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Os chogus, os chafurdés, uma manifestacion do fenomenu cultural do Val de Xalima IyTRODUCCION: EL FENOMENO CULTURAL DEL VALLE DE JALAMA En la parte mas occidental y elevada de la Sierra de Gata, al noro- este del pais extremefo, se encuentra la Sierra de Jélama, que enlaza aquélla, por el oeste, con la Sierra de la Estrella en Portugal. En la ver- tiente norte de Jélama (sur de la provincia de Salamanca) se encuentran las localidades de Navasftias y EI Payo y, en la vertiente sur 0 extreme= Aa, hacia la parte oriental, los pueblos de Acebo, Villamiel y Trevejo; hacia el oeste, un amplio valle se abre hacia tierras lusas, 0 Val de Xéli- ma, donde se encuentran Sai Martin de Trebelbu (San Martin de Treve- jo), As Elhas (Eljas) y Balberdi Valverde del Fresno). Este valle, presidido por la majestuosidad del pico de Jélama y sur- cado por abundantes arroyos y gargantas que originan el rio Eljas, esti rodeado por abruptas montafias que le aislan de Castilla y de Extrema- dura, empujando a su habitantes, tanto geogrifica como lingdistica y culturalmente, hacia Portugal... Los tres municipios del valle suman 25.171 hectireas y 5.142 vecinos (2.810 en Valverde, 1.373 en Eljas y 960 en San Martin), ademas de los cerca de 3.000 balberdeirus, lagar- teirus y manbegus que se encuentran residiendo fuera de sus pueblos. © Val de Xalima sorprende y maravilla al visitante por el encanto de su medio natural (bellos paisajes, frondosas arboledas, clima suave, abundantes aguas), por la tipica arquitectura popular y por la primitiva u e hablan sus habitantes. Y es que en las tres poblaciones de dee ear ale los naturals hablan ura atcaica lengua galico portuguesa que destaca por su valor filoligico y vigencia en la actuali- dad, Este lengusie, a Fala de Xdlima, se lama en San Martin o manbe- en Elias, 0 lagartery, y en Valverde, 0 balberdeiru, que, aunque con pequefas variantes locales, es la misma lengua, comtin a las tres, localidades Pero no es solo la lengua una peculiaridad que distingue y dife- rencia a la poblaci6n del Valle de Jalama de las otras poblaciones de su. entorno, también en el folklore, la arquitectura popular, los textos de tradici6n oral y hasta en los juegos populares (-as bolas, «a raiar, «0 ‘gurrunilhus, ral a barra, «0 dapiti-, etc.) encontramos particularismos y singularidades propias de una cultura aut6ctona. Todas ellas son mani- festaciones del fenémeno lingiiistico y cultural que se produce en el Val de Xalima, Porque es un fendmeno extraordinario, la existencia, en tierras cextremefias, de un islote de lengua y cultura galaico-portuguesa, cuyas raices se hunden y alargan hasta épocas prerromanas y conserva remi- niscencias ancestrales del mundo céltico.... c6mo se explica, por ejem- plo, no sélo la supervivencia de esta arcaica fala, sino la vigencia y arrai- ‘80 que tiene entre la poblaci6n del pequeno valle de Xalima? ? Encontrar una explicacién al fendmeno cultural del Val de Xalima 8 complicado, s6lo se puede explicar por la existencia de profundas ‘aices ancestrales que el paso de posteriores culturas y civilizaciones no hhan conseguido arrancar del todo... S6lo se puede explicar por la exis- tencia de un substrato cultural céltico que, como el polvo, se fue pegan- do los ropajes de todos los grupos étnicos que fueron llegando al Val de Xalima; que, como el musgo, ha ido brotando entre los muros ¥ estructuras de los diferentes sistemas socio-culturales que alli se estable- ieron a través de la historia. tants Marin Galindo, -Apuntes socio-histricos ylingisticos de la fala de iputacion Provincial de Caceres, Fein anit Mati Galindo, © fenomenu cultural do Val de Xtina, comunicacion Cultura en ta Frontera, Grificas -Expariol de Lengua ‘También el estudio de los restos arqueologicos de este firea geogrifi- ca nos abre una puerta al sugestivo universo:de la cultura celta de tipo castrelo que, en tiempos remotos, florecié en el Val de Xdilima. Las pie zas escult6ricas, los objetos de orfebreria y los instrumentos agro-indus- triales de origen celta hallados en esta zona pueden ser clasificados como ropios de la denominada