You are on page 1of 214
Directora de ta Coleccion: Silvia Geller Comité editoriat Sect Marina Recalde Angélica Marchesini Fain Naparstek Raquel Vargas Colabord: Graciela Esperanza Director responsable de la publicacién: Leonardo Gorestiza El Instituto Clinico de Buenos Aires es miembro de la Red Internacional del Instituro del Campo Freudiano, y tiene su sede en la Escuela de la Orientacién Lacaniana Los inclasificables de la clinica psicoanalitica Instituto Clinieo de Buenos Aires / Paidés Cubierta de Daniel Iglesias y Asociados Foto de tapa de Frank Wolf ‘Tradvecién de Nora A. Gonzélez 150.295 tae ISBN 95012-88013 |. Miler, Jaeques-Alain - 2. Psicoanslisis I" edici6n, 1999 2° reimpresién, 2005 ‘Reservas udorladevechos Queda igureaments proba, saa autaiacion ia de al coprishi, bao las sancinesextablecas en Ins lees, a reproduccita par Queda hecho el depésito que previene Ia ley 11.723 Impreso en Argentina - Printed in Argentina Impreso en Color Efo, Paso 192, Avellaneda, en septiembre de 2005 Tirada: 750 ejemplares ISBN 950-12's801-3, indice Nota a la edicién castellana ‘Silvia Geller |. El conciliébulo de Angers (Efectos de sorpresa en las psicosis) Prefacio ......2.. APERTURA, De la sorpresa al enigma (Jaequtes-Alain Miller... 0 ces nen cee es ee wee ee Los APRIETOS DEL SABER Elogio de la presentacién de enfermos Claude Léger a El amor de las voces Mireille Dargelas ..... 5 Paradigma de desencadenamiento Philippe De Georges... wean Primera discusién Los aprietos del saber . . LA MUERTE DEL SUJETO El goce alucinatorio Ememarutl Fleury occ ce eevee ve te vee eee ee cene 29 41 47 La homofonia delirante Laurence Forlodow 1 La exaltacién maniaca Pablo Fridman y Daniel Milas . 81 Segunda disc La muerte del sujeto 0... 0.06202 ce cece ee ee eee en ee ee 89 EL AGUJERO Y LO REAL Una mujer armada Victoria Horme-Rein0so 6.00.60 00 eevee ces carol otience 101 Una nifia mortificada Nancy Katam-Barwell ..... 4 uu Cura de un mutismo A Gabriel Lombardi .. 117 Una epidemia norteamericana Jean-Claude Malewal , rece tet teeta 125 Los beneficios del-fuera de sentido Daniéle Rouillon ..... 141 La biblioteca del Oro Pierve Stvé Cp aaa a aaa 147 Un punto de forclusién Patvicia Zavetsky ... 02.0.0. se ec ev eee eeees Fe sbogn 153 La prictica entre varios Marrio Zerg her 2 20: 8 ER OR 159 Tercera discusiés el Geuierey loreal: Ce awe, SBN) Oe AE See 165 CreRRE Vacio y certeza Jacques-Alain Miller 0.0.0.0 ce eee eee -. 189 Il, La conversaci6n de Arcachon (Casos raros: Los inclasificables de la ica) Los TExTos Un caso no tan raro Jean-Pierre Deffiewe 0.00.00. Un sujeto en la nebulosa Hervé Castanet ......... Una suplencia rara Carine Dama sy yee sigan trea Inclasificable o singularidad Dominique Locatelli Un caso contemporaneo Francois Lechertier . Inclasificables intervenciones Bernard Seynbaeve Su paps no esté ahi Héline Mniestris Abordajes de la letra Jean-Pierre Rowillon 6.0000 00e cece tee ee ees Historia de ojo Pierre Naveau 0.0... 0.000 A NR De una mancha a la otra Camille Cambron oo... Jeulaieieaeioenneeemes Sorpresa y certidumbre José-Luis Garcia-Castell El significante amo no clasifica Gabriel Chantelauze El au(toma)tismo mental Frangoise Josselin .. 197 201 209 213 221 227 233 243 249 255 259 263 269 277 Una familia desgarrada Dominique Vallet . “Tener paz Jean-Louis Aucremanne ‘Un asunto clasificado Isabelle Lesage Cortes significantes Jeanne Joucla .. Carta a los participantes Jacques-Alain Miller La CONVERSACION 1. Apertura . 2. Los casos de Defficux y Castanet 3. El aparato del sintoma . 4, Matema de la nebulosa . 5. La clasificacién La Sagna . 6. Intermedio 7. Conversacién sobre una pestafia . 8. Charla sobre las incisiones 9. Mesa redonda sobre la mancha . 10. El goce en el proceso simbs 11, Precisiones ico 12. La bolsa de los jnclasificables 13. Ultimo todo de palabra 14, Cierre ... REFERENCIA Ensefianzas de la presentacién de enfermos Jacques-Alain Miller 10 313 417 Nota a la edicién castellana El presente volumen es el testimonio de dos conversaciones sobre Ia clinica psicoanalitica en las que participaron estudiantes y do- centes de las secciones clinicas de habla francesa. Tuvieron lugar en Francia en 1996 y 1997. El libro es una traduccién de Le Con- ciliabule d’ Angers y La Conversation d’Arcachon, publicados original- mente en francés en Ja nueva coleccién de Ornicar?, Le Banquet des Analystes. Fueron muchos los que intervinieron en estas dos conversaciones clinicas, y es lo que ustedes encontraran aqui: una serie de casos seguidos por una discusién que revela cada vez lo que se puede extraer como una ensefianza para nuestra prictica. En definitiva, la interseccién que produce lo nuevo del caso con la serie ~gconstitutida a partir de nuestra experiencia? demuestra la necesidad de volver a pensar las categorias con las que se maneja el practicante del psicoandlisis. Pero si el libro esti dedicado a la psicosis, entonces la pregunta obligada es qué pasa con las otras estructuras. Una de las conse- cuencias de la discusi6n lleva a considerar las nociones de continui~ dad y discontinuidad para producir una formalizacién de la clinica. Evidentemente se trata de un clinica psicoanalitica en movimiento. Jacques Lacan se refiere a esto en su «Acto de fundacién» (1964) cuando en la «Seccién de psicoanilisis aplicado» sefiala que Jo que sostiene la praxis es «la critica de sus indicaciones en sus re- sultados y [...] 1a puesta a prueba de los términos categéricos y las, estructuras>. Estd claro que este libro no pretende construir nuevas clasifi- caciones 0 desechar anteriores, sino situar, como lo formula Jacques-Alain Miller, dos momentos en la clinica: un momento nominalista, en el que recibimos al paciente en su singularidad, sin compararlo con nadie, como lo inclasificable por excelencia; y un segundo momento, estructuralista, en que lo referimos a tipos de sfntomas y a la existencia de la estructura Si bien hubo un afio entre el Concilidbulo y la Conversacién, la reunién de los dos voliimenes en uno se debe a que este tiempo pa reciera haber funcionado como un intermedio. Es evidente, si- guiendo la lectura de los casos y las respectivas discusiones, que los principios planteados en la primera ocasi6n fueron retomados en la segunda. De ahi que optaramos por el titulo de Los inclasificables de la clinica psicoanalitica -parte del subtitulo del segundo volumen-, puesto que se nos presentaba como la primera conclusién con la que se podia leer este libro, desde el comienzo hasta el final. Sita GELLER 2 1 El conciliabulo de Angers (Efectos de sorpresa en las psicosis) Prefacio = sQué es esto? ;Otro libro sobre ta locura? ~Digamos, més bien, las actas de un encuentro que reunié aun centenar de ensefiantes, y otro tanto de estudiantes, de todas las secciones clinicas de habla francesa. aplasia? “La Seccién Clinica de Paris fue fundada por el doctor Lacan en 1977. Ofrecia, primero quizds a los jévenes psiquiatras en for- macién, una ensefianza de la clinica psicoanalitica, a la vez clara y Figurosa. La férmula gust6 tanto que en veinte afios se multiplics por todas partes en Francia y en el mundo. Esta reunién en An- gers -los dias 6 y 7 de julio de 1996~ fue una oportunidad para de- batir sobre las psicosis. ~3En resumidas cuentas, un cologuio? -Si quiere, pero antes que se pa- §e6 solo por el mundo y llegé a buen puerto un afte después sin haber hecho estragos; y henos aqui esta tarde a la buena de Dios. Orrs hipéresis. No solo tenemos que ser los sorprendidos, sino también los sorprendentes. En la interpretacién, en efecto, se es~ pera del analista que sea el sorprendente. ‘También sobre este punto Nancy Katan eligié una cita de La- can, que tuvo resonancias en mi: «Ienemos que sorprender algo cuya incidencia original fue marcada como traumatismo». No se trata aqui del analista como el sorprendido, tampoco como el sor- prendente, sino del analista como el sorprendedor ~no es una pala- bra de la lengua, pero esté formada de tal manera que se entiende de qué se trata-, ¢ incluso el sorprendedor de lo real, porque aquello cuya forma original es traumatismo es lo real. Por qué tendrfamos que sorprender lo re: volver siempre al mismo lugar? Deberia bastar con esperar el re- toro periédico. Sin embargo, si lo real vuelve al mismo lugar, es también lo que para el sujeto no puede no ser evitado. En este in- tervalo hay un espacio para que el analista sorprenda indirecta- mente sus emergencias fugaces. En seguida se plantea el problema de saber si el psicético tiene relaci6n con la sorpresa. ¢La forclusién permite la sorpresa? No se necesita represién pars que haya sorpresa? Se podria pensar, en una particién de tipo biblico, que el neurético tiene la sorpresa y el psicético, el enigma. ‘Alguien a quien no conozco, pero que dentro de poco tendré la oportunidad de conocer, Emmanuel Fleury, de Lille, ha intentado repartir la sorpresa entre neurosis y psicosis: «El neurctico ~dice~ se hace sorprender por lo simbélico, mientras que el psicético se hace sorprender por lo real». La f6rmula es discutible, pero tiene el mérito de impresionar. Entonces, gnosotros podemos seguir Sorprendidos? Nosotros, la banda que fo:mamos, y que es la prolongacién de una banda ori- ginal formada hace veinte afios. Por un lado, para una claboracién y para su transmisién, es un Gxito: jhablamos el mismo lenguaje, amigos mics! Los que estén en las secciones clinicas como ensefiantes y los que estan en las secciones clinicas como participantes, los que Ilegan de Marsella, 19 LOS INCLASHFICABLES D& LA CLINICA BSICOANALITICN del norte, del este, del oeste, de Buenos Aires también... hablamos completamente el mismo lenguaje. Era por otro lado el ideal del Instituto del Campo Frendiano, si confiamos en