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LA LOGICA DE LOS MUNDOS POSIBLES Y EL CONCEPTO DE ISOTOPIA Sara Luz Paez Vivanco (Universidad Veracruzana) Introduccién. Este articulo intenta sefalar algunas Iineas de desa- rrollo conceptual dentro del ambito de la teoria semidtica; enten- dida ésta como una disciplina que, investigando los modos de pro- ducci6n del sentido, se encuentra en permanente proceso de tran formaci6n a partir de sus vinculaciones con otros campos tedricos a lo que puede aportar sus esquemas conceptuales, y, a su vez, sin cuyo concurso tiende a constituirse en un dominio clausurado e ineficaz. yCOmo un discurso puede postular, por un lado, una interven- cién interpretativa por parte de sus destinatarios y, por otro, ex- hibir una caracteristica (propiedades) estructurales que estimulen y regulen al mismo tiempo el orden de sus interpretaciones? En la actualidad, las investigaciones de semidtica del discurso han alcanzado tal grado de difusién y refinamiento que proponen articular la semdntica de los términos y la pragmatica textual, Se aborda el aspecto de la actividad cooperativa, en virtud de la cual el destinatario extrae del texto elementos que le permiten conec- tarse en una textualidad e intgrtextualidad que constituyen el principio activo de la interpretacién (andlisis) dentro del marco generativo del propio texto. Un texto, tal como aparece en su superficie (0 manifestacién) lingiiistica, representa una cadena de artificios expresivos que el destinatario debe actualizar. 73 En la medida en que debe ser actualizado, un texto esta incom- pleto. Una expresion sigue siendo un mero flatus vocis mientras no se la pone en correlacion, por referencia a determinado codigo, con un contenido establecido por convenciOn: en este sentido, el destinatario se postula siempre como el operador, por decirlo asi, de abrir el diccionario a cada palabra que encuentra y de recurrir a una serie de reglas preexistentes con el fin de reconocer las funcio- nes reciprocas de los términos en el contexto de la oracion. Actividad interpretativa. Abrir ¢l diccionario significa aceptar también una serie de postulados de significacién: un término sigue estando esencialmente incompleto aun después de haber recibido una definicion formulada a partir de un diccionario m{nimo. Este diccionario nos dice que un bergantin es una nave, pero no desentrafia otras propiedades semanticas de nave. Esta cuestién se vincula, por un lado, con el cardcter infinito de la in- terpretacién (basado en la teoria peirciana de los interpretantes) y, por otro, con la tematica del entrafie (entailment) y de la re- lacion entre propiedades necesarias, esenciales y accidentales." Por tanto, un texto postula a su destinatario como condicién indispensable no s6lo de su propia capacidad comunicativa con- creta, sino también de la propia potencialidad significativa. De acuerdo con Eco?, desde el punto de vista “de una semié- tica general, y precisamente a la luz de la complejidad de los pro- cesos pragmiticos” y de la evolucién del Campo Semiantico Glo- bal, todas estas operaciones son teéricamente explicables. La teorfa lingiifstica nos habla de los sistemas de la lengua natu- ral, esto es, de sus estructuras reales 0 posibles, su desarrollo his- torico, diferenciacién cultural, funcién social y fundamento cog- noscitivo. Tales sistemas se hacen explfcitos normalmente como sistemas de reglas convencionales que determinan una conducta de lengua como se manifiesta en el uso de expresiones verbales en situaciones comunicativas. Las reglas son convencionales en el sentido de que son compartidas por muchos miembros de una comunidad lingiiistica; ellos conocen estas reglas implicitamen- te y son capaces de usarlas de tal modo que expresiones verbales 74 puede decirse que son determinadas por el sistema particular de lengua de la comunidad, tal como es cognoscitivamente adquiri- do por el hablante individual de la lengua. El objetivo de una gramdtica es dar una reconstruccién teri cular de reglas. Tal reconstruccién, que implica las abstracciones, generalizaciones e idealizaciones usuales, requiere la necesaria formulacion de los niveles, categorias, unidades, clases de reglas y constricciones indispensables para describir la estructura abs- tracta de las expresiones de los hablantes, Una de las metas de las gramaticas es poder codeterminar qué clase de expresiones son