cultura castrefia galaico-portuguesa que se desa- rroll6 en alejadas areas del norte de Portugal y sur de Galicia. (Como es posible que a varios cientos de kil6metros del Mifio, en este pequefio valle extremefo, haya existido un islote castreio de tipo galaico-portugués? Parece increible, pero téstimonios arqueolégicos del area de Xalima, como «1 Idolo Celta de Villalba, el Tesorillo Celta de San Martin de Trevejo 0 las Cabezas de Guerreros esculpidas en granito, asi lo confirman. Es un problema te6rico dificil de entender, pero es la singularidad étnica-cultural de este valle desde tiempos prerromanos lo que, al mismo tiempo, puede explicar el fenémeno lingiifstico y cultural que se produce actualmente en el Val de Xalima. Manifestaciones singulares del fenémeno cultural del Val de Xali- ma, ademas de la Fala, lo son también os chogus, os chafurdés. Estas clementales construcciones de pastores y agricultores, similares a las habitaciones de los castros celtas, sorprenden por la pervivencia de tra- diciones megaliticas en la arquitectura popular de este rinc6n del pais de los extremefios. 1. TiPos DE cHOZOS EN LA PENINSULA En un sentido amplio, se denominan chozos a todos aquellos espa- cios de habitacién permanente o temporal de pastores y campesinos ue retinen las minimas condiciones de habitabilidad, a veces ninguna, silos observamos desde la Sptica del modo actual urbano. Estas primitivas construcciones, en general de planta circular © redondeada, son un excelente ejemplo de adaptacién arquitect6nica al ‘medio natural, en el que no desentonan ni por la escala, ni por los mate- tiales, de tal modo que llegan a formar parte del paisaje y en el que son un elocuente testimonio de humanizaci6n. B Los chozos, aunque localizados en la mayor parte del territorio. peninsular, predominan en la parte occidental. Su variedad es muy gran- de, aunque, segtin los materiales empleados en la construccién, pueden ser clasificados de acuerdo con la siguiente tipolc Tipo 1: Chozos hechos enteramente de materias vegetales, pudien do ser fijos y portatiles. Su planta es circular y se levantan formando luna estructura c6nica con rollizos de madera, que se cubre con ramajes vegetales o haces de paja de cereales. Los chozos de estructura trenza. da constituyen una tipologia especificamente extremefa. Tipo 2: Construcciones de planta circular o redondeada, con muros le piedra y cubienta cénica en base a rollizos de madera y paja de cere les 0 ramajes. Los prototipos mas conocidos son las «pallozase de Anc Fes, aunque también encontramos chozos de este tipo en tierras de Extre ‘madura, como en la comarca de La Vera y en Villarreal de San Carlos, Tipo 3: Los chozos construidos integramente de piedra granitica 0 Pizarrosa, que presentan una planta circular o redondeada, cuyas pare- 4 Tipo 1 pe 2 Chozo de escoberas Chom de excobersy peda (Malpartida de Plasencia) (La Vera) a Tyo 3 Tipo 3 Zahurdon (Clleros) (Chogu (S. Martin de Trevejo) Figura —Tppolegta de los chazos 15 des se van certando, formando una falsa cGpula por el procedimiento de aproximaci6n de hiladas, del mismo material que los muros. Segiin la anterior clasificaci6n de los chozos peninsulares, os chocus y os chafurdés del Valle de Jélama se corresponden con los del tipo 3. Son construcciones totalmente de piedra, la mayoria de granito, de plan- ta redonda y con cerramiento en falsa ctpula, De estas singulares edifi- caciones atin quedan 95 en el término de San Martin de Trevejo, 85 en el de Valverde del Fresno y unos 100 en el de Eljas. Aunque este tipo de chozos es caracteristico del Val de Xélima, también son numerosos en la zona limitrofe de Portugal, donde se lla ‘man -chafurddes-, y en los municipios proximos de la Sierra de Gata, ‘como Cilleros, donde reciben el nombre de -zajurdones*; igualmente se pueden localizar algunos en otras partes de la region extremena, como en Valencia de Alcéntara, Ahigal y Usagre. Pero es, junto con el Val de Xélima, el norte de Portugal y los Picos de Europa (Asturias), donde ‘existe una mayor concentracin de este tipo de chozos. 