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MIGRAGIONES QUE DIFUNDIERON L ALFARERA TUPIGUARANL TRADICION José Proenza Brochado*® Al presentar Jos resultados del primer aio del Programa Nacional de Pes- quisas Arqueolégicas, B. J. Meggers (1967: ) indied que las distinciones regionales y cronoldgicas dentro de la tradicién alfarera Tupiguarani debian resultar de un complicado patron de difusin y de las exigencias de la adap- tacién a condiciones ecolégicas distintas, Manifesté también la esperanza, de que el desarrollo de las investigaciones permitiera conocer: a) las rutas de ‘Sta difusion; b) los cambios en las relaciones ecolégicas dchidos a los despla- zamientos, reflejados en los patrones de asentamiento; c) las causas de la homogencidad de Ja tradicién alfarera y d) las relaciones con los portadores de otras tradiciones alfarcras. A muchas de estas preguntas se puede dar ahora alguna respuesta, con sélo Tos datos que ya han sido publicados, de modo que hemos Megado al momento de intentar una interpretacién de desarrollo de la tradicién alfarera Tupiguarané en el Este de América del Sur. Este trabajo trataré de reconstruir tas migraciones que difundieron esta tradicidn alfar tegracion histérico-cultural de las observaciones resultantes de las investigaciones de campo de mas de treinta arquedlogos brasileros, argentinos y uruguayos incluso el autor. Gincuenta y dos fechados radiocarbénicos permiten dar una armazén cronolégica a este esquema interpretativo. a, haciendo la LA TRADICION ALFARERA TUPIGUARANL Por imposicién de las fuentes arqueolégieas, los criterios utilizados para Ja caracterizacién de los elementos o técnicas con persistencia temporal de Ia tradicién Tupiguarani, son bisicamente industriales: artefacts cerdmicosy liticos o sus fragmentos. © Investigador del Conselho Nacional de Pesquisas de Brasil; Unicersidade Federal do Rio Grande do Sut, Porto Alegre. Se seleccionaron como atributos taxonémicos caracteristicos del contexto, las vasijas de ceramica o sus fragmentos y los artefactos liticos pulidos, Toda la alfareria de la tradicién Tupignarani estd hecha por la técnica del enrrollamiento espiralado (coiled) y tiene cocimiento incompleto. Su tipologia 4 basada principalmente en las técnicas de tratamiento de la superficie y se da cerdmica: a) — ordinaria, sin decoracion, b) — con decoracién plastica y €) — con decoracién pintada. La deeoracién plistiea mas popular es casi siempre: 1) — corrugado con fariaciones en su intensidad y disposicién ritmica: corrugado complejo (com: plicado, complicated corrugated), corrugado complejo espatulado (espatulado, spatulated corrugated), corrugado complejo digito unguicular (corrugado un- gulado, finger-marked corrugated), corrugado complejo oblieue (corrugado mbricado, imbricated) y corragado simple (corrugado simples, simple corr gated); 2) — estampado unguicular (ungulado, fingernail punctate); 3) — cepi- lado (eseovado, brushed). ho menor popularidad, en Ia mayor parte de los casos, se dan de punto simple (ponteado, punctated), 5) — relevante unguicular aserrado (serrungulade, fingernail ridged), 6) — inciso de Tinea (inciso, incised). 7) — achaflanado en el borde, labio dentado o aserrado (entalhado en el borde, nicked). Atin mis raros son los tipos: 8) acanalado (grooved), 9) mediocafiado © en media- cafia (canclado, ridged), 10) estampado (carimbado, stamped), 11) estampado digitado (digitado, fingertip punctate), 12) estampado digito unguicular (digitungulado, ip purctated), 13) estampado con cuerdas (marcado com corda, cord-marked), 14) ‘estampado con redes (mareado com malha, net impressed), 13) estampaclo con tejido (mar cado com tecido, fabric marked), 16) xelevante digital en nédulos (nodulado, nodulated), 17) relevante digito ungu pellizcos (pingado, pinched), 18) rodeteado (roleta- do, coiled) ger La decoracién pintada incluye: 1) — lineas finas y/o fajas més anchas y a veces lineas de puntos, en rojo y/o negro y/o marrén, sobre un engobe blanco; 2) — lineas blancas y/o negras sobre un engobe rojo: 3) — engobe o bafio rojo, mucho mis raramente negro; mucho més raras son; 4) — fajas rojas aplicadas directamente, sin engobe previo; 5) — faf y/o negras pintadas con los dedos, con o sin engobe previo. La pintura pudo haber sido aplicada tanto en la superficie externa como interna de is, pero se advierte que es mas comin externamente en las vasijas restringidas ¢ internamente en las no restringidas. Ocurre frecuentemente a combinacién de distintas ‘éenicas de trata- miento de la superficie en la misma vasija, asi como la alternancia de areas decoradas con otras sin deco on, lo que se denomina decoracién zonal. Las tres téenicas bisicas de tratamiento de la superficie son: el alisado, el corrugado y la pintura policroma; las tres se hallan casi siempre reunidas, excepto casos exeepcionales; pese a que varian las proporciones de