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. La oposicién se hacia también en nombre de Io. que
historiadoralemn Yama «ls leyescleras del orden oral universal yen la certeza de sque
To constnuye ct deal de Ia vida hurnana, ef just, as come lo belo, Wo verdadero y el bien»
(Git por Miastent, 06 pp. 446-447),Cart Schmitr, el marxismo, Puntos de encuentro y de rupture en. 43,
mensurables con aquellos arriba aludidos, aunque siguen emparentados de
cierto modo. En esta vertiente se hace referencia, sobre todo, a dos précticas,
dos modalidades de ta accién politica
La primera de estas acepciones pone de relieve el lugar central de 1a
voluntad (de poder) del individuo que hace politica. En la medida en que la
politica tiene como medio esencial a la violencia, es una actividad intrinseca-
‘mente ligada a los hombres dotados de potencia, al poderoso, al Machthaber.
Max Weber no dudara entonces en comparar al (avténtico) hombre politico
con un héroe,
El otro significado con acentos pricticos expresa que s6lo se hace
politica en funcidn de las cambiantes relaciones de poder 0, de manera mids
‘general, de las condiciones dadas, lo que se ha dado en llamar a veces «la
fuerza imparable de las cosas». Todo programa politico esti, si no dado, al
menos condicionado por una situacién de hecho, incluso entendida como
necesidad hist6rica, de la cual no se puede escapar. Esta idea implica que
ningiin programa puede levarse a cabo directamente, en su totalidad: por el
contrario, toda realizacién es progresiva, gradual, Jo gue conlleva a dar un
lugar central a ta idea de «compromiso» (no definitivo) con el oponente. Es
en este marco que se distingue entre 1o deseable (en todo tiempo y lugar) y lo
factible (en las cireunstancias concretas de tiempo y lugar)". Esta concepcién
es denominada a veces, con un dejo despectivo, «posiilista»
0
La Lectura schmittiana del marxismo se desarrolia bajo el signo del
realismo politico. Este aspecto del enfoque de Schmitt presenta no poca
originalidad, si se piensa que una de la acusaciones mas extendidas contra la
teorfa politica marxista es y ha sido justamente la de no ser tal
‘Como ya lo hemos sefialado, el interés de Schmitt por el marxismo se
expresa sobre todo en el estudio de las concepciones de Lenin. Dicho interés
se inicia muy pronto en la produccidn tedrica del jurista lemén; una primera
expresién signtficativa se encuentra en Die Diktatur, de 1921. En su andlisis,
Schmitt considera que la dictadura del proletariado presupone el concepto de
luna «dictadura soberana>, pues busca suprimir un orden juridico-politico y
establecer otro, distinguiéndose asi de las «ictaduras comisarias», cuyo ob-
jeto se limita « una suspensién del orden politico, prevista para su conserva-
Ci6n, segtin mandato preciso,
Se debe subrayar desde ahora la nociGn que interesa al jurist alemén, la
de dictadura del proletariado en los bolcheviques, pues esta tendré una impor-
25. Ch HL Moscexnit, Politics among Nations (1948), 4 ed, New York, 1967.3 p.7.46 Carlos Miguel Herrera
tancia primordial para el desarrollo de sus propias tesis. Para Schmitt, en
efecto, la teoria de la dictadura del proletariado, tal y como Ia entienden
Lenin y Trotsky, sobre todo en razén de su caréeter transitorio, permite
recuperar un aspecto olvidado por el derecho piiblico burgues: la dictadura es
tun medio técnico (fechnische Mitel) para alcanzar un objetivo determinado.
