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JOSEPH RATZINGER HANS URS VON BALTHASAR + HEINZ SCHURMANN PRINCIPIOS DE MORAL CRISTIANA COMPENDIO EDICEP; == Coleccion: Compendios de esos tealogios, 10 Segunda edicién: 2002 einpresin: 2008 (© Johames Verlag, Ensen, Freibarg, 10. Auflage 1950 Tiao original: Prinaipien Christcher Moral Versi espaola: Miguel Antolt PRINTED IN SPAIN ISBN: B4-7050-5580 Depo Legal: 2303-1999 © by EDICEP CE. Almirame Cedeso, 11 + 46005 VALENCIA. (eptia) ‘Tino: (4) 96 395 20.45 + 96395 7295 + Fax: 9639520 97 E-mail: edicep@edicep.com + wwvwedicep.com IMPRIME: GUADA Ltografa SL. VALENCIA (spats) INDICE Prologo Heinz ScHORMANN Elproblema acerca dela obligatoriedad de las valoraciones y prescripciones neotestamentarias UN BOSQUENO .... 1L PLANTBAMIENTO DEL PROBLEMA. 1. Conducta y palabra de Jesis como criterio definitivo de valoracién moral 1. Comportamiento de Jess, como maceloy ‘concrecn de amor, que sive y que se entrega 2. Palabra de Jestis, como norma moral definitiva . TL Bl carfcter de obligatoriedad de as valoraciones y prescripcione apostliasy primitvascristianas 1. Las valoraciones y prescripciones planteadas teolégica y escatolégicamente 2. Las valoracionesy prescripcionespartculares RESUMEN . u 3 B 19 a 4 ” 6 tnprce Jossru Rarzincer Magisterio eclesidstco, fe, moral BOSQUEIO DELA PROBLEMATICA PRIMERAS INSTANCIAS CONTRARIAS ‘TRES EJEMPLOS DE IMPLICACION ENTRELAFEYLA VIDA 52 1. El Decdlogo 52 2. El nombre «Cristiano» . sy 3. Laexhortacién apostélica 59 FE, MORAL, MAGISTERIO 6 HANS Uns VON BALTHASAR ‘Nueve puntos sobre la ética cristiana n OBSERVACION PREVIA o B L.La culminaci6n de la moralidad en Crist aon 75 1, Cristo como norma comereta wns 1 2. Launiversalidad de fa norma concreta n 3. El sentido cristiano de la regla de 070 80 4. Elpecado . stn 2 IL.Los elementos veterotestamentarios dela futura sintesis 5. La promesa (Abraham) 6.Laley IIL. Fragmentos de ética extrabiblica 90 7. La COMCIENCIA sen es 8. Orden natural prebiblico 95 9. Etica antropolégica posteristiana 96 PROLOGO La pregunta acerca del contenido y del fundamen- to delethos cristiano entra siempre méis y mas en el primer plano de la discustén teolégica: de una manera mds inmediata que otros problemas, roza el hilo conductor de la vida cristiana. Esto es lo que io motivo a la Comisi6n Internacional de Tediogos para confiontarse con este tipo de problemas en sit sesion de diclembre de 1974, después de largos hos de trabajos previos. De las muchas pieciras de mosaico que alli fueron recogidas, sin que pu- dieran ser conjuntadas en un todo, serdar aqui publt- cadlas dos piezas centrales. Heir Schiirmarn, como rmiembro de la.Subcomisién encargacla de problemas morales, ha trabajadlo desde hace arias acerca del problema de la aportactén neotestamentaria a la iproblematica ética. Sus tests, fundadas sobre estas inwestigaciones acerca del problema de ta obligato- riedad de las valoractones y prescripciones neotes- tamentarias, después de una detenida discusion, _fuueron aceptadaas en términos generales por la. Co- misién. Hans Urs von Balthasar; en nueve puntos, da una base de los datos determinantes de la moral cristiana, en ta cual se hace palpable su légt a interna en el amplto contexto de la problematica antropoligica y de los histéricos modelos basicos del ethos; el esquema de Balthasar, como marco de orientacion, fue aceptado por la Comision. La wo PROLOGO aportacion de Joseph Ratzinger, que primero fue publicada en el marco de una serie de articulos det Osservatore Romano, no esté en ninguna conexion inmediata