popularidad relativa de su empleo de un yacimiento © de un componente a otro. Presentan también una persistencia temporal remarcable. Las vasijas presentan gran variedad de formas, desde las pequefias ese dillas no restringidas hasta las grandes vasijas restringidas simples y depen- dientes de contorno compuesto, utilizadas como urnas funerarias. Son caracte- Boers ‘isticas de la tradicién: las bases cénicas 0 redondeadas (biconvexas), los perliles doble cénicos con cuello y hombros, los bordes angulares reforzados ‘externamente y los platos 0 palanganas de boca oval 0 cuadrangular; asi como ‘Ta ausencia de asas (Seminario, 1966; 1969; Primera Convencién, 1966; Bro- chado et al .b; Nitiez Regueiro, 1969; Terminologia, in lit.). Acompanan en general a Ja alfareria: hachas pulidas petaloides de peque- as dimensiones y adomos labiales en forma de “T” (tembetd), de cuarzo ‘pulido en el Suroeste, de amazonita 0 cnarzo verde en el Noreste y de resina vegetal en las fases mas tardias. Ocurren también: pequeiias lascas cortantes ¥/© puntiagudas, pulidores planos, choppers 0 chopping-toots, cuchillos, ras- padores, pulidores con canaletas; coincidentes con la distribucién de los fembetd, pendientes pulidos perforados y trozos de colorante mineral. En la evolucién de Ja tradicién alfarera Tupiguarani se advierten tres _subtradiciones. En la subtradicién Pintada, las més temprana, la mayor parte de la alfareria no tiene decoracién, es ordinaria (simple), pero en la alfarerfa deeorada predomina la pintura policroma, En la subtradicién Corrugada, que sigue, a la Pintada, predomina la decoracién corrugada y la alfareria sin deco- racién disminuye de popularidad. En la subtradicién Cepillada, muy tardia, predomina la decoracién cepillada. Posteriormente a la tradicién Tupiguarani puede sucederle Ia tradicién lamada Neobrasilera, cuya alfareria procede de €sta a través de un proceso de aculturacién con la alfareria curopea (Semi- nario, 1966, 1969; Brochado et al., 1969.b: 14-19; PRONAPA, 1970: 12-6: ‘Terminologia, in lit.). La alfareria de Ja tadicién Tupiguaran{, en el momento de los primeros ©ontactos con los europeos, fue encontrada exclusivamente entre grupos indi- genas de Ja familia lingitistiea Tupi Guarani, a pesar de que de ninguna manera todos los que hablaban Tupi o Guarani posefan esta cerimica. Continud después siendo producida y utilizada por algunos de estos grupos, con diversas variantes, desde el siglo xvi hasta el inicio del siglo xx, Por este motivo fuc adoptada la designacién Tupiguarani, escrita sin guién, para distinguir a la fradicién alfarera de la familia lingitistica, cuya denominacién se escribe sepa- rada por un guién Tupi - Guarani. Tanto para ahorrar espacio como para simplificar la exposicién, de aqui en adelante se empleard el término fradicién Tupiguarani, con el sentido de tradicién alfareraTupiguarané y se hablara simplemente de los Tupiguarant cuando nos querramos referir a los indigenas portadores de la tradicién alfa- rera Tupiguarani. Los grupos indigenas histéricamente conocidos, poseedores de esta tradi- cidn, eran portadores de una cultura tipo amazénica 0 de Floresta Tropical (Lowie, 1948; Steward, 1949). Eran horticultores de coicara, esto es, pratieaban la yoxa, plantando. maiz, mandioca, tubéreulos y raices, tabaco y algodén, y su_ambiente dptimo era la selva tropical y subtropical hiimeda. Vivian en r aldeas compuestas de casas grandes comunales, utilizaban la red para dormir y navegaban en canoas de corteza o troncos de arbol. Sus armas: maza, arco y flecha, cran de madera. Frecuentemente enterraban los muertos en ums. El drea ocupada por los indigenas de la familia lingiiistica Tupf-Guaran\, segiin las informaciones etnohistoricas, era inmensa. Prdcticamente todo el este de América del Sur, desde el norte del Amazonas hasta el Rio de Ia ors Plata y desde Ja costa atlintica hasta la region de Mojos y el Ghaco (60° - 63° W) (Metraux, 1927, 1928). Solamente parte de esta area coincidia con Ia de la distribucién de la alfareria de la tradieién Tupiguarant, El area donde existen investigaciones relacionadas con el problema de la tradicién alfarera Tupiguarani constituye una faja de unos 4.000 km a lo largo de la costa atlantica de América del Sur, desde la desembocadura del Rio de la Plata hasta el noreste de Brasil, la que aleanza de 600 a 700 km de ancho en el suroeste, en la cuenca del Parana-Paraguay y en el noreste, en la del Sao Francisco; estrechdndose en la regién intermedia hasta unos 150 km (Brochado et al., 1969: 1-5; PRONAPA, 1970: 1-3). Ya habia sido indicada anteriormente en la literatura Ja existencia de migraciones prehistérieas de los indies que hablaban lenguas de la familia Tupi-Guarani (Metraux, 1927, 1928) Lothrop (1932:94), basindose en eviden- cias no aclaradas, describié rutas de migracién muy semejantes a Tas que pro- ponemos aqui partiendo de los datos