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Tro Onc: teonomie ral etl vie ‘hs campagnes dans Focident méval “TraoucTo: Jame Torres Hay ‘eso ne coma: Nese Soule Encowts A S.A, Redaceionyadminstracén Masta, 1508025 Barcelona Tel. (0 984186405 Fox. (20) 90212 0406 Presnoxe: Roberto Aarriba Dos cima: Fernando Castilo Dnacron oe rocueccs: Manuel Aivarez ron cow Juan Casio Maramovich RIsunc Slntgena Cresciones Etoile, SL (Gn: Jord Ariba Dacron tT jrmena Castillo Eno coat: Aiftedo Caro Cormac rom: Amaya Prva © Ealtons Montaigne, 1962 © Bclons 62 sa, Proventa 278, Barcelona 196,197, 1901 © 1000, Eaciones Altay, SA ISBN Obra completa: 84-487.1250-1 TSBN Volumen 18 8448712064 Bayes cat: B 186298 Forouscinc: Cover Ben, $1 bem Ltagrafa Ross, 8, Excinoonucote § Marmol $A Impreso en Espa Printed in Spain ret De Mars mayo de 1998 ‘Dormant nt Est Marco Ica, Distribuclon de Edicones, SA Galle Aragonests, 18 Poligona Industral de Aiobencas 28108 Aleobendas (adi) Depuve ra Meno: Distbuldorsintermex S.A. de CX ‘Ueto Blanco, 3$Col Petrolers 02400 Meno DE Capital Federal Vacaro Sanchez ©) Moreno 794, ® piso CP 1081 Buenos Aes Interior DisutbaldoraBertran ‘Av. eles Sasi, 1950 CP 1285 Buenos Ares ‘rom Ate Ediciones Aaya, SA ‘Moreno 362/04CP 1209 Buenos hres ‘Reserv tas ls derechos. De confermiad conf dapueso ol arto 270 del Coo Peal vigrt, pin sr cag amps de mata y prvi dele quence, ‘lagen en tad oe patna ob ria rte ota ‘lad en cualgler tipo de sparta, sin a preceve ater Advertencia De las civilizaciones que han existido, quizé ninguna se ‘hos presenta més fundamentalmente rural de lo que lo fue Je medieval. Esta surgié en el momento en que se hundia l decorado urbano que Roma habja instalado sobre un fon- do de campos, pastos y bosques que, poco a poco, lo ab- sorbieron. Para que esta civilizacién medieval se desarro- lara, fue preciso que los diversos elementos de la sociedad y de la cultura urbanas se ruralizaran completamente. Por liltimo, su desintegracién sobrevino cuando las ciudades y los burgueses se desgajaron del medio rural circundante, y acabaron sometiéndolo, En estas condiciones, parece paradé- Jico que se conozca relativamente bien a sus monjes y sacer- dotes, a sus guerreros y a sus mercaderes, mientras que el mundo campesino, y especialmente sus estructuras econémi- cas, permanecen en la sombra. De hecho, demasiado a menu- do, el campesino medieval no tiene historia. No porque, como suponia Spengler, el marco de su existencia se inmovilizara, Permaneciendo al margen de los movimientos y progresos que experimentaron los medios cortesanos, clericales y urbanos. Aunque con retraso y lentitud, siguié estos mismos movimien- tos, ¥ si las transformaciones que ello ocasioné son a me nudo imperceptibles, ello se debe a las deficiencias de las fuentes que permiten estudiar el mundo rural. Lacénicas y dispersas, en efecto, éstas provienen casi todas de medios exteriores al mismo, por lo que deforman y desdibujan su imagen. El historiador, desconcertado, prefiere entonces fi- Jar su atencién en Jos claustros, los principes, los talleres y los almacenes urbanos. El mundo rural europeo, deficiente- mente iluminado por los documentos de los archivos, espera todavia ser interrogado por los investigadores en numerosos puntos. ‘Sabemos que la historia no se hace sélo con textos, y que Ja de los campesinos y sefiores medievales tendré que ha- cerse en gran parte con otras fuentes que completen los do- cumentos escritos. Seré preciso recurrir asiduamente a ine vestigaciones auxiliares de arqueologia y geografia agraria, 5 incluso pedir ayuda a la boténiea y a la pedotogia. No se Puede hablar de arqucologia de a vida material's dple far el lamentable arto que connce en los: pases de ber fopa occidental. ¥ por otra parte recordemos aus; en Free Gia, los gedgrafos han aportado al conocimient9 ela eta tural en tiempos de Carlomagno oe sat Lal uta contee bucién quiza més importante que ls de los histeriscoree Siricto sensu. En todo caso la deficienca relation de te de cumentos escrtes determina que los progresos en’ tora Agraria medieval dependan en gran parte we inveigncione realzadas,digamosio ai, ras del suclo, Bscoget an ee marca. de dimensiones reducias, sabiendo. que sus ache os no esidn vacis del todo; comenrar cbservando mince samente el pasaje actual y las condiciones, natures ae determinan fas pricticas agrcols, cl cline, la feriidad de los suelo; recorrer sus campos y penetra asf en at ints midad, para descubrir bajo su fisonomia exerts los rasaee thds profundos pero a menudo may niidos gue actafe