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3º parte

¿Qué piensa Daniel Goleman de la Inteligencia


emocional?
La Inteligencia emocional es una forma de interactuar con el mundo que
tiene muy en cuenta los sentimientos, y engloba habilidades tales como el
control de los impulsos, la autoconciencia, la motivación, el entusiasmo, la
perseverancia, la empatía, la agilidad mental, etc. Ellas configuran rasgos
de carácter como la autodisciplina, la compasión o el altruismo, que
resultan indispensables para una buena y creativa adaptación social.

El rendimiento escolar del estudiante depende del más fundamental de


todos los conocimientos, aprender a aprender. Los objetivos a reeducar
como clave fundamental son los siguientes:

1. Confianza. La sensación de controlar y dominar el propio cuerpo, la


propia conducta y el propio mundo. La sensación de que tiene muchas
posibilidades de éxito en lo que emprenda y que los adultos pueden
ayudarle en esa tarea.

2. Curiosidad. La sensación de que el hecho de descubrir algo es


positivo y placentero.

3. Intencionalidad. El deseo y la capacidad de lograr algo y de actuar en


consecuencia. Esta habilidad está ligada a la sensación y a la capacidad
de sentirse competente, de ser eficaz.

4. Autocontrol. La capacidad de modular y controlar las propias acciones


en una forma apropiada a su edad; la sensación de control interno.

5. Relación. La capacidad de relacionarse con los demás, una capacidad


que se basa en el hecho de comprenderles y de ser comprendido por
ellos.

6. Capacidad de comunicar. El deseo y la capacidad de intercambiar


verbalmente ideas, sentimientos y conceptos con los demás. Esta
capacidad exige la confianza en los demás (incluyendo a los adultos) y el
placer de relacionarse con ellos.

7. Cooperación. La capacidad de armonizar las propias necesidades con


las de los demás en las actividades grupales.
La obra de Daniel Goleman intenta recuperar el prestigio de las
emociones como objeto digno de estudio. La tesis de esta obra es
que los tradicionales tests de inteligencia (con los que se "saca" el
famoso coeficiente intelectual) miden una serie de habilidades
intelectuales que no suelen servir de mucho para afrontar los
"problemas de la vida". Es decir, un CI (coeficiente intelectual)
elevado no es garantía de felicidad, prosperidad, etc. Sirve para
obtener buenas notas en la escuela pero no para responder con
eficiencia frente a los distintos trastornos que se presentan en la vida
diaria. Para complementar el CI, Goleman introduce el concepto de
CE (coeficiente emocional). La inteligencia emocional incluye
habilidades como la capacidad de automotivarse, la perseverancia,
el autocontrol. Todo podría resumirse en este último concepto, el
control sobre las emociones.

La etimología de la palabra emoción remite al movimiento. Las


emociones son las que nos mueven, nos llevan a entrar en acción.
Esto es muy claro en los animales y en los niños. No tanto en los
adultos quienes 'civilizadamente' hemos aprendido a separar la
emoción de la acción.

Las emociones cumplen una función natural. Con el miedo, explica


Goleman, la sangre se retira del rostro (por eso palidecemos) y se
dirige a los músculos de las piernas para facilitar una reacción de
fuga ante el peligro. En la ira, la sangre fluye a las manos, aumenta
el ritmo cardíaco y el nivel de adrenalina generando condiciones
propicias para una acción enérgica.

Ahora bien, desde las primitivas emociones de los primeros hombres


hasta el día de hoy indudablemente las condiciones de vida han
cambiado. "Mientras en el pasado una ira violenta puede haber
supuesto una ventaja crucial para la supervivencia, el hecho de tener
acceso a armas automáticas a los trece años la convierte en una
reacción a menudo desastrosa."

La cultura educa nuestras emociones. Al niño pseudonatural se le va


enseñando cuando son aceptables ciertas emociones y cuando no.
Se le enseña a minimizar ciertas emociones, a exagerar otras, a
reemplazar una emoción por otra y a reprimir otras. Sobre las
emociones y sobre cómo educarlas, queda la sensación de haber
mucho por investigar.

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