un breve fragmento de texto que yo habia escrito en 1991 para las secciones clinicas de Barcelona y de Madrid, titulado «Tesis sobre el Instituto en el Campo Freudiano», donde de Insistencia de Lacan: renovar el Departamento de Psicoandlisis (1975), exigir un DEA, un doctorado (1976), crear la Seccién Cit nica (1977). Inventé el Instituto a fin de continuar en Francia yen otros lugares por este camino que es el de Lacan. ¢Por qué es ne- cesario? Porque el discurso analitico tiende ineludiblemente a destruirse a sf mismo. El saber supuesto, que sostiene al psicoani- lisis, también lo socava. Por eso sc necesica un lugar donde el saber expuesto ponga un limite. El Instituto es ese lugar. En él se verifica por excelencia la transferencia de trabajo. = ‘Terminaba diciendo: El Insticuto conserva siempre algo ar6pico. As{ como la Escuela se particulariza, se-adapta a los limites de cada ciudad, regiGn, pais; del mismo modo el Instituto intenta ser el mismo en todo lugar, ‘como el matema. Se ha conseguido: trabajamos de la misma manera, tenemos las mismas referencias, de Buenos Aires a Angers, y en otros lugares. Es nuestro logro, pero en este universo homogéneo que hemos creado, ztodavia podemos ser sorprendidos? Y ademas: gqueremos ser sorprendidos? Seria inquietante que se abriera paso una volun- tad de no dejarse sorprender. Pude sefialarla, ¢ incluso estigmati- zarla, después de las tiltimas jornades de la Escuela. Se necesita cierto deseo de sorpresa, de ser sorprendido. Y es preciso ese deseo de ser sorprendido para poder sorprender tam- bign. Se opone a esto una voluntad de control a cualquier precio, de sujecién, Pero es vana: eso se agita. Ahora dedicaré un poco de tiempo a oponer la sorpresa al enigma, _ Habja elegido para un ciclo de conferencias de la Seceién Cli- nica de Paris el titulo «La experiencia enigmética», en referencia a 20 Dé Ua SORPRESA AL ENIGHA un pasaje de «De una cuesti6n preliminar...», pdgina 520 de los Es- tritos. Durante la primera sesi6n del ciclo ofteci un comentario de dicho pasaje, que tuve la oportunidad de retomar en mi curso de la semana siguiente, y que circulé en el Campo Freudiano. No voy a retomarlo, sino desplazarlo. Es, en efecto, un punto nodal. «De una cuestién preliminar...», el gran escrito de Lacan sobre la psicosis, nuestra referencia, esta todavia bajo el dominio teéri- co de «La instancia de la letra...». ¥ si comenté ese texto tan ex- tensamente este afio, fue para oponerlo a los tiltimos desarrollos de Laca La instancia de la letra...» descansa sobre la nocién de la arti- calacién, ¢ incluso de la articulacién causal, entre el significante y el significado: S — s. Fl significado aparece como funcién del sig- nificante. La composicién de los significantes entre ellos, segiin se haga bajo-la forma de la sustitucidn, S/S, o bajo la de la conexién, S...5, engendra un efecto de sentido de tipo metaférico ~emergen- cia, (+) s-, 0 metonimico —retencién y fuga, (-) s. ‘Ahora bien, el enigma cuestiona precisamente la relacion del significante con el significado, constituye una ruptura de articula- cién entre ambos. No se consigue pasar del significante al signifi- cado: $ //s. Por eso el enigma aparece como un tercero respecto de la pareja de la metfora y de la metonimia; pone a prueba la re~ lacién del significante con el significado, es incluso la evidencia de su no relacién. Qué es el enigma? Algo es reconacido como un significante, es decir, como que quiere decir algo ~es el sentido mas simple de la palabra significante: S — (...). Que eso quiere decir es evidente. Pe- ro /o que eso quiere decit no puede ser enunciado, queda velado, falta, El enigma obliga asi a la particién del espacio semntico. ‘También obliga a darle una temporalidad. Primer tiempo, se reconoce que hay significante, que eso quiere decir algo. El segun- do tiempo es fara enunciar /o que eso quiere decir, y cuando no se puede, es el enigma. En este sentido, el enigma est4 en el principio mismo de la dis- tincién entre significante y significado. Es el ejemplo de los jero- glifices. Reconocemos los jeroglificos como significantes, no de- cimos que el viento ha tallado en la piedra relieves extraordinarios Pensamos que es un escrito, pero no logramos leerlo. ‘Ocurre que uno se debate por saber si un elemento, tal cosa, tal 2 105 INCLASIFICABLES OF LA CLINICA PSICOANALITICA eso, €5 0 no es un significante. ‘Tan pronto como estén un poco ais- ladas, las piedras adquieren para ustedes un airecito de significan- te. Cuando caminan por Fécamp, a la orilla del mar, Sobre un mon- t6n de piedras, no piensan que son significantes, sino piedras que lastiman los pies. En cambio, cuando una roca se destaca un poco, sobresale, presenta un relieve fuera de lo comin, como en Etretat, uno se pregunta: zel azar pudo haber producido eso? Entonces, de- bate para saber si un elemento es un significante 0 no lo es. A veces se juega a mezclar ambas cosas. Piensen en la torta de cumpleaiios. Se escribe algo sobre ella, que en el fondo dice: «Pri- mero se debe leer como significante, y después comer como tor- ta». Hay que hacerlo en ese orden: si comen en seguida su torta de cumpleafios, ya no podrin leer lo que esté escrito encima. A ve- ces dudamos. Cuando es de caramelo y cuando uno no sabe leer bien, cuando se es un nifio, antes de haber descifrado la palabra. ya la hemos tragado. Es lo que evoca el «Comer el libro» del Apoca- lipsis. Si después de haber reconocido algo como significante, por ejemplo los jeroglificos, no se logra saber lo que eso quiere decir, tenemos el enigma: en el lugar de la significaci6n, un vacio. Sin embargo, este vacfo no es absoluto; es un «falta en su lugar», vacio que se produce en el lugar donde se esperaba la significa- cién. Entonces, nos queda algo, la significacién de haber reconoci~ do el significante como un significante. Es lo que expresamos diciendo: «Eso quiere decir algo, pero no sé qué>. He aqui lo que Lacan designa como la «significacién de significacién. Es la pura intencionalidad del significante, el puro «eso quiere decir». ¢Por qué esta significacién de significacién es certeza? Es que eso quiere decir tanto mas cuanto que no se sabe qué ~a partir del momento en que se sabe, se puede comer la torta. Imaginen jero- glificos trazados sobre su torta de cumpleajios. {Es terrible! jEspe- rar para comerla a que llegue Champollion! O, en tal caso, sacar una foto. Mientras no se ha descifrado el significante, se lo preserva. Una vez descifrado, si esto es posible, comenzaran las argucias sobre la significacin. /Termina la certeza! ‘Hay aquf una particién semntica que se debe precisar. Primero algo es reconocido como significante, se sabe que hay significado, aunque no se pueda desplegar la significacién. Para 22 DE Ut SORPRESA AL ENIGMA orientarnos propongo distinguir el quod y el quid del significado, el fo quey el que, oposiciOn que interes6 especialmente a Jankélévitch. “Tal vez es mas claro en el campo de la percepcién. Reconozco que hay algo, un Erwas, un algo en general ~pero que alli se encuen- tra en particular-, reconozco que hay una materia fisica, una existen- ‘ia, pero no tengo sin embargo el concepto. Es el quod sin el guid. "Esta diferencia se explota en Ia literatura y el cine fantdsticos. Qué intenta hacer el artista si no presentarnos un quad, una exis- tencia, y demorar al mximo el momento de decir el quid? Presen- ta seres ambiguos, sombras ~cf. Edgar Allan Poe, etcétera-, algo que se puede caracterizar como informe ~el cadaver que camina, el muerto vivo, el ser cabalgando entre varios conceptos, y por eso in- situable. Y se espera. No se tiene el guid. Se sabe que es, pero no se ‘sabe lo que es. Ocurre que al final se’puede poner un nombre. Es exactamente lo que se produce aqui: esti el quod del significa- do, pero no se ene el guid de la significacin. Y cl enigma destaca esta ruptura, rotura, fractura, en el seno del espacio seméntico. Esta fractura s6lo se produce una vez, por poco que el significa~ do que se obtiene primero esconda otro. Un significado, como un tren, siempre puede esconder otro -lo que hace que un mensaje descifrado pueda muy bien ser un enigma, como sefialaba Lacan. Era lo que pasaba con los mensajes de radio de Londres a la Resis- tencia: se envia un verso de Verlaine, este anuncia el desembarco. ‘0 entre el Decirlo de este modo permite percibir el parent del deseo efecto de certeza y lo que surge como angustia a pai del Orro. Elefecto de certeza esté en una posicin exactamente homélo- gaala del afecto que hace surgir el significante enigmitico del de- seo del Otro, a saber, el afecto de angustia, que Lacan define co- mo lo que no engaia: S (K) > angustia. Esta tinica definicién es adecuada para subrayar las afinidades entre Ia angustia y la certeza. De alguna manera dice: Ia. angustia es la certeza. @or qué la angustia no engaiia? Porque no dice lo que es el objeto. Esté en relacién con la falta en el Otro, pero no dice lo que esta ¢5; no sostiene un discurso, no est ensefiando, como yo. La angustia equivale simplemente a la significacién de significacién. No despeja el quid, es pura relacién con el quod, 23 Los INcLASiFicamLEs DE LA ci La significacion de significacién es certeza y también angustia, en la medida en que escapa a los deslizamientos, resbalones, apro- ximaciones, imagenes, falsos semblantes, del discurso y de su re- térica La retérica les permite hacer travesuras ~aprovechen— hastz ese Mamado al orden que constituye la angustia, en tanto que es el afec- to correspondiente al significante enigmatico del deseo del Otro. Eso, eso no engafia, dice Lacan. ;Qué engafia? Los otros afec- tos, siempre desplazados. Pero fundamentalmente lo que engafia ¢s la relacién del significante