convencionalmente aceptables (y cudles no) para los hablantes de una comunidad dada. El papel de aceptabilidad del que da cuenta la gramatica, a saber, la gramaticalidad, tiene que ver con ciertas propiedades de la estructura abstracta de las expresiones fonologicas, morfologicas y sintdcticas. Aparte de estas propie- dades de “forma” se requiere también de una gramatica para especificar la estructura de significado relacionada con estas for- mas, aunque, en sentido estricto, el significado de las expresio- nes no es “parte de” la estructura de la expresién, sino que estd asignado a la expresién por el hablante. En este sentido, una gramatica normalmente se caracteriza por ser aproximada- mente un sistema formal significativo tedrico de reglas: debe también especificar cémo se relacionan las estructuras morfo- sintdcticas con las estructuras semanticas. de tal sistema parti- Las suposiciones generales formuladas antes no excluyen problemas metodoldgicos y necesitan una especificacion adicio- nal. Muchos de los problemas implicados se refieren al dominio de la teorfa lingiifstica en general y de las gramaticas en particu- lar. Primeramente, habria que explicar qué clase de semantica se necesita, tanto para la descripcion de frases como para la de los textos. Aunque una gramatica se caracterizarfa como un mecanis- mo de reglas formal-significativas, es obvio que, ademis del signi- ficado, necesitamos también una explicaci6n de la referencia. En este sentido la nocién de interpretacion se hace ambigua, al deno- tar tanto la asignacion de significados a ciertas “formas” (expresio- nes) como la asignacién de referentes a ciertas expresiones.? as Papel de la semdntica. Un segundo problema para una teorfa lin- giifstica del discurso adecuada tiene que ver también con la seman- tica, tomada esta vez quizds en un sentido muy amplio que abar- que el conocimiento y las estructuras cognoscitivas en general. En las gramaticas lingiifsticas, el significado de las frases se asigna a base de los significados de las expresiones (palabras o morfemas y sintagmas) tal como vienen especificadas por un lexicén. Pero, es bastante dificil distinguir claramente entre significados léxicos de las palabras por un lado, y el conocimiento convencional del “mundo” por otro. Si una frase como La mesa esta llorando es inaceptable en cierto sentido, no es tanto a causa de nuestra len- gua sino mds bien a causa de los hechos posibles de nuestro mun- do “real” y aquellos otros mundos similares a él, De un modo se- mejante, el que las cldusulas o las oraciones puedan combinarse con pleno significado dentro de una oracién o de un discurso, res- pectivamente, depende de una interpretaci6n en la que esta impli- cado el conocimiento convencional del mundo, del que el conoci- miento representado por un lexicén gramatical es sdlo un subcon- junto. Aunque no pueda ser posiblemente una tarea pertinente de la lingiifstica el especificar este conocimiento del mundo en si mis- mo, podemos confiar en que una semdntica sefiale cmo se usa es- te conocimiento en la interpretacién de oraciones y del discurso, por ejemplo, mediante la formulacién de condiciones que hagan significativas las expresiones. Al manifestarse de este modo la semdntica como una teoria que explica tanto el significado como la referencia, y tanto el sig- nificado léxico como las condiciones de significacién general de- terminadas por el conocimiento del mundo, podremos hacer ex- plicita una de las nociones centrales de un andlisis semidtico y semintico del discurso, esto es, la coherencia. Las exploraciones que queremos emprender se basan en dos suposiciones relativas a la teoria lingiifstica en general y al alcance y dominio de las gramiticas en particular, que estan fntimamente vinculadas con estos problemas. La primera suposicion es la de que la reconstruccién tedrica de las expresiones, en los niveles de for- ma y significado, debe ser completada por un tercer nivel, a saber, el de la aceién.