Directora de ta Coleccion:
Silvia Geller
Comité editoriat
Sect
Marina Recalde
Angélica Marchesini
Fain Naparstek
Raquel Vargas
Colabord:
Graciela Esperanza
Director responsable
de la publicacién:
Leonardo Gorestiza
El Instituto Clinico de Buenos Aires es miembro de la Red
Internacional del Instituro del Campo Freudiano, y tiene su
sede en la Escuela de la Orientacién Lacaniana
Los inclasificables
de la clinica psicoanalitica
Instituto Clinieo de Buenos Aires / PaidésCubierta de Daniel Iglesias y Asociados
Foto de tapa de Frank Wolf
‘Tradvecién de Nora A. Gonzélez
150.295
tae
ISBN 95012-88013
|. Miler, Jaeques-Alain - 2. Psicoanslisis
I" edici6n, 1999
2° reimpresién, 2005
‘Reservas udorladevechos Queda igureaments proba, saa autaiacion ia de
al coprishi, bao las sancinesextablecas en Ins lees, a reproduccita par
Queda hecho el depésito que previene Ia ley 11.723
Impreso en Argentina - Printed in Argentina
Impreso en Color Efo,
Paso 192, Avellaneda, en septiembre de 2005
Tirada: 750 ejemplares
ISBN 950-12's801-3,
indice
Nota a la edicién castellana
‘Silvia Geller
|. El conciliébulo de Angers
(Efectos de sorpresa en las psicosis)
Prefacio ......2..
APERTURA,
De la sorpresa al enigma
(Jaequtes-Alain Miller... 0 ces nen cee es ee wee ee
Los APRIETOS DEL SABER
Elogio de la presentacién de enfermos
Claude Léger a
El amor de las voces
Mireille Dargelas ..... 5
Paradigma de desencadenamiento
Philippe De Georges... wean
Primera discusién
Los aprietos del saber . .
LA MUERTE DEL SUJETO
El goce alucinatorio
Ememarutl Fleury occ ce eevee ve te vee eee ee cene
29
41
47La homofonia delirante
Laurence Forlodow 1
La exaltacién maniaca
Pablo Fridman y Daniel Milas . 81
Segunda disc
La muerte del sujeto 0... 0.06202 ce cece ee ee eee en ee ee 89
EL AGUJERO Y LO REAL
Una mujer armada
Victoria Horme-Rein0so 6.00.60 00 eevee ces carol otience 101
Una nifia mortificada
Nancy Katam-Barwell ..... 4 uu
Cura de un mutismo A
Gabriel Lombardi .. 117
Una epidemia norteamericana
Jean-Claude Malewal , rece tet teeta 125
Los beneficios del-fuera de sentido
Daniéle Rouillon ..... 141
La biblioteca del Oro
Pierve Stvé Cp aaa a aaa 147
Un punto de forclusién
Patvicia Zavetsky ... 02.0.0. se ec ev eee eeees Fe sbogn 153
La prictica entre varios
Marrio Zerg her 2 20: 8 ER OR 159
Tercera discusiés
el Geuierey loreal: Ce awe, SBN) Oe AE See 165
CreRRE
Vacio y certeza
Jacques-Alain Miller 0.0.0.0 ce eee eee -. 189
Il, La conversaci6n de Arcachon
(Casos raros: Los inclasificables de la ica)
Los TExTos
Un caso no tan raro
Jean-Pierre Deffiewe 0.00.00.
Un sujeto en la nebulosa
Hervé Castanet .........
Una suplencia rara
Carine Dama sy yee sigan trea
Inclasificable o singularidad
Dominique Locatelli
Un caso contemporaneo
Francois Lechertier .
Inclasificables intervenciones
Bernard Seynbaeve
Su paps no esté ahi
Héline Mniestris
Abordajes de la letra
Jean-Pierre Rowillon 6.0000 00e cece tee ee ees
Historia de ojo
Pierre Naveau 0.0... 0.000 A NR
De una mancha a la otra
Camille Cambron oo... Jeulaieieaeioenneeemes
Sorpresa y certidumbre
José-Luis Garcia-Castell
El significante amo no clasifica
Gabriel Chantelauze
El au(toma)tismo mental
Frangoise Josselin ..
197
201
209
213
221
227
233
243
249
255
259
263
269
277Una familia desgarrada
Dominique Vallet .
“Tener paz
Jean-Louis Aucremanne
‘Un asunto clasificado
Isabelle Lesage
Cortes significantes
Jeanne Joucla ..
Carta a los participantes
Jacques-Alain Miller
La CONVERSACION
1. Apertura .
2. Los casos de Defficux y Castanet
3. El aparato del sintoma .
4, Matema de la nebulosa .
5. La clasificacién La Sagna .
6. Intermedio
7. Conversacién sobre una pestafia .
8. Charla sobre las incisiones
9. Mesa redonda sobre la mancha .
10. El goce en el proceso simbs
11, Precisiones
ico
12. La bolsa de los jnclasificables
13. Ultimo todo de palabra
14, Cierre ...
REFERENCIA
Ensefianzas de la presentacién de enfermos
Jacques-Alain Miller
10
313
417
Nota a la edicién castellana
El presente volumen es el testimonio de dos conversaciones sobre
Ia clinica psicoanalitica en las que participaron estudiantes y do-
centes de las secciones clinicas de habla francesa. Tuvieron lugar
en Francia en 1996 y 1997. El libro es una traduccién de Le Con-
ciliabule d’ Angers y La Conversation d’Arcachon, publicados original-
mente en francés en Ja nueva coleccién de Ornicar?, Le Banquet
des Analystes. Fueron muchos los que intervinieron en estas dos
conversaciones clinicas, y es lo que ustedes encontraran aqui: una
serie de casos seguidos por una discusién que revela cada vez lo
que se puede extraer como una ensefianza para nuestra prictica.
En definitiva, la interseccién que produce lo nuevo del caso con la
serie ~gconstitutida a partir de nuestra experiencia? demuestra la
necesidad de volver a pensar las categorias con las que se maneja
el practicante del psicoandlisis.
Pero si el libro esti dedicado a la psicosis, entonces la pregunta
obligada es qué pasa con las otras estructuras. Una de las conse-
cuencias de la discusi6n lleva a considerar las nociones de continui~
dad y discontinuidad para producir una formalizacién de la clinica.
Evidentemente se trata de un clinica psicoanalitica en movimiento.
Jacques Lacan se refiere a esto en su «Acto de fundacién»
(1964) cuando en la «Seccién de psicoanilisis aplicado» sefiala que
Jo que sostiene la praxis es «la critica de sus indicaciones en sus re-
sultados y [...] 1a puesta a prueba de los términos categéricos y las,
estructuras>.
Estd claro que este libro no pretende construir nuevas clasifi-
caciones 0 desechar anteriores, sino situar, como lo formula
Jacques-Alain Miller, dos momentos en la clinica: un momento
nominalista, en el que recibimos al paciente en su singularidad,
sin compararlo con nadie, como lo inclasificable por excelencia; y
un segundo momento, estructuralista, en que lo referimos a tipos
de sfntomas y a la existencia de la estructuraSi bien hubo un afio entre el Concilidbulo y la Conversacién, la
reunién de los dos voliimenes en uno se debe a que este tiempo pa
reciera haber funcionado como un intermedio. Es evidente, si-
guiendo la lectura de los casos y las respectivas discusiones, que los
principios planteados en la primera ocasi6n fueron retomados en la
segunda. De ahi que optaramos por el titulo de Los inclasificables de
la clinica psicoanalitica -parte del subtitulo del segundo volumen-,
puesto que se nos presentaba como la primera conclusién con la
que se podia leer este libro, desde el comienzo hasta el final.
Sita GELLER
2
1
El conciliabulo de Angers
(Efectos de sorpresa en las psicosis)Prefacio
= sQué es esto? ;Otro libro sobre ta locura?
~Digamos, més bien, las actas de un encuentro que reunié aun
centenar de ensefiantes, y otro tanto de estudiantes, de todas las
secciones clinicas de habla francesa.
aplasia?
“La Seccién Clinica de Paris fue fundada por el doctor Lacan
en 1977. Ofrecia, primero quizds a los jévenes psiquiatras en for-
macién, una ensefianza de la clinica psicoanalitica, a la vez clara y
Figurosa. La férmula gust6 tanto que en veinte afios se multiplics
por todas partes en Francia y en el mundo. Esta reunién en An-
gers -los dias 6 y 7 de julio de 1996~ fue una oportunidad para de-
batir sobre las psicosis.
~3En resumidas cuentas, un cologuio?
-Si quiere, pero antes que se pa-
§e6 solo por el mundo y llegé a buen puerto un afte después sin
haber hecho estragos; y henos aqui esta tarde a la buena de Dios.
Orrs hipéresis. No solo tenemos que ser los sorprendidos, sino
también los sorprendentes. En la interpretacién, en efecto, se es~
pera del analista que sea el sorprendente.
‘También sobre este punto Nancy Katan eligié una cita de La-
can, que tuvo resonancias en mi: «Ienemos que sorprender algo
cuya incidencia original fue marcada como traumatismo». No se
trata aqui del analista como el sorprendido, tampoco como el sor-
prendente, sino del analista como el sorprendedor ~no es una pala-
bra de la lengua, pero esté formada de tal manera que se entiende
de qué se trata-, ¢ incluso el sorprendedor de lo real, porque aquello
cuya forma original es traumatismo es lo real.
Por qué tendrfamos que sorprender lo re:
volver siempre al mismo lugar? Deberia bastar con esperar el re-
toro periédico. Sin embargo, si lo real vuelve al mismo lugar, es
también lo que para el sujeto no puede no ser evitado. En este in-
tervalo hay un espacio para que el analista sorprenda indirecta-
mente sus emergencias fugaces.
En seguida se plantea el problema de saber si el psicético tiene
relaci6n con la sorpresa. ¢La forclusién permite la sorpresa? No
se necesita represién pars que haya sorpresa? Se podria pensar, en
una particién de tipo biblico, que el neurético tiene la sorpresa y
el psicético, el enigma.
‘Alguien a quien no conozco, pero que dentro de poco tendré la
oportunidad de conocer, Emmanuel Fleury, de Lille, ha intentado
repartir la sorpresa entre neurosis y psicosis: «El neurctico ~dice~
se hace sorprender por lo simbélico, mientras que el psicético se
hace sorprender por lo real». La f6rmula es discutible, pero tiene
el mérito de impresionar.
