, a diferentes niveles. En primer lugar, mi anilisis se centra en experiencias de tertor istori- ‘camente diferentes las analizadas por Taussig (1987) con respecto al boom del caucho en la zona del ro Purumayo, en el Amazonas peruano y colom- biano. El terror que permea las memorias tobas de los caftaverales no est asociado a masacres y formas sistematicas de tortura; mis bien, es un mie do a la muerte producido por duras condiciones laborales,altas asas de enfermedad y mortalidad y represion politica. Sin embargo, como intenta- ré mostrar, la naturaleza cotidiana de este miedo no lo hace menos profun- do que el resultante de formas mis sistematicas de violencia, Sil teror es una forma de dominacién basada en el horror y en el miedo intenso a la muerte (Perdue, 1989), puede considerarse que la experiencia toba en los ingenios estuvo marcada por formas de terror. Este tipo de temor es parte de una experiencia compartida, de diferentes maneras, por grupos de tra- bajadores en todo el mundo (ver Marx, 1976:389; Ong, 1987, Pena, 1997). Asimismo, la inscripcin éel miedo en pricticas laborales cotidianas tiene efectos profundos en la produccién de subjetividades. Como lo senalara Gavin Smith, el miedo puede estar “tan emocionalmente cargado de signi- ficados como una circuncision, un tatuaje en el resto u otras manifestacio- nes de ‘especificidad cultural” (1989-220). En este capitulo, examin cémo esta particular experiencia de terror crisalizada en el miedo a ciablos se relaciona con la produccién de lugares y memorias. Muchos de los autores que han analizado imaginarios sobre el diablo han hecho referencia a sus dimensiones espaciales, seialando, por ejemplo, que diablos o espritus malignos aparecen asociados a sitios como ingenios azucareros, minas de estafo, fabricas aserraderos (Crain, 1991; Gould, 1990; Morote Best, 1988; Nash, 1993; Ong, 1987; Taussig, 1980) De la misma forma, los lugares tienen una presencia latente en el libro de ‘Taussig, Shamanismo, coloniaismo y el hombre salvaje. El terror asociado al auge del caucho se desencadend en el Putumayo, en la selva Amazénica, mientras la curacién shamdnica que lo contrarresta y que gana fuerza a como una practic con componentescontralegemonicos. En ambos libres, Taussig, analiza el ftichismo de ls mercancias, pero en Shamanisma est aalisis no inluye la imagen del diablo sino el llamado “fetichismo de la deuda” creado para explicar las relaciones ene indigenas y empresas de caucho, 6 Maunip Gaston Gorillo panir de él, est sltuada en otto lugar: en las colinas, valle ytierrasaltas de Jos Andes colombianos (Taussig,1987) Si bien estos trabajos se centran legitimamente en tratar de analizar otras cuestiones, asu vez dejan una importante pregunta sin contestar: De «qué manera estos imaginarios sobre el diablo y estas experiencias de terror ‘moldean la produccin de lugares en tanto localidades cargadas de signifi- cados? Doreen Massey (1994) ha sostenido que todo lugar es producido a traves de relaciones y précticas sociales que lo conectan con otros higares (cl. Gupta y Ferguson, 19972). En estas paginas, me interesa mostrar que estas conexiones son parte de una dialéctica que, siguiendo a Theodor Adorno (1973), es eminentemente negativa: esto es, una dialéctica que crea lugares en terminos de lo que no son en relacion con otros lugares. En este caso, me propongo mostrar que estas conexiones negativas son produ- cidas a través no s6lo de migraciones laborales sino tambien de la memo- ria, en un proceso en el que el acto de recordar es tuna fuerza cultural en la constitucion del monte y los ingenios como localidades definidas histéri- camente. En particular, nalizaré cémo la miemoria del miedo, la enferme- dad y la muerte que tnuichos tobas proyectan sobre los ingenios es produ- cida a través del contraste con su experiencia en el monte chaqueio. Al final det capitulo, examinaré cdmo esta memoria configura el monte como un lugar de salud, curacién y resistencia que esta habitado por diablos que, a diferencia de