Segiin Schmitt, este caricter técnico de la dictadura, cuyo contenido esté s6lo
determinado por el interés de los resultados a obtener, implica que no puede
ser definida en general como supresiOn de la demoeracia®,
Esta primera referencia muestra bien a la claras que el jurista aleman es
tun agudo lector de Ei Estado y la Revolucién, de 1917, ya que toda la
polémica de Lenin contra Kautsky tiene por eje la nocién de dictadura del
proletariado, puesto que wes con esta piedra de toque que es preciso compro-
bar la comprensién y el reconocimiento efectivo del marxismo», Si para la
‘Segunda internacional, continsa el lider bolchevique, «la dictadura del prole-
tariado contradice la democracia» es porque sus te6ricos olvidan que «sin
revolucién violeata, es imposible sustituir el Estado burgués por el Estado
proletarion”
Aunque no Io cite aqué explicitamente, Schmitt parece haber lefdo
también con atencién otro texto de Lenin, La revolucién proletaria y el
renegado Kautsky, de 1918, que prolonga en cierto modo los andlisis de EI
Estado y la Revolucion. Lenin define alli ala dictadura como «un poder que
e apoya directamente sobre la violencia y que no est sujeto a ninguna ley»,
y denuncia que la concepcién kautskiana, por el contrario, «se ha aplicado
on toda energia a ocultar al lector el rasgo dominante de este concepto, a
saber, la violencia revolucionaria»*, Para los bolcheviques, en la inteligencia,
de Schmitt, la dictadura del proletariado aparece como un medio (excepeio-
nal) contra la burguesia, que busca conservar su papel, a pesar de haber sido
sobrepasada por el desarrollo orginico de la historia; ¢s por ello que el
proletariado tiene el derecho de aplicarle su violencia (Gewalt), En esta
Sptica, Schmitt retoma casi palabra por palabra un juicio de Trotsky en
26 Die Dikzter (1921), Munchen, 1928, p. VI Estos ass sen ctadosy rtomedos
or Mix Antst en so plémica conua Kelsen en Die Staatsaufassong des Mervin, Viens
1922, p, 198 vs. y comsttayen probablemente la primera expeesin de una lecura mrss Je
Sehenit
27 Levin, El Estado y la revo, Pats, 1976 9. $3. p38.
2B Lenin, La revoluciéin proletaria el venegada Rants, en Oevires choles, Wo. 3.
‘Mosc, 1968, p. 71 En verdad, yen 1906 Lenin sstenia que la nocin ccnttica de dicta
‘0 significa nada mis que un pede sn nngune imituein, aque absoltamente ninguna ly mt
‘egla pueden consirei, que se apoya directamenie sobre ln violence (el La victoire des
‘Cadets eis dches du mouvement ourrie, Oeuvres, . 253), Esa violencia bo Se upoya, sin
‘embargo, en las hayonctas, sino sobre Ix masa del pueblo,Cart Schmitt, el marxismo. Puntos de encuontra y de rupnura en. 47
Terrorismo y Comunismo, de 1920, destinado igualmente a atacar las concep-
cones polfticas de Kautsky.
La Politische Theologie, de 1922, mostrara una telacién més compleja
con el marxismo. Si para su autor «toda idea politica toma posicién sobre la
naturaleza del hombte de una manera u otra y presupone que es “bueno por
naturaleza’ 0 “malo por naturaleza’», su evaluacién del socialismo marxista
en Jo que conciemne a esta axiomiitica lo Meva a distinguirlo del anarquismo.
En efecto, sostiene Schmitt, si el marxismo considera el problema de la
naturaleza humana como superfluo y secundario, en la medida en que el
socialismo cree poder cambiar esta naturaleza con la transformacién de las
condiciones econdmicas y sociales, no cae, empero, en el error de los.