arqueolégicos. Consideré que partiendo del area entre el Paraguay y el alto Parana, una de las migraciones se dirigié primeramente hacia el este, hasta la costa atlintica, desde donde una parte subié hacia el norte hasta la desembocadura del Amazonas, remontando este rio y sus tributarios, y otra descendié hacia el sur por la costa. Otra ruta ha- bajado por ei Parana hasta cl Rio de la Plata. Silva y Meggers (1963:126) también habian sugerido la sucesién de dos horizones ceramicos atribuidos a los Tupi-Guarant ‘Mas recientemente, gracias a los primeros fechados radiocarbénicos dispo- nibles, se asenté la diacronizacién de las subtradiciones: Pintada, Corrugada y Cepillada, ademas de la difusién de la tradicién alfarera denominada Tupigua- rani del sur hacia el norte (Brochado et al., 1969; PRONAPA, 1970: 12-16; Silva, 1970: 13; Meggers, 1972: 129). Relacionando Ja ubicacién espacial de Jos yacimientos de algunas fases con su posicién temporal en las secuencias se- riadas ya establecidas, se observaron desplazamientos de hasta algunos cientos de kilémetros que habrian sido realizados por los portadores de esta tradicién alrarera (Chmyz, 1968.a: 173; Calderén, 1969: 145; Miller, 1971: 55-6; Pe rota, 1972). DATOS CRONOLOGICOS La base para el establecimiento de la cronologia de este trabajo son los fechados radiocarbénicos para los yacimientos con alfareria de la. tradicién Tupiguarani, publicados mimeografiados por Clifford Evans y Betty J. Meggers en et Programa Nacional de Pesquisas Arqueoldgicas. La mayor parte de ellos también figuran en Simbes (1972). Los fechados son de distintas procedencias, pero la mayorfa del Jaboratorio de radiocarbono de la Smithsonian Institution (SL); otros pertenecen a Gif- cette, Francia (Gsy) y a Naturkindig, Groningen, Holanda (GrN). sur) ‘Todos los fechados se ofrecen con un perfodo (range) de I-sigma, lo que brinda una posibilidad estadistica del orden de cerca de 65,6 %; esto significa que hay dos posibilidades en tres (2/3) de aue la fecha verdadera quede dentro del periodo determinado. Sigue existiendo una posibilidad de cerea de 333%, esto es, una posibilidad en 3 (1/3), de ne Ia fecha resulte realmente mis temprana 0 mis tardia. =10= De los 55 fechados radiocarbénicos solamente se rechazaron 3 —uno, por muy anterior al inicio de la Era, quedaba completamente aislado del conjunto de los demas y los otros dos, por muy tardios, iban en contra de los hechos histéricos conocidos. Los demiis fechados, aunque fueran considerados por los autores como muy tempranos o muy tardios con relacién a sus propias estimaciones 0 expectativas, fueron utilizados por lo menos experimentalmente para observar su comportamiento en el conjunto. Ademas de los 55 fechados radiocarbonicos hay 7 mas obtenidos por el métado de la Termoluminiscencia (Szmuk, 1968-9: 57-104). El mimero total de fechados (59), representando 24 fases arqueolégicas distintas, mas 4 yacimientos aislados, puede que parezca aun pequefio com relacién al periods total de tiempo que representa y més atin con relacién a la inmensa tirea sobre la cual se dispersan los yacimientos. Con todo, ciertas pautas que se advierten muy claramente en la distribucién temporal y espacial de los fechados nos animaron a intentar describir e interpretar la secuenc’ cronolégica resultante. En la secuencia cronolégica presentada graficamente en el cronograma N® 1 (fig. 1), ademas de 50 fechados absolutos que representan 24 fases y 4 yacimientos aislados, se dispusieron 50 otras fases arqueolégicas pertenecien- tes a la tradicién Tupiguarani o con ella muy relacionadas, en un total de 74, Jas que fueron ubicadas en el tiempo segiin las estimaciones mas actualizadas de sus propios autores, algunas de las cuales se revisten de mayor grado de exac- titud © probabilidad porque se asientan sobre datos histéricos. Se utilizaron Jos datos respecto de 87 fases u otras manifestaciones arqueolégicas no des- criptas como fases, de las cuales pertenecen a Ja tradicién Tupiguaran{ 57 fases y 16 a otras manifestaciones, con un total de 73, representando mas de $00 vyaci tos. De éstos, 165 pertenecen a la subtradicién Pintada y la Gorrugada. 546 a la subtradicién Gorrugada y su transicién hacia la Cepillada, y 31 a la subtradicién Cepillada, Otras 3 fases y otra manifestacién, representando 1? yacimientos, pertenecen a la transicidn de la tradicién Tupiguarani hacia la tradicién Neobrasileira, y 8 fases, representando mas de 40 yacimientos, perte- necen a la tradicién Neobrasileira. esis () in En la Iista qu 10 de orden puesto entre pa *° indica dica también la ubieacién geogrdfica de las fases en el mapa (fig. 2), el asterisco que Ia fase posee fechados absolutes —radiocarbénicos (C14) 0 por termoluminiscencix (TM)= y el niimeto entre corchetes [] corresponde al mimero de yacimientos que la zepre~ sentan. Como Ia bibliografia consultada es muy extensa y para obviar