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Los procesos de formacién del Estado y de construccién de la nacién” Norbert Elias Traducci6n de Armando Martinez Garnica Uno de los més raros aspec- tos del desarrollo de la soclolo- fa, en el lapso de su primer si- glo y medio de trabajos como disciplina relativamente auténo- ma, es su movimiento desde una Perspectiva de larga duracién hacia una de corto plazo, una suerte de estrechamlento del In- terés de los sociélogos a sélo fue presentada por ante el Séptimo Con- greso Mundial de Sociologia que se rex liz6 en Varna, entre el 14 y el 19 de septiembre de 1970. El texto original, en idioma inglés, fue publicado por ta Aso- ciacién Sociol6gica Internacional en las Memorias de dicho evento (Soffa, 1972, vol. Ill, pp. 274-185). Esta primera tra- duccién espafiola fue realizada por Ar- mando Martinez Garnica, gracias a las gestiones realizadas por Vera Weiler pa- ra la adqui L las sociedades contempordneas —y sobre todo a sus propias socledades—, tal como éstas se muestran en el presente y aqui, y un retraimiento del interés por el problema del cémo y por qué las sociedades, a través de los siglos, han devenido lo que son. Esa reduccién del enfoque ha en- contrado su més contundente expresién en el camblo acaecl- do en el tipo dominante de la teoria soclolégica, Durante la mayor parte del siglo XIX, las teorias sociolégi- cas més representativas estu- vieron centradas en el desarro- lo social de larga duracién; en cambio las de la segunda mitad del siglo XX —con excepcién de algunas, entre ellas la mia— han abandonado por completo el 102 concepto de desarrollo social. Es as{ como esta nocién ha de- saparecido, al menos por un tiempo, de los libros de texto de la sociologfa. En contraparti- da, el concepto de “sistema so- cial” se ha situado en el centro de las teorlas soclolégices, al tiempo que otros conceptos re- laconados con aquel, tales co- mo los de “estructura social” y “funcién social”, son conce- bidos de un modo que sélo pue- den servir como herramientas tedricas para el estudio de una sociedad en un estadio determi- nado y en un tiempo dado, de modo que sus movimientos son representados en forma deses- tructurada 0, en otros términos, como cambios hist6ricos. La mutacién del interés por !a dindmica social de largo plazo hacia uno por la estética social de corto plazo se debe a mu- chas razones, las cuales no se- rén discutidas explicitamente en esta ponencia ), Dado que el Séptimo Congreso Mundial de Sociologia ha programado una mesa redonda sobre el tema ti- tulado “Teorfas importantes del desarrollo”, quizés estemos en presencla de una sefial de cam- bio. En efecto, hay una serle de signos que indican que el pro- 2. Elias se habia ocupado de este asunto en Ia introduccién a la se gunda edicién de su opus magnum, é! proceso de la civlizacién (Bema y Mu- nich, 1969). HISTORIA Y SOCIEDAD 5 blema del desarrollo social en la larga duracién —equivoca- mente llamado evolucién, dado que el desarrollo social es un orden secuencial sui géneris, sin relacién alguna con la se- cuencia biolégica llamada evolu- cién— comienza a situarse nue- vamente en el centro de la pers- pectiva, No obstante, la reestructura- clén de la Imaginacién sociolé- gica que se requiere para res- tablecer, a un nuevo nivel del conocimiento, el balance entre las aproximaciones estética y dindmica de la teorfa social, en favor de la ultima, es una tarea descomunal. Disponemos ahora de muchos més datos que nun- ca sobre el desarrollo de las sociedades en la larga duracién para avanzer. La construccién de modelos teéricos integradores que logren aproximarse a todos ellos no es una tarea facil, ade- més que muchos conceptos co- rrientes, tales como los de “es- tructura” y “funcién”, significa- rian algo muy diferente de lo que hoy en dia designan entre los estructural - funcionalistas y en otras escuelas de la sociolo- gfa estatica si son usados en el contexto de una teorfa sociolé- gica del desarrollo. A nivel empirico, se han in- crementado durante algtin tiem- po los estudios sobre el desa- rrollo de las sociedades, por lo menos sobre aquellas que se denominan hoy sociedades “en NORBERT ELIAS desarrollo” o “subdesarrolladas”. Pero el interés que se ha pues- to en el desarrollo de las socie- dades “en desarrollo”, en tanto problema empirico de la socio- logia, précticamente no ha ob- tenido, hasta ahora, una respues- ta a nivel tedrico. La razén de ello es fcil de ver: expresio- nes tales como “sociedad en de- sarrollo”, “subdesarrollada” indi- can un particular giro de la pers- pectiva de los representantes de las socledades ricas, pues es en las sociedades més desarrolla- das donde estos términos son habituales. Puesto que su uso supone que las mismas socleda- des altamente industrlalizadas no se encuentran ya en desarro- flo 0, para este fin, no son ya “subdesarrolladas”, se concluye entonces que el estadio presen- te de ellas debe ser ampliamen- te representado como carente de futuro, como la etapa final, La corriente restriccién del uso del término “en desarrollo” a los paises més pobres sugiere que los sectores representati- vos de las naciones més ricas, quienes registran el desarrollo s6lo en otras, estén satisfechos consigo mismos. Excepto en un sentido muy limitado, no le asig- nan