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PENSAMIENTO CONTEMPORANEO Coleccidn ditigida por Manuel Cruz .S, Kuhn, cus let revolucones cintfias? $M Foucault, Feonolnindely0 & NLuhmans, Socteded y temo le ambicin dea tore 9, Js Ravle Sobre lar ibertedes 10, G. aetimo, fa sociedad tromsparente IL Rony El pro hatiico 12. G Calls El libre demucsra cits 1s KO Apel. Teoria dele verdad y ca del disarso 1. J Elscee Domar le sete 15. HG: Gadamer La actaided deo bllo 16, GEM Anscombe Intention 1 J Hlabermas, Eero obre moraidd yticded 18, EM, Adomo, Actalided dee floc 19. T New Forde sgl 20. B buvidson, Mente, mundo» econ BE. Hower otc la enomenoog stein, Letmer comvcrssclone sobre ext, prioogia erenca religiose 23, RCarnap, Autobiografia intelectual 24. N. Bobbio, Igualded y libertad 25. GE Mooee, Ensayos éicas 26. E-Levinas, El Tiempo y ef Otro BT. We. Benjamin, La metsftica de ta juventud 28. E.Jiinger y M, Hetdeages, Acerca del mbilsmo 39. R Dworkin, Eica privada¢ gualtarismo poltico 50. C. Taylor, La etica de la autentreidad 31, Hi. Panam, Las mil eras del realismo 32) M. Blanchot, El paso (no) mis alld 33. P. Winch, Comprender wna sociedad primitiva 34, A. Koyre, Pensr la ciencia 35. J. Dertida, El lenguae y ls instituciones filsofias 36. S. Well Reflexiones sobre las cousas de la libertad de la oprsion socal 37, PLP Strawson, Libertad y resentimiento 58, H. Arendt, De la bistora a la accion 39. G Vattimo, Mas allé de la interpretacion 40. W. Benjamin, Personajesalemanes 41. G, Bataille, Lo que entiondo por soberanta 42. M, Foucauit, De lengua y literatura 43. R Koweleck y H.-G. Gadamer, Historia y bermenéutica 44, C. Geertz, Lor usos de le diversdad 46. JP Sartre, Verdad y existencia 47, A. Heller, Une vevisién dele teoria de las mecesidades 48. ACK: Sen, Bronestor,jasticiay mercado 49. H. Arendi, ¢Quées la politica? 50. KR Popper, El ewerpoy la mente 51, PLE Steawson, Andris y metafiica 52. K Jaspers, El problema de la culpa 53, BLK. Feyerabend, Ambigiedad y armonfa 54) D. Gauthier, Egotim, moralidad y socedad liberal 55. R. Rorty Pragmatismo y police 56. P.Ricoeur, Histor y naratividad 57. B, Rusecll, Andlisislossfco 59. N. Reacher, Razdm 9 valores en la Era centifico-tecnolbpica Nicholas Rescher Razén y valores en la Era cientifico-tecnolégica Compilacién e introduccién de Wenceslao J. Gonzalez Ediciones Paidés ICE. de la Universidad Autonoma de Barcelona Barcelona - Buenos Aires - México ‘Cubierta de Mario Eskenazi ‘Traduccién del inglés por Wenceslao J. Gonzile y Victor Rodriguez (cap. 1); Leo- nardo Rodriguez Dupla (cap. 2); Juan Carlos Leén (caps. 5 y 6); y Wencesleo J. Gonzales (caps.3,4,7,8 y9) Quedanrgrosumene pbibide sn aitorecn cc de los les el coyrih bao Fides ens eyes ropredacis tao pari det bre por cuniger mediog mpredidon epg y tari mica dibui de cemplaen guiere peste paso © 1999 de todas las ediciones en castellano Ediciones Paidés Ibérica, S.A., Mariano Cubi, 92 -08021 Barcelona btps//swwpaidos.com elnino de Ciencias de la Educacion de la Universidad Auténoma de Barcelona (08013 Bellaterra ISBN: 84-493.0747-3, Depésito legal: B. 33.773-1999 Impreso en Novagritik, SL. Puigcerda, 127 - 08019 Barcelona Impreso en Espafia - Printed in Spain SUMARIO. INTRODUCCION: «Racionalidad cientifica y actividad humana. Ciencia y valores en la filosofia de Nicholas Rescher», Wen- ceslao J. Gonzélez 1. Tres planos de investigacin 2. Ciencia y valores: el marco de la ética de la ciencia 3. El enfoque de la racionalidad cientifica: la primacta de la prictica . 4, Trayectori pragmético 5. El presente voluinen en el conjunto de sus publicaciones: la produccién filoséfica de Nicholas Rescher . ‘de un kantismo Presentacton, Nicholas Rescher . 0... eee I. BASES TEORICAS DE LA PROPUESTA: RAZON Y VALORES 1, Razén y realidad: la infrdeterminacton de de las teorias y los M08 ee 1.1. Cuatro consideraciones sobre ia teorizacin cientifica 1.2. Los datos infradeterminan las teorias 1.3. Las teorias infradeterminan los hechos 114, La realidad supera los recursos descriptivos del lenguaje 15. La realidad excede los recursos explicativos de la teo- rizacién cientifica oe ee 16) Desciones Sloséfices eh sje a oman ee 2. Sobre la fundamentacién de la roralidad en el entendimiento 2.1. El problema de la fundamentacién racional de la mo- elite an 22. Laobligacién ontol6gica fundamental... | 23. Enfoque axiolégico ... 2... - ob5500 u 3 7 24 27 31 45 51 51 52 33 34 36 37 61 61 62 64 8 —_RAZON Y VALORES EN LA ERA CIENTIFICO-TECNOLOGICA 2.4, Racionalidad y moralidad 3. La objetividad de los valores. « 3.1. Objetividad y valores: el problema de la validez de los valores... ne 3.2. La deliberacin racional acerca de los valores: raciona lidad de medios y racionalidad de fines 3.3. Racionalidad evaluativa: la evaluacién ra y de su adecuacién 3.4, Lavaloracién sujeta ala raz6n: la racionalidad de fines y las necesidades humanas 3.3. Objetividad de los valores: la valoracién no es un asun- nal de fines tode purasubjetividad 2) .......---- 3.6. La objetividad de los valores en la ciencia y la tecno: logic eee tee IL. ListTEs COGNITIVOS: EL AMBITO DE ESTUDIO Y EL IDEAL DE CIENCIA PERFECTA 4. Ellimitado campo de la ciencia y la tecnologia... . . « 4.1. La cuestién de los limites de la ciencia y la tecnologia 4.2. El conocimiento: un bien humano entre otros 4.3. El conocimiento cientifico como una forma de conocer 4.4, La indole auténoma de la ciencia . . « 4.5. El progreso tecnolégico y el problema de la comple jidad . 4.6. La tecnologia y a solucin del problema de la comple- jided 5. Laperfeccitn como ideal regulativo 5.1. Escalonamiento tecnol6gico 5.2. Los requisitos téenicos suponen limitaciones inevitables 5.3. Caracter insostenible del convergentismo de C. S. Peirce 5.4. La «ciencia perfecta» como idealizacién que propor- ciona un impetu roductvo3 y una concepcién itil por contraste 6. El cardcter imperfecto ia iy ciencia 6.1. Las caracteristicas de una ciencia perfecta 6.2. Imposibilidad de la completitud erorética 6.3. Imposibilidad de la completitud predictiva or 3 74 7 79 5 3 99 100 103 106 114 116 18 123, 123, 126 129 132 B7 B7 138 141 SUMARIO 6.4. Imposibilidad de la completitud pragmética 65. ¢FinalizaciOn temporal? : : TIT. LIMITACIONES ETICAS: EL QUEHACER CIENTIFICO ¥ TECNOLO- GICO EN CUANTO ACTIVIDAD HUMANA 7. Sobre los limites éticas de la investigacion cientifica 7.1. Posiciones acerca del control de la investigacién cien- tifica ae we 7.2. Los limites éticos estan n relacionados ¢ con diferentes aspectos del conocimiento i 7.3, Puede el conocimiento, como tal, ser éticamente inapropiado? .. . , a 7.4. El conocimiento es sdlo un bien entre otros... 7.5. Coda: marco de reflexién y relevancia del conoci- miento . . « oe 8. Racionalidad tecnoldgica y felicidad bumana 8.1, Tecnologia y bienestarhumano .. 2... «+ 8.2, La racionalidad tecnolégica: perspectivas interna y extema . 8.3. Dos formas de «felicidad: afectiva y teflexiva 8.4. Las compensaciones afectivas de la racionalidad 85. La desconfianza en la razén : 8.6. La razén, base para la felicidad reflexiva : 8.7. Bienestat («calidad de vida») y felicidad personal 9. El sentido de la vida en una era de ciencia y tecnologia 9.1, La cuestién del sentido de la vida 9.2. Estableciendo la diferencia... . . . 93. Elhombre, guna maquina? .. . . 9.4. Destruye la evolucién la finalidad o la intenci6n? 9.5. eLa ciencia destruye los valores? 9.6. Elsentido dela vida... .. Indice denombres 6... eee ee eee Indice analitico .. 2. 142 146 151 151 154 159 162 165 169 170 m1 175 181 183 186 187 191 191 192 194 197 200 201 Introduccién RACIONALIDAD CIENTIFICA Y ACTIVIDAD HUMANA. CIENCIA Y VALORES EN LA FILOSOFIA DE NICHOLAS RESCHER Desde distintos éngulos, Nicholas Rescher aborda en el presente volumen un conjunto de aspectos relacionados con la racionalidad cien- tifica y la actividad humana. Lo hace denitfo del marco general de la relacién entre ciencia y valores. Se interesa, de hecho, pot tres planos te- miticos: (i) las bases tedricas de la relacién entre raz6n y valores; (ii) los limites cognitivos de la ciencia en cuanto capacidad humana; y (ii) las limitaciones éticas del quehacer cientifico y tecnolégico como actividad humana, Cada uno de ellos constituye una de las partes de! libro. Son pasos stcesivos, en consonancia con el enfoque general de su pensa- miento: primero atiende a las bases te6ricas de la racionalidad cientifi cay de la objetividad de los valores; después considera los factores es- pecificamente cognitivos de la actividad cientifica, que concibe como estrechamente vinculados al progreso tecnolégico; y, posteriormente, ofrece una la reflexién ética sobre el quehacer cientifico y tecnolégico, ‘momento que —a su juicio— esta condicionado por los anteriores. sos tres planos articulan los capitulos del presente texto, que in- tenta esclarecet la cuestién de los nexos entre la razén y los valores en nuestra era, dominada por el quehacer cientifico-tecnuldgico. La pers- pectiva que Rescher adopta_para abordar el problema tiene, bisica- mente, tres claves de fondo, (i) Tanto la razén, en general, como la ra- cionalidad cientifica, en particular, son acordes con nuestra capacidad cognitiva humana, de modo que la ciencia es muestra: corresponde a nuestro aparato conceptual y es diferente, por tanto, de la ciencia que pudiera tener un extraterrestre. (i) Los valores humanos —el conjun- to de aquello que, legitimamente, es digno de reconocimiento— y, en- tre ellos, los valores de la ciencia, cqnectan con la actividad bumana (es decir, no requieren un «mundo aparte» —al modo platénico— que los fundamente, ni versan sobre un sujeto trascendental o una conciencia pura sino sobre personas —sujetos de experiencia—) yposeen una.ob- 12 RAZON Y VALORES EN LA ERA CIENTIFICO-TECNOLOGICA Jetividad que se enratza en les necesidades humanas. (iii) Entce la ra- cionalidad cientifica y la racicnalidad tecnol6gica hay una relacién de interdependencia en la medida en que la ciencia y la tecnologia son co- mo dos piernas de un mismo cuerpo, lo que afecta, en consecuencia, a la caracterizacién de los limites cognitivos y al establecimiento de las li mitaciones éticas, Dentro del primer plano temético del libro —las bases tedricas de la relacién entre razén y valores—, N. Rescher propone varios elemen- tos basicos: a) la relacién entre la razén humana y la realidad pone de relieve que la realidad excede los recursos explicativos que aduce la ra- cionalidad cientifica; b) la moralidad —y, con ella, todo valor ético— encuentra su fundamento en el entendimiento, no en la voluntad; c) los valores humanos no son un asunto de pura subjetividad, puesto que pueden ser establecidos de modo objetivo y se relacionan con la racio- nalidad evaluativa. Estos elementos teméticos centran la atencién de los capitulos 1, 2 y 3. En ellos el autor quiere resaltar que la ciencia y los valores no pertenecen a campos incomunicados sino que, pot el con- trario, cuentan con un ambito compartido: tienen sus raices en la in- dole umana de ambos, ‘ Al profundizar en los limites cognitivos del actuar cientifico —el segundo plano del presente volumen—, Rescher insiste en que la cien- cia es un quehacer humano y, como tal, marcado por la finitud: el suje- to humano conoce segiin una capacidad y categorias que son limitadas. Asi, el campo de estudio de la ciencia esta siempre circunscrito, aun- que esté abierto a un futuro mejor (que nuestra propia limitacién no ‘nos permite prever cémo sera), Nuestro conocimiento cientifico apa- rece entonces como falible —sometido normalmente a error— y siem- pre revisable —nunca como definitive—, lo que lleva a una racionali dad cientifica ajena al ideal de perfeccién. De este modo, nuestro quehacer cientifico—la capacidad humana desplegada pata conocer la realidad— corresponde a una ciencia siempre imperfecta: no alcanza a plantear todas las preguntas pertinentes (incompletitud erotética), ni puede predecir por completo el futuro (incompletivud predictiva), ni esti en condiciones de ser completa desde un punto de vista pragméti- co. Todo ello requiere un examen detallado, a lo que dedica los capt- tulos 4,5 6. Atendiendo a la ciencia en cuanto actividad de agentes humanos —que se entrecruza en su enfoque con el quehacer tecnolégico—, Res- RACIONALIDAD CIENTIFICA Y ACTIVIDAD HUMANA. B cher se plantea el componente ético de la actividad cientifica. Lo hace dentro del tercer plano del trabajo ahora presentado: las limitaciones éticas, Se fija entonces en la relacién de la ética con el conocimiento, en ‘cuanto que puede haber limites éticos de la investigaci6n cientifica a tenor de factores internos a la propia ciencia. A continuacién, consi- dera el problema de sila racionalidad tecnolégica puede aumentar la felicidad humana, lo que le leva a distinguir dos perspectivas de a ra- cionalidad tecnoldgica y dos formas de entender la «felicidad. Por il- timo, aborda la cuestién del sentido de la vida, que no considera in compatible con la racionalidad cientifica, pues piensa que los valores remiten a un sentido que los sujetos dam a la vida, en lugar desser algo ue encuentran, Estos aspectos centran buena parte de los capitulos 7, By9. Tanto al trazarlas bases teéricas de la propuesta —el cometido del primer plano— como al desarrollar las cuestiones de las limitaciones éticas del quehacer cientifico y tecnol6gico —Ia tarea del tercer pla- no— se aprecia el peso que tiene en Rescher el intelectualismo ético. En su planteamiento filos6fico hay, en efecto, un claro predominio de Jos factores intelectuales en especial, los cognitivos— sobre los con- dicionantes volitivos. Es una muestra bien precisa de la preferencia por la razén, también en el contexto de la practica. A este respecto, su estudio presenta lineas de investigacién marcadamente intelectualis- tas, con la consiguiente preferencia por los componentes internos a la ciencia (o, en su caso, internos a la tecnologia). Asi, por un lado, ve a la racionalidad inserta en la actividad humana, de forma que conside- rala razén como base para la felicidad reflexiva; y, por otro lado, asu- me que la ética de la ciencia engarza directamente con la epistemolo: gia (esto es, con el componente cognitivo de la ciencia) cuando se pregunta si el conocimiento puede ser, como tal, éticamente inapro- piado. 