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Hacer discípulos al estilo de Jesús: unos pocos a la vez

Por Greg Ogden

La Iglesia necesita con toda urgencia volver a captar su misión original de hacer discípulos de creando
ambientes de intimidad y relación que produzcan multiplicación y transformación.

“La crisis actual en el corazón mismo de la Iglesia es una crisis de producción”, 1 escribe Bill Hull. ¿Acaso hay
alguna pregunta más importante para que la respondan los pastores que la de explicar qué clase de gente
estamos formando en nuestros ministerios? Según George Barna y George Gallup, no estamos produciendo
gente que sea demasiado distinta en cuanto a convicciones y estilo de vida que el resto de la sociedad. Esto
ha sido bien documentado, así que no voy a repetir la mala noticia. Sin embargo, he aquí la solución.

Jesús indicó con claridad que para Él la misión de la Iglesia equivale a la producción de una sola cosa: “Id,
y haced discípulos a todas las naciones” (Mateo 28:19). La misión de todas las iglesias es la misma: hacer
discípulos de Jesús. Tal vez prefiramos expresar esto de una forma contemporánea y nueva, como
“convertir a gente sin religión en seguidores enteramente consagrados de Cristo”, 2 pero esto no sería más
que otra forma de presentar la Gran Comisión.

Cuando hablo a los pastores sobre la labor de hacer discípulos, hago entre ellos una encuesta informal. Les
pido: “Levanten la mano los que se reúnen todas las semanas con unas cuantas personas para ayudarlas a
convertirse en discípulos reproductores de Jesús”. Tristemente, la respuesta es mínima. Sería de esperar
que fuera una respuesta mayor, puesto que Jesús nos dio ejemplo sobre la forma de hacer discípulos.
Llamó a los Doce para que estuvieran con Él, de manera que pudiera moldear su carácter y transferirles su
misión. Tenemos una crisis de producción porque los pastores no están siguiendo el modelo presentado por
Jesús. Como consecuencia, nos estamos perdiendo una oportunidad de un gozo y un fruto inmensos.

El pastor como discipulador y equipador


A muchos pastores se les ha enseñado en cuanto al liderazgo pastoral el modelo del pastor de ovejas. El
pastor debe cuidar del rebaño y protegerlo. Se espera de él que se encuentre por igual a disposición de
todos en la congregación y, en especial, que esté presente en los momentos de crisis en la vida de las
personas. Esto significa que el pastor es alguien que responde a las necesidades de los demás; son los
demás los que establecen su agenda.

El equipador o discipulador tiene una mentalidad distinta. Es el que tiene la iniciativa en cuanto a quién
entra en su agenda. Su centro de atención se enfoca en ampliar el número de discípulos que sean capaz de
reproducirse, y hacer crecer la base de liderazgo de su congregación. La amplitud del ministerio de alguien
sólo es tan expansiva como la cantidad de discípulos con iniciativa propia y capaz de reproducirse que
tenga.

¿Cómo se enfrenta un pastor con este posible choque con las expectativas de la congregación entre el
modelo del pastor de ovejas y el modelo del discipulador? Si un pastor/discipulador se reúne semanalmente
con unas cuantas personas, la fábrica de rumores empezará a girar. Es posible que se le acuse de tener
favoritos; de crear una base de poder para operar desde ella; o de reunirse únicamente con los que aportan
grandes cantidades a la iglesia. La selección de sus discípulos en público fue la forma que usó Jesús para
poner a cubierto a los pastores.

En el relato de Lucas sobre el llamado hecho por Jesús a sus discípulos, se ve que Él caminaba en medio del
gran grupo de gente que lo había estado siguiendo. De dentro de este grupo escogió a los que designó
como apóstoles (Lucas 6:12, 13). Estaba dando ejemplo sobre la única forma de hacer crecer a la gente. El
discipulador debe mantener una compañía íntima con sus discípulos a lo largo de un buen tiempo. El pastor
está haciendo lo que hizo Jesús.

Para ser equipadores y discipuladores, los pastores necesitan reunirse todas las semanas con personas en
las cuales se están invirtiendo ellos mismos para que crezcan, maduren, y se multipliquen. Los jueves, a las
seis y media de la mañana, siento que estoy haciendo aquello a lo que he sido llamado como pastor. Tres
hombres más y yo nos abrimos nuestra vida unos a otros, nos ponemos al día en cuanto al transcurso de la
semana, interactuamos con las Escrituras y con el plan de estudios, compartimos nuestras ideas,
confesamos nuestros pecados, y nos confiamos mutuamente cuáles son los retos que presenta la semana.
Yo salgo de allí lleno de energía, sabiendo que he sido pastor. Entonces, cuando veo a estos mismos
hombres recoger el reto de discipular a otros como estilo de vida, las cosas no podrían ir mejor para mí.