2. LA ARQUITECTURA Y 1A TECNICA DE CONSTRUCCION Os chogus, os chafurdés, se han levantado en el Valle de Jalama desde tiempos prerromanos hasta, aproximadamente, la década de 1960. Fecha en que dejaron de construirse al perder la importante funcién que habian tenido en las actividades agricolas y ganaderas debido al abandono masivo del campo y a la imupcion de nuevas formas de vida en el medio rural ‘Los chozos eran una obra de os peireinus (los pedreros), eran cons- tmuidos por expertos en el trabajo de mamposteria en seco, que desta- caron no sélo en la construccion de chogus y chafurdés, sino también cen la construccién de tends, currais, patids, po caminhus, calzis, etc., en toda obra de piedra de granito, 3 José Luis Mastin Galindo, pe Os chosus manbegus, Editora Regional de Extremadu- 16 Los muros 0 paredes La obra de un chozo comienza con el levantamiento de los muros © paredes. Estas se construyen con mampuestos de granito, mal labra- dos y, normalmente, conseguidos en las cercanias del lugar. Se levantan segiin el procedimiento o técnica de -piedra-seca-, consistente en la colocacién de los bloques de granito, encarados entre si, sin ningén tipo de aglomerante; aunque en algunos chozos sus paredes estin tra- badas con barro, y en los menos se utiliz6 mortero de cal La mayoria presentan un paramento muy tosco e irregular debido a la mala labra de los bloques, entre los que se colocan pequefias pie~ dras a modo de cufias; aunque algunos presentan bloques bien labra- dos que ajustan perfectamente y no precisan cunas. En varios chozos el aparejo est constituido por un z6calo de piedras hincadas verticalmente en el suelo, sobre el que se monta el aparejo de mamposterfa corriente. Este tipo de aparejo recuerda estrechamente la téc- nica constructiva de los sepulcros de corredor de la cultura megalitica y constituye un lazo mas de unién con ella, mostrindonos su pervivencia. La parte exterior de la pared del chozo, generalmente, acaba en un resalte o especie de comisa que, realizado con losas de granito, y en algunos casos con lajas de pizarra, sirve de alero a la cubierta de la edi- ficacion. Las paredes tienen un espesor entre 50 y 90 centimetros, asi como una altura, desde el suelo hasta el alero, que oscila entre 1,75 y los 4 metros, 1a falsa cripula y formas de cerramiento A una determinada altura de las paredes, por aproximacién de hila- as del mismo material se obtiene una falsa ctipula. Siendo esta antigua técnica la empleada para la cubricién del edificio. Y las formas de cerramiento de la cipula pueden ser varias, tal ‘como se refleja en la Fig. 2: A) Losa de granito con agujero en el cen- tro; B) Dos piedras planas colocadas en la posicién de V invertida; © Cipula sin cerrar; D) Losa de granito sin agujerear; E) Mampuestos verticales v7 as comin del cerramiento de las cGpulas se realiza 1a forma més ee Fa ea ts agijer en cl como eet mediante una Brad de luz y aireacion de la habitacion. Esta losa, que a de humos, ent bajo lancha-respiradero, tiene forma cuadrangue denominamos en a alrededor de 75 cm de lado 0 didmetro, y el aguje- lato redondeads so viene teniendo, aproximadamente, un didmeto ey En tiempos de luvia esta lancha se tapa con otra placa pétea impedir que el agua penetre en el recinto intetior del chozo, para én existen las restantes formas de cerramiento de la ta presencia de los cerramientos en los chozos del Valle de Jélama es, ‘mas 0 menos, en el siguiente orden: en primer lugar, y de manera des: tacada, con lancha agujereada (A); en segundo lugar, con losa sin per forar (D); y en tercer lugar, los chozos con céipula sin cerrar (C). Los otros sistemas de cerramiento, el de dos piedras en V invertida (B) y ‘con mampuestos verticales (E), s6lo los he visto en un reducido ntime- 10 de chozos. Ja cubierta y la planta 1a obra del chozo culmina con la colocacién de la cubierta 0 techumbre, siendo la mas tipica y extendida la de tierra con césped. Este tipo de techumbre consiste en un gruesa capa de tierra que, pren- sada sobre la piedra de la parte exterior de la ctipula, impermeabiliza ‘mejor al chozo de las lluvias, En otros chozos la cubierta esti revocad on barro, y en algunos con morero de cal 0 cemento; hay incluso Un hozo, conocido por © Chafurdém d’Ojesto-, cuyo techo es de teja ¥ la planta, siempre circular o redondeada, a menudo se observ Gus no responde a tna idea preconcebida, sino que se adapta a la 10P ‘alla del lugar concreto en que se edifica; es decir, que se ajusta a 108 safientes de las rocas del terreno y de acuerdo a éste el constructor ‘modifica la planta, El piso suele ser el suelo natural, allanado, ¥ al sana mbraba a dar una capa de barro mezclado con boriiga de vas Aue también en muchos era cubierto con un enlosado de grant: adear stante comin que el piso esté construido a distinto nivel 4a pane alta para la colocacion de los camastros 8 | | | | El diimetro de las plantas puede oscilar entre los dos metros de algunos chucitus y los ocho de algunos chafurdés. La puerta y otros vanos Muchos chogus presentan un solo vano en sus paredes y es la puer- ta de entrada, que suele medir alrededor de 0,75 metros de ancho por 1,30 de alto. ¥ lo mas caracteristico de la puerta de entrada de estas Primitivas construcciones ¢s que todas son adinteladas. El dintel siem- pre es monolitico, de un bloque de granito, normalmente labrado. Las jambas también, en muchos casos, son bloques monoliticos. Igualmente el dintel y las jambas estin preparadas, labradas en su parte interior ara cl acoplamiento de una puerta de madera, que, con la excepcién de los chocitos-tefugio, la mayoria de los chozos tenian, ‘También muchos chozos presentan otros vanos tu oquedades, como cl agujero en la cipula para la salida de humos y pequefias ventanas 0 troneras abiertas en las paredes para que la habitacién tenga mayor ven. tilacién e iluminacién 1a forma que presentan 0s chocus: Como se ha repetido, todos as chogus son de planta redonda, aun- que no siempre sea un circulo perfecto; en cambio, son muy diversas y variadas las formas espaciales que presentan, pudiéndose distinguir tres grandes grupos segiin la vista del alzado y la seccién de la construc- cion: chozos de forma cénica, chozos de forma semiesférica y chozos de forma elipsoidal, como se puede observar en la Fig. 3. — Chozos cénicos: El alzado presenta la figura de un cilindro y lun cono superpuesto, que es la forma de la cubierta. ¥ la sec. t Yen las de vacas, el chozo del pastor solia estar dentro del corral del ganado, El recinto tiene menor superficie y las paredes muy altas, ya que casi siempre sobrepasan los dos metros de altura. En muchas de las majadas de vacas, parte de os currais (los corrales) se hallan cubiertos, A horta (la buerta) La huerta ha sido, a través de los tiempos, uno de los principales medios de vida de os manbegus, os lagarteirus y os balberdeirus; y es en estas pequefias propiedades donde hay una mayor concentracion de chozos. Hasta no hace muchos afios, en todos y cada uno de los peque fos huertos de las tres poblaciones del Val de Xalima se levantaba una de estas singulares casas redondas de piedra. hog das bontas 2» Elementos propios de este habitat, 0 lugar de trabajo, ademas del terreno dedicado al cultivo, son: 0 chogw de los agricultores, o pozu para almacenar el agua de riego y @ cortelba, donde se guardaba el cochino de la matanza ‘También en las proximidades de Jgunos chozos, sobre todo en la falda de la sierra, existen eiras para trillar. Consisten en un circulo per- fectamente empedrado, de unos diez metros de diimetro, donde se tri- llaba el centeno, que era pricticamente ba en esta zona. el tinico cereal que se semt As casas do campo (las casas del campo) En las dehesas y latifundios de la parte mas baja y occidental del valle, como SALAMA > XALIMA > XALAMA > JALAMA), teorizando R. Menéndez Pidal al respecto: -En la Sierra de Jalama debemos admitir que existie~ ron, desde tiempos primitivos, habitantes ininterrumpidos de origen cél- tico-romano. “Salama” sirvi6 de cognombre céltico en época romana- ‘También encontramos los origenes celtas del Val de Xalima en la eti+ mologia de los nombtes del arroyo Don y el rio Eljas. En la mitologia gaélica hay leyendas que hablan de la «diosa Dons; asi el eseritor T. W. Rolleston escribe: Se pueden discernir dos grandes casas o familias: la de Don, una diosa madre (que representa a la Dana