con el trabajo de la Comisién. Pero, dado que él patrocina algunas lineas que son trazadas en los otros dos textos, parece acertadlo incluirlo ‘aqui también. Como el tamaito del todo habia que mantenerlo dentro de unos limites, se mostré lamen- tablemente como no viable el asumir aqui los otros trabajos de la Subcomision digi con gran acierto ‘por Mons. Philippe Dethaye. Los autores que aqut intervienen ~los tres no espe cialistas en moral- son muy conscientes de la timi- tacion de sus pronunciamientos, en los cuales de ninguna manera se trata de devaluar o de considle- rar como superflua la amplia discusion realizada ‘por los especialistas. For otra parte, los grandes pro- bleras béisicos de ta teologia no se dejan encerrar nunca en el limitado estuche de ta especialidad; necesitan siempre de la reflexion conjunta desde todos los aspectos: qué seria de la dogmatica sin la correccién y el apoyo de los exégetas? gCémo podria la exégesis hacer su camino sin la bésica reflexién floséfica y teolégica? Ast esperan los auto- res, precisamente mientras desde otras disciplinas reflexionan acerca de ta problematica fundamental de la teologia moral, prestar su servicio a un proble- ma, por el cual se ve afectada la teologia como un todo, ineluso la fe como un todo también. Los ADTORES HEINZ SCHURMANN El problema acerca de la obligatoriedad de las valoraciones + prescripciones neotestamentarias UNBOSQUEIO! ELPLANTEAMIENTO DEL PROBLEMA El concilio Vaticano IT ha preparado «con més abun- , la cual, como «lgle- sia en realizacién», todavia era receptora de revelacién (compérese Ef 2, 20 con 3, 5), y de manera excepcional estaba impregnada del Espiitu del Seftor gloificado, ins- pirador y a la vez receptor de esa inspiracin (cft: Hch 11, 15), «La predicaci6n apost6lica ha encontrado una expre- siGn particularmente clara... en los libros inspirados» 8, Jos apsistoles «transmitieron fo que ellos también habfan recibido» (ofr, Hb 2, 3) de la tradicin de las comunida- des primitivas y en whtima instancia del Sefior mismo. En las valoraciones y prescripciones neotestamenta- rias, podemos distinguir con Pablo (compérese I Co 7, 10.25 con 7, 12.40) dos maneras de prescripcién: (1) El ‘comportamiento y la palabra de Jestis se imprimis ‘como titulo de prescripcién moral defintivamente obli- gatorio; ~de forma pospascual de parte del Sefior glori- 1, De Vertu, E VALORACIONES Y PRESCRIPCIONES NETESTAMENTARIAS 19 | ficado-. (I) Las valoraciones y prescripciones de los apéstoles como también de otros neuméticos crstianos, = primitivos, lo mismo que las diversas tradiciones de las comunidades cristianas primitivas. Con esta distincién _ paulina, queda marcada la organizacién de las reflexio- | nes que hacemos a continuacién. I Conducta y palabra de Jestis como criterio definitivo de valoracién moral Para los autores neotestamentarios, el comportamiento y la ‘palabra de Jess valen como criterio determinamte de va- loracién y como norma moral defnitiva, como la ley det Cristo» (Ga 6, 2) enormativa» (cf: 1 Co 9, 21) para tos corazones de los creventes Aht estén como decisivas para los autores neotestamentarios las prescripciones prepascua- les de Jesis,en el contexto de la obligatoriedad -y con ello de la urgencia de imitacin- que surgen del comportamien- todel Jests terreno e incluso del preexistente Hijo de Dios. El comportamiento obligante de Jestis,interpretado a la luz de su palabra; como eta ley det Cristo» (Ga 6, 2), tiene el cardcter de obligacién definitiva, hasta el punto de que se origina de ahf «un pensar conforme a