Greg Ogden, Oak Brook, Illinois

Selección tomada de las páginas 40-54 de Transforming Discipleship: Making Disciples a Few at a Time, por
Greg Ogden (InterVarsity Press: Downers Grove, Illinois, 2003). Usado con autorización personal suya.
En este artículo, describo una forma simple y reproducible de hacer discípulos de Jesús, que cambiará para
siempre su manera de ejercer el ministerio. También dejará en su iglesia unos discípulos de Cristo que
iniciarán el proceso por ellos mismos y se reproducirán.

El modelo es el siguiente: los discípulos se hacen en pequeños grupos reproducibles de tres o cuatro
personas, en los cuales se cultiva un ambiente de transformación y multiplicación.

De acuerdo con mi experiencia, los tres siguientes son los elementos de construcción necesarios para hacer
discípulos. Esto, a su vez, tiene que ver con nuestra crisis de producción:

 El modelo para la multiplicación.

 La prioridad de las relaciones.

 El ambiente para un crecimiento acelerado


EL MODELO PARA LA MULTIPLICACIÓN

A éste, le doy el nombre de “mi mayor momento eureka” en el ministerio, y es lo que le ha dado forma,
más que ninguna otra cosa, a mi manera de hacer discípulos. Fue un momento en que tropecé con un
importante descubrimiento.

Me había estado sintiendo frustrado porque no estaba viendo una multiplicación de discípulos. Había dado
por sentado que el modelo de persona a persona era la mejor forma de hacer discípulos que se siguieran
reproduciendo. Al fin y al cabo, ¿no es la relación entre Pablo y Timoteo el esquema bíblico? Discipular
significaba dedicarme a alguien para asegurarme de que la vida de Cristo fuera edificada en él. Esto a su
vez lo llevaría a hacer eso mismo por otra persona, y así sucesivamente. El problema estaba en que no veía
que él estuviera haciendo lo mismo por otro. No había multiplicación.

¿Qué estaba haciendo que no andaba bien? La definición de la locura es que consiste en hacer la misma
cosa una y otra vez, al mismo tiempo que se esperan unos resultados distintos. Frustrado, redoblé mis
esfuerzos. Me aseguraba de tener a mano un buen contenido, me las arreglaba para mejorar mi vida de
oración, y enseñaba las habilidades necesarias para estudiar la Biblia y testificar. Sin embargo, no era
capaz de inspirar confianza, de traspasar la visión, ni de llenar de poder a las personas para que
discipularan a otras. A pesar de todas mis mejoras, los resultados seguían siendo los mismos.

Entonces se produjo el gran adelanto. Yo había escrito un plan de estudios 3 para hacer discípulos que se
convirtió en la base para el proyecto de mi doctorado en ministerio. Mi mentor de la facultad consideró que
sería bueno experimentarlo para poner a prueba la dinámica de aquel material en diversos ambientes.
Además del enfoque de persona a persona, invité a otras dos personas para que se me unieran. Nunca me
habría podido imaginar la potencia que se estaría desatando. Al añadir a una tercera persona, me pareció
que el Espíritu Santo estaba presente entre nosotros de una forma que daba vida, transformaba, y ponía
los cimientos para la multiplicación.

Nunca he vuelto al modelo de persona a persona para hacer discípulos, a causa de lo que experimenté.
Veinte años después, he tenido una considerable oportunidad para reflexionar sobre la diferencia entre la
dinámica que se produce entre los grupos de tres y de cuatro (tríada/cuadríada), y el enfoque de persona a
persona.

¿Cuáles eran las limitaciones del modelo de persona a persona?

1. En el modelo de persona a persona, el discipulador es el responsable del bienestar


espiritual del otro.Es como una especie de mamá ave que sale a buscar los gusanitos con los que
alimenta a su cría. Y esos polluelos esperan con la boca bien abierta en su nido, hasta que regresa
la madre. El discipulador desempeña el papel de traspasarle sus amplios conocimientos a alguien
cuyos conocimientos son limitados.