con el significado: S 0+. Aqui no se puede proferir ningtin «Eso no engafies. En cuan- to hay relacidn entre el significante y el significado, eso engaia, y uno se engafia todas las veces. Esta relaci6n como tal supone el en- gallo, es engafiosa, sofistica. En cambio, alli donde esta relacion no se establece, el significan te juega su partida de su lado; y del otro, no hay una significaéién que despliegue sus espejismos, sino solamente la certeza y la angus- tia de que eso quiere decir alguna cosa sin que se sepa qué. Alli se pasan por alto todas las metéforas y metonimias de la ret6rica Sin duda se dice-de $ de A tachado, S (A), que es un significan- te sin significaci6n, pero también se podria decir que es un signi- ficante con la significacién de significacién. Si conservamos el nombre de significante, es porque lo ligamos a una significacién. Esa significacién de significacion, asf como los fenémenos que la reflejan en distintos érdenes, como certeza y como angustia. De este modo, el significante del Otro tachado tiene un corre- lato de significado, que es un significado paradéjico, y es lo que rastreamos: s (A). Esto me Ileva a pi la sorpresa al neurético. En lo que se refiere a la psicosis, la doble barra que impide la comunicacién entre el significante y el significado revela la emer- gencia del significado del Otro tachado, suerte de significado suplementario, fantasmitico, que aparece bajo la forma de fend- menos de angustia o paroxisticos, y que es de alguna manera el precio de.la psicosis, Estudiaremos un ejemplo de esto con Philippe De Georges. Se trata de una sesi6n tinica, en la que alguien cuenta el momento de giar el enigma del lado psicético y dejar 24 De LA SORPRESA AL ERIGNA desencndenamiento de su psioss, cuyo resorte es wna plabra de sds por parte de la pareja. En seguida, por una reaccién en cade~ na, el signficante y el significado se separan. Asi como se necesi- ta un punto de basta para clavar los significantes en los significa~ dos, del mismo modo, si se lo toca en un solo punto, se puede ha- cer temblar el conjunto del sistema significante-significado de un oo lai puisodieee ac relucian enone el significante y el signi- ficado es fluida: el significante se borra de inmediato, mientras uno se pasion por la significacin desplegada. Sin embargo, b- jo la forma de la sorpresa, a pesar de todo sc logra recuperar algo el enigma, Digamos que Ia sorpresa restituye al neur6tico algo de la separacién entre el significante y el significado. La sorpresa es en este sentido una forma atenuada del enigma, y es entonces cuando estamos més cerca de la verdadera salud mental cuando percibimos que el significante no es transparente ni evanescente, que tiene su propia densidad, que no muere en los brazos del sig- nifieado que engendra, que los significantes solo hablan a los significantes. : ‘i Los significantes se entienden entre ellos, como comprendie- ron perfectamente cierto niimero de psicéticos ~y en general es- tos significantes conspiran, no quieren nuestro bien. Este destello de lucidez Jo tenemos en Ia sorpresa, donde recuperamos algo de la separacién del significante y del significado. En esta perspectiva lo normal no es Ia articulaci6n del signifi- cante con el significado. La norma es el enigma. Por lo tanto, es preciso dar cuenta de muchas cosas que antes se consideraban basicas. Ese fue todo el esfuerzo de Lacan para pasar al revés de «La instancia de la letra... He aqui el punto de partida que propongo. Ahora pasemos a las exposicionés. ne ees hibiles condujeron a distribuir el mimero de exposi- ciones por secci6n clinica, en funcién de su ntimero de inscriptos, de su antigiiedad, del deseo de las personas. Esta mezcolanza dio sin embargo catorce exposiciones, unas més interesantes que otras. Michel Jolibois habia inventado un programa. En un mo- mento de debilidad pensé: «Debe tener razén». En un segundo momento pensé: «Aun cuando tenga razén, lo que es muy proba~ 25 LOS INCLASIFICABLES DE LA CLINICA PSICOAMALITICA ble, tengo Ja sensacién de que es mejor el orden alfabético». Re- cién después lef los trabajos, apenas esta semana, y me parecié es tupendo cl orden alfabético. Tyehé y axctomaton coiticidian. Haré sin embargo una pequefia excepcién en el orden alfabéti- co. Habfamos dispuesto un poderoso sistema significante para ob- tener los textos a tiempo. Como saben, es may dificil extraer los textos de las personas: algunos se olvidan por completo del asunto y se sorprenden mucho cuando Ilega la fecha limite, otros reescri- ben indefinidamente su texto. Esta vez habiamos elegido términos bastante categéricos, y todo el mundo entendid nuestra seriedad. Es notable que con semejante sistema haya habido no obstante uno que consiguié librarse y entregar su texto mucho mis tarde. Lo ha hecho con un arte al cual me complace rendir homenaje. Puesto que ha sido el tltimo, que sea el primero. No ¢s la Gnica razén. ¢Cusl es el corazén de la seccién clinica, su corazén hist6rico? La presentacién de enfermos, que es justa~ mente el tema de Claude Léger. Este recuerda que hace veinte afios la presentacin de enfer- mos no era algo evidente. Mientras en una tribuna de congreso tal colega chillaba ~efa el término de Lacan, lo recuerdo como si fue- se hoy~ contra las presentaciones de enfermos, yo hacia «Ense- fianza de la presentacién de enfermos», Después, esto se afirmé en el ser, si me permiten. Puesto que es el tema de Claude Léger, que tenga a bien venir a Ia tribuna, Seguiremos a continuacién el orden alfabético, con Mireille Dargelas, de Burdeos; y Philippe De Georges, que es de Niza pero también de Paris, como participante, 26 Los aprietos del saber Elogio de la presentacién de enfermos Un dispositivo adecuado Claude Léger Cuando comenzaron a instalarse en los afios 70, las presentacio- nes de enfermos encontraron en algunos lugares reservas o resis- tencias, que iban de la acusaci6n de arcaismo a la de violaciones al secreto, hasta la de atentar contra los derechos del hombre. En aquella época yo habia exhortado a algunos de los que pro- ferfan este tipo de acusaciones a que asistieran al menos una vez a una presentacién, pero en vano, hasta que comprendi que su abs- tencién era la condicién misma de su reserva. No sabfan lo que se perdfan, pero sabfan que habia que perdérselo para mantener Ja critica, El tiempo no parece haberles dado la razén: la seccién cli- nica se desarrollé al punto de desbordar; en cambio, esos criticos acérrimos del maltrato psiquico estan en vias de desaparicién con la psiquiatria publica, sus camas y los enfermos que tradicional mente encontraban alli asilo Pero vuelvo atras. Si los militantes antipresentaciones hubieran entrado, al modo Act-up, a la sala donde tenfan lugar nuestras pre- sentaciones ~hablé par lo que se realiza desde hace todos estos afios en Levallois-, se habrian sorprendido al descubrir a dos per- sonas charlando la mayoria de las veces tranquilamente ante un au- ditorio atento, y hubieran sido ellos entonces quienes habrian pa~ recido intrusos.por irrumpir en esa burbuja creada por lo general alrededor de los dos protagonistas de este coloquio tan singular. Relef transcripciones de entrevistas y me asombré la facilidad con que muchos pacientes psicéticos abandonaban toda reticencia tan pronto como se encontraban instalados en el circulo de tiza de la entrevista ‘Les doy un ejemplo tomado casi al azar. El paciente responde a la primera pregunta que se le plantea sobre lo que le acaba de 29 LOS INCLASIFICABLES OE LA CLINICA Psicoaw! ocurrir: «Si empezamos por el principio, caf en la bajeza. :O pre- fiere que le hable de la operaci6n en el cerebro? A partir de ese momento todo se puso patas arriba. A los 16 afos caf enfermo: una esquizofrenia; no temo a esta palabra. Me llevaba muy mal con mi madre, justo antes de caer enfermo». Este paciente reivindica de entrada la esquizofrenia como lo que lo identifica, y a continuacién se divierte con la manera en que los medios de comunicacién califican a los esquizofrénicos como , debe incitarlo a hacer esta ordenacién, pero en una coyuntura diferente ¢ inesperada cada vez. Asi, en el medio de esta entrevista que se revelaba tan prome- tedora, el paciente detiene a quien lo interroga en ese momento sobre las manifestaciones de la «depresién» ~era su término- que resumia para él las perturbaciones del desencadenamiento a los 16 afios: «Sefior, sefior, una entrevista de este tipo solo puede llegar aun resultado si se tiene entera confianza en el interlocutor que esta enfrente. No es su caso y no es mi caso, No es lo que ocurre aqui y ahora. No confio en,usted>. Jacques-Alain Miller. Hay que actuarlo més. Es Moliére. Claude Léger. ~Pues bien, el interlocutor lo tranquiliza, abunda en las ideas de la consistencia yoica, que hace de este paciente un esquizofrénico feliz, al menos, feliz de decirse esquizofrénico. 