valor alguno al desarrollo posterior de su propia sociedad Y, por tanto, su interés por su desarrollo hasta su propio tlem- po también se ha reducido, Mien- tras pueden quizés ver que el desarrollo es, en los paises muy 103 pobres, la columna vertebral que estructura su historia, en el ca- so de los paises ricos, las na- ciones industrializadas del mun- do, parecen registrar sélo una historia pero no un desarrollo; més exactamente, no un desa- rrollo en proceso, de tal suerte que la “historia” parece ser sola- mente una preocupacién margi- nal del sociélogo. Entre las muchas razones que explican en la sociologia el cam- bio de las teorfas del desarrollo social en la larga duracién por las teorfas estdticas de corto plazo, la siguiente es evidente- mente una: las circunstanclas ac- tuales de las sociedades “avan- zadas” son examinadas, en las teorlas sociolégicas, como si fuesen un estadio final inmuta- ble. La perspectiva de corto pla- zo de muchas de las teorias so- ciolégicas més prestigiosas de nuestro tiempo se manifiesta en las abstracciones similares a le- yes provenientes de aspectos seleccionados de las sociedades contemporéneas “avanzadas”, Presentadas con la pretensién de ser aplicables a las socieda- des de todos Ios tiempos y lu- gares. Las teorias sociolégicas construidas alrededor de con- ceptos tales como “sistema so- cial” son un ejemplo de ello. Ellas reducen los procesos de cambio estructurado y direccio- nado de larga duracién, a los que puede aplicarse el concepto de desarrollo y de los cuales son 104 ejemplos los procesos de indus- trializacién, burocratizacién, tec- nificacién y urbanizacién, e In- cluso los procesos de construc- cién del estado y de la nacién, a un estado inmévil como su con- dicién permanente, aun cuando estos cambios son apenas percl- bidos como un flujo desestruc- turado, como “historia”. Unas cuantas observaciones preliminares pueden ayudar a aclarar las cartas del juego. Con el propésito de contribuir a la mesa redonda sobre las “Teo- rias importantes del desarrollo”, comienzo delimitando el tema de la discusién: 0 se trata de las teorias histéricas, tal como fue- ron construidas por Toynbee o Spengler, o de las teorfas socio- légicas del desarrollo de larga duracién. Como dificilmente po- demos hoy dar por hecho que la distincién entre la aproximacién a los cambios sociales como historia y la aproximacién a los mismos como desarrollo esté su- ficientemente comprendida, pien- so que seria util declarar expli- citamente, de entrada, mi com- promiso con la tiltima aproxima- cién, Puedo entonces contribuir a las deliberaciones exponien- do, en la perspectiva de mi teo- ria de log procesos de larga du- raci6n en la formacién del esta- do, algunos de los problemas que 89 encuentran en la investi- gacién de los procesos de cons- trucci6n de la naci6n, la ultima fase de una larga sucesién de HISTORIA Y SOCIEDAD 5 procesos de formacién del es- tado. por lo menos en el desa- rrollo de las sociedades euro- peas. En si mismos, este tema no es ajeno a la transformacién de la percepcién personal que ocu- tre cuando se cambia un para- digma sociolégico estatico por otro paradigma del desarrollo, pues uno gana acceso a proble- mag anteriormente soslayados. Exceptuando a Reinhard Bendix, pocos socidlogos han estudiado el problema de la construccién de Ja nacién y ninguno, hasta donde conozco, ha estudiado los procesos de formacién del esta- do en Ia larga duracién y su im- portancia, empirica y teérica, para los socidlogos. La informa- cién sobre este tipo de proce- sos se encuentra alrededor nues- tro, pero para poder integrarla al propio tejido conceptual se requiere un tipo de paradigma te6rico que no se abstraiga del flujo temporal y reduzca, en la reflexién, a segmentos estaticos lo que cada uno observa como un continuo movimiento, Muchos constructores de teo- ras sociolégicas contemporé- eas parecen creer que un tipo de abstraccién modelado a ejem- plo de la fisica clésica —abs- tracciones en la forma de gene- ralizaciones similares a leyes, las cuales dejan por fuera de la abstracci6n todo lo que aconte- ce en la secuencia temporal— es el auténtico distintivo de NORBERT ELIAS una empresa cientifica. Quizés no ha sido establecido suficien- temente que las abstracciones utilizadas en las distintas cien- cias pueden variar ampliamente. Algunas de las abstracciones que se encuentran en los conceptos y teorias biolégicas son muy dis- tintas de las generalizaciones en forma de leyes de la fisica clasica, Otras involucran figura- ciones espaciales y secuenclas temporales de larga duracién. Podemos entonces ver claramen- te que, a su modo, la elabora- cién de la teoria sociolégica ten- dré que moverse en una similar direccién. La dificultad estriba en que el tipo de teorfa que sur- giré en cada caso no se corres- Ponde con la Imagen ideal de una teoria que el m4s eminente de los socidlogos teéricos de nuestros dias parece dar por establecida, pese a que ella es un tipo de resaca filoséfica del tiempo de la fisica clasica. Tomemos uno de los ejemplos mejor conocidos de una teorfa soclolégica, esencialmente esté- tica, de nuestro tiempo: la teo- ria que intenta abordar los pro- blemas de la sociedad presen- téndola como un “sistema so- cial”. Me complace registrar que el mayor exponente