2. La relación de persona a persona establece una jerarquía que muchas veces tiene por
efecto la dependencia.Por agradecido que sea un Timoteo, lo más probable es que la persona
que se encuentra en la posición de recibir no sea capaz de verse a sí misma en la posición de dar.
El abismo existente entre un Pablo y un Timoteo se acentúa cuando es una relación entre pastor y
miembro. El pastor es un profesional con estudios, con conocimientos bíblicos que muchos laicos no
consideran que ellos puedan llegar a tener.

3. El enfoque de persona a persona limita el intercambio o diálogo. Comparo la comunicación


de persona a persona con un juego de ping-pong. En este diálogo de persona a persona, el
discipulador se encuentra bajo una presión continua para levantar el intercambio a un plano
superior.

4. El método de persona a persona también crea un enfoque de un solo modelo. La influencia


primaria sobre un discípulo nuevo es una sola persona. Los parámetros de la experiencia
discipuladora son definidos por los puntos fuertes y débiles de un solo individuo.

5. Por último, el modelo de persona a persona por lo general no reproduce. Es muy raro que
lo haga. Sólo las personas seguras de sí mismas e internamente motivadas pueden romper la
dependencia para adquirir iniciativa propia y reproducirse en otros.4

Sin darnos cuenta, hemos estado manteniendo un modelo de discipulado jerárquico y de posiciones fijas
que no es transferible. Mientras una persona sienta que tiene a otra persona por encima de ella a causa de
una autoridad espiritual, comoquiera que ésta se mida, no se considerará en condiciones de discipular a
otros. Aunque tratemos de vender el modelo de persona a persona como un método de multiplicación, lo
cierto es que contiene en sí mismo las semillas de su propia destrucción.

Ocho causas de la limitada eficacia actual del discipulado


1. Los pastores han sido desviados de su llamado primario a “perfeccionar a los santos para la
obra del ministerio” (Efesios 4:12).1

2. Hemos tratado de hacer discípulos por medio de programas.

3. Hemos reducido la vida cristiana a los beneficios eternos que recibimos de Jesús, en vez de
vivir como estudiantes suyos.

4. Hemos hecho el discipulado algo para supercristianos, y no para el creyente común y corriente.

5. Los líderes no se han sentido deseosos de llamar a la gente al discipulado.

6. Tenemos un concepto inadecuado de la iglesia como comunidad de discipulado.

7. La mayor parte de las iglesias no tienen un camino claro y público hacia la madurez.

8. La mayor parte de los cristianos nunca han sido discipulados personalmente.

9.

Greg Ogden, Oak Brook, Illinois.

NOTA

1. Cita tomada de la Versión Reina-Valera de 1960, © Sociedades Bíblicas en América Latina, 1960; ©
renovado en 1988 por United Bible Societies.

De acuerdo con mi propia experiencia, prefiero un modelo no jerárquico que considera el trabajo de
discipular como un proceso mutuo de mentoría entre iguales.5
Para evitar la trampa de la dependencia, es necesario que se vea la relación en un sentido lateral, en vez de
verla como una relación en la que alguien tiene autoridad o posición sobre la otra persona.

UN MODELO PRÁCTICO ALTERNO PARA HACER DISCÍPULOS EN GRUPOS DE


TRES O DE CUATRO (TRÍADAS/CUADRÍADAS)

¿Por qué estos grupos de tres o de cuatro (tríadas/cuadríadas) comunican energía, están llenos de gozo y
son reproductores?

1. Hay un cambio desde una presión que no es naturalhasta una participación natural por parte del
discipulador. Cuando se añade una tercera o cuarta persona, el discipulador deja de ser el centro
de enfoque para convertirse en una parte del proceso que lleva el grupo. En este ambiente, el
discipulador es un participante más, junto con los otros. Aunque es él quien convoca a los demás,
muy pronto se convierte en uno más del grupo en su andar hacia la madurez en Cristo.

2. Hay un paso de la jerarquía a la relación entre iguales. El grupo de tres o de cuatro crea de manera
natural un andar en conjunto. El centro de atención se encuentra menos en el discipulador, y más
en Cristo, como Aquel hacia el cual debemos dirigir nuestra vida. En mi condición de pastor,
descubrí que la relación podía comenzar con la conciencia de que yo era el experto en Biblia, a
causa de mi título y de mis estudios, pero dentro de las primeras semanas, el grupo de tres o de
cuatro me permitía ser uno más en un grupo de discípulos que estaban tratando de seguir a Jesús.