1. TRES PLANOS DE INVESTIGACION Mediante la articulacién de los trabajos en los tres grandes aparta- dos mencionados, se aprecia mejor el proyecto general que presenta Rescher al reflexionar sobre Razén y valores en la Era cientifico-tecno- Logica, Porque su estudio se ocupa, en primer lugar, de las bases te61 14 RAZON Y VALORES EN LA ERA CIENTIFICO-TECNOLOGICA cas de su propuesta —el papel de la razén y de los valores—; en se- gundo término, traza los limites cognitivos —que le llevan al ambito de estudio cientifico-tecnolégico y al ideal de ciencia perfecta—; y,en ter- cera instancia, sefala las limitaciones éticas de la investigacién cientifi- ca, la incidencia de la racionalidad tecnol6gica para la felicidad y el sentido de la vida ante la primacia del quehacer cientifico-tecnol6gico. _Es.un proyecto en plena sintonia con su produccién filosofica an- terior, que se enumera al final de esta introduccién y que adquiere su plena expresién en Jos tres voliimenes que, publicados por la Universi- dad de Princeton entre 1992 y 1994, sintetizan su pensamiento. Porque en ellos Rescher condensa sus aportaciones en tres grandes ambitos te- miticos: el estudio del conocimiento bumano, que enfoca desde una petspectiva'idealista de inspiracién kantiana; el problema de la validez de los valores, que le lleva a ver los valores humanos desde una éptica pragmitica de raigambre peirceana; y la reflexién sobre la actividad fi- Josofica misma (esto es, la investigacién metafilos6fica), que le encami naa resaltar que la filosofia es un saber dotado de contenido, en vez de ser un mero quehacer intelectual.” De esos tres grandes ambitos teméticos de su produccién filos6fi- ca, los dos primeros conectan de lleno con los tres planos de investiga- cin que centran este volumen. Porque el estudio del conocimiento humano y el problema de la validez de los valores son vistos aqui des- de el prisma de la ciencia (esto es, desde la incidencia que tiene para sus limites cognitivos y para sus limitaciones éticas), tarea que requie- re aclarar el papel de la razén y de los valores en la ciencia y en la acti- vidad humana. De esta forma, el presente volumen esté en continuidad con otros trabajos del Profesor Rescher, y tienc la misma inspiracién «pragmitico-idealista» que sus anteriores publicaciones de filosofia de la ciencia y de teorfa de los valores. Porque la doble clave kantiana y peirceana —que se aborda después, en estas paginas— sirve de hilo conductor a las reflexiones de este volumen, 1 El libro, sin embargo, no surge inicialmente del disefio de una mo- nografia sobre la razén humana y los valores en el contexto cientifi- 1 Sonos volimene blade col lo general de A Sytem of Pagatic Ide stam, ques eglonan ca vokimen Haman noe edge neat Poop 196 ‘olumen If The Wildy of Vales, amen Ves in Pgmae Pepcioe 39. ea, men Metp oop Inguren 199, Las elerencan bora elo de Reicher sc ncuetran al ind eeu pines, RACIONALIDAD CIENTIFICA Y ACTIVIDAD HUMANA “15, co-tecnolégico, sino que es el resultado de una serie de trabajos que Rescher ha preparado para su exposicién oral ante un piblico de habla castellana, Asi, al serle concedido el Doctorado Honoris Causa por la Universidad Nacional de Cérdoba (Argentina), pronuncié en 1993 la leccién magistral sobre «Razén y realidad». El afio anterior, la Univer- sidad de Murcia le invité a dar un curso sobre «Los limites de la cien- cia», al que pertenecen los trabajos «L.a perfeccién como ideal regula- tivo» y «El cardcter imperfecto de la ciencia», asi como una tercera conferencia publicada posteriormente? Después, en 1994, en un curso de verano organizado en El Escorial por la Universidad Complutense de Madrid, pronuncié la conferencia «Sobre la fundamentacién de la mo- ralidad en el entendimiento». Finalmente, en 1995 participé en un ‘Curso sobre «Valores humanos en la Era de la tecnologia», organizado por la Facultad de Humanidades de la Universidad de A Coruiia (Campus de Ferrol). A tal efecto, el Prof. Rescher envié los trabajos «La objetividad de los valores», «El limitado campo de la ciencia y la tecnologia», «Sobre los limites éticos de la investigaci6n cientifica», «Racionalidad tecnol6gica y felicidad humana» y «El sentido de la vi- da en una era de ciencia y tecnologia». Haber asistido a los tres cursos mencionados —el ltimo, como coordinador—, me ha permitido comprobar el interés suscitado por las ideas de Nicholas Rescher. Porque, en cada uno de esos casos —los celebrados en Espaiia—, los didlogos tras sus intervenciones han sido particularmente giles y las preguntas han tenido, por lo general, gran calado, Fue entonces cuando, tras exponer los textos del curso sobre <. c) En cuanto que la ciencia es una act Yidad social, de modo que surge de un proceso de colaboracién huma- na. Asi, aun cuando sea de naturaleza competitiva, la cicncia también incluye una dedicacién a ideales humanos, de modo que, por su méto- do y su modus operandi, pide honradez, veracidad, cooperacién, etc. Es- tos valores son relevantes para los cientificos como individuos y para las comunidades cientificas como grupos humanos. d) A tenor de las im portantes consecuencias que se derivan de la actividad cientifica, hay tuna serie de valores que interviene para evaluat el posible control de los sos y aplicaciones de la ciencia, Esta tarea recae sobre una racionalidad cevaluativa, que ha de ser capaz de discernit los fines apropiados y legi- timos de esta actividad humana. Se aprecia, en suma, que admite la pre- sencia de una variedad de valores en la ciencia y su entorno. RACIONALIDAD CIENTIFICA Y ACTIVIDAD HUMANA 7 2. CIENCIA Y VALORES: EL MARCO DE LA ETICA DE LA CIENCIA Indagar sobre la ciencia y los valores es un cometido que pertene- ce, en principio, a la filosofia de la ciencia, cuya tarea consiste, bisica- mente, en reflexionar sobre la justificacién, contenido y limites de la actividad cientifica. A tal efecto, y en la medida en que se ocupa del progreso cientifico, la metodologia de la ciencia contribuye a la empre- sa de esclarecer el quehacer cientifico. La tarea no es sencilla, pues la ciencia es un quehacer complejo que surge, primordialmente, como re- sultado de combinar un lenguaje especifico (que aspira a la univoci- dad), una estructura bien formada (que se plasma en las teorias cienti- ficas), y un conocimiento preciso (més riguroso que el ordinario). Estos componentes versan sobre una realidad bien determinada —un objeto—, ala que estudian segain un procedimiento establecido —un mé- todo— para incrementar ese conocimiento o mejorarlo en su intento de ser cada vez mas verosimil. Ahora bien, junto a esos rasgos de la ciencia cabria resaltar otros, que son también relevantes: la ciencia tiene realidad propia —una en- tidad como tal—, que surge de una accién social y esta dotada de una serie de notas constitutivas que la distinguen de otras actividades, por sus presupuestos, contenidos y limites; cuenta asimismo con fines —ge- neralmente, cognitivos—, a los que encamina su labor de investiga- cidn; y es susceptible de valoraciones éticas en cuanto que esa acti- vidad humana libre, valores que atafien tanto al proceso mismo de indagacién (honrader, fiabilidad...) como a su nexo con el resto de las actividades de la vida humana.’ Debido precisamente a su cardcter de actividad humana, la cicncia se rclaciona con diversos valores humanos y puede ser susceptible de valo- racién ética; no sdlo por sus consecuencias, sino también en cuanto pro- ceso, lo que comporta la atencién a sus metas u objetivos. De ahi que, sila filosofia de la ciencia se entiende en sentido amplio, ha de acoger a la éti- cade la ciencia como una faceta mas a considerar. En tal caso, la ética de Ja ciencia ha de acompaiiar a las otras parcelas que conforman la filosofi de la ciencia, esto es: la semantica de la ciencia —el estudio del lenguaje 3. Véase GonzAte7, W.J. «Progreso cientifico e innovacién tecnolégica: La “teen: ciencia” y el problema de as elaciones entre filosofia dela cienciayfilosofia de la tecno- logins, Arbor vol 157, n° 620, 1997, pigs 261-283; en especial, pg. 265. 16 _RAZON Y VALORES EN LA ERA CIENTIFICO-TECNOLOGICA ideal de ciencia perfecta»; y «Limitaciones éticas: el quehacer cientifi- co y tecnolégico en cuanto actividad humana». A cada uno de ellos co- rresponde uno de los tres planos antes sefalados, que engloban los ca- pitulos del libro: del 1 al 3, en el primero; del 4 al 6, en el segundo; y del 7 al 9, en el tercero. Pero la tarea de presentar el presente libro no puede quedarse en el disefio general del proyecto, puesto hace falta ubicarlo dentro del contexto tedrico en el que se sitda, sefialando algu- nos puntos clave de los contenidos de los capitulos. De ahi que esta introduccién se detenga en esos puntos antes de pasar a la biografi telectual det autor y a la bibliografia més representativa de Rescher (los libros como autor; los libros como editor; los articulos dedicados a la filosofia de la ciencia y a la filosofia de la tecnologia; y los principales trabajos publicados sobre su pensamiento). Asi, tras exponer el origen del libro, la atencién se dirige al contexto teérico que enmarca este vo- lumen, que viene dado por la racionalidad cientifica en su relacién con la actividad humana. Conviene resaltar, antes de entrar en el contexto te6rico, que para Nicholas Rescher la ciencia est sujeta a valores bajo varios puntos de vista. a) En la medida en que es un proyecto dedicado a la biisqueda de la informacién y de la verdad, que son objetivos particularmente va liosos (en especial, el segundo). d) El aspirar a una economia de medios desde el punto de vista metodolégico, pues acompafian ala ciencia una se tie de valores econdmicos, que giran en torno a las pautas de coste-be- neficio, de modo que el progreso cientifico esté modulado por una «economia de la investigacién». c) En cuanto que la ciencia es una acti- vidad social, de modo que surge de un proceso de colaboracién huma- na, Asi, aun cuando sea de naturaleza competitiva, la cicncia también incluye una dedicacién a ideales humanos, de modo que, por su méto- do y su modus operandi, pide honradez, veracidad, cooperacién, etc. Es tos valores son relevantes para los cientificos como individuos y para las comunidades cientificas como grupos humanos. d) A tenor de las im- portantes consecuencias que se derivan de la actividad cientifica, hay una serie de valores que interviene para evaluat el posible control de los uusos y aplicaciones de la ciencia. Esta tarea recae sobre una racionalidad cevaluativa, que ha de ser capaz de discernir los fines apropiados y legi- timos de esta actividad humana. Se aprecia, en suma, que admite la pre. sencia de una variedad de valores en la ciencia y su entorno. RACIONALIDAD CIENTIFICA Y ACTIVIDAD HUMANA W7 2. CIENCIA ¥ VALORES: EL MARCO DE LA ETICA DE LA CIENCIA Indagar sobre la ciencia y los valores es un cometido que pertene- ce, en principio, ala filosofia de la ciencia, cuya tarea consiste, basica- mente, en reflexionar sobre la justificacién, contenido y limites de la actividad cientifica. A tal efecto, y en la medida en que se ocupa del progreso cientifico, la metodologia de la ciencia contribuye a la empre- sa de esclarecer el quehacer cientifico. La tarea no es sencilla, pues la ciencia es un quehacer complejo que surge, primordialmente, como re- sultado de combinar un lenguaje especifico (que aspira a la univoci- dad), una estructura bien formada (que se plasma en las teorias cient ficas), y un conocimiento preciso (més riguroso que el ordinario). Estos componentes versan sobre una realidad bien determinada —un objeto—, a la que estudian segin un procedimiento establecido —un mé- todo— para incrementar ese conocimiento 0 mejorarlo en su intento de ser cada ver més verosimil Ahora bien, junto a esos rasgos de la ciencia cabria resaltar otros, que son también relevantes: la ciencia tiene realidad propia —una en- tidad como tal—, que surge de una accién social y esta dotada de una serie de notas constitutivas que la distinguen de otras actividades, por sus presupuestos, contenidos y limites; cuenta asimismo con fines —ge- neralmente, cognitivos—, a los que encamina su labor de investiga- cién; y es susceptible de valoraciones éticas en cuanto que esama acti- vidad humana libre, valores que atafien tanto al proceso mismo de indagacién (honrader, fiabilidad...) como a su nexo con el resto de las actividades de la vida humana." Debido precisamente a su caracter de actividad humana, la ciencia se relaciona con diversos valores humanos y puede ser susceptible de valo- racién ética; no s6lo por sus consecuencias, sino también en cuanto pro- eso, lo que comporta la atencidn a sus metas u objetivos. De ahi que, sila filosofia de la ciencia se entiende en sentido amplio, ha de acoger ala éti- cade la ciencia como una faceta més a considerar. En tal caso, la ética de la ciencia ha de acompafiar a las otras parcelas que conforman la filosofia de la ciencia, esto es: la semantica de la ciencia —el estudio del lenguaje 3. Véase GonzAtez, W. J, «Progreso cienifico e innovacin tecnoligic: La “teeno- ciencia”y el problema de las relaciones ente filosofia de la cienciayfilosofi dela tecno- logia», Arbor, vol. 157, n° 620, 1997, pégs. 261-283; en especial, pg. 265, 18 RAZON Y VALORES EN LA ERA CIENTIFICO-TECNOLOGICA cientifico—; Ia l6gica de la ciencia —Ia indagacién de la estructura de las teorfas—; la epistemologia —Ia reflexién sobre el conocimiento cientifi- ‘co—j la ontologia de la ciencia —la aclaracién de su realidad especi- fice; y la axiologia de la investigacién —el esclarecimiento de la ciencia ‘como quehacer orientado a fines—. Junto a ellas esta la metodologia de la ciencia, que estudia el mbito del progreso cientifico y, por consi- guicnte, trata también de la racionalidad cientifica. Hasta ahora, la caracterizaci6n de la racionalidad cientifica y su re- percusién para el método cientifico ha estado entre las cuestiones m: estudiadas dentro del campo de la filosofia y metodologia de la cienc De un modo u otro, ha figurado —con distintos matices— en los de- bates filos6ficos de las tiltimas décadas. Asi, desde comienzos de los ais sesenta hasta los inicios de la década de los setenta, el panorama epistemolégico y metodolégico estuvo centrado en las controversias centre Karl Popper, Thomas S. Kuhn e Imre Lakatos,‘ que aportaron de hecho tres modos distintos de entender la racionalidad cientifica,’ con las consiguientes variaciones en la forma de concebir el método en la ciencia. El impulso dado por estos pensadores a la consideracién de la ra- cionalidad cientifica, que prosigui6 con las criticas del «disidente of cial» —P. K. Feyerabend—, se transform6, desde mediados de los aiios setenta hasta bien entrada la década de los afios ochenta, en un debate sobre el progreso cientifico.” Asi, con Larry Laudan, el binomio ««tacionalidad cientifica»-«progreso en la ciencia» se puso en un p mer plano; tarea a la que también contribuyeron otros autores, que 4. Uno de los lugares donde se aprecian mejor las diferencias entre ellos es en LA- xaTOs, Iy MUSGRAVE, A. (comp), Criticism and the Growth of Knowledge, Cambridge University Press, Londres, 1970. 5. En rigor, cabe sefialar que, pare I. Lakatos, el planteamiento de Th. S. Kuhn en ‘The Structure of Scientific Revolutions supone laietacionalidad cientifca, toda ver que 11 juicio— los cambios de «paradigmas» en Kuhn son iracionale, véase LAKATOS, [, The “Methodology of Scientific Research Programmes, editado pot J. Worrall y G, Cuttie, Cam- bridge University Prese, Cambridge, 1980, pégt. 90:91 6. Véase FEvERABEND, P.K., Against Method: Outline of an Anarcistic Theory of Knowledge, New Left Books, Londres, 1975. 7. Véase GonzALtz, W.., «Progreso cientfico einnovacin tecnolégice: La “Teeno- ciencia”y el problema de las elaciones entre filosofia de la ciencia yfilosofia dela teeno login, pigs. 262 y 278. 8. Laudan, en vez de utilizar la racionalidad cientfica para hacet inteligible el pro- RACIONALIDAD CIENTIFICA Y ACTIVIDAD HUMANA. 19 también abordaron el progreso cientifico.” Mas tarde, por influjo de Ambitos cognitivos, como la psicologia cognitiva y la inteligencia artifi- cial, se ha podido percibir un nuevo interés por las revoluciones con- ceptuales como claves para la racionalidad cientifica." Durante este periodo de tiempo —el posterior al dominio de la «concepcién heredada», que habia sido hegeménica por espacio de cua- to décadas—, ha habido también una mayor sensibilidad que en etapas anteriores para tratar la responsabilidad social del cientifico. Porque la imagen fia y aséptica de la ciencia como puro conocimiento (dotada, ademas, de una estructura légica bien formada en sus teorias y de unos enunciados cuyo significado era bien preciso), que tanto entusiasmaba a los flésofos del neopositivismo —los pensadores del Circulo de Viena— y del empirismo l6gico," dio paso a crticas sobre el «mito» de la ciencia y a1una creciente preocupacidn por los valores de la actividad cientfica. ‘Tematicamente, esta reflexién sobre los valores ha seguido dos di- | recciones distintas, como corresponde a las dos perspectivas que cabe reso en la ciencia —como habian hecho los anteriores pensadores—, considers que eel progresocentificoaquello que permite dat cuente dela raconsldad dela cienci. Vease LLAUDAS,L., Progresrand ls Problems, University of California Pres, Berkley, 1977, So- bre su concepcién,véase GONZALEZ, W. «El progreso dela ciencia como rexolucién de problemas: L. Lavdan», en Gonz, WJ. comp.),Axpectos metadlencos dea ines ‘ngacin cientfice, 2 ed, Ediciones Universidad Auténoma de Madrid y Publicaciones Universidad de Murcia, Madrid: Murcia, 1990, pgs. 157-171 Posteriormente, Laudan ha modificado puntos importantes de su concepcién, pero Jha seguido manteniendo ls prioridad del wprogres cientifico» sobre a eraconaldad clea: tice, vse GoNZALEZ, WE, 1 naturalsmo normativo como propuesa eistemolégi- cay metodaliice. Le segunda cape del pensamiont deL-Laudane, en GowzA.e2, WJ {comp ), Elpensamient de Lauda. Relaioner entre historia dele ciency flasofi dele ‘cence, Publicaciones Universidad de A Coruta, A Coruta, 1998, pig. 5.97 9. Entre ellos, N. Rescher con Scientific Progresr, libro publicado en 1978, Sobre este periodo y la caracteizacén del eprogreso cientficos, véase GONZALEZ, W. J, “Progreso cicnfico autonomia de a cienciay realismos, Arbor, ol. 135, n° 532, 1990, pigs. 91-109 10. Véase Tuscan, P, Conceptual Revolutions, Princeton University Press, Prn- eto, 192 11. Sobre as caractristcas ini sy las sucesivas versiones a través dl tiempo de «este movimiento intelectual, véase SuPee, F (comp. The Structure of Scientific Theories, University of Illinois Press, Urbane, 1974 (2"ed. 1977) Las diferencias existentes al prin- cipio entre