Entonces, gnosotros podemos seguir Sorprendidos? Nosotros, la
banda que fo:mamos, y que es la prolongacién de una banda ori-
ginal formada hace veinte afios.
Por un lado, para una claboracién y para su transmisién, es un
Gxito: jhablamos el mismo lenguaje, amigos mics! Los que estén
en las secciones clinicas como ensefiantes y los que estan en las
secciones clinicas como participantes, los que Ilegan de Marsella,
19LOS INCLASHFICABLES D& LA CLINICA BSICOANALITICN
del norte, del este, del oeste, de Buenos Aires también... hablamos
completamente el mismo lenguaje.
Era por otro lado el ideal del Instituto del Campo Frendiano, si
confiamos en un breve fragmento de texto que yo habia escrito en
1991 para las secciones clinicas de Barcelona y de Madrid, titulado
«Tesis sobre el Instituto en el Campo Freudiano», donde de
Insistencia de Lacan: renovar el Departamento de Psicoandlisis
(1975), exigir un DEA, un doctorado (1976), crear la Seccién Cit
nica (1977). Inventé el Instituto a fin de continuar en Francia yen
otros lugares por este camino que es el de Lacan. ¢Por qué es ne-
cesario? Porque el discurso analitico tiende ineludiblemente a
destruirse a sf mismo. El saber supuesto, que sostiene al psicoani-
lisis, también lo socava. Por eso sc necesica un lugar donde el
saber expuesto ponga un limite. El Instituto es ese lugar. En él se
verifica por excelencia la transferencia de trabajo. =
‘Terminaba diciendo:
El Insticuto conserva siempre algo ar6pico. As{ como la Escuela se
particulariza, se-adapta a los limites de cada ciudad, regiGn, pais;
del mismo modo el Instituto intenta ser el mismo en todo lugar,
‘como el matema.
Se ha conseguido: trabajamos de la misma manera, tenemos las
mismas referencias, de Buenos Aires a Angers, y en otros lugares.
Es nuestro logro, pero en este universo homogéneo que hemos
creado, ztodavia podemos ser sorprendidos? Y ademas: gqueremos
ser sorprendidos? Seria inquietante que se abriera paso una volun-
tad de no dejarse sorprender. Pude sefialarla, ¢ incluso estigmati-
zarla, después de las tiltimas jornades de la Escuela.
Se necesita cierto deseo de sorpresa, de ser sorprendido. Y es
preciso ese deseo de ser sorprendido para poder sorprender tam-
bign. Se opone a esto una voluntad de control a cualquier precio,
de sujecién, Pero es vana: eso se agita.
Ahora dedicaré un poco de tiempo a oponer la sorpresa al
enigma,
_ Habja elegido para un ciclo de conferencias de la Seceién Cli-
nica de Paris el titulo «La experiencia enigmética», en referencia a
20
Dé Ua SORPRESA AL ENIGHA
un pasaje de «De una cuesti6n preliminar...», pdgina 520 de los Es-
tritos. Durante la primera sesi6n del ciclo ofteci un comentario de
dicho pasaje, que tuve la oportunidad de retomar en mi curso de la
semana siguiente, y que circulé en el Campo Freudiano. No voy a
retomarlo, sino desplazarlo. Es, en efecto, un punto nodal.
«De una cuestién preliminar...», el gran escrito de Lacan sobre
la psicosis, nuestra referencia, esta todavia bajo el dominio teéri-
co de «La instancia de la letra...». ¥ si comenté ese texto tan ex-
tensamente este afio, fue para oponerlo a los tiltimos desarrollos
de Laca
La instancia de la letra...» descansa sobre la nocién de la arti-
calacién, ¢ incluso de la articulacién causal, entre el significante y
el significado: S — s. Fl significado aparece como funcién del sig-
nificante. La composicién de los significantes entre ellos, segiin se
haga bajo-la forma de la sustitucidn, S/S, o bajo la de la conexién,
S...5, engendra un efecto de sentido de tipo metaférico ~emergen-
cia, (+) s-, 0 metonimico —retencién y fuga, (-) s.
‘Ahora bien, el enigma cuestiona precisamente la relacion del
significante con el significado, constituye una ruptura de articula-
cién entre ambos. No se consigue pasar del significante al signifi-
cado: $ //s. Por eso el enigma aparece como un tercero respecto
de la pareja de la metfora y de la metonimia; pone a prueba la re~
lacién del significante con el significado, es incluso la evidencia de
su no relacién.
Qué es el enigma? Algo es reconacido como un significante, es
decir, como que quiere decir algo ~es el sentido mas simple de la
palabra significante: S — (...). Que eso quiere decir es evidente. Pe-
ro /o que eso quiere decit no puede ser enunciado, queda velado,
falta, El enigma obliga asi a la particién del espacio semntico.
‘También obliga a darle una temporalidad. Primer tiempo, se
reconoce que hay significante, que eso quiere decir algo. El segun-
do tiempo es fara enunciar /o que eso quiere decir, y cuando no se
puede, es el enigma.
En este sentido, el enigma est4 en el principio mismo de la dis-
tincién entre significante y significado. Es el ejemplo de los jero-
glifices. Reconocemos los jeroglificos como significantes, no de-
cimos que el viento ha tallado en la piedra relieves extraordinarios
Pensamos que es un escrito, pero no logramos leerlo.
‘Ocurre que uno se debate por saber si un elemento, tal cosa, tal
2105 INCLASIFICABLES OF LA CLINICA PSICOANALITICA
eso, €5 0 no es un significante. ‘Tan pronto como estén un poco ais-
ladas, las piedras adquieren para ustedes un airecito de significan-
te. Cuando caminan por Fécamp, a la orilla del mar, Sobre un mon-
t6n de piedras, no piensan que son significantes, sino piedras que
lastiman los pies. En cambio, cuando una roca se destaca un poco,
sobresale, presenta un relieve fuera de lo comin, como en Etretat,
uno se pregunta: zel azar pudo haber producido eso? Entonces, de-
bate para saber si un elemento es un significante 0 no lo es.
A veces se juega a mezclar ambas cosas. Piensen en la torta de
cumpleaiios. Se escribe algo sobre ella, que en el fondo dice: «Pri-
mero se debe leer como significante, y después comer como tor-
ta». Hay que hacerlo en ese orden: si comen en seguida su torta
de cumpleafios, ya no podrin leer lo que esté escrito encima. A ve-
ces dudamos. Cuando es de caramelo y cuando uno no sabe leer
bien, cuando se es un nifio, antes de haber descifrado la palabra. ya
la hemos tragado. Es lo que evoca el «Comer el libro» del Apoca-
lipsis.
Si después de haber reconocido algo como significante, por
ejemplo los jeroglificos, no se logra saber lo que eso quiere decir,
tenemos el enigma: en el lugar de la significaci6n, un vacio.
Sin embargo, este vacfo no es absoluto; es un «falta en su lugar»,
vacio que se produce en el lugar donde se esperaba la significa-
cién. Entonces, nos queda algo, la significacién de haber reconoci~
do el significante como un significante. Es lo que expresamos
diciendo: «Eso quiere decir algo, pero no sé qué>. He aqui lo que
Lacan designa como la «significacién de significacién. Es la pura
intencionalidad del significante, el puro «eso quiere decir».
¢Por qué esta significacién de significacién es certeza? Es que
eso quiere decir tanto mas cuanto que no se sabe qué ~a partir del
momento en que se sabe, se puede comer la torta. Imaginen jero-
glificos trazados sobre su torta de cumpleajios. {Es terrible! jEspe-
rar para comerla a que llegue Champollion! O, en tal caso, sacar
una foto.
Mientras no se ha descifrado el significante, se lo preserva. Una
vez descifrado, si esto es posible, comenzaran las argucias sobre la
significacin. /Termina la certeza!
‘Hay aquf una particién semntica que se debe precisar.
Primero algo es reconocido como significante, se sabe que hay
significado, aunque no se pueda desplegar la significacién. Para
22
DE Ut SORPRESA AL ENIGMA
orientarnos propongo distinguir el quod y el quid del significado, el
fo quey el que, oposiciOn que interes6 especialmente a Jankélévitch.
“Tal vez es mas claro en el campo de la percepcién. Reconozco
que hay algo, un Erwas, un algo en general ~pero que alli se encuen-
tra en particular-, reconozco que hay una materia fisica, una existen-
‘ia, pero no tengo sin embargo el concepto. Es el quod sin el guid.
"Esta diferencia se explota en Ia literatura y el cine fantdsticos.
Qué intenta hacer el artista si no presentarnos un quad, una exis-
tencia, y demorar al mximo el momento de decir el quid? Presen-
ta seres ambiguos, sombras ~cf. Edgar Allan Poe, etcétera-, algo
que se puede caracterizar como informe ~el cadaver que camina, el
muerto vivo, el ser cabalgando entre varios conceptos, y por eso in-
situable. Y se espera. No se tiene el guid. Se sabe que es, pero no se
‘sabe lo que es. Ocurre que al final se’puede poner un nombre.
Es exactamente lo que se produce aqui: esti el quod del significa-
do, pero no se ene el guid de la significacin. Y cl enigma destaca
esta ruptura, rotura, fractura, en el seno del espacio seméntico.
Esta fractura s6lo se produce una vez, por poco que el significa~
do que se obtiene primero esconda otro. Un significado, como un
tren, siempre puede esconder otro -lo que hace que un mensaje
descifrado pueda muy bien ser un enigma, como sefialaba Lacan.
Era lo que pasaba con los mensajes de radio de Londres a la Resis-
tencia: se envia un verso de Verlaine, este anuncia el desembarco.
‘0 entre el
Decirlo de este modo permite percibir el parent
del deseo
efecto de certeza y lo que surge como angustia a pai
del Orro.
Elefecto de certeza esté en una posicin exactamente homélo-
gaala del afecto que hace surgir el significante enigmitico del de-
seo del Otro, a saber, el afecto de angustia, que Lacan define co-
mo lo que no engaia: S (K) > angustia.
Esta tinica definicién es adecuada para subrayar las afinidades
entre Ia angustia y la certeza. De alguna manera dice: Ia. angustia
es la certeza.
@or qué la angustia no engaiia? Porque no dice lo que es el
objeto. Esté en relacién con la falta en el Otro, pero no dice lo que
esta ¢5; no sostiene un discurso, no est ensefiando, como yo. La
angustia equivale simplemente a la significacién de significacién.