fanarquistas, que consideraa al hombre bueno por naturaleza®. No obstante, el
‘matiz. parece desaparecer bien pronto, pues Schmit coloca al socialismo
‘marxista junto con «los financieros americanos, los téenicos de la industria
(..) y los revolucionarios anarco-sindicalistas» entre aquellos que quieren
hacer desaparecer la dominacién no objetiva de la politica en beneficio de la
dominacién econémica,estimada como objetiva. Para todo este grupo, siem-
pre segiin el jurista alemén «solo deben permanecer las tareas técnicas,
‘organizativas, econduicas,socioldgicas; los problemas politicos deben desapa-
Sin embargo, en Die geistesgeschichtliche Lage des heutigen
Parlamemtarismus, Schenitt scribe que la filosofia de la historia que integra
el marxismo en virtud de su herencia hegeliana, representa un cambio impor-
tante en relacién con el racionalismo de la Aufliirung, puesto que «la
Cientificidad marxista no quiere dar a las realidades del futuro la seguridad
‘mecdinica de un suceso mecéinicamente caleulado y mecénicamente fabrica-
do». Ast, los andlisis cientfico-econémicos de Marx estén dominados por
una teologta metafisica™. Lo que podia quedar de racionalismo en esta construc-
ign intelectual desaparecia, segtn el jurista alemin, en la lucha conereta (de los
boleheviques), que tiene necesidad de una «filosofia de la vida concreta»”.
29 Poltsche Theologie. Vier Kaptel sur Lehre yon der Souverdntat, Munchen,
pst
30 Poltsche Theologe, 0c. pp. 55-56. Se eneventran cbservaciones semejantes en
Komischer Keholisrus urd police Form (1923), 2 ed, 1925, Sutigan, 198
31 Die geisteapeschiciche Lage des hewn Petamentarizmus (1923) 2c. Mince,
1926p. 67,
32. Segin el juristaaleméo, I inportancia del Manifesto commit residia ene] hecho
‘de haber recon toda lator de la loch de lass tua Unica ops tia, la de kr
‘burpuesa y el proetarado, lo que implica sana intnsdad considerabementeacrecemtadan. Der
Begrf des Polinischen (1932), Belin, 1991, p. 7h.
33. Die geisiesgeschiculiche Lig des hewigen Parlamentarismus, 0.9.76.48 Carlos Miguel Herrera
Desde el mismo punto de vista, sostiene también que los conceptos de verdad
y de ciencia en el socialismo marxista s6lo pueden ser comprendidos en
relacién a una filosofia de la historia dialéctica
En la segunda edici6n de El concepto de lo politico de 1932, y luego de
haber enunciado su celebre formula «la distinci6n especifica de lo politico es
Ja discriminaci6n entre el amigo y el enemigo», Schmit sefiala que ha apare~
‘ido un nuevo eoncepto concreto de enemigo, el de «enemigo de clase». Para
el jurista alemén, la clase social habia dejado de ser una mera realidad
econémica y se transformaba en un factor politico (eine politische Groje)
cuando tomaba la lucha de clases al pie de 1a letra y consideraba a su
oponente de clase como a un verdadero enemigo, legando incluso en su
combate ala guerra civil dentro del Estado. En este texto, Schmitt reafirma
también la importancia, pars la concepcién politica marxista, de la filosofia
de la historia de Hegel, que ellegaba a Lenin, via Karl Marx, y emigraba a
Moscti
‘Se puede descubrit en esta comprensién schmittiana del marxismo una
importante influencia de Lukacs, que habia publicado en 1923 su Historia y
conciencia de clase, obra que el jurista alemén conoce sin duda bien”. En
efecto, para la lectura de Schmitt, los andtisis de Lukées son otras tantas
‘luminaciones proyectadas sobre Ia obra de Lenin; en panicular en lo que
respecta a la influencia de la dialética de Hegel sobre cl pensamicnto del
revolucionario ruso, como asimismo al carécter puramente tctico dela lega~
lidad o ilegalidad de la accién revolucionaria —algo que el flésofo hingaro
recalcaba ya en su ensayo «Legalidad e ilegalidads, de 1920, y, de manera
general, a propdsito del rasgo realista que domina la concepcién politica dol
leninismo,
Pero los andlisis schmittianos de las ideas de Lenin y los bolcheviques
que acabamos de recordar no son un mero producto del impacto de los
sucesos de octubre de 1917. En una obra publicada en pleno periodo de
guetta fria, Teor‘ del partisamo, la lectura de Schmitt encuentra una prolon-
‘gacion muy importante, y marca la continuidad del interés por el marxismo a
To Jargo de su obra.