la Escuela de Berlin y el Circulo de Viena se aprecian en GONZALEZ, WJ, «Reichenbach’s Concept of Predictions, Inzenational Studies nthe Philosophy of Scien ce, vol. 9, n° 1, 1995, pigs. 35-56, 20 RAZON Y VALORES EN LA ERA CIENTIFICO-TECNOLOGICA adoptar en la filosofia de la ciencia: Ia interna y la externa, Mediante la perspectiva interna s¢ ha estudiado la ciencia en cuanto tal, esto es, co- ‘mo lenguaje, estructura, conocimiento... Ahi se ha constatado que puede haber valores propios de la ciencia en si misma considerada (co- ‘mo, por ejemplo, valores cognitivos). Con la perspectiva externa se ha indagado la conexién de la ciencia con el resto de la experiencia hu- ‘mana, lo que ha llevado a ver el quehacer cientifico como una actividad humana entre otras. Esta segunda direccién, de manera més clara que la primera, es la que ha llevado a la introduccién de la ética de la cien- cia como reflexién sobre la actividad cientifica (por ejemplo, en casos como la bioética, donde la ciencia aplicada es vista, en gran medida, a tenor de su incidencia para el conjunto de experiencias de la vida hu- mana). : A través de las perspectivas interna y externa del pensar filos6fico sobre la ciencia, se pone de relieve que hay dos modos diferentes de ver los valores en la ciencia, En un caso, éstos aparecen conectados 0 dependientes de la actividad cientifica en si misma considerada, de mo- do que orientan o condicionan la investigacién cientifica como tal. Hay asi unos «valores cognitivos» que modulan una axiologia de la investi- gacién, de manera que el investigador asume unos valores epistémicos cuando amplia el conocimiento cientifico o lo aplica, Existe también otro caso, donde los valores estin engarzados en el contexto mds am- plio de la libre actuacién humana, en una teoria de los valores de cariz ético. Posee, en principio, un cardcter mas «extrinseco» que la ante- rior, en la medida en que enlaza directamente con el resto de la expe- riencia humana, en lugar de citcunscribirse al dominio especifico del quchacer cientifico mismo, y en cuanto que deja traslucir valores asu- midos socialmente. En este segundo caso, que constituye la base primordial de la ética dela ciencia, caben a su vez dos grandes orientaciones: la endégena y la exégena. La primera mira la actividad cientifica «hacia dentro», con el consiguiente empefio por cuestiones tales como la honradez del queha- cer cientifico (Ia fiabilidad en la publicacién de los datos realmente ob- tenidos, la otiginalidad del trabajo realizado, etc.) 0 la pertinencia de plantearse ciertos fines 0 medios a tenor de reglas morales de compor- tamiento. La segunda orientacién mira, en cambio, la actividad cient(- ca chacia fuera», de modo que le atrae el conjunto de problemas que plantean los limites éticos de la investigacién cientifica a tenor de la in- RACIONALIDAD CIENTIFICA Y ACTIVIDAD HUMANA. 2 cidencia para las personas y la sociedad humana en general (y el medio ambiente, en cuanto repercute en las personas 0 en la vida social). Normalmente, el estudio de los valores de la ciencia en cuanto tal se concentra en la indagacién de los valores cognitivos, pues se entiende {que lo més valorado y evaluable es la ciencia como conocimiento (mas que la ciencia como enguaje 0 como estructura). Asi, cabe atender a los valores cognitivos como lo ha hecho Larry Laudan en Science and Va- Jues,? para ver cul es su papel a la hora de trazar los cometidos de la ciencia, En tal caso, el centro de atencién no esta en los valores éticos y cen las reglas para la conducta cientifica, sino en los valores cognitivos y en su repercusi6n para las pautas metodolégicas. Esto comporta estu- iar —como, en efecto, hace Laudan— el papel de los valores de cono- cimiento en cuanto que afectan a la racionalidad cientifica,” de manera que la atencién esta puesta en cémo influyen los valores cognitivos en la configuracién de los objetivos (aims) que deben ser buscados racio- nalmente por el cientifico. De este modo, fijarse en los valores desde una dimensin interna a la ciencia misma contribuye a mejorar la toma de decisiones en el proceso de investigacién. ‘Aun cuando Rescher sintoniza con la componente pragmatica del planteamiento cognitive de Laudan, hay diferencias desde dos puntos de vista: en primer lugar, a tenor del diferente énfasis que ponen en la cuestién de los limites; y, en segundo término, a instancias de la inter- conexién entre las metas cognitivas de la ciencia y el resto de las metas humanas, que es resaltada por el autor de este libro."* Rescher admite, en efecto, que uno de los valoses de la ciencia es la aceptacién de la au- tolimitacién del proyecto cognitivo humano, que no descansa sélo en la finitud humana sino también en la complejidad de lo real. Este mayor grado de realismo en su enfoque —el reconocimiento de lo que sucede, guste 0 no— radica en que ¢s la propia constitucién del mundo real (empezando por la Naturaleza, con todo su poder y complejidad) la 12, LAUDAN, L., Science and Values. The aims of Science and their Role in Scientific Debate, University of California Press, Berkeley, 1984, 13, Véase LAUDAN, L., «Una teoria de la evaluacién comparativa de teorias cient ‘case, en GONZALEZ, W.J. (Comp), Elpensamiento de L. Laudan. Relaciones entre historia cde Ls cencia 9 filosofa de la exencia, pigs. 135-169. 14, Estas diferencias han sido sefaladas por Rescher en una comunicacin personal de1.27 de agosto de 1998. 22 RAZON ¥ VALORES EN LA ERA CIENTIFICO-TECNOLOGICA que limita nuestro control cognitivo, de modo que restringe nuestros objetivos cientificos y acota el campo de los proyectos cientificos que cabe llevar a cabo, Por tanto, la interacci6n con la naturaleza no est s6lo sujeta a limitaciones por parte humana —la capacidad cognitiva en si misma considerada— sino también —y de una manera decisiva— por la indole misma de la realidad que hay que investigar. Insiste también Rescher en la interconexién entre las metas cogni- tivas de la ciencia y el resto de las metas humanas, que le lleva a un bo- lismo de los valores que le distingue de Laudan, por cuanto considera que las distinciones entre los valores no permiten su separacién. A es- te respecto, para argumentar que la distincién entre los valores inter- nos y externos de la ciencia no permite una auténtica separacién entre ellos, el autor de este volumen se apoya en tres puntos: (i) la estructu- ra de las metas y necesidades humanas rebasa el mero campo cognit vo, de modo que conocer para controlar la realidad es s6lo un objetivo humano vilido entre muchos otros; (ii) aunque el conocimiento no cu- bra todo el campo de las necesidades humanas, es un requisito situa- cional a tenor del tipo de criaturas que somos; y (ii) los valores inter- nos de la ciencia (consistencia, generalidad, adecuacién, etc.) son lo que son en la medida en que resultan necesarios para conseguir los ob- jetivos précticos de la ciencia (la predicci6n efectiva y el control ope- rativo), y estos objetivos son relevantes en cuanto que inhieren en la di mensién situacional general de los humanos como homo sapiens. Lleza asi Rescher a un holismo de los valores: el conjunto de los valores est unido y esté al servicio de las necesidades humanas. Esta posicién, que, presenta como «idealismo pragmético» —el plano ideal, entendido co- mo un todo: /os valores, directamente enlazado con las funciones de la actuacién en la practica—, difiere del naturalismo pragmatista lauda- niano, donde los valores cientificos son estudiados como auténomos respecto de otros valores —distintos y separados de ellos— y en don- de se destaca que los valores cognitivos en la ciencia suelen tener pre- ferencia sobre los valores éticos. Dejando a un lado las diferencias entre Laudan y Rescher, la cues- tién de la ciencia y los valores, dentro del marco de la ética de la cien- cia, lleva a que, vista la ciencia «hacia dentro», los valores éticos no son ajenos al quchacer cientifico mismo, como ponen de relieve los exper- tos en los valores cognitivos. Porque, como sefiala Laudan, «los valores éticos estan siempre presentes en la toma de decisiones cientifica y, muy RACIONALIDAD CIENTIFICA Y ACTIVIDAD HUMANA 23 ocasionalmente, su influencia es de gran importancia»."” Esto compete sobre todo a la ética endégena de la ciencia, que ha de dilucidar los va- lores éticos propios de la actividad cientifica misma. En cierto sentido, la ética de la ciencia tiene respecto de la filosofia de la ciencia un esta- tuto teérico parecido a la epistemologia, en la medida en que ambas re- miten a un marco més émplio (la ética general y la teoria del conoci miento), que se concreta en una dimensién especifica (el quehacer cientifico como actividad humana y el conacimiento cientifico, respec- tivamente), dotada de rasgos propios, caracteristicos s6lo de ese émbi- to. Asi, la ética de la ciencia puede ser una parcela de la filosofia de la ciencia sin dejar de tener conexién con la ética general, de modo seme- jante a cémo la epistemologia es una parte de la filosofia de la ciencia sin dejar de estar conectada a la teorfa del conocimiento. Cuando se plantea la indagacién de los valores en la ciencia desde una perspectiva externa, esto es, en cuanto quehacer conectado con el resto de la experiencia humana, aparecen nuevos elementos que hay que considerat, Se amplia, en efecto, la reflexién sobre la ciencia como regulada 0 regulable por pautas éticas que afecian a la investigacién cientifica como actividad humana, Porque, junto a los valores éticos propios de la actividad cientifica misma —Ia faceta endégena—, apa- recen entonces los valores éticos de la actividad cientifica en cuanto que ésta repercute sobre el individuo y la sociedad —la componente exdgena—. A través de esta tiltima —Ia ética exdgena—se conecta ha- bitualmente con preocupaciones éticas de émbito general. ‘Asi pues, a tenor de la conexién con el resto de la experiencia hu mana, parece claro que, para que el desarrollo cientifico sea ético, no es suficiente que sea el resultado sin mas del quehacer mismo de los cientificos. La ética podria servir entonces para trazar limites a la in- vestigacién, relacionados en un caso con la dimension interna —los factores cognitivos— y, en otro caso, con la vertiente externa a la acti vidad cientifica misma, Para que esta ética de la ciencia tuviera una ba- se objetiva, haria falta considerar, por un lado, lo que atafie a toda ac tividad humana como actuacién libre y, por otro, aquellos rasgos constitutivos del quehacer cientifico como actividad singular, lo que comporta contemplar también su incidencia para el individuo y la so- ciedad. 15. LaUDAN, L, Science and Values, pig. xi a 24 RAZON Y_ VALORES EN LA ERA CIENTIFICO-TECNOLOGICA En suma, la ética de la ciencia, en cada una de sus dos vertientes — la endégena y la exégena—, atiende a la racionalidad cuando reflexio- na sobre los rasgos especificos del quehacer cientifico: en un caso — como, por ejemplo, hace en este libro Rescher— se plantea problemas como los posibles limites éticos del conocimiento cientifico en cuanto tal,!* mientras que el otro caso se fija en cuestiones como las conse- cuencias de los usos de la ciencia. Es dentro de este contexto donde hay que enmarcar varios de los textos aqui reunidos (en especial, del apartado I, dedicado a las bases te6ricas de la propuesta sobre razén y valores, y del apartado II, que se ocupa de las limitaciones éticas). Pe- ro hay que resaltar que, para N. Rescher, existe un nexo directo entre la epistemologia y la ética de la ciencia, pues las dos son expresién de la racionalidad humana. De esie modo, en lugar de ahondar en la quie- bra entre la «razén te6rica» y «taz6n prictican, él propone mirar hacia una sinica racionalidad humana, que es sobre todo racionalidad pract- ca y que origina la racionalidad cientifica. Asi, los limites cognitivos de la ciencia (el apartado II del volumen) son una manifestacion de la ra- cionalidad cientifica, que esta abierta a los valores, por cuanto el que- hacer cientifico es una actividad humana 3. EL ENFOQUE DE LA RACIONALIDAD CIENTIFICA: LA PRIMACIA DE LA PRACTICA Nicholas Rescher propone en estas piginas una racionalidad cien- tifica conectada con valores cognitivos y con valores éticos. Su enfoque de la racionalidad cientifica no deriva directamente de la tradicién de pensamiento de las controversias entre Popper, Kubn y Lakatos, pues su racionalidad es pragmatica en lugar de «teGrica», chistérica» 0 «tes- rico:hist6rica», Sin embargo, Rescher comparte con Popper un comin sustrato epistemol6gico racionalista (la preferencia de lo mental sobre lo empirico) y kantiano (la revisabilidad de todo conocimiento, debido ala indole de nuestra capacidad cognitiva); se encuentra en sintonta con la linea inaugurada por Kuhn, en cuanto que insiste en ejemplos concretos de historia de la ciencia (sobre todo, de la fisica); y acepta 16, Véase REscHER, N., «Sobre los limites éticos de la investigacién cientifican,en ‘este volumen, pigs. 154-162, RACIONALIDAD CIENTIFICA Y ACTIVIDAD HUMANA 25 ademés, como hace Lakatos, que el progreso cientifico esta entretejido de historicidad (donde cabe la objetividad en una ciencia siempre abierta hacia el futuro), En cambio, se aleja ciertamente del «anarqui: mo» de Feyerabend, pues no cree que «iodo Vale» cuando se trata de hacer aumentar el conocimiento cientifico: considera, por tanto, que hay una racionalidad cientifica y un método cientifico; y, a diferencia de Laudan, da priotidad a la racionalidad sobre el progreso: son las elecciones cada vez més racionales de los ciemificos lo que propicia el progeeso en la ciencia ‘Ahora bien, la principal diferencia con estos importantes filésofos de la ciencia 0 con otros (a excepcién de pensadores como H. Put- nam), no esté tanto en los temas que Rescher analiza ni en cémo los trata sino en el marco a partir del cual los aborda. Porque, como filéso- {foen el pleno sentido de la palabra —no circunscrito al émbito de la losofia de la ciencia 0 a otra parcela filos6fica—,"" Rescher tiene un sis tema de pensamiento. Asi su filosofia de la ciencia es une parte de ese todo, lo que hace fécil conectar a la ciencia con la ética (y, en conse cuencia, hacer ética de la ciencia), En efecto, al reflexionar sobre la jus- tificacién, contenido y limites de la ciencia, las coordenadas vienen di das por un marco de pensamiento general, que en su caso est constituido por dos grandes pilares de fondo: la influencia de la teorfa del conocimiento de I. Kant y la aceptacién de una interpreteci6n pragmética de la accién humana, inspirada en Charles S, Peirce. De ahi el nombre de «idealismo pragmatico» (pragmatic idealism) que usa pa. ra caracterizar su propia filosofia.” Su enfoque de la racionalidad est embebido de préctica —no es una «taz6n pura»—, y su vision de la ac- tividad humana reclama siempre la racionalidad, sea de fines 0 bien de medios. Su cercania a uno u otto de los filsofos de la ciencia depende, en tiltima instancia, de la proximidad que puedan tener a un kantismo empapado de pragmatismo. ‘También en su modo de entender los valores en la ciencia presenta esa doble influencia kantiano-pragmética (a la que cabria afiadir, en menor medida, la veta racionalista, en la linea de G. W. Leibniz). Por- 17. Una prueba elocuente de este talantefilosdfico —nada (0 casi nada) lees ae 1no—es el elenco de sus publicaciones, rceogidss aqui al final de estas paginas. 