aquellos de los ingenios, establécen relaciones de reciproci- dad con los tobas El trabajo al pie de las montafias Los tobas del rio Pilcomayo fueron incorporados a la fuerza laborai de los ingenios del Valle de San Francisco a principios del siglo XX, proceso aque fue cas simultaneo al asalto militar sobre el Gran Chaco. Esta incorpo- racion transforms gradualmente a los hombres y mujeres tobas en trabaja- dlores estacionales y también reconfiguré su prictica como cazadores-reco- lectores en sus territorios. El hecho de que esta regin no fuera afectada por una expansién agraria les permitié continuar cazando y recolectando, peto bajo nuevas constricciones que transformaron la dindmica y los signi- ficados de su experiencia en el monte. Ello incluy6 la llegada de poblado- res crollos, enfrentamientos con el Ejército (ver capitulo 1) y la fundacién de una misién por parte de misioneros anglicanos en 1930, solictada por los mismos tobas con el objeto de contar con un espacio de proteccion frente a los militares y los criollos “6 En el Gran Chaco: Antopologiss €hioras St bien inicialmente las migraciones a kahogonaGa eran esporidicas, en forma gradual se entrelazaron con nuevas formas de necesidad, en in pro- ceso en el que la adquisicion de mercancias (armas de fuego, ropa, utensi- lios domésticos) creo una mayor dependencia al trabajo asalariado. Hacia 4a decada de 1930, las migraciones laborales se habian vuelto regulares y ‘masivas. Mientras que en las décadas anteriores los tobas habtan sido re- clutados por los ingenios Ledesma y La Esperanza (Jujuy), a partir de en~ tonces comenzaron a trabajar mayormente en San Martin del Tabacal, cer- ca de Oran (Salta). Estas migraciones involucraban entre fa mitad y tres tema particularmence doloroso en Jas actuales memorias. En 1996, Danie la, una mujer de unos sesenta afos, recordaba: “Cuando nos ibamos al Ingenta, casi todos los chicas morian abt. ¥ cuando volviamos, todas las tnujeres loraban por sus chicos’. Elhecho de que ls nities sean recordados como las principales vietimas de los peligras de! mgenio condensa la vision de que este tuger amenazaba no solo vidas individales sino tambien su reproduccién social. Mucha gente sostiene qué las migraciones a Tabacal practicamente los diezmaron como grupo. Una vez Je pregunté a Andrés, in hombre de unos eincuenta aos y actualmente tn agricultor, si mucha gente tba al ingenio. Me respondio: “iUh! ;Muchat Por eso, cods te gente que es casi de mi misma edad, ahi es donde se termins la gente, en el ingenio San Martin, Por eso has visto que somos poquitos, porque trabajabamos ert et ingenio, Cuando volvta fa gente de alti, codos los chicos se habian muerto. Se morian: chicos, nenas, grandes. Se iba achicando la gente Desde comienz0s del siglo XX, numerosos informes dacummentaron las altas tasas de mortandad entre Jos aborigenes en los ingenios del Valle de San Francisco. En 1917, un inspector del Departamento de Trabajo escri- ° a ‘Gaston Gono big: "La moralidad indigena en dichas primeras semanas adgolere propor Clones pavorosas. Las familias y las tribus se diezman, se reducen lastino. samente, ‘ise pudiera investigar cusntos dejan alli la vida —me escrbia un Irsloneroarnigo-la cia seria de espanar’(Nikkson,1989°65). En 1958, ‘una mujer inglesa que trabajaba en la mision anglicana sobre el Pleomaye enoso ver los campamentos hacinados |... ly] el ntimero de personas enfermas" (Kitchin, 1958:26). Otros misioneros informaron sobre ef alto namero de muerte de nifos y bebés. Uno de ellos descibio el ingenio commo un “cementerio de bebés" (Fox, 1958:24-25; cf. Bradberry, 1958:58, Tompkins, 1958:90)."" En 1996, Emesto recordaba que la gente enterraba a sus muertos en Ios bosques que rodeaban a los cafaveale, pero que al fio siguiente éstos eran por lo general desmoncados para plantar cana, Y agrego: “En el ingenio, deben haber muchos esqueletos en el medio de los cataverales", Las referencias alos huesos de su propia gente esparcides en los canaverales son tambien comunes en la