de las teo- tias contemporéneas del sistema social, Talcott Parsons, se en- cuentra entre nosotros. Soy un critico del sistema intelectual que él ha constituido. Una mesa redonda, en el seno del Congre- 105 so Mundial de Sociologfa, es el sitio apropiado para la exposi- cién de algunas de las razones de mi actitud critica. Sélo algu- nas, ya que mi tiempo es liml- tado y que me gusta combinar mis observaciones criticas con algunas sugerencias relativas a los aspectos positivos de una teoria sociolégica del desarro- lo que puede, por si misma, jus- tificar la critica, Por lo demds, mi actitud critica hacia el sis- tema intelectual de Parsons es- t4 respaldada en el respeto que siento hacia su persona. Uno puede estar en desacuerdo con él, pero no puede poner en du- da su franqueza intelectual y su integridad, como tampoco la am- plia capacidad de su poder de sintesis, una de las mayores cua- lidades de este eminente cons- tructor de teorfa, Sin embargo, no puedo convencerme que este don Io haya utilizado en una jus- ta causa. Adn para propésitos analiticos, el supuesto de que las “acciones” forman una espe- cle de dtomos de las socieda- des humanas me parece una de aquellas generalizaclones _for- males estériles, demasiado dis- tantes de las tareas de Ia inves- tigacién para que puedan ser confirmadas, o rechazadas, me- diante referencias a la informa- cién observable. :Por qué hemos de situar las “acciones" en el centro de una teorfa de la so- cledad, en lugar de las personas que actian? 106 En general, las sociedades son redes de seres humanos, en vez de combinaciones de acciones incorpéreas. No es facil apre- clar como el atomismo de tal teoria de accl6n sociolégica sea capaz de correr aparejada bajo la misma yunta, como caballo dei mismo establo, con una teo- ria de sistema ablertamente no atomistica, segén la cual cada cosa en una sociedad es una par- te dependiente de un todo alta- mente integrado y normalmente en buen funcionamiento, Tam- bién el modelo de la sociedad como un “sistema social”, una maquinaria social normalmente bien aceltada donde todas las partes engranan armoniosamen- te, se encuentra alejado de la dura y desordenada vida social de los hombres, tal como uno realmente la observa. Es indudablemente dificil apli- car dicha teorfa a las grandes socledades del pasado, pese a que dispusleron de una mayor Integraci6n entre sus regiones, sus estratos sociales e incluso de sus inmigrantes, que la ma- yorfa de nuestros contempord- neos estados nacionales de Eu- ropa. La teorfa de Parsons repre- senta a la sociedad como un sis- tema altamente integrado, de tal suerte que parece pretender para si el estatus de una teorfa socio- I6gica general, aplicable a todas las sociedades humanas. No pue- de uno evitar preguntarse s! aca- so no se trata de una generali- HISTORIA Y SOCIEDAD 5 zaclén, idealista y superamplia- da, abstraida de los estados na- cionales modernos y proyecte- da a todo el mundo. ;Puede el modelo parsoniano de “sistema social”, con su unidad supuesta- mente integradora de valores y de cultura, efectivamente apli- carse a los estados esclavistas de la antigiiedad, donde las dis- tancias sociales, las desigualda- des entre los estratos sociales y las diferencias en su cultura y en sus valores eran con fre- cuencia mucho mayores, y Ia in- tegraci6n regional frecuentemen- te mucho menor, que en nues- tros contemporéneos estados na- cionales industrializados? {Pue- de aplicarse, por ejemplo, a los imperios asirio 0 romano? 20 a los estados confederados de los siglos XVIII y XIX, con su masi- va poblacién esclava? 20 a la Rusia dinéstica, con sus jerar- quias terratenientes _privilegia- das, funcionarios estatales y ma- sas de slervos rurales? Si uno mira alrededor, en la literatura sociolégica de nues- tro tiempo, fécilmente puede comprobar que los estados na- clonales, un tipo espectfico de formacién social, no tiene lugar en el campo de Investigacién de los socidlogos. Se requlere al- gin tiempo para descubrir que los estados nacionales hacen su aparicién, como t6pico de la so- ciologia contemporénea, bajo un disfraz caracteristico. Las refe- rencias a ellos se encuentran NORBERT ELIAS encubiertas por un tipo espect- fico de abstraccién. Se ocultan bajo conceptos tales como “el todo social” o “sociedad total” y sobre todo, bajo “el sistema so- cial”. Aunque estos conceptos pueden ser aplicados a otras for- maciones sociales relativamente altamente integradas, tales co- mo las tribus, la mayor parte de lo que se dice sobre la sociedad como un “todo”, o como un “sis- tema social”, en las teorias so- clolégicas, tal como la de Par- sons, ha sido seleccionado, abs- traido y destilado de las socie- dades més altas y estrechamente Integradas de nuestro propio tiempo, los estados nacionales. Puesto que los problemas de los estados nacionales constitu- yen el t6pico principal de mi contribucién a esta discusién, Plenso que podria ser ctil indi- car la relacién que existe entre estos problemas y las més des- tacadas teorias contemporéneas de sistema, Estas tienen un ca- récter_meramente descriptivo, frecuentemente con matices te- leolégicos. En el modelo de Par- sons, la conservacién de un sistema social unificado, equili- brado y en buen funcionamlen- to, frecuentemente aparece co- mo el propésito y