No despeja el quid, es pura relacién con el quod,
23Los INcLASiFicamLEs DE LA ci
La significacion de significacién es certeza y también angustia,
en la medida en que escapa a los deslizamientos, resbalones, apro-
ximaciones, imagenes, falsos semblantes, del discurso y de su re-
térica
La retérica les permite hacer travesuras ~aprovechen— hastz ese
Mamado al orden que constituye la angustia, en tanto que es el afec-
to correspondiente al significante enigmatico del deseo del Otro.
Eso, eso no engafia, dice Lacan. ;Qué engafia? Los otros afec-
tos, siempre desplazados. Pero fundamentalmente lo que engafia
¢s la relacién del significante con el significado: S 0+.
Aqui no se puede proferir ningtin «Eso no engafies. En cuan-
to hay relacidn entre el significante y el significado, eso engaia, y
uno se engafia todas las veces. Esta relaci6n como tal supone el en-
gallo, es engafiosa, sofistica.
En cambio, alli donde esta relacion no se establece, el significan
te juega su partida de su lado; y del otro, no hay una significaéién
que despliegue sus espejismos, sino solamente la certeza y la angus-
tia de que eso quiere decir alguna cosa sin que se sepa qué. Alli se
pasan por alto todas las metéforas y metonimias de la ret6rica
Sin duda se dice-de $ de A tachado, S (A), que es un significan-
te sin significaci6n, pero también se podria decir que es un signi-
ficante con la significacién de significacién. Si conservamos el
nombre de significante, es porque lo ligamos a una significacién.
Esa significacién de significacion, asf como los fenémenos que la
reflejan en distintos érdenes, como certeza y como angustia.
De este modo, el significante del Otro tachado tiene un corre-
lato de significado, que es un significado paradéjico, y es lo que
rastreamos: s (A).
Esto me Ileva a pi
la sorpresa al neurético.
En lo que se refiere a la psicosis, la doble barra que impide la
comunicacién entre el significante y el significado revela la emer-
gencia del significado del Otro tachado, suerte de significado
suplementario, fantasmitico, que aparece bajo la forma de fend-
menos de angustia o paroxisticos, y que es de alguna manera el
precio de.la psicosis,
Estudiaremos un ejemplo de esto con Philippe De Georges. Se
trata de una sesi6n tinica, en la que alguien cuenta el momento de
giar el enigma del lado psicético y dejar
24
De LA SORPRESA AL ERIGNA
desencndenamiento de su psioss, cuyo resorte es wna plabra de
sds por parte de la pareja. En seguida, por una reaccién en cade~
na, el signficante y el significado se separan. Asi como se necesi-
ta un punto de basta para clavar los significantes en los significa~
dos, del mismo modo, si se lo toca en un solo punto, se puede ha-
cer temblar el conjunto del sistema significante-significado de un
oo lai puisodieee ac relucian enone el significante y el signi-
ficado es fluida: el significante se borra de inmediato, mientras
uno se pasion por la significacin desplegada. Sin embargo, b-
jo la forma de la sorpresa, a pesar de todo sc logra recuperar algo
el enigma, Digamos que Ia sorpresa restituye al neur6tico algo
de la separacién entre el significante y el significado. La sorpresa
es en este sentido una forma atenuada del enigma, y es entonces
cuando estamos més cerca de la verdadera salud mental cuando
percibimos que el significante no es transparente ni evanescente,
que tiene su propia densidad, que no muere en los brazos del sig-
nifieado que engendra, que los significantes solo hablan a los
significantes. : ‘i
Los significantes se entienden entre ellos, como comprendie-
ron perfectamente cierto niimero de psicéticos ~y en general es-
tos significantes conspiran, no quieren nuestro bien. Este destello
de lucidez Jo tenemos en Ia sorpresa, donde recuperamos algo de
la separacién del significante y del significado.
En esta perspectiva lo normal no es Ia articulaci6n del signifi-
cante con el significado. La norma es el enigma.
Por lo tanto, es preciso dar cuenta de muchas cosas que antes
se consideraban basicas. Ese fue todo el esfuerzo de Lacan para
pasar al revés de «La instancia de la letra...
He aqui el punto de partida que propongo. Ahora pasemos a
las exposicionés.
ne ees hibiles condujeron a distribuir el mimero de exposi-
ciones por secci6n clinica, en funcién de su ntimero de inscriptos,
de su antigiiedad, del deseo de las personas. Esta mezcolanza dio
sin embargo catorce exposiciones, unas més interesantes que
otras. Michel Jolibois habia inventado un programa. En un mo-
mento de debilidad pensé: «Debe tener razén». En un segundo
momento pensé: «Aun cuando tenga razén, lo que es muy proba~
25LOS INCLASIFICABLES DE LA CLINICA PSICOAMALITICA
ble, tengo Ja sensacién de que es mejor el orden alfabético». Re-
cién después lef los trabajos, apenas esta semana, y me parecié es
tupendo cl orden alfabético. Tyehé y axctomaton coiticidian.
Haré sin embargo una pequefia excepcién en el orden alfabéti-
co. Habfamos dispuesto un poderoso sistema significante para ob-
tener los textos a tiempo. Como saben, es may dificil extraer los
textos de las personas: algunos se olvidan por completo del asunto
y se sorprenden mucho cuando Ilega la fecha limite, otros reescri-
ben indefinidamente su texto. Esta vez habiamos elegido términos
bastante categéricos, y todo el mundo entendid nuestra seriedad.
Es notable que con semejante sistema haya habido no obstante
uno que consiguié librarse y entregar su texto mucho mis tarde.
Lo ha hecho con un arte al cual me complace rendir homenaje.
Puesto que ha sido el tltimo, que sea el primero.
No ¢s la Gnica razén. ¢Cusl es el corazén de la seccién clinica,
su corazén hist6rico? La presentacién de enfermos, que es justa~
mente el tema de Claude Léger.
Este recuerda que hace veinte afios la presentacin de enfer-
mos no era algo evidente. Mientras en una tribuna de congreso tal
colega chillaba ~efa el término de Lacan, lo recuerdo como si fue-
se hoy~ contra las presentaciones de enfermos, yo hacia «Ense-
fianza de la presentacién de enfermos», Después, esto se afirmé
en el ser, si me permiten.
Puesto que es el tema de Claude Léger, que tenga a bien venir
a Ia tribuna, Seguiremos a continuacién el orden alfabético, con
Mireille Dargelas, de Burdeos; y Philippe De Georges, que es de
Niza pero también de Paris, como participante,
26
Los aprietos del saberElogio de la presentacién de enfermos
Un dispositivo adecuado
Claude Léger
Cuando comenzaron a instalarse en los afios 70, las presentacio-
nes de enfermos encontraron en algunos lugares reservas o resis-
tencias, que iban de la acusaci6n de arcaismo a la de violaciones al
secreto, hasta la de atentar contra los derechos del hombre.
En aquella época yo habia exhortado a algunos de los que pro-
ferfan este tipo de acusaciones a que asistieran al menos una vez a
una presentacién, pero en vano, hasta que comprendi que su abs-
tencién era la condicién misma de su reserva. No sabfan lo que se
perdfan, pero sabfan que habia que perdérselo para mantener Ja
critica, El tiempo no parece haberles dado la razén: la seccién cli-
nica se desarrollé al punto de desbordar; en cambio, esos criticos
acérrimos del maltrato psiquico estan en vias de desaparicién con
la psiquiatria publica, sus camas y los enfermos que tradicional
mente encontraban alli asilo
Pero vuelvo atras. Si los militantes antipresentaciones hubieran
entrado, al modo Act-up, a la sala donde tenfan lugar nuestras pre-
sentaciones ~hablé par lo que se realiza desde hace todos estos
afios en Levallois-, se habrian sorprendido al descubrir a dos per-
sonas charlando la mayoria de las veces tranquilamente ante un au-
ditorio atento, y hubieran sido ellos entonces quienes habrian pa~
recido intrusos.por irrumpir en esa burbuja creada por lo general
alrededor de los dos protagonistas de este coloquio tan singular.
Relef transcripciones de entrevistas y me asombré la facilidad
con que muchos pacientes psicéticos abandonaban toda reticencia
tan pronto como se encontraban instalados en el circulo de tiza de
la entrevista
‘Les doy un ejemplo tomado casi al azar. El paciente responde
a la primera pregunta que se le plantea sobre lo que le acaba de
29LOS INCLASIFICABLES OE LA CLINICA Psicoaw!
ocurrir: «Si empezamos por el principio, caf en la bajeza. :O pre-
fiere que le hable de la operaci6n en el cerebro? A partir de ese
momento todo se puso patas arriba. A los 16 afos caf enfermo:
una esquizofrenia; no temo a esta palabra. Me llevaba muy mal
con mi madre, justo antes de caer enfermo».
Este paciente reivindica de entrada la esquizofrenia como lo
que lo identifica, y a continuacién se divierte con la manera en que
los medios de comunicacién califican a los esquizofrénicos como
, debe incitarlo a hacer esta ordenacién,
pero en una coyuntura diferente ¢ inesperada cada vez.
Asi, en el medio de esta entrevista que se revelaba tan prome-
tedora, el paciente detiene a quien lo interroga en ese momento
sobre las manifestaciones de la «depresién» ~era su término- que
resumia para él las perturbaciones del desencadenamiento a los 16
afios: «Sefior, sefior, una entrevista de este tipo solo puede llegar
aun resultado si se tiene entera confianza en el interlocutor que
esta enfrente. No es su caso y no es mi caso, No es lo que ocurre
aqui y ahora. No confio en,usted>.
Jacques-Alain Miller. Hay que actuarlo més. Es Moliére.
Claude Léger. ~Pues bien, el interlocutor lo tranquiliza, abunda
en las ideas de la consistencia yoica, que hace de este paciente un
esquizofrénico feliz, al menos, feliz de decirse esquizofrénico.
30
ELOGIO DE LA PRESENTACION DE ENFERNOS
qSi, estoy contento! Siempre quise ser alguien o tener alguna co
see que permita saber de quién se habla cuando se dice “yo!
fui], Bensé ser esquizotrénico, es mi tltimo capricho»
Jacques-Alain Miller. ~, y del cual, después de haberlo inquictado, querfa hacer la
teorfa. Asi; empez6 a escribir; y él mismo concluye: «Les seré mas
facil comprenderme cuando me lean».
Jacques-Alain Miller. Es muy atinado, perfectamente sensato.
Claude Léger. -Completamente. :
Otra propondra regresar para dar una conferencia, porque no
estaba bien preparada. Orro incluso propondré al interlocutor una
serie de entrevistas para que entienda mejor sus neologismos:
«Porque ¢s un poco complejo». .