* Esto es, una expresi6n no deberfa caracterizarse 76 solamente en términos de su estructura interna y el significado que se le otorga, sino también en términos del acto realizado al pro- ducir tal expresién, Este nivel pragmatico de descripcién propor- ciona las condiciones decisivas para reconstruir parte de las convenciones que hacen significativas las expresiones, a saber, su aptitud con respecto al contexto comunicativo. En otras palabras, las reglas pragmiticas, que son también convencionales y, por tan- to, conocidas por los hablantes de una comunidad de habla, deter- minan el uso sistematico de las expresiones. Resolver si este nivel pragmatico de anilisis entrarfa a formar parte de una gramiatica como un sistema formal-significativo actuativo de reglas, en el que las formas abstractas de las expresiones se relacionasen tanto con significados como con la funcién de estas formas en contextos ted- ricamente reconstruidos de comunicacién es un reto por vencer. La segunda suposicién es la de que el discurso se relaciona sis- tematicamente con la accion comunicativa. En otras palabras, el componente pragmatico no debe especificar meramente las condi- ciones de propiedad para las oraciones, sino también, para los dis- cursos, es decir, hacer explicitas las relaciones sistematicas entre texto y contexto pragmdtico. Mundo real mundo posible. Cuando pensamos en nuestro mundo real, no tenemos una mera concepcidn estatica de este mundo; las cosas marchan, suceden los acontecimientos, se realizan las accio- nes. En vez de situaciones posibles 0 estados de cosas podemos por tanto, tomar también mundos posibles como transcursos de suce- sos. Ya que tales transcursos de sucesos estan determinados tam- bién por el transcurso del tiempo, en un espacio y en relacién a su- jetos manifiestos. La necesidad de interpretar y las posibilidades de interpretar son nociones estrechamente ligadas en la reciente semantica dis- cursiva. Si tomamos la nocién de situacién podemos decir que p es necesariamente verdadera si p es verdadera en cualquier situacion que podamos imaginar. De modo parecido, decimos que p es posible, si hay al menos una situacién imaginable en la que p es 71 verdadera. La sem4ntica modal ha introducido una noci6n téc- nica para tal situacién imaginable, la nocién de mundo posible. Aunque la nocién de mundo posible deberfa ser vista como un principio elemental formal, puede caracterizarse intuitivamente por términos tales como “situacién” 0 “estado de cosas”. Mas especificamente, un mundo posible es “algo” en el que se satis- facen un conjunto de proposiciones. Obsérvese que la nocién de mundo posible no debe identificarse con nuestras ideas intuitivas de (nuestro) “mundo”, “realidad”, etc., sino como un construc- to abstracto de teorfa semdntica. Asf, nuestro mundo real es s6lo un elemento de un conjunto de mundos posibles. Un mundo posible, como el término “posible” sugiere, es también un estado de cosas que no es verdadero, pero que podria haber sido verdade- ro, Esta posibilidad puede ser de varios tipos: podemos imaginar una situacién donde los hechos son diferentes de los hechos reales © verdaderos, pero compatibles con los postulados (leyes, princi- pios, etc.) del mundo real, es decir aquellos mundos que satisfa- cen la misma serie de postulados basicos. Van Dijk® distingue entre narrativa natural y narrativa artifi- cial: ambas son ejemplos de descripcién de acciones, pero la pri- mera se refiere a unos eventos presentados como “realmente” acontecidos (por ejemplo, las noticias de las crénicas periodisti- cas), mientras que la segunda se refiere a unos individuos y unos hechos atribuidos a mundos posibles, distintos de nuestra expe- riencia. En este caso podrfamos mencionar al discurso fantastico, del que hablaremos posteriormente. Naturalmente, la narrativa artificial no respeta muchas de las condiciones pragmiticas a que est4 sometida la narrativa natural (por ejemplo: el narrador no se compromete a decir la verdad ni a probar sus afirmaciones) pero esta diferencia no es demasia- do importante para los fines de nuestro mecanismo interpretati- vo (analftico). Actualizar, en presencia del lexema /hombre/, la propiedad de ser humano o de tener dos brazos significa suponer que el mun- do de la historia es el mundo “real” (y, por consiguiente, el mun- do en el que, hasta que el narrador haga alguna afirmacién en con- 78 trario, valen las leyes del mundo de nuestra experiencia y de nues- tra enciclopedia). La nocién de mundo posible lo convierte en algo que “no es efectivo pero existe”. Esta concepcién parece suponer que la rea- lidad no s6lo es una entre las muchas alternativas posibles sino una junto a las demas, con la nica (y mas bien inefable) diferen- cia de que existe. De acuerdo con el psicoanilisis® los términos “fantasia”, “fan- tasmdtica”, sugieren inevitablemente