la meta hacla la cual se dirigen todos los eventos participes. Por ejemplo, uno de tantos. la descripcién del Poder como “una facilidad pa- ta la ejecucién de una funcién, en el interlor de la sociedad y en 107 beneficio de ella, como un sis- tema”. Frases como ésta mues- tran con claridad el modo como la abstraccién es puesta al ser- vicio de un ideal especifico. Como en muchos otros casos, tlpos Ideales como el anterior, abstracciones meramente des- criptivas, similares a leyes, sir- ven —sin duda no deliberada- mente en este caso— como dis- fraces para los valores subjeti- Vos. La teleologia sirve como un sustituto de la explicacién. SI uno se propone aterrizar el con- cepto de “sistema”, si uno pre- gunta cémo y por qué los proce- sos Integradores de larga dura- clén, ejemplificados por los pro- cesos de formacién del estado y de construccién de la nacién, realmente ocurrleron y ocurren, puede uno preparar el terreno para la aparicién de un modelo sociolégico explicative, Uno dl- rige su atencién al problema del por qué, durante el transcurso del tiempo, “sistemas” relativa- mente grandes Hlegaron a ser y legan a ser en estos casos més altamente integrados, y sus “par- tes” funcionalmente més Interde- pendientes. Sin embargo, esta clase de Preguntas apenas puede ser planteada, fortalecida y cobrar Importancia cuando uno tiene a su disposicién un conocimiento de largo plazo suficientemente vivido y amplio, que nos permi- te mirar retrospectivamente a lo largo de los siglos y percibir 108 la continuidad del desarrollo de las sociedades que condujo, pon- gamos, desde la multitud de es- tados dindsticos de los siglos XI y XIl, relativamente pequefios y escasamente integrados, por el camino de un gran némero de esfuerzos de integracién y desin- tegracién, gradualmente, hacia unidades sociales més grandes, més densamente pobladas y més estrechamente integradas, en forma de estados dindsticos mayores, y luego a las extensas sociedades més altamente inte- gradas e interdependientes, has ta ahora, los estados nacionales industrializados. A menos que uno pueda percibir este proceso de larga duracién, no es posi- ble llegar a darse cuenta del problema, ;Cémo puede expli- carse que un desarrollo de las sociedades se prolongara, en este caso, por siglos, a través de tantas escisiones y fusiones, de tantos esfuerzos de integra- cién y desintegracién, en direc- cién hacia la formacién de so- ciedades més grandes y més estrechamente unidas? Cémo puede uno explicar el hecho de que, por siglos, este cambio hu- biese tenldo una direcci6n espe- cifica aunque no hubiese sido planeada? ;Acaso hubo alguien allf para planearlo, y para ejecu- tar dicho plan? He dado una respuesta parcial a este proble- ma en otro lugar“. Asf que, 3. Cf. Norbert Elias: El proceso de la civilizaciébn, ob, cit. HISTORIA Y SOCIEDAD 5 como una contribucién a nues- tro problema de las teorias so- ciolégicas del desarrollo en la larga duracién, me concentraré en el examen de unos cuantos problemas de la Gltima fase de este proceso, en los procesos de {a construccién de la nacién. Ignorando los procesos de in- tegracién y desintegracion de larga duracién como tépicos, teéricos y empiricos, de la in- vestigacién sociolégica, los so- cidlogos han sumergido su dis- ciplina en un bien conocido di- lema. La omisién ha cristaliza- do su divisién en dos escuelas diametralmente opuestas: una de ellas sitéa la colaboracién, la integracién funcional y la inter- dependencia en el centro de su modelo de sociedad; la otra, en cambio, la tensién, la divisién y el conflicto. Cualesquiera que sean las razones principalmen- te ideolégicas para esta divi- si6n, una investigacion de larga duraci6n sobre los procesos de formacién del estado y de cons- truccién de la nacién puede mos- trar que cada esfuerzo hacia una mayor interdependencia, hacia una integracién més estrecha de los grupos humanos previamen- te Independientes, 0 menos de- pendientes, 0 menos reciproca- mente dependientes, atraviesa por una serie de conflictos y tensiones de integracién espe- cificas, de equilibrio de luchas de poder que no son accidenta- les sino concomitantemente es- NORBERT ELIAS tructurales de estos esfuerzos hacia una mayor interdependen- cia funcional de las “partes” den- tro de un “todo”. Si dos grupos se hacen més, 0 més reciprocamente, interde- pendientes de lo que eran ante- tlormente, cada uno de ellos ten- dré razones para temer ser do- minado, e incluso aniquilado, por el otro. Después de muchas pruebas de resistencia, la lucha puede resultar en una fusién. Puede resultar en una unidad so- cial dominada por un grupo, aun- que esté compuesta por ambos. Puede también resultar en la completa desaparicién de uno de ellos en la nueva unidad que emerge de su lucha. Existen muchas otras posibilidades. La complejidad de estas integracio- Nes no nos interesa por ahora. Basta sefialar que cada movi- miento hacia una mayor interde- pendencia funcional entre gru- pos humanos engendra tensio- nes estructurales, conflictos y luchas, que pueden o no perma- necer inmanejables, Los procesos de construccién de la nacién muestran esto con claridad. Dos tipos principales de procesos de integracién so- bresalen en su curso, cada uno con sus luchas de integracién especificas: los procesos de in- tegracién