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OPINIÓN - Propuesta para la profundización de la Democracia.

La actual democracia está agonizando y haciendo agua por todos


lados. El mundo está cambiando las claves en que se interpreta la
realidad y la actual democracia está quedando atrás. En todo el
mundo, el desprecio ciudadano hacia la clase política está
generalizado y los únicos que parecen no darse cuenta son los
mismos políticos. Pero, sabemos que eso no es así, ellos saben de
ese desprecio pero prefieren que los insulten y los denigren antes
que soltar la presa jugosa que ha caído en sus manos. Por eso,
prefieren salvar la carrera política de funcionarios de su misma
ideología que nada aportan a buscar responsables por la muerte de
niños en las mazmorras de la democracia llamada Sename. Así
estamos de mal.

Y estos nefastos efectos han sido generados por dos perversas


causas que se retroalimentan como una enfermedad asquerosa.

DOS NEFASTAS CAUSAS DE ESTA DEMOCRACIA


IMPERFECTA.

Primera causa. Concentración económica y política.

Es cierto. La humanidad ha llegado al consenso de que la


democracia es el mejor sistema para gestionar el poder en la
modernidad. No hay dudas al respecto. Sin embargo, la bendición
de la democracia, hace muchos años, ha perdido su capacidad de
generar mejoras y beneficios para las mayorías porque se está
transformando en un fin en sí mismo, en un botín que los más
rapaces intentan conseguir para si mismos, una minoría ambiciosa
y avariciosa.

El resultado es una catarata de mentiras y necedades que,


basándose en las exigencias de las mayorías, han propiciado una
concentración pavorosa del poder político y económico. Hoy, una
minoría tiene acceso al poder político; se hacen elegir en los
partidos, y se hacen elegir para cargos de representación popular.
Esa es la “democracia” de la cual hablan: ir cada cuatro años a
votar por personas que se atornillan a los cargos porque son
incapaces de sobrevivir como una persona común y corriente. La
concentración del poder político en unas pocas manos le hace el
juego a la otra pata de la mesa.

Para sobrevivir se necesitan recursos financieros, y la clave está en


concentrar el poder económico porque eso minimiza las posibles
transacciones que deben realizar para intercambiar favores. Si
hubieran existido 10.000 Ponce Lerou, la posibilidad se
financiamiento a las campañas hubiera sido más difícil (menos
riqueza, más trabajo para contactar). Por lo tanto, el poder político
concentrado propicia que se concentre el poder económico, y esto
último, genera un mercado laboral de bajos salarios y limitada
productividad. No hablemos de innovaciones ni creaciones de valor.
Los empresarios nacionales son mercachifles que solo compran y
venden.

Por lo tanto, la “democracia” que vivimos usa el poder para imponer


un velo autoritario sobre las minorías o los sin voz. Así, hoy, la
democracia solo sirve a los que marchan, escupen y destruyen los
bienes de uso público…La causa de todo es que la clase política
está gestionando el poder para sus propios fines olvidando que la
ciudadanía no les ha entregado un cheque en blanco.

Segundo efecto. Corrupción galopante.

La concentración de poder económico y política no puede generar


los resultados que esperan todos: ¡solo se benefician los
concentrados!. El generoso dinero de los contribuyentes, por medio
de la corrupción, va a los bolsillos de la clase política por el camino
corto o el camino largo.

El camino corto es recibir el sobre de la coima descarada y sonreir


como si todo marchara bien, mientras que el camino largo, consiste
en recibir el dinero de los contribuyentes por medio del
conocimiento preciso de información que puedan enriquecer de un
momento a otro o colocando a miembros de su familia en cargos
públicos de generosos estipendios.

Lo último toma tiempo pero el resultado es demasiado generoso


con estos impresentables que después desnudan su hipocresía
mostrando su riqueza mal habida.

SUPUESTOS DE NUESTRA PROPUESTA

Alguien dijo alguna vez que “la moral no es materia de discursos


sino de acciones concretas” y nuestro país requiere acciones
precisas y urgentes. Es lo que proponemos como liberales
responsables.

Por lo tanto, considerando, que es un error enfrentar con gran


algarabía mediática y retórica los efectos distorsionados de la mala
democracia y no sus verdaderas causas, nos permitimos exponer a
vuestra consideración algunas sugerencias en pos de una
democracia más perfeccionada.

