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por ello se niegue la trayectoria ensayistica que caracteriza los afios 1823-1829, el orden politico supera las dificultades inmediatas producidas por la ruptura con Espafia y se entra en una nueva etapa alejada ya de la coyuntura critica de la Independencia. 336 E \ Yeanwygn wre. CAPITULO IX EL CAMBIO HACIA LO MODERNO. Hasta ahora nuestra atencién se ha centrado preferentemente cen has transformaciones y consecuencias politicas de la Inde pendencia, Estas sin duda fiveron las mis visibles y pronuncia- das, pero no las Ginicas. De hecho, la Independencia se inserta en un proceso de cambio mis global y profundo que viene de antes y que continuaré mis allé del perfodo de emancipacion politica de Espafia, La Independencia afianza una inclinacién anterior hacia el cambio que comienza a arraigarse en Chi- le con el reformismo borbénico. Le da un sentido “proyec- tual nacional que antes carecfa, y a la postre permite sentar Jas bases para una sociedad moderna més cabal. Con todo, la Independencia no logra modernizar plenamente al pais, a la sociedad entera, aunque se acepta programaticamente dicha posibilidad. En la medida que el cambio es fundamentalmente politico, manejado por una elite modernizante pero también tradicional, el resultado obtenido es inconcluso y parcial, pero no por ello menos revolucionario, La tradicién del cambio La Independencia no introduce el cambio: més bien lo reitera y satifica, Ya antes de 1810 existia en Chile una predisposicin. favorable hacia lo moderno en cuanto criterio politico rector, 337 LAINDEPENDENCIA DE CHILE una formula gubernamental s6lida, iniciado inmediatamente después de la Independencia. Y se produce un parcial relevo del liderazgo politico chilend. Quedan atris algunas figuras prominentes que habjan surgido en la coyuntura critica de la Independencia y que debian su prestigio precisamente a su actuacién en ésta. Comienzan a dominar nuevos protagonistas poco o nada vinculados a ella.”* El fin de la década del veinte anuncia una nueva etapa de consolidacién liberal, asociada a la anterior pero a la vez diferente. En esta nueva etapa Chile seguiré avanzando en la senda modernizadora que se inicia durante el siglo XVIII y se ratifica durante la Independencia. Ast y todo, se comenzara a distanciar cada vez més de sus «origenes» independientes. Logtari un nuevo régimen de gobierno, institucional y so- lido, derivado del esfuerzo ensayistico anterior, perfecciona- do y menos dependiente de los protagonistas legados por la Independencia. Mantendri el mismo orden de legitimacién republicano-liberal, con el mismo grado de realismo prag- mitico que permitié optar por él en los primeros afios des- pués de 1810, Continuarin coexistiendo anhelos libertarios y medios autoritarios, utopismo y realismo, reformismo y tradicién. Por diltimo, y quizés lo clave, el pais seguiré siendo gobernado por la elite tradicional, puente entre lo viejo y lo nuevo, eje estable no estitico, catalizador de la continuidad y el cambio en el Chile decimonénico. 5eFiguras como Fei, Pino, Infane y Rodlguer Aldea dejan de serimportantes, y adquieren prominencia politicos y hombres pabicos como Portales, Rengifo, I, M. C. Vial, Mont, Vara, J.J. Pérez, quienes no habfan ringuna actuaciSn durante et perfodo de Independencia. Otras por ejemplo M. Egai J. M. de [a Crus, MJ. Gandarillas, D. J J.J Piet, M, Bulnesy J. F Meneses. ENSAYO YERROR El periodo que sigue a lo que hemos denominado dla co- yantura critica» viene a-ser bisicamente una consecuencia proyectual de esta tltima. Se consolida el nuevo orden legi- timante republicano-liberal y se encara el problema que de- viene cada vez mis central, que consiste en encontrar una formula gubernamental viable para la nueva repiblica. Para dicho efecto se ensayan tres estrategias diferentes: autorita- rismo personalista, equilibrio entre el poder civil y militar, y diversos esquemas juridico-constitucionales. Estas tres estrate~ gias, sin embargo, fracasan a la larga. El autoritarismo dicta- torial petsonalista, porque margina a la elite en su conjunto; el equilibrio oligirquico-militar, porque no se traduce en un orden constitucional; y por ilkimo, el ensayismo legal, porque no recoge una praxis politica relativamente exitosa que invo- lucra a las dos fuerzas més poderosas del perfodo: el liderazgo militar arbitral y el grupo dirigente civil. Lejos de produ cir anarqufa, estos fracasos generan inestabilidad aun cuando afianzan el orden legitimante ya establecido. Asi y todo, la incapacidad de lograr una formula guber- namental viable impide resolver institucionalmente la crisis politica que se produce en 1829. Dicha crisis —producto del creciente fraccionalismo politico y de la abstencién por parte del liderazgo militar de ejexcer su papel arbitral ya convencional— vuelve a plantear la necesidad de constituir un orden gubernamental que institucionalice las relaciones reciprocas entre las principales fuerzas politicas en juego. A fin de cuentas, la crisis de 1829 es resuelta gracias a que se mantiene la unidad de la elite —amenazada durante a crisis por un oficialismo potencialmente divisivo— y se corrige una de las carencias més fundamentales del periodo: el no reconocimiento constitucional del ejercicio autoritario por parte del Ejecutivo. Una vez zanjados estos problemas, sin que LAINDEPENDENCIA DE CHILE estimula. La estabilidad politica consolidada durante el go- bietno de Prieto (1831-1841) fue permitiendo gradualmente una oposicién leal engendrads dentro de las filas gobiernistas, Ja cual no amenazarfa con desestabilizar el sistema hasta fines del gobierno de Manuel Bulnes (1841-1851). En segundo lugar, el régimen que nace en Lircay no solo concita un amplio apoyo de Ja elite, también reduce con- siderablemente el poder politico-militar. Se da de baja y se a los oficiales «constitucionalistas» vencidos, entre quienes se encontraban los més prestigiosos lideres militares , figuras a las que se les debia la Independencia y el tar poderosisima, las Guardias Civicas, que opondrian un ci- vilismo armado disuasivo ante cualquier intento militarista.” Se negocia también la presencia militar dentro del gobierno, incorporindola de hecho al sistema politico. Durante las dos décadas siguientes presidirén la administracién dos generales, emparentados entre si,uno de ellos vinculado por matrimonio a Pinto, y ambos provenientes de la zona sur del pais, neutra~ indo de este modo los ya tradicionales reparos regionalistas. Asi y todo, no se admitiré ningtin atisbo de militarismo gu- bernamental; Portales primero, luego Rengifo, Montt y Varas —civiles los cuatro— van a ser los verdaderos administradores del poder hasta 1861 En tercer lugat, a partir de 1829 se encara derechamente el problema central que hacia fragil el equilibrio oligrqui- co-militar anterior y que habia hecho detonar la crisis. La lo, ye arc de las negocacione conliadoras que permiseron que Mi Bulnes legareal poder en 1841. M. Monte lsadminin influyente ministo de a ad durante eu carrera p ido presidencial en 1860.) 