territorial o regional, y los procesos de integracién de los estratos sociales, Aunque podamos distinguirlos, ambos se encuentran estructuralmente co- 109 nectados. Por lo tanto, en el and- lisis de algunos de sus aspec- tos, hay que moverse de uno al otro, Una de las primeras y es- casas personas que han pregun- tado directamente y sin rodeos “gqué es una naci6n?”, fue el gran sabio francés Ernest Renan (1823-1892). Algunas de las ob- servaciones y reflexiones con- tenidas en su conferencia ,Qué es una nacién? “ son aqui de importancia. El vio con gran cla- ridad, por ejemplo, un hecho que hoy en dia es frecuentemente encubierto u olvidado: que las naciones son algo bastante nue- vo en la historia ©). Las ideologias _nacionales usualmente representan a la na- cién como algo muy antiguo, casi eterno e inmortal. Realmen- te, las sociedades estado sélo asumieron en Europa el cardcter de estados nacionales, en tér- minos generales, después de la segunda mitad del siglo XVIII. Renan sefialé que ninguna de las grandes potencias del mun- do antiguo tuvo el caracter de nacién. Adn més, constaté que nunca existieron ciudadanos en la China milenaria. incluso pudo haber registrado que en los tiem- Pos posteriores las personas fue- 4. Emest Renan: Qu’est-ce qu'une na- tion? Paris: Calmann-Lévy, 1882. Existe versién espatiola: Qué es una na- cin Madrid: Alianza, 1987. 5. Cfr, Emest Renan, ob. cits pe 2 (p. 61 en la traducci6n espafiola de Alianza Editorial). 110 ron tratadas, y generalmente se reconocieron a si mismas, como sujetas a principes, en vez de cludadanos de una naci6n. El pro- plo término “ciudadano”, duran- te un tiempo, tuvo un sesgo de oposicién, si no uno revolucio- nario. Los estados alcanzaron las caracteristicas de estados na- cionales, en otras palabras, en relaci6n con los cambios espe- cificos acaecidos en la distribu- cién del poder dentro de una sociedad estado. Estos fueron, de una parte, un cambio en la distribucién del poder entre los estratos sociales, asf como en la propia naturaleza de la estra- tificacién social. De la otra, un cambio en la distribucién del po- der entre los gobiernos y los gobernados, El cambio en la naturaleza de la estratificacién usualmente es conceptualizado como un cambio desde una estratificacién defini- da en términos de estados dife- rentes, cada uno de ellos con privilegios e inhabilidades legal- mente establecidos, hacia una estratificacién bajo la forma de clases sociales, cuyos miembros eran iguales ante la legislacion estatal y desiguales sdlo social y econémicamente. Esta transi- cién, tal como los procesos de construccién de la nacién en si mismos, fue mucho més gradual de lo que corrientemente se ve. Los grupos privilegiados de no- bles terratenientes que conta- ban con un dominio fuertemente HISTORIA Y SOCIEDAD 5 monopolistico sobre las posicio- nes de mando de las fuerzas mi- litares de sus paises, la diplo- macia, los departamentos del servicio civil y de asuntos exte- riores, retuvieron en la mayor parte de los paises europeos su carécter distintivo de poderoso estrato social sui generis, como la clase alta europea, hasta la Primera Guerra Mundial, pese al creciente poder de los dis- tintos sectores de las clases medias. La ecuacién del poder cambié lentamente, durante el siglo XIX, en favor de estas tl- timas. Pero las anteriores, la aristocracia europea y sus gru- pos afines, se vincularon y dis- tinguleron de los otros grupos por una tradicién especifica, una cultura de clase propia, reteni- da hasta 1918 y en algunos pai- ses, sobre todo Ing'aterra, du- rante mucho més tiempo, no sola- mente su posicién como el gru- po de més alto estrato, sino ade- més un especial acceso a una posicién privilegiada dentro del establecimiento del pais que les aseguraba al menos un minimo de su anterior exceso de poder en relacién con las clases me- dia y baja. Es dtil recordar el notable pa- pel que los sectores represen- tativos de las tradicionales cla- ses altas europeas continuaron Jugando en los asuntos de las sociedades europeas, al menos hasta la Primera Guerra Mun- dial, si se quiere entender la NORBERT ELIAS gradualidad con la cual los es- tados dindsticos se transforma- ton en estados nacionales, Si- guiendo a Marx, y tal vez mal- interpretando un poco su mode- lo de desarrollo de las socie- dades europeas, muchas perso- nas tienen hoy en dia una ima- gen demasiado simplificada del cambio ocurrido en la estratifi- cacién de las sociedades euro- peas, el cual desempefié un pa- pel importante en el trénsito de los estados dinésticos a esta- dos nacionales. Conforme a esa imagen, la revolucién francesa representa una ruptura absoluta entre un orden en el cual lo que Marx llamé “clases feudales” (principes, terratenientes arist6- cratas y grupos relacionados) formaba la “clase dominante” (* de la sociedad, y un orden so- cial en el cual la burguesia que br6 el poder de las “clases feu- dales” y tomé su lugar como la clase dominante de la sociedad. En realidad, los principes y gru- pos rurales aristécratas de una clase u otra continuaron desem- 6. Marx no diferencié claramente los rimeros tipos de nobles medieva- les, aquellos que s6lo disponfan de es- casos 0 nulos ingresos monetarios, del tipo dominante del siglo XVIII: fa arise tocracia cortesana que vivia en gran me- dida de un ingreso monetario. lamar a ambos tipos “feudales” es erréneo. En la sociedad cortesana (1969) he mostra- do algunas de esas diferencias y algu- nas de las razones por las cuales una nobleza feudal tardia se transformé en tuna aristocracia centrada en la Corte. 