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EL USO DE NARIGUERAS POR LOS ABORIGENES DE LA PATAGONIA por MILCIADES ALEJO VIGNATI BB capitulo relativo a los adornos personales que usaban los anti- guos habitantes de Patagonia, ha sido bastante desenidado por los especialistas que se han ocupado de su ergologia. Puede decirse que —con excepcién de los discos auriculares y ador- nos labiales que han merecido escrupulosos estudios '— ninguno de los otros acdpites ha sido motivo de un desarrollo, aunque més no fuera de carfeter tedrico. Asi, por ejemplo, el tatuaje, sdlo conocido por refe- reneias que, sin ser vagas, son lo suficientemente lacénicas para impedir establecer su tipo sistemético, superficies cubiertas, motivos representa- dos, 6poca y causa en que se realizaba. Y no puede argiiirse haya sido esta costumbre de rareza extraordinaria 0 abandonada desde épocas 1 motas: descartando a Dumont d’Urville®, que es algo anterior, Mus () ROBERT LEHMANN-NITSCHE, Botones labiales y discos auriculares de piedra pro- cedentes de {a regién norte de ta desembocadura det rio Negro (Patagonia seprentrional), en Revista det Museo de La Plate, XXII, 285-290; Buenos Aires, 1916; Luts MAR(A TORRES, Arqueologia de le peninsula San Blas (Provincia de Buenos Aires), en Revista del Museo de La Plata, XXVI, 513-518; Buenos Aires, 1922; R. LEHMANN-NITSCHE, Piedeas labrades paca el labio y el lébulo y collaes de conchas procedentes de ta Patagonia septenirional, Su fi con otras zonus sudamericanss, en Comunicaciones det Museo Nacional de Historia Natural de Buenos Aires, I, n? 13, 125-133; Buenos Aires, 1923-1925 [1924]. ©) M. J. DUMONT D'URVILLE, Voyage au Pole sud et dans 'Octanie sur les corvettes WAstrofabe et ta Zélée, éxécuté par ordre du Roi pendant tes années 1837-1838-1839-1840, Histoire du voyage. 1, 154: Paris, 1841. — $64 — ters, que, también, alude a ella!, se da la mano con Jos viajeros ar gentinos que dragoneaban de etnégrafos conviviendo con las parciali- dades aborigenes y que, sin embargo, nada yieron, Mas atm: basté, en nuestros dias, que wna persona capacitada hiciera la recuesta corres- pondiente para lograr todos los datos —que actualmente pueden conse- erentes a tan interesante practica?. Povo se sabia, igualmente, de los adornos nasales. Outes, en una de sus obras mas clasicas*, trasunta la referencia proporcionada en el relato del viaje de Drake de la siguiente manera: “También los hom- bres de ciertos clanes protohistéricos, usaron un curioso adorno cons- tituido por un fragmento de madera o hueso que se colocaba horadando la ternilla de la nariz y otro fragmento que se ubicaba en el labio’’ 4, Fl texto original corresponde, en verdad, a las notas del capellén de la armada de Drake, Francis Fletcher. Sus observaciones debieron realizarse en el puerto de San Julién en 1578 y hay que reconocer que informa algo més que lo dado por Outes; dice asi: the men haue holes boared through the middle gristle of the nose & through the neather lipp with a Pegg of wood or bone finely burnished of 3 or & inches ©) GEORGE CHAWORTH MUSTERS. At home with the Patagonians. A year’s wanderings ‘over untrodden ground from the Straits of Magellan to the rio Negro, second edition, 172; London. 1873. ©) Me refiero a mi distinguido amigo y bondadoso correspondiente, den Tomés Ha- quien ha obtenido informaciones relatives al tatuaje entre les Aéeni Kenk y Giiniina “Coma escasamente ratado —me excribe en carta del 27 de julio de 1942— puss, que yo sepa, sdlo Musters le ha dedicado unos renglones'’. En otras paginas de este estudio trans- cribo algunas de las informaciones que me ha dado a conocer respondiendo a una pregunta concreta que le formulara. @) Es muy frecuente comprobar que “La edad de la piedra en Patagonia’’ es el tstudio arqueolégico mas considerado entre 12 cuantiosa producciéa de Outes. Puesto a juzgar conceptio muy supericr —no obstante sus errores— “Los