332 ENSAYO YERROR céipula dirigente liderada por Portales se propone antes que nada dar priotidad al problema del orden, pero encauzado ¥ administrado institucionalmente, no de facto como ocurtia hasta entonces. Se vuelve al gobierno a cauces més pragmi- ticos, no meramente legalistas, Se restablece el expediente dictatorial pero asentindolo en una base legal autoritaria —la Constitucién de 1833— reforzando al Ejecutivo con instrumentos de excepcién extraordinariamente eficaces. Esto le permite evitar personalismos autocriticos —tabi politico post 1823— a la vez que personalismos arbitrales de facto fracasados en 1829.A partir de 1829 se va a perfec cionar el equilibrio oligirquico-militar no institucionaliza- do transforméndolo de ahora en adelante en un equilibrio oligarquico-dictatorial legalizado.” Estas bases del nuevo orden gubernamental se seguirin le- gitimando en términos republicano-liberales. Intentos pseudo monarquistas yan a ser rechazados.” El ideario republicano se va a mantener intacto. La trayectoria constitucional ya reco- rida va a lo mds a experimentar reformas; el sentido progra~ mitico y ctecedot ya visto en las anteriores constituciones, va a continuar en la Carta de 1833. El utopismo liberal no se apagard. En 1829 no se da comienzo a una restauracién; no se produce una ereaccién colonialy.”" Lo que si ocurre es que se pone fin a un periodo de ensayo y error en busqueda de ‘Véase Jocelyn-Hole (1989-1990) en que rgumento que Portales, hasta su muere en 1837, fue biscamente un ditador en sentidaelisco, que se atuvo sin em. bbargo a un orden legitimance liberal. Con poserioridad 2 1837, ha tun sistema en el que se afisnzael pi ad eecatva, sia ue al mismo tiempo existanindicios —igualmente clros— que pretenden limits dicho poder politico. Estos dos procesas no son contradictoios i secuencaes, sino eomplementaia yp sobre Poreals se encuenta en Joclyn-H 7 Vease el Vero Particular de Mi, Egat fieucin 333 [LAINDEPENDENCIA DE CHILE, resaltar sectores mas tradicionales dentro de la elite. A estas alturas, esperamos haber demostrado suficientemente que un espiritu tradicional era consustancial a la elite toda desde el siglo XVIII, al igual que cierta predisposicién hacia lo nuevo y moderno. Seri la conjuncién equilibrada entre tradicién y modernidad lo que caracteriza al grupo dirigente chileno, no su adhesin exclusiva a uno u otro de los dos polos, antes y después de 1829, No obstante todo lo ya dicho, pensamos que efectivamen- te hubo en 1829 una reaccién de la elite, aunque en sentido estricto, Durante la crisis de 1829 y por la via de una coa- licién amplia plenamente representativa de una elite plural pero coherente, el grupo dirigente se opuso a un gobierno y ‘un oficialismo excluyente. 1829 no constituye un conflicto al interior de la elite, tampoco es una reaccién aristocratic tradicionalista frente a una corriente progresista-radical, pero si es un rechazo a un gobierno erigido sobre una base monopé- ica electoral que a la larga amenazaba con marginar al grueso del grupo dirigente en cuanto grupo, como sujeto coherente definido no solo politica sino socialmente. Lo que en buena medida esti en juego en 1829 es quién y como se define el gobierno de elite. Se oponen dos alternativas; por una parte la idea de una oligarquia conceptuada en términos estrictamente politico-gobiernistas, y por otra la tradicional concepcién de tuna elite oligirquica concebida en términos sociales amplios, entre los cuales lo politico es solo uno de los factores. En 1829 la elite reacciona, pero es para preservar su derecho a seguir definiendo al Estado y evitar que éste la defina a ella. ‘A nuestro juicio, lo que produjo el conflicto del aio 1829 fue un cambio en la estructura de poder —el frac~ cionalismo— y la necesidad de acomodar los mecanismos de arbitraje politico a este nuevo panorama de fuerzas en contencién, sin romper la coherencia politica y social de la elite. El fraccionalismo politico era una amenaza para el 330 t i I I ENSAYO Y ERROR grupo dirigente, cuya actuacién habia sido consensual hasta entonces, amenaza agudizada al existir un gobierno con pre- tensiones exclusivistas. A su vez, el papel arbitral de la fuerza militar —como quedaria en evidencia en 1829— habia ter- minado por agotarse. Ademis, resultaba contradictorio seguir sosteniendo un principismo legal antiejecutivo y antiauto- ritario, y seguir dependiendo todavia en potencia del per- sonalismo caudillesco militar. En un ambiente cada vez mas fraccionado, esta actitud ambivalente frente al recurso arbitral militar se prestaba para posibles abusos de una o varias de las, facciones, corriéndose el riesgo de desestabilizar el equili- brado sistema oligérquico-militar existente. Este suponfa una elite consensual y un mando militar piramidal. Si se suma el hecho de que el liderazgo militar que habia cogobernado Chile desde 1823 manifestaba crecientes dudas y falta de vo- luntad para ejexcer su papel ya tradicional, escudandose en un legalismo parcial favorable Gnicamente al gobierno de turno, obviamente era como para ir repensando el sistema politico- gubernamental vigente. Es precisamente esto lo que se comienza a hacer en 1829. En primer lugar, se restablece desde luego un amplio consen- so politico reflejado en la coalicién opositora que luego va a gobernar. Cualquiera que haya sido la suerte de esta coali- cién después de 1829 —se piensa que Portales y su séquito hhabrian marginado del gobierno a los otros componentes de 1a alianza, lo cual es debatible—" lo que si es un hecho es que el grueso de la elite siguié apoyando, o por lo menos tolerando, el tipo de gobierno autoritario surgido después de Lircay. La oposicién que pretende flexibilizar el autoritarismo. es muy posterior. Data a lo mas de la década de los cuarenta, Nace del seno mismo del gobierno y su existencia se debe ‘en buena medida al espiritu reformista y conciliador que éste Vease Nie Rius (1987) 33 LAINDEPENDENCIA DE CHILE Lo que tal ver incidié en la crisis de 1829 es que no se pudiera institucionalizar legalmente una praxis politica exito- sa, lo que hemos denomitiado el arbitraje politico-militar, a pesar de tantos intentos constitucionales. Sin querer caer en el mismo idealismo legal que ya hemos criticado, pensamos que si no se hubiera apoderado del constitucionalismo de los afios, veinte un porfiado prejuicio antiautoritario,a la larga derivado del triunfo contra O'Higgins en 1823, y en la Constitucién de 1828 no se hubiera seguido debilitando al Ejecutivo, quiz la decisién de imponerse politicamente —decision que falt6 en 1829— no hubiese dependido tanto del factor personal. final de cuentas, en la Carta de 1828 se logré un constitucio- nalismo formal irreprochable pero atin condicionado por una praxis personalista caudillesca. Sin embargo, en 1829 falt6 el caudillo,y la ley no fue suficiente. A cesta alturas ya es un lugar comiin decir que 1829 fue fruto de una reaccién aristocritica. Durante los afios veinte, segin esta tesis, la aristocracia habria ido perdiendo poder progresivamente. Su supuesto conservadurismo y tradiciona~ lismo la habrfan ido marginando del nuevo orden que emerge de la Independencia. El igualitarismo democratizante de un (O'Higgins, el laicismo creciente de Freire y Pinto, la aboli- cién de su prerrogativa econémica exclusiva —los mayoraz~ g0s— imposicién consagrada en la Constitucién de 1828, y por iltimo su desplazamiento de la escena por militares e ideSlogos, habrian mermado su poder. Ante tal cimulo de atropellos, el peluconismo habria reaccionado en 1829. El defecto fundamental de esta argumentacién es suponer que existia un miicleo aristocritico que distingue y separa a tun sector mis rancio del resto del geupo dirigente. Esto no es 5 Gf Brio |, pp 137-138; Viewsa Mackenn lier (1967), pp. 323-360; Heise (1978), pp. 200ss; pp. 786s; Weathers (1983). Pera una catica de eta posturs,vtase Jocelyn He (1989-1990), pp. 275-284, 328 ENSAYO Y ERROR efectivo. Desde comienzos del siglo XVIII ala fecha que esta ‘mos examinando, a elite fue una sola. Mas aiin, se caracteriz6 siempre pot cierta apertura en su configuracién; fixe bastante