You are on page 1of 248
HL SMAND] vyad Tar, =p BUETfaIseD woISIEA, SATALOLSIYV NA MAS TAG VWATIONd TA ANONAGAY AUUAId 209-2 ¥ ‘Titulo original: Le probleme de Wire cher Aristote © 1962, Presses Usivensrraimes pe France, Paris. © 1974, TAURUS EDICIONES, s. A. Principe de Vergara, 81, 1°-Manniné ISBN: 8430611762 Depésito legal: M. 4.527 -1981 PRINTED IN SPAIN PROLOGO Sine Thoma mutue estet Avstoteler. (Pico ne 14 Minawoo1.) [AI principio de su lecci6n de apertura de curso de 1862 acerca de La significaciin miltiple del ser en Aristételes', sefalaba Bren- To presuntuosa que podia parecer, tras veinte siglos de comen- interrampido y unos cuantos decenios de exégesisfilol6- gica, la presentacién de decir algo nuevo a propésito de Aristételes, y pedia que, en gracia a su juventud, ‘se le perdonase la temeridad filosofia antigua inaugurado por Victor Cousin ? habla producido ya dl brillante Ensayo de Ravaisson sobre la Metafisica de Arist6teles?, ¢ iba a confirmarse, por citar s6lo autores ya clésicos, con los impor- tantes estudios de Hamelin‘, de Rodicr’, de Robin*, de Rivaud’, 1 Vor, der mamidachen Bedetung der Scienden mach Artes, Pi ‘rp de Beoovn, 1862, p. VIL tpilon ite, 9 oe wt dew cd tne slaw toate hatin fo Cis one pales fe Taso oes Eerste chews pcg g's epee ee o> ‘Sin del libro A'de la" Metofiice La 2+%ed, 1638, contene wlemis una te Seen del libro A): Se debe a dos diepalos de V. Cousin Pierent 9 Zéore—a_primersadecign ancesa Imepra, ain’ hoy illable, dela Neate de Runes (18) i I. 4 Le syuttme d'Arisote, xs impartido 29 19041905, pubicado en 1920. 3 Chr. Eiudes de philasaphie wgnee 1923. 4. Ie thon etnone det Tes, ot des Nombres degre Anite, 1908; ‘Avia, 1944; cs Lt pense bllénique des orgies & Epicure, 1942. 7 de Bréhier*. Al mismo tiempo, el renacimiento neotomista se aden- traba desde’ muy pronto en el camino de la investigacién histérica, especialmente en Belgica, dando lugar alos notables trabajos de mon. sefior Mansion y sus discfpulos . En Inglatera, la gran tradicién fi losética de Cambridge y Oxford iba a apicar muy pronto al eristote lismo las eualidades de precisién analitica y elegancia expositiva que hablen aloredo sos crtadios sobre Plas se Devil Re tbe ber ‘principal promotor, en Oxford, de ese renacimiento de Arist6- teles®. En Alemania, donde pese a Lutero y gracias a Leibniz nunca se habia quebrantado seriamente la teadiciSaflosfien del aristotelis- sde_la_histotia, apoyada_en Ia filologia, debian llegar los mis fecundos impulss para Ia lnvestea ‘ciGn atistotdlica; desde este punto de vista, Brentano prolongaba la Ee eid Take yee Tee los afios siguientes desembocaria en la conclusién de la monumental exicién del Arstétler de Ia Academia de Berlin, pronto seqida por la edicién atin més monumental de sus comentaristas griegos ®; y tna vex més seria la flologia, con las decsivas obras de W. Jaeger acerca de la evolucién de Aristételes ™, la que iba a obligar a los f- Gsofos a un radical replanteamiento de sus interpretaciones. Puede decir que, desde 1925, la csi totalidad de la literatura arsttélica es una respuesta a W. Jaeger ®, 2 Le protime du devenr et la notion de maitre, depuis ler erisines jusqu'd Theopirate, 1996; Histoire de le pilorpbie, «1, 1848 eave ee pom ie A Pe iy er dn, Eee seniboesn oc le coattocns acsorey 1S pipes ton ponent ‘Gu, su Histor de la phloropbe dedce 2 Arstcles (1, 1938, pp. 1682). Wie A Miwsion, Invrodaction 3 le srstotlicioore, 1903; 2+ eli, 1946; las obra del colton, Aristo Traductions ef Grader, Lae aioe, 1912 @'Arizote, Manges A. Mansion, Lovain, 1993; Aatoar ‘rigoe of sant Thomas PAguin, elective, Losing, 1938. Works oh Arion translated. ito nash, 19031852: y a obra i Scbre cate punt, interesat Leib, tiene el Index eristottcus de Bont) 5 2s ols, 15831909, 2 Scbse ch exato ine recente de los etadon es et de Congs Gbadé, Lyon, 1958, pp, 4174, Re Wass, «Ext 32'Cle de exc autor las eiciones y comentarios de a Metalsica (1924), a Frcs (1936), Ion Primeros 9 Sequndas Analteor (1949) f-diecién de la Sarat, Laney S25 (ea. eu 926) Cle Joana of Helen: Sidi, ‘ol a '1997 (homnenae # WD. Ross), ‘ caciones en Y. Batavat, Pour conn. sre le pone de "1, FF vola, 1851670 Vel * Suuden ar Enutebungeshiche der Mets Aigotler Granilegng einer Geschcite seiner, ent, «Dic Lage der Aristotelesforschunge, Zeitscbr. — "Forse at 5, gp apo, Bouncy, separ wr Feat dn rods ated recat dos questions arisrticiennes, Information aera, 1553, pp. 3031: 8 Acerca de la metafisica aristotélica, que send el objeto exencial de uestro estudio, los trabajos todo en Francia— son sin duda menos abundantes que sobre otras partes de esa filosofia: por ejem- lo, Ia ica ota Hiiea®, Con todo, el problems del ser, en com ‘ret, ya lugar a por lo menos dos estudios cuyo objeto pa- rece confundirse con el nuestro: el ya citado de Brentano, y el més reciente del P. Owens sobre La dactrina del ser en la metafisica de Aristételes™; esta Chima obra, aparecida en 1951, y apoyada en una bibliografia de 527 titulos, imposibilitarfa al parecer cualquier inves- tigncién realmente nueva sobre el tema. ‘As pues, resulta necesario justficar 1a oportunided de nuestra empresa, y definir Ia originalidad de nuestras intenciones y por respecto al conjunto de comentarios e interpretaciones. Nuestro mee cee a 2 ee een sees $e dpe oo oqo I enn eaio a rnc ss ‘sonrelr, no viendo en ella mas Be ies etna nis rence latet queioe 0.detas bablan a qaoutceg Pico ona gokesed ds deste tacién y retorno a las fuentes tiene un sentido preciso, tratindose de Raaeeles es eer bee cera eerste ee ‘vez mejor aclaradas por la erudicién contempordnea“, se ha trans- aitido a la posteridad la obra aristotlien, Pero no ente, wo —y sobre todo— a efectos de la-comprensién filoséfiea, te ter empl pees fr pares eunuch se ‘misién: el Aristételes Jue Nosotros conocemos NO es ivia en Torpus mas imo else 1.4, No ‘otro caso en Ia historia en que Thaya quedado hasta tal FE Danap, Zam segitgen Sud Aci Fence, Winer Sader Ie OID Te 2 tee PAu de Hani soi pana a, co Sime Arte de 428 cain compar «la etn. Sx coal ea in Spore oe ot 5 Sparta tgs leno oro regs mete ie impuranc clave Git gente elo‘ fle «itor de ota cme ‘eras, porepeo a fk y lage, en un cur acts Cl Sites einai Hie Decne of Beng in th, Aion eae, Too, 951 & Ce, P.Mlonaux, Ler later encenner der onorages @'Arino: 9" Dicho Corpus es de tal modo andnimo que recicntemente ha sido. po- sie mamecnet Uy Zmncni, Artaer Werk iid ete, Padeorn 1932) Que cra debido casi por completo a fasto. Una opiniéa, tan Tadice, epoyada ‘por otra parte en lor mis fegiles indicioe, carece, en rigom, & Soper pen i itepeiion, dado gue 20 que et i t0 abstraldo de su filosofia. Aquello que nos hemos habituado Eonsiderar bajo el nombre de Aristteles no es e! fldsofo ast lame. “do, y ni siqaiera su andadura filoséfica efectiva, sino un filosofema, el residuo.tardfo de una filosofia de 1a cual se olvidé muy pronto ue fue la de un hombre exiivente. «Nos imaginamos siempre a Pla- tn y Avistoteles —decia Pascal" vestidos con grandes togas ma- strales.» Por lo que a Platén concierne, los progresos eruditos han ido buena cuenta hace tiempo de semejantes visiones. Pero cuando se trata de Aristételes, seguimos sorprendiéadonos un tanto al ente- ramos de que forma parte de esa «buena gente que, como todo el ‘mundo, bromea con sus amigos», y padecia del est6mago™. Esta recuperacién del Aristdteles vivo no tendria més interés 41 anecdético, si el anonimato bajo el cual han sepultado su obra tes de srs no bier nid detament es interpretaciones de su filosofia. Imaginemos por un instante que se desclbrise hoy, en un sotano de Koenigaberg, el conjunto de lat cobras manuscritas de un filésofo llamado Kant, que basta el momen- to s6lo fuera conocido por sus , sus discursos académicos, caso un tratado 0 dos de , vel recuerdo semilegendario de Su ensefanza; la fareea misina de la hiptess, Ia cual supondtfa que tno ha habido postkantismo ni neokantismo, nos impide levarla més 'kjos, Sin embargo, nos bast para poner de manifesto Jo que de artifical, y hasta de absurdo en cierto modo, ha podido tener Ia acti- vvidad de los comentaristas