tiempos prehistéricos. y proto- histéricos en a provincia de Cérdoba’’ en la que se acentaan las bondades descriptivas y disminuyen en gran parte los defeetos de conccpeién que tanto han desmerceido a aquella. En esta apreciacion critica me refiero especialmente —dzscartada Ja ampulosidad del titulo para un trabajo descriptive de serics provenientes de medio centenar de lugares costeros en su. mayor parte— al absurdo criterio sistematico de formas que regla Ia obra; tanto mas criticable dada la enorme superficie de los territories considerados. Cuando no se trata del material obtenido en un solo yacimiento el tinico método irreprochable 1 seguirse es el de dar 1a conocer las colecciones de acuerdo a cada localidad donde se obtienen: como que ello significa llevar al campo de 1a arqueologia el criter én vegetal, La sistemitica de 13s formas (las cuales son variables al infinito) puede scr motivo de un pardgrafo de las cenelusiones, pero nunca debe ser el cuerpo mismo del trabajo. () FELIX F. OUTES, Le edad de {a piedra en Patagonia. Estudio de arqueologia com- parada, en Anales def Museo Nacional de Buenos Aires, XII, 258; Buenos Aires, 1905. — 265 — long put in either of them standing like a Cross to make them seeme terrible to the Enemye '. El primero en reeoger préeticamente esa informacién fué Imis Ma- ria Worres quien, muchos afios después, procuré darle cuerpo, inter- pretando como wn, adorno nasal? —a mi modo de ver, muy acertadamen- te— un pequeiio morceau d’umbre descripto por Verneau Se produce, poco menos que de inmediato, una reaceién que tiende a menoscabar la autoridad testimonial de Fletcher, arguyendo en su con- tra —jpobre argumento, en yerdad!— ‘‘que una indicacién aislada no es suficiente para dejar constancia de costumbre tan bizarra (sie) en la antigua Patagonia’? 4. Pero debe saberse que tal repulsa implica de parte de su antor un desconocimiento bibliografico que desconcierta. Hn efecto: la primer mencién que hasta ahora conozco del uso de adornos nasales entre los habitantes primitivos de Patagonia, se debe a Alonso Veedor, de la armada de Simén de Aleazaba —ano 1535— quien dice: “Entre las indias que tomamos en el dicho rio, tomamos una india muy vieja, que por sefias nos dijo, que segtin sefialaba con los dedos, que cineo jornadas de alli habia mucho oro, que habian colgado en las ore- jas y cabellos y narices, por unos doblones que le mostramos”” °. Casi un siglo después —aflo 1621— Flores de Le6n, tramontando Jos Andes a la altura aproximada del 42” narra, a su vez: “Topamos con otro rio llamado Puelo navegamos por el hasta 12 leguas y de alli fuimos a pie abriendo grandes montafias para pasar por la falda de Ja cordillera, y en algunos pasos tuvimos necesidad de hacer escaleras para pasar; al fin encimamos la cordillera y dimos en Jo Hano; donde cami- namos cosa de 20 leguas, 1a vuelta al sur y un dia cogimos dos indios, @) FRANCIS FLECHER’S notes, en The World encompassed and analogous contemporary documents concerning sir Francis Drake's circumnavigation of the world with an Appreciation of the Achievement by sic RICHARD CARNAC TEMPLE, 119; London, 1926. ©) TORRES, Argueologia de fa peninsula, etc., 516. (©) R. VERNEAU, Les anciens paragons. Contribution a (étude des races pricotombien- nes de U'Amérique du Sud, 296; Monaco, 1903. (©) ILEHMANN-NITSCHE, Piedras labradas paca ef (abio, cic. 126, nota 4. © ALONSO VEHEDOR, Relecién de las cosas que sucediecon en la armada de Simén de Aleazaba, en LUIS TORRES DE MENDOZA, Coleccion de documentos inédites, relativos al des: fabcimiento, conquista y organizacién de las antiguas posesiones espanolas de América y Oceania, V, 106; Madrid, 1866. — 266 — el uno puelehe y el otro de la tierra adentro, que tenia las narices ho- radadas como los del Peru’’!. Ambas memorias, que corren impresas en coleceiones muy conocidas, fueron dadas a la estampa en los afios 1866 y 1898. Bien puede verse