3. Hay un cambio del diálogo al intercambio dinámico. En mi experimento inicial con grupos de tres,
muchas veces salía de las reuniones de discipulado, diciéndome: ¿qué hizo que ese intercambio
fuera tan lleno de vida y tan dinámico? La presencia del Espíritu Santo parecía palpable. La relación
estaba llena de vida y de energía. Conforme he comprendido la dinámica de los grupos, he
comprendido que la relación de persona a persona no es un grupo. El grupo se forma cuando se
añade una tercera persona. (Piense en la Trinidad).

4. Hay un paso de unas sugerencias limitadas a la sabiduría que hay en el número. La sabiduría
procede de la multitud de consejeros (Proverbios 15:22). Muchas veces aquellos que consideramos
más jóvenes, o menos maduros en la fe, tienen explosiones de gran sabiduría, una chispa nueva de
vida, o simplemente unas preguntas fabulosas. En un grupo de cuatro donde estoy ahora, uno de
los hombres, que llamaremos Mick, dijo en nuestra reunión inicial: “Yo nunca he abierto la Biblia”.

Yo había observado en él que estaba ansioso y hambriento, así que estaba seguro de que no había
comprendido bien su comentario. Entonces le observé: “Querrás decir que nunca has estudiado la Biblia en
serio”.

“No; es que nunca he abierto una Biblia”.

Desde aquella primera reunión, Mick ha mostrado un apetito voraz por las Escrituras. Sus inteligentes
preguntas nos han llevado a entrar en diálogos y exploraciones de una profundidad mayor.

5. Hay un paso de la suma a la multiplicación. Para mí no hay gozo mayor que el de ver que un cristiano se
reproduce. Uno de los beneficios del modelo de tres o cuatro es su poder para facultar a la persona.
Durante más de dos décadas he observado una proporción de reproducción cercana al setenta y cinco por
ciento a través del modelo de grupos de tres o de cuatro (tríadas/cuadríadas) para hacer discípulos.

En resumen, una unidad más pequeña favorece la multiplicación, porque reduce al mínimo las dimensiones
de tipo jerárquico, mientras que aumenta al máximo el modelo del compañero-mentor. Cuando se ofrece
un plan de discipulado diseñado específicamente para esta relación tan íntima, se crea una estructura
sencilla y reproducible que casi todos los creyentes en crecimiento pueden guiar. En estos grupos, el
liderazgo se puede rotar muy temprano, puesto que el tamaño favorece el intercambio informal, y el plan
proporciona una guía que seguir.

La labor de discipular debe crear una multiplicación intergeneracional. Sin embargo, esto es sólo uno de los
aspectos que tiene el trabajo de hacer unos discípulos con iniciativa propia, y capaz de reproducirse.

LOS DISCÍPULOS SE HACEN EN LAS RELACIONES, NO EN LOS PROGRAMAS

Cuando se hacen discípulos, la prioridad se pone en la invitación al establecimiento de unas relaciones, no


en la invitación a programas.

La labor de hacer discípulos no es un programa de seis, diez, o aun treinta semanas. Nuestros esfuerzos
por hacer discípulos son canalizados muchas veces a través de programas, no a través de un proceso de
relaciones.

Bíblicamente, se hacen discípulos en las relaciones. Cuando yo estoy formando una nueva tríada/cuadríada,
entro en un contacto personal con alguien. Lo primero que hago es pedir al Señor que me guíe hacia los
que tienen hambre espiritual y se dejarán enseñar. Cuando tengo una convicción firme acerca de quién es
la persona a la que el Señor quiere que me aproxime, pregunto a esa persona: “¿Se me quisiera unir y
andar conmigo mientras crecemos juntos para convertirnos en mejores discípulos de Cristo? Me gustaría
invitarlo a reunirse todas las semanas conmigo y uno o dos más, para que podamos llegar a ser todo lo que
el Señor quiere que seamos. Cuando estaba orando acerca de esta relación, sentí que el Señor me guiaba
hacia usted”.

¿En qué difiere de un programa este enfoque basado en una relación personal?

Las relaciones de discipulado estÁn marcadas por una intimidad, mientras que los
programas tienden a estar centrados en la informaciÓn
Los programas operan bajo el supuesto de que si damos más información a alguien, esto llevará de manera
automática a una transformación. En otras palabras, la sana doctrina produce una forma de vida propia. Si
se llena la cabeza a la persona con versículos de las Escrituras y principios bíblicos, esto la lleva a un
cambio en su carácter y sus valores, y a amar a Dios.

