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La Calenda en las parroquias

Es muy conveniente introducir esta Calenda en la celebración de las


parroquias y comunidades cristianas.

Se trata de incorporarla en el rito de entrada: anteponer sin más el


pregón a la entrada de los ministros resultaría probablemente un "ex-
abrupto” falto de ambientación. Pero en el rito de entrada tampoco
habría que romper su dinámica interior. Por tanto podría procederse
así:

a) procesión solemne de entrada (a ser posible con incienso, cirios,


canto festivo, discurriendo los ministros por el centro de la iglesia),
para dar ya el tono de celebración festiva extraordinaria;

b) al llegar al altar, incensarlo festivamente;

c) llegados los ministros a la sede, después del saludo y unas breves


palabras de introducción, un cantor, desde el ambón, podría
proclamar la Calenda; el Misal indica expresamente que entre el sa-
ludo y el acto penitencial un ministro idóneo puede hacer una
monición para introducir a los fieles a la misa del día: en este caso la
monición sería más festiva y lírica, o sea, el Pregón;

d) terminada la Calenda, el que preside podría introducir el acto


penitencial, por ejemplo con estas palabras: "Para que nuestra
alegría sea más plena, para que la paz que los ángeles anuncian en
esta noche nos penetre íntimamente, para que se aleje de nosotros
cuanto pudiera perturbarla, pidamos ahora a Dios perdone nuestros
pecados e infidelidades y nos dé la paz del espíritu"; sigue un breve
silencio;

e) y entonces otro ministro recita las invocaciones para el acto


penitencial:

- "Dios Santo, Señor Jesucristo, que has querido nacer entre


pecadores para otorgar a todos el perdón y la paz, Señor, ten piedad;
r/ Señor, ten piedad. (cantado)

- Dios Fuerte, Hijo del Altísimo, que has aparecido entre nosotros
como un débil niño para darnos la fuerza del Todopoderoso: Cristo
ten piedad; r / Cristo, ten piedad;(cantado)
- Dios Inmortal, Padre del siglo futuro, que has querido tomar un
cuerpo humano para concedernos la inmortalidad: Señor, ten piedad;
r/ Señor, ten piedad";(cantado)

"Dios todopoderoso..."

f) Y entonces se entona el canto solemne del Gloria.

Texto de la Calenda
Os anunciamos, hermanos, una buena noticia,
una gran alegría para todo el pueblo;
escuchadla con corazón gozoso:

Habían pasado miles y miles de años


desde que, al principio, Dios creó el cielo y la tierra
y, asignándoles un progreso continuo a través de los tiempos,
quiso que las aguas produjeran un pulular de vivientes
y pájaros que volaran sobre la tierra.
Miles y miles de años,
desde el momento en que
Dios quiso que apareciera en la tierra el hombre,
hecho a su imagen y semejanza,
para que dominara las maravillas del mundo
y, al contemplar la grandeza de la creación,
alabara en todo momento al Creador.

Miles y miles de años,


durante los cuales los pensamientos del hombre,
inclinados siempre al mal,
llenaron el mundo de pecado hasta tal punto
que Dios decidió purificarlo,
con las aguas torrenciales del diluvio.

Hacía unos 2.00_ años que Abraham, el padre de nuestra fe,


obediente a la voz de Dios,
se dirigió hacia una tierra desconocida
para dar origen al pueblo elegido.

Hacía unos 1.250 años que Moisés


hizo pasar a pie enjuto por el Mar Rojo
a los hijos de Abraham,
para que aquel pueblo, liberado de la esclavitud del Faraón,
fuera imagen de la familia de los bautizados.

Hacía unos 1.000 años que David, un sencillo pastor


que guardaba los rebaños de su padre Jesé,
fue ungido por el profeta Samuel,
como el gran rey de Israel.

Hacía unos 700 años que Israel,


que había reincidido continuamente en las infidelidades de sus
padres
y por no hacer caso de los mensajeros que Dios le enviaba,
fue deportado por los caldeos a Babilonia;
fue entonces, en medio de los sufrimientos del destierro,
cuando aprendió a esperar un Salvador
que lo librara de su esclavitud
y a desear aquel Mesías
que tos profetas le habían anunciado
y que había de instaurar un nuevo orden de paz y de justicia,
de amor y de libertad.

Finalmente, durante la olimpiada 94,


el año 752 de la fundación de Roma,
el año 14 del reinado del emperador Augusto,
cuando en el mundo entero reinaba una Paz universal,
hace 1991 años,
en Belén de Judá, pueblo humilde de Israel,
ocupado entonces por los romanos,
en un pesebre, porque no tenía sitio en la posada,
de María virgen, esposa de José,
de la casa y familia de David,
nació Jesús,
Dios eterno, Hijo del Eterno Padre,
y hombre verdadero,
llamado Mesías y Cristo,
que es el Salvador que los hombres esperaban.