que no faltaron las oportunidades para que Lehmann-Nitsche tropezara eon la informacién ignorada. A estos antecedentes, tan de antiguo publicados, debe afiadirse otro recientemente puesto en letra de imprenta por el P. Furlong, Bn una biografia del benemérito P. Mascardi —todavia inédita y que atribuye al P. Antonio Alemén*— su autor se refiere asi a los indios que le dieron muerte: ‘‘Estos que le quitaron la vida fueron unos Poyas bar- baros que traian las narices agujereadas y en ellas unas chapas de metal y chaquiras colgando, gente barbara y que no habia oido la predicacion del Santo Padre’’... ® (fig. 1). Ese hecho tuvo lugar, segtin Jo supone el P. Furlong, ‘‘a la altura de los 47° de latitud, esto es, al norte de la actual Gobernaci6n de Santa Cruz’’ 4. Por mi parte, hace eseasamente un lustro, anticipé en forma com- pendiosa cuanto antecede —con excepcién, se comprende, de la wltima cita— indicando que en mis investigaciones en la gobernacién del Neu- quen, habia tenido la suerte de encontrar algunos artefactos que yve- rosimilmente podian ser interpretados como adornos nasales®. Aunque no esté lejano cl momento que las colecciones entonces reunidas sean deseriptas, la importancia del tema justifica su publicacién monografi- ca a los efectos que cobre el valor individual que le corresponde en el conocimiento etnografieo de Patagonia. ©) Documento titulado: “El Maestre de Campo don Diego Flores de Leén, Cauallero de la Orden de Santiago, dize: que de treinta y siete afos que ha que sirue a V. Magestad en la milicia, y cargos della, ha sido los 26. en I guerra del Reino de Chile”, en JOSE TORIBIO MEDINA, Biblioteca hispato-chilena (1923-1817). II, 255 y siguientes; Santiago de Chile, 1898 ©) GUILLERMO FURLONG, Entre fos Tehuelches de Potagonia, 171, nota 8; Bue- nos Aires, 1943. ©) FURLONG, Enire fos Tehuelches, etc. 25 y 80. (4) FURLONG, Entre fos Tehuelches. ete, 81. ©) MILCIADES ALEJO VIGNATI, Los indios Poyss. Contribusién al conocimiento enogrdtico de los antiguos habitantes de Patagonia, en Notas del Musso de La Plata, 1V, 227, nota 5; Buenos Aires, 1939 — 967 — E] yacimiento de donde proceden estas dos piezas que considero ador- nos nasales es un gran cementerio indigena, al pie de una roca que for- ma un abrigo, a orillas del rio Limay, sobre su margen izquierda —es decir, en territorio del Neuquen— a unos 25 kilémetros de su yacimien- to. Este cementerio presentaba una caracteristica extrafia: tener muy poea extensién superficial y desarrollarse, en cambio, en profundidad, pudiéndose sefialar cinco niveles con restos humanos, separados por cua- tro estratos de fogones con abundantes restos industriales, distribuidos a distancias que variaban de m 0.80 a 1.20. La excavacién aleanzé has- ta m 5.50, sin poder profundizarla més por haber llegado al agua, re- moviéndose més de 150 metros cttbicos de tierra. Allf se encontraron los restos de 20 esqueletos indigenas, irregularmente ubicados y todos en posicién ritual. La industria litica recogida consiste en perfectas léminas con tra- bajos seeundarios de adaptacién, raspadores y puntas de flecha; la in- dustria 6sea esti representada por abundantes leznas y perforadores; y la cerémica, por asas de vasijas y fragmentos de alfareria tosea. Los niveles eronolégicos pueden diferenciarse por su industria: desde e] més moderno, que contiene balas y restos de armas (cdmara de fusil) del pasado siglo, hasta el més remoto que no contiene alfarerie Aumenta atin mas el interés ‘de este enterratorio, el haberse en- contrado, a unos 50 metros, una sepultura aislada, con un esqueleto en posicién ritual, que habia sido puesto de manera como si mirara la roca donde estaban los otros enterrados. Las piezas motivo de este estudio fueron encontradas: la namero 261, trabajada en hueso, en el nivel tereero y la nitimero 178, hecha en picdra, en el nivel cuarto. El ejemplar 261, es un pequeno cilindro achatado (fig. 