que, a partir de la de Andrénico de Rodas, se pusicron a examinar e interpretar los textos de Aristé- teles sin conocer ni el orden efectivo de su composicién ni-el-que ‘Aristétcles pretendia darles, como tampoco los detalles y pore res del , Jos motives y ocasiones de la redaccién, las objecior nes que habla podid susciary Tas rexpucsts de Arnttcles, ete Ima. ginemos una vez més que de Kant hubieran Wegado 2 nosotros, en seve, ls Disraci6n de 1770, as dos ediciones de a Clea de razén' pura y e1 Opus postumum; y sobre todo imaginemos que, jgnorantes de su fa, hubiéramos decidido enfocar dichos es. critos como si fuesen todos contemporineos entre sf e intentfsemos extraer de ellos una doctrina comiin: ni que decir tiene que de tal suerte nuestra concepcién del kantismo ce haba alterado de un modo singular y probablemente scrfa més insulsa. Se impone una primera 2% Pysct, fegrento 331 Branevice 3 Alvmenos esto ex lo que A. W. Bune (The Greek Philosophers, Ty 1. 289, ciado por JoM. Lx Buono, Logigue et méthode chez Aristoe, p. XXIII} ce paler conclu s pare del hecho de que Avistices tone a mertudo como Semple cel paseo cor ticas In sudo, Sobre ls tadiciones concerlentes ¢ i Slosraia de Aciieten ver hoy I. DOniNo, Ariiole tr tbe ancien! Bio arapice tation, Estocolmo, 1951 10 conclusién, opuesta a un error de ptica ampliamente difundido: Jos _comentaristas, incluidos los més antiguos, y aun en el caso de que tuvieran en su poder textos perdides de’ entonces sci ®, no tienen privilegio histérico alguno respecto a nosotros. Al comentar a Aristé- teles mis de cuatro siglos después de su muerte, y estando separados de él no por una tradicién continuada, sino por un eclipse total de su influencia propiamente filoséfica, no se hallaban mejot situados que nosotros para comprenderlo. Siendo asf, comprender a Aristételes de ‘tro modo que los comentaristas, incluidos los griegos, no significa necesaritmente modemizro, sino quief acerarse mis al Arstteles ‘Pues bien: resulta que el aristotelismo que nosotros conocemos —por ejemplo, el de las grandes oposiciones estereotipadas del acto y Ia potencia, la materia y la forma, la substancia y el accidente— es guizd menos el de Aristételes que el de los comentaristas griegos. Interviene aqui una circunstancia histérica, agravante de Ja primera: el estado incompleto en que fueron publicados por André. nico de Rodas los escritos de Aristételes, redescubiertos en el sit slo 12. C., estado incompleto que se hace le a todo lector sin prevenciones en virtud del estilo a menudo alusivo de los textos de Aristételes, el cardcter deshilvanado de sus desarrollos, el hecho de que sea imposible encontrar en ningén lugar de su obra la real zacién de tal 0 cual proyecto expresamente anunciado, o la solucién de tal 0 cual problema solamente formulado. Ese defecto de acaba- do de los escritos de Aristételes conocidos, unido a su dispersin, dicté 2 los comentaristas una tarea que consideraron doble: uni! somata Tal exigencia podia parecer obvia. No por elo dejaba dde encubrir una implicita opcién filoséfica, para librarse de la cual hharén falta siglos. Querer unificar y completar Arist6teles significa admitir que su pensamiento era susceptible, en efecto, de ser unifica- do y completado; significaba querer extracr el aristotelismo de dere cho del Arist6teles de hecho, como si el Aristételes histético no hu- biera llegado a poseer su propia doctrina; valia tanto como suponet que ‘inicamente rezones externas, y talmente una muerte Pematura © un promresvo desinierés por las espculacones flo icas, habtan impedido que Aristételes diese a su sistema caréccer completo y unitatio, Tal opcién no era del todo gratuita: si indujo a Bes comentaritas poseen, en efecto, bien cbs enteas de autores an tiquos, bien cleciones donogrfica, que So fan Hegado thst nosotros mis Ste a tres de lan ces goede els face, exo inlow nf no ee tatibe thls que Se texton y no dena teadiicn ina, que ln bictaunido dices. tent al acsoteliamo, La interesante teniativa Ge Ml Huanoraw (La ‘Deore Iriotciome de Eimelecr dapre