111 pefiando un papel muy decisivo, como especifico polo de poder, en la mayor parte de las socie- dades europeas posteriores a la Revolucién Francesa. Durante la mayor parte del siglo XIX, el eje principal de los conflictos y tensiones sociales de las sociedades europeas no fue el enfrentamiento entre los trabajadores y los capitalistas. EI siglo XIX fue, permanente- mente, un perfodo de luchas tri- partitas entre propietarios aris- técratas y élites cortesanas, gru- pos de clase media industrial en ascenso y, detrés de ellos, las clases trabajadoras industria- les emergentes. La expresién “clases medias", como término clasificatorlo aplicado a las cla- ses empresariales, poco apro- piado en nuestros dias, se refie- re a su posicién en esta lucha tripartita de clases. Mientras que las clases trabajadoras in- dustriales se mantuvieron duran- te la primera parte del siglo XIX e incluso mas all4, organizadas sin mucha efectividad, a duras penas alfabetas y muy pobres, Ja lucha de las clases urbanas empresariales por una mayor participacién en los asuntos del estado y contra la dominacién de las tradicionales clases al- tas fue durante un tiempo mds intensa, al nivel del estado, que la que libraron algunos sectores de trabajadores y empresarios, la cual atin permanecfa normal- mente latente y, si acaso llega- 112 ba a manifestarse abiertamente, lo hacia de una forma amplia- mente esporddica, difusa e in- termitente, a duras penas libra- da con algin grado de efectivi- dad més alla del nivel local an- tes de la segunda mitad del si- glo XIX. El poder, en lento cre- cimiento, de las clases trabaja- doras industriales organizadas, contribuy6 decisivamente al acercamiento entre los intere- ses de los industriales y de los terratenientes. La reduccién de la tensién entre éstos, que fre- cuentemente Ilevé a su compro- miso y alianza en una lucha co- mdn contra los representantes de la clase trabajadora, asumié formas distintas en las diferen- tes sociedades, pero corriente- mente fue el preludio del ascen- so de los hombres que repre- sentaban las tradiciones de las clases medias industriales urba- nas a las posiciones de direc- cién del estado y, por otra par- te, del retroceso gradual en esas posiciones de los miembros de las antiguas clases altas, quie- nes apenas preservaron un mi- nimo de sus tradiciones e idea- les. Asi las anteriores estuvie- sen representadas por las figu- ras de Gladstone, Thiers o Stre- semann, su advenimiento fue un ‘sintoma del ascenso de secto- res de las anteriores clases me- dias, de las clases industriales urbanas, hacia la posici6n de grupo central del estado. Las clases medias, podria decirse, habian logrado integrarse al es- HISTORIA Y SOCIEDAD 5 tado, 0, como sefialé Parsons, habian sido “‘incluidos”. Pero es- ta conceptualizacién no es com- pletamente adecuada, pues da la impresién de que un nuevo estrato ha sido “incluido” en un “sistema social” que, como tal, se ha mantenido sin cambios‘. 7. Parsons reconoce muy claramente que un “sistema” puede se dividido cen clases superiores ¢ inferiores. De este modo, puede verse que “sistema” es una reduccién sofisticada para un pais como Francia, Inglaterra 0 los Estados Unidos. Explicitamente, menciona casos en los cuales una clase alta monopoliza el sta- tus de afiliacién efectiva, tratando a la clase baja como una ciudadania de se- gunda clase. Evidentemente, se horrori- zaba al contemplar la severidad de las luchas y conflictos que constituyen una parte integral del ascenso de los ciuda- danos de segunda clase, de los cuales es tun buen ejemplo la lucha entre las clases medias industriales en ascenso contra las clases altas aristocréticas. Ast es como Parsons formula su preocupacién (en Perspectivas evolutivas y comparativas de las sociedades, Prentice Ha'l, 1966, p. 22): “Por estas razones, los procesos de dife- renciacién y ascenso pueden requerir (ubrayado mio) la inclusién de un sta- tus de afiliacién completa en el sistema ‘comunitario general, significativo para los grupos anteriormente exclufdos que han desarrollado capacidades legitimas para ‘contribuir’ al funcionamiento del siste- ma’. Una vez més la perspectiva teleol6gica de Parsons se impone. El “funcionamien- to del sistema” es el fin. Si grupos ante- riormente excluidos han desarro!lado "ca~ pacidades legitimas” que les permiten ccontribuir al funcionamiento del sistema entonces no deberian ser excluidos més. Como puede verse, el “sistema” no cam- Los grupos recientemente admitidos Gnicamente encajan en él. Ninguna expli NORBERT ELIAS Efectivamente, el ascenso de los representantes de las clases empresariales a una posicién de mayor poder, dentro de la so- ciedad estado, fue un sintoma de una transformaci6n acaecida en el “sistema” mismo. Este as- censo marca el punto de no re- torno en el que los vestigios del régimen aristocrético- dinds- tico de la sociedad se desvane- cen lentamente en el anteceden- te, y en el que el estado ingre- 86 en su primera fase como es- tado nacional desarrollado: la primera