la oposicién entre imagina- cién y realidad (percepcién). Si se hace de esta oposicién un eje de referencia fundamental del psicioanilisis, habré que definir lo fantastico como una produccién puramente ilusoria que no resistirfa a una aprehensiOn correcta de lo real. Los desarrollos teéricos en el campo de la actividad literaria abordan frecuentemente, aunque de manera aislada, el tema de las identidades y las alteridades entre una semidtica natural y una semidtica del discurso literario (narrativo). Se observa en la mayor parte de los trabajos referidos a este dominio un permanente entre- comillado de nociones como analogra, Semejanza, parecido, simi- litud y otros términos pertenecientes al mismo campo semintico. Dos cosas parecidas lo son siempre en ciertos respectos; no hay fin en cuanto a los tipos posibles de parecido. De un modo mds general, el parecido, y con él la repeticién, presupone siempre la adopcién de un punto de vista, Ciertos parecidos 0 ciertas repeti- ciones nos sorprenderan si estamos interesados por un problema, y otros, si nos preocupan otros problemas. En efecto, en general se opone lo real a lo imaginario como lo realmente existente a la pura fantasgomerfa. Desde siempre lo imaginario constituye aquello de lo que hay que preservarse, aque- Ilo que obnubila la raz6n. Que se presenta en forma confusa y cadtica. Especificidad discursiva, En la constitucién de un discurso inter- vienen varias matrices de sentido y miUltiples sistemas significan- 719 tes, todo discurso es un paquete de parametros que se constituye como tal sobre la base de varios tipos de eleccién y combinacién que remiten a una red de relaciones y de codigos. Esto justifica articular elementos aparentemente tan disimiles que generan efec- tos de sentido mialtiples (discurso periodistico, discurso mitico, discurso cientifico, discurso fantastico). El efecto semidtico deri- va de la convergencia simultanea de distintos procesos de significa- cién en el seno de las secuencias discursivas, lo que darfa la especi- ficidad de cada discurso. Al semiético no debe interesarle cémo un discurso escribe la “realidad”, sino como genera otras posibilidades de realidad, cémo produce sus propios referentes internos, determinando un régimen representacional especifico. El sentido de un signo, o su referente interno, producido por el discurso mismo y distinto de los objetos empiricos, existe siempre, haya © no correlato objetivo. Ahora debemos preguntarnos si, dentro del marco de una semi6- tica de los discursos narrativos, es Ifcito tomar prestada la nocion de “mundo posible” a los andlisis de logica modal, en cuyo contex- to se la ha elaborado a los efectos de evitar una serie de problemas relacionados con las diferencias concretas de significado que hay entre dos expresiones ni el cédigo que se requiere para la interpre- tacion de un lenguaje dado. Para una semidtica del texto deberd funcionar como representaci6n estructural de unas actualizaciones semAnticas concretas. Por lo tanto, nos permitira comparar estruc- turas, enunciar reglas de transformacion. En definitiva considera- mos que una teorfa de los mundos posibles textuales (con lo que entrafia en el sentido de una redefinicion de conceptos como los de propiedades necesarias y esenciales, alternatividad, accesibili- dad) prové al analista de mecanismos de conversion y de transfor- maci6n semantica. Siguiendo a Eco, el analista recurre a un léxico con forma de diccionario y localiza de inmediato las propiedades semanticas ele- mentales (semas) de las expresiones, para poder intentar amalga- mas que funcionen como postulados de significacién minimos, 0 sea, las leyes de entrafie. Si se lee que /en un reino lejano habfa una vez una hermosa princesa lamada Blancanieves/, se sabe au- 80 tomdaticamente que “princesa” entrafa “mujer” y, por consiguien- te, “ser vivo, humano, femenino”. En este nivel, el sujeto descrito como princesa se carga también de propiedades que normalmente no sé consideran entrafiadas por que no son “analfticas”, sino “sin- téticas”: por ejemplo que un ser humano (de sexo femenino) debe tener determinadas propiedades bioldgicas (determinados Organos, determinado peso medio, determinada altura media, determinadas capacidades para la accion). Lo que atin no se sabe es cudles de es- tas propiedades deben ser actualizadas: atin no se ha definido el universo del discurso (niveles, categorfas