Theaphrete, Losing, 198) conde {rece Foro tere tte At ae Commi 10 paula aporar, desde ese punto de vst, sestados cece vor ir nota Sosn Se es ala ca Rew Es eniemey, 1986 pp 3132 i =< cetror por tanto tiempo fue porque se hallaba inscrita en Ia esencia misma del comentario. ido frente a un conjunto de textos y s6lo és0s, conociendo tan s6lo aquellas intenciones del autor que éte Jha fotmulado explicitamente y aquellas realizaciones que han alcan- zado efectividad, el comentatista se encuentra més predispuesto a tomar en cuenta lo que el autor ha dicho que aquello que no ha di- shh; estd mis preoeupado por lo que se dedera que por lo que se ia, por los éxitos més que por los fracasos. Ignora las contra dicciones del autor, 0, por lo menos, su papel consiste en explicarlas, ‘0 sea en negarlas. Conociendo tan s6lo del filésofo el residuo de su ‘ensefianza, cuida mas de la coherencia que de la verdad, y de la ver- ‘ad légica més que de Ia verosimilitad histrica, No fallando en Arie ‘reles sino el eshozo de un sistema, no por ello dejaré de orientarse sepia iden de a totalidad dl sistema, Area de Jo arbitraro de ‘uj espero, se epecanentonces los pligros de semejante me a sintesis no estd en los textos, forzosamente tendrié url nie dessin en cr omen ‘No hay, hecho, comentarista de Arist6teles que no lo sistematice a partit de una idea : Jos comentaristas griegos a partir del neo- Blsosiomo, Noe cacolisticos de cierta idea del Dios de la iblia y su relacién con el mundo. Cuanto més profundo es el silencio de Aristételes, més prolija se hace la palabra del comentarista; no comenta el silencio: lo lena; no comenta el mal acabado: i ‘no comenta el aputo: lo resuelve, o cree resolverlo; y acaso lo resvel- vva de veras, pero en otra filosofia. La influencia difusa del comentarismo fue tal que, hasta el final del siglo xtx, nadie puso en duda, pese a las contrarias del sem l mice estemdtico de'Ia filosofia de Aristételes. Con en todo, la interpretacién sistematizante, que, segiin parece, habia al- bergado sus primeras dudas con Suérez™, iba haciéndose cada vez més insegura, cada vez menos satisfecha de s{ misma, y orientabe su cescontento conita Aristételes mismo. Tras In admirable sintesis de Ravaisson, en la cual Plotino y representaban, ciertamente, un papel mayor que el de Atisstle, surgieron dudes, en autores is ps los por la verdad histotica, acerca de la coherencia mis: ma de Ja aristotélica. Pero en vez de cuestionar el carécter sistemstico de su pensamiento se prefirié far que su sistema ga incoherente,,Seyin Rodier, Arsttcles no habrialegado a dec- dire ents el punto vista de la comprensn el de Ia exes segtin Robin, la inconsecuencia brotaria de Ia oscilacién entre una 3 Sudnez observa yx una dualidad en la definicién de la metafsica (Dis Putationes netaphyscae, 1 paris, disp. 1, secciéa 2). % “Rootes, «lemarques Sur la, conception aristotdicieane de la substance», Annis pbilespbiqne, 1909 (epoca Eter de phloaphie gece, fp. 165s, 12 concepeién analitica y otra sintética de la casualidad™; para Bow- troux, habeia contradiccién entre una teoria del ser para la cual s6lo el individuo es real y una teoria del conocer para la que aélo hay ciencia de lo general #; Brunschvincg, que habla mostrado en su tesis inti lad de Arete cates urn concep, matecodten y oa biolégica del silogismo *, iba a resumir més adelante tales oposicio- nes en la de un «naturalismo de la inmanencias frente a un «artifi cialismo de Ia trascendencias, entre cuyos términos Aristételes no hubris ado a, dciise®. Por aque! tempo, Theodor Gomer setts ol conse serie plone Ase hhabitado por dos personajes, el Platéni i pico, incluso (eal xaldup tel aeons Enpipay 2 ral wat Bd wd Rpg cae dequadea, PBS Infor, V, 131. a profesor de la Universidad de Montpellier, quien, en el dltimo estado ‘de mi investigacién, la ha estimulado a menudo con sus objeciones. Mi agradccimiento se ditige también las dos instiruciones que han facil tado mds mi tarea: el Centro Nacional de la Investigacién Cientifica y la Fundacién Thiers, en donde tuve el privilegio