fase, porque amplios estratos de la nacién permane- cieron aGn extensamente exclui- dos y marginados, Al hablar de “dos naciones”. Disraeli encon- tré6 una forma expresiva para nombrar esa fase. Es posible que no sea extrafia a Ia figura- cién de la tensién tripartita de la sociedad, durante la segunda parte del siglo XIX, que en Ale- mania, al igual que en Inglate- tra, los dirigentes de los grupos conservadores comprometidos con los intereses rurales, Bis- marck y Disraeli, cada uno a su modo, tratase de mejorar las condiciones de las clases tra- bajadoras con la esperanza, por ‘cacién es oftecida en to que respecta a las personas que juzgan si un grupo ex- cluido ha desarrollado capacidades legiti- mas para poder encajar en el sistema exis- tente. Uno no sabe qué admirar més: si la sinceridad y buena voluntad manifesta- da, 0 la ingenuidad desarmante e incom- Prensiva que aqui se encuentra. 113 un lado, de ganérselas como aliadas en su lucha contra los partidos més representativos de los grupos urbanos manufactu- reros y liberales y, del otro, con el fin de oponerse al crecimien- to de los partidos de la clase obrera. Puede entonces afirmarse que la industrializaci6n y la cons- truccién de la nacién son dos aspectos de la misma transfor- macién de las sociedades. Pe- ro no es posible indicar con cla- ridad esta conexién si no se re- lacionan estos dos procesos con un cambio global en la distribu- cién de las oportunidades de po- der en la sociedad, Hay una ma- nera simple de mostrar este cam- bio, si bien se requeriria una ma- yor elaboracién para hacerlo de forma convincente. Los estados dindsticos son caracteristicos de una etapa del desarrollo de las sociedades en la que los re- cursos del poder son distribui- dos muy desigualmente entre las élites gobernantes y la ma sa de la poblacién. En muchos casos, el 90% o mas de la po- blacién de un pais carece de los medios institucionales y de los canales regulares de comunica- ci6n que le permitiria influir so- bre las decisiones que afectan su existencia, tomadas por los grupos que tienen acceso a las posiciones de mando del estado. Incluso el acceso a las asam- bleas del estado, con muy pocas excepciones, en la practica sélo 114 se abre a pequefios grupos de la élite. En muchos casos prin- cipes y gobernantes son capa- ces de gobernar durante largos periodos sin permitir a las asam- bleas de estado reunirse. Nada es més caracteristico del cam- bio en la distribucién del poder, indicada por la transformacién de los estados dindsticos en es- tados nacionales que la emer- gencia de partidos de masas co- mo institucién regular de los es- tados nacionales. El amplio des- contento con los partidos de masas que no aseguran una au- téntica participacién de los gru- Pos que ellos nominalmente re- presentan oculta el problema so- ciolégico bésico al cual uno se enfrenta: la gran regularidad con que los partidos de masas se forman, como instituciones per- manentes, en todas las socie- dades avanzadas y aun en las menos avanzadas de nuestro tiempo. Regularmente, uno deja de preguntar: cudles desarrollos y cuales estructuras sociales ex- plican la emergencia de los par- tidos politicos nacionales y los gobiernos de partido como ins- tituciones regulares durante los siglos XIX y XX? Ineficaces o no, los partidos nacionales y los goblernos de partido son expre- siones de una etapa del desarro- Ilo de las sociedades en la que la integracién de la poblacién estatal se ha hecho mas estre- cha, en la que ya no es posible HISTORIA Y SOCIEDAD 5 tomar decisiones que afecten por completo las vidas de la po- blacién de un pais sin canales regulares de comunicacién en- tre quienes toman las decisio- nes y quienes se ven afectados por ellas. El balance de poder entre los grupos con acceso a una posicién que les permite to- mar decisiones sobre las vidas de otros y los grupos con esca- so 0 nulo acceso a estas deci- siones ya no es tan desigual co- mo lo fue en las etapas més tem- pranas del desarrollo social. La reciprocidad de la dependencia de los gobiernos respecto de aquellos a quienes gobiernan, y de los gobernados respecto de sus gobiernos, aunque todavia es muy desigual ha llegado a ser menos de lo que solia ser antes. La naturaleza de los par- tidos en los diferentes paises es un indicador bastante exacto de este balance de poder y de sus fluctuaciones, La relacién entre la institu- cién social de los partidos y las particularidades de los estados nacionales es algo evidente. Las sociedades incorporan las ca- racteristicas de las naciones si la interdependencia funcional en- tre sus regiones y entre sus es- tratos sociales, asi como sus ni- veles jerarquicos de autoridad y subordinacién devienen lo sufi- cientemente grandes y lo sufi- cientemente reciprocos como para que ninguno de ellos sea capaz de subestimar por com- NORBERT ELIAS Pleto lo que los otros plensan, sienten o desean. El gobierno liderado por un partido y la adop- cién conjunta, de los gobiernos y de los partidos, de disefios ideolégicos destinados a con- vencer a la masa de la poblacion de que consideran el mejora- miento de sus condiciones y el avance del bienestar de la na- clén como su tarea central, son expresiones de! _pronunciado cambio efectuado en el balance de poder entre el gobierno y los gobernados, de! cual