Jesucris- to» (Rm 15, 5), un «tener los sentimientos de Jesucristo» (Fp 2, 5). «En Cristo Jess», la «ley» heterénoma se convierte en auténoma «medida de la ley>: el creyente ces uno, al que rige la ley del Cristo (eff. 1 Co 9,21), que tiene , el «Venido Hijo», se hace comprensible su anun- cio dela proximidad del Reino de Dios, lo mismo que su nuncio del amor del Padre que busca a los pecadores. Los escrito pospascuales se reflejan igualmente cuando pponen su acento més en la palabra de Jesis resucitado (asi los Evangelios sinépticos y las fuentes escritas sindpticas), o mas en las prescripciones apostolicas (por ejemplo fa carta de Santiago y las cartas pastorales), 6tas en el marco de la exigencia de seguimiento e imi- tacién del «Venido» en todo poder, del Hijo, del Cristo ‘crucificado y resucitado, Pablo, la primera carta de Pedi y (de otra manera) Juan acentian de tal manera el comportamiento obligante, que s6lo escasamente asu- ‘men o dejan asomar las prescripciones éticas de Jests. ‘Se recomienda tratar por separado el comportamiento (D y lapalabra (ID de Jest. NES Y PRESCRIPCIONES NEOTESTAMENTARIAS 21 \ 1. Comronrusmento ve Jest, como modelo y conerecién de amor, ‘que sirve y que se entrega Ssulisesos neotestamentarios, el comportamiento de Jest es caracterizado como un amor que sive y se entre- |ga «por nosotros», como un amor que se compromete, que hhace visible de forma escatoldgica el compromiso de Dios por nosotros (v.gr Rm 3, 8;8, 318s. yJn 3, 16; 1Jn4, 9). Laasumci6n y aceptacién creyente de este amor escatol6- sico de Dios que se nas regal, y la consiguienteimitacién del mismo en la vida con Cristo ¥ en Cristo, tenen que caracterizarfundamentalmente la vida moral de los cre- yentes. ‘Yan los sindpticos, a venida de Jests, su vida y su ‘obrar, es entendida como servicio (Le 22, 27ss.), que aleanza su cumbre en laentrega verificada en su muerte, En los escritos paulinos este amor es interpretado ken6- ticamente, de forma que encuentra su plenitud en la encamnacién y en la muerte de cruz del «Hijo» (eft. Flp 2, 638.; 2 Co 8, 9), en los escritos de Juan como un amor que encuentra su cumbre-enrel-abatimiento del «Hijo del hombre» en la encamacién y en la muerte (Jn 6, lss., 48-51), en el servicio de una muerte purificadora (in 13, 1-11), como culminacién de la «Obra» de Jestis Gin 17,4; oft. 4, 34), como «plenitud> In 19, 28.30), 19, Ch spotcn nombre el An. 2 PRINCIPOS DE MORAL CRISTIANA, 4) Mas todavia que de su orientacién escatolégiea, en los escritos neotestamentarios especialmente en Pablo y en Juan, la exigencia de amor recibe su motivacién, y con ello también su peculiaridad, su radicalidad que se tras- ciende a si misma, quizé también un contenido espectfico, de parte del comporiamiento del Hijo, del Hijo del hambre (que se desprende (Pablo), que se rebaja ast mismo (Juan); Finalmente este amor que se entrega en la existencia hum nna yen la muerte, representa eilustra el amor de Dios, Su peculiaridad y radicalidad las recibe la exigencia neotestamentaria de amor de parte de la escatologia, en cuanto que, éta-particularmente en el anuncio prepascul de Jestis~ determina la vida cristiana motivéndola desde el orvenir. En tiltima instancia, recibe su peculiaridad y radicalidad por el hecho de que la escatologia ha sido introducida aqui por la venida de Jess, y de modo defini- tivo por la muerte y resurreccién de Jestis. Luego queda la Ulleriorrealizacién del servicio amoroso dela vida y muer- te de Jesiis, ala que los discfpulos de Jestis han de hacer ccomprender como la entrada de la escatologta Dado