El es la Palabra que ilumina a todo hombre,


por él fueron creadas al principio todas las cosas;
él, que es el camino, la verdad y la vida,
ha acampado, pues, entre nosotros.

Nosotros, los que creemos en él,


nos hemos reunido hoy (en esta noche santa),
o mejor dicho, Dios nos ha reunido,
para celebrar con alegría
la solemnidad de Navidad,
y proclamar nuestra fe en Cristo, Salvador del mundo.

Hermanos, alegraos,
haced fiesta y celebrad la mejor noticia
de toda la historia de la humanidad.
Calenda abreviada
Os anunciamos, hermanos, una buena noticia,
una gran alegría para todo el pueblo;
escuchadla con corazón gozoso.

Habían pasado miles y miles de años


desde que, al principio, Dios creó el cielo y la tierra
e hizo al hombre a su imagen y semejanza;
y miles y miles de años desde que cesó el diluvio
y el Altísimo hizo resplandecer el arco iris,
signo de alianza y de paz.

Cerca de dos mil años después de que Abrahán,


nuestro padre en la fe, dejó su patria;
1.250 años después de que los israelitas,
guiados por Moisés, salieran de Egipto;
mil años después de la unción de David como rey;
en el año 752 de la fundación de Roma;
en el año 42 del imperio de Octavio Augusto,
mientras sobre toda la tierra reinaba la paz,
hace 2.006 años,
en Belén de Judá, pueblo humilde de Israel,
ocupado entonces por los romanos,
en un pesebre, porque no tenían sitio en la posada,

de María virgen, esposa de José,


de la casa y familia de David,
nació Jesús,
Dios eterno, Hijo del eterno Padre y hombre verdadero
llamado Mesías y Cristo,
que es el Salvador que la humanidad esperaba.
Calenda de Navidad

Os anunciamos, hermanos, una buena noticia,


una gran alegría para todo el pueblo;
escuchadla con corazón gozoso.

Habían pasado miles y miles de años


desde que, al principio, Dios creó el Cielo y la Tierra
e hizo al hombre a su imagen y semejanza.

Cerca de dos mil años después de que Abrahán,


nuestro padre en la fe, dejó su patria;
mil doscientos cincuenta años después de que los israelitas,
guiados por Moisés, salieran de Egipto;
mil años después de la unción de David como rey;
setecientos años del destierro de los judíos a Babilonia;
en la noventa y cuatro Olimpiada;
en el año 752 de la fundación de Roma;
en el año 42 del imperio de Octavio Augusto,
mientras sobre toda la tierra reinaba la paz.

Hace (indíquese el año) años, en Belén de Judá,


en un pesebre, porque no tenían sitio en la posada,
de María Virgen, esposa de José,
de la casa y familia de David,
nació Jesús, Dios eterno,
hijo del eterno Padre, y hombre verdadero,
llamado Mesías y Cristo,
que es el Salvador que los hombres esperaban.

Hermanos, alegraos,
haced fiesta y celebrad la mejor noticia
de toda la historia de la humanidad.
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La Calenda o anuncio festivo de la Navidad, es un rito heredado de la antigua
liturgia romana. Normalmente al comienzo de la misa del Gallo o de la del día de
Navidad, se anuncia o se canta el nacimiento de Nuestro Señor Jesucristo. Fue muy
popular, sobre todo, en la Edad Media, donde se interpretaba con música
gregoriana.
La Kalenda o Pregón Pascual

Octavo de las Kalendas de enero; luna octava.