més que una mera nobleza titulada, aunque nunca tanto como una alta burguesia moderna. La base de su poder econémico era esencialmente agricola, pero esto no le impidi6 incursionar en el comercio, la mineria y la burocracia estatal.Tampoco desdeiié Ja carrera de las atmas; en Ja zona de Concepcién, especifica~ ‘mente, la tradicién militar fue un rasgo definitotio de la elite Este cuadro general no experimenté cambios durante la década del veinte, de modo que no hubo divisiones marca- das dentro del grupo dirigente. Tampoco hubo una actua- én por separado de los distintos subgrupos dentro de la lite; ni en 1810, 1817, 1823 y la época federal, menos aan en 1829 cuando se logré una coalicién amplia y heterogénea de las distintas cotrientes politicas dentro del grupo dirigen- te, Bl peluconismo, por lo demis, nunca fue marginado del ejercicio del poder. Ahora bien, en cuanto a politicas y de- cisiones puntuales —como la abolicién de titulos y escudos de nobleza, el trato regalista para con la Iglesia, y la discusi6n y abolicion de mayorazgos— es cierto, molestaron y produ Jeron resentimiento en el grupo mis tradicional, pero no lo es menos que estas medidas fueron aplaudidas y auspiciadas por miembros de la elite que bien podrian haberse sentido igualmente ofendidos. En estos temas no hubo nunca ple- na concordancia dentro de la elite, pero ello no afectaria la coherencia general que la caracteri26. Por tiltimo, nos parece un tanto exagerado y de poca utilidad explicativa pretender 4” Seaucle eager por empl, la relevancia que end enla cisi de 1629 la aboli- ‘iba de os mayorangs. Sin embargo, se sabe quelas grandes propiedades vinculadas se habran manteidoigualmente intact independientemente de as esticcones legals que recfan sobre els. Ain mds, sesbe que durante los aos 1820 la mayerla dels poseedores de mayoragosesaban de acverdo en acepat lex vnculacin; los sdemés herederos, emis, amenazaban conttantemente cot juiis testamentatos ‘VésseBaue (1975), pp. 20-21 y 63n; Feline (1970), pp. 205-208, 329 LAINDEPENDENCIA DE CHILE mis débil, Sus vacilaciones finales acaban por desprestigiar toda posibilidad ulterior de moderacién militar. {Cuil fue entonces la naturaleza de la crisis de 1829? En realidad, no es ficil definirla, Claramente, es una crisis guber- namental de orden mixto, civil y militar. No pareciera calzar, sin embargo, dentro de lo que se entiende por guerra civil. Carece de la magnitud y del efecto trastornador social global que éstas suponen; aqui se ven involucradas bésicamente las cApulas politicas y militares. Tampoco resulta apropiado ha- blar de una «revoluciéne. Es cierto que la crisis de 1829 va a ser un quiebre, pero solo en el orden politico gubernamental, cen la forma cémo se estructura el régimen de gobierno, no en tun sentido mas profiundo de como se legitima cosmovisual- mente el poder. De hecho, el factor doctrinario ideologico no entra en juego, de ahi que se mantenga la continuidad ideolégica liberal. Lo que si cambian en 1829 son la composi- ion y peso de las distintas fuerzas politicas, as relaciones que guardan entre ellas y los mecanismos que van a arbitrar de ahi fen adelante el escenario politico. A falta de otras categorias, 1829 parece set a la vez. un pronunciamiento militar y golpe de Estado civil, En el fondo ¢qué condujo a esta crisis? El ensayismo cons- titucional en si mismo no constituy6 el germen de una crisis que en su esencia fie politica y no juridica. Ya hemos vis- to que la constitucionalidad no fue un factor de disenso. La Constitucién de 1828 no desaté el conflicto, si las decisiones ¥y omisiones del gobierno: Ahora bien, el hecho de que los jntentos constitucionales de la década del veinte fracasaran sistemdticamente por diversas razones, no impidié —también ya lo hemos resaltado— que siguiera operando un sistema de _facto de resoluci6n de conflictos. Este dltimo si fallé en 1829, ‘aunque hubo intentos bien encaminados durante la crisis para Vea la argumentacién general de Eerézria (1861). 326 ENSAYO Y ERROR que ello no ocurriera, Lo que es cierto es que un voluntaris- mo legal excesivo, legado del ensayismo constitucional, ador- mecié en 1829 en las filas oficialistas el pragmatismo politico que en muchas otras ocasiones afloraba para equilibrar la si- tuacién. Un legitimismo paralizante nublé las posibles reso- luciones del conflicto fundadas en una anterior casufstica. El censayismo constitucional, por lo demés, se fue perfeccionando durante todo el periodo anterior a 1829 y se llegé por fin a ‘una formula constitucional general, que en el grueso de su atticulado, se preservé después en la Carta de 1833. Se suele pensar también que la inestabilidad de todo el pe- xfodo previo —algunos autores hablan incluso de anarquia— habria culminado en la crisis de 1829. Es evidente que hubo desorden, particularmente durante la administracién de Pinto; Jos motines y cuartelazos militares se escalonaron. De hecho, continuatian atin muchos afios después de Lircay.® Con todo, estos motines fueron sofocados exitosamente; se sanciond a Jos conspiradores, aunque con cierta indulgencia conciliado- 1a; pero en ningtin caso se produjo un quiebre total dela autoridad. El desorden fue selectivo, no social. Exageran y se equivocan quienes pretenden ver en este periodo un supuesto «remedo de aquel orden de cosas netamente sudamericanov, argumento aparte que esta tipologia exista efectivamente Existe inestabilidad por cierto, pero hay también claridad fen cuanto a los fines generales a que se debia Iegar. Hay muestras repetidas de consenso y moderacién en el ejerci~ cio de la autoridad, Se congenian dictaduras con caudillis- mos de bajo tono. Se logra ensayar esquemas nuevos, errar y volver a ensayar, aprendiendo y perfeccionando el camino recorrido. nice 1851 y 1837 hubo 16 incenros de dercocamiento, Sobe Ia cotinsaeién sar LAINDEPENDENCIA DE CHILE correspondia: ser el conductor y arbitro politico, prefiriendo dar curso a los mecanismos constitucionales previstos. La mis- ma actitud pareciera inspirar la defensa oficialista durante el transcurso de la crisis. Incluso cuando el gobierno, al cual Pin- to delega su autoridad, debe fuagarse de Santiago, asilarse en ‘Valparaiso para terminar en Coquimbo, éste insiste una y otra vvez en el supuesto hecho de representar el orden constitucio~ nal establecido. Al igual que en el caso de Pinto, esta actitud quisquillosa y autocomplaciente deja al gobierno desprovisto de apoyo real Mientras tanto, en el bando opositor el legitimismo ad- quiere ribetes més equilibrados. Es un arma a la vez honesta ¥y consecuente con lo que ellos consideran necesario a fin de reclamar atropellos abusivos, pero es también un pretexto po- litico hibil para encubrir un deseo extremo pata apoderarse del poder. Dicho de otro modo, en el caso del oficialismo el legitimismo opera como una falsa conciencia que pretende hacer creer a los demis su fortaleza cuando de hecho se care~ cia de un sélido respaldo, junto con operar como una pantalla que esconde su propia debilidad ante si mismo. En el caso de la coalici6n, el legitimismo es una arma tanto valérica como pragmética. No se agota en su propia rectitud; sirve también para alcanzar fines frios y calculados. Nuevamente; el balance operaria a favor de la coalicién. El otto gran factor en juego durante la crisis fue el des- moronamiento de la unidad militar. Antes de 1829 el ejér- cito actuaba siempre cohesionado a la larga y se respetaban las jerarquéas de mando; el arbitraje politico-militar dependia de cllo, Mientras el general Pinto se mantuvo en el poder nada hacia presumir un cambio en tal