Para Schmitt, Lenin ha comprendido que la distincién amigo-enemigo
es «el proceder primario (de lo politico) y se impone tanto en la guerra como
en la politica». Asi, siguiendo la concepeiéa de la guerra como continuacién
4e la politica por otros medios de Clausewitz, de quien el dsigente bolchevi-
34 Der Bepif dos Polischon, cit p38, p. 62-63.
39. Cf sHlegel und Mara (1931), Schmitiann. 1, 195, p. 52: Der Beg des Poliachem,
eit, p68
36 Theorie des Parssanen, et. pp. 58-56Carl Schmia, ef marxismo, Puntos de encuentro y de rupturaen... 49
‘que —no lo olvida nunca Schmitt—era un atento lector”, Lenin reconduce el
centro de gravedad conceptual de la guerra ala politica; yendo mas lejos atin,
transforma al enemigo real en enemige absoluto, Todavia mas, en Lenin se da
una realidad nueva que hace trizas todo e! mundo histGrivo europeo existente
hasta la fecha, « saber: «la imegularidad de la lucha de clases, que cuestiona
el edificio entero del orden politico y social» adquiriré una «conciencia
filoséfica». En este sentido, el revolucionario muso realiza Ia alianza entre «la
filosofia de la historia de Hegel y las fuerzas desencadenadas de las masas»"
Lenin ¢s el primero en ver que el «partisano> es una figura clave de la
guerra civil, como un desarrollo claro y I6gico de la nocién de enemigo y
hostilidad. La figura del partisano —cuya especificidad es definida por «la
imegularidad, el alto grado de movilidad, 1a intensidad de su compromiso
politico y el cardcter telirico»— da para Schmitt la clave para la distincién
del enemigo en la actualidad. Mao aparece ahora como el mayor impulsor de
esta guerra subversiva, ya que le otorga un «fundamento telirico» més s6lido
que Lenin, Si es éste quien ha descubierto la figura del partisano, es Mao
quien la ha inscripto en el centro de la teor‘a politica, de modo que la
determinacién del enemigo se torna menos abstracta”.
En una primera estimacién de las consideraciones schmittianas sobre
Lenin y el marxismo, algunos de cuyos momentos principales acabamos de
resumir, podemos comsiderar que éstas presentan un doble interés. Por un
lado, su mérito parece residir en el hecho de que el jurista aleman no cae en
tuna comprensién del marxismo conformada por el evolucionismo y el
‘economicismo de Ia Segunda internacional —lo que no pasaba inadvertido
para alguien como Walter Benjamin. Bajo este Angulo, en efecto, se nos
revelan las relaciones entre Schmitt y Benjamin. Para este thtimo, la «teolo-
sia> representa ante todo un valor «metodol6gico», en particular como reac-
‘cin contra la hegemonia de los métodos cientificistas en la comprehension
de los fenémenos sociales, incluso en sectores dominantes del marxismo de
Ja Segunda Intemacional. La influencia schmittiana es notable —como el
propio Benjamin escribiré a Schmit en una carta de diciembre de 1930—en
su libro sobre El origen del drama alemén, de 1928, en euyas paginas cita
algunas consideraciones de la Politische Theologie sobre cl concepto de
37 0 p. $5. Para Schmit, lot evademos de notas de Lenin sobre Dr la quer de
CCausewiv, et cuno des documentos rs grandosos dela historia universal y de a histor de
Ta ideas,
38. 0, pp. 57.58
38 0. pp. 62565,50 Carlos Miguel Herrera
soberania, recalcando especialmente la importancia epistemolégica de la wex-
‘cepciéay™, Asimismo, rastro generalmente menos scfalado, se puede hallar
también cierta influencia schmittiana en la primera tesis de «Sobre el concep-