Trascurridos innumerables siglos desde la creación del mundo,
cuando en el principio Dios creó el cielo y la tierra,
y formó al hombre a imagen suya.
Después de muchos siglos desde entonces,
después del Diluvio, en que Altísimo pusiera su arco en las nubes
como signo de alianza y de paz.
Veintiún siglos después de la emigración de Abrahán,
nuestro padre en la fe, de Ur de Caldea.
Trece siglos después de la salida del pueblo de Israel de Egipto,
bajo la guía de Moisés.
Cerca de mil años después de la unción de David como rey.
En la semana sexagésima quinta según la profecía de Daniel.
En la Olimpíada ciento noventa y cuatro.
El año setecientos cincuenta y dos de la fundación de la Urbe.
El año cuarenta y dos del imperio de César Octavio Augusto,
estando todo el orbe en paz:
Jesucristo, eterno Dios e Hijo del eterno Padre,
queriendo consagrar el mundo con su piadosísima venida,
del Espíritu Santo concebido,
nueve meses después de su concepción:
(de rodillas)
en Belén de Judea nace, de María Virgen, hecho hombre.
(de pie)
La Natividad de nuestro Señor Jesucristo según la carne.
Os anunciamos, hermanos, una buena
noticia,
una gran alegría para todo el pueblo;
escuchadla con corazón gozoso:
Habían pasado miles y miles de años
desde que, al principio, Dios creó el cielo
y la tierra
y, asignándoles un progreso continuo a
través de los tiempos,
quiso que las aguas produjeran un
pulular de seres vivientes
y las aves que volaran sobre la tierra.
Miles y miles de años,
desde el momento en que
Dios quiso que apareciera en la tierra el
hombre,
hecho a su imagen y semejanza,
para que dominara las maravillas del
mundo
y, al contemplar la grandeza de la
creación,
alabara en todo momento al Creador.
Miles y miles de años,
durante los cuales los pensamientos del
hombre,
inclinados siempre al mal,
llenaron el mundo de pecado hasta tal
punto
que Dios decidió purificarlo,
con las aguas torrenciales del diluvio.
Hacía muchísimos años que Abraham, el
padre de nuestra fe,
obediente a la voz de Dios,
se dirigió hacia una tierra desconocida
para dar origen al pueblo elegido.
Hacía unos 1.250 años que Moisés
hizo atravesar el Mar Rojo
a los hijos de Abraham,
para que aquel pueblo, liberado de la
esclavitud del Faraón,
fuera imagen de la familia de los
bautizados.
Hacía unos 1.000 años que David, un
sencillo pastor
que guardaba los rebaños de su padre
Jesé,
fue ungido por el profeta Samuel,
como el gran rey de Israel.
Hacía unos 700 años que Israel,
que había reincidido continuamente en
las infidelidades de sus padres
y por no hacer caso de los mensajeros
que Dios le enviaba,
fue deportado por los caldeos a
Babilonia;
fue entonces, en medio de los
sufrimientos del destierro,
cuando aprendió a esperar un Salvador
que lo librara de su esclavitud
y a desear aquel Mesías
que tos profetas le habían anunciado
y que había de instaurar un nuevo orden
de paz y de justicia,
de amor y de libertad.
Finalmente, durante la olimpiada 94,
el año 752 de la fundación de Roma,
el año 14 del reinado del emperador
Augusto,
cuando en el mundo entero reinaba una
Paz universal,
hace más de 2000 años,
en Belén de Judá, pueblo humilde de
Israel,
ocupado entonces por los romanos,
en un pesebre, porque no tenía sitio en la
posada,
de María virgen, esposa de José,
de la casa y familia de David,
una Noche como la de Hoy, nació Jesús,
Dios eterno, Hijo del Eterno Padre,
y hombre verdadero,
llamado Mesías y Cristo,
que es el Salvador que los hombres
esperaban.
Él es la Palabra que ilumina a todo
hombre,
por Él fueron creadas al principio todas
las cosas;
Él, que es el Camino, la Verdad y la Vida,
ha acampado, pues, entre nosotros.
Nosotros, los que creemos en él,
nos hemos reunido Hoy en esta
SANTÍSIMA NOCHE,
o mejor dicho, Dios nos ha reunido,
para celebrar con alegría
la solemnidad de Navidad,
y proclamar nuestra fe en Cristo,
Salvador del mundo.
Hermanos, alegraos,
haced fiesta y celebrad la mejor noticia
de toda la historia de la humanidad.
NAVIDAD DE NUESTRO SEÑOR
JESUCRISTO SEGÚN LA CARNE.
Versión original en latín (se canta en la Misa papal de Nochebuena):

Kalenda

Il cantore:

Octavo Kalendas ianuarii. Luna quarta.

Innumeris transactis sæculis a creatione mundi,


quando in principio Deus creavit cælum et terram et hominem formavit ad
imaginem suam;
permultis etiam sæculis, ex quo post diluvium Altissimus in nubibus arcum
posuerat, signum fœderis et pacis;
a migratione Abrahæ, patris nostri in fide, de Ur Chaldæorum sæculo vigesimo
primo;
ab egressu populi Israel de Ægypto, Moyse duce, sæculo decimo tertio;
ab unctione David in regem, anno circiter millesimo;
hebdomada sexagesima quinta, iuxta Danielis prophetiam;
Olympiade centesima nonagesima quarta;
ab Urbe condita anno septingentesimo quinquagesimo secundo;
anno imperii Cæsaris Octaviani Augusti quadragesimo secundo;
toto Orbe in pace composito, Iesus Christus, æternus Deus æternique Patris
Filius, mundum volens adventu suo piissimo consecrare, de Spiritu Sancto
conceptus, novemque post conceptionem decursis mensibus, in Bethlehem Iudæ
nascitur ex Maria Virgine
factus homo:

Nativitas Domini nostri Iesu Christi


secundum carnem

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