30 ELOGIO DE LA PRESENTACION DE ENFERNOS qSi, estoy contento! Siempre quise ser alguien o tener alguna co see que permita saber de quién se habla cuando se dice “yo! fui], Bensé ser esquizotrénico, es mi tltimo capricho» Jacques-Alain Miller. ~, y del cual, después de haberlo inquictado, querfa hacer la teorfa. Asi; empez6 a escribir; y él mismo concluye: «Les seré mas facil comprenderme cuando me lean». Jacques-Alain Miller. Es muy atinado, perfectamente sensato. Claude Léger. -Completamente. : Otra propondra regresar para dar una conferencia, porque no estaba bien preparada. Orro incluso propondré al interlocutor una serie de entrevistas para que entienda mejor sus neologismos: «Porque ¢s un poco complejo». . Con bastante frecuencia se encuentra en esta préctica el acen- to de lo preliminar: se seguird otra vez, en el mismo marco 0 en otra parte, en conversacion a solas. No es por supuesto lo que ocu- rre siempre, pero cuando se presenta no se debe a la sugestiOn; aunque se produce mas bien de manera incongruente dado el con- texto de la entrevista. - Qué es lo.que funciona entonces para producir en algunos ca- 508 este efecto de transferencia? Una primera respuesta posible es puramente contextual: el pa- ciente suele encontrarse en un momento critico y en un hito de su resolucién por el efecto [propio] de la internacién, luego, des- plazado de las coordenadas del goce que lo invadia. Perplejo o in- trigado, se le ofrece de pronto la posibilidad de explicarse: «(Soy hombre-mujer, ni hombre ni mujer, en todo caso, no homose- ; 0 bien, incluso: «Lo que se me ocurre para resumir todo 31 105 IMCLASIFICABLES DE LA CLINICA PSICOANALIICA esto es: deconstruccién, hermafrodita», La presentacién ¢s un del sujeto psicctico que, al encontrar el «empuje a la mujer, se descubre, en el sentido, de un levanta- miento de velo, que no ¢3 el del falo, que debe poner en juego otros significantes en la coaccién de un marco fabricado «a la me- dido», ya que prolonga por cicrtos lados el del hospital pero se desmarea por otra parte por su extraterritorialidad, la cual esté re-~ presentada por el lugar del interlocutor en tanto exterior al cua~ dro precedente ~el dispositivo solo funciona, en efecto, si el inter locutor es éxtimo para el paciente, a la vez destinatario de una pregunta sobre el paciente y en el lugar de permitirle a este formu. lar su respuesta. El enigma puede entonces revelar su estructura l6gica, que tien- dea hacer de él un equivalente de mito mas 0 menos logrado. He aquiun ejemplo. Desde el comienzo de la entrevista este joven pa ciente anuncia: «El dia que nacf, mi padre tuvo un accidente; s¢ le avisé a mi madre. El cordén no se corté de tan triste que estaba. Algunas frases mis adelante, después que describi6 a su padre como todopoderoso por haber matado a Hitler y podido discutir en Ia televisién con Mitterrand, agrega: «Tuve una infancia wiste, No pudo reconocerme; era demasiado tarde». Alo largo dela entrevista vuelve como un estribillo este no re- conocimiento. Para hacerse amar por este padre negligente él se disfraza de mujer, y entonces agrega: «No soy un travestido. Ten- 0 que esperar que el cordén se corte de mi sexo. Cuando se ha- ya cortado, podré ver a mi padre, y seré feliz», E| mito entonces se precisara. Ha dejado de masturbarse para guardar su esperma y tener también un hijo: «Ese dia me mastur- baré a fondo; la mujer también se masturbaré; y tan pronto como los dos espermas se hayan tocado, quedaré embarazadam, El paciente termina la entrevista asi, radiante. No es seguro que esta respuesta transexual haya sido estabilizadora, pero tuvo al menos la virtud de ensefiar y de permitirle a este paciente hacer del cordén un elemento de discurso, que asintotiza el final hipoté- tico de su abstinencia con el riesgo de la castracion, ‘Me parecié bastante evidente que la presentacidn de enfermos mostraba su mayor riqueza cuando la sorpresa del sujeto iba mas alld de su perplejidad y él podfa comunicarla bajo li forma del tes monio y como anuncio inaugural de un delirio por venir. El mar- 32 ELocio 0€ UA PRESENTACION OF eNFERMOS articularmente a este efec~ 1 de la presentacion puede conv . oe ariunclony cerroee con un svusiraw. que es minh (Ger talne fa mucho volver». ore decibel consultando las transcripciones de las en trevistas, que con frecuencia algunos pacientes haban sido inte- rrogados dos veces en momentos separados. Asi, esta paciente de 38 afios, psicética, vuelta a internar por un momento fecundo, interpela de entrada al interlocutor: «Ya lo vi hace tres afios; jestaba mds gravel. «Es internada con frecuen- cia?», se le pregunta. «En este momento si. Estoy internada des- de hace 18 afios, pero soy amnésica.» tra paciente menciona un accidente de auto con un coma pa- ra enuneiar: «Solo recuerdo la mitad de mi vida». Pero a conti- rnuacién da parte de una curiosa ubicuidad, que completa la mitad perdida; «Tengo una doble vida, me veo en un lugar y estoy en otro; duermo despierta, es sonambulismo». Durante la noche practica la medicina, atiende casos sociales. La prueba de esta vida paralela vivida en «amnesia» es que una paciente la envié a paseo diciéndole que ya le habia contado lo que acababa de decirle. La curva de la interlocuci6n se cers, pues, sobre ella misma Toda la estructura delirante esta hecha de dobletes, dobles, e in- cluso repeticiones. ¥ estas reduplicaciones, estos sosias, se origi- nan en una serie de experiencias especulares sobre las que se ha- bfa explayado largamente. Busqué el rastro de la entrevista anterior, pero no lo encontré. En cambio, la paciente habfa sido presentada siete afios antes, pe- ro interrogada por otro interlocutor, en quien habia confiado: «Cuando me miro fijamente al espejo sin mover los ojos, vuelve a ver las imagenes del tiempo pasado, de mi misma en el pasado, con mi rostro del pasado... Me hipnotizo». La reanudacién de estas entrevistas es digna de interés respec- to de la construccién del delirio, pero también para despejar cier- ta linea que el paciente retoma en este marco muy particular de la presentacién de enfermos, marco que acepta gustosa, que hasta incluso solicita Intenté despejar algunas coordenadas: el testimonio, la direc- cién a.un sujeto supuesto no saber sino dejarse ensefiar —el interlo- cutor se hace el relevo de la asistencia estudiosa~, en posicién de 33 Ica BsICoAnaLiricn «secretario del alienado», confirmado por el hecho de tomar notas ¢ incinso la transeripei6n taquigrafica. Luego, no es asombroso que algunos pacientes se valgan de su propio proyecto de escritura. Si hago surgir entonces nuevamente la figura del militante, que discutfa de manera tan virulenta esta prictica en sus comienzos, me doy cuenta de que pudo franquear la puerta, ciertamente con algin retraso, y lo reconozco aqui, pese a sus cabellos encaneci- dos. Jacques-Alain Miller. Estamos todos aqui, :no? Claude Léger. ~...a pesar de sus resquemores de principio, en es- tm asistencia, que parece haber encontrado no solamente un lugar donde clinica y ética se articulan, sino que considera que ella misma Participa de un marco cuya permanencia compromete una respon sabilidad més amplia en cuanto a la perennidad del psicoandlisis Jacques-Alain Miller. Para agradecer a Claude Léger puedo leer el resumen que él mismo hizo de su comentario, y que da el ¢je principal: «La presentacién de enfermos constituye evidente- mente un dispositive adecuado para el sujeto psicdtico para testi- moniar sobre las transformaciones que experimenta y sobre Ia ela- boracién que esboza», Como usted dice, no se habria podido formular esto hace veinte afios.. Una vez que se ha hecho la expe~ tiencia en gran escala, uno de nosotros se arriesga y dice: «La Presentacién de enfermos constituye evidentemente un dispositi- vo adecuado para el sujeto psicdtico». Muy bien. Lo discutiremos dentro de poco, se expondrin contraindicaciones, se traerén expe- riencias, etcétera. Ciertamente habia que empezar con su exposi- cién por el eco que puede tener en cada uno de nosotros. ‘También tiene eco en mf. De mi actitud en aquella época estén las huellas escritas en mi intervencién sobre la ensefianza de la presentaci6n de enfermos, Era més nuevo en el tema y me costa ba acostumbrarme a lo que percibia como cierto descaro de los Practicantes. Me asombraba Ia amable sonrisa de Lacan para de- cir: «No hay ninguna esperanza». Puedo medir el desplazamien- to de mi propia posicién subjetiva. La antigua me resulta muy simpatica, pero hoy no puedo compartirla. Queda marcada por la empatfa, y lo sérdido del hecho de volverse mas experimentado es 34 ELOGH0 0 LA PRESENTACION DE vFERWOS ¢ se pierde esa dimensién de la experiencia. En la medida en ane se defina la humanidad por la empatia, criterio al que no hay 4 Tl eaile importancia, el Instituto del Campo Freudiano es Gerea propedéutica a la inhumanidad. No haremos de ello un es- logan: «iEldgase inhumano, entre a la Seccién Clinical». Jean-Jacques Gorog. -Ponerse en el lugar del otro siempre es un error, y es lo que usted muestra. Jacques-Alain Miller. Escuchamos ahora el trabajo de Mireille Dargelas, cuyo resumen es el siguiente: . Unica condicién para que deje que un hom- bre se le acerque: que ya esté rodeado de mujeres. Solamente ese posee un sexo 7 ‘Actualmente es la elegida de su patrén, que es un gran seduc- tor. Algunas noches de amor con este hombre le bastaron. El tiene un rasgo particular: grita a todas sus secretarias. Llama a Ofelia en la mitad de la noche para hablarle de su deseo. Otra voz para ella. Esta joven hace pensar en una histérica. Se niega a ser el obje- to oral de un hombre. Pero su légica es distinta. Su estrategia la protege del goce del Otro -terrorifico~ de la psicosis. Para constituir una realidad intenta rechazar el objeto: ya en lo real por sus vémitos, ya con Ia ayuda de una imagen ideal, asf ese cantante que vela el objeto. Evitando ahogarse, Ofelia sigue valientemente su trabajo en la cura. Tal como los postes imaginados que bordean el mar, sus construcciones incluso efimeras limitan su goce Jacques-Alain Miller. -Le agradezco. Si me remito al documen- to que tengo frente a mi, hay una palabra que no pronunci6. Us- ted habia escrito: «Esta joven evanescente hace pensar en. una his- térica», y sac «evanescente>. ¢Por qué saco «evanescente>? Claude Léger. Que usted lo subraye lo pone atin més en relieve. Jacques-Alain Miller. -¥ en cambio al final agregé algo sobre el objeto. Tal vez en el debate se le pregunte: «En qué se distingue 39 LOS INCLASIFICABLES DE LA Ica PSICOMUALITICA ta légica de la de una histérica?». Sin duda hay datos que podrs agregar en ese momento. Ademis, uno de nuestros colegas ~ha- blard de ello si quiere~ retiré in extremis su expgsicién, porque pensaba que habia una duda diagndstica entre psicosis e histeria. Ahora seguira De Georges. El resumen aparecido en el progra- ma es el siguiente: «La depresin, lugar comin médico y medié- tico, parece en esta vifieta clinica la mascara de un desencadena- miento. Nos dedicaremos a seguir la construcci6n que intenta este sujeto para producir una significacién apaciguadora». Se basa en. una sola entrevista. Philippe De Georges. ~Es un primer contacto y un encuentro Gnico. A mi entender, Ia vifieta clinica que presentaré ilustra los dos puntos mencionados, a la vez sorpresa y asombro. Sorpresa de mi lado y asombro del lado del paciente, pero en el sentido fuerte del término, es decir, en el sentido del rayo, en el sentido dé algo que fulminaré. 