18, Conviene resaltae que, cuando expone los rasgos de su xidealismo pragmiticom, sefiala como uno de los componentes el axil6gico, véase RESCHER, N., A System of Prage matic Idealism, Nol 1: Haman Knowledge in Idcalistc Perspective, pigs. ii-xiv. 26 RAZON Y VALORES EN LA ERA CIENTIFICO-TECNOLOGICA que Rescher insiste, en efecto, en los valores cognitivos como conecta- dos con los valores éticos: ambos pertenecen @ un quehacer humano ‘que interactéa con Ja realidad. Y parece claro que, al tratar los valores éticos, admite la faceta endégena —la actividad cientifica es susceptible en cuanto tal de evaluciones éticas— y la componente exgena —la ac- tividad cientifica est4 entrelazada con el resto de experiencias huma- nas—, de modo que intenta abarcar todos los factores del problema. Lo hace, ademés, segiin Ia doble linea antes apuntada: como ética de la También ha abordado diversas etapas de la historia de la fil sofia, que van desde el pensamiento irabe, comparado con frecuencia 21, Al émbito dela igica pertenecen sus libros Ax Introduction 10 Loge, 1964; The Logic of Commands, 1966; Many-Valued Logic, 169; y Temporal Logic, 1971. La filsofia dela ligica sc trata cals libros Topics in Pbloropbical Logic, 1968; Studies in Modaliy, 1974; y The Logic of Inconsistency: A Study in Nonstandard Possible World Semantics and Meinongian Ontology, 1979 22. Dentro del contexto de Ia flosofiay metodologia de la cencia se encuentra centre ores, sus bros Scientific Explanation, 1970; Scientific Progress: A Philosophical Es sey on the Economics of Research im Natural Science, 1978; The Limits of Science, 1984; Scientific Reaiom: Critical Reappraisal, 1987; A Usef Inbertance: Evolutionary Epis temology in PBiloropical Perspective, 1989; Studien zur naturwissenschaien Erkenninis: lebye, 1996; Priceless Knowledge? An Essay to Economie Limits to Scientific Progress, 1996, 1 Predicting the Future, 198, 23. De la teora de! convcimiento se ha ocupado, entre otros libros, en The Cobe- rence Theor) of Truth, 1913: The Primacy of Practice, 1973: Dialectcs: A Controversy- Oriented Approach o the Theory of Knowledge, 1977; Cognitive Systematization, 1979; Scepticism, 1980; Empirical Inguiry, 1982: Rationality Philosophical Inguiry into the No ture and the Rationale of Reston, 1988: Cognitive Economy: The Economic Perspectives of the Theory of Knowledge, 1989; Bafing Phenomena and Otber Studies in the Philosophy of Knowledge and Valuation, 1991; Objectivity, 197. "24. La metaisice eel campo de Conceptual Idesism, 1983; A Theory of Pocsblty A Conttrctivstic and Conceptuaitc Accounts of Possible Individuals and Possible Worlds, 1975; The Riddle of Existence: An Essay in Idealistc Metaphyric, 1984; Process Metbaphyscr, 1996; y Complesity, 1998, 25. Alentrno dela fsofa social prtenecen los bros Distributive Juice: Cons tractive Critique of the Uiliarian Theory of Distnbution, 1967; Welfare: The Socal eruet in Philsopbicl Perspective, 972; Pluralism. Against the Demtand for Consens, 1993; y Public Concerns: Phlosopbical Studie of Social Ive, 1996 26. Elestudio de temas éticos y de tori de valores se halla en Introduction to Value Theory, 1969; Unselisbnet: The Role ofthe Vicarious Affects in Morland Socal Theor, 1975; Etbical Leas, 1987, Moral Absolute: An Essay on the Nature and Rationale of Morality, 198; Haman Interest: Reflections on Philosophical Antbropology, 1990; y Luck, 1935, RACIONALIDAD CIENTIFICA Y ACTIVIDAD HUMANA 33 con la filosofia griega,” hasta autores contemporineos.” Entre esos dos momentos histéricos se encuentran los filésofos modernos por los muestra particular predileccién: G. W. Leibniz eI. Kane.” Aqui, en el presente volumen —Razén y nelores en la Era cientifi- co-tecnolégica—, se pone de relieve la variedad de registros del pensa- miento de N. Rescher. Porqve, aunque sea un trabajo que entra dentro de la esfera de la filosofia de la ciencia, lo hace en dos direcciones dis- tintas: por un lado, una de cardcter epistemol6gico y metodol6gico —que ocupa sobre todo la parte Il, dedicada a los limites cognitivos—; ¥, por otro lado, otra de raigambre ética —la reflejada en la parte IIT, ‘que versa sobre las limitaciones éticas de la ciencia y la tecnologia: donde se abordan problemas que no son habituales en libros de filoso- fia de la ciencia. Junto con esas dos direcciones hay una previa —la parte I, que pone las bases teéricas de la razén y los valores— que tam- bign combina consideraciones epistemol6gicas y reflexiones é Se trata, por tanto, de un trabajo «no estindar» dentro de la filosofia de la ciencia. Sin embargo, refleja bien el modo de pensar del autor, que sintetiza y amplia en estas paginas preocupaciones de libros escritos hace tiempo (como Introduction to Value Theory, Scientific Progress, The Limits of Science o Rationality) y de intereses intelectuales més re-~ cientes (como Objectivity 0 Complexity). Late asi en todos estos textos ahora compilados la combinacién de kantismo y de pragmatismo que ha sido resaltada anteriormente y que le ha hecho acreedor de una fi- osoffa de sello personal. Si el conjunto de trabajos aqui reunidos pone de relieve la ampli- tud de registros filoséficos del autor, como corresponde en parte a las 27. Sobre el pensamiento érabe versan algunos de sus libros de la primera épocs: Studies inthe History of Arabic Logic, 1963: The Development of Arabic Logic, 1964; Al- Kindi- An Annotated Bibliography, 1964; Temporal Modalities in Arabian Logic, 1966, Stu- ies in Arabic Philosophy, 1968: y The Refulation by Alexander of Apbrodisas of Galen's Treatise on The First Mover, 1970, 28, Entre los trabajos sobre autores contemporineos se encuentran Peirce’ Philo sopby of Science, 1978; y American Philorophy Today and Other Philosophical Studies, 1994 28. Al primero le dedica lo libros The Philosophy of Leibniz, 1967; Leibniz: An In troduction to bis Philosophy, 1979; Leibniz's Metaphysics of Nature: A Group of Essays, 1981; yen gran medida, Essays inthe History of Philosophy, 1995, Sobre el scgundo pen ‘dor, que es fuente fundamental para su filosofia, versa el volumen Kant’: Theory of Knowledge and Reality: A Group of Essays, 1983, 34° RAZON Y VALORES EN LA ERA CIENTIFICO-TECNOLOGILA invitaciones iniciales que dieron origen a estos textos, su tarea como editor refleja bien esa doble faceta de variedad de temas en el dominio intelectual y de asunci6n de compromisos diversos en el ambito profe: sional. Rescher es, en efecto, un prolifico editor de libros filoséficos. Es, de hecho, editor en tres sentidos diferentes: en primer lugar, en cuanto que se ha ocupado de la edicién de textos filoséficos, con la ién del trabajo y las pertinentes notas y, en su caso, con la del texto mismo anotado; en segundo término, en cuanto que ha coordinado a elaboracién de trabajos relacionados directa- mente con un tema o un autor; y, finalmente, por compilar 0 reunir una serie de estudios con motivo de temas concretos de actualidad, ciclos de conferencias, etc Como se puede apreciar en el apartado bibliografico dedicado a Rescher como editor, su tarea de edicién en el primer sentido de los se- alados se centra en los textos de pensadores arabes —cuya l6gica es tudié en los primeros afios de profesién—, en G. W. Leibniz y en F. P. Ramsey, La segunda acepcién —Ia edicién como coordinacién— res- ponde, basicamente, a dos funciones diferentes: la presentacidn de tra- bajos relacionados directamente con un tema —la l6gica de la decision y dela accién— y los Festschriften para fildsofos representativos, como C.G. Hempel o A. Griinbaum. Y, finalmente, su labor de compilacién ha estado vinculada a la publicacién de la «biblioteca filoséfica» de la revista American Philosophical Quartely y ala preparacién de las seri del Center for Philosophy of Science, que dan a conocer al puiblico ci- clos de conferencias u otras actividades académicas del Centro de Fi- losofia de la Ciencia de Pittsburgh. Iras su trabajo como editor, en la bibliografia ahora recogida, se cenumeran los articulos que N. Rescher ha publicado en el contexto de la Filosofia y metodologia de la ciencia, por ser ése el tronco principal de donde surge el presente libro. Ciertamente, con esa bibliografia no se cubre la totalidad de la amplia produccién filosé6fica del Prof. Res- cher —en especial, en el ambito de los articulos—, pero si se pueden apreciar sus Iineas de investigacién més representativas, principalmen- te en los campos de su pensamiento aqui abordados. La lista bibliogré- fica estd actualizada hasta el momento de redactar estas lineas, pues su capacidad de trabajo hace que su produccién filos6fica ejemplifique el «principio de propagacién de cuestiones» de Kant, de modo que cada tema abordado suscita nuevas preguntas, que requieren igualmente una RACIONALIDAD CIENTIFICA ¥ ACTIVIDAD HUMANA 35 respuesta. La importancia de su pensamiento ha llevad : lo a que otros Alexionen sobre sus contribuciones. De esos libros y nimesos monogrd {ficos de revistas se da noticia al término de la presente bibliogratia.. 5.1. Libros de Nicholas Rescher como autor — Studies inthe History of Arabic Logic, Universi Sas i th ai, University of Pittsburgh Press, Pits: — The Development of Arabic Logic, University of Pitts! The Deco 0 ty of Pittsburgh Press, Pts — An Introduction o Logic, St. Martin's Press, Nueva York, ; ress, Nueva York, 1964 — Hypothetical Reasoning, North-Holland, Amsterdam, 1964, Teper Moda in Arbo Lops Reid, Doves, 1 — The Logic of Commands, Routledge and Kegan Pi dres, y1 The lage “an Paul, Londres, y Dover, Nue- — Distributive Justice: A Constructive Critique of the Wilt ie ofthe Utilitarian Theory of Dis FF —— Arica, Washington, 1982) . — The Philosophy of Lezbnit, Prentice Hall, Englewood Clif : Engle fs, 1967. = Femoral modalies in Arabic Loge, ele, Dorreh,1967 — Topics in Philosophical Logic, Reidel, Dordrecht y Humenit Ter in ity Humanities Press, — Studies in Arabic Philosophy, University of Pittsburgh Pres, Pi , agh Press, Pittsburgh, 1968, — Introduction to Value Theory, Prentice Hal, Englewood Cliffs, 190 ee sii: Urursty Pee of Ameria, Washington, 198 : — Essays in Philosophical Analysis: Historical and Systematic, U f Piusburgh Press, Piwburgh, 1969 (reimp.; University Press of Amer Weshington, 1982). a — Many Valued Logic, McGraw Hill, N. York, ; i Man led Loy 1969 (reimp.: Gregg Revivals, ~ Seetite Eslnaion Fre Pres, N. Yok 1970, — Temporal Logic, Springer, N. York, 1971 (coautor: Alastair Urquhart) — The Refutation by Alexander of Aphrodisias of Galen's Treatite on The Fire Mover, Publications of the Central Institute of Islamic Research, Kavach 1970 (coautor: Michael E. Marmura), , : — Welfare: The Social lesues in Philosophical Perspective, Univ burgh Press, Pittsburgh, 1972, re — The Coherence Theory of Truth, Clarendon Press, Oxfo Clarendon Press, Oxford, 1973 (ceimy si6n: University Press of America, Washington, 1982) me — Conceptual Idealism, Blackwell, Oxford, 1973 (eim Press of America, Washington, 1982). Nueva ipresiOn: University R 36 RAZON Y VALORES EN LA ERA CIENTIFICO-TECNOLOGICA RACIONALIDAD CIENTIFICA Y ACTIVIDAD HUMANA 37 — The Primacy of Practice: Essays towards a Pragmatically Kantian Theory of — The Riddle of Existence: An Essay in Idealistic Metaphysics, University Press Empirical Knowledge, Blackwell, Oxford, 1973 (trad. cast: La primacta de la ‘of America, Washington, 1984, préctica, Madrid, Tecnos, 1980). — The Limits of Science, University of California Press, Berkeley, 1984. (Trad. — Studies in Modality, B. Blackwell, Oxford, 1974 casts Los limites de la ciencis, Tecnos, Madrid, 1994. Hay también traduc- —A Theory of Possibility: A Constructivistic and Conceptualistic Accounts of ci6n alemana e italiana.) Possible Individuals and Possible Worlds, University of Pittsburgh Press, — Pascal's Weger: A Study of Practical Reasoning in Philosophical Theology, Pittsbucgh, 1975: y Blackwell, Oxford, 1975. University of Notre Dame Press, Notre Dame, 1985 —Unselfishness: The Role of the Vicarious Affects in Moral and Social Theory, — The Strife of Systems: An Essay on the Grounds and Implication of Philosopbi- University of Pittsburgh Press, Pittsburgh, 1975 cal Diversity, University of Pittsburgh Press, Pittsburgh, 1985, (Trad. cast: La — Plausible Rearoning: An Introduction to the Theory and Practice of Plausib Jucka de los sistemas, Universidad Nacional Auténoma de México, México, istic Inference, Van Gorcum, Amsterdam, 1976. 1995, Hay también traduccién italiana y alemana.) — Methodogical Pragmatism, Blackwell, Oxford, 1977; New York University — Exhical Idealism: An Inquiry into the Nature and Function of Ideal, Univer- Press, N. York, 1977. sity of California Press, Berkeley, 1987 — Scientific Progress: A Philosophical Essay on the Economics of Research in Na- — Scientific Realism: A Critical Reappraisal, Reidel, Dordrecht, 1987, ‘tural Science, Blackwell, Oxford, 1978; University of Pittsburgh Press, Pits- — Forbidden Knowledge and Other Essays on the Philosophy of Cognition, Rei burgh, 1978. (Hay traduecién alemana y francess.) del, Dordrecht, 1987 = Dialecties: A Controversy-Oriented Approach to the Theory of Knowledge, — Rationlity: A Philosophical Inquiry into the Neture and the Rationale of Re: : SUNY Press, Albany, 1977. (Hay traduccién japonese.) 4ason, Clarendon Press, Oxford, 1988, (Trad. cast: La racionalidad, Tecnos, é — Peirce's Philosophy of Science, University of Notre Dame Press, Notre Dame, Madrid, 1993. Hay también traduccién alemane e italiana.) 1978. — Moral Absolutes: An Essay on the Nature and Rationale of Morality, Peter — Cognitive Systematization: A systems-theoretic approach toa coberentist The- Lang, Berna, 1989 . ony of Knowledge, Blackwell, Oxford, 1978 (tead. cast Sistematizai6n cog- — Cognitive Economy: The Economic Perspectives of the Theory of Knowledge, nosctiva, Siglo XXI, México, 1981). University of Pittsburgh Press, Pittsburgh, 1989. (Hay traduccién china.) . — Leibniz; An Introduction to bis Philosophy, Blackwell, Oxford, 1979 (reim- — A Useful Inberitance: Evolutionary Epistemology in Philosophical Perspecti- preso: University Press of America, Lanham, 1986; Gegg Revivals, Alders- ve, Rowman and Littlefield, Savage (MD), 1989. (Hay traduccién alemana.) hor, 1993). — Human Interest: Reflections on Philosophical Anthropology, Stanford Uni- 2 = The Logic of Inconsistency: A Study in Nonstandard Possible World Semantics versity Press, Stanford, 1990. ‘and Meinongian Ontology, Blackwell, Oxford, 1979; Rowman and Little — Baffling Phenomena and Other Studies in the Philosophy of Knowledge and field, Totowa, 1979 (coautor: Robert Brandom). Valuation, Rowman and Litlefield, Lanham, 1991. — Scepticism, Blackwell, Oxford, 1980; Skepticism, Rowman and Littlefield ~A System of Pragmatic Idealism. Vol. I: Human Knowledge in Idealistic Pers- Totowa, 1980. pective, Princeton University Press, Princeton, 1992. — Unpopular Essays on Technological Progress, University of Pittsburgh Press, — A System of Pragmatic Idealism. Vol: The Validity of Values: Human Vo ' Pittsburgh, 1980. ues in Pragmatic Perspective, Princeton University Press, Princeton, 1993 : — Induction. An Essay on the Justification of Inductive Reasoning, Blackwell, — Standardism: An Empirical Approach to Philosophical Methodology, Univer- } Oxford, 1980. (Hay traducci6n alemana.) sity of Pittsburgh Press, Pittsburgh, 1993. ' — Leibnia's Metaphysics of Nature: A Group of Essays, Reidel, Dordeecht, 1981 — A System of Pragmatic Idealism. Vol. Ik: Metapbilosopbical Inquiries, Prin- b — Empirical Inquiry, Rowman and Litlefield, Totowa, 1982; Athlone Press, ceton University Press, Princeton, 1994, 4 Londres, 1982. — Pluralism, Against the Demand for Consensus, Clarendon Press, Oxford, — Risk: A Philosophical Introduction to the Theory of Risk Evaluation and Ma: 1993. agement, University Press of America, Washington, 1983. — American Philosophy Today and Other Philosophical Studies, Rowman and —Kant's Theory of Knowledge and Reality: A Group of Essays, University Press Littlefield, Lanham (MD), 1994 ‘of America, Washington, 1983, — Satisfying Reason, Kluwer, Dordrecht, 1995. 38 RAZON Y VALORES EN LA ERA CIENTIFICO-TECNOLOGICA — Essays in the History of Philosophy, Avebury, Aldershot, 1995. — Luck, Farrar, Straus y Giroux, Nueva York, 1995. (Trad. cast: Suerte, azar y destino, Aventuras y desventuras de la vida cotidiana, Ed. Andrés Belo, San- tigo de Chile, 1997. Hay también traduccién alemana.) — Process Methapbysics, State University Nueva York Press, Albany, 1995. — Public Concerns: Philosophical Studies of Social Issues, Rowman and Little- field, Lanham (MD), 1996. — Studien zur naturwissenschaften Erkenninislebre, Kénigshausen und Neu- mann, Wirzburg, 1996. — Priceless Knowledge? An Essay to Economic Limits to Scientific Progress, University Press of America, Savage, MD, 1996. — Objectivity: The Obligetions of Impersonal Reason, University of Notre Da- ime Press, Notre Dame, 1997, — Profitable Speculations: Essays on Current Philosophical Themes, Rowman and Littlefield, Lanham, MD, 1998, — Predicting the Future, State University New York Press, Nueva York, 1998. — Complexity: A Philosophical Overview, Transaction Publishers, New Bruns- wick, NJ, 1998. — Communicative Pragmatism and Other Philosophical Essays on Language, Rowman and Littlefield, Lanham, MD, 1998. 