he ha- blado. No cabe duda que atin los més avanzados de nuestros con- temporéneos estados nacionales Industrializados se encuentran todavia en las primeras etapas de estos procesos de construc- cién de la nacién. No he podido explicar aqui las razones por las cuales han sido puestos en mar- cha, ni tampoco trataré de pre- decir el futuro diciendo en cuél direccién tienen que marchar e ir m&s lejos. Pero quizés he cla- rificado algunas de las relacio- nes entre eventos que frecuen- temente son clasificados bajo distintos encabezamientos en los medios académicos. Los par- tidos politicos, e incluso las na- ciones, pueden dejar de ser ob- Jeto del interés de los sociélo- gos, las clases sociales, no ser més del de los politélogos; mien- tras que la industrializacién pue- de ser vista como campo reser- vado a los economistas y, los estados dindsticos, al historia- dor. Sin embargo, las relaciones 115, estén allf disponibles para que todos ellos puedan verlas, siem- pre que tengan una perspectiva do larga duracién y centren su atencién en las cambiantes re- lactones de poder entre los dis- tintos grupos sociales. Por ahora simplemente he tra- tado de poner en perspectiva el problema de la construccién de la naci6n. Las autoimégenes de las naciones, por razones acer- ca de las cuales he de decir mas, regularmente dan a los miem- bros de cada una de ellas la Impresién de que su nacién ha existido inalterable, en lo esen- cial, por muchos siglos 0 acaso desde siempre. Lo que hoy en dia es ensefiado como historia del pais de cada uno de noso- tros, a despecho de los muchos cambios que hayan ocurrido en- tre los habitantes de tal pais a través de los siglos, puede re- gularmente acomodarse a los re- querimientos de una autoimagen nacional que representa a la na- cién de cada uno de nosotros como inalterable, en sus carac- teristicas bésicas, a través de los tiempos. Las sociedades es- tatales contempordneas, que adn se encuentran en las primeras etapas de los procesos de cons- trucci6n de nacién y de forma- cién de estado, ya estén en mu- chos casos comenzando a cons- trulr una imagen similar de si mismas: una imagen del pasado nacional con la cual las genera- ciones presentes puedan identi- 116 ficarse, proporcionaéndoles un sentimiento de orgullo en su pro- pia identidad nacional, y la cual puede servir como catalizador en un proceso de construccién de nacién que normalmente in- cluye la integracién de grupos regionales dispares y de estra- tos sociales diferentes, alrede- dor de ciertos grupos dominan- tes centrales. Hay mucho que decir sobre el estudio objetivo de estos pro- esos, Pero para hacerlo hay que ser capaz de distinguir entre las ideologias nacionales que pre- sentan a la nacién como un sis- tema social perfectamente inte- grado e inalterable, dotado de alto valor, y los procesos de In- tegracién’ y desintegracién ob- servables y de larga duracién, en el transcurso de los cuales las tensiones y luchas entre las tendencias centrifugas y centri- petas, y entre los grupos esta- blecidos y los marginados, acon- tecen como un rasgo caracteris- tico regular de la estructura de estos desarrollos. Hay que ser capaz de representar las nacio- nes como un tipo especifico de Integracién que requiere ser ex- plicado, y que no puede ser ex- plicado a menos que sean reco- nocidos los procesos de forma- cién del estado y, como una de ‘sus etapas, los procesos de cons- truccién de la nacién, como pro- cesos de larga duracién en la secuencia temporal, y conside- rar que el proceso de construc- HISTORIA Y SOCIEDAD 5 cién de la nacién, lejos de re- presentar el ultimo y definitivo momento de un proceso de for- macién del estado, puede ser continuado por integraciones en un nivel postnacional superior, del cual uno puede ver los co- mienzos, por ejemplo, en Euro- pa Occidental y Oriental, entre los grupos de estados drabes y en algunos de los estados afri- canos. Sociolégicamente hablando, la exploracién cientifica de estos esfuerzos contemporéneos de integracin y desintegracién puede arrojar luz sobre los es- fuerzos anteriores de este tipo, realizados sobre los procesos tempranos de formacién de es- tados, y viceversa. El supuesto de que los problemas sociolégi- cos de nuestro tiempo y los de las épocas pasadas tienen, 0 pueden ser investigados, para decirlo de alguna forma, en com- partimentos separados y por dis- ciplinas académicas distintas, es muy equivocado. De hecho, el estudio de los procesos so- ciales de larga duracién y, es- pecialmente, de los procesos de Integracién y desintegracién, muestra claramente la necesi- dad de contar con un marco ted- rico unificado e integrador para las ciencias sociales. Sus actua- les fronteras y sus incesantes luchas por status, junto con los efectos de estas luchas sobre las teorfas y las convenciones de la investigacién, han impedi- NORBERT ELIAS do crecientemente su avance hacia una mayor certidumbre y adecuacién del conocimiento que ellas producen en su cam- po especializado de la sociedad humana. Estos limites y luchas refuerzan la tendencia hacia las 117 perspectivas de corto plazo que predominan en la mayoria de esas disciplinas. Tarde o tem- Prano, seré necesario empren- der un reexamen de sus relacio- nes tradicionales.

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