operacionales, reglas de conversién, etc.) de modo que la cadena de interpretantes podria prolongarse. Lo que podemos indicar ahora es que el primer paso sera loca- lizar las propiedades sintdcticas vinculadas con los lexemas que se estin considerando y que sean capaces de permitir realizar una pri- mera amalgama provisional: de todas maneras, respecto de /prin- cesa/ se retendrad el hecho de que se trata de una entidad sintacti- camente singular, femenina y semanticamente “humana y anima- da”, Se trata de aclarar precisamente el caracter singular de las opera- ciones de la semiética discursiva y la nocién de mundo posible (como posibilidad estructural) en los limites de las existencias culturales. Un mundo posible se da en el sentido en que se habla de significados de palabras: a través de una serie de interpretantes puedo presentar su estructura componencial. Si es Ifcito represen- tar (describir) el tejido de interpretantes que constituye el signifi- cado de /gato/, jpor qué no seria igualmente Ifcito representar el tejido de interpretantes que constituye el universo en que actia el Gato con Botas? Aqui no nos interesa saber si (y de qué manera) un discurso re- presenta la realidad en el sentido del realismo ingenuo. Nuestro interés se centra en problemas semdnticos. Nos preocupa el hecho de que si alguien lee, al comienzo de un disturso, que /Juan fue a Roma/, tiene que actualizar como contenido del enunciado que en alguna parte existe un individuo llamado Juan que fue a una ciudad llamada Roma ciudad de la que ya se ha ofdo hablar fuera 81 de ese discurso, porque el libro de geografia la delimita territorial- mente en nuestro mundo. Pero si después se menciona que /al llegar a Roma, Juan se instalé en un apartamento del tercer piso del Coliseo/, jurarfamos, entonces, que por poco que se posea una enciclopedia consistente, determinar4 que en el Coliseo de nuestro mundo no hay apartamentos. No por esto se dira que el discurso no “representa’’ correctamente la realidad, simplemente adoptara ciertas actitudes interpretativas’ bajo ciertas condiciones de signifi- cacién. El mundo posible como constructo cultural. Definamos como mundo posible un estado de cosas expresado por un conjunto de proposiciones. Como tal, un mundo consiste en un conjunto de sujetos dotados de propiedades. Como algunas de esas propiedades © predicados son acciones, un mundo posible también puede in- terpretarse como un desarrollo de acontecimientos. Como ese desarrollo de acontecimientos no es efectivo, sino precisamente posible, el mismo debe depender de las actitudes proposictona- les de alguien que lo afirma, lo cree, lo suefia, lo desea, lo prevé, etc, Naturalmente, decir que un mundo posible equivale a un discur- so no significa que todo discurso hable de un mundo posible. Si escribo un libro documentado hist6ricamente sobre el descubri- miento de América, me refiero a lo que definimos como el mundo “real”, {Qué sucede, en cambio, cuando proyecto un mundo fantasti- 0, como el de un cuento de hadas? Al contar la historia de Cape- rucita Roja lleno mi mundo narrativo con una cantidad limitada de sujetos (la nifia, la mamé, la abuela, el lobo, el cazador, dos chozas, un bosque, un fusil, una canasta), dotados de una cantidad limitada de propiedades. Algunas de las atribuciones de propieda- des a los sujetos se ajustan a las mismas reglas del mundo de mi experiencia (semidtica del mundo natural), por ejemplo, también el bosque del cuento estd formado Por Arboles); otras solo valen para ese mundo: por ejemplo, en este cuento los lobos tienen la propiedad de hablar, la abuela y la nieta la de sobrevivir a la ingurgitaci6n por parte del lobo. Dentro de ese mundo narrativo, los sujetos adoptan actitudes proposicionales: por ejemplo, Caperucita Roja considera que el sujeto que se encuentra en la cama es su abuela. La creencia de la nifia es una construcctén doxdstica’ suya, pero no por ello deja de pertenecer a los estados de las estructuras narrativas. Asi, pues, se proponen dos estados de cosas; uno, en el que quien se encuentra en la cama es el lobo, y otro, en el que quien se encuentra en la cama es la abuela. Sabemos que uno de esos es- tados es presentado como “verdadero” y el otro como “falso”. El problema consiste en establecer qué relaciones existen, desde el punto de vista de las estructuras de mundos y de la mutua accesibilidad entre esos dos estados de cosas. Un