See imprimis el trabajo humano; abordar entonces los textes medievales, estudiandolos exhaustivamente, pare reconsieae 4 partir de clos las relaciones socales: esic matods pave tala ventaja de no desdenar ninguno de Tos loses sue wae, para formar un psisje, a naturale con los howe de consderar en conjanto a todos los grupos sociales Que de cerca o de lejos, paticparon en la expotaion de la hehe Parece que es todavia necesario volver continuamente se nograiasreglonaleso comarales de est yonetos Pero este libro procede de una iniciativa muy distinta, pues lo inspira una deliberada voluntad de amplia sintesis su intencién primordial es la de confrontar los resultados de las més fecundas investigaciones monogréficas, y tratar de sacar de ellas ensefianzas mas generales. Pretende tam. bbién romper los marcos nacionales que durante mucho tiem. Po han aprisionado a la investigacion histérica en Europa, ¥ Que, quigrase 0 no, la tienen todavia cautiva. Hace més de treinta afios Marc Bloch publicé un libro admirable donde, recurriendo sin cesar a la historia comparada, describla ma. gistralmente los caracteres originales de la ‘historia rural francesa.' A este trabajo se debe el considerable interés que 2. Quiero expresar aqui mi agradecimiento a In Association se desperté en Francia por la historia agraria, interés que no ha disminuido, Pero hay que deplorar la ausencia, en los demas paises del occidente europeo, de trabajos elaborados fon una semejante concepcién. Para quien quiera compren- der Ia economia del mundo rural medieval, las actuales fron- teras de los estados europeos no significan absolutamente hada, y mas bien pueden obstruir la verdadera perspectiva historica, En efecto, no hay duda de que numerosas con- ingencias, nacidas de las divisiones politicas, de una par- ticular organizacién de los archivos, de diversas tradiciones facadémicas y universitarias, y sobre todo la influencia de los eles de escuela que orientaron a los investigadores en de- lerminadas direcciones, han introducido fuertes disparida- ddes en Ia idea que en cada nacién existe de su pasado agra- lo, muchas de las cuales son artificiales. Por ello hay que fensanchar los horizontes. ¥ si se quieren descubrir las ver- daderas fronteras, hay que destruir primero las artificiales. Fue gracias a su dominio de las historias regionales que Mare Bloch pudo esbozar los grandes rasgos de una geogra- fia hist6rica del campo francés. Ahora hay que mirar toda: ‘via més lejos, y extender el campo de observacién. De esta vision mas amplia hay que esperar, no sélo que reetifique la imagen que poseemos, sino que haga resaltar las regiones favorecidas, més penetradas por los trabajos his- trios, distinguiéndolas de los sectores inexplorados. En il- timo término, que proponga nuevas investigaciones en estos sectores y proponga para ellas un itinerario, trazado a par- tir de Ia experiencia de las primeras. Al mostrar a los inves- tigadores franceses cémo sus colegas de Gran Bretafia han Negado a estudiar los aspectos topograficos, econémicos y emogréficos del sefiorio en el siglo xin, o llamar su atencién sobre el modo en que los historiadores alemanes han abor- dado recientemente el estudio de los espacios cultivados en Ja baja edad media, de su retroceso y de los cambios econd- ‘micos que expresaba, se estimula su curiosidad y se orien- tan sus esfuerzos en direcciones hasta ahora poco practica- das. Recfprocamente, una cxposicién sucinta de Io que en Francia se ha hecho sobre el estudio de las roturaciones, 0 de la explotacién de los poderes jurisdiccionales de los se- Ware Bloch y Robert Mandrou, de Ia VI seccién de la Boole Pra- lique dee Hautes Btudes, que me han autorizado a consultar, para la’ preparasion de cata obra, las fichas reunidas por Mare Bloch. flores, puede renovar fuera de este pafs algunas hipétesis de trabajo. Solo la esperanza de estimular nuevos trabajos mo- nogrificos y de hacerlos més provechosos puede justificar este intento de sintesis. Puede pues sorprender que en 61 se dejen de lado algu- nos de los paises integrantes de Ia cristiandad latina, y que Participaron plenamente en la civilizacién medieval del Oc- idente. Mi desconocimiento de las lenguas eslavas y, por Jo tanto, la dificultad de adquirir un contacto suficiente con la literatura cientifica de estos pafses me ha obligado a de- Jar fuera de mi estudio a Bohemia y Polonia. Y no sin la- ‘mentarlo vivamente: en efecto, condiciones especiales —la escasez de fuentes escritas, pero también el ardor patriéti- 0 y la decidida voluntad de alcanzar hasta las raices de la historia nacional, y el estimulo de la teorfa marxista para interesarse especialmente por las condiciones materiales de Ja vida cotidiana y los instrumentos de produccién— han Provocado en estos paises, desde hace quince afios, un répido Progreso de los trabajos arqueolégicos, cuyo objeto no es solamente exhumar objetos de arte, sino conocer hasta los més humildes vestigios del pasado.’ Esto constituye un util ejemplo para los historiadores que se interesan por la or- ganizacién del espacio agricola, por los pueblos y las casas, © por los antiguos aperos agricolas. ‘También el obstéculo lingiiistico me ha obligado a de- Jar al margen los pafses escandinavos. Afiado a ello que los sistemas agrarios y las estructuras sociales en estas fran- Jas periféricas, del mundo civilizado de la edad media pre- Sentan rasgos muy especificos, lo que explica también que Escocia y las regiones celtas de las islas o del continente hhayan sido igualmente omitidos en este estudio. Por lo que respecta a las dos peninsulas mediterréneas, la Tbérica y la Italiana, es sabido que sus aptitudes naturales, las vicisitudes de su historia, en resumen, su clima econémico y social, las mantenian entonces en un’ mundo extrafio al de los paises que estuvieron integrados en el Imperio carolingio. Parece preferible que la historia de su mundo rural, por lo demas apenas iniciada, se lleve a cabo separadamente, por lo me- ‘nos durante las prospecciones preliminares, Asi pues, quedan Francia, Inglaterra y las regiones del Imperio germénico: un campo inmenso. Sobrevolario en una 8 ‘mirada, reunir y comparar los principales estudios consa- agrados’a la historia agraria de estas tierras entonces tan compartimentadas y aisladas, exige un duro esfuerzo, cuya temeridad no ignoro. Es dificil liberarse, como habria que hacer en una empresa de este género, de las propias expe- riencias anteriores, de los hébitos de observacién contraidos, observando de cerca algunos sectores que hay que saber in- tegrar en su justa posicién dentro de un conjunto més vas- to. No hay que extrafiarse pues de que en las paginas que siguen haya més referencias, y més precisas, a Francia que ‘ ningin otro pais, y dentro de Francia, a las provincias cuyo pasado me es més familiar, Borgofia, lle-de-France, Proven- za, Esta vision de la Europa medieval procede de un francés, que escribié en primer lugar para lectores franceses. Quede esto claro, para responder por anticipado a las criticas que las imperfecciones de este trabajo justifican sobradamente: sin duda habra datos locales mal interpretados, otros situa dos en una perspectiva incorrecta, y otros a los que no se ha prestado la merecida atencién. “Tengo que afladir que este terreno de la investigacién his- Arica me ha parecido ser todavia objeto de prospecciones, demasiado superficiales y demasiado dispersas como para que yo intente hacer otra cosa que indicar las direcciones y Jos puntos de partida de futuros trabajos. Asf, por ejemplo, 1 cuadro cronolégico en que se articula la exposicion corres. onde quizd menos a la verdadera cadencia de la evolueién Econémica que al estado de la documentacién, a las contro- Versias inconclusas y a las fases en que se suele dividir la historia general de la civilizacién europea. Prudentemente, Jo he distribuido en tres compartimentos, uno para la épo. a carolingia, otra para los siglos xt, xm xin, y el stimo correspondiendo al periodo aparentemente més turbulento, comprendido entre 1330 y comienzos ¢el siglo xv. Es un mar- 0 cémodo, pero provisional, como todas las demés conclu- siones de un libro que, a cada pagina, reclama rectficaciones, Y superaciones, y cuyo propésito es suscitarlas. Yo querria, Que este trabajo se considerara como el plano de una vasta construccién til para iniciarla, pero que fuera descaificado progresivamente por los avances del trabajo. El cardcter de sta obra exigia que se afadiera una amplia guia bibliogr’ fica, que también da un lugar privilegiado a los titulos fra ceses, asi como algunos documentos significativos. Las pak nas de este libro deberian tener también margenes enormes, 9 que estimularan las correcciones y las adiciones. Tgual que los inventarios de los sefiorios medievales —como veremos, tuna de las més sGlidas bases de la historia agraria—, que apenas redactados quedaban lenos de tachaduras y rect ficaciones. Este libro, si alcanza su objetivo, deberia ser des- truido en poco tiempo por los mismos que se sirvan de él. Plateau de Vatensole, julio de 1961.

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