2), obtenido de un trozo de hueso, finamente pulimentado. Sus extremos tallados en forma de casquete esférico, de flecha muy reducida. Mide 26 mm de longitud y 6 y 7 mm de difmetro Antero-posterior y lateral, respectivamente. E] ejemplar 178 presenta una forma rectangular (fig, 3), de extremos curyos. El cuerpo es achatado. Presenta una talla delieada cuya suayidad sé acentiia al tacto porque se han embotado las aristas de las esquirlas por frote con un cuerpo blando (cuero, madera, etcétera). Como es dable — 268 — ver en la fotografia, las ari jas laterales forman una perceptible cin- tura que determina sean Jas extremidades un poco mas abultadas que el cuerpo. + Ha sido trabajado en pedernal. Mide 40 mm de longitud, 6 de espesor, 8 mm de ancho en cintura y 9 en las extremidades. En los cementerios indigenas de San Blas, aparecen con relativa frecuencia * unos instrumentos liticos, de talla admirable, que han sido considerados como perforadores 2, Sin embargo, pueden aducirse diver- sas razones que, ponderadas en conjunto, podrian modificar Ja finali dad que hasta ahora se les atribuia, para adjudicarle mento directamente ligado a los el de un imple- Jornos personales, Desde ya mani- fiesto, en forma categdrica, que por mas seductoras que sean las inie- rencias, no pasan de simples conjeturas las pesibles aplicaciones que pueda atribuirle: la verdad arqueolégiea es uma imagen virtual, aceptada convencionalmente, que raras veces logra transformarse en wm hecho real. Estos instrumentos tienen un desarrollo maximo de 6 em ; gréciles y delicados, han sido trabajailos con una talla perfecta. Son achatados, de forma simétriea y terminan en puntas igualmente punzantes. Sus bordes son delgados y, por ende, cortantes, Su variacién tipolégica con- @ en la mayor o menor magnitud de su didmetro ecuatorial Por de pronto: su terminacién simétrica rechaza la posibilidad que hayan sido usados enmangados; y la fragilidad derivada de su fabri cacion delgada y sutil, implica que estaba dedieado a trabajos que no requerian fuerza, Descartado el laboreo de pieles para el que el indigena poseia per- foradores liticos y éseos, més resistentes a la par de més manuables, po- dria pensarse que estos adminiculos podrian ser utilizados como lan- cetas de tatuaje. No puede ponerse en tela de juicio que lo delicado de su confeceién y la fragilidad inherente, dan asidero a semej nie con- @) En las colecciones que he formado alli, figuran algo mis de una decena de estas piezas, entre fragmentos y enteras. Ademis, dada 12 finura de su confeccién, son buseadar afanossmente por los coleccionistas particulares de Is zona, fuera de las que son vendidss 2 los turistas, aun_en los negocios de Carmen de Patagones, TORRES, Arqueoloyia de la prninsula, etc. 492, fig. 6. a0 0 jetura; pero, en cambio, es inconciliable a esa tesis, 1a doble punta igual- mente punzantes y simétrieas con que se ha dotado a esos instrumentos. Sin embargo, con el deseo de agotar la investigacién respecto a la posibilidad de su uso como laneeta de tatuaje, consulté —segin ya he dicho— al sefior (Tomas Harrington, quien, como siempre, accedié gustoso a mi reqnerimiento. Dice ast: “Me limitaré a la parte que pueda interesarle de mis eseasas no- t sobre el tatuaje entre los Giiniina Ktine y Aéeni Kenk, recogidas al pasar, al formar mis acabadamente el punto. “Bl tatuaje se efectuaba —continfia diciendo— eon una aguja muy fina, por cuyo ojo se pasaba un filamento de tendén de guanaco untado con pintura negra de fabricacién indigena; se introducfa superficialmen- te la aguja debajo de la piel, haciéndola correr el espacio necesario a efecto de que luego el hilo impregnado cumpliera su funcién de marear el recorrido. Bl procedimiento s trazar Iineas vocabularios, y sin 4nimo o intencién de tratar ia relativamente comodo y facil para reetas, no asi para las curvas, en modo particular la de una cireunferencia perfecta de dos