Cómo comenzar un grupo de discipulado reproducible

Ore. Pida al Señor que lo acerque a gente que sienta hambre espiritual. No se apresure. Deje que se
asiente en su interior la convicción. Sólo entonces dé el siguiente paso.

Haga una invitación personal. Acérquese a la persona, hablándole de la siguiente manera: “El Señor me
ha dado carga por usted en el corazón. ¿Estaría dispuesto a unirse conmigo y con uno o dos más en un
intento semanal por convertirnos en mejores discípulos de Jesús?

Hábleles de lo que esto significa. Si usted está usando un plan de estudios como Discipleship Essentials,
déles una visión de conjunto sobre el contenido, y la forma en que usted lo cubrirá.

Revise el pacto.1 Los discípulos necesitan tener un sentido claro de lo que se espera de ellos. Recorra el
pacto línea por línea, y haga que ellos expresen las exigencias con sus propias palabras. Mencione que la
tríada/cuadríada se reunirá todas las semanas durante cerca de un año.

Pida al potencial discípulo que reflexione en oración sobre su invitación. Concretamente, no le pida
que le dé una respuesta inmediata, pero sí pídale que examine si dispone de suficiente tiempo y de corazón
para lo que tiene por delante.
Infórmele que al menos una persona más se les unirá. Si esta es su primera invitación, hasta es
posible que esta persona le sugiera quién podría ser esa tercera o cuarta persona.

Fije fecha para la primera reunión normal, y comience. Busque un lugar tranquilo donde puedan
desarrollar una transparencia íntima. En la primera sesión, pida a cada persona que hable del proceso a
través del cual llegó a comprometerse con el grupo.

Guíe a los participantes en las sesiones. Vaya a un paso cómodo para todos. Anímelos a hacer
preguntas. Hable de asuntos personales. La vida se producirá mientras están juntos. El plan de estudios es
sólo una herramienta, y no algo a lo que haya que esclavizarse.

Sea modelo de transparencia. El grupo llegará tan profundo como profunda sea la disposición del líder a
ser vulnerable.

Dé a la multiplicación un valor elevado. El compromiso de discipular a otros se debe hallar en el pacto


original, y debe mantenerse como el enfoque central. Puesto que todos los miembros del grupo se turnarán
para dirigir el proceso, muy pronto se darán cuenta de que les es posible hacerlo.

Greg Ogden, Oak Brook, Illinois.

NOTA
1. Greg Ogden, Discipleship Essentials: A Guide to Building Your Life In Christ (Downers Grove, Ill.:
InterVarsity Press, 1998), p. 14.

Alicia Britt Chole capta la diferencia entre el programa y la relación. “El programa era más seguro, más
controlable y reproducible; menos arriesgado, menos problemático, menos intruso. Parecía más fácil dar a
alguien un bosquejo, que una hora; un libro viejo, mejor que una ventana que le dejara ver nuestra
humanidad. Qué fácil es sustituir la inversión en la gente por la información a la gente; qué fácil es
confundir la verdadera labor discipuladora de gente con la labor de organizarla. La vida no es producto de
un programa ni de un ensayo. La vida es producto de la vida. Jesús dio la prioridad a la mentoría de
hombro con hombro, porque su premio era mucho mayor que la información; era la integración.” 6

Las relaciones discipuladoras exigen una responsabilidad mutua total por parte de los
participantes. En los programas hay uno, o unos pocos, que realizan obra de ministerio a
favor de los muchos
La mayor parte de los programas se levantan alrededor de una sola persona, o unas pocas personas clave
que realizan el duro trabajo de preparación. El resto del grupo son los destinatarios pasivos de ese trabajo.
En cambio, esto es menos cierto cuando se trata de un pequeño grupo, más igualitario, que cuando se trata
de una clase en la que domina la comunicación en un solo sentido. Aunque un programa así pueda
proporcionar muy grandes beneficios al que ha hecho la preparación, por lo general, el resultado consiste
en una inmensa cantidad de información que nunca es procesada. Por mucho que crea que la predicación
produce convicción y decisión, sería ingenuo de mi parte pensar que basta con predicar para producir
discípulos. Si la predicación pudiera producir discípulos, esa labor ya estaríarealizada.