de beneficiarme de Jos consejos, doblemente preciosos para un fildsofo, de aquel macsiro de los extudios griegos que fue Paul Mazon. Besancon, marzo de 1961. INTRODUCCION LA CIENCIA SIN NOMBRE CAPITULO PRIMERO META TA OYZIKA So bleibt Metaphydk der Titel fr die Veslegenhelt der Philosophie sehlechehin. (MM. Hewacomn, Kent und das Problem der Metaphysik, p, 21.) lay una ciencia que estudia el ser en cuanto ser y sus atsibutos csencialess ', Esta afitmacin de Aristételes al comienzo del libro T de a Metafisica puede parecer banal, tras més de veinte siglos de es peculacién metafisica. No lo era, sin duda, pera sus contemporineos. ‘Quizd incluso la seguridad de Atisiételes af afirmar resueltamente la cexistencia de una ciencia semejante era menos la expresiGn de la cons- tania de un hecho que ol refejo de-un ankelo aun incumplido: su insistencia, en las Ineas siguientes, por justificar una ciencia del sex fen cuanto set —siendo as{ que tal preocupacién no aparece cuando se trata de las ciencias particulares»— muestra, en cualquier eas0, que 1a legitimidad y el sentido de esa ciencia meva no eran cosas obvias pata sus oyentes, y acaso ni siquiera para él mismo, Dicha ciencia carecfa de antepasados y de tradicién. Basta remiticse a las clasficaciones del saber que circulaban antes de Aristételes para darse cuenta de que en ellas no habia ningtin Tiger reservado a lo que hoy Temariamos ondalagta. Los Plat6nicos dividian generalmen- te el saber especulativo en tres ramas: dialéctica,fisica y moral? Je- hnécrates, segiin Sexto Empitico’, habria sustituido el nombre ‘de dialéctica por el de l6gics, y el propio Aristételes, en un escrito —los Tépicos— atin de influencia platénica, conservasé esa division, que sow I ES 30D3 21. NB. 1) Semin lu mds coset. deizames ros de Ia Metafsic soediante las letas griegas correspondiente, y 108 libros de las demés obris de Avisidteles mediante cfr: tomenas. Cando una referencia empiera por tna letra pcieaa, sin més indicaci, se trata de la Mee lafisica, Biz A, 9, 992 b 2= Met, A, 9, 992 b 2. 2) Las teferencias, en los ‘Gtas de los comentarste, reenvien sin otma indicacén « Ia edicia de la Acar emia de Benin, 3 Creandn, Acad. Post, 1, 5, 19. 3 Ado. Matbomat, VIL, 1, 25 Iegaria a ser tradicional en la Escucla: «Limiténdonos a un sencillo esquema, distinguimos tres clases de proposiciones y de problemas: entre las proposiciones, unas son éticas, otras fisicas y otras [dgicase *, division que Arist6teles presenta, ciertamente, a titulo aproximativo, reservindose para més adelante su sustitucién por tna clasficaciéa ind ceniicn - ne extrafio ¢s que tal divisién tripartita, que no deja lugar para las especulaciones «metafisicas»’, sobrevivir4 al aristotelismo, como si el esfuerzo de Aristételes encaminado a crear una ciencia nueva hubiera sido desdefiado 0 ignorado por sus sucesores. Es bien conocida la {6rmula mediante Ia cual delimitarin y dividirén los Estoicos el dominio entero de Ia filosoffa: un campo cuyo suelo es Ia fisica, el cercado la légica y el fruto la moral *. Didgenes Laercio, innéspnete poco perspea, peim Bel de le eradcin Aloutica media, Bea eee, a che oe 26 ra ella Ia totalidad de Ia filosofia: no sélo la legitimided o f'ventido, sino la existencia misma de problemas que no sean ri fisicos, ni morales, ni éticos, se perderdn a partir de entonces incluso dentro de un medio que pretendia nutrirse del pensamiento de Aris- tételes. La ciencia del ser en cuanto ser, apenas nacida, caerd durante siglos en el olvido. Si consideramos Ia singular boga en que estard la Metafisica, pri- mero con el rebrote neoplaténico, y después, tras un nuevo eclipse, ‘con el renacimiento escoléstico de fos siglos xm y x1v, no podemos dejer de ver, en ete wanda de oli y sesrszione, cde marchas subterrineas y resurgimientos, el signo de una extrafia aventura inte- Iectual. Si nos atenemos, por otra parte, al relato més o menos legen- datio acteditado desde'la Antigiedad, dichas expresiones casi no serian metaféricas. Es bien conocida Ta versién novelesca que nos han transmitido