sentido. Ni siquiera la presentacién de dos candidaturas militares en 1829 —Pinto y Prieto— hacia augurar un préximo quiebre castrense. La candidatura de Prieto permitia —ante la inminente dimisién de Pinto— dejar al comandante de las fzerzas del sur como 304 ENSAYO Y ERROR virtual lider militar capaz de arbitrar una coyuntura dificil, por Ja via electoral." Fue la decisién de Pinto de renunciar sin im- ponerse al Congreso —con lo cual se ratificaba la intencién Oficialista de no transar y tio dar curso a posibles salidas més moderadas— lo que crearfa un vacio de poder en la estructu- 1a militar y motivaria la intervencién de Prieto a fin de ejercer el papel arbitral por la tinica via aiin disponible:la fuerza. Ello abria las posibilidades de un quiebre casttense. Prieto aparecia buscando Ja revancha por las armas por su fracaso electoral, ante lo cual era necesario oponer destacamentos leales a fin de hacer respetar el orden constitucional. Sin embargo Prieto, de hecho, no hacia otra cosa que ejercer el papel que siempre habia cumplido el mando militar, clato que ahora se trataba tan solo de un sector militar que ademés defendia una postura politica de oposicién.A su vez, los oficiales «constitucionalis- ‘ass se abstenian de cumplir su papel tradicional sin perjui- Gio de respaldat una posicién igualmente partidista: la oficial. Ambos se verian, por tanto, involucrados en el juego politico, pero la desuni6n les impediria moderar el resultado. Cuando Freire entra a terciar es demasiado tarde. Los dos bloques militates ya han sido absorbidos por un ambiente cada vex mis polarizado politicamente. Freire, en tun principio, se abanderiza con una de las posturas, luego pretende representar cierto equilibrio, y por diltimo termina sumandose al bando = Hara d mo momento durance la cin de 1829 ociismo poy Feancico Rus Tage como vespresiene Reale baer dl gba demo como minis de Hacienda lo de 1828) lee soyo tenes ‘ean lon scorer ofc se iron ccna qe em nd proved Bando lo mombrado abi por el potero de Pn arse como ele ear furs src de 808), Det ls inminente encia de io cla dees our en Sinkncén como presidente vepresene—havan momen aan pelea go abernats heen: rt erupts eps isan roe reas qu aa snonts ha impernd,yeequ ub on a ea mpc ane can seat deeds Seine teers mays cr inva la de Jagan Via. = vere 335 LAINDEPENDENCIA DE CHILE cada vez mas en el aparato de gobierno, en especial en su ma- quinaria electoral intervencionista. Por el otro lado, se erige ‘una amplia y heterogénea coalicién opositora, que durante el transcurso mismo de la crisis se cohesionara crecientemente. ‘A este otro blogue pertenecen: el llamado grupo pelucén, ‘el sector més tradicional de la rancia elite; los o’higginistas, grupo reducido pero poderoso particularmente en cierta ofi- Cialidad militar del sur y en sectores civiles de Concepci6n; la faccién federalista, que se habia ido marginando del gobierno; ‘y mumerosos liberales desafectos con la administracién, entre quienes se destacaba el niicleo estanquero, originalmente Ii- berales moderados que a raiz de la cancelacién del estanco se sumatian a la oposicién.” Cabe sefialar respecto a esta coali- cién que en la medida que se fue cohesionando se fue mini- mizando el riesgo de una divisién interna de la elite. Ayudé a esta cohesién el poser —a liderazgo claro y decidido; pre dea, Portales y Prieto. La coalici6n, ademis, tenia a su favor cierta experiencia periodistica y conspiraba con suma habi- lidad. ‘Ouro aspecto crucial de la crisis dice relacién con el pro- bblema de la legitimidad politica —no del orden legitimante, problema ya resuelto— sino de la legitimidad del poder de las fuerzas en pugna. Este aspecto no habia sido un elemento gra- vitante en anteriores conflictos. Ahora pasaba a ser.un factor pp 137-89. Folger Ades (1779-1841): conejo eli, drat l prod de no dels egies dl Tex de Lic porn i Me O'ggns yer dela cin diggin D. Pore Palau 197) comrclane, pencil soi dela empresa ago dela admininraion elacones Eee, Guctray Masia (1830) gobermador de Valpar ‘Guerra y Marna, Justicia, Cul 86-1854): Gobernador de Concepcién (1821 el Sur (1828), Presidene dela Rep 322 ENSAYO Y ERROR en que habfa que apoyarse, toda vez que la trayectoria ensayis- tico-constitucional de los tiltimos afios habia ido asentando el principio de legalidad como criterio relevante. Lo interesante es que en 1829 este principio va a asumir un papel preferen- temente ideolégico més que juridico, aunque con alcances y consecuencias muy diferentes entre uno y otro bando. En efecto, llama la atencién que en 1829 ninguno de los dos bandos cuestionara la Constitucién. Ambos se manifesta~ ban a su favor, apareciendo ambos debidamente consagrados por la legitimidad consiguiente. De hecho, ambos bandos se podian escudar en posturas legitimistas; incluso los dos po- dian invocar suficientes motivos como para autoadjudicarse mejores titulos respecto al otro. Desde el punto de vista del oficialismo, éste tenia a su haber el hecho de que encarnaba el gobierno constituido, ademas de contar con el apoyo de las instancias representativas. A su ver, la alianza opositora podia invocar el abuso sisternitico del aparato electoral oficial y el amplio apoyo, mayoritario, de las distintas corrientes politica La diferencia entre uno y otto bando respecto al principio de legitimidad no radicaba, por tanto, en los méritos de su fandamentaci6n, en la titularidad de la legitimidad, como en la utilizaci6n del legitimismo como fuerza ideolégica. En el sector oficialista, el legitimismo pasa a ser a la larga casi el \inico soporte a su favor junto con la fuerza militar «consti- tucionalista», Desde el comienzo de la crisis, se apodera del bando gobiernista un rigorismo legalista excesivo por falta 0 merma de otros apoyos, No est ausente en todo esto cierta ingenuidad, muy propia del voluntarismo legal liberal. veces ala impresién de haberse llegado a pensar que la legitimidad constitucional bastaba por sf misma para concitar respeto, asi como en otros momentos se pens6 que la conducta politica podia encauzarse tinicamente dentro de patrones normativos. Esta actitud ya se vishumbra en la neutralidad paralizante de Pinto quien rechaza el papel que por casufstica anterior le 233 LAINDEPENDENCIA DE CHILE las normas constitucionales electorales y eligieron por vota- interna la tercera mayoria relativa correspondiente a Joa- quin Vicutia, candidato 2 la saz6n oficialista, pasando a llevar a Francisco Ruiz~Tagle y a José Joaquin Prieto, candidatos opositores, quienes habfan obtenido votaciones considerable~ ‘mente més altas en los comicios electorales. El nombramiento de vicepresidente era considerado crucial ya que se sabia que Pinto, inicialmente reacio a participar en la elecci6n, proba- blemente renunciarfa la primera magistratura.7” Dada la reaccién descarnada producida por la designacién del Congreso —en la que no estuvieron ausentes reclamos fundados sobre excesos cometidos por el sector gobiernista cen las élecciones de mayo— Pinto se sintié obligado a asumir el cargo de presidente (19 de octubre de 1829). Ya antes, las asambleas provinciales de Concepcién y Maule habjan desco- nocido las proclamaciones de presidente y de vicepresidente, actitud que seria apoyada ademas por los jefes militares del sur liderados por José Joaquin Prieto. Pinto inst6 al Congreso a autodisolverse y a convocar a nuevas elecciones. Su solicitud, sin embargo, fue rechazada motivando su salida de escena (2 de noviembre), anhelo que munca ocult6. Producida la acefalfa politica, ambos bandos acudieron a Freire, a la fecha retirado, para que mediara en el conflicto. Sus intentos, un tanto ambiguos y vacilantes, fracasarian. Ya sea que el veterano general demostré cierta preferencia inicial por el bando srevolucionario», ya sea que no logré unir bajo tun solo mando el ejército del sur a las aftueras de Santiago, y las fuerzas gobiernistas, el hecho es que Freire no pudo im- ponerse y cumplir el rol de Arbitro que antes habia ejercido con tanto éxito. Dificultades de diltima hora con el bando «re volucionario» terminarfan por plegatlo a las flas gobiernistas. 