En una relación de discipulado, todos los que participan comparten un nivel igual de responsabilidad en
cuanto a preparación, revelación de su propia persona, y una agenda destinada a transformar la vida. Esta
relación no tiene que ver con la labor de una sola persona que es el maestro que lo comprende todo,
mientras que los demás están aprendiendo de alguien cuya sabiduría excede con mucho a la suya propia.
Los niveles de madurez en Cristo podrán variar, pero el supuesto previo básico es que en el dar y recibir de
las relaciones, el que es el maestro y el que recibe la enseñanza no son siempre los mismos, y pueden
cambiar de un momento a otro.
Las relaciones de discipulado son hechas a la medida del crecimiento propio de cada
persona, mientras que los programas insisten en la sincronizaciÓn y la regimentaciÓn
La mayoría de los programas no pueden tomar en consideración el hecho de que cada persona es distinta.
Esta distinción personal es esencial para la formación de los discípulos. Por lo general, un programa se
desarrolla durante un tiempo definido. Es frecuente que las iglesias sigan el calendario escolar. Comienzan
un programa en septiembre, cuando empiezan a funcionar las escuelas, y lo terminan en junio, a tiempo
para las vacaciones de verano. Una vez terminado ese ciclo, se da por supuesto que los cristianos han sido
discipulados. Se hace equivaler la conclusión del programa con el haber hecho discípulos.

Las relaciones del discipulado varían en cuanto al tiempo que se llevan, porque no hay dos personas que
crezcan con el mismo ritmo. Por tanto, el discipulado no puede ser una marcha forzada a lo largo de un
plan de estudios. Las relaciones que crean discípulos exigen un enfoque individualizado que tenga en
consideración el tipo personal de crecimiento de cada uno de los participantes.

Las relaciones en el discipulado centran la responsabilidad alrededor de la transformaciÓn


de la vida, mientras que el programa la centra alrededor del contenido
Los programas de discipulado crean la ilusión de que hay una responsabilidad. Sin embargo, esa
responsabilidad se centra más en terminar el plan de estudios asignado que en cambiar y transformar en
esa semejanza de Cristo que se espera de un discípulo suyo.

La meta es crecer a la semejanza de Cristo. La forma en que se mide la responsabilidad en estos


programas tiende a estar en las formas de conducta fácilmente observables y susceptibles de ser medidas.
Entre ellas están el aprendizaje de textos bíblicos de memoria, las lecturas semanales que se exigen, y el
ejercicio de las disciplinas espirituales. En una relación de discipulado, la responsabilidad se centra en
aprender a “guardar todas las cosas que Jesús nos ha mandado” (Mateo 28:20). Por ejemplo, hay una
inmensa diferencia entre saber que Jesús nos enseñó a amar a nuestros enemigos, y amarlos realmente.
Las relaciones del discipulado se centran en la incorporación de la vida de Jesús a todo cuanto hagamos.

EL AMBIENTE DE TRANSFORMACIÓN: LOS TRES ELEMENTOS NECESARIOS

Sin duda alguna, el ambiente en el cual he visto la más acelerada transformación de todas en los creyentes,
ha sido en las tríadas/quadríadas, o pequeños y reproducibles grupos de discipulado. Yo los llamo
el invernadero del crecimiento cristiano. Los invernaderos mejoran al máximo las condiciones ambientales,
de manera que las cosas puedan crecer más de lo que podrían bajo las circunstancias normales; las
condiciones favorecen el crecimiento acelerado. Esto es lo que sucede en una tríada/cuadríada.

¿Por qué sucede esto? ¿Cuáles son las condiciones existentes en un grupo de discipulado de tres o cuatro
personas, que crea ese efecto de invernadero? Hay tres elementos que, cuando se ejercitan de una manera
equilibrada, liberan al Espíritu Santo para que pueda producir un rápido crecimiento hacia la semejanza de
Cristo. Esos ingredientes se pueden resumir en el siguiente principio bíblico: cuando nosotros (1) abrimos el
corazón en una confianza mutua transparente (2) sobre la verdad de la Palabra de Dios (3) en el espíritu de
una responsabilidad mutua, nos encontramos en el invernadero de transformación del Espíritu Santo.

Examinemos cada uno de estos elementos que pueden crear un creyente y una reproducción acelerados.