Estrabén y Plutarco’. Los manuscritos de Aristéte- les y de Teofrasto habrian sido legedos por este iltimo a su condis- cépulo Neleo; los herederos de Neleo, gente ignorante, os habrian enterrado en una cueva de Skepsis para sustraerlos a la avides biblié- fila de los reyes de Pérpamo; mucho tiempo después, en el siglo 1 a. C, sus descendientes los habrian vendido a precio de oro al peri- tético Apelicén de Teos, quien los transcribi6. Por dltimo, durante [Xquerra contra Mitridates, Sila se apoderé de la biblioteca de Apel- én, transportindala a Roma, donde fue comprada por el gramético Tyranién: y a l fue a quien el tltimo escolarca del Liceo, Andrénico de Rodas, compré las copias que le permitieron publicar, hacia el 60 a. C., la primera edicin de los escritos , anflogo al que ha podido ser descrito en otro terze- no del pensamiento griego ™. Esa es quizé Ja razén profunda en cuya virtud los escritos metafisicos foeron ignorados o mal conocidos hasta Andrénico de Rodas: mis bien que procedet « una revisin radical de los conceptos filosSficos para dejar sitio a tales intrusos, pareci6 mejor 8 E, Bicnows, LAristotele perduto e la formacione filosolica d'Epicuro. 4 R Want, resefia de P. Mouatx, eles listes anciennes des ovvrages @Aristotce, en Revue bisterique, 1953, p, 466, 1 Ello no quiere decir que, no puedan halla, p. ej, en el estoicismo antiguo, momentos metafisicos, Aqut os referimos s6lo a ta, metaisien como lense autSnoea, consciente de su autonomia y en posesidn de su campo pro filo: es evident que los estoleos no tienen ‘det alguna de semcante ciencla ¥ no plantean jamds el ser en cuanto ser como objeto o tema de su invest én W'Cfe, PaM, Semone, Blocage mental et machinisme, comunicacion al Institut frangais de Sociolagie, abs de 1937, y Mackiniome et pbiloropbie, 20 ed,, pp. XIEXIIT 29 atenerse la divisién tradicional, a riesgo de excluit, primero como demasiado oscuro, y luego, con ayuda del olvido, como inexist aquello que no podia adaptarse a ella. ~ ‘Sigue en pie el problema de cémo, aun durante su vida, Aristételes pudo fracasar en su intento de reestructuracién del campo filoséfico, implicito en la aparicién de una ciencia que por vez primera adoptaba ‘como objeto propio no tal o cual ente particular, sino el ser en cuanto ser. Seria atin comprensible que Aristételes no hubi Spree mopar su punto de vista las escuelas rivals, las cuales, a pesar de tun terreno en que el Estagirita tuvo més éxito, se vieron of reconover en él al fundador de la Iigica. Pero que Aristételes no haya podido convencer a sus propios dscfpulos dela especificidad de usa siencia del ser en cuanto ser ¥ del interés por consagrarse a ella, indica una situacin tan extrafia que podemos pregantamos si el propio Aris t6teles no la provocs. Resulta tentador invocar aqut las opiniones de W, Jaeger acerca de la evolucién del peasamiento de Anst6tees "; sequin 4, los escritos metafisicos no datarfan de la iltima parte de la vida del autor (hip6tesis que se le ocurre esponténeamente a quien intenta explicar el porqué de su estado incompleto), sino que sha Iarfan ya constituidos al principio de la cestancia de Aristéte- Jes en Atenas. En otras palabras: Aristteles, antes de heberles dado término, se habria apartado él mismo de las especulaciones de la mets- fisica, para consagrarse a trabajos de orden, sobre todo, histérico y Biol6gico: recopilacin de constituciones, confeccién de tna lista de vveacedores en los juegos piticos, problemas de fisica préctica, obser- ‘aciones sobre los animales. W. Jacger nos presenta a un Aristételes, al final de su vida, que organiza el Liceo como un centro de invest ‘gaciGn cientifica. Esta evolucién parece ser atesti un texto dl libro I del tratado Sobre las partes de los animales: el conocimien- to de las cosas terrestres, sujetas a devenis y corrupci6a, no posee me. nos dignidad, y en todo caso tiene mayor extensiéa y certea, que el de los seres eternos y divinos; y Aristételes menciona en apoyo de tal juicio la respuesta de Hericlito a unos visitantes extranjeros que, ha