mundo posible es una construccién cultural. Dicho de otro modo, tanto el mundo de la fabula de Caperucita Roja como el mundo doxastico de la nifia han sido “hechos”, construidos. Tra- tdndose de construcciones culturales hay que definir sus compo- nentes. Resulta evidente que los sujetos manifiestan combinacio- nes de descripciones. A partir de una matriz se combinan paquetes de propiedades esenciales y accidentales para caracterizar distintos sujetos. De manera que Caperucita Roja, dentro del marco de la historia que la construye, no es mds que la coagulacién espacio- temporal de una serie de configuraciones fisicas y psiquicas (semdnticamente expresadas como “propiedades”) entre las que se cuenta la propiedad de relacionarse con otras articulaciones de propiedades; de realizar determinadas acciones. Sin embargo, el discurso no enumera todas las propiedades de la nifia: al decirnos que es una nifia deja para nuestras posibilida- des de explicitacién semantica la tarea de establecer que se trata de un ser humano de sexo femenino, que tiene dos piernas. Para ello el discurso nos remite, salvo indicaciones contrarias, a la en- ciclopedia que regula y define el mundo “real”, Cuando tenga que hacer reformulaciones como en el caso del lobo se marcara, Dentro del marco de un enfoque constructivista de los mundos posibles, también el llamado mundo “real” de referencia debe considerarse como una construccién cultural. Cuando en Cape- tucita Roja consideramos “irreal” la propiedad de sobrevivir a 83 la ingurgitacion por parte de un lobo es que, dicha propiedad contradice el segundo principio de la termodindmica. Pero este segundo principio de la termodinamica es un dato de nuestra en- ciclopedia. Como hemos dicho, un mundo posible es algo que forma parte del sistema cultural de algtin sujeto y que depende de ciertos es- quemas conceptuales. Los mundos posibles, por tanto, se dividiran entre los que concuerdan con nuestras actitudes proposicionales y los que no concuerdan con ellas. En este sentido, nuestro compro- miso con un mundo posible es un hecho “ideolégico” (competen- cia cultural). Desde el momento en que se teoriza acerca de los mundos posibles narrativos (a partir del mundo que se experimen- ta directamente, se decide realizar una reduccién de ese mundo que lo asimila a una construccién semidtica y me permite compa- rarlo con los mundos narrativos. Por consiguiente, nuestro proble- ma sdlo debe referirse a la transformabilidad entre estructuras. Coherencia-discursiva. Una de las propiedades que dan unidad, cohesion a la estructura semantica del discurso es la coherencia, la cual se basa, principalmente, en la interpretacién de cada fra- se individual relacionada con la interpretaci6n de otras fases. La no- cién de conectividad cubre aparentemente un aspecto de la cohe- rencia discursiva, como las relaciones entre las proposiciones que forman un “todo”. Una primera condicién de la conexién podria ser una relacion entre los significados 0 sentidos de las palabras que conforman frases, que a su vez constituyen secuencias discur- sivas, Puede suponerse que la interdependencia discursiva (concep- tual) misma es suficiente para establecer la conexi6n entre proposi- ciones: los hechos parecen relacionados por la misma naturaleza de la conexi6n. Se seguirfa de aqui que si la condicién expresada por el antece- dente o la consecuencia esta conectada con palabras claves dentro de la red de semantizacion dada por marcas, toda la frase esta conectada como tal y conectada con este tejido discursivo. Un dis- curso coherente tendré relaciones de diferencia y cambio. En el primer lugar podemos introducir nuevos sujetos dentro del univer- so del discurso, 0 asignar nuevas propiedades o relaciones a sujetos 84 que han sido ya introducidos. Tales diferencias, sin embargo, est4n, desde luego, sujetas a las constricciones sistenfaticas. Es razonable requerir que los sujetos introducidos nuevamente se relacionen al menos con uno de los sujetos ya descritos. De modo parecido, po- demos confiar en que las propiedades asignadas se relacionen tam- bién con propiedades ya asignadas. Y, finalmente, un cambio de mundo 0 situacién estaré también constrefiido por algunas relacio- nes de accesibilidad con el mundo o la situacién ya establecida. En otras palabras, los cambios deben ser de algtin modo homo- géneos. Esto es, deben operarse dentro de los limites de algin principio