centimetros de diametro con que, amén de otras figur habia sido tatuada Trutlmani', Ademas, en estos puntos ,.,2 la técnica debié ser distinta, ya que holgaba el enhebrado. “Ta aguja de metal es, desde luego, moderna para el indio. Antes de conocerla ;usarian como adminieulo que hiviera su funeién una es- pina de calafate, de “‘chupasangre’” (acto) o de cualquier otro vegetal? Es posible, pues no habria dificultad en hacer un agujerito 0 un tajito en un extremo de la espina para colocar el tendén embadurnado. “Si la aguja civilizada es copia exacta del instrumento primitivo, el litieo bipuntiagudo, no serviria por lo menos para los tatuajes de lineas (5) Se cefiere a la medio hermana, por Ja madre, del cacique Yemiill (cfc.: MILCIADES ALEJO VIGNATI, Iconografia aboriyen, I. Los caciques Sayeweke, Inakayal y Foyel y sus alle gedos, en Revista del Museo de La Plata, (Nueva serie), Seccidn Antropologia, I, 41: La Plata, 1942) ‘“‘mi mejor y més paciente maestra en todo lo atafente al Giiiiina Kine” —segiin me dice el seflor Harrington, en carta del 17 de septiembre de 1942 €@) Posiblemente, cra éste el tipo de tatuaje a que alude Musters, obtenido “1 sencillo procedimiento de pinchasse Ia piel con un punzén e introducirse una mezcla de tierra azul con un pedazo de vidrio seco" (cfr; MUSTERS, At hone with the Petagonians, etc., 172). — 270 tectas relativamente prolongadas (conozco una de cinco centimetros de largo) por carecer de ojo; pero si seria utilizable para tatuar puntos. Hs dificil concebir, sin embargo, que ‘micamente para este tiltimo fin se tomaran la molestia de reducir amhos extremos de la piedra on cues- tién, cuando tenian a mano espinas de variadas formas, tamaiio y for- taleza, en especial la de ‘‘ehupasangre’’, “A pesar de ser pintura negra la inyeetada —termina diciendo el sefior Harrigton— el color reflejado por los tatuajes que vi era azul oseuro, no fuerte ni brillante, sino mas bien débil, pero nitido”’ *, No es necesario encarecer el valor de los informes anteriores, Tia forma usada para tatuar por los Adeni Kenk y Giiniina Kiine signi- fiea toda una novedad por cuanto se trata del procedimiento mas raro de los practicados: el tatuaje sub-epidérmico de Magitot, que era co- nocido entre los esquimales y groenlandeses*. Sin entrar a establecer analogias —que a su tiempo haré el seior Marrington— y constreiién- dome al tipo de instrumento usado, se comprende, sin forzar conelusio- nes, que queda eliminada la aguja punzante descripta, como artefacto adecuado a esa operacién. Ello implica, a su vez, un correlativo aumento de probabilidades para que se los considere adornos nasales, Por tiltimo, me queda la satisfaccién de haber aclarado la falta de detalle que para los “tehuelehe””, Nordenskidld puntualiza en su mapa de difusién de esta importante prietica +, @)__"Salvo'que se hicieran —aclra el sefior Harringtoa— poco a poco, marcande «ada vez luna extensin pequefla, cosa que me resisto « aceptar”. @) Carta de don Tomas Harrington al autor, del 28 de febrero de 1944, Bien sabe ese amable € informado corresponsal, cin cordialmente Je agradezco sus informaciones, fruto de muchos afios de paciente labor. @) M. MAGITOT, Essai sur les mutilations ethniques, en Bulletins de la Société d’Antheo- pologie de Paris, troisiéme série, VIII, 22; Paris, 1885. ()__ERLAND NORDENSKIOLD, Comparative sthnographical studies. 3. The ethnogeu: phy of south-America seen from Mojos in Bolivia, 160, mapa 20; Gateborg, 1924. (Comunicacién presentada en 1a sesién del 19 de noviembre de 1943, de ls V® Semana de Antropologia. Fotografias del autor.) VIGNATI, El wo de narigueras, ete LAMINA | Ge eo ee Le chee Pa oe Ce zs Par Bones unor CSTye peepee i ey gue lana Fey Tn va) ea i od da eg P cs OC ie, eat eee STE Oe tags ae aya @ * Ie Cityante, Vee Se eee DIM C y eS i Ls ae OMe Pa 2 NO ee la biogeafia del mo Furlong,

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