que el amor de Dios que se revela en la encar- nacidn y en Ia muerte de Jestis ~particularmente en Pablo y Juan- es descrito en su cualitativo ser de otra ‘manera y que no permite explicarlo como una simple renuncia abnegada o como una humildad, la continua- cin de este amor y la asociacién y configuracién con 2, Che Fp 1385 208, 6; Rin 15,25, 7:Col 3, [E'S ass 2, 13, tse; £03, 16 © yALORACIONES PRESCRIFCIONES NEOTESTAMENTARIAS 23 © | crucificado”! deberfa ser una exigencia muy caracte- -ritica de Ia ética neotestamentaria. Pot lo mismo, que- dard fuera de lugar hacer derivar esta exigencia desde "una ética secular y menos todavia desde una ética reli- giosa trascendental fuera del cristianismo; més dificil todavia sera llevarla a la préctica desde esa perspectiva, b) El seguimiento de Jest y su imitacién, fa asociacién at Encarnado y Crucificado y la vida del bautizado en Cris- 10, ademds de la exigencia de amor, determinan de mane ra peculiar el comportamiento moral humano de los cre- sentes en el mundo, Desde este Proprium cristolégico descrito, todo el comportamiento moral de los creyentestecibe -en cfrcu- Jos que se ensanchan~ su peculiaridad, Desde ai se hacen comprensibles: Ia propia entrega hasta el matirio (Me 8, 35), laexigencia de amor a los enemigos (Mt 5, 43-47), ]a renuncia al derecho (1 Co 6, 1-8), la renuncia al divorcio (Me 10, 2-12; 1 Co 7, 10ss.). También el por una parte distante y por otra entregado comportamiento con el mundo (1 Co 7, 29ss.), el libre desprendimiento y pobreza (2 Co 6, 4-10), separacién de la familia (Le 14, 26), celibato (Mt 19, 12; 1 Co 7) se ven desde ahi hechos posibles y dotacios de un matiz peculiar. Desde este hori- Zonte, todo el comportamiento moral de los ereyentes resulfa caractetizado y radicalizado. 21, Cf Me es :9,3:37:Flp3 10. G6 14;2Co 12, 10,1 P2, 2225, 2 PRINCIPIOS DE MORAL CRISTIANA. 2. PALABRA DE Jests, como norma moral definitiva Las palabras del Sefor interpretan el amoroso compor- tamiento de Jests, el Encarnado y Crucifcado; sin ells, no ser(a comprensible. Pero igualmente es verdad que las palabras del Sefior han de ser interpretadas desde el comportamiento prepascuat de ests, yen definitiva des- de el misterio de la encarnacién y de la pascua. A la luz de este doble misteio, recordadas en el Espiritu (In 14, 26), son ellas la norma defintivamente vida det com- pportamiento moral de los creyentes, como dice expresa- ‘mente Pablo 1 Co 7, 10ss. lo cual pone de relieve tam- bién ya las tradiciones presindpticas lo mismo que los evangelios, cuando dan a las comunidades y a los cre- ‘yentes el orden tela vida y de la comunidad en forma de ‘«Dichos de Jesis», el encarnado y entregado, dando con ello la méxima obligatoriedad, Ya las palabras de Jestis antes de la pascua reciben abundante luz, del comportamiento de Jestis, como viceversa su comportamiento hay que entenderlo a partir de sus palabras, como antes hemos indicado. Pero, dado que el comportamiento de Jestis legé a plenitud en su , en su muerte y en su resu- rrecci6n (exaltacién), las palabras del Sefior devienen, plenamente comprensibles sélo después de la pascua Gn 3, I1ss.). Por lo mismo, valen ellas como normati- vvas en la forma en que la Iglesia del tiempo apost6li- co con frecuencia en una forma acomodada a la [YALORACIONES ¥ PRESCRIFCIONES NEOTESTAMENTARIAS 25 mueva situacién— nos las ha transmitido en los es- ctitos neotestamentarios y en la que el Espiritu del Sefior glorificado las ha «transformado» (cfi. Jn 14, 25ss.; 16, 138s.). 