repeticiones de citas en el texto, cada una de las fases u otras manifestaciones arqueol6gicas va seguida de toda In bibliografia conocida sobre ella. ‘Algunas de las fases 0 manifestaciones no fueron inclaidas en el cronograma Ne 1 (fi 1) por no tener ubicacién temporal siquiera estim sigue y en el texto, el ni én Pintadas, 13 fases: (1) cambard * [54] (Chmyz, 1967: 64-6, 69; id., id., 1969.a: 108; Chmyz et a 1968: 16-7), con Fazenda Iberé [1]; (2) Condor ® [12] (Chmyz, 1968.0: 177- id., 1969.a: 101-3, 108-10) con Estiréo Comprido 11; (3) Gricaré* [8] (Perota, 1971;153-4; id, 1972); (4) Curimatad [18] (Nasser, 1967: 123-5; id., 1971: 181-5); (5) Goverador [1] (Beltrio y Kneip, 1969.a: 93-1 id., 1969.b: 182-3; id., 1968. id, 1969.b: 112-4);. (7) Guaratiba * [15] (Dias J 94-6; Beltsio y Kneip, 1969.0: 99-100; i., 1969..h: 107-8; Beltrio y Faria, 1970-1 = lle onaUeAoA ie ; ¥ ; i ; ; : IFOBRASILEIRA i | | Un VireRia Hag ir uva. GUaJUVInA YaeuseT Lonete, euanaet eee i (eee Meoaneia VacuaReTe Bopicus ICAMADUA tate INous ix COMANDA! MONO AT IRAPUA conpoR eae’ Pe gal angeiuee Teg Z i caicané 5 ware Se Guaratioa 7 SeUIE tt irapeund 10 cunmiATAd 4 SrapeeaNoe te { Seve RAD 3° 8 Rapacuna 3 8 MABUINE: a! RANDE e+» = | Beeence 33 es inowe at 2 2s 50 3 BE oe 10 ae 8 “AYaenun a5 i 135); (8) Irapud* [5] (Miller, 1969.0: 98-9; id, 1969.b: 13-30); (9) Mapacuni ) (Albuquerque, 1969: 79-89); (10) itapicuri * [23] (Calderém, 1967: 113-5; id, 1969: i: (12) Tequié (51 (Beltrio y Kneip, 1969.b: 107-8; id., 1969.4: 97-100; Beltsto_y 1970-1: 98-135); (12) Pirapé (Chmyz, in fit: Simoes, 1972. (13) Prola Grande isa y Kneip, 1969.b: 110; Beltrao y Farias, 1970-1:797-135): (14) Tueum® (Perota, lit Simbes 1972); (15) Umwarama [2] (Chmyz, 1968.a: 176-7; id., 1969.0; 99-101; id, 1969.b: 120) con José Vieira [1] (Laming y Emperaire, 1959; Laming-Emperaire, ); ademas de otras 3 manifestaciones no descriptas como fasess (16) Angatuba® (TM) [A] (Pallestrini, 1968-9: 25-56; Szniuk, 1968-9; 91-5, 98-8) © Itupeva * (TM) [1] (Palles- “srint, 1969; Szmuk, 1968-9; 91-5, 98-9); (17) Montalednta (Stlva-Bezerra, 1971:14). Transicién Subteadiciin Pintuda - Corrugada, 5 fases: (18) Comandai * [96] (Milles, 1969.a: 39-41). (19) Ibirajé [11] (Chmyz, 1971.0; 91-3) con Trés Morrinhos [1] (Chmyz, 1968.a); (20) Imbituea [15] (Chmyz, 1968.a: 181-2; id., 1968.b: 34-5; id. 1969.b: 110-2); (21) Tabey [7] (Rizzo, 1960: 131-3; id. 1970; A. Rizzo y P. L Schmitz, 19% com. pers,); (22) Uruguay [3] (A. Rizo y P. 1 Schmitz, 1972, com. pers.). Subtradicién Corrugaca, 31 fases: (23) Bopicud [5] (Boretto, 1969; Boretto y Bernal, "1969: 7-14; R. Boretto y P. I. Schmitz, 1973, com, pers.); (24) Cabrobd [3] (Calderdn, 1967: ‘HO-11); (25) Camaqua [16] (Schmitz et 1970.9; iel., 1970.b; Brochada, in lit. b. Simoes, 1972); (26) Ganguci [16] (Brochado, in lie, b; Simoes, 1973); (27) Coribe [12] (Cal- 1969: 139-40); (28) Guaract (Chmyz, in lit. oes, 1972); (29) Guaratd * [18] “(Brochado, 197 3); (30) Icamaqua [12] (Miller, 1969.b: 18); (31) Tiwé [22] (Bro- ehado, 1968: 230-1; id., 1969.b: 16-9; id., 1969.c: 43-4; id., in lit. a; in lit, c; Brochado “et al, 1969.4}; (32) Indud [18] (Brochado 1969.c: 41-3); (23) Ipuea [4] (Dias Je. “1969.b: 149-51); (34) Ité* [41] (Miller, 1971: 51-3; Piazza, 1971; 75-6); (35) Ttaba- ‘poana [4] (Dias Jr., 1969.b: 147-9); (36) Itacattinas (5) (Figueiredo, 1965); (97) Ita- ‘pocti (Piazza, in Tit}; Simoes 1972); (38) Itaocara [5] (Dias Jr 19690; 122-4); (39) Toinheima® (Chmyz, in lit.; Simdes, 1972); (40) Maquiné * [40] (Schmitz, 1958: 113-43; ‘Miller, 1967: 21-2); (41) Martin Gi * [3] (Cigliano, 1968: 7-8; Cigliano, Schmitz y ‘Caggiano, 1971: 136-7, 152-9, 170, 182, 186-7; Cigliano, Raffino y Caggiano, 1971; 103-4, 106); (42) Mondai® [40] (Schmitz, 195% ; Pinzza, 1969: 61-3); (43) Pogo Grande (Beck et al., 1970: 27); (44) Rio Cai [23] (Ribeiro, 1968: 153-69); (45) Rio “Pardinho [25] (Schmitz et al., 1967: 24-58; id. 154); (46) Rio Portinho [1] (Baltrio y Faria, 1970-1: 97-135); (47) Sernambitiba* (Dias Jr., et al,, 1969: 22; PRO- NAPA, 1970: 14-6; Simées, 1972); (48) Tamboara® [7] (Chmyz, 1968.a: 178-9, id., 1969.0: 103-5, 108, 110; id., 1969-b: 120) con J. Lopes [1], Cittlad Real det Guayri 1) (Watson, 1947; Chmyz, 1963; id., 1964), y Villa Rica del Spirictu Sancto (1] (Blasi, 1963); (49) Toropi (7) (Brochado, 1969.c: 39-41); (50) Trombudo [41] (Schmitz et al. 1967: 24-55; 1970.c: 1-54); (51) Vacaeai [22] (Brochado, 1969.c: 36-9; » 19TL: co in lit c; Brochado, Pivetta y Schmitz, in lit.); (52) Yaguarete [1] | {Boretio, 1969; Boretto y Bernal, 1969: 7-14; R. Boretto, 1973, com pers.); (53) Yagauri [4] _ {Nitiez Regueiro y De Lorenzi, in Hit.); ademas de 14 otras manifestaciones no descriptas “como fases: (54) Alto Paranapanema [8] (Maranea, 1969: 137); (55) Alto Rio Grande [6] (Dias Jr., 197L.a: 133-48; Simoes, 1972); (56) Bajo Parand: sur de la