Con bastante frecuencia se encuentra en esta préctica el acen-
to de lo preliminar: se seguird otra vez, en el mismo marco 0 en
otra parte, en conversacion a solas. No es por supuesto lo que ocu-
rre siempre, pero cuando se presenta no se debe a la sugestiOn;
aunque se produce mas bien de manera incongruente dado el con-
texto de la entrevista. -
Qué es lo.que funciona entonces para producir en algunos ca-
508 este efecto de transferencia?
Una primera respuesta posible es puramente contextual: el pa-
ciente suele encontrarse en un momento critico y en un hito de
su resolucién por el efecto [propio] de la internacién, luego, des-
plazado de las coordenadas del goce que lo invadia. Perplejo o in-
trigado, se le ofrece de pronto la posibilidad de explicarse: «(Soy
hombre-mujer, ni hombre ni mujer, en todo caso, no homose-
; 0 bien, incluso: «Lo que se me ocurre para resumir todo
31105 IMCLASIFICABLES DE LA CLINICA PSICOANALIICA
esto es: deconstruccién, hermafrodita», La presentacién ¢s un
del sujeto psicctico que, al encontrar el
«empuje a la mujer, se descubre, en el sentido, de un levanta-
miento de velo, que no ¢3 el del falo, que debe poner en juego
otros significantes en la coaccién de un marco fabricado «a la me-
dido», ya que prolonga por cicrtos lados el del hospital pero se
desmarea por otra parte por su extraterritorialidad, la cual esté re-~
presentada por el lugar del interlocutor en tanto exterior al cua~
dro precedente ~el dispositivo solo funciona, en efecto, si el inter
locutor es éxtimo para el paciente, a la vez destinatario de una
pregunta sobre el paciente y en el lugar de permitirle a este formu.
lar su respuesta.
El enigma puede entonces revelar su estructura l6gica, que tien-
dea hacer de él un equivalente de mito mas 0 menos logrado. He
aquiun ejemplo. Desde el comienzo de la entrevista este joven pa
ciente anuncia: «El dia que nacf, mi padre tuvo un accidente; s¢ le
avisé a mi madre. El cordén no se corté de tan triste que estaba.
Algunas frases mis adelante, después que describi6 a su padre
como todopoderoso por haber matado a Hitler y podido discutir
en Ia televisién con Mitterrand, agrega: «Tuve una infancia wiste,
No pudo reconocerme; era demasiado tarde».
Alo largo dela entrevista vuelve como un estribillo este no re-
conocimiento. Para hacerse amar por este padre negligente él se
disfraza de mujer, y entonces agrega: «No soy un travestido. Ten-
0 que esperar que el cordén se corte de mi sexo. Cuando se ha-
ya cortado, podré ver a mi padre, y seré feliz»,
E| mito entonces se precisara. Ha dejado de masturbarse para
guardar su esperma y tener también un hijo: «Ese dia me mastur-
baré a fondo; la mujer también se masturbaré; y tan pronto como
los dos espermas se hayan tocado, quedaré embarazadam,
El paciente termina la entrevista asi, radiante. No es seguro
que esta respuesta transexual haya sido estabilizadora, pero tuvo al
menos la virtud de ensefiar y de permitirle a este paciente hacer
del cordén un elemento de discurso, que asintotiza el final hipoté-
tico de su abstinencia con el riesgo de la castracion,
‘Me parecié bastante evidente que la presentacidn de enfermos
mostraba su mayor riqueza cuando la sorpresa del sujeto iba mas
alld de su perplejidad y él podfa comunicarla bajo li forma del tes
monio y como anuncio inaugural de un delirio por venir. El mar-
32
ELocio 0€ UA PRESENTACION OF eNFERMOS
articularmente a este efec~
1 de la presentacion puede conv .
oe ariunclony cerroee con un svusiraw. que es minh (Ger talne
fa mucho volver».
ore decibel consultando las transcripciones de las en
trevistas, que con frecuencia algunos pacientes haban sido inte-
rrogados dos veces en momentos separados.
Asi, esta paciente de 38 afios, psicética, vuelta a internar por un
momento fecundo, interpela de entrada al interlocutor: «Ya lo vi
hace tres afios; jestaba mds gravel. «Es internada con frecuen-
cia?», se le pregunta. «En este momento si. Estoy internada des-
de hace 18 afios, pero soy amnésica.»
tra paciente menciona un accidente de auto con un coma pa-
ra enuneiar: «Solo recuerdo la mitad de mi vida». Pero a conti-
rnuacién da parte de una curiosa ubicuidad, que completa la mitad
perdida; «Tengo una doble vida, me veo en un lugar y estoy en
otro; duermo despierta, es sonambulismo». Durante la noche
practica la medicina, atiende casos sociales.
La prueba de esta vida paralela vivida en «amnesia» es que una
paciente la envié a paseo diciéndole que ya le habia contado lo que
acababa de decirle.
La curva de la interlocuci6n se cers, pues, sobre ella misma
Toda la estructura delirante esta hecha de dobletes, dobles, e in-
cluso repeticiones. ¥ estas reduplicaciones, estos sosias, se origi-
nan en una serie de experiencias especulares sobre las que se ha-
bfa explayado largamente.
Busqué el rastro de la entrevista anterior, pero no lo encontré.
En cambio, la paciente habfa sido presentada siete afios antes, pe-
ro interrogada por otro interlocutor, en quien habia confiado:
«Cuando me miro fijamente al espejo sin mover los ojos, vuelve a
ver las imagenes del tiempo pasado, de mi misma en el pasado, con
mi rostro del pasado... Me hipnotizo».
La reanudacién de estas entrevistas es digna de interés respec-
to de la construccién del delirio, pero también para despejar cier-
ta linea que el paciente retoma en este marco muy particular de la
presentacién de enfermos, marco que acepta gustosa, que hasta
incluso solicita
Intenté despejar algunas coordenadas: el testimonio, la direc-
cién a.un sujeto supuesto no saber sino dejarse ensefiar —el interlo-
cutor se hace el relevo de la asistencia estudiosa~, en posicién de
33Ica BsICoAnaLiricn
«secretario del alienado», confirmado por el hecho de tomar notas
¢ incinso la transeripei6n taquigrafica. Luego, no es asombroso que
algunos pacientes se valgan de su propio proyecto de escritura.
Si hago surgir entonces nuevamente la figura del militante, que
discutfa de manera tan virulenta esta prictica en sus comienzos,
me doy cuenta de que pudo franquear la puerta, ciertamente con
algin retraso, y lo reconozco aqui, pese a sus cabellos encaneci-
dos.
Jacques-Alain Miller. Estamos todos aqui, :no?
Claude Léger. ~...a pesar de sus resquemores de principio, en es-
tm asistencia, que parece haber encontrado no solamente un lugar
donde clinica y ética se articulan, sino que considera que ella misma
Participa de un marco cuya permanencia compromete una respon
sabilidad més amplia en cuanto a la perennidad del psicoandlisis
Jacques-Alain Miller. Para agradecer a Claude Léger puedo
leer el resumen que él mismo hizo de su comentario, y que da el
¢je principal: «La presentacién de enfermos constituye evidente-
mente un dispositive adecuado para el sujeto psicdtico para testi-
moniar sobre las transformaciones que experimenta y sobre Ia ela-
boracién que esboza», Como usted dice, no se habria podido
formular esto hace veinte afios.. Una vez que se ha hecho la expe~
tiencia en gran escala, uno de nosotros se arriesga y dice: «La
Presentacién de enfermos constituye evidentemente un dispositi-
vo adecuado para el sujeto psicdtico». Muy bien. Lo discutiremos
dentro de poco, se expondrin contraindicaciones, se traerén expe-
riencias, etcétera. Ciertamente habia que empezar con su exposi-
cién por el eco que puede tener en cada uno de nosotros.
‘También tiene eco en mf. De mi actitud en aquella época estén
las huellas escritas en mi intervencién sobre la ensefianza de la
presentaci6n de enfermos, Era més nuevo en el tema y me costa
ba acostumbrarme a lo que percibia como cierto descaro de los
Practicantes. Me asombraba Ia amable sonrisa de Lacan para de-
cir: «No hay ninguna esperanza». Puedo medir el desplazamien-
to de mi propia posicién subjetiva. La antigua me resulta muy
simpatica, pero hoy no puedo compartirla. Queda marcada por la
empatfa, y lo sérdido del hecho de volverse mas experimentado es
34
ELOGH0 0 LA PRESENTACION DE vFERWOS
¢ se pierde esa dimensién de la experiencia. En la medida en
ane se defina la humanidad por la empatia, criterio al que no hay
4 Tl eaile importancia, el Instituto del Campo Freudiano es
Gerea propedéutica a la inhumanidad. No haremos de ello un es-
logan: «iEldgase inhumano, entre a la Seccién Clinical».
Jean-Jacques Gorog. -Ponerse en el lugar del otro siempre es un
error, y es lo que usted muestra.
Jacques-Alain Miller. Escuchamos ahora el trabajo de Mireille
Dargelas, cuyo resumen es el siguiente: . Unica condicién para que deje que un hom-
bre se le acerque: que ya esté rodeado de mujeres. Solamente ese
posee un sexo 7
‘Actualmente es la elegida de su patrén, que es un gran seduc-
tor. Algunas noches de amor con este hombre le bastaron. El tiene
un rasgo particular: grita a todas sus secretarias. Llama a Ofelia en
la mitad de la noche para hablarle de su deseo. Otra voz para ella.
Esta joven hace pensar en una histérica. Se niega a ser el obje-
to oral de un hombre. Pero su légica es distinta. Su estrategia la
protege del goce del Otro -terrorifico~ de la psicosis.
Para constituir una realidad intenta rechazar el objeto: ya en lo
real por sus vémitos, ya con Ia ayuda de una imagen ideal, asf ese
cantante que vela el objeto.
Evitando ahogarse, Ofelia sigue valientemente su trabajo en la
cura. Tal como los postes imaginados que bordean el mar, sus
construcciones incluso efimeras limitan su goce
Jacques-Alain Miller. -Le agradezco. Si me remito al documen-
to que tengo frente a mi, hay una palabra que no pronunci6. Us-
ted habia escrito: «Esta joven evanescente hace pensar en. una his-
térica», y sac «evanescente>. ¢Por qué saco «evanescente>?
Claude Léger. Que usted lo subraye lo pone atin més en relieve.