to de Ta historia», donde el maicrialismo histérico aparece como teniendo
necesidad de la teologia, «hoy pequetia y fea» como un enano, para vencer (al
liberalismo). Un influjo que, por cierto, enconiramas de nuevo en Ia octava
‘esis: wa tradiciGn de los oprimidos nos ensefia que el estado de excepcién
(Ausnahmezustand) en el que vivimos, ¢s la regla»
Por otro lado, el interés de Ta lectura de Schmitt consiste en que subraya
€l caricter politico de Ia teorfa marxista, que ha sido negado a menudo y en
iferentes épocas. Todavia més, considerando que Lenin toma la teoria de la
guerra como una parte esencial de toda reflexidn sobre lo politico, el jurista
alemén inscribe a teoria politica del marxismo en el marco del realismo
politico, A través de Lenin, e1 marxismo aparece ante los ojos de Schmitt
‘como superpolitizado, no s6lo porque la distincién amigo-enemigo funda el
(Knechug). Sobre este punto
f Clos Miguel Hensesa, Théorie juridique et politique chez Hans Kelse, Pars 199768. Carlos Miguel Herrera
poder es siempre conservador Y de hecho, nos hemos encontrado & menvdo,
aquf y alla, en malas compatias
Puede que la bésqueda de la solucién deba comenzar en el interior
riismo del problema. Pues ni el reconocimiento de una conflictualidad social
‘que no desaparecerd de ningn orden humano, ni el lugar central (resultante)
4c la dominacién en todo orden politic, son lo que plantean el verdadero
problema, sino su lugar en el interior del dispositivo. Conteariamente a la
concepciéa conservadora, que ve siempre en la conflictvaidad una amenaza
(desde el exterior) a un orden considerado intrinsecamente como homogéneo,
nno existe exterioridad entre dominacién y conflicto. Por el contratio, la
coniictualidad no s6lo atraviesa sino también informa a la dominacién, 1o
4ue funda Ia inetuctabilidad de un método democrtico de dominacin, Pero
no es la tinea conclusién que podemos sacar agut: si todo orden debe ser
Pensado en terminos de conflicia, Jos niveles contractuales (reales y no como
simples «formas ideol6gicas»), los acuerdos, los compromisos son siempre el
producto de las relaciones de fuerzas y no de derechos.
‘Cuando se pretende defini la esencia de lo politico a taves de un neo-
(© paleo-) contractualismo, una teflexién sobre los coniomos del concepto de
realismo politico, y, a su vez, de sus lazos con una coneepeién democritica de
la politica y sus limites heuristicos (que no podemos abordar aqui) se revela
‘més actual que nunca. Bs poco probable (pero no imposible) que aquel
estudiante que habia escrito en un muro de Censier, en mayo del 68, la frase
«sed realistas, pedid 1o imposible»™ hubiese lefdo a Max Weber, Pero me
place pensar que quicn habia puesto en el centro de su concepcién de la
Politica la dominaci6n, sostenia también; «Bs perfectamente exacto decir, y
‘oda experiencia histérica lo confirma, que no se aleanzaria nunca lo posible
sien el mundo no se emprendicra siempre y sin cesar lo imposible»”,
98 Les murs on la parol. Journ mural mai 68, cp. essxcon, Pais, 1968, p. 89.
99 Max Weare, «Politik als enuf» (1919), abors en Gesarimelie oliche Schriften.
‘Tubingen 1984, p. 560. Un panicipante del seminirio (gue qvieé pueda slegar problemas de
‘onprensicn lingiftica como circunstanlastenvante) po penstr questa de ua alr
ida geneal6gica y crey6 necesaio afirmar que la fase del graffiti provenia en realidad de
Bakunin... Pero dejo la conclasién tal cual sin perder hs esperanaas en sus (ncertos) ectores