5.2. Libros de Nicholas Rescher como editor Su tarea como realizador de ediciones exiticas de libros la pri mera acepcién de «editor»— se refleja en diversas publicaciones: —AlFarabi. An Annotated Bibliography, University of Pittsburgh Press, Pitts- burgh, 1962. —Alurabi’s Short Commentary on Aristotle's Prior Annalyticin, waduecién ‘con introduecién y notas, University of Pittsburgh Press, Pittsburgh, 1963. — AlKindi: An Annotated Bibliography, University of Pittsburgh Press, Pitts- burgh, 1964. — Galen and the Syllogism: An Examination on the Claim that Galen Origina- ted the Fourth Figure of the Syllogism in the Light of the New Data from Ara- bic Sources (incluye el texto arabe y la traducci6n anotada del tratado Sobre a cuarta figura del silogismo de Ibn al-Saleah). University of Pittsburgh Press, Pittsburgh, 1966. — Frank Plumpton Ramsey: On Trutb, edicién del texto en colaboracién con Ulrich Majer, Kluwer, Dordrecht, 1991. — Leibniz Monadology: An Edition for Students, University of Pittsburgh Press, Pittsburgh, 1991; Routledge, Londres, 1991. RACIONALIDAD CIENTIFICA Y ACTIVIDAD HUMANA 39° Los trabajos como editor-coordinador —el segundo sentido de «editor»— han dado origen a varios libros: — The Logic of Decision and Action, Pittsburgh University Press, Pittsburgh, 1967 Essays in Honor of Carl G. Hempel: A Tribute on the Occasion of bis Sixty- Fifth Birthday, Reidel, Dordrecht, 1970, — Philosophical Problems of the Internal and External Worlds, University of Pittsburgh Press, Pittsburgh, 1993 (en colaboracién con John Esrman, Allen I. Janis y Gerald J. Massey). Hay, finalmente, una amplia tarea de editor-compilador, que co- rresponde a la tercera forma de entender la funcién de «editor. Se desglosa en dos periodos: desde 1968 hasta 1982, que es la etapa de las colecciones de la revista American Philosophical Quarterly, y la fase a partir de 1983, cuando coordina las series del Center for Philosophy of Science — Studies in Moral Philosophy, Basil Blackwell, Oxford, 1968, — Studies in Logical Theory, Basil Blackwell, Oxford, 1968. — Studies in the Philosophy of Sctence, Basil Blackwell, Oxford, 1969. — Values and the Future: the Impact of Technological Change on American Va- ues, Free Press, Nueva York, 1969. En colaboracién con Kurt Baier, — Studies in the Theory of Knowledge, Basil Blackwell, Oxford, 1970. — Descartes’ Philosophy of Nature, Basil Blackwell, Oxford, 1971. — Studies in the Philosophy of Mind, Basil Blackwell, Oxford, 1972. — Studies in Ethics, Basil Blackwell, Oxford, 1973. — Studies in Epistemology, Basil Blackwell, Oxford, 1975. Negation and Non-Being, Basil Blackwell, Oxtord, 1976. — Studies in Ontology, Basil Blackwell, Oxford, 1978. — Introduction tothe Pbilosopby of Mathematics, Basil Blackwell, Oxford, 1979. — Rational Belief Systems, Basil Blackwell, Oxford, 1979. — Value and Existence, Basil Blackwell, Oxford, 1979. — Knowledge and Scepticism, Rowman and Littlefield, Totowa, NJ., 1982. — The Nature of Knowledge, Rowman and Littlefield, Totowa, NJ., 1982 — Scientific Explanation and Understanding, University Press of America, Lan- hham, 1983. — The Limits of Lauofulness: Studies on the Scope and Nature of Scientific Know. edge, University Press of America, Lanham, 1983. — Reason and Rationality in Natural Science, University Press of America, Lan: hham, 1985. i lee oe: 40 RAZON Y VALORES EN LA ERA CIENTIFICO-TECNOLOGICA — The Heritage of Logical Positivism, University Press of America, Lanham, 1985, — Current Issues in Teleology, University Press of America, Lanham, 1986. — Scientific Inquiry in Philosophical Perspective, University Press of America, Lanham, 1987, = Leibnizian Inquiries: A Group of Essays, University Press of America, Lan. bam, 1989. — Evolution, Cognition, and Realism: Studies in Evolutionary Epistemology, University Press of America, Lanham, 1990, — Aesthetic Factors in Natural Science, University Press of America, 1990. sham, 5.3. Articulos de Nicholas Rescher sobre filosofia de la ciencia y la Silosofia de la tecnologia — «Mr. Madden on Gestalt Theory», Philosophy of Science v.20, 1953, pags. 327-328. — «Science and Public Relations», Seience, v.118, 1953, pags. 420-421 — «Some Remarks on an Analysis of the Causal Relation», Journal of Philo: sophy, v.51, 1953, pigs. 239.241 — «Logical Analysis of Gestalt Concepts», British Journal for the Philosophy of Science, , 6, 1955, pags. 89-106. Escrito con Paul Oppenheim. — «On Prediction and Explanation», British Journal for the Philosophy of Science, v.8, 1957, pigs. 281-290 — «A Theory of Evidence», Philosophy of Science, v.25, 1958, pigs. 83-94, — «On Explanation in History», Mind, v.68, 1959, pags. 383-388, Escrito con Carey B. Joynt. — «On the Epistemology of the Inexact Sciences», Managemtent Sciences, v. 6, 1959, pigs. 25-52. Preparado con Olaf Helmer. Reimpreso en STARR, M. K, (comp.), Executive Readings in Management Science, Macmillan, Nueva York, 1965; y también en KRIMERMAN, I. (comp.), The Nature and Scope of Social Science, Appleton-Century-Crofts, Nueva York, 1969; y en HELMER, © (comp.), Looking Forward: A Guide to Future Research, Beverly Hills, 1983, pags. 25-48. — «A Factual Analysis of Counterfactual Conditionals, Philosophical Studies, v.11, 1960, pags. 49-54. — «A Problem in the Theory of Numerical Estimation», Synthese, v.12, 1960, ¥y of Nonrecurring Events», FEIGL, H. y Maxwett, G. (comps.}, Current Issues in the Philosophy of Science, Holt, Rinehart, and Winston, Nueva York, 1961, pags. 228-244. . RACIONALIDAD CIENTIFICA Y ACTIVIDAD HUMANA 41 — «The Concept of Randomness,» Theori, v. 27, 1961, pags. 1-1. — «The Problem of Uniqueness in History», History and Theory, v. 1, 1961, pigs. 150-162. Preparado con Carey B. Joynt. Reimpreso en NAGEL, G. H. (comp.), Studies in the Philosophy of History, Harper and Row, Nueva York, 1965. Reimpreso en MANDELBAUM, M. (comp.), Philosophical Problems, Macmillan, Nueva York, 1967. — «On Historical Facts», Methods, v. 14, 1962, pags. 11-15. Escrito con Carey B.Joynt. — «The Stochastic Revolution and the Nature of Scientific Explanation», Synt- hese, . 14, 1962, pags. 200-215. Una versién ampliada en RESCHER, N. «Fundamental Problems in the Theory of Scientific Explanation», en Baunntn, B. (comp.), Philosophy of Science: The Delaware Seminar, v. If, In- terscience, Nueva York, 1963, pigs. 41-60, — «Discrete State Systems, Markov Chains and Problems in the Theory of Scientific Explanation and Prediction», Philosoyby of Science, v. 30, 1963, pags. 325-345. — «Generalization in Historical Explanation and Prediction in History», ATREYA, J.P. (comp.), 5. Radbuhrishnan Souvenir Volume, Moradabad, In- ia, 1964, pags. 385-388, — «Cause and Counterfactual», Philosophy of Science, v. 4, 1966, pags. 323- 340, Escrito con Herbert A. Simon, — «Remarks on the Verification of Scientific Theories», en DEVAUS, P. (comp. Demonstration, Verification, Justification, Paci y Lovaina, 1968, pigs. 160- 165, — «A Methodological Problem in the Evaluation of Explanations», Nous, v2, 1968, pigs. 121-129. En colaboracién con Brian Skyrms. — «Peisce and the Economy of Research», Philosophy of Science, v.43, 1976, pags. 71-98. «Values in Science», Proceedings of the Eight International Conference on the Unity of the Sciences, (Washington, 1976), Nueva York, 1977, vol. 2, pi 1.023-1.030. — «Who's Afraid of Big Science?», The Sciences, v. 18, 1978, pags. 7-9. — Some Issues Regarding the Completeness of Science and the Limits of Scientific Knowledge», en RADNITZKY, G. y ANDERSON, G. (comps.), The Structure axd Development of Science, Reidel, Dordrecht, 1979, pags. 19-40 (trad. cast: «Discusion sobre la complerud de la ciencia y los limires del co nociniiento cientifico», en RADNITZKY, G. y ANDERSSON, G. (comps.), E5- tructura y desarrollo de la ciencia, Alianza, Madrid, 1984, pigs. 27-48). — «Technological Progress and Human Happines», Philosophie Exchange, ¥.2, 1979, pigs. 64-79. — «Scientific Truth and the Arbitrament of Praxis», Nous, v.15, 1980, pags. 59-74, 42 RAZON Y VALORES EN LA ERA CIENTIFICO-TECNOLOGICA — «Methodological Issue in Science and Technology Forecasting», Technolo- sical Forecasting and Social Change, . 20, 1981, pégs. 101-112. Reimpreso en versiGn alemana: «Einige Fragen zur Abgeschiossenheit der Wissenschaft und Grenzen wissenschaftlicher Erkenntnis» en RADNITZKY, G. y ANDER- son, G. (comps.), Voraussetzungen und Grenien der Wissenschaft, J. C. B. Mohr, Tubing, 1981, pigs. 21-46, — « fusiona estos dos elementos en un todo integral e unificado. 11. Sobre la cuestin de fines racionales frente alos fines iracionales,véase BateR,K., ‘The Moral Point of View, Cornell University Pres, Ithaca, 1958; y GEAT, B., The Moral Rules, Harper and Row, Nueva York, 1973. Un desartllo dela racionslidad de finesse encuentra en RESCHER, N., The Validity of Values: Human Values in Pragmatic Perspective, Princeton University Press, Princeton, 1993, 12. Algunos te6ricos podrian cambiar «contrario» por la frase «por encima de o més alld de». Pero, por los argumentos antes indicedos, esto seria inapropiado. La razén noes autosuficiente respecto de todo ser y de todo fin LA OBJETIVIDAD DE LOS VALORES 83 Argumentos evaluativos que siguen la linea de «Rodriguez es egoista, desconsiderado y paleto» no yacen fuera de la esfera de la indagacién ra- cional (no porque ese asunto pretenda aseveraciones como «la conducta que es egoista, desconsiderada y paleta va contra los altos intereses de! pueblo»). El tema de la accién adecuada alas circunstancias en que nos en- ccontramos es central para la racionalidad. Al tratar cuestiones de creencia, accién o evaluacién queremos (es decir, a menudo hacemos y siempre de- beriamos desear) hacerlo lo mejor que podamos. Porque no se puede ser racional sin el debido cuidado por la deseabilidad (desirability) de lo que tuno desea (el plano de su alineamiento con nuestros intereses reales, como distintos de los presuntos intereses los meramente aparentes). La acertada sintonia de medios con fines, que es caracteristica de la racionalidad, reclama un adecuado balance entre costes y beneficios en nuestra eleccién entre modos alternativos de resolver nuestros problemas cognitivos, practicos y evaluativos. La razén, consecuentemente, deman- da la determinacién del valor verdadero de las cosas, Del mismo modo que la razén cognitiva, al determinar lo que hemos de aceptar, requiere ‘que juzguemos las pruebas empizicas en favor de ellas en su valor verda- dero, también la razén evaluativa nos pide estimar los valores de nuestras opciones précticas en su verdadera valia al determinar lo que hemos de elegir o preferit. ¥ esto reclama un adecuado aniliss de coste-beneficio. Los valores deben ser manejados como una «economia» general, con un modo racional de conseguir armonizaciones y optimaciones de tipo general. (La racionalidad econdémica no es la nica clase de ra- cionalidad que hay, pero es un aspecto importante de la racionalidad glo- bal). Alguien que rechace tales consideraciones econémicas (quien, en ausencia de cualquier ventaja compensatoria a la vista, deliberadamen- te comprase con millones los beneficios que él reconoce que son del va- Jor de unas pocas pesetas) simplemente no es racional. Es tan irracional como permitir que los esfuerzos de uno en la busqueda de objetivos ele- gidos incurran en costes que rebasan su verdadero valor; como también lo es dejar que las creencias propias estén al margen de los hechos. Economistas, te6ricos de la decisi6n y filésofos utilitaristas mar tienen, en general, que la racionalidad descansa en el inteligente culti- vo de las preferencias de uno.” Pero esto es en extremo problematico. 13, El lugar clisico donde se aborda (y critica) la preferencia ws K,, Social Choice and individua! Values, J. Wiley, Nueva York 1951, rista es ARROW, 84 BASES TEORICAS DE LA PROPUESTA: RAZON Y VALORES Lo que quiero o meramente pienso que es bueno para mi, es una cosa; Jo que necesito y realmente es bueno para mi, es otra. Para moverme desde las preferencias e intereses constatados hacia beneficios genui- nos ¢ intereses reales, debo estar preparado para conseguir incorporar una critica racional de fines; para examinar, ala luz de estindares ob- jetivos, silo que yo deseo es deseable, si mis fines actuales son fines ra- cionales, si mis presuntos intereses son intereses reales. La persona ge- nuinamente racional es aquella que procede en situaciones de eleccién preguntandose a si misma no la cuestién introspectiva: «qué prefie ro?», sino la pregunta objetiva: «equé ha de considerarse preferible? que debo preferir sobre la base de mis mejores intereses?».* El com- portamiento racional no requiere Gnicamente desear satisfaccién; de- manda también desear encauzarla. La cuesti6n de la adecuacion es cru cial. ¥ este es un aspecto en el que la gente puede ser —y, a menudo, es— irracional; no ya descuidada sino incluso perversa, auto-destructi vay disparatada Al buscar lo que nosotros mismos deseamos, la accién no se transforma automaticamente en racional por este simple hecho. El asunto crucial es el evaluar el deseo mismo: determina si el objeto deseado es realmente deseable, algo digno de deseo. (Desear puede ser suficiente para explicar una acci6n, pero no es, por eso mismo, suficiente para calificarla como «racional».) En condiciones iguales, es racional buscar lo que uno quiere. Sin embargo, las condiciones no son por lo general iguales. En lo principal, la clave no esta en lo que queremos sino en lo que deberfamos querer; no en lo que dese- amos sino en «lo que es bueno para nosotros». Y cuando éstos [lo deseado y lo deseable] difieren, la racionalidad y el deseo apartan sus caminos. (Desde una perspectiva racional, es contraproducente buscar los deseos a expensas de las necesidades e inteteses reales.) Ser deseado no hace que algo sea autométicamente deseable; ni ser valorado lo convierte en valioso. Lo decisivo es cémo cuenta lo que debe ser. Ciertamente los fines de la gente y sus propésitos no seran validos objetivamente de modo automético. Podemos ser en cada instante tan 14, Una buena exposicién de la postura opuesta, ene sentido de mantener quela va- lides econémice no es asunto de preferenci o acomodacién, se halla en Scutck, E, Having ‘Reasons: An Essay in Rationality and Socality, Princeton University Pres, Princeton, 1984 LA OBJETIVIDAD DE LOS VALORES 85 irracionales en la adopcién de fines como en cualquier otra eleccién. Los intereses aparentes no son los reales de una manera automatica. Conseguir lo que uno quiere no es necesariamente lograr el beneficio propio: las metas no se transforman en validas por su mera aceptaci6n. Los fines de la gente pueden ser autodestructivos, impedimentos con- traproducentes para la realizacién de sus verdaderas necesidades. La racionalidad reclama un juicio objetivo: pide una estimacién de prefe- ribilidad més que la pura expresi6n de una preferencia, La raciona lidad de fines, su adecuacién racional y su legitimidad es por consi- guiente un aspecto crucial de la racionalidad. Lo que estd en juego con Ja racionalidad es mas que la cuestidn de la estricta instrumentalidad (la mera efectividad de buscar los fines sin importar en qué medida puedan ser inadecuados). Cuando ponemos en nuestros fines un peso yun valor que ellos de hecho no tienen, buscamos la mera voluntad de lo volati. La evaluacién descansa asi en el coraz6n mismo de la racionalidad. Porque la racionalidad es un asunto de equilibrar costes y beneficios, de servir a lo mejor de nuestros intereses generales. De este modo, la cuestién del valor nunca esta para ser eliminada de los pensamientos de una mente racional. La racionalidad de fines es un componente in- dispensable de la racionalidad en su conjunto. La racionalidad de rnuestras acciones descansa de una manera decisiva tanto en la idonei- dad de nuestros fines como en la adecuacién de los medios pot medio de los cuales buscamos su desarrollo. La racionalidad consiste en la biisqueda inteligente de fines idéneos. Asi, los dos factores —medios adecuados y fines apropiados— son ambos necesatios. Hacen falta, en consecuencia, tanto la solider cognitiva —la «biisqueda inteligente»— yla finalidad normativa —los «fines apropiadas»—, de modo que esos dos componentes son, por igual, esenciales para una racionalidad ple- namente desarrollada, 3.4, La valoracion sujeta a la raxén: la racionalidad de fines y las necesidades humanas Qué es lo que esta en los intereses reales de una persona o en sus mejores intereses? En parte, hay sin duda un punto de encuentro: las necesidades que, de modo universal, tienen en comin las personas (sa- ud, funcionamiento satisfactorio de la mente y del cuerpo, recursos } i : 86 BASES TEORICAS DE LA PROPUESTA: RAZON Y VALORES suficientes, compafiia humana y afecto, y asi sucesivamente)."