PRIMERO. La naturaleza del ser humano.

Somos seres terrenales en la búsqueda de maximizar nuestro


bienestar y nuestra felicidad, por eso, cuando nos enfrentamos a las
tentaciones del entorno, nuestro único escudo son los valores con
los que fuimos educados por nuestros ascendientes.

Dijo una vez Rousseau que “el hombre nace bueno y la sociedad lo
corrompe", aludiendo al hecho de que cada individuo, cuando nace
es una tabula rasa que inscribe en el tiempo las normas sociales y
morales que cada pueblo posee y cultiva. Posteriormente, Lord
Acton acuñó la locución “el poder corrompe, el poder absoluto
corrompe absolutamente”, a lo que podemos agregar que el poder
permanente, corrompe permanentemente.

Sin embargo, sin temor a equivocarnos podemos afirmar que


ambos están equivocados. El ser humano nace y la sociedad lo
forma en un sentido u otro. Por eso afirmamos que los seres
expresamos nuestro potencial en una cierta sociedad. Por lo tanto,
el poder no corrompe si no que muestra a la luz pública los valores
de dicha persona.

Los seres humanos aman el poder que les permite disfrutar de más
regalías para ellos y los suyos, en detrimento del prójimo que es la
mayoría ciudadana.

Así, la permanencia en el poder de las mismas personas por


demasiado tiempo, generan las condiciones ideales para que
proliferen conductas reñidas con las normas y conductas éticas que
la ciudadanía exige a sus representantes en los poderes del
Estado…

SEGUNDO. El normal deseo de coludirse.

Lo dijo Adam Smith hace mucho tiempo: "el interés de los


comerciantes, en cualquier rama del comercio o de las
manufacturas, es siempre distinto e incluso opuesto al del público.
Ampliar los mercados y cerrar la competencia es siempre el interés
del empresario... la propuesta de cualquier regulación que venga de
este orden de hombres... viene de un orden de hombres cuyos
intereses nunca son exactamente los mismos que los del público y
que, en general, tienen el interés de engañar y oprimir al público".

Los liberales siempre han entendido que los seres humanos actúan,
en buena medida, motivados por sus propios intereses, no solo en
el mercado, sino también en el Estado. La colusión entre políticos y
grupos de interés sindicales, empresariales o de otro tipo, o la
colusión entre privados para derogar las reglas de competencia son
producto de ese impulso, así como también lo es la captura del
Estado por parte de sus funcionarios, como prueba el caso
dramático de los funcionarios públicos.

TERCERO. Imposibilidad de fiscalizar la corrupción y los actos


originados en consecuencia.
Resulta del todo imposible fiscalizar y controlar el fenómeno de la
corrupción, dado que no existen los recursos para ello. Es decir,
cualquier pretensión de control es un intento de desviar la atención
y olvidar las verdaderas causas de la corrupción creciente y
extendida.

Una clase política profesionalizada y experimentada a lo largo de


años y años, que se reelige siempre con el aporte del Estado,
mediante los impuestos tributados por la ciudadanía y el aporte
sospechoso y equívoco del sector privado a sus campañas
auspiciadas por sus partidos políticos, sin mayores requisitos que la
pertenencia a sus filas, sin ningún riesgo de su peculio personal,
nos parece carente de toda racionalidad y son los principales
componentes del hastío evidente de los electores.

Por todo lo anterior, proponemos,

PRIMERA PROPUESTA. No al financiamiento público de las


campañas políticas porque no es rentable socialmente.

Si se mantienen las condiciones actuales en que se desarrolla la


actividad política en Chile, la pretensión de financiar con recursos
públicos las campañas políticas no es rentable socialmente, porque
la corrupción –ahora con recursos públicos- se convertirá en un
“hoyo negro” de consecuencias insospechadas. Por una parte,
restamos dichos recursos para mejorar el bienestar del país y, en
segundo lugar, estos recursos públicos serán despilfarrados en
publicidad callejera por lo que eternizará que las calles y avenidas
del país sean ensuciadas por un tiempo largo e invadidas por
artefactos sin ninguna utilidad estética y social.