de nivel superior que determine los sujetos y las propie- dades posibles de algtn universo del discurso. Asif, en un discurso acerca de una fiesta, la introduccién de monstruos como sujetos serfa improbable, sino fuera por el establecimiento de reglas de transformabilidad semantica que modifica los postulados de signi- ficacién dados por nuestro mundo, Sin olvidar, por supuesto, de la coherencia discursiva. Para caracterizar las propiedades de coherencia discursiva nece- sitamos una semAntica adecuada, Tal semAntica esta esencialmente relacionada en el sentido de que las frases no se interpretan en modelos “aislados”, sino en relacién con la descripcién de frases relacionadas en modelos relacionados. Debemos hacer notar, sin embargo, que una estructura modélica es una reconstrucci6n se- mantica abstracta de “lo que hay” (conjunto de mundos, propie- dades, sujetos, haceres, pasiones, etc.). Por lo tanto, son necesarias operaciones, estrategias, reglas para conectar, generalizar, organizar, integrar, seleccionar, combinar y usar la informacion semAntica dada por la interdependenca sis- tematica de significado (hablemos también de sentido) y accién, esto es, de texto y contexto, para lograr una lectura especffica del discurso analizado. La isotopfa, una directriz en la lectura. Tan ritamente provisto de proposiciones metodolégicas, el andlisis de los discursos se enfren- ta, o mas bien nos lleva al problema de la “lectura”. Es la lectura en tanto que actividad semidtica —en tanto que actividad de cons- 85 truccién de sentido— un proyecto de elucidacién de significacio- nes dado a través de una prosecucion en el desciframiento, por par- te del lector-analista de los valores semanticos en juego. Tomando la isotopfa® como un mecanismo formal distintivo de una clase de discursos posibles Ilegaremos a una via de aproxi- maci6n para establecer algunos sentidos (explicitacién de la poli- semia) y a un sefialamiento de dlgunas ambigiiedades (la conviven- cia de dos 0 mas sentidos antag6nicos) que el discurso postula in- tencionalmente como valores semdnticos propios y caracteristi- cos. Todo discurso encierra una concepcién de su lector, el lector inmanente, y su organizacion discursiva corresponde en gran medi- da a esta concepci6n. Al ejercer la actividad de lector, en concomi- tancia, por supuesto, con lo que el discurso ofrece, se puede y de- be elegir ciertos “nudos”, ciertos recorridos semAnticos, los cuales constituyen micro-universos micro-estructurados para descifrar, decodificar un discurso que se presenta como una complejidad suma, que nos obliga a alterar el orden aparente y descubrir repe- ticiones, oposiciones y gradaciones. En el nivel discursivo, cuando se quiere acondicionar el transi- to de una frase a la frase que le sigue inmediatamente, el proble- ma que se plantea, como ya lo indicamos en lineas anteriores, es el de la coherencia discursiva: la existencia del discurso s6lo puede ser afirmada si es posible postular, para la realidad de las frases que lo componen, una base isot6pica, reconocible gracias a la recurrencia de una categoria o de un haz de categorfas lin- giifsticas a lo largo de todo su desarrollo. Sin embargo, resulta que la isotopfa discursiva no puede ser identificada, desde el punto de vista estructural, con la simple concordancia gramatical, sino que aqui se trata del mecanismo de reccién, comparable a la relacién que se establece, por ejem- plo, entre una preposici6n latina y el genitivo al que rige; de una reccién semdntica donde quedan explicitadas relaciones de carac- ter hipotdctico (jerdrquico), 86 Asi, la practica semidtica como busqueda del funcionamiento de la significacion transpuesta en discurso presupone una teoria del sentido: apoyados en la hip6tesis de que el significado es “forma”, y que por este hecho estd articulado por unidades procuraremos advertir el modo en que estan constitufdos, en el tejido textual, los objetos semidticos que no podemos reducir a las unidades del léxico que las manifiestan (las palabras), y que no son consideradas aisladamente mds que como conjuntos de virtualidades; cOmo se interrelacionan las unidades elementales (Ilamadas semas) y las unidades contextuales (Ilamadas clasemas) para formar la unidad semdntica actualizada, “el efecto de senti- do” tal y como aparece en un conjunto de sentidos (esta unidad construida de significaci6n la llamaremos semema); como definir