Mesopotamia, Lite- ‘ral, Delta y costa del rio de la Plata (Lothrop, 1932: 77-232; Menghin, 1962: 55-64; Lafon, 4971: 119-52), en parte incluida en la fase Martin Garcia (41); (57) Asuncién [6] © Ypané 15) (Schmidt, 1932: 1-21; 1934: 132-88; Vera, 1930; 274-80; id,, 1940; 62-7); (58) Ista de Santa Catarina (Schmitz, 1959: 267-324); (59) Itapiranga [52] (Schmitz, 1957; Rohr, 1-59); (60) Jaguaruna {20} (Rohr, 1968; 50; id., 1969: 7-9, 1934); (62) Rio Gran- de® [26] (Nave et al., 1968: 141-52; id., 1971: 91-122; Schmitz y Brochado, 1972); (62) “Rio Taquari (F, La Salvia, com. pers.) (63) Salto Grande [3] (Podriguez, 1969: 10-11, “24: id, 1970: 5; Cigliano et al,, 1971.0: 170; id., 1971.b: 103-4); (64) ‘Tapera® [1] | (Bohr, 1966: 21-85; Chmyz, 1971.b: I-14); (65) Tiel? - Mogi Guactt [8] (Godéi, 1946: “Silva, 1966: 79-87; id., 1970); (66) Unlgo da Vitéria® [1] (Chmyz, 1969.b; 106. ‘WOT a: 87-114); (67) Uruguaiana [3] (P. 1. Schmitz, com. pers.). Transicién Subtradicién Corrugada + Cepilldta, 1 fase: (68) Paranhana [6] (Miller, _ 1967; 22-3). =19— Sutradicin Cepillada, 5 fases: (69) Caloré [2] (Chmyz, 1968.a: 179-80; id., 1968.): 31-52; id., 1969.0: 105-7); (70) Ipira [15] (Piazea, 1971: 77-8, Miller, 1971; 53-4) i (72) Sarandi (4) (Chmyz, 197La: 93-4, wny?, 1967: 66-7; id, 1968.a: 1745; id., 1968.a: 31-52), ‘Transicién de la tradiciém Tupiguarani hacia la Neobrasileira, & fases: (74) Pixtinay [1] (Beltrito y Faria, 1970-1: 97-135); (75) Reduedes [3] (Ribeiro et al., 1972; Brachado, in lit, ¢; Brochado et al., in lit.; (76) Méssdes [8] (Brochado, 1968; id., 1969.b; 19-22, id, 1969.c: 44-5; Brochado, in lit. a; i lit. e; Brochado ct al,, 1960.a: 169-210,ade. mas de otras manifestaciones: (77) Reduceidn de Sante Marla la Mayor (1) (Rizzo, in lit Tradicion Neobrasileira, 8 fases: (78) Calundu [12] (Dias Jr,, 1967: 96-8 idy 1060.b: 152-3); (79) Faxinal [6] (Brochado, in lit, b; 1972); (80) Lavrinha (5) (Chmyz, 1968.0: 184-53 id., 1968.b. 35.6; id, 1145); (81) Moenda [3] (Perota, 197: 154); (82) Monjolo (Mill 1971: 54; Brochado, in lit. c); (83) Mérso da Vidiea [1] (Beltrio y Faria, 1970-1: 97-135); (84) Parati (Dias Jr, 1971.b; Simdes, 1972); (85) Bojoru y Rio Grande {7} (Naue et al, 1968: 141-52; id, 1971: 91-122; Schmitz y Brochado, 1972: 6, 7, 21; Brochado, in Fit. c), Fueron incluidas también 2 fases resultantes de Ia aculturacién de otras tradiciones alfareras indigenas con Ja tradicién Tupiguarani: (86) Hcaraima [3] (Schmidt, 1934: 194, Chmyz, 1971. a: 95-6; 101-2; Chmyz y Schmitt, 1971); (87) Itatinas ® [20] (Perota, 1971: 152.3). En el eronograma n? 1 (fig. 1) los perfodes de 1-sigma de los fechados. radiocarhd- nicos se indican con rayas lenas y las fechados por termoluminiscencia con rayas abiertas, Las estimaciones se indiean con lineas interrampidas que ligan las fechas extreimas, Por lo que se refiere a los fechados radiocarbinicos se supone que los fechados sucesivos de un mismo yacimiento 0 de yacimientos referidos co. mo pertenecicntes a una misma fase, que se escalonan en el tiempo de manera de encadenarse unos a otros, indi del yacimiento 0 Ia continuidad de existencia de la fase. Un hiato de tiempo mis grande, por el contrario, indicaria la discontinuidad de la ocupacién del yaclmiento, esto es, su reocupacién posterior o Ia discontinuidad temporal de la fase, Io que Tlevaria a la necesidad de dividirla. Por una cuestién geogrifiex, en el cronograma N® 1 (fig, 1), se puso en el medio la fecha més antigua y hacia la derecha las fases u otras manifesta- ciones ubicadas al norte o noreste del alto Paranapanema, donde se encuentra aquélla, y hacia Ja izquierda las ubicadas al sur o sureste. Se seriaron enton- ces, tanto a la derecha como a la izquierda, primero las fases u otras manifes- taciones de la subtradicién Pintada, después las transicionales hacia la subtra dicién Corrugada, Iuego las de la Cori igada, la Cepillada y finalmente las de la tradicién Neobrasileira, Como el nimero de fases u otras manifestaciones situadas al suroeste del fechado mis antiguo es mayor que el de las situadas al noreste, se agrue paron las situadas a surocste —a la izquierda en el cronograma— segiin los valles de los grandes rios o el sector de la costa y estos agrupamientos se encuentran tanto mis alejados del centro cuanto mis tardiamente empiezan sus secuenci regionales, Tomando las fechas iniciales de las secuencias de cada fase, si hay mis de una, se observa como éstas son cada vex més tempranas a medida que se alejan de las mds antiguas, ubicadas en el medio, presentando el aspecto de ramas de un drbol que suben a medida que se alejan del tronco. Mirando mejor se advierte como si este drbol taviera dos érdenes superpuestos de fan Ja continuidad de ocupacién Sie el primero arrancando de ca. A.D. 80 6 500 y el segundo, mas arriba, A.D. 900. En el primer orden de ramas todas las fases pertenecen a la ‘én Pintada y