4) Si las palabras de Jestts son valoradas como norma ‘moral definitiva, tiene que ser atendido sin embargo su cardcter literario: la mayoria de las palabras de Jestis quieren ser entendidas segtin su cardcter lterario y no como «leyes»; varias de ellas se dan claramente como modelos de comportamiento, esién pues pensadas para- digméticamente, El tipo de comparaciones (cfr. 6, 41ss.), ejemplos casuisticos (cfr. Le 6, 213s.), las palabras legales exa- geradamente formuladas (Mt 5, 21.23-34.37), ponen de manifiesto el «caricter de modelo» de las palabras de Jestis. Una gran parte de las palabras del Seftor argumenta y motiva en el sentido de la sabidurfa reli- gioso-moral 1) Sobre lo que acabamos de deci, cabe todavia la pregu- ade si existen de verdad palabras del Senor, que ~en senti- do rabsnico~ deben ser entendidas «legalmente>. El disel- ‘plo de los rabinos Pablo no las entiende asi, mds todavia porque él las interpreta bésicamente desde el «desprendi- ‘miento» y con los «apéstoles» como receptores de revelacién (Ef 3, 5; 3, 3) y como oficios fundadores (cft. EF2, 20) de la «lglesia que se hace», lo cual conjuntamente revela una vieja tradicién (1 Co 12, 28s; Ef4, 11). En la Iglesia del tiempo inicial, en una ‘medida creciente y con la trascendencia del comienzo, junto al oficio de apéstol se daba este carisma de profe- fa (1 Ts 5,20; 1 Co 12, 10) y de «receptor de revela- ciéro (1 Co 14, 6.26; 14, 30;2 Co 12, 1; Ef 1, 17). | YALORACIONES Y PRESCRIPCIONES NEOTESTAMENTARIAS 29 Las lstas de carismas de la Iglesia primitiva, junto a | Jos servicios mencionados, enumeran también el don de = epalabra de sabiduria> (1 Co 12, 8; EF 1, 17; 1 Co 2, © ss.) y el de aciencia» (1 Co 12, 8; 13, 8), también la ‘capacidad de ciones de la Iglesia primitiva son plasmadss, por tanto, 1no s6lo por los «apdstoles y profetas» (1 Co 12, 2838.5, Rm 12, 6ss.); mas 0 menos institucionalizados estén junto a ellos los «maestros» (1 Co 12, 28; Ga 1, 125 6, 6), més adelante los «pastores y maestros» (EF 4, 11), Jos cuales s6lo pueden «ensefiar>, si ellos mismos son ensefados por Dios (1 Ts4,9 segtin Jr 31, 34). Todos estos carismas formaron las tradiciones de la comut dad; sus experiencias y su palabra se convertirén final- ‘mente en «modelos de ensefianza» (Rm 6, 17b) y en «Logoi» categuéticos (Le 1, 4; 1 Tm 1, 15; 3, 1). Hay ‘que tener en cuenta que la exigencia del carfcter de obligacién de las valoraciones y prescripciones conere~ tas de la Iglesia primitiva -segin forma y contenido son muy variadas, En gran medida estas orientaciones tienen una finalidad pastoral prictica. Si nosotros que- remos valorar el carécter de obligacién moral de la « (Jn 13, 34; 15,12; 1Jn2,7ss), ycon ello “en tanto que permanece generale indeterminado- con exigencia de cumpliniento incondicional. En el mandamiento del amor, la ley veterotesta- mentaria es « 48 PRINCIPIOS DE MORAL CRISTTANA, ‘Testamento, donde las ideas valorativas desde el tiempo de as patriarcas hasta la literatura sapiencial estén conce- bidas en un cambio constante, condicionadas por el con- tacto con las concepeiones morales en continua evolucién de las culturas circundantes. En ningtin lugar se puede sefalar una afirmacién moral, que esté s6loen el Antiguo ‘Testamento, dela cual se pueda decir que es fruto slo de Ja fe en Yahvé; en los asuntos de moral, todo esté tomado de otro sitio, Esto vale también para el Nuevo Testamen- 0: Los catélogos de virtudes y vicios de las cartas apos- ‘élicas, reproducen el ethos de los estoicos y son una apropiacién de lo que entonces valia como una prescrip- Cin de la razén para el comportamiento