40 Paradigma de desencadenamiento una palabra de mas Philippe De Georges El joven entra a mi despacho y descubre su juego con un movi- miento singular. Viene a consultar, pero dice que no es por él por su padre. En efecto, es preciso tranquilizar a este padre que se pregunta, que se inquieta por el estado de su hijo y no queda sa- tisfecho con lo que él dice. in lo que respecta a este joven, él tiene sus propias respuestas. Desde hace cuatro meses vive una experiencia depresiva. Dice que se trata de un proceso puramente quimico, y lo que podrfa tran- quilizar al padre, aplacar su inquietud y poner término a todas sus preguntas seria que un hombre de ciencias atestigiie, certifique que se trata de una depresi6n; es decir, de un mecanismo conoci- do, quimico, aut6nomo, y que no obedece a ninguna otra causali- dad; que se despliega de manera idéntica en todas las personas y que se manifiesta en el seno del conjunto estable y uniforme de los deprimidos. Habria que poder decir que el transcurso esta, pues, perfectamente programado y es previsible, y que tiene también un plazo asignable y reglamentado. Se dirige entonces a un facultativo, porque yo debo disponer de estadisticas que permitirfan conocer la duracién media y normal, de alguna manera, de tal afeccién. Me explica que las estadisticas son en efecto la herramienta cientifica de la que dispone la medi- cina en lo tocante a medidas y estudios epidemiolégicos. Calmar aeste padre inquieto, dividido, es aportar la garantia de la ciencia a elementos sobre los cuales el sujeto en cambio ya no tiene nin- guna duda, hasta ese punto han terminado por imponérsele como la tinica significacién coherente y posible. Nuestro encuentro es pues el de una persona desprovista de singularidad, una muestra de una clase nosogrdfica, con un representante impersonal de un saber supuesto universal. a Desde luego, como a pesar de todo lo invito a hablar de él y de las coordenadas particulares de lo que califica como depresién, em- pieza légicamente a legitimar el término que ha eonservado. Y lo hace en funcién de su valor descriptivo, anal6gico de lo que siente. La depresién es sencillamente lo inverso de la presién; es exacta- mente como en meteorologfa, o como se dirfa de un accidente de la tierra, de un relieve geografico hundido. Este estado es al mismo tiempo la antitesis de la agitaci6n ansiosa y de la fiebre que se habia apoderado de él cuatro meses antes, sin motivo, sin ton ni son. Re- cordaba claramente las circunstancias en las que de repente se habia encontrado como un barco ebrio. Estaba entonces de vacaciones y se sentia atraido por una joven excitante. A posteriori ~es decir, all contirmelo—su nombre le parece cargado de significaciones milti- ples. Ella se llama, aparentemente, Edevine, y él escuchaba resonar en ese nombre: Eduvigis [Edwige], divina (divine), Eva [Eve] y adi- vina [devine]. De modo que él estaba hablandole cuando a coritraluz un hombre se habia acercado a ella, bajo el sol, un hombre bien pa- recido, quien la habia besado al saludarla. Ellos habfan intercambia- do algunas palabras en voz baja. ¥ tan pronto como él se habia ale- jado, la muchacha habia dicho que detestaba a ese hombre, que era un médico que se habia aprovechado de su padre y que lo habia perjudicado. Fl padre de Edevine también era médico, pero era to- xicémano y sus compafieros habfan conspirado contra él para inha- litar su practica. En seguida, durante esa escena, las palabras de la joven le parecieron enigmiticas. Al mismo tiempo se siente extrafia y oscuramente concernido por ellas. Aqui estamos por completo en Ia linea del pasaje de los Evcritos, que Jacques-Alain Miller citaba ha- ce poco. Se forma entonces una palabra en su cabeza: la palabra «gata»! Con una risita de incomodidad me aclara que eso significa «sexo». Pero entonces para él esta palabra es una explosion nuclear en su espiritu. Jacques-Alain Miller. -Son sus palabras, ¢no? Philippe De Georges. Son sus palabras. 1. Chacte significa «gata», y t dela T] ién se denomina asi el sexo de la mujer. [N. 42 PaRADIGMA DE DESENCADENAMENTO Esta explosién es el principio de una reaccién en cadena, que dlealifica como termonuclear, de un desorden de su pensamiento nducta, que después de un tiempo de vagabundeo lo lle- co 1 de eee jepresion actual. En efecto, tan pronto como la palabra V6 ta» hubo explotado en él, él se levanta. Se acerca a la joven y iedice: «jAtraviésame el coraz6n!>. Luego se queda muchos dias fin dormit, casi sin comer, deambulando sin fin, sofiando febril- mente con la vida que podria llevar con ella. Rehace el mundo en torno a Edevine, a quien califica como enigma hecho mujer, en la pasién. Lo que experimenta en este periodo le parece ingoberna- ble. Para dar cuenta de su experiencia utiliza una frase que atribu- ye a Nietzsche: «El drama es cuando se encuentra su propia obra, bu imagen en el espejom. Le dijo ademés que ella era su modelo. Luego el frenesi inicial se volvié depresidn, después que tomd conciencia del abandono generalizado que experimenté. Durante una tinica entrevista este joven me revela las conclu- siones 2 las que Ilegé ~si hay una dinica entrevista, es porque él no quiso otras. Me relata la verdadera teoria elaborada para dar cuen- ta de lo que atraviesa. Ahora que est4 deprimido la agitacién del comienzo le parece puro sinsentido. No puede dar a «la escena ca- pital», como diria Pierre-Jean Jouve, la escena por la cual todo co- mienza, ningtin valor desencadenante, ninguna dimensi6n de cau- sa. Sefiala sin embargo que su primera reaccién tuvo dos caras: por un lado, «el vacio enigmstico de la significacién» ~cito a Lacan-, al que lo confronta la irrupeién de este im-pair? y el relato de la muchacha; y, por otro, la emergencia simulténea de un sentido os- curo € intimo, inasible y huidizo, que mientras se desmultiplica le indica que le concierne. El origen para él es esa palabra que surge y se impone; estalla en él, pero es al mismo tiempo como un me- teorito en el cielo de su pensamiento, arrancado a lalengua, puro cuerpo extrafio, elemento de ninguna cadena, Entonces aqui agrego una frasecita ~se lo sefialo en seguida a Jacques-Alain Miller. Este joven, hay que decirlo, no es un lector de De Clérambault porque, de haberlo sido, ante esta irrupcién de Ja palabra «gata», hubiera podido ver el ejemplo mismo de auto- matismo mental, es decir, una enunciacién independiente del su- jco entre impair (impat) y wn-pere (an-padre). [N. de la T] 43 LOS INCLASIFICABLES DE UA CLIN A PSICOANALITICA jeto. Pero este joven lee lo que se escribe hoy sobre la depresién, que es una veta completamente distinta. Podriamos pensar que el punto inicial es una palabra, una pa- bra tal que inicia un proceso que afecta al significante. El pro- ceso en cuestidn est4 completamente desencadenado, desestruc~ turado, cada significacién se dispersa en todas las direcciones, sin posibilidad de que se produzca el menor abrochamiento. Surge entonces Ia referencia termonuclear, que se impone para traducir la ausencia de concatenacién, el hecho de que cada palabra vuele en pedazos bajo el impacto de otra, que a su vez contamina otras, cada una quita a la siguiente sus amarras. Y el joven produce en. tonces su ldgica del desencadenamiento. «Como dice Gainsbourg ~me dice-, la palabra engendra la idea, y no lo contrario» —no ve~ rifiqué la cita. La palabra engendra la idea y no lo contrario es un teorema que en el ejemplo en juego define al significante como aseméntico. La significacién, cuando hay una, viene después. Pe- ro vemos que el uso que le da este hombre es paradjico, ya que se sirve de ella para confirmar la naturaleza quimica de su patolo- gia. Todas sus marcas anteriores han vacilado, se han disuelto, desvanecido. Todo lo que ordenaba su relacién con el mundo fa. Nl, luego fue invalidado, privandolo de fundamento, de cimien- tos, de amarras y de marcas. «Quimica» es para él el nombre del puro sinsentido. De algu- na manera, es como si el hecho de nombrar las cosas asf, nombrar- las bajo el término , es quimico; y no: «Es el pulmén, les di- jel». En este contexto Ia palabra «depresién» le parece a este hombre lo mis adecuado para traducir de manera precisa y expli- cita no tanto una perturbacién del humor como una experiencia 44 PARADIGMA DE DESENCADENAIENT . abandono. Describe para él el desmoronamiento de las marcas ee en especular y el abandono del Ouro, Res- peeto de la quimica es también una manera de traducir la implica- 5 suerpo en este goce. a Oe ie hale: de Selirio para caracterizar esta elaboracién? Hablando con propiedad, no hay creaciGn ex nibilo, tampoco crea~ Gién que parta de un objeto especifico, nada que esté marcado con Eleello del sujeto, con su propia firma. Pero aunque la interpreta~ cin. que este sujeto ofrece del organicismo, su versién del hom- bre neuronal, adopte la apariencia de una inscripcién en un dis- curso, eé sin embargo en sf, creo, neol6gica. Todo depende, si no del ready-made, de los t6picos de la modernidad. Es un poco el he- ‘tho de emplear asf las palabras de la tribu, la. manera que tiene de ‘engafar y su manera as-if de establecer lazo social. 