Chile es un país subdesarrollado con demasiadas carencias como


para afirmar con vehemencia que nuestro bienestar aumentará
invirtiendo parte de nuestros escasos recursos en campañas
electorales de políticos que diluyen su accionar en actividades
inconducentes y alejadas de la realidad del diario vivir, mientras la
educación, la salud, el transporte y otras necesidades urgentes
deben esperar con el auspicio de la burocracia y los gremios
atingentes.

La riqueza la generan los individuos por medio de su trabajo por lo


que desviar recursos a usos infértiles no mejorará el bienestar de
todos los chilenos.

SEGUNDA PROPUESTA. Una persona, un período en el cargo.

En todo el mundo, y en Chile, ha surgido una nueva fuente de


trabajo: los políticos profesionales, que viven a costa del Estado
toda su vida sin hacer otro aporte a la sociedad. Creemos que ésta
es una fuente de la cual se nutre la corrupción creciente e
inmanejable dado que muchas de estas personas construyen
durante su vida activa una red de relaciones que les permite
enriquecerse con su cercanía al poder. Ya no vemos los ejemplos
clásicos de antaño del buen político que luego de su período volvía
a sus funciones habituales.

Una persona que ostenta el poder durante largos períodos está


sometida a tentaciones e incentivos demasiado atractivos. Así se ha
ido consolidando una clase política en nuestro país que se extiende
a descendientes directos o familiares indirectos, constituyendo una
casta de iluminados y políticos sabios por cercanía u osmosis
política, resultando una vez elegidos, simples personas que usan el
poder para satisfacer sus intereses privados relegando en un
segundo o último plano el interés general y el de sus electores. Y
así continua y sobrevive entre nosotros el conocido Cornelio
Nepote.

Nuestra propuesta fundamental es: UNA PERSONA, UN SOLO


PERÍODO EN UN CARGO DE ELECCION POPULAR, teniendo
esta medida como base de sustentación racional y lógica que el
poder es más eficaz e eficiente cuando está fraccionado o dividido,
impidiendo la concentración en una persona o en grupos
privilegiados, con las nocivas consecuencias que ello implica al
permanecer los elegidos por largos períodos en sus cargos de
representación político partidista.

El principio de solución que postulamos es que una persona solo


pueda ser electa a un cargo popular en una sola oportunidad, y por
una sola vez a un cargo patrocinado por un partido político o en
calidad de independiente para un empleo público de Concejal,
Alcalde, Diputado, Senador y Presidente de la Nación. Al término de
cada período en el cargo no podrá ser reelecto(a) en el mismo
puesto y quedará inhabilitado por el mismo número de años para el
cual fue electo para optar a un cargo distinto. Así, si una persona de
30 años desea iniciar un carrera política podrá tener la siguiente
progresión política: con 30 años será concejal; 38 años, alcalde; 46
años, diputado; 54 años, senador; y con 62 años, presidente. Y
luego de ser electo en este último cargo no podrá volver a postular
nuevamente a cargo alguno de elección popular.

La amplitud de este ciclo electoral presenta variados beneficios para


un desarrollo más ecuánime en la selección y competencia de los
postulantes, permitiendo un permanente recambio generacional de
la política, adquisición de experiencias y conocimientos en la alta
responsabilidad social que conlleva estos cargos sin perder de vista
que las políticas públicas impactarán en la vida de los que legislan.

Por lo tanto, decir “NO A LA REELECCIÓN INDEFINIDA EN UN


CARGO” es una condición necesaria y suficiente para modernizar el
sistema electoral que no permita enclaves de poder perenne que
engendra y difunde una relación perversa entre Política y Dinero. Si
ciudadanos comunes y corrientes se involucran crecientemente en
la política, volverá la confianza en la democracia.

Necesitamos profundizar la democracia desde sus mismas raíces


en sindicatos, escuelas, universidades y partidos políticos de modo
que todos se involucren responsablemente. De este modo, los
ciudadanos electos en los distintos cargos estarán mejor
impulsados para trabajar y legislar en la solución de los problemas
reales del diario vivir con la finalidad última de conseguir una patria
más justa, unida y con gran fe en el porvenir de nuestras nuevas
generaciones.

Es nuestra obligación, y callar no es una opción.

CORPORACIÓN DE ESTUDIOS LIBERALES


La libertad es el fundamento de todos los valores

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