gaélica), cuyo esposo Beli, el Bilé ilandés, dios de la muerte, y cuyos descendientes son los hijos de Light; y la casa de Liyr, el Lir gaélico, que aqui no representa a tuna deidad del pueblo de Danaan, sino algo més parecido a los fomoria- 1s irlandeses. Como en el caso del mito irlandés, las dos familias estin idas por matrimonios: Penardum, una hija de Don, se cas6 con Liyr-®. Y Eljas, segin R. M, Pidal, es de origen celta: «Eljas’ se escribi6 también “Heljas”, “Herjas”, y en un documento de 1340 se escribe “Herjes” y se dice ser aldea de Coria; en portugués (también en la fala local, afade un servidor) la villa se nombra con articulo “as Elhas’, esto es, “Ellas”, mien- tras que el rio, que en espanol se escribe “Eljas, “Heljas", “Herjas", se llama en portugués “Herges". Tan varias formas solo se explican por un étimo Herlias evolucionado en un dialecto en que la rfinal de silaba se ttueca en /, como sucede en Jalama, Trevejo y en gran parte de tierras vecinas, de modo que el grupo —/t evolucioné correctamente en el gallego-leonés de Jilama como jo Z y en portugués (lo mismo que en la fala de Xilima, sigo aftadiendo) como Lb o I, mientras que el nombre del rio en portugués, “Henges” es un castellanismo. En fin, “Eljas” no es 8 J. M. Blizquez, Diccionario de las religiones prerromanas de Hispania, Madd 1975, 9 Ramon Menénder Pidal, Dos problemas relaivos a los romances bispanicos, Introduccion de la Enciclopedia Lingusstica Hispanica, Consejo Superior de Investgacio- ‘es Cientificas, Madrid 1960. 10 T. W. Rolleston, Zs cotas, M, B. Baitores, S. 1, Madid 1995, tuna forma de colonizacién del siglo xt o xut, sino una forma de tra primitiva, de origen céitco, como lo muestra el lugar de “Henly > Hey cum’ en el departamento de Pas-de-Calais. Pero incluso en la actualidad encontramos rastros ¢ influencias el ticas en diversas manifestaciones culturales del Val de Xalima, como ocurre en la arcaica lengua galaico-portuguesa que hablan sus habitay, tes, en el folklore, en los pequefios hornos de cocer pan, etc. Aunque es, sin duda, en os chogus y os chafuurdés, donde se manifiestan con ‘mayor claridad los rasgos e influencias de la cultura castreiia galaioo- Portuguesa; desde tiempos prerromanos, los habitantes del Val de Xali- ma han seguido construyendo casas redondas de piedra de la misma manera y con la misma técnica que emplearon los celtas para la cons tmucci6n de sus viviendas en los castros y cita JOSE LUIS MARTIN GALINDO La educacién en los Borbones ilustrados: Notas para la ensefianza primaria extremena Resultaba claro el interés de los reyes ilustracios de la dinastia bor- bonica por la instruccién del pueblo, evidenciada por las medidas de gobiemo ejercidas bajo su férula, Otra cosa fue la etiologia de esta pre- ‘ocupacién que, a tenor de lo manifestado en las distintas disposiciones, normas y Cédulas Reales ', parecia provenir mas de la btisqueda de una menor alteracién del orden ptblico que de unos buenos propésitos hacia la formacién popular. La holganza, la desocupacion, la mendici dad, eran factores inherentes a la sociedad de la época. Los actos con- tra la propiedad, las personas y sus bienes eran consecuencia directa de la paralisis laboral y la falta de formaci6n. Cuanto més atraso tenia una zona, una region, mayor era el porcentaje de esta casuistica. Castilla recogia este panorama en toda su magnitud como los testimonios docu- mentales evidenciaban y no dejaron lugar a las dudas sobre el impacto de las enormes paradojas que se dieron y convirtieron a la Ilustracion en un periodo de marcados contrastes? La bonanza econémica, pasajera, del final del xvm, coincidente con la paulatina extincién del Antiguo Régimen hispano, propicié que las atenciones se desviaran fuera del ambito de la mera subsistencia y se Ajasen unos propésitos educativos. Intenciones que obedecian al espiri- 1. Archivo Histérico Provincial de Ciceres (A.H.P.CC.), Real Audiencia, Caja 230, expediente 5, entre otros 2 eset, J. Ly M, La Educacion- en La Mustracion. Clarascuro de un siglo maldi- 4 Historia 16, extra n. Vill, Madnd, diciembre 1978, p. 123 a

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