'No obstante, este recurso al vocabulario de la medicina y de los medios no'se contenta con obedecer las ideas de una época, es tam- bién para él una respuesta a Ja necesidad que experimenta de dete- ner el desencadenamiento del significante y limitar el goce. El discurso de la ciencia, tal como lo prescribe la medicina contempo- rinea, reprocesado aqui por la significacién personal, es invocado como el anclaje de una certeza. La perplejidad, la ansiedad, el sufri- miento de este sujeto son al menos calmados por ese significante clectivo, «distinguido» dirfa Lacan, que produce por eso cierto abrochamiento, lastrado por el peso de la ciencia. Aunque, por supuesto, esto no prueba que la ciencia tenga para él el lugar de su- plencia del Nombre del Padre. La funcién apaciguadora de esta tcoria contrarresta el otro servicio insigne que da al sujeto. En efec~ to, a causa de esto se encuentra exonerado de toda responsabilidad, dispensado de todo consentimiento, desimplicado de toda elecci6n, de cualquier decisi6n posible, incluso de una decisién insondable. Se ahorra cualquier implicacién subjetiva. Hay alli refuerzo y coar- tada para la cobardia moral. Este rechazo sostiene la tesis segtin la cual el sujeto rio esté alli, nada le vuelve, nada le pertenece exclusi- vamente en lo que es solamente actuado por la quimica. Todo es mecinico, extraiio, asubjetivo, y no justifica para él ningiin trabajo de subjetivacién. Ni hablar, pues, para este joven de firmar su texto. Y de firmar en particular ese fragmento de discurso libidinal que sume la palabra «gata», para la que se trata de rechazar toda carga. Este fragmento no es sin embargo imputado a un Otro que tendrfa 45 LOS INCLASIFICABLES DE LA CLIMICA PSICOANALITICA a forma de una voz, a un Otro perseguidor por el sesgo de una alu- inaci6n. O en tal caso, simplemente es imputado a un Otro que es Ja quimica misma. Me pregunté si se trata de una manera de hacer de la quimica una divinidad de lo real, comparable Gon las divinida- des de Schreber 0 comparable con lo que recientemente referia en Ja radio un bidlogo norteamericano, investigador de la doble hiélice, que decfa que para él el ADN jera Adon: ‘De alli el dilema en el que me encontré ante las dos vertientes de este discurso. Por un lado, pensé tomar nota, hasta sostener lo que en el limite de una metéfora delirante parece aportar cierto apaciguamiento. Por otro lado, podia estar tentado a oponerle que esta quimica era de hecho una alquimia del verbo ¢ invitarlo a ha- blar, yendo contra el rechazo del inconsciente. Es asombroso ver que el sentimiento confuso pero profundo de estar concernido en cl momento del desencadenamiento se encuentra recubierto y evacuado por el trabajo de elaboracién. El sujeto niega cualquier parentesco entre su vivencia patolégica y Ia parte oscura del pensamiento. En definitiva, son las modalidades de la direccién ~encuentro aqui un eco de lo que decia hace poco Claude Léger-, las modalidades de la direcci6n, para no decir de la transferencia, las que nos guian. No hay aqui en efecto direccién a un sujeto su puesto saber, supuesto poder producir la significacién que falta, la clave de un enigma. El llamado se hace, por el contrario, al repre- sentante de lo universal, tal que pueda borrar toda particularidad, todo goce singular en el océano de la estadistice. Lo que espera es- te joven es que sea autentificada su certeza, un saber que no es so- Jamente supuesto y que esti de su lado. En resumen, uno que fun- cione como sabio debe confirmar al sujeto que sabe. Le ofrecf sin embargo decir algo mis, pero, como buen nomina- lista, dio la dltima palabra: «La gente no pensaria en sufrir —dice~ si no existiera la palabra “psi’». Muchas cosas pueden resonar para nosotros en esta proposicién que cierra: es después de todo la pri- mera leccin del Entwurf decir que es el Ouro quien hace del grito un llamado, que no hay mensaje sin direcci6n y que la direcciOn es previa. Es también una manera de decir que la oferta «psi» crea su demanda, ;Pero Lacan no llega a decir, en «Le phénoméne laca- nien> ~conferencia inédita dada en 1974 en Niza~, que sin duda la pregunta del ser no se plantearfa si no estuviera la palabra «ser»? 46 Primera discusién Los aprietos del saber iller. ~ i6 1s relaciones con ese pa- raeques-Alain Miller. ~¢Qué ocurrié con su: ES ta pregunta es para Philippe De Georges. Philippe De Georges. -No lo volvi a ver. Vino una sola vez, se fue, retomé su vagabundeo. Creo que se mostré insatisfecho por- que yo no desempenié el papel que él esperaba de mi. Al mismo tiempo encontr6 cierto anclaje en lo que pudo elaborar. Jaeques-Alain Miler. “Es una coysswaa de demesne juc responde precisamente a los cinones de Lacan. joven de vacsclones es atraido por una muchacha. Se acerea un hombre que sin duda tiene aproximadamente la edad del padre. Ella lo besa, el hombre se va, ella le confia al muchacho que es alguien que per- sigue al padre. Como trasfondo: las vacaciones, el mar ~podria pensarse en Siibitamente el tiltimo verano o en Buenos dias, tristeza. Encontramos aqui la pareja simétrica imaginaria a-a’, la irrupci6n del Un-padre, y entonices viene la palabra «gata», que puede cons- tituir la emergencia de la significacién filica en lo real. Philippe De- Georges. Me parecié cautivante su intento de dar cuenta del desencadenamiento. El mismo dice que esto parte de una palabra, y toma prestada una cita de Gainsbourg para decir que la palabra crea la significacién. Jacques-Alain Miller. La reacci6n en cadena es la trama que se deshace cuando salta el punto de basta. Después se vuelve a tejer algo. 47 Philippe De Georges. EF resumen de Claude Léger plantea in- directamente una pregunta sobre el lugar que puede tener un sujeto neurético en la presentacién clinica, y sobre lo que esta ex. periencia puede representar para él. 2 Claude Léger. ~Fs, en efecto, mucho menos evidente para cl su- jeto neurético. No digo que no sea factible. Hemos trabajado mucho tiempo juntos con Guy Clastres, y nos tocé presentar new, roticos. Pero el cuadro conviene perfectamente bien al sujeto psi- cético cuando esta al comienzo de una elaboracién. Jacques-Alain Miller, Falta, por ahora, el significante a. Mientras que en nuestras presentaciones nos ubi- camos en una posicién de no saber, ¢ intentamos aprender algo del sujeto, ser ensefiados por él; de manera que calculamos nuestra posicién de un modo completamente distinto: a — 8. Por eso los sujetos que han pasado por nuestras presentaciones la mayoria de las veces quedan satisfechos: ya sean psicéticos o neuréticos, se los invita en tanto sujetos. Rachel Fajersztain. —Respecto del psicético que dice: <:Estave bien?», esto debe interpretarse caso por caso. Uno puede estar muy feliz por tener un auditorio, al que por fin podria explicar el sistema que ha bosquejado. Otro puede creer que esti librado al goce del auditorio, que ha venido para alimentar a ls gente, que esta en una posicién de objeto. Quisiera decir a Mireille Dargelas que lo que muestra del caso hace pensar mas bien en la histeria: se identifica con el tio, vomnita como él, esti asqueada por el goce sexual, por el falo; huye. ¢Qué tiene de psicstica? Rose-Paule Vin- ciguerra, a quien se lo pregunté, me dice que habria tenido un epi- sodio eroromanfaco, y que pensé que ese cantante cuya vor ama- ba se dirigia a ella. Al mismo tiempo, usted dice: «Es un delirio que pasa en lo imaginario». Jacques-Alain Miller da la.palabra a Mireille Dargelas para que aporte datos suplementarios. Usted misma escribié: »; jy bien!, no se pue- de, Miren cémo los estudiantes preparan sus tesis en Ia universi- dad, se enfrentan con un jurado que no les concede nada, y qué contentos estan después... No es necesario hacer mucho, basta con fruncir el cefio en el momento adecuado, y eso significa: «Cuida- do con lo que dice. Tendré que rendir cuentas. Se le preguntaré si es coherente, si es suyo», etcétera. En resumen, lo contrario. 54 Prineea o1scusion Bn el ambiente del grupo analitico no e puede Fag: 1 sima, la milésima, la diezmillonésima parte de eso. FERer ds de plantear una pregunta que no esté enunciada col “ a serencia ya es una agresiOn. Es que las personas viv®Q@i ber supuesto, del crédito que se les da, Y es todo un an caichoneito de saber supuesto. Entonces, no pueden Megar commun Nifiler y, ;pafl, reventar el colchén de aire. Pues bien, en efecto, Son necesarios ciertos miramientos. Simplemente, si alli esta el Gnico lugar para hacerse cargo del psicoanilisis; y bien, este se apergaminaré, y por eso con el correr de los afios Lacan, contra os importantes de su Escuela, impuso instrumentos universitarios 0 parauniversitarios. Pero la relacién entre escuelas y secciones clinicas sigue siendo problemética. “El espacio que formamos, las secciones clinicas, es fundamental para la continuaci6n. Era la idea de Lacan, al menos tal como yo la Gescifré, ya que él no escribi6 toneladas de textos al respecto. ‘Si se admite esto, Ia presentacin de enfermos, como dirfa La- ‘can, viene como anillo al dedo. ¢Qué es la presentacién de enfer- inos? Una entrevista que normalmente deberia desarrollarse en vado y que con fines de aprendizaje obligamos a que se proyecte en tun espacio puiblico. Es por otra parte lo que se nos objetaba: esto de- beria hacerse en el coloquio singular, y hete aqui que hacen de un paciente congjillo de Indias en un experimento piblico. Realizan La yeecin de anatoméa de Rembrandt, una leccién de anatomia moral, si me permiten, a costa del paciente, cuando tienen que curarlo; no deben hacer de él un objeto de demostracién. Asi pues, todo el mundo es sensible en la presentaci6n a su cardcter de saber expues- to. La presentaci6n de enfermos es por excelencia una exposici6n. Ahora bien, el sujeto psicdtico es precisamente un sujeto ex- puesto. Sus perturbaciones dependen precisamente del hecho de que en la esfera mas intima de su pensamiento, hasta en las partes de su propia anatomfa, est invadido por uma presencia, Y enton- ces puede pasar ~no diremos que en todos los casos, hay selec- cién— que la presentacién permita que esta exposicién se haga ba- jo una forma regulada, y que haya un efecto apaciguador ~en tiempos de la presentacin de Lacan se habia podido percibir en varias ocasiones. Pensemos en Schreber cuando expone su caso es~ cribiendo su libro. 