Una confianza transparente


Regresamos a la verdad fundamental que ha sido repetida a lo largo de todo este artículo: el fundamento
para crecer en el discipulado es el que se tenga una relación de intimidad y responsabilidad mutua con
otros creyentes. ¿Por qué es esta transparencia una condición necesaria para el cambio? En el mismo grado
en que estemos dispuestos a revelar a los demás los aspectos de nuestra vida que necesitan el toque
transformador de Dios, es el grado en que estamos invitando al Espíritu Santo para que nos haga nuevos.
El hecho de que estemos dispuestos a entrar en una intimidad horizontal o de relación indica que estamos
dispuestos también a invitar al Señor a que renueve nuestra vida.

El hecho de que las tríadas/cuadríadas sean tan pequeñas significa que la relación de discipulado es íntima.
Hay poco lugar donde esconderse. En un ambiente de una confianza creciente, sale a la superficie la
revelación de sí mismo. La confianza no es algo que se produzca de manera instantánea, sino que se gana
y se desarrolla. Para llegar al extremo más hondo de una piscina, primero tenemos que pasar por las aguas
poco profundas de la reafirmación personal. Esas aguas incluyen el dar ánimo, apoyar en medio de las
dificultades de la vida, y también escuchar a nuestros compañeros en ambiente de oración con el fin de
ayudarlos a oír la voz de Dios en cuanto a las decisiones de la vida. Sólo después de pasar estas cosas,
estaremos en condiciones de entrar a las aguas donde no se da pie, confesándonos unos a otros nuestros
pecados.

Son pocos los creyentes que tienen el hábito regular o el contexto seguro en el cual puedan revelar a otro
lo que tienen escondido en el corazón. Mientras no lleguemos al punto en que podamos articular para otro
aquellas cosas que nos están deteniendo, viviremos sometidos a la tiranía de nuestras propias tinieblas.
Santiago exhortaba a sus lectores, diciéndoles: “Confesaos vuestras ofensas unos a otros, y orad unos por
otros, para que seáis sanados” (5:16).7 Así estaba haciendo una conexión directa entre la confesión y la
sanidad. Dentro de este contexto, la sanidad parece ser de naturaleza física. Sin embargo, Santiago creía
que la salud espiritual de la persona afectaba de forma directa a su salud física.

¿Cuál es la conexión existente entre la confesión y la libertad? El hecho de sacar a la luz la vergüenza de
nuestra culpa ante unos miembros del cuerpo de Cristo en los cuales confiamos, puede tener un efecto
liberador. Una vez que admitimos ante otros una forma pecaminosa de conducta, ese tipo de conducta
comienza a perder su poder para controlarnos. Al pecado lo que le gusta es la oscuridad, pero su poder se
debilita en la luz.

Aprender a nadar en las aguas profundas de una confianza transparente es un elemento necesario para un
crecimiento cristiano acelerado. Aprender a nadar puede ser una experiencia que nos cause miedo, sobre
todo cuando no damos pie. Sin embargo, una vez que aprendemos a confiar en que el agua nos sostendrá,
podemos aflojar la tensión para disfrutar de su frescor.

LA VERDAD EN COMUNIDAD

El segundo de los tres elementos ambientales que crean las condiciones para que haya este invernadero de
crecimiento acelerado es la verdad de la Palabra de Dios en comunidad. Comencé con las relaciones,
porque el contexto en el cual se debe estudiar la Palabra de Dios es la comunidad. Uno de los grandes fallos
de la actualidad es que hemos separado el estudio de la Palabra de Dios de unas relaciones transparentes.
Hemos estado más preocupados por tener una sana doctrina, que por tener una vida propia. Es importante
tener conocimiento y tener una sana doctrina, pero eso no basta. La meta es incorporar la verdad a nuestro
ser. Esto sucede cuando la procesamos junto con otros.

El discípulo debe tener la oportunidad de cubrir las enseñanzas esenciales de la vida cristiana de una forma
sistemática y en una secuencia adecuada. Estamos viviendo en unos tiempos en los cuales la persona
promedio tiene unos fundamentos mínimos para su fe cristiana. Hace una generación, Francis Schaeffer y
Elton Trueblood nos advirtieron con voz profética que estamos a una generación de distancia en cuanto a la
pérdida del recuerdo de la fe cristiana en nuestra cultura. Nosotros somos esa generación siguiente de la
cual hablaron ellos.