Jacques-Alain Miller. -¥ en cambio al final agregé algo sobre el
objeto. Tal vez en el debate se le pregunte: «En qué se distingue
39LOS INCLASIFICABLES DE LA
Ica PSICOMUALITICA
ta légica de la de una histérica?». Sin duda hay datos que podrs
agregar en ese momento. Ademis, uno de nuestros colegas ~ha-
blard de ello si quiere~ retiré in extremis su expgsicién, porque
pensaba que habia una duda diagndstica entre psicosis e histeria.
Ahora seguira De Georges. El resumen aparecido en el progra-
ma es el siguiente: «La depresin, lugar comin médico y medié-
tico, parece en esta vifieta clinica la mascara de un desencadena-
miento. Nos dedicaremos a seguir la construcci6n que intenta este
sujeto para producir una significacién apaciguadora». Se basa en.
una sola entrevista.
Philippe De Georges. ~Es un primer contacto y un encuentro
Gnico. A mi entender, Ia vifieta clinica que presentaré ilustra los
dos puntos mencionados, a la vez sorpresa y asombro. Sorpresa de
mi lado y asombro del lado del paciente, pero en el sentido fuerte
del término, es decir, en el sentido del rayo, en el sentido dé algo
que fulminaré.
40
Paradigma de desencadenamiento
una palabra de mas
Philippe De Georges
El joven entra a mi despacho y descubre su juego con un movi-
miento singular. Viene a consultar, pero dice que no es por él
por su padre. En efecto, es preciso tranquilizar a este padre que se
pregunta, que se inquieta por el estado de su hijo y no queda sa-
tisfecho con lo que él dice.
in lo que respecta a este joven, él tiene sus propias respuestas.
Desde hace cuatro meses vive una experiencia depresiva. Dice que
se trata de un proceso puramente quimico, y lo que podrfa tran-
quilizar al padre, aplacar su inquietud y poner término a todas sus
preguntas seria que un hombre de ciencias atestigiie, certifique
que se trata de una depresi6n; es decir, de un mecanismo conoci-
do, quimico, aut6nomo, y que no obedece a ninguna otra causali-
dad; que se despliega de manera idéntica en todas las personas y
que se manifiesta en el seno del conjunto estable y uniforme de los
deprimidos. Habria que poder decir que el transcurso esta, pues,
perfectamente programado y es previsible, y que tiene también un
plazo asignable y reglamentado.
Se dirige entonces a un facultativo, porque yo debo disponer de
estadisticas que permitirfan conocer la duracién media y normal,
de alguna manera, de tal afeccién. Me explica que las estadisticas
son en efecto la herramienta cientifica de la que dispone la medi-
cina en lo tocante a medidas y estudios epidemiolégicos. Calmar
aeste padre inquieto, dividido, es aportar la garantia de la ciencia
a elementos sobre los cuales el sujeto en cambio ya no tiene nin-
guna duda, hasta ese punto han terminado por imponérsele como
la tinica significacién coherente y posible. Nuestro encuentro es
pues el de una persona desprovista de singularidad, una muestra
de una clase nosogrdfica, con un representante impersonal de un
saber supuesto universal.
aDesde luego, como a pesar de todo lo invito a hablar de él y de
las coordenadas particulares de lo que califica como depresién, em-
pieza légicamente a legitimar el término que ha eonservado. Y lo
hace en funcién de su valor descriptivo, anal6gico de lo que siente.
La depresién es sencillamente lo inverso de la presién; es exacta-
mente como en meteorologfa, o como se dirfa de un accidente de la
tierra, de un relieve geografico hundido. Este estado es al mismo
tiempo la antitesis de la agitaci6n ansiosa y de la fiebre que se habia
apoderado de él cuatro meses antes, sin motivo, sin ton ni son. Re-
cordaba claramente las circunstancias en las que de repente se habia
encontrado como un barco ebrio. Estaba entonces de vacaciones y
se sentia atraido por una joven excitante. A posteriori ~es decir, all
contirmelo—su nombre le parece cargado de significaciones milti-
ples. Ella se llama, aparentemente, Edevine, y él escuchaba resonar
en ese nombre: Eduvigis [Edwige], divina (divine), Eva [Eve] y adi-
vina [devine]. De modo que él estaba hablandole cuando a coritraluz
un hombre se habia acercado a ella, bajo el sol, un hombre bien pa-
recido, quien la habia besado al saludarla. Ellos habfan intercambia-
do algunas palabras en voz baja. ¥ tan pronto como él se habia ale-
jado, la muchacha habia dicho que detestaba a ese hombre, que era
un médico que se habia aprovechado de su padre y que lo habia
perjudicado. Fl padre de Edevine también era médico, pero era to-
xicémano y sus compafieros habfan conspirado contra él para inha-
litar su practica. En seguida, durante esa escena, las palabras de la
joven le parecieron enigmiticas. Al mismo tiempo se siente extrafia
y oscuramente concernido por ellas. Aqui estamos por completo en
Ia linea del pasaje de los Evcritos, que Jacques-Alain Miller citaba ha-
ce poco. Se forma entonces una palabra en su cabeza: la palabra
«gata»! Con una risita de incomodidad me aclara que eso significa
«sexo». Pero entonces para él esta palabra es una explosion nuclear
en su espiritu.
Jacques-Alain Miller. -Son sus palabras, ¢no?
Philippe De Georges. Son sus palabras.
1. Chacte significa «gata», y t
dela T]
ién se denomina asi el sexo de la mujer. [N.
42
PaRADIGMA DE DESENCADENAMENTO
Esta explosién es el principio de una reaccién en cadena, que
dlealifica como termonuclear, de un desorden de su pensamiento
nducta, que después de un tiempo de vagabundeo lo lle-
co
1 de eee jepresion actual. En efecto, tan pronto como la palabra
V6 ta» hubo explotado en él, él se levanta. Se acerca a la joven y
iedice: «jAtraviésame el coraz6n!>. Luego se queda muchos dias
fin dormit, casi sin comer, deambulando sin fin, sofiando febril-
mente con la vida que podria llevar con ella. Rehace el mundo en
torno a Edevine, a quien califica como enigma hecho mujer, en la
pasién. Lo que experimenta en este periodo le parece ingoberna-
ble. Para dar cuenta de su experiencia utiliza una frase que atribu-
ye a Nietzsche: «El drama es cuando se encuentra su propia obra,
bu imagen en el espejom. Le dijo ademés que ella era su modelo.
Luego el frenesi inicial se volvié depresidn, después que tomd
conciencia del abandono generalizado que experimenté.
Durante una tinica entrevista este joven me revela las conclu-
siones 2 las que Ilegé ~si hay una dinica entrevista, es porque él no
quiso otras. Me relata la verdadera teoria elaborada para dar cuen-
ta de lo que atraviesa. Ahora que est4 deprimido la agitacién del
comienzo le parece puro sinsentido. No puede dar a «la escena ca-
pital», como diria Pierre-Jean Jouve, la escena por la cual todo co-
mienza, ningtin valor desencadenante, ninguna dimensi6n de cau-
sa. Sefiala sin embargo que su primera reaccién tuvo dos caras: por
un lado, «el vacio enigmstico de la significacién» ~cito a Lacan-,
al que lo confronta la irrupeién de este im-pair? y el relato de la
muchacha; y, por otro, la emergencia simulténea de un sentido os-
curo € intimo, inasible y huidizo, que mientras se desmultiplica le
indica que le concierne. El origen para él es esa palabra que surge
y se impone; estalla en él, pero es al mismo tiempo como un me-
teorito en el cielo de su pensamiento, arrancado a lalengua, puro
cuerpo extrafio, elemento de ninguna cadena,
Entonces aqui agrego una frasecita ~se lo sefialo en seguida a
Jacques-Alain Miller. Este joven, hay que decirlo, no es un lector
de De Clérambault porque, de haberlo sido, ante esta irrupcién de
Ja palabra «gata», hubiera podido ver el ejemplo mismo de auto-
matismo mental, es decir, una enunciacién independiente del su-
jco entre impair (impat) y wn-pere (an-padre). [N. de la T]
43LOS INCLASIFICABLES DE UA CLIN
A PSICOANALITICA
jeto. Pero este joven lee lo que se escribe hoy sobre la depresién,
que es una veta completamente distinta.
Podriamos pensar que el punto inicial es una palabra, una pa-
bra tal que inicia un proceso que afecta al significante. El pro-
ceso en cuestidn est4 completamente desencadenado, desestruc~
turado, cada significacién se dispersa en todas las direcciones, sin
posibilidad de que se produzca el menor abrochamiento. Surge
entonces Ia referencia termonuclear, que se impone para traducir
la ausencia de concatenacién, el hecho de que cada palabra vuele
en pedazos bajo el impacto de otra, que a su vez contamina otras,
cada una quita a la siguiente sus amarras. Y el joven produce en.
tonces su ldgica del desencadenamiento. «Como dice Gainsbourg
~me dice-, la palabra engendra la idea, y no lo contrario» —no ve~
rifiqué la cita. La palabra engendra la idea y no lo contrario es un
teorema que en el ejemplo en juego define al significante como
aseméntico. La significacién, cuando hay una, viene después. Pe-
ro vemos que el uso que le da este hombre es paradjico, ya que
se sirve de ella para confirmar la naturaleza quimica de su patolo-
gia. Todas sus marcas anteriores han vacilado, se han disuelto,
desvanecido. Todo lo que ordenaba su relacién con el mundo fa.
Nl, luego fue invalidado, privandolo de fundamento, de cimien-
tos, de amarras y de marcas.
«Quimica» es para él el nombre del puro sinsentido. De algu-
na manera, es como si el hecho de nombrar las cosas asf, nombrar-
las bajo el término , es quimico; y no: «Es el pulmén, les di-
jel». En este contexto Ia palabra «depresién» le parece a este
hombre lo mis adecuado para traducir de manera precisa y expli-
cita no tanto una perturbacién del humor como una experiencia
44
PARADIGMA DE DESENCADENAIENT
. abandono. Describe para él el desmoronamiento de las marcas
ee en especular y el abandono del Ouro, Res-
peeto de la quimica es también una manera de traducir la implica-
5 suerpo en este goce. a
Oe ie hale: de Selirio para caracterizar esta elaboracién?
Hablando con propiedad, no hay creaciGn ex nibilo, tampoco crea~
Gién que parta de un objeto especifico, nada que esté marcado con
Eleello del sujeto, con su propia firma. Pero aunque la interpreta~
cin. que este sujeto ofrece del organicismo, su versién del hom-
bre neuronal, adopte la apariencia de una inscripcién en un dis-
curso, eé sin embargo en sf, creo, neol6gica. Todo depende, si no
del ready-made, de los t6picos de la modernidad. Es un poco el he-
‘tho de emplear asf las palabras de la tribu, la. manera que tiene de
‘engafar y su manera as-if de establecer lazo social.