humano, Care- cen de importancia en cuanto a su contenido, sélo valen estructuralmente: como indicacién hacia la razén como fuente tinica de normas morales. Esté casi de sobra decir ue, desde este punto de partida, no queda ningin espacio Para un magisterio eclesial en los temas de moral. Pues ‘una nomativa objetiva basada en la tradicién dela fe res- onderia a un mal entendido, que entiende los pronuncia- ientos bfblicos como orientaciones objetivas y perma- nentes, mientras que éstas —segiin esta tesis~ son una ‘mera indicacién hacia el estado entonces existente del Conocimiento que se ha de alcanzar sélo por larazén, ‘eared incon peso expect del mun ue roe = x del mundo ude Enel eo <1 ten aso sly ua an aa ina ds Dosrepci? Pests pts etn td Keng eo gene Me an pope re Tara pore!xerionipor oom sonal eco co el resto del N.T. ha cai det cielo? Deberta: fapeaeee shesodh pa dice Den qc gunn pas ap MAGISTERIO ECLESIASTICO, FE, MORAL, ° Esté claro que tanto en un caso como en el otro, entran a debate problemas fundamentales de lo cristiano, {que no pueden ser tratados satisfactoriamente en unas pocas paginas. En el primer caso ~cuando la interpreta~ ién de lo cristiano como «ortopraxis» es realizada no s6lo pragmética sino también bésicamente-, esté en debate la pregunta acerca de la verdad y, avanzando en esto, la pregunta més fundamental de qué es fa realidad. En tiltima instancia, estamos ante la pregunta esencial respecto del primer articulo de laf, si bien de esto nun- ca se es consciente al detalle y las posiciones raras veces son planteadas en su dltima radicalidad. En el segundo caso, parece tratarse primariamente de un tini- co problema histérico: La pregunta acerca del origen hist6rico de ciertas expresiones biblicas. Se aproxima is a la cuestiOn, y asi se expresa que ab se trata de un problema mas fundamental, a saber, la pregunta sobre ‘eémo hay que determinar lo especificamente cristiano frente a las cambiantes configuraciones histricas de lo cristiano, Simultineamente esté en juego el problema de cémo hay que entender la comunicacién de la fe con Ja raz6n, con Jo humano general; finalmente y sobre todo la pregunta acercarde ta posibilidad y las limitacio- nes de la razén frente a la fe? 2 Nanwalmene eo ue dein compete di, la pregunta es scot cunadosmcteenel a de B, Shiller, Die Bedeutung des nt ‘he Sitengeees fr den Cloister on G.TederW. Dre erasfode- ‘ng und Krk der Merlo, Wiz, 197, 105-10. lilac de os {Species invokes gue investi, se pede ver esunido en el sigue haf, «A lev ee sn prep reional tos Is exigent ‘nae, tay ue vere aban ic del Noo Taunt como enamediacin 30 PRINCIPIOS DE MORAL CRISTIANA, PRIMERAS INSTANCIAS CONTRARIAS Empecemos con lo més fundamental, Jo mas sencillo, para desde ahi entrar en la pista de la cosa es decir, con la ‘cuestién acerca del origen histérico de las expresiones. biblicas en asuntos de Moral. Lo primero que hay que investigar aqu‘ es una cuestién metodolégica general. El supuesto de que lo recibido nunca se puede convertiren propio, es completamente falso. Esto lo sabemos por ‘nuestra propia Vidas el dicho teol6gico «que tienes ti, que no hayas recibido» (1 Co 4, 7), se puede acreditar por pura légica humana; pero esto Jo sabemos también por toda la historia cultural: La grandeza de una cultura se , En este sentido, para el sirio obispo méntr, el cristianismo es decidida- mente una , por estupro (Iujuria)®. Frente a esto, aplica Fgnacio un juego de palabras; que estuvo vigente largo tiempo en la apologética cristiana, En la fonética griega, la palabra chrestos (bueno) fue (yes) expresada con la letra i como christos, Esta coinci- 17, Magn5, ts. Je A. Fisher 168), Maga 10, 1 iid, 168). 