55 ABLES DE LA CLINICA PSICOANALIICA Diré algo que hari gritar: en la presentaci6n hay algo del pase, c| base el neurético pone lo que fue intimo en un circuite de a, Esto provocé chillidos, ademas, ‘ron porque Lacan hacia presentaciones de enfer. mos chillaron, uno 0 dos afios después, cuando se puso en finenn namiento el pase. Es solidario. La presentacién nc ce ciertamente Ha prcegte &5 18 introduccién del Otro en una esfera que se que, ria protegida, reservada. La presentacién no es el ase, pero tie~ nen en comtin, por decir asf, una estructura de exposicion. Lacan vefa en el pase una manera de asegurar la ciencificidad del psicoandlisis. Haciendo que se mostraran y se recogieran los Resultados de Ia experiencia més intima, él egperaba, a ou cane der, impedir la autorreabsorcién del psicoanilisis, ou ahogamien- sha fl Saber supuesto. Tenemos a Ofelia, que usted teme que se ahogue: y bien, a mi no me gustarfa que el psicoanilisis se ahogue sree cabeE supuesto 0 que se embriague con él, porque ean néctar, un elixir inquierante. Gon el saber expuesto no se puede practicar el aniliss, es cier- 0. Solo se puede practicar el anilisis a partir del saber 70 de este asunto del Departamento de Psicoanilisis, duces ty tmurreccin en la Escuela Freudiana, Gérard Miller habia escrite un texto satirico, burléndose de cierta cantidad de analistas que le resultaban terriblemente nulos. Lacan lo llamé y le dijo de Gale: Ro, que en efecto no parecia ser una luz: «Sabe, tal vex es buen prcticante>. Lacan no habfa afirmado: «Bs un muy buen pract, carte, Sino que solamente subrayaba el hecho de que ser evens fualmente estipido y nulo no necesariamente le ianvedts ejercer correctamente. Si, hay una disyuncién, competencias disyuntas. Pero también sé necesita una interseccién, Respondo entonces a Mauas que In presentacién de enfernios ae reesc re reBistro del saber expuesto, y que Lacan lo impuso on su Escuela contra los rentistas del saber supuestor Guy Clastres. En la misma linea. Para algunos psicéticos se in- dca la presentacién de enfermos en la medida en que con algunos 56 Prue oiscusion ermite encerrar los significantes de su metdfora di irante y dar Eassenca a na representacién del sujeto por la funcién de la palabra, frente al Otro del puiblico. Esto es verdad sobre todo pa- ra algunos paranoicos, y es posible ver enunciarse Proposiciones que estin cerca de las Memorias de Schreber, y se sefalan en «De tuna euestidn preliminar... de Lacan, Pero también es verdad que para algunos esquizofrénicos la presentacién debe calcularse se- grin el momento de desestructuraci6n de su relacién con el cuer- po. Debe dejarse a discreci6n de quienes tienen a su cargo al pa~ ciente. Jacques-Alzin Miller. ~Esto nos incitarfa a corregic ligeramente el resumen. Alli donde dice: «(..] constituye evidentemente un dispositivo adecuado para el sujeto psicotico |...}», habria que ma- tizarlo con: para el sujeto psicético... al que esto convenga». Claude Léger. ~Preferivia matizar, retomando lo que decia Guy, en relaci6n con el momento: debe tratarse de un momento en el gue es posible la elaboracién. Genevieve Morel. ~Queria subrayar una diferencia entre la pre~ sentaci6n de enfermos y la entrevista preliminar. Yo empecé a ha- cer presentaciones de enfermos mucho tiempo después de haber comenzado a practicar el psicoanilisis, y me di cuenta en esa opor- funidad de que, evando hacia una entrevista preliminar con al- guien que venia a verme a mi, yo crefa que iba a volver. Era una evidencia, aunque no siempre funciona, que el sujeto viene y que ya esti potencialmente decidido a volver. Mientras que en la pre- sentacidn de enfermos el enfermo en cuestin sabia de antemano que solo me verfa una vez, que yo venia del exterior, un poco co- mo un extraterrestre. Esto creaba efectivamente las condiciones de-una sorpresa y de un encuentro tinico; y tengo la impresion de que esto se deben los resultados excepcionales de la presentacion de enfermos respecto de una entrevista preliminar. Es una especie de juego, donde cada uno sabe que solo se ve una vez, es proba blemente lo que a menudo permite a los pacientes decir lo que nunca habfan dicho. Me pregunto si no hay alli un combate din. gular, 57 LOS INCLASIFICABLES DE LA CLINICA PSICOANALITICA Francois Leguil. -Con mucha frecuencia me pregunté los pacientes soportaban tan bien la presentacién, pregunta que no se plantea con La leccién de anatomia. Es tanto mas sorprendente cuanto que los pacientes se prestan muy gustosos incluso a presen- taciones hechas por no lacanianos, hasta por no psicoanalistas. Uno. puede contentarse con decir que dan prucba de su buena voluntad, pero yo creo que es por otra razén; a saber, en la presentacién el paciente no es seguramente el tinico que esté en el banquillo de los acusados. El interés de la presentacién es que el presentador esta enel banquillo de los acusados. Si hay buenas y malas presentacio- nes, con mucha frecuencia esto no depende del paciente, sino del presentador, de su capacidad para asegurar la presencia indispensa~ ble mientras se borra como persona, de dirigir la entrevista siendo completamente décil a las posiciones subjetivas del paciente. Por eso hay casi una operacién quimica de cristalizacién subjetiva, El primer sujeto, al comienzo, es el presentador, que dice con mucha frecuencia que se pone nervioso, se pregunta cémo saldra, esta in- quieto. Es primero él quien se pregunta: «Saldré bien?». Y efecti- vamente el presentador al comienzo esta en una posicién que me parece en las-antipodas de la del amo. Uno de los elementos que vuelve la cosa soportable para el paciente es la prueba que consti- tuye para el presentador. Un célebre psiquiatra, que funds la psi- quiatria norteamericana, Jacob Meyer, cada vez que tenia una can- didatura en su servicio, convocaba todo su brain-trus, llamaba al candidato, agarraba al paciente més dificil, y decia al solicitante: Si es capaz de hablar en pablico durante dos horas con él sin que 41se enoje o se vaya, lo tomo en mi servicio». Francois Caron. ~Si la presentaci6n de enfermos resulta muy conyeniente al discurso psicético, también puede servir al enfer- mo neurético que esta en hospitales psiquidtricos u otras institu- ciones. El hecho de estar en estas instituciones traduce un reco- rrido muy particular para un neurético, y la posicién éxtima de aquel que presenta, su posicién de analista, es un sobreseimiento respecto de todas las ideologias que reinan en estas instituciones; y el neurético que siguid este recorrido es posible que saque pro- vecho efectivamente si puede hablar ante quien ocupa esta posi- cidn éxtima. 58 PRIMERA 1SCUSION Jacques-Alain Miller, ~Pasemos a la exposicién de Emmanuel leary, que comienza por examinar la pregunta: «Qué es ser sor- prendido para un sujeto psicético®». Laurence Forlodou nos ofte~ peri a continuacién reflexiones sobre Jean-Pierre Brisset, al que fnencioné este alo, quien se pas6 afios reconstruyendo las leyes del lenguaje, y quien tiene lazos particulares con Angers. Escucha~ remos finalmente a dos colegas de Buenos Aires, Pablo Fridman y Daniel Millas, bajo el titulo «Las muertes del sujeto». 59) La muerte del sujeto El goce alucinatorio El caso Thérése Emmanuel Fleury Qué es «ser sorprendido» para un sujeto psicético? ‘Tomé dos de jas acepciones de «ser sorprendido» que da el diccionario Le Ro- bert. Por un lado, ser invadido 0 sobrepasado, por otro lado, es sorprendido lo que debiendo permanecer oculto ha sido deseu- to. Son los dos ejes segtin los cuales me gustaria intentar or- denar los datos clinicos de la paciente de la que les hablaré.! Para lo cual partiré de las dos suposiciones siguientes: en primer lugar, el desencadenamiento de su psicosis y los fenémenos elementales estén del lado del descubrimiento y de Ia revelaci6n; en segundo lugar, la conviccién delirante mistica y la significacién profética de su delitio son del orden de una invasién o de una intrusi6n. Mi te- sis es, pues, la siguiente: la sorpresa en la psicosis de esta paciente puede indicar tanto la ausencia de significacién filica, por su as- pecto de revelacién, como una significacién delirante, por su as- pecto de intrusin. Pienso que lo que distingue esta sorpresa psi- cética de la del neurdtico depende de la articulacién con el Otro: la sorpresa del psicético serfa sorpresa del Otro. “Thérése es un sujeto psicdtico cuyo delirio sigue evolucionan- do. Desde Ja aparicién de su psicosis abandoné todo escuela, fa: milia-, y reside regularmente en el hospital. Para ella las palabras, el lenguaje, las alucinaciones verbales, se han independizado. To dos estos elementos se desarrollan, se modifican, se amplifican, de manera auténoma, fuera de ella, no sin efectos sobre ella misma. ico presentado en el seminario «Lamour délirane» de la Seccién dirigido por G. Morel y V. Mariage, el 12 de enero de 1995, en Lille, Quiero agradecer a H, Wachsberger por su amable disposicién. 