en el segundo a las subtradiciones Corrugada, Cepilla- Neobrasileira. Ahora si se ubica en un mapa de América del Sur las fases ia subtradicién Pintada (fig. 2) se observa inmediatamente que los fechados es mas antiguos —a la izquierda en el cronograma N° 1 (fig. 1) (ea. O)— quedan en el suroeste de lo que se ha denominado la Faja Costera hado et al., 1969: fig. 1; PRONAPA, 1970: 2-3, fig. 1) y los mis tardios Ja derecha (ca. 900-1300)— hacia el noreste de esta misma faja. Este defasaje en el tiempo, de 300 y 400 afios respectivamente, indica la acién de la tradicién alfarera Tupiguarani en el espacio, desde un comin, hacia el suroeste y el noreste, con distintas yelocidades de lazamiento y distintos momentos de partida. Pero como el defasaje no es grande —en cl suroeste hay casi una sincronfa de fechas alrededor de ca. ‘en tanto que el espacio que debié ser recorrido en uno y otro sentido enorme, la velocidad de propagacién tiene que haber sido muy alta y umente el desplazamiento de los portadores de la alfarerla de esta tradicién través de toda esta Area podria explicarla, La transmisién de una éradicin a través de este inmenso espacio, sin la intervencién de portadores nanos, esto es, sin la hipétesis de una migracién, implicaria forzosamente existencia, a lo largo de todo el recorrido, de pueblos ain sin cerdmica, a una cerimica rudimentaria, pero en un nivel tecnolégica suficiente para ‘secibirla y que estuvieran dispuestos a aceptarla inmediatamente y a trans- “miitirla sin dilacién a los grupos siguiente: mpre copiandola lo mis fiel- “mente posible. No hay ningin fundamento para sostener esta hipétesis, puesto que el impetu migratorio de los grupos de habla Tupi-Guaranf— que en !a época histérica eran los portadores de Ja alfareria de lo que se denomina ta tradicién Tupiguarani— es bien conocido. Tomando ahora los fechados iniciales de las fases que en el cronograma representan la alfareria de las subtradiciones Corrugadas y Cepillada y ubican- do a estas on el mapa (fig, 2), se advierte que los mis tempranos (ca. 900- 1300) —a la izquierda en el cronograma— quedan en el suroeste, sobre el alto ‘Uruguay y la costa atlintica, al norte de la laguna de Patos y que los siguien- tes (ca. 1.300-1.500) se alejan progresivamente de este centro. Aceptado el hecho de una oleada migratoria que difundié la alfarerla de Ja subtradicién Pintada, y utilizando el mismo razonamiento, el defasaje que se advierte en a ubieacién espacial de las fases de las subtradiciones Corrugada y Cepillada, revela una serie de desplazamientos que reunidos conformarian movimientos que, a partir de un centro comin, se han dirigido hacia el sur, suroeste, norte y noreste, subiendo y bajando por los rios Uruguay, Parand y Paraguay, ast como por la costa atlintica y en el noreste bajando por el Sio Francisco. El pequeiio defasaje, de apenas unos 200 aiios entre los fechados extremos, sugi re una migracién explosiva, mucho mvs ripida que la primera, cuyos mor mientos centrifugos Iegaron hasta muchos puntos extremos casi al_mismo tiempo. Como las fechas més tardias ya se encuentran dentro de Ta época histérica, esta oleada migratoria se puede identificar en su parte final con las migraciones histéricas de los grupos de habla Tupi-Guarani descriptas por Jos cronistas. = Lsi= Fiouna 2 Mapa de la Faja Costera del este de América del Sur, con Ia ubieacién eos Jas manifestaciones arqueolégicas ‘scialadas en el texto, de acuerdo. con la numeraciin que reciben en el mismo. Las lineas gruesas sobre el curso de los rios 0 solne 1a costa, indiean que los yacimientos se hallan a orillas de estos o de esta, Las lineas de puntos circunseriben areas donde los yacimientos se hullan apartados de los vies mAs importantes. Inserto: Distribucion geografica de los tipos de clima, segim Kérren, en cl area del mapa mayor (Seqin Edit, 1968:fig. 1), a de Algunos fechados atin més tardios de la subtradieién Cepillada, posterio- res a ca. 1.800, representan la evidencia de migraciones enteramente verifica- das en tiempos histéricos. En resumen, de la distribucién de las fechas absolutas y estimativas en el tiempo y en el espacio, pensamos poder sacar suficientes argumentos para postu- lar la existencia de dos grandes oleadas migratorias de los indigenas portadores =16 = eria de la Hamada tradicién Tupiguarani. La primera seria entera- hhistorica, mientras que la segunda se desarrollé hasta tiempos hist6- ‘fue distorsionada por la presencia de los europeos. Ea reconstruccién de las rutas seguidas por estas dos oleadas se puede comparando los dos mapas (figs. 2 y 3). y SUBTRADICION » a —— > punrapa u goRnucaa @ YCEPILLADA Fiona 3 Mapa de la Faja costera del este de América del Sur, con la indicacién de las rutas seguidas por las oleadas migratorias que difundieon la alfureria de la tradicién Tupiguarani. Las flechas indican los tramos mejor recosntruidos y las li- neas