9, Peterson, p75 38 PRINCIP0S DE MORAL CRISTIANA dencia la asume Ignacio, cuando a la frase «aprenda- ‘mos a vivir conforme al cristianismo (Christianismos)», antepone las palabras «no seamos insensibles frente a su bondad> (chrestotes, hablado christotes) 9, El perju- rio del crstos es un perjurio para ser chrstos, un perju- rio para el bien, Esto formulard todavia cien afios mas tarde Tertuliano: «La palabra cristiano es tomada de la palabra ser bueno» #, La conexién entre concepto de Dios ¢ idea moral, que encontrébamos dada en el Decé- Jogo, esté aqui repetida de una manera muy sublime y cen un estilo leno de exigencia en la palabra cristiano: El nombre cristiano significa comunidad con Cristo, pero también con ello disposicién para tomar sobre si el martirio del bien, Cristianismo es una conjuracién para el bien; la cualidad teolégica y moral esta precisa- ‘mente en el nombre, y més profundamente: implicada ingisolublementeen el mismo concepto fundamental de cristiano 2 10. Magn 10,1 1, ApS (Che 1925 Ad Nat 3, 8s, (CCC 4: Canam veo nomen do ueione repre, Ea cum coos obs cttie, ron ‘dames. sequoqae de suave vel oa moda. Ci, Peterson 85, 12" Allo esponde la mura mpicaion ete dotnay vid enact questa tuto lo mismo queen lal del stm en el ua lence prmessyrenciss cooecta coe a prfein def Est es Sunde no so pratt a radii paisa detest Ao! 61, 1) fasta Baio (De Spits Smo 15, 58, PG 32,1305, done fos a ineretacin del acoteciniento ceil dl au se apo on esac ‘fa eset igen tambien enel mismo Nuevo Tester, donde laps esis mora ens carts expetmene remit ala cites ss oblige ‘ss Bautsals, deal manera qe protien de ua el Bautista se pute leescomo cages pebeutsmal cit: fe nip de Le, 120 ‘eH, Scharmann, Das Ludasevangel | Fung, 1969}168 187 _MAGISTERIO ECLESIASTICO, FE, MORAL 9 3. La exhortacién apostélica ara que Ignacio y la teologia cristiana primitiva que le sigue estén firmes sobre el suelo de Ia predicacién apostélica, hay que poner a ésta como tercer ejemplo a considerat. La estrecha convergencia entre fe © «imita- ciGn» del apéstol que se verifica en la «imitacién de Jesucristo, es precisamente una caracterfstica de la predi- ‘caciGn paulina, Con una precisién particular lo formula la primera carta a los Tesalonicenses: «..Conviene que vivdis... segtin aprendisteis de nosotros... osotros sat las instrucciones que 0s dimos de parte del Setior Jestis» (1 B4, Iss). El «cambio» pertenece a la tradicién, st recomendacién procede no de cualquier lugar, sino del Seftor Jesis; las siguientes recomendaciones son adjunta- das de manera flexible al Decélogo y lo especifican segan la stuacién particular de los tesalonicenses. Ahora se podria objetar en sentido contrario, que aqut se trata como cosa principal de una inclinacién formal hacia et «bien, la cual ciertamente es caracteristica del cristianis- ‘mo. Pero la pregunta objetiva sobre en qué consiste este «bier», no viene decidida desde fuentes intrateolégicas, sino por la raz6n y le sinuaci6n temporal: Incluso se pue- de argumentar aparentemente desde un texto como el de Fip4, 8, que parece afirmar esto mismo: «Por lo demés, hermanos, todo cuanto hay de verdadero, de noble, de justo, de puro, de amable, de honorable, todo cuanto sea virtud y digno de elogio, todo eso tenedlo en cuenta. ‘Aqui se trata de ideas de la filosofia popular, en las cuales se trataria de crterios claramente vélidos, que se ofrece-

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