* En par- te, ¢s también un asunto del papel particular que uno juega: los hijos cooperativos favorecen el interés de su padre; la fidelidad del consu: midor corre en favor de los intereses del vendedor. Es asimismo, en parte, una cuestién que a uno le sucede porque quiere. (Si José ama a Isabel, entonces atraer la atencién de Isabel y sus afectos redunda en interés de José; algunas cosas son del interés de una persona porque, sencillamente, ella pone interés en ellos.) Pero estos intereses relacio- nados con el querer son vilidos s6lo en virtud de su relacién con inte- reses universales. La aprobacién de Isabel es en interés de Juan s6lo porque «tener el consentimiento de alguien que amamos» es en interés de alguien (anyone) Cada interés vilidlo especifico debe caer dentro del émbito de just ficacién de un principio adecuado de cobertura universal de legitima- cién del interés. (La ampliacién de mi coleccién de sellos es de mi in- terés sélo porque es parte de mi aficién, que constituye una distraccién, para mi y «asegura un conveniente relax y un entretenimiento respecto del estrés que conlleva la vida ordinaria», es algo que va en interés de alguien.) Un interés especifico (concreto, particular) de una persona es valido, como tal, si puede estar subordinado a un interés general, por tener una base en las necesidades legitimas de la gente. Seguramente, los «intereses adecuados» de una persona tendrin un componente importante de relatividad personal. Sélo en el nivel més abstracto y genérico mi necesidad serd exactamente igual que la tuya. E] ideal que tiene una persona (se/f-ideal), configurado a la luz de su propia estructura de valores, sera diferente, de modo por completo correcto, al que tiene otra. Mas atin, qué clase de intereses tenga una persona dependera, en gran medida, de las circunstancias y condicio- nes particulares en las que ella misma se encontr6, incluyendo sus de- seos y anhelos. (En ausencia de cualquier consideracién que sirva de contrapeso, conseguir lo que yo quiero es mi mejor interés). Siendo las circunstancias iguales, hay una cantidad considerable de intereses rea- 15, Este tema se retrorae a la expecificacion de lo «hisico» (princpia) del bien hu: ‘mano en la Academia Media (Carnéades): cosas como la solidez y conservacién de las par fentidos, el liberarse de! dolor, el vigor fisicoy el atractivo fi sco. Compérese con CicERON, De finibus, V, vii, 19. (Carnéades, fildsofo escéptico, desconfiaba de los sentidos y del poder de ls mente para alcanzar la verdad, Vivi6 entre el 2idy 197 2.C. (N del] LA OBJETIVIDAD DE LOS VALORES 87 les que la gente tiene en comiin (por ejemplo, los englobados en los es tindares de vida —salud y recursos— y de calidad de vida —oportu- nidades y condiciones—); y, en dltima instancia, el sostenimiento y en- riquecimiento de estos factores de vida son los determinantes de la validez de los intereses individualizados. Ambos tipos de interés —el idiosineratico y el general— tienen un papel determinante en las ope- raciones de racionalidad La racionalidad de fines inhiere en el simple hecho de que nose- tros, los humanos, tenemos diversas necesidades vilidas; que no slo requerimos el alimento y la proteccién contra los elementos para con- servar la salud, sino también informacién («orientacién cognitiva»), afecto, libertad de accién, y muchas otras cosas més. Sin tal variedad de bienes, no podemos crecer (thrive) como seres humanos; no pode- ‘mos conseguir la condicién humana de bienestar que Aristételes lamé «florecimiento»."* La persona que no pone en estos miiltiples desidera- 4a el cuidado debido —quien llegue incluso a fustrar su realizacién— claramente no es un ser racional, Estos diversos bienes no son, sin més, medios instrumentales de otros bienes, sino aspectas o componentes de lo que ¢s, en si mismo, un buen fin, quintaesenciado en relacién a nosotros: el florecer huma- no. Lo que esto incluye y cémo se particulariza en la concreta situaci6n de individuos especificos es algo complejo e internamente abigarrado. Pero es este desiderarum omniabarcante lo que da validez al resto. Flo- recer como humanos, segiin la clase de criaturas que somos, es obvia- ‘mente un bien intrinseco para nosotros (aunque, sin duda alguna, no sea necesariamente el bien supremo). Estamos asi situados que nuestra posicién de ventaja (y equién mas puede ser decisivo para nosotros?) es claramente algo que debemos ver como un bien. No necesitamos de- liberar sobre él; no necesitamos empezar a pensar sobre él a partir de otras premisas; para nosotros, llega de forma directa, en cuanto que es algo «dado», inevitable. Ahora bien, equé sucede con los «meros antojos y las fantasias»? Si tengo un vivo deseo de comer hierbas silvestres gllevatlo a cabo no se- ria un «interés» mio perfectamente adecuado? Si, lo es. Pero solo por- que estd bajo un interés general perfectamente coherente, a saber: «ha- 16, Vease ARISTOTELES, Ethics Nichomachea libro X. Véase BARNES, J. Aristotle, ‘Oxford University Press, Oxford, 1981, 88 BASES TEORICAS DE LA PROPUESTA: RAZON Y VALORES g0 lo que noto que me gusta hacer en citcunstancias en donde no hay ni perjuicio para uno ni dafio para otros». Este es uno de los principios de nivel superior que constituyen los factores de control desde el pun: to de vista de la raz6n Y entonees, al estimar la racionalidad de las acciones no podemos mirar sélo a los morivos personales, sino invocar también los valores adecuados de modo universal. Ei hecho de que X quiera A permanece ‘como mero motivo de su accién de buscar A (como contrapuesto a la raz6n) hasta que ese momento, tal como es, sea racionalizado a través del hecho de que X reconoce que A tiene el rasgo deseable R, que no es precisamente algo que X quiere, sino que es algo que cualquier per- sona (razonable) querria en las circunstancias en cuestin."” (Obsérve- se que, cuando X quiere «casarse con Isabel», éste permanece sin ra- cionalizar hasta el momento en que es «cubierto» por el desideratum universal de «casarse con una persona a la que uno ama profundamen: te».) Sélo con una legitimacién de este tipo, sub ration’ boni, en cuan- to parte de un desideratum universalmente coherente, podemos racio- nalizar una valoracién (valuation) 0, en su caso, una eleccién o preferencia que se deriva a partir de ella. Los propésitos estrictamente personales slo proporcionan moti- vos y no razones: tinicamente consideraciones universales pueden pro. veernos de un adecuado rationale para la accién. «X quiere A.» ¢Por qué? «El quiere a By ve que A se encamina a B» Pero, ¢por qué quie- re a B? Con un querer racional podemos extender este regreso hasta que alcancemos algo que es deseable irrestrictamente (universalmen- te}; algo que, al quererlo nosotros —los que preguntamos— verios que tiene sentido, que lo valoramos, y que pensamos que todos debieran hacer lo mismo, y consideramos intitil e innecesario suscitar ulteriores preguntas. Sdlo cuando X hace lo que nostros mismos vemos como «normal y natural» para la gente, en general, dejamos de pedir poste riores explicaciones especiales, Algunos autores, como Jean Paul Sartre,* ven las consideraciones proporcionadoras-de-razones en la esfera prictica como bloqueadas en 17, Desde luego, no podemes definir lo racionsbs como «lo que cada persons ra ional (razonable) podrfa querer, puesto que esto seria circular. Pero eso no excluye, por supuesto, al aumento en cuestiéa de expecificar una necesariarelacin, 18. Véase Saxrne, J.P, «La transcendence de lego. Quisse d'une description phé ‘noménologiquee, Recherches phlosopbiques, vol. 6, 1936-37, pégs. 38-89, LA OBJETIVIDAD DE LOS VALORES 89 un regreso, potencialmente infinito, que s6lo puede ser roto por una Ultima llamada a «razonadas» sinrazones que descansan en el dominio de las decisiones de juicio y en los actos de voluntad. Pere esto es pre- cisamente cémo no van las cosas en la explicacién y lajustficacion de acciones. Aqui, el regreso de las razones (A porque B porque C) puede y debe terminar automaticamente y de modo natural con cualquier ra- 26n universal vida (un interés que es propio y adecuado para cual quiere, siendo iguales las otras cosas). Yo quiero este bocadillo porque tengo hambre, y deseo detener la sensacién de hambre (esto es aliviat sos alfilerazos del hambre) porque es molesta. Ahora bien, no tiene sentido ir mas lejos, y no hay necesidad de ello. Cuando se aleanza un universal, no se precisa una ulterior elaboracin, (Es en estas circuns: tancias que se dota al asunto de la justificacién racional de toda su im- portancia.) Para proceder racionalmente, debemos cuidar no tanto de la efi- cacia (efficacy) de los medios cuanto del valor de los fines (ends). El’ hombre no es sélo homo sapiens sino también homo aestimans. El jui- cio més bisico que hacemos, incluso respecto de desartollos mera- mente hipotéticos, es si hay 0 10 «algo bueno», Ser racional incluye procurar hacer bien (inteligentemente) lo que debemos hacer por na- turaleza; y una valoracién es, sin ningin genero de dudas, una parte de esto Considérese el contraste entre: — querer manifiesto: lo que digo 0 declaro que quiero o prefiero; — deseos sentidos: lo que yo (cealmente) quiero 0 prefiero; — querer real (o apropiado): lo que el espectador razonable (im- parcial, bien informado, con buena intencién, comprensivo) po- dria pensar que debo querer sobre la base de lo que constituye «mi mejor interés». Es este tiltimo aspecto el decisivo para la racionalidad, principal- mente lo que es mi interés «real» 0 «mejor», La racionalidad no es tan to una cuestién de lo que queremos (si esto fuera asi, ;seria bien simple de conseguit!); es un asunto de hacer (racionalmente) lo que debemos, dada la situacién en la que nos encontramos nosotros mismos. Los pa- s05 iniciales —el querer manifiesto y los deseos sentidos— son, sin du. da, subjetivos. Pero, con el tercero, comienza a operat la racionalidad : \ ; 90 BASES TEORICAS DE LA PROPUESTA: RAZON Y VALORES como elemento determinado objetivamente. Porque los deseos son ra- cionales precisamente en la medida en que en ellos inhieren las propias necesidades y se armonizan con ellas en su conjunto. 3.5. Objetividad de los valores: la valoracion no es un asunto de pura subjetividad La objetividad requiere que limitemos el émbito en el que satisfa- ‘cemos nuestras predilecciones y preferencias; pide que veamos aquello que, dentro de unas determinadas circunstancias, es lo mejor, en vez de mirar hacia aquello que nos gustaria mas a nosotros o lo que deseamos. Después de todo, nada hay autométicamente adecuado (dejando apar- te lo sagrado) acerca de nuestros propios fines, objetivos y preferen- cias. Para la racionalidad, la cuestién crucial es la concerniente al ver- dadero valor del item en cuestibn. Lo que cuenta no es la preferencia (preference) sino la preferibilidad (preferability): no lo que la gente quiere, sino lo que deberfa querer; no lo que la gente realmente quiere, sino lo que la gente sensata (sensible) o bien pensante (right-thinking) deberia querer dadas las circunstancias. El aspecto normativo es ineli minable. Existe una conexién indisoluble entre el verdadero valor de algo el que sea bueno 0 correcto o iil) y el que sea racional el elegir 0 pre- ferir esta cosa. Y asi, la cuesti6n crucial para la racionalidad no es esa de qué preferimos, sino aquella otra, ya sefialada: equé redunda en nuestro mayor interés? Esta pregunta no indaga simplemente qué po: demos desear de hecho, sino qué es bueno para nosotros, en el sentido de contribuit ala realizacién de nuestros intereses reales. La biisqueda de Jo que queremos sélo es racional en la medida en que tenemos razones furdadas para juzgar qué es lo que merece-ser-querido, La cuestién de silo que preferimos es preferible, en el sentido de merecer la preferen cia, es siempre relevante. Los fines pueden y, en el contexto de la ra cionalidad, deben ser valorados. No se trata meramente de que las creen: cias puedan ser estuipidas, desaconsejables e inapropiadas —es decir, irracionales—, pues los fines también pueden setlo: Nosotros los hu ‘manos podemos buscar (y, lamentablemente, a menudo lo hacemos) fi nes que son contraproducentes, autodestructivos o viciosos. Con una respuesta subjetiva —las cuestiones de gusto, por ejem- plo— el individuo concreto es, sin duda, el arbitro final. Si te gusta 0 LA OBJETIVIDAD DE LOS VALORES 1 disfrutas o apruebas una experiencia particular o una clase de cosas es- pecificas es cosa tuya: chacun d son gout. En tales asuntos de inclina- cién y de reaccién personal reina la subjetividad. Ahora bien, si algo ‘merece gustar (0 ser disfrutado o ser aprobado), si a una persona sen- sata deberia gustarle (0 disfrutarlo o aprobarlo), ya no ¢s ciertamente tuna cuesti6n de gusto. Es un asunto objetivo; un asunto de la raciona- lidad y de lo razonable. Porque si algo es disfrutable (o agradable 0 trdgico 0 cémico) no es cosa de realismo personal, sino un tema de ra- z6n: una cuesti6n de si hay una explicacién convincente por la que gente sensata pueda encontrar que esta clase de cosas es disfrutable (o agradable o ‘trdgica 0 cémica). En ausencia de una explicacién con- vincente que objetive normativamente, la caracterizacién de lo agra- dable (0 de lo disfrutable o lo trégico) no serd aplicada de manera apropiada, Para la racionalidad como tal, es esencial la racionalidad de fines: no vale la pena el correr, aunque sea velozmente, hacia ur. destino cu- yo alcance no reporta beneficio alguno. Es instil establecer «una con- sonancia racional» con lo que creemos o hacemos o valoramos si estos objetos, con respecto a los cuales relativizamos, no son racionales en primer lugar. Los principios de racionalidad relativa carecen de senti- do en ausencia de principios de racionalidad categérica. Lo querido per se (el querer no examinado y no evaluado) puede muy bien pro- porcionar motivos que impulsen a la accién, pero no constituyen, en consecuencia, buenas razones para la accién. Sin duda, entre nuestras necesidades esté el tener cumplidos algu- nos de nuestros deseos.” Pero es la mecesidad la que es determinante para nuestros intereses, no los deseos como tales. Los verdaderos inte- reses de una persona no son aquellos que ella tiene sino aquellos que deberia tener, si condujera adecuadamente (sensatamente, apropiada- mente) su tarea indagadora y su quehacer evaluador, El bienestar de tuna persona esta, con frecuencia, mal atendido por sus deseos, que 19. Ante el problema que se plantea de si hay valores afectivos objetivos, habia que seialar lo siguiente: teniendo la gente que amar y agradar,consttuyen desiderata hume ‘08 perfectamente eobjetivos» el ser amado y el ser agradado, pues estin en interés de al uien. Desde luego que solo pueden ser concretados por amar a y ser agradado por . Estas relaciones especifcas, en cuanto tales, no son abjetivas sino de persona. Pero, al ‘gual que «pasar el tiempo con alguien divierte», hay unos desiderata universes que ie nen sélo especificaciones personales. eee eet tte : 92 BASES TEORICAS DE LA PROPUESTA: RAZON ¥ VALORES pucden ser en conjunto irracionales, perversos 0 patolégicos.” Esta distincién de la adecuacién a lo real, como opuesto a lo simplemente aparente —el querer y los intereses—, es crucial para la racionalidad. Esto segundo versa sobre lo que meramente acaece al querer en el tiempo; mientras que lo primero se ocupa de lo que deberiamos querer ¥,Por tanto, «lo que deberiamos querer si» (si todos nosotros solo fué- ramos «seres inteligentes» respecto de la conducta que la vida de cada uno requiere: prudentes, sensatos, concienzudos, bien considerados, y otras cualidades semejantes).** Lo que convierte en una empresa racional la evaluacién es el hecho de que los valores son objetivos en uno de los sentidos del término al menos, principalmente en que la evaluacién est4 sujeta a los estandares ‘de adecuado-inadecuado o correcto-incorrecto. Porque silo a través de estindases podemos alcanzar esa indole impersonal y la genetalidad de aplicacin que es crucial a la objetividad. Lo que separa a las valo raciones de las meras preferencias es que aquéllas incluyen esténdares. Al valorar apuntamos a critesios en virtud de los cuales las ideas en cuestién son clasificadas como buenas o malas, superiores 0 inferiores, justas o injustas, etc. Valoraciones que, en cuanto tales, habrin de estar apoyadas por la razén articulada en términos de las normas relevantes; normas que inhieren en la arquitectura de nuestras necesidades. Para llegar més lejos que el nivel de valoracién-de-medios (estoes. de cstimacién de la eficiencia en la realizacién de fines de otro modo no eva- luados), debemos entonces tener también criterios de inherente cardcter positivo que proporcionen estandares para la evaluaci6n de fines. Y, en el caso de nosotros, los humanos, éstos deben basarse al final en silos obie- tos en cuestién operan de alguna manera para servir a genuinos intereses nuestros; es decir, que funcionen de un modo conducente a propiciamnos un crecimiento como seres humanos, La objetividad de la evaluacién ra- cional se enraiza, en ltima instancia, en la naturaleza de nuestros intere- 20, Véase RESCHER, N., Welfare, University of Pittsburgh Press, Pittsburgh, 1972. Véase Ravits, J. A Theory of Justice, Harvard University Press, Cambridge, 1971, pig, 421, Rawls taza esta orientacisn de penssmienta volviendo a Henry Sidgwick. 