biéndolo encontrado calentindose al fuego de su cocina, n0 sabian si ‘entrar: «Entrad, también aqui abajo hay dioses, xii ézila Geabs » ™. Sin dude existe, en este pasaje de canicter introductorio, el deliberado designio de revalorizar el conocimiento del cuerpo humano, por el ual el joven Arisi6teles no ocultaba en otro tiempo su repugeanei I ee on alsa oe ase 2 ea ort enti ni yada se hundiese. en, Jas visceras, el cuerpo de Alcibiades, tan. hermoso la '» (fr, 59, Rose, citado por Boxcto, Sof comsuc ie le ‘toi Tl, 8 Lon’ on text had do eagles foe BNE Seen 30 Pero si sigue siendo cierto que la filosofa, 1a evga, no se ocupa de lo que nace y perece®, ¢no hay también que ver, en esa rehabilitacién de la investigacién «terrena», la confesién de’ cierto desafecto por aquellasabiduria més que humana, que tiene el doble inconveniente de ser dificilmente accesible y de 0 referirse diretamente a nuestra condicién? . "Tal es desde luego, por lo demés, el resultado de las investigacio- nes de WJ -. Tendremos que preguntamos si esa interpretacién Gl secorido de Arsteles es la nica postble, ai el progrsivo pre dominio de las investigaciones positivas no significa, al menos tanto ‘como el abandono de ellas, una ampliacién del campo de la filosofia o ‘una transmutaciéa de su sentido. Ahora bien: gno es verosimil que los disefpulos interpretasen como renuncia definitiva por parte de Aristételes el reconocimiento de unas dificultades que eran quiz4 esen- ales a a metafisca misma? Ea cualquier caso, no parece muy dudo- s0 gue ol denfecto dal Lieo por las espeuacones abstracts y 1a orientacién empirica de sus primeros jos = lasen su origen bytes has acpadirer age ren gal ficientemente meditadas, del Aristételes de la vejez. Y asf, la historia ‘externa de la Metafisica nos reenvia a la interpretacién interna: el relato de Estrabsn y Plutarco no hace sino prolongar, en el plano de la anécdota, el drama de una pérdida y un redescubrimiento que se representa, ante todo, en la obra del propio Aristételes. ‘Hemos hablado hasta ahora de metafisica y de ciencia del ser en cuanto ser, asimilando provisionalmente, conforme a la tradicién, esas dos expresiones. En realidad, dicha asimilacién no es obvia y me- rece un examen: ¢s bien sabido que la denominaci6n patd wd goood es postaristotélica; ordinariamente se la explica por la obligacién que tenfan los editores de Aristételes de inventar un titulo, a falta de Ale tte de Lymcten, en Etudes philosopbiqner, 1946 (reproducido en Le Inergeleus, te pense tt Faction, 82) Fee ae Te a a ame ate um Les del 2 Podefamos javocat aqul el gj ada, una burro o de for pelos, n0 oF suprimir In loos, sino fealzarla; sel Joven Sécrces siente repugnandia a admits tales Tees, se dcbe a que eine ficremcne fio: Es due res ain jon, Scat fe Tle an fo be Yorado povestin de Hi, como To bar, sin duds, cuando ya no despre gg ecm, Pare rermenteyhabela que hacer una excepsi6n con los excioe me tafsicos de Toole. Pero nals prosta. que no fueran redecados ain en ide de Areseles, anes de so cvlucda final, bee trdbelos de M, 2OncHan Uaritoiley Werk’ snd Geist, Paderborn, 1953), por encesivas que sean sus onelusiones, han mostrado por lo demis lo diffeil que es distinguir el Corpus Ge"Thomasro del de Ansrornis. 1 una designaci6n expresamente indicada por el Estagirita. De hhscho, como veremos, esa designacién existe: es In de filasofia pri- ‘mera 0 teologia. Asi pues, nos hallamos en presencia de tres térmi- nos: ciencia del ser en cuanto ser, filosofia primera (0 teologla) y metafisica. ¢Son sin6nimos? Si lo son, gpor qué la tradicién no se Ii exonentado con los dos peimeros,estBicidoe por ef mismo Ae scl? Sino lo son, ceules son lt relaciones ents ellos? La filo. » ¢es la ciencia del ser en cuanto ser? Y si es que no se confunden aanbes, goull de elas es la metafisea? a“ La primera mencién que conocemos del titulo werd wi qooixd se encuentra en Nicolés de Damasco (primeta mitad del siglo t d. C.). El hecho de que no figure en el cat de Didgenes Lacrcio, cuya foente seria una lista que se remonta a Hermipo o