El programa The Tonight Show, con Jay Leno, no parecería el mejor de los lugares para hallar evidencias
acerca de este recuerdo perdido. Una noche, Leno salió a las calles para interrogar a las personas acerca de
sus conocimientos bíblicos. Se acercó a dos mujeres en edad universitaria, y les preguntó: “¿Me pueden
decir uno de los Diez Mandamientos?”

Después de mirarlo perplejas, ésta fue la respuesta: “¿La libertad de expresión?”

Después Leno se volvió hacia un joven, y le preguntó: “Según la Biblia, ¿a quién se lo tragó una ballena?”

Lleno de seguridad y de emoción, el joven respondió de inmediato: “Lo sé; lo sé. Fue Pinocho”.

El recuerdo del cristianismo se ha perdido.

Una de las personas que estaban en una tríada que yo dirigí era una señora que tenía unos diez años de
edad más que yo. Había crecido en el hogar de un pastor congregacionalista. Después que terminó el
tiempo que nos estuvimos reuniendo, ella me dijo: “Greg, tengo algo que confesar. Cuando usted me pidió
que me uniera a este grupo, no me pareció que tuviera mucho que aprender. Al fin y al cabo, toda mi vida
he estado estudiando las Escrituras, desde que fui criada en un hogar donde el centro era la Biblia. Pero
descubrí cuando vimos la fe con un orden sistemático y en secuencia, que la comprensión que tenía se
parecía más bien a un mosaico. Tenía lugares donde había losas, pero había una gran cantidad de espacios
vacíos entre ellas. Este enfoque me ha permitido ir llenando esos lugares con las losas que debían ir en
ellos. Ahora veo de una forma más completa que la fe cristiana tiene sentido”.

Una mutua responsabilidad en cuanto a la transformaciÓn de la vida


El tercer elemento ambiental que contribuye a la creación de las condiciones climáticas adecuadas para el
crecimiento acelerado es una mutua responsabilidad en cuanto a la transformación de la vida: la relación
de pacto entre los que se hallan en el camino del discipulado. ¿Qué es un pacto? “Un pacto es un acuerdo
mutuo escrito entre dos o más partes que expresa con claridad lo que se espera y a lo que cada cual se
compromete dentro de una relación.”8 Esta definición lleva implícita la idea de que los que han entrado en
el pacto se exigen una responsabilidad mutua para mantenerlo.

Sin embargo, para la mayoría de la gente del Occidente, el hecho de darles autoridad voluntariamente a
otros para exigirnos responsabilidad en cuanto a lo que dijimos que íbamos a hacer, constituye una
violación de aquello que es lo más preciado para nosotros. La novedosa indagación Habits of the
Heart (“Hábitos del corazón”), escrita por Robert Bellah, es la búsqueda que hace un sociólogo del núcleo
mismo del carácter estadounidense. Su hallazgo consiste en afirmar que la libertad en cuanto a las
obligaciones es lo que define lo que es ser estadounidense: queremos hacer lo que queremos hacer, cuando
queremos hacerlo, y que nadie se atreva a decirnos algo distinto. Queremos tener el control de nuestras
propias decisiones, de la dirección que llevemos en la vida, de la formación de nuestro carácter y de
nuestras agendas. Todo lo que llevamos por dentro choca con la responsabilidad hacia otra persona.

Con todo, esa responsabilidad mutua nos trae de vuelta a lo que significa ser discípulo de Jesús. El discípulo
es alguien que se halla sometido a autoridad. Los discípulos de Jesús no dejan lugar a dudas en cuanto al
hecho de que Él está ejerciendo una influencia formadora en su vida. Jesús dijo: “Si alguno quiere venir en
pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día, y sígame” (Lucas 9:23). 9 Para tomarnos en serio
esta verdad, necesitamos practicar el sometimiento a la autoridad dentro de nuestras relaciones de pacto
en Cristo.

ConclusiÓn
“La crisis en el corazón mismo de la Iglesia es una crisis de producción.” Exhorto a todos los pastores a
destinar hora y media de su tiempo cada semana a fin de reunirse con dos o tres personas más para el
discipulado de cara a la multiplicación. Imagínese el impacto que esto causará sobre la calidad y la cantidad
de la producción, cuando comencemos a ver una multiplicación orgánica de estos grupos reproducibles a lo
largo de los próximos diez años. George Barna nos estaría dando unas estadísticas distintas acerca de la
diferencia entre creyentes y no creyentes en los Estados Unidos.

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