63 El Otro le habla y gobierna, ella responde sin poder escapar de él. Thérése se pone ‘icio de Dios sobre la TI a tal pun- to que se vuelve su mensajero. Thérése se vuelve representante de este Otro, lo anuncia; hace de suser un dngel, un «ser-dngel»,? co- mo ella misma dice. En primer lugar, la sorpresa es una forma de «descubrimien- to», en el sentido de descubrir, levantar el velo. He aqui un ejem- plo: «Vivi cosas dificiles a los 17 afios. Un dia vi a mi profesor de historia y geografia como un ardor, una ternura, la paz, y la espe~ ranza. Sentia un acceso de confianza en mi, Empecé a hablarle. Le hablé de mi padrastro. Me elevaba, un fuego, pero no son més que palabras. Una luz irradiaba de mi y se dirigia a él. Me hubiera gus- tado compartir la dicha que estaba en imi. Veia su cuerpo y tam- bién su alma, tenia una doble visidn de él; habia un halo oscuro a su alrededor, comparado con Ia luz que estaba en mi, y una luz lo encendid. Fl también sintié una luz, pero menos intensa que la mia» Esto es lo que dice Thérése de su primera experiencia psicsti- ca. De aqui nace una certeza: Dios est4 presente, no solamente es supuesto, esté allf, en ella, lo encarna y lo lleva; él se revela ante algunas figuras masculinas. El encuentro entre su propio cuerpo y alguien que encarna una imagen paterna basta para crear una fue sidn alucinatoria, fuente de iluminacién del mundo, En el relato del desencadenamiento de la psicosis, las alucina- ciones ~visuales y cenestésicas~ suponen una relacién con el otro. Se trata de una luz. inicialmente situada en el cuerpo de la pacien te, y que permite ; es una verdadera violacién. Ante el goce de Dios nada se sostiene para Thérése, empezando por su palabra y la cade- na significante, que literalmente se licuan. La intrusién sorpren- dente de las profecias destruye dolengua del sujeto. La manifestacién mis significativa de esto concierne a los nombres propios. Thérése hace juegos de palabras: «Soy extrafia [érange]; ser... Angel [étre ange]; es extraiio [étrange}»; «Ser Angel es el perdénm. En su adolescencia Thérése se divierte con una de sus amigas ha- ciendo «juegos de palabras sobre nombres propios». Yo modifico su apellido, de sonido polaco, a fin de respetar el anonimato, pero si se quiere restituir el juego de palabras en cuestién, daria algo como: «EI norte esté en seco» (Le Nord est @ sec]. El nombre exac- to dela pacienté equivale a «tia de Dios» en su sentido literal y co- min, {Thérése le da la significacién de «templo de Dios»! Fuera de la psicosis por lo general los nombres no se traducen, son «designadores rigidos» El significante del nombre propio, en principio, solo se significa por sf mismo, no hay necesidad de otro significante para darle un sentido. El significante del nombre hace olvidar su significado. No es lo que ccurre con Thérése. Los nombres se desarman. Empiezan a significar y a desplegarse. ‘Todo hace sefias, todo em- pieza a significar, incluso su nombre propio; no hay separacién de Jos significantes entre si. Pero en su caso no hay invencién de nue- vo significante, no hay metéfora, no hay creacion lingiifstica del sujeto, no hay neologismo, no hay suplencia fuera del delirio mistico que ¢s solo una metonimia de sus profecias~ que pueda aportar un limite al goce que no es filico. Solamente, Dios habla a través de ella, Thérése no agrega nada. Aqui la letra divina, la 4.Lacan, J; Bnrites 2, Buenos Aires; Siglo XXI, 1987, p. $64. 5. Kripke, S., La lagique des noms propres, Paris, Minuit, 1982. 68 EL Goce Aucmarono profecia, condens6 su goce. Nada le permite localizar, delimitar 0 Fontener este goce. El resultado es que su propia cadena signi cante vol6 en pedazos. ‘Cuando Thérése se confronta con una figura masculina’ dema- siado alejada de Dios, demasiado real, sin ninguna mediaci6n sim- palica, este encuentro hace emerger un goce bajo la forma aluci- natoriay los fenémenos de lenguaje bajo la forma de profecfas. En cada mal encuentro Dios intenta protegerla con sus «profecias», pero a continuacién es éI mismo quien suele volverse acuciante, Invasor ~tiltima «profecia»: «Soy Yo quien te controla incluso en tu suefiom. Asi pues, Dios no es una barrera suficiente contra la in vasidn del goce, lo que explica que el sujeto no se estabilice por cl delirio mistico. En la neurosis es probable que la sorpresa no sobrevenga por Jo real, como para Thérése, sino por los avatares de lo simbélico los suefios, los actos fallidos, los lapsus, es decir, las formaciones del inconsciente. En el neurético la sorpresa paraddjicamente no procede de un Otro real, sino de un Otro simbélico. En el psicético, como ‘Thérése, la sorpresa es difundida por el Ouro en lo real segiin dos formas. Cuando se trata de la sorpresa como revelacidn, el Otro no es causa, es agente; por eso la sorpre- sa puede ser difundida a muchos otros por «iluminacién», y en un estado de éxtasis erdtico para ella misma. Cuando se trata de la se~ gunda forma de la sorpresa, en el sentido de la intrusién, el discur- so del Otro es primero el del amor, luego cambia y se vuelve ame- nazante Dios lanzando sus profecias. Jacques-Alain Miller. -Pasemos de inmediato a la siguiente ex- posicién, de Laurence Forlodou. Asi como Emmanuel Fleury par- ticipa en la Secci6n Clinica de Lille, Laurence Forlodou participa en la Seccién Clinica de Angers; ella escogié un titulo un poco au- Gnimo, un utulo al estilo Brisset, Las conguistas seguras —junturas, brisas, eapturas~ de Jean-Pierre Briset? 6. Ob. cic, n. 4, p. 559. 7. No es posible resis en castellane el juego homofbnico del wnulo a: Les prises res brine, brs, priser de Jean-Pierre Brive. [N. dela T] 69 La homofonia delirante Las conquistas seguras de Jean-Pierre Brisset Laurence Forlodou By subtitulo de este trabajo podria ser, parodiando a René Magritte: ‘gEsto no es una elaboracién colectiva». Agradezco a mis colegas del seminario de investigaciGn de la Seccién Clinica de Angers y en especial a aquellos que participaron en Ja escritara de esta ex- posicién: Vincent Benoist, Annie Cariou, Marie-Noélle De La- mare, Jean Godin y Marie-Noélle Jacob-Duvernet. Y agradezco a Helga Rosenkranz y Pierre Stréliski por sus valiosos consejos y su gran disponibilidad. Hijo de un obrero, el mayor de cinco hermanos, Jean-Pierre Brisset nace el 30 de octubre de 1837 en la Sauvagére, en el Orne, a pocos kilémetros de la ciudad de Ranes, famosa por las ranas que pueblan sus estanques. Por otra parte, se Hamaba a sus habitantes, «dos raneros».! Esta proximidad est sin duda en juego en el primer recuerdo infantil de Jean-Pierre Brisset. A los 11 aftos .? Reconocia en ella atodos los ca racteres corporales de un encantador y pequefio ser hu los 12 aos es un nino «divide de conocimientos s guas+t y los dialectos, preocupado por volver las palabras «ente- ramente irreconocibles» cambiando las letras de lugar. |. Para todos los elementos biogréficos véase P. Ci Le mystére de Diew est accompli, Analytica N° 31, Paris, Se 2. Brisset, JP, Ler origines humraines, 3. [d., La science de Dieu, Paris, Char 4. [d,, La granemaire logigue, Pa su escolaridad para ga. mada imperial, dela que dimitiri veintidés ahos mas tarde. Enceramente ocupado en el estudio de las lenguas, «se entre ga» entonces, segrin sus palabras, a la ensefianza de las lenguas vi- vas que aprendié durante su carrera militar, Una vez que ha obtenido, a peticién suya, un empleo de vigi- lancia de ferrocarriles en Ja estacién Saint-Serge en Angers, co- mienza su gran obra, En 1878 publica un libre cuyo utulo es for. mulado asi: La grammaire logique ou théarie dune nouvelle analyse mathématique. Como epigrafe figura est «La excepcién invalida la regla».5 En Angers se volvid a encontrar con las ranas de su infancia, tanto en las zonas pantanosas de la estacién como en los capices del Apocalipsis. Estas ranas sostendran su claboracién delirante fi- lado, a las reglas que rigen Ia lengua, despucs, su origen, y del mis- mo modo el origen de la humanidad. Publicara una decena dle tex- tos de 1874 a 1973, la mayorfa haciéndose cargo de los gastos de impresién, y encontrard su consagracién en la broma organizada por Jules Romain en Paris, en 1913. Jean-Pierre Brisset anuncia su proyecto en la introduceién de La grammaire logique: « —el régimen es lo que se jnodifica por la accién del verbo-, aunque para ello haya que mo dificar sensiblemente el texto. Encuentra aqui una dificultad particular a propésito del verbo ‘er, zeual es. su régimen? Se confronta con el problema que le plantea este verbo y esti sorprendido. [Te aqui lo que eseribe “Habia entre otras una dificultad que nunca habfamos podido vencer, entreveiamos la solucidn sin poder formularla, Era el ver- boser, cuyo régimen no encontribamos, porque para nosotros to- do verbo n sujeto y un régimen. La fuerza de nuestras de-~ ducciones, dl nos llevé maquinalmente a escribir: ¢s, pues, un verbo reflexivo. Esto nos pareeéa un absurdo. ibamos a borrar estas palabras cuan- do de repente se hizo la luz en nuestro espiritu. Era verdad! Nos acometio tal ola de pensamientos, que no pudimos dejar de expre- alegrias, sorpresas, hemos experimentado, descubriendo a cada \cias inesperadas, viendo aparecer excepciones, nen nuestras re s unas tras otras, quie se fun 1 verbo ser constituye un estorbo en la generalidad establecida por Brisset. No encuentra su régimen, es decir, aquello sobre lo que descansa la accién de este verbo. El enigma esté constituide por un vacio de significacion. El responde alli, 0 mas bien eso res- ponde, y él esctibe maquinalmente: «Es un verho reflexivo». Vie un

You might also like