3 Brdzuriz (1935), pp. 141-142. tela adminisracién Pint, véase “Zapiola (1945), pp. 255-260; Donoso (1975), pp. 331-332 320 ENSAYO Y ERROR El conflicto terminaria zanjéndose por las armas en Lircay (17 de abril de 1830), entre Freire que comandaba el ejézcito sconstitucionalistay y Prieto a cargo de las fuerzas rebeldes, El triunfo de Prieto dejaria abierto el camino para proceder a eestructurar el nuevo orden gubernamental. Desde un comienzo, la crisis de 1829 se distinguiria de anteriores desajustes politicos coyunturales, Tres factores, en= teramente inéditos, que actuaron durante la crisis, le imprimi- rian un perfil distinto: un acentuado ffaccionalismo politico, pretensiones legitimistas invocadas por ambos bandos y una fuerza militar dividida La crisis de 1829 fue, sin Iugar a dudas, el primer conflicto ico que amenazé seriamente con dividir a la elite chile~ na. No hay ningin hito anterior compatable en este sentido, ni el quiebre con Espafia, que fue un hecho potencialmente divisivo pero un hecho respecto al cual la elite era fundamen- talmente un sujeto expectante a lo mis reflexivo, reactivo y ragmitico, ni los conflictos que se producen durante la Patria Vieja —transitorios y ficiles de resolver por la via consen- sual— ni el detrocamiento de O'Higgins que ttivo el apoyo undnime del grupo ditigente, ni la imposicién periédica de dictaduras que hiciera Freire, En todos estos casos el peligro de division no se compararia con el de 1829. Esta vez precedia un creciente fraccionalismo politico que se evitarfa solo me~ diante la configuracién de una alianza poderosa. En_ 1829 se opusieron dos bloques. Por un lado existia un sector oficialista en posesién del gobierno, con mayorfas en el Congreso y en otras instancias representativas gracias al control electoral poderoso con que contaba, apoyado ademis por el grueso de la oficialidad del ejército. Resulta inexacto denominar a este bloque liberal o pipiolo; dliberales», en un sentido estricto y partidista de la palabra, y «pipiolos» van a figurar también en las filas opositoras. Se trata mas bien de un sector proclive a la administracién de Pinto, que basa su poder 221 LAINDEPENDENCIA DE CHILE ‘mecanismos constitucionales de resguardo y proteccién frente a coyunturas en que se podria poner en juego nada menos que ¢l sistema constitucional mismo. Fortaleci® al. Bjecutivo-éini- camente gs papel legilaivo, non st papel de conductor polities No le otorg6 facultades extaorlnasas ni tampoco Jprevi6 estidos de excepcién.Se-puso-solo-en-la situacion-te6- (iaven ‘que todos se-atendsian-a-esquemas legales permitidos, En otras palabras, hizo caso.omiso.del-régimen politico vigente. ‘Extzemé-cl-prejuicio liberal-antiejecutivo, sin-reservarle.al-go- bierno instrumentos les sradores-de-corte autaritario- sistig fuertemente en los principios, parte politica operacional en algunas materias cruciales, como quedaria en evidencia durante la crisis de 1829. ‘En circunstancias anteriores este defecto medular.no habia ‘ntromision militar-Aun cuando la constitucionalidad vigen- fe se abstuviera de reglamentar el expediente dictatorial para Jituaciones criticas, ello no impidié el recurso a él en altima instancia cuando las circunstancias lo aconsejaban. La diferen- res fue que en la ocasién-en que la Carta je 1828 fide puesta a prueba, no sole falt6,un reconocimiento coristitucional previo de-este.ya tradicional recurso, sino ade- “més el gobierno liderado por Pinto, quien de hecho era-ehin~ ‘Giscutide jefe militar, cia con casos ante! fen vigencia exta Consttucin y septiembre de ‘Seceté el etado de sco en tres oporeunidades —1840, 1866 y 185 faculeadesextraondinarias en 1833, 1836, sis ENSAYO Y ERROR, de voluntad politica paralizante por parte de quienes debieron aber mediado wna vez mis, La Constitucién fall6 por falta de ‘~previsioiyel régimen hasta ahora probado se autoeliminé por tesa 1829: Hacia un nuevo orden gubernamental** La crisis suscitada porla elecci6n de vicepresidente dela Reptt- blica en 1829 puso fin al régimen oligirquico-militar iniciado fen 1823 y abrié un nuevo capitulo de la historia politico-gu- bernamental de Chile. No afecté al orden republicano-liberal que surge a partir de la crisis de legitimidad que sume a todo el Imperio espaficl, pero si distancié parcialmente al pais de la etapa de Ja Independencia. En efecto, en 1829 se cierra el periodo de Independencia, pero no se altera el proceso de mo- dernizacién politica en el que se continuari avanzando. Los hechos que precipitarian la crisis se fueron sucediendo vertiginosamente. La Constitucién de 1828 fae promulgada en agosto de ese mismo afio. En mayo del afto siguiente se evaron a cabo elecciones de cabildos, asambleas provincia les, electores para presidente y vicepresidente, diputados y senadores. El bando gobiernista predomin6. La nominacién posterior del presidente no suscité discusién; fue elegido por ‘mayoria absoluta Francisco Antonio Pinto, hasta entonces vi- ceptesidente provisorio, La designacién del nuevo vicepresi- dente produjo problemas. De acuerdo a la Constitucién éste debia clegitse entre las candidaturas que obtuvieran las si- guientes mayorias inmediatas. Las Cémaras, en las cuales pre~ dominaban los adeptos al gobierno, interpretaron libremente 319 LAINDEPENDENCIA DE CHILE objetiva, reduciéndolo por titimo a una mera banderia politi- ca dependiente del equilibrio politico del momento, Tanto es as{ que cuando Pinto asumié el poder y derog6 las Leyes Fe- derales —en parte porque la situacién requeria una autoridad ~mis-cemalizada y en parte porque el entusiasmo federalista “se habia desvanecido— Ty Consiguiente apostasia federalisea ‘fue devastactoras le mayorta Ue sus ottora adherentes se sumé a la reacciow Ceatralizadora y solo persistié Ia fe ortodoxa entre “IHS pocos acélitos capitaneados por J. nt "De kaber sido inicialmente una postura que reflejaba y se amparaba en una realidad politica, el federalismo pasé muy Tuego a depender del apoyo que le brindara el Ejecutivo, hasta terminar atrincheréndose en una formula doctrinatia rigida sin consecuencias futuras, la que se sumé en 1829 al bando ven- cedor. En resumen, al constitucionalismo zador de-T823 Te Seguiria, un. constitucionaliss ei Si alcance constitucional como e1 oye. °,@ pesat de ser propuestasantitéticas, ambas ivos eminentemente politicos. Otxo.tanto, cUiarto intento constitucional, Ja Constitucin de 1828. En realidad, este ailtimo intento implicaria un doble fia~ caso. En primer lugar, porque la Constitucién de 1828 no logré imponerse a pesar de su mayor perfeccién técnica. Y en segundo lugar, porque no obstante haber corregido algunos defectos de ambos precedentes dej6 subsistente los errores sustanciales que hicieron abortar los ensayos anteriores. J Que la Constitucién de 1828 fue una proposicién jusidi- alifada es un juicio compartide unanimemente.' Cubrié todas las materias que tradicionalmente competen a una catta fundamental sin caer en detallismos reglamentarios extremes. | ENSAYO YERROR ~Definid y eq do, Perfeccioné ciettos EXcéios anteriores; se atuvo a una organizacién ia_pero