'No obstante, este recurso al vocabulario de la medicina y de los
medios no'se contenta con obedecer las ideas de una época, es tam-
bién para él una respuesta a Ja necesidad que experimenta de dete-
ner el desencadenamiento del significante y limitar el goce. El
discurso de la ciencia, tal como lo prescribe la medicina contempo-
rinea, reprocesado aqui por la significacién personal, es invocado
como el anclaje de una certeza. La perplejidad, la ansiedad, el sufri-
miento de este sujeto son al menos calmados por ese significante
clectivo, «distinguido» dirfa Lacan, que produce por eso cierto
abrochamiento, lastrado por el peso de la ciencia. Aunque, por
supuesto, esto no prueba que la ciencia tenga para él el lugar de su-
plencia del Nombre del Padre. La funcién apaciguadora de esta
tcoria contrarresta el otro servicio insigne que da al sujeto. En efec~
to, a causa de esto se encuentra exonerado de toda responsabilidad,
dispensado de todo consentimiento, desimplicado de toda elecci6n,
de cualquier decisi6n posible, incluso de una decisién insondable.
Se ahorra cualquier implicacién subjetiva. Hay alli refuerzo y coar-
tada para la cobardia moral. Este rechazo sostiene la tesis segtin la
cual el sujeto rio esté alli, nada le vuelve, nada le pertenece exclusi-
vamente en lo que es solamente actuado por la quimica. Todo es
mecinico, extraiio, asubjetivo, y no justifica para él ningiin trabajo de
subjetivacién. Ni hablar, pues, para este joven de firmar su texto. Y
de firmar en particular ese fragmento de discurso libidinal que
sume la palabra «gata», para la que se trata de rechazar toda carga.
Este fragmento no es sin embargo imputado a un Otro que tendrfa
45LOS INCLASIFICABLES DE LA CLIMICA PSICOANALITICA
a forma de una voz, a un Otro perseguidor por el sesgo de una alu-
inaci6n. O en tal caso, simplemente es imputado a un Otro que es
Ja quimica misma. Me pregunté si se trata de una manera de hacer
de la quimica una divinidad de lo real, comparable Gon las divinida-
des de Schreber 0 comparable con lo que recientemente referia en
Ja radio un bidlogo norteamericano, investigador de la doble hiélice,
que decfa que para él el ADN jera Adon:
‘De alli el dilema en el que me encontré ante las dos vertientes
de este discurso. Por un lado, pensé tomar nota, hasta sostener lo
que en el limite de una metéfora delirante parece aportar cierto
apaciguamiento. Por otro lado, podia estar tentado a oponerle que
esta quimica era de hecho una alquimia del verbo ¢ invitarlo a ha-
blar, yendo contra el rechazo del inconsciente. Es asombroso ver
que el sentimiento confuso pero profundo de estar concernido en
cl momento del desencadenamiento se encuentra recubierto y
evacuado por el trabajo de elaboracién. El sujeto niega cualquier
parentesco entre su vivencia patolégica y Ia parte oscura del
pensamiento. En definitiva, son las modalidades de la direccién
~encuentro aqui un eco de lo que decia hace poco Claude Léger-,
las modalidades de la direcci6n, para no decir de la transferencia,
las que nos guian. No hay aqui en efecto direccién a un sujeto su
puesto saber, supuesto poder producir la significacién que falta, la
clave de un enigma. El llamado se hace, por el contrario, al repre-
sentante de lo universal, tal que pueda borrar toda particularidad,
todo goce singular en el océano de la estadistice. Lo que espera es-
te joven es que sea autentificada su certeza, un saber que no es so-
Jamente supuesto y que esti de su lado. En resumen, uno que fun-
cione como sabio debe confirmar al sujeto que sabe.
Le ofrecf sin embargo decir algo mis, pero, como buen nomina-
lista, dio la dltima palabra: «La gente no pensaria en sufrir —dice~ si
no existiera la palabra “psi’». Muchas cosas pueden resonar para
nosotros en esta proposicién que cierra: es después de todo la pri-
mera leccin del Entwurf decir que es el Ouro quien hace del grito
un llamado, que no hay mensaje sin direcci6n y que la direcciOn es
previa. Es también una manera de decir que la oferta «psi» crea su
demanda, ;Pero Lacan no llega a decir, en «Le phénoméne laca-
nien> ~conferencia inédita dada en 1974 en Niza~, que sin duda la
pregunta del ser no se plantearfa si no estuviera la palabra «ser»?
46
Primera discusién
Los aprietos del saber
iller. ~ i6 1s relaciones con ese pa-
raeques-Alain Miller. ~¢Qué ocurrié con su:
ES ta pregunta es para Philippe De Georges.
Philippe De Georges. -No lo volvi a ver. Vino una sola vez, se
fue, retomé su vagabundeo. Creo que se mostré insatisfecho por-
que yo no desempenié el papel que él esperaba de mi. Al mismo
tiempo encontr6 cierto anclaje en lo que pudo elaborar.
Jaeques-Alain Miler. “Es una coysswaa de demesne
juc responde precisamente a los cinones de Lacan. joven de
vacsclones es atraido por una muchacha. Se acerea un hombre que
sin duda tiene aproximadamente la edad del padre. Ella lo besa, el
hombre se va, ella le confia al muchacho que es alguien que per-
sigue al padre. Como trasfondo: las vacaciones, el mar ~podria
pensarse en Siibitamente el tiltimo verano o en Buenos dias, tristeza.
Encontramos aqui la pareja simétrica imaginaria a-a’, la irrupci6n
del Un-padre, y entonices viene la palabra «gata», que puede cons-
tituir la emergencia de la significacién filica en lo real.
Philippe De- Georges. Me parecié cautivante su intento de dar
cuenta del desencadenamiento. El mismo dice que esto parte de
una palabra, y toma prestada una cita de Gainsbourg para decir
que la palabra crea la significacién.
Jacques-Alain Miller. La reacci6n en cadena es la trama que se
deshace cuando salta el punto de basta. Después se vuelve a tejer
algo.
47Philippe De Georges. EF resumen de Claude Léger plantea in-
directamente una pregunta sobre el lugar que puede tener un
sujeto neurético en la presentacién clinica, y sobre lo que esta ex.
periencia puede representar para él. 2
Claude Léger. ~Fs, en efecto, mucho menos evidente para cl su-
jeto neurético. No digo que no sea factible. Hemos trabajado
mucho tiempo juntos con Guy Clastres, y nos tocé presentar new,
roticos. Pero el cuadro conviene perfectamente bien al sujeto psi-
cético cuando esta al comienzo de una elaboracién.
Jacques-Alain Miller, Falta, por ahora, el significante a. Mientras que en nuestras presentaciones nos ubi-
camos en una posicién de no saber, ¢ intentamos aprender algo del
sujeto, ser ensefiados por él; de manera que calculamos nuestra
posicién de un modo completamente distinto: a — 8. Por eso los
sujetos que han pasado por nuestras presentaciones la mayoria de
las veces quedan satisfechos: ya sean psicéticos o neuréticos, se los
invita en tanto sujetos.
Rachel Fajersztain. —Respecto del psicético que dice: <:Estave
bien?», esto debe interpretarse caso por caso. Uno puede estar
muy feliz por tener un auditorio, al que por fin podria explicar el
sistema que ha bosquejado. Otro puede creer que esti librado al
goce del auditorio, que ha venido para alimentar a ls gente, que
esta en una posicién de objeto. Quisiera decir a Mireille Dargelas
que lo que muestra del caso hace pensar mas bien en la histeria: se
identifica con el tio, vomnita como él, esti asqueada por el goce
sexual, por el falo; huye. ¢Qué tiene de psicstica? Rose-Paule Vin-
ciguerra, a quien se lo pregunté, me dice que habria tenido un epi-
sodio eroromanfaco, y que pensé que ese cantante cuya vor ama-
ba se dirigia a ella. Al mismo tiempo, usted dice: «Es un delirio
que pasa en lo imaginario».
Jacques-Alain Miller da la.palabra a Mireille Dargelas para que
aporte datos suplementarios. Usted misma escribié: »; jy bien!, no se pue-
de, Miren cémo los estudiantes preparan sus tesis en Ia universi-
dad, se enfrentan con un jurado que no les concede nada, y qué
contentos estan después... No es necesario hacer mucho, basta con
fruncir el cefio en el momento adecuado, y eso significa: «Cuida-
do con lo que dice. Tendré que rendir cuentas. Se le preguntaré si
es coherente, si es suyo», etcétera. En resumen, lo contrario.
54
Prineea o1scusion
Bn el ambiente del grupo analitico no e puede Fag: 1
sima, la milésima, la diezmillonésima parte de eso. FERer ds
de plantear una pregunta que no esté enunciada col “ a
serencia ya es una agresiOn. Es que las personas viv®Q@i
ber supuesto, del crédito que se les da, Y es todo un an
caichoneito de saber supuesto. Entonces, no pueden Megar commun
Nifiler y, ;pafl, reventar el colchén de aire. Pues bien, en efecto,
Son necesarios ciertos miramientos. Simplemente, si alli esta el
Gnico lugar para hacerse cargo del psicoanilisis; y bien, este se
apergaminaré, y por eso con el correr de los afios Lacan, contra
os importantes de su Escuela, impuso instrumentos universitarios
0 parauniversitarios. Pero la relacién entre escuelas y secciones
clinicas sigue siendo problemética.
“El espacio que formamos, las secciones clinicas, es fundamental
para la continuaci6n. Era la idea de Lacan, al menos tal como yo la
Gescifré, ya que él no escribi6 toneladas de textos al respecto.
‘Si se admite esto, Ia presentacin de enfermos, como dirfa La-
‘can, viene como anillo al dedo. ¢Qué es la presentacién de enfer-
inos? Una entrevista que normalmente deberia desarrollarse en
vado y que con fines de aprendizaje obligamos a que se proyecte en
tun espacio puiblico. Es por otra parte lo que se nos objetaba: esto de-
beria hacerse en el coloquio singular, y hete aqui que hacen de un
paciente congjillo de Indias en un experimento piblico. Realizan La
yeecin de anatoméa de Rembrandt, una leccién de anatomia moral, si
me permiten, a costa del paciente, cuando tienen que curarlo; no
deben hacer de él un objeto de demostracién. Asi pues, todo el
mundo es sensible en la presentaci6n a su cardcter de saber expues-
to. La presentaci6n de enfermos es por excelencia una exposici6n.