un conjunto diferencial (llamado cuadrado semiético), suscepti ble de garantizar la identificacion de las unidades semanticas a partir de un juego de relaciones definidas, y de formar un micro- cosmos de significacién; y por ultimo cémo estos objetos seman- ticos evolucionan, mantienen el flujo del discurso, se transforman, se conectan 0 se articulan los unos con los otros. Para la mayor parte de los investigadores actuales el concepto de lectura significa simultaneamente su objetivo, sus métodos y la justificacion de su quehacer semidtico. La lectura consiste, pa- ra J. —C. Coquet, en reconocer un vocabulario (significado) y una gramatica, es decir, las unidades lingiiisticas, sus reglas de estruc- turaci6én (morfologia) y de funcionamiento (sintaxis). Se completa este aspecto heuristico de la‘lectura (que la convierte en el instru- mento de la elaboraci6n teérica) insistiendo en que “la funcién de la lectura consiste en hacer valida la teorfa”. La labor semidtica queda definida como una praxis cientifica, como un ir y venir en- tre la teorfa y la practica, entre lo construfdo y lo observable. No basta entender el discurso como una concatenacién de enunciados para justificar su isotopfa, es decir, su coherencia sin- tagmatica-semantica. Entrever redundancias significativas es ya reconocer por lo pronto una regularidad que ai no proceder de la gramAtica generativa de las frases obliga a imaginar una organiza- cién discursiva aut6noma. Regularidad que va marcando la direc- 87 cionalidad que cobran los efectos de sentido para llegar a estable- cer un tipo de discurso especifico. Para establecer una adecuada lectura de algin discurso se re- quiere, entonces, de descripciones cientificas de los campos se- mémicos, las que permitiran definir el sistema de redundancias que establecen en un discurso las coherencias e incoherencias “‘reguladas”’ que lo constituyen como tal. NOTAS 1 Un texto es un artificio sintéctico-seméntico-pragmitico cuya interpretacién esté prevista en su propio proyecto generativo. Conviene representar un texto como un sis- tema de nudos o de “amalgamas” ¢ indicar en cudles de esos nudos se articula y se ma- nifiesta todo el tejido de marcas, rasgos o propiedades que lo explicitan. 2 Eco indica como una operaci6n fundamental para la decodificacién textual la com- petencia del lector; competencia enciclopédica y pragmética por un lado, y competen- cia en el manejo de toda la categorizacién conceptual y el sostén metodolégico seleccio- nado para el andlisis de un texto. 3 Un mundo narrativo toma prestados los individuos y sus propiedades del mundo “eal” de referencia, También por esto podemos seguir hablando de individuos y propie- dades, aunque s6lo las propiedades deberian aparecer como términos primitivos. Esos individuos se nos aparecen en los mundos narrativos como ya preconstituidos y el and- lisis de sus condiciones cpistemoldgicas de constitucién ¢s un asunto que incumbe a ‘otro tipo de investigaciones, relacionadas con la construccién del mundo de nuestra ex- periencia. El mundo narrativo, por lo tanto, constituye su propio referente y su propia Jégica en funcién de relaciones intrinsecas que lo configuran. * La nocién de accién esté comunmente tratada en intima conexién con la de suceso (event). Una breve definicidn intuitiva de la accién muestra esta relacién: una accién €s un suceso ocasionado por un ser humano. Un concepto biisico implicado en la defi- nicién de la nocién de suceso es el cambio, Este cambio puede ser visto como una rela- cién entre, o una operacién sobre, mundos posibles o estados de cosas (en este cambio © transformacién intervienen sujetos y objetos). Mas concretamente, un cambio implica una diferencia entre estados del mundo y sus sujetos y objetos (situaciones) y requiere, por tanto, una ordenacién narrativa en la labor analitica textual. 5 ‘Teun A, Van Dijk, Texto y contex to, Ediciones Cétedra, Madrid, 1980. ® Joan Laplanche, Diccionario de Psicoandlisis, Editorial Labor, Barcelona, 1974. 7 Cuando se habla de construccién doxdstica, se habla de un creer y un saber asumidos por un sujeto determinado en una situacién dada. Tales modalidades devienen del hacer do otros sujetos que mantienen relacién con aquél. 8 Véase A. J, Greimas y aa. wy. “Sistemitica de las isotopias”, £) de Semidtic« Poética, Editorial Planeta, Barcelona, 1976, a ete ik 88

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