de puntos los tramos atin hipotéticos de estas rutas. Inserto: Distribucién de los tipos de vegetactin natural en el rea del mapa + negro = selva hameda tropical costera 1 de la euenca del = Paraguay y Urnguay; elva himeda tropical de la es- rayas__horizontales = basque rayasverticales = selva himeda tropical de Ia cuenca amazénica; punteado = sabana tropical espitiosa (castinga en el noreste y Chaco en el suroeste). Simplificado de: Azevedo, 1968:108-9; Cabrera, 1953:fig. ; 1971, fig. 1; Mann, ‘1968: figs. 7, 9, 10; Trewartha ct al, 1961: fig. 5). Si LA’ PRIMERA OLEADA MIGRATORIA — LA SUBTRADIGION PINTADA Los fechados més antiguos que atestiguan la presencia de la alfareria de la tradici6n Tupiguarani en América del Sur se ha! reunidos en el suroeste, en la cuenca del alto Parand y alto Uruguay. En estos yacimientos, como en todas los demds de la tradicién, el contexto esti formade principalmente por fragmentos de vasijas de alfareria, que en este caso presentan las caracteristi- cas de lo que se denomina la subtradicién Pintada. FE) fechado mas temprino (A.D. 80 = 100 (SI—418) se halla bastante do temporalmente, pues de 400 a 500 afios lo separan de los fechados que siguen; pero no puede ser sumariamente rechazado porque existe una continuidad espacial y estilistica con las ocupaciones siguientes EI fechado que sigue (A.D. 460 = 45 (SI—1011), en el Ivai, fue rechazado porque su alfareria, al pertenecer a la subtradicion Corrugada, no presenta continuidad espacial y tica. El otro fechado de la misma fase Tamboara (48) es 900 afios mis reciente. Se puede por lo tanto visualizar a la alfareria de la tradicién Tupiguarani apareciendo en el valle del Itararé en ca. 80 (1). Probablemente entre ca. 500 y 700 habria empezado la primera oleada migratoria, con los portadores de la alfareria de la subtradicién Pintada bajando hacia el oeste por el Itararé y el Paranapanema, donde se encuentran los yaeimientos de las fases Cambard (Z) que se desarrolla entre ca. 700 y 1200 (775 = 80 (SI— 1009), 820 = 150 (SI-422), 1.100 (SI-417), 1.190 = 50 (SI-140) y Pirapé (12), proba- blemente mas tardia. Los yacimientos de Angatuba e Hapeca (16), en cl alto Paranapanema, fechados por el método de la termoluminiscencia entre 760 y 894 + 107 (Szmuk, 1968-9: 91-5, 98-101), seguramente pertenecen también a la fase Cambard, asi como el yacimiento de Fazenda Iberd. La primera oleada migratoria habria pasado muy temprano hacia el valle del Ivai, al suroeste, donde Ja fase Umuarama (13), a la cual pertencce el nto de José Vieira, presenta un fechado inicial de 570 + 150 (Gsy-81) y se mantiene en la misma drea hasta ca. 1.650 (1.480 + 100 (SI-694), 1.650 = 115 (SI-693). La fase Umuarama fue sucedida en el Ivai por la fase Conder (2) que se desarrolla entre ca. 900 y 1.400 (885 + 95 (SI-695), 1,340 + 120 (SI-696), 1.360 = 170 (ST-1.699), 1410 + 60 (SI-697). El fe- chado final de 1.815 120 (SI-698) fue rechazado por muy tardio. A esta fase pertenece también el yacimiento de Estirdo Comprido. Desde el valle del Ivai habrian al do el valle del Parana, posiblemente cerca de la confluencia con el Iguazi, en la fase Ibirajé (10), bajando por este rio hasta Ia latitud 27°S en la fase Tabay (21) y pasando hacia el valle del alto Uruguay en la fase Irapud (8) (730 + 120 (SI-708). En el alto Urn- guay la fase Irapud fue sucedida por las fases Comandai (18) y Mondai (42) pricticamente contempordneas entie ca. 880 y 1.735. La primera se halla en la transicién entre las subtradiciones Pintada y Corrugada, pero la segunda ya pertenece enteramente a la subtradicin Corrugada. Como ocurre lo mismo en las fases Tabay (21), ubicada en la misma latitud, hacia el oeste, sobre el Parana, ¢ Ibirajé (19), ubicada mas arriba en la confluencia con el Iguazi, parece configutarse ya aqui un movimiento inverso, subiendo por el Parand y el Uruguay y Ievando la alfareria de la subtradicién Corrugada de regreso a las dreas donde habria surgido la de la subtradicién Pintada. yacimi Se= presencia de la subtradicién Pintada en la regién, ocurre en wwira (6), en el alto Iguazi, estimativamente fechada entre 1.500 cual fue sucedida por la fase Imbituea (20), ya de la transicién dicién Corrugada. a vista se podria entonces imaginar que la primera oleada migra- por eje de desplazamiento el valle del Parana, porque los rios apanema, Ivai e Iguazti, son afluentes de su margen izquierda y podria haber sido aleanzado por el Iguazit y el Peperi-Cua- ito, pese a portancia de su situacién geografica, con selacién e difusién de la subtradicién Pintada, en el valle del Parana solamente encontrado fases relativamente recientes, ya del momento del pasaje dicién Pintada hacia la Corrugada y por lo tanto pertenecientes Ja primera migracién en la regién Suroeste y al inicio de Ia segunda, hasta los tiempos histéricos. Pero las fechas parecen indicar que ca oleada migratoria se dio en dos