Ahora bien, el sujeto psicdtico es precisamente un sujeto ex-
puesto. Sus perturbaciones dependen precisamente del hecho de
que en la esfera mas intima de su pensamiento, hasta en las partes
de su propia anatomfa, est invadido por uma presencia, Y enton-
ces puede pasar ~no diremos que en todos los casos, hay selec-
cién— que la presentacién permita que esta exposicién se haga ba-
jo una forma regulada, y que haya un efecto apaciguador ~en
tiempos de la presentacin de Lacan se habia podido percibir en
varias ocasiones. Pensemos en Schreber cuando expone su caso es~
cribiendo su libro.
55ABLES DE LA CLINICA PSICOANALIICA
Diré algo que hari gritar: en la presentaci6n hay algo del pase,
c| base el neurético pone lo que fue intimo en un circuite de
a, Esto provocé chillidos, ademas,
‘ron porque Lacan hacia presentaciones de enfer.
mos chillaron, uno 0 dos afios después, cuando se puso en finenn
namiento el pase. Es solidario. La presentacién nc ce ciertamente
Ha prcegte &5 18 introduccién del Otro en una esfera que se que,
ria protegida, reservada. La presentacién no es el ase, pero tie~
nen en comtin, por decir asf, una estructura de exposicion.
Lacan vefa en el pase una manera de asegurar la ciencificidad
del psicoandlisis. Haciendo que se mostraran y se recogieran los
Resultados de Ia experiencia més intima, él egperaba, a ou cane
der, impedir la autorreabsorcién del psicoanilisis, ou ahogamien-
sha fl Saber supuesto. Tenemos a Ofelia, que usted teme que se
ahogue: y bien, a mi no me gustarfa que el psicoanilisis se ahogue
sree cabeE supuesto 0 que se embriague con él, porque ean
néctar, un elixir inquierante.
Gon el saber expuesto no se puede practicar el aniliss, es cier-
0. Solo se puede practicar el anilisis a partir del saber
70 de este asunto del Departamento de Psicoanilisis, duces ty
tmurreccin en la Escuela Freudiana, Gérard Miller habia escrite
un texto satirico, burléndose de cierta cantidad de analistas que le
resultaban terriblemente nulos. Lacan lo llamé y le dijo de Gale:
Ro, que en efecto no parecia ser una luz: «Sabe, tal vex es buen
prcticante>. Lacan no habfa afirmado: «Bs un muy buen pract,
carte, Sino que solamente subrayaba el hecho de que ser evens
fualmente estipido y nulo no necesariamente le ianvedts ejercer
correctamente.
Si, hay una disyuncién, competencias disyuntas. Pero también
sé necesita una interseccién,
Respondo entonces a Mauas que In presentacién de enfernios
ae reesc re reBistro del saber expuesto, y que Lacan lo impuso on
su Escuela contra los rentistas del saber supuestor
Guy Clastres. En la misma linea. Para algunos psicéticos se in-
dca la presentacién de enfermos en la medida en que con algunos
56
Prue oiscusion
ermite encerrar los significantes de su metdfora di irante y dar
Eassenca a na representacién del sujeto por la funcién de la
palabra, frente al Otro del puiblico. Esto es verdad sobre todo pa-
ra algunos paranoicos, y es posible ver enunciarse Proposiciones
que estin cerca de las Memorias de Schreber, y se sefalan en «De
tuna euestidn preliminar... de Lacan, Pero también es verdad que
para algunos esquizofrénicos la presentacién debe calcularse se-
grin el momento de desestructuraci6n de su relacién con el cuer-
po. Debe dejarse a discreci6n de quienes tienen a su cargo al pa~
ciente.
Jacques-Alzin Miller. ~Esto nos incitarfa a corregic ligeramente
el resumen. Alli donde dice: «(..] constituye evidentemente un
dispositivo adecuado para el sujeto psicotico |...}», habria que ma-
tizarlo con: para el sujeto psicético... al que esto convenga».
Claude Léger. ~Preferivia matizar, retomando lo que decia Guy,
en relaci6n con el momento: debe tratarse de un momento en el
gue es posible la elaboracién.
Genevieve Morel. ~Queria subrayar una diferencia entre la pre~
sentaci6n de enfermos y la entrevista preliminar. Yo empecé a ha-
cer presentaciones de enfermos mucho tiempo después de haber
comenzado a practicar el psicoanilisis, y me di cuenta en esa opor-
funidad de que, evando hacia una entrevista preliminar con al-
guien que venia a verme a mi, yo crefa que iba a volver. Era una
evidencia, aunque no siempre funciona, que el sujeto viene y que
ya esti potencialmente decidido a volver. Mientras que en la pre-
sentacidn de enfermos el enfermo en cuestin sabia de antemano
que solo me verfa una vez, que yo venia del exterior, un poco co-
mo un extraterrestre. Esto creaba efectivamente las condiciones
de-una sorpresa y de un encuentro tinico; y tengo la impresion de
que esto se deben los resultados excepcionales de la presentacion
de enfermos respecto de una entrevista preliminar. Es una especie
de juego, donde cada uno sabe que solo se ve una vez, es proba
blemente lo que a menudo permite a los pacientes decir lo que
nunca habfan dicho. Me pregunto si no hay alli un combate din.
gular,
57LOS INCLASIFICABLES DE LA CLINICA PSICOANALITICA
Francois Leguil. -Con mucha frecuencia me pregunté
los pacientes soportaban tan bien la presentacién, pregunta que no
se plantea con La leccién de anatomia. Es tanto mas sorprendente
cuanto que los pacientes se prestan muy gustosos incluso a presen-
taciones hechas por no lacanianos, hasta por no psicoanalistas. Uno.
puede contentarse con decir que dan prucba de su buena voluntad,
pero yo creo que es por otra razén; a saber, en la presentacién el
paciente no es seguramente el tinico que esté en el banquillo de los
acusados. El interés de la presentacién es que el presentador esta
enel banquillo de los acusados. Si hay buenas y malas presentacio-
nes, con mucha frecuencia esto no depende del paciente, sino del
presentador, de su capacidad para asegurar la presencia indispensa~
ble mientras se borra como persona, de dirigir la entrevista siendo
completamente décil a las posiciones subjetivas del paciente. Por
eso hay casi una operacién quimica de cristalizacién subjetiva, El
primer sujeto, al comienzo, es el presentador, que dice con mucha
frecuencia que se pone nervioso, se pregunta cémo saldra, esta in-
quieto. Es primero él quien se pregunta: «Saldré bien?». Y efecti-
vamente el presentador al comienzo esta en una posicién que me
parece en las-antipodas de la del amo. Uno de los elementos que
vuelve la cosa soportable para el paciente es la prueba que consti-
tuye para el presentador. Un célebre psiquiatra, que funds la psi-
quiatria norteamericana, Jacob Meyer, cada vez que tenia una can-
didatura en su servicio, convocaba todo su brain-trus, llamaba al
candidato, agarraba al paciente més dificil, y decia al solicitante:
Si es capaz de hablar en pablico durante dos horas con él sin que
41se enoje o se vaya, lo tomo en mi servicio».
Francois Caron. ~Si la presentaci6n de enfermos resulta muy
conyeniente al discurso psicético, también puede servir al enfer-
mo neurético que esta en hospitales psiquidtricos u otras institu-
ciones. El hecho de estar en estas instituciones traduce un reco-
rrido muy particular para un neurético, y la posicién éxtima de
aquel que presenta, su posicién de analista, es un sobreseimiento
respecto de todas las ideologias que reinan en estas instituciones;
y el neurético que siguid este recorrido es posible que saque pro-
vecho efectivamente si puede hablar ante quien ocupa esta posi-
cidn éxtima.
58
PRIMERA 1SCUSION
Jacques-Alain Miller, ~Pasemos a la exposicién de Emmanuel
leary, que comienza por examinar la pregunta: «Qué es ser sor-
prendido para un sujeto psicético®». Laurence Forlodou nos ofte~
peri a continuacién reflexiones sobre Jean-Pierre Brisset, al que
fnencioné este alo, quien se pas6 afios reconstruyendo las leyes
del lenguaje, y quien tiene lazos particulares con Angers. Escucha~
remos finalmente a dos colegas de Buenos Aires, Pablo Fridman y
Daniel Millas, bajo el titulo «Las muertes del sujeto».
59)La muerte del sujetoEl goce alucinatorio
El caso Thérése
Emmanuel Fleury
Qué es «ser sorprendido» para un sujeto psicético? ‘Tomé dos de
jas acepciones de «ser sorprendido» que da el diccionario Le Ro-
bert. Por un lado, ser invadido 0 sobrepasado, por otro lado, es
sorprendido lo que debiendo permanecer oculto ha sido deseu-
to. Son los dos ejes segtin los cuales me gustaria intentar or-
denar los datos clinicos de la paciente de la que les hablaré.! Para
lo cual partiré de las dos suposiciones siguientes: en primer lugar,
el desencadenamiento de su psicosis y los fenémenos elementales
estén del lado del descubrimiento y de Ia revelaci6n; en segundo
lugar, la conviccién delirante mistica y la significacién profética de
su delitio son del orden de una invasién o de una intrusi6n. Mi te-
sis es, pues, la siguiente: la sorpresa en la psicosis de esta paciente
puede indicar tanto la ausencia de significacién filica, por su as-
pecto de revelacién, como una significacién delirante, por su as-
pecto de intrusin. Pienso que lo que distingue esta sorpresa psi-
cética de la del neurdtico depende de la articulacién con el Otro:
la sorpresa del psicético serfa sorpresa del Otro.
“Thérése es un sujeto psicdtico cuyo delirio sigue evolucionan-
do. Desde Ja aparicién de su psicosis abandoné todo escuela, fa:
milia-, y reside regularmente en el hospital. Para ella las palabras,
el lenguaje, las alucinaciones verbales, se han independizado. To
dos estos elementos se desarrollan, se modifican, se amplifican, de
manera auténoma, fuera de ella, no sin efectos sobre ella misma.
ico presentado en el seminario «Lamour délirane» de la Seccién
dirigido por G. Morel y V. Mariage, el 12 de enero de 1995, en
Lille, Quiero agradecer a H, Wachsberger por su amable disposicién.