memoria social de los wicht (Segovia, 1988:161, 163, 165) y son una expresiongrafca de la percep- ion de que los aborigenes etabandejando ene ingenio su bien ms pres clado, sus propios cuerpos, que eran literalmente devorados por los cam, pos de cana de aztear. ee Sin embargo, la alta tasa de mortandad o la amenaza de los diablos no Parecian disuadir ala mayoria de os tobas de dejar dei al ingenio. Much gente recuerda ta enfermedad y la muerte en Tabacal como heches dua Beto inevitables, y algunos me dijeron con una clea resignacin que era Poco lo que podian hacer. Como me coments Marcelino, un lider politica de unos cincuenta aftos: “Cuando llegtbamos alla, habia no s¢ cwanies ‘muertos, Uh! Muchos murieron alien el ingenio. Mucha peste, Gastdw ttucha peste. Erajdidoelingenio, pero igual tbamos nosotros. No pensi. >bames en morit Si alguno se moria, se moria’ El deseo de obtener bienes En 1967 on nfo tab capctad por ls mie isons rei que 24 nts cua adios eneton ee ato eh Taacl (le nt oe pees ena pesnae)Hasta ica roe odo encontrar casdaree ene noe de muesli ys prob ues Cas Gin nore major dea mts peeing eee om en os putes de Aric, nals a ce malades pone Pps ‘sab problemen ecoas 5 ade deere tn ee eds sinless msn sls los pee eae fs las epdemas mis comune anu stampion yeaa see South American Mision Sete 15384) Sirembarpy miablorn eee 50 > Enel Gran Chaco: Antopalogis¢ historias rmanufacturados, acrecentado por la reciente incapacidad de garantizar su reproduccion social solo a raves de la pesca, lacaza y la recoleccion, pare- ce haber sido mas fuerte que la posibilidad de morir. De hecho, mucha gente enfatiza en sus relatos la abundancia de mercancias en San Martin del Tabacal (ver capitulo 3), de alguna manera ocultando el horror que este lugar evoca en su memoria y como si con ello trataran de compensar anti suas experiencias de sufrimiento. El retorno ciclico a los ingenios no significaba que muchos tobas no trataran de contrarrestar esas condiciones de diversas maneras. Algunos recuerdan que para proteger a sus hijos muchos adultos no los llevaban a kahogonaGi, siempre que algtin parience pudiera cuidarlos en sus comuni- dades. En Tabacal, también contaban con el poder protector y curador de sus shamanes. Algunas personas recuerdan que a la noche se ofan los can- tos de varios ploGondg (shamanes) tratando a gente enferma, Sin embargo, la gente concuerda en que el poder de aquellos era solo parcialmente elec- tivo contra tos payalk. Y la mayoria de las veces el hospital de ingenio no proveia tratamiento a los aborigenes. Cuando las condiciones se volvian insoportables, alguna gente simplemente dejabael trabajo y abandonaba el ingenio. A fines de 1995, Segundo, un hombre de unos ochenta afis, me conto como huyé de fos diablos que azolaban su campamento: “En ese lugar, hay de mas diablos. De mas, un monton. Ingenio Tabacal se lama ese lugar, Mucha gente ha muerto, porque los diablos mataban a la gente, alas mujeres, alos chicos. Ese dia saltan moscas, negras, mosquitas, un montén. Uno murié y yo me disparé a Orin. No volvi al ingenio. Yo he dejado el ingenio. Me he escapado porque tiene muchos diablos”. Los payak de las montarias no eran el tinico peligro que acechaba en la zona, Muchos recuerdan que un grupo de hombres particularmence peli- grosos habitaba el Valle de San Francisco. Estos eran altos, tenian largas barbas, usaban pedazos de tela enrollados alrededor de sus cabezas y eran ‘muy ricos. También eran canibales. Los hiyaGatkpt De acuerdo con numerosos relatos, los kiyaGatkpt (los comedores) eran tun grupo de gente que habitaba los alrededores de San Martin del Tabacal ¥ cuyo rasgo mas notable era que se alimentaba de carne humana. Los ° Kiya ‘omedor y pies un suijo plural. KiyaGaih es tambien el nombre del escarabajo que los shamanes envisn dentro del everpo de la personas para casat tuna enfermedad. La enfermedad, y el dolor resultane, son causedes por el escarabajo allcomer carne dentto del cuerpo. n

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