21, Elcontraste vuelve la distincion de Aristteles entre el deseo como tal y lap {ferencia racional(véase ARISTOTELES, Exbica Nichomachea, libro VI). Muchos de los aspe tos de la teoria erica de Aristtelesresutan tiles para el presente estudio. A exe respec to, un adecuado eratamiento se encuentra en Aristotle, de Jonathan Burnes, el libro que publicé en 1981 Oxford University Press denteo de su coleccion de maestros del pasado LA OBJETIVIDAD DE LOS VALORES 3 ses reales. Ciertamente, esta cuestién de los intereses reales es, en cuanto tal, normativa en parte. Pero este factor no establece un circulo vicioso: simplemente refleja el hecho de que el dominio del valor esté autoconte. nido en términos probativos; que descansa en la naturaleza misma de las cosas el que, en el razonamiento coherente acerca de valores, no podemos alcanzar conclusiones evaluativas sin inputs evaluativos. La racionalidad de fines es un componente indispensable de la racionalidad en su conjunto por dos razones. (i) Los fines valorados ra- cionalmente deben ser aquellos que son adecuados en términos eva- luativos. A este respecto, si adoptamos fines inapropiados no estamos siendo racionales, al margen de cual sea la eficiencia y la eficacia con la que los buscamos. (ii) No podemos proceder racionalmente sin con derar el valor relativo-al-fin de nuestros medios. Hemos de indagar si el coste de aquellos medios (los recursos que estamos gastando a través de ellos) esta en consonancia con los valores que suptiestamente se es- tén realizando mediante los fines. De ahila pregunta: «Si los costes estan incorporados en los medios, ¢merecen realmente la pena los fines?» Sin valoracién racional, la racionalidad practica llega a set inviable co- mo proyecto dotado de sentido, con las consecuencias fatales para la | ~ racionalidad como un todo, dada la unidad sistemstica de la razén. Asi pues, a leccién de la cuestién de la objetividad de los valores~ es clara. Una vez que el asunto de la racionalidad de los fines se acepta como dotado de sentido, la objetividad de la valoracicn es algo que se sigue inmediatamente en su despliegue. Lo que importa, por tanto, de la atencién prestada aqui a la objetividad es que las valoraciones han de ser apoyables validamente en consideraciones racionales; que se pueda hacer un caso consciente a partir de catificarlas: como algo justficado, | pero no necesariamente como algo verdadero, de modo que las valo- raciones estén apoyadas por reflexiones juiciosas y argumentos con- vincentes. Lo que cuenta es que deberiamos ser capaces de razonar s0- bre cuestiones valorativas mediante un razonamiento coherente que personas (completamente) racionales han de aceptar como sélido y que toda la gente, en consecuencia, deberia asumir como tal, 3.6. La objetividad de los valores en la ciencia y la tecnologia La capacidad para la racionalidad es nuestra caracteristica definito- tia como seres humanos. Y, como ser inteligente, el homo sapiens hace D4 BASES TEORICAS DE LA PROPUESTA: RAZON Y VALORES sus elecciones mediante razones. Este asunto de proporcionar razones para las elecciones es la razén-de-ser de los valores, En consecuencia, ~fos valores entran en accién a través de todo el campo de la activ ‘humana, incluidas, sin duda alguna, la ciencia y la tecnologia. Sin embargo, los valores mismos tienen su razén de ser. El mejor modo de comprender lo que la valoracién es consiste en proceder a examinar lo que la valoracién hace. Este aspecto intencional de la eva. Juacién proporciona una parte de la empresa pragmitica, y la parcela, fen cuanto que deja espacio para una deliberacidn sobre el valor dentro de la esfera de la racionalidad practica, Esta circunstancia general se aplica con especial fuerza y propiedad a la situacién de la ciencia, Presenta la teleologia de la ciencia dos sectores, De un lado, estan los objetivos (aims) internos: ampliar nuestro conocimiento y respon. der a nuestras preguntas acerca de cémo funcionan las cosas en el ‘mundo; y, de otro lado, se encuentran sus objetivos externos y de apli cacién: desarrollar tecnologia, extendiendo nuestro control sobre la Naturaleza, y reforzar el ambito de nuestra accién en el mundo. Respecto de la ciencia, los valores funcionan en consonancia con esto segtin varios modos diferentes: 8) Objetivos de le ciencia. Ciertos factores de valor representan los cometidos de la investigacin cientifica en si misma considerada: en concreto, la descripcidn efectiva, la explicacién, la prediccién y el con. trol de la Naturaleza. En cierto sentido, son los objetivos de la ciencia como empresa de indagacién racional b) Valores de Ia ciencia en cuanto teoria, Ciertos factores de valor representan los desiderata de las teorias cientificas. Estos incluyen los rasgos de coherencia, consistencia, generalidad, comprensibilidad simplicidad, exactitud, precision y otros semejantes. En este ambito también encontramos los valores incluidos en la gestién del riesgo cog. nitivo, en especial en los estndares de prueba y de rigor, en las consi deraciones que sirven para determinar cuintas pruebas empiricas (evr dence) se requieren para justificar la aceptacién de afirmaciones cientificas. No pédimos a los cientificos sociales el mismo criterio de ri gor que se autoimpone el matemitico, ©) Valores de la ciencia en cuanto proceso de produecién (science- producer values). Ciertos factores de valor representan los desiderata del trabajo centficoy de quienes lo realizan, Hatos inclayen rasgor ta LA OBJETIVIDAD DE LOS VALORES 95 les como perseverancia y persistencia, veracidad y honradez, actuacién a conciencia y cuidado por el detalle. En este imbito también se en- ! cuentran los valores afectados en el problema de la eleccién: los asun- tos particulares y las cuestiones a las que uno dedica sus esfuerzos, Y éstos también estén incluidos al gestionar un sistema de incentivos y_! premios. + d) Valores de Ia ciencia en cuanto aplicacién, Ciertos factores de \ valor representan el beneficio de los productos de la ciencia, Estos estan relacionados principalmente con la aplicacién de la ciencia a las venta- jas de los desiderata humanos tales como el bienestar, la salud, la lon- gevidad, la comodidad, etc., en medicina, ingenieria, agricultura ... Aqu{ también encontramos los modos a través de los cuales los valores impregnan la aplicacién de la labor cientifica a la tecnologia: al evaluar el casdcter deseable o no de las diversas implementaciones tecnol6g cas; al preguntar: ges deseable (moralmente y éticemente) realizar ma. nipulacién psicoldgica de individuos, organizar grupos [de presién) para orientar la opinisn, desarrollar armas de destruccién masiva, etc.? De nuevo, la misma clase de cuestiones se plantean en diversas areas de la biomedicina: la clonacién y el aborto son sélo dos ejemplos. La puesta en préctica de la investi édica (el consentimiento infor- ‘mado; la duracién de las pruebas ciegas ante los indicadores de le efi- cacia del tratamiento) proporciona otros casos. + Ahora bien, en este contexto es importante observar el papel contro- lador del elemento inicial: los objetivos (aims) de la ciencia. Porque los itemes b) yo) tienen efectivamente un estatuto instrumental desde el pun: to de vista de la valoracién, Su adecuacién se sigue de un hecho: que los valores en cuesti6n son tales que la teoria y la experiencia indican igual- mente que su basqueda conduce a la realizacién efectiva de aquellos ob: jetivos que la rigen, aquellos objetivos fundamentales que estan en liza en el elemento a). Y, respecto de d), esta claro que una aplicacién eficaz en Li puesta en priictica de los beneficios humanos es, en si misma, en parte (la parte que es, en efecto, més basica y significativa) uno de los objetivos efinitivos de la ciencia: el logro del control sobre la Naturaleza Con estos antecedentes, se deja ver entonces que los valores de sempeiian un papel central en la ciencia y que ese cometido no es arbi trario 0 aftadido, sino que es inherente a la estructura de fines que es dfinitiva en la ciencia como busqueda racional. Dadas nuestras nece- 96 BASES TEORICAS DE LA PROPUESTA: RAZON Y VALORES sidades de comprensién y de acomodacién al mundo natural que cons tituye el entorno de nuestras vidas, la ciencia es un proyecto con el que estamos comprometides como criaturas racionales; un compromiso gue, a su vez, trae consigo un complejo (conjunto] de valores. Lalleccién general que se obtiene a partir de estas deliberaciones es entonces clara, Tanto la conducta racional como el uso que aplica el trabajo cientifico incluye una serie de cuestiones evaluativas y, con fre cuencia, también morales. No hay cabida para el intento de separar la ciencia respecto de cuestiones de evaluacién y de ética. La unica cues- tin es si estos asuntos han de ser planteados explicitamente, de una manera detallada y racional,o sihan de ser dejados, en su caso, «la mera tendencia a la compasién (mercy) de personas no reflexivas y a prejui- cios e inclinaciones no evaluados. Porque el hecho es que esa reflexién rigurosa y detallada acerca de las cuestiones sobre e] valor —en suma: la teoria de los valores— es una materia interdisciplinar por derecho propio. Atrae las considera ciones de la filosofia, la sociologia, la psicologia, la ética, etc., por no decir nada de las consideraciones especificas de su dominio (sea medi- cina © matemiticas 0 el cuidado del medio ambiente) que llevan a las cuestiones de decisién y de accién que se suscitan en este campo de re- flexién. Sobre esta base, los estudios sobre el valor son una disciplina técnica y no hay raz6n para pensar que una conjetura aleatoria obten- dra conclusiones sensatas acerca de las cuestiones que se suscitan aqui cen mayor medida que resulta probable que lo haga en otros campos de Ja indagacién racional.# 4 22. El presente capitulo recoge y amplia una linea temética desarollada en Res ‘cuiER, N., Retinality- A Philosophical Inquiry into the Nature and the Rationale of Reason ‘Clarendon Press, Oxford, 1988, y la conecta directamente con las reflexionesrealza cen RESCUER, N., Objectivity: The Obligations of Impersonal Reeson, Univesity of Notre Dame Press, Notre Dame, 1997. SEGUNDA PARTE, ___L{MITES COGNITIVOS: EL AMBITO DE ESTUDIO Y EL IDEAL DE CIENCIA PERFECTA Iv EL LIMITADO CAMPO DE LA CIENCIA Y LA TECNOLOGIA! SINOPSIS 1) La ciencia en especial, la que estudia la Natureleza— y la tec- nologia no pueden ir lejos la una sin Ia otra. Los limites del progreso cientifico y tecnol6gico son interdependientes y, en altima instancia, no son tanto teoréticos cuanto practicos. 2) Cuenta, ademis, con una limitacin fundamental el progreso cientifico y tecnolgico: el conoci- rmiento es, después de todo, s6lo un bien humano entre otros. Porque, ademas de bienes especificamente cognitivos, existen otros ave tam bién estén relacionados con la calidad de vida personal y comunitaria: el bienestar fisico, el compafierismo, el atractivo del medio ambiente, la armonia social, el desarrollo cultural, y otros. 3) Incluso en el domi nio especificamente cognitivo, el conocimiento cientifico es sélo un ti- po particular de conocimiento, Se dan otros proyectos cognitivos: la experiencia inmediata, la estima afectiva, la simpatia y empatia hum: nas ... 4) Estas otras empresas no estén en condiciones de competir con la ciencia dentro del ambito de sus tareas propias: su orientacién es muy diferente, Dentro de su propia parcela cognitiva, la ciencia man- tiene su supremacia, No tenemos ningéin otro lugar a donde ir: no hay alternativa alguna salvo volver a la ciencia de hoy en dia, para cualquier cosa que queramos saber acerca de los componentes del mundo y sus modos de comportamiento. 5) Ante la percepcién del progreso tecno- légico como simplificador de la vida humana, hay que contraponer la complejidad que comporta la ampliacién de la gama de elecciones y 1. Texto cortespondiente al curso «Valores humanos en la era de la tecnologian de Facultad de Humanidades (Campus de Ferrol), Universidad de A Coruii, La versin vniinal es del 27 de octubre de 1994 y ha sido ampliada en agosto de 1998, La traducci6n ‘astellana ha sido realizada por Wenceslao J. Gonzilez. 100 LIMITES COGNITIVOS oportunidades que trae consigo la innovacién tecnolégica. A este res- ppecto, los ordenadores no consiguen climinar la complejidad: mejoran notablemente el procesamiento de la informacién, pero no contrapesan la adquisicin superrépida de informacién. 6) Ahora bien, la tecnologia también contribuye a solucionar el problema de la complejidad. Sin em- argo, el progreso tecnalégico trae consigo nuevos problemas con el consiguiente «principio de propagacién de cuestiones»: hay nuevos problemas tecnol6gicos cada vez que se resuelven los ya conocidos. 4.1, La cuestion de los limites de la ciencia y la tecnologia Las ciencias de la Naturaleza y la tecnologia —nuestros esfuerzos por extender nuestro control cognitivo y fisico acerca de la Naturale- ‘za— van juntas como dos piernas de un mismo cuerpo. Ninguna pue de ir lejos sin la otra, Por un lado, los recursos transformadores de la tecnologia utilizan y explotan (exploit) nuestra comprensién cientifica de los procesos del mundo. Pero, por otro lado, resulta que la ciencia no puede progresar sin la tecnologia. Porque tinicamente al estar inter- actuando con la realidad podemos obtener informacién acerca de ella. Sélo podemos teorizar de forma efectiva acerca de la Naturaleza en la jida en que podemos detectar sus procesos (via «observaciéa») y manipular sus fenémenos (via «experimentaci6n»). Desde un punto de vista general, la tecnologia es ciencia aplicada: consiste en hacer operativa nuestra comprensin cientifica para la creu- cién de un instrumental préctico (aviones, ordenadores, tc.) Sin embar 20, a veces los recursos tecnolégicos preceden a la comprensién de los principios cientificos (en casos como la maquina de vapor, que precedié a la termodinimica); e incluso hoy existen diversos recursos técnicos, co: ‘mo sucede en la hipnosis y en la acupuntura, cuya operacién no se capta {todavia) sobre la base de principios cientificos. En estos casos la teeno logia invita al desarrollo ulterior de la ciencia, en vez de ser lo que aplica la ciencia ya desarrollada. Pero, en general, ambas se mueven juntas. Entre una y otra la relacion es especialmente intima, porque ciencia necesita a la tecnologia: las situaciones experimentales que « amos en la ciencia (por ejemplo, las bajas temperaturas) y las situac's res naturales que observamos en orden a tener datos cientificos (yor ejemplo, los telescopios) requieren en si mismas de la tecnologia: si EL LIMITADO CAMPO DE LA CIENCIA 101 tecnologia nueva, siempre en desarrollo, el proceso de descubrimiento en la ciencia teérica podria pararse de una manera brusca. El cambio tecnolégico es un proceso en marcha, de cardcter pene- trante, que modifica constantemente las condiciones en las que vivimos a través de su impacto sobre el émbito material y el modus operandi de las vidas de las personas. Ese cambio es la consecuencia de la innova- cién y la invencién. El descubrimiento que representa la introduccién de la novedad hace que no se puedan anticipar los detalles futuros me- diante un pronéstico (forecast). (E] impacto en detalle de las nuevas tec nologias de la informacién no puede ser predicho por nosotros en ma- yor medida que lo fue el impacto de la imprenta en la época de Gutenberg.) Por esta raz6n, la realizacién de una ciencia social viene a set indefendible, en la medida en que se considera un requisito de una ciencia articular las leyes que describen la fenomenologia en cuesti6n a través de una generalizacién segura que hace posible la prediccién. Cuando se cultiva la