movimientas sucesivos. Entre ca. Tos portadores de la alfareria de Ja subtradicién Pintada se habrian do por el area entre el Paranapanema —Itararé y el alto Uruguay en grupos que no dejarian muchos rastros de su pasaje por el eje del desplazamiento pero que formarian pequefas colonias dispersas walles del Itararé, Paranapanema, Ivai y alto Uruguay, en las fases antigua (I), Umuarama (15) e Irapua (8). A favor de esta hipdtesis hecho de que Ia fase Umuarama cuenta con solamente dos sitios © Trapud con 5, en tanto las fases que siguen cuentan con mucho mayor Una hipstesis complementaria, sugerida por el rea ocupada por Ja tropical, Ia que se presenta como un puente uniendo las grandes es ubicadas en el alto Paranapanema y Grande con Jas ubicadas entre y el Uruguay, cortando diagonalmente los cursos del Ivai y del 5 la de que habrian bajado hacia el suroeste no por el valle del _ sino por este puente de selva (fig. 3, inserto). a, 700 y 1400/1650, desde estas colonias antiguas, las que consti- emo una plataforma de maniobra de esta primera migracién, empez6 ién de los valles de los rios intermedios, en las fases Cambard y _en el Paranapanema, Condor (2) en el Ivai, Guajuvira (6) en el alto después en las fases Uruguay (22) y Comandai (18) en el alto Uru- Fabay (21) © Ibirajé (19) en el Parand, ¢ Imbituca (20) en el alto cuando ya se inicia la transicién hacia la subtradicion Corrugada, primera oleada migratoria parece que fue relativamente rapida, em- b unos 200 aiios (ca. 300 a 700) para recorrer los 600 km en direccién sur su penctracién inicial, en tanto que la colonézacién que sigue se man- ssta ca. 1.400 y en algunos casos Ileg6 hasta la Gpoca histérica (siglo _ Se observa también que la primera oleada migratoria en la cuenca del Si. se mantuvo siempre dentro de la selva Iimeda subtropical. fientras se encontraba en su auge la colonizacién de los valles de los rios izquierda de la cuenca del Parana, otra ala de la primera oleada a subir por la costa atlintica en sentido noreste, desde Rio de © tal vez Sio Paulo. Por lo tanto en sentido inverso al seguido por el terior que se habria dirigido hacia el suroeste. El pasaje del interior Ja costa de Sio Paulo, por el valle del Ribeira do Iguape, donde la barrera 19 = entre. el interior y la costa es minima y la selva himeda subtropical de la cuenca del Parané alcanza Ia selva tropical serrana y costera sobre el borde elevado del planalto, Otro camino podria haber utilizado el valle del Paraiba, en cuya parte alta también se encontré alfareria pintada (Colecciones del Museo Paulista) y se dan las mismas condiciones fitogeogrificas (Maranca, 1969: 136). EI pasaje se debe haber dado en ca. 800 porque Ja alfareria de Ja subtra- dicién Pintada aparece ya en la costa de Espirito Santo y en la parte baja del valle del Dace, de 400 a 1.000 km mis al noreste, en la fase Cricaré (3) en 895 +: 80 (SI-828). Esta fase se mantuvo en la misma drea hasta 1.390 = 70 (SI-832) en la fase Tucum (14). En la costa de Rio de Janeiro y Guanabara, en la fase Guaratiba (7), las fechas son casi contemporineas (980 -+ 100 (SI-433), 1.150 + 100 (SI-434). La fase Jequié (21), también contemporinea. fue ubieada estimativamente ca. 1.000 — 1.300. La subtradieién Pintada se mantuvo en el area hasta el inicio del perfodo Colonial, pues en las fases siguientes: Praia Grande (13) y Governador (5) ya muy tardias (ca, 1.300 — 1.500) se advierte la profundizacién de los con- tactos con los europeos. Queda ain sin investigar una ancha faja de territorio entre las ‘ltimas manifestaciones de la subtradicién Pintada en la costa de Espiritu Santo (3) y los sitios del alto Sao Francisca (1017); entretanto todo indica que los portadores de esta subtradicin subieron por la costa, desde ca. 900, marchando por Ja selva hiimeda tropieal costera y serrana, hasta Megara los 12°S (10) donde el movimiento se dividié en dos. Un ala de la migracién continud subiendo por Ta costa en direccién nort* ¥ noreste, alcanzando los 8°S en la fase Itapacuré (9) y los 6°S en la fase Curimatati (4) que penetré hasta unos 180 kin hacia el interior, ecupando ambientes progresivamente menos hiamedos como el agreste y la eaatinga arbérea. La otra ala quizés obstaculizada en su marcha hacia el norte por los indigenas portadores de otra tradicién alfarera, Ja tradicién Aratti (Cal- derén et al, 1968: 18; PRONAPA, 1970; 12)— penetré para el interior, po- siblemente por el valle del Itapicuri y se establecid en una isla de selva hiimeda tropical, aislada en la caatinga, en la vegién montafiosa de la Cha- pada Diamantina, a unos 350 km de la costa. La fase Itapicurt (10) tiene un fechado de 1.270 + 130 (SI-471), Marchando por esta selva, bajaria hacia el suroeste, invertiendo el sentido del camino que Hevaba, lleg do al valle del Contas en 1.400 + 95 (SI-821). Unos 300 km mds al

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