incluso quizé a Aristén de Ceos, y por tanto muy anterior a Nicols de Damasco, hha Wevado a atribuir a éste la paternidad de tal designacin (que vwoelve a aparecer en los catélogos posteriores: los del Anénimo de Ménage y de Tolomeo), El origen tardio de dicho titulo ha parecido por mucho tiempo prueba suficiente de su cardcter no aristotdico: para denominacidn extrinseca, se ha dicho, que expresaba el orden de los esctitos en la edicién de Andrénico de Rodas. "Esta interpretacién tradicional descansa sobre el postulado, a primera vista dscutible, de que una consideracin que feta al orden fs necesariamente extrinseca y no podria tener significacién filosé- fica. Ahora bien: recientemente ha podido mostrarse que las tres listas antiguas de las obras de Aristételes se apoyaban en una clas n_sigtemtica, inspirada en parte en indicaciones del propi Estagirita 8, Es veros{mil que la edicién de Andrénico de Rodas res pondiera a preocupaciones andlogas; un testimonio de Filopéa mani- por Jo demés que la preocupacién por el orden intrinseco de Ia ensefianza y la Jectura, que llegard a ser entre los comentaristas tema dlisico de discusiéa, estaba ya presente en Andrénico: «Boeto de Si- én dice que hay que empezar por a fisica, porque nos es més fami liar y conocida; ya que debe empezarse por lo més cierto y mejor conocido. Pero su maestro Andrénico de Rodas decfa, apoyiindose en una investigacién mfs profunda, que habrfa que empezar por la légi- ca, pues ésta trata de la demostracién» *. El orden del Corpus de magna een Por B. Moka, Lat Baer ance. BS aia pir WHat (Kan proline dele muppet fe “. "oh Mopuve, op. gt, peste pp 373,29, 304 cree ee ee ae Sele ee eee 32 ‘Andrénico era considerado en la antigiiedad tan poco arbitratio que Porfirio, en el capitulo 24 de su Vida de Plotino, propondsé tomarlo como modelo en la clasificaciSn de los escritos de su maestro”. 'Si el tftulo metafisica hubiera nacido del azar, nunca nos admira- slamos bastante de que diese lugar, desde tan pronto, a una interpre- tacién filoséfica. Kant se asombrari de esa coincidencia, la cual ba- ‘ria convertido una designacién arbitraria en una indicacién positiva para el contenido misma de la obra: «En lo que concierne al nombre Be la metafisica, no puede creerse que hay;nacido del azar, pues se sjusta tan bien a la cencia misma: si se Hama yéat¢ a la naturaleza y fi sélo podemos llegar a los conceptos acerca de la naturaleza me- ante Ia experiencia, entonces la ciencia que, viene a conti ‘de ésta se Jlama metafisica (de petd, trans, y physica). Es una ciencia jue de algsin modo se halla fuera, es decir, més alld, del campo de la fisica» *. ‘De hecho, Ja interpretacién intrinseca de la ribrica Metafisica es Ja sinica que encontramos en Jos comentaristes griegos, los cuales, si bien se equivocaban al atsibuir el titulo al mismo Aristételes, no por scamos buscar os el comienzo y el orden de la ensefanza sepin Le sabidua> (Gad. Le Cones, ea Resue pbilosopbiqne, 1956, p. 39). "D ‘De creer 4 P. Monaux (op. if), no podeia extracrse ninguna com clusiéa de ‘Tas preocupaciones de Andrénico; sin embargo, « efectos de la ferpretacia dela ribrica Metfiice. Segin @, el culo yeré of good fla edickéa androniqusa (9, 4 fortior, a la de Nicolés de, Damasco), pesto ‘gue fabriaGgurado, dende finales dal’ sit a, Cen Ta lista confescionada for Aristén de Ceot, de la que derivan ios eatilogos de DiGgenes y del Ang- ior sin dota, diche robrica no se encuentra en Didgenes, pero esa ausencia ‘ta accidental (p. 188). El Anéoimo, en contrapsrtida, menciona wna Nets- fisia ex 10 ibe, gue representaria, preandroniqueo de ese, tx eS ie Dee comets sere ena Bop ary bey a ae Me Biron Meee ie ae te ca eee io ee ee i 2B) Sea do Ae, Mee ee ae Te las Soe Sin epee ie i HAE nen oie eae fly ie a acl foe me Lp gD ee gee on a ce aka ie Soon ois ye Se en er eee semis mae toon pe 9B Ih ee ear heh ie ee Rete, 3. fetch iron azine mos onlin A ROSE it oy ees cog St Se ge oe eas cee es : Bee Mea vaso oy oe See rea ae bar momo mesos Se Asien, z 3 3 3 a F "3 E i

You might also like