investigacién cientifica, se examina a la natu- raleza a tenor de fenémenos interesantes. Entonces andamos a tientas en cuanto a las regularidades explicativas titiles que puede sugerir la investigacién. Como proceso bisicamente inductivo, la teorizaci6n pi- de disefiar la estructura tedrica menos compleja que sea capaz de aco- modar los datos disponibles. En cada nivel, intentamos encajar los fe- némenos y sus regularidades en la estructura explicativa mas simple (cognitivamente mas eficiente) capaz de resolver nuestras preguntas acerca del mundo y de guiar nuestras interacciones en él. Pero, paso @ paso, conforme avanza el proceso, nes vemos llevados hacia ulteriores cexigencias, cada vez més grandes, que slo pueden ser abordadas con tuna tecnologia mas poderosa de exploracién y manejo de los datos La buisqueda de las ciencias de la Naturaleza, tal como las conoce- ‘mos, nos embarca en una tarea para mejorar el ambito de la interven- 2. Se insiste aqui en las ciencias de la Naturalers, debido a que, por diversas raz0- nes, en buena parte vinculadas al problema de la prediccién de las realidades humanas y socials, resulta dudoso que sea posible una cenciarespecto de los fenémenos sociales, si se entiende la eciencia» en la acepcién usual, Para que sus recursos intelectuses sean rel mente efectivos, hace falta una serie de intrumentos matematicos adecuados (probabil ‘Ia, eoria de juegos, ete) asf como métodos para la adgusicidn y procesamiento de da- tu 2 gran escala. A este respecto, hay téenicas que hacen posible la realizacién de ‘nedicciones sociales, pero solo de forma limitada. Véase RESCHER, N., Predicting the Fa: sre, SUNY Press, Nueva York, 1998, 102 LIMITES COGNITIVOS cién experimental efectiva, lieralmente sin fin. Porque sélo al operat bajo nuevas condiciones, inaccesibles hasta e] momento, de sistemati- zacién observacional o experimental (para llegar a la temperatura, pre- n, velocidad de particulas, fortaleza de campo, ete., extremas) po- demos ser conscientes de situaciones que nos permiten poner a prueba el conocimiente que amplia las hipétesis y las teorias. El enorme poder, sensibilidad y complejidad desplegados en la ciencia experimental de hoy en dia no han sido divisados por ellos mismos, sino que, més bien, se ha movido la frontera del investigador hacia un area donde esta so- fisticaci6n es el requisito indispensable para un posterior progreso. En Ia ciencia, como en la guerra, las batallas del presente no pueden ser li- bradas de forma efectiva con armamento del pasado. Como ha sefal do correctamente un agudo observador, «la mayor parte de los experi- mentos criticos planeados hoy (en fisica), si hubieran de verse en la necesidad de utilizar la tecnologia de hace sélo diez afios, se encontra- rian en un serio compromiso».’ Puesto que sélo podemos aprender acerca de la Naturaleza inte- ractuando con ella, la tercera ley de Newton —el contrapeso entre ac- cidn y reaccién— se convierte en un principio fundamental de la epis- temologia. Todo depende precisamente de cémo y con qué fuerza podamos proseguir al enfrentarnos a la naturaleza en situaciones de in- teraccién observacional y de deteccién. Como ya vié F. Bacon, la Na- turaleza nunca nos dira mas que lo que podamos extraer de ella a la fuerza, através de los medios de interacci6n a nuestra disposicién. Y lo que podamos ser capaces de extraer con pruebas sucesivamente més profundas esté destinado a lidiar con un aspecto cambiante de modo 3. Baowtey,D. A. at Nations! Reach Coun, Psi in Penpectv, Ne sional Rendemy of Scene Publication, Student Editon, Wasington, D.C. 1973.2 To, VeaseIbdem, pip 1. Vee cambién HOLTON, G,, «Modes for Undereandng the Growth and Excellent of cet Rescarche,GEAUBARD§.R.y HOLTON, Cs comps) Excellence and Leadasip inthe Demorray,Colmbia Uiversy Pres, Nuva Yor, 1962, pip 113. ‘Deceste problems se ocupe Resci,N, Pees Knowledge? Aa Esta fo Ecoromi Limit Semi Pros, University Pres of Aerie Sevage, MD, 19%, : 4. Vease BACON. Novum Organ see adic era de treatin natura reap hominis, Loris, 162, libros ec 3, Editing al cidado de] Spedig, RIL Eliny D,D, Hew en: Bacon, F, Works, Roberto Londres, 903. Trad: cat de E.H1 Baiod con eso preliminary notes de R. Front Novum Orgonam, Losi, Bacnoe Ales 149 18 de}) 4 EL LIMITADO CAMPO DE LA CIENCIA 103 continuo, porque operamos en nuevas circunstancias donde no cabe esperar que las antiguas condiciones puedan prevalecer y donde las re- alas antiguas no se aplican ya mé Sin embargo, la realidad de la situacién es que la Naturaleza pone unas barreras de resistencia cada vez mayores, tanto intelectuales como a la penetracién fisica. Consideremos la analogia de extraer el"aire al crear el vacio. El primer 90% sale bastante facilmente. El siguiente 9%, es en efecto, tan dificil de extraer como todo lo que ha salido an- tes, El posterior 0,9% es, proporcionalmente, tan dificil como lo ante- rior. Asi sucesivamente. Cada paso sucesivo en el orden de magnitud incluye un coste masivo para un menor progreso; cada inversién suce- siva de esfuerzos de tamafio fijo produce un beneficio sustancialmente decreciente. En Gltimo término, los limites del progreso cientifico y tecnol6gico ‘no son teoréticos sino pricticos. No es el limite de la mente humana sino el limite de nuestros recursos (los limites de tiempo, de energla y de poder) lo que resulta suficiente para establecer limites, hasta el punto dle que el progreso cientifico y tecnolégico son posibles para nosotros. La realidad de la finitud humana es crucial aqui. Pero es nuestra limi tacién (limztedness) interna mas que nuestra limitacién intelectual la que constituye, en tltimo término, el factor decisivo. Surge, a este respecto, otra consideracién importante. Porque no son la ciencia y la tecnologia las Gnicas que estén limitadas como em- presas intencionales (purposive enterprises) al tratar una serie particu- lar de cuestiones, que lleva a la exclusién de otras que, tomadas en sf tmismas, no nos afectan en menor medida, Pero, aun cuando se consi- ere a la ciencia y la tecnologfa en relacién con su objetivo caracteris- tico y su misin propia, hemos de llegar al convencimiento de que es algo cuyo cumplimiento sélo puede ser conseguido hasta cierto punto. 4.2. El.conocimiento: un bien bumano entre otros En épocas pasadas, los fildsofos criticaron con todo fundamento la visiGn de la Naturaleza ingenuamente antropomérfica. En nuestros dias, suestionan con frecuencia una perspectiva del hombre naturalizada en «xceso; critican asi la asimilacin exagerada de las actividades del hom- tire y de Ia sociedad humana a procesos del dominio de desarrollo prehumano. También lamentan a menudo que la racionalidad de medios 104 LIMITES COGNITIVOS técnicos y de fines —la alardeada neueralidad de valor (value neutrality) de la ciencia— nos «libere» de valores y preocupaciones humanas de una forma qu, a veces, amensza con deshumanizamosalembotr nue tra comprensién y valoracién de fenémenos caracteristicamente huma- nos. Atacar el antropomorfismo esta bien y es saludable, pero esta acti- tud tiene sus limites cuando nos ocupamos del hombre y sus obras. La desaprobacién del enfoque completamente cientifico del hom- bre se encuentra a la base de buena parte de la criticas recientes a la perspectiva cientifica, Se nos dice que la «taz6n» cientifico-tecnolégica se circunscribe a problemas meramente técnicos, y que deja de reco- nocer de modo adecuado los valores humanos, Nuestra inteligencia cientifica y tecnolégica da cuerpo a una racionalidad del proceso antes {que a una racionalidad del producto, y tiende a sustitui las considera Jiones sobre los modos y los medios por un interés evaluativo respecto de los productes y los resultados. ‘Ahora bien, este tipo de dicotomfa es demasiado ligera. Para em peza, a ciencia, como otras actividades humanas, es por si misma un lugar de valores: los relacionados con el conocimiento y control del curso de los sucesos de la Naturaleza; los valores concernientes a bie- res copnitvosy materiales. Ademés, la dstincin entre echo y norma no representa una divisién absoluta e irsebasable, porque la biisqueda de conacimiento esta, en cuanto tal, gobernada por normas con la idea de «establecer bien una afirmaciénm, que figura como eslabén de enla- ce entre lo cognitivo y lo normativo.® ‘Nuestras afirmaciones fécticas descansan, como tales, en un dere- cho o en un titulo de cierto tipo: el derecho a mantener algo bajo la égi- {da de reglas episténticas tundadas. La consideracion decisiva es, aqut, que sea correcto, conveniente y adecuado que alguien, en clertas cir ‘cunstancias epistémicas, ratifique cierta tesis. La aceptacién racional es un acto cognitive gobernado por estdndares normativos apropiados, de modo que la investigacién misma puede y debe ser vista como una forma de actividad practica: como una praxis cognitiva gobernada por normas y ctiterios. Mas aan, incluso el problema de qué es eee para la cencia es, en gran medida, una Cuestion de consideraciones de 5. Hay inveresantes comentarios acerca de ext cuetn en PUTNAM, H., Ream rath Hons Canidge Univerty Pest, Cambridge, 1981, que rsa go a tecprablidad de cnuncidosfcticos sth en sf mis medias por normas EL LIMITADO CAMPO DE LA CIENCIA 105 valor; y el progreso cientifico puede ser también un asunto de reorien- tacién de valot (value-reorientation). (Por ejemplo, el reciente auge de la cosmologia refleja, en una medida apreciable, una vuelta @ pensar de nuevo «cuales son las cuestiones importantes.) No obstante, dicho esto, debe reconocerse que el hombre no vi ve sélo de conocimiento, Hay otros quehaceres humanos legitimos ¢ importantes, y éstos delimitan la significacién de la ciencia dentro de la esfera de nuestros intereses. Aunque el conocimiento representa, en efecto, un aspecto importante del bien, no es en modo alguno un aspecto que predomina sobre los demas y resulta el més destacado. Porque es tnicamente un elemento en la constelacisn de los deside- rata humanos —un proyecto valioso entre otros—, cuyo cultivo es s6- oun componente del amplio marco de los propésitos e intereses hu- manos. La calidad de nuestras vidas depende de un amplio espectro de desiderata personales y comunitarios, tales como el bienestar fisi- co, la compaifa humana, el atractivo del medio ambiente, la armonia social, el desarrollo cultural, etc. Son valores para cuyo logro nos pueden ayudar, con frecuencia, las intuiciones proporcionadas por la ciencia; pero que, en cuanto tales, caen no obstante fuera de su do- minio, ‘Aun cuando el cultivo del conocimiento sea, en verdad, s6lo un proyecto humano valioso entre muchos otros es, sin embargo, un pro- yecto que reviste particular importancia, El conocimiento es un com- ponente clave del bien per se, debido a su adecuado encaje dentro en la economia general de las normas. Buscarlo como un bien, de ningu- na forma entorpece el cultivo de otros bienes legitimos; al contrario, ayuda y facilita su persccucién, adquiriendo por tanto un valor instru- ‘mental, que se suma a su valor como bien absoluto por derecho pro- pio. Cualesquiera sean los otros proyectos que podamos tener a la vis- ta (justicia, salud, atractivo ambiental, el cultivo de las relaciones humanas, etc.), es poco menos que inevitable que su realizacién se vea facilitada pot el conocimiento de los hechos relevantes. Asi, aunque la biisqueda del conocimiento no sea nuestra tinica tarea adecuada, es no obstante un quehacer cuyo nivel normativo es alto, porque el co- nocimiento sirve para facilitar la realizacién de cualquier otro bien le- gitimo: todos y cada uno de estos bienes son cultivados del modo mas eficaz por alguien que persiga su realizacién por medio del conoci miento. 5 é 106 LIMITES COGNITIVOS 4.3. El conocimiento cientifico como una forma de conocer El conocimiento es tinicamente un bien humano entre otros, y suhiis- queda es s6lo un objetivo (objective) vilido entre otros. Rebasado este pun- to, debe reconocerse asimismo que, incluso en el estricto dominio cognitivo, 1 conocimiento cientfico es sélo una clase de conocimiento: aparte del cientifico, hay otros proyectos epistémicos e intelectuales vilidos, La autor dad epistémica de la ciencia es grande, pero nolo abarca todo. Y, desde lue- 0, esto vale también para la tecnologia. Puesto que en las condiciones del mundo real, la realizacién de nuestro querer y necesidades deben estar me- diadas en gran parte por técnicas. El saber hacer técnico constituye as{par- te del bien humano, aun cuando, de nuevo, so sea una parte de ese bien, La ciencia de la Naturaleza es un quehacer orientado hacia una mi- sidn, con su estructura de fines constituida a enor del cuarteto tradicional: descripcién, explicacién, prediccién y control de la Naturaleza. Indaga «qué clases de cosas hay en el mundo y cémo funcionan en el nivel dela ge neralidad gobernada por leyes, centrandose primordialmente en el modus ‘operandi legal de los procesos naturales que caracterizan a los componen- tes de la naturaleza. Dada esta misién, el cometido de la ciencia esti —y debe estar—en lo que atafe ala imagen piblica de las cosas: en sus face- tas objetivas. Se esfuerza por resultados reproducibles; su enfoque se cen: tra en aquellos rasgos objetivos de las cosas que cualguiera puede discer nir (en circunstancias adecuadas), al margen de su particular constitucién su acumulacién de experiencias. La ciencia deja deliberadamente de lz do la dimensién de la experiencia relativa al observador. El fildsofo inglés F.C. S. Schiller seftala el punto crucial con admi- rable claridad: «Gran parte de los senderos de la experiencia real estén sumergidos y son excluidos para poner la atencién cientifica sobre los. aspectos de la experiencia seleccionados y preferidos, que se juzgan adecuados para revelar la realidad objetiva... Asi, las diferencias entre las experiencias de los particulares, aun cuando no se nieguen de una manera rotunda, se supone simplemente que son itrelevantes para los propésitos cientificos, y son ignoradas como tales. Es a tenor de esta Gnica suposicién por lo que la ciencia esta capacitada para entender el mundo comin de la comunicacién intersubjetiva, o “realidad objeti- va", que diferentes observadores pueden intentar explorare.* 6, SCHILLER, FC.S,, Must Philosophers Ditgree?, Macmillan, Londtes, 1934, pgs. 57. EL LIMITADO CAMPO DE LA CIENCIA 107 Los «hechos» a los que la ciencia se dirige como tal son, en conse- cuencia, aquellos que surgen de la observacin disponible intersubjeti- vamente en vez de la sensibilidad personal. Sus datos son los universa- les accesibles al hombre qua hombre, en lugar de aquellos que, en alguna medida, son subjetivos y personales (accesibles sélo a gente de esta o aquella particular formacién o condicionamiento experiencial —experiential—). Asi, la ciencia desatiende la dimensién individual —afectiva y ligada a la persona— del conocimiento humano: simpatfa, ‘empatia, sentimiento, intuicién y «reaccién personal». Los fenémenos que ella toma como datos para la proyeccién y comprobacién (testing) de teorias son pablicamente accesibles. La apreciacién de valor —cémo afectan las cosas a las personas en el contexto informative de sus experiencias personales (y, tal vez, idio- sincrésicas) 0 su trasfondo sociocultural (condicionado por el gru- po)— es algo que la ciencia deja de lado: se concentra en los rasgos de las cosas medibles de modo impersonal, Esta orientacién cuantitativa de nuestra ciencia de la Naturaleza supone que se pasa de largo ante la vertiente cuslitativa, afectiva, evaluativa del conocimiento humano. Nuestro conocimiento de la dimensién de valor de la existencia —nuestto reconocimiento como tal de estos rasgos de las cosas, en vit- tud de los cuales las consideramos hermosas o deliciosas 0 tragicas— queda fuera del ambito de la ciencia. Lo crucial nosté en la sensibili- dad experiencial, sino en la comprensién te6rica De acuerdo con esto, la ciencia omite de su registro de hechos lo que es merecedor de ser tomado en consideracién a primera vista: todo el aspecto afectivo, emocional y orientado a sentimientos de nuestra vida cognitiva. Estas cuestiones aparecen en la ciencia como problemas que hay que ex plicar, en lugar de como bloques para construir la interpretacién; son vistos ‘como parte del problema, en vez de como su solucién: como objetos de es- radio y explicacién, no como datos, El tipo de experiencia que trasciendea la informacién que se encuentra ala base de normas y valores (la receptivi-

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