63El Otro le habla y
gobierna, ella responde sin poder escapar de
él. Thérése se pone ‘icio de Dios sobre la TI a tal pun-
to que se vuelve su mensajero. Thérése se vuelve representante de
este Otro, lo anuncia; hace de suser un dngel, un «ser-dngel»,? co-
mo ella misma dice.
En primer lugar, la sorpresa es una forma de «descubrimien-
to», en el sentido de descubrir, levantar el velo. He aqui un ejem-
plo: «Vivi cosas dificiles a los 17 afios. Un dia vi a mi profesor de
historia y geografia como un ardor, una ternura, la paz, y la espe~
ranza. Sentia un acceso de confianza en mi, Empecé a hablarle. Le
hablé de mi padrastro. Me elevaba, un fuego, pero no son més que
palabras. Una luz irradiaba de mi y se dirigia a él. Me hubiera gus-
tado compartir la dicha que estaba en imi. Veia su cuerpo y tam-
bién su alma, tenia una doble visidn de él; habia un halo oscuro a
su alrededor, comparado con Ia luz que estaba en mi, y una luz lo
encendid. Fl también sintié una luz, pero menos intensa que la
mia»
Esto es lo que dice Thérése de su primera experiencia psicsti-
ca. De aqui nace una certeza: Dios est4 presente, no solamente es
supuesto, esté allf, en ella, lo encarna y lo lleva; él se revela ante
algunas figuras masculinas. El encuentro entre su propio cuerpo y
alguien que encarna una imagen paterna basta para crear una fue
sidn alucinatoria, fuente de iluminacién del mundo,
En el relato del desencadenamiento de la psicosis, las alucina-
ciones ~visuales y cenestésicas~ suponen una relacién con el otro.
Se trata de una luz. inicialmente situada en el cuerpo de la pacien
te, y que permite ; es una verdadera violacién. Ante el goce de Dios
nada se sostiene para Thérése, empezando por su palabra y la cade-
na significante, que literalmente se licuan. La intrusién sorpren-
dente de las profecias destruye dolengua del sujeto. La manifestacién
mis significativa de esto concierne a los nombres propios.
Thérése hace juegos de palabras: «Soy extrafia [érange]; ser...
Angel [étre ange]; es extraiio [étrange}»; «Ser Angel es el perdénm.
En su adolescencia Thérése se divierte con una de sus amigas ha-
ciendo «juegos de palabras sobre nombres propios». Yo modifico
su apellido, de sonido polaco, a fin de respetar el anonimato, pero
si se quiere restituir el juego de palabras en cuestién, daria algo
como: «EI norte esté en seco» (Le Nord est @ sec]. El nombre exac-
to dela pacienté equivale a «tia de Dios» en su sentido literal y co-
min, {Thérése le da la significacién de «templo de Dios»!
Fuera de la psicosis por lo general los nombres no se traducen,
son «designadores rigidos» El significante del nombre propio,
en principio, solo se significa por sf mismo, no hay necesidad de
otro significante para darle un sentido. El significante del nombre
hace olvidar su significado.
No es lo que ccurre con Thérése. Los nombres se desarman.
Empiezan a significar y a desplegarse. ‘Todo hace sefias, todo em-
pieza a significar, incluso su nombre propio; no hay separacién de
Jos significantes entre si. Pero en su caso no hay invencién de nue-
vo significante, no hay metéfora, no hay creacion lingiifstica del
sujeto, no hay neologismo, no hay suplencia fuera del delirio
mistico que ¢s solo una metonimia de sus profecias~ que pueda
aportar un limite al goce que no es filico. Solamente, Dios habla
a través de ella, Thérése no agrega nada. Aqui la letra divina, la
4.Lacan, J; Bnrites 2, Buenos Aires; Siglo XXI, 1987, p. $64.
5. Kripke, S., La lagique des noms propres, Paris, Minuit, 1982.
68
EL Goce Aucmarono
profecia, condens6 su goce. Nada le permite localizar, delimitar 0
Fontener este goce. El resultado es que su propia cadena signi
cante vol6 en pedazos.
‘Cuando Thérése se confronta con una figura masculina’ dema-
siado alejada de Dios, demasiado real, sin ninguna mediaci6n sim-
palica, este encuentro hace emerger un goce bajo la forma aluci-
natoriay los fenémenos de lenguaje bajo la forma de profecfas. En
cada mal encuentro Dios intenta protegerla con sus «profecias»,
pero a continuacién es éI mismo quien suele volverse acuciante,
Invasor ~tiltima «profecia»: «Soy Yo quien te controla incluso en
tu suefiom. Asi pues, Dios no es una barrera suficiente contra la in
vasidn del goce, lo que explica que el sujeto no se estabilice por cl
delirio mistico.
En la neurosis es probable que la sorpresa no sobrevenga por
Jo real, como para Thérése, sino por los avatares de lo simbélico
los suefios, los actos fallidos, los lapsus, es decir, las formaciones
del inconsciente.
En el neurético la sorpresa paraddjicamente no procede de un
Otro real, sino de un Otro simbélico.
En el psicético, como ‘Thérése, la sorpresa es difundida por el
Ouro en lo real segiin dos formas. Cuando se trata de la sorpresa
como revelacidn, el Otro no es causa, es agente; por eso la sorpre-
sa puede ser difundida a muchos otros por «iluminacién», y en un
estado de éxtasis erdtico para ella misma. Cuando se trata de la se~
gunda forma de la sorpresa, en el sentido de la intrusién, el discur-
so del Otro es primero el del amor, luego cambia y se vuelve ame-
nazante Dios lanzando sus profecias.
Jacques-Alain Miller. -Pasemos de inmediato a la siguiente ex-
posicién, de Laurence Forlodou. Asi como Emmanuel Fleury par-
ticipa en la Secci6n Clinica de Lille, Laurence Forlodou participa
en la Seccién Clinica de Angers; ella escogié un titulo un poco au-
Gnimo, un utulo al estilo Brisset, Las conguistas seguras —junturas,
brisas, eapturas~ de Jean-Pierre Briset?
6. Ob. cic, n. 4, p. 559.
7. No es posible resis en castellane el juego homofbnico del wnulo
a: Les prises res brine, brs, priser de Jean-Pierre Brive. [N. dela T]
69La homofonia delirante
Las conquistas seguras de Jean-Pierre Brisset
Laurence Forlodou
By subtitulo de este trabajo podria ser, parodiando a René Magritte:
‘gEsto no es una elaboracién colectiva». Agradezco a mis colegas
del seminario de investigaciGn de la Seccién Clinica de Angers y
en especial a aquellos que participaron en Ja escritara de esta ex-
posicién: Vincent Benoist, Annie Cariou, Marie-Noélle De La-
mare, Jean Godin y Marie-Noélle Jacob-Duvernet. Y agradezco a
Helga Rosenkranz y Pierre Stréliski por sus valiosos consejos y su
gran disponibilidad.
Hijo de un obrero, el mayor de cinco hermanos, Jean-Pierre
Brisset nace el 30 de octubre de 1837 en la Sauvagére, en el Orne,
a pocos kilémetros de la ciudad de Ranes, famosa por las ranas que
pueblan sus estanques. Por otra parte, se Hamaba a sus habitantes,
«dos raneros».!
Esta proximidad est sin duda en juego en el primer recuerdo
infantil de Jean-Pierre Brisset. A los 11 aftos .? Reconocia en ella atodos los ca
racteres corporales de un encantador y pequefio ser hu
los 12 aos es un nino «divide de conocimientos s
guas+t y los dialectos, preocupado por volver las palabras «ente-
ramente irreconocibles» cambiando las letras de lugar.
|. Para todos los elementos biogréficos véase P. Ci
Le mystére de Diew est accompli, Analytica N° 31, Paris, Se
2. Brisset, JP, Ler origines humraines,
3. [d., La science de Dieu, Paris, Char
4. [d,, La granemaire logigue, Pasu escolaridad para ga.
mada imperial, dela
que dimitiri veintidés ahos mas tarde.
Enceramente ocupado en el estudio de las lenguas, «se entre
ga» entonces, segrin sus palabras, a la ensefianza de las lenguas vi-
vas que aprendié durante su carrera militar,
Una vez que ha obtenido, a peticién suya, un empleo de vigi-
lancia de ferrocarriles en Ja estacién Saint-Serge en Angers, co-
mienza su gran obra, En 1878 publica un libre cuyo utulo es for.
mulado asi: La grammaire logique ou théarie dune nouvelle analyse
mathématique. Como epigrafe figura est «La excepcién
invalida la regla».5
En Angers se volvid a encontrar con las ranas de su infancia,
tanto en las zonas pantanosas de la estacién como en los capices
del Apocalipsis. Estas ranas sostendran su claboracién delirante fi-
lado, a las reglas que rigen Ia lengua, despucs, su origen, y del mis-
mo modo el origen de la humanidad. Publicara una decena dle tex-
tos de 1874 a 1973, la mayorfa haciéndose cargo de los gastos de
impresién, y encontrard su consagracién en la broma organizada
por Jules Romain en Paris, en 1913.
Jean-Pierre Brisset anuncia su proyecto en la introduceién de
La grammaire logique: « —el régimen es lo que se
jnodifica por la accién del verbo-, aunque para ello haya que mo
dificar sensiblemente el texto.
Encuentra aqui una dificultad particular a propésito del verbo
‘er, zeual es. su régimen? Se confronta con el problema que le
plantea este verbo y esti sorprendido. [Te aqui lo que eseribe
“Habia entre otras una dificultad que nunca habfamos podido
vencer, entreveiamos la solucidn sin poder formularla, Era el ver-
boser, cuyo régimen no encontribamos, porque para nosotros to-
do verbo n sujeto y un régimen. La fuerza de nuestras de-~
ducciones, dl
nos llevé maquinalmente a escribir: ¢s, pues, un verbo reflexivo.
Esto nos pareeéa un absurdo. ibamos a borrar estas palabras cuan-
do de repente se hizo la luz en nuestro espiritu. Era verdad! Nos
acometio tal ola de pensamientos, que no pudimos dejar de expre-
alegrias, sorpresas, hemos experimentado, descubriendo a cada
\cias inesperadas, viendo aparecer excepciones,
nen nuestras re s
unas tras otras, quie se fun
1 verbo ser constituye un estorbo en la generalidad establecida
por Brisset. No encuentra su régimen, es decir, aquello sobre lo
que descansa la accién de este verbo. El enigma esté constituide
por un vacio de significacion. El responde alli, 0 mas bien eso res-
ponde, y él esctibe maquinalmente: «Es un verho reflexivo». Vie
un