descentralizada, transando_de este modo con 0s estertores federalistas afin existentes, Contempld mecanismos de reforma. Acogio todo el ideario republica- no, profundizando incluso ciertos aspectos del mismo. De hecho, expandié considerablemente el derecho de suftagio,® abolié los mayorazgos, medida en debate desde la Epoca de (O'Higgins. No fue una constitucién especialmente engorto~ tia de elecciones, mecanismo_contemplado, quiza “demasiado frecuentemente, En general, mantuvo un término medio entre la experiencia acumulada y corregida y cierta necesidad de plantearse en términos atin programi- ticos —tequisito basico del constitucionalismo de la época, del cual no estarfa exento incluso su reforma, la Const de 1833. En suma, para los estindares de la época fue un texto impecable desde un punto de vista formal, y no solo no ptodujo rechazo, sino todo lo contrario, suscité una general aprobacién. En lo que si fall6 fue en lo que hemos identificado como el problema medular que requeria solucién: traducir en términos legales una praxis gubernamental relativamente exitosa, en la cual la mediacién politica recaia en el poder ejecutivo-militar. la Constitucién de 1828 pecé de poco pragmitica. ‘Sigui6 confiando en un mero Voluntarism Tegal como co- 16 las competencias de los poderes del Esta- fo suficiente ante situaciones extremias. No contempl6 a expansion del sufapio se debi basicamens {que contemplaba el derecho a voto mediante ele {que se presaria para todo tipo de abusoe ofa. i6n de 1833 es una veforma dela Consticu- 37 fhe } fs) LAINDEPENDENGIA DE CHILE ; y surgié solo en situaciones coyunturales cri ticas, Adn_asi,.cl-3efitimiento, regionalista_ era una fuerza.no. déspreciable, menos atin cuando hacia fines de,1824.volvia a sé motivo de interés y preocupacion.... Fl federalismo de los aiios veinte, sin embargo, es un fe=. némieno bastante mas complejo-que él regionelismo ante-_ rior. Desde luego, se funda en la realidad politica existente, “asambleas pravinciales.que-de_hecho.gobiernan las regionss a partir de 1825: y-cuenta al menos.con la tolerancia si no ‘con la simpatia de Freire y sus intendentes-gobernadores. De “hecho, Pinto —quien posteriormente, pondeia fin al experi- I lo apoyé mientras fue Intendente de Co- guimbal”Por tanto, jismo no fue un mero ejercicio de especulacién constitucional. Inicialmente sirvié propésitos ragmiaticos del Bjecutivo tendigntes a equilibrar el COntrape- pragmatic fgarquia de Santiago y el poder militar. ‘aeractiva pata sectores civiles que ‘ala ‘postulados liberales.contrarios.a todo tipo de gobierno fuerte, En el fondo, el federalismo era suficientemente ambiguo como pera apelar coyunturalmente ‘2 fuerzas contrarias, sin perjuicio de que a la larga contribuiria a equilibrar a ambas, calzando de este modo con la ténica general del periodo. El federalismo no fue dnicamente un expediente. politico: tuvo. también_una dimensién juridicg-doctrinaria, Pretendié recoger una_praxisya_en. vigencia y_darle_una materialidad juridica constitucional. En_este sentido las Leyes Federales-se apartan del tipo de constitucionalismo racionalista especula- “tivo, gue caracter Jor ensayo en la medida én. que, no. pretenden.dar mn constitucional global.En realidad en Chile no Yolverian a formularse proposiciones holisticas nuevas luego © Breduura (1935), p. 121 a jaa al texto de 1823. Ademis se distinguen ENSAYO YERROR del intento fracasado de Egafia; de lo cual se desprende que no todo es dialéctica anuladora, hay continuidades. El caricter parcial de las Leyes Federales contribuiria tam- TRC ERAAL Trica. Estas Teyes, desde iuego, se refe— fan mayOritariamente a un solo aspecto: el problema regional, dejando aun lado otros aspectos sin duda mis importantes, “como por ejemplo el papel que le cab “este orden constitucional. De hecho, arti ‘Gof fodas las corrientes liberales de Ta €poca, el peluconisme Inclusive, una actitud vacilante frente al Ejecutivo, En_gene- “iE mIRestS contrario @ un Ejecutivo fuerte, pero elle.ne ‘obsid para apoyarse circunstancialmente en, él para adelantar “yas PIOFETESLENG estavo ajeno a inventos, tanto constirucio- “Giles Como subversivos, a fin de terminar con el régimen arbi- tral imperante; sin embargo, a fin de cuentas termin6 siempre ‘or acomodarse y plegarse a un esguema politico manejado._ ae reite, Sa suerte cas siempre dependi6 del apoyo que,le brindara el orden arbitral igente®)Esto, fuera de que lo hizo “Ger en contradicciones, terminé por hacerlo fracasar. Le rest autonomia, y no lo libr6 de la coyuntura politica. Le impidi6 pplasmar su proyecto en una institucionalidad constitucional 84-85, 111 {Heros meacionado el apoyo deft quel dieran los ineendentesgobernadones A faderalismo, por ejemplo Pinto en Coguimbo, previa acepacion de Freie Cabe mencionat también que pimer paso para estableer un ss Ag decteo gue dvida al pa en 8 provinciae— emand de un Cot oval l eal Freire le deleg6 su autoridad. En efeeoel poder fogs fue, en gran medi 1 pelucones pata depon ‘notin de Sincher Alfaro, occubre fern epudiados por la facin federalista fanzando los nexos con Freie Finalmente recordemos que en [a tinica ocasién en que la facci fed toeuve ctf de lderar un golpe de Estado y tomarse el gobiesno (el motin de Campino, enero de 1827), rechaté lz prefiriendo alase con lac 2 la primera magisteaturs. Sobre Erdos (1935), pp. 72-78, 84-85.) LAINDEPENDENCIA DE CHILE VII. Ahora bien, es cierto que Egaiia recurre en este texto a tun instrumental engorroso, a.un fetichismo museol6gico-le- gal fantasioso —las disquisiciones helénicas, romanas ¢ incluso orientales son ffecuentes— y a uria fe un tanto excesiva en Ja efectividad de las leyes, pero estos apoyos no son en si mismos Gipecialmente utdpicos como se suele pensar, sino més bien de~ latan cierto idealismo legal ingenuo y. mecanicista Los objetivos finales no son anacrénicos ni excéntricos, si lo es su aparataje instrumental. Y es en esto donde Egafia se aparta de la praxis politica chilena de la época. Hasta ahora, se habjan podido congeniar exitosamente medios pragmatics ” ‘Coit proposiciones ideol6gicas revolucionarias. Sin embargo, Si 1823. Egatia se-aleja, momientieaniente, de esta estrategia, Se empecina en un ditigismo constitucional rigido @ fin de terminar con un dirigismo personalista de hecho ya fracasado. Pareciera olvidar que el pais disponia de una elite tradicional, y no de un mandarinato burocratico.¥ no toma en cuenta la necesidad de un arbitraje militar personalista més templado, el logro politico més crucial surgido después de la tabdicacién» de O'Higgins El ensayo constitucional de 1823 fracasa, por tanto, por no capitalizar los logros politicos mis recientes y por no pre sentar una propuesta juridica-constitucional conciliable con cierta maduracién y moderacién politica ya alcanzada, Fallan los implicitos operacionales dirigistas de este constituciona~ ismo y la capacidad de plantearse en términos pragmatico politicos, no su finalidad ut6pica, El fracaso de la Constitucién de 1823 y el creciente poder auténomo de las provincias condujeron a su vez a un nuevo planteamiento constitucional. En buena medida, este intento fue la antitesis del anterior, asi como previamente la Cons- titucién de Egafia habia sido una reaccién al tipo de cons- titucionalismo que se trat6 de plasmar, durante el gobierno de O'Higgins. En efecto, la relacién que guardan los ensayos 312 | ENSAYO V ERROR constitucionales entre si es dialéctica. Surgen como correcti- vos a los errores incurridos en la proposicién precedente sin dar expresién a los logros obtenidos, A diferencia de la Constitucién de 182 1 nuevo orden conistitucional que se ensaya entre 1825 y 1827 se caracteri- “B,inicialmente al menos, por su_origen,casuistico y por sus pretensiones politicas mis aterrizadas, De hecho, la pro; “RCERdERGE qu Fue Tes y la incapacidad d _iisayara un esquema constitucional federal.” ‘Ahora bien, el federalismo no era en Chile algo entera- mente novedoso, Existian antecedentes_historicos_signifi- cativos que en parte ia- Patria Vieja, ‘Tsentimiento regionalista fue un factor politico gravitante. Disensiones entre Concepcién y Santiago aparecen ya en el ‘Congreso de 1811; se agudizan durante los gobiernos de Ca #rerayy"HO son ajenas al apoyo.brindado al virrey del Per’ diirante Ta guerra. Posteriormente, que la caida de O'Higgins _Witiiciara en Concepcion y Coquimbo, demostrara una vez 4s que et semeiiento-repionalisa éra un factor ltente, en ig foderoso. De ahi que no estuviera nunca fuera de 16n doctrinaria e incluso alcanzara un cierto recono- cimiento constitucional en el Acta de Unién de las Provincias (marzo, 1823). Es cierto que“WHay otra vez el regionalismo fue sobrepasado; nunca fue suficientemente auténomo como TH Conga de 1626 probs lpia nel pat da sinema federal y ard 41 noatranicno de una comin eoerads de cedar un nuevo proyeco te proyero mune fue puto en vgenci Se zero sa serie de leyes ME i cleccién popular de cabildos:y eleeién popular de c fectos de eta tltima elecci6n bastaba con saber lee y esrbis, pa? 33 LAINDEPENDENCIA DE CHILE fin de mejorat la sociedad toda: la Repablica. De ahi que la ~Céastivucion en establecer instituciones incentiva-. doras y resguardadoras de la moralidad piblica (Senado, Gran “Registro del Mérito Civico); contemple un Cédigo Moral ‘que atienda alos edeberes» ciudadanos; erija en criterio rector Ja svirtud civicay; y por iltimo, premie y celebre una ética _pitblica a la que se adorna y.solemniza con. ribetes religioso- civicos. Cabe puntualizar, ya que suele omitirse, que todo esto se orienta preferentemente en términos de recompensas més gue tepresivos. Bgaila en exte texto trata de dar realidad legal 4 propuestas iluministas a fin de enmarcar al gobierno dentro de patrones dirigistas no autoritarios. Este ensayo constitucional de Egafta ha sido en parte mal- _entendi@S"A pésar de algunas apariencias, no. es conservador como se ha dicho.” Desde Inego, tiene raz6n Isidoro Erré- zuriz cuando afirma que su antiautor: Jiberal.” No se debe confundir, ademis, el Egafa de la Cons- titucién de 1823 con el Egafia de fines de la década; no se vislumbra atin en este texto el arepliegue» posterior que va a experimentar su autor cuando su desencanto personal, que en parte se debié al rechazo de la Carta de 1823, lo condujo aun Cierto conservadurismo, en todo caso muy moderado.” En realidad, en ¢l texto analizado Egafia todavia no es con~ servador. Tanto la Constitucién como el Cédigo Moral estin impregnados dé un voluntarismo constructivista, nalismo especulativo que lo alejan.de.lo.que usualmente ‘entiende por una cosmovisién tradicionalista o conservadora_ clisica. Egaiia no defiende un orden dado, transmitido, apre- hensible empiricamente; todo lo contrario, él se encarga de ‘moldeat, a través de leyes, un orden nuevo. El objetivo Basico 3 Vease especialmente Collie (1967), pp. 261, 284-286; Campos Harrier (1983), 310 ENSAYO Y ERROR que orienta su pensamiento no ¢s otro que «transformafr) las Teyes en costumbres y las costumbres en virtudes civicas y moraless." Bs decir, va del principio al hecho, del dis “temitico apriir’a Ia eilidad.® Por lo demas, ningtn pri “republicano clisico esta ausente de su filosofia, inch idea de soberania popular. La Constitucién no es monirguica; puede que sea fuertemente censitaria y-aristocraticacclitista “Peo esto, Como hemos visto, en_ningdin caso rifle con.unz ‘postiita republicana-liberal propia de la. época en cuestién. El Gion'y del Codigo, estd inserio en la mis clisica tradicién del | republicanismo-civico; se vincula con Montesquieu, Rous- ‘Seay, el Tegado’ jacobino, bonapartista_y-fancmasén. -¥-con “anlogos ensayos contemporineos bolivarianos.® Ciertamen- te’hay un acentuado respeto ala religion, pero esta actitud de Egafia se entronca con lineas regalistas mis que integristas. En suma, no hay indicios restauradores. Se suele insistir también en su cardcter ut6 coe ome aD ain =e “iden _colonial— al que_es menester_destruir, por_lo_menos se_bacia.un_orden nuewo,el “Arceulo 249 de ls Constiucion. Ver también Egaria (1836) V. En aingin cazo —para el contexto chileno dela época— resulta conservador, a sociedad ideal conformada por pequeios ait LAINDEPENDENCIA DE CHILE Jo que realmente se fracas6 fue en no lograr institucionalizar ‘legalmente_un_modus operandi que la praxis politica demostr6 ~ ser efectivo. 7 Bisqueda de una solucién juridica-constitucional Corte aparejada a la solucién politica ya descrita la intencién de encontrar una respuesta juridico-constitucional al proble- ma del gobierno." Durante el decenio 1818-1828 se sucede- Durante el decen . xin varios tipos de ensayos Constitucionales, que si bien-se-irin perfeccionando e irin arrojando una experiencia que va a set recogida con posterioridad a 1829, la lagi no satisfaceran el propésito medular; dar expresién legal a lo que de hecho ‘ya existia, Esta intencién era una consecuencia natural del re~ publicanismo; os gobiernos, segin éste, requieren legitimidad constitucional. Sin embargo, a pesar de que persist la legiti- ‘midad,doctrinaria Fepublicata y se Togr6 una praxis adecuada a las circunstancias y a la ideologia imperante, su materializa~ n legal concordante.a su.vez.con.un apoyo politico amplio, sencillamente fal6, “Un primer intento en este sentido se remonta al autori- tarismo_constitucional de_O’Higgins.-Las.constituciones-de 1818 y 1822, a pesar de que fueron cuerpos legales-hechos ala medida -de-unpersonalismo_autoritario no concitaron “apoyo politico y por ello.no fueron auténticas soluciones al sia de t E ENSAYO Y ERROR, problema aludido; a lo sumo configuraron una reglamenta- “GioTrransitoriy Gue en su globalidad se esfumé con el fracaso rismo constitucional originario se pas a tun constitucionalismo programitico antiautoritatio, crecedor “ar sus-aspitacionies, moitiinaly en sus propésitos.™ La Consti- tucién de 1823, diseftada por Juan Egafia, constata este paso. El texto constitucional de Egafia, en verdad, consagra un. régimen que debia servir de antidoto a cualquier otro posible intento de ensefiorear un personalismo autoritario similar al recientemente derrocado. Un espiritu oligitquico y contra- tio a los gobiernos fuertes recorre casi todos sus preceptos. El Bjecutivo estaba claramente,constrefiide en su acc “iodo dé alienativa @ un Ejecutivo poderoso, la Constitucién de 1823 favorecia entidades colegiadas y burocritic ‘ales, estas iltimas dotadas de facultades censoras y a cargo de confeccionar listas de candidatos para la administracién publi _¢a, Mis ain, se protegia a los individuos mediante un conjun- to de garantias ciudadanas amplias y precisamente detalladas. por pornieniorizar Materias propias de ley ordinaria reduclan “in rns Tos rgences admitidos ala discrecionalida “En todo caso, lo que distingue a este texto constitucional de otros posteriores, en su propésito de contrarrestar y mode- rar el autoritarismo personalista,es el animo de fomento mo- délico-progresista que inspira su concepeién de ley. Lo que se ‘Bi efiominado el sentido moralizador de esta Constitucién ‘no es otrd que un deseo iluminista de reformar a los gober- ‘nantes y de formular una proposicign filantropica-didactica.a 309 LAINDEPENDENCIA DE CHILE su ver afianzé el respeto hacia Ia legalidad institucional. Tanto Jos gobernantes dictatoriales como los congresales civiles de la &poca reconocieron la necesidad de ampararse en la legalidad- constitucional vigente, hasta el punto que curiosamente Ja le- galidad en si misma no va a ser un fandamento diferenciador de los bandos en pugna durante el golpe de Estado de 1829. ‘Ambas facciones, van a encubsir.sus.pretensiones.politicas.en “aw leaigtije legitimista; ambas se van a percibir a, si, mismas ~como” Fespetiiosis del orden constituido, La legalidad como \~principio no estas eit duda en. 1829, sf su interpretacion. ---~Por iiltimo, el equilibrio alcanzado permitié resolver la amenaza autoritario-personalista, sin duda el mayor peligro para la oligarquia, Esto a su vez dio lugar a que el orden civil pudiera comenzar a agruparse en bandos politicos sin que por ello se debilitara frente al contrapeso militar. En todo caso, no ‘abe hablar todavia ni de partidos estructurados, ni de tiendas politicas doctrinarias.A lo sumo van surgiendo corrientes va gamente definidas. En Iineas generales, es posible identificar tuna tendencia més tradicional, usualmente denominada «pela- ona», y otra mas progresista, apodada «pipiola».A veces giran alrededor de personalismos (eg. carrerinos y o'higginistas); 2 veces se congregan y articulan en funcién de issues politicos coyunturales (federalistas y estanqueros) La caracteristica mas prominente de estas nuevas asocia— ‘Giones 0 facciones es su falta de coherencia; de ahi que el tema ssa ademés que cr proveccionistas y apoyab + [a Iglesia. su vex, pipioloss Ios pinta como patidarios int amo franctsy del fedealimo notteamericano; sean ania lacuantes. Estas imagenes, como ya veremos, no coresponden amente con la realidad. 306 i | I ENSAYO Y ERROR se haya prestado para confusiones. No obstante lo anterior, es posible clarificar algunos aspectos. Estas tendencias y gru~ pos no se distinguen en términos doctrinarios muy estrictos © en relacion a factores socioeconémicos; sin excepci6n, se trata de facciones dentro del grupo dirigente.® La adhesion ‘que suscitan tiende a ser fluctuante, y se suelen superponer tunas con otras.» Su identificacién es usualmente referencial; de hecho, a las dos principales (pelucones y pipiolos) se les comienza a identificar mediante descalificativos. Por dltimo, resulta dificil, i no imposible, adjudicarles el origen de poste~ tiores partidos politicos mis definidos. Con todo, son grupos de poder. Su adhesion al régimen republicano vigente no es motivo de disenso; durante el periodo, todos tienen patti cién politica, sea en la oposicién sea en el gobierno. Permiten, ademés, un protagonismo politico mas gregario.Y si bien ca- recen de definicién y coherencia, ganan en flexibilidad, factor gue resultaré de extraordinaria utilidad en la recomposicion poltica~gubernamental consensual producida con posteriori- dad a 1829. En suma, estas facciones revelan un alto potencial diferenciador agonal, propio de un sistema politico cada vez més complejo y plural, sin que por ello se quiebre el consenso legitimante republicano-liberal a estas alturas ya hegem6nico. Dado el ciimulo de logros anteriores, gpor qué entonces este ensayo de gobierno oligérquico-militar hubo también de fracasar eventualmente? Esta pregunta anticipa nuestra discu- sién sobre los ensayos constitucionales y el golpe de Estado de 1829, sin embargo cabria adelantar lo que a nuestro juicio resulta ser la falla medular de este orden gubernamental. El talon de Aquiles que a la estabiliz6 este-intento, por Io deMAT_exitos0 en lograr un equilibria. politico~de-hecho, fue la incapacidad de traducir ese mismo equilibrio_en_una_ Proposicién constitucional eficaz..Dicho de otro modo, en 4B Bdwards (1943, 1955), pp, 60-61; Heise (1978), p. 87. % Vease la discusion en Heise (1978), pp. 74-92. 307 LATNDEPENDENCIA DE CHILE Durante esta etapa no hubo tampoco un estado generali- zado de anarquia.* El equilibrio politico logrado no degenerd en desgobierno. A lo mas suscité inestabilidad, cierto grado de permisividad-doctrinaria volitil, € ineficacia administrati- ‘va, pero no derivé en guerra civil, en quiebres instioucionales castrenses, en efervescencia social, ni en rebeliones étnicas. No surgieron caudillos populares; el campesinado —masa nuclear en una sociedad eminentemente rural—permaneci6 en su tra~ dicional y apacible tranquilidad. Hubo un cierto recrudeci- miento del bandidaje, secuela de la guerra y herencia de un pasado anterior, pero éste fire alo mis un problema localizado, vinculado en parte a la guerra del sur que en ningtin caso amenazé la convivencia nacional. En el orden econdmico, si- guieron habiendo dificultades fiscales y comerciales —en este liltimo caso derivadas parcialmente de la inestabilidad politica ¥ del lastre deficitario de la Independencia— pero dichas difi- cultades no se extendicton ni ala agricultura, ni a la mineria.” ‘Mis atin, no hubo un ciestionamiento bésico del orden legi- timante;se profundizé el republicanismo, y éste no fue puesto en duda, Se produjeron motines, pero éstos fueron ripida- mente sofocados. El periodo se caracteriz6 por una extraor~ dinaria continuidad en el liderazgo no solo militar sino civil, ¥y en ambos casos llama la atencién cuin apegado y depen- diente ¢s este tipo de lidera2go del prestigio institucional; ésta es una época en que resaltan juristas y militares profesionales, incluso soeiene que Chile ra de este tema te encuentra en Heise (1978), pp. 100-1 3; Campos alobos 12 (Be aspecio es clave para entender lo que Portal ches; sobre est concept y aus implicanciashiséxeas, consltes Jocelyn-Holt ENSAYOYERROR no aventureros ni demagogos.A la larga, el Ambito mis fidgil fac'el politico, pero éste se fue perfeccionando hasta alcanzar ‘una notable madurez dadas las circunstancias legadas por la Independencia en medio de las cuales atin se operaba, ‘Ahora bien, los logros de este equilibrio politico son pro pios de toda opcién ponderada. En virtud de este condominio oligérquico-militar se consigue cautelar los posibles desbordes, de un autoritarismo pemonilista Caudillesco, no obstante: el “hecho de que se recurra al prestigio y fuerza militar para ar— ~bitfar el escenario politico en un momento todavia altamente “Gitio. Se logra también mediante este equilibrio un margen _bastafité amplio de patticipacion y aprendizaje politico ci: debidamenté vigilado por una fuerza moderadora,a veces “mis cata Como queda confirmado por el eventual repudio de la Constitucién dé 1823y de las Leyes Federales, a lo que yrnos referiremos. Freire y Pinto pusieron.atajo'a los desva~ ios juridico-constitucionales més radicales, sin apartarse por ‘ello de una via reformista. En suma, el contrapeso entre el “poder oligitquico’y el militar evit6 el predominio potencial de una u otra de las tinicas fuerzas politicas existentes durante Ja época que estamos tratando. Esto permitié una fuerte dosis de mesura politica, confirmada por el desapego hacia el poder, y amparada en la fiscalizacién mutua, sin perjuicio de que a veces derivara en cierta neutralidad paralizante, como habria de ocurrir con Pinto en 1829. Desde un punto de vista mecénico-politico, el equilibrio oligiequico-militar permitié arraigar pricticas parlamentarias inédit: que después de cada crisis gubernamental se re- esiracturara | Andividuios reclutados deviniera en una escuela civica para la elite, idea eminentemen- _AB